Inform DDHH Indigenas__ONIC al RelatorONU_2009

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ORGANIZACIÓN NACIONAL INDÍGENA DE COLOMBIA – ONIC
ESTADO DE LOS DERECHOS HUMANOS Y COLECTIVOS DE LOS PUEBLOS
INDÍGENAS DE COLOMBIA: Etnocidio, Limpieza Étnica y Destierro♦
Informe al Relator Especial de la ONU para los derechos de los Pueblos Indígenas
Bogotá, Julio de 2009
♦
Este documento fue preparado por el Antropólogo William Villa Rivera con la colaboración de: Hernán Molina
Echeverri, Asesor de la Consejería de Derechos Humanos de la ONIC, Ana Cecilia Betancur Jiménez, Abogada y
consultora independiente; así como también del equipo de trabajo de la Organización Nacional Indígena de ColombiaONIC
ÍNDICE
Introducción
1.
1.1
1.2
1.3
1.4
1.4.1
1.4.2
1.4.3
Los derechos territoriales de los pueblos indígenas
La territorialidad indígena en la región central del país
Política de Estado: restricciones a los derechos territoriales indígenas
El actual Gobierno y su política frente a la territorialidad indígena
El derecho fundamental a la consulta previa
Consulta y expropiación de territorios indígenas inalienables
El caso del pueblo U’wa sigue vigente
El proyecto minero Mandé Norte
1
2
6
7
10
11
12
13
2.
2.1
14
2.2
2.3
2.4
2.5
Colonización armada e integración de territorios y pueblos indígenas
El asesinato selectivo de la dirigencia indígena o el etnocidio
como forma de legitimar la desterritorialización.
Los señores de la guerra, el papel del Estado y la acción de la guerrilla
El desplazamiento forzado. El caso de los pueblos indígenas del Chocó
La guerra y la política minero energética
Los cultivos de uso ilícito
3.
3.1
3.2
El Estado Colombiano y la protección de los derechos indígenas
Pueblos indígenas en vías de extinción
Los programas estatales de atención: dependencia y control de la población
25
27
28
4.
Conclusiones y recomendaciones
Bibliografía
16
18
20
22
24
30
32
ÍNDICE GRÁFICOS
Violaciones a los derechos humanos de los pueblos indígenas en
Colombia 1974-2009.
15
Desplazamiento de Poblaciones Indígenas. Chocó 1996-2008
21
Desplazamiento contra los Pueblos Indígenas de Colombia 1974-2009
27
ÍNDICE DE TABLAS
Tabla No 1: Hechos violentos según tipo de actores 1998-2002
Tabla No 2: Hechos violentos según tipo de actores 2002-2009
Tabla No 3 Pueblos indígenas en vías de extinción
ÍNDICE DE ANEXOS
Anexo 1:
Asesinatos políticos por pueblo indígena. Colombia 1974-2009
19
19
28
Anexo 2
Anexo 3:
Anexo 4
Anexo 5:
Anexo 6:
Anexo 7:
Anexo 8:
Anexo 9:
Anexo 10:
Anexo 11:
Anexo 12:
Anexo 13:
Anexo 14:
Anexo 15:
Anexo 16:
Anexo 17:
Anexo 18:
Anexo 19:
Anexo 20:
Anexo 21:
Anexo 22:
Anexo 23:
Anexo 24:
Anexo 25
Violaciones a los derechos humanos y al Derecho Internacional Humanitario.
Pueblos Indígenas. Colombia 1974-2009
Acciones bélicas contra pueblos indígenas 1974-2009
Amenazas colectivas contra indígenas período 1974-2009
Desaparición forzada contra pueblos indígenas 1974-2009
Hechos violentos contra pueblos indígenas 1998-2002
Hechos violentos contra pueblos indígenas 2002-2009
Desplazamiento por pueblo 1998- 2002
Desplazamiento por pueblo 2002-2009
Hechos violentos según tipo de actores 1998-2002
Hechos violentos según tipo de actores 2002-2009
Asesinatos según tipo de actor 1998-2002
Asesinatos según tipo de actor 2002-2009
Derechos Humanos de las Mujeres Indígenas en Colombia
Documento de la Minga Nacional de Resistencia Indígena y Popular, 2008
Reunión Vereda Cedeño Territorio Ancestral U’wa. ASOUWA, 2009
Informe Misión Internacional de Verificación Documento analítico
Misión Internacional de Verificación Documento político
Informe Tribunal Permanente de los Pueblos
Informe de jóvenes indígenas
Informe Comisión de Investigación del Diviso
Informe Minería
Informe de los Nukak
Estado de crisis de los derechos territoriales de los pueblos indígenas de
Colombia
Concepto Político y Jurídico sobre el Proyecto de Ley ESTATUTARIA
ELABORADO POR EL GRUPO DE CONSULTA PREVIA DEL MINISTERIO DEL INTERIOR
Y DE JUSTICIA
Introducción
La lectura sobre la reciente historia de los pueblos indígenas de Colombia, especialmente
en las dos últimas décadas, permite conocer sobre un escenario en el que el Estado
propicia la ampliación y reconocimiento de los derechos de tales poblaciones, a la vez que
profundiza en una política de desarrollo excluyente y en determinados contextos genocida.
Tal realidad se pone de manifiesto a partir de la promulgación de la Constitución Política
de 1991, momento histórico del cual se deriva un conjunto de normas en las que el
reconocimiento de la autonomía de los pueblos indígenas es explícita, pero al mismo
tiempo, hacia la mitad de la década de los noventa, en la medida que se profundiza la
guerra, tanto el Estado como actores económicos agencian una fórmula de integración de
la población indígena y sus territorios por la vía armada.
Si bien la violencia que se ejerce sobre los pueblos indígenas es proceso de larga
duración y es fenómeno que se puede identificar en distintos momentos de la historia, sin
embargo es también susceptible de constatar que al constituirse los pueblos indígenas en
el último período en actores sociales de primer orden que interrogan al Estado sobre sus
derechos en los campos de lo social, de lo político y de lo cultural, al mismo tiempo se
convierten en objeto de la más aguda represión en todas sus manifestaciones.
Es en el dominio de la resolución de las demandas territoriales de la población indígena
donde se puede observar en grado mayor el alcance de la política estatal, haciendo
evidente que no existe el objetivo de garantizar a los pueblos indígenas condiciones para
su reproducción. En la misma lógica, allí donde hacia el pasado se ha titulado territorios a
algunos pueblos, especialmente en tierras bajas y zonas selváticas, es donde actualmente
se lleva a cabo la colonización en procura de explotar los recursos del subsuelo y de
realizar la extracción forestal.
1. Los derechos territoriales de los pueblos indígenas
Para comprender el ejercicio del control territorial y la autonomía de los pueblos indígenas
en Colombia, es necesario conocer el modo como evoluciona el ordenamiento territorial en
Colombia y la forma como se construye la territorialidad indígena en las últimas décadas.
Es así como hacia finales de los ochenta y en el período previo al acuerdo social de la
Constitución Política de 1991, ya se había titulado a los pueblos indígenas un área de
25.447.348 hectáreas, que con relación a la totalidad de la superficie del país
correspondía al 22.28% (Roldan,1993). Pero lo interesante es que del total del área
titulada el 90.9% son tierras localizadas hacia la Amazonia, la Orinoquia y la región del
Pacífico, es decir, son tierras consideradas baldías desde el ordenamiento jurídico
nacional, pero además son espacios de frontera, que no han sido integradas en la
economía agroindustrial de la nación y que hasta ese momento permanecen articuladas a
las lógicas extractivas, especialmente de recursos forestales.
Una década después, en los inicios del nuevo milenio, el área titulada a los pueblos
indígenas se ha ampliado a 30.816.152 hectáreas (Sánchez et al, 2001), en tanto en la
actualidad la superficie titulada llega a 31.255.556 (Incoder, 2008). La lectura de estas
cifras realizada sin tomar en cuenta consideraciones como las condiciones ambientales de
los territorios titulados y la magnitud de la población, llevaría a conclusiones distorsionadas
como por ejemplo que dicha área satisface las expectativas territoriales de los pueblos
indígenas y es garantía para su reproducción. Es entonces importante entender que del
total del área titulada el 79% se encuentra en la Amazonía y Orinoquia, región donde se
asienta una población de 71.000 habitantes, que representa el 5% del total de la población
indígena nacional (Vásquez, 2009).
Con relación a las áreas tituladas hacia las zonas selváticas, ya sea en la parte oriental del
país o hacia el occidente en la región del Pacífico, es importante entender que tal
ordenamiento se realiza en un escenario de globalización de dichos territorios y responde
a una política de conservación de la que el Estado colombiano participa. Si bien los
derechos territoriales y la relativa autonomía a la que las poblaciones indígenas acceden,
son el resultado de un modelo de construcción de política cultural en la que las
poblaciones indígenas han sabido utilizar y apropiar la institucionalidad internacional que
moviliza el discurso de los derechos humanos y en ese sentido han logrado decantar una
serie de normas sobre sus derechos que en la actualidad son compartidas por los Estados
( Anaya, 2008), al mismo tiempo y en ese mismo período, se sucede la
transnacionalización de los recursos de la biodiversidad, de tal forma que la Amazonía se
mundializa y se convierte en región estratégica ante la amenaza del calentamiento global
o el Pacífico emerge caracterizado por su riqueza en biodiversidad y se inscribe en una
nueva geopolítica.
Para el Estado colombiano el ordenamiento territorial, en el que amplias áreas se
substraen del mercado de tierras y se constituyen en resguardos indígenas o en territorios
colectivos de comunidades negras, responde a una lógica en la que se superponen
objetivos diferentes según la normativa internacional y en un caso puede ser satisfacer las
demandas de la agenda sobre los derechos de los pueblos indígenas inscrita en el
Convenio 169 de la OIT, mientras en otro caso puede ser la respuesta a la normativa del
Convenio sobre la Diversidad Biológica de Río de Janeiro, pero también, como la historia
reciente lo enseña, ese modelo de ordenamiento se convierte en fórmula para garantizar
el fácil acceso del capital transnacional en procura de los recursos mineros, energéticos o
el aprovechamiento de la biodiversidad.
1.1
La territorialidad indígena en la región central del país
En contraste con las amplias zonas tituladas en las regiones selváticas, en las tierras
bajas y en los ecosistemas de sabanas, la realidad de los pueblos indígenas localizados
en la zona andina es bien diferente. De manera concluyente se puede decir que tales
poblaciones se reproducen en la periferia de los grandes valles interandinos donde florece
la agroindustria o la explotación ganadera y en donde el gran capital concentra la
propiedad de la tierra. En las tierras marginales para la agricultura se concentra la
población indígena, en pequeñas propiedades, verdaderos micro fundios son el asiento de
las familias, y en muchos casos, la movilidad de la población es condición para supervivir,
siendo frecuente que hombres y mujeres deban salir de sus comunidades para laborar en
la agricultura o en labores asociadas a espacios urbanos.
Hacia la región del Cauca se puede ver de manera explícita la situación de la población
indígena con relación a la tenencia de la tierra, allí los diferentes pueblos que habitan,
según el censo de población del DANE del 2005 llegan a 247.985 personas, que a la vez
representan el 17.9% del total de la población indígena del país, los cuales están
asentados en 721.000 hectáreas asignadas como resguardos indígenas. Del total del área
se deben deducir 353.000 hectáreas que no admiten explotación agropecuaria, las cuales
están conformadas por bosques naturales en una extensión de 252.000 hectáreas, por
zonas improductivas en un área de 26.0000 hectáreas y por páramos que tienen una
superficie de 75.000 hectáreas. Las 191.000 hectáreas productivas significan que por
familia el área aproximada que se dispone es de 4.7 hectáreas, situación que sólo se
puede entender en su verdadero sentido cuando se contrasta la fertilidad de los suelos, la
disponibilidad de aguas y la política de fomento por parte del Estado para fortalecer la
producción. (Mondragón, 2008 pp 412)
Si se sigue haciendo una lectura por diferentes zonas, se encuentra que en la región
central del país, en el Tolima los indígenas pijaos, que están integrados por 54.411
personas que corresponden a 3.9% de la población indígena nacional, sólo disponen de
19.016 hectáreas tituladas como resguardos. En el área titulada como resguardo viven
16.448, situación que enseña una disponibilidad de 6.9 hectáreas por familia, en tierras
caracterizadas por fuertes limitaciones ambientales en cuanto a su la fertilidad y por la
baja disponibilidad de aguas en el curso del año, factores que determinan el que estas
tierras presenten fuertes limitantes para la agricultura (Morales et al, 2008). Entre los
pijaos que a lo largo del siglo XX han mantenido una larga lucha por sus derechos
territoriales, luego de décadas de violencia sistemática contra este pueblo, el Estado
colombiano, sólo ha restituido tierras a un 30.46% de la población, grupo de familias que
se convierten en jornaleros de la gran propiedad en la que se desarrolla la agroindustria y
que son las tierras de su antiguo resguardo colonial.
Al sur, en los territorios del pueblo de los pastos, la situación no es diferente de la
reseñada para el Cauca y Tolima, allí en la frontera con Ecuador la población que integra
este pueblo es del orden de 99.989 personas, las cuales representan el 7.2% de la
población indígena nacional. Las 21.463 familias pertenecientes a los pastos, se dispersan
en 111.065 hectáreas que engloban los diferentes resguardos (Guerrero, 2008). En
promedio el área disponible por familia es de 5.1 hectáreas, pero es importante entender
que las condiciones ambientales de tales territorios presentan sinnúmero de restricciones,
por ser áreas adyacentes a ecosistemas de páramos y a áreas protectoras de las partes
altas de las cuencas que se desprenden en dirección occidente hacia el Pacífico o al
oriente hacia el piedemonte amazónico, factor que lleva a que realmente estas familias
vivan en verdaderos micro fundios.
En el norte, en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, el pueblo Kankuamo
resiste frente a la violencia más extrema, pero al mismo tiempo debe enfrentar las
condiciones adversas que supone el no disponer de tierras suficientes para garantizar su
reproducción. Allí, una población cercana a las 15.000 personas, de las cuales el 65 %
vive en el territorio del resguardo, mientras el 35% se ha visto forzada por los actores
armados a vivir en espacios urbanos. Esta población que representa un poco más del 1%
de la población indígena nacional se asienta en un territorio de 24.000 hectáreas, en las
que es importante anotar que sólo un 3% de ellas presentan condiciones para la
producción agrícola, en tanto el 79% son zonas de aptitud forestal y las restantes están
sometidas a fuertes procesos de degradación (Resguardo Kankuamo, 2008).
En la región central de Colombia, conocida por concentrarse allí la producción de café,
hacia los municipios de Supía y Riosucio se asientan las familias indígenas que
actualmente se identifican como embera chamí y que ascienden a 34.310 personas,
población que representa el 2.5% del conjunto de los indígenas del país y que se
distribuyen en tierras de antiguos resguardos coloniales sobre los que el Estado ha titulado
una extensión de 30.455 hectáreas. El segmento de población que actualmente vive en
el área rural llega a 27.058 personas, esto significa que la unidad de tierra por familia es
de 6.7 hectáreas, cifra que no es real porque al total de las tierras se deben substraer las
zonas protectoras, las áreas de acueductos y las tierras de alta pendiente o que no
presentan aptitud para la agricultura. En la actualidad la población indígena de estos
resguardos, ante la imposibilidad de garantizar su subsistencia en actividades productivas
en su territorio, deben migrar hacia los centros urbanos en donde se ocupan en
actividades marginales como el servicio doméstico cuando se trata de mujeres o de la
construcción cuando son los hombres.
Si se analiza la situación de la población indígena en lo relacionado con la tenencia de la
tierra en las cinco regiones que se han descrito, es susceptible de afirmar que la agenda
estatal respecto al reconocimiento de los derechos territoriales a los pueblos indígenas
está por desarrollar. En estas cinco regiones de Colombia, que se han tomado como
casos, vive el 32.3 del total de la población indígena en condiciones de marginalidad y
cuando las comunidades se movilizan para demandar del Estado la resolución de este
problema que ya es histórico, la respuesta que encuentran por parte del gobierno es que,
la población indígena dispone de una superficie territorial superior al 30% del territorio de
la nación y que al contrario disponen de grandes propiedades1. La verdad es que cerca al
80% de la población indígena de Colombia se encuentra en las mismas condiciones
descritas en las cinco regiones de referencia.
Ante la situación de la población indígena que, en su gran mayoría no tiene resuelta su
demanda de tierra, en el año 2008 se realiza la Minga nacional de resistencia indígena y
popular, en cuyo marco se realizan movilizaciones en los departamentos del Cauca
(Pueblos indígenas Nasa, Yanacona), Valle del Cauca (comunidades indígenas Embera
Chamí, Eperaras Siapidaras y Wounaan), Huila, (Pueblos Indígenas Nasas, Guambianos y
Yanaconas), Guajira (Pueblos indígenas Wayúu, Wiwa, y Kogui), Córdoba (Pueblos
indígenas Zenú, y Emberas Katíos del Alto Sinú y del Alto San Jorge), Caldas (Pueblo
indígena Embera Chamí), Boyacá (Pueblo indígena U’wa), Barranquilla (Pueblo indígena
Mokana), Risaralda (Pueblo indígena Embera Chami), Chocó (Pueblo indígena Embera)
Norte de Santander (pueblo indígena Bari). Sin embargo, las autoridades colombianas
han denegado el derecho a la protesta y por el contrario la Fuerza Pública ha reprimido
1
Frente a la movilización indígena realizada en el segundo semestre del 2008, el gobierno nacional
argumenta que la población indígena del Cauca dispone de tierras suficientes y que no se le puede dar un
centímetro más a los indígenas.
de forma violenta la movilización indígena. (Sobre las solicitudes de los indígenas al
gobierno nacional ver Anexo 16)2
Otra dimensión del análisis sobre la situación territorial de los pueblos indígenas y la
política estatal, es la que tiene que ver con la política respecto a temas como la
conservación de la biodiversidad, la actividad minero energética, el desarrollo rural y la
política de seguridad. La conformación de Parques Nacionales Naturales es experiencia
en la que se enseña el modo como se concibe la autonomía indígena en su territorio. En la
actualidad cerca de 4.000.000 de hectáreas de los territorios indígenas son a la vez áreas
de Parque (Roldan, 2007), los cuales se han constituido sin consulta con los pueblos
indígenas, superponiendo dos figuras de ordenamiento territorial y de hecho restringiendo
a los indígenas en el control de dichas áreas. Se puede decir que el 7.8% del territorio
indígena, que son las áreas que se traslapan con Parques, son espacios en los que el
ejercicio de gobierno indígena está en cuestión y son los funcionarios estatales quienes
allí ejercen control.
Pero son los desarrollos jurídicos, en el dominio de la política forestal o la de desarrollo
rural, en donde es posible conocer la forma como el Estado concibe los derechos de los
pueblos indígenas en su territorio. Claramente existe una política orientada a desconocer
la autonomía de los pueblos indígenas y se ha llegado a constituir en paradigma de la
acción estatal el desconocimiento de instrumentos como la aplicación de la consulta previa
cuando se trata de proyectar iniciativas de diferente tipo, como son ampliación de
infraestructura, proyectos mineros, explotación petrolera, como también el desarrollo de
normas que afectan la territorialidad indígena.
1.2
Política de Estado: restricciones a los derechos territoriales indígenas
No obstante la aprobación de la Constitución de 1991, que reconoce un completo catálogo
de derechos a los pueblos indígenas, la tendencia de los sucesivos gobiernos ha sido y es
hasta el presente la de revertir los alcances prácticos de tales derechos, especialmente los
que hacen a su territorialidad. Ello, a tantos años de aquel suceso, no puede adjudicarse
precisamente al desconocimiento o incomprensión de los mismos, sino a un interés
subyacente sobre las posibilidades y ofertas económicas de sus territorios.
2
La política gubernamental frente a la movilización ha sido la de criminalizar la protesta social, al incriminar a
los líderes indígenas como terroristas y solicitar de los jueces la investigación de éstos. Consejo
Comunitario, llevado a cabo en la ciudad de Popayán, Departamento del Cauca, el el 15 de marzo de 2008
Dice el presidente Uribe:
"¿Hemos pagado alguna recompensa por información sobre invasores?" [...]
"¡Ofrezcámoslas¡ eso ha sido muy útil en el país. Dicen: "no, es que están allá, están tan consolidados, que
no los rompen". Los rompen. Los delincuentes terminan rotos. A uno le dicen: "no, esa gente es muy
unida, se unen para invadir y nadie va a delatar al otro". Mentiras. Los delincuentes terminan acusándose
los unos a los otros. [...]"
Señala también:
"Los delincuentes terminan traicionándose, y la recompensa ayuda a que se traicionen. Hay que romperlos
con la recompensa, Mi General." ( trascripción audio)
A solo tres años de haberse aprobado la nueva Constitución, que reconoce a los pueblos
indígenas derechos territoriales comprendiendo en ellos el ejercicio de derechos políticos
como son el gobierno propio y la autonomía, y salvaguardas a su propiedad territorial, la
Ley 160 de 1994 de reforma agraria empezó a poner límites a la titulación, saneamiento,
ampliación y reestructuración de resguardos indígenas utilizando para éstos el término de
“superficies” en lugar tierras. Con esta designación se buscaba restringir la propiedad
ancestral de las comunidades sobre los recursos naturales existentes en sus territorios,
propiedad que es subsidiaria a la propiedad de la tierra. Con esta Ley comenzó también la
cuenta regresiva de la reforma agraria como política redistributiva de la tenencia de la
tierra, a la cual le puso un plazo perentorio de 14 años.
En desarrollo de la disposición constitucional que establece el cumplimiento de la función
social y ecológica de la propiedad, la Ley aludida estableció que, en el caso de la
propiedad indígena, los procedimientos de constitución, ampliación, saneamiento y
reestructuración de resguardos tenían también por finalidad que las comunidades
indígenas pudieran cumplir con tales funciones. Pero un año más tarde, el Decreto
2164/95 invirtió la finalidad en condicionante de los trámites relativos a las tierras
indígenas, con lo cual un gran número de procedimientos fueron suspendidos por un largo
período dado que no existían procedimientos ni capacidad para que las instituciones a las
que se les asignó la tarea de certificar el cumplimiento de tales funciones pudieran
hacerlo. Es decir que la que fuera considerada una motivación principal para darle trámite
a las demandas de tierras de los pueblos indígenas terminó convertida en su principal
obstáculo al ser considerada como una sanción que impedía la ampliación, el saneamiento
y la reestructuración de resguardos indígenas.
Finalizando al década del 90, un nuevo proyecto de Ley fue sometido por el Gobierno a
consideración del Congreso de la República, esta vez para modificar el Código de Minas.
El proyecto original, buscaba nuevamente recortar los alcances del término “territorio
indígena”, reduciéndolo a las áreas que “ocupan” las comunidades y que hubieran sido
legalmente delimitadas. Esto era, en la práctica, sólo las tierras de asentamiento de las
comunidades dentro de la totalidad de las tierras tituladas como resguardos y las
reconocidas como reservas indígenas. Los territorios indígenas aún no reconocidos por el
Estado, quedaban automáticamente liberados para explotación minera, lo mismo que los
que habiendo sido reconocidos no quedaran comprendidos en el concepto de “ocupación”.
La Ley, finalmente aprobada como Ley 685 de agosto de 2001, conservó el concepto de
“ocupación” al definir a los territorios indígenas como “las áreas poseídas en forma regular
y permanente por una comunidad”, concepto que excluye las áreas que sin ser de
ocupación regular y permanente hacen parte del ámbito de actividades tradicionales o
constituyen su hábitat, áreas que se encuentran ampliamente protegidas por el Convenio
169 de la OIT y también expresamente por la Constitución de 1991.
Como parte de las medidas para incentivar la actividad minera en todo el territorio
nacional, con el consecuente impacto que dicha actividad conlleva para las comunidades
indígenas cuando se desarrolla en sus territorios, estableció un derecho de prelación a
favor de las comunidades, el mismo que caduca si la comunidad no lo ejerce en el plazo
de 30 días contados a partir de la notificación de una solicitud de concesión realizada por
un tercero. Si las comunidades no comparecen en dicho término, sus derechos
territoriales prácticamente desaparecen sobre el área de la concesión, generándose una
expropiación de hecho a favor de la actividad minera. En compensación, la Ley 685 del
2001, establece que las comunidades se beneficiarán con la contratación de sus
miembros como trabajadores en la explotación, y con las obras y servicios a las que los
municipios deben destinar las regalías que perciban por la explotación minera en un
territorio indígena. (Artículos 34 y 121 y siguientes C.de M.). Tales prescripciones son
abiertamente contrarias a las normas constitucionales que protegen los derechos
indígenas, en especial a la inalienabilidad de la propiedad territorial indígena (Art. 63 C.P.),
pero no obstante se encuentran vigentes y en plena aplicación.
1.3 El actual Gobierno y su política frente a la territorialidad indígena
Las iniciativas gubernamentales por restringir en la práctica los derechos territoriales de
los pueblos indígenas a efectos de liberarlos a la explotación comercial, se intensificaron
en la gestión del actual Gobierno. Particular mención merecen la tramitación y expedición
de la Ley Forestal, Ley 1021 de 2006, y de la Ley de Desarrollo Rural, Ley 1152 de 2007,
ambas llamadas a regular aspectos sustanciales a la territorialidad indígena.
La primera de estas leyes, la Ley Forestal, inauguraba una fase del neoliberalismo acorde
con las reglas de los Tratados de Libre Comercio, cual era la de abrir los bosques
naturales del país al comercio mundial, antes protegidos por su importancia ambiental,
social, económica y cultural. La clara orientación de la Ley 1021 por la explotación
comercial de los bosques, se expresaba en todo su ordenamiento especialmente con la
adopción de medidas dirigidas a facilitar su tráfico patrimonial, la privatización de los
bosques naturales pertenecientes a la nación o la legitimación mediante plantaciones
forestales de ocupaciones de hecho, la mayoría producto de la violencia sistemática que
en zonas boscosas del país se ejerce contra sus pobladores naturales. Dicha Ley
prácticamente desregulaba la explotación forestal al tiempo que a las comunidades les
reconocía gran libertad para que emprendieran el aprovechamiento comercial de sus
bosques, haciendo previsible una nueva oleada de industrias extractivas, con el
consecuente impacto social, económico y cultural sobre los pueblos indígenas (Betancur,
2006).
Esta política gubernamental se profundizó luego con la expedición de la Ley de Desarrollo
Rural, Ley 1152 de 2007, la misma que le ponía fin a la reforma agraria redistributiva
dejando gravemente afectadas a las comunidades indígenas cuyos territorios no han sido
legalizados. El Estatuto de Desarrollo Rural, como se llamó aquella Ley, limitaba
seriamente los derechos de las comunidades indígenas, al condicionar la titulación de
tierras a lo establecido en los planes de ordenamiento territorial municipal3, trayendo a
norma legal prácticas arbitrarias e inconstitucionales utilizadas ya para impedir la
conformación de resguardos so pretexto de que los planes de ordenamiento no
contemplan la destinación de tierras para indígenas (Mondragón, 2006). Por su parte
frente para los pueblos nómadas, seminómadas o agricultores itinerantes establecía la
titulación de las áreas que ocuparan de manera regular o permanente, lo cual implicaba
3
Ver artículo 34 y 123, Ley 1152 de 2007
que para ser titulares del derecho de propiedad debían volverse sedentarios. De otro lado,
ordenaba la distribución de las tierras baldías que quedan en el país, con destino a
incrementar la producción agropecuaria y forestal y el desarrollo empresarial, sin que se
contemplara ningún procedimiento que permitiera salvaguardar derechos indígenas sobre
las mismas.
Respecto a las instancias encargadas de la titulación de tierras a comunidades indígenas
y afrocolombianas, generaba una confusión de competencias entre las existentes al
momento de la expedición de la Ley y las entidades que las asumirían hacia el futuro,
quedando dispersas, confusas y en algunos casos contradictorias entre tres instituciones.
(Betancur, 2009)
Por último, la consulta como instrumento concebido para garantizar la vigencia de los
derechos fundamentales de los pueblos indígenas quedaba convertida en ejercicio al
servicio de los fines de la productividad rural, al establecer que para la implementación y
ejecución de programas y proyectos en territorios de las comunidades indígenas la
consulta se realizaría con el propósito de que la misma se convierta en instrumento para
elaborar proyectos productivos ambiental y culturalmente sustentables.
Pero la parte más crítica de aquel estatuto era que permitía la legalización de propiedades
agrarias obtenidas mediante títulos fraudulentos, al tiempo que fraccionaba la
administración de los bienes rurales del país en múltiples entidades según los intereses
que sobre los mismos existiera y sin que fuera posible, cuando existieran intereses
contrapuestos, articular el trámite en una instancia con el que se desarrollaba en otra.
(Betancur, 2009)
Ambas leyes, la Forestal y la de Desarrollo Rural, tramitadas y aprobadas no obstante las
críticas y oposición de los sectores sociales rurales y ambientalistas del país, fueron
sucesivamente declaradas inexequibles, la primera mediante Sentencia C-030 de 2008 y
la segunda mediante Sentencia C-175 de 2009, por la ausencia de consulta previa con los
pueblos indígenas. La ley Forestal, porque afectaba de manera directa y específica a las
comunidades que tienen en el bosque su hábitat natural, mientras la segunda, por
establecer un estatuto general relacionado con el uso y aprovechamiento de los territorios
rurales, donde se encuentran precisamente los territorios indígenas y afrocolombianos.
Esta consideración hacía indispensable la consulta previa a las comunidades, sin que
fuera posible aceptar, como lo solicitó en su alegato el Gobierno, que se declararan solo
inexequibles los artículos que hacían alusión a dichas comunidades.
La petición del Gobierno a la Corte Constitucional daba cuenta de la inaplicación del
principio fundamental de la buena fe, que de acuerdo al Convenio 169 de la OIT debe regir
las relaciones de los Estados con los pueblos indígenas. La ausencia de buena fe en el
Gobierno se hace evidente en este caso, pues a todas luces la mayor amenaza a los
derechos territoriales de los pueblos indígenas que, como ya se señaló en el presente
texto, carecen de tierras suficientes para garantizar su supervivencia física y cultural,
provenía precisamente de que esta Ley ordenaba la privatización de las tierras rurales de
propiedad nacional, los baldíos, y de la forma como se organizaba en general la
institucionalidad competente en el sector agrario.
De ese modo, la declaratoria de inconstitucionalidad de las normas referidas
exclusivamente a las comunidades étnicas del país, manteniendo vigente la estructura
general de la Ley de Desarrollo Rural, hubiera hecho nugatorios sus derechos
formalmente reconocidos porque en el futuro no existirían tierras disponibles para que les
fueran tituladas.
Así lo entendió la Corte Constitucional, y por ello retiró del ordenamiento jurídico ambas
leyes en su integridad, negando la petición del Gobierno. Argumentó la Corte en sus
respectivas sentencias, que las dos legislaciones que pretendían ser integrales sobre el
uso y aprovechamiento de la tierra rural y de los bosques naturales, tocan directamente el
núcleo de la identidad de las comunidades indígenas y afrocolombianas, y en todas sus
partes podían afectarlas de modo directo, concluyendo que por esta razón debían haber
sido consultadas en su totalidad. Argumentó también la Corte que de aceptarse la petición
del Gobierno en cabeza del Ministro de Agricultura y Desarrollo Rural, la consecuencia
sería discriminatoria, en tanto generaría un déficit de protección jurídica, incompatible con
sus derechos reconocidos. (C-175/09)
Las leyes forestal y de desarrollo rural, declaradas inexequibles, eran eslabones
superiores de una política sistemática del actual Gobierno. A un año de iniciar su mandato,
en el año 2003, comenzó el desmonte práctico de la Reforma Agraria con la liquidación de
la Institución responsable de la reforma agraria, el INCORA y, al mismo tiempo de tres
institutos más, sustituyendo las 4 entidades por el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural
– INCODER. La fusión de cuatro instituciones en una sola estuvo acompañada de la
reducción drástica de los recursos presupuestales para el cumplimiento de las abundantes
funciones que le fueron asignadas. En lo relativo a la adquisición de tierras para titulación
a las comunidades indígenas, entre los años 2002 y 2005 el presupuesto asignado fue
reducido entre el 70% y 80 % con relación a los años anteriores La sensible disminución
del presupuesto asignado para la satisfacción a los pueblos indígenas de su esencial
derecho al territorio, estuvo a su vez acompañada de la ausencia de mecanismos que
permitieran al INCODER ejecutar los menguados recursos de que disponía, además de
múltiples presiones políticas para impedir la titulación de Resguardos Indígenas en las
regiones donde más urgente es dicha tarea (Mondragón, 2006).
Para entonces la política agraria se dirigía fundamentalmente a promover la legalización
de tierras rurales ocupadas de hecho en el marco de la violencia política que azota al país,
bajo el argumento de incrementar la productividad rural. Es en este período que se gestan
las reformas al régimen forestal y de desarrollo rural, acertadamente declaradas
inexequibles por la Corte Constitucional.
1.4 El derecho fundamental a la consulta previa
Pero la política gubernamental no se restringe solo a los aspectos básicos de la propiedad
territorial indígena y al uso de sus recursos naturales. También desde la adopción de la
nueva Constitución, que se produjo el mismo año en el que Colombia ratificó el Convenio
169 de la OIT, el Gobierno ha eludido de manera sistemática la aplicación del derecho a la
consulta previa a que está obligado por este instrumento internacional, no solo sobre las
medidas legislativas que como se ha dicho los afectan gravemente, sino también
tratándose de proyectos de interés económico que de hecho les expropian sus territorios.
La consulta sobre proyectos económicos en territorios indígenas ha sido la constante
omisión del Gobierno nacional, al punto que se cuenta con un cúmulo importante de
pronunciamientos judiciales que le ordenan al Gobierno realizar dicha consulta en los
términos establecidos en el Convenio 169 de la OIT4. Baste recordar a los efectos el
proyecto de exploración y explotación petrolera en territorio del pueblo Nukak, para
entonces en contacto inicial, del que se tuvo conocimiento por la apertura de trochas sobre
áreas de itinerancia de este pueblo en 1993. Posteriormente, previo otorgamiento de la
concesión para la exploración y explotación petrolera en territorio U’wa a la Occidental de
Colombia, en enero de 1995 le fue otorgada a la misma compañía la licencia ambiental
para iniciar la exploración sísmica. En ambos casos, fue precisamente mediante acción
de tutela a los derechos fundamentales de estos pueblos, que judicialmente se ordenó al
Gobierno suspender las actividades petroleras. En el caso de los U’wa se le conmina a
realizar la consulta previa de que trata el Convenio 169 de la OIT, estableciendo los
parámetros bajo los cuáles se debe realizar dicha consulta (Corte Constitucional SU039/97).
El inicio de conflictos con fuerte repercusión nacional e internacional y sucesivos
pronunciamientos de la Corte Constitucional invalidando decisiones gubernamentales por
la omisión de la consulta previa, llevaron al Gobierno a emitir el Decreto 1320 de 1998
reglamentando el procedimiento de consulta, de modo que no fuera un obstáculo para la
ejecución de las medidas que en cada caso se proponía. En su texto hace caso omiso de
los parámetros establecidos por la Corte Constitucional en su Sentencia Unificada SU-039
de 1997, la cual unificaba su jurisprudencia reiterada frente al tema.
No obstante los cuestionamientos de fondo de los pueblos indígenas a la forma a su vez
inconsulta como fue adoptado dicho decreto y a las disposiciones que de paso trasladaban
al Gobierno las decisiones que naturalmente corresponden a las comunidades en ejercicio
de su autonomía, el Gobierno se dispuso a aplicar dicho procedimiento para viabilizar los
proyectos que entrañaban grandes intereses económicos como lo fue la construcción de la
Hidroeléctrica de Urrá en pleno territorio embera katío del Alto Río Sinú. Esta vez la Corte
Constitucional, en Sentencia T-652 de 1998 ordenó al Gobierno realizar la consulta en
debida forma, absteniéndose de aplicar para ello el Decreto en mención por resultar a
todas luces inconstitucional y contrario al Convenio 169 de la OIT.
Igual medida recomendó en noviembre de 2001 el Consejo de Administración de la OIT
frente a la reclamación presentada por la ONIC y la Central Unitaria de Trabajadores con
motivo de la pretensión del Gobierno de darle continuidad al proyecto de exploración y
explotación petrolera en territorio U’wa, hasta entonces suspendido. No obstante este
4
Además de las ya citadas SU-039/97 (MP: Antonio Barrera Carbonell) y T-652/98 (MP: Carlos Gaviria
Díaz), relativas a la omisión de la consulta previa, se encuentran también las sentencias T-380/93 (MP:
Eduardo Cifuentes Muñoz), T-342/94 (MP: Antonio Barrera Carbonell), T-634/99 (MP: Alejandro Martínez
Caballero), T-737 de 2005 (M.P. Álvaro Tafur Galvis), entre otras. Sobre las sentencias referidas a la
consulta de medidas legislativas ver C-208 de 2007, C 030/08 (MP: Dr. Rodrigo Escobar Gil), C 461/08 (MP:
Manuel José Cepeda Espinoza), C-175/09 (MP: Dr. Luis Ernesto Vargas Silva)
Decreto continúa siendo el marco de referencia para la consulta previa de las operaciones
mineras y petroleras en territorios de las comunidades indígenas.5
El concepto del Gobierno que prevalece sobre la consulta previa, es que ella es para
informar a las comunidades sobre el proyecto a realizarse en su territorio y para escuchar
sus opiniones y propuestas sobre el modo cómo este se va a ejecutar. De ninguna manera
se acepta que la consulta sea un proceso de concertación. La participación en la decisión
prevista por la ley se entiende como el intercambio de opiniones, sin que los indígenas
puedan decidir sobre el uso que se pretende dar al territorio que es de su propiedad y el
ámbito donde ejercen su derecho a la autodeterminación. Entendida así la consulta, no
puede aceptarse que se trate del ejercicio del derecho a participar en la toma de
decisiones, porque si la decisión la asume el Gobierno solo, aquella participación es inútil.
Esta forma de asumir la Consulta contradice la finalidad que el Convenio 169 de la OIT le
asigna a dicho derecho, cual es la de “llegar a acuerdo o lograr su consentimiento” (Art. 6
Convenio 169). En la medida que el Gobierno imponga a las comunidades una
determinada obra o proyecto que afecta su vida y su territorialidad, vulnera además su
derecho a decidir sus prioridades de desarrollo establecido en el artículo 7.1 del Convenio
169 de la OIT y concebido como el derecho a la autodeterminación en la Declaración de la
ONU.
1.4.1 Consulta y expropiación de territorios indígenas inalienables
Pero no sólo se vulneran los derechos enunciados. La implementación de un proyecto de
explotación petrolera o minera o de una obra de infraestructura física en un territorio
indígena, sin su consentimiento expreso, constituye una expropiación de hecho, la misma
que está constitucionalmente prohibida por el artículo 63 de la Constitución al declarar la
inalienabilidad de los territorios indígenas. Aunque los recursos del subsuelo sean
considerados de propiedad de la Nación, su explotación ha de realizarse sobre las áreas
superficiales y, si sobre éstas existe propiedad particular, individual o colectiva, el Estado
debe proceder a su expropiación. Pero dado que los territorios indígenas son
jurídicamente inexpropiables, las explotaciones petroleras o mineras que finalmente se
realizan en territorios indígenas sin autorización de sus legítimos propietarios, implican una
expropiación de hecho de un territorio que la Constitución Política de Colombia considera
inalienable.
El carácter inalienable de la propiedad indígena, no puede predicarse sólo de la mera
titularidad del derecho de dominio. Dicho carácter incluye los demás derechos que la
propiedad conlleva, como lo son los derechos de uso, goce y disposición, sin más límites
que la función social y ecológica que tiene toda propiedad en Colombia y por ello los
derechos que los pueblos indígenas detentan sobre sus territorios no pueden, en principio,
ser sometidos a gravámenes o limitaciones de dominio, a menos que medie su
consentimiento expreso. (Betancur, 1998)
5
Ver al respecto Manual de Gestión para la Exploración y Producción de Hidrocarburos en Áreas
Socialmente
Sensibles.
Agencia
Nacional
de
Hidrocarburos,
2008.
En:
http://www.anh.gov.co/media/Comunidades/Manual%20de%20Areas%20Sensibles.pdf
Es por lo anterior, que la imposición a los pueblos indígenas de proyectos de explotación
de recursos naturales no renovables en sus territorios, como política sistemática del
Gobierno colombiano, conlleva la vulneración de todos sus derechos reconocidos y
salvaguardados tanto en la Constitución Política como en los instrumentos internacionales
de que Colombia es parte, en especial el derecho a la inalienabilidad de sus territorios.
1.4.2 El caso del pueblo U’wa sigue vigente
De la constante vulneración a los derechos indígenas con motivo de la explotación de
recursos petroleros en su territorio, es ilustrativo el caso del pueblo U’wa. El proceso de
vulneración de sus derechos que comenzó con el otorgamiento de una concesión
petrolera en su territorio en 1992 a la Occidental de Colombia, Oxy, y luego con el
licenciamiento ambiental para la exploración sísmica en 1995, estuvo suspendido hasta
1999 por las múltiples acciones jurídicas y de protesta que impulsaron los indígenas en
defensa de sus derechos fundamentales. Ese año, en cumplimiento de una de las
recomendaciones que frente al caso había formulado una comisión especial de la CIDH en
1998, se hizo la delimitación del territorio U’wa, mediante Resolución No. 056 del 6 de
agosto de 1999 del Incora. El acuerdo con el pueblo U’wa sobre los límites de su territorio
fue logrado a instancias del Ministerio del Medio Ambiente, excluyendo algunas áreas de
uso tradicional de las comunidades y algunos predios de propiedad individual de miembros
de dichas comunidades, bajo la promesa que su resguardo posteriormente sería ampliado.
Pero una vez emitida la resolución de constitución del Resguardo Unido U’wa, el mismo
INCORA declaró los terrenos aledaños como zona de reserva especial a favor de
Ecopetrol y un mes más tarde el mismo Ministerio del Medio Ambiente otorgó una nueva
licencia ambiental a la Oxy (Res. 0788 del 21 de septiembre de 1999) para perforar un
pozo exploratorio (Gibraltar 1), precisamente en las áreas deliberadamente excluidas del
Resguardo bajo la promesa de su posterior ampliación. A pesar de que se trataba de
áreas de uso tradicional de las comunidades y de predios de propiedad individual
indígena, la Dirección General de Asuntos Indígenas del Ministerio del Interior emitió
concepto en el que daba cuenta que en dicha área no existía presencia indígena regular y
permanente. (Observatorio de Étnico de Cecoín, 2005)
Esta cadena de actos ocurrida en 1999 para finalmente autorizar las actividades petroleras
en territorio U’wa prueban una vez más la inaplicación del principio de buena fe que debe
regir las relaciones del Gobierno con los pueblos indígenas.
En la zona autorizada por la nueva licencia, en el límite del Resguardo U’wa se ejecutaron
las actividades petroleras proyectadas, garantizadas con un gran despliegue militar para
contrarrestar la oposición indígena. A partir de enero de 2000 los indígenas U’wa fueron
objeto de sucesivos ataques militares a fin de desalojar las áreas de exploración y en el
año 2002 instauraron demanda ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
logrando finalmente el retiro de la Occidental del territorio U’wa, la cual regresó sus
derechos a la estatal Ecopetrol. Está continuó la exploración y la extendió a un nuevo
pozo, Gibraltar 2. En el año 2004 decidió abrir un nuevo bloque de exploración, Catleya,
que abarca áreas del Resguardo U’wa. Frente al la convocatoria para realizar una nueva
consulta, el pueblo U’wa, a través de sus autoridades representativas, expresa su decisión
de no ir a la consulta previa y de no aceptar el desarrollo de actividades extractivas en el
territorio del Resguardo. La Dirección de Etnias declaró agotado el proceso de consulta a
fines del 2006 y durante el 2007 se elaboró el Plan de Manejo Ambiental PMA, el cual fue
remitido a fines de dicho año la Dirección de Etnias para la evaluación respectiva. Según
la Asociación de Cabildos y Autoridades Tradicionales U’wa, hasta mayo del presente año
esta instancia no ha emitido ningún concepto. (ASOUWA, 2009)6
Lo que demuestra el recorrido del conflicto del Pueblo U’wa frente a las actividades
petroleras en su territorio es que, con consulta o sin consulta, de igual manera los pueblos
indígenas resultan expropiados de sus territorios para el desarrollo de industria del
petróleo, contrariando abiertamente su derecho inalienable a la propiedad territorial y el
conjunto de derechos colectivos reconocidos a los pueblos indígenas.
1.4.3 El proyecto minero Mandé Norte
En el mismo escenario avanza hoy día el proyecto para la explotación minera denominado
Mandé Norte, en territorio de las comunidades indígenas. En febrero del 2005 Ingeominas,
empresa estatal adscrita al Ministerio de Minas y Energía, otorgó nueve títulos mineros a
compañía Muriel Mining Corporation, empresa de origen estadounidense, para explotar
y comercializar las reservas de cobre y los subproductos de oro y molibdeno en los
municipios de Carmen del Darién (Chocó) y Murindó (Antioquia). Las concesiones fueron
otorgadas sobre un área aproximada de 16.000 hectáreas, que cubren parte de los
resguardos indígenas Embera de Murindó, de Chageradó-Turriquitadó y de Urada
Jiguamiandó, y el territorio afrocolombiano de la Cuenca del Río Jiguamiandó. El acto de
disposición por el Gobierno de una parte de los territorios indígenas y afrocolombianos,
considerados inalienables, ocurrió sin que los afectados tuvieran conocimiento ni
oportunidad de pronunciarse, en aplicación del Código de Minas antes reseñado.
La instalación de la compañía minera se realizó a fines del año 2008 y principios del 2009,
con el aval del Gobierno nacional y el acompañamiento del Ejército Nacional, luego de que
durante los años precedentes, mediante manipulaciones y engaños, la empresa
pretendiera realizar una consulta a las comunidades afectadas buscando en vano legalizar
a posteriori su presencia en los territorios indígena y afrocolombianos. La zona identificada
para las primeras actividades mineras se encuentra en el “Cerro Careperro”, sitio sagrado
de las comunidades Embera.
Las comunidades afectadas han expresado de manera clara y reiterada su rechazo a este
proyecto, por amenazar de manera irreversible su territorio y su existencia física y cultural.
De hecho, ya se ha desatado la tensión entre las comunidades por las acciones
prebéndales de la empresa minera y se anuncia el incremento de la violencia armada que
precede los desplazamientos forzados de comunidades que ya son sistemáticos en esta
región del país.
Como el de los U’wa frente a la explotación petrolera o el que se inicia con los Embera
para la explotación minera, son muchos otros los proyectos que a diario se implementan
en territorios indígenas con iguales características. En todos, resulta patente cómo los
6
Ver en http://www.censat.org/noticias/2009/5/7/Reunion-Vereda-Cedeno-territorio-ancestral--Uwa/.
derechos fundamentales de los pueblos indígenas, e incluso los derechos fundamentales
individuales de sus miembros, se encuentran subordinados a los dictados de un modelo
económico al que la existencia de los pueblos indígenas como culturas diferentes le
resulta contraria. Es por ello que la implementación de este modelo en territorios
indígenas o afrocolombianos regularmente está acompañada de la violencia armada, el
desplazamiento y la muerte de indígenas, afrocolombianos y campesinos.
2.
Colonización armada e integración de territorios y pueblos indígenas
En la historia de la construcción de la sociedad colombiana la colonización armada ha sido
el camino seguido para integrar territorios, articular redes de mercado, controlar
poblaciones y desplegar el proyecto de “civilizar”. Esta experiencia depredatoria ha sido
experimentada por los pueblos indígenas a lo largo de varios siglos. Fue a sangre y fuego
como en el siglo XIX se disolvieron los resguardos coloniales para dar paso a las grandes
haciendas, en tanto hacia la región amazónica el genocidio sistemático alimentaba el
capital de la empresa creada alrededor del caucho. Fue el desplazamiento forzado de las
poblaciones indígenas el que permitió la ampliación de la frontera agrícola y el surgimiento
de la gran propiedad asociada a la ganadería o a la moderna agroindustria. Larga es la
historia de resistencia de las poblaciones indígenas frente a las innumerables guerras,
pero tales hechos no se refieren al pasado.
La guerra que ha experimentado Colombia desde mediados del siglo pasado, que a lo
largo de varias décadas permanece localizada en ciertas áreas de la geografía nacional,
se va a transformar hacia finales de la década de los ochenta, de tal forma que al cerrarse
el siglo todo el territorio nacional estará surcado por ejércitos de diversa naturaleza y el
conjunto de los pueblos indígenas comienzan a vivir en un escenario de guerra. Para
conocer la situación actual de los pueblos indígenas es importante entender el modo como
se asume la guerra a partir de 1995, momento en el que grandes ejércitos privados y
agenciados estatalmente, se convierten en instrumento para controlar amplios territorios,
pero también como mecanismo para imponer un modelo de desarrollo.
La articulación de los territorios indígenas a las dinámicas de guerra va a implicar que,
año tras año, se intensifiquen las violaciones a los derechos humanos y al derecho
internacional humanitario. Como lo demuestra el diagrama No 1, es en los últimos 10 años
el período en el que los pueblos indígenas viven en estado de continua amenaza y de
permanente crisis humanitaria, situación que se explica a partir de la estrategia de guerra
marcada por dos eventos como son: la política de fortalecimiento de los grupos
paramilitares agenciado desde el estamento estatal por los sectores de poder económico y
político del país, al mismo tiempo que se instaura el Plan Colombia.
Aunque el significado de la guerra se puede diferenciar según regiones y contextos
históricos, sin embargo es posible advertir una lógica única y es la relacionada con la
imposición de un modelo de desarrollo. Tal modelo de desarrollo se asocia a los siguientes
procesos:
VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOSDE LOS PUEBLOS INDÍGENAS EN COLOMBIA 19742009
10000
1000
100
10
19
74
19
75
19
76
19
77
19
78
19
79
19
80
19
81
19
82
19
83
19
84
19
85
19
86
19
87
19
88
19
89
19
90
19
91
19
92
19
93
19
94
19
95
19
96
19
97
19
98
19
99
20
00
20
01
20
02
20
03
20
04
20
05
20
06
20
07
20
08
20
09
1
Fuente:Sistema Unificado de Información sobre Derechos Humanos Onic-Cecoin
-
-
-
7
Asesinatos políticos
Acciones bélicas
Amenaza colectiva
Amenaza individual
Desaparición forzada
Detenciones arbitrarias
Heridos
Secuestro
Tortura
Violencia sexual
El Control al acceso de los recursos naturales disponibles en los territorios
indígenas, los cuales en algunos casos se convierten en rentas de guerra que
usufructúan directamente los actores armados o en otros casos, los ejércitos se
convierten en intermediarios al servicio de empresarios y comerciantes asociados
con la extracción forestal, la minería, la pesca y las redes de mercado de ciertos
productos.
La expansión de la frontera agrícola con el establecimiento de cultivos de coca en
áreas de resguardos y la consecuente inserción de la población en ese tipo de
economía, pero también, la presión sobre territorios indígenas asociados a las
zonas identificadas por el gobierno como sitios donde potencialmente se pueden
establecer cultivos como palma aceitera u otros que sirvan para la producción de
agrocombustibles.7
La política estatal en el dominio de lo minero y lo energético orientada a
concesionar amplios territorios indígenas a empresas transnacionales, sin que se
cumpla la normativa constitucional de realizar la consulta previa o que ésta se lleve
EL Consejo Regional Indígena del Vichada CRIVI ha denunciado la situación de las comunidades Sikuani
de Cumaribo las cuales viven el riesgo del desplazamiento ante la continua presión de la Empresas
Cauchera Hercaucho Y Llano Caucho Ltda por expandir sus proyectos hacia los territorios indígenas,
situación que se manifiesta en la quema de asentamientos indígenas de Canta Gallo, Pavinae, Yamojoli y
Cutcicutciba con el objetivo de presionar la salida de la población indígena de su territorio. Ver, Situación
territorial de los pueblos indígenas del Vichada. CRIVI. 2009
-
a cabo de forma instrumental. Siendo la vía del control armado del territorio8 el
camino fácil para dar garantías a las empresas mineras y petroleras.
La ampliación de infraestructura, especialmente de vías de comunicación, orientada
a generar competitividad en la perspectiva de la firma de tratados de libre comercio,
especialmente con Norteamérica y con Europa.
2.1 El asesinato selectivo de la dirigencia indígena o el etnocidio como forma de
legitimar la desterritorialización.
Es importante constatar que, si bien existen diversas formas de ejercer presión sobre la
población indígena en la perspectiva de imponer una concepción de desarrollo, un
indicador que permite visualizar claramente la situación crítica de la población es el
asesinato de tipo político, es decir el asesinato que se realiza sobre gobernantes
indígenas, líderes y personas caracterizadas por la defensa de la autonomía. Las cifras
enseñan que en el período que va desde el año 1974 hasta el 20099 han sido asesinados
por este motivo un total de 2351 (Ver Anexo 1), pero es importante constatar que de ese
total el 81% corresponde al período 1998 hasta el 2009, es decir, en los últimos 10 años la
cifra de asesinatos políticos llega a 1905. Las cifras del asesinato político siempre
presentan un subregistro, situación que se presenta por los eventos que se identifican
como desaparición forzosa y que al cabo del tiempo, luego de investigaciones que en
ciertos casos duran varios años, tal evento aparece como un asesinato político.
El análisis del impacto de los asesinatos políticos sobre los pueblos indígenas no puede
realizarse de manera general y siempre debe leerse en el contexto de cada pueblo y en
correlación con otros tipos de violaciones como son el desplazamiento forzado, el control
territorial que ejercen los actores armados, la afectación en la seguridad alimentaria y las
formas de resistencia que las comunidades asumen. Un ejemplo, en el que varios factores
se combinan para estructurar una práctica de etnocidio, es el que ha vivido el pueblo
Kankuamo. Este pueblo localizado en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa
Marta ha logrado resistir al asesinato sistemático de su liderazgo, al desplazamiento
forzado de sus comunidades y a tener que pervivir en condiciones de marginalidad porque
el Estado no ha satisfecho las necesidades de tierras para garantizar la reproducción del
grupo en condiciones de dignidad.
Los asesinatos políticos en el pueblo kankuamo llegan a la cifra de 24910 desde 1974,
hasta e año 2009, pero de ese total 235 corresponden al lapso que va de 1998 al 2009. El
8
En el año 2008, en el territorio del pueblo embera, localizado en los municipios de Murindó y Carmen del
Darién, el Estado entrega a la empresa Muriel Corporation esa área para exploración y en diciembre
asegura el territorio a través del ejército nacional.
9
Los datos que se toman como referencia sobre violaciones a los Derechos Humanos o al Derecho
Internacional Humanitario con relación a los pueblos indígenas tienen como fuente el Sistema Unificado de
Información sobre pueblos indígenas de Colombia, que permite documentar la situación de violencia sobre la
población indígena desde el año 1974 hasta el 2009, sistema establecido entre la Organización Nacional
Indígena de Colombia ONIC y el Centro de Cooperación al Indígena CECOIN. Sistema Unificado de
Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia Onic-Cecoin
10
La cifra de 249 puede ser aún más según los datos que recientemente han actualizado en la misma
comunidad en la publicación “Hoja de Cruz” realizada por el resguardo Kankuamo.
aspecto relevante es que la población de 15.000 personas que conforma el pueblo
kankuamo, además ha soportado en el mismo período el desplazamiento forzado del 35%
de su población y los restantes que se quedan en su territorio no dispone de suficientes
tierras.
Otro caso que muestra el impacto del asesinato político es lo sucedido, en la última
década al pueblo Wayúu, que ha vivido la muerte de 252 miembros de sus comunidades.
Este pueblo que habita la región norte de Colombia, en punto estratégico por disponer de
puertos hacia el mar del atlántico y compartir frontera con Venezuela, se convierte en
objetivo a controlar por los paramilitares y en su avanzada dejan a su paso una historia de
muerte. “…es con la irrupción del llamado “Frente Contrainsurgencia Wayúu” comandado
por Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, que la violencia adquiere proporciones
inimaginables en la región. Es así como hacia finales de la década de los noventa del siglo
pasado esta estructura paramilitar, a sangre y fuego, se introduce estratégicamente en el
territorio Wayúu con la firme pretensión de controlar todos los circuitos comerciales y
ejercer férreo dominio sobre los corredores de movilidad existentes en el departamento, a
través de los cuales circulaba permanentemente sus tropas, armas, dineros, gasolina y
cocaína.” (Ramírez, 2007 pp 15).
El asesinato selectivo que los diferentes actores armados llevan a cabo tiene impactos
diferenciados según las condiciones de cada pueblo, siendo distinto en un pueblo
caracterizado demográficamente por una muy baja población, frente a algunos de los
pueblos que concentran un mayor número de personas, pero igualmente el impacto de
estas acciones tiene que ver con el significado de la persona en el contexto de la
movilización social, la capacidad de negociación frente a actores empresariales o respecto
al Estado y la identidad que la comunidad o la organización genera respecto a su líder.
2.2 Los señores de la guerra, el papel del Estado y la acción de la guerrilla
En la última década, los datos sobre la responsabilidad de los actores que vienen
cometiendo el etnocidio o que ejercen violencia sobre los pueblos indígenas, se puede
diferenciar en dos momentos, uno el ascenso del paramilitarismo y otro corresponde al
período en el que se despliega el Plan Colombia. Los hechos violentos cometidos contra la
población indígena desde el año 1998 hasta el 2002, lapso que corresponde al gobierno
de Andrés Pastrana y momento en el que se consolida el proyecto paramilitar, se
caracteriza por ser los diferentes ejércitos de paramilitares los que realizan el mayor
número de hechos violentos contra la población indígena. Durante esta fase se consolida
un modelo de ordenamiento territorial del país en el que ejércitos privados bajo la dirección
y control de los señores de la guerra, funcionando en connivencia con el Ejército Nacional
y en coordinación de sus operaciones, logran el control de amplias zonas del país en el
ámbito de lo político, lo económico y lo militar.
Durante este período el Estado delega en el paramilitarismo la acción de avanzar sobre
territorios tradicionalmente dominados por la guerrilla, pero también se puede decir que se
construyen formas paraestatales de control y de regulación en las distintas regiones donde
estos señores de la guerra ejercen gobierno. Entre 1998 y 2002, el conjunto de hechos
violentos contra pueblos indígenas llega a 5.765, de los cuales 3.656 son perpetrados por
los grupos paramilitares. (Ver Tabla No 1)
Tabla No 1
HECHOS VIOLENTOS SEGÚN TIPO DE ACTORES 1998-2002
ACTOR
Total
Hombres
Mujeres
Niños
Niñas Familias
Victimas
Paramilitares
3656
1932
667
567
490
506
Grupos insurgentes
1354
1162
61
80
51
69
Actores estatales
547
468
68
8
3
79
Otros actores
208
186
16
5
1
0
TOTAL
5765
3748
812
660
545
654
Fuente:Sistema Unificado de Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia Onic-Cecoin
En contraste con el lapso 1998-2002, a partir de la iniciación del gobierno de Álvaro Uribe,
la tendencia va a cambiar. Un primer factor a tener en cuenta es el que la violencia contra
los pueblos indígenas se incrementa, pero pasan a primer plano las violaciones cometidas
por parte de la guerrilla y del ejército oficial. Este cambio en la dinámica de la guerra
responde a varios factores. Uno es la consolidación del control territorial por parte de los
paramilitares, dando paso a que sea el ejército nacional quien controle esas áreas.
Igualmente se profundiza la guerra con el despliegue del Plan Colombia y los territorios
indígenas que hacia el pasado eran espacios de repliegue para la guerrilla, se convierten
en zonas de confrontación, pasando la guerrilla a ser el principal actor. En el período del
2002 al 2009, de los 13.725 hechos violentos cometidos contra los pueblos indígenas, es
la guerrilla responsable de 6.622 de esos eventos y los actores estatales de 4.725. Es
claro que al sumar a los actores estatales con los paramilitares, los cuales funcionan en
coordinación, la cifra supera un poco a los eventos propiciados por la guerrilla.
Tabla No 2
HECHOS VIOLENTOS SEGÚN TIPO DE ACTORES 2002-2009
ACTOR
Total
Hombres Mujeres
Niños
Niñas Familias
Victimas
Grupos insurgentes
6622
2765
1685
1148
1024
4769
Actores estatales
4725
2283
1189
667
586
265
Paramilitares
1736
1182
272
174
108
69
Otros actores
642
418
127
77
20
23
TOTAL
13725
6648
3273
2066
1738
5126
Fuente: Sistema Unificado de Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia Onic-Cecoin
2.3 El desplazamiento forzado. El caso de los pueblos indígenas del Chocó
Una de las formas extremas de asegurar el control de un territorio es forzar a la población
a que lo abandone, fenómeno que entre la población indígena adquiere varias
modalidades y que lleva a que se presente cierta dificultad al momento de contabilizarlo.
Ejemplo de ello es el desplazamiento que realizan familias, ya sea al interior de un
territorio o entre territorios vecinos pertenecientes a un mismo pueblo, situación que
siendo crítica no es posible documentar. También sucede que los pueblos y sus
autoridades no generan información al respecto. Así, la información sobre desplazamiento
forzado que ocurre en los pueblos indígenas es la que aparece cuando se presenta de
forma masiva, hacia centros urbanos o en lugares externos a los resguardos.
Para conocer sobre la magnitud del impacto del desplazamiento forzado es posible tomar
como caso, la región noroccidental del país, en el departamento del Chocó. Allí, a partir
de 1995 se inicia el avance de ejércitos privados, paramilitares, en procura de disputar el
control del territorio a la guerrilla. Ya hacia 1998 estos grupos han avanzado desde el
Urabá en dirección del medio Atrato, controlan la carretera Medellín-Quibdó, se asientan
en el río San Juan y han establecido un régimen de terror a lo largo de esta región. Las
poblaciones indígenas que comparten este territorio con las comunidades afro, a partir de
ese momento van a experimentar el drama del destierro con todas sus consecuencias.
Las cifras del desplazamiento forzado en el Chocó enseñan que desde el año de 1996
hasta el 2008 (ver diagrama sobre desplazamiento forzado), del total de la población
indígena del Chocó un 37% estuvo en algún momento en situación de desplazamiento.
Esta población posteriormente retornó a sus espacios de origen o a zonas aledañas a sus
antiguos asentamientos.
El desplazamiento forzado para la población indígena tiene varios significados negativos
entre los más importantes está la desestructuración de su economía, que se traduce en la
pérdida de su seguridad alimentaria, que a la vez se expresa en altos índices de
desnutrición, mortalidad infantil y la población se experimenta asediada por diversas
morbilidades. Pero igualmente otro de los impactos es la relacionada con la gobernabilidad
o la autonomía del pueblo indígena en su territorio, la cual es erosionada por los actores
armados que de hecho ejercen dominio en el territorio.
La situación de desplazamiento forzado que ha experimentado la población indígena del
Chocó, aunada a otras situaciones como el confinamiento de las comunidades que les
impide acceder a sus tradicionales sitios de recolección, caza y pesca, como también les
corta el abastecimiento de productos propios a los mercados externos, ha llevado a que en
los últimos años se incremente la mortalidad infantil, los índices de desnutrición entre los
niños y en general en el conjunto de la población. Este drama se expresa bien en los
resultados del estudio que al respecto realizaron en el año 2008 el PNUD y UNICEF y que
concluye:
“Para la población indígena del Chocó la anemia se constituye en problema grave de salud
pública y la muestra realizada sobre 5.339 familias de 39 comunidades permite concluir de
forma determinante que tal deficiencia es experimentada por:
-Uno de cada cinco niños de un mes
-Tres de cada diez niños entre 1 y 11 meses
-Cinco de cada diez niños menores de 2 años
-Seis de cada diez niños entre 2 y 5 años
-Cuatro de cada diez niños entre 6 y 1 años
-Cinco de cada diez jóvenes entre 12 y 17 años
DESPLAZAMIENTO INTERNO POBLACIONES INDIGENAS
CHOCÓ 1996-2008
10000
9626
9000
8000
7000
6000
3962
5000
1490
60
TULE
4000
EMBERA KATIO
3000
2000
WOUNAAN
1000
EMBERA
0
1
Fuente: Sistema Unificado de Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia Onic-Cecoin
-Cuatro de cada diez hombres de 18 años o más
-Cinco de cada diez mujeres de 18 años o más
-Tres de cada diez mujeres embarazadas” (PNUD-UNICEF, 2008)
El estado nutricional de la población enseña de forma dramática la amenaza que se cierne
sobre estos pueblos en su capacidad de reproducción, pero al mismo tiempo es necesario
destacar que este no es sino uno de los efectos de un modelo de desarrollo que encuentra
como instrumento para legitimarse el control armado sobre la población, y que lleva a que
actualmente las 1.270.000 hectáreas de resguardos donde vive una población aproximada
de 40.000 personas, sean el espacio donde la extracción forestal o la actividad minera, se
conviertan en rentas de guerra para los actores armados, con la consecuente degradación
ambiental de los territorios indígenas y la imposibilidad de construir en ese espacio su
propia opción de vida (Villa, 2009).
Pero al mismo tiempo en la región se expanden los cultivos de coca de uso ilícito y un
nuevo orden económico, cultural y político se impone sobre las comunidades. Los distintos
ejércitos constituyen esta actividad en la principal renta para alimentar la guerra, cuestión
que implica el control de los territorios indígenas para establecer cultivos, centros de
procesamiento y rutas para asegurar su comercialización. Paralelo a esta catástrofe que
viven las comunidades, la acción estatal y su política minera y energética, conlleva a un
modelo de desterritorialización en el que se entregan en concesión para exploración y
explotación amplias áreas en las que están contenidos los resguardos indígenas.
2.4 La guerra y la política minero energética
Desde los inicios de la explotación petrolera en Colombia, esta actividad ha estado
asociada a la extinción de varios pueblos indígenas pasando sus territorios tradicionales a
ser ocupados por las empresas petroleras y por la colonización que esa actividad
desencadena. En la actualidad para el Estado colombiano es prioritario garantizar el
abastecimiento nacional de hidrocarburos y para ello ha estructurado una política de
ampliar la prospección en el conjunto de cuencas sedimentarias que conforman el mapa
nacional, pero igualmente hace flexible la normatividad para garantizar seguridad jurídica a
las empresas y hacer atractiva la inversión. A estos elementos de política se agrega el
control militar de las zonas donde las empresas realizan su inversión.
Es significativo que las cuencas sedimentarias o áreas donde potencialmente pueden
existir hidrocarburos, se superpongan en un 69.5% con territorios de resguardos, al mismo
tiempo que las zonas donde actualmente se está realizando producción de hidrocarburos,
en un 55.5% se sobreponga con resguardos. De las 135 áreas que hay en exploración en
mayo de 2008, 39 de ellas afectan parcial o totalmente 90 resguardos y a 16 pueblos
indígenas. El número de resguardos afectados asciende a 127 considerando un radio de
acción de 3km alrededor de las áreas de exploración. (Mingorance et al, 2008 pp17)
La forma como el Estado agencia la política petrolera se expresa bien en la región del
Catatumbo en donde desde hace un siglo se viene realizando la explotación de este
recurso y en donde el pueblo Barí ha experimentado sistemáticamente la reducción de su
territorio. Desde comienzos del 2003 la Empresa Ecopetrol y sus contratistas Gema y
Geocol iniciaron las acciones tendientes a confirmar la existencia de petróleo en el Bloque
Álamos…Así se pasó de la solicitud de licencia para el Bloque, con unas reuniones
amañadas como Consulta Previa, hasta el cambio de la petición solamente para el área
del pozo exploratorio, negando la existencia del pueblo Barí en la zona y evitando de esta
manera la realización del proceso de consulta. Esto dio vía libre para instalar la torre de
perforación, a lo que se sumó un fuerte dispositivo de seguridad montado por el ejército a
su alrededor, tras lo cual fueron agredidos miembros de la comunidad Bacobuquira del
pueblo Barí a finales del 2005 (Minga, 2008, pp 183)
La militarización de las áreas de exploración petrolera y minera, con la realización de
procesos de consulta fraudulenta, se constituyen en la fórmula para acceder a los
territorios indígenas. En diciembre de 2008, las poblaciones indígenas embera, ven como
su territorio es asegurado militarmente, mientras la empresa minera avanza para
establecer su campamento de exploración11. Un amplio territorio de los resguardos
11
“Es preocupante en este caso, la concesión que INGEOMINAS hizo a Carbones de la Loma S.A.,
Carboloma S.A., según Resolución 280 del 3 de agosto de 2007 para exploración y explotación de un
yacimiento de sulfuros polimetálicos (Cu y Mo). Estos tienen concesionadas 2.800 hectáreas en territorio
indígena. Como ha ocurrido con otros pueblos indígenas del país esta concesión se hizo a espaldas de las
comunidades que vienen defendiendo su autonomía territorial. Además, denunciamos que Cordillera
Exploraciones Mineras S.A. viene haciendo presión a los líderes indígenas y comuneros en general para
hacer prospección geológica en el territorio resguardado.” Organización Indígena de Antioquia. Comunicado
a la opinión pública. Medellín. Septiembre 3 de 2008.
localizados en la cordillera occidental, en los límites entre los departamentos de Chocó y
Antioquia se convierte en área atractiva para la inversión por la abundancia de Pirita,
Calcopirita, Bornita, Molibdenita y Malaquita (Arango, 2006)
Es claro que la política de seguridad para el Estado, referida a la explotación minera y
petrolera, se traduce en la ocupación militar de los territorios indígenas y la creación de
espacios fraudulentos para llevar a cabo la consulta, ya sea porque se desconoce la
existencia de población indígena en la zona a explorar, ya sea porque se coopta a
gobernantes indígenas por medio de prácticas corruptas o ya sea porque se usan
instrumentos para intimidar a la población como son el asesinato, la desaparición y el
desplazamiento forzado.
Pero igualmente a esta política estatal que responde a las expectativas de la economía en
el escenario global, le es complementaria la explotación minera de baja escala,
especialmente de oro, que se ha convertido en renta de guerra para guerrilla y
paramilitares, quienes establecen sus pequeños campamentos en los territorios indígenas
y convierten esta actividad en mecanismo para financiar su empresa. Esta fórmula para
financiar la guerra tiene sus complementos en la apropiación de los recursos forestales y
el establecimiento de los cultivos de uso ilícito.
2.5 Los cultivos de uso ilícito
La distribución geográfica de las tierras cultivadas en coca e inscritas en la economía
ilícita, está determinada por la movilidad de esta actividad que se asocia con la
persecución y guerra que realizan los agentes estatales, pero igualmente por la disputa
entre guerrilleros y grupos paramilitares por el control de áreas de cultivo y rutas de
comercio. Esta movilidad tiene implicaciones respecto a los territorios indígenas por la
colonización que sobre ellos ocurre, en algunos casos como espacios de cultivo, en otros
como espacios a controlar militarmente para asegurar rutas de abastecimiento para la
producción o para el comercio del producto. Ejemplo de tal situación es la experimentada
por los pueblos indígenas del Putumayo, los cuales hacia el año 2000 se involucran
activamente en la producción de coca y en todos sus territorios existen parcelas de tal
cultivo, situación que se transforma con la guerra desatada en el marco del Plan Colombia
y que lleva a la migración de los cultivos hacia la región del Pacífico en el departamento de
Nariño, articulando nuevos territorios y a otros pueblos indígenas.
Son múltiples los impactos degradantes que los cultivos ilícitos propician, los cuales se
pueden ver en la erosión en las formas de gobierno indígena, en las restricciones de la
autonomía territorial, en la pérdida de la seguridad alimentaria y en la adopción de pautas
culturales inscritas en formas de relacionamiento ilícitas y en la lógica de la violencia. Un
indicador de la afectación del territorio indígena es la fumigación aérea de las parcelas de
coca, acción que se expresa negativamente por la incidencia en los cultivos para la
alimentación, la contaminación ambiental y la salud de la población. Si bien la magnitud
del área sembrada en coca en los resguardos es un indicador, debe tomarse en cuenta
con mayor importancia los procesos económicos que regionalmente se construyen
alrededor de esta actividad, que van a articular poblaciones y territorios. Así, un resguardo
puede no tener importancia como área de cultivo, pero sí por ser ruta de comercio o como
fuente de fuerza de trabajo. En muchos casos, los actores armados aseguran territorios
estratégicos para la comercialización, situación que implica el confinamiento de
comunidades indígenas, con consecuencias en la desnutrición de la población, el
incremento de la mortalidad especialmente de infantes por enfermedades de fácil
prevención y la imposición de formas de control social ajenos a la tradición cultural.
Las cifras sobre fumigación aérea como forma de erradicación de los cultivos de coca
permiten de alguna manera indicar la situación. La intensidad de las fumigaciones no ha
sido la misma en todos los Resguardos. De los 105 territorios (Resguardos, Comunidades,
Parcialidades) identificadas como fumigadas durante el período comprendido entre los
años 2000 y el año 2006, 49 están reportados como fumigados por lo menos una vez
(46.7% de los fumigados), 23 dos veces (21.95), 15 tres veces (14.3%), 7 cuatro veces
(6.7%), 10 cinco veces (9.5%) y 1 seis veces (0.9%). (Mingorance et al, 2008b, pp18)
3. El Estado Colombiano y la protección de los derechos de los pueblos indígenas
La Corte Constitucional, a través del Auto 004 de 2009
luego de estudiar la situación de los pueblos indígenas,
declara lo siguiente:
“Primero.- DECLARAR que los pueblos indígenas de
Colombia, según lo advertido en esta providencia, están
en peligro de ser exterminados cultural o físicamente por
el conflicto armado interno, y han sido víctimas de
gravísimas violaciones de sus derechos fundamentales
individuales y colectivos y del Derecho Internacional
Humanitario, todo lo cual ha repercutido en el
desplazamiento forzado individual o colectivo de
indígenas. Segundo.- DECLARAR que el Estado
colombiano está en la obligación doble de prevenir las
causas del desplazamiento forzado de los pueblos
indígenas, y atender a la población indígena desplazada
con el enfoque diferencial que para ello se requiere.”
(Corte Constitucional. Auto 004, 2009)
A pesar de las recomendaciones del Relator de las Naciones Unidas Rodolfo
Stavenhagen, de las medidas de protección que sobre pueblos y personas, han emitido
diversas instancias internacionales de protección, de la visita de Misión Internacional de
Verificación y de las audiencias del Tribunal Permanente de los Pueblos, de las múltiples
sentencias de la Corte Constitucional y los Autos proferidos, sin embargo, el genocidio se
constituye en la expresión de la política agenciada estatalmente y de la imposición de un
modelo económico en el que la desterritorialización se convierte en camino fácil para
acceder a los recursos existentes en los territorios indígenas.
La Corte Constitucional, al analizar la situación de los pueblos indígenas en el escenario
de guerra y de valorar el impacto del desplazamiento, llega a conclusiones dramáticas
respecto a la situación de la población indígena. El diagnóstico12 de la Corte precisa que
los procesos bélicos que involucran a la población indígena se expresan a través de:
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
•
El señalamiento es especialmente frecuente en los casos de (a)incorporación
o utilización de indígenas como informantes por parte de la Fuerza Pública, o
(b) presencia temporal de las Fuerzas Armadas o los grupos armados
ilegales dentro de sus territorios, con ocupación de viviendas, edificios
comunitarios.
Asesinato selectivo de líderes, autoridades tradicionales y miembros
prominentes de las comunidades indígenas. Las cifras de homicidios
selectivos dentro de las comunidades indígenas en la última década, son
manifiestamente sobrecogedoras.
Amenazas, hostigamientos y persecuciones de individuos, familias y
comunidades por los actores armados ilegales y por algunos miembros
individuales de la Fuerza Pública.
Controles sobre la movilidad de personas, alimentos, medicamentos,
combustibles, bienes y servicios básicos y ayuda humanitaria de emergencia,
por los actores armados ilegales y, en ocasiones, por miembros de la Fuerza
Pública.
Irrespeto reiterado a las autoridades tradicionales indígenas por parte de los
actores armados ilegales y, en ocasiones, por miembros de la fuerza pública
Controles de comportamiento y de las pautas culturales propias por parte de
los grupos armados ilegales.
Reclutamiento forzado de menores, jóvenes y miembros de la comunidad por
actores armados irregulares
Apropiación y hurto de bienes de subsistencia de las comunidades (cultivos,
productos, animales, insumos básicos) por los actores armados ilegales y en
algunos casos por la Fuerza Pública.
Prostitución forzada, violencia sexual y enamoramiento de mujeres y jóvenes
indígenas como táctica bélica, principalmente por parte de los actores
armados ilegales
Ocupación temporal de escuelas, viviendas y edificios comunitarios por los
actores armados ilegales y, en ocasiones, por miembros de la Fuerza
Pública.
Homicidio, amenaza y hostigamiento de maestros, promotores de salud y
defensores de los derechos de los indígenas por los actores armados
irregulares.
Utilización de las comunidades como escudos humanos durante los
enfrentamientos, por parte de los actores armados ilegales.
Igualmente el Auto 004 es claro en señalar que las condiciones de vulnerabilidad que son
manifestaciones en las que históricamente han vivido los pueblos indígenas, en el nuevo
12
La Corte Constitucional en el Auto 004 de enero de 2009 realiza extenso diagnóstico sobre la forma como
la guerra afecta a la población indígena, las consecuencias y la negligencia del estado en su función de
proteger a la población. Tal Auto resulta del análisis de la situación de desplazamiento como manifestación
de la expropiación de los territorios indígenas.
escenario de guerra y especialmente en la última década, vienen profundizándose, siendo
el desplazamiento forzado una de las expresiones más alarmantes. En este contexto se
allana el camino de la desintegración cultural, la fragmentación de sus organizaciones y
algunos pueblos comienzan a vivir la amenaza real de su extinción.
Como lo muestra el diagrama sobre el desplazamiento forzado13 de población indígena, es
durante los dos períodos presidenciales de Álvaro Uribe, el momento en el que tal realidad
irrumpe como fenómeno social y cultural que enfrentan las comunidades. El
desplazamiento siempre tiene que leerse como estrategia que tiene como objetivo el
control del territorio indígena en función de un proyecto económico, ya sea en control del
acceso a recursos naturales, la expansión de infraestructura y el control de rutas
comerciales cundo se refiere a actividades ilícitas.
DESPLAZAMIENTO CONTRA LOS PUEBLOS INDIGENAS EN COLOMBIA 1974 - 2009
12600
12000
11400
10800
10200
9600
9000
8400
7800
7200
6600
Desplazamiento
6000
5400
4800
4200
3600
3000
2400
1800
1200
600
20
08
20
06
20
04
20
02
20
00
19
98
19
96
19
94
19
92
19
90
19
88
19
86
19
84
19
82
19
80
19
78
19
76
19
74
0
Fuente: Sistema Unificado de Informaciòn Sobre Pueblos Indigenas Onic - Cecoin
3.1 Pueblos indígenas en vías de extinción
El panorama crítico que viven los pueblos indígenas se expresa bien en la descripción
efectuada por la ONIC sobre la situación que hoy viven 28 de ellos, los cuales están al
borde de la extinción. Estos 28 pueblos que representan 30.4% del total existente en
Colombia, actualmente tienen poblaciones que no superan las quinientas personas, la
mayoría de ellos se ubican en la región amazónica y cuatro tiene poblaciones por debajo
de las 60 personas. Esta dinámica demográfica que es proceso de larga duración se
tiende a agravar en la medida que se integran sus territorios por la colonización, la
13
Con relación al desplazamiento forzado de la población indígena siempre existe un subregistro. Los casos
de las familias indígenas que se desplazan al interior de sus territorios generalmente no son informados, las
cifras son sólo del desplazamiento masivo y generalmente hacia espacios urbanos o aledaños a los
territorios indígenas.
presencia de grandes empresas, la guerra y las políticas estatales contrarias a toda acción
de protección.
La historia reciente de la población Nukak permite conocer la forma como un pueblo de
manera acelerada experimenta la reducción de su población y la degradación de su
cultura. Veinte años después de su contacto con la sociedad colombiana y de articulación
al mercado nacional y la institucionalidad estatal, los Nukak han perdido la mitad de su
población. Para el año 2007 los datos censales presentaban una población cercana a las
500 personas, pero en el año 2008 se reportaba que el 40% de esa población vivía en
condición de desplazamiento en sitios aledaños a San José del Guaviare (Flórez et al,
2008). Es importante entender que la condición de desplazamiento tiene implicaciones
respecto a la degradación de la cultura y a los programas de atención, estatales o de
cooperación internacional, que tienden a fortalecer la dependencia de las comunidades
especialmente en la seguridad alimentaria.
Tabla No 3
PUEBLOS INDÍGENAS EN VIAS DE EXTINCIÓN
PUEBLO INDIGENA
1. YAMALERO
POBLACIÓN
30
LOCALIZACIÓN
Resguardo Caño Mochuelo
Municipios: Hato Corozal y Paz de Ariporo.
Depto. Casanare
Municipio: Florencia
Depto. Caquetá
2. MAKAGUAJE
50
3. PISAMIRA
54
Municipio: Mitú
Depto. Vaupés
4. TSIRIPU
73
5. EDURIA
74
6. PIAROA
82
Resguardo Caño Mochuelo
Municipios: Hato Corozal y Paz de Ariporo.
Depto. Casanare
Resguardo Caño Mochuelo
Municipios: Hato Corozal y Paz de Ariporo.
Depto. Casanare
Municipios: Carurú y Mitú.
Depto. Vaupés
7. WIPIJIWI
84
8. MUINANE
93
9. YARURO
94
10.
DUJOS
96
11.
JUDPA
100
Municipio: Mitú.
Depto. Vaupés
12.
YAUNA
106
Municipio: La Pedrera, Mirití Paraná
Depto. Amazonas
13.
BARA
111
Municipio: Mitú Depto. Vaupés
14.
OCAINA
141
Municipio: La Chorrera. Depto. Amazonas
.
Resguardo Caño Mochuelo
Municipios: Hato Corozal y Paz de Ariporo.
Depto. Casanare
Municipios: La Pedrera y La Chorrera.
Depto. Amazonas
Resguardo Caño Mochuelo
Municipios: Hato Corozal y Paz de Ariporo.
Depto. Casanare
Municipios: Rivera y Neiva
Depto: Huila
15.
YOHOP
150
Municipios: Mitú
Depto. Vaupés
16.
AMORUA
165
17.
CHIRICOA
173
Resguardo Caño Mochuelo
Municipios: Hato Corozal y Paz de Ariporo.
Depto. Casanare.
Municipio: Arauquita Depto: Arauca
18.
NONUYA
189
Municipios: Puerto Santander Depto. Amazonas
19.
KAWIYARI
217
20.
CARABAYO
(YURI)
223
Municipios: La Chorrera y Puerto Alegría.
Depto. Amazonas
Municipio: La Chorrera Depto. Amazonas
21.
MATAPI
226
Municipio: Mirití Paraná Depto. Amazonas
22.
KACUA
250
Municipios: Mitú. Depto. Vaupés
23.
ACHAGUA
280
Municipio: Puerto López
Depto. Meta
24.
CARIJONA
314
Municipio: La Pedrera, Mirita-Paraná.
Depto. Amazonas
25.
TATUYO
317
Municipio: Mitú
Depto. Vaupés
26.
TARIANO
332
Municipio: La Pedrera
Depto. Amazonas
27.
YAGUA
346
Municipio: Leticia y Puerto Nariño.
Depto. Amazonas
28.
MASIGUARE
387
29.
NUKAK
MAKU
490
Resguardo Caño Mochuelo
Municipios: Hato Corozal y Paz de Ariporo.
Depto. Casanare
Municipios: San José del Retorno y San José del Guaviare.
Depto. Guaviare
30.
GUAYAVERO
490
Municipio: San José del Guaviare.
Depto. Guaviare
31.
CARAPANA
491
Municipio: Calamar
Depto. Guaviare
32.
BORA
Municipio: La Chorrera
Depto. Amazonas
Fuente: ONIC 2008
Uno de los casos en los que es posible conocer sobre la situación de los pueblos en vías
de extinción es el que se refiere al Resguardo Indígena de Caño Mochuelo que tiene una
extensión de 94.670 hectáreas, fue constituido en 1.974, para una población indígena de
2.500 personas. En la actualidad, veintiocho años más tarde, se encuentra habitado 3.352
indígenas pertenecientes a nueve pueblos, asentados en once comunidades (ONIC,
2008). Allí, pueblos que culturalmente se integraban en prácticas de nomadismo, en la
actualidad asumen la sedentarización como pauta, pero sobre todo enfrentan la amenaza
real de extinción por las limitaciones territoriales para satisfacer las necesidades
alimentarias, pero también porque sus territorios está asociados al entorno de guerra y
también porque el Estado no ha desarrollado alternativas para garantizar su protección y
supervivencia.
3.2 Los programas estatales de atención: dependencia y control de la población
Frente a la situación de crisis humanitaria que viven los pueblos indígenas la atención
estatal y de organismos humanitarios se convierte en fórmula para colocar a la población
en situación de dependencia. Frente a la situación crítica en el plano alimentario que viven
las familias las prácticas asistencialistas no se orientan a generar condiciones para que la
población transforme esta situación. Al contrario, por la vía de ofrecer pequeños subsidios,
transforman a la población en grupos dependientes, en clientelas articuladas a los poderes
políticos locales y en grupos que al perder su capacidad de darse seguridad alimentaria
profundizan en su condición de vulnerabilidad.
Ejemplo de ello es el Programa Familias en Acción, que ante los índices de pobreza y la
crisis generalizada en el dominio de la nutrición de la población infantil, ofrece pequeños
subsidios a las mujeres indígenas, paliativo que no incide sobre las causas del problema,
pero que sí va a tener impacto en la cultura de un pueblo. Para pueblos como los pastos,
los pijaos o los kankuamos la seguridad alimentaria y la nutrición de la población no se
satisface con subsidios. El problema para estos pueblos es el de garantizar el acceso y
disfrute de tierras en las que puedan recrear su cultura.
4. Conclusiones y recomendaciones
-La solución a las demandas territoriales de los pueblos indígenas debe constituirse en la
base sobre la cual el Estado construye una política orientada a garantizar el ejercicio de
los derechos de la población. Esto significa generar o estructurar los instrumentos
institucionales, además de disponer de los recursos requeridos, para que la agenda que
de forma sistemática se ha venido aplazando, cobre vigencia respecto a la compra de
tierras, la constitución, ampliación y saneamiento de Resguardos. Esta política debe
entenderse en el marco de la acción de reparación, en tanto los pueblos indígenas como
víctimas del conflicto profundizan su condición de población vulnerable.
-El Estado, frente a las condiciones de pobreza extrema que vive la población indígena y
en la perspectiva de proyectar programas que mitiguen esta condición, debe tomar como
punto de partida el contexto cultural, político y organizacional en el que se desenvuelve
cada pueblo y formular alternativas que en consenso con las autoridades indígenas y la
población tiendan a fortalecer su propia institucionalidad, garantizar el ejercicio de la
autonomía y la soberanía alimentaria. El asistencialismo, como política que caracteriza la
gestión gubernamental actual y que se expresa en el programa Familias en Acción,
convierte a la población indígena en dependiente y mina su cultura.
-La militarización de los territorios indígenas, el establecimiento de bases militares en
zonas contiguas a pueblos, asentamientos y en general lugares de vivienda de las familias
indígenas, vulnera los derechos territoriales de los pueblos, pero sobre todo rompe las
dinámicas culturales y propicia el ejercicio de ciertas formas de violencia. Entre ellas una
de las más execrables como es la violencia sexual que se comete sobre las mujeres
indígenas – Ver Anexo 14-. El Estado debe cumplir su papel de garante de derechos y el
fundamental en la vida de un pueblo indígena es el de la autonomía en su territorio.
-En el marco del Convenio 169 de la OIT el Estado colombiano asume la consulta previa
como instrumento para garantizar que los pueblos indígenas puedan decidir respecto a las
iniciativas, económicas o agenciadas estatalmente, que tienen impacto sobre su territorio,
sus vidas y su cultura. Hasta ahora ha primado la visión de la consulta como medio para
imponer a la población indígena un modelo de desarrollo, la buena fe y el derecho a la
información son ajenos a la acción gubernamental. El anexo No. 24 refiere la crisis de los
derechos territoriales de los pueblos indígenas en Colombia y en ese sentido las acciones
del estado colombiano deben estar encaminadas a solucionar las problemáticas que allí se
enuncian. El anexo No. 25 relaciona la posición de la ONIC frente a este tema.
-La invasión de los territorios indígenas por actores armados, por empresas trasnacionales
y por colonos es proceso en el que la acción estatal no aparece para mitigar y contener
esas presiones. Al contrario, en ciertos casos se copa por parte del ejército nacional un
territorio indígena para facilitar el acceso de empresarios, especialmente en el campo de la
explotación minera y de hidrocarburos.
-Los pueblos indígenas viven actualmente una situación de emergencia humanitaria, en
correspondencia con ello, el Estado debe formular una política para contener la extinción
de una parte significativa de la población.
-Los planes de desarrollo rural y las políticas de expansión de la frontera agrícola deben
tomar en cuenta los territorios tradicionales indígenas, las zonas que aunque no están
ocupadas o no disponen de títulos, son las áreas en las que los pueblos indígenas tienen
expectativas de consolidar su territorio o simplemente disponer de tierras para su
producción. Este principio del ordenamiento territorial de la Constitución Política de 1991
se ha tornado invisible en la acción gubernamental y en las iniciativas y desarrollos
normativos posteriores no se toma en cuenta.
- Que el Estado en coordinación con la justicia Indígena realice investigaciones eficientes
e imparciales sobre las violaciones a los derechos de los pueblos indígena, destinas a
garantizar los estándares internacionales sobre verdad, justicia y reparación.
Bibliografía.
Anaya, J. La globalización, el derecho internacional y los pueblos indígenas: evolución y
perspectivas. En Globalización, derechos humanos y pueblos indígenas. Bello et al,
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Arango, U. Megaproyectos mineros en territorios de comunidades negras e indígenas en
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Anexo 1
ASESINATOS POLÍTICOS POR PUEBLO INDÍGENA. COLOMBIA 1974-2009
PUEBLO
ARHUACO (IJKA)
AWA
BARÍ
BETOYE
CHIMILA
COCONUCO
COMPLEJO MULTIÉTNICO
DE VAUPÉS
DESANO
DUJOS
EMBERA
EMBERA CHAMÍ
EMBERA KATIO
EPERARA SIAPIDARA
GUAHIBO
GUAMBIANO
HITNU
INGA
KAMENTZA
KAMNKUAMO
KOFÁN
KOGUI
KOREBAJU
KUBEO
KUIBA
KURRIPACO
MAKAGUAJE
NASA
NO INDÍGENA
COLABORADOR
OTROS SIN IDENTIFICAR
PASTO
PIJAO
PUINAVE
SENÚ
SIKUANI
SIONA
TIKUNA
TOTORO
TUCANO
TULE
UITOTO
U'WA (TUNEBO)
WAYÚU
WIWA ARZARIO
WOUNAAN
YANACONA
YUKO (YUKPA)
YUKUNA
TOTAL
Total Victimas
22
113
6
9
2
14
Hombres
19
96
6
7
2
13
3
2
3
73
140
211
27
7
29
2
51
3
249
13
7
13
10
2
1
1
634
Mujeres
Niños
Niñas
Familias
1
16
0
1
0
1
1
0
0
0
0
0
1
1
0
1
0
0
0
1
0
0
0
0
3
1
2
62
116
179
17
6
27
2
46
3
218
13
5
13
10
2
1
1
550
0
0
0
3
13
8
3
1
2
0
4
0
25
0
2
0
0
0
0
0
49
0
0
1
8
11
23
5
0
0
0
1
0
5
0
0
0
0
0
0
0
27
0
1
0
0
0
1
2
0
0
0
0
0
1
0
0
0
0
0
0
0
8
0
0
0
0
0
3
1
0
0
0
0
0
1
0
0
0
0
0
0
0
9
5
4
1
0
0
0
1
47
102
6
94
23
7
25
6
6
13
8
9
241
66
11
15
15
4
2351
1
42
90
6
86
23
7
24
6
4
13
8
4
195
59
9
12
12
1
2026
0
3
10
0
3
0
0
0
0
2
0
0
2
26
5
1
0
0
3
185
0
2
2
0
3
0
0
1
0
0
0
0
2
17
2
1
3
3
0
118
0
0
0
0
2
0
0
0
0
0
0
0
1
3
0
0
0
0
0
22
0
0
0
0
1
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
0
16
Fuente: Sistema Unificado de Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia Onic-Cecoin
Anexo 2
VIOLACIONES A LOS DEREHOS HUMANOS Y AL DERECHO INTERNACIONAL
HUMANITARIO. PUEBLOS INDÍGENAS. COLOMBIA. 1974-2009
Año
Asesinatos Acciones Amenaza Amenaza Desaparición Detenciones
Violencia Despla
políticos
bélicas colectiva individual
forzada
arbitrarias Heridos Secuestro Tortura sexual
zamiento
1974
16
2
2
0
0
154
3
0
3
0
0
1975
4
3
5
0
0
125
19
0
132
0
0
1976
10
5
3
2
0
65
45
0
7
2
0
1977
9
3
0
3
0
32
14
0
6
1
600
1978
6
292
224
0
0
276
1
1
247
0
0
1979
4
0
0
0
1
102
9
0
13
0
0
1980
6
6
0
0
0
132
12
0
64
0
0
1981
21
1
2
14
0
138
3
0
18
0
0
1982
45
12
0
2
0
248
17
0
9
0
0
1983
19
5
1
0
1
28
19
0
21
0
2140
1984
13
8
3
25
0
30
21
0
63
0
1140
1985
27
0
1
0
0
68
113
0
0
0
0
1986
27
4
0
0
1
103
48
0
8
0
1
1987
94
2
2
0
9
29
27
0
16
0
0
1988
88
3
1
7
21
133
15
4
59
1
790
1989
43
0
1
4
11
22
7
0
0
9
55
1990
36
1
0
0
3
38
1
0
17
0
164
1991
52
4
1
0
1
83
3
6
99
0
370
1992
49
0
0
1
1
0
1
0
0
0
0
1993
52
5
0
2
8
9
1
0
5
0
480
1994
49
0
1
0
1
0
4
0
1
0
0
1995
30
0
750
0
1
7
0
1
11
0
750
1996
39
1
0
0
2
0
11
4
0
0
50
1997
110
5
1003
39
19
8
14
10
20
0
2016
1998
85
1
1846
59
25
2
10
10
6
2
3531
1999
68
200
84
15
22
37
41
37
1
0
4693
2000
129
6
178
30
12
132
65
8
6
0
4642
2001
206
10
191
42
20
104
23
5
22
3
8931
2002
313
690
839
37
32
15
24
13
54
0
6801
2003
207
17
181
54
15
211
22
9
35
4
4602
2004
143
7
9
58
48
117
30
28
34
0
5003
2005
76
1463
3035
10
15
45
120
30
12
1
8446
2006
83
3808
349
6
26
179
88
6
26
2
11713
2007
41
203
8
10
34
55
41
2
8
1
2503
2008
101
134
8
2
7
11
283
0
6
2
3212
2009
50
3
64
4
2
7
9
0
3
0
3059
TOTAL
2351
6904
8792
426
338
2745
1164
174
1032
28
75692
Fuente: Sistema Unificado de Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia Onic-Cecoin
Anexo 3
ACCIONES BÉLICAS CONTRA PUEBLOS INDÍGENAS 1974-2009
Año
Total Victimas
Hombres
Mujeres
Niños
Niñas
Familias
1974
2
2
0
0
0
0
1975
3
3
0
0
0
0
1976
5
3
1
1
0
0
1977
3
2
1
0
0
0
1978
292
77
64
72
79
52
1979
0
0
0
0
0
0
1980
6
6
0
0
0
0
1981
1
0
1
0
0
0
1982
12
10
2
0
0
0
1983
5
3
2
0
0
0
1984
8
7
1
0
0
0
1985
0
0
0
0
0
0
1986
4
4
0
0
0
0
1987
2
0
0
2
0
0
1988
3
3
0
0
0
250
1989
0
0
0
0
0
14
1990
1
1
0
0
0
0
1991
4
2
0
2
0
0
1992
0
0
0
0
0
0
1993
5
5
0
0
0
0
1996
1
0
0
1
0
0
1997
5
3
0
2
0
0
1998
1
1
0
0
0
3
1999
200
198
1
0
1
46
2000
6
2
0
4
0
13
2001
10
6
4
0
0
0
2002
690
410
120
85
75
45
2003
17
14
1
2
0
0
2004
7
7
0
0
0
12
2005
1463
522
515
242
184
3145
2006
3808
1212
1199
716
681
173
2007
203
75
68
30
30
47
2008
134
70
64
0
0
9
2009
3
2
1
0
0
0
TOTAL
6904
2650
2045
1159
1050
3809
Fuente: Sistema Unificado de Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia OnicCecoin
Anexo 4
AMENAZAS COLECTIVAS CONTRA INDÍGENAS PERÍODO 1974-2009
Año
Total Victimas
Hombres
Mujeres
Niños
Niñas
Familias
1974
2
2
0
0
0
0
1975
5
4
1
0
0
0
1976
3
3
0
0
0
0
1977
0
0
0
0
0
0
1978
224
145
20
29
30
20
1979
0
0
0
0
0
0
1980
0
0
0
0
0
0
1981
2
2
0
0
0
0
1982
0
0
0
0
0
0
1983
1
1
0
0
0
0
1984
3
3
0
0
0
0
1985
1
0
0
1
0
0
1986
0
0
0
0
0
0
1987
2
1
1
0
0
0
1988
1
1
0
0
0
3
1989
1
0
0
1
0
0
1990
0
0
0
0
0
0
1991
1
1
0
0
0
0
1993
0
0
0
0
0
0
1994
1
1
0
0
0
0
1995
750
750
0
0
0
0
1996
0
0
0
0
0
0
1997
1003
155
139
344
365
125
1998
1846
571
458
429
388
460
1999
84
15
17
30
22
15
2000
178
43
36
49
50
31
2001
191
191
0
0
0
0
2002
839
833
6
0
0
0
2003
181
181
0
0
0
32
2004
9
7
1
1
0
0
2005
3035
777
806
772
680
773
2006
349
126
111
56
56
73
2007
8
6
2
0
0
0
2008
8
8
0
0
0
0
2009
64
34
27
3
0
2
TOTAL
8792
3861
1625
1715
1591
1534
Fuente: Sistema Unificado de Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia OnicCecoin
Anexo 5
DESAPARICIÓN FORZADA CONTRA PUEBLOS INDÍGENAS 1974-2009
Año
Total Victimas
Hombres
Mujeres
Niños
Niñas
Familias
1979
1
1
0
0
0
0
1983
1
1
0
0
0
0
1986
1
1
0
0
0
0
1987
9
5
4
0
0
0
1988
21
19
2
0
0
0
1989
11
9
2
0
0
0
1990
3
3
0
0
0
0
1991
1
1
0
0
0
0
1992
1
1
0
0
0
0
1993
8
6
2
0
0
0
1994
1
1
0
0
0
0
1995
1
1
0
0
0
0
1996
2
2
0
0
0
0
1997
19
15
4
0
0
0
1998
25
17
8
0
0
0
1999
22
18
4
0
0
0
2000
12
12
0
0
0
0
2001
20
17
1
2
0
0
2002
32
19
1
12
0
0
2003
15
15
0
0
0
0
2004
48
23
5
20
0
0
2005
15
13
1
1
0
0
2006
26
20
5
0
1
0
2007
34
17
2
12
3
0
2008
7
7
0
0
0
0
2009
2
2
0
0
0
0
TOTAL
338
246
41
47
4
0
Fuente: Sistema Unificado de Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia OnicCecoin
Anexo 6
HECHOS VIOLENTOS CONTRA PUEBLOS INDÍGENAS 1998-2002
Total
DESCRIPTOR
Victimas Hombres
Mujeres
Niños
Niñas
Familias
Desplazamiento
forzado
28598
5908
5983
8363
8344
5620
Amenazas Colectivas
3138
1653
517
508
460
506
Acciones Bélicas
907
617
125
89
76
107
Asesinatos Políticos
801
711
57
31
2
9
Detenciones
arbitrarias
290
249
35
4
2
0
Amenazas
individuales
183
172
11
0
0
31
Heridos
111
38
12
2
1
163
Desaparición forzada
111
83
14
14
0
0
Tortura
78
7
2
2
0
89
Secuestro
73
69
4
0
0
0
Violencia Sexual
5
0
4
0
1
0
TOTAL
34358
9651
6795
9023
8889
6274
Fuente: Sistema Unificado de Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia OnicCecoin
Anexo 7
HECHOS VIOLENTOS CONTRA PUEBLOS INDÍGENAS 2002-2009
Total
DESCRIPTOR
Victimas
Hombres Mujeres Niños
Niñas
Familias
Desplazamiento forzado
45339
11958
11878
13223
8280
7386
Acciones Bélicas
6325
2312
1968
1075
970
3431
Amenazas Colectivas
4493
1972
953
832
736
880
Asesinatos Políticos
1014
862
97
44
11
11
Detenciones arbitrarias
640
592
30
18
0
800
Heridos
428
155
23
11
2
617
Amenazas individuales
181
149
22
8
2
0
Desaparición forzada
116
14
45
4
0
179
Tortura
178
141
20
16
1
1
Secuestro
88
76
7
5
0
1
Violencia Sexual
10
0
7
0
3
0
TOTAL
59064
18606
15151
15289
10018
12512
Fuente: Sistema Unificado de Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia OnicCecoin
Anexo 8
DESPLAZAMIENTO POR PUEBLO 1998- 2002
PUEBLO
NASA
EMBERA KATIO
EMBERA
EMBERA CHAMÍ
WOUNAAN
KAMNKUAMO
WIWA ARZARIO
KOFÁN
AWA
PIJAO
YUKO
PUINAVE
TULE
INGA
SENÚ
U'WA (TUNEBO)
GUAHIBO
YANACONA
NUKAK
PASTO
KOGUI
KAMENTZA
Total
Victimas
8272
7049
3073
2398
2169
2122
970
530
502
307
200
196
153
135
130
107
100
60
40
35
30
20
Hombres
Mujeres
1797
1832
1400
1417
649
651
489
486
508
507
411
411
170
170
95
95
102
70
35
30
26
30
22
20
20
10
8
7
5
4
104
70
35
49
27
31
22
22
20
10
8
7
5
4
Niños
2308
2073
906
722
608
650
310
170
146
83
70
61
51
41
44
31
30
20
12
11
10
6
Niñas
Familias
2335
1753
2159
1356
867
614
701
476
546
484
650
410
320
20
170
95
150
84
60
56
49
33
42
34
30
20
12
10
10
6
28598
5908
5983
8363
8344
TOTAL
Fuente: Sistema Unificado de Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia OnicCecoin
100
70
35
49
25
37
22
20
20
10
8
7
5
4
5620
Anexo 9
DESPLAZAMIENTO POR PUEBLO 2002-2009
PUEBLO
NASA
AWA
EMBERA
WIWA ARZARIO
EMBERA KATIO
WOUNAAN
EPERARA SIAPIDARA
WAYÚU
U'WA (TUNEBO)
BETOYE
KUBEO
TULE
KAMNKUAMO
KOGUI
ARHUACO (IJKA)
KOFÁN
PIJAO
SIKUANI
NUKAK
COMPLEJO
MULTIÉTNICO DE
VAUPÉS
GUAMBIANO
PASTO
GUAHIBO
BARÍ
EMBERA CHAMÍ
YANACONA
Total
Victimas
10659
Hombres Mujeres
1906
1905
Niños
5639
Niñas
Familias
1209
1847
9652
8484
2450
2047
1793
1760
1208
1200
882
800
735
621
540
450
430
410
260
228
3449
1925
435
420
730
549
328
500
327
200
128
111
101
105
105
102
130
77
3529
1988
435
433
730
560
333
500
274
200
134
110
100
105
105
101
130
76
1443
2409
785
588
187
327
303
100
131
200
240
200
170
118
110
103
0
39
1231
2162
795
606
155
324
244
100
150
200
233
200
169
122
110
104
0
36
1424
959
347
401
472
464
295
0
163
200
128
110
92
95
105
100
0
24
200
135
127
88
200
30
38
32
0
31
37
32
0
41
27
12
0
33
25
12
40
37
30
23
60
60
60
10
10
10
10
10
10
20
20
20
20
20
20
10
10
10
45339
11958 11878
13232
8280
7386
TOTAL
Fuente: Sistema Unificado de Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia OnicCecoin
Anexo 10
HECHOS VIOLENTOS SEGÚN TIPO DE ACTORES 1998-2002
ACTOR Total Victimas
Hombres Mujeres
Niños
Niñas Familias
PARAMILITARES
3656
1932
667
567
490
506
GRUPO INSURGENTE
1354
1162
61
80
51
69
ACTORES ESTATALES
547
468
68
8
3
79
OTROS ACTORES
208
186
16
5
1
0
TOTAL
5765
3748
812
660
545
654
Fuente: Sistema Unificado de Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia OnicCecoin
Anexo 11
HECHOS VIOLENTOS SEGÚN TIPO DE ACTORES 2002-2009
Total
ACTOR
Victimas
Hombres Mujeres
Niños
Niñas Familias
GRUPO INSURGENTE
6622
2765
1685
1148
1024
4769
ACTORES ESTATALES
4725
2283
1189
667
586
265
PARAMILITARES
1736
1182
272
174
108
69
OTROS ACTORES
642
418
127
77
20
23
TOTAL
13725
6648
3273
2066
1738
5126
Fuente: Sistema Unificado de Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia OnicCecoin
Anexo 12
ASESINATOS SEGÚN TIPO DE ACTOR 1998-2002
ACTOR Total Victimas
Hombres Mujeres
Niños
Niñas
GRUPO INSURGENTE
193
175
10
8
0
ACCTORES ESTATALES
30
23
2
4
1
PARAMILITARES
432
383
34
15
0
OTROS ACTORES
146
130
11
4
1
TOTAL
801
711
57
31
2
Fuente: Sistema Unificado de Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia OnicCecoin
Familias
3
0
6
0
9
Anexo 13
ASESINATOS SEGÚN TIPO DE ACTOR 2002-2009
Total
ACTOR
Victimas
Hombres Mujeres
Niños
Niñas Familias
GRUPO INSURGENTE
233
203
16
12
2
4
ACCTORES ESTATALES
115
90
10
11
4
1
PARAMILITARES
403
354
40
8
1
6
OTROS ACTORES
263
215
31
13
4
0
TOTAL
1014
862
97
44
11
11
Fuente: Sistema Unificado de Información Sobre Pueblos Indígenas de Colombia OnicCecoin
Anexo 14
DERECHOS HUMANOSDE LAS MUJERES INDIGENAS
Presentación
Como lo demuestra el informe general que han presentado Los Pueblos
Indígenas de Colombia, la situación de los y las indígenas, contrario a lo que
debería esperarse, ha empeorado en los últimos años. El modelo de
ordenamiento socio-político y económico que se impone en el país y que se
abre paso con la denominada “seguridad democrática” ha encontrado en los
pueblos indígenas un obstáculo para el avance e instalación de proyectos y
megaproyectos de expansión del capitalismo transnacional, lo que los hace
mayormente vulnerables y objeto permanente de violaciones colectivas e
individuales de sus derechos.
En 60 y más años de conflicto armado interno en el país, los pueblos indígenas
han sido víctimas: contra mujeres y hombres se ha ensañado la guerra de mil
maneras afectando de manera dramática no sólo su vida e integridad física y
emocional, sino amenazando gravemente su permanencia como pueblo, sus
territorios y su cultura. Preocupa, como en esta realidad, la situación de
Derechos Humanos de las mujeres se hace cada vez grave, como se
demuestra en este informe.
Ya son muchas las voces que hablan de cómo se exacerba las violencias
contra las mujeres en contextos de conflicto armado e impunidad, tal parece
que en Colombia lo que sucede en los pueblos indígenas, es que justamente
se han exacerbado, cada vez más, las violencias contra las mujeres, niñas y
niños.
No es un hecho nuevo lo que se observa hoy, lo que sucede con mujeres,
niñas y niños es una tendencia creciente que ha sido constatada por
organismos de Derechos Humanos nacionales e internacionales, sin que aún
se conozca totalmente la realidad dado que no todos los pueblos logran hacer
conocer su situación.
Si bien, el Estado Colombiano ha adquirido innumerables Compromisos con la
firma de Tratados y Convenios Internacionales y ha recibido múltiples
Recomendaciones que le han entregado organismos del Sistema
Interamericano y el Sistema Universal de Derechos Humanos es evidente el
incumplimiento sistemático y lo que es más grave su omisión e indiferencia
frente a las tantas denuncias que constantemente se están haciendo. Con
certeza se puede afirmar que el Estado Colombia no ha garantizado a las
mujeres colombianas, y menos a las indígenas, las condiciones para gozar
“una vida libre de violencias”.14
14
Como lo consagra la CEDAW, adoptada por las Naciones Unidas, mediante la resolución 34/180 de 1979 de la Asamblea
General y ratificada por el Estado Colombiano mediante la ley 051 de 1981.
1. Los Antecedentes
En el contexto de guerra que vive Colombia, se ha reconocido que las mujeres
en general son impactadas por el conflicto armado de manera diferenciada: la
guerra afecta de manera diferente, no por ello menos grave, a mujeres y
hombres y, se ha ido más allá al reconocer que la guerra impacta de manera
diferenciada a mujeres y hombres de acuerdo a su contexto o pertenencia
étnica, racial y a espacios ecoculturales específicos.
La realidad de las mujeres indígenas en Colombia, es que son impactadas
doblemente por el conflicto y la violación sistemática de los Derechos
Humanos; ser mujeres e indígenas hace que los efectos y la utilización de las
mujeres en la guerra causen daños diferenciados en su vida personal y
comunitaria.
Igual, es necesario reconocer que la situación de las mujeres indígenas, se
agrava además por su condición de mujeres en medio de pueblos y
comunidades que no escapan a modelos y prácticas machistas que discriminan
y subordinan a las mujeres en gran parte de las comunidades (como sucede en
todo el territorio nacional) Sin embargo, conviene destacar de manera positiva
el avance de las mujeres indígenas en cuanto a la participación en espacios
organizativos, de poder local y regional en el movimiento indígena, sumado a la
creciente preocupación15 en muchos pueblos por la situación que viven sus
mujeres y que desarmonizan su Plan de Vida.
Es pertinente como parte del presente informe llamar la atención, del Sr.
Relator, como la situación de Derechos Humanos de las mujeres indígenas, así
como de sus pueblos, ya ha sido examinada por Relatoras y Relatores
Especiales de Derechos Humanos, quienes han advertido de manera particular
la gravedad de la situación que viven las mujeres en el contexto de conflicto
armado en Colombia, haciendo visible la realidad de las indígenas.
Desde el 2001, son innumerables las misiones e informes que han examinado
la realidad de Derechos Humanos en el país y que han dado cuenta de la
realidad de las indígenas:
-
15
2001 (1- 7 de noviembre: Sra. Radhika Coomaraswamy16.
2003- Sra. Katarina Tomaševski, la Relatora Especial, sobre los
derechos económicos, sociales y culturales17.
Preocupación que ha llevado a qué la Organización Nacional, como varias organizaciones regionales, tomen medidas para
enfrentar problemáticas ligadas a la exclusión y violencia contra mujeres, niñas y niños al interno de las comunidades.
16
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias. Comisión de Derechos Humanos Naciones
Unidas. Misión Colombia (
17
Quien en cuanto a los pueblos indígenas recomienda “adoptar medidas urgentes para reconocer las necesidades especiales de los
grupos más vulnerables del país, en particular las mujeres, los niños, los defensores de los derechos humanos, los habitantes de las
zonas rurales y los miembros de las comunidades indígenas. COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS. Los derechos económicos,
sociales y culturales: Derecho a la educación. Informe de la Relatora Especial Katarina Tomaševski. Misión a Colombia 1 – 10 de
octubre de 2003. http://www.acnur.org/biblioteca/pdf/3185.pdf Tomado 15 -07-09
-
-
-
-
2004: Rodolfo Stavenhagen, Relator Especial de las Naciones Unidas
sobre la situación de los Derechos Humanos y las libertades
fundamentales de los indígenas18
2004 (22 al 29 de febrero): Ambeyi Ligabo: Relator Especial de la
Comisión de Derechos Humanos sobre la promoción y protección del
derecho a la libertad de opinión y de expresión19.
2004: Informe Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos sobre Colombia20.
2005: Susana Villarán, Relatora Especial sobre los Derechos de la Mujer
de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos- CIDERECHOS
HUMANOS21
2005 (5-13 de julio): Relator, J. Adebayo Adekanye22. Grupo de Trabajo
sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias de las Naciones Unidas.
Aparte de constatar la realidad de los Pueblos Indígenas y en particular de las
mujeres, se han entregado al Estado Recomendaciones a tomar en cuenta
para remediar la realidad de violación sistemática de derechos humanos.
Recomendaciones que instan al Estado Colombiana a:
•
•
•
18
Garantizar el cumplimiento efectivo del principio de igualdad y no
discriminación y aplicar una política de género.
Garantizar el acceso a medidas especiales previstas en la legislación
nacional para proteger la integridad mental y física de las mujeres
amenazadas de violencia, y la eficacia de estas medidas.
Garantizar la debida diligencia para que todos los casos de violencia
por motivo de género sean objeto de investigación inmediata, completa
e imparcial que redunde en la condena de los perpetradores y en
reparación para las víctimas.
Afirma en su informe que las mujeres indígenas están por debajo de los niveles de desarrollo humano de los hombres
(educación, nutrición, salud) y señalando que para ese año al menos el 60% de las mujeres en situación de desplazamiento no tienen
acceso a los servicios de salud. En el caso de las niñas en condición de desplazamiento presentan altas tasas de desnutrición,
enfermedades respiratorias, diarrea y deshidratación, además muchas de ellas se ven obligadas a migrar a las zonas urbanas para
evitar el reclutamiento por parte de los grupos armados. NACIONES UNIDAS. Informe del Relator Especial sobre la situación de
los derechos humanos y las libertades fundamentales de los indígenas, Sr. Rodolfo Stavenhagen. Misión a Colombia, 2004.
E/CN.4/2005/88/Add.2
19
Quién: “Observó que las decisiones del Gobierno en materia de formulación de políticas habían reducido aún más el disfrute de
los derechos humanos por los pueblos indígenas, donde la privatización y monopolización de los recursos en un contexto de
violencia destruyeron fundamentalmente el entorno económico de las zonas rurales, apuntando a que el desafío consistía en
garantizar su supervivencia física”. Informe del Relator Especial sobre el derecho a la libertad de opinión y de expresión, Sr.
Ambeyi Ligabo. Misión a Colombia. 2004. http://www.acnur.org/biblioteca/pdf/3184.pdf Tomado 15-07-09
20
Quien afirma que los derechos de las mujeres y las niñas seguían siendo vulnerados por la desigualdad, la discriminación y las
distintas formas de violencia, en particular las mujeres y niñas indígenas, en especial por la violencia sexual y por el control social
que ejercen los grupos armados. OFICINA DEL ALTO COMSIONADO PARA LOS DERECHOS HUMANOS. Informe de la Alta
Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos humanos sobre la situación de derechos humanos en Colombia. 2004.
http://www.hchr.org.co/ Tomado 15-07-09
21
Quien identificó la complejidad de la situación de las mujeres indígenas en el marco del conflicto armado interno. En su informe
“considera que los graves efectos que provoca el conflicto armado en la vida de las mujeres y hombres colombianos adquieren una
especial dimensión en las mujeres indígenas, (…) la presión que ejercen los grupos armados sobre los territorios indígenas, sea por
razones de estrategia militar o por razones económicas, impacta en la vida de las mujeres indígenas en forma especialmente grave,
ya que perciben sus territorios ancestrales como lugares esenciales para su existencia, cultura y familia. CIDH. Las mujeres frente a
la violencia y la discriminación derivadas del conflicto armado en Colombia. OEA/Ser.L/V/II. Doc. 67. 2007
22
En cuanto a los pueblos indígenas “recomienda adoptar medidas urgentes para reconocer las necesidades especiales de los grupos
más vulnerables del país, en particular las mujeres, los niños, los defensores de los derechos humanos, los habitantes de las zonas
rurales y los miembros de las comunidades indígenas”. COMISIÓN DE DERECHOS HUMANOS. Los derechos civiles y políticos,
en particular las cuestiones relacionadas con las desapariciones y las ejecuciones sumarias. Cuestión de las desapariciones forzadas
o involuntarias. Informe del Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias. Misión a Colombia. 2005
•
•
•
•
•
•
•
•
•
Combatir las desigualdades que existen entre hombres y mujeres, sobre
todo en materia de educación, empleo y participación política, y a que
establezca mecanismos para medir los efectos de las medidas
adoptadas.
Combatir la discriminación racial sistemática.
Garantizar una educación que supone: garantías de calidad, estándares
mínimos de salud y seguridad y requisitos profesionales para los
maestros... los indígenas deben priorizar la enseñanza de su propia
cultura en su propia lengua.
Velar porque todos los grupos étnicos tuvieran acceso a información
exhaustiva e imparcial y tengan
la posibilidad de expresarse
libremente, independientemente de su condición socioeconómica.
Como parte del ejercicio de su derecho a la libertad de opinión y de
expresión, los pueblos indígenas y otros grupos étnicos deben poder
participar en los procesos de adopción de decisiones que afecten a sus
vidas y entornos.
Adoptar medidas las medidas necesarias para que los servidores
públicos de la rama ejecutiva guarden el respeto debido al trabajo
individual y colectivo de defensores de derechos humanos, incluyendo a
organizaciones de mujeres, comunidades indígenas, dirigentes
sindicales y otros líderes sociales.
Establecer un mecanismo eficaz para la protección y promoción de los
derechos de la mujer indígena dirigido a la prevención de posibles
violaciones de sus derechos fundamentales y a potenciar su activa
participación en decisiones que afectan sus vidas y su desarrollo activo
dentro de las comunidades.
Se sugiere que los programas existentes en materia de asistencia en
servicios sociales básicos sean extendidos de manera efectiva para
mejorar la situación de las mujeres y la niñez indígenas en las zonas
rurales, en particular las mujeres y los niños y niñas desplazadas, en
materia de salud y educación.
Reforzar la inversión social y adoptar políticas que tomen en cuenta las
necesidades específicas de las mujeres indígenas dentro del conflicto
armado en materia de salud, educación, justicia y asuntos económicos,
buscando una visión integral de las problemáticas y alternativas.
De manera particular, destacamos por su pertinencia las
Recomendaciones que entrega al Estado la Señora Villarán: a) adoptar
medidas y campañas de difusión orientadas hacia las comunidades
indígenas sobre los problemas que éstas enfrentan; b) desarrollar
iniciativas de recopilación de información, estadísticas, investigaciones
y estudios que reflejen la situación específica de las mujeres indígenas;
c) diseñar y adoptar políticas culturalmente pertinentes, con la
participación de las mujeres indígenas dirigidas a la protección de las
mujeres desplazadas de estos grupos; d) Diseñar y adoptar políticas,
con la participación de las mujeres indígenas, que consideren el respeto
a su cultura con el objeto de aminorar los efectos del conflicto armado;
e) respetar y proteger de manera efectiva los territorios ancestrales de
sus pueblos, tanto de intereses de carácter militar como de carácter
económico; y por último diseñar e implementar políticas de promoción y
protección de los Derechos Humanos de las mujeres indígenas, que
incluya especiales directivas a las fuerzas militares y a la Policía
Nacional, con el objeto de que garanticen el respeto de su derecho a
vivir libres de violencia sexual y otras formas de discriminación”.
Son estas, algunas de las observaciones y Recomendaciones que se han
entregado al Estado Colombiano en la última década, orientadas a que se
tomen medidas para remediar la grave situación de derechos humanos de las
mujeres indígenas y sus pueblos. Sin embargo, hoy se puede afirmar, sin
temor a equivocarse, la respuesta del Estado, en cabeza del Presidente Álvaro
Uribe, no ha sido otra que la negación permanente a los derechos de los
Pueblos Indígenas y a su vez la implementación de programas asistenciales
que se constituyen en “ayudas” que desconocen las organizaciones e
institucionalidad local, prácticas y formas de vida propias y que a la larga
fomentan la dependencia y la no dignificación de las personas.
Se preguntan los Pueblos Indígenas sobre la seriedad y compromiso de un
Estado que recibe de organismos internacionales llamados y
Recomendaciones que desconoce de manera sistemática, bajo el argumento
que las “recomendaciones” no constituyen “obligatoriedad” para el Estado que
las recibe, en una actitud francamente de burla a los organismos de las
Naciones Unidas y del Sistema Interamericano que han sido sensibles a la
realidad nacional y en particular, en este caso a la situación de las mujeres
indígenas.
2. Contexto general
Las mujeres indígenas que hacen parte de los 86 pueblos que habitan el
territorio colombiano son portadoras, como sus pueblos, de una historia de
dominación y subyugación, que las enfrentan a la amenaza permanente del
exilio de sus territorios y a la profundización de la crisis social, política,
económica y cultural día a día. La desterritorialización (léase despojo de tierras)
y el avance del modelo de ordenamiento socio-económico que se ha convertido
en el camino para garantizar el fácil acceso del capital transnacional en la
búsqueda de los recursos mineros, energéticos o el aprovechamiento de la
biodiversidad, hacen del contexto y de los territorios que habitan los pueblos un
escenario riesgoso para la vida de mujeres y hombres, ya sean niños, jóvenes
o adultos.
Con la Carta Magna de la Constitución Nacional de 1991, se consolidó el
“Estado social de derecho”, que entre otras, reconocía de manera amplia los
derechos étnicos y territoriales a los pueblos indígenas. Estado de Derecho
que poco a poco se va convirtiendo en retórica gracias al desmonte gradual del
marco de derechos (con una legislación antisocial), con lo que se pretende
abrir paso a intereses particulares, ajenos a los intereses colectivos de los
pueblos.
La situación de derechos de los pueblos indígenas, cada vez se hace más
grave y con ello la situación de las mujeres indígenas. La falta de voluntad
política y compromiso de este gobierno es evidente al punto que permanece la
negativa, del poder legislativo, a ratificar la Declaración de Derechos de
Pueblos Indígenas de Naciones Unidas, argumentando de manera incoherente
que ésta contradecía el orden jurídico colombiano23.
En los cuadros anexos24, a este informe, algunos datos muestran la realidad de
derechos humanos de los pueblos indígenas, cuadros de los cuales se infiere
el siguiente gráfico que habla de la realidad de las mujeres, que como ya se
dijo son afectadas diferencial y crónicamente, sin perder de vista que ellas
resisten a la discriminación y exclusión por su triple condición: mujer – indígena
– pobre.
Para efectos de este informe, se ha optado por análisis que recogen datos
estadísticos que hablan de dos periodos: el primero que va de 1998 al 2002 y
el segundo del 2002 al 2009, este último coincide con los años que el país ha
sido dirigido por el Presidente Álvaro Uribe
Las vulneraciones a derechos humanos contra mujeres indígenas
Hechos violentos contra las mujeres indígenas
5983 11878
10000
1968
517
953
125
100
57 97
1998-2002
155
35 30
38 22
11
14 14
7
20
4 7
4 7
2002-2009
Se
cu
es
tro
Vi
ol
en
ci
a
Se
xu
al
ic
ió
n
To
rtu
ra
fo
rz
ad
a
er
ido
s
H
De
sa
pa
r
D
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pl
az
am
ie
nt
o
fo
Am
rz
en
ad
az
o
as
Co
le
ct
iv
Ac
as
ci
on
es
Bé
As
lic
as
es
in
at
os
Po
D
et
lít
en
ico
ci
s
on
es
ar
Am
bi
tra
en
ria
az
s
as
in
div
id
ua
le
s
1
Fuente: Sistema Unificado de información sobre pueblos indígenas de Colombia. Onic-Cecoin
Una mirada a este gráfico da una idea de la evolución negativa de los derechos
humanos de las mujeres indígenas en donde es evidente el incremento del
número de violaciones a sus Derechos Humanos fundamentales. De las
vulneraciones individuales a derechos humanos contra pueblos indígenas en
los periodos 98-02 y 02-09, en promedio el 70% (24.707 de 34.358 y 40.458 de
59.064 respectivamente) de víctimas son mujeres, niñas y niños (Ver cuadro 1
y 2) Sin embargo, llama la atención entre los dos períodos, comparados los
porcentajes de mujeres afectadas, el incremento del 19,78% al 25,65% de un
período a otro. Son datos que hablan de la amenaza creciente contra las
mujeres. Aunque, se debe tomar en cuenta que en estos datos, sin lugar a
dudas, existe un subregistro de información ya que las condiciones geográficas
y las limitaciones de comunicaciones que tienen los pueblos indígenas, no
todos los hechos se hacen visibles.
23
MOYA, Tony. Colombia se agacha; líderes indígenas opinan.
http://epistheme-tonydemoya.blogspot.com/2007/09/noticias-del-frente-cosmico-015.html Tomado 12-07-09
24
Datos estadísticos que no reflejan totalmente la realidad, dado que los Pueblos Indígenas, en muchos casos no están en
condiciones de registrar de manera sistemática, la información relativa a las violaciones de los Derechos Humanos y menos aún los
perpetrados contra mujeres
Durante el periodo de 2002 y 2009, las víctimas de diversas formas de
violación a los Derechos Humanos fueron 15.151 mujeres y 10.018 niñas,
siendo el desplazamiento forzado, la situación que más vulnera los derechos.
Los actores a estas violaciones siguen siendo los actores del conflicto armado:
grupos insurgentes, paramilitares, agentes del Estado y otros (sin identificar):
Los actores responsables
Hechos violentos contra mujeres indígenas según actor
10000
1685
1000
1189
667
272
61
100
127
68
16
1998-2002
2002-2009
10
1
PARAMILITARES
GRUPO
INSURGENTE
ACTORES
ESTATALES
OTROS
ACTORES
Fuente: Sistema Unificado de información sobre pueblos indígenas de Colombia. Onic-Cecoin
La grafica da cuenta, al comparar los dos periodos, que se han asumido para el
presente informe, que a la hora de vulnerar derechos, el Estado garante de
derechos tiene responsabilidades cuando sus mismos agentes son los autores,
pero también las tiene cuando no impide que grupos armados al margen de la
ley, ya sean paramilitares (que se sabe han actuado muchas veces en
complicidad con los mismos agentes del Estado) o guerrilleros, vinculen a la
población civil al conflicto armado victimizándola.
La Corte Constitucional en el Auto 004 de 200925 advierte que no menos de 34
pueblos indígenas "se encuentran en peligro de ser exterminados cultural o
físicamente por el conflicto armado interno, han sido víctimas de gravísimas
violaciones de sus derechos fundamentales individuales y colectivos y, del
Derecho Internacional Humanitario"26, por lo cual es razonable que las mujeres
indígenas demanden el respeto de sus territorios, siendo conscientes de las
consecuencias de los intereses militares o económicos sobre éstos cómo el
peligro que corren no sólo sus vidas, si no la integridad cultural y la
supervivencia misma de sus pueblos. Estas violaciones a los Derechos
25
Auto sobre la Protección de los derechos fundamentales de las personas y los pueblos indígenas desplazados por el conflicto
armado o en riesgo de desplazamiento forzado, en el marco de la superación del estado de cosas inconstitucional declarado en la
sentencia T-025 de 2004, después de la sesión pública de información técnica realizada el 21 de septiembre de 2007 ante la Sala
Segunda de Revisión.
26
ONIC. Sistema de Información e Investigación Indígena. Auto 092/08, panorama de la mujer indígena . 2007
http://actualidad.hemeracomunicar.org/index.php?option=com_content&view=article&id=7902:auto-09208-panorama-de-la-mujerindigena-frente-a-la-amnesia-politica-&catid=101:destacados&Itemid=184 Tomado 12-07-09
Humanos se manifiestan en violencia sexual y física, desplazamientos
forzados, ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias, amenazas,
criminalización de la protesta, servidumbre, asesinatos y muchos más matices
y efectos de la guerra que se vive, como bien se puede observar en el gráfico
anterior.
5. Desplazamiento forzado una realidad con rostro de mujer
“[en el caso de Omaira Fernández, de 16 años], sus atacantes le abrieron el vientre y le
sacaron el feto y luego introdujeron el cadáver de la joven en una bolsa que, según informes,
después arrojaron al río Cravo. En Velazqueros, tres niñas indígenas de 11, 12 y 15 años
fueron también violadas, según indican los informes. Estos y otros ataques del Ejército y los
paramilitares, así como los combates entre los paramilitares y la guerrilla, obligaron a
27
centenares de personas a huir a localidades cercanas como Saravena”.
La realidad del conflicto armado interno ha generado desplazamiento forzoso
de campesinos, afrodescendientes e indígenas de una dimensión inimaginable
en el país, que afecta de manera desproporcionada y diferenciada grupos más
vulnerables tal como lo reconoce La Corte Constitucional en el Auto 004:
“Protección de los derechos fundamentales de las personas y los pueblos
indígenas desplazados por el conflicto armado o en riesgo de desplazamiento
forzado” y el Auto 092: “Protección de los derechos fundamentales de las
mujeres víctimas del desplazamiento forzado por causa del conflicto armado.”
Ya en “la sentencia T-025 de 2004, la Corte Constitucional declaró la existencia
de un estado de cosas inconstitucional en el campo del desplazamiento forzado
en el país, e impartió varias órdenes complejas encaminadas a asegurar su
superación, y a avanzar hacia la garantía del goce efectivo de los derechos
fundamentales de las víctimas de este crimen. Según se constató en el Auto
218 de 2006, y según lo han reconocido posteriormente diversas autoridades
gubernamentales ante la Corte Constitucional, en particular durante la
audiencia pública realizada en febrero de 2008 ante esta Corporación, el
estado de cosas inconstitucional persiste en la actualidad, y conlleva la
continuidad de la violación masiva, sistemática, profunda y persistente de los
derechos fundamentales de millones de personas en el territorio nacional
victimizadas por este complejo fenómeno” (Auto 092 - I. Antecedentes y
fundamentos constitucionales de la presente decisión, I1).
Gran parte de los millones de personas de las que habla la Corte Constitucional
son personas pertenecientes a Pueblos Indígenas (ver Cuadros Anexos No. 5 y
No. 6), de todos los lugares del país que se han visto forzadas a abandonar sus
territorios, siendo muchas de ellas mujeres (el 26%), niñas (29%) y niños
(18%). La Corte Constitucional reconoce que “La violencia ejercida en el
conflicto armado interno colombiano victimiza de manera diferencial y se
agudizada cuando se trata de las mujeres, porque (a) por causa de su
condición de género, las mujeres están expuestas a riesgos particulares y
vulnerabilidades específicas dentro del conflicto armado, que a su vez son
causas de desplazamiento, y por lo mismo explican en su conjunto el impacto
desproporcionado del desplazamiento forzado sobre las mujeres (…) El
27
AMNISTÍA INTERNACIONAL. Colombia: un
http://web.amnesty.org/library/Index/ESLAMR230042004
laboratorio
de
guerra.
Represión
y
Violencia
en
Arauca.
impacto diferencial y agudizado del conflicto armado sobre las mujeres en
Colombia, y sus efectos de exacerbación y profundización de la discriminación,
exclusión y violencia de género preexistentes –particularmente en el caso de
las mujeres indígenas, afrocolombianas y marginadas (Auto 092 Constataciones Generales). Advierte la Corte Constitucional que por causa de
su condición de género, las mujeres están expuestas mayormente al impacto
del conflicto armado”28.
Desplazarse del territorio, para mujeres y hombres indígenas, es la muerte. La
relación de los y las indígenas con la tierra, es vital, el sentido de arraigo y
pertenencia a un pueblo está fuertemente ligado a la relación que se establece
con la “madre tierra”: la que los acoge al momento del nacimiento, la que les
prorporciona la fuerza y el alimento para vivir, el lugar en donde habitan los
ancestros y todos los espírtus, en fin… el cosmos que con todas sus energía se
constituye en la fuerza para seguir resistiendo… es el lugar para cosechar,
para la celebración ritual, para la protección de la vida y la salud,… el territorio
es parte constitutiva del “ser indio” y verse forzados a abandonarlo genera una
serie de situaciones que ponen en grave riesgo la existencia y la vida misma y
desdibuja de manera grave el rol de las mujeres como principales “protectoras
de la vida”.
Se puede imaginar el impacto que causa el destierro para una persona
indígena, poco se ha documentado lo que significa para esta población vivir en
ambientes totalmente ajenos a lo que ha sido su realidad: selvas de cemento,
sociedades discriminatorias que los miran con “sospecha”, “niños, mujeres,
ancianos y jóvenes que ahora deambulan sin esperanza, desempleadas
obligadas al desarraigo en ciudades como Ibague, Neiva y Bogotá. Lo peor de
todo, sin ninguna protección, y sin la menor garantía para retornar a sus
territorios (…) no hay esperanzas de futuro ” (Informe Pueblos Indígenas del
Tolima).
En este contexto, las mujeres indígenas sufren el impacto desproporcionado,
como ya se mencionó, lo reconoce la Corte Constitucional, se exponen al
abuso y explotación sexual, a la mendicidad, a la explotación en trabajos como
el trabajo doméstico, entre otros, sin contar las condiciones infrahumanas en
las que les toca vivir en los cinturones de miseria en las ciudades.
28
“En el ámbito de la prevención del desplazamiento forzoso, la Corte Constitucional ha identificado diez (10) riesgos de género en
el marco del conflicto armado colombiano, es decir, diez factores de vulnerabilidad específicos a los que están expuestas las
mujeres por causa de su condición femenina en el marco de la confrontación armada interna colombiana, que no son compartidos
por los hombres, y que explican en su conjunto el impacto desproporcionado del desplazamiento forzoso sobre las mujeres. Estos
riesgos son: (i) el riesgo de violencia sexual, explotación sexual o abuso sexual en el
marco del conflicto armado; (ii) el riesgo de explotación o esclavización para ejercer labores domésticas y roles considerados
femeninos en una sociedad con rasgos patriarcales, por parte de los actores armados ilegales; (iii) el riesgo
de reclutamiento forzado de sus hijos e hijas por los actores armados al margen de la ley, o de otro tipo de amenazas contra ellos,
que se hace más grave cuando la mujer es cabeza de familia; (iv) los riesgos derivados del contacto o de las relaciones familiares o
personales -voluntarias, accidentales o presuntas- con los integrantes de alguno de los grupos armados ilegales que operan en el país
o con miembros de la Fuerza Pública, principalmente por señalamientos o retaliaciones efectuados a posteriori por los bandos
ilegales enemigos; (v) los riesgos derivados de su pertenencia a organizaciones sociales, comunitarias o políticas de mujeres, o de
sus labores de liderazgo y promoción de los derechos humanos en zonas afectadas por el conflicto armado; (vi) el riesgo de
persecución y asesinato por las estrategias de control coercitivo del comportamiento público y privado de las personas que
implementan los grupos armados ilegales en extensas áreas del territorio nacional; (vii) el riesgo por el asesinato o desaparición de
su proveedor económico o por la desintegración de sus grupos familiares y de sus redes de apoyo material y social; (viii) el riesgo de
ser despojadas de sus tierras y su patrimonio con mayor facilidad por los actores armados ilegales dada su posición histórica ante la
propiedad, especialmente las propiedades inmuebles rurales; (ix) los riesgos derivados de la condición de discriminación y
vulnerabilidad acentuada de las mujeres indígenas y afrodescendientes; y (x) el riesgo por la pérdida o ausencia de su compañero o
proveedor económico durante el proceso de desplazamiento”. Auto 092 – Síntesis de la presentación.
3.2 La Violencia sexual una realidad silenciada
Las mujeres indígenas son víctimas de agresiones sexuales por parte de los
diferentes actores del conflicto armado, realidad conocida que no ha sido
registrada de manera sistemática, ya que muchas mujeres indígenas no
denuncian estos los actos de agresión, o si lo declaran, esta información no
sale de la comunidad indígena, en muchos casos por “factores culturales tales
como la vergüenza, aislamiento y estigmatización sociales generados sobre
una mujer por el hecho de haber sido víctima de violencia sexual, las llevan a
ellas, e incluso a sus propias familias y comunidades, a abstenerse de
denunciar lo ocurrido para no violentar lo que se percibe como el “honor” de la
afectada o de sus parientes” 29. Esta es la razón por la cual la base de datos
de la ONIC, en este momento, muestra un subregistro sobre el número real de
violaciones, dadas las condiciones de las retaliaciones que hacia ellas puedan
ejercer los actores armados. Por ello, el temor a denunciar este delito por parte
de las mujeres que trae consigo consecuencias como la amenaza contra su
vida y su dignidad teniendo en cuenta la magnitud y trascendencia del impacto
del conflicto hacia este grupo vulnerable de la población. Sin embargo, en los
análisis realizados nos encontramos que por ejemplo en los datos recogidos
entre mujeres y familiares en la “Visita de las mujeres a la región Norte del
Cauca en la julio 23 y 24 de 2005”30, se habló de la denuncia de 32 casos
denunciados en el año 2004.
“En el resguardo de Tacueyó en el Municipio de Toribío, dos mujeres indígenas fueron
abordadas por dos soldados, quienes les preguntaron si habían visto pasar a una mujer con
un tatuaje. Las mujeres que no sabían lo que era un tatuaje, le respondieron que no habían
visto nada, que no sabían que era eso de los tatuajes. Luego de esta respuesta los
soldados obligaron a las mujeres a desnudarse, bajo el pretexto de la búsqueda del tatuaje,
y procedieron a tocarles los senos. Estando en esta acción, llegaron dos sobrinas de las
señoras, de 13 y 14 años de edad, quienes fueron víctimas del mismo proceder por parte de
los soldados.”
Testimonio Mujer Indígena de Tacueyó
Según lo asegura Amanda Romero31, en el año 2006 aumentan los casos de
niñas indígenas de hasta 11 años de edad abusadas sexualmente por hombres
pertenecientes a los Batallones de Alta Montaña, Policía Contraguerrillas y
otras unidades militares y policiales.
“De acuerdo con testimonios de mujeres Betoye, el martes 17 de abril de 2006 se presentó un
incidente por el intento de violación a Rosa Campo, Gladys Fernández y una niña de 12 años
de la comunidad de Parreros y Velazqueros. Ellas denunciaron que cuando iban a buscar unas
ropas al otro lado del río, fueron retenidas por espacio de tres horas por miembros de la
Brigada Móvil No. 5, que les preguntaban por la guerrilla. “Esos son los que más joden en
todas las comunidades indígenas”. Luego de mucho acoso, una joven indígena decidió irse con
la tropa, prostituyéndose con varios de ellos, pero como las otras no hicieron caso a los
29
30
31
CORTE CONSTITUCIONAL. Sala Segunda de Revisión. AUTO N° 092 de 2008
Visita organizada por organizaciones de Mujeres del Departamento del Cauca, entre la Ruta Pacífica de Mujeres.
ROMERO, Amanda. Los pueblos indígenas de Colombia afrontan una grave crisis humanitaria y de derechos humanos.
Pensamiento y Acción Social, PAS- SUIPPCOL. Bogotá. 2006
soldados, las insultaron y amenazaron, defendiéndose entre todas para no permitir que las
32
abusaran
En mayo de 2009, la ONIC presentó un derecho de petición a la Fiscalía
General de la Nación33 solicitando información sobre el estado de las
investigaciones de los delitos de violencia sexual, en las que las víctimas son
mujeres de comunidades indígenas, y la cual fue ordenada en el Auto 092 de la
Corte Constitucional. Al respecto, la Fiscalía responde a la solicitud adjuntó con
el siguiente cuadro, que reporta sobre 7 casos de violencia sexual a
investigarse indicando en qué etapa se encuentra cada investigación:
Seccional
Unidad
Seccional
Popayán
Unidad
191426000 2
seccional 613208801
de Caloto 21
Unidad.
Nal.
de
DDERECH
OS
HUMANOS
H y DIH
Seccional
Quibdó
Unidad.
5186
Nal. de
DDEREC
HOS
HUMAN
OSH
Unidad
160196
de vida y
delitos
sexuales
49
Unidad.
5202
Nal. de
DDEREC
HOS
HUMAN
OSH
Seccional
Unidad
160197
Quibdó
de vida y
delitos
sexuales
Unidad.
Unidad.
5211
Nal.
de Nal. de
DDERECH DERECH
OS
OS
HUMANOS HUMAN
H y DIH
OSH
49
Unidad Nal.
DDERECH
OS
HUMANOS
H y DIH
Radicado
Fiscal Delito
No.
1
1
15
Acceso
carnal
violento
Art.
205
C.P
Acceso
carnal
violento
Art.
205
C.P
Nombre
victima
Apellido
victima
N.N
N.N
Mujer indígena
del resguardo
Tacueyo
Indagación
Rosa
Camejo
Moñina
Etapa
de
investigación
preliminar
Lana
Isama
Etapa
de
investigación
preliminar
Acto
Beyarcila
sexual
violento
Art.
206
C.P
Acceso
Mujeres
carnal
indígenas Nasa
violento
Art.
205
C.P
Tentativa
de acceso
carnal
violento
Acceso
carnal
violento
Art.
205
C.P
Etapa
Mujeres
indígenas
Bellavista
de
Indígenas Wiwa
Etapa
de
investigación
preliminar
Etapa
de
investigación
preliminar
Etapa
de
investigación
preliminar
La respuesta de la Fiscalía no puede ser más displicente, se limita a informar
que todos los casos están en “investigación prelimar” un año después de que
fue emitida la orden de la Corte Constitucional, se elude responsabilidades bajo
el argumento de que faltan pruebas mínimas para llevar a cabo una
32
33
Testimonio de comuneros del pueblo Betoye. Fortul, junio de 2006.
Oficio DNF 14538.
investigación de los hechos34. El Estado desconoce que los patrones culturales
en las comunidades indígenas cohíben las denuncias de las mujeres.
La posesión sobre el cuerpo de las mujeres... una estrategia de la guerra
“La posesión de nuestros cuerpos como botín de guerra por parte de los
distintos actores armados, es una táctica premeditada que se utiliza dentro de
nuestros territorios. Actos de violencia que en repetidas ocasiones quedan
ocultos bajo el silencio de las mujeres, por distintos motivos, como el temor de
enfrentarnos al victimario cuando éste abusa del terror que causan las armas”
(Informe Misión Internacional de Verificación derechos humanos. de las
Mujeres Indígenas en el Departamento del Cauca. 2005)
La utilización del cuerpo de las mujeres son agresiones sexuales contra
mujeres, jóvenes y niñas que se presentan contra mujeres de los Pueblos
Indígenas: esclavitud y explotación sexual, prostitución, embarazos y abortos
no deseados, planificación forzosa, son entre otras algunas de las agresiones
que sufren las mujeres, agresiones que producen un efecto35 devastador, en
muchos casos irreparables e inmutables, como el contagio de infecciones de
transmisión sexual, traumas psicológicos, la generación de procesos de revictimización a través del rechazo y la estigmatización social por las
comunidades y familias de las afectadas, entre otros.
La violencia sexual pasa desapercibida y no categorizada entre las
consecuencias del conflicto armado interno, se entiende como un asusto
privado y no público, es decir, sólo le concierne a cada mujer, y más si se trata
de una mujer indígena, donde sus problemáticas se configuran de manera
distinta.
3.3 El Enamoramiento como táctica de guerra
“Como autoridad, hemos notado mucho que a las niñas les fascina ver a los policías. Ellas
llegan con notas y se las hacen llegar a los policías, les coquetean, hay muchas niñas que en
las noches se meten a las trincheras, incluso mujeres que tienen a sus maridos. Esta situación
la hemos hablado con ellos, pero la policía sigue en la misma. En el campo sucede lo mismo
con la guerrilla. Cuando ellos llegan a las veredas, las muchachas se ponen felices, porque
ellos van a las casas y se las llevan. Parece como si todos utilizaran esta forma, pues al
ejército también los vemos en las mismas. Cuando las mujeres no les hacen caso, les dicen
36
que las van a acusar de informantes”.
Romero en su documento revela37 el empleo de mecanismos de seducción,
engaño y abuso a niñas menores de edad que quedan embarazadas de
miembros de la Fuerza Pública que, en la mayoría de los casos, son
trasladados cada seis meses a otras bases de zonas de “orden público”,
convirtiendo a estas niñas en madres cabeza de familia, como se observó en
34
VICEPRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA. Programa Presidencial de Derechos Humanos. Consideraciones del Estado
colombiano al informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 2005. Bogotá, marzo de 2006.
P. 21
35
Op. Cit. AUTO 092 de 2008
36
AUTORIDADES TRADICIONALES DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS DEL DEPARTAMENTO DEL CAUCA. Situación de
Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario. Zona norte del departamento del Cauca. 2005- 2006.. 2007. Toribio
37
Óp. Cit. ROMERO
las comunidades Kankuama de la Sierra Nevada de Santa Marta y Nasa del
Norte del Cauca.
Los actores armados utilizan38 como estrategia de guerra, el enamoramiento a
las niñas y mujeres de las comunidades indígenas, buscando obtener
información, valiéndose en muchos casos de su ingenuidad, sus vacíos
afectivos o problemas familiares; involucrándolas así en un conflicto del cual no
son parte, colocando en alto riesgo sus vidas y la de nuestras familias39. Por
esta causa 9 familias indígenas de Toribio (Cauca) fueron amenazadas y 5
jóvenes tuvieron que salir del territorio, debilitando la identidad y el papel de la
mujer en el proceso organizativo”.40
“Yo, como mujer tuve un problema el 26 de junio de 2005, por parte del
Ejército. Ese día pasó que un soldado quiso ‘enamorarse de mi’, que porque yo
tenía el marido enfermo, él me iba a ayudar en todas las cosas, a los niños. Después
me siguió jodiendo la vida. Era un soldado del Batallón de Alta Montaña, pero en
medio del temor yo no le puse cuidado ni al apellido de él. Estuvo una semana así,
jodiéndome. A lo último yo no le hice mas caso, me dijo que yo era una hijueputa
guerrillera y por eso no le había hecho caso. Yo andaba por ahí con un sobrino y él
[el soldado] me atajó en el camino y me dijo que me iba a matar. Yo le dije que me
matara pero que yo no era una guerrillera. Yo logré zafarme, sin hacerle caso.
41
Después como que lo trasladaron, y dejó la joda. Pero yo lo conozco y sé quién es él.”
“... las amenazas son de tipo sexual o por asociación afectiva, ... suele suceder
que cuando llegan los ejércitos toman a las niñas, las enamoran, las hacen sus
novias, las utilizan y luego las dejan; esto es algo complicado para la
comunidad”, en repetidas ocasiones se ha denunciado esta práctica, en la cual
los varones guerreros, haciendo uso del poder y la seducción de las armas y el
uniforme, involucran a las niñas y jóvenes en relaciones afectivas con el único
fin de obtener favores: información, transmisión de mensajes, transporte de
cosas prohibidas, etc. Se han dado casos en que algunas de estas jóvenes han
resultado en embarazo y han sido abandonadas” 42
El conflicto armado interno utiliza a las mujeres, jóvenes y niñas como un
medio más en la guerra, es un hecho que ellas no están en condiciones de
negarse o rechazar las insinuaciones amorosas de algún actor, de hacerlo se
les acusa de estar ligadas con en el bando contrario, con el “enemigo”, lo que
lleva a que las estigmaticen y etiqueten como informantes. Esta situación trae
graves repercusiones comunitarias que desequilibran el tejido comunitario, es
decir las mujeres pueden ser utilizadas como informantes (inevitable hacerlo
por el temor de perder sus vidas) implicando riegos para su integridad física y
psicológica y problemas de tipo intracomunitario.
38
CRIC. Informe de la situación derechos humanos de las mujeres indígenas en el departamento del Cauca - Colombia a la Misión
Internacional de Verificación de Violación a los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas en Colombia. Santander de Quilichao.
2006
39
Comunicado público 23 de julio de 2005. Las mujeres de Toribio nos tomamos la palabra.
40
41
42
Ibíd.
Op. Cit. Autoridades tradicionales de los pueblos indígenas del departamento del Cauca
Testimonio tomado de “La Tradición” en “La Tradición, La Semilla y la Construcción. Sistematización de tres experiencias de
resistencia de organizaciones de mujeres al frente del conflicto armado en Colombia, Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado –
UNIFEM.
“El asesinato de la joven Paola Andrea Yule de 15 años de edad, quien había sido retenida el
19 de agosto de 2006, por la guerrilla de las FARC. Posteriormente, apareció asesinada el 29
de agosto de 2006 a dos kilómetros del área urbana de Toribio hacia la vía de San Francisco.
Paola fue violada, torturada y uno de sus senos fue cercenado, el móvil de este asesinato es la
43
relación afectiva que ella sostenía con un policía”
3.4 Impactos en la salud de las mujeres:
La vida de las mujeres indígenas, en este contexto se ve amenazada en toda
su integridad: física y emocionalmente las mujeres están afectadas por la
tensión permanente que les provoca una guerra que amenaza de manera
permanente a sus hijas e hijos, a sus compañeros y a su pueblo en general.
Sin embargo se quiere destacar la preocupación creciente por la salud sexual y
reproductiva de jóvenes y adultas, si bien no se ha generado un sistema de
información que de cuenta de esta realidad, es un hecho que la presencia de
grupos hombres armados en medio de los territorios indígenas que se
relacionan con las mujeres afectiva y sexualmente de diversas maneras implica
un riesgo mayor de contraer enfermedades de transmisión sexual (ETS)
incluyendo el VIH-SIDA. No se cuenta con información cuantificada sobre esta
situación sin embargo en la Organización llegan las preocupaciones de
autoridades y personal de salud por el incremento de casos, incluso del VIHSIDA en las comunidades.
Realidad que por razones diversas las
comunidades no quieren hacer pública.
Pero no sólo las ETS y el VIH-SIDA son amenazas, los embarazos tempranos,
indeseados, algunos producto de violaciones sexuales, otros de engaños
afectivos y algunos de relaciones afectivas, genera al interno de las
comunidades una serie de tensiones que desestabilizan el tejido comentario,
destruyen hogares y arruinan la vida de jóvenes que se enfrentan a la
maternidad solas sin el acompañamiento de un padre para sus hijos e hijas;
generando además la aparición de una generación de niños-as que no saben
de sus padres, que no son indígenas y que con dificultad son asumidos por los
indígenas.
3.5 Las mujeres: jóvenes y niñas víctimas del reclutamiento forzado:
Una realidad no cuantificada en medio de los Pueblos Indígenas, tiene que ver
con el reclutamiento forzado de jóvenes, niños y niñas por parte de los
diferentes actores de la guerra: las guerrillas, los paramilitares, la delincuencia
común, las redes de informantes, los soldados campesinos, etc. encuentran
los mecanismos para lograr que de manera “voluntaria” o por la fuerza los y las
jóvenes y hasta niños ingresen a sus fijas.
“Yo soy viuda, aquí hay varias. Uno siempre piensa más en los varones... aunque a las niñas
también. Si sale uno a hacer un mandado siempre está pensando “ya debe llegar y todavía no
ha llegado... porqué”, y hasta a veces le dan a uno ganas de salir a buscar. Uno parece como
43
Testimonio recogido en el departamento de Cauca : Programa Mujer de ACIN, informe para la misión de verificación
internacional, agosto 2006
un gavilán... tengo ganas de salir corriendo a defender a mi hijo, pero yo se que uno no puede.
Pero uno siempre vive en la mente con eso, asustada, y pensando cada rato si no llego.
Se ve mucho como cuando hay un grupo armado cerca, los jóvenes son dados – sera por la
misma inquietud de mirar qué pasa- a acercarse y conversar – y casi siempre los grupos
armados aprovechan para ganarse a los muchachos y muchachas y convencerlos de meterse
en un grupo o salen muchachas enamoradas (...) O sea, donde hay grupos armados, el Ejército
44
o el que sea, pasa eso: que hay jóvenes (hombres y mujeres) acercándose”.
Y así como este testimonio se cuenta con centenares de testimonios que
hablan de cómo los grupos armados les han arrebato sus hijas e hijos y
compañeros. Es conocido los casos de las mujeres en Jambaló Cauca que se
han organizado para ir a rescatar a sus hijos de la guerrilla.
La guerra se ha convertido en una alternativa económica para algunas-os
jóvenes que no encuentran otra forma de obtener un ingreso económico, la
ausencia de alternativas laborales y productivas, la falta de tierras y la pobreza
extrema, se ha constituido en un factor que provoca la inserción en ejércitos,
incluso el servicio militar, del cual están exentos los jóvenes indígenas se ha
ido convirtiendo en una alternativa.
3.6 Víctimas de detenciones arbitrarias y ejecuciones extrajudiciales
DETENCIONES ARBITRARIAS CONTRA INDÍGENAS 2002-2009
AÑO
Total Victimas
Mujeres
Niñas
2002
15
0
0
2003
211
3
0
2004
117
9
0
2005
45
0
0
2006
179
14
0
2007
55
3
0
2008
11
1
0
2009
7
0
0
TOTAL
640
30
0
Fuente: Sistema Unificado de información sobre pueblos indígenas de Colombia. Onic-Cecoin
Aunque el porcentaje de mujeres que han sido víctimas de detenciones
arbitrarias es bajo (un poco menos del 5%) es significativo el incremento en el
los últimos años y esta práctica se reconoce, en muchos casos como un
procedimiento previo a las ejecuciones extrajudiciales, siguiendo un patrón que
en donde se produce la detención bajo el pretexto de que colaboran con el
“terrorismo”. Este patrón alude a la incapacidad del Estado colombiano en
proteger y garantizar la libertad personal, derecho contemplado en la Carta
Magna.
Le siguen a estas detenciones, las ejecuciones extrajudiciales, son “asesinatos
de civiles por parte de las fuerzas militares y otros actores armados que
44
Testimonio Mujer Arhuaca. Tomado IV Informe Mesa Mujer y Conflicto Armado. P 119
cometen actos que violan el derecho a la vida”45, que se pueden comprender
como una práctica sistemática, siguiendo a Philip Alston, Relator de Naciones
Unidas para este ámbito, quien también advierte que la mayoría de masacres
y asesinatos se cometen de manera desproporcionada contra pueblos
indígenas, poblaciones rurales pobres, sindicalistas, afrocolombianos,
defensores de Derechos Humanos y líderes comunitarios. No se cuenta con la
información consolidada sobre ejecuciones de mujeres indígenas, pero si con
testimonios que se recogieron durante la Misión Internacional de Verificación46
en donde se pidió el respeto de los Derechos Humanos y el Derecho
Internacional Humanitario, solicitando al Estado se adopten políticas estatales
coherentes en busca de la protección de los derechos individuales y colectivos,
políticos y sociales de los pueblos.
“El 29 de mayo de 2008, fueron asesinados Amparo y Silvio Chaguendo Ipia, indígenas Nasa, y
comuneros del Cabildo de Tacueyó. Según versiones de los testigos, en la parte alta de la
vereda se presentaron enfrentamientos entre la guerrilla y el ejército y a eso de las 2 de la
tarde, cuando los hermanos estaban almorzando en la cocina de una vivienda, soldados del
batallón pichincha llegaron hasta el lugar y les dieron muerte. Estas personas “eran jornaleros y
habían venido de la vereda la playa Tacueyó a la cominera para trabajar en la cosecha de
café”.
De acuerdo con versiones de la comunidad soldados del Ejército Nacional adscritos a los
Batallones Codazzi o Pichincha, ordenaron a una mujer y a su hija abrir la puerta de la vivienda
en la que entraron a resguardarse de los enfrentamientos entre la guerrilla y el Ejercito los
hermanos indígenas, los soldados entraron y fusilaron a estas personas Según las
autoridades del Cabildo Indígena de Corinto, Silvio tenía un impacto de bala en la órbita del ojo
izquierdo y Amparo, un solo impacto en el parietal izquierdo. Los soldados huyeron corriendo
de la vivienda después de cometer el crimen. Amparo y Silvio eran civiles. No portaban armas
ni estaban involucrados en el combate. La comunidad de inmediato rodeó la vivienda para
impedir que agentes del DAS y efectivos del Ejército que se hicieron presentes, pudieran
47
alterar la evidencia o llevarse los cadáveres.”
“ En junio de 2008, fue asesinada la niña Nixa Marbelis Martínez Cáceres, de 15 años de edad,
por el del batallón de artillería No. 2 “La popa”; según comunicado del Ejército, la joven fue
dada de baja junto con otra persona durante un combate en el sitio conocido como vereda la
señora, del municipio de Pueblo Bello, Cesar.
Familiares de la niña afirman que la menor era estudiante de 10º grado del Colegio Upar, y
que había desaparecido hace 20 días cuando asistía a una cita médica. De acuerdo con el
relato de Ubaldo Martínez y Mirian Cáceres, padres de la joven, ésta sufrió un accidente a
finales de febrero, cuando llegaba al colegio a bordo de una motocicleta que fue embestido por
un vehículo; el accidente le ocasionó la pérdida de varios dientes y lesiones en las piernas, por
lo que fue incapacitada por cuatro meses. El 27 de mayo fue a una cita médica para que le
pusieran una prótesis dental, salió del consultorio a buscar uno guantes quirúrgicos y nunca
regresó. “mi hija no es guerrillera, quien dice eso me debe demostrar que ella estaba en
combate; por su incapacidad ella no podía caminar bien”, dijo la desconsolada madre. El
domingo ocho de junio, a través de una llamada telefónica anónima, alertaron a la madre que
su hija desaparecida estaba muerta en la morgue de medicina legal. Efectivos del CTI
48
practicaron el levantamiento de la joven y de Giovanni Jiménez zapata, de 38 años”
45
ONIC. ONU: Ejecuciones extrajudiciales son sistemáticas y comprometen al ejército. Declaración del Philip Alston, Relator
Especial
de
Naciones
Unidas
para
ejecuciones
Extrajudiciales
Sumarias
y
arbitrarias.
2009.
http://actualidad.hemeracomunicar.org/index.php?option=com_content&view=article&id=7882:onu-ejecuciones – extrajudiciales
son sistemáticas y comprometen al ejército. Tomado 13-07-09
46
Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca –ACIN, Cxab Wala Kiwe- Consejo Regional Indígena del Cauca -CRIC
47
48
Ibíd.
Vanguardia Liberal Valledupar junio 18 de 2008
De igual manera en los registros de ONIC, se encuentran casos que dan
cuenta de ejecuciones extrajudiciales acompañados de violencia sexual contra
mujeres, como en el caso ocurrido, mencionado anteriormente en mayo del
2003 en el departamento de Arauca en las Veredas del resguardo Betoyes,
donde miembros del Ejercito que portaban brazaletes distintivos de las AUC,
violaron a cuatro jóvenes de 11, 12, 15 y 16 años de edad, entre ellas a Maribel
Fernández, la joven de dieciséis años de edad y Omaira Fernández, quien
estaba embarazada. “El pueblo Guahíbo tuvo que ver horrorizado cómo los
"supuestos" paramilitares le abrían el vientre a la joven, le extraían el feto, lo
trozaban, introducían sus partes en una bolsa plástica y la arrojaban al río junto
a la madre”.
3.7 La Servidumbre
El servicio doméstico49 obligado o “voluntario”, se constituye como un aspecto
más de las violaciones a los Derechos Humanos de las mujeres indígenas, que
implica la separación de su núcleo familiar, exceso de responsabilidades no
correspondientes con su edad, remuneración injusta, discriminación, maltrato,
abuso y violencia sexual, además no pueden acceder a la educación ni a la
recreación, contemplados como derechos fundamentales en la Constitución
Políticas del 1991.
“Miriam Yaneth Tacan Taramue, niña indígena de 17 años quien además de ser víctima de la
totalidad de las anteriores vulneraciones, pierde la vida tratando de escapar de la situación de
50
esclavitud a la cual fue sometida”
Esta violación a los Derechos Humanos toca muy de cerca al Resguardo y
Municipio de Jambaló, habitados por la comunidad indígena Nasa, que a pesar
de que el Plan de Vida busque fortalecer la vida comunitaria para que haya
armonía entre la madre tierra y los seres que en ella viven, se ve afectado por
la falta de oportunidades y la violencia socio-económica que lleva a que las
mujeres migren hacia los urbes aledañas, como Cali en busca de empleo en el
servicio domestico.
“Laura Pasú, nacida en la vereda La Palma, perteneciente al resguardo de Jambaló. Esta
indígena Nasa de 19 años, es la última de 7 hermanos. Realizó sus estudios en el Centro de
Formación Integral Márden Arnulfo Betancourt de la zona baja del resguardo. Allí cursó hasta
grado noveno pero tuvo que retirarse porque sus padres no pudieron seguirla apoyando por
falta de recursos económicos. Motivada por las dificultades familiares, Laura optó por buscar
oportunidades laborales en Santander de Quilichao. Allí encontró un trabajo en el que no le
concedían descanso los días sábados, domingos y festivos. Además, sus patrones no le
permitieron continuar con sus estudios porque eran muy estrictos con el horario.
Cansada de esta situación, renunció para aprovechar otra oferta que le resultó en la ciudad de
Cali, en donde le fue muy bien porque los patrones no dudaron en apoyarla para terminar el
bachillerato. Su labor cotidiana consiste en levantarse a las 5 de la mañana a preparar el
desayuno. Los patrones salen al trabajo a las 6:30 a.m. y regresan a las 9 p.m. a la cena,
cuando Laura tiene los alimentos listos para que ellos mismos se sirvan. Durante el día su
oficio consiste en hacer el aseo al apartamento, lavar la ropa, hacer el almuerzo para ella
misma y por último se dedica a planchar la ropa. Cuando termina de hacer esas labores tiene
49
Tribuna
Nacional
de
Mujeres
por
los
Derechos
Económicos,
Sociales
y
Culturales.
2005
http://www.paginasyboletines.com/haztelap/curriculum/planetapaz/sectores/Veredicto_tribunal_mujeres.pdf Tomado 12-07-09
50
Ibíd.
tiempo para hacer las tareas del colegio, escuchar música y ver programas de televisión que
51
disminuyen el aburrimiento de su soledad”
Las mujeres indígenas que ejercen en el servicio doméstico se convierten en
víctimas de sexualidad agresiva, siendo objeto de abusos y maltrato
psicológico por parte de sus empleadores, además pueden ser engañadas a
causa de su ingenuidad, produciendo posiblemente embarazos no deseados.
Además, la esclavitud, la prostitución, el contagio con enfermedades de
transmisión sexual configuran los múltiples riesgos de las indígenas en medio
de grandes urbes, donde los patrones culturales no coinciden.
Pero no sólo se presenta la realidad de mujeres empleadas en el servicio
doméstico en condiciones laborales que rayan a todas luces con las
obligaciones laborales establecidas en la Ley Colombiana. Se presentan casos
de mujeres, jóvenes y adultas, que son obligadas por los grupos armados a
“cocinar y lavarles la ropa”, en muchos casos como castigo por “conductas que
ellos consideran inaceptables” ligadas a la forma de vestir, sus relaciones
afectivas o por andar en horas inadecuadas en espacios públicos.
3.8 Amenazas y criminalización de la movilización indígena
Alexander López Maya, Presidente de Comisión de Derechos Humanos y
Audiencias del Senado de la República denunció52 este año ante la opinión
pública nacional e internacional la oleada de intimidaciones, amenazas y
atentados, en contra de los líderes del movimiento indígena y sus proyectos
comunitarios, con especial énfasis en las autoridades tradicionales de la zona
norte del departamento del Cauca.
Destaca una serie de agresiones en contra de la Asociación de Cabildos
Indígenas, las autoridades tradicionales y los consejeros mayores, tanto de la
ACIN como del Consejo Regional Indígena del Norte del Cauca , CRIC, cuyo
hecho más reciente es la judicialización de Aída Quilcué, vocera de la Minga
Indígena y Social, la cual ha sido objeto de un grave asedio con su núcleo
familiar, desde el asesinato de su compañero Edwin Legarda por parte de
efectivos de la 3ra brigada del Ejército Nacional en diciembre del 2008.
Adicionalmente, su hija de 12 años fue víctima de un atentado contra su vida
en mayo pasado y, ahora, la Fiscalía vincula a Ayda a una investigación por
secuestro y lesiones personales contra un militar que se infiltró en la minga y
fue procesado y castigado según la justicia especial indígena.
En la misma línea, las Águilas Negras, en junio de este año amenazaron con
asesinato a Melba Güetio, Gobernadora del Cabildo Cerro Tijeras y demás
integrantes del Cabildo, norte del Cauca, para que abandonaran la zona. “La
51
ACTUALIDAD ÉTNICA. Tejido de Comunicación de la ACIN. Por falta de oportunidad laboral, indígenas y campesinas
regalan su trabajo. 2009.
http://actualidad.hemeracomunicar.org/index.php?option=com_content&view=article&id=7786:por-falta-de-oportunidad-laboralindigenas-y-campesinas-regalan-su-trabajo-&catid=59:mujeres&Itemid=114 Tomado 13 – 07 -09
52
http://www.prensaindigena.org.mx/nuevositio/2009/06/18/colombia-no-cesa-persecucion-al-movimiento-indigena/
comunidad de Cerro Tijeras ha entendido que la amenaza no se reduce a tan
solo estos nombres y que es todo el colectivo indígena allí presente el
amenazado. Es definitivo entender que cada vez que se pretende amedrentar a
un nacional es Colombia entera la que está en riesgo.”53
Las amenazas y hostigamientos contra la movilización y organización indígena
se presentan en muchos de los Pueblos Indígenas:
“Las comunidades indígenas Betoye han sido las más afectadas por estar ubicadas en zonas
de permanente enfrentamiento armado. Sin precisar la fecha, testimonios de comuneros
desplazados señalaron que en las comunidades de Velazqueros y Parreros se produjeron en el
primer semestre de 2006, hostigamientos por tres horas a las mujeres por parte de la Brigada
Móvil del Ejército. De la misma forma, indígenas de la comunidad de Roqueros denunciaron
que su Capitán indígena fue maltratado: les taparon los ojos y lo iban a ahorcar, “pero al final,
54
lo soltaron”, porque lo acusaban de guerrillero.”
AMENAZAS INDIVIDUALES CONTRA PUEBLOS
INDÍGENAS EN COLOMBIA 2002-2009
Total
AÑO
Victimas
Mujeres
Niñas
2002
37
2
0
2003
54
7
0
2004
58
5
2
2005
10
3
0
2006
6
1
0
2007
10
3
0
2008
2
1
0
2009
4
0
0
TOTAL
181
22
2
Fuente: Sistema Unificado de información sobre pueblos indígenas de Colombia. Onic-Cecoin
Los datos anteriores, muestran como el 12% de las amenazas individuales
fueron contra indígenas fueron contra mujeres, se reitera el subregistro de
información. Son registrados en el período de 2002 a 2009, 22 casos de
mujeres y 2 casos de niñas amenazadas, sin embargo las amenazas provienen
de diferentes actores del conflicto armado, donde se destacan los grupos
insurgentes y paramilitares, muchos casos no salen a la luz pública por temor a
represalias.
Las amenazas individuales a las lideresas y dirigentes del movimiento indígena
representan una alarma ante la criminalización del que está en “contra del
Estado”, en muchos casos la protesta se asocia con el apoyo a grupos
insurgentes.
53
http://www.prensaindigena.org.mx/nuevositio/2009/07/13/colombia-ni-muertos-ni-desplazados/
CONIP. Situación de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario en el departamento de Arauca. Pueblos indígenas
Sikuani y U’wa. 2004- 2006 (primer trimestre). http://www.pcslatin.org/eventos/2006/mision_internacional/arauca.pdf Tomado 14
-07 - 09
54
3.9 Los asesinatos de mujeres indígenas:
AÑO
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
TOTAL
ASESINATOS POLÍTICOS 2002-2009
Total Victimas
Mujeres
313
207
143
76
83
41
101
Niñas
25
11
13
11
13
5
12
1
2
1
4
1
1
0
50
7
1
1014
97
11
Fuente: Sistema Unificado de información sobre pueblos indígenas de Colombia. Onic-Cecoin
En Colombia han sido asesinados 1.014 indígenas durante el periodo
presidencial actual (2002 - 2009), donde 97 mujeres (9,56%) y 11 niñas
(1,08%) y 44 niños (4.33%) han sido las víctimas. Información que en la última
semana ha cambiado por hechos cometidos contra personas del Pueblo Awá
en Nariño el pasado 17 de julio. Hay que considerar que algunos pueblos
apenas están empezando a hacer públicos estos asesinatos lo que significa
que esta información va a variar en poco tiempo en la medida que se reciba los
casos.
No hay mucho qué decir al respecto, las cifras hablan por si solas; el conflicto
armado interno pone en evidente riesgo la supervivencia de los pueblos
indígenas, o sólo por las políticas antisociales, la implantación del modelo de
desarrollo de muerte, sino el aniquilamiento físico de sus gentes.
“De los cuatro homicidios de indígenas que se registraron en 2003 en el departamento
(Arauca), uno tuvo lugar el 31 de enero cuando desconocidos asesinaron a un indígena de la
etnia Kumba (sic) en Tame; otros dos ocurrieron el 23 de febrero, cuando dos indígenas Tule
(sic) fueron muertos a manos de las autodefensas en Tame y el cuarto acaeció el 1 de marzo,
cuando desconocidos asesinaron a un indígena Betoye (Guahíbo) del resguardo Julieros,
Velazqueros, Genareros, Parreros, Roqueros en el municipio de Tame. Por otra parte, el 5 de
mayo se registró una masacre de indígenas en Arauca, cuando las autodefensas asesinaron a
5 indígenas del resguardo Julieros, Velazqueros, Genareros, Parreros, Roqueros en Tame,
55
secuestraron a 20 más y violaron a varias mujeres”
3.10 Incumplimiento de medidas cautelares
El mecanismo de medidas cautelares previsto por la CIDH establece que en
casos de gravedad y urgencia, y toda vez que resulte necesario de acuerdo a
la información disponible, la CIDH podrá, a iniciativa propia o a petición de
parte, solicitar al Estado referido la adopción de medidas cautelares para evitar
daños irreparables a las personas.
Uno de los casos emblemáticos en el tema de las medidas cautelares, es el de
las Mujeres pertenecientes a la Organización “Mujeres Fuerza Wayúu: “el 27 de
55
Testimonio de comuneros del pueblo Betoye. Fortul, junio de 2006.
enero de 2009 fue emitido por el Sistema de Alertas Tempranas de la
Defensoría del Pueblo, el Informe de Riesgo 002-09, en el cual se focaliza
entre otros sectores a las comunidades Wayúu del área rural de Maicao
ubicadas en los corregimientos de Montelara, La Majayura, Carraipía y a la
organización Fuerza de Mujeres Wayúu, esta última dedicada entre otras
actividades, a la denuncia de los crímenes cometidos por actores armados en
contra de comunidades Wayúu”56
Además la Fuerza de Mujeres Wayúu denunció57 en un comunicado una serie
de amenazas contra su colectivo y los asentamientos del mismo pueblo en tres
caseríos rurales de Maicao, localidad de la frontera norte de Colombia con
Venezuela, por lo cual solicitaron ante la CIDH que ampliara las medidas
cautelares. Las amenazas aparecieron en panfletos que presuntos grupos
paramilitares enviaron a la organización y circularon por las comunidades en
Maicao. En éstos se advierte a los indígenas de una campaña de "limpieza
social" (asesinatos) en esa población y se les exige que se recluyan a horas
tempranas en sus domicilios.
A pesar de las acciones lideradas por la Fuerza de Mujeres Wayuú,
nuevamente el Sistema de Alertas Tempranas de la Defensoría del Pueblo
presentó el Informe de Riesgo No. 017 del 9 de julio de 2009 de Alcance
Intermedio para Riohacha y Dibulla, por la presencia de actores armados
ilegales (paramilitares); desplazamiento por amenazas e intimidaciones;
amenazas contra mujeres Wayuú, reclutamiento forzado de niños;
estigmatización y señalamiento a mujeres y líderes wayuú que trabajan en la
defensa del territorio y de los Derechos Humanos58.
El principal escenario de riesgo59 para las lideresas del movimiento Fuerza de
Mujeres Wayúu (SJW/FMW) es la Carretera Troncal del Caribe en el trayecto
comprendido entre Riohacha y Dibulla, porque se configura a partir de la fuerte
disputa territorial que actualmente enfrenta a la estructura armada ilegal
denominada “Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC)” con la estructura
armada ilegal conocida como “Los Paisas”. Así mismo la presencia de las
FARC-EP entra a complejizar aún más la situación de riesgo que aquí se
presenta.
3. Respuesta del Estado Colombiano a la situación de las
Mujeres Indígenas
La misma Corte Constitucional, califica el compromiso del Estado Colombiano
frente a la situación de los pueblos y las mujeres indígenas:
56
CAOI. Área de Comunicaciones. Nuevas Amenazas en contra de Sutsuin Jiyeyú Wayuu – Fuerza de Mujeres Wayuu. 2009 .
http://actualidad.hemeracomunicar.org/index.php?option=com_content&view=article&id=7493:mujeres-wayuu-llaman-a-milgritos-de-solidaridad-por-nuevas-amenazas&catid=35:indigenas&Itemid=74 Tomado 12-09-07
57
Indígenas
de
pueblo
colombo-venezolano
piden
medidas
cautelares
a
la
CIDH.
www.lostiempos.com/noticias/20-03-09/20_03_09_ultimas_vyf5.php Tomado 12-07-09
58
ONIC. Incremento de violación a DDHH del Pueblo Wayuú revela Informe de Riesgo de la Defensoría. 2009.
http://www.onic.org.co/actualidad.shtml?x=36089 Tomado 13-07-09
59
Ibíd.
“En el presente Auto, la Corte abordará de manera prioritaria el mayor riesgo que se
cierne sobre los pueblos indígenas, es decir, el del exterminio de algunas
comunidades, sea desde el punto de vista cultural en razón al desplazamiento y
dispersión de sus miembros como desde el punto de vista físico debido a la muerte
natural o violenta de sus integrantes. La Sala adopta esta determinación en razón a la
enorme gravedad de su situación, sin perjuicio de que respecto de las demás etnias y
sus integrantes el Gobierno Nacional aplique una política que incorpore el enfoque
diferencial de diversidad étnica y cultural a que tienen derecho los indígenas
desplazados, confinados o en peligro de desplazamiento. (...) Es una emergencia tan
grave como invisible. Este proceso no ha sido reconocido aún en sus reales
dimensiones, por las autoridades encargadas de preservar y proteger a los pueblos
indígenas del país”. Auto 004 – Enero de 2009.
“La Sala Segunda de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los
Magistrados Manuel José Cepeda Espinosa, Jaime Córdoba Triviño y Rodrigo
Escobar Gil, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, ha adoptado
la presente providencia con el objeto de proteger los derechos fundamentales de las
mujeres afectadas por el desplazamiento forzado por causa del conflicto armado, en el
marco de la superación del estado de cosas inconstitucional declarado en la sentencia
T-025 de 2004, y después de haber convocado una sesión de información técnica el
día 10 de mayo de 2007 con la participación de los voceros de las mujeres
desplazadas. (...) el estado de cosas inconstitucional persiste en la actualidad, y
conlleva la continuidad de la violación masiva, sistemática, profunda y persistente de
los derechos fundamentales de millones de personas en el territorio nacional
victimizadas por este complejo fenómeno. Auto 092, abril del 2008.
Es evidente la ineficiencia del gobierno colombiano a la hora de adoptar
medidas para enfrentar la grave crisis de derechos humanos de los pueblos
indígenas. Lo dice evidenció la Corte Constitucional, y si bien el Auto 092 ya
lleva más de un año de vigencia, apenas se están empezando a “concertar”
con las mujeres los términos en que se va cumplir la orden la Corte, igual
acontece con el Auto 004, aunque este es más reciente.
Es evidente que no existe una política pública dirigida a Mujeres Indígenas que
considere un enfoque diferencial y de género en el país.
Políticas y programa asistencialistas...
Le ha apostado el gobierno colombiano a la “Política Social a través de La
Agencia Presidencia para la Acción Social y la Cooperación Internacional” a
través de su programa “Familias en Acción” que se ha focalizado a través de
las mujeres y que está presente en 32 departamentos y 1093 de los 1098
municipios colombianos, correspondiente esto al 99.54% de la cobertura
geográfica.
“Consiste otorgar un apoyo monetario directo a la madre
beneficiaria, condicionado al cumplimiento de compromisos por parte de la
familia. En educación, al garantizar la asistencia escolar de los menores y en
salud, con la asistencia de los niños y niñas menores a las citas de control de
crecimiento y desarrollo programadas”.
Se reconoce la presencia de este programa en medio de muchas
comunidades, sin embargo, no han llegado justamente a los pueblos que están
en riesgo de desaparecer. La percepción que se tiene de este programa por
parte de las mujeres apunta a críticas que tienen que ver:
- Son Programas dirigidos directamente desde la Presidencia de la
República, desconociendo, en muchos casos, la institucionalidad local y
las organizaciones propias indígenas.
- Son programas que promueven la dependencia “de lo que me van a dar”
desmotivando la autogestión y el trabajo colectivo.
- Expone a las mujeres a que les quiten el dinero por la vía de la fuerza
(robos, malos tratos y hasta golpes) o del convencimiento.
- Es una política perversa, que incluso lleva a algunas mujeres a
convencer a sus hijas adolescentes que se embaracen para recibir “la
platica”.
- Desestimula la producción y consumo de alimentos propios y
tradicionales a cambio de lo que se puede comprar, en muchos casos
con baja carga nutricional.
Entre muchas otras percepciones que tienen las organizaciones de mujeres
indígenas, se cree que esta práctica fomenta el clientelismo político que
“asegura votos y respaldo político” a quien “por primera vez se acuerda de
las mujeres pobres”.
Programas que legitiman la discriminación y la exclusión:
“Las Mujeres Indígenas consideran que la mayoría de programas y proyectos financiados por
el Estado tienen una cantidad de requisitos que imposibilitan que las mujeres puedan acceder
60
fácilmente a ellos”
No obstante las Recomendaciones como la del Relator Rodolfo Stavenhagen61,
que recomiendan la extensión efectiva de los programas existentes de
asistencia en servicios sociales básicos para mejorar la situación de las
mujeres y la niñez indígenas en las zonas rurales, en particular las mujeres y
los niños y niñas desplazadas, en materia de salud y educación. La constante
es no acatamiento a las mismas.
Los programas asistencialistas no son la solución, sin duda se requiere en
muchos casos la asistencia humanitaria pero como parte de políticas públicas y
programas integrales que se diseñen desde dentro de los pueblos indígenas, a
partir de sus necesidades especificas y los sueños del Plan de Vida. Y como ya
se dijo es evidente “la ausencia de políticas públicas para las mujeres, lo que
es el reflejo de una sociedad que se niega a reconocer su papel en los
procesos de desarrollo humano, social, político y de toda de índole”62.
En el mismo sentido, el Plan Nacional de Desarrollo 2002-2006, plantea la
política pública “Mujeres Constructoras de Paz y Desarrollo” que busca
“promover, coordinar e implementar una política para las mujeres adultas,
jóvenes y niñas que contribuya al logro de relaciones de equidad y de igualdad
de oportunidades entre mujeres y hombres, elevando la calidad de vida, el
60
Mujeres Indígenas:Tejiendo Resistencias para la Vida. Bogotá. 2004
Óp. Cit. NACIONES UNIDAS.
62
CODACOP. Vivienda y empleo: Derechos que cuestan. Bogotá. 2003
61
respeto de los derechos humanos, la participación ciudadana y el
fortalecimiento de los procesos organizativos y de las organizaciones de
mujeres”63. Formulación que lleva a la definición de políticas que no reconoce
la diversidad e inequidad entre las mujeres pobres del país y menos de las
mujeres indígenas. No responden a realidades concretas de injusticias socio
económicas, culturales y simbólicas.
De esto hablo la ACNUR64 en el 2006, cuando afirma que es necesaria la
existencia de un enfoque diferencial en la política de prevención, protección y
atención al desplazamiento interno, reconociendo y garantizando la respuesta
adecuada a los derechos, necesidades y problemáticas propias de los distintos
grupos de la población afectada por el desplazamiento, según criterios de
género, edad y diversidad. De esta forma, la población indígena desplazada
debe contar con una directriz de atención que garantice el trato equitativo para
mujeres y hombres. En respuesta65 a la Corte Constitucional y retomando las
recomendaciones del ACNUR, el gobierno “elaboró el Plan Nacional de
Atención Integral (Decreto 250 de 2005), que incorpora como principio rector de
la política, un enfoque diferencial considerando las características de la
población sujeto en términos de género, edad, grupo étnico y sus
particularidades socio culturales”, el cual no se conoce entre las comunidades
indígenas.
“La Tribuna Nacional también conoció la situación padecida por las mujeres
Indígenas desplazadas: Esta Tribuna advierte que el Estado colombiano no ha desarrollado en
sus políticas, una atención y respuesta diferenciada hacia los pueblos indígenas. Observamos
que los miembros de los pueblos indígenas, hombres y mujeres son objeto de persistente
hostigamiento. Esta Tribuna observa que el desplazamiento forzado no sólo afecta los
derechos individuales, tales como, al trabajo, a la seguridad, a la vivienda de las personas
pertenecientes a los pueblos indígenas, sino que además son afectados directamente derechos
fundamentales como el territorio y recursos naturales, a la integridad cultural, a la
66
autodeterminación como pueblo, conforme es protegido por el Convenio 169 de la OIT”
Como lo afirma Romero67, a pesar de que exista un marco legislativo a nivel
nacional para el desarrollo de políticas estatales que reconozcan los derechos
de los pueblos indígenas, no ha sido posible, que el gobierno destine
presupuestos para la formulación y ejecución de programas que respondan
ante las diversas necesidades, además la participación de las mujeres en el
diseño y evaluación de estos instrumentos es pasiva y limitada, puesto que no
existen los espacios y medios para la consulta adecuada.
A la postre, escenarios como los Consejos Comunitarios68 promovidos a través
de la Consejería para la Equidad de la Mujer, no son adecuados para diseñar
políticas, no son decisorios, no están articulados al sistema nacional,
departamental y local de planeación y si están utilizando a las mujeres para
63
CONSEJERIA PRESIDENCIAL PARA LA EQUIDAD DE LA MUJER. Política Mujeres Constructoras de Paz y Desarrollo.
Misión. http://www.presidencia.gov.co/equidad/mision.htm tomado 12 - 07 - 09
64
ACNUR. Colombia, desplazamiento indígena y política pública: paradoja del reconocimiento. Instituto Interamericano de
Derechos Humanos. San José de Costa Rica. 2006
65
Ibíd.
66
TRIBUNAL NACIONAL DE MUJERES POR LOS DERECHOS ECONÓMICOS, SOCIALES Y CULTURALES. 2005
http://www.paginasyboletines.com/haztelap/curriculum/planetapaz/sectores/Veredicto_tribunal_mujeres.pdf Tomado 12-07-09
67
ROMERO, Amanda. Los pueblos indígenas de Colombia afrontan una grave crisis humanitaria y de derechos humanos.
Pensamiento y Acción Social, PAS- SUIPPCOL. Bogotá. 2006
68
Ibíd.
realizar trabajos (como se conoció recientemente en el departamento del
Cauca) de aplicación de encuestas para la formulación de un diagnóstico
departamental.
La materialización del conflicto armado colombiano en las mujeres, como se
menciono anteriormente, es en parte la violación sexual. La respuesta estatal
es negar los hechos relatados por las mujeres, a causa de la “falta de pruebas”,
el Estado no reconoce las dificultades e implicaciones que trae denunciar actos
de este tipo en el marco de los patrones culturales de los Pueblos Indígenas.
“Es particularmente preocupante la acusación que se hace al Ejército, originada en denuncias
no corroboradas por la Oficina, sobre violencia sexual contra mujeres, especialmente de
manera grupal y de ascendencia indígena. Esta denuncia fue hecha de manera pública e
irresponsable por un dirigente indígena que se refería a casi un centenar de mujeres violadas
por el Ejército, pero nunca ratificada ante la Fiscalía u otro ente investigador. En su momento,
(…) (se) solicitó información precisa que señalara casos, unidades o lugares concretos que
pudieran conducir a una investigación, pero la información nunca llegó; sin embargo, estas
declaraciones no ratificadas recibieron total crédito de la Oficina del Alto Comisionado (de la
ONU para Derechos Humanos) y ahora serán difundidas ante todos los países del mundo,
69
causando un daño irreparable a la imagen del Ejército (…)” .
4. Recomendaciones
El reconocimiento de la gravedad de la situación de Derechos Humanos de las
Mujeres de los Pueblos Indígenas ha convocado a las mujeres a formular
demandas y recomendaciones que ahora le formula al Sr Relator:
1.) Exigir al Estado Colombia el acatamiento y cumplimiento de las
Recomendaciones emitidas por diferentes instancias del sistema de
Derechos Humanos de Naciones Unidas y la CIDH.
2.) Respuesta inmediata a comunicados y denuncias por hechos de
hostigamiento, amenazas y violación a derechos humanos en las
comunidades indígenas.
3.) Adelantar las investigaciones, castigo y encarcelamiento de los
perpetradores de violaciones de derechos humanos, en especial a
quienes han atacado a la niñez y las mujeres indígenas.
4.) Exigir la desmilitarización de los territorios indígenas y la salida de todos
los grupos armados, así como el desmantelamiento de las estructuras
paramilitares que siguen operando en territorios indígenas, a pesar del
discurso oficial de una pacificación del país.
5.) El establecimiento de programas concertados adecuadamente de
atención a las mujeres y niñas que han sido agredidas sexualmente y
con otras formas de violencia, que proporcionen una reparación integral,
comenzando por el respeto a nuestras autoridades, gobierno y formas
tradicionales de vida.
6.) Garantizar el retorno de las comunidades indígenas desplazadas con
todas las garantías de seguridad y dignidad, porque en el territorio es
donde se puede pervivir.
69
VICEPRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA. “Consideraciones del Estado Colombiano al Informe de la Alta Comisionada de las
Naciones Unidas para los Derechos Humanos -2005”. Bogotá. 2006.
7.) La devolución de todas las niñas, niños y jóvenes que han sido
reclutados por las organizaciones guerrilleras, paramilitares y cesar su
utilización por parte de las unidades de la Fuerza Pública.
8.) El establecimiento de programas para terminar con las minas
antipersonal que han sido sembradas en todo el territorio, así como el
desmantelamiento de artefactos explosivos, trincheras y barricadas que
han quedado abandonados luego de combates en zonas urbanas y
rurales o han sido colocadas por la Fuerza Pública en su lucha
contrainsurgente.
9.) El cese inmediato de las fumigaciones con químicos a cultivos de uso
ilícito y de alimentos que hacen parte de las políticas antidrogas, porque
causan daños en la salud, en la naturaleza y son factor de
desplazamiento.
10.)
La concertación e implementación de programas y políticas
publicas reales de formación, educación atención especializada para las
mujeres indígenas, que permitan el ejercicio de sus derechos.
11.)
La
atención
y
acompañamiento
de
organizaciones
internacionales y nacionales dirigidas a resolver los problemas de las
mujeres indígenas, dentro de los Planes de Vida, respetando y
promoviendo los principios de consulta previa y fortaleciendo las
organizaciones propias de los pueblos indígenas.
12.)
La garantía del pleno goce y realización de los derechos de los
Pueblos Indígenas, garantizados los que existen en la constitución y los
que aun faltan por reconocer
13.)
El respeto por a los territorios, gobiernos, autoridades, en fin que
respeten a la autonomía de los Pueblos Indígenas.
Bibliografía
ACNUR. Colombia, desplazamiento indígena y política pública: paradoja del
reconocimiento. Instituto Interamericano de Derechos Humanos. San José de
Costa Rica. 2006
CIDERECHOS HUMANOS. (2007). Las mujeres frente a la violencia y la
discriminación derivadas del conflicto armado en Colombia. OEA/Ser.L/V/II.
Doc. 67
CRIC. Informe de la situación Derechos Humanos de las mujeres indígenas en
el departamento del Cauca - Colombia a la Misión Internacional de Verificación
de Violación a los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas en Colombia.
Santander de Quilichao. 2006
Mujeres indígenas sabias y resistentes voces y vivencias. ONIC. (2008).
ROMERO, Amanda. (2006). Los pueblos indígenas de Colombia afrontan una
grave crisis humanitaria y de derechos humanos. Pensamiento y Acción Social,
PAS- SUIPPCOL. Bogotá
VICEPRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA. Programa Presidencial de Derechos
Humanos. Consideraciones del Estado colombiano al informe de la Alta
Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 2005.
Bogotá, marzo de 2006. P. 21
Comunicado público 23 de julio de 2005. Las mujeres de Toribio nos tomamos
la palabra.
NACIONES UNIDAS. Informe del Relator Especial sobre la situación de los
Derechos Humanos y las libertades fundamentales de los indígenas, Sr.
Rodolfo Stavenhagen. Misión a Colombia, 2004. E/CN.4/2005/88/Add.2
MOYA, Tony. Colombia se agacha; líderes indígenas opinan.
http://epistheme-tonydemoya.blogspot.com/2007/09/noticias-del-frentecosmico-015.html Tomado 12-07-09
ONIC. Centro Indígena de Documentación e Investigación. Auto 092/08,
panorama de la mujer indígena . 2007
http://actualidad.hemeracomunicar.org/index.php?option=com_content&view=ar
ticle&id=7902:auto-09208-panorama-de-la-mujer-indigena-frente-a-la-amnesiapolitica-&catid=101:destacados&Itemid=184 Tomado 12-07-09
http://www.derechos.org/nizkor/colombia/infomain.html
http://www.acnur.org/pais/index.php?accion=tema&id=16&iso2=CO&siguiente=
60&total=188
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