KARLHEINZBRANDENBURG Karlheinz Brandenburg (Erlangen – Alemania, 1954) es doble licenciado en Electrónica (1980) y Matemáticas (1982). La tesis en Ingeniería Electrónica con que se doctoró en 1989 sentó las bases de un sistema de codificación que ha supuesto todo un mundo de cambios: el MPEG-Audio Layer 3, más conocido como MP3. Entre 1989 y 1990, Brandenburg trabajó en este ámbito en los prestigiosos Laboratorios AT&T Bell de Nueva Jersey. Después volvió a la Universidad Erlangen-Nuremberg para proseguir con sus investigaciones y en 1993 fue nombrado Jefe del Departamento de Audio/Multimedia del Instituto de Circuitos Integrados de Erlangen. Desde el año 2000, Brandenburg es Catedrático en la Universidad Técnica de Ilmenau y Director del Instituto de Medios Digitales (IDMT) del Instituto Fraunhofer. Además, es miembro de la AES (Audio Engineering Society), del IEEE (Institute of Electrical and Electronic Engineers), y del MPEG (Motion Pictures Experts Group, la entidad que se encarga de definir los estándares de audio y video a nivel mundial). Brandenburg está oficialmente reconocido como una de las mentes maestras de la ingeniería electrónica y entre los numerosos premios que reúne se encuentra la Cruz de la Orden del Mérito de la República Federal Alemana, Doctor Honoris Causa de las universidades de Koblenz-Landau y Lüneburg, y Embajador del Año Europeo de la Creatividad y la Innovación (2009). LA APORTACIÓN El MP3 ha revolucionado la forma en que entendemos la música, especialmente la industria musical: cómo se distribuye, se comercializa y se consume. El algoritmo del MP3 se basa en las limitaciones del oído humano: el codec elimina las frecuencias inaudibles conservando la esencia del sonido. A mayor compresión, menor calidad, pero el MP3 consigue un buen equilibrio. Desde que en 1992 el MPEG adoptó esta tecnología como estándar y, sobre todo, desde que el auge de Internet lo colocó en el lugar que le correspondía, la música juega en la misma liga que los e-mails, el intercambio de fotos o las llamadas de móvil. El formato MP3 ideado por Brandenburg ha permitido que tengamos discografías enteras en nuestro bolsillo, que la música pueda ser transmitida por Internet de form a fácil y rápida, y que se pueda disfrutar desde cualquie r teléfono móvil. Todo ello ha permitido que tengamos discografías enteras en nuestro bolsillo, que la música pueda ser transmitida por Internet de forma fácil y rápida, y que se pueda disfrutar desde cualquier teléfono móvil. Las repercusiones las tenemos cada día en los periódicos: alrededor de este codec nacido de las inquietudes de un grupo de genios de la electrónica se cambian leyes, se encienden debates sociales, se inventan modelos de negocio y se facturan miles de millones en aparatos reproductores. Incluso, tal y como advierten los melómanos, se ha logrado cambiar la mente de los usuarios: los amantes de la música de antaño escuchaban cada canción con cariño pero ahora simplemente “compiten” por ver quién acapara más discos (muchos de los cuales nunca llegarán a oír). EL INVENTOR Karlheinz Brandenburg es uno de los personajes de la Agenda Ciudadana de la Ciencia y la Innovación al ser considerado el padre del MP3. Es fácil ver que los trabajos de este matemático aficionado al trekking y a la ciencia ficción han cambiado partes significativas del mundo en que vivimos. Su personalidad emprendedora le llevó a trabajar en un enigma con poco presupuesto que el profesor Dieter Seitzer, de la Universidad de Erlangen tenía entre manos. Seitzer estaba intentando averiguar cómo transmitir música a través del teléfono en las nuevas redes digitales de 64 bits, pero a nadie parecía interesarle la idea. Sin embargo, a Brandenburg le atrajo, y comenzó a trabajar en cómo reducir la cantidad de información doce veces sin perder calidad. Las bases del MP3 ya estaban en la tesis en Ingeniería Electrónica con que se doctoró en 1989. En 1997 el MP3 estaba listo para su presentación mundial: no levantó mucho revuelo al principio pero la idea fue muy bien acogida en Silicon Valley. Al año siguiente aparecía el primer reproductor de MP3 y nada volvió a ser lo mismo. En 1997, la presentación mundial del MP3 no levantó mucho revuelo. Sin embargo, poco después los profesionales del sector quedaron asombrados con el trabajo de Brandenburg al comprobar que un archivo de sonido podía ser reducido 11 veces de tamaño sin que mermase su calidad. La figura de Karlheinz Brandenburg también es un ejemplo de que los negocios pueden hacerse de manera distinta y de cómo se puede generar riqueza del conocimiento. Frente a la incomprensión que recibieron de las empresas que dominan la industria musical cuando presentaron su idea, cambiaron de estrategia y se lanzaron a Internet. Dejaron a la vista de todos la demostración de cómo un archivo de sonido podía ser reducido 11 veces de tamaño sin que el oyente percibiera ninguna merma en la calidad e hicieron correr la voz contactando con profesionales del sector. Brandenburg y el Instituto Fraunhofer decidieron que no venderían los derechos del MP3 a nadie, y en 1995 vendieron por primera vez una licencia de explotación (una fórmula muy común por la cual la empresa interesada paga a los dueños de la patente para utilizar su invento). LAS IMPLICACIONES Poco a poco, la novedad del MP3 fue extendiéndose por todo el mundo. Sin embargo, cuando el negocio comenzaba a marchar, un estudiante australiano consiguió extraer el descodificador de una aplicación de Microsoft y la puso al alcance de todo el mundo. Los creadores reaccionaron a tiempo y convirtieron lo que podría haber sido su ruina en una ventaja: lo licenciaron como shareware, lo cuál quiere decir que quién quiera puede desarrollar aplicaciones para reproducirlo, copiarlo o compartirlo, por un precio muy asequible y siempre y cuando acredite debidamente al Instituto Fraunhofer. Esta flexibilidad, junto con la hazaña técnica que supone el sistema en sí, explica que el MP3 haya tenido un éxito y una implantación absolutos. Al amparo de esta licencia nacieron programas como Napster, WinAmp e innumerables acompañantes que ayudaron a catapultar el formato a la cultura de masas. Mientras tanto, los derechos del sistema pertenecen al Instituto y las ganancias que están generando han permitido a la sede de Ilmenau (una villa de 26.000 habitantes) convertirse en la más grande de las que pertenecen al Fraunhofer Institute. La decisión de Brandenburg de quedarse en este centro de investigación ha tenido un impacto enorme en la economía local de Ilmenau: se la compara con el MIT que a la vez se caracteriza por trabajar mano a mano con la industria, generando spin-offs y colaborando en el desarrollo económico de Alemania. Brandenburg asegura estar contento con su sueldo y viendo cómo los beneficios de los trabajos de su grupo sirven para dotar las investigaciones que llevarán a una nueva revolución en los medios digitales. Por ejemplo, actualmente trabaja en el sistema de sonido 3D Iosono, que podría borrar la frontera entre la realidad y la realidad virtual. nto viendo cómo los nte co tar es ra gu ase rg bu en nd Bra equipo sirven para beneficios de los trabajos de su llevarán a una nueva dotar las investigaciones que Actualmente trabaja . les ita dig s dio me los en n ció revolu o, que podría borrar la on Ios 3D o nid so de a tem sis el en ad virtual. frontera entre la realidad y la realid Ofertas no le han faltado para abandonar su tierra natal: A lo largo de estos años podría haber aceptado alguna de las multimillonarias ofertas que seguramente recibió de los inversores de Silicon Valley, pero prefirió dedicar su ingenio a la investigación pública. Esto no quiere decir que Brandenburg se aleje de la industria. De hecho, recientemente, una empresa fundada por uno de los pioneros del MP3, Dagfinn Bach, ha introducido un nuevo formato que permite situar las canciones en un ecosistema musical conectado a Internet y por el que varias discográficas ya han comenzado a sentir interés. Brandenburg no es parte de la empresa, pero si de sus inversores, y acompañó a Bach en la presentación pública del formato. Volviendo al MP3, el hecho de que la institución en la que trabaja tenga los derechos de sus trabajos ha impedido que se vuelva multimillonario pero a cambio le permite tener los mejores equipos, los mejores alumnos y toda la ayuda de su gobierno para sacar partido a cualquier maravilla que puedan crear. Todo esto parece demostrar que compartir el conocimiento y hacerlo crecer permite generar beneficios globales y personales, aunque entre estos no se encuentre necesariamente una cuenta bancaria rebosante hasta la obscenidad.