imprimir - Ayuntamiento de Benidorm

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Discurso del alcalde, Agustín Navarro, en el acto
institucional del Día de la Constitución
Nunca en nuestra historia una Constitución duró tanto y ha dado resultados tan positivos: con ella
conquistamos la democracia, con ella hemos conocido el bienestar, el progreso, la protección social,
un conjunto riquísimo de derechos y libertades. Un proyecto colectivo que ha permitido el
reconocimiento de identidades diferentes.
Benidorm es consciente de la relevancia de esta fecha y no ha querido permanecer al margen de una
efeméride que se desarrolla de muy diferentes formas en todo el ámbito nacional. Por este motivo,
nos reunimos hoy en la convocatoria de un Pleno Extraordinario en el que entregamos la Medalla
Conmemorativa de Benidorm, la máxima distinción honorífica que entrega la corporación local en
representación de todo el pueblo.
La cita de hoy, cargada de solemnidad y respeto, es una de las más importantes de nuestra agenda
oficial, como también lo es el sentimiento colectivo de aprecio que despierta entre todos nosotros
hablar de la Constitución.
Sin embargo, nadie puede poner en duda que la España que alumbró la constitución de 1978 es muy
diferente de la de 2014. Han sido casi cuatro décadas en las que el mundo se ha transformado por
completo. Nuevas realidades, nuevos compromisos, nuevas amenazas, nuevas oportunidades han
sobrepasado las previsiones que formularon los autores de la Carta Magna en 1978.
Seis de cada diez benidormenses, el 60% de los españoles, no pudieron votar la Constitución porque
eran demasiado jóvenes para hacerlo o porque todavía no habían nacido. Es lógico pues que gran
parte de ellos no se identifiquen con su contenido y consideren este documento como algo ajeno,
lejano e impropio de su tiempo.
La sociedad está reclamando a gritos a los dirigentes políticos cambios en profundidad en un sistema
con el que no se identifican, y que ha demostrado debilidades que es necesario corregir.
Es nuestra obligación escuchar todas esas voces, abrir las instituciones a la participación y dar un
paso valiente que favorezca esos cambios que mejoren la convivencia en España y permitan otras
cuatro décadas de progreso.
Y hay que empezar a hacerlo en la primera de nuestras leyes, la Constitución.
A nadie puede sorprender que la primera autoridad municipal de Benidorm rompa una lanza a favor
de la evolución y el progreso en las instituciones. Este pueblo puede presumir de muchas cosas, como
posteriormente relataré, pero la capacidad de transformarse y adaptarse a los nuevos tiempos es la
clave del éxito de la ciudad turística líder del Mediterráneo.
El Benidorm de hoy es fruto de las acertadas y arriesgadas decisiones que tomaron nuestros
antepasados. Si en los años cincuenta y sesenta no se hubiera apostado por el turismo, no se hubiera
redactado un plan urbanístico y unas campañas promocionales de carácter internacional, hoy no
seríamos el modelo de éxito que se estudia en universidades de todo el mundo.
Los vecinos y vecinas de nuestro pueblo decidieron dejar un modelo centrado en la pesca y la
agricultura y apostar por sus recursos naturales, sus playas y su belleza como atractivo. Aquella
decisión supuso un salto trascendental en nuestras vidas. Hemos mejorado sin renunciar a nuestros
orígenes y a nuestra idiosincrasia.
Salvando las distancias, la misma visión de miras debemos tener cuando hablamos de reformar la
Constitución y del futuro de España. Sin miedo. Con valentía. Como hicieron nuestros antepasados.
Los cambios en la Carta Magna tendrían que recoger lo que hemos aprendido en las últimas cuatro
décadas:
Incorporar las garantías para que el estado de Bienestar se mantenga en tiempos de crisis y la
sanidad figure en el capítulo de derechos fundamentales. Dicho en otras palabras: debemos blindar
las inversiones en las cuestiones básicas, en los logros sociales de todos estos años, para que ningún
gobierno, sea del signo que sea, tenga la tentación, en un momento de crisis como el que hemos
vivido, de alterar nuestros derechos más básicos.
La reforma debe lograr la integración de todas las regiones que conforman España. Nos guste o no
nos guste hay amplios sectores de Cataluña o el País Vasco que no encuentran su encaje en el actual
marco constitucional.
Y debemos dialogar para buscar ese punto de consenso que garantice la unidad de nuestro país.
No podemos tolerar desafíos independentistas e imposiciones unilaterales, pero hay que tener altura
de miras y buscar fórmulas federales que logren el consenso. La cerrazón y el inmovilismo ante
quienes defienden la independencia no conducen a nada.
El nuevo texto debe actualizar el estado de las autonomías incorporando una perspectiva moderna
que asigne claramente competencias a los municipios y a las comunidades autónomas, que defina el
papel de las diputaciones.
La Constitución debe tutelar el derecho al trabajo y a la vivienda para que no quede como una mera
declaración de intenciones.
En este asunto también quiero hacer mención a la situación local, afortunadamente más positiva que
la del resto del estado. Tenemos en estos momentos un 14% de paro, una cifra doce puntos por
debajo de la media de la Comunidad Valenciana (25,5%) y diez puntos por debajo de la media
nacional (23,7%).
Pero estamos lejos de los datos que serían deseables, y todos sabemos que los planes de empleo
municipales son insuficientes.
Es necesario que las administraciones superiores cambien el rumbo y enderecen la situación.
Los representantes públicos estamos obligados a dar respuesta a esas familias que sufren para llegar
a fin de mes y lo único que quieren es trabajar.
Recientemente fuimos capaces de cambiar la Constitución para modificar un artículo que fijara el
techo de déficit, tal y como nos reclamaba la Unión Europea, sin referéndum y sin debate, y hoy no
somos capaces de aplicar los cambios que nos exigen los ciudadanos de nuestro propio país. Hay
motivos para rebelarse.
La ciudadanía no puede entender cómo se ha rescatado a las entidades financieras con más de
100.000 millones de euros de fondos públicos y se obliga a personas sin recurso a pagarse las
medicinas o incluso la atención sanitaria en el caso de los inmigrantes.
Y eso es indignante. No podemos resignarnos a esta situación.
En nuestra ciudad hemos dado un pequeño paso de gran transcendencia y simbolismo. Hemos
declarado por unanimidad a Benidorm “Zona libre de desahucios”, lo que implica numerosas medidas
para evitar que las mismas entidades financieras que rescatamos con nuestro dinero dejen en la calle
a familias de nuestro pueblo que no pueden hacer frente a sus deudas.
La celebración del Día de la Constitución también nos debe hacer reflexionar como decía
anteriormente sobre la forma de hacer política, porque probablemente el marco jurídico e
institucional del que nos hemos dotado ha dejado demasiados huecos para que personas que no han
venido a servir a los ciudadanos sino a servirse de ellos se hayan aprovechado.
Los casos de corrupción que han estallado en los últimos años en España, y en la Comunidad
Valenciana nos avergüenzan y nos llenan de rabia, al ver cómo el dinero necesario para asuntos
básicos se ha diluido en comisiones y paraísos fiscales. Pero no solucionamos nada sintiendo
impotencia y estupor.
Debemos reaccionar y pedir a quienes pueden hacerlo desde instancias superiores que impidan a que
estos hechos vuelvan a suceder.
Todos debemos dar ejemplo, y por eso me enorgullezco de los pasos que hemos dado en los últimos
años en Benidorm a través del portal de transparencia para dar a conocer a los vecinos y vecinas
toda la información sobre lo que cobramos, cuales son nuestros bienes y actividades.
Ningún ciudadano puede tener hoy en día la más mínima sospecha de la honradez de quienes les
representan.
Por eso tenemos que continuar llevando a cabo medidas de regeneración para que los cristales de la
fachada del ayuntamiento no sean una metáfora, sino una realidad que permita ver todo lo que
ocurre.
Frente a la corrupción solo hay una solución: la máxima transparencia. Sólo así la ciudadanía volverá
a confiar en la política.
Con medidas que debemos aplicar, como limitar los mandatos o eliminar algunos privilegios de los
políticos, que parecen sacados de otro régimen, como el aforamiento de los diputados.
Y sobre todo, contar con la ciudadanía, a la que solo se puede consultar cada cuatro años. ¿Por qué
no hacer consultas periódicas sobre cuestiones que afectan a la ciudad?
En Benidorm somos conscientes del papel que desempeña nuestro rico entramado asociativo, y lo
hacemos a través del Consejo Vecinal, al que consultamos con frecuencia.
Todos estos cambios a los que he aludido deben reflejarse en la Constitución.
Si hiciéramos una consulta sobre quiénes se merecen la Medalla Corporativa de Benidorm estoy
convencido que en los primeros puestos se situarían las tres asociaciones benéficas a las que hoy
hemos homenajeado: Cáritas, Cruz Roja y Benidorm Solidario.
La medalla la han recogido las personas que están dando la cara por estas entidades, pero quiero que
la hagáis extensiva a todo el voluntariado que hay detrás de vuestras asociaciones, personas que
deciden donar parte de su tiempo y su esfuerzo a ayudar de forma altruista a los demás. Y también a
todos los vecinos y vecinas de Benidorm que realizan donaciones para que vuestra actividad pueda
continuar funcionando.
Los servicios municipales de Bienestar Social realizan una gran labor, pero en estos años de crisis
donde las necesidades se han multiplicado, Benidorm ha demostrado tener un tejido solidario de
primer nivel, gente entregada a los demás de forma silenciosa, sin pedir nada a cambio.
Eso nos enorgullece como benidormenses y os hace dignos de esta medalla, Cáritas, Cruz Roja y
Benidorm Solidario. Sois un ejemplo a seguir, un ejemplo en el que mirarse, representáis a lo mejor
de Benidorm. Enhorabuena!
También recibe hoy la Medalla Corporativa la patronal CEOE representada por la asociación hotelera
Hosbec.
Quiero destacar del empresariado local su defensa de nuestro pueblo y del turismo, algo que siempre
han hecho, gobierne quien gobierne ante las diferentes administraciones y que les hemos reconocido
en multitud de ocasiones. Hosbec ha alzado la voz defendiendo lo que es justo para Benidorm, porque
nuestra ciudad aporta el 1% al Producto Interior Bruto, y no puede quedar relegada a la cola en
inversiones y en presupuestos.
La patronal y los sindicatos UGT y Comisiones Obreras han tenido un papel fundamental desde la
transición hasta nuestros días en la firma de los convenios que regulan el sector turístico y que
permiten mantener miles de puestos de trabajo. Una situación que no siempre ha contado con la
complicidad de todas las administraciones.
Sería deseable que las reformas del mercado laboral se realizaran desde el diálogo y el consenso y no
desde la imposición.
Por último quiero felicitar a los sindicatos UGT y Comisiones Obreras, como los legítimos
representantes de los trabajadores, por recibir la más alta distinción de la ciudad. Esta distinción me
provoca especial emoción.
Es habitual que los representantes públicos de Benidorm nos refiramos a quienes fundaron Benidorm
y lanzaron al mundo el proyecto de éxito que representa hoy nuestra ciudad. Sin embargo, solemos
referirnos en pocas ocasiones, y es un acto de justicia hacerlo, a quienes pusieron la mano de obra
para hacer posible aquel sueño.
Miles de familias dejaron sus pueblos de origen en la provincia de Jaén, Córdoba, Madrid, Cuenca… y
en muchas otras. Abandonaron los lugares que les vieron nacer y las calles donde jugaron, donde se
criaron, dejaron a sus seres queridos, familiares y amigos. Eran los años sesenta y setenta.
Decidieron dejar todo lo que tenían y aferrarse a la aventura de buscar un futuro mejor en una ciudad
que despegaba, Benidorm.
Llegaron con casi nada, pero cargados de ilusión y esperanza en un futuro mejor. Se instalaron en las
viviendas que se construían en Colonia Madrid, en Foietes o en el entorno de esta plaza Neptuno.
Y empezaron a trabajar de albañiles, carpinteros, fontaneros… construyendo hoteles, apartamentos,
pisos…
Se establecieron en Benidorm donde fijaron su residencia y trabajaron de conserjes, camareros,
cocineros, músicos, camareras de piso… Formaron aquí una familia e hicieron de Benidorm su ciudad,
sin olvidar nunca sus raíces, aquel pueblo de Andalucía o de Castilla la Mancha donde todavía vive
parte de su familia.
Han dejado la mejor parte de su vida haciendo grande a esta ciudad, en ocasiones con sueldos
escasos y condiciones siempre mejorables. Pero lo han hecho muy bien.
Han sido los artífices del Benidorm que conocemos hoy y que nunca hubiera sido posible sin su
aportación, sin su mano de obra, sin su gratitud.
Era justo reconocer en un día como hoy a todos los trabajadores y trabajadoras que han levantado
esta ciudad, y lo hacemos en la figura de las entidades que les representan, UGT y CCOO, sindicatos
que tuvieron un papel crucial en la Transición.
Felicidades a todos los premiados. Os invito a que contribuyamos todos juntos a continuar mejorando
nuestro pueblo y nuestro país. Muchas gracias.
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