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FEDERICO GARCÍA LORCA
Crucifixión
[18 de octubre, New York, 1929]
3 h.; 21 × 15 cm
Autógrafo. Acompañan dos cartas
mecanografiadas, con firmas y notas
autógrafas del poeta a Miguel Benítez Inglott;
la primera sin fecha, la segunda datada en
Madrid, 14 agosto 1935.
Mss/23213
Mss/23213, fol. 1r
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III LOS ESCRITORES: AUTÓGRAFOS
sesinado Federico García Lorca en agosto de 1936, su libro
Poeta en Nueva York se editaría póstumamente cuatro años
después en una doble y divergente edición, que vio la luz por
este orden: The «Poet in NewYork» and Other Poems of F. G. L. (ed.
Rolphe Humphries. Nueva York: W. W. Norton & Co., 1940);
Poeta en Nueva York, con cuatro dibujos originales, poema de
Antonio Machado, prólogo de José Bergamín (México, D. F.:
Séneca, 1940). La muerte del poeta y el estallido de la Guerra Civil
desembocaban en esta doble edición americana, que no reproducía, en ninguno de los casos, el poema «Crucifixión». Entre
mayo y julio de 1936 Lorca habría dejado en manos de Bergamín,
director de Ediciones del Árbol, de Cruz y Raya, un singular original de su libro, pendiente sin duda de una actualización y revisión definitivas, acaso pospuestas intencionalmente para el otoño.
Entre poemas mecanografiados, autógrafos e impresos en hojas
de revista, había alguno más del que solo constaba título y lugar
donde encontrarlo, fuera una revista o el nombre de un posesor
del manuscrito correspondiente, que no era ya el propio poeta.
Lo último describe el caso insólito de «Crucifixión». Tras décadas
en manos privadas (del exilio español en México), la galería
Christie’s de Londres subastó al fin el original del libro el 29 de
noviembre de 1999, siendo adquirido por la Fundación Federico
García Lorca e incorporado a sus fondos. Como hoy puede comprobarse, en la portadilla de la sección VII del libro, titulada
«Vuelta de la ciudad», el poeta había anotado: «El número 3 de
esta parte se llama Crucifixión y hay que pedir el original a
D. Miguel Benítez Casa Fiat Barcelona».
Miguel Benítez Inglott (Las Palmas de Gran Canaria, 18901965), «abogado, ocasional compositor y destacado comentarista
y crítico musical», doctor en Derecho por la Universidad Central
(Madrid) en 1912, había también
seguido estudios musicales en el
Conservatorio de Madrid y colaborado o mantenido relaciones artísticas con Claudio de la Torre,
Néstor Martín-Fernández de la
Torre, Gustavo Durán, Adolfo
Salazar y Federico García Lorca,
quien lo llamaba amistosamente
Miguelón. En 1943 regresó definitivamente a Las Palmas, donde
fue activo animador de su vida
musical (Lothar Siemens, 2005).
Finalmente, en 1950 aparecía en
esa misma ciudad un folleto titulado Crucifixión, con el nombre del
poeta granadino en cubierta y un
retrato suyo firmado por Manuel
A
BIBLIOGRAFÍA
García Lorca, Federico. Crucifixión. Las Palmas:
Imprenta Ortega, 1950, colección Planas de
Poesía, IX. Tirada de 500 ejemplares numerados,
pero el consultado es el 506 (BNE, VC/2196-52),
por lo que se hizo un tiraje suplementario,
seguramente para cumplimiento de trámites
y compromisos obligados; hubo, además,
una 2.ª edición: Las Palmas de Gran Canaria:
Tipografía Lezcano, 1977 ¶ Ídem. Manuscritos
neoyorquinos. «Poeta en Nueva York» y otras hojas
y poemas. Edición, transcripción y notas de Mario
Hernández. Madrid: Tabapress, 1990 ¶ Maurer,
Christopher. «Aparece un autógrafo de Poeta en
Nueva York». Suplemento El Cultural (El Mundo),
7 de enero de 2011 ¶ Millares Cubas [et al.].
Homenaje a Maupassant. Las Palmas: Imprenta
Ortega, 1950, colección Planas de Poesía, XI; ¶
Siemens Hernández, Lothar. Historia de
la Sociedad Filarmónica de Las Palmas y de
su orquesta y sus maestros. Las Palmas de Gran
Canaria: Sociedad Filarmónica de Las Palmas,
2005, pp. 217-219.
Millares. Se trataba de la recuperación pública del manuscrito
lorquiano por generoso impulso de Miguel Benítez, que firmaba
una breve noticia sobre los materiales lorquianos editados y
reproducidos. Completando sus datos, esto era en esencia lo
narrado: en los primeros meses, aún invernales, de 1935 Lorca
le había regalado en Barcelona el autógrafo, primero y único, de
«Crucifixión», escrito a lápiz sobre una cuartilla, con alguna
corrección a tinta, y fechado en «18 de Octubre/New York/ 1929».
A primeros de agosto de ese mismo año 1935, ya terminada la
redacción de la comedia Doña Rosita la Soltera o El lenguaje de las
flores, el poeta, que permanecía en Madrid, decidió ordenar y preparar para su edición inmediata Poeta en NuevaYork. Fue entonces
cuando echó en falta el poema y escribió a Miguel Benítez: «Estoy
poniendo a máquina mi libro de Nueva York para darlo a las prensas el próximo mes de Octubre; te ruego encarecidamente me
mandes a vuelta de correo el poema Crucifixión, puesto que tú
eres el único que lo tienes y yo me quedé sin copia. Desde luego
irá en el libro dedicado a ti». Miguel Benítez no pudo cumplir
con la petición del amigo, que el día 14 de aquel mismo agosto
reiteraba: «Hace unos días te escribí una carta rogándote me
enviaras mi poema Crucifixión, que guardas tú. Como no he recibido contestación, te lo vuelvo a recordar, suplicándote no dejes
de hacerlo, pues es de los poemas más interesantes del libro y no
quiero que se pierda». El autógrafo del poema neoyorquino, plegado al centro, yacía, extraviado, entre las páginas de un libro.
Relataría su posesor: «Lo buscaba anhelante cuando estalló la
guerra. Marché a Madrid en los primeros días de agosto [de
1936], dejando en Barcelona todos mis libros. Solo en mayo
de 1939 pude volver a hacerme cargo de ellos, y un día, entre
las páginas del Romancero gitano, encontré el manuscrito, que era ya una
reliquia». En algún momento entre
1943 y 1950 volvió a dar por perdido el autógrafo, pero lo recuperó
de nuevo entre las páginas del mismo Romancero. La huella de dobleces
que hoy muestran las dos cartas acompañantes, con firma autógrafa, sugieren que en esta segunda pérdida acaso
se mezclaran miedos inconfesados de
signo político, pues una y otra fueron
plegadas de manera inusual, acaso
para ser minuciosamente escondidas,
a salvo de miradas indiscretas.
Miguel Benítez Inglott había decidido regalar sus originales lorquianos a amigos canarios que pudieran
apreciarlos. Así, el bloque constituido
por «Crucifixión» y las dos cartas ci -
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tadas había pasado a manos del poeta Agustín Millares Sall
(1917-1989), responsable de la edición de 1950; a su hermano
y también poeta José M.ª Millares Sall (1921-2009), colaborador
en aquel mismo homenaje, le regalaría un autógrafo de «Nueva
York (Oficina y denuncia)», que, vendido a un particular, acabaría
en la Library of Congress en Washington (Estados Unidos); a
Rafael Roca Suárez, un «Homenaje a Maupassant», texto en prosa
mecanografiado, pero con largas e importantes correcciones de
puño y letra del poeta. Finalmente, el 28 de noviembre de 2007
el bloque primero salía a subasta en la casa Sotheby’s, de Londres,
por decisión de los herederos de Agustín Millares. Comprado por
el Estado español, el poema «Crucifixión» y las dos cartas del
poeta se incorporaban así a la Biblioteca Nacional de España.
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III LOS ESCRITORES: AUTÓGRAFOS
El autógrafo lorquiano ofrece hoy la apariencia de un fragmento de los manuscritos de Qumrán, pues el tiempo ha separado
definitivamente sus dos mitades por el pliegue y los dos pedazos
han sufrido pérdidas independientes en sus bordes y esquinas,
haciendo prácticamente imposible la lectura de alguna palabra.
Mordido por los años y los dedos de la curiosidad, un poema que
el poeta revisó mínimamente, que no pudo incorporar al original
de su libro, aunque lo situó en él, ha adquirido un valor simbólico
en relación con las pérdidas, destrucciones y preservación del
frágil patrimonio bibliográfico español.
Mario Hernández
III LOS ESCRITORES: AUTÓGRAFOS
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