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BASOGINTZA FORESTAL
Vendavales en Las Landas
texto Alejandro Cantero, IKT
fotografías IKT
El pasado 24 de enero, el
ciclón Klaus atravesó la
Cornisa Cantábrica y el sur
de Francia. El balance fue
desolador: decenas de vidas
humanas, cuantiosas pérdidas económicas y cientos de
miles de hectáreas forestales arrasadas. Pues eso no
es todo; sus consecuencias
van a prolongarse por varios
años.
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Antecedentes
Vendavales, ciclones extratropicales,
huracanes, ciclogénesis explosivas, …
Da igual cómo les llamemos, pero los
episodios de catástrofes forestales en
los bosques europeos están siendo particularmente graves en los últimos años.
Un estudio de Schelhaas, M.-J., publicado en 2008, demostraba que entre 1950
y 2000, el volumen anual de madera
dañado por perturbaciones naturales en
Europa alcanzó los 35 millones de m3, un
53% de los cuales debidos a tormentas.
Durante los días 26, 27 y 28 de diciembre de 1999 las tempestades “Lothar” y
“Martin” recorrieron Francia, Alemania y
Suiza, derribando un volumen de madera
que, sólo en Francia, superó los 140
millones de metros cúbicos, 23 de ellos
en el macizo de Las Landas.
En enero de 2005, la tormenta “Gudrun”
supuso el derribo de 85 millones de m3
en el norte de Europa, 75 de ellos en el
sur de Suecia. En esta misma zona, otros
12 millones de m3 fueron derribados por
la tormenta “Per” a principios de 2007.
Unos días después, “Kyrill” provocó la
caída de 55 millones de m3 en
Centroeuropa.
Las últimas estimaciones de los daños
causados por la tormenta “Klaus” en
Aquitania se acercan a las 590.000 hectáreas afectadas y un volumen estimado
de al menos 39 millones de m3: el equivalente de 5-6 años de cortas medias en
esa región.
Para hacerse una idea de la magnitud de
estos volúmenes, el Inventario Forestal
del País Vasco (2005) cuantificó en 54
millones de m3 el total de existencias
maderables en nuestros montes, repartidos en unas 396.000 ha arboladas.
El macizo de las Landas se extiende por
1,1 millones de hectáreas, de las cuales
850.000 ha, un 75%, son arboladas y
albergan bosques de pino marítimo
(Pinus pinaster). Hay que tener en cuenta que los graves incendios de 1949
supusieron la reforestación coetánea de
una gran superficie de estos pinares, que
se suelen gestionar con un turno medio
de 50 años. Pues, precisamente, en
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No sólo se han visto afectados los pinos. Alcornoque caído sobre una construcción.
1999 se alcanzó el máximo histórico de
existencias en pie en este macizo: unos
151 millones de m3 antes de la tormenta
“Martin”. Hoy se calcula que ese volumen no supera los 100 millones de m3.
Parece evidente la relación directa entre
unas altas existencias en pie y un mayor
riesgo de sufrir daños en caso de fuertes
vientos. Como este es un proceso que
se está produciendo en la mayor parte
de los bosques europeos, es de esperar
que la magnitud de estos daños siga
aumentando en el futuro.
La relación entre daños forestales y tipo
de selvicultura no es tan evidente, por
cuanto ráfagas de 180 km/h, como se
han registrado en diversos puntos este
fatídico 24 de enero, afectan a cualquier
tipo de arbolado al que se enfrenten.
Aunque sí es evidente el hecho de que
estos vendavales, que se suelen registrar en invierno, afectan en mayor medida a las especies de hoja perenne, por su
mayor resistencia al aire.
Sin embargo, hay muchos factores cuyo
papel conjunto aún desconocemos,
como pueden ser los relacionados con el
suelo (textura, humedad, profundidad,
desarrollo de las raíces), con la estructura del árbol (ramas verdes, pudriciones
internas, relación altura/diámetro) o con
la fisiografía (huecos en la masa, distancia a pistas o carreteras). Unos de estos
factores resultan propicios para la rotura
del árbol por la parte baja del tronco
(volis o chandelles) y otros para su volteo
y derribo arrastrando raíces (chablis).
Por dar un ejemplo, un interesante estudio de Mayer et al. (Forest storm damage is more frequent on acidic soils, 2005)
demostró una relación directa entre pH
bajos en el suelo y magnitud de los
daños causados por las tempestades de
1999. Este hecho parece haberse repetido en 2009, donde las regiones más
afectadas (Galicia y Aquitania) son también las de menores pH medios entre
todas las recorridas por Klaus. Además,
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Parcela parcialmente afectada de
pino radiata, en Mañaria (Bizkaia).
el citado estudio también encontraba
mayores daños por viento en las laderas
de menor pendiente y altitud de los distintos macizos afectados en Europa.
cortas y de precio de la madera de pino.
Los vendavales de 1999 supusieron interesantes enseñanzas que conviene
recordar:
¿En qué nos va a afectar este vendaval?
Antes de nada, hay que aclarar que a
principios de marzo aún se desconocían
las ayudas directas que el Estado francés
iba a destinar a indemnizaciones forestales y a medidas de revitalización del sector. Y, por tanto, se desconocía la influencia de estas medidas en cuanto al precio
de venta de la madera de pino en el País
Vasco. Al no haberse iniciado las operaciones de saca de la madera derribada,
por falta de consenso sobre precios mínimos de venta de la madera derribada, se
desconocían los primeros efectos de
este suceso en el sector forestal vasco.
Lo que sí estaba claro, además de las
consecuencias humanas y económicas
para nuestros vecinos franceses, es que
esta tragedia nos va a afectar justo cuando el sector se enfrenta a su peor época,
a diferencia de hace una década, cuando
se encontraba en máximos de nivel de
- Trajo consigo el desplazamiento de un
importante colectivo de taladores y
rematantes vasco-navarros a Las
Landas, parte de los cuales procedieron
a renovar su parque móvil de procesadoras y autocargadores.
- Las labores de conservación de la
madera, por medio de parques de madera y riego por aspersión de las pilas, permitió en parte dosificar la oferta de
madera durante años.
- Curiosamente, no se produjeron brotes
graves de plagas y enfermedades forestales, como algunos habían pronosticado
ante la magnitud de la madera muerta.
- Y lo más importante: hay que recordar
las cuantiosas pérdidas humanas que las
peligrosas tareas de tala de troncos partidos, derribados y trabados causaron a
lo largo del año 2000. De los más de 100
fallecidos durante ese primer año en
labores de saca, más de 30 lo hicieron en
la crítica primera quincena.
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Parcela afectada en su
totalidad en Las Landas
Por tanto, es de esperar que las tareas
de desembosque y reconstrucción de
estas grandes superficies afectadas
supongan una temporada de trabajo
intenso (y peligroso) para nuestros trabajadores forestales. Para los propietarios
forestales vascos, esta catástrofe tendrá
una influencia muy negativa durante
años. Para nuestra industria transformadora tendrá probablemente una influencia neutra, pues su situación es ya grave
de por sí ante la escasa demanda de productos.
En fin, nuestras masas arboladas han
resistido bien este último vendaval, pero
van a sufrir consecuencias negativas, por
un previsible descenso en el nivel de
actividad forestal. El verdadero vendaval
viene ahora, esperemos que pase rápido
y sin causar muchos daños colaterales.
No se me ocurre mejor forma para terminar que recordar unas conocidas palabras de Albert Einstein: “Sin crisis no hay
desafíos, sin desafíos la vida es rutina,
una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor
de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.”
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Evaluación de las
zonas afectadas por el
vendaval de enero de
2009, apreciándose
unos mayores daños
(puntos negros y rojos)
al sur del macizo, en el
Departamento de
Landes. En 1999 los
daños se concentraron
al norte, en Gironde.
El próximo viernes 22 de mayo, la Delegación
en el País Vasco del Colegio de Ingenieros de
Montes e Itsasmendikoi han organizado una
Jornada sobre Árboles Viejos y Trasmochos.
Con asistencia libre y gratuita, va a celebrarse
en la Escuela Agraria de Derio (Bizkaia), con
horario de mañana. Con la participación de
diversos expertos, se analizará el estado de
situación de estos valiosos árboles, tanto en el
País Vasco como en los macizos limítrofes: su
historia, su problemática y sus propuestas de
gestión. El día siguiente, sábado, se prevé una
visita de campo para visitar alguno de nuestros
bosques viejos.
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