Sapag, LF, 2008 - NEUQUEN.COM.AR

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6- Los rotosos que conmovieron Neuquén
Diálogo que sostuve con Felipe en 1998 (Sapag, L. F., 2008):
- Viejo, estuve leyendo una historia de Neuquén y otras obras escritas por académicos de
la Universidad del Comahue. Dicen zonceras y cometen tantos errores cuando se refieren
a los tiempos en que intervinieron usted y sus hermanos, que… ¡no entendieron nada!
- ¿Qué dicen?
- Que el MPN se formó a partir de un plan de los inmigrantes siriolibaneses, que se
unieron en redes para construir una hegemonía a largo plazo y que se prepararon para
tomar el poder de la provincia a través de las intendencias y comisiones de fomento en la
época de Perón.
- Je je, me causa gracia. Nosotros no vivimos las cosas así, no teníamos nada planificado
políticamente. ¡Si éramos unos rotosos que nos defendíamos como podíamos!
Aguantábamos en la miseria, sin recursos, sin apoyo de las autoridades de Neuquén; ni
hablar de las de Buenos Aires. Apenas sobrevivíamos. ¡Qué íbamos a tener un plan así…
o cualquier otro! Las cosas salieron como salieron, espontáneas. Y mucho de lo que
pudimos hacer fue gracias a que Perón nos reconoció todos los derechos civiles. Con el
Territorio Nacional no teníamos ni el derecho a voto.
- ¿Pero qué los llevó a reunirse? –insistí– tendrían algún ideal en común, supongo.
- Sí, estábamos cansados de ganar elecciones con el voto en blanco, siguiendo
instrucciones de Perón y permitiendo que la UCR, los intransigentes, ocuparan las
intendencias con unos pocos votos. Un día se aparece en Cutral Co Miguelito Ganem, que
había sido intendente de Junín de los Andes y me dice: “Felipe, dejémonos de joder,
armemos un partido provincial y votemos por candidatos nuestros, no soportamos más
a…”.
- ¿Cuándo? – interrumpí.
- Sería en 1960. Dijo Miguelito: “No aguantamos más que nos gobiernen estos gorilas que
se aprovechan de que votamos en blanco y después nos persiguen y nos meten presos.
Si armamos un partido nuestro, podemos ganar no sólo las intendencias, también la
gobernación”. “Fijate –decía–, que el gobernador Edelman no tiene nada más que el
apoyo de los militares y de gente de Buenos Aires que les facilitan las cosas para que nos
embromen a todos”.
- Así nació la semilla del MPN… Pero fíjese que Ganem, como los otros intendentes
peronistas del interior, “Tuco” [Antonio] Creide de San Martín de los Andes y Amado
[Sapag] en Zapala, eran hijos de inmigrantes libaneses. En esto se deben haber basado
los de la Universidad para decir que…
- ¡Que no me digan a mí, que yo lo viví! También había libaneses en todos los partidos;
por ejemplo, enfrente estaba Ramón Asmar, que era vicegobernador y después fue
gobernador cuando falleció Edelman. Y también estaba el turquito Amado Majluf, radical
de Cutral Co, candidato a gobernador en el año 62; mire qué confabulación sería esa, si
Majluf estaba en la contra. Además, en los nuestros habían intendentes como Emilio
Pessino en Chos Malal, Salvador Coletti de Andacollo y Agapito Cortés Rearte en
Neuquén, que eran gringos o qué sé yo. Además estaban los sindicalistas, que fueron muy
importantes, los petroleros y los de la Fraternidad. También todo el grupo peronista más
antiguo de Neuquén Capital, que eran descendientes de españoles, como Donato Ruiz o
criollos como José Carol. En mi primer gobierno no hubo casi ningún descendiente de
árabes… Me acuerdo de Marina Creide, diputada, y de su hermano Alfonso, en el Banco
Provincia. Y nadie más… Nada que ver con un complot de libaneses, no. ¡Eso es no
entender la política!
El testimonio no solo refuta algunas visiones academicistas, incapaces de comprender
los procesos culturales que, desde la marginación territoriana, venían madurando en el
interior y los barrios. También desmiente al peronismo, que juzgaba como traición al
provincialismo del MPN, pues la estrategia de los fundadores apuntaba a satisfacer
necesidades y demandas acuciantes: los graves problemas sociales y la falta de
representación política de las mayorías neuquinas. Es más, aquello fue la clave del éxito
emepenista, pues de haberse limitado a burlar la proscripción justicialista, el partido
hubiera resultado más de lo mismo. Quizás también habría logrado el poder, pero
entonces solo habría sido para ratificar el centralismo, ese mecanismo –derivado de la
dependencia neocolonial argentina– que había postergado a Neuquén y todo el interior
nacional, del cual el peronismo era su variante populista.
Asado de confraternidad emepenista en Cutral Co, circa 1962. Los rotosos se aprestaban
a tomar el poder provincial.
Obreros, chiveros y carniceros
¿Cómo se construyó aquella formidable innovación político-cultural que fue el MPN?
No ocurrió a partir de órdenes provenientes de Madrid o Buenos Aires. Al contrario, en
la elección nacional de 1957, en Neuquén se desoyó la instrucción de Perón para apoyar
a Arturo Frondizi, con lo que el voto en blanco fue, como en los años anteriores,
masivo. Confluyeron las experiencias de aquellos militantes y ex intendentes peronistas,
de los sindicalistas petroleros y ferroviarios, y de un sinnúmero de pobladores del
interior que nunca habían tenido oportunidades de participar en política. Al surgir la
idea del partido provincial, esos grupos se movilizaron tras la convocatoria liderada
desde Cutral Co-Plaza Huincul y Zapala; fue un llamado genuinamente peronista, pero
contenía significados locales con los que esos fundadores dieron nuevos sentidos a las
palabras símbolo del movimiento nacional: “soberanía política” se asoció a
“federalismo”, entendido como la lucha por la soberanía y la autonomía provincial, en
oposición al centralismo (la siempre vigente estrategia porteña de succionar los recursos
naturales del interior, sin desarrollarlo); “independencia económica” implicaba la
capacidad para construir, sin tutelajes, las propias soluciones; mientras que “justicia
social” apuntaba a poner en primer lugar los problemas de los desposeídos. Las
consignas así apropiadas adquirieron fuerza política al ser acuñadas por aquella élite, un
conjunto de dirigentes surgidos de las propias comunidades de pobres y rotosos, un
puñado de personas capaces de darle sustancia y credibilidad a las palabras.
Mariano Mansilla, dirigente del partido Unión de los Neuquinos, aun formado parte del
variopinto movimiento popular provincial de la actualidad, es, sin embargo, opositor al
MPN. En una entrevista publicada en el diario Río Negro (27/01/2008), con admirable
síntesis, ratifica lo aquí sostenido:
Neuquén tuvo, en la fundación desde el 57, un acuerdo que lideró Felipe Sapag,
dándole contención a los diferentes sectores que componían la provincia. Por eso a la
Legislatura entró encabezando el diputado José Carol, de alpargatas, seguido de
comerciantes, campesinos del norte, de las reservas mapuches... El MPN fue la
síntesis del acuerdo social para formar una provincia, tener una disputa muy fuerte con
el gobierno nacional y cuatro o cinco puntos ejes: el federalismo, los recursos
naturales, la participación en YPF. Desde los 60 a los 90 […] se sintetizó una época
histórica.
“El Chivero” Carol, sus alpargatas y su pañuelo al cuello fueron un expresivo
significante de la conmoción política y cultural que significó el MPN para la perturbada
protoligarquía neuqueniana. “Nos coparon los petroleros y los paisanos, Neuquén está
perdida”, escuché decir en una confitería céntrica a alguien que tomaba allí su café
mañanero. Otro que no entendía lo que pasaba (pero que, con los años, comprendió) fue
Carlos Cacho Vidal: cuenta Felipe que a los pocos días de asumir, en el 63, lo visitó el
entonces joven militante radical, para decirle que sus funcionarios “carecían de
relevancia, ningún profesional, toda gente sin trayectoria, seguramente sin capacidad”;
para colmo: “nadie de aquí, de la capital”. “Tiene razón”, contestó sonriente el
gobernador, “por ejemplo yo soy carnicero de Cutral Co, nomás”.
Bibliografía
Diario Río Negro (27/01/2008)
Sapag, Luis Felipe (2008). Sapag, del Líbano a Neuquén. Genealogía de una pasión.
Buenos Aires, Editorial Sudamericana
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