La Comunidad APATRIDA y ERRANTE Percepciones y reflexiones del mundo LA INFLUENCIA DE LA DEPENDENCIA ENERGÉTICA EN LAS RELACIONES EXTERIORES DE CHINA (2) Escrito por: oscar-montero-deblas http://lacomunidad.elpais.com/apatrida-errante/2009/11/22/la-influencia-la-dependencia-energetica-lasrelaciones-2 China y Asia Asia Central supone en la actualidad un 15% de sus importaciones de petróleo. Asia Oriental es en general importador neto. Únicamente Malasia y Vietnam (Indonesia pasó a ser importador neto en 2004) exportan, pero poco. Con todo, las escasas reservas por explotar han sido origen de fricciones entre países y han originado reclamaciones territoriales. China mantiene contenciosos con Japón y con Vietnam por islas situadas en zonas donde podría haber petróleo, en el Mar del Este y Sur de China. Sin embargo, parece que la cooperación está funcionando en un área donde no abundan las organizaciones regionales. Es el caso de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS), que tiene un claro componente energético y de seguridad y en el que participan China, Rusia, Kazajstán, Kirguizistán, Tayikistán y Uzbekistán. Tenemos el ejemplo del área de libre comercio entre ASEAN y China, que facilita el acceso chino al petróleo de Indonesia y Malasia. O la iniciativa de Quingdao (2004) sobre cooperación energética, integrada por 22 países asiáticos. Esta iniciativa promueve una mayor cooperación en diversos asuntos como exploración y explotación, conservación de la energía, eficiencia energética, energías renovables, creación de reservas estratégicas, transportes, etc. Con acuerdos puntuales también se pone de manifiesto la tendencia a la cooperación frente al conflicto, como es el caso del acuerdo firmado en 2005 entre China, Vietnam y Filipinas para realizar prospecciones conjuntas en el Mar del Sur de China. O el acuerdo firmado también en 2005 entre China y la India de cooperación estratégica en materia energética. Esto iría contra los intereses estadounidenses de impulsar a la India como una potencia regional en Asia capaz de contrarrestar a China. Los grandes países (China India, Japón y Corea del Sur) tienen intereses similares en cuanto a estabilización de la zona, y necesidades energéticas igualmente compartidas. Dichas necesidades comunes podrían fortalecer la interdependencia y la integración regional. Rusia en 2004 dio prioridad al oleoducto que finalizaba en el Pacífico, orientado al mercado japonés, sobre el preferido por los chinos. A cambio Moscú garantizaba el suministro de crudo por carretera hasta que se finalizase el oleoducto que debía comunicar con China. Ésta última tiene su vista puesta, además de en el petróleo y gas ruso, en la zona del mar Caspio donde podrían encontrarse unas reservas comparables a las de Oriente Medio. La presencia militar estadounidense en Asia central (Kirguizistán y Uzbekistán) es vista como peligrosa por las autoridades chinas por el riesgo de bloqueo del suministro por el futuro oleoducto (en caso de conflicto en Taiwán). China y Oriente Medio La invasión americana de Irak en 2003 puso en peligro las inversiones chinas realizadas durante el régimen de Sadam. Irak es uno de los países con mayores reservas de petróleo y hoy está controlado por Estados Unidos. La hegemonía americana en la zona ha hecho que los chinos traten de reducir la dependencia de la zona, evitando el conflicto de intereses con Estados Unidos. Al respecto, China ha seguido una estricta neutralidad en el conflicto palestino-israelí. El enfriamiento de las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudí ha sido aprovechado por China para reforzar sus lazos con esta monarquía. Las ventas de petróleo de Arabia Saudí a Estados Unidos alcanzaron su máximo en 2002, año en el que empezaron a crecer las exportaciones a China, momento en el que se incrementa el comercio entre las dos naciones en un 60%. En general parece que China trata de alejarse de Oriente Medio para soslayar la hegemonía americana, buscando alternativas en América Latina y África. No obstante, dado que las mayores reservas probadas de petróleo se encuentran sin duda en Arabia Saudí, este país no puede ser olvidado en una estrategia a largo plazo. Se prevé que las importaciones del Oriente medio en 2030 puedan situarse en torno a un 45% de las totales chinas. En Irán tiene China grandes intereses, pues en 2004 adquirió derechos sobre un importante yacimiento. Anteriormente lo había intentado, pero las presiones estadounidenses habían logrado frenar la penetración china en este país. Irán representaba en 2001 un tercio de las importaciones de petróleo chino. La actual política norteamericana, agresiva con el régimen de Teherán por su programa nuclear, supone un factor de riesgo para Pekín en este sentido. En esta región el transporte no deja de ser un problema: las rutas marítimas que emplean el Estrecho de Ormuz corren el riesgo de un bloqueo por parte de Estados Unidos si se produjese algún incidente, como, por ejemplo, un eventual conflicto bélico con Taiwán, o una invasión militar en Irán. China y América Latina China comienza a interesarse en los años 90 en serio por América Latina, región en la que Estados Unidos y Europa eran las principales fuentes de Inversión Extranjera Directa. Al igual que en el caso de África, unas deficientes infraestructuras no desaniman la presencia china en busca de petróleo. Pero la entrada de inversiones chinas en América Latina es contemplada con suspicacia por los Estados Unidos, que han visto decaer su influencia y han sido testigos de cambios de gobiernos caracterizados por su distanciamiento de los valores norteamericanos. Por ello, el gobierno chino ha tratado de no crear tensiones con Estados Unidos al ir tejiendo una red de acuerdos comerciales y de cooperación (incluso un acuerdo de libre comercio con Chile) con los países de la zona. En este entorno China representa una potencia con unos valores diferentes y con una trayectoria de crecimiento económico alternativa al modelo occidental. Hablamos aquí de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Perú y Brasil. Las empresas nacionales chinas podrían llegar a desplazar a las empresas privadas internacionales (caso de Venezuela y Bolivia). En Perú, la compañía china CNPC es la segunda productora de petróleo, y en Brasil ha firmado acuerdos con la empresa estatal Petrobras. En Ecuador y Venezuela también hay acuerdos de colaboración, sobre todo en este último país, donde China se ha fijado importar para el 2010 medio millón de barriles de crudo diarios. Todo esto viene acompañado de inversión en infraestructuras, de la venta de productos de tecnología media y baja, y del requisito del no reconocimiento diplomático a Taiwan. También existen acuerdos de venta de armas o transferencia de tecnología y formación militar a los países de la zona por parte de China, para compensar en parte la suspensión de los acuerdos de colaboración de Washington. China y África Durante los primeros años de la República Popular, China apoyaba los movimientos de independencia y liberación de lo que serían las nuevas naciones de África. Vínculos ideológicos que se apuntalaron en la Conferencia de Bandung (1955). Se trataba de una contienda ideológica que enfrentaba a las naciones pobres del Sur con las naciones industrializadas y ricas del Norte. Y China se presentaba a sí misma como una nación del Sur. Pero actualmente este discurso ya no es tan creíble, pues si bien en términos de PIB por habitante, China se encuentra entre los países en vías de desarrollo, su potencial económico, su crecimiento, su lugar entre las grandes potencias económicas o su asiento permanente con derecho de veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, marcan una distancia respecto a los países pobres. Pero mientras llegue el gigante asiático construyendo hospitales y redes ferroviarias, formando a técnicos y médicos, vendiendo armas y ofreciendo asesoramiento militar, sin preguntar por los derechos humanos, es bien recibido. La única condición que impone Pekín es el reconocimiento de una sola China. Y lo ha ido logrando. Únicamente cinco países africanos reconocen a Taiwán, con quien mantienen relaciones diplomáticas, al igual que con China. A partir de la década de los ochenta, tras las reformas que se iniciaron a la muerte de Mao, el vínculo de China con África se mantuvo, pero cimentado menos en la ideología revolucionaria y más en la relación comercial. En los años 90 la estrategia se basaba en la concesión de créditos blandos, la confianza, la igualdad de soberanía, la no injerencia, el desarrollo y beneficio mutuo, y la cooperación. El Foro de Cooperación China-África es el marco donde se entretejen estas relaciones. Actualmente, el principal interés de China en África es el petróleo. África produce el 11,4% del petróleo mundial. Y China importa actualmente cerca del 20% de su petróleo de África. China compra a Sudán la mitad de su producción desde hace años (que también controla) y es, en este país, inversor principal. Angola, segundo mayor productor del África subsahariana, ha desplazado recientemente a Sudán como primer socio energético. China ha invertido en infraestructuras desde 2004 con objeto de consolidar las relaciones con este país, que vende la mitad de su producción a Estados Unidos. Recientemente China ha entrado en Nigeria, primer suministrador de petróleo del continente, firmando acuerdos para explotación de yacimientos. Igualmente ha firmado Pekín acuerdos con Guinea Ecuatorial y Gabón, y está realizando exploraciones en Mali, Mauritania, Níger, Etiopía, República del Congo y Chad. La estrategia de China es evitar el inestable Oriente Medio, dominado por la presencia de los Estados Unidos. En África, donde también la potencia hegemónica tiene intereses junto a los europeos y Japón, China ha tratado de acercarse a los países a los que las empresas occidentales no han querido ir, por inestabilidad o imposición de sanciones económicas, dando así una oportunidad de negocio a dichos países marginados (China inició su búsqueda de petróleo en Sudán y no en el Golfo de Guinea). Pero hoy los intereses energéticos de China y los de Estados Unidos comienzan a entrar en conflicto en África. Según algunos analistas, Estados Unidos estaría buscando incrementar sus importaciones de petróleo de la región. China también ha mantenido contactos con Libia, considerado hasta hace muy poco como un estado que apoyaba el terrorismo internacional. En Libia, como también en Argelia y Mauritania, participan las empresas chinas a través de adjudicación de licencias de exploración con el régimen de reparto de producción. China y el Mundo. Conflictos En el futuro, el acceso a las fuentes de energía condicionará (ya lo está haciendo) las relaciones entre los estados. Se establecerán alianzas con países cuyo único bien serán sus yacimientos. Se cooperará (o no) para estabilizar las rutas, las zonas de extracción, los mercados. Los movimientos que realiza y realizará China por asegurar el suministro de fuentes de energía (petróleo y en menor medida gas), suponen un impacto en la geopolítica mundial. La dependencia de Oriente Medio presenta problemas como la vigilancia y presencia militar estadounidense, la inestabilidad de la zona, la fuerte competencia (no solo estadounidense sino también de Japón, India o los países europeos), el transporte a través del estrecho de Ormuz, que podría ser objeto de bloqueo por parte de los Estados Unidos. El acercamiento de China a países como Irán, Sudán, Myanmar, Uzbekistán, Rusia, Venezuela, y Arabia Saudí preocupa a Estados Unidos por ser considerados países conflictivos. La cooperación militar y la venta de armas a estos países se ve con especial recelo. China vende armamento a Guinea Ecuatorial, un país poco ejemplar en su gobierno. También ha financiado los gastos de la exploración conjunta en Kenia, con un gobierno acusado de corrupción por Occidente, y cuyas recientes elecciones han sido contestadas y han degenerado en un violento enfrentamiento entre etnias. Ha vendido armamento y vehículos militares a Sudán. La posibilidad de vetar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas propuestas lesivas a los intereses de estos estados, como por ejemplo, una resolución de condena por el genocidio de Darfur, es un arma que China puede emplear para ganarse la confianza de estos estados. Pekín apoya, en el proceso de reforma del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la petición africana de dos asientos permanentes con derecho de veto y dos asientos no permanentes. Aunque recientemente China ha dado una respuesta positiva a las presiones internacionales de Estados Unidos y la UE, suprimiendo a Irán y Sudán de la lista de países ricos en recursos naturales elegibles. En 2007 tuvo lugar la revuelta de los monjes budistas contra el gobierno de Myanmar. Una represión terminó con el movimiento en uno de los países mas cerrados y autoritarios del mundo. China se opuso a una condena del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. China tiene intereses económicos en el país. Entre otros, está en estudio la construcción de un oleoducto desde el puerto de Sitwe hasta la provincia china de Yunan para esquivar el peligroso y congestionado estrecho de Malaca. Si China tuviese problemas de abastecimiento, esto podría causar retrasos en su crecimiento económico. Dada la interdependencia mundial, esto ocasionaría daños globales económicos. Pero también serían fuente de inestabilidad social interna que preocuparía al resto del mundo. China otorga ayudas y préstamos a países sin condicionarlos a buen gobierno o respeto por los derechos humanos. Concede préstamos a países que ya han sido deudores de instituciones financieras internacionales y cuya deuda fue condonada (caso reciente de la República Democrática del Congo). Es lo que Moisés Naím llama Rogue Aid. Pero esto fue algo que hicieron durante décadas tanto la Unión Soviética como Estados Unidos. Hoy tenemos el caso del apoyo económico de Estados Unidos al régimen pakistaní o de Venezuela a Cuba. Conclusiones Los chinos tienen la percepción de que la disputa con Estados Unidos por el petróleo es un juego de suma cero, en el que unos ganan lo que otros pierden. Actualmente el poderío militar norteamericano es incontestable y Pekín actúa con gran cautela allá donde los intereses de las dos potencias entran en conflicto. China está actuando en las naciones en vías de desarrollo de manera que suponga un atractivo para ellas. Al ofrecer créditos, inversiones y abrir mercados sin preguntar por libertades, estado de derecho o derechos humanos, muchos gobernantes se sienten más cómodos que frente a los Organismos Financieros Internacionales u otras potencias. A la vez abre mercados para sus productos y para sus empresas que se llevan los contratos de infraestructuras y ponen la mano de obra, cercenando posibles vías de desarrollo local. La India se encuentra en un camino parecido. Crecimiento económico elevado y aumentos apreciables de consumo de recursos energéticos, de los que apenas dispone. En esta coyuntura, solo una cooperación, tanto a nivel regional como a nivel global, podrá prevenir conflictos y tensiones que pudiesen desembocar en guerras. La energía se configura como un poderoso elemento de seguridad y como moneda de cambio en las relaciones internacionales. 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