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LA LEY DE VÍCTIMAS Y EL PROBLEMA DE LA TIERRA
(JAVIER ALDANA ROJAS)
Contenido
LA LEY DE VÍCTIMAS Y EL PROBLEMA DE LA TIERRA ................................................ 1
(JAVIER ALDANA ROJAS) ................................................................................................... 1
Las cifras sobre la tierra en Colombia .................................................................................. 2
La distribución de la tierra en Colombia ............................................................................... 3
El proceso de concentración ................................................................................................ 4
La pacificación de país .......................................................................................................... 5
Los victimarios no reparan .................................................................................................... 7
Los pobres históricos que no son contados como víctimas del conflicto .......................... 9
La vía farmer o junker en Colombia; la disputa por la tierra hasta la ley de tierras un
pulso desigual. .................................................................................................................. 12
Algunas ideas sobre el hábito en la reforma agraria ..................................................... 13
La solución judicial ........................................................................................................... 18
Bibliografía ............................................................................................................................ 19
Desde tiempos inmemorables la tenencia de la tierra ha generado agrias disputas
incluso entre hermanos. El libro del génesis relata la pugna entre dos nombres que
han pasado a la historia de occidente:
“Abel se dedico a criar ovejas, y Caín se dedico a cultivar la tierra…
Un día, Caín invitó a su hermano Abel a dar un paseo, y cuando los
dos estaban ya en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo
mató…Entonces el Señor preguntó a Caín:¿Dónde está tu hermano
Abel? Y Caín contesto: No lo sé...” (Sociedades Bíblicas Unidas,
2002, pág. 4)
La supuesta ignorancia de lo acaecido a Abel origina una respuesta lacónica y tajante
de parte, del sindicado del crimen por Dios, ello se debe entender como una negación
de los verdaderos problemas de la disputa entre dos visiones del mundo agricultores y
ganaderos. O mejor generalizando la cita de Génesis 4,2-15, en uno de los libros más
antiguos y conocidos por occidente, se podrá inferir que la violenta muerte de un ser
humano o una colectividad; se relaciona con la lucha entre gentes de todas las
culturas y lugares geográficos por la posesión, tenencia, dominio y concentración de
la tierra.
Las cifras sobre la tierra en Colombia
Según el Instituto Geográfico Austin Codazzi (IGAC) establecimiento encargado
oficialmente de dar cuenta del registro catastral y que maneja datos que se relacionan
en gran medida con la urgencia de los particulares de legalizar sus tierras expresado
en hectáreas la tenencia de la tierra en Colombia es como sigue: “El estado tiene
28´590.815, los particulares 67´859.588, las comunidades negras 3´786.826, las
comunidades indígenas 30´030. 215 y las áreas forestales y parques 8´003.291
(Martinez Martinez, 2003, pág. 6). Estos datos arrojan cifras interesantes que ayudan
a comprender el problema de la tenencia de la tierra en Colombia y la consecuente
lucha por su control que desemboca en la victimización por parte de una gran variedad
de actores de sus poseedores o propietarios. De esta cita se concluye que el total de
tierras rurales susceptibles de apropiación se acerca a 138.290.815 hectáreas. En su
respectivo orden la tierra en términos relativos esta en un 49 % en manos de
particulares, un 22 % en manos de indígenas, un 21 % es propiedad del estado, un 6
% corresponde a las áreas forestales y parques, y finalmente un 3 % pertenece a las
comunidades indígenas. Es de notar que esta información no se incluye a
comunidades Rrom.
De otra parte las estadísticas sobre la tenencia de la tierra entre predios urbanos en
manos de particulares no afectan más que un porcentaje muy bajo las cifras totales de
la tierra según el autor ya citado:“se tienen 3.870 000 predios con más de 5.000.000
propietarios, éstos cobijan más de 174.000 hectáreas, cifra en ningún momento
comparable con las 67´000.000 que corresponden a la zona rural (Martinez Martinez,
2003). De este modo el porcentaje en términos relativos de la tierra urbana en manos
de particulares corresponde al 0.1 por ciento del total de tierra susceptible de
apropiación sin contar con la cifra de los predios urbanos en manos del estado.
Una dificultad que se presenta al contemplar detenidamente las cifras se relaciona con
manejo de cifras muy gruesas muchas veces contradictorias entre sí lo que deja ver un
sistema catastral bastante débil como se aprecia a continuación: “En la Base Nacional
de Catastro, se encuentra que los predios particulares a nivel rural en Colombia suman
2´600.000 en manos de 3´500.000
propietarios, lo que abarca alrededor de
68´000.000 de hectáreas sobre los 130´000.000 que aproximadamente tiene el país
(Martinez Martinez, 2003, pág. 5).
La distribución de la tierra en Colombia
Colombia posee 1.141.748 Km2. De todos estos kilómetros sólo una pequeña parte es
susceptible de ser dedicada a la ganadería o a la agricultura. A pesar de ello, según
indicadores internacionales, como el Gini y la curva Lorenz Colombia es uno de los
países del mundo donde la tierra se halla distribuida entre los particulares de forma
preocupantemente inequitativa y lo
más grave resulta ser que el proceso de
concentración va en aumento. Aunque las teorías que explican este tipo de
mediciones son complejas la idea básica consiste en una especie de tipo o canon ideal
de distribución de la tierra un modo fingido o lugar idílico de la equidad al estilo de
Juan Jacobo Rousseau en el que todos los hombre libres tiene la posibilidad de tener
todo cuanto existe o mejor fingir una especia de velo de la ignorancia al estilo de
Rawls que facilite poner el contador en cero para el caso de la curva Lorenz ello se
percibe en los siguientes términos:
Para determinar la distribución de la tierra se debe tener en cuenta el
concepto de distribución equitativa. Existe una distribución equitativa
de la tierra entre los miembros de una población cuando a cada uno
de ellos le corresponde una fracción proporcional del total de la
misma. Por ejemplo, en una población de 100 propietarios, si la tierra
está distribuida equitativamente, cada uno de los miembros de la
población debe ser propietario de un 1% del total de la superficie de
la tierra. (Rodriguez Castillo, 2010, pág. 5)
Siguiendo este modo de pensar los estudiosos del tema han llegado a conceptuar
sobre la comparación entre el canon ideal y la realidad Colombiana de la
concentración de la tierra siguiente siguiendo el índice Gini:
Colombia tiene uno de los índices de concentración de la tierra más
elevados del mundo: 0.85 para el total nacional (este índice
corresponde al Gini de concentración de la tierra excluyendo los
predios pertenecientes al estado, los predios de parques nacionales,
comunidades indígenas y negras, y empresas de servicios
públicos).(Forero Ávarez & Espeleta, 2007, pág. 40)
Estudios del año 2000 se identifican con esta misma cifra: El Gini para la
concentración de la tierra rural en Colombia, en el año 2000, es de 0.8479. Esto indica
una alta acumulación de la tierra en pocos propietarios. (Rodriguez Castillo, 2010, pág.
12). Páginas después precisa los lugares por departamentos en los cuales se hace
evidente este consolidado nacional: “Los departamentos del pie de monte llanero,
Antioquía y Valle del Cauca son los que tienen mayor concentración. En Colombia el
80%de la tierra está en manos del 10% de los propietarios. (Rodriguez Castillo, 2010,
pág. 16)
El proceso de concentración
Según la FAO, las estadísticas a nivel Latinoamérica sobre concentración de la tierra
no son muy alentadoras. En el Censo del año 1995, Colombia tenía un Gini de 0.7
muy superior a las cifras del año 2000. Ello se explica en parte por nuevos fenómenos
sociales relacionados con el avance del narcotráfico tanto paramilitar como guerrillero
que convirtieron a la tierra en un botín de guerra no tanto por la tierra en sí, como
mecanismo de explotación directa, sino como medio para controlar la población civil y
el establecimiento de corredores estratégicos con fines políticos. También desde
inicios de la administración Uribe, se ha incrementado el deseo de control respecto a
las explotaciones mineras y petroleras añadiendo un ingrediente nuevo a la vieja lucha
entre terratenientes y campesinos: “La tendencia
a la desconcentración de la
propiedad territorial…se revirtieron drásticamente a partir de los últimos años de esa
década,(de los 90s) con la agresiva intervención del narcotráfico y el paramilitarismo
en la compra y apropiación ilegal de pruebas” (Forero Ávarez & Espeleta, 2007, pág.
40). El proceso de concentración de la tierra no sólo se hace evidente ante la FAO,
sino que organismos del estado Colombiano así lo reconoce:” Según estadísticas del
ICA, al año 1995 de “los 2.792.584 predios que hay en el país, 492.744 ocupan cerca
de 52. 000.000 de ha, mientras que todos los predios de minifundio ocupan menos de
10´000.000 de ha” (Perez Correa, 2006, págs. 40-42). Ahora bien, el avance de la
concentración es paulatino pero seguro:
“Según estadística sobre la concentración de la tierra entre 1995
respecto del año 1988. Las fincas de más de 200 ha pasaron de 2.0
% en 1988 a 2.8% en 1995, las fincas de 50 a 200 ha de 9.4 % en
1988 a 10.2 % en 1995, las fincas 20 a 50 ha de 11.6 en 1988 a 12.8
en 1995, las fincas de 5 a 20 ha de 28.5 a 27.5, las fincas de 0a 5 ha
de 48.5 a 46.8 (Perez Correa, 2006, pág. 39)
De otra parte como ya se afirmo un actor que ha contribuido a acelerar el proceso de
concentración se relaciona con el narcotráfico:”La compra de tierras para
narcotraficantes no solo ha elevado la concentración de la propiedad, recomponiendo
el latifundio, sino que ha contribuido al desplazamiento forzoso de campesinos hacia
las ciudades y hacia las zonas de colonización (Perez Correa, 2006, pág. 39)
La pacificación de país
Durante los gobiernos de los presidente Betancourt y Andrés pastrana se busco la
pacificación del país azotada por las FARC y el ELN, para lo que se adelantaron
diferentes conversaciones tanto al interior como la exterior del país. Sin embargo,
estas conversaciones no dieron frutos visibles precisamente
“Por las posiciones programáticas de ambos grupos que van más allá
de reformas políticas al cuestionar los fundamentos estructurales del
sistema colombiano de poder y apuntan a la reorganización del
acceso a la distribución de de algunos recursos económicos clave
(agricultura y materia prima). Estos objetivos no se lograron mediante
la desmovilización y la reintegración. (Kurtenbach, 2004, pág. 35)
En un primer momento intento la pacificación Belisario Betancourt (1982-1986) y
posteriormente Andrés Pastrana (1998-2002) por la vía de la negociación. La FARC,
llegado 1998, ya se habían convertido en un problema mayor. Una de las propuestas
de la campaña de Pastrana fue la salida negociada al conflicto. Así desde el inicio de
su gobierno se plegó al propósito de la paz negociada. Aún en la retina de los
colombianos están las imágenes del desplante de Manuel Marulanda al presidente
electo confiado más Marulanda en la posibilidad de obtener una victoria militar de la
posibilidad real de la salida negociada al conflicto. Tal exacerbación de la guerrilla, el
creciente número de tomas guerrilleras a municipios, muertes de miembros de la
fuerza pública, secuestro extorsivo afirmo hizo visible a nivel nacional la presencia
real y activa de contrainsurgencia en cabeza de los paramilitares así:
“Durante el gobierno Pastrana se plantearon un tema una
preocupación omnipresente en las conversaciones entre gobierno y
guerrilla. (los paramilitares) exigieron su participación directa en los
procesos de paz. En mayo de1999 presentaron su propia agenda,
reclamando que el gobierno los reconozca como parte beligerantes,
que amnistiara e indultara los delitos cometidos y que se discuta un
temario amplio (de las reformas políticas hasta el narcotráfico)
(Kurtenbach, 2004, pág. 39)
En el año 2002 llega al poder el presidente Uribe. Uno de las propuestas que congregó
a la sociedad Colombiana alrededor de su campaña política se relaciono la búsqueda
no ya de una salida negociada al conflicto con la FARC sino una salida militar, el fin de
la zona de distención y la aplicación de la política de seguridad democrática. Y así fue:
” Sí bien el gobierno Uribe ha enfatizado de combatir todos los
grupos armados ilegales, durante los primeros 15 meses de su
mandato esta lucha se dirigió fundamentalmente contra la guerrilla.
En cambio, en Julio de 2003 las primeras conversaciones entre el
gobierno y los paramilitares se llevaron a cabo en Antioquia y
condujeron a la firma de una declaración conjunta que prevé el
desarme y la desmovilización de la mayoría de los paramilitares
hasta fines de 2005 (Kurtenbach, 2004, pág. 40)
En este contexto el gobierno del presidente Álvaro Uribe la ley de Justicia y Paz. En
esta ley se plantea jurídicamente el sometimiento a la justicia de los grupos armados
ilegales provenientes del paramilitarismo porque para la guerrilla ya existían otro tipo
de normas. Así las Ley de Justicia y Paz, se inscribe dentro de la llamada Justicia
Transicional, que busca lograr en la medida de lo posible el sometimiento a la justicia
de actores armados a cambio de recibir un trato benigno en el tema punitivo ello se
refleja en que quienes se someten a esta ley recibirán un justicia restaurativa siempre
y cuando contribuyan al esclarecimiento de la verdad sobre los delitos cometidos con
ocasión de su pertenencia a los grupos armados. Y cumplan entre otros requisitos
contribuir a la verdad, la reparación, la justicia y se desmovilizan de forma efectiva y
definitiva.
Con la llegada al mundo jurídico de la Ley de Víctimas la víctimas comienza a hacerse
visible puede reclamar derechos entre ellos el recuperar las tierras que le fueron
despojadas por cualquier grupo armado al margen de la ley quienes en primer lugar
debían ser los llamados a reparar a las víctimas. La realidad se mostro desde el
comienzo contraria a las expectativas generadas por la ley. La reparación debía ser el
producto de un largo proceso en el que la víctimas y victimario debían encontrarse
cara a cara. Aún se escuchan los comunicados radiales y televisivas convocando a las
personas víctimas de las conductas delictivas de x o y miembro de las autodefensas,
para que se presenten ante la fiscalía delegad ante justicia y paz. Muchas personas se
presentaron a solicitar información de sus familiares y solicitar las indemnizaciones
correspondientes ante los justicia de transicional que se creó para desatar este tipo de
reclamaciones, sin embargo, los victimarios se valen aún de la fuerza para intimidar a
sus víctimas para que no reclamen y nuevamente fueron re victimizados. El gobierno
nacional y la justicia transicional se concentraron en los victimarios y dejaron de lado
las víctimas quienes sufrieron ejecuciones por parte de integrantes de grupos al
margen de la ley que les intimidan para que no reclamen sus derechos principalmente
sus derechos a reclamar las tierras de los que fueron despojados de forma violenta,
con engaños, con documentos falsos, con actos administrativos expedidos por
organismos del estado controlados por terratenientes, para militares y políticos. Ello
obligo a que un grupo de mujeres presentara una acción de tutela en la que reclamaba
que los derechos de las víctimas se hiciesen efectivos de forma real. La consecuencia
después de la desaparición de las víctimas fue que el gobierno nacional se vio
obligado a expedir los denominados decretos de protección de víctimas y testigos
decretos 1737 y 1740 para la protección de funcionarios públicos encargados de la
protección de las víctimas del conflicto armado de sus antiguos victimarios.
Los victimarios no reparan
Durante la administración del presidente Uribe los principales cabecillas de los
paramilitares fueron extraditaros a los Estados Unidos, el gobierno Colombiano
considero que era más importante honrar los compromisos de extradición por
narcotráfico, que la verdad, la justicia y la reparación que le deben a miles de
Colombianos víctimas del despojo, el abandono y la violencia por la tenencia de la
tierra. Así las cosas en este contexto el gobierno del presidente Santos expide la Ley
de Víctimas y Restitución de tierras. Según esta Ley expedida en Junio de 2011 será
el estado quien repare los daños causados a las víctimas con ocasión del conflicto
armado interno Colombiano. Aunque la ley es de Junio de 2011 comenzó a regir a
partir del primero de enero de 2012 y contempla la restitución de tierras para
particulares, afroamericanos, indígenas y pueblo Rrom. Los decretos reglamentarios
fueron expedidos en diciembre de 2011. La ley escogió como mecanismo para
recuperar la tierra la vía judicial habrá que a largo plazo los resultados de esta especie
de reforma agraria judicial.
Durante lo corrido del año el presidente Santos a participado en marchas a favor de la
ley de Víctimas y restitución de tierra hecho que por demás resulta curioso dado que la
Ley fue ya sancionada mediante los procedimientos que establece el congreso de la
república por lo que resulta valida desde el punto de vista formal y desde el punto de
vista material fue encontrada ajustada al ordenamiento constitucional por parte de la
Corte por lo que hace falta es ver en el tiempo la eficacia y la contundencia que tenga
en este momento histórico para que en realidad se le restituyan a las tierras a quienes
las perdieron con ocasión del conflicto.
El INCODER es el organismo encargado de adelantar la restitución de tierras y según
comunicado de prensa que se encuentra en la página web de esta dependencia del
ministerio de agricultura el gobierno nacional calcula que la tierra hurtada a
particulares está entre dos millones de hectáreas y seis millones de hectáreas.
El Jefe de Estado informó que durante lo corrido del actual Gobierno
se han titulado 873 mil hectáreas de tierras. La meta del cuatrienio es
dos millones y medio de hectáreas. Santos explicó que para cumplir
esta meta el Gobierno necesita acelerar todo el proceso de
restitución de tierras. “Ahí ya tenemos unos jueces asignados por el
Consejo Superior de la Judicatura y se van a asignar unos más”, dijo.
“Tenemos ya, desde enero 16, los primeros cinco juzgados civiles. Y
en este mes de abril se terminará de implementar el resto de jueces y
magistrados que estaban previstos para este año 2012”, sostuvo.
“Quince magistrados y 22 jueces. Para el 2014 va a contar ese
procedimiento con 60
magistrados y 134 jueces dedicados
exclusivamente a reparar a las víctimas que han sido desplazadas
por la violencia de sus tierras y a entregarles un título”, finalizó.
(NOTI INCODER, 2012)
La pregunta a formular será ¿qué porcentaje bien los dos o los seis millones de
hectáreas se pueden recuperar judicialmente de los particulares?. Cuántas hectáreas
está el gobierno nacional dispuesto a titular de los veintiocho millones quinientos
noventa mil ochocientos quince hectáreas que están en su poder. El presidente Santo
ha dicho que en ya ha entregado 873 hectáreas teniendo en cuenta que los jueces aún
no conocen de los procesos porque fueron nombrados en enero unos y otros en
marzo, en consecuencia, es de suponer que el gobierno Santos esta adjudicando
tierras del estado y si cumple lo prometido de entregar en su primer cuatrienio dos
millones y medio de hectáreas que pertenecen al Estado y eventualmente de los
particulares; ello equivaldría al 8.7 % del total de los 28´590.815 hectáreas en manos
del estado con lo que en realidad tendríamos un gobierno que realizo en verdad una
reforma agraria. Por otro lado habrá que ver a futuro si ello al menos en los 10 años
que tiene proyectado la Ley de Víctimas efectivamente se cumple y sí afecta de forma
real el índice Gini para Colombia porque la tierra que se propone entregar en su
cuatrienio correspondería al 1.8 del total de la tierra que aparece en el IGAC es decir
138´290.735 sin incluir los predios urbanos.
Los pobres históricos que no son contados como víctimas del conflicto
El concepto de campo jurídico aportado por Bourdieu, respecto al tratamiento que ha
recibido el tema de tierras en Colombia resulta iluminador y suministra categorías de
análisis de una parte al diferenciar un campo de otro establece escenarios distintos en
virtud
de
diferentes
agentes
(terratenientes,
estado,
paramilitares,
guerrilla,
narcotráfico, industriales-terratenientes y campesinos) y de otra parte las “instituciones
que luchan por apropiarse de productos específicos que se encuentra en disputa”
(Bourdieu & Teubner, 2000, pág. 62), que para nuestro caso se corresponde a la tierra
y más que la tierra el control sobre la misma. Es entonces claro que cada uno de los
agentes e instituciones citadas junto con sus productos específicos de apropiación sé
auto regulan por unas lógicas denominadas “reglas de juego…y en ocasiones sobre
las mismas reglas del juego con distintos niveles de fuerza entre los competidores…y
con muy diversas posibilidades de éxito” (Bourdieu & Teubner, 2000)
Ahora bien, los elementos del campo, se cumplen en su gran mayoría para el caso
Colombiano en unos límites precisos en consonancia con el control de tierras
altamente productivas y que adicionalmente ofrecen otras ventajas con relación a su
posición estratégica, como corredor del narcotráfico, por la facilidad que ofrece para el
desarrollo ganadero, o para el control guerrillero, o para la fuerza contrainsurgente.
Pero el agente de los agentes mucho más importante que las anteriores sobre todo en
el campo jurídico es: la producción normativo simbólica presente desde la conquista,
pasado por la cooptación de los partidos políticos por parte del estado con sus
diferentes amagos de reforma, su transformación institucional en el frente nacional, la
contrarreforma de Chicoral, los procesos de expansión a territorios no colonizados, y
las disputas entre los detentadores tradicionales de la tierra y los nuevos terratenientes
productos de la bonanza marimbera, cocalera y armada.
El espacio real de lucha entorno a la tenencia de la tierra generador de violencia entre
terratenientes y campesinos se halla presente desde la misma revolución de los
comuneros cuando ante la supresión de los resguardos indígenas se paso del ejercicio
colectivo del beneficio de la tierra entre los indígenas traducidos en el siglo XXI en los
denominados pobres históricos (T-025 de 2004). Esta sentencia en particular se ocupa
de los derechos de los desplazados por cuanto las autoridades correspondientes no
adoptan correctivos para la protección de los más débiles. Este es un hecho reiterativo
que se convierten en denominador común en el escenario del conflicto por la tierra.
Así, los indígenas ya se convirtieron en las primeras víctimas de abandono y despojo.
Hecho que se generó en la conquista, y en la colonia produjo la unión aunque
mecánica y transitoria entre grupos en extremo disímiles: criollos que aspiran al
gobierno y al control de las tierras de los españoles, e indígenas sin tierras. Indígenas
que de forma simbólica se representaron en la figura Ambrosio Pisco, de la estirpe de
los últimos caciques indígenas del nuevo mundo desposeídos de sus tierras por la
ambición encomendera. Así lo refiere la Biblioteca Luis Ángel Arango en su colección
Bicentenario:
Un grupo de Socorranos sublevados llegó al pueblo de Güepsa y
nombró al indio don Ambrosio Pisco como capitán comunero del
lugar. De 43 años, es sabido que don Ambrosio no buscó las nuevas
dignidades de que fue investido. Conocido como honrado y laborioso
hacendado y comerciante, y tío carnal del único heredero del
cacicazgo de Bogotá, marchó para Nemocón a ponerse a órdenes de
Bermeo, el 24 de mayo de 1781. En el camino se le unieron los
indios de Chía, Bogotá, Guatavita, Guasca, Tabio, Tenjo, y Suba,
entre otros, quienes sumaron cerca de 4.000. En Nemocón fue
recibido con tambores, voladores y clarines, y proclamado Cacique
de Bogotá y Señor de Chía, convirtiéndose en el líder de los indios
de la sabana, a quienes prometió los resguardos que les habían sido
expropiados. (Biblioteca Luis Ángel Arango, 2012)
Así en una relectura histórica se pueden encontrar situaciones que se repiten desde
entonces en “un espacio definido mediante regularidades de conducta y reglas
aceptadas”. La referencia más cercana de regularidades se presenta en el mismo
título de la denominada Ley de restitución de tierras que ya deja adivinar la regularidad
de éste tipo de soluciones al conflicto de la tierra en Colombia precisamente por el
calificativo de Ley de Víctimas y Restitución de tierras excluyendo del discurso de la
ley otras palabras como redistribución, expropiación negándole una posible
intervención directa y atribuyéndole mera dirección orquestal antes más bien llevando
el fenómeno a una justicia más que distributiva a una justicia conmutativa resolviendo
el proceso por la vía agraria como si fuese una disputa entre particulares, donde el
estado se presenta como un tercero imparcial y no un actor que se pone de parte de
quien ha sufrido la expropiación de la tierra cuando mucho aportando una vía cuando
menos más expedita.
El hábito histórico de no pensar en categorías de división de la tierra ha generada
tremendas tensiones al interior del campo dándose “momentos de crisis coyuntural
donde las reglas que hasta ese momento venía regulando el juego se cuestionan”
(Bourdieu & Teubner, 2000, pág. 62). En este punto, la constatación de determinadas
percepciones y juicios sobre la tenencia de la tierra y los juicios sobre la intervención
de estas tensiones por parte del estado guardan particulares visiones de la propiedad;
comenzando desde el momento presente, hacia el pasado. Según las cifras oficiales
los motivos de las tensiones sobre la tierra son más que evidentes. Cifras que
provienen no de particulares sino de organismos del gobierno nacional a través del
programa de protección de tierras y patrimonio (PPTP), según el Registro Único de
Población Desplazada (RUPD) y el Registro Único de Protección de Tierras
Abandonadas (RUPTA), consolidadas con corte diciembre de 2010, en las que informa
una dato global sobre el total de la tierra abandonada por desplazamiento forzado en
Colombia que esta sobre 8.000.000 de hectáreas, que corresponde a 280.000 predios
que ocupan “el 10 % del total de predios que conforman la base catastral del país” .
(Posso, 2011). Este 10 %, se corresponde con “el 17 % de la tierra agropecuaria y de
una situación que afecta el 40 % de la población rural” (Posso, 2011). Tal estado de
cosas no es un dato accidental sino producto de un hábito en la percepción y
juzgamiento sobre quién debe poseer la tierra a título de dominio, y quien como mero
tenedor o poseedor o aparcero cuidando el mantenimiento de las cargas de exclusión
dentro de unos límites aceptables cuando el problema era entre terratenientes y
campesinos, pero inaceptables cuando la actividad del despojo encierra la rapiña de
un número creciente de despojadores más allá de lo habitualmente permitido, que de
hecho proceden desde antaño se ha procedido.
Otro elemento del campo jurídico se relaciona con “ser un espacio dónde se
redistribuya la fuerza desigual” (Bourdieu & Teubner, 2000). La ley de tierras del 2011,
no busca, adelantar un conjunto de medidas políticas, económicas, sociales y
legislativas que pretendan modificar la estructura de la propiedad rural lo que se
correspondería con la implementación de un reforma agraria y claro la Ley de Víctimas
se refiere únicamente a las personas afectadas de forma directa con la perdida de la
tierra bien por abandono o despojo, siempre y cuando medie entre la perdida y la
restitución; el conflicto armado. Sin embargo, resulta interesante verificar que teniendo
el estado un mecanismo de carácter constitucional como la facultad de recurrir a la
expropiación por razón del interés general obligue a las víctimas someterse a un
proceso judicial, es decir, en el mejor de los mundos constitucionales se decidió por la
judicialización del problema. Tal operación resulta en extremo desconsiderada para las
víctimas y desproporcionada respecto a la idea de recomposición de las fuerzas
dejando a la deriva una intervención efectiva del espacio social.
En la edad media una vez que llego a su fin el imperio romano de oriente en el año
565 d.c. los hombre libres se vieron obligados debido a las invasiones bárbaras a
adelantar juramentos de vasallaje y de prestación de servicios al feudal perdiendo
autonomía a cambio de la protección del valor esencial de la vida con la consecuente
pérdida de la tierra. Allí aparece un intercambio similar al que ocurre en Colombia:
tierra por vida o tierra por seguridad. Valiéndose de la situación de indefensión de los
hombres libres. La clase feudal logró acumular la mayor cantidad de tierra posible
porque en ese campo jurídico el hombre no se consideraba en sí mismo, sin sujeción a
la tierra. De forma similar en Colombia el campesino no es campesino sino con
relación a la tierra porque en ese tiempo y ahora la tierra era la única riqueza posible y
pensar en su distribución resultaba una locura.
De otra parte, parece que tal situación aún se evidencia en la ley de tierras. Cuando
mucho la intención es restituir, pero no distribuir. Ahora habrá que preguntar si han
existido en la historia del mundo situaciones en la que sea posible realizar
distribuciones de la tierra sin que ello desquicie la seguridad jurídica y acabe con la
propiedad privada. Sobre este particular ya se ha recorrido camino.
A modo de
ejemplo en el periódico el Tiempo del año 1988 hay una columna que recoge estas
vías en los siguientes términos a propósito del tema de la reforma agraria: “En el
mundo occidental se han conocido dos formas de hacer reforma agraria…la vía farmer
o norteamericana es la redistributiva, que parcela los latifundios, y al convertir a los
campesinos en propietarios, los hace agentes activos del desarrollo capitalista. Los
excedentes agrícolas se multiplican y se desarrolla el sector enormemente…La vía
prusiana o junker (terrateniente en la antigua Prusia) significa el desarrollo capitalista
de los grandes latifundios. Aquí el campesino se convierte en asalariado. El
terrateniente se convierte en capitalista” (Redacción el Tiempo, 1988)
La vía farmer o junker en Colombia; la disputa por la tierra hasta la ley de tierras un
pulso desigual.
Si ya se conocen en el mundo estos tipos de reforma agraria lo que faltaría será la
decisión política que se incline bien por una vía bien por la otra. Haciendo un recuento
del desarrollo agrario en Colombia con relación a la implementación de una u otra
decisión política respecto a la propiedad de la tierra hasta llegar a la Ley de tierras,
que repito, no es una reforma agraria en sentido general, sin embargo, ella no se
puede entender sino dentro de un hábito concreto que explique el porqué el legislador
recurrió a la restitución y no a la redistribución. Seguramente ello responderá a la
categoría de hábito tal cual la entiende Bourdieu:
”sistema de disposiciones duraderas y transferibles, estructuras
estructurantes,
es
decir,
como
principios
estructuración de prácticas y representaciones
de
generación
y
que pueden ser
objetivamente reguladas y regulares… sin presuponer una dirección
consciente hacia ellos…los hábitos pueden ser colectivamente
orquestados sin ser el producto de la acción orquestante de un
director” (Bourdieu & Teubner, 2000, pág. 67)
Siguiendo esta lógica muchas prácticas sobre la tierra han sido seguidas por los
actores sociales desde luego que no son los mismos en cada momento del espacio
social; eso sí, tendiendo a reproducirse de forma positiva consciente y formal en el
hábito legal al determinar “las acciones, los pensamientos, las percepciones, pero sólo
al interior de las condiciones históricas de su producción, es decir, al interior de las
acciones, pensamientos y percepciones ya existentes” (Bourdieu & Teubner, 2000,
pág. 68). Siguiendo este razonamiento es entonces posible determinar las categorías
constantes respecto a la tenencia de la tierra en el contexto colombiano, y como
eventualmente podría proyectarse un cambio en el marco jurídico expresada en la Ley
de tierras.
Algunas ideas sobre el hábito en la reforma agraria
Una rápida mirada al problema pasa por establecer las posibles motivaciones que
generaron reformas agrarias en Colombia: tienen seguramente su origen remoto en
los conflictos agrarios creados por los españoles en la época colonial que incluía a:
españoles, criollos, indígenas y afroamericanos. Posteriormente el conflicto por la
tierra encuentra otros actores a mediados del siglo XIX, desde el punto de vista
administrativo las tierras de dividen en resguardos, tierras de la iglesia, haciendas y
tierras de propiedad del estado. Aquí toma fuerza como actor muy importante la
iglesia. Este nuevo agente va a engendrar su propia contradicción: así que con la
llegada de los liberales al poder sobre 1850 se decidió que la tierra se hallaba
concentrada en extremo en manos de la iglesia con lo que se impedía el desarrollo
económico del país, por lo que se implementaron políticas destinadas a limitar la
extensión de los resguardos indígenas, tierra clerical improductiva y la consecuente
accesión de estos terrenos a los poderes terratenientes. Estas preocupaciones se
materializan jurídicamente con la ley de Desamortización de manos muertas durante el
gobierno de Tomás Cipriano de Mosquera, en el año de 1861, con la consecuente
expropiación de propiedades del clero y expulsión de orden religiosas entre ellos
Jesuitas y Dominicos.
El paso siguiente a la expropiación fue el remate de estas tierras a manos de liberales
restando fuerza a la disputa por la tierra con las élites terratenientes tradicionales.
Tenemos de forma contante un hábito tendiente a propender: por la concentración de
la tierra, permitiendo la redistribución, pero de manera vertical entre quienes tienen el
poder económico para pujar por la tierra. A los campesinos sin tierra no les queda más
remedio que lanzarse a las ocupaciones de hecho en constante enfrentamiento con
los terratenientes perpetuando la práctica de la tenencia de la tierra sin títulos de
propiedad ejerciendo la posesión o la tenencia de predios a nombre de otros
poseedores, en constante conflicto con sus detentadores catastrales. Estos hechos
unidos a la violencia partidista generan movimientos sociales que reclaman una
redistribución justa de la tierra.
Así las cosas, se promulga la Ley 200 de 1936 que como novedad importante
pretende instaurar la figura de extinción de dominio para tierras improductivas,
titulación de tierras, con la intención de hacer competitivo el agro en términos reales.
Sin embargo, la exigencia legal podía salvarse mediante prueba judicial de la
explotación agraria. Lo importante es la explotación de la tierra para hacerla
competitiva.
Ocho años después se expide la Ley 100 de 1944, que pretende continuar apoyando
el modelo prusiano de explotación de la tierra por encima del modelo farmer,
empujado por la necesidad de producir alimentos como consecuencia de la
imposibilidad de importar a causa del la crisis de la segunda guerra mundial.
La ley 135 de 1961, creo el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria (INCORA),
encargando a este instituto de adelantar la reforma agraria, bajo tres directrices:
distribución de tierras a los campesinos, adecuar tierras para su explotación y ofrecer
servicios complementarios a los campesinos.
Bajo el gobierno de Misael Pastrana en el año 1972, llego la contrarreforma
representada en el Pacto de Chicoral, entre los partidos tradicionales y el gremio de
propietarios terratenientes que puso fin a la reforma agraria. Los campesinos se
habían asociada bajo la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC). Esta
organización tomó fuerza e inicio un proceso de auto reforma mediante medidas de
fuerza ante la urgencia campesina de tierras y la inoperatividad burocrática lo que llevo
a este movimiento a adelantar invasión de tierras que condeno al movimiento a ser
declarado insurgente sobre todo los miembros de (ANUC) Sincelejo de corte marxista
quienes; por separarse de la otra vertiente progobiernista de Armenia. Este acuerdo
quito la presión a los latifundistas de poner a producir la tierra generando una
contrarreforma agraria a cambio del pago de un impuesto denominado renta
presuntiva según el avalúo catastral del inmueble de forma tal que se paga impuesto
produzca o no el sector agraria latifundista. La estocada final a la reforma agraria se
dio durante el gobierno de Misael Pastrana quien remplazo al maltrecho INCORA,
implementando el programa de Desarrollo Rural Integrado DRI, dentro del Plan
Nacional de Alimentación y Nutrición. De aquí en adelante lo importante no es que el
campesino tenga tierra sino que tenga que comer programa que se convirtió en un
mecanismo de control electoral resucitado en el actual programa Familias en Acción..
También durante el gobierno de Misael Pastrana desarrollo la Ley 4 y 5 de 1973
estableció una serie de criterios para determinar qué predios serian eventualmente
susceptibles de expropiación y redistribución e impulso el desarrollo capitalista del
agro. La ley 5 desarrollo el sistema financiero para el agro sustancialmente dirigida a
dar asistencia técnica y el otorgamiento de líneas de crédito para grandes
terratenientes empresarios. Dentro de este mismo paquete de medidas se desarrollo la
Ley 6 de 1975 o Ley de Aparcería
Durante el gobierno de Virgilio Barco la Ley 30 se dio mayores instrumentos al
INCORA que pretendía la compra de tierras. De ahora en adelante se abrirá paso la
entrega de subsidios para la compra directa por parte de los campesinos según la Ley
160 de 1994 durante el gobierno de Cesar Gaviria que creó el Sistema Nacional de de
Reforma Agraria y Desarrollo Rural Campesino. Esta ley se centro en la colonización
de nuevas tierras, titulación de baldíos, respeto los latifundios improductivos.
Durante el gobierno del presidente Cesar Gaviria se dio la apertura económica que dio
un duro golpe los terratenientes colocando a muchos en situación de bancarrota al no
tener el agro colombiano la suficiente competitividad a nivel internacional. Con lo que
se facilitó el ascenso de la cultura agraria del narcotráfico que convirtió a Colombia en
el primer productor de coca del mundo. Desde entonces llego para quedarse una
economía del narcotráfico y la ilegalidad caldo de cultivo de una nueva expansión
terrateniente.
Ahora al conflicto de la tierra se junta, el narcotráfico, y la organización de sectores de
la sociedad civil para defenderse de la insurgencia, produciendo un nuevo agente la
contra insurgencia paramilitar. En momento del proceso es cuando el desplazamiento
forzado en Colombia alcanza su punto más alto.
En la actualidad tal estado de cosas persisten de una parte: pobreza rural,
fortalecimiento agroindustrial como consecuencia de los precios internacionales del
petróleo y ganadería intensiva.
Durante el gobierno Uribe. El INCODER remplazo al Instituto Colombiano de la
reforma agraria INCORA. El INCODER asumió algunas de las tareas desarrolladas
por el INCORA. Con la creación del INCODER, la mitad de las agencias que
trabajaban en la reforma agraria del país desaparecieron, dejando a varios
departamentos con una capacidad mínima para manejar o ejecutar proyectos. En
detrimento de las familias rurales…quedan por fuera del proceso de adjudicación de
lotes o de recibir apoyo para procesos productivos, aumentando su debilidad frente a
posibles desplazamientos debido a la violencia. (ONU-HÁBITAD, 2005, pág. 69)
Últimamente durante el doble gobierno Uribe las políticas Junker se profundizaron ello
explica la resistencia de este gobierno en parte a toda reforma agraria que implique
distribución de tierras y mucho menos restitución de las mismas dado que proyecto de
tierras fue hundida por el partido gobiernista. De otra parte, durante el gobierno de
Juan Manuel Santos, con la misma coalición pro gobiernista que se opuso a la Ley de
tierras; se aprobó la ley de Víctimas y Restitución de tierras que ha generado una
ácida polémica entre el ex presidente Uribe y el presidente Santos con el agravante de
la judicialización funcionarios de la administración Uribe que participaron en la
distribución de millonarias sumas de dinero a Junker, con el propósito de industrializar
e impulsar el desarrollo agroindustrial del país, no por el hecho de que el ministro y sus
más cercanos colaboradores desde la percepciones y apreciaciones sobre lo que debe
ser una reforma agraria Junker, conseguir el efecto de apropiación de aquello que está
en juego; en confrontación con otro modelo teórico que el gobierno Santos no impulsa,
ni alienta, sino, por los dineros destinados a industrializar la estructura terrateniente sin
los debidos controles y asegurando los resultados que una política que entrega
recursos públicos virtualmente debía asegurar. A modo de ejemplo tenemos el caso de
la modelo Valeri Domínguez, quien solicito recursos, sin reunir los requisitos para
hacerse acreedora de los beneficios destinados al desarrollo agropecuario. También
es importante recordar el caso Carimagua, que después de haber sido prometido a las
familias desplazadas; fue entregado a Ecopetrol.
El 30 de junio de 2011, después de un arduo debate en el congreso se conoce el texto
final. El texto de la ley
en palabras de Bordieu, se inscribe dentro de línea del
formalismo jurídico, presentándose a sí misma como una solución justa, legítima,
universal que está montada sobre la tradición de la línea terrateniente expresándose
como derecho en el sentido de “forma de violencia simbólica por excelencia: el
derecho da forma a prácticas que a partir ese momento se reconocen como
convenientes, legítimas, necesarias” (Bourdieu & Teubner, 2000, pág. 75). También
así la ley de víctimas y restitución de tierras ha tomado partido por la restitución y no la
redistribución. Si algunas leyes del pasado se podían acusar de alentar la
redistribución ahora se zanja de tajo la discusión y se cierran filas entorno de atentar
contra la expropiación y centrar las categorías sobre la tierra en la conservación del
poder y consecuentemente del control terrateniente sea de origen paramilitar,
guerrillero, narcotraficante, minero y de la información o cultural que sacraliza al
sistema judicial como el único capaz de dar la razón a las víctimas del desplazamiento
forzado en Colombia.
Ahora bien, la Ley de tierras fue bien clara en lo que tiene que ver con la finalidad el
juego o capital que se relaciona con el control que sobre ella puedan alcanzar
múltiples agentes para sus fines económicos y sociales. Porque los fines culturales y
simbólicos ya fueron en alguna medida conseguidos mediante el formalismo jurídico
como estrategia de acumulación de capital simbólico.
La solución judicial
Situaciones relacionadas con la implementación fáctica de la vía judicial hacen dudar
de la prontitud y celeridad del estado para cumplir las expectativas de las víctimas
como por ejemplo: la inexistencia de los funcionarios judiciales encargados de zanjar
los conflictos por la tenencia de la tierra cuando según datos de presidencia de la
república se nombraron a 22 jueces encargados de decidir de forma definitiva las
pretensiones sobre el 17 % de la tierra cultivable en Colombia. De esta forma en
febrero de 2012 las noticias del periódico el tiempo titulan respecto al desarrollo de la
ley de tierras ”Los jueces de tierra aún no reciben procesos de restitución…cinco
jueces especializados…están hoy dedicados a resolver tutelas, pues no les ha llegado
el primer caso…en los tribunales superiores de distrito judicial de Bogotá, Cali,
Cartagena, Cúcuta y Medellín, están desde el 11 de enero esperando 300 casos..”
(Redacción del Tiempo, 2012). Y hasta el 22 de marzo de 2012 el Consejo Superior de
la Judicatura creo los Tribunales y juzgados para la restitución de tierras según
declaraciones dadas a la prensa por la Sala Administrativa del Consejo Superior de la
Judicatura.
En consecuencia, ya existen, los funcionarios judiciales ahora hacer falta ver cómo se
van a desarrollar estos procesos ya que la Ley de tierras exige a la víctima despojada
entrar dentro de toda una ritualidad. En primer lugar denunciar a su victimario sí él
quien ejerce el máximo derecho que se puede tener sobre la propiedad o si ejerce el
victimario como poseedor a nombre de otro en calidad de comprador de buena fe o de
testaferro. La ley es clara en afirmar que si no se produce controversia un juez será
competente pero si hay controversia se tendrá que ír ante un juez de superior
jerarquía.
Según las últimas noticias quienes se han presentado a reclamar formalmente sus
tierras, sus bienes muebles, la reconstrucción del tejido social ahora están siendo
amenazadas con lo que la historia medieval se repite en América o se lucha por la
tierra hasta el final o se renuncia a ella por un valor de superior jerarquía la vida. Si el
campesino se decide en palabras de Von Ihering a enfrentar la “Lucha por el derecho”
le espera un largo camino porque no enfrenta el campesino a otro campesino que
abuso de su derecho y se apropió del predio vecino por el contrario está en su soledad
luchando contra molinos de viento monstros gigantes y bien aceitados que están
dispuestos a seguir haciendo girar la aspas como ya se demostró cuando las víctimas
se presentaron ante los jueces de justicia y paz, para solicitar la verdad sobre sus
muertos. En esa ocasión fueron re victimizados por pedir justicia y verdad. Ello hizo
necesario que el gobierno
nacional
expidiese en su momento los decretos de
protección de víctimas y testigos decretos 1737 que posteriormente se extendió a
funcionarios públicos que resultaron amenazados y muertos en el ejercicio de sus
funciones relacionadas con ocasión del ejercicio de sus cargos. La pregunta que hace
falta por formular es que ocurrirá con todas aquellas víctimas del conflicto armada que
exigirán la devolución de las tierras o la indemnización correspondientes en el evento
que sea imposible restituirlas a sus antiguos propietarios mediante su restitución o la
titulación de baldíos. Esto último es lo que ha venido adelantando el presidente Santos
con bombos y platillos.
Finalmente habrá que decir que si no hay tierra para las víctimas se tendrán que
conformar con un bien de calidades parecidas o de lo contrario con recibir algún dinero
frustrando, la expectativas, de las víctimas. Y si no es así y la restitución de tierras es
un éxito habrá que recurrir a índices internacionales para determinar en qué medida el
17% de la tierra apta para cultivo en Colombia afectó el índice Gini, o Theil o cualquier
otro.
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Área total de predios inscritos en el IGAC
PROPIETARIO
ÁREA
EN ÁREAS
HECTÁREAS
ENTREGADAS
PROYECTADO
CUATRENIO
TIERRA HUR
%
PARTICULAR
SANTOS
Particulares
67´859.588
6
2´000.000
Comunidades
30´050.215
A tie
indígenas
Estado
28´590.815
Áreas
8´003.291
forestales
873
2´500.000
8.7
y
parques
Comunidades
3´786.826
negras
Total
138´290.735
Predios
174.000
Urabanos
1.8
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