ORQUESTA SINFONICA Prog1

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pre s en ta ci ó n
a Orquesta Sinfónica de Navarra
no ha podido escoger mejor lema
para presentarse ante los ciudadanos navarros: “Una orquesta
para ti”. Tras haber alcanzado un arrollador
éxito por los escenarios de medio mundo e
interpretar las grandes obras maestras de la
música universal, junto con los más reconocidos intérpretes y artistas del panorama internacional, la Orquesta
Sinfónica de Navarra redobla sus esfuerzos en presentarse como una
institución cultural de primer nivel internacional al servicio de la ciudadanía navarra.
Con esta vocación de trabajar por y para los navarros, la Orquesta
Sinfónica de Navarra arranca la temporada 2011-2012. El primer gesto
de este nuevo espíritu es la firma de un acuerdo de especial relevancia
para el panorama cultural de la Comunidad foral, como es la colaboración entre la Sociedad de Conciertos Santa Cecilia y la Sociedad
Filarmónica de Pamplona.
No hay duda de que en estos momentos de dificultades económicas, la colaboración y la creación de sinergias entre las diversas instituciones culturales y musicales de Navarra son una excelente fórmula
para seguir manteniendo y ampliando la excelencia interpretativa de
las mismas. En anteriores campañas hemos sido testigos de los excelentes resultados que produce el trabajo conjunto entre la Orquesta
Sinfónica de Navarra y el Orfeón Pamplonés; una colaboración que
tendremos el placer de volver a ver esta temporada y que, esperemos,
sea todo un ejemplo de trabajo en equipo para próximas ocasiones.
Navarra siempre ha sido tierra de grandes intérpretes musicales,
con Pablo Sarasate y Julián Gayarre a la cabeza, y también tierra de
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pre s en ta ci ó n
apasionados aficionados a la música de calidad. La Orquesta Sinfónica
de Navarra ha sabido mantener, potenciar y difundir este gran legado
musical navarro por las salas de los mejores escenarios del mundo,
ejerciendo en muchas ocasiones como los mejores embajadores de la
Comunidad foral. El Gobierno de Navarra siempre se comprometerá
a apoyar esta labor y ahora, más que nunca si cabe, tiene la responsabilidad de consolidar el espíritu de esta nueva campaña centrada en
concienciar a los ciudadanos navarros que la Orquesta Sinfónica es
suya. Que la disfruten.
Yolanda Barcina Angulo
Presidenta del Gobierno de Navarra
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Primer Concierto de Ciclo | Programa
J. S. Bach (1685 - 1750)
Concierto de Brandenburgo nº 3
en Sol Mayor, BWV 1048
(APROX. 10’)
A. Bruckner (1824 - 1896)
Sinfonía nº 7 en Mi Mayor
(APROX. 64’)
I. Allegro moderato
II. Adagio: Seh feierlich und sehr langsam
III. Scherzo. Sehr schnell
IV. Finale: Bewegt, doch nicht schnell
DIRECTOR
Ernest Martínez Izquierdo
AUDITORIO
BALUARTE
Jueves 8 y viernes 9 de septiembre de 2011. 20 horas
Concierto en memoria de D. José Sesma Eza, miembro de la Junta
Directiva de la Sociedad de Conciertos Santa Cecilia, recientemente
fallecido.
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no ta s a l pr o g ra m a
Como expresó hace ya varias décadas Gustav Leonhardt, uno de
los más importantes defensores del estudio y la interpretación de la
música de Bach, la grandeza y la profundidad de la música del maestro
alemán “no se puede explicar”. Ciertamente, “es muy difícil comprender el
misterio de Bach, su atracción irresistible… Bach es serenidad, es emoción,
es inteligencia, es arquitectura, es todo esto y mucho más”. Si la profundidad emocional y literaria de su música vocal es casi milagrosa para
nosotros, el poder de la música instrumental de J. S. Bach (1685-1750)
supera lo meramente expresable a través de las palabras. El poder de
sus armonías, siempre al servicio del contrapunto y de una expresión
que refleja los misterios del alma humana, la compleja conducción de
las voces y de las melodías, las perfectas estructuras arquitectónicas de
sus temas, transmiten la visión del mundo de un hombre cuya grandeza humana transcurrió a la par que su genialidad como músico y artista en los años en que el barroco se transformaba en clasicismo.
Aunque el órgano fue la voz de Bach durante toda su vida, su
exploración de los instrumentos con los que pudo contar en sus lugares de trabajo proporcionaron muchas de las obras más bellas jamás
compuestas para ellos. Y con pocos medios, con unos conjuntos instrumentales camerísticos, contando siempre con la buena disposición
de geniales músicos instrumentistas y amigos, Bach compuso una
intensa colección de música instrumental, de cámara y para pequeña
orquesta. Las más conocidas partituras orquestales de Bach son sus
Conciertos de Brandeburgo, dedicados al margrave Christian Ludwig
de Brandeburgo en 1721, y compuestos seguramente durante los años
que Bach trabajó como Kapellmeister de la corte calvinista de Cöthen
(1717-1723), donde el príncipe Leopold, gran amante de la música instrumental, proporcionó al maestro una agrupación instrumental formada por magníficos y virtuosos ejecutantes.
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no ta s a l pr o g ra m a
El Concierto de Brandeburgo nº 3 en Sol mayor BWV 1048 posee
la serenidad de la cuerda y carece de los artificios sonoros de los otros
cinco conciertos que incorporan instrumentos de otras familias.
Según explica Marc Vignal, los tres coros instrumentales de la misma
familia se oponen, responden y se mezclan en un perfecto equilibrio,
desprendiendo un sentimiento de potencia y de plenitud. Si el primer
movimiento adopta la forma tripartita del “aria da capo”, el Allegro
final muestra la influencia de la danza, subrayada, eso sí, por una textura contrapuntística de rápida y ágil ejecución.
Las generaciones que siguieron a J. S. Bach admiraron profundamente la grandeza de su música, aunque el público resucitó su pasión
por Bach a partir de que el compositor alemán Félix Mendelssohn
recuperara la “Pasión según San Mateo”, muchas décadas después de
la muerte del cantor de Leipzig, en 1829. Robert Schumann reflexionó
sobre la enorme influencia que Bach ejercía en la forma de entender la
música de sus colegas, los compositores del Romanticismo. Lo explicó
con las siguientes palabras: “Mozart y Haydn tuvieron un conocimiento
parcial y unilateral de la obra de Bach. Ninguno de ellos pudo imaginar
hasta qué punto Bach hubiera podido influir en su productividad, si realmente le hubiesen conocido en toda su grandeza. (…) Mendelssohn,
Bennett, Chopin, Hiller y los llamados románticos (me refiero a los alemanes, por supuesto) están mucho más cerca de Bach de lo que nunca estuvo
Mozart; todos ellos tienen un conocimiento más completo de la obra de
Bach”.
El respeto por la tradición y la admiración por Bach y por las
generaciones pasadas de músicos alemanes fue compartido por dos
compositores que convivieron en Viena durante varias décadas y que
se dieron la espalda hasta el final de sus vidas; estos dos músicos fueron Johannes Brahms (1833-1897) y Anton Bruckner (1824-1896).
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Curiosamente, ambos compositores llegaron a Viena el mismo año,
1868, y pasaron en esta ciudad largos años sin apenas coincidir, ni en
lugares ni en sus personales visiones del arte musical. Anton Bruckner
desarrolló su carrera musical a partir de su formación como organista,
siempre respetuoso con el pasado musical centroeuropeo, manteniendo una admiración por las partituras para órgano de Bach y de
otros compositores alemanes del Barroco y del Clasicismo.
Nacido en el seno de una humilde familia de músicos aficionados
austriacos, Bruckner pasó varios años en Linz antes de perfeccionar
sus estudios de contrapunto y composición en la capital austriaca. Un
momento que marcó decisivamente su vida fue la asistencia a la primera representación de “Tristán e Isolda “ de Wagner, en Munich en
1865. Sin duda, la admiración que sintió Bruckner por la música wagneriana le acompañará toda su vida y, pese a que desarrolló un estilo
personal y no siempre de ascendencia wagneriana, las críticas que
recibió de Hanslick y de otros artistas pertenecientes a este círculo
fueron constantes. Sin embargo, hay que explicar que fue precisamente Hanslick quien recibió con simpatía a Bruckner a su llegada a Viena
(1868), y que incluso organizó un ciclo de conciertos en París (1869)
para que Bruckner ejecutara sus partituras en el órgano de NotreDame.
Habiendo descubierto la innovación armónica, melódica y
orquestal de Wagner, Bruckner decidió centrarse en la música sinfónica, “aparcando” de algún modo su interés por la música religiosa. Ya
había compuesto el Réquiem y la Missa Solemnis, y se dedicaría enteramente a la producción de una serie de partituras sinfónicas que no
dejaron a nadie indiferente. Sus aires campesinos, como explica F. R.
Tranchefort, “su personalidad, … su aparente ingenuidad y también algunas torpezas, sólo suscitó en una Viena invadida por la frivolidad y llena de
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no ta s a l pr o g ra m a
arrogantes prejuicios la hostilidad, incluso los sarcasmos desmedidos”.
Incluso la Filarmónica de Viena, que entonces dirigía Otto Dessolf, le
devolvió la partitura de su primera sinfonía, descrita como “huraña” y
“audaz” y también de la segunda, a la que calificó de “inejecutable” por
su longitud y por los calderones “que rompían su desarrollo”. El apoyo
de Wagner al músico austriaco abrió a éste algunas puertas, pero cerró
otras. Las críticas, los desprecios hacia sus obras fueron constantes y
quien le había apoyado años atrás, el célebre e influyente Hanslick, le
negó su simpatía.
Pese a las continuas dificultades que sufrió, Bruckner fue un trabajador incansable y siempre encontró fuerzas para continuar. Incluso
bajo la presión de los problemas económicos provocados por los constantes rechazos que encontró por parte de críticos y orquestas, consiguió milagrosamente terminar las sinfonías 4ª y 5ª (1875). Sus cargos
como archivero en la Hofkapelle, como repetidor de los Pequeños
Cantores, o como lector de armonía y contrapunto en la Universidad
de Viena, le ayudaron a salir de la estrechez y pudo por fin adquirir una
vivienda digna.
El primer éxito importante llegó por fin con el estreno de la
Séptima Sinfonía [64’] que tuvo lugar en la sede de la Gewandhaus de
Leipzig el 30 de diciembre de 1884. Esta es, junto con la Cuarta, la partitura sinfónica más interpretada y reconocida de Bruckner, y estuvo
dedicada al rey Luis II de Baviera, aunque parece que el fallecimiento
de Richard Wagner en febrero de 1883 afectó enormemente al compositor austriaco, que compuso el Adagio de esta sinfonía en homenaje a
su admirado colega alemán. F. R. Tranchefort explica que cuando
Bruckner se encontraba componiendo la obra, acudió a Bayreuth para
el estreno de “Parsifal” y allí pudo ver al maestro Wagner por última
vez. Munich, Amsterdam, Londres, incluso auditorios de los Estados
Unidos acogieron calurosamente esta sinfonía.
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no ta s a l pr o g ra m a
Hay que decir que, en muchos aspectos, Bruckner fue un autodidacta y que, quizás debido a su humildad, a ciertos sentimientos de
inseguridad o a las duras críticas que recibió, dedicó mucho tiempo a
lo largo de su vida a revisar y reescribir sus partituras. Por este motivo
se conservan varias versiones de algunas de sus sinfonías. En el caso
de la Séptima, el compositor, con ayuda de sus colaboradores Nikisch,
Schalk y Löwe, incluyeron algunas modificaciones, principalmente en
lo que se refiere a movimiento e instrumentación, que aparecen en la
versión de 1885. Esta es la versión que revisó el musicólogo austriaco
Leopold Nowak y que publicó en 1954, versión que hoy ejecuta nuestra
orquesta. En la nueva edición, Nowak incluyó las percusiones, concretamente unos platillos, que habían aparecido en unas anotaciones del
compositor en la culminación del Adagio.
La orquestación de esta obra es amplísima y debe su planteamiento a la rica visión orquestal que habían mostrado Berlioz y Wagner
algunos años atrás. Incluye la utilización de las tubas wagnerianas o
“wagnertuben”, una especie de trompa que Wagner concibió como
híbrido entre la trompa y la tuba y que utilizó por vez primera en “El
anillo del Nibelungo”. Estas “tubas wagnerianas” aportan solemnidad
a las melancólicas sonoridades del Adagio que Bruckner dedicó a
Wagner. Como en el caso de otras sinfonías de Bruckner, el efecto
sonoro de la orquestación de esta partitura es el que han descrito algunos musicólogos como de “bloques sonoros”, influencia de la literatura para órgano, instrumento del que el compositor era un reputado
virtuoso.
En cuanto al concepto y la organización formal de la sinfonía,
Bruckner siguió el inaugurado por Beethoven, dividido en cuatro
movimientos, un Allegro en forma de sonata, un Adagio, un Scherzo de
carácter rítmico y un Finale, también en forma de sonata. En lo
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referente a la espiritualidad y al carácter introvertido de la obra, estos
son los habituales del catálogo sinfónico bruckneriano. Al respecto,
Plantinga habla del “orden metafísico” de las sinfonías de Bruckner, del
“fervor religioso” que se respira en ellas, del “temor de Dios” que siempre
manifestó el compositor. Y el experto en la obra de Bruckner, Ernst
Kurth, ha visto en estas sinfonías una “demostración del ideal filosófico
que considera la forma musical como el envoltorio sensorial de la energía
psíquica, una derivación de la representación inmediata de la Voluntad de
Schopenhauer, una concepción profundamente idealista”.
Mar García Goñi
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di re c t or
Ernest Martínez Izquierdo
Orquesta Sinfónica de Navarra
Director Artístico y Musical
Nacido en Barcelona (1962), es desde
1997 Director Artístico y musical de la Orquesta Sinfónica de Navarra.
Tras su formación musical en Barcelona y Paris, en 1985 inició su
carrera como director de orquesta con la creación del grupo Barcelona
216, especializado en la interpretación del repertorio de cámara contemporáneo. Desde el año 2002 hasta el 2006 fue director titular y
artístico de la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de
Catalunya, continuando como principal director invitado hasta el año
2009.
Paralelamente a su actividad como director titular, ha dirigido las
principales formaciones españolas e internacionalmente ha trabajado
con orquestas como: Kyoto Symphony Orchestra, Finish Radio
Symphony Orchestra, Warsaw Philharmonic, Philharmonique de
Radio France, Orchestre National de Lyon, Helsinki Philharmonic,
Orchestra Comunale de Bologna, Beethoven Academie (Amberes),
Tonkünstler Orchestra (Viena), y ensembles como Ensemble
Contemporain de Montréal, Ensemble Modern de Frankfurt, Wien
Klangforum, Avanti Chamber Orchestra (Helsinki) entre otros.
Como director de ópera destacan las producciones Adriana Mater
de Kaija Saariaho con dirección escénica de Peter Sellars (premiers en
la Ópera Nacional de Finlandia y en la Ópera de Santa Fe, Estados
Unidos), Le nozze di Figaro de W.A. Mozart, dirección escénica de
Emilio Sagi y Carmina Burana de K. Orff, con puesta en escena de La
Fura dels Baus.
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di re c t or | E r n e s t M a r t í n e z I z q u i e r d o
Ha realizado grabaciones para sellos discográficos como Telarc,
Harmonia Mundi, Collegno, Ircam, Stradivarius y Naxos.
Entre los galardones recibidos destacan el premio Ojo Crítico de
Radio Nacional de España (1995) el premio Roland de Periodismo de
Música Clásica de Cataluña (2000), el premio Ciutat de Barcelona
(2001) y el Latin Grammy (2006). Desde el año 2006 es miembro de la
Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi.
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or q u e s ta s i n f ó n ic a d e n ava r ra
Violines I
Violoncellos
Trompas
Vicent Balaguer
Anna Siwek
Daniel Menéndez
Catalina García-Mina
Edurne Ciriaco
Enrico Ragazzo
Nathalie Gaillard
David Pérez
Nikola Takov
Malen Aranzabal
Daniel Sádaba
Ana Chiu
Herwig Coryn
David Johnstone
Tomasz Przylecki
Dorota Pukownik
Carlos Frutuoso
Diego Arbizu
Yolanda Bueso
Jan Zaluld
David Thompson
Zach Glavan
Pablo Rincón
Josu Alcalde
Violines II
Maite Ciriaco
Anna Radomska
Inés de Madrazo
Iraia Aizpuru
Grazyna Romanczuk
Fermín Ansó
Pilartxo Ibáñez
Tibor Molnar
Lourdes González
Angelo Vieni
Oscar Sala
Aritz García de Albéniz
Daniel Mazarrota
Enric Camarasa
Contrabajos
Piotr Antoni Piotrowski
Fco. Javier Fernández
Gian Luca Mangiarotti
José Vilaplana
Javier Sapiña
Héctor Sapiña
Flautas
Xavier Relats
Ricardo González
Trompetas
Jonathan Clarke
Carlos Gomis
Eloy Marqués
Trombones
Santiago Blanco
Mikel Arkauz
David Becker
Tuba
Oboes
Alfonso Viñas
Pilar Fontalba
Juan Manuel Crespo
Timbal
Javier Odriozola
Violas
Clarinetes
David Fons
Jerzy Wojtysiak
Fco. Javier Gómez
Malgorzata Tkaczyk
Robert Pajewski
Jose Ramón Rodríguez
Irantzu Sarriguren
Elena Boj
Javier Inglés
Elisa López
Percusión
Santiago Pizana
Javier Pelegrín
Fagotes
José Lozano
Ferrán Tamari
Clave
Borja Rubiños
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da l a no ta
Queremos una Orquesta de la máxima calidad, que ofrezca una programación cada vez más abierta y variada, accesible y asequible para todo
tipo de públicos.
Ello sólo será posible con el apoyo y la generosidad de los amantes de
la música que quieran sentirse herederos de quienes en 1879 fundaron la
que hoy, 129 años después, podemos llamar con orgullo la Orquesta de
Navarra.
Ayúdanos a hacer posible nuestra ambición convirtiéndote en Socio
Preferente de la Orquesta Sinfónica de Navarra.
MIEMBROS
ENTIDADES
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DE
LA
FUNDACIÓN
PATROCINADORAS
PABLO
SARASATE
da l a no ta
SOCIO
SOCIOS
BENEFACTOR
PREFERENTES
PRESTISSIMO
Hotel Maisonnave
VIVACE
Fundación Fuentes Dutor
ALLEGRO
www.lokliza.com
ALAIZ IRUÑA, SL
CLÍNICA DE ORTODONCIA LAHOZ-ROUCH
La Fundación Pablo Sarasate agradece también el generoso apoyo de
los numerosos socios preferentes en la categoría de Adagio.
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PRÓXIMO
CONCIERTO
13 y 14 de octubre de 2011
SEGUNDO CONCIERTO DE CICLO
F. J. HAYDN (1732-1809)
Sinfonía nº 88 en Sol Mayor
(APROX. 23’)
W. A. MOZART (1756-1791)
Sinfonía nº 41 en Do Mayor k. 551 “Júpiter”
(APROX. 31’)
L. V. BEETHOVEN (1770-1827)
Sinfonía nº 1 en Do Mayor op. 21
(APROX. 32’)
DIRECTOR
Antoni Wit
Depósito Legal: NA-606/2011
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