La Crisis Financiera Internacional: Lecciones para América Latina*

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La Crisis Financiera Internacional: Lecciones para
América Latina*
Andrés Velasco#
El tema es, no sólo que aprendimos de la crisis internacional, sino también, que desafíos y que oportunidades le abre a América Latina. Porque el viejo cliché es que en toda crisis hay una oportunidad,
y en la medida que uno se va poniendo viejo, se percata de que los lugares comunes, son lugares
comunes por algo, porque algo tienen de cierto, ¿no? Y en este caso, el lugar común de que toda
crisis tiene una serie de oportunidades que vienen de la mano, creo es cierto. Pero para que esas
oportunidades se empiecen, primero a identificar y después concretar, es útil entender que hicimos
bien y que hicimos mal, y porque esta crisis fue como fue, y por que en América Latina fue como fue.
Y mi punto de partida para hablar de la crisis viniendo a este país es recordarles que efectivamente en
los últimos dos años hubo una crisis internacional. Porque yo estuve creo que tres o cuatro veces en
Uruguay en los últimos dos años y la verdad es que uno aterrizaba en Uruguay, y más allá de los dimes y diretes cotidianos de todo país y de toda vida pública, la verdad es que mi impresión, al menos
ustedes me podrán corregir, es que la catástrofe planetaria que afectó a muchas partes del mundo,
aquí llegó en versión bastante limitada, bastante más manejable. En Chile también, y eso quizá haya
sido en parte por el manejo, en parte por buenas políticas, algo de eso quiero decir. Pero el punto en
el que quiero iniciar la discusión es que puede ser útil para una audiencia, o para un grupo como este
en Uruguay o en Chile, recordar el hecho básico, y el hecho básico es que en los últimos 24 meses
del mundo paso por el atolladero más grande que hayamos visto en los últimos 70 años, 80 años.
El dato básico es que por primera vez desde el año 1943, el PIB mundial, definido por el FMI como
el promedio ponderado del PIB de los países como ponderaciones, usando los precios de paridad
de poder de compra, para los que son economistas y les interesan esos tecnicismos, por primera vez
desde el año 43 el PIB mundial cayó, es decir estamos ante un año, el 2009, que fue tremendamente
atípico, tremendamente movido. Y en esta parte del mundo a veces perdemos de vista eso.
La segunda cosa que esta crisis tuvo de particular, es que fue inmensamente sincronizada, una crisis
global. Todos esperábamos que se moviera la bolsa de Nueva York por alguna correlación con la de
* Conferencia organizada por la Facultad de Ciencias Empresariales y Economía de la Universidad de Montevideo, llevada a
cabo el 4 de Mayo de 2010.
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Ex Ministro de Hacienda de Chile. Professor of Public Policy, Harvard Kennedy School.
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Pensaba hacer lo siguiente. En los últimos cuatro años di muchos discursos y muy largos, demasiado
largos, y en vez de pretender hacer una gran cátedra, quizá, dejar sobre la mesa una media docena
de ideas sobre el tema que a mí por lo menos hoy por hoy me entretiene y me divierte, y me hace
pensar, y a ver si con eso echamos a andar un diálogo.
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Londres o con la de Tokio. Lo que yo al menos no hubiese esperado, es que uno podía hacer un gráfico (que yo suelo mostrarlo pero aquí hoy día he decidido omitirles el PowerPoint) con la producción
industrial de Estados Unidos, la producción industrial de México, bueno México está al lado, pero la
de Hong Kong y la de Singapur, y resulta que son prácticamente copias la una de la otra. El grado de
sincronización que hubo entre distintas partes del mundo en esta crisis, fue total y completamente
inédito.
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¿Cuál es la única salvedad? No sé si la única, porque África es un continente aparte, distinto y que
realmente no entra en lo que quiero decir. Pero la principal salvedad a ese grado de importante
coordinación o sincronización de los altos y de los bajos, la principal excepción a esa regla fue esta
región del mundo. En el siguiente sentido, en el sentido de que históricamente los latinoamericanos
habíamos tenido un gran talento, cuando había una crisis en el resto del mundo, en casa la magnificaban, ¿cierto? Teníamos un gran talento para asegurarnos de que cuando el resto del mundo
estornudaba, a nosotros nos daba por lo menos pulmonía. Y las historias de la crisis de los 30 calzan
esa descripción, y ciertamente en los 80 calza con esa descripción, y bueno hay tantos episodios de
temblores más o menos leves en la economía mundial, que aquí, cuando digo aquí digo en América
Latina, logramos magnificar. ¿Por qué? Porque los magnificábamos con problemas fiscales grandes,
los magnificábamos con crisis financieras grandes, con remezones cambiarios de los que sabemos
mucho, y en fin, el efecto neto era que cualquier crisis global, o cualquier crisis regional en el centro,
se transformaba en América Latina en crisis global. Y quizá una paradoja que es interesante explorar
es que esta vez, a pesar de que la crisis fue muy global y muy sincronizada, a esta región del mundo
le pegó relativamente poco. ¿Por qué le pegó relativamente poco? O planteado de otro modo, si uno
tuviese que poner el dedo sobre la llaga e identificar las dos o tres cosas que fueron distintas esta vez,
¿cuáles fueron? Evidentemente, en un continente tan grande las dificultades para discernir tendencias homogéneas son muchas. Lo que pasó en Uruguay es muy distinto de lo que pasó un Venezuela,
y es muy distinto de lo que pasó en Chile, pero con todo déjenme tratar de identificar dos diferencias.
La diferencia número uno, y esto es un tema que mi amigo Ernesto Talvi conoce mejor que nadie, esta
vez la crisis financiera no nos pilló en las etapas posteriores de un boom del crédito y del consumo.
Habíamos tenido muchas veces, y ciertamente muchas veces en los últimos 20 o 25 años, altísimas
correlaciones entre un flujo de capital, alzas descomunales en el crédito, alzas descomunales en el
precio de los activos, situaciones más o menos insostenibles y, en algún momento eso se revierte y el
castillo de naipes se viene abajo. Esta vez no ocurrió así, y no ocurrió así porque no hubo un boom de
la intermediación financiera y de los flujos de capitales, y en especial hubo una gran diferencia entre
lo que pasó con los mercados, digamos en Nueva York, y lo que pasó con los mercados en Sao Paulo
o Buenos Aires. En Nueva York hubo un boom de la intermediación y de la innovación financiera, y en
Buenos Aires o en Sao Paulo esta vez, no lo hubo. Eso uno lo puede interpretar de dos maneras.
Una interpretación es decir bueno, toda intermediación financiera es buena, y por lo tanto que no la
haya habido en esta parte del mundo es un desastre. Otra interpretación alternativa, que para serles
bien franco, hay días de la semana en que me gusta, es decir que bueno, las finanzas son un tema
fascinante, la banca es un tema que apasiona, pero así como la guerra no hay que dejársela a los
generales, las finanzas y la banca, y lo digo con mucho respeto para cualquier banquero que esté
presente, tampoco hay que dejársela a los banqueros. Porque evidentemente, y creo que hoy día
hasta los banqueros más insignes de Wall Street así lo dicen, hubo grados de innovación financiera y
desregulación que fueron absoluta y totalmente suicidas. Y en esta parte del mundo, la ausencia de
un boom de intermediación financiera, y la ausencia de un boom de innovación financiera, con todos
los costos que eso pudo haber tenido en algún momento, tuvo una gran ventaja, y la ventaja es que
no nos agarró el reventón de la burbuja internacional en un punto en el cual éramos muy vulnerables.
Hay que decir también que en algunos países, en algunos países, ese estado menos vulnerable desde
el punto de vista económico no era solamente una función de la falta de espíritus animales en el sector financiero, sino que era fruto también de una mejor regulación. Ustedes en Uruguay, Argentina,
Brasil, Colombia, Chile, en fin todos tuvimos reales crisis bancarias en la década de los 80 y aprendimos algunas lecciones, y creo que esas lecciones que aprendimos todos entonces, hoy por hoy son
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La segunda gran diferencia entre este episodio y episodios anteriores fue la situación fiscal. En casi
todos los episodios de reventón de burbujas o de recesiones internacionales, la situación en América
Latina se magnificó, no solamente porque el problema externo fue acompañado de un problema
financiero local, sino que se magnificó también porque fue acompañado de un problema fiscal local,
y por supuesto, nosotros los latinoamericanos somos los grandes campeones en problemas fiscales,
inventamos los problemas fiscales. ¿Cambió esto en América Latina? Creo que en buena medida
cambió, pero digo esto con cierto resquemor, porque evidentemente el grado en el cual cambió varía
mucho de país en país. Y aquí aprovecho a pasarle un avisito a las muy sanas políticas de Chile en esta
materia. Me atrevería a decir que el país que más cambió, y que cambió de modo más institucional
y más duradero, es Chile. En Chile como ustedes saben, en el año 2001 empezamos a hacer política
fiscal no año a año, no de modo discrecional, sino de modo sistemático de acuerdo a una regla, que
es una regla muy complicada, que tiene un montón de ecuaciones que si ustedes tienen curiosidad
podrán bajarla de internet, pero cuya lógica esencial es muy sencilla. Esa regla consiste en decir lo siguiente, yo trato de adivinar cuales son los ingresos permanentes del fisco, o de largo plazo del fisco,
me gasto los de largo plazo y ahorro los de corto plazo. Y cuando a mi como ministro me tocaba ir
a un barrio pobre o ir a la televisión y explicar a la dueña de casa esto, yo le decía: mire, el gobierno
hace hoy lo que exactamente usted hace en su casa, si su marido gana 100 al mes, y hay un mes en
que gana 200, ¿Usted con esos 100 extra que hace? ¿Se los deja a su marido para que los gaste? No,
usted se los quita y los ahorra, ¿no es cierto? Y bueno, tú le dices eso a una señora y te dice: Si, yo lo
entiendo eso, voy y le quito esos 100 a mi marido, ¿y qué hago? Bueno, guardo parte, uso parte para
arreglar el techo de la casa, una parte para la educación de mis hijos, si tengo un taller me compro
una máquina. En fin, esa lógica de gastar lo que es permanente y ahorrar lo que es transitorio es
muy natural en las finanzas familiares, pero históricamente ha sido bastante menos común y menos
comprendida, menos aplicada en las finanzas públicas. En Chile aplicamos ésta lógica con resultados
bastante controvertidos en un momento, y con resultados bastante, me atrevería a decir, aceptados
casi como una sabiduría convencional hoy. Entre el año 2004 y el año 2008, esta lógica de gastarnos
solamente lo de largo plazo, cuando el precio del cobre andaba por las nubes y la economía andaba
bastante bien, nos llevó a acumular 42,000 millones de dólares de superávit fiscales, en una economía cuyo PIB en ese momento era como de 160,000 millones, por lo tanto, aproximadamente un
cuarto del PIB. Y esto nos permitió reducir fuertemente la deuda. Chile es de los países con menor
deuda pública del mundo, hoy día la deuda pública bruta es 6% del PIB y la deuda pública neta es
negativa, es decir, somos acreedores netos. Los Noruegos andan por ahí, los Canadienses andan por
ahí, pero dentro de la OCDE (digo de la OCDE porque Chile es miembro de la OCDE. Como Chileno
me tengo que felicitar que somos miembros de la OCDE, aunque técnicamente aun no lo somos
porque según me entere el otro día, fuimos aceptados, el congreso ratificó el acuerdo, pero aún
no hemos pagado la cuota de incorporación, así es que somos casi miembros de la OCDE. Bueno,
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algunas de las mismas lecciones que se están empezando a aprender en Estados Unidos. A mí no deja
de llamarme la atención cuando muchas veces me preguntan: Oye, ¿Ustedes cómo hicieron el rescate
de los bancos del 82? Porque puede haber lecciones interesantes para Estados Unidos, como hicieron
los suecos para el rescate de los bancos del 91 al 92, porque puede ahí haber lecciones interesantes
para Estados Unidos. Yo honestamente había pensado, porque Chile en ese entonces era muy chico
y entonces irrelevante, o, en su defecto en el mundo globalizado las ideas flotan, se dispersan, y en
fin y todo el mundo sabía. Me entero hoy día que nuestra gran experiencia era un secreto, y que
cosas que para los latinoamericanos que hoy día nos dedicamos a esto pueden ser obvias, y para los
reguladores de Europa y Estados Unidos, especialmente en Estados Unidos resulta ser gran novedad.
Si es así, bien sea por América Latina. Entonces, primer punto, es que por buena suerte, por buena
regulación, o por falta de espíritus animales del sector de las finanzas, no tuvimos en este caso un
reventón de la burbuja externa acompañada por un reventón de la burbuja financiera interna. En
Argentina, países como Argentina, ocurrió sencillamente porque el sector financiero nunca se recuperó de la crisis. Un sector que, si uno mira la intermediación financiera en la Argentina después de
la crisis del 2001, nunca se puso de pie, y por lo tanto algo que no se puso de pie no puede caer, y
esa experiencia también se replica, en menor medida en otras partes de la región.
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cuando paguemos la cuota de incorporación, esos 3 millones de euros que no dejan de ser, vamos
a ser formalmente miembros de este club, y en ese momento vamos a poder decir: entre nosotros
los países avanzados) hay dos, Noruega y Canadá que son acreedores netos, y Canadá depende de
cómo uno haga la aritmética. En el resto de América Latina la situación fiscal es más dispar, y también
cuando la situación fiscal fue mejor, uno no sabe si atribuírsela a las buenas políticas o a la buena
suerte, porque hubo muchos países, no voy a nombrar ninguno y exactamente no me refiero a este,
en que la situación fiscal aparecía bastante mejor, en buena medida, porque los ingresos fiscales que
se vinculaban a commodities fueron tan tremendos, que se hubiera requerido mucho talento para
gastárselos todos. Algunos países de la parte norte de Sudamérica han tenido ese talento y se los han
gastado todos, y se han endeudado encima contra sus ingresos, así que no solamente se han gastado
el 100%, se han gastado como el 200% de sus ingresos transitorios, pero no todos los gobernantes
de la región tuvieron ese talento y por lo tanto en general un período tan boyante del precio de los
commodities tendió a mejorar la situación fiscal de prácticamente todos los países de la región. Y eso
también contribuyó a que cuando viniera la gran burbuja mundial, la vulnerabilidad iba a ser mucho
menor. Y este segundo factor, si alguien podía tener duda de que fuese importante, creo que en los
últimos 15 días, y no me refiero a Sudamérica, me refiero a Europa, despejan total y completamente
la importancia de haber pasado por esta crisis con finanzas públicas relativamente sanas.
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Con Ernesto (Talvi) recién comentábamos antes de comenzar, que la situación europea, digámoslo
politly, se ve difícil, porque las cifras son realmente para dejar con la boca abierta a cualquiera. Bajo
las actuales proyecciones del plan de ajustes, la deuda pública de Grecia va a llegar a 150 del PIB en
el año 2014, y antes del plan de ajustes el déficit fiscal estaba en 13 puntos y medio del PIB. El plan
de ajustes ahora contempla una reducción del déficit fiscal de 13 a 3 puntos del PIB en cuanto, creo
que 2 años o 3 años, no tengo memoria de ningún ajuste fiscal de esa magnitud en la historia de la
humanidad, menos en un régimen democrático. Y si uno mira las cifras en otros países la verdad es
que hacer una larga lista de países con situación fiscal muy vulnerable es fácil, y muchos de ellos no
son países marginales para la economía mundial como Grecia, algunos son países bastante menos
marginales como España o incluso como Gran Bretaña. Y no nos olvidemos a todo esto que Japón
lleva 15 años viviendo con deuda pública de 200%. ¿Entonces qué significa esto? Que la importancia
de tener espacio fiscal, como está de moda decir ahora, antes de una crisis es absolutamente clave
a la hora de poder sobrevivir a una crisis, y los países que tenían espacio fiscal, las Noruegas, las
Canadá, las Australias, los Chiles, tendieron por supuesto, ceteris paribus, manteniendo el resto de
las cosas constantes, tendieron a que les fuera mucho mejor. Y el grado en el cuál países avanzados
como Estados Unidos, o como Inglaterra, para que decir Alemania o Italia, carecían de este espacio
fiscal es bastante notable, y la verdad es que lo que constituye este espacio fiscal también ha tendido
a cambiar, porque algunos años atrás uno habría dicho: bueno, ese país tiene 50% del PIB, está en
una situación muy holgada. Una de las cosas que hemos aprendido, especialmente cuando el gobierno se mete en los rescates bancarios, es que pasar del 50% del PIB al 80% del PIB en pocos años
es muy fácil. Hay que tener cuidado que es lo que es bruto que es lo que es neto, en fin hay ciertos
tecnicismos, pero eso es bastante posible.
Entonces, nos fue mejor como continente que otras veces en alguna medida porque tuvimos suerte,
y en algunas medidas porque tuvimos mejores políticas. Ahora, mientras el mundo debatía la crisis,
mientras todos nos preocupábamos de la reacción de corto plazo, tanta consternación justificada por
la crisis, acaso ocultó algo tanto o más importante que la crisis, y cuyas consecuencias van a estar con
nosotros por un período mucho más largo, y es que desde antes de la crisis pero incluso durante los
últimos 2 años, la economía mundial ha continuado cambiando en la composición de su demanda
y en la composición de su producto de un modo absolutamente radical. Y esto no es la clásica globalización de siempre, es algo más que la clásica globalización de siempre, tiene mucho que ver con
el surgimiento tremendo de China y de la India como potencias, no en términos de tamaño absoluto
pero si en términos de tasas de crecimiento, pero también tiene que ver con una estructura de la producción mundial que se está alterando muy rápidamente. No solo es un hecho que la ponderación
de China y de la India en el PIB del mundo están subiendo mucho, pero también es cierto que si uno
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mira las datos de los últimos 12 meses, la recuperación de Asia ha sido inmensamente más rápida y
más abrupta de lo que nadie nunca adivinó, y por lo tanto eso tiende a hacer que el tamaño de las
economías asiáticas, relativo al tamaño del resto de las economías del mundo, no solo tenga una
tendencia al alza en el largo plazo, sino que también una tendencia muy brusca al alza en el corto
plazo. El peso de las economías asiáticas en la demanda mundial ha crecido de un modo que creo
que no era enteramente previsible, y doy un dato que me tocó vivir en los últimos años. En chile, por
ley, el ministro de hacienda es miembro del directorio de CODELCO, la empresa estatal de cobre, que
es la empresa de cobre más grande del mundo, todavía. Históricamente a CODELCO lo único que le
preocupa es el precio, jamás le preocupa la cantidad porque da por sentado que el cobre se vende,
es un commodity, es homogéneo, en fin, al precio mundial hay un mercado infinito uno supone.
Durante el año 2008 eso no fue así, y por primera vez creo en la historia CODELCO tuvo que preocuparse no solamente del precio, sino de la cantidad, donde ponía uno este cobre. Y les puedo contar
que la experiencia nuestra es que el lugar donde uno podía vender este cobre, y el único lugar donde
uno podía vender este cobre era China. Históricamente, cuando digo históricamente digo hace 10
o 12 años, las ventas de toda Asia, de todo lo que CODELCO exporta a Asia, eran 20% del total, y
dentro de eso China era un tercio, es decir un tercio de un 20%. El año 2008, China sola fue casi el
70% de las ventas, y por lo tanto para muchos países exportadores de commodities, la estructura de
demanda que hoy día, que vamos a enfrentar de aquí en adelante es radicalmente distinta.
Dado todo esto, ¿Dónde está América Latina? No en cuanto a la reacción a la crisis, pero en cuanto
a nuestra capacidad para aprovechar esta nueva realidad. Creo que la verdad es que corremos un
riesgo de que más allá de lo que podamos haber hecho en el muy corto plazo, y no me refiero a mi
país, me refiero al continente en general, corremos un riesgo de que en este nuevo mundo de la
integración y de la correlación, y de la creación de cadenas de valor, nos pueda ocurrir lo que pronostica Michael Reid, el editor de “The Economist”, en su libro que salió hace un año más o menos,
sobre América Latina, que se llama “América Latina, el continente olvidado”. ¿Y qué dice Reid? Dice
básicamente, dice muchas cosas porque el libro es largo y los invito a leerlo, pero uno de los mensajes
es que en ésta dimensión América Latina efectivamente es el continente olvidado. El Economist hace
un tiempo atrás publicaba un “survey” de las nuevas multinacionales de los países emergentes, otra
dimensión novedosa de la globalización, porque resulta que los países emergentes no solamente
producen commodities, producen empresas que habitan en el mundo. De todas las empresas que
ese “survey” identifica como multinacionales emergentes en el mundo, cuántas de América Latina
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Eso en cuanto a las commodities, en cuanto a los productos manufacturados, las cadenas de generación de valor, los “value chains”, han integrado a las economías asiáticas con las economías
de occidente de un modo que creo también nadie habría predicho hace mucho tiempo, y es por
eso precisamente que, cuando cayó la producción industrial en Estados Unidos como decía yo, no
solamente cayó en México, también cayó a la semana siguiente en Singapur. Por esos días estuvo el
primer ministro de Singapur de visita en Chile, me tocó conversar con él en una cena, y el tipo me
decía que ellos jamás habían anticipado, pero después mirando los datos, entendían ex post el grado
de correlación abizmal que había ente la producción industrial gringa y la de Singapur. ¿Por qué?
Porque Singapur por ejemplo ha hecho un esfuerzo muy deliberado por meterse en la producción
de artículos médicos, y son un gran proveedor de tecnología al sector de la salud. Resulta que la
provisión de servicios de salud básicos no se mueve con el ciclo, la gente igual se enferma y hay que
atenderla, pero la compra de equipamientos nuevos para los hospitales, sí que se mueve mucho con
el ciclo; cuando la economía se aprieta, los hospitales no compran equipos nuevos. Resulta que las
ventas de equipos médicos de Singapur a los hospitales de Estados Unidos colapsó, y por lo tanto
el momento en que la producción industrial se viene abajo, la producción de muchos de estos otros
países también se viene abajo. Ese es un ejemplo en el cuál Singapur vende el bien final; hay muchísimos otros ejemplos más generalizados en que un país como Singapur no vende el bien final, vende
un bien intermedio que a su vez es un insumo para la producción del bien final, y por lo tanto hay
una cadena con muchos intermediarios, y en esas cadenas cuando se rompe un eslabón, se pueden
romper todos, y esto aumenta la interrelación de un modo bastante notable.
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hay? Una, Embraer, Brasil. Sobre la base de esto, gente como Reid que nos dice? Que hay un riesgo evidente que América Latina se quede fuera de esta nueva fiesta. ¿En qué consiste esta nueva
fiesta? A mi juicio, consiste en dos factores que le dan a nuestra región una oportunidad. Para usar
la expresión gringa, le dan dos ventanas de oportunidad, ventanas de oportunidad que podríamos
aprovechar, o ventanas de oportunidad que podríamos desaprovechar. Una es internacional y la otra
es más bien local. La internacional tiene que ver evidentemente con la consecuencia más evidente de
la nueva estructura de la demanda que es el auge del precio de los commodities. No quiero decir con
esto que yo pueda predecir o que nadie pueda predecir, no digo predecir, hacer una estimación con
un grado mínimo de confianza, acerca de lo que va a pasar con el precio de los commodities, pero sí
es evidente que el boom del precio de los commodities ha durado más de lo que nadie habría predicho 5 años atrás, y que hay algunas razones para pensar de que pueda ser medianamente duradero.
Una razon obvia: este reshuffling, esta recomposición, de la demanda mundial. Afirmaciones de este
tipo hay que hacerlas con mucho cuidado. Conversábamos con algunos de ustedes en el almuerzo
que, en el año 2008, a 4 meses que se gatillara la crisis, el concepto de moda en Estados Unidos era
“peak oil”, y había gurúes muy informados que le decían a uno, cuando el precio estaba a 60, casi
con certeza iba a llegar a 200 dólares por barril, y se iba a quedar en 200 para siempre. Me tocó a mí
estar con uno de estos gurúes que me dejó total y completamente convencido que el precio se iba
a 200; bueno, a la semana siguiente de 60 cayó a 30, y han pasado 2 años y nunca se recuperó, ni
siquiera a cerca del umbral que estos tipos sugerían. ¿Qué quiero decir con esto? Que no tenemos la
menor idea de lo que va a pasar con los precios de los commodities a largo plazo, pero que sí parece
probable de que este boom, que ya se alarga por 4 o 5 años, tenga alguna durabilidad. Y si tiene
alguna durabilidad, nos va a dar alguna circunstancia de alivio a la cuentas públicas y a las cuentas
externas como las que pocas veces habíamos tenido.
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El segundo elemento que para varios países en la región es importante, y les confieso que no sé precisamente dónde está Uruguay en esta transición, pero para muchos países de la región lo que es absoluta y totalmente clave es la transición demográfica. Cuando un país es pobre y joven, hay muchos
jóvenes y pocos adultos, y muy pocos viejos por supuesto, y por lo tanto el cociente de personas que
trabajan a personas que son dependientes es muy bajo. Cuando avanza la transición demográfica,
hay más adultos, hay menos niños y todavía no hay muchos viejos, y por lo tanto ese cociente tiende
a subir, hay más gente activa y menos gente pasiva. Y por supuesto cando la transición demográfica
se completa, hay más gente de más de 60 años, y por lo tanto de nuevo hay un porcentaje importante de trabajadores pasivos. Esto tiene importancia para las finanzas pública, pero no solo importancia
para las finanzas públicas, tiene efectos importantes en la oferta de trabajo, el grado de emprendimiento, en fin. Históricamente este es un continente joven; en las últimas 2 décadas ha empezado
a envejecer. Uruguay y Argentina antes que nadie, Chile viene después, los otros países un poco a
la saga, pero estamos en un punto en la transición demográfica, casi todos los países de la región,
en que el cociente de trabajadores activos a pasivos es relativamente favorable, y eso también es un
alivio transitorio para las cuentas públicas y para las cuentas privadas.
Entonces tenemos dos alivios, tenemos dos ventanas de oportunidades. Cuánto van a durar no lo
sabemos, especialmente la primera, la de los commodities; la de la demografía es algo más predecible pero no es enteramente predecible. La pregunta de los mil millones a mi juicio, o de los diez mil
millones, es si en el continente vamos a estar en condiciones de aprovechar estas dos ventanas de
oportunidades. Porque, si efectivamente el precio de los commodities como me decía Juan (Dubra)
ahora en la tarde, es un “random walk“, es decir; en realidad digo mal, tú decías lo contrario. Si efectivamente en el largo plazo los precios de los commodities van a estar planos porque hay retornos
constantes a escala, en la jerga de los economistas, es decir hay un precio que obedece a un costo, y
ese costo es plano independientemente de cuanto se produzca, bueno, debería ocurrir que el boom
de los commodities es transitorio, no es permanente. Cuando llegue a su fin, sea cuando sea que
llegue ese boom, ¿nos va o no nos va a pillar preparados? Esa es la pregunta de los mil millones. Y a
mi juicio, que nos pille preparados implica hacer dos cosas que creo en la región hemos estado haciendo mal, hemos estado haciendo poco, y hemos estado haciendo de mala gana. La primera cosa
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La educación comienza más o menos a los 2 años o antes; hoy día está de moda hablar de la educación preescolar de 0 a 4, o de 0 a 5, y termina con el postgrado. Y la economía política es especialmente difícil al medio, en la educación primaria y en la educación secundaria; es algo menos difícil en
los extremos, en la terciaria, en los postgrados y también en la educación preescolar. En Chile, en los
últimos 8 años, y especialmente en los 4 años, le pusimos un esfuerzo tremendo a los dos extremos
de la distribución; primero en la educación preescolar. Todos los estudios, y ésta es de las pocas cosas
en que los economistas empíricos están de acuerdo, la evidencia es absolutamente arrolladora en la
dirección de sugerir que el mayor estímulo a los niños muy tempranamente, que el mayor acceso a la
educación preescolar, tiene retornos tremendos en términos de rendimientos posteriores. La rentabilidad social de mejorar el acceso y la calidad de la educación preescolar es absolutamente gigantesco,
esa es una buena noticia. La segunda buena noticia, como en muchos países de la región la oferta de
educación preescolar es relativamente limitada, no hay que combatir con ningún interés establecido,
se puede hacer con una economía política más fácil. La mala noticia: es caro, porque uno puede tener
una escuela con 30 niños por profesor, no puedes tener una sala cuna con 30 niños por cuidadora; el
cociente es más bien 10 a 1, 8 a 1, y por lo tanto por niño, por mes, al menos en Chile, la educación
preescolar promedio vale más o menos el doble que la educación primaria o secundaria. Por lo tanto
es caro, pero es factible. En Chile le pusimos mucho esfuerzo a esto, y le pusimos mucho dinero a
esto. Construimos, y esto es un dato que nuestro gobierno siempre ha enfatizado mucho, porque
es un dato llamativo, se construyeron más jardines infantiles y salas cunas en los últimos 4 años en
Chile, que en los 40 años anteriores, cuadruplicamos la oferta de salas cunas en 4 años. Y con eso,
partimos de tan abajo que incluso después de todo ese esfuerzo, solamente el 35% de los niños tiene
acceso a una educación antes de pequeños, es decir de 0 a 4 años. Esa es un área en la cual creo
que los retornos sociales son grandes, y en alguna medida, como dicen los gringos es “low hanging
fruit”, es decir se puede hacer, no es gratis, es caro, pero se puede hacer sin una economía política
demasiado endiablada. La otra cosa en que hay espacio para avanzar, que también es caro, pero que
la economía política también es relativamente más manejable, es la educación técnico-profesional y,
en especial, la educación de postgrado. El gran déficit, no sé si el gran déficit, pero un gran déficit de
nuestros países es la mano de obra calificada a nivel técnico, y en especial la mano de obra calificada
a nivel técnico donde se conjuguen ciertas destrezas, destrezas básicas de comunicación, algunas
destrezas básicas matemáticas y, en lo posible además, inglés. General Electric se estableció en Chile
hace un año, armaron un centro de software con 1000 ingenieros, y cunado los tipos empezaron a
venir a Chile, yo les preguntaba. ¿Y por qué Chile? Y me decían todas las cosas que uno esperaría de
Chile como de Uruguay, estabilidad política, económica, a uno no lo asaltan en la calle, en fin, gran
problema, faltan ingenieros y en especial faltan ingenieros que hablen inglés. Ahí hay oportunidades,
de nuevo, no es barato, pero es posible abordar. Y lo mismo ocurre con la formación técnico-profesional en el extranjero. En el gobierno reciente chileno armamos un proyecto que se llama “Becas
Chile”, en que subimos de 100 o 120 al año a más de 2000 al año, el número de jóvenes que van a
estudiar al extranjero con becas del Estado. Cuesta un montón de plata, nos estamos gastando como
125 millones de dólares al año en becas del extranjero, pero la verdad es que toda medición que
se ha hecho sugiere que los retornos sociales son absolutamente gigantescos. En la práctica hay un
montón de obstáculos que resolver, entre ellos, que si uno se centra en universidades que el idioma
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que deberíamos hacer mucho mejor es algo que es tan obvio que me da una cierta vergüenza decirlo, pero a veces las obviedades por obvias se dejan de decir, tenemos que mejorar dramáticamente
nuestra formación de capital humano. Y esto pasa por reformas que son desde un punto de vista
técnico, probablemente no tan difíciles de concebir, pero que desde de un punto de vista político y
de implementación son muy difíciles de concebir. Y hay una gama de alternativas, de experiencias,
de episodios en América Latina, que lo llevan a uno a veces a ser relativamente optimista en esta
materia, pero a veces también a ser relativamente pesimista, sencillamente por la dificultad inherente
de la economía política de esta reforma. Ahora, no quiero dejarlos con un mensaje pesimista en esta
materia porque creo que hay cosas que se pueden hacer que son muy importantes para la productividad, y donde la economía política es más fácil, y menciono dos que hicimos en Chile, que a mi juicio
han sido bastante exitosas, y donde puede haber algo de interés.
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La Crisis Financiera Internacional: Lecciones para América Latina
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es el inglés, los jóvenes tiene que saber inglés, y si pones el inglés como requisito previo, tiendes a
traer a niños de clase alta que fueron a colegios privados. La gran pregunta práctica es como haces
eso, y al mismo tiempo te aseguras que no sean solo niños privilegiados que no necesitan la beca.
Respuesta, tienes que someterlos a un training intensivo en inglés, antes de que se vayan, pero después de que se ganen la beca, lo que de nuevo, resulta ser muy caro pero posible. Hemos pasado en
el caso chileno a mandar, este año, creo que casi 2500 jóvenes a Estados Unidos, Canadá, en menor
medida Europa, mucho a Australia, mucho a Nueva Zelanda y últimamente muchos a la India, donde
la educación técnica es muy buena, donde la formación como ingeniero es tremendamente buena, y
donde las matrículas y los fees son muchísimo mas baratos.
Segundo punto, y aquí quiero terminar, yo decía que para aprovechar estas dos oportunidades hay
que hacer dos cosas. Una tiene que ver con capital humano y traté de identificar algunas áreas donde
pueda haber oportunidades que no sean endiabladamente difíciles desde la perspectiva política. La
otra área donde creo que debemos hacer mucho más, es el área de la innovación. Y aquí coexisten
dos maneras de mirar el mundo. Una manera de mirar el mundo es, bueno, la innovación “takes care
of itself”, se cuida sola. Póngale los precios relativos donde deberían estar, evite que el tipo de cambio
se aprecie demasiado, sáquele las regulaciones excesivas, y el resto va a ocurrir automáticamente.
Cuando los incentivos estén alineados, la innovación va a ocurrir. Mi lectura del mundo es que las
cosas no ocurren así. No ocurren así porque hay mercados que funcionan muy bien, y hay mercados
que funcionan menos bien, y el mercado de la innovación es un mercado que tiende a funcionar bastante mal, o de modo bastante imperfecto. ¿Por qué? Al menos por dos razones. Primero que nada,
porque cualquier estudiante de microeconomía de primer año puede contar diez mil historias de por
qué el retorno social y el retorno privado divergen, y el retorno privado es muy bajo y el retorno social
es muy alto, y hay proyectos que no se hacen. Pero segundo, porque es un área en la cual los problemas de coordinación son muy graves. Problemas de coordinación entre el sector público y el sector
privado, y problemas de coordinación al interior del sector privado. El ejemplo que yo siempre doy,
y se lo mencionaba a alguien a la hora del almuerzo, en Chile hemos tenido un gran debate acerca
de cómo armar un polo turístico, porque tiene un gran potencial turístico pero hay poco turismo,
especialmente poco turismo europeo y, en fin, de ese que trae dinero. Problema, el gobierno no va
a hacer un camino, no va a hacer una carretera hasta un volcán, un lago apartado si no hay hoteles,
pero nadie va a hacer un hotel a menos que le pongan un camino. Entonces hay un problema básico
de coordinación entre la inversión pública e infraestructura y la inversión privada e infraestructura. Al
interior del sector privado también hay un problema de coordinación, porque el dueño de un hotel
le dice a uno: “mire, yo no pongo ningún hotel porque el aeropuerto está a 200 kilómetros y no hay
un sistema de rent-a-car, el gringo que se baje en el aeropuerto no tiene como llegar a mi hotel.”
Pero el tipo que está en el negocio del rent-a-car le dice: “bueno, yo para qué diablos voy a poner
un rent-a-car si no hay ningún hotel donde vaya el cliente.” Entonces, hay un problema serio de
coordinación de las inversiones al interior del sector privado. Estos dos problemas de coordinación,
el privado-privado, y el público-privado no se resuelven solos, y mi lectura de la evidencia es que si
uno deja esto a las artes de magia del mercado, probablemente el equilibrio resultado va a ser una
cantidad insuficiente de innovación. Y cuando digo innovación, noten por ejemplo en el caso del
turismo, no estoy pensando en alta tecnología, estoy pensando en hacer cosas nuevas. Porque hay
dos maneras de innovar. Yo hago lo mismo que hago, pero lo hago mejor; o yo hago algo que antes
no hacía. La evidencia empírica sugiere que buena parte de las ganancias de innovación, perdón, de
las ganancias de productividad en los países emergentes, no vienen solo de hacer lo mismo que yo
hago, mejor, sino de cosas nuevas. Ricardo Hausmann, nuestro común amigo en Harvard, ha gastado
muchas horas tratando de demostrar que efectivamente la ganancia de productividad está asociada
también a la diversificación, y la diversificación está asociada a la creación de nuevos productos.
Bueno, mi lectura de la evidencia es que no hay suficiente innovación en el sentido de diversificación,
y de creación de nuevos productos, a menos que haya un esfuerzo de coordinación, y aquí hay un
papel para hablar de política pública. No los voy a aburrir con los detalles, pero en Chile también
hemos tratado de hacer algo así. Hemos tomado a la Corporación de Fomento, y le hemos puesto no
solamente más dinero, sino que un serie de mecanismos para tratar de hacer este tipo de efectos de
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Andrés Velasco
coordinación; contratamos a un par de consultoras de Estados Unidos (que nos cobraron muy caro)
para tratar de identificar sectores en los cuales debería haber esfuerzos de coordinación. Mi lectura
es que hemos avanzado bastante. Ahora, el problema es que los retornos son a largo plazo, esto no
ocurre de la noche a la mañana, y la economía política no es fácil. Porque cuando uno le pide dinero
al parlamento para hacer este tipo de cosas, y resulta que se financian muchos proyectos y algunos
resultan y otros no, los que sí resultan, nadie les da mucha bola, y los que no resultan se vuelven
el tema de controversia pública, y por lo tanto hay que dar muchas explicaciones. Pero no me cabe
ninguna duda que para hacerlo bien algunas veces, hay que hacerlo mal otras veces, y eso requiere
una cierta tolerancia del sistema político. Es un tema en el cual hay que educar, porque mi impresión
es que en América Latina no tenemos suficiente conciencia y no le damos suficiente importancia a
este tema tan clave que es el esfuerzo público de innovación. Esto no es lo mismo que las políticas
dirigistas adicionales del año 60. No estoy sugiriendo que un burócrata en un ministerio de industria
te deba decir: “aquí ponemos una planta de esta cosa, aquí ponemos una planta de la otra, vamos
a producir esto, vamos a producir lo otro.” Tiene que ver con identificar sectores en los cuales ya hay
ventajas comparativas importantes, donde pueda haber estructuras de insumos que no están siendo
entregados, y coordinar la producción de esos insumos. Cosa que es bastante distinta de la tradicional política de elegir a dedo quién va a ser rico, quién va a ser pobre, qué se va a producir, qué no se
va a producir.
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Resumo entonces. Pasamos bien la crisis. El período después de la crisis, tanto por razones internacionales como por razones nacionales, a la región le está dando, y probablemente por algún tiempo
más le siga dando, un período de alivio. Pero todos los períodos de alivio, como todas las cosas
en la vida, llega a su fin. Cuando ese período de alivio llegue a su fin, la pregunta va a ser quien
está de pie y quien está sentado. Y para que nos pille de pie hay que hacer ciertas cosas. La lista es
muy larga, tomé dos que son ilustraciones, que políticamente no son fáciles, porque hay problemas
prácticos, porque hay problemas de intereses sectoriales, hay problemas ideológicos en el caso de la
innovación, pero creo que, no obstante lo anterior, hay algún espacio para tratar de hacer las cosas
bien. Hasta ahí lo dejo, y a ver si con eso podemos estimular algún tipo de diálogo y conversaciones.
Gracias, estimados.
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