Las medidas preventivas ante situaciones excepcionales de riesgo

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Las medidas preventivas
ante situaciones
excepcionales de riesgo
Dr. Manuel Alegre Nueno. Téc. Superior y auditor en PRL / Prof. de la Universitat de València
E
n algunos centros de trabajo se desarollan actividades que puedan dar origen a
situaciones de emergencia o, en general,
pueden manifestarse situaciones que
supongan riesgos excepcionales para la seguridad
y salud de los trabajadores que requiere la adopción de medidas, también, excepcionales. La Ley
de Prevención de Riesgos Laborales (en adelante,
LPRL) regula dos situaciones concretas: la situación
de emergencia y el riesgo grave e inminente.
como los incendios, las inundaciones o las fugas
de sustancias tóxicas.
Por otro lado, situaciones de emergencia no
son solo las que se producen en relación a siniestros
que soportan los trabajadores en su conjunto o las
personas del entorno de la empresa (proveedores,
clientes, trabajadores autónomos, etc) sino también las relativas a siniestros padecidos por una
sola persona.
En función de su gravedad, se distinguen los
siguientes tipos de emergencia:
1. Las medidas
de emergencia
El deber genérico de proteger la seguridad y
salud de los trabajadores incluye el deber de protección de éstos frente a posibles situaciones de
emergencia. Así, el empresario viene obligado a tener
previstas y a adoptar las medidas de prevención más
adecuadas ante posibles situaciones de emergencia
que puedan surgir en el centro de trabajo (artículos
18 y 20 de la LPRL).
La LPRL no ofrece un concepto de emergencia,
pero por tal hemos de entender la materialización
de un determinado riesgo, de carácter excepcional
y extraordinario, en forma de siniestro que puede
poner en peligro la seguridad de los trabajadores o
de otras personas que se encuentren en el centro
de trabajo, y que obliga a la adopción de actuaciones inmediatas de salvamento, primeros auxilios y
evacuación de personas.
Las posibles situaciones de emergencia son
múltiples y diferentes en función de cuál sea la
actividad a la que se dedica la empresa. Encajan
en este concepto la materialización de siniestros
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Riesgos Laborales
Ante una situación
de riesgo grave e
inminente se deberá
informar lo antes
posible a todos
los trabajadores
afectados de esa
existencia
1. Conato de emergencia: situaciones de emergencia que pueden ser solventadas por el personal y
medios presentes en el lugar en que se produce
(v.gr. un pequeño incendio detectado a tiempo
que es sofocado con extintores).
2. Emergencia parcial: exige la actuación del equipo de emergencia, esto es, los trabajadores
especialmente designados y formados para
intervenir ante las situaciones de emergencia
(v.gr. provocación de un incendio incontrolado).
3. Emergencia general: aquella que no puede ser
resuelta por el equipo de emergencia de la empresa, exige ayuda externa y el desalojo del centro
de trabajo de manera ordenada y controlada
(v.gr. fugas de sustancias tóxicas).
El empresario está obligado a analizar las
posibles situaciones de emergencia que pueden
producirse en su centro de trabajo. Una vez analizadas, con el apoyo y asesoramiento del servicio
de prevención, adoptará las siguientes medidas que
configuran el llamado Plan de Emergencia (artículo
20 de la LPRL):
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La empresa en cuyos centros de trabajo estén presentes sustancias peligrosas proporcionará a los órganos competentes de la Comunidad Autónoma,
la información y apoyo necesario para que éstos puedan elaborar planes de emergencia exterior para prevenir.
1. Diseñar y establecer las medidas necesarias
en materia de primeros auxilios, lucha contra
incendios y evacuación de trabajadores (v.gr.
disposición de botiquines, equipos antiincendio,
salidas de emergencia, etc.).
Diseñadas tales medidas, deberá comprobarse
periódicamente su funcionamiento con el objetivo de
garantizar que están operativas en todo momento.
A tal efecto, y pese a que la LPRL no lo exige, el
empresario deberá programar un plan periódico de
simulacros, con el objetivo de comprobar el grado de
cumplimiento del plan de emergencia, su eficacia y
su asimilación por parte de los trabajadores.
2. Designar al personal encargado de poner en
práctica dichas medidas, si se produce la situación
de emergencia.
Informar a los trabajadores sobre las medidas a
tomar ante las situaciones de emergencia (artículo
18 de la LPRL)
bilitar su extinción, con el fin de anular o reducir los
daños o pérdidas que el incendio pueda producir a
personas o bienes.
Esta obligación general de elaborar un Plan de
Emergencia es concretada por numerosas normas
técnicas y sectoriales. Especialmente importante son
el Real Decreto 2.267/2.004, de 3 de diciembre,
por el que se aprueba el Reglamento de Seguridad
contra Incendios en Establecimientos Industriales,
y Real Decreto 393/2.007, de 23 de marzo la que
aprueba la Norma Básica de Autoprotección de los
centros, establecimientos y dependencias dedicados
a actividades que puedan dar origen a situaciones
de emergencia.
Por otra parte, el Real Decreto 393/2.007 se
aplica a todas las actividades comprendidas en el
anexo I de la Norma Básica de Autoprotección y,
con carácter supletorio, en el caso de actividades
que cuenten con reglamentación sectorial específica como, por ejemplo, las instalaciones para
la obtención, transformación, tratamiento, almacenamiento y distribución de sustancias o materias
biológicas Peligrosas (Real Decreto 664/1997,
de 12 de mayo, sobre la protección de los trabajadores contra los riesgos relacionados con la
exposición a agentes biológicos durante el trabajo)
o las instalaciones nucleares y dadiactivas (Real
Decreto 1.836/1.999, de 3 de diciembre, por el
que se aprueba el Reglamento sobre Instalaciones
Nucleares y Radiactivas).
3. Los trabajadores designados deben poseer la
formación y el adiestramiento necesarios, ser
suficientes en número y disponer de material adecuado para ejercer las funciones que se les asigne.
El Real Decreto 2.267/2.004 se aplica a todos
los establecimientos industriales excepto en aquellos
que se desarrollen actividades nucleares, radiactivas,
las de extracción de minerales, las agropecuarias, las
instalaciones para usos militares y los establecimientos industriales y talleres artesanales que no superen
los límites fijados en el artículo 2 de esta norma.
4. Concertar con servicios externos (policía, bomberos, protección civil, servicios sanitarios, etc.)
a la empresa las medidas necesarias en materia
de primeros auxilios, asistencia médica urgente,
salvamento y lucha contra incendios. Dicho
concierto está reglamentado en actividades
de alto riesgo como la industria química o las
centrales nucleares .
La finalidad del Reglamento de Seguridad contra
Incendios en Establecimientos Industriales es la
de establecer y definir los requisitos que deben
satisfacer y las condiciones que deben cumplir los
establecimientos e instalaciones de uso industrial
para su seguridad en caso de incendio, para prevenir
su aparición y para dar la respuesta adecuada, en
caso de producirse, limitar su propagación y posi-
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El Real Decreto 393/2.007 establece la obligación de elaborar un Plan de Autoprotección, que
es el documento que establece el marco orgánico
y funcional previsto para un centro, establecimiento,
espacio, instalación o dependencia, con el objeto de
prevenir y controlar los riesgos sobre las personas y
los bienes y dar respuesta adecuada a las posibles
situaciones de emergencia, en la zona bajo responsabilidad del titular de la actividad, garantizando la
integración de éstas actuaciones con el sistema
público de protección civil.
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El Plan de Autoprotección aborda la identificación y evaluación de los riesgos, las acciones y
medidas necesarias para la prevención y control
de riesgos, así como las medidas de protección y
otras actuaciones a adoptar en caso de emergencia. Incluirá todos los procedimientos y protocolos
necesarios para reflejar las actuaciones preventivas
y de respuesta a la emergencia.
El contenido del Plan de Autoprotección, que
se recogerá en un documento único, se recoge en
el Anexo II del Real Decreto 393/2.007. Si en virtud
de la normativa sectorial aplicable, la empresa ha de
elaborar documentos de naturaleza análoga, podrán
fusionarse en un documento único, cuando dicha
unión permita evitar duplicaciones innecesarias de la
información y la repetición de los trabajos realizados
por el titular o la autoridad competente, siempre
que se cumplan todos los requisitos esenciales del
citado Real Decreto 393/2.007.
En Plan de Autoprotección deben definirse las
acciones a desarrollar para el control inicial de las
emergencias, garantizándose la alarma, la evacuación
y el socorro. Este Plan de actuación ante emergencias
comprenderá:
1. dentificación y clasificación de las emergencias
2. Procedimientos de actuación ante emergencias
a. Identificación de la persona que dará los
avisos.
b. Identificación del Centro de Coordinación de
Atención de Emergencias de Protección Civil.
c. Mecanismos de respuesta frente a la emergencia.
d. Evacuación y/o Confinamiento.
e. Prestación de las Primeras Ayudas.
f. Modos de recepción de las Ayudas externas.
7. Identificación y funciones de las personas y equipos que llevarán a cabo los procedimientos de
actuación en emergencias.
8. Identificación del responsable de la puesta en
marcha del Plan de Actuación ante Emergencias.
Por último, en aquellas empresas en que puedan producirse accidentes graves, deberán adoptarse las medidas previstas en el R.D. 1.254/1.999,
de 16 de julio, por el que se aprueban las medidas
de control de los riesgos inherentes a los acci-
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dentes graves en los que intervienen sustancias
peligrosas.
La no previsión
por parte del
empresario de
las medidas de
emergencia,
suponen una
infracción
administrativa
grave o muy
grave si el
imcumplimento
se deriva de un
riesgo
El accidente grave se define como cualquier
suceso, tal como una emisión en forma de fuga o
vertido, incendio o explosión importantes, que sea
consecuencia de un proceso no controlado durante
el funcionamiento de cualquier establecimiento, que
suponga una situación de grave riesgo, inmediato
o diferido, para las personas, los bienes y el medio
ambiente, bien sea en el interior o exterior del establecimiento, y en el que estén implicadas una o
varías sustancias peligrosas.
Se excluye la aplicación de las medidas previstas
en el R.D. 1.254/1.999 en:
a. Los establecimientos, las instalaciones o zonas de almacenamiento militares.
b. Los riesgos y accidentes ocasionados por las
radiaciones ionizantes.
c. El transporte de sustancias peligrosas por
carretera, ferrocarril, vía navegable interior
y marítima o aérea, incluidos el almacenamiento temporal intermedio, las actividades
de carga y descarga y el traslado desde, o
hacia, muelles, embarcaderos o estaciones
ferroviarias de clasificación, fuera de los establecimientos a los que es de aplicación el
presente Real Decreto.
d. El transporte de sustancias peligrosas por
canalizaciones, incluidas las estaciones de
bombeo, situadas fuera de los establecimientos a los que aplica el presente Real Decreto.
e. Las actividades dedicadas a la explotación
(exploración, extracción y tratamiento) de
minerales en minas y canteras o mediante
perforación, con la excepción de las actividades de tratamiento térmico y químico y el
almacenamiento relacionado con estas operaciones en las que intervengan sustancias
peligrosas tal como se definen en el anexo I.
f. Las actividades dedicadas a la exploración
y explotación mar adentro (“off-shore”) de
minerales, incluidos los hidrocarburos.
g. Los vertederos de residuos con excepción
de las instalaciones operativas de evacuación
de residuos mineros, incluidos los diques o
balsas de residuos, que contengan sustancias
peligrosas tal como se definen en el anexo I,
en particular, cuando se utilicen en relación con
el tratamiento térmico y químico de minerales.
h. Los establecimientos regulados en el Reglamento de Explosivos, aprobado por el Real
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Decreto 230/1998, de 16 de febrero,
excepto en lo referido en la disposición
adicional primera.
En todos los establecimientos en que resulte de
aplicación el R.D. 1.254/1.999, el empresario deberá
elaborar un plan de autoprotección, denominado
plan de emergencia interior, en el que se defina la
organización y conjunto de medios y procedimientos
de actuación, con el fin de prevenir los accidentes
de cualquier tipo y, en su caso, limitar los efectos
en el interior del establecimiento.
Su contenido se ajustará a lo especificado
en la Directriz básica de protección civil para el
control y planificación ante el riesgo de accidentes
graves en los que intervienen sustancias peligrosas
y se elaborarán previa consulta al personal del
establecimiento.
Además, la empresa en cuyos centros de trabajo
estén presentes sustancias peligrosas en cantidades iguales o superiores a las especificadas en la
columna 3 de las partes 1 y 2 del Anexo I del R.D.
1.254/1.999, proporcionará a los órganos competentes de la Comunidad Autónoma, la información
y apoyo necesario para que éstos puedan elaborar
planes de emergencia exterior para prevenir y, en
su caso mitigar, las consecuencias de los posibles
accidentes graves previamente analizados, clasificados y evaluados, que establezca las medidas de
protección más idóneas, los recursos humanos y
materiales necesarios y el esquema de coordinación
de las autoridades, órganos y servicios llamados a
intervenir. Para elaborar los planes de emergencia exterior, los órganos competentes de las Comunidades
Autónomas establecerán mecanismos de consulta
a la población que pudiera verse afectada por un
accidente grave. Así mismo, se realizará cuando
se efectúen actualizaciones o modificaciones que
supongan cambios significativos en las condiciones
de seguridad de la población afectada.
La no previsión por el empresario de las medidas
de emergencia constituye una infracción administrativa grave (artículo 12.10 de la LISOS) o muy
grave si del incumplimiento se deriva un riesgo
grave e inminente para la seguridad y salud de los
trabajadores (artículo 13.10 de la LISOS).
Por último, en las situaciones de emergencia se
prevé un especial deber de información a cargo del
empresario (artículo 18.1 de LPRL). El contenido
de la información incluye las medidas adoptadas
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Se considera riesgo grave o inminente a aquel que resulta racionalmente probable que se materialize en un futuro inmediato y pueda suponer un daño para la salud de los trabajadores.
para los casos de emergencia, de acuerdo con
lo dispuesto en el artículo 20 LPRL; pero también las normas sectoriales prevvén sus propias
obligaciones de información. Así, el Real Decreto
1.254/1.999, de 16 de julio, sobre medidas de
control de los riesgos inherentes a los accidentes
graves en los que intervengan sustancias peligrosas, establece obligaciones de información a los
posibles afectados y a las autoridades públicas.
Dentro de este apartado se puede incluir la información que, de acuerdo con el artículo 12.5
Real Decreto 1.254/1.999, el empresario debe
dar a los trabajadores y a sus representantes: a)
Inmediatamente de cualquier accidente o incidente
que hubiese provocado un agente biológico capaz
de causar una grave infección o enfermedad en el
hombre; b) Lo antes posible, de cualquier incidente
o accidente grave, de su causa, y de las medidas
adoptadas o que se vayan a adoptar, para remediar
tal situación; c) Accidentes menores. Una información especial para situaciones que no son las que
pueden tacharse de normales, es la establecidad
en el artículo 11.4 Real Decreto 1.254/1.999;
d) accidentes e incidentes en relación con los
agentes biológicos.
2. Medidas a adoptar en
caso de riesgo grave e
inminente
De acuerdo con lo previsto en el artículo 4.4 de
la LPRL, el riesgo grave e inminente es “aquel que
resulta probable racionalmente que se materialice
en un futuro inmediato y pueda suponer un daño
grave para las salud de los trabajadores”.
Dentro del concepto de riesgo grave e inminente
encajan los riesgos que puedan general un daño inmediato, súbito e inopinado (v.gr. una lesión traumática)
como los riesgos cuyos efectos se presentan de forma
progresiva (v.gr. la exposición a sustancias cancerígenas).
No hay que confundir la situación de riesgo grave
e inminente con la de emergencia. Ésta última hace
referencia a la materialización de un determinado
siniestro, mientras que en la situación de riesgo grave
e inminente el siniestro todavía no se ha materializado.
La LPRL prevé la situación de riesgo grave e
inminente, imponiendo al empresario las siguientes
obligaciones (artículo 21.3 de la LPRL):
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1. Informar lo antes posible a todos los trabajadores
afectados de la existencia de ese riesgo y las
medidas adoptadas o que, en su caso deban
adoptarse en materia de protección.
También el trabajador está obligado a informar de
inmediato a su superior jerárquico directo, y a los
trabajadores designados para realizar actividades
de protección y de prevención, y ,en su caso,
al servicio de prevención, acerca de cualquier
situación que, a su juicio, entrañe por motivos
razonables, un riesgo para la seguridad y la salud
de los trabajadores (artículo 29.2.4º LPRL).
2. Adoptar las medidas necesarias para que los
trabajadores puedan interrumpir su actividad y,
si fuera necesario, abandonar de inmediato el
lugar de trabajo.
Corresponde inicialmente al empresario tomar
la decisión de paralizar la actividad laboral y de
abandono del centro de trabajo ante la situación de riesgo grave e inminente. Sin embargo,
artículo 21.2 de la LPRL reconoce el derecho
individual del trabajador a interrumpir su actividad y a abandonar el lugar de trabajo, en caso
necesario, cuando considere que su actividad
entraña un riesgo grave e inminente para su
vida o su salud.
Con carácter general, el trabajador no puede
tomar la decisión de interrumpir la actividad y
abandonar el lugar de trabajo, sino que, como
se ha señalado, debe antes comunicar la situación de riesgo grave e inminente a su superior
jerárquico (artículo 29.2.4º de la LPRL). Sólo
en caso de no poder comunicar con el superior
jerárquico o discrepar con su valoración del riesgo
el trabajador podrá ejercitar este derecho. Esto
supone que el trabajador no podrá interrumpir
su actividad en cualquier circunstancia.
Se trata, por tanto, de un derecho subjetivo del
trabajador, a él le corresponde en última instancia
la valoración de la gravedad y la inminencia con
lo que pueden existir discrepancias significativas
con su superior jerárquico o con el empresario.
Piénsese, por ejemplo en una situación en la
que se detecta una fuga de gas tóxico en una
central nuclear y tras analizar la situación el superior jerárquico de la planta afectada concluye
que el riesgo existe pero no es grave o no es
inminente. Los trabajadores afectados discrepan
de esta opinión y abandonan la planta.
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El trabajador
tiene derecho
a abandonar
el puesto de
trabajo en caso
de amenaza,
y no podrá
sufrir perjuicio
alguno (sanción
disciplinaria o
despido) aunque
el riesgo no fuera
grave
Se trata de una cuestión donde deberán valorarse
las circunstancias concurrentes en el caso concreto, valoración que habrá de efectuar el juez
que dilucidará si la decisión de los trabajadores
de paralizar su actividad fue proporcionada o no.
Para ello tendrán que atender a las características
del riesgo y a las condiciones particulares del
trabajador (puesto desempeñado, experiencia,
formación recibida, etc).
Por consiguiente, el ejercicio de este derecho
solo procede cuando el empresario no haya
adoptado las medidas precisas para atajar el
riesgo o, en su caso, haya ordenado la paralización de la actividad laboral y el abandono
del lugar de trabajo. La interrupción de la
actividad laboral por parte del trabajador sin
ponerse en contacto previo con su superior
jerárquico aún pudiéndolo hacer, se podría
considerar un uso arbitrario del derecho y
derivar en consecuencias disciplinarias para
el trabajador.
Como consecuencia de su derecho a abandonar
el puesto de trabajo en caso de riesgo grave e
inminente, el trabajador no podrá sufrir perjuicio
alguno (sanción disciplinaria o despido) aunque,
a posteriori, el riesgo no fuera grave ni inminente
como se estimó inicialmente, a menos que haya
habido mala fe o negligencia grave (artículo
21.4 de la LPRL).
También se prevé (artículo 21.3 de la LPRL)
que cuando el empresario no haya adoptado
las medidas precisas ante una situación de riesgo grave e inminente, la representación de los
trabajadores (comité de empresa o delegados
de personal) pueda, por mayoría, acordar la
paralización de la actividad de los trabajadores
afectados por un riesgo grave e inminente. Si
no fuera posible reunir con urgencia al órgano
de representación legal de los trabajadores, el
acuerdo podrá ser adoptado por mayoría de los
delegados de prevención.
El acuerdo de paralización de la actividad llevado
a cabo por los representantes de los trabajadores
se comunicará de inmediato a la empresa y a
la Autoridad Laboral que lo anulará o ratificará
en el plazo de 24 horas.
Tanto los representantes de los trabajadores
como los delegados de prevención tienen las
mismas garantías que los trabajadores frente al
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Las posibles situaciones de emergencia son múltiples y diferentes en función de cuál sea la actividad a la que se dedica la empresa, también hay
que tener en cuenta, otro factor determinante a la hora de afrontar esos momentos críticos y es la cultura preventiva que posee cada país. En el
caso de Japón, se ha dejado claro que ha sabido adoptar las medidas oportunas ante situaciones excepcionales de riesgo.
despido y demás sanciones en el ejercicio de
este derecho.
De la adopción de esta medida se dará cuenta de
forma inmediata a la Autoridad Laboral.
3. Disponer lo necesario (información, adiestramiento y medios) para que el trabajador que
no pudiese ponerse en contacto con su superior
jerárquico, esté en condiciones de adoptar las
medidas necesarias para evitar las consecuencias
del peligro.
La orden deberá ser comunicada por el empresario a los trabajadores afectados, en su caso,
al Comité de Seguridad y Salud, a los Delegado de
Prevención y, en su ausencia, a los representantes
de los trabajadores (comité de empresa o delegados
de personal).
A diferencia de las dos primeras obligaciones,
que serán exigibles cuando el riesgo grave e
inminente se ha manifestado, esta última es una
obligación empresarial que debe cumplirse con
anterioridad a que se verifique la actualización
del riesgo.
La empresa deberá cumplir la medida tomada
por la Inspección pero podrá impugnarla ante la
Administración Laboral en el plazo de tres días
hábiles, debiéndose resolver dicha impugnación
en el plazo de máximo de 24 horas. La resolución
que se derive de dicha impugnación será, a su
vez, recurrible ante la jurisdicción contenciosoadministrativa.
Por último, el artículo 44 de la LPRL prevé que
la Inspección de Trabajo y Seguridad Social pueda
ordenar la paralización de la actividad laboral cuando
compruebe que la ejecución de las tareas o trabajos
genera un riesgo grave e inminente para la seguridad
y salud de los trabajadores por la inobservancia de
la normativa de prevención de riesgos laborales.
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La orden de paralización de los trabajos se
podrá levantar por la Inspección de Trabajo o por
el propio empresario cuando haya subsanado las
causas que la motivaron, debiendo en este último
caso comunicarlo inmediatamente a la Inspección
de Trabajo y Seguridad Social. Si es el empresario el
que decide reanudar la actividad, ha de asegurarse
de que ha removido las causas que motivaron la
paralización pues de lo contrario podrá ser sancionado por la Administración.
Durante el tiempo de paralización de la actividad, los trabajadores mantendrán su derecho al
salario por las razones ya expuestas en relación a el
derecho individual de los trabajadores a interrumpir
su actividad laboral.
La no paralización de los trabajos a requerimiento de la Inspección de Trabajo o la reanudación de los mismos sin la subsanación de las
causas que motivaron la paralización constituye una
infracción administrativa muy grave, de acuerdo
con el artículo 13.3 de la LISOS. Además, si la
situación de riesgo grave e inminente se produjera como consecuencia del incumplimiento
empresarial de las normas sobre seguridad y salud
laboral, el empresario incurrirá en otra infracción
administrativa muy grave tipificada en el artículo
13.10 de la LISOS.
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