Descargar PDF

Anuncio
 LECTURAS TERRITORIALES EN CLAVE DE PAZ
DEPARTAMENTO DE CAQUETÁ
Autores: Víctor Barrera y Andrés Aponte
2 1. INTRODUCCIÓN
Considerado uno de los territorios donde mayor influencia ha tenido las FARC, el
departamento de Caquetá es una región estratégica para la implementación de los acuerdos de
paz que, eventualmente, el Gobierno Nacional firme con esta guerrilla. Así se evidencia en los
ejercicios de priorización territorial que diversas organizaciones han elaborado. De acuerdo al
conjunto de indicadores desarrollado por la Fundación Paz y Reconciliación y publicado en un
reciente informe, los 16 municipios de este departamento evidencian distintos niveles de riesgo
que llaman la atención acerca de la necesidad de tener en cuenta una atención especial en un
escenario de posacuerdo (PARES, 2015). Con una metodología distinta, la priorización
realizada por Naciones Unidas identificó 14 de estos 16 municipios (NN.UU., 2014).
Conscientes de esta situación, en este documento se presentan los resultados de una lectura
territorial que tiene como propósito identificar las posibilidades y desafíos que existen en el
departamento de Caquetá de acuerdo a tres dimensiones que se consideran claves vistas desde
una perspectiva histórica.
En este sentido, el documento sigue la misma estructura sugerida en la presentación general.
Luego de una breve caracterización del departamento (sección 2), se describen los procesos
históricos de ocupación territorial y se destacan tres efectos principales según el tipo de
configuración socioespacial a los que dieron lugar en el departamento (sección 3).
Posteriormente, se presenta una narrativa del conflicto armado en el Caquetá en dos
momentos: el de su origen y expansión y el de sus principales impactos y afectaciones
territoriales (sección 4). En la siguiente sección, se presenta un análisis de las principales
expresiones organizativas y los patrones de movilización social (sección 5) y, posteriormente,
un balance del desarrollo de los procesos políticos y electorales (sección 6). Para finalizar, se
presentan los principales hallazgos de las tres dimensiones estudiadas en clave de los riesgos
que éstos suponen para la implementación de acuerdos de paz y se ofrecen algunas ideas para
mitigarlo (sección 7).
3 2. ALGUNOS ASPECTOS BÁSICOS
El departamento del Caquetá se ubica en el sur occidente colombiano, siendo Florencia su
capital. Su jurisdicción territorial inicia en el piedemonte andino y termina en los escarpes de
Araracuara, en plena selva amazónica de modo que en este departamento confluyen la región
andina, el piedemonte amazónico y una parte del piedemonte orinoquense. Limita al sur con el
Amazonas, al oriente con el Guaviare y el Vaupés, al noroccidente con el Huila y el Cauca, al
nororiente con el Meta y al occidente con el Putumayo.
El departamento tiene una extensión de 88.965 kilómetros cuadrados y ocupa el 7.8% del
territorio nacional y el 22.9% del área que Colombia aporta a la gran cuenca Amazónica. No
obstante, la mayoría de la población se encuentra asentada en la denominada parte del
piedemonte amazónico, concentrándose así la dinámica sociopolítica y económica en este
lugar; y teniendo como eje de comunicación la vía denominada “Marginal de la Selva”, que
comunica los departamento del Meta, Caquetá y Putumayo con el Ecuador.
Su territorio se encuentra atravesado por importantes cuencas fluviales (el Ajajú o Apaporis, el
Yarí, el Caguán y el Orteguaza), que en su mayoría desembocan en el río Caquetá, y el cual
termina delimitando el departamento con el sur (Amazonas).El departamento está conformado
por dieciséis municipios que se han fundado en diversas oleadas de colonización, muchas de
ellas tuvieron como génesis los desplazamientos y desarraigos producto de la Violencia y el
fracaso de las reformas agrarias en el mundo andino.
Si bien, inicialmente estaba habitado por poblaciones indígenas, hoy en día la mayoría de sus
pobladores son de origen mestizo. No obstante todavía cuenta con unos pocos caseríos
indígenas en las márgenes de los grandes ríos. Su ubicación geoestratégica lo ha convertido en
un cruce de caminos de los conflictos y violencias que ha padecido el país, ya que ha sido un
nodo entre las zonas de frontera, y el centro del país.
4 De acuerdo a estas características de geografía física, pero también ligados a los procesos de
ocupación territorial y la intervención de los colonos y la sociedad que se describen la siguiente
sección, se pueden distinguir cuatro subregiones que se georreferencian en el siguiente mapa y
se caracterizan en el cuadro que le sigue.
Mapa 1. Subregiones del departamento del Caquetá.
Fuente: Vásquez (2015).
3. CONFIGURACIÓN SOCIOESPACIAL
5 En esta sección se presenta, de manera sucinta, el proceso histórico de ocupación territorial
que ha tenido lugar en el departamento de Caquetá y sus principales implicaciones en la
configuración socioespacial de este territorio, especialmente en relación con la
subregionalización presentada en la sección anterior.
En términos generales, se insiste en cinco puntos claves:
•
El poblamiento del departamento de Caquetá ha sido el resultado de la convergencia
de distintos tipos de colonización (misionera, empresarial, espontánea y armada) que se
han desarrollado desde finales del siglo XIX pero que adquirieron un mayor vigor
desde mediados del siglo XX tal y como se evidencia en el crecimiento demográfico
sostenido que tuvo lugar a partir de la década de 1950 (ver gráfica 1).
•
Dichos procesos de poblamiento han sido el resultado tanto del reiterado aplazamiento
de la resolución del problema agrario como de La Violencia partidista de los cincuenta
en las zonas andinas del país que derivó en la expulsión de campesinos hacia regiones
como el Caquetá que, a su vez, han reproducido las mismas problemáticas de sus
lugares de origen alentando nuevos ciclos de colonización que reproducen la misma
lógica de ocupación-concentración-expulsión a nuevos territorios caracterizado por
una secular deficiencia de presencia estatal; lógica que sigue vigente en algunos de los
municipios del departamento.
•
La densificación demográfica que el departamento evidenció desde la década de 1950,
en gran parte motivado por la llegada de campesinos tolimenses y huilense que huían
de la violencia partidista, definió las identidades políticas y regionales que caracterizan
al departamento (colonos liberales y comunistas al norte y conservadores al sur). Esta
distribución poblacional tuvo profundas consecuencias para e desenlace del conflicto
armado.
•
Estos ciclos de colonización han estado acompañados por la competencia entre dos
modelos de desarrollo (ganadero versus agrícola) entre los que si bien existen puntos
intersección o complementariedad, se ha terminado por imponer la ganadería extensiva
6 con consecuencias ambientales significativas para el departamento comprometiendo la
posibilidad de que modelos de agricultura campesina a gran escala puedan tener lugar
en la región.
•
Estos ciclos de colonización le han permitido a las FARC insertarse con éxito en
algunas comunidades y lugares del departamento (particularmente al norte) lo cual ha
derivado en la imposición de órdenes sociales parcialmente legítimos por las garantías y
la regulación que ha ejercido este grupo armado en situaciones en los que la autoridad
estatal además de deficitaria ha priorizado el componente militar sobre el civil.
En lo que se sigue, se describen los procesos históricos detrás de estos cinco puntos claves.
Para este propósito, la narrativa se divide en tres períodos temporales. El primero, que va
desde finales del siglo XIX hasta la década de 1950, cuando el dominio indirecto que ejercía los
capuchinos estuvo sucedido por ciclos de colonización alentados por la actividad cauchera que
derivó en una mayor integración del departamento y sentó las bases de una economía ganadera
y de una élite política liberal provenientes del Huila que, posteriormente, se consolidaría como
el intermediario entre la región y la nación. El segundo, que va de 1950 hasta mediados de
1980, donde la superposición de colonizaciones (dirigida, espontánea y armada) dio lugar a una
mayor densificación demográfica y una mayor integración política, territorial y económica del
departamento al país. Y el tercer período en el que se evidencia la consolidación del modelo
ganadero y la conformación de una estructura agraria multimodal con profundas implicaciones
en materia ambiental.
3.1. Los inicios del poblamiento: auge cauchero
El inicio del poblamiento “moderno” de lo que actualmente se conoce como el departamento
de Caquetá, se inició durante los últimos años del siglo XIX y se prolongó hasta mediados
hasta mediados del siglo XX. Inicialmente esta zona fue administrada y controlada por los
misioneros capuchinos, quienes tuvieron la labor de civilizar a los pobladores aborígenes (Ciro,
2008; Ciro, 2013 y Vázquez, 2015). Luego, con la introducción de la explotación cauchera, se
empezó a consolidar una mayor ocupación del territorio obligando al Estado ya no sólo a
delegar el control de este territorio a un tercero, sino a insertar la maquinaria estatal por los
7 avances de las empresas peruanas, la Casa Arana y la Guerra con el Perú (1932-1933). De esta
manera, se fueron configurando puntas de colonización empresarial y campesina, teniendo
como nodo la geopolítica del caucho que dominó la cuenca amazónica a comienzos del siglo
XX (Ciro, 2008; Ciro 2013, Ariza, Ramírez y Vega, 1998).
La importancia de la introducción de la economía cauchera en el departamento del Caquetá,
radicó en que puso en marcha un proceso de civilización de amplios territorios selváticos,
aceleró el poblamiento del territorio y contribuyó a sentar las bases iniciales del modelo
ganadero toda vez que muchos de los colonos que adquirieron sus tierras en el proceso de
adjudicación de baldíos durante los años veinte y treinta aprovecharon la bonanza para
establecer fincas ganaderas encaminadas a abastecer de carne y queso a la población flotante
que se reunía en los puntos estratégicos de acopio y comercio (González, Ramón y Torrijos,
2003, p. 42; Sinchi, 2000; Domínguez, 2005; Ciro, 2008).
Las trochas ganaderas desarrollaron una mayor comunicación entre el piedemonte y el interior
del país, posibilitando una mayor presencia del Estado que terminó por materializarse en la
creación de diferentes unidades administrativas. Para 1912 se elevó la categoría administrativa
del Caquetá a comisaría y se establecieron cuatro corregimientos al interior de la misma,
situación que evidenciaba una presencia temprana pero precaria de algunas instituciones
estatales (Artunduaga, 1987; González, 1998; Ciro, 2008).
Este proceso se acentuó para la década de 1930 cuando el conflicto con el Perú incentivó una
respuesta del Estado con un impacto local significativo. Por una parte, se generó un despliegue
de autoridades estatales producto de los cambios en la legislación que elevaron, de nuevo, el
estatus administrativo de esta región. Por la otra, con el fin de desplazar tropas se construyeron
nuevos caminos que, una vez la confrontación bélica dejó de ser una amenaza para el país, se
constituyeron en nuevos ejes de poblamiento e interacción con otras regiones del país,
especialmente el piedemonte Sur y la región del Caguán (Ciro, 2008).
Como resultado de estas dinámicas, durante la mitad del siglo XX el hato ganadero creció de
manera lenta pero sostenida y sentó las bases de una elite liberal proveniente del Huila que,
posteriormente, terminaría por acaparar tierras y el monopolio de la intermediación política.
8 3.2. Superposición de colonizaciones y consolidación del modelo ganadero
Este primer ciclo de poblamiento que se desplegó durante la primera mitad del siglo XX se
dinamizó durante la década de 1950 en adelante resultado de la superposición de tres tipos
colonizaciones que, finalmente, derivaron en una mayor densificación demográfica del
Caquetá.
Gráfica 1.
Fuente: Dane. Elaboración propia
En primer lugar, una colonización armada (hacia el noroccidente del departamento) de
campesinos provenientes de las regiones de Villarica y el oriente de Sumapaz que huían de la
ofensiva militar declarada por el presidente Gustavo Rojas Pinilla. Se trató del fenómeno
conocido como las “columnas en marcha”, la migración de poblaciones campesinas
coordinadas y acompañadas por las autodefensas campesinas que encontrarían en la zona de El
Pato y Balsillas (municipio de San Vicente del Caguán) un lugar idóneo para asentarse: las
9 condiciones climáticas y la fertilidad del suelo emulaban las condiciones de sus lugares de
origen y les permitieron impulsar con éxito una economía campesina.
Las identidades políticas de los colonos recién asentados, afiliados al partido comunista, le
valieron una profunda estigmatización que, posteriormente, se reflejaría en una oleada de
represión estatal en el marco de las denominadas Repúblicas Independientes que finalmente
daría lugar a la creación de las FARC en 1964.
En segundo lugar, durante esta misma década arribaron al departamento nuevos contingentes
campesinos provenientes del Tolima y Huila que huían de la violencia partidista. De esta
forma, se una colonización espontánea que finalmente la imprimiría una geografía política
particular al departamento. Al sur llegaron los migrantes conservadores, mientras que al norte
lo hicieron los liberales y comunistas.
En tercer lugar, durante la década de 1950 pero con especial énfasis durante las décadas de
1960 y 1970 se pusieron en marcha varios programas estatales de colonización dirigida por medio
de la Caja Agraria y el Incora. A cargo de esta última institución, se pusieron en marcha los
proyectos “Caquetá 1” y “Caquetá 2”, considerados en su momento el modelo de colonización
dirigida más importante del país e incluso de América Latina. El primero se ejecutó entre 1963
y 1971 y se concentró en la titulación de tierras y la construcción de infraestructura vial. El
segundo proyecto, desarrollado en dos fases (1972-1976 y 1976-1980), buscó enmendar,
parcialmente, algunas de las falencias del anterior al implementar medidas relacionadas con la
promoción de desarrollo social, especialmente en el ámbito de salud y educación (Brucher,
1974; Sinchi, 2000).
A pesar que ambos proyectos contribuyeron positivamente en la titulación de tierras y la
promoción de actividades económicas como la ganadería tuvo profundos impactos
ambientales y sociales. En cuanto a los impactos ambientales, se produjo una transformación
significativa del paisaje resultado de la tala de bosques y la civilización de tierras ganadas a la
selva amazónica. El INCORA restringió la titulación de tierra únicamente a aquellos colonos
que hubiesen desmontado las dos terceras partes de sus baldíos y destinó el 75% de los
créditos al desarrollo de la ganadería desincentivando otras actividades agrícolas. Además, en el
10 marco de la Revolución Verde, la productividad agrícola a la cual se destinaron el 25% restante
de esos créditos so orientó hacia los monocultivos, la aplicación de tecnologías no tradicionales
y el uso intensivo de agroquímicos que, además del daño ambiental, fueron insostenibles de
cara a las precarias condiciones materiales de los colonos (Sinchi, 2000).
En cuanto a los impactos sociales, los incentivos ofrecidos por ambos programas fueron
aprovechados por los sectores mejor posicionados que tenían mayor influencia política. En
este sentido, las elites solventes provenientes del Huila que se habían asentado décadas atrás en
el marco de la bonanza cauchera aprovecharon la masiva titulación para acaparar las mejores
tierras y manipularon la provisión de bienes públicos como, por ejemplo, el diseño de las vías
que se construyeron durante esta época con el ánimo de valorizar sus propiedades (Ciro, 2008).
Eventualmente, estas dinámicas agotaron el modelo de colonización dirigida promovida por el
Estado resultado de La configuración de nuevos frentes de colonización espontánea hacia la
zona central y sur del departamento que, finalmente, terminaron por desbordar la iniciativa
estatal. Como anotan Uribe y Ferro (2004), “El campesino-colono, sin la posibilidad de
acceder a nuevos créditos y en muchos casos agobiado por éstos, se vio obligado a vender su
parcela, con lo que se generó un doble problema: la apertura de nuevos frentes de colonización
cada vez más distantes y con menos posibilidades de acceso, y el avance del latifundio que
reprodujo de esta manera las mismas formas de concentración de la tierra del interior del país”.
3.3. Agotamiento del modelo de colonización dirigida
Este último período es la prolongación de las dinámicas descritas anteriormente (consolidación
de la ganadería extensiva y frentes de colonización espontánea) en un nuevo contexto marcado
por la irrupción de los cultivos de coca.
Las líneas de continuidad respecto al período anterior se evidencia en el crecimiento sostenido
de la ganadería, la mayoría de ella concentrada en el norte del departamento (ver gráfica) y la
apertura de nuevo frentes de colonización hacia el centro y sur del Caquetá agenciados por
colonos que no encontraron posibilidades de asentarse en los lugares donde en principio había
11 llegado en razón del acaparamiento de tierras de una elite agraria , en su mayoría liberal, que ya
daba visos de consolidación.
Los nuevos frentes de colonización tuvieron impactos demográficos diferenciados al interior
del departamento. Entre 1973 y 1985, gran parte de la explosión del crecimiento demográfico
en Morelia (251%), Curillo (200%) y Solano (207%) están relacionadas con estas dinámicas.
Posteriormente, entre 1985 y 1993, fueron los municipios de Valparaiso (228%), Cartagena del
Chairá (209%), Milán (146%) y San José de la Fragua (154%) los registraron las tasas más altas
de crecimiento demográfico (ver siguiente gráfica)
A pesar de estas líneas de continuidad respecto al período anterior, desde finales de la década
de 1970 la introducción de los cultivos de coca y la llegada de grandes narcotraficantes
impactaron profundamente el proceso de configuración socioespacial.
12 La llegada de estos nuevos actores, además de profundizar la tendencia hacia la concentración
de tierras, fueron quienes introdujeron el cultivo en la región buscando construir en ella una
infraestructura que cubriera todos los eslabones de la cadena productiva lo cual incluía el
procesamiento (instalando laboratorios) y su comercialización (con pistas clandestinas) (Ciro,
2013; Vásquez, 2015). Con su arribo no tardó mucho para que estos sectores entraran en
contradicción con la guerrilla, situación que explica la conformación de los primeros grupos
paramilitares en la región. No obstante, el fracaso de esta iniciativa fue evidente y la hegemonía
de las Farc se hizo sentir para los próximos años, regulando, controlando y monopolizando los
diversos eslabones de la economía de la droga (Vázquez, 2015).
El otro revés del asunto fueron las Farc, quienes consolidaron su presencia territorial en
amplios espacios del nivel regional. En algunas ocasiones estableciendo unos lazos fuertes con
las comunidades; y en otros, sobre todo en el piedemonte y el sur, actuando más como ejército
de ocupación, extrayendo importantes recursos materiales a través de prácticas como el
secuestro y “boleteo”; así como afectando e “influyendo” de forma determinada la vida
política local y regional.
En los lugares donde pudo insertarse en la vida comunitaria, un mecanismo crucial fue su
gradual y monopolizadora regulación sobre la economía de la coca (cultivos, procesamiento y
comercialización), que le valió no solo legitimidad política frente a los campesinos cocaleros
sino que también les sirvió para ampliar sus bases sociales, al dirigir y controlar los diversos
eslabones de la coca y los procesos de colonización en las áreas de frontera agrícola en donde
se sembraba (Ramírez, 2011; Vázquez, 2015; González, Bolívar y Vázquez, 2003 y Ferro y
Uribe, 2002).
De lo anterior hay varios puntos a destacar que ayudan a entender el presente del
departamento del Caquetá. Primero, la tendencia al alza de censos poblacionales: lejos de
normalizarse o descender, la población en el Caquetá continuó con su alto crecimiento hasta
mediados del 2000 (Gráfica 1), cuando se estanca por cuenta de las políticas contrainsurgente
de la administración Uribe.
13 Segundo, paralelo al desarrollo del cultivo de coca en algunos lugares del departamento y la
intensificación de la violencia que se experimentó durante las décadas de 1990 y 2000, el
modelo ganadero, fundamentalmente de carácter intensivo, se profundizó en el departamento,
algunas veces, jalonado precisamente por este cultivo ilícito: muchos colonos cocaleros
invirtieron los excedentes de capital en esta actividad y, algunos de ellos, se han convirtieron en
ganaderos con medianas propiedades. Dicha consolidación se evidencia en el crecimiento del
hato ganadero que si bien ha disminuido en años recientes sigue siendo significativo y,
particularmente, circunscrito territorialmente en el municipio de San Vicente del Caguán que
desde el 2001 ha representado casi la mitad de todo el inventario bovino del Caquetá.
14 Tercero, esta misma diferenciación explica el carácter desigual de la estructura agraria- su
multimodalidad-, pero también la heterogeneidad en el carácter y tipo de propiedad. Por un
lado, están unas reconocidas por la normatividad- tituladas y escrituradas-; y por el otro, otras
informales, sin ningún tipo de reconocimiento legal, salvo el de la comunidad y por parte de la
guerrilla. La anterior idea se confirma con el fortalecimiento hasta el presente del uso pecuario,
en el piedemonte, teniendo como nodo a la zona de San Vicente del Caguán. En este lugar, la
economía ganadera ha inducido la concentración de la tierra. Entre 1988 y el 2008, el
porcentaje de predios menores de 50 hectáreas se redujo en 5%, y el número de hectáreas que
ocupaban disminuyó en un 12%, mientras que los predios mayores de 500 hectáreas
aumentaron, tanto en cantidad como número de hectáreas ocupadas, con un 24% y 53%
respectivamente (Vázquez, 2015). En este orden de ideas la estructura agraria en el Caquetá se
caracteriza, si bien por su multimodalidad, por una preponderancia también de grandes
extensiones.
En el 2008, el 54,25% de los predios tenían menos de 50 hectáreas y ocupaba el 5,58%; el
31,91% era de mediana propiedad y ocupaba el16,8% ; y el latifundio suma el 13,83% y ocupa
el 77,54 %. Si bien 465 del total de los predios tienen entre 20 y 50 hectáreas, es evidente un
proceso de concentración de la tierra, a la cual, posiblemente, han contribuido las denominadas
haciendas de los neoganaderos, que han comprado antiguas haciendas y, como en otras partes
15 del país, ese proceso ha implicado una concentración y valorización de la tierra como resultado
de la compra masiva (Vázquez, 2015).
Tabla 2. Distribución de la Tierra en el Caquetá según rango de tamaños, 2008.
Tipo
de Rangos de
propiedad
Tamaño
(ha)
Microfundio Menos de 1
1 -5
Minifundio 5 -10
10-20
20-50
Mediana
50-100
propiedad
100-200
200-500
Latifundio
500-1000
1000-2000
+ de 2000
Mejoras
Total
Número de Departamental
predios
(%)
Superficie
hectáreas
Área
departamental
4730
1983
2135
4538
11854
9441
4235
1062
139
99
101
6052
46189
430,5
5426,1
15687,9
62637,9
409152,7
644082,9
551429,3
297861,1
89499,7
130456,7
6 643907,5
s.i.
8850574,3
0,01
0,06
0,18
0,71
4,62
7,28
6,23
3,37
1,01
1,47
75,06
s.i.
99.99
10,24
4,29
4,62
9,44
25,66
20,44
9,17
2,30
0,30
0,21
0,22
13,10
100
Fuente: IGAC (2010) Elaboración propia. Tomado de Vázquez, 2015.
4. DINÁMICA DEL CONFLICTO ARMADO
Para entender las dinámicas territoriales del conflicto armado en el departamento del Caquetá,
es vital partir de dos presupuestos que, no solo ayudan a matizar ciertos lugares comunes sobre
la interpretación del conflicto armado colombiano sino que también resaltan su complejidad y
heterogeneidad: (1) que el conflicto armado no se distribuye de forma homogénea en el
espacio y tiempo y, (2) que los actores armados no se insertan en espacios vacíos (González,
Bolívar y Vásquez, 2003 y Vásquez, 2015a; 2015b).
En este orden, la adopción de una óptica territorial permite dilucidar la naturaleza y la
expresión del conflicto armado en esta zona del país, con el objeto de explicar las formas de
inserción, desenlaces y niveles de afectación diferenciados del conflicto armado. Ya que estas
16 variaciones deben ser tenidas en cuenta para enfrentar los posibles retos que se aproximan con
el post-conflicto y concretar la llamada Paz Territorial.
De acuerdo a una mirada panorámica en perspectiva territorial, el primer elemento que salta a
la vista es que los niveles de afectación han sido diferenciados en los municipios del
departamento. Como se observa en la siguiente gráfica, los municipios más afectados han sido,
en su orden: San Vicente del Caguán, Florencia, Cartagena del Chairá, Montañita y Puerto
Rico. En estos cinco municipios, se concentraron el 70% (955) del total de hechos de conflicto
(acciones bélicas e infracciones al DIH) (1349 hechos) registrados en todo el departamento
entre 1990 y 2015.
Visto por modalidad, la distribución territorial cambia aunque se mantienen los mismos
municipios. De acuerdo a las infracciones al DIH, Cartagena del Chairá ha sido el municipio
más afectado, seguido por Florencia y San Vicente del Caguán. Por hechos de acciones bélicas,
esto es, la confrontación estrictamente militar, San Vicente del Caguán ha sido el municipio
que cuenta con mayores registros seguido de Florencia y Puerto Rico. Como veremos más
adelante, esta distribución diferenciada da cuenta de desafíos diferenciados en relación con una
eventual implementación de acuerdos de paz.
17 Ahora, de acuerdo a las tendencias temporales del conflicto armado, la violencia asociada a éste
y sus consecuencias para la población del Caquetá se puede dividir, de acuerdo a los datos
estadísticos, en tres momentos: (1) entre 1990 y 1997, donde tuvo lugar un estancamiento del
conflicto y más expresiones asociadas a la violencia política por poder local; (2) entre 2000 y
2006, cuando tuvieron lugar los diálogos del Caguán y, luego, como resultado de su fracaso, se
adelantó una ofensiva militar (Seguridad Democrática) contra las Farc con graves
consecuencias para los DD.HH de los habitantes; y, (3) y entre 2006 y 2015, cuando se
produce la reactivación de esta guerrilla ante el agotamiento de la Seguridad Democrática, para
luego mostrar un evidente descenso a partir de los diálogos de la Habana (Gráfica 3).
Gráfica 3.
18 Fuente: Banco datos de Derechos Humanos, Derecho Internacional Humanitario y Violencia Política- Cinep.
4.1. 1990-1997. El conflicto amado, entre la paz nacional y la disputa por el control de la
política local
A finales de los años 80 y comienzos de la década del 90, los resultados del frustrado intento
de apertura política y la violencia desatada desde diferentes lados contra el oficialismo liberal y
la Unión Patriótica (UP) tuvieron sus repercusiones en el plano político regional: el turbayismo
vio en la UP una amenaza al status quo y reaccionó virulentamente para contener su ascenso,
abriendo, así, un nuevo ciclo de violencia política, al resultar asesinados militantes y políticos
de ambos bandos(Carroll, 2011; Vázquez, 2015 y Ciro, 2013).
En efecto, desde 1987 inició una serie de asesinatos contra líderes y miembros del Partido
Liberal que provocaron la protesta del liberalismo oficial que amenazó con retirarse de los
comicios electorales de ese momento (Mojica, 2000; Ciro, 2012 y 2013). Y en el caso de la UP,
la situación fue más crítica ya que entre 1986 y 1993 fueron asesinados 23 de sus miembros
(Romero, 2013 y Vázquez, 2015). De ahí que este movimiento político se hallaba casi
desaparecida para mediados de los noventa: en el caso del Partido Liberal en cabeza del
turbayismo, a pesar de los golpes que recibió se terminó consolidando su dominio regional; y el
Partido Conservador mostraba un franco retroceso incluso en la denominada Costa Azul
(Vásquez, 2015; Carroll, 2011; Ciro, 2012 y 2013).
19 No obstante, para estos años (1990-1997), a pesar de estas expresiones de violencia política en
lo local y regional, la intensidad del conflicto armado fue baja en comparación con toda la serie
histórica, salvo ciertas coyunturas ligadas a los intentos fallidos de paz al final de la década de
1990 y las conversaciones de Caracas-Tlaxcala. Tal es el caso del pico registrado para los años
de 1990 y 1991, el cual estuvo relacionado con el deterioro de la negociación que el gobierno
de Barco había heredado de su antecesor y el asalto a Casa Verde (sede del secretariado de las
Farc), la declaratoria de la estrategia de Guerra Integral y la consiguiente respuesta de esta
guerrilla (Vásquez, 2015 y Vásquez, Restrepo y Vargas, 2011).
Luego, desciende nuevamente durante la administración Samper (1994-1997) por dos tazones.
Primero, porque estaba teniendo lugar un reacomodamiento de las Farc en el marco de su VIII
Conferencia. Y, segundo, porque la Fuerza Pública padecía de una “parálisis”, producto de la
crisis de gobernabilidad ocasionada por el escándalo del denominado proceso 8000. En efecto,
en estos tres años se alcanzó uno de los menores niveles de intensidad del conflicto para la
serie en el departamento.; situación que fue el preludio para el escalamiento del conflicto en
varias zonas del Caquetá como resultado de la preparación de los diálogos y los comienzos de
la entrada en vigencia de la zona de distensión. No en vano, podemos ver un ascenso no sólo
en las acciones bélicas sino también en la tasa de secuestros (Gráfica 3 y 4).
4.2. 1998-2006. Paz y guerra: del fracaso de los diálogos a la intervención directa del
Estado para recuperar el territorio por la vía militar.
Este aumento en la intensidad del conflicto armado preludió lo que posteriormente fue el
establecimiento de la Zona de Distensión como un acuerdo fundamental entre el Gobierno
nacional y las FARC para desarrollar los diálogos de paz durante el gobierno de Andrés
Pastrana (1998-2002). En total fueron cinco los municipios desmilitarizados, entre ellos San
Vicente del Caguán en el departamento de Caquetá. Aunque uno de los efectos inmediatos de
esta medida fue la disminución de la violencia asociada al conflicto en razón del control que
ejercieron en éstos las FARC, también es cierto que la intensidad del conflicto armado se
trasladó a los municipios aledaños por varias razones (Vicepresidencia, 2007; Vásquez, Vargas
y Restrepo, 2011; Vásquez, 2015).
20 En primera instancia, por una cuestión estratégica de la guerrilla, ya que ésta utilizó la ZD
como plataforma para construir desde allí sus corredores militares, en función de sus objetivos
de expansión militar y territorial en amplias zonas del territorio nacional. Para ese entonces,
configuraron el corredor que iba desde el Caguán hasta el Pacífico, pasando por los
departamentos de Huila, Tolima, Cauca y el Valle del Cauca. Igualmente, crearon el corredor
que iba desde el sur de Caquetá hasta el pacífico Nariñense, pasando por la bota caucana y el
Valle del Patía. Sumados a estos dos corredores, construyeron otro que buscó asegurar su
tránsito entre los llanos del Yarí, el medio y bajo Caguán y el río Guaviare, con el objeto de
neutralizar el cerrojo que los paramilitares y la Fuerza Fuerza Pública habían construido
alrededor de la ZD.
En segundo lugar, por la avanzada paramilitar. Aunque estos grupo ya tenían una presencia
ocasional en el norte del departamento, en otras regiones del Caquetá como el sur avanzaron
de manera sostenida aprovechando la ventana de oportunidad que representó algunas medidas
impopulares desarrolladas por las FARC como fueron la campaña de saboteo a las elecciones
locales de 1997 y la extracción de recursos al notablato regional y local y la generalización del
secuestro, sobre todo en la zona de influencia de Florencia que terminaron por superar el
umbral de tolerancia de este sector de la sociedad (Vásquez, Bolívar, González, 2003; Vázquez,
2015; Vargas, 2003; Vicepresidencia, 2007; Vásquez, Vargas y Restrepo, 2011).
Gráfica 4.
21 Fuente: Cnmh. Elaboración propia.
Sin embargo, la incursión e inserción paramilitar no sólo tuvo lugar en la zona de influencia de
Florencia, igualmente hizo presencia en la subregión sur, específicamente en los municipios de
Morelia, Doncello y Belén de los Andaquíes. En esta zona del departamento se constituyó en
el epicentro del paramilitarismo en el departamento, sobre todo cuando sus actividades se
intensificaron a partir de finales del 2002, bajo el propósito de construir un corredor de
seguridad sobre el río Orteguaza-Alto Caquetá y controlar también la interconexión entre el
Bajo y Medio Caguán (Vargas, 2003; Vásquez, 2015) bajo diversos propósitos: (1)contener la
movilidad y las acciones de la guerrilla por fuera de la ZD,(2) como parte de su pretensión de
monopolizar todos los eslabones de la economía de la coca, desde los cultivos hasta su
comercialización pasando por el procesamiento de pasta básica (Vásquez, 2015).
En esta dirección, se entiende la disputa territorial que emergió entre paramilitares y Farc, para
evitar que tanto uno como el otro se adentraran y alteraran las formas de control territorial que
tenían en sus áreas de presencia. Así, para estos años, los paramilitares hacían presencia y se
extendían desde el Bajo y Medio Putumayo pasando por el sur del departamento del Caquetá
en dirección sur-norte para ejercer presión sobre el Caguán, donde se enfrentaban a las Farc,
que operaba en sentido contrario y avanzando desde la región del Caguán; en sentido norte-sur
(Gráfica 3 y 5) (Vázquez, 2015). De ahí que no deba extrañar los picos registrados en las
infracciones al DIH así como el ascenso de los desplazamientos forzados (Gráfica 3 y 5).
Gráfica 5.
22 Fuente: Ocha-Onu. Elaboración propia.
Ahora bien, vale aclarar que la ZD no inclinó de forma definitoria la balanza militar en favor
de las Farc, y esto se explica por varios factores. Primero, el paquete de ayuda militar (Plan
Colombia) que recibió el Estado colombiano le permitió una mayor capacidad de reacción a la
Fuerza Pública. Segundo, la concentración de tropas por parte de las Farc, en esta zona, con el
fin de salvaguardar a sus comandantes, les restó movilidad militar (Vázquez, 2015, González,
Bolívar y Vázquez, 2003; Vicepresidencia, 2003). Y tercero, en el ámbito político las relaciones
entre esta guerrilla y los poderes regionales y locales oscilaron entre la cooperación y el
conflicto lo que también les representó esfuerzos y minó su credibilidad. Respecto a este
último punto las Farc no solo buscaron generar un vacío total de autoridades estatales, sino
que también masacraron a la familia política regional de mayor importancia (los Turbay Cote)
(Vicepresidencia, 2007, Vázquez, 2015; Ciro, 2013).
Más vale aclarar que no todo fue confrontación. A medida que pasó el tiempo, surgieron
formas de cooperación y se sellaron ciertos acuerdos para asegurar la gobernabilidad. Si bien al
inicio algunas administraciones locales se mostraron desconfiadas, asumiendo algunas veces
posturas de confrontación con la guerrilla y exigiendo al Estado mayor claridad, en aspectos
relacionados con la seguridad, justicia, bienestar y desarrollo, con el paso del tiempo
emergieron y se construyeron unos mínimos de confianza que permitieron reglas claras de
23 juego, en materia de convivencia, temas sociales, etc., como lo ilustra el caso de San Vicente
del Caguán (Vásquez, 2015).
Lo interesante de este asunto es que las relaciones entre población civil y Farc variaron no solo
de acuerdo a los pobladores sino también al espacio. Por ejemplo, en las zonas marginales de
Florencia se desarrollaron una serie de procesos organizativos con jóvenes de las zonas más
marginadas de la capital; caso aparte fue su labor en las partes rurales del departamento, en las
cuales estas continuaron “fortaleciendo” los procesos organizativos y de algunas expresiones y
demandas de estos dirigidos a presionar al Estado por medio de las Juntas de Acción Comunal
(Jac) (Vázquez, 2015). Dicha labor, se dio sobre todo en los frentes activos de colonización
(Caquetania, Las Delicias, La Cristalina, La Sombra, Los Pozos y San Juan de Losada)
(Vásquez, Vargas y Restrepo, 2011 y Vásquez, 2015).
Además, la guerrilla aprovechó su presencia en estas zonas apartadas para construir vías que le
resultaron de utilidad en dos dimensiones: por un lado, las utilizó para movilizar sus estructuras
armadas y mejorar los diferentes momentos de la cadena productiva de las economías
regionales de la coca (Vicepresidencia, 2003; Bedoya, 2008; Vásquez, 2015); así como le
sirvieron para ganar mayor legitimidad de los pobladores locales al asumir ciertas funciones
típicas del Estado, pues no sólo estaba colaborando con los procesos organizativos, sino que
también acompañaba, de paso, con una mayor integración a la vida regional de estos habitantes
de espacios marginales.
En este orden de ideas, los aspectos señalados anteriormente permiten entender la escogencia
de esta guerrilla de los 5 municipios para la ZD, pues en ellos no sólo tenía un control
territorial garantizado sino que también les permitía aceitar su relación con los pobladores
insertos en esta área.
Por otro lado, el fin de la ZD, llegó después de varias vicisitudes. A inicios del año 2002 con el
secuestro del senador Eduardo Gechem Turbay, se rompió el proceso de negociación y se
acabó con la ZD.. Dicha situación inauguró un punto de inflexión en el departamento y en las
dinámicas del conflicto armado, por cuenta de la retoma del Ejército, la consiguiente respuesta
24 por parte de la guerrilla y los comienzos de la incursión de los grupos paramilitares (Gráfica, 3
y 5) (El Heraldo marzo 6 de 2002, página 6; VáSquez, 2015).
Esta tendencia se afirmó con la llegada de Álvaro Uribe (2002), pues el clima adverso frente
una salida negociada del conflicto, y su posterior reelección (2006), le dieron rienda suelta a su
estrategia de derrota militar de la guerrilla y recuperación del territorio por medios coercitivos.
En este sentido, se entiende la implementación de la política de Seguridad Democrática (Plan
Patriota y Plan Consolidación), y que ésta tuviera como uno de sus focos el departamento de
Caquetá. Debido a que esta estrategia se ideó con el fin de golpear a los comandantes de las
Farc, insertarse en sus bastiones históricos, quebrar sus corredores estratégicos de movilidad y
erosionar las bases sociales que habían construido en estos territorios (Bedoya, 2008; Vásquez,
Vargas y Restrepo, 2011 y Vásquez, 2015).
Por eso no debe extrañar, que el departamento de Caquetá y varios de sus espacios
subregionales se tornaron en territorios en disputa. Por un lado, el Estado ingresó y fortaleció
la presencia de la Fuerza Pública en el piedemonte. En respuesta, la guerrilla optó por
replegarse a la zona montañosa (El Pato y Balsillas), los llanos de Yarí, el medio y bajo Caguán
y el medio y bajo Caquetá, desde donde asediaba el piedemonte. De ahí, se explica no sólo el
recrudecimiento de las acciones militares, al intensificarse los combates en las zonas rurales,
entre guerrilla-Estado (Vicepresidencia, 2007; Vásquez, 2015); sino que también la población
civil terminó siendo la gran afectada. Sobre todo por parte de la Fuerza Pública, quien en su
estrategia de recuperación militar del territorio, se constituyó en el principal infractor del DIH.
Hecho que se vio agravado, aún más, por la insistencia del presidente Uribe por los resultados
de los operativos y los incentivos a los miembros del Ejército por guerrilleros muertos.
Detrás de esta apuesta militar había dos percepciones diametralmente opuestas: lo que para el
centro del país eran buenos resultados, al tener apostados militares por “todo” el territorio
caqueteño; para la gente local fue todo un desastre ya que sus intercambios regionales, lazos
comerciales, su movilidad y hasta la misma integridad de los pobladores se vieron afectados
por la política de recuperación militar. Durante este subperíodo se generaron procesos de
éxodos masivos de los habitantes rurales a la capital (Florencia), a otras zonas del país (Bedoya
25 2008 y Vásquez, 2015) o a áreas más apartadas del departamento para evadir el cerco militar. Y
de esta forma se profundizó la incesante expansión de la frontera agraria en la selva amazónica.
Mirando retrospectivamente, no hay duda que el Estado logró recuperar ciertos espacios y
zonas donde de la guerrilla hacía presencia, extraía recursos e interfería en la vida política
(como el piedemonte); además, aunque parcialmente, logró adentrase en algunas zonas de
retaguardia (2004-2005) que les eran vetadas (como en la zona de la cordillera y en el medio y
bajo Caguán), con el objeto de tomar el control sobre el río Caguán y los diferentes corredores
de movilidad entre la llanura selvática, el piedemonte y el área de la cordillera que tenía la
guerrilla (Reyes, 2009; Vargas, 2003; Vicepresidencia, 2004; Vásquez, Vargas y Restrepo,
2011). No obstante, lo que se produjo fue una marginalización de la guerra (Vásquez, Vargas y
Restrepo, 2011) ya que la guerrilla decidió replegarse y cambiar su estrategia.
En respuesta a la iniciativa militar la guerrilla, inicialmente, aumentó su accionar con el objeto
de retener y dispersar la acción de la Fuerza Pública contra sus principales. Al inicio, su acción
se supeditó a aislar al departamento (por medio de paros armados) y mandó prácticamente al
exilio a buena parte de la clase política del Caquetá (Vásquez, 2015). Esta postura perduró por
un par de años más, aproximadamente hasta el 2007, dedicándose a vetar el proselitismo
político en sus zonas de influencia, y asediando la supuesta zona asegurada por el Estado
colombiano: el piedemonte. De esta forma, exiliaron a varios concejales de diferentes
municipios en la capital (Florencia), asesinaron a otros más en Puerto Rico, así como
continuaron con sus ofensivas militares y los decretos de paros armados para torpedear la
movilidad de los habitantes y los intercambios económicos intrarregionales. (El Tiempo, 22 de
mayo de 2005: 1 y 32 y El Tiempo, 25 de mayo de 2005: 1 y 3).
Para el 2006, en el marco del Plan Patriota, el Estado se logró controlar los cursos medios de
los ríos Guayabero, Caguán y Yarí (Bedoya, 2008; Conferencia, 2004; 2006), poniendo de
manifiesto el continuo retroceso de las Farc en el departamento. No en vano, el Frente 14 se
había reducido a casi a la mitad de sus efectivos; y también las Farc, por cuenta de la ofensiva y
las bajas sufridas en sus diferentes frentes, tuvo la obligación de crear y fusionar varios de sus
frentes no solamente en la parte de la cordillera sino en la llanura amazónica (Reyes, 2009;
26 Vásquez, 2015). En lugares tales como la Serranía de Chibiriquete, situada en la parte más
oriental del departamento del Caquetá (Bedoya, 2008 y Vásquez, 2015).
Pero esto no fue todo, la intervención directa del Estado las obligó a dejar de lado la
confrontación directa, ahora privilegiando las acciones más pequeñas y atomizadas (Vázquez,
2015 y Vázquez, Vargas y Restrepo, 2011). Mostrando esta vez su capacidad de
reacomodamiento a la Seguridad Democrática y al Plan Patriota, como lo referenciamos atrás
(Vázquez, 2015; Granada, Restrepo y Vargas, 2009).
En suma, lo que señala Vásquez (2015), permite retratar las dinámicas del conflicto armado y
las disputas territoriales que tuvieron lugar, durante este período, luego de la iniciativa estatal
por recuperar militarmente el territorio: lo que significó la recuperación de la seguridad a nivel
nacional representó para los habitantes del Caquetá el aumento de la inseguridad y la
vulneración de sus derechos humanos”.
4.3. Agotamiento de la Seguridad Democrática 2006-2011
Para la segunda administración de Álvaro Uribe (2006-2010), la Política de Seguridad
Democrática empezó a mostrar su agotamiento en tanto que las Farc habían logrado adaptarse
a las nuevo balance estratégico de la guerra (Granada, Restrepo y Aponte 2009; Ávila, 2009;
Vásquez, Vargas y Restrepo, 2001). En el ámbito regional habían evadido de forma exitosa la
presencia de las tropas; además, durante estos años consolidaron las fronteras como nuevas
retaguardias estratégicas políticas y militares; de igual forma se fortalecieron en la Amazonía
oriental y el pacifico nariñense y caucano; y se mantenía a la ofensiva en las zonas circundantes
al macizo del nevado del Huila, especialmente en el norte del Cauca y sur de Tolima (Vázquez,
2010 y 2015). Además, la lógica militar del Estado se materializó en resultados negativos en
materia de DD.HH en las regiones donde la guerrilla se retiró tras su repliegue táctico, como
en el Caquetá (Restrepo, Granada y Vargas, 2009; Vásquez, 2015).
Evidencia del primer punto es que las Farc no cesaron su asedio sobre las partes más
integradas del departamento y esta seguía teniendo injerencia y ejerciendo cierta influencia
27 sobre ciertos asuntos políticos, económicos y sociales en sus zonas de influencia. En este
orden, continuaban con la realización de retenes, regulaban los diversos eslabones de la coca,
así como controlaban la movilidad de los habitantes y seguían realizando actividades extorsivas
y prácticas de secuestro en el piedemonte (Vázquez, 2015; El Espectador, 14 de diciembre de
2008: 6 y 7). No obstante, los registros no volvieron a alcanzar los mismos niveles que en años
anteriores (Gráfica 4).
En cuanto a los paramilitares, si bien su presencia no se puede comparar con el de otras
regiones del país como la Costa Caribe o el Magdalena Medio, su accionar militar y violento
fue significativo en las subregiones del piedemonte central y sur del departamento, replicando
las mismas estrategias que aplicaron en otras zonas a donde se expandieron. Además, lograron
tener una influencia significativa en la política regional, por medio del Bloque Central Bolívar
(Bcb) al entablar una serie de acuerdos con los políticos locales y regionales (Vásquez, 2015;
Ciro, 2013) que de todos modos nunca tuvieron las magnitudes de Córdoba, Sucre o Cesar.
El caso más emblemático fue el de Luis Fernando Almario y a su ahijado político, Juan Carlos
Claros, a quienes se les comprobó su participación en el asesinato de Diego Turbay Cote,
perpetrado por la Farc (2000), así como por la promoción de grupos paramilitares, haber
pactado con ellos para recibir apoyo político y acordar el apoyo financiero y electoral
(Vázquez, 2015; Vásquez, Vargas y Restrepo, 2011, Vásquez, 2013 y Ciro 2013).
En síntesis, la política pública de recuperación militar del territorio, implementada durante los
ocho años del gobierno de Uribe, partió del errado supuesto de que la violencia y la existencia
de grupos armados no estatales había emergido por “un problema de carencia de Estado, la
cual genera un vacío, que a su vez, facilita el crimen organizado y dificulta la protección
efectiva a los derechos de propiedad” (Granada, Restrepo y Vargas, 2009; Vásquez, 2015).
Pero lo evidencia caqueteña confirma la existencia de una soberanía fragmentada, donde el
Estado y las Farc ejercen simultáneamente autoridad y gobierno sobre el mismo territorio
(Vásquez, 2015); en relación al tipo de población presente, el grado de integración a la vida
nacional, entre otros factores.
28 Con la llegada de la administración de Juan M. Santos, el gobierno y las Farc decidieron
emprender una ronda de diálogos en medio del fuego. Esta situación, al lado del rearme
paramilitar, ha implicado graves consecuencias en la seguridad de la población del Caquetá, al
afectar gravemente sus DD.HH. No obstante, como veremos, también se ha dado un descenso
histórico del conflicto, no solo a nivel regional sino también nacional.
En relación al primer punto, para los años de 2010 y 2011, incursionaron las denominadas
Bacrim en los municipios del sur (Belén de los Andaquíes, Albania, San José de Fragua y
Valparaíso), al igual que en otras zonas del territorio nacional. Acá su accionar se caracterizó
por varias violaciones a los DD.HH como forma de diputarle el control del territorio y sobre
algunos eslabones de la economía de la coca a los frentes 15 y 49 de las Farc ( Revista Semana,
Una radiografía de las llamada BACRIM”, Marzo 31, 2011).
También las Farc incurrieron en la intimidación de la población civil en la parte norte del
departamento (San Vicente del Caguán, Puerto Rico, el Doncello y Paujil), al cometer varias
violaciones a los DD.HH., sobre todo buscando regular el comportamiento y movilidad de los
habitantes de sus áreas de influencia, restringiendo la incorporación de la población a
programas del Gobierno (como Familias en Acción), sembrando minas antipersonal como
estrategia de contención de la erradicación de cultivos, ejerciendo actos de extorsión y el cobro
de vacunas a comerciantes y ganaderos y, finalmente, obstaculizaron el ejercicio electoral a
través de presiones sobre la población con el fin de evitar el apoyo a ciertos candidatos (El
Tiempo, Las Farc atacan a Puerto Rico Caquetá, Julio 14, 2011 y El Espectador, “Durante la
tregua de las Farc se han registrado 57 acciones violentas”, Enero 18, 2013).
En el marco de estas acciones, algunos habitantes han estado en situación de riesgo,
esencialmente líderes de organizaciones sociales e integrantes de comités de derechos
humanos, delegados y representantes comunitarios, además de víctimas que han entrado en
procesos con la Ley 1448 del 2011.
Y esta postura de las FARC se entiende y se enmarca como forma de contención a la estrategia
del Estado de llevar a cabo el Plan Nacional de Consolidación Territorial (Pnct), bajo tres
líneas de acción: recuperación de la institucionalización en el territorio, integración económica
29 y participación ciudadana y fortalecimiento gubernamental. Ante esta situación, las Farc han
emprendido una serie de acciones con el fin de ejercer contención ante la avanzada estatal. En
esa medida se ha reactivado el Frente 3 y el Frente 49 para enfrentar los operativos de la
Fuerza Pública (El Espectador, Marzo 26, 2015).
A pesar de todas estas vicisitudes, es innegable que el conflicto armado, luego de los diálogos
emprendidos en la Habana, no solo ha descendido de forma importante en el departamento
sino también a nivel nacional . Y todo parece indicar, que los últimos meses se ha dado un
nuevo cese al fuego entre el gobierno y las Farc dicha tendencia se ha acentuado antes de la
firma de los acuerdos (El Espectador, enero 20, 2016).
Síntesis
Lo primero que se puede señalar de este breve recuento es que durante la serie temporal
considerada fue mayor el número de acciones contra la población civil que los enfrentamientos
directos entre los grupos en contienda: se cometieron 863 infracciones al DIH y 663 acciones
bélicas. De esas infracciones al DIH, el 56% fueron cometidas por la Fuerza Pública, el 39%
por las Farc y el 5% por los paramilitares; mientras que las acciones bélicas enfrentaron casi
exclusivamente a la Farc con la Fuerza pública.
Sin embargo, a pesar de haber sido menor en materia de hechos, las acciones bélicas registran
un mayor número de víctimas en el Caquetá que el total de víctimas por infracciones al DIH.
En este departamento, el total de combatientes muertos y heridos fue de 1616 y, en cambio, el
número de víctimas del DIH fue casi la mitad. Lo anterior se explica en razón de que este
departamento ha sido un escenario nacional de confrontación armada que, al lado de una
menor presencia paramilitar, ha implicado una mayor regularidad del conflicto en comparación
con otras regiones, donde la presencia paramilitar se ha dirigido más a atacar
indiscriminadamente a la población civil, a quien considera la base social de las guerrillas-, que
a confrontar militarmente a la guerrilla.
Así mismo, estas modalidades de violencia diferenciadas por autor expresan sus distintas
relaciones con la población civil en el territorio, pues la forma de ejercer violencia varia en la
30 medida en que sean territorios en disputa o territorios con mayor control y hegemonía de
algunos de los grupos armados. En este sentido es importante tener en cuenta que las
responsabilidad de los diferentes actores varían en función del municipio y el grado de control
que tenían sobre él.
De esta forma, se explica por qué en Cartagena del Chairá, una zona donde las FARC han
logrado construir un orden contraestatal efectivo, sea precisamente la Fuerza Pública la mayor
responsable de victimización de los civiles. De acuerdo a los registros de la base de datos de
conflicto armado del CINEP, entre 1990 y 2015, este actor –la Fuerza Pública- fue el
responsable del 96% de todos los hechos de infracciones al DIH en este municipio. Una
situación diametralmente opuesta a lo ocurrido en la capital del departamento, Florencia,
donde han sido las FARC el actor a quien se le atribuyen la mayoría de las infracciones al DIH.
Del total de las infracciones cometidas en este municipio entre 1990 y 2015 esta guerrilla ha
sido la responsable del 53% de este tipo de victimización seguida de los paramilitares a quienes
se le atribuye el 28%.
Entre estos dos polos, se puede ubicar el municipio de San Vicente del Caguán donde si bien
las FARC han logrado un control importante en algunas zonas rurales, el avance de la Fuerza
Pública y las condiciones sociopolíticas del casco urbano han limitado los dominios territoriales
de esta guerrilla en el municipio. Como correlato, si bien la Fuerza Pública ha sido el actor que
en mayor proporción ha cometido infracciones el DIH entre 1990 y 2015 (58%) a las FARC se
le atribuye un 32%.
Esta distribución de la violencia ejercida en contra de la población civil, es una medida
aproximada que permite ilustrar de qué forma los niveles de control territorial y social de los
distintos actores armados incide en su comportamiento violento. Aunque, como se advirtió,
ésta no ha sido una situación constante en el tiempo, es importante tenerla en cuenta al
momento de pensar los posibles escenarios de la transición el departamento como lo hacemos
en la sección final de este documento.
En suma, las cifras y el análisis cuantitativo de la violencia en general y de la violencia
directamente asociada al conflicto permiten afirmar que este ha sido de baja intensidad y
31 prolongado en el tiempo, con múltiples actores que han tenido capacidad de adaptación en sus
lógicas y repertorios de violencia. Esos cambios se explican en relación con los contextos
políticos y con las transformaciones estratégicas de la guerra y la paz. Sin embargo, como
hemos insistido, esas trasformaciones temporales del conflicto y la vulneración a los derechos
humanos tienen también una distribución geográfica desigual, lo cual es central si se pretende
diseñar estrategias diferenciadas que tengan en cuenta esa geografía de la violencia en Caquetá
5. ORGANIZACIONES SOCIALES Y MOVILIZACIÓN
Al igual que en otras zonas del país, la presencia de organizaciones sociales en el departamento
del Caquetá no solo es heterogénea, sino que también sus capacidades organizativas dependen
según la división urbano/rural y de sus identidades políticas. En este sentido, los objetivos
planteados por una organización X difieren de una organización Y, en relación no sólo a su
área de influencia sino también con los contextos concretos (si es una zona de colonización, si
la zona está afectada por el conflicto armado, capacidades productivas de la tierra, etc.). En
este orden de ideas, una asociación de caucheros no tiene los mismos objetivos que una de
víctimas, o de una organización para el desarrollo comunitario o de asociaciones campesinas
productivas.
No obstante, a pesar de esta evidente diversidad (Tabla 3), es perceptible que a lo largo de la
historia del departamento algunas asociaciones u organizaciones sociales han logrado
emprender acciones colectivas sostenidas en distintos niveles, demandando no sólo una mayor
injerencia en la toma de decisiones del poder central sino también reclamando una mayor
integración a la vida nacional. Tal es el caso ilustrado por María Clemencia Ramírez con las
marchas cocaleras de 1997 o las iniciativas locales de organización en torno a proyectos
productivos, que han servido de plataforma para instaurar reglas y normas para el desarrollo
“normal” de la vida comunitaria en medio de la violencia y la incertidumbre (Ramírez, 2001;
Vázquez, 2015).
En el caso del Caquetá, algunas de estas expresiones organizativas se han anclado en casos
concretos así como experiencias y tradiciones históricas particulares. Tal es el caso de las Juntas
de Acción Comunal (Jac), las cuales tienen un predominio en el escenario regional debido a
32 que estas han sido las instancias básicas de coordinación entre los pobladores locales y de
negociación colectiva con los grupos armados y los poderes políticos locales. Y en gran parte,
esta capacidad y fortaleza se explica por los vínculos de reciprocidad y solidaridad heredados
de procesos compartidos de colonización, la economía ganadera y una conexión vial
interveredal derivada de los dos anteriores procesos, los cuales han terminado por sentar en el
tiempo, las bases simbólicas y materiales de estas dinámicas organizativas.
En este sentido, las Jac han permitido establecer normas comunitarias, cobrar impuestos,
proporcionar bienes públicos básicos (puestos de salud, escuelas y carreteras) y erigirse como
las depositarias por ley consuetudinaria de atribuciones como darle legitimidad a la posesión de
predios rurales, resolver conflictos vecinales, etc.
Ahora bien, contrario a otras zonas de colonización, y de acuerdo a las características descritas
en la sección sobre configuración territorial, algunos cambios relacionados con los legados de
la zona de despeje y algunos impulsos desde la municipalidad, le ha permitido a diversas
experiencias organizativas, entre esas las Jac, resolver con éxito los problemas básicos de
acción colectiva y, de esa forma, sostenerse en el tiempo y promover y mantener
organizaciones de segundo y tercer nivel desde las cuales proyectan sus normas y actividades a
un ámbito territorial más amplio y de acuerdo a las coyunturas regionales y nacionales. Tal es el
caso de asociaciones que aglomeran diversas experiencias locales para trabajar temas de
sostenibilidad, desarrollo rural, aspectos técnicos y productivos, en coyunturas nacionales de
paz, en temas ambientales o en materia de cultivos ilícitos (Tabla 3).
No en vano, podemos observar que hay ciertas coyunturas cruciales que nos ayudan a entender
no solo la dinámica organizativa sino también los tiempos de movilización y sus repertorios
para hacer sentir no solo en el ámbito regional sino también nacional, las demandas de los
pobladores caqueteños. Por ejemplo, durante los diálogos de la Uribe, a inicios de los años
ochenta, la movilización experimentó un repunte, para descender y mantenerse más o menos
estable durante toda la década del noventa. Luego, esta experimentó un nuevo repunte a
mediados del 2000, cuando estaba agotándose la política de Seguridad Democrática, para
finalmente dinamizarse con los diálogos de la Habana, en donde nuevamente se llamó la
33 atención sobre las problemáticas locales, ligadas al acceso de la tierra, el reconocimiento de
dinámicas endógenas de organización, las políticas antidrogas, etc.
Gráfica 6
Fuente: Base de Datos de Luchas Sociales en Colombia Cinep. Elaboración propia.
Además, queda en evidencia que tanto los procesos organizativos así como los repertorios de
movilización en la historia del Caquetá (1975-2013), han estado ligados en su mayoría a
demandas ligadas a posesión y “legalización” de la tierra, no en vano el 40% del total de las
movilizaciones estuvieron asociados a predios urbanos y rurales. Así mismo, para completar el
cuadro quienes más se movilizaron fueron las organizaciones sociales por medio de marchas,
invasiones y bloqueos. Situación que muestra no solo la vitalidad de estas sino también su
capacidad de organización y coordinación.
Gráfica 7
34 Fuente: Base de Datos de Luchas Sociales en Colombia Cinep (2013). Elaboración propia.
Por otro lado, los avances de las diversas expresiones organizativas en el Caquetá no solo se
han limitado al ámbito de acción colectiva, la organización y coordinación de labores en
común. También los capitales acumulados les han sido útiles para incidir en la vida política
local y regional. Gracias a las organizaciones de segundo y tercer nivel, las Jac han podido
movilizar agendas más amplias que la resolución micro local de necesidades y tener una mayor
capacidad de incidencia política, a tal punto que su apoyo resultó fundamental en la elección de
Domingo Emilio Pérez, como alcalde de San Vicente del Caguán (2011-2015) y de varios
representantes al concejo en los comicios de 2010; hechos que son de gran trascendencia toda
vez que rompieron con el dominio histórico que había tenido el partido liberal en este
municipio.
Ahora, esto no quiere decir que las Jac dominen todo el horizonte en el Caquetá; todo lo
contrario lo que evidencia este escenario regional es la existencia de un amplio número y oferta
de organizaciones sociales, que van desde asociaciones, pasando por gremios, organizaciones
de base, fundaciones, entre otras expresiones. Que no solo han surgido dentro de contextos
violentos, sino que también hacen evidente su capacidad de resistencia, adaptación y de
proposición para las problemáticas contextuales del Caquetá: tales como subsanar la pobreza,
35 las deficiencias estatales, posturas “reactivas” frente a la políticas del gobierno central, pedidos
de mayor integración, reconocimiento de resguardos étnicos, etc. (Tabla 3 y Gráfica 7). De ahí
que no deba extrañar que los pobladores rurales y urbanos caqueteños hayan encontrado
dentro de estas diversas formas organizativas uno de los principales recursos para incidir y
demandar reconocimiento por parte del Estado. De ahí, la imperiosa necesidad no sólo de
fortalecer su estructura interna, sino también integrarlas al diseño de las políticas públicas y
tenerlas como grandes aliadas para el postconflicto (Vázquez, 2015; Fip, 2015).
Y es que las diversas organizaciones sociales del departamento del Caquetá no sólo han
adelantado acciones reivindicativas. Al lado de esa faceta “reactiva”, también hay demandas
incluyentes para que se reconozcan sus tradiciones organizativas, políticas e ideológicas
propias. En este sentido, no solo son un interlocutor válido en el departamento, sino que
pueden servir como una bisagra para que el Estado consolide la presencia de su maquinaria,
apalancándose en los acumulados y la legitimidad que éstas han ganado.
Y es que sus logros son evidentes. Por ejemplo, en el caso de San Vicente del Caguán, se puede
remarcar la experiencia, a partir del movimiento y la organización social, que logró el
reconocimiento “legal” de la Zona de Reserva Campesina del Pato, luego de que en 1997
varias Jac, posteriormente reunidas en la Asociación de Colonos del Pato (Amcop), entraran a
negociar el tema de la tenencia de tierras en el sector Balsillas, para que fueran repartidas entre
unas 110 familias cerca de 8 mil hectáreas (Fip, 2015). Otro caso significativo es el de la
Coordinadora Departamental de Organizaciones Sociales, Ambientales y Campesinas de
Caquetá (Coordosac), que es la instancia de coordinación y movilización más importante del
departamento, la cual ha realizado demandas colectivas por infraestructura vial, cobertura en
salud, educación (Fip, 2015).
También se puede señalar la experiencia de la Unión de Organizaciones Sociales, Campesinas,
Ambientales y de Derechos Humanos de San Vicente del Caguán (Unios), que al aglomerar
diversas experiencias organizativas no solo es una de las organizaciones más fuertes del
departamento, sino que también ha desempeñado un importante rol en temas relacionados con
la salida negociada del conflicto, y recientemente ha tomado la bandera contra la explotación
minera y la entrada de inversión extranjera a la región. Así mismo, apoyó la elección como
36 alcalde de Domingo Pérez, en San Vicente del Caguán, mostrándoles a otras experiencias
organizativas que el campo político es un ámbito que si bien presentan enormes barreras para
su entrada es posible si se logra una acción colectiva sostenida y así prescindir de las
maquinarias de las elites políticas locales (Vázquez, 2015; Fip, 2015 y Ciro, 2013).
Organizaciones sociales, agremiaciones y fundaciones en el Caquetá
Nombre
Área
de Labor
presencia
e
incidencia
Organización de afro El Doncello
Representa a la población organizada
descendientes
del
afro descendiente entre las personas en
municipio
El
situación de desplazamiento.
Doncello
Asociación
Martin Puerto Rico
Representa
a
población
afro
Luther King
descendiente del área rural y urbana,
con el fin de generar acciones para el
mejoramiento de sus condiciones de
vida y de representación en la toma de
decisiones.
Asociación Tío Tom
Puerto Rico
Represente a la población afro
descendiente con el fin de mejorar sus
condiciones de vida y de representación
en la toma de decisiones.
Asociación
Puerto Rico
Represente a la población afro
Construyendo
descendiente con el fin de mejorar sus
Territorio
condiciones de vida y de representación
en la toma de decisiones.
Asociación
de San Vicente del Busca el reconocimiento de la
Negritudes de San Caguán
población afrocolombiana y su
Vicente del Caguán
inclusión en la toma de decisiones a
(Anesan)
nivel municipal y departamental.
Comité de Paneleros
Doncello
Gremio creado para la búsqueda de vías
de asistencia técnica y se promueven
alianzas y gestión de proyectos en pro
de la actividad.
Comité de Caucheros Doncello
Tiene el objetivo buscar vías de
asistencia técnica y promoción de
alianzas y gestión proyectos en pro de la
actividad en el municipio.
Grupo Asociativo de Florencia
Asociación creada con el objeto de
San Juan
producir productos agrícolas orgánicos.
Asociación
de Puerto Rico
Asociación que promueve el desarrollo
Ganaderos de Puerto
y productividad de la actividad pecuaria.
Rico (Asoganado)
37 Asociación
de
Caucheros de Tres
esquinas del Caguán
Asociación
de
Reforestadores
y
Cultivadores
de
Caucho del Caquetá
(Asoheca)
Asociación
de
Productores
de
Cacao, Maderables y
Frutales de la zona
norte
del
Departamento
del
Caquetá (Acamafrut)
Asociación the Wala
(Asothewala)
Fundación Picachos
Plataforma
Juventudes
de
Asociación
de
Jóvenes de Rio Negro
(Asojorio)
San Vicente del Asociación
creada
para
el
Caguán
fortalecimiento y desarrollo del gremio
cauchero en el municipio.
Albania, Belén de Asociación que se encarga de fortalecer
los
Andaquíes, al gremio cauchero en el departamento,
Cartagena
del a través del fomento de estrategias para
Chaira, Curillo, El el manejo de la cadena productiva y el
Doncello,
El del desarrollo de actividades que
Paujil, Florencia, mejoren la calidad de vida de las
Milán,
La familias cultivadoras de caucho.
Montañita,
Morelia,
Puerto
Rico, San José del
Fragua,
San
Vicente
del
Caguán, Solita y
Valparaíso
Florencia,
La Asociación que presta asistencia técnica
Montañita, Solita, agropecuaria y promueve las alianzas
Curillo, Paujil, El para el desarrollo de cadenas
Doncello,
productivas de carácter agrícola y
Valparaíso, Belén pecuario.
de los Andaquíes,
San Vicente del
Caguán, Solano,
San
José
del
Fragua,
Milán,
Puerto Rico
Puerto Rico
Asociación que tiene como objetivo la
lucha por los derechos de los grupos
indígenas y por el reconocimiento de su
cultura y prácticas ancestrales.
Florencia
Trabaja en el acompañamiento,
atención y seguimiento psicosocial a los
niños y adolescentes, involucrados en
pandillas o víctimas de abuso sexual,
para su inclusión en la sociedad
El Doncello
Representa a la población joven
organizada del municipio del Doncello,
entre los que se incluyen víctimas en
situación de desplazamiento.
Puerto Rico
Esta asociación busca desarrollar y
brindar
ofertas
recreativas,
audiovisuales, culturales y artísticas a la
juventud como una apuesta para la paz.
38 Red
de
jóvenes San Vicente del Organización
conformada
por
constructores de paz Caguán
diferentes organizaciones juveniles, la
(Red Compaz)
cual está encaminada a adelantar
relacionadas con el reconocimiento y
respeto del derecho a la objeción de
conciencia, el arte, las comunicaciones y
la cultura; para promover la protección
de este sector de la población frente a
las problemáticas que genera el
conflicto armado.
Asociación para la El Doncello
Asociación encargada de coordinar y
Gestión Integral de la
ejecutar políticas, planes y programas
Mujer de El Doncello
que contribuyan al logro de relaciones
(Asomujer)
de equidad e igualdad de oportunidades,
con un especial énfasis en los DD.HH.
Red
de
Mujeres Puerto Rico
Organización de mujeres que adelanta
Lideresas Gestoras de
acciones en pro de la construcción de
Paz y Desarrollo de
paz y desarrollo local.
Puerto Rico
Mesa Municipal de El Doncello
Espacio de participación para las
Víctimas
víctimas del municipio, en la cual se
adoptan decisiones de política pública y
se procura la gestión para las garantías
de sus derechos.
Asociación de Futuro Puerto Rico
Organización enfocada a las víctimas
(Asodefuturo)
del conflicto, la cual se encarga de
adelantar acciones tendientes a la
formación en derechos y a la
promoción del ejercicio de derechos.
Mesa Municipal de San Vicente del Espacio conformado con el objeto de
Víctimas
Caguán
fomentar la participación de las víctimas
y el ejercicio e sus derechos.
Observatorio
Sur Caquetá
Esta entidad promueve la defensa de los
colombiano
de
derechos humanos y la aplicación del
Derechos Humanos y
derecho internacional humanitario, para
Violencia (Absurdh)
hace eso labores de trabaja en la
investigación, sistematización y registro
de hechos de violencia, así como en la
divulgación, defensa y promoción de los
DDHH y DIH en la región.
Cámara de Comercio Caquetá
Institución que promueve el desarrollo
de Caquetá
del departamento.
Fundación Natura
Caquetá
Organización que aporta a la
conservación, uso y manejo de la
biodiversidad para generar beneficios
sociales, económicos y ambientales, en
el marco del desarrollo humano
39 sostenible.
Fundación
Red Caquetá
Desarrollo y Paz del
Caquetá
(Red
Caquetá Paz)
Asociación
de El Doncello
Discapacitados
Fundación Promover
Fundación
Esperanza
Vida
Secretariado
Diocesano
Pastoral Social
El Doncello
y El Doncello
Fundación que busca generar espacios
para la recuperación de la confianza,
convivencia ciudadana y la construcción
colectiva y cotidiana de la paz.
Representa a la población discapacitada
organizada, entre los que se incluyen
víctimas
en
situación
de
desplazamiento.
Tiene como objeto trabajar por el
mejoramiento de la calidad de vida y el
progreso
psicosocial,
económico,
cultural y ambiental de la población en
general.
Trabaja en la construcción de
posibilidades de educación en valores
para niños, niñas y adolescentes y
población vulnerable.
Ayuda a las comunidades vulnerables, a
través de asistencia humanitaria,
acompañamiento en formación de
derechos y autogestión.
Florencia,
La
de Montañita, Paujil,
El
Doncello,
Puerto Rico y
Milán.
Findifuturo
Puerto Rico
Asociación de personas en condición de
discapacidad que elaboran y venden
productos de aseo, generando empleo
para sus asociados, lo que redunda en la
mejora de sus condiciones de vida.
Asociación
Puerto Rico
Organización encaminada a defender
Campesina para el
los DD.HH y la preservación del medio
desarrollo sostenible
ambiente.
del medio ambiente y
los derechos humanos
del Municipio de
Puerto
Rico
(Asocamcap)
Unión
de San Vicente del Es la confederación de organizaciones
Organizaciones
Caguán
sociales, campesinas, ambientales y de
Sociales, Campesinas,
DD.HH.
Ambientales y de
Derechos Humanos
de San Vicente del
Caguán (Unios)
Fundación
del San Vicente del Organización eclesiástica que brinda
Vicariato para la Caguán
atención, protección y capacitación a la
Pastoral
Social
población vulnerable y promueve la
40 (Funvipas)
defensa de los derechos humanos de la
población víctima del conflicto.
Mercado Campesino
de San Vicente del
Caguán (Mercasan)
Corporación Instituto
Politécnico
Sur
colombiano
(Inposurc)
Fundación
Río
Caguán
Asociación Ambiental
del Bajo Pato y
Lozada (Asabpl)
Asociación Municipal
de Colonos de la
Zona de Reserva
Campesina del Pato Balsillas (Amcop)
Programa
de
Desarrollo y Paz del
Huila y piedemonte
Amazónico (Huipaz)
Asociación
Colonos del
(Amcop)
de
Pato
San Vicente del Asociación campesina que comercializa
Caguán
los productos en el casco urbano.
San Vicente del Institución de capacitación y formación
Caguán
en perforación sísmica y extracción
petrolera.
San Vicente del Tiene como objeto propósito trabajar
Caguán
en pro de la cuenca al río Caguán y
demás recursos naturales del municipio.
San Vicente del Proceso organizativo de base, que
Caguán
trabaja en pro de la defensa del medio
ambiente y el respeto de la autonomía
del territorio, bajo la figura de Zona de
Reserva Campesina.
San Vicente del Esta asociación se creó como solución a
Caguán
los conflictos de usos del suelo que se
vivían en la región, facilitando la
creación de planes y tecnologías de
aprovechamiento racional de los
recursos naturales, el impulso de
empresas campesinas de economía
solidaria para el aprovechamiento
forestal y proyectos viables de
comercialización, así como la creación
de un espacio de trabajo conjunto entre
las instituciones y las organizaciones de
la comunidad, para la definición de
políticas de inversión y desarrollo.
Caquetá
Tiene como objeto contribuir a la
consolidación de alternativas frente a la
pobreza y los efectos de la violencia en
la región, en procura de una salida
política al conflicto armado interno.
San Vicente del Aglomera diversas Juntas de Acción
Caguán
comunal para el reconocimiento de la
Zona de Reserva Campesina.
Plataforma Sur de San Vicente del
Procesos Sociales
Caguán, Belén de
los
Andaquíes,
Solita,
Curillo,
Cartagena
del
Chaira,
La
Montañita
y
Es una organización donde convergen
diversas organizaciones y procesos
sociales con el objeto de una
construcción de agendas comunes para
alcanzar el desarrollo integral como
salida al conflicto y a la desigualdad.
41 Solano.
Coordinadora
Caquetá
Departamental
de
Organizaciones
Sociales, Ambientales
y Campesinas de
Caquetá (Coordosac)
Instancia
de
coordinación
y
movilización de diversas organizaciones
de base, la cual ha llevado demandas y
reivindicaciones en temas relacionados
con la infraestructura vial, cobertura en
salud, educación
Por otro lado, un punto a resaltar, y que complejiza y supone un gran reto para estas iniciativas
sociales así como al mismo Estado, son los siguientes factores. Por el lado del Estado, este
tiene la imperiosa necesidad de generar y construir confianza entre las organizaciones sociales y
sus instituciones y funcionarios, ya que como resaltamos atrás uno de los corolarios de la
política gubernamental durante el gobierno de Uribe Vélez, así como en hechos pasados, han
terminado por aumenta la brecha entre las comunidades y las instituciones estatales. Además
del trágico deceso de la UP que se experimentó a finales de la década de 1980 y principio de
1990, la responsabilidad de la Fuerza Pública en materia de victimización de civiles, la excesiva
militarización de la presencia estatal y la fuerte estigmatización de muchas organizaciones
sociales han contribuido a esta situación.
Esta percepción no solo pierde vista los matices que hay en el tipo relación que la población
civil establece con los grupos armados ilegales, que puede ir desde la colaboración, el
acomodamiento pragmático, el control por medio de las armas; sino que también, se
desconoce de paso, su capacidad de agencia. Es decir, se olvida que muchas veces estas
negocian, se adaptan o resisten al orden de un grupo armado.
De acuerdo a las ideas esgrimidas anteriormente, se entiende que hayan emergido en el plano
regional y del Caquetá, por parte de las organizaciones sociales, una postura o una demanda de
independencia frente al Estado nacional, así como cierto radicalismo en sus proyectos
políticos. Pero también, por el lado del Estado, esto ha significado su no reconocimiento como
interlocutor válido y legítimo lo cual ha terminado por configurar una intervención estatal
informada por una lógica contrainsurgente que supedita la acción social a la lógica militar
(Vázquez, 2015; Fip, 2015).
42 De ahí tiene asidero la idea de que uno de los mayores retos del Estado sea integrarlas a su
maquinaria debido a las desconfianza mutuas construidas a lo largo del tiempo por cuenta del
conflicto armado. Además, una cuestión necesaria para la anterior apuesta es no partir de su
idealización, de verla como “una fuerza universal para el bien”, pues la llamada sociedad civil
es más heterogenea y contradictoria de lo que se cree. Y sobre todo en escenarios
postconflicto, en donde los legados de la violencia armada pueden redundar en una sociedad
civil dividida y atravesada por la desconfianza.
No obstante, a pesar de las dificultades y retos señalados atrás, también vale insistir que es
imprescindible aprovechar la existencia de destrezas y habilidades a nivel de las bases sociales
ya que son un componente estratégico para asegurar una adecuada implementación de los
acuerdos y potenciar la construcción de paz, sobre todo después de la evidencia expuesta atrás
en donde se señalaron sus logros en medio de un ambiente polarizado no solo políticamente
sino enmarcada en un conflicto armado.
6. DIMENSIÓN POLÍTICA Y ESTATAL
En este último apartado se aborda la dimensión política en relación con las dinámicas del
conflicto armado y la violencia política como factores que afectan la gobernabilidad, la calidad
de la democracia regional y el ejercicio de una ciudadanía efectiva. Esta sección se divide en
dos apartados. En el primero de ellos se hace un recuento del proceso de formación histórica
del Estado en el departamento con el ánimo de demostrar por qué y cómo las lógicas de
integración que se han promovido desde el centro del país no han sido consistentes con las
realidades locales del departamento.
En el segundo apartado, se analiza el comportamiento de la democracia local y qué tan abierta
ha sido la disputa electoral. La intención de este apartado es demostrar que si bien la
hegemonía histórica del Partido Liberal en el departamento se ha deteriorado y se evidencia
una mayor competencia electoral a nivel local esto no ha significado una verdadera apertura
43 política. En este sentido, a pesar del impacto local de transformaciones y reformas del orden
nacional como la elección popular de alcaldes a finales de la década de 1980 y la reforma
electoral de 2003, no han tenido lugar una verdadera renovación de las elites políticas locales
pues éstas han logrado reinventarse en nuevos movimientos políticos que limitan el acceso al
poder de fuerzas políticas alternativas.
6.1. La formación de Estado en Caquetá: de la delegación a la intervención militar
directa.
En la historia del Caquetá, la relación de los pobladores con el poder central ha estado
atravesada por distintos tiempos, relacionados con la forma de intervención del Estado y sus
discursos y prácticas de desarrollo: de la postura civilizadora de las misiones católicas se pasó a
las prácticas extractivitas (caucho) y, posteriormente la implementación del modelo ganadero.
Posteriormente, en la segunda mitad del siglo XX, bajo el Frente Nacional, se implementó una
intervención reformista y paternalista por medio de una colonización dirigida que, como se
advirtió en la primera sección de este documento terminó siendo desbordada por otras
dinámicas de colonización: espontánea, violenta y cocalera que hizo que las instituciones
estatales no necesariamente estuvieran ausente pero sí a destiempo respecto a las dinámicas y
demandas de una comunidad en constante movimiento. Un modalidad que se profundizó
durante la década de 1980 hasta el presente cuando, no obstante, el Estado cambió su forma
de intervención adoptando una idea de “normalización y recuperación militar” del territorio,
por cuenta de la convergencia entre una economía ilegal y el orden guerrillero (Vázquez, 2015;
Ciro, 2013; Ciro 2008; Gómez y Ramírez, 2015 y Espinosa, 2016).
En este orden de ideas, el departamento del Caquetá retrata de manera acertada la presencia
diferenciada del Estado en el espacio y tiempo (González, Bolívar y Vásquez, 2003 y Vázquez,
2015), ya que en algunas ocasiones el Estado colombiano no tuvo ningún tipo de capacidad o
interés de hacer presencia en ciertas zonas del Caquetá y en otros lo hizo de manera indirecta o
por medio de una serie de “arreglos” con las élites regionales y locales. Este proceso se expresó
en las diferentes legislaciones y cambios de estatus que el Estado realizó a través de sus leyes
sobre el actual territorio del Caquetá: desde su instauración como comisaria en medio del auge
cauchero, pasando por su elevación de categoría de territorio nacional a intendencia en medio
de la violencia de los años 50; y, luego, su posterior departamentalización resultado de la
44 consolidación de una élite política liberal con base materiales en la ganadería y bien conectada
con el gobierno de Julio César Turbay quien consideró que elevar el estatus político
administrativo de esta región era urgente para garantizar el orden público en una zona donde
se desarrollaba precisamente lo que se conoció como la guerra del Caquetá.
Por eso no debe extrañar que su presencia, históricamente, no haya sido homogénea en el
territorio. Desde el inicio del poblamiento, en la zona del piedemonte, el Estado sí tuvo un
papel importante al incentivar e intentar dirigir un proceso de colonización; además, con las
alianzas y acuerdos tejidos con las élites locales apuntaló su presencia en esta zona del país, al
delegar en las élites regionales y locales- inicialmente huilenses- el monopolio de la
intermediación e integración (sobre todo en el Partido Liberal, así como en el Conservador en
el sur del departamento), el modelo desarrollo regional, entre otras cosas (Ciro, 2013, Gómez y
Ramírez, 2015 y Vásquez, 2015).
Lo anterior no quiere decir que las relaciones entre Estado y élites hayan sido del todo
armónicas. Éstas también han pasado por momentos de tensión y oposición. Pero sin duda
alguna éstas sí contrastan de forma tajante con las relaciones conflictivas y antagónicas que se
han configurado, históricamente, con los pobladores de las zonas de colonización y con la
población campesina cocalera, en donde no solo no hay una falta de reconocimiento e
inclusión de sus formas organizativas a la matriz del Estado, sino que también de las formas y
modos de producción, y apropiación territorial. De ahí se explica que esta escisión haya
terminado generando y definiendo la convergencia territorial entre las Farc y la colonización
cocalera (Vázquez, 2015 y Ciro, 2013).
En este sentido, las tensiones y coyunturas críticas por las que atravesó el departamento, por
cuenta de la renuencia del Estado a reconocer los procesos organizativos locales y regionales
endógenos, así como por su manera de intervenir en el territorio- recuperación militar-,
terminaron por derivar en ciclos violentos que afectaron no solo a las bases guerrilleras sino
también a la población en general por efecto de la misma estigmatización de los habitantes;
45 hecho enmarcado en imaginarios y representaciones que aglutinan a todo poblador como una
extensión del orden guerrillero.
Estas relaciones antagónicas emergieron entre 1984 y 1988, con el fallido intento de construir
un plan de desarrollo participativo para estabilizar el proceso colonizador en medio del
proceso de paz entre el gobierno y la guerrilla; también se pueden señalar las marchas
cocaleras (1996), cuando se produjeron las multitudinarias acciones colectivas en respuesta al
tratamiento punitivo y de criminalización que el Estado dio a la problemática de los cultivos de
uso ilícito en varios lugares del sur del país (Ramírez, 2001; Ferro y Uribe, 2002; González,
Bolívar y Vázquez, 2003 y Vázquez, 2015), así como los recientes paros agrarios por cuenta de
la política antidrogas y la poca intervención del Estado central para mejorar la situación del
campo colombiano (La Nación, “Marchas campesinas comienza en Caquetá”, Octubre 8,
2012).
Por otro lado, vale advertir que la presencia diferenciada del Estado no solo se evidencia en la
diversidad y particularidad de relaciones que éste ha establecido con las élites políticas
regionales y locales y los mismos pobladores, sino también en materia de su capacidad para
satisfacer demandas, prestar servicios e implementar planes de desarrollo. De ahí que la
presencia de la maquinaria no solo sea precaria en algunos lugares, sino que ésta tampoco tiene
un importante musculo para recaudar impuestos y desplegar apropiadamente sus planes de
desarrollo y políticas públicas (Tabla 4); ni tampoco para garantizar la satisfacción de
necesidades básicas como viviendo, educación etc. (Tabla 5).
Tabla 4
Índice de desempeño integral por municipios del Caquetá
Municipio
Índice
Clasificación
Puesto
Puesto
Nacional
Departamental
Florencia
79.9
Satisfactorio
97
1
Solano
74.9
Satisfactorio
236
2
Solita
74.6
Satisfactorio
256
3
46 San José
74.4
Satisfactorio
258
4
71.4
Satisfactorio
372
5
70.6
Satisfactorio
399
6
El Doncello
67.4
Medio
502
7
Cartagena de Chairá
65.3
Medio
573
8
Morelia
64.2
Medio
603
9
Curillo
64.0
Medio
608
10
La Montañita
63.5
Medio
624
11
Paujil
62.1
Medio
653
12
Puerto Rico
59.9
Bajo
704
13
Milán
59.1
Bajo
719
14
Valparaíso
56.3
Bajo
773
15
Albania
53.7
Bajo
838
16
De la Fragua
San Vicente del
Caguán
Belén de
Los Andaquíes
Fuente: DNP (2012). Elaboración propia.
Tabla 5
NBI por municipios en Caquetá
Municipio
2005
Albania
35.03%
Belén De Los Andaquíes
47.83 %
Cartagena Del Chairá
50.68 %
Curillo
47.42 %
El Doncello
41.17%
Florencia
26.84%
La Montañita
64.00 %
Milán
60.34 %
Morelia
40.27%
Puerto Rico
46.85%
El Paujil
54.34 %
San Vicente Del Caguán
53.80 %
Solano
S.I
Solita
52.87 %
San José Del Fragua
49.65 %
Valparaíso
46.94%
2012
35.03%
47.83 %
51.57 %
44.58 %
42.34%
26.85%
65.29 %
60.77 %
40.27%
46.20%
54.22 %
53.98 %
100,00%
52.87 %
49.72 %
46.94 %
47 Fuente: Ocha-Onu. Elaboración propia.
Respecto al tema de la tributación hay varios aspectos a resaltar. Primero que sus limitaciones a
nivel municipal se deben a que la medición del desempeño integral1 evidencia que ningún
municipio tiene una calificación sobresaliente, es decir “aquellos municipios que cumplen todas
o casi todas las metas de sus planes de desarrollo, los bienes y servicios producidos son
generados con alta eficiencia y tienen la mayor capacidad de gestión administrativa y fiscal
(Dnp, 2012).
Sin embargo, seis municipios (Florencia, Solano, Solita, San José de la Fragua, San Vicente del
Caguán y Belén de los Andaquíes) presentan un desempeño integral satisfactorio, que significa
que estos cumplen considerablemente buena parte de las metas de sus planes de desarrollo y la
mayoría de los bienes y servicios son producidos con niveles aceptables de eficiencia, gracias a
unas finanzas que permiten unas capacidades administrativas importantes” (Ibíd.).
Tercero, cinco municipios (El Doncello, Cartagena del Chairá, Morelia, Curilo, La Montañita y
Paujil) tuvieron un desempeño integral clasificado como medio, es decir estos cumplen
parcialmente sus planes de desarrollo y la eficiencia en la producción de bienes y servicios está
en la mitad. Así mismo, han desarrollado a medias su capacidad administrativa y fiscal (Ibíd.).
Y finalmente cuatro de los 16 municipios quedan clasificados como bajo, lo que quiere decir
que cumplen parte de sus planes de desarrollo pero la eficiencia en la producción de bienes y
servicios es baja, al igual que su capacidad administrativa y fiscal es baja (Ibíd.).
Este está compuesto por los siguientes elementos: eficacia, eficiencia, cumplimiento de las regulaciones legales y
gestión administrativa y fiscal, que permiten evaluar la gestión pública territorial (Dnp, 2012).
1
48 De lo anterior también se puede tener idea del estado de las finanzas de los gobiernos
territoriales, su sostenibilidad financiera, su capacidad de generar rentas propias y su nivel de
dependencia de las transferencias nacionales (Ibíd.).En este orden, se puede remarcar que
ninguno de los municipios del Caquetá está clasificado en el rango superior, lo que equivale a
que ninguno de estos es solvente. Solo dos de ellos son sostenibles y 13 de los 16 están
calificados como vulnerables, lo que significa que apenas mantienen un nivel de equilibrio
relativo en su balance fiscal, por lo cual dependen de las transferencias. Por último, dos
municipios del departamento tienen una clasificación de riesgo, lo que representa
insuficiencias para generar recursos propios, haciéndolos
altamente dependientes de las
transferencias nacionales.
En esta dirección, esta sección apunta a sostener que no todos los males y la presencia del
Estado en Caquetá y su relación con los pobladores locales- tanto en zonas integradas como en
zonas de frontera-, con las élites locales y regionales y los grupos armados se explican bajo la
dicotomía presencia o ausencia del Estado. Pues esta idea parte del supuesto de que los
conflictos en el Caquetá, y en buena parte del territorio nacional, se relacionan con la ausencia
de Estado (Conferencia Episcopal, 2004 y 2006; Sinchi, 2007).
Es este sentido, se trata más bien de analizar con detalle las vicisitudes de la política local, sus
prácticas y las relaciones fluidas que los actores políticos establecen con los grupos armados y
el Estado. Pues el anterior prisma permite visibilizar y mostrar que la formación del Estado en
Caquetá se trata de un proceso de construcción estatal entrelazado con la conformación de la
clase política regional, que se va tejiendo en una trama de interacciones fluidas en la que
intervienen los actores políticos, grupos armados y las adaptaciones que, en el ámbito regional,
se hacen de los diseños y de las transformaciones institucionales realizadas a escala nacional
(Ciro, 2013 y Vásquez, 2015).
Por eso, más que la dicotomía entre ausencia o presencia del Estado, es necesario reexaminar
las relaciones que históricamente se han dado entre el Estado y la sociedad regional del
Caquetá. El cual muestra un patrón dual, así cuando se trata de políticas estatales progresistas que
socavan los intereses de las élites regionales se produce una reacción o resistencia de esas élites
49 a la política del Estado central, pero también se observa que, al mismo tiempo que se oponen,
las élites locales encuentran las vías, acuerdos y arreglos para adaptarse a la nueva situación y
poner a su favor dichos objetivos reformistas del Estado, como parece ser el caso de los
proyectos de colonización dirigida y de fomento de los años 60 y 70 (Vásquez,2013 y 2015).
6.2. Democracia local e identidades políticas
Una de las dimensiones fundamentales en relación con la implementación de los acuerdos de
La Habana tiene que ver con la posibilidad que habría para que nuevas fuerzas políticas entren
en escena y logren acceder al poder a nivel. En este apartado, se analiza de manera general el
comportamiento de la democracia local a partir de una dimensión minimalista: qué tan
competidas han sido las elecciones a las alcaldías de los 16 municipios del departamento desde
1988 hasta 2015 y qué tipo de fuerzas políticas han accedido al ejecutivo municipal durante
este período de tiempo.
Aunque se trata de un indicador aproximado que no agota las múltiples dimensiones de la
democracia, este análisis ofrece un panorama pertinente en una región que, como anotamos en
secciones previas, la presión armada sobre la clase política local y el pleno ejercicio de los
derechos políticos básicos en razón de la violencia han sido una constante.
En cuanto al primer factor, los niveles de competencia electoral, se empleó un indicador
simple: observar el margen de victoria que el ganador de cada contienda electoral obtuvo
respecto al candidatos que obtuvo el segundo lugar. Detrás de este indicador hay un supuesto
relacionado con uno de los principios básicos de la democracia: certeza en las reglas de juego e
incertidumbre en los resultados. En este sentido, en lugares donde existe un amplio margen de
maniobra se puede asumir que este principio no se cumple y, por lo tanto, al menos desde la
dimensión procedimental, la democracia es de muy baja calidad. Sin embargo, como veremos,
en contextos como el Caquetá, este indicador se puede interpretar de acuerdo a las afectaciones
del conflicto armado que ha padecido esta región.
50 El siguiente cuadro presenta la evolución de la competencia electoral en cada una de las nueve
contiendas para la elección de alcaldes en los 16 municipios del departamento. En términos
generales, se observa que si bien hay unos picos importantes, es decir, que el ganador obtuvo
un enorme ventaja respecto a quien obtuvo el segundo lugar, en todos los municipios se
observa una disminución. Esto, al menos en términos generales, estaría hablando que,
actualmente, las elecciones para alcaldía son mucho más reñidas que hace quince años.
Sin embargo, para el año de 1997 es notable el pico en municipios como La Montañita, Solano
y San Vicente del Caguán resultado, precisamente, de la operación de sabotaje que desplegaron
las FARC para impedir el desarrollo normal de los comicios electorales lo cual condujo a que
se presentaran candidatos únicos en muchos municipios pero, sobre todo, porque la mayoría
de los aspirantes renunciaron y los pobladores no fueron a depositar su voto por temor a
represalias por parte de esta guerrilla.
Esta dinámica explica, además, que no se hayan podido realizar elecciones en varios municipios
lo cual se expresa en la gráfica en casos como Cartagena del Chairá, Solita y Valparaíso.
51 Ahora bien, aunque se ha tratado de elecciones locales muy poco competidas en la medida que
la oferta partidista ha estado dramáticamente limitada en razón de la presión de las guerrillas y
el desenlace del conflicto armado en el departamento, algunos observadores han insistido en la
idea según la cual las FARC han presionado para que candidatos con los que simpatizan
resulten favorecidos. Sin embargo, al observar el tipo de partidos que han respaldado a los
ganadores en cada una de las elecciones para alcaldía que se han desarrollado desde 1988 hasta
2015 en los 16 municipios, las fuerzas tradicionales tanto “históricas” (v.g. liberal y
conservador) como “nuevas” (v.g. cambio radical, partido de la U, etc.) han dominado los
ejecutivos municipales, y tan sólo el 17% de estas alcaldías han quedado en manos de fuerzas
políticas alternativas (v.g. partido verde) o de izquierda.
En este sentido, al menos en relación con el cargo político más importante del orden
municipal, se puede decir que la presencia y presión de las FARC si bien ha afectado las
dinámicas y el desarrollo normal de las elecciones no ha producido una transformación
sustantiva del paisaje partidista en el departamento y, más bien al contrario, pudo haber
perpetuado el dominio de elites políticas locales respaldas por partidos que se alejan de contar
con una visión genuinamente reformista.
52 7. CONCLUSIONES, DESAFÍOS Y RECOMENDACIONES
En este documento ofrecimos un panorama general históricamente informado sobre tres
dimensiones que consideramos claves para tener en cuenta al momento de la implementación
de un eventual acuerdo de paz que logren firmar el Gobierno Nacional y las FARC en La
Habana: las afectaciones territoriales y dinámicas del conflicto armado; las fortalezas y
debilidades de las organizaciones sociales y comunitarias; y la infraestructura estatal y la calidad
de la democracia local.
En esta última sección retomamos los principales hallazgos del análisis de cada una de estas
dimensiones, describimos qué tipos de riesgos implican y ofrecemos algunas rutas de acción
que eventualmente podrían ayudar a mitigarlos.
7.1. Sobre el desenlace e impactos del conflicto armado
Entre los principales hallazgos sobre los cuales es importante insistir tiene que con la
distribución desigual de la intensidad del conflicto armado en función de los niveles de control
territorial y social que han ejercido los diferentes grupos armados en disputa al interior del
departamento. Aunque sin duda existen diferencias en cuanto a su naturaleza y la forma en que
ejercen ese tipo de dominios, el punto clave a destacar es que de ninguna forma se puede
desconocer las capacidades que, en distintos niveles y municipios, las FARC han obtenido
configurándose como un actor político y social relevante que más allá de instrumentalizar a la
población civil se ha constituido en una autoridad que, como tal, le ha permitido a las
comunidades negociar muchas de las normas que han buscado imponer, particularmente, en
aquellos territorios que se asumen santuarios de esta guerrilla.
En otras palabras, contrario a lo que se supone, en los lugares donde esta guerrilla ha ejercido
un control social y comunitario histórico, las comunidades han desarrollado capacidades y
creado canales de negociación para evitar que el grupo armado imponga normas a su antojo.
53 Experiencias como las regiones de El Pato en San Vicente del Caguán o Remolino del Caguán
en Cartagena del Chairá ejemplifican esta situación.
El desafío que se desprende de lo anterior tiene que ver, precisamente, en cómo poner en
marcha mecanismos de regulación civilistas y democráticos en lugares donde las FARC han
sido un actor político y social una vez esta guerrilla se desmovilice.
En este sentido, valdría la pena tener en cuenta dos rutas de acción. En primer lugar, pensar en
diseños transicionales que les permita a las comunidades, eventuales desmovilizados de la
guerrilla y autoridades del Estado generar espacios de diálogo acerca del tipo de regulaciones
que deben permanecer y las instancias y autoridades idóneas para garantizar el cumplimiento
de las mismas.
7.2. Sobre la situación de las organizaciones sociales Como se describió en la sección correspondiente, en el departamento de Caquetá existe un
capital social importante materializado en distintos tipos de organizaciones sociales y
comunitarias de muy diverso perfil que se han creado y fortalecido a pesar de la persistencia del
conflicto armado y del estigma que recae sobre ellas. En este sentido, al igual que en muchas
otras regiones de colonización, las Juntas de Acción Comunal constituyen el eslabón primario
de coordinación entre los pobladores rurales. Desde estas instancias han promovido
organizaciones de segundo y tercer nivel y han logrado negociar colectivamente con los grupos
armados ilegales.
Sin embargo, se trata de organizaciones que no necesariamente establecen puentes de diálogo
entre ellas lo cual minimiza su capacidad de impacto e incidencia. A su vez, son instancias que
no han logrado traducir su capital social en capital electoral y político que les permita acceder a
las instancias de decisión y, además, se han acostumbrado a actuar al margen de las autoridades
del Estado en razón del estigma y el señalamiento constante resultado de una presencia
excesivamente militar de las instituciones estatales.
54 Aquí el tema fundamental tiene que ver con la disminución de las brechas entre comunidades y
Estado pues, de lo contrario, la infraestructura social que se ha construido en el departamento
y las potencialidades que representa se desaprovecharían o, peor aún, competirían y podrían
socavar los esfuerzos de construir una nueva institucionalidad. Por lo tanto, urge la posibilidad
de encontrar mecanismos que articulen las capacidades de las organizaciones sociales y
comunitarias con las instituciones del Estado local y nacional.
En este sentido, se podrían dar pequeños pasos que podrían tener una gran trascendencia para
que las nuevas instituciones ganen en legitimidad y estén informadas por el conocimiento local
que han acumulado los pobladores rurales. Asuntos como las cartas de colonos en los que las
Juntas de Acción Comunal reconoce la posesión de tierras, sus linderos, actividades y tiempo
de residencia en la vereda, son una fuente fundamental al momento de clarificar los tírulo de
propiedad sobre la tierra. Más en un contexto donde el Estado ha sido incapaz de cumplir
cabalmente con esta labor.
Sin embargo, el gran riesgo que se corre es, precisamente, la seguridad de los líderes
comunitarios y sociales del departamento. A pesar que en La Habana las conversaciones
avanzan, en el departamento han proliferado panfletos y amenazas que comprometen su
integridad física.
7.3. Sobre la democracia y la política local
La presión armada por parte de las FARC en contra de candidatos, elites locales y pobladores
ha limitado el ejercicio pleno de los derechos políticos en el departamento de Caquetá
contrasta con la persistencia de un personal político afiliado a los partidos políticos
tradicionales. En este sentido, la posibilidad de profundizar la democracia local durante la
implementación de los acuerdos de La Habana enfrenta un desafío doble. Primero, cómo
evitar que se presenten revanchismos agenciados por una clase política tradicional que ha
resistido la violencia de la guerrilla y que no estaría dispuesta a perder espacios políticos por
parte de fuerzas alternativas sean o no parte de un eventual movimiento político compuesto
por ex miembros de las FARC. Segundo, cómo garantizar que las FARC, una vez convertidos
55 en nuevos jugadores políticos se adecúen a las reglas democráticas y acepten el paso de la
certidumbre de las armas a la incertidumbre del juego político.
Una posible ruta para mitigar ambos riesgos podría ser la implementación de laboratorios de
democracia como un espacio que conduzca a la reconciliación política en el departamento.
Estos laboratorios consistirían en arreglos locales transitorios que bran espacios de
deliberación entre comunidades, organizaciones sociales, clase política local y ex miembros de
la guerrilla comprometidos con el proceso de desmovilización para que, con base en recursos
políticos y de inversión pública ampliado, pueden determinar asunto de interés general en cada
uno de los municipios. Concebidos de esta forma, estos laboratorios cumplirían con dos
propósitos. Primero, acercar a enemigos que si bien lo han sido durante mucho tiempo su
cercanía y conocimiento mutuo podría dar lugar a nuevas formas de relacionamiento y a
desarrollar una concepción de la política como un juego de suma positiva donde lo que
algunos ganan no construye la pérdida para otros. Segundo, ayudaría a desarrollar destrezas
deliberativas y de negociación entre agentes que no necesariamente están acostumbrados a
realizar pactos con quienes consideran competidores reales o potenciales.
BIBLIOGRAFÍA
Ariza, E., Ramírez, M. C. y Vega, L. (1998). Atlas cultural de la Amazonía colombiana: la construcción
del territorio en el siglo xx. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia.
Artunduaga, F. (1987). Historia general del Caquetá. Florencia: Concejo Municipal de El Doncello.
Bedoya, J. (2008). En las trincheras del Plan Patriota. Bogotá: Intermedio.
Brucher, W. (1974). La colonización de la selva pluvial en el piedemonte amazónico de Colombia: El
territorio comprendido entre el río Ariari y el Ecuador. Bogotá: igac.
Carroll, L. (2011). Violent Democratization: Social Movements, Elites, and Politics in Colombia´s Rural
War Zones, 1984-2008. Notre Dame: Indiana, University of Notre Dame.
Ciro, E. (2008). El estado de las fronteras: proceso de expansión estatal en el piedemonte caqueteño, 18871930. Tesis de maestría en Historia. Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales.
56 Ciro, E. (2014). Unos grises muy verracos. Poder político local y configuración del Estado en el Caquetá
1980-2006. Tesis de maestría. Bogotá: Instituto de Estudios Políticos y Relaciones
Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia
Conferencia Episcopal de Colombia. (2004). Utopía de paz y desafío de reconciliación: Caquetá.
Bogotá: Conferencia Episcopal-Secretariado de Pastoral Social.
Conferencia Episcopal de Colombia. (2006). Cartagena del Chairá: una esperanza que sobrevive entre
balas y coca. Boletín especial, estudio de caso 13. Recuperado de http://www.disasterinfo.net/desplazados/informes/rut/estudio13/estudio13_cartagena_del_chaira.pdf.
Domínguez, C. (2005). Amazonía colombiana, economía y poblamiento. Bogotá: Universidad
Externado de Colombia.
Ferro, J. G. y Uribe, G. (2004). “Las marchas de los cocaleros del departamento de Caquetá,
Colombia: contradicciones políticas y obstáculos a la emancipación social”. En: Sousa Santos,
B. y García Villegas, M. (eds.), Emancipación social y violencia en Colombia. Bogotá: Norma.
Fundación Ideas para la Paz (2015) Recursos y retos para el postconflicto en la región Huila y Caquetá.
Disponible en: http://www.ideaspaz.org/especiales/capacidades-locales-para-lapaz/descargas/FIP_CartillasRegiones_05HuilaCaqueta.pdf
González, F., Bolívar, I. y Vásquez, T. (2003). Violencia política en Colombia: De la nación
fragmentada a la construcción del Estado. Bogotá: Cinep.
González, H. E., Ramón, J. F. y Torrijos, R. (2003). Caquetá: Tradición y vocación ganadera.
Florencia: Comité Departamental de Ganaderos.
González, J. J. (1998). Amazonía colombiana: Espacio y sociedad. Bogotá: Cinep.
Granada, S., Restrepo, J. A. y Vargas, A. R. (2009). El agotamiento de la política de seguridad:
evolución y transformaciones recientes en el conflicto armado colombiano. En Restrepo, J. A. y Aponte, D.
(eds.), Guerra y violencia en Colombia: Herramientas e interpretaciones. Bogotá: Pontificia Universidad
Javeriana, Cerac.
Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi). (2000). Caquetá: Construcción de un
territorio amazónico en el siglo xx. Colombia: Tercer Mundo.
Mojica, E. M. (2000). Caquetá: Cuatro décadas de liberalismo. Reportaje a la vida y obra de Hernando
Turbay Turbay. Florencia.
Naciones Unidas Colombia (2014) “Consideraciones ambientales para la construcción de una paz
territorial estable, duradera y sostenible en Colombia”. Disponible en:
http://www.co.undp.org/content/colombia/es/home/library/environment_energy/_consideracionesambientales-para-la-construccion-de-una-paz-ter.html
PARES (2015) Lo que hemos ganado. Disponible en: http://www.pares.com.co/documentos-einformes/lo-que-hemos-ganado/
57 Ramírez, M. C. (2001). Entre el Estado y la guerrilla: Identidad y ciudadanía. El movimiento de los
campesinos cocaleros del Putumayo. Bogotá: icanh, Colciencias.
Reyes, A. (2009). Guerreros y campesinos: El despojo de la tierra en Colombia. Bogotá: Norma.
Vargas, R. (2003). Drogas, conflicto armado y desarrollo alternativo: Una perspectiva desde el sur de
Colombia. Colombia: Gente Nueva
Vásquez, T. (2015a) Caquetá: Análisis de conflictividades y construcción de paz. Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD. Disponible en:
http://www.co.undp.org/content/colombia/es/home/library/crisis_prevention_and_recover
y/caqueta--analisis-de-conflictividades-y-construccion-de-paz.html
Vásquez, T. (2015b) Territorios, conflicto armado y política en el Caquetá: 1900-2010. Bogotá:
Universidad de Los Andes.
Vásquez, T., Vargas, A. y Restrepo, J. (2011). Una vieja guerra en un nuevo contexto: Conflicto y
territorio en el sur de Colombia. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.
Vicepresidencia de la República. (2007). Diagnóstico departamental Caquetá. Bogotá: Autor.
Prensa
El Heraldo marzo 6 de 2002, página 6
El Tiempo, 22 de mayo de 2005: 1 y 32
El Tiempo, 25 de mayo de 2005: 1 y 6
El Espectador, 14 de diciembre de 2008: 6 y 7
Revista Semana, Marzo 31, 2011
El Espectador, Marzo 26, 2015
El Espectador, enero 20, 2016
Descargar