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Sigmund Freud
XVI LOS RECUERDOS ENCUBRIDORES 1899
EN mis tratamientos psicoanalíticos (de histerias, neurosis obsesivas, etc.), he tenido repetidas ocasiones de
ocuparme de los recuerdos fragmentarios de los primeros años infantiles, conservados en la memoria
individual. Tales recuerdos poseen, como ya en otro lugar hemos indicado, una gran importancia patógena.
Pero, aparte de esto, el tema de los recuerdos infantiles ofrece siempre interés psicológico por hacerse en
ellos visible una diferencia fundamental entre la conducta psíquica del niño y la del adulto. Es indudable que
los sucesos de nuestros primeros años infantiles dejan en nuestra alma huellas indelebles; pero cuando
preguntamos a nuestra memoria cuáles son las impresiones cuyos efectos han de perdurar en nosotros hasta
el término de nuestra vida, permanece muda o nos ofrece tan sólo un número relativamente pequeño de
recuerdos aislados, de valor muy dudoso con frecuencia y a veces problemático. La reproducción mnémica de
la vida, en una concatenación coherente de recuerdos, no comienza sino a partir de los seis o los siete años, y
en algunos casos hasta después de los diez. Mas de aquí en adelante se establece también una relación
constante entre la importancia psíquica de un suceso y su adherencia a la memoria. Conservamos en ella
todo lo que parece importante por sus efectos inmediatos o cercanos. Olvidamos, en cambio, lo que
suponemos nimio. Si nos es posible recordar a través de mucho tiempo determinado suceso, vemos en esta
adherencia a nuestra memoria una prueba de que dicho suceso nos causó, en su época, profunda impresión.
El haber olvidado algo importante nos asombra aún más que recordar algo aparentemente nimio.
Esta relación, existente para el hombre normal, entre la importancia psíquica y la adherencia a la memoria,
desaparece en ciertos estados anímicos patológicos. Así, el histérico presenta una singular amnesia, total o
parcial, en lo que respecta a aquellos sucesos que han provocado su enfermedad, los cuales, por esta misma
causación, e independientemente de su propio contenido, han adquirido, sin embargo, para él máxima
importancia. En la analogía de esta amnesia patológica con la amnesia normal, que recae sobre nuestros
años infantiles, quisiéramos ver un significativo indicio de las íntimas relaciones existentes entre el contenido
psíquico de la neurosis y nuestra vida infantil.
Estamos tan acostumbrados a este olvido de nuestras impresiones infantiles, que no solemos advertir el
problema que detrás de él se esconde, y nos inclinamos a atribuirlo al estado rudimentario de la actividad
psíquica del niño. En realidad, un niño normalmente desarrollado nos muestra ya a los tres o cuatro años una
respetable cantidad de rendimientos psíquicos muy complicados, tanto en sus comparaciones y deducciones
como en la expresión de sus sentimientos, no existiendo razón visible alguna para que estos actos psíquicos,
plenamente equivalentes a los posteriores, hayan de sucumbir a la amnesia
La Teoría de Sigmund Freud sobre la interpretación de los sueños.
Sigmund Freud fue sin duda uno de las personas más influyentes dentro del desarrollo del pensamiento durante
el siglo XX. Su teoría que nuestras mentes guardan recuerdos y emociones en nuestro subconsciente
transformó la forma en la que los humanos estudiaban la mente humana.
Freud decía que a lo largo de la historia, hubo tres grandes humillaciones. El descubrimiento de Galileo que no
somos el centro del Universo; el descubrimiento de Darwin que no somos la corona de la creación; y su propio
descubrimiento que no controlamos nuestra propia mente.
La tendencia de terapias que utilizan la existencia de dificultades en la infancia o emociones reprimidas para
explicar problemas emocionales actuales empieza con Freud.
Uno de los descubrimientos más importantes de Freud es que las emociones enterradas en la superficie
subconsciente suben a la superficie consciente durante los sueños, y que recordar fragmentos de los sueños
pueden ayudar a destapar las emociones y los recuerdos enterrados.
A lo largo de su obra más conocida, La Interpretación de los Sueños, Freud utiliza sus propios sueños como
ejemplos para demostrar su teoría sobre la psicología de los sueños. Freud distingue entre el contenido del
sueño "manifiesto" o el sueño experimentado al nivel de la superficie, y los "pensamientos de sueño latentes",
no conscientes que se expresan a través del lenguaje especial de los sueños.
Freud mantiene que todos los sueños representan la realización de un deseo por parte del soñador, incluso los
sueños tipo pesadilla. Hay sueños negativos de deseos, donde lo que aparece es el incumplimiento de un
deseo. Para esto se dan varias explicaciones, entre las cuales está la satisfacción de una tendencia masoquista.
No obstante sigue en pie la conclusión general de Freud: los sueños son realizaciones disfrazadas de deseos
reprimidos. Según su teoría, la "censura" de los sueños producen una distorsión de su contenido. Así que lo
que puede parecer ser un conjunto de imágenes soñados sin sentido puede, a través del análisis y del método
"descifrador", ser demostrado ser un conjunto de ideas coherentes. Freud propone que al valor del análisis de
los sueños se radica en la revelación de la actividad subconsciente de la mente.
La teoría de interpretación de los sueños de Freud representa las primeras teorías de este con relación a la
naturaleza de la psicología de sueños inconscientes, la importancia de las experiencias de la infancia, el
lenguaje "hieroglífico" de los sueños y el método que el llama "psicoanálisis"
Freud considera que todo sueño es interpretable, es decir, puede encontrarse su sentido. La labor de interpretar
no recae sobre todo el sueño en su conjunto sino sobre sus partes componentes basándose en una especie de
libro de los sueños, donde cada cosa soñada significa tal otra cosa en forma rígida, sin considerar la peculiaridad
de cada sujeto. Primero se descompone el relato en partes, y recién al final surge la interpretación final o global,
en la cual se nos revela el sueño como una realización de deseos.
Recuerdos encubridores y recuerdos infantiles
El concepto de recuerdos encubridores fue acuñado por Sigmund Freud en 1899 para referirse a
los recuerdos conscientes que recubren a otros recuerdos que no pretenden aparecer en la
consciencia. Estos recuerdos encubridores no se conservan por su contenido sino que lo
hacen por la asociación que guardan con el recuerdo reprimido. Por tal motivo se los
considera una formación sustitutiva o solución de compromiso.
A diferencia de los recuerdos del adulto, los recuerdos infantiles,se caracterizan por ser nítidos,
indiferentes, visuales (aún en personas sin memoria visual) y refutables.
Se dice que los recuerdos infantiles son nítidos por la vivacidad con la que se conservan, e
indiferentes, porque el criterio de selección en la infancia no es el mismo que rige en la adultez. Es
por esto que las impresiones que permanecen de los primeros años de vida suelen ser irrelevantes,
mientras que en la memoria del adulto, se guardan vestigios que al sujeto le resultan importantes,
intensos y están plenamente cargados de afecto.
El aspecto visual de estos recuerdos infantiles refiere a la particularidad de que suelen ser en
imágenes y de que el sujeto que recuerda se ve como partícipe de las mismas
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