Masterworks 11 octubre 2007 La ciencia colonial en

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Alex Douglas
HISP 391: Masterworks
11 octubre 2007
La ciencia colonial en Cien años de soledad: preso de la dualidad de la dependencia
No debe sorprendernos que Gabriel García Márquez incluye la historia de la ciencia Latinoamericano en Cien
años de soledad. Aunque el poscolonialismo se dirige a cuestiones de identidad, la historia de la ciencia es también un
campo clave. La ciencia, con su enfoque en la búsqueda racional de la verdad, es la pierda angular de la modernidad que
distingue los poderes europeos de sus colonias. Los productos de la ciencia, sobretodo la industrialización, la burocracia y
la guerra moderna, son las herramientas que posibilitan la dominación colonial. La subordinación colonial, y poscolonial,
son en gran parte productos del estatus científico.
La historia de la ciencia en Cien años de soledad
se divide en cuatro periodos: durante el primero, José Arcadio
Buendía procede del medioevo a la edad moderna; durante la segunda, la ciencia nativa se detiene pero los
latinoamericanos introducen por su propia cuenta los desarrollos técnicos externos de la revolución industrial. Durante la
tercera, las potencias externas (principalmente la compañía bananera) introducen otros productos de la modernidad y en
la cuarta fase Macondo vuelve al ritmo del medioevo. Mediante esta historia Márquez culpa la dualidad cronológica y
epistemológica, componente del realismo mágico, con el atasco científico. La identifica como un producto de la
manipulación colonial. Indica que ésta es el único factor en el retraso de la ciencia latinoamericana, y que se arreglará con
el tiempo.
Al hacerse historiador de la ciencia, Márquez se enfrenta con otros que ya trabajan en el campo. Sigue más o
menos el esquema del historiador Antonio LaFuente y el sociólogo Aníbal Quijano, pero con variaciones propias. Según
ellos, la ciencia en el ámbito colonial empieza tanto con contribuciones indígenas y europeas y como las circunstancias
coloniales de dependencia y un enfoque en la ciencia utilitaria. Márquez reconoce los efectos de la dependencia y las
contribuciones europeas, pero ignora las contribuciones indígenas y la actitud utilitaria. El esquema de LaFuente y
Quijano sigue a partir de las cuatro condiciones con el desarrollo de una ciencia moderna alternativa, distinta pero no peor
de la europea. En el modelo de Márquez, la ciencia criolla es inicialmente exitosa y moderna, pero la dualidad producida
por la dominación colonial la frena por completo. Sin embargo, nos anima que un día la dualidad desaparecerá y volverá
la ciencia.
La historia de la ciencia latinoamericana de Márquez comienza con el vacío. No hay ciencia en Macondo a
principios de la novela. El hecho de que "muchas cosas carecían de nombre"(83) indica que no se ha desarrollado el
elemento más básico de la ciencia: la clasificación. La clasificación es, además, el campo en lo cual los indígenas hicieron
las contribuciones más importantes a la ciencia europea. Ellos ya tenían nombres y clasificaciones para plantas y
animales que eran, en el siglo XVI, desconocidos para los europeos. Sin embargo, en Cien años de soledad, Márquez no
reconoce estos logros y describe la ciencia latinoamericana comenzando desde un vacío.
La ciencia viene a Macondo primero con Melquíades el gitano, cuyo nombre hace eco al papa san Melquíades del
siglo cuarto, un africano de origen desconocido que fue el primer papa aceptado por el emperador romano. El nombre
simboliza el medioevo y las tradiciones científicas europeas de la época premoderna que él trae a Macondo. Melquíades
explica que su primera exposición, el imán, viene de los sabios alquimistas de Macedonia. Los otros inventos que
introduce en Macondo, la lupa (85), mapas portuguesas (86), instrumentos de navegación (86), el laboratorio de alquimía
(88) y la cura del peste de insomnio (143), menos el laboratorio del daguerrotipia que trae mucho más tarde (143), son
perfectamente medievales. Los textos que trae, del monje Hermann (86), de Moisés y Zósimo (90) son ejemplos buenos
de la ciencia medieval europea. Así la ciencia en Macondo empieza, después de un vacío, con el conocimiento europeo
medieval traído por Melquíades.
José Arcadio Buendía, el fundador y primer científico de Macondo, utiliza los comienzos que ofrece Melquíades
para desarrollar, independientemente, una ciencia avanzada y de actitud moderna. Descubre que la tierra es redonda
(88), compone un manual para usar la lupa como arma (86), logra separar oro de otros metales (107), inventa una
máquina de memoria (141) y desarrolla un motor eficiente para una bailarina de cuerda (173). Aunque no lo logra, intenta
probar científicamente la existencia de Dios por hacerle un daguerrotipo (147). A pesar de que no descubre ningún
principio desconocido en Europa, prueba la capacidad latinoamericana so condiciones normales del progreso científico.
La ciencia de José Aureliano Buendía no sólo es impresionante por sus hallazgos, sino principalmente por su
actitud. Desarrolla la modernidad y la ciencia moderna sin más ayuda que el fundamento medieval. La forma de la tierra,
deducida por Eratosthenes en el siglo tres a. C., no es en sí misma conocimiento moderno pero la fe en la razón y las
matemáticas que José Arcadio Buendía muestra en afirmarlo frente a las dudas de todo el pueblo es característico de la
racionalidad de la ciencia moderna (88). El experimento de probar la existencia de Dios mediante la ciencia indica el
triunfo de la racionalidad en contra de la fe, una actitud especialmente moderna y característica de la ilustración. José
Arcadio Buendía ha afirmado su existencia sin pruebas poco antes (140), yuxtaponiendo la actitud medieval con el nuevo
desarrollo original. Finalmente, su ánimo para las posibilidades de nuevos motores basados en su último invento (173) y
su anhelo para aprovecharse de los beneficios de la ciencia (99) muestran su fe moderna en la razón y el progreso. José
Arcadio Buendía desarrolla la ciencia moderna y, con ella, la modernidad.
Esta primera etapa de ciencia exitosa termina con la locura de José Aureliano Buendía y la visita del fantasma de
Prudencio Aguilar. Hasta aquél momento, en el estado puro de Macondo, Márquez describe la ciencia protegida de los
efectos de la dependencia colonial. Después de la vuelta de Prudencio, describe la modernización de Macondo a carga
de latinoamericanos, pero sólo mediante la importación de tecnología y los efectos de la ciencia y sin el progreso
científico nativo. No se vuelve a estudiar la ciencia moderna en Macondo durante todo el curso de la novela.
La aparición de Prudencio Aguilar marca esta transición. El delirio de José Arcadio Buendía en imaginar las
posibilidades de su nuevo motor, aunque parece relacionado, realmente no es el punto clave. Pasa dos o tres días en el
estado de delirio sin mención del tiempo, pero inmediatamente después de hablar con Prudencio, empieza a vigilar los
días y encuentra que no deja de ser lunes (173-174). Este estancamiento simboliza el fin del progreso científico.
La aparición de Prudencio Aguilar no sólo marca sino que también justifica la transición. Señala que la dualidad
es culpable de acabar con la ciencia. Cuando Prudencio Aguilar aparece a Úrsula justo después de la muerte del anterior,
José Arcadio Buendía no lo cree. Declara, "los muertos no salen"(110). Sin embargo, el fantasma ha salido, y en el
proceso niega la racionalidad y cronología europea. El pasado vuelve e introduce la dualidad cronológica y
epistemológica. José Arcadio Buendía logra escaparla y seguir estudiando la ciencia por trasladarse a Macondo, un
pueblo que carece de pasado. Sin embargo, al fin de esta fase, la muerte de Melquíades permite la venida de Prudencio
Aguilar. Su llegada representa la presencia del pasado en el presente. Para José Arcadio, esta dualidad significa la
imposibilidad del progreso. Da igual cuánto vigila, ni como--usa la botánica, la astronomía y la arquitectura como muestra
por decir, "Mira el cielo, mira las paredes, mira las begonias"--encuentra que no ha progresado más allá de lunes, el
comienzo de la semana (174). Para él, el progreso se ha imposibilitado y no le queda más remedio que volver a la
inocencia medieval. Empieza a hablar sólo en latín, idioma medieval, y destruye el laboratorio de alquimia, el gabinete de
daguerrotipia y el taller de orfebrería (175). Con la vuelta del pasado a Macondo, no hay más progreso científico nativo.
Sin embargo, sí hay una nota de esperanza. Prudencio Aguilar hace mención de “otra muerte que [existe] dentro
de la muerte”(173). Pronostica que su vuelta no será permanente, y abriendo la posibilidad de un renacimiento científico
latinoamericano.
Durante la segunda fase, Macondo empieza a industrializarse. Tras la guerra el pueblo construye casas más
lujosas y José Arcadio intenta establecer un servicio de navegación. Márquez escribe que es "un sueño delirante,
comparable apenas a los de su bisabuelo"(303) porque es obviamente imposible. Mientras los proyectos de José Arcadio
Buendía son atrevidos y a veces se enfrentan con imposibilidades hasta entonces desconocidos, como la de sacar oro de
la tierra con imanes o de producir oro por alquimia, el proyecto de José Arcadio Segundo es imposible debido a hechos
claros e indisputables. Intenta vencerlos no por su genio sino por el trabajo bruto. Fracasa (304). Aureliano Triste
construye una fábrica de hielo, pero la descripción del proceso muestra que la construcción no incluyó ningún desarrollo
científico. Aureliano Triste no la "diseño" ni "construyo" sino que la "instaló", un verbo que sugiere el uso de un producto
ya fabricado. Además, no es su idea; es la fábrica de hielo "con que soñó José Arcadio Buendía"(328). El ferrocarril,
también, es invento de otra zona; sólo dice que hay que "traer[lo]” (332). Con el ferrocarril vienen el cine, el teléfono, y el
gramófono, todos elementos de la modernización pero no de la modernidad. Representan la venida de tecnología nueva y
la industrialización de la segunda fase, pero no representan cambios en la manera de pensar ni dirigir la sociedad.
La tercera fase viene con la compañía bananera y se caracteriza por la hegemonía norteamericana. Es la
muestra más importante de la dominación inherente al colonialismo, a pesar de que ésta aparece también en otras
etapas mediante las relaciones con los indígenas Visitación y Cataure y en el personaje de Fernanda, representante de la
monarquía. En este sentido, esta fase describe también la época del colonialismo español anterior a la novela.
La dependencia del colonialismo es clave porque hace volver el pasado. Como indica Aníbal Quijano, la dualidad
latinoamericana viene de las raíces dobles europeas e indígenas o, en referencia a la época contemporánea, a la
independencia y las raíces europeas. En Latinoamérica, el pasado sigue presente porque es distinto del presente.
Mientras en Europa el presente es una evolución del pasado, en Latinoamérica el presente colonial es una imposición
extranjera y el pasado no desaparece. El pasado, como la fantasma de Prudencio Aguilar, vive todavía y se siente solo.
Vuelve para buscar compañía (110, 173).
Durante la época de la compañía bananera, se establece dualidades entre la verdad de la masacre y las mentiras
del gobierno (426). Con la construcción del pueblo de la compañía, Macondo se hace un pueblo dual. La compañía
introduce cambios radicales, trasladando el río a otro sitio, ocultando la tumba de José Arcadio, y alterando el tiempo
(339). El Macondo nuevo es un Macondo artificial, y existe en un estado de tensión entre el pasado ocultado y el presente
impuesto artificialmente. Márquez indica la profundidad de la tensión y dualidad por comparar la potencia de la compañía
a la de Dios. Sigue la dualidad después de la salida de la compañía: perduran las ruinas del pueblo de la compañía,
complicando la imagen de un país independiente. Aureliano, paseando por las ruinas, intercepta una llamada telefónica
“angustiada” de los gringos que atraviesa el abismo entre el pasado y presente como la vuelta de Prudencio Aguilar (511).
Con estas dualidades cronológicas, no se puede identificar el sentido del progreso; con la dualidad epistemológica, la
verdad no se distingue de la mentira. En Cien años de soledad, es el colonialismo que produce la dualidad que frena la
ciencia.
En la cuarta fase, el último Aureliano evita este dilema y logra perseguir el conocimiento porque se aísla del
presente y pasado reciente. No tiene ni dualidad ni modernismo. Vuelve a estudiar los libros de Melquíades, "de modo
que llegó a la adolescencia sin saber nada de su tiempo, pero con los conocimientos básicos del hombre medieval” (479).
Estudia libros medievales de la librería del sabio Catalán (480,492) y expande su conocimiento en tertulias con otros
clientes de la tienda (516). Vive en el ambiente intelectual de la Europa precolombina, y no sabe ni su propio nombre. A
través del conocimiento medieval logra descifrar el presente y pasado reciente en los pergaminos de Melquíades, y en
aquel momento, en una repetición del huracán de violencia que José Arcadio Buendía soltó en las herramientas de la
ciencia cuando el pasado le alcanzó, Macondo se destruye (550). Aureliano encuentra que los condenados a la soledad
no tienen segunda oportunidad sobre la tierra, al igual que Prudencio Aguilar teme "la otra muerte que existía dentro de la
muerte"(173). Para Latinoamérica, es una bendición: el pasado morirá, liberándoles de la dualidad y permitiéndoles, con
el tiempo, tener identidad propia, una modernidad auto-desarrollada, y el fin de las mentiras.
La historia de la ciencia que presenta Márquez se distingue de la propuesta por LaFuente y Quijano. El carácter
latinoamericano, determinado por su historia colonial, le impone la dualidad y prohíbe el progreso científico. De
Latinoamericanos se hace científicos buenos, pero sólo con el tiempo se liberará de la dualidad del pasado y se
independizará plenamente. En Cien años de soledad, Gabriel García Márquez no sólo resuelve la búsqueda de una
identidad latinoamericana sino que también ofrece una nueva interpretación teórica de la ciencia colonial. Márquez
diagnostica la soledad latinoamericana como efecto de la dualidad, nos consola que no hay otras causas, y prescribe cien
años de espera.
Bibliografía:
Chambers, David and Richard Gillespie. “Locality in the History of Science: Colonial Science, Technosicence, and
Indigenous Knowledge.” Nature and Empire: Science and the Colonial Enterprise. Osiris, 2a serie, vol. 15.
Chicago: University of Chicago Press, 2000. P. 221-240.
LaFuente, Antonio. “Enlightenment in an Imerial Context: Local Science in the Late-Eighteenth-Centry Hispanic World.”
Nature and Empire: Science and the Colonial Enterprise. Osiris, 2a serie, vol. 15. Chicago: University of Chicago
Press, 2000. Pp. 155-173.
García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad. Madrid: Cátedra, 2005.
Quijano, Aníbal. “Modernity, Identity, and Utopia in Latin America.” boundary 2, Vol. 20, No. 3, The Postmodernism Debate
in Latin America (Autumn, 1993), pp. 140-155.
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