Madrid bravo - Plaza de Toros de Las Ventas

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Taurino
paseos por el madrid
Texto: Andrés de Miguel
Fotos: Manolo Durán
Madrid es tierra de toros.
Praderas vigorosas del ‘pie de
monte’ del Guadarrama, suaves
pastos de la vega de Aranjuez y
sotos de los cursos bajos del
Jarama y Tajuña resultan sitios
privilegiados para los toros
bravos. Hasta bien mediado el
siglo XX, cuando la especulación
inmobiliaria resulta ser un
recurso más productivo para
los prados serranos, la sierra
de Madrid es una zona ganadera
de una densidad sorprendente.
Ejemplares de Victoriano del Río.
trasladó a Jerez y la rehizo, alejándola
de sus primitivos pastos y de su original
encaste. Otras siguieron, sin moverse
de sus cercados, esa especie de alquimia
donde se selecciona, modifica y afina la
casta, buscando la bravura, aumentando la nobleza, desgastando la fiereza,
puliendo y depurando cual alquimista
en su matraz.
Madrid
bravo,
De Diano A Los Victorinos
Diano.
T
oscos toros ‘jarameños’, duros de
pezuña y asilvestrados. Fastuosos
‘veraguas’ de Aranjuez. Temibles ‘jijones’ de Colmenar. Encastados ‘victorinos’, ‘ibanes’ o ‘hernándezpla’.
‘Juanpedros’ de Victoriano del Río o
de El Torreón. Todo esto y más ha
cabido en Madrid. El propio museo de
Ciencias Naturales abre su sala principal con un magnífico berrendo en
negro, de la ganadería del Marqués de
Veragua, que aun disecado mete miedo
a los visitantes.
No quedan apenas restos de aquellos
‘veraguas’ policromos, ni de aquellos
‘jijones’ de Félix Gómez que daban más
de 40 arrobas en canal, el equivalente
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a más de 700 kilos del peso en la actual
tablilla. José Vázquez se llama ahora la
ganadería de Aleas, el hierro de mayor
antigüedad, que lidió el último toro
de casta jijona en los años 80, el fin de
una raza, en una corrida de verano en
Las Ventas.
El campo de Madrid sigue siendo
bravo. Las ganaderías del siglo XIX se
transformaron. Algunas como la del
Marqués de Veragua fueron bajando de
calidad hasta llegar al último marqués
quien hizo célebre la frase: “ni cruzo, ni
me caso”. Efectivamente, murió sin descendencia y la ganadería, sin el refresco
de la cruza con toros más bravos, fue
vendida a Juan Pedro Domecq, quién la
DIANO, EL PODER DE LA SELECCIÓN
Luis Fernández Salcedo, el imprescindible autor de Los cuentos del viejo mayoral,
narra esta búsqueda de la piedra filosofal, en su singular Diano. Diano es el
nombre de un toro semental comprado
por la ganadería de Martínez a principios del siglo XX. Procedía de la vacada de Ibarra, de origen Vistahermosa,
y se utilizó para padrear con las vacas
del hierro de Colmenar Viejo de estirpe
Jijona. Digamos, para explicarlo mejor,
que procedía de una ganadería de bravura más acorde con los tiempos y fue
utilizado para modificar la de las vacas
madrileñas, más tosca y en decadencia.
El éxito de este semental fue tan grande
que revolucionó la ganadería, convirtiéndola en la mejor de su época. Los
toros que eran ásperos, duros de pezuña
y más bien cobardes en el último tercio,
después de la cruza con Diano fueron
saliendo con una bravura más contrastada y moderna, recargando en el caballo y yendo a más en la muleta.
En la pluma de Fernández Salcedo, a
la sazón hijo del dueño de la ganadería
que sufrió tan exitosa transformación,
Diano es un ejemplo del poder de la
selección, de la capacidad del hombre
para modificar, mediante experimenta-
‘Diano’ fue utilizado
para modificar la
bravura más tosca y
en decadencia de las
vacas madrileñas
ción, las características de las razas
animales; incluso para crear animales de caracteres específicos para las
funciones a que son destinados.
Esa unión de ciencia experimental,
romanticismo y capacidad para el
negocio que parece definir el perfil
del ganadero, ha tenido un moderno exponente en Victorino Martín.
Los ‘victorinos’, el nombre popular y
algo apaletado con el que se conoce
a sus toros, irrumpieron con fuerza en las duras corridas de verano
a finales de los años 60, convirtiéndose inmediatamente en favoritos
de la afición madrileña por su sabia
Manuel Aleas.
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paseos por el madrid
Principales
ganaderías de Madrid
José Vázquez. Es la ganadería de mayor
antigüedad, de fecha 5 de mayo de 1788.
Fundada por Manuel Aleas en el siglo XVIII
con reses Jijonas, de las que mantuvo vacas
con algo de esa sangre hasta los años 80 del
siglo XX. Tiene fincas en Colmenar Viejo.
Toros de Victorino Martín.
Los toros bravos ya no bajan a Madrid desde
Colmenar por la cañada real segoviana, ni
remontan la cañada real galiana desde Aranjuez,
como hicieron hasta bien entrado el siglo XIX
Madrid va cambiado las fincas de toros
por las urbanizaciones residenciales en un
proceso imparable
mezcla de bravura y fiereza, unida
a su gran movilidad y su dura pelea
en el caballo. Durante los años 70 los
‘victorinos’ marcaron la diferencia
en la plaza. Los toros bravos ofrecían riesgo y mostraban un camino
para la continuidad de la fiesta. El
punto culminante se alcanzó en la
corrida del 1 de junio de 1982 en
Las Ventas, donde Ruiz Miguel, Luis
Francisco Esplá y José Luis Palomar
dieron un magnífico espectáculo y
les cortaron seis orejas a Pobretón,
Playero, Emboscado, Director, Hermosito
y Carcelero. Los tres toreros salieron a
hombros jnto con el ganadero por la
Puerta Grande de Madrid, en el que
ha sido el acontecimiento más trascendente para la fiesta de los toros
en la segunda mitad del siglo XX.
Como todas las historias alargadas
en el tiempo, la de los ‘victorinos’
presenta altibajos. Sus toros, más
atemperados, son ahora más fáciles para los toreros, aunque menos
espectaculares. Es cierto que no aparecen ahora los grandes toros bravos, pero tampoco aparecen las ‘alimañas’, como bautizó Ruiz Miguel a
los toros tobilleros y resabiados que
le caían en suerte de vez en cuando.
Todo cambia, como también ha
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cambiado el campo madrileño,
donde pocas fincas acogen ganaderías de importancia. Poco a poco
han ido yéndose a lejanas dehesas, generalmente extremeñas; al
principio dejando una finca para
los toros del año en Madrid y posteriormente trasladando toda la
ganadería. Madrid va cambiado las
fincas de toros por las urbanizaciones residenciales en un proceso
imparable. Los toros bravos ya no
bajan a Madrid desde Colmenar por
la cañada real segoviana, ni remontan la cañada real galiana desde
Aranjuez, como hicieron hasta
bien entrado el siglo XIX; tampoco se embarcan en Torrelodones,
donde se estableció el primer
embarcadero de la red del ferrocarril, para que los acerque el tren a
la capital o a lejanas ferias; ni tan
siquiera deben estar los machos en
fincas cercanas para que lo visiten
en el día, desde Madrid, con comodidad, los empresarios y apoderados. Ahora deben ceder su sitio al
ladrillo, lo que no impide que en
las dehesas madrileñas permanezca marcadas, para el que la quiera
disfrutar, la historia de la fiesta de
los toros.
Juan Pedro Domecq (Veragua). Es el hierro
de la histórica ganadería del Marqués de
Veragua, heredera de la Real Vacada de
Fernando VII formada por José Vicente
Vázquez. La antigüedad es de 1790. Desde
1930 está en fincas de Andalucía y con su
encaste propio, que no mantiene continuidad
con el histórico. Ha nutrido a una parte
importantísima de las ganaderías actuales.
Hdros. de Antonio Arribas (Martínez).
Mantiene el hierro y la antigüedad (1822)
de la ganadería de Martínez, de Colmenar
Viejo, en la que padreó el famoso Diano.
La ganadería está en Cáceres y el encaste
actual es Juan Pedro Domecq.
Hernández Plá. Es la antigua ganadería de
Estaban Hernández, de Colmenar Viejo, de
la que mantiene el hierro y la antigüedad
(1882). Ha estado en manos de la misma
familia hasta fechas recientes. Mantiene
pastos en Soto Gutiérrez, lugar ya usado por
la Real Vacada de Fernando VII. El encaste
actual es Santacoloma.
Victorino Martín. Probablemente, la
ganadería más trascendente de los últimos
cuarenta años. Con el hierro de Albaserrada,
de antigüedad de 1919, mantiene el mismo
encaste, mezcla de Santacoloma y Saltillo.
Desde los años 70 la ganadería está en
dehesas de Cáceres, lejos de su primer
asentamiento de la localidad madrileña de
Galapagar.
Baltasar Ibán. Esta ganadería, de original
encaste mezcla de Contreras con Juan Pedro
Domecq, y comprada por Ibán en 1957, pasta
en una magnífica finca de El Escorial desde
donde se divisa el monasterio.
Victoriano del Río. Adquiere la ganadería en
1985, y la rehace con vacas y sementales
de encaste Juan Pedro Domecq. Mantiene
todas las reses en la sierra de Madrid, en
Guadalix de la Sierra, Miraflores y Soto del
Real.
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