texto el ejercicio de la tempestad

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El ejercicio
de la tempestad
Daniel Maldonado
Siglo XXI
Escritores coahuilenses
quinta serie
El ejercicio
de la tempestad
Daniel Maldonado
Universidad Autónoma de Coahuila
TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS CONFORME A LA LEY
Primera edición 2012
© Universidad Autónoma de Coahuila
Blvd. Venustiano Carranza esq. González Lobo
Col. República, Saltillo, Coahuila.
CP 25000
[email protected]
www.uadec.mx
© Colección Siglo XXI. Escritores coahuilenses, quinta serie
Universidad Autónoma de Coahuila por la presente edición.
© D. R. Daniel Maldonado
Diseño de la colección: Coordinación editorial/Coordinación General de Difusión y
Patrimonio Cultural/Universidad Autónoma de Coahuila.
Portada y formatación: Rosario Contreras/CGDPC/UAdeC.
Ilustración de portada e interiores: Carlos Fabián Hernández.
HECHO E IMPRESO EN MÉXICO
ISBN del título: 978-607-506-092-7
Para Tania Verónica:
Semilla quemadura del vidente
Racimo de armonías
Arrebato frutal de los labios celestes.
(Arranco los jirones del abismo
para emerger reconstruido).
…volverse contra el lenguaje y sus fuentes bajamente utilitarias,
podría decirse alimenticias, contra sus orígenes de bestia acosada…
Antonin Artaud
Tal vez no es el poema habitual; pero es, al menos.
Los puntos cardinales se han perdido en el tumulto,
como los cuatro ases de un naipe.
La tierra gira al revés, el sol sale por occidente.
Vicente Huidobro
Y tú por fin cerebro descerébrate/ sin más…
Gonzalo Rojas
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Eje del tiempo
PPoema
eje del tiempo
qué dirás de mí
de mi voz
de esta sangre que atenaza y permanece
en el latido del instante
nutrición
desgaje del tejido
respiración del trueno
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I
El remedio casual
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
El remedio casual
Sólo somos inmortales por irrepetibles
Eduardo Lizalde
?
¿Será verdad
o nos pronunciarán en otras hojas desvestidas
en otros vasos de papel henchidos de humo
(soberbia niebla del tiempo que germina en las hogueras)
bebidos en su misma desmembranza¿
?Será verdad que no estaremos entre el viento y sus espadas
en esas tumbas que baten con sus alas mariposas
agarradas a los fríos camposantos del aire y su tañido¿
?Qué secreto estelar aguarda entonces
si la vida es una lámpara de aceites salivados por el seso
si no estaremos en la materia secreta
precisa y esculpida
bajo los pies de otros vagos sinsabores¿
?Qué remedio casual es la esperanza de ser brisa
escarbar los principados de un futuro aún no dispuesto
ser la boca del viento en su silencio
la gravedad tallada en nuevas bancas y maderas¿
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?En dónde estaremos entonces
en el recuerdo dormido de algún cráneo
en planicies por donde espigan luces
el trigo y otros buitres¿
?Qué suerte es ésta de ser polvo sin ley en la basura¿
?Qué rincón abierto nos reclama
si estaremos presentes en la estaca que abreviará los latidos
/de otra tierra¿
Habrá que deponer entonces nuestras jícaras
beber agaves sostenidos por el sexo
ser posición viajera entre caminos y humos
entre mujeres con astas de placeres y materias.
Habrá que desistir de agrietar posteridades.
Habrá que ser molienda de los tiempos
lamer desde otras grutas hormigueras el desliz conocimiento.
Si el detrito no será fortuna en otras ostras
bailemos la jovialidad irrepetible, el ballet de la desgracia
calmemos a la rayada esfinge
al gato insolente, silencioso de la ira.
Si aún desconocemos la habitación silente
propongo desmedidas cofradías.
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El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Que no se pierda nuestro canto…
Que no se pierda nuestro canto
Q
que en el minuto la cortina se desgrane
hay que vaciar pulcritudes inauditas
lapidar al cáñamo ensoñado.
Que no se pierdan nuestro canto y sus estrellas
en los odiosos güijes zurramuerte
hay que comernos la ruta que hace al fuego
el místico viento en el oído.
Que no se pierda nuestro canto
que las orejas decapiten al silencio
que no se pierdan nuestros cantos bailarines
con sus pisadas de praderas fumarolas.
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Sátrapa del desahucio
A Artemio Cruz
NNo te niegues
pequeño sátrapa del desahucio
no hagas de esta cama el arrecife de estertores coralinos
manda a emborracharse entre intestinos y aires prisioneros
en un manto del ocre desatino
a esa gangrena enrejada.
El lecho es tu península de orbes silenciosos
lugar del desembarco de otras flemas
hierba que se quema en la nívea playa
soledad de tus respiros.
Hay una voracidad secreta que secretas
una alimaña ostra vengando las suturas de otros goces
no te niegues el placer de derrocarla
no le vendas su lujuria marinera con los gritos
manantiales silenciosos de la linfa derrotada en desafío.
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El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Solicitud a la piedra
PPequeño ónix
panza fulgurante de la tierra
detrito de la historia picoteada con los pasos
fruto de un maizal terroso e inaudible
ágata arrojada por los vientos trepidantes del guerrero
pequeña ensoñación del cráneo que se agrieta con tu filo
dime en qué casual rescoldo te han enterrado la voz y el sueño
pronuncia con tu mudez de animal anidado en la paja de una gruta
ese secreto canto embadurnado con sexuales geologías
susurra la molécula del polvo cuyo cetro moverá nuestro reino
/de esqueletos
dame la respuesta en las costras de tu hacienda.
Pequeño ónice
fruto sagrado, crecido dentro de la búsqueda de las piedras y su filosofía
hijo de un sol terregoso y lampiño con entrañas volcánicas fabricadas
/por lo eterno
díctanos el testamento en el que se tallará la hermandad secreta
el futuro encierro que nos regresará a los márgenes de insomnio
habla en tu argot de sombra sobre el rito germinal de nuevas tierras:
nuestra piel y la materia transmutada en tu elemento.
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La fosa
AAbre la fosa que trunco un desvelo
purifica con su antigüedad el olor del desconsuelo
como un cedro vociférale la herida
sin andarte colgando en los tendones acata la devastación
crújele la mandíbula al rostro que pervierte.
Abre la fosa y que un parentesco pedernal te proteja
de las frondas, de los gallos, sus bautizos raspados
los profetas que no previeron la inexistencia de la gloria
a medio mar de orígenes desnudos.
Como la lumbre reditúate
camina en el afán tachuelado
desenbodega el rito alcohol de duna
bebe el calor que cedió bajo el ramaje.
Abre la fosa y no te ocupes de adentrarte peste
ahí sólo el reverso calcifica la jornada
magia hipotética del don oscuro
envidiada por quien lauda complacencia.
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El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Cuenta
Cuenta
C
Sí, cuenta
Tu miseria valuada en una putrefacción vivida
Quién eres si no verificas el precio de tu honra
Cuenta
bebe monedas fraguadas al rojo blanco por tus ojos
Mide el sabor de tu catástrofe
La posesión es ley de tus cadenas
Cuenta
Que tus bienes glorifiquen tu valía desnuda en fétido mareo
y el cantar de los metales porte gala de verdugo
Cuenta el hogar ardiendo en la miseria
y tus bolsillos poblados de ignominia espesa.
Suena a montañas excavándose los vientres
mientras perforas la ambición y lames los zumbidos
Hay féretros que tragarán morralla
y bocas contadoras como bóvedas
depositarias de la posibilidad guardada.
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II
Sorbos de bar:
Epígrafes del sinsentido
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Sorbos de Bar
La palabra sumeria para templo es BAR
Prólogo al Necronomicón
EEl tequila se multiplica como ejército de vellocinos blancos
/surgiendo desde las semillas limonadas
Un alcohol vaporizado foguea la garganta con el oxígeno extinto
/por los lanzallamas
soldados de ardor semejante pero con la dirección
/emergiendo gargantea
contrariado asesinato de hígado calmo
permitido hasta el goce
/que se ampolla.
La barra se finca terreno para confidencias
confesionario apático aturdido por el rezo de los televisores:
goles y goles
zapping de pornografía WASP- UP my river
jus Dawn¿
Who´s that pretty girl fucked by four¿
Un sujeto con tacuche de licencia se permite amistarse con el que
/empolla asaderos y bollos en canasta
sin llamarse martes ni estamparse islas.
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Huele el polvo los eructos rebajados desde los manantiales con
Brandi
muchacha de calendario viejo y
/manchado
breve gastronomía caníbal para
/la visión lasciva
en este templo al que no entran las Bacantes del delirio.
Para los ojos tras la barra el espejo descansado del hastío:
desdicha calmada y floja, orines alados.
Sobrevuelan la nariz en picada las dualidades
de la memoria briaga
desbragada por borracha.
Las fichas se destapan imitando un vodevil de corcho
El humo se espanta por las manos que lo ahuyentan
Los ceniceros lavan en sus arenas pedregal marino,
/humores de ambiente salado.
Seguiremos bebiendo hasta el final de los dardos
hasta que nos duela la Rockola con su infección de a dos por cinco
y salgamos al reembolso de un aire
que pega y duele más que un
/sacaborrachos.
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El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Belceborrón y a la siguiente taberna
a pedir el machaque de la uva
el fervor de la cebada
la rigidez espirituosa de la caña
para violar las horas empedadas, seguir chupando
o lo que salga
o lo que salga.
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The End´s revisited night
Mi lengua de espada en las llamas
pulverizando luciérnagas verbales
Jim Morrison
Me sigue el fin
M
el único amigo del gran Rey Lagarto
El Rey Lagarto
el que cruzaba con el movimiento de los aceites y la brujería
por las paredes y los portones de lo percibido
I´ll never look into your eyes
again
Me sigue el fin
sus medios lo justifican
Apocalipsis ahora tasajea en la pantalla becerros en
/hecatombes a 24 gritos por segundo
con la tribu en orgía de puertas
Amigos indiferentes pasean la botella en la que un espíritu
/destilado aguarda las posesiones
Se justifica la invasión de la mota en los camiones y en los
/caminos que nos llevaron hasta el venado azul
a la carne del dios que enfocaba la permanencia y se agobiaba
/y engotaba los ojos con visiones de le entré refractario
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El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
and all the children are insane
since that daemon
since that dead moon that lived in the sour of the night
since that day of broken pier
into the mushroom´s lair
Salimos a desbalagar la prisión de la coartada
De perrante
el peligro se afiló en los suburbios
las escenas doradas se puteaban lentejueleando los tacones
las minifaldas se tallaron a damas antiguas en la delgadez de
/las esquinas
Don't you love them badly¿
Don't you need them madly¿
Fin¿
Al oeste en lo mejor del west is the best el ave azul que nos
/está llamando
agarra el raid de los padrotes
y camina abajo por salones enmascarados de homicidio
enlarvados de vestidas y orgullos con pinta de rajada
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Después de esperarse a que dejemos de blanquear con orina
/la banqueta
el fin mira desde dentro de la cantina del crimen
se cremea se pachuquea
pide un güisqui y lo atrabancan días extraños en el pescuello
las luces lo apapachan y el baile crece como el viento en los
/agros del sudor del pecho de la viuda
Fénix del fin
se crema dale recio en las pistas del incesto
y encima le baja lana para tejer canciones blancas que ahogan
/a sus hijos enterrándolos en lechos secos
luego salimos por la puerta
a la apertura del reino
This is the best part of the trip
this is the trip
the best part
I really like
En las madrugadas
me sigue el fin trepando la noche los refrigerios
/de la carnicería
donde la carne de caballo se desamarra las visiones
cabalgaduras del gancho que las bocabajea
hanging in and holding fast
moonlight drive
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El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Llegamos empapados de peste sangrante enfriada
/por los cubos y las luces tañidas
Hotel del alba
sigue ardiendo tus enrojecimientos depilatorios de paredes
hospeda al Fin como una lluvia gentil
like a gentle rain
like a gentle rain
Si en el rostro en el espejo de la recepción sus amigos
/internos no se detendrán
si las ventanas corrieron a comprar el pánico de los
/acosadores que espejean debajo de la puerta
Al ver el Fin llegar
ama dos veces a los huéspedes que huyen de rodillas
one for tomorrow one just for today
vuela al tiempo en que la ciudad duerme el ronco sueño
/de los equipajes
y no esperes del Fin propina
Ya en el cuarto
When the music is over turn off the light
para que los criminales huyan con el travestismo
/de los cerrojos encima
y el Fin que me sigue se duerma mamado por la noche
en su dicha de tripas derrochadas por bebidas
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Morning Glory mix in the sudden root of day
UUn gallo canta ramos de humo al amanecer
El aceite brilla el vitral de sus reflexiones esperando en la psiquis
/de una sartén mental
Los sentidos se yerguen como lazaros lagartos
Das la vuelta y lo primero son burbujas saliéndose el aire
/del espacio
Una estaqueada hacia la orilla del vacío su viaje alrevesado
/de cruda efervescente
Agarras y tragas el vaso donde la bilis sala los cerebros embebidos
hipotálamos en tableta para alivianar la malilla
y sedas el síndrome de abstinencia con colas de gallo rojo
/zacatecano
El aceite tardará en lubricar las sensaciones sobre la pista ciclista
/de la media oreja
La chora tardará en parir su fuego
Mientras
te alesbianas con nieve
su acelere de avalancha se trepa de cabeza por las fosas
/como una figura chagalante y popofona
Sales a la calle con el buenos días de los reglamentos antidopaje
/saludando desde los portafolios
El aceite te prende como el llagado fuego azul de las cacerolas
Morning glory mix in the sudden root of day
Bienvenido a la mistificación de las aceras
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El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Del alcohol y otros tragos
Pulsa tu lira carnal
Ppulsa la espuma que la cebada ahuyenta en el trago el ramazo
/en la garganta
tañe la luz que ante el reflejo de la malta se fascina:
Tragos que bailan nacidos bajo una mala señal
señal de grietas que marean en el vaso la marea refrescante
/de esa playa.
Bébete el suero y el ardor de los mezcales
crúzate perro con los vasos y la sal
que al hígado su retumbón le canta y desencanta
y exprime a los limones una agria procesión de olvido y labios
de botellas que nos besan
para beber no faltarán los desarraigos:
Bebe para recordar lo ya olvidado
“antes bebía para olvidar y ahora lo hago
pa´ recordar lo que quería dejar de lado”.
Pulsa tu lira carnal
dale otro llegue a la dicha agria
traigan las ostras, la tinita caderona y la botana empanzonada
pa´ cotorrear el correteo de las fichas
pa´ alivianarse la cruda con las piernas meseras cruz de barra.
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Y si te cansas carnal de tanto en tanto
deja la lira vencida por los sorbos
échale un cinco a la rockola del engaño
para brindar con unas rolas el apestoso eructo del corrido
el mariachi con su ron divorciado
la banda traqueteando el grito del tequila
y la cumbia mareadota
y otro trago
otro y otro
y otro trago.
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El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Perches 1932
En este bar la tauromaquia es bola negra
charalazo del piano en la botana
carne de puerco con arroz revisitado
huevos de toro a diez por piocha, a doce varos
y a veces una luna con guitarra.
En este bar las armaduras piden doble ronda
y la charla de los viejos la consagra a las cabezas de la res
/y del berrendo
y el ave que sobre el espejo caza la propina.
El baño huele a soledad
y sus paredes lloran como un ebrio fastidiado en una esquina
buceador en el hielo del quebranto.
En este bar la tradición ha mesereado noches blandas
colores de aguardiente acuchillado por la risa
güisquis de burbujas pretenciosas y amachadas:
“somos más cabrones que bonitos”.
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A este bar cuando se entra el azulejo nos da una reverencia
y lo que bebas tradiciona los relámpagos
un sano ambiente familiar desde el antaño.
En este bar la sobriedad vende pistaches
y asaderos y bollos pacompañar los chascos.
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El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Mesa 4
Abriendo la iluminación como quien abre chelas
sirvo el abismo de la lluvia clara
del llanto refrescante, transparente llamarada
para enterrarnos en la devoción de los fermentos
para brindar con un glu- glu- glú precipitoso
el dominó guerrero sobre la mesa 4.
Les traigo sus taquitos de machaca
a parroquianos triple dosis, sed doceava en cuarta cruda
para curársela con huevo y salsas perras
más dispuestas que un sotol de quince pesos.
37
IV
Sólo cuatro carmines tiene el vaso:
el genital general y cadencioso de la mesera desnalgada
el aromado por orines amargados tambaleándose en el baño
el del gritón cuchillo bravucón
manchado por la bulla
y la mancha del beso del agravio
por asistir al templo de los tragos.
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El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
En la sinceridad de las cantinas
LLa poesía se desgaja en la permanencia
un paraíso artificial y espumoso
rebaja los lujos de la burocracia
su ego diluye políticas borrachas
vicios papelados decálogos ahumados.
Trago tras trago
con la prisa primaria de extraviarse en la charla
pretendemos el viaje del mareo que se sala.
Individuos desemplean la credulidad
la desconfianza se tambalea
se ensalzan las micheladas con tiempos bien desperdiciados
los viajes al oriente de la barra
exuberan el sabor de la botana.
Barcaza en espiral la música templada en la ruidola
y el tiempo sigue combebiendo
mientras su desprecio reina
y se corona tequileando la enseñanza borracha.
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Yo, señor indistinto…
YYo
señor indistinto
de la ebriedad solemne y desgarbada.
Yo
radical punitivo y fondo agreste de la loza
trazo en la embriaguez la transición de un pulso que se vence
ahogado por las frondas de un destierro.
Yo
el animal concreto de mi lápida furtiva
el animal roñoso bebedor, materia del insomnio
digo:
en la ebriedad el pulso tembleque
cautiva inanes precipitaciones
calma el redoble como un grito en cruz mascado
y arremete
la densidad de un ebrio cojo a media suela
pasando el lápiz de su paso ante la niebla.
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El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Derrochador de la ebriedad
pulso una ira cancerbera de mi sueño.
Yo duermo flamas que se vencen
crepitaciones de algún pan con cruz guerrera
boletinado cerbero de la niebla
(mí tortuoso
géiser sazonado por la prisa).
Nadie entienda
cegueras fofas despreciadas por el alba.
Esto
es mierda.
41
Elvia
EElvia
te quieren matar
ya no vendas madrugadas
deja de lavarte en las banquetas del indistinto anochecer
labios ajenos para la jungla momentánea.
Aroma afritangado el de tu blusa
tanga en celo falsificado
deja de jorobar tus nalgas ensangrentadas
te quieren matar
cambiarte de bolso a empaque negro
a otra oscuridad para tu viaje de a dónde le seguimos
cuidado con el Déjese y el ajás bichoro
te quieren matar
?Ámonios no¿
?O te agüitas de limón el domingo en la alameda¿
Déjese la mar.
Cómo no.
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El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Quiero beber hogueras…
1
Quiero beber hogueras
Transitar crepúsculos
Abusar hasta el infinito del infinitivo
Quiero arder en la voz de los escapularios que diluyen sus
/cuentas
su fanática pedrería
Incluirme en las airosas desbandadas del que migra sumergido
/en agua celeste
en un mar paralelo entintado por humos que se mueven
con la gracia de la huella del crustáceo.
2
Te ahúmas
buscas la supuesta inspiración en la hierbabuena sabiendo que
por más que hinches de verde tus pulmones como sopladores
engordados por el lobo de la combustión a las puertas de la
conciencia o inconciencia
(puerca moral)
no podrás dejar de oler tus fogatas internas.
43
Piensas que con expandir el pecho y exhalar la celebración de la
/pira callejera
lograrás anclarte a la materia y al aire.
Te has fumado el hitter y su madera ardió totémica y alada
otra aspiración para serruchar en el cielo nuevos agujeros
/por donde caerás a la ligereza.
Una mujer pasea a sus hijos a través de paredes rayadas
la mujer y sus crías toman sombras de cebras
y el pánico del prejuicio orgulloso se satiriza
y viola un hombro y en la vista llama.
Has revisado lo que la tarde conjuga
y el atorón amenaza con bríos de tiburón
hasta el filo del sueño que ondea y corta en el nado perpetuo
/de la placa.
Piensas en la prisa clavada en los tenis de los corredores
Se te antoja volver de nuevo a la chispa de la humareda
Empezar a ondear la cortina tiznada
Empezar a canjearte en algodón ensuciado y vaporoso
como señal impresa y transformada en el oxigenado mantel
/de las hojas de los árboles.
44
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Te preguntas si un taxi ahumará creyentes.
Fieles a la longevidad de la bocanada gritona en la trompeta
/del doble semirremolque.
Las bicicletas llevan el mandado en las bolsas y un carromato
/revive leyendas infantiles
de burros que apresuraban el látigo de su transformación
/en condena de bramido aguardentoso.
Te prendes otra combustión
humo vocal para la oreja.
45
Escribo con una pluma explotada…
EEscribo con una pluma explotada
a modo de grabado reproducido en maquila
con uñas que acariciaran pegadas a gubias en los dedos empleados
máquinas sin voluntad con botones cosidos a la mirada.
El papel hormiguea su materia en mis piernas
hasta que mana oscuridad, tatuaje y fieras.
La oscuridad se incendia
convoca a todo el firmamento del fuego
universos para contener un domado elemento:
Aves de combustión espontánea
celebración en la luz acalorada en el funeral avivando el azul
/del espíritu
que se retira a descanso con telón de canto alquímico
Intromisión de moléculas que cambian con giro de trompo
/danzando el rito interno de la madera
y la carne diluida en el viaje del humo hacia paraísos que religarán
/la esencia.
46
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Todo arde cuando la voz celebra su llamada
cuando el teclado en tarantella es incinerado por la multiplicación
/de manos
y la garganta se prende con el sonido del cigarro sobre las cuerdas
/del piano.
Una guitarra tatúa estatuas alojadas en el pabellón del oído.
El humo se persigue ejercitando las vueltas a la escuadra
La densidad descompone los relojes
se aloja bajo tierra y se exhala por fosas térmicas en la nariz
/de la tierra
sientes el combustible de cada célula
podrías ser fénix si te lo propusieras
sólo que no sabes si puedes pasar de ceniza a plumas
a canto, a vuelo y fortaleza.
Lo intentas
Una marca en el pecho agolpa un rojo apretujando la multitud
/de la energía
Ardes
en tu tierra ardes, en tu cal y en tu agua ardes
en el ruido crepitante
tu naturaleza.
47
Iluminaciones
PPienso en luz
Soy un curvado incidente
Encuentro continentes en la edad grave de los limones
Una pipa actúa símbolos de éxito en los sueños de la amada
La noche rumora sus voces jóvenes
Una música cristalizada oblonga su borde en el deseo
El fuego líquido espera la ignición raspada
Llegan los tentados por el nacimiento celeste
Trinidad trismegista
tres veces fruto
tres veces
bruto que cuelga en el amenazante filo de los elevadores
para esperar los pies rebanados con jaqueca
publicitado accidente.
El erotismo se cuela por el traspatio del aroma
Se juega a la botella ciega con las tentaciones
Un can severo da paladas ladrando sobre el costillar de la suerte
La gravedad se ahuma
Una mujer vasta para morar la tierra tempestiva equiparando
la tranquilidad
de hablar
hacia atrás
Pasillo mudo hacia el corazón de la savia su encuentro.
La noche continúa vaciándose su imagen.
48
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
En tres toques
AAcontece que la calma vuelve roncos los rituales
que la sazón de la sal se perturba y termina por volver
/el torbellino fuga
lo prepara constipando
lúcido, perviviendo su animal.
La luz no tiene manos para fatigar las horas
crece una cruz indistinta en la ráfaga de los cuatro alientos
el ímpetu se solaza en un solar
quemándose las patas
Judas de veinte pesos.
Nadie presiente que la horca es un hueco de la hoz definitiva.
49
I
Cruce de dientes, aspirando desde el pulmón ajeno:
Recréate, animal precoz, continuemos con la menta
/y el enebro.
Volquemos nuestros pares en la relamida erección del ídolo
que se entierra inmoderado a la mordida del presente.
Quién dijo ayer y vomitó las ranas que se volvían y se alaban
/para amar su cuenco
(se alababan).
Resulta, animal precoz, que nos tuvieron miedo por mentar
/profetas
rehenes inauditos de la saña.
Resuelvo, tras el inmoderado idioma
dejar de ser este reducto, este cabrón que indistinto no percute
/su valía
no sé hablar, ejercito truenos y agonizo porque latir presunta
/el abolirse
porque el recaudo da nobleza en la guarida nos pervierte la
/mañana
50
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
y crecen tribus que se alienan, que se embarcan en maderos
/creyéndose luna en trigo
árbol del cruel conocimiento.
Nada se sabe, jóvenes profetas, escucha animal precoz:
La poesía arde en tiraderos, es el humus en las fosas
/de vagos pepenadores
pepenadotes, espulgados y vacíos, obviando linces
/y linfas licenciosas.
51
II
Crezco en el brote.
Dicen que necesito la iluminación pero se me perdió el conecte.
(Quién te viera con sus ojos al revés y desde el párpado bajando
/hasta la tráquea
a ti, que procuras la combustión y ardes en los bancos,
/en la plaza, por calles gangrenadas
te inmolas y resulta que tu crecido augurio sólo sirvió
/para mendigar gargajos en ceniza).
Andamos en el lado obtuso de la duna.
Nos visitan vuelos nocturnos:
Recuerdo, en los ladridos de un cuarteto
la noche conversa de los gatos
el papeleo tirado de sus patas.
Negras nubes de adviento se colaban a rezar velorios a la tarde
a biendormirla.
Tronaba la luz y en un salto en el que la uña erraba la cornisa
se perdían en aparatos de aire los gemidos, los maullidos idos.
Barometraba la sensualidad en el puente de un paso
/felatriz perfecta.
Todo era un cúmulo y un estrato y nimbos obesos tragaban
/tamales desvelados.
Y por ahí en lo impreciso siguió el gato.
52
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
III
La machaca
Andamos de mal en peor
hasta llegar al pésimo y aventarnos unas cheves al candor
/de la violencia:
No te juntes con aullidos que mamarán ataques.
Date, date
el que se forja se prende y we we wepa se hizo la machaca
fueron con tu tía y te mando saludos
acometió palomas y perturbó el rebote, tentadora.
?Qué te pasó, peón, que te veo sin esqueleto
Se te durmió la mano y la tostaste al enrollarla en éxtasis fogoso.
Se te volvió verdura fatigada en tanto arder¿
Aviéntese la ostra afrodisea
Negra chela
para que no se nos seque tanta pasta.
Date
Donevú dice el mesié y se prende
se reprende:
Pinches vicios
Pero aspira con la fe del suicida en la catedral.
53
Su seguro tostador
YYa llegó el que viene a arder
el que se trajo el apestoso churrumáis con limoncito
el ojirojo amanecer quemado
su seguro tostador
ya fui con Héctor y resulta que forjamos
sacó las sábanas en combustión profana
deshizo el veinte y como un seis enrolló pira
saltó la laighta y le sorbió de lado
fuego grifo.
Véngache el veinte, palomina mina
que ya se baila
bien zumbado
su seguro tostador.
54
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Cruzas las horas en tambos
Cruzas las horas
con horizontes siempre iguales
Rockdrigo González
EEmbotado, entambado
como un hijo de dramaturgo que se cruza las venas
y con diamantes corta el lazo tenso y sanguíneo de sus tripas
me resisto a usar las entrañas para entrenar saltando cuerdas
/locales generando
dentro del zumbido dínamo
este ruido de fibras sumidas en los agudos
debo aterrizar los trenes despanto ocia mente
anemisar sonemas
fonemas
grafemas
gomemas
gosaribaldomenas
/al menos almenas
entrar disfrazado de testigo de Jehová a la casa del juego
y convencer el pastoreo de feligresas.
Amo los epígrafes acunados por el sinsentido
las dispersiones provocadas por encierros marca Diógenes
las píldoras que saludan en los calendarios
los caminos empedrados a los que llevan los días 19
el 23 fogoso en su brasa de octubre irrepetible.
55
A mi lado la ventana compromete el descanso de las moscas
las armonías se visten de Mary la Bizca
a tu lado qué
en él qué
en el que
embotado juego con los dados y su golpeteo
su violenta fortuna
tan violenta como el choque del huracán contra
/maderas primordiales
en playas donde la sangre no renuncia su latido veraneo venereo
/viene reo
pero al llegar eructa la emisión de sus cadenas
No se me olvida embotellar genios con envasado ISO9006
cumplir los estándares perpetrados por células amoniacales
escritos con forma de máquinas barcaza´s owl.
?Cimbrará esto algún oído¿
a lo mucho un dubitativo gancho en el rostro
aunque no se refiera a las glorias boxísticas de la sorpresa.
Nada se entiende porque no estallan las emulsiones emparedadas.
56
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Segundo acto: hormigas
?
¿Cuándo empezó la obra¿
ya habían reposado las oberturas
Otra juerga inconclusa
dormidos en la barra de hielo
Dos, cuatro, las diez patas del cansancio
?por dónde se suelta uno los pies¿
Sueño en el sueño de la luz
relámpagos espirituales
Espirituosa ignición del aire
hasta ultimar los poros
?Cuál es el mensaje dentro del caparazón carapacho concha
qué pachó huevo de ofidio sin oficio¿
?
¿ (---Llame aquí
57
Un epígrafe, perdido…
Para nosotros los caminos de topo, de alacrán.
Henri Michaux (de nuevo)
Un epígrafe, perdido
en una hoja en blanco espera el disparo
espera suplicas o quejas, luces desmedidas
alguna sugerencia para entretenerse y cruzar del filo al filamento
y encender los bulbos hasta que ardan calores de estrella.
Espera sumergirse en la luz del rayo electrizar su origen
con la acción continua en simulacro de regreso y presente
/escarbado (scar vado, cicatriz terrena).
Actúa hegemoniando, amoniacando andos
para trozar las manecillas y decirte
guacha (relojea):
Escribo con el borde de un cabello
agolpado en su agua huracanada
con la tempestad mordiéndome la espalda y yo calmado
me como los ojos de los gatos, le dejo las sobras al recato.
Un epígrafe, perdido
en una hoja en blanco esperando el fusilamiento, el disparo.
58
III
El ejercicio de la tempestad
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Puro olvido
PPara que no sea esto la brutal espina en el cuello del soldado.
Para que la ceremonia nos cruce y cierre cierres laminados
/por la baba.
Para el resguardo innoble, emperifollado y turbio
y la matraca ósea de las ostentaciones.
Habrá que, simple y llana, llanura de la mente
nublar en el silencio los candados.
Porque ahora se estilan los punzones y el pellizco sobre la hoja
y hay que ser breve como inhalación de colibríes
y se exige que el ritmo escupa timbales viscerales
sobre olvidos del día a día, esquineros ahuesados
para canjear las épocas y desdoblar resentimientos del abuso
en gritos inauditos, papelera del año
rebosante en su ruina.
Puro olvido.
61
El ejercicio de la tempestad
Descree
D
de la luz y de la sombra en sus antípodas ardientes
del árbol que te creció en el pecho por sólo nombrar relámpagos
indemnes victimados por una ruina pasajera colgada en el vagón de
/un luto.
Piensa en la simpleza de la forma, apenas encuadre
/y solaz repercusión de arenas.
Escribe la ceguera que apenas roza el migajón en las alas
/de la ninfa momentánea
cómplice de una desolación que abarca y se desplaza
/por apenas presentarse.
Tenue palpitación en el tambor ígneo de los cálices secretos,
/siempre secretos.
Te encuadras y emerges, un pequeño aliento remarca la alunación
/que siempre nos percute.
Yo me escucho y callo, voy por los desdenes aboliendo la claridad,
/especificando la ilusión del juicio.
Aclárate, sé, me dice un espíritu remoto que no acabo de descreer por
simple desnudez en su trato.
Todo es una ilusión, descrean, vean su sangre moliendo la sazón
/bien restaurada.
62
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
La iluminación llegó sólo para ahondarnos
para pervertirse en egos tan sagrados que imitan la piel
/en salamandra esquiva
y cambio por mera relevancia del escucha:
Porque tú te encuadras y retorna este magma vocifelino
porque te digo augurio y de repente te encuentras obviando la certeza
porque una vez que diga calle recordarás el calor que a tu pisada
/ondeaban remendando
la inmaculada polvareda de un tiempo libre de ansia
y la asesina validez de un presente abriendo su pulcra gabardina.
He allí el miembro noble engacelador de tratos.
He allí al presente impúber, vistiendo falda a cuadros
en la opresión lasciva que la vida presiente.
Pequeño señor, idealizado cerdo.
Jovial recluta del fango y el sabor.
En cuya tierra el frío respaldo de una oscilación gusano
/vibrando fuma
Descree, descree, los ángeles de Rilke salieron en la nota roja
/asesinados por pueriles resorteras.
63
Una noche de luna y clavel
bebimos sin rumbo por el río, entre suspiros
que la santa María al querer un andaluz…
María en la alegría y en la agonía de todo el sur.
Hablar lleva el gatillo y se percute cuando deslava su amenaza.
Sangrientas riñas viven demudando la eterna sal indistinguible.
Tabernarios ocultos cierran su ebriedad para desgraciar
/el reptil garganta.
Ah perfecto misterio.
En tu deidad ocupada por la estatuilla benemérita de grietas.
Cruzas la irradiación.
Llevas pulgadas en las uñas escarbadas a pleno diente
a plenilunio uña
fundamental mordida.
Oigo tu noche mudarse de maleza.
Me llevo nada como recuerdo insomne.
64
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Caen los ángeles…
CCaen los ángeles en el cieno con el sonido de la oblación inmediata
suenan a trozo de escenario y mitología quebrado
se tropiezan con fugas
con una fe prostituta vendida en hostias y comulgaciones.
Caen los ángeles frente a ojos con mirada de silencio
En los paraísos ya no habrá vigías
ni tensarán su aliento los frutos de un insomnio
no se llamará del mismo modo el calor de un foso.
Caen y la boca anuncia el corte de su comunión preñada.
Corte de alas.
Bate la angustia un girasol de trueno.
Lodazales en las bocas les oprimen la pureza.
Caen los ángeles ahogados en el limo
salivar de huertos.
65
Llorar a la Girondo
LLlorar
con la tarde sumida en cloacas de tragedia
llorar con los golpes de péndulos cabales
llorar en las bolsas de los supermercados
envinada la compra con ebriedad dolida
agolparse los ojos y exprimirles su jugo
su jerga de estropajo aguado y tosco
su raspar de garganta desvestida de orgullo
llorar en un edén acuoso
como un abandonado incapaz del suicidio.
Hervir en el llanto sagrado de los cirios
informar los dolores con lamentos telegráficos
llorar y seguir llorando
hasta secarnos el sonido.
66
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Padecer las calles
VVeamos
si es que bajo el azar remoto el grafito no enloquece
la sordera gorjeante en los poblados y en las secretas coces:
Yo padezco las calles
sus bordes, sus estelas me heredan la cordura y la extrañeza
su fuga inalienable.
Entre mis pasos la dimensión rinde su llanto
ahora sustraído
para vestirme de careta, de profusión rumiante
deshilvanada en un golpe rutinario
de un hemisferio a un poro
sin alcanzar el hito
el nervio que tensa la fortuna
para aparcarme en las huidas
negado a la gratitud del ahora
transeúnte a lado
Imposibilitado en la cordura, en el adiós al siempre
con el andar vago de la estirpe
muerto de luz y de materia ahogada en el padecer del cuerpo
sobre aceras pisoteándome los lazos
anidado en la calle
irremediable.
67
La neura
A Roberto Guzmán
BBendita neurosis que envenena nuestro siglo
con sus encierros retraídos como vagos presentimientos
óctuples señores del martirizante suicidio siempre
/a la vuelta esquinera
ay pa lotra
porque la cobardía en sí presiente que ausentarse será
/mucho divague
y el anclarse se desvena para fiestas ahorcadas
/por el nulo movimiento
y la soledad
la soledad del témpano y la constelación cazadora
el nutrirse hasta los vendavales o la lluvia que apresuraba
/hasta entender el asombro
y la limpieza como una dulce fatiga que inhalara repeticiones
desde la cruz de su olvido martirizara el egoísmo en su placer
la desnuda impaciencia que se entiende y acordona.
Bendita neurosis del cántaro molido
del cantar redoble y triple hasta arañarnos los departamentos
la caja del cristal que redoma sus demostraciones
y entierra bajo facturas la psicología probada.
68
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Por las aceras del trazo
CCómo he de hablar, que voy a tatuarme entre las cuarteaduras
/callejeras:
Todo es tan fácil en la calle.
En la caída tenue de los pasos, andando con las estelas fabricándonos
los poros
y los lunares hinchándose en
constelaciones
con la carne rota enganchada a las poleas entre ebriedades magnéticas
pasarela de los autos a las diez p.m.
Y la gente
con sus nudos secretos, sus precisos hervores
su cobardía o sadismo tamizado por la mascarada de las apetencias
/humeantes
entre tanta ruina
rutinas empozadas
con la prisa apurada cruzando hacia la otra acera
con la paranoia irrigándole violaciones
acecho a la figura esquiva
sombra casi descarnada.
69
Todo es más sencillo caminando
al pasar por la extranjería
calzársela en la testa, darle bríos de paraguas
envinarla con ramas
y volver al tiempo de la siempre vida
al paso soldado a los goznes de la hora abierta:
recordar la mentira de la reconstrucción, alienarse con babas de
/conejo
televisar el nacimiento de nuestras clonaciones
volverse yunta y ponerse ante los ojos la luminosa mascarada,
/y ser feliz en la brutalidad
y seguir la ruta del trueque innecesario con una compulsión
/a lo catorce de febrero
comprar el móvil juego de metafísicas bara-bara.
Ver con los sentidos y la imaginación luminosa en su ceguera
hacerle al Tiresias y profetizar milenarismos
y empacarse de abusos infinitivos
definitivos
en el trueque de los sexos.
Ahí palotra gata clara.
Todo parece encallar en la hora del pasar testigo
la insania nos retumba
su vitalidad golpea los eslogans
70
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
arropa los semáforos les dice Verde
se agolpa en las herencias que el pasado esquiva
todo se nutre explota por la ruina entre olores volátiles
/de gente retomada
la voz común clava sus inmediaciones en el movimiento
y yo persisto en la facilidad
nutro el ahogo de la sencillez amagándola en graffiti
en el olvido de mis cuestiones desdibujo mis ideas
por las aceras del trazo.
71
Si los espacios eructan
PPareciera que todo es ambientarse
poner a Brubeck tintineando sus platinados acentos
y como un segmento que se atrasa en sus pagos a la miel y a los sucesos
desgastar la luz con la simpleza de quien abre un hilo que le sale enredadera
sidra de las once voces:
Podríamos comenzar con la duda, ?qué será de nos¿
?otros¿
-—Simple apuntalar de necedades, demasiada simpleza—o amurallar a oráculos:
ora, culos
aviéntense de cascos al puro vaticinio, adivínenme ésta:
?Si lo espacios eructan
será porque en sus grietas nos bebieron¿
Y nosotros
cuestionando al azúcar,
a la elevada carga del consenso que viaja en papeles anidando
/el polvo de las burocracias,
su transparente lentitud de ausencia,
la mala luz hasta el vagón dormido de la indiferencia
afectados por ritmos mañaneros de una antigüedad herida
les preguntamos:
72
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
?Si los espacios eructan a quiénes mascullaron:
al jubilo, al frenesí de la máscara
azulado en heroicidades atroces
amarillas desde el jugo hasta el badajo¿
?A quién cuestionaremos después de cercenarnos los vapores¿
Si los espacios eructan y en su desvenarse los temblores a
/la historia petrifican,
si a la multiplicada expansión de su agua muda siguen
/repitiendo el frío del suceso.
Si los espacios eructan cada mañana hasta apestar
/la intensidad solar y mañanegra
?A qué este mal nutrir
oloroso por guerra
por redoble sanguíneo¿
Pinche Ceiba.
Contesten.
73
Los ecos del retrato
AA través del sensible lienzo
con ojos de mortaja y de paisaje
se esculpen con ganchos los grafitos de otra historia:
en su jauría de hierro ha vivido la belleza
en la luz de otras moradas de la leche
caminante de los valles del sentido
se amalgaman polimorfas pinceladas de otros sables
la mujer está con brazos ignorándose la sangre
la erosión ventisca en tallos milimétricos
el fuego de tristeza anuda el pelo
fulgores palpitantes le crepitan sus infiernos
el arriesgado azul se trepa en otras series
ahí en la cueva abierta proclama su misterio
tras esta recreación baten las arpas los icebergs de un deshielo
y en el sonar del cuadro
absorben los ecos perpetuos.
74
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Definición
SSomos el rapto luminoso de la aurora
la acolchonada senectud del agua
decimos cielo y nos vertemos en los huesos
entre la estrella desvainamos la palabra
damos un paso en el temblor del infinito
y ahí gritamos el júbilo del sueño.
Embaucadores de las hostias y las córneas
paseamos por la divinidad del infierno sonriente
perdido asco de nuestra necesidad
en la tensión del músculo marino.
75
El muñón belicoso
TTambién existe la acidez en nuestros miembros
también la deserción de brazo se agiganta
en un escape el crujir del músculo se mueve
y un buscador de libertades sangrientas
desplazado por su hambre
adelgaza los tendones
busca la amputación secreta.
El relamido susurro en los dientes la idolatra
le otorga nuevos filos de ballesta
corta sus angustias
lo separa.
El miembro entonces navega en otros pisos
una secreta suerte lo ampara en su partida
pero el muñón no siembra ritos veniales de tragedias
en su secreta lasitud la orgía vence
hay movimiento escarbando nuevas tumbas en el hombro
regimientos y retablos junto al tronco
preparan la batalla contra el nuevo impedimento
cabalgan por suturas apenas fallecidas
visten las nuevas latitudes con órganos serenos e incompletos.
En un secreto canto de batalla
en el suicidio de lo inútil
fusilan a su propio miedo.
76
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Tensión
JJugo de flor que bailara en los sueños
yergues los ríos con tu curva tersa
ahogas almíbares de heridas
haces del tiempo un mineral remoto
un lance de labios en fronteras fugadas desde alientos.
Tensión
bajo tus filamentos los cristales se desnudan
muestran las melladas cuarteaduras de los cuerpos
la profusión solar bajo el ensueño.
Tensión
definitivo cardo constreñido
ahógate en encierro.
77
Muero el tiempo
EEl mortuorio
el de la luz lamida por el trueno
un vago ardor de fieras en la caza
aquél que dominó la sed del lince sobre el ahogo de los néctares finitos.
?En dónde gime mi sombra su locura
en dónde allana el padecer del juego
manutención de horas rogando su alimento¿
Sólo me amagan
la rumiante oscilación del silencio
un témpano nevante de humedades
hijas del ocio baladí
copulador sobre la grupa fresca de memoria.
Muero el tiempo.
78
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
En la palabra niebla
EEn la palabra niebla no germinan los sonidos
porque está densa de arbitrarias desazones
vencida en su agotamiento, inasible por fuga
siempre a un hervor poroso antes de invierno.
En la palabra niebla nos hostiga la beldad indefinida
la inabarcable búsqueda de su renuncia
ronda de faro en su ocasión de fuente
inasible como el temblor de un sueño.
En la palabra niebla se respiran aires grises
y se le lleva dentro en un bolsón de cáncer
hasta que exhala inerte su candor y duerme.
79
Arrastrar la indigencia
Cuando se tienen las rodillas en los ojos
C
y anda a rastras nuestra vista murmurando el ritual de ciegos
condenamos al sentido a ser bandera.
Las manos multiplican sus yemas en regimientos deshonestos
pero conocedores de la irrigación agreste
palpadoras del suelo que las lleva.
En los albergues de la riña entrelazada
dos rayos a mordidas se desdientan
chocan sonidos resquebrajan sus truenos en olivos
representan al oído enganchado en el arrastre y su certeza.
Cuando se acerca el suelo a mendigar limosna
y nos convida con su hedor hirviente de miseria
le otorgamos nuestro beso descompuesto
perdido entre la calle que nos duerme.
80
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Contradicción insulsa
N
No se debe hilvanar de cabeza
los resortes y las series en preguntas se estremecen
mecen su hilaridad agredida
cojera desbordada en el tropiezo.
No se debe electrificar espinas para conjugar auroras
sólo la sangre en los abismos reverbera
cuando se hilan los resuellos del cometa.
Pero ante la prioridad del juego por ser memoria
no se debe prohibir lo que se debe.
81
El paso cristalino
LLibélula, pequeño clavo cristalino.
Futura corrosión en vientre de ave
mira tu magisterio enloquecido
míranos con ese ojo de centuria
embaucados por el cruel canibalismo.
Somos la hiedra sin par que todo absorbe.
Bate entre tus alas nuestra peste
tritúrala en rocíos y plaquetas.
Abandona nuestra especie transitada por la fuga
malversada extinción de laberintos
oscura reunión de lo inconexo.
Apártate de gérmenes robustecidos en infamias
asqueado cultivo en ignominia hirviendo.
Arranca la ignorancia de tu vuelo y vete
porque esta densa población de furia
desata al mar que fermenta en su planicie
sales de aluminio
y se arroja
deshecha de su piel
acidulada por los hongos que trashuman en su sangre
desteñida por tu paso
macerado de ignorancia.
82
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
El destino triturado
AAterrado, aterido
envuelto en la calcinación del oro que fragmenta los horarios
con un polvo de luz en la miseria
me deshago
abarco horizontes de ráfagas furtivas
nebulosas henchidas de cristales anidados en los ojos.
Marcho sobre crepitaciones taladradas por la lluvia
ventilo la sal tortuosa desvainada en las visiones
enumero la cantera y la carrera donde fugas indecisas minerean.
Quizás esto es el juego inamovible
el cavar estatuario persiguiendo mis temores
la futura guillotina
para mármoles tendidos boca a canto
el destino triturado por las hambres
que en malignas profecías me petrifican.
83
Pequeñeces veteranas
HHe pisado murallas abanderadas por hormigas
y trotado por los pastos que me dieron su blasfemia.
He concebido el olor en la crepitación en la palabra
y fornicado asfaltos con las suelas hechas lágrimas.
He disfrutado el acorde del formol aventurado
y esas gravitaciones del estío en la maraña.
He publicado saetas en congresos desde el pecho
para no andar con mi esófago hecho viento.
Y entre estas veteranas nimiedades
no he encontrado aún el polvo
que a la noche vuelva calma.
84
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
A la manera de los malditos
Me aconsejan poblaciones de baños lunares
M
rendirle culto a la energía intransmutable
suprimir el goce enloquecido de la ira
cargar con amuletos de colores influyentes
prepotentes tonos embalsamadores de vida
me dicen que debo danzar sobre llamas descosidas
rezar el cántico de la etnia inexistente
beberme el aroma desmembrado por las flores
acallar al diablo de mis cuevas boca arriba
todo enjalbegado con feroces tendencias a instituir
/bondad, buena ventura.
Buena es su aventura y sus creencias respetables
yo forjaré mi magia de cuerpos en los vientres
bailaré la danza del trastorno perfumado, cantaré el gemido
e inmolaré los mares nadadores de la cólera
en la fiebre sin par del desatino y la venganza.
85
Melancólico
VVomitando poemas baudelerianos
con el masoquismo nalgueando estatuas
atenazado en la mitad de una cuerda
violín que hurta la sagacidad y se destripa
para lavarse de cualquier dolor a medio intestino
lazando al modo de un metal minero
—-interrumpido por la luz y el aire acondicionado
por la sangre que se lastima cada día en los hijos
acurrucadas crías en un ramar de estruendo—la escritura mineral guerrera.
Melancólico
sin la respuesta del símbolo en la solidaridad del juicio
ahogado por la caída de un agua hosca
perra encinta
como para extenderle el embarazo hasta la banqueta
deshago estas letras.
86
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Pendular de la venganza
El cuerpo muerto no venga injurias.
“Proverbios del Infierno”
William Blake
SSería tan fácil
tomar un pez y demacrar con ese hierro al enemigo
para que igualen su pestífera presencia
los pútridos sabores para el viento.
Sería tan fácil
manchar y machacar los gritos
vociferar las audiciones espejeadas en los ecos
exterminio del lamento malherido.
Sería tan fácil mutilar la risa
de aquel profeta que anunció la saña
acodada en el golpe de la pala.
Sería tan fácil
cosechar melaza marejando la venganza
que más valen los péndulos de espera
y no la fisión en desmembranza.
87
La evasión
FFiscal que nombra y cita a quien da vuelta a su camino
y escoge el cielo para rondar sus plazos
mientras marcha de cabeza y el mundo se hace pato
y cuaquea por los llanos del ocio y del olvido
con su tridente y el redneckismo
parasiteando fortalezas inconmovibles
años sólidos en los que la piedad no rezaba ni iba a misa
meses de baño trimestral evaporado en símbolos de oriente
kanji en la tragedia del vientre hueco y la voz decapitada
tranquilizando los bolsillos aterrados
ya todo se papeó y se traspapeló hecho de cosas que amé y perdí.
88
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Crujir de la idea
LLa carreta
pajar de insomnio y furia
asierra reflexiones luminosas en las ruedas
toma un serial destiempo en geometría
mientras el hombre
incapaz del cielo, incapaz de su locura
espera un enraizarse en el futuro
con ramas que se quejan bajo el salivar del viento
veladas por su transito ante el ojo
con la oración rapaz visitando el esqueleto que aún duerme
y lo golpea
lo abre en virutas como a un cedro cojo
reverbera el astillero y la apertura
lija con destellos de poseso las sienes del paseante
atornilla goznes entablados desde adentro
se aloja en la madera de ese cuerpo taladrado por la feroz conjetura
termita impía
ciega adentro destellando su belleza
en el barniz lacado del hombre presente en la carreta.
89
Todo en la vida existe…
TTodo en la vida existe
sin permiso allanamos el camino
llegamos a una ruta
desde el amor unido
hasta el agobio del peso que hastía y desborda plenitudes.
A veces con la rapidez de una barcaza arriba
como quien siega los ríos del presente.
La vida agobia con su luz de plenilunio las presencias
nos arrincona nos rebasa insoportable
clava sus saetas
cazadora en bosque de fortuna o infortunio
presiona con el afán de construir diamantes
fragua que enciende la salvedad momentánea
para rendir valores impresos en conciencia
faros del sereno grita tiempos
la noticia chismosa del ahora
motivos que impulsan iluminaciones
búsquedas
caminos sedados por migajas en los porqués de un tránsito
que corroe su máscara
que esparce motivos
90
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
como búsquedas voceadas desde el
/extravío
hasta aislar la pérdida
un día a día buscador de belleza
acobardando sus remansos
los restos de
/los sueños
la aridez terrestre intentando los frutos del gozo en el destello
con logros obtenidos desde el ánimo continuo
zafiros deshaciendo el brillo entre el fango
el pantanoso ideario de nuestra conciencia de muerte.
91
La luminosidad nutricia
TTodos los días se avecina
una luz tentadora, la permanencia tenue
se arremolina y en un rito abofetea
con alquitrán y gloria
y prende fuego mientras fuma
la cadencia de un horario pleno.
Todos los días la prisa se hace lumbre
en un aullido manecilla que replica
su maíz de honores y de asombros.
Todos los días un rojo nos maltuerce
y nos abona las reclusas del semáforo –—ESPERE—-.
Todos los días un aguardiente solar nos tuesta la cabeza
se agandalla la sed en el cogote
y en la prisa de ser no comprendemos
la cascada del momento que nos nutre.
92
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Escribir
EEscribir en el sueño la necedad dentro de una charla
/con sabor a empanada
escribir con vertientes y cazuelas con olor a ensueño y
/a pared mohosa
escribir sin los filos del diamante
con un vómito seco ahogado en los pulmones
sostenidos por calles, por pólvoras diversas
agobiados de juego y juergas de tendero
y viciando en la luz que anuda el tendedero.
93
Hay que desandar palabras…
HHay que desandar palabras
llevar la infancia de la letra entre ignorancias
(cuchillos de la oreja atravesada)
decirle tonterías que se rían de la locura
simples lámparas uniformes donde el faro adentrará su magia
rimar sabiduría propensa a ser ladrillo
embadurnarla con encierros cercenados por el hito
la savia de mujer segregada desde el sexo.
Hay que agitar la neurosis en el habla
mezclarle bozales de cemento enrarecido
enjarrar dos o tres nublados callamientos
fraternales jornadas mercenarias de otras voces.
Hay que escribir hacia atrás nuestra palabra
desusarle miramientos de enajenación licuada
para subir con ella a construcciones
donde caminos de tinta se enrarecen
hasta ser la pisada en la espalda del sonido.
94
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
A las puertas del sueño, unas despedidas
I
Que la noche devore tus nostalgias
para que a través de la ceiba imaginante del reposo
se afiebre el canto de sus aves inquietas;
que la frescura fogosa naciente en sus raíces
y la semilla de los sueños te nutran y germinen sabiamente
hasta florecer íntegro el luminoso milagro
con el que despierta tu portentosa belleza
en el recinto del día.
II
El sueño es un cubil abierto a la intemperie
un hogar fogoso donde las bestias galopan su cacería alada,
un árbol en el que las enredaderas se enternecen y afiebran reptantes,
/calando en el aliento del madero como cuarzos.
El sueño es una jungla de sentidos estallando en cristales
en cada astilla un territorio florece frutos, mundos alienados
habitaciones húmedas en las que llueve un agua íntima y derrochada.
.
95
El sueño es un vagón y el tren encauzado hacía el extrañamiento
hacia la monstruosa naturaleza que concibe el territorio solar,
/la noche despiadada,
la universal vocación donde el milagro es fuente repentina.
Que su paseo te colme de lucidez para habitarle a voluntad
como el sabio soñador que despierta para explorar su ilimitado
/afluente de explosión elemental,
agua saturada, borbotón de misterio desnudado.
III
Que las crepitaciones del fuego nocturno en el deambular del sueño
se ramifiquen en galaxias sensuales, a través de reinos donde la
exploración es el milagro y la revelación súbita, ahí donde el
descanso abre el telón de las pulsiones, seres habitantes en las grietas
de la vigilia que despiertan para saciar el instinto cuyo albor destroza
la más lumínica irradiación.
IV
La noche es una hiedra intensa
sus brazos eléctricos escarban lo profundo.
96
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Ahí donde cae el chapuzón en el espejo
la tierra no muerde mineral alguno
las raíces celestes se entrelazan en la atmósfera
y chupan.
La noche se nutre de la humedad
de la negrura alba enceguecidas revelaciones
aullidos, rondas de la sangre coral de muerte
un mar inverso en el que el nado
reta al ojo, la conciencia del dominio.
21, marzo y 2012
97
Los animales que nos habitan
U
Un día amanecí pavorreal albino y al atardecer volvieron a mí
los colores. Otro fui una manada de caballos cabalgando la
herida de dios, de la luz, y en esa misma abertura me deslicé
como un trueno de gaviotas en un juego de vaivenes calmos,
froté mi habitación entre los minerales, ondulante.
A veces traigo el rinoceronte que embiste la
intranquilidad. Otras emerjo como las ballenas y me pongo a
cantar oceánicas turbaciones que ciegan al plancton que
recolectan mis barbas.
Cuando habita la fauna el animal que emerge en su
instinto, uno puede amanecer perico de feria o zopilote crudo;
perro apaleado por las recesiones que se pudren en los tambos
de basura; águila devaluada por el rencor al imperio que
aprisiona en los metales, surcando a través del mismísimo ojo
del valor de la moneda.
En las filas de los bancos se desespera el gorila agitando
sus cadenas; y se transita por túneles de hormigas donde la
utopía no alcanzó para hacer circular rápido las colas, ni los
toneles de culpa que se arrean sobre gibas de bueyes en una
procesión callada.
98
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Qué fauna. La garra del búho y la vibración de los
delfines. Los ojos a un costado del cuerpo nadando entre los
falsos tesoros del agua profunda. La manada esquilmada,
pastoreada por el vicio del albor azul, religión catódica. La
cacofonía en las fauces estridentes de los cerdos. El atascadero
donde las ratas se refugian para rumiar sus exhibiciones cínicas,
la carnada del oro y su festín de injurias.
Podrían fabricarse zoologías de nuestras animalidades
íntimas. Hay demasiada bestia en uno mismo para dejarla
atrincherada en el abismo.
El hombre es bestia y la razón su cincho, instructor y arreo.
99
Necesito beber algo
NNecesito
beber algo: un té, agua, la necedad inquieta del
insomnio, mis palabras a punto del deshielo, un aullido, los
labios coronados de su sexo, el sudor íntegro en el caos del
gemido, la hora cristalina en que se baten diamantinas
tranquilidades, la despaciosa cólera sumergida en el alba.
Necesito beber cementos, liviandades, sarcófagos
enmohecidos durmiendo en las carrozas, tornados de pisadas al
galope, aromas polvorientos que yacen en las hojas, el agua del
Leteo, deletreos, fogosos alerones en reparo, sabores de sirenas,
ojos vivos, porque esta sed se agrieta ultraterráquea.
100
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Que no te muerda una lluvia de piedras
Q
Que no se desbarate el gozo.
Que sigamos fundados en el irrespetuoso ámbito de la
/luminosa vida.
Que nos oscurezcamos y le demos a la sombra su pulido brío en el
/barro negro.
Que nada nos agriete el desamparo.
Que la penumbra sea una matriz de insomnios desbocados.
Que nada falte en tu rumor dormido y que la sangre habite
/incalculables llamaradas.
Que nada te hiera, ni el ardor del cosmos.
Que tempestades de dicha te cobijen y que la dicha sea en ti
/los sortilegios.
101
En los minutos y los versos sin cabeza
PPinto el primer trozo de fuego que me viene a la boca
en esta tarde de minutos sin cabeza:
Los veo
tiempos abofeteados por hospicios
con yugulares pariendo hojas en el ártico.
(?Seré el bebedor que se embriaga con su sangre¿)
La radio lleva ruedos capoteados en guitarras.
Una risa que bien podría tener la espina dorsal rota llega a interceder
fiscal de última sombra en el juicio donde el día se constriñe.
Quizás saldré a montar muletas por la calle
a ventilar silencios entre sabidurías empastadas.
Quizás confunda a un árbol diciéndole pantano.
Nada de caminatas acuchilladas por la luna
ni unidades remitentes del disparo
sólo este sonar de cacto en sus raíces
mientras me entierro en multitudes y me largo.
102
Índice
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
Eje del tiempo
11
I. EL REMEDIO CASUAL
El remedio casual
15
Que no se pierda nuestro canto
17
Sátrapa del desahucio
18
Solicitud a la piedra
19
La fosa
20
Cuenta
21
II. SORBOS DE BAR: EPÍGRAFES DEL SINSENTIDO
Sorbos de bar
25
The End´s revisited night
28
Morning glory mix in the sudden root of day
32
Del alcohol y otros tragos
33
En la sinceridad de las cantinas
39
Yo, señor indistinto
40
Elvia
42
Quiero beber hogueras
43
Escribo con una pluma explotada…
46
Iluminaciones
48
En tres toques
49
Su seguro tostador
54
Cruzas las horas en tambos
55
Segundo acto: hormigas
57
Un epígrafe, perdido…
58
105
III. EL EJERCICIO DE LA TEMPESTAD
Puro olvido
61
El ejercicio de la tempestad
62
Caen los ángeles…
65
Llorar a la Girondo
66
Padecer las calles
67
La neura
68
Por las aceras del trazo
69
Si los espacios eructan…
72
Los ecos del retrato
74
Definición
75
El muñón belicoso
76
Tensión
77
Muero el tiempo
78
En la palabra niebla
79
Arrastrar la indigencia
80
Contradicción insulsa
81
El paso cristalino
82
El destino triturado
83
Pequeñeces veteranas
84
A la manera de los malditos
85
Melancólico…
86
Pendular de la venganza
87
La evasión
88
Crujir de la idea
89
Todo en la vida existe…
90
106
El ejercicio de la tempestad
Daniel Maldonado
La luminosidad nutricia
92
Escribir
93
Hay que desandar palabras…
94
A las puertas del sueño, unas despedidas
95
Los animales que nos habitan
98
Necesito beber algo
100
Que no te muerda una lluvia de piedras
101
En los minutos y los versos sin cabeza
102
107
El ejercicio de la tempestad de Daniel Maldonado,
se terminó de imprimir en xxxxxx , con domicilio en Noruega 266, Residencial Los
Parques, Saltillo, Coahuila, C.P. 25279. Tel. 4 15 31 63,
el día xx de xx de 2012. Para su composición se utilizaron tipos de la familia
Schneidler. La impresión estuvo al cuidado de Claudia Berrueto y Rosario Contreras.
La edición consta de 1000 ejemplares.
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