la mujer en el movimiento obrero

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LA MUJER EN EL MOVIMIENTO OBRERO
(Conferencia Universidad de Tarragona. 6 Abril 2000. Facultad de Psicopedagogía)
Por Maria del Mar Araus . Doctora en Historia
En la década de los años 90, Amnistía Internacional hizo una fuerte denuncia: Lo peor de
Iberoamérica y El Caribe es ser pobre, mujer, menor y negra o indígena. Cada año mueren en
todo el mundo un millón de niñas sólo por el hecho de haber nacido mujer. Las mujeres son las
víctimas invisibles de la década de 1990.
Desde este hecho que obedece, sin ninguna duda a un sistema injusto quiero comenzar la
ponencia. Me alegra enormemente que para analizar el presente se haya recurrido
primeramente al pasado y en concreto a una parte tan importante de la historia contemporánea
como es la Historia del movimiento obrero. Hoy día una de las atrocidades más grandes que se
está cometiendo es matar la conciencia histórica de manera premeditada. Está primando la
especialización pero no la cultura. No hay que olvidar que si el hombre no tiene sentido
histórico no es posible saber hacia dónde vamos.
Vamos a comenzar con 10 minutos de la película Daens, que recomiendo veáis en videoforum.
Narra la vida del Padre Daens en Dinamarca a finales del siglo XIX. Daens es destinado a un
pueblo obrero y allí descubrirá la esclavitud y muerte de los niños en el trabajo. Paro, miseria y
explotación será el entorno en que vivirá el movimiento obrero europeo y es desde dónde
entiendo que hay que situar la ponencia.
Las imágenes que habéis visto se sitúan en el siguiente contexto. En el siglo XIX se va a definir
un nuevo sistema económico: el capitalismo, que nace al amparo de la revolución industrial y
de las teorías liberales y cuyas premisas fundamentales serán la propiedad de los medios de
producción y la libertad de mercado y cuyo motor fundamental será el lucro, es decir, se va
acumular cada vez más riqueza en manos de unos pocos desencadenando la miseria obrera.
El proletariado va a vivir una situación de miseria material y también de miseria moral y cultural.
Los principales problemas que sufre son:
Régimen de trabajo duro, carente de seguros, con fuertes multas para los obreros que no
cumplían su trabajo y muy deshumanizado.
Etapas constantes de paro, que para ellos suponía la muerte por hambre.
Largas jornadas de trabajo: 70 á 80 horas semanales. Entre 14 y 16 horas diarias.
Alojamientos inhumanos: en sótanos y desvanes del centro de la ciudad, y después en
suburbios miserables.
Escasa alimentación, carente de lo básico para mantener la salud.
No existían condiciones sanitarias ni higiénicas, tanto en las fábricas como en las minas y en la
viviendas suburbiales (falta de agua, ventilación, contaminación...)
Estos desórdenes materiales van a provocar fuertes alteraciones morales como:
•
•
•
•
•
analfabetismo
alcoholismo
prostitución
hijos ilegítimos y abandonados
criminalidad
Un viejo anarquista llega a exclamar: “Todo es para los privilegiados, los brazos del padre y el
sexo de la hija".
El carecer de las necesidades básicas para vivir y la toma de conciencia como clase explotada
hace que el proletariado de una respuesta frente a la injusticia que vive. En el proceso de
formación de la conciencia del proletariado se van a dar dos momentos muy diferenciados:
•
Los orígenes del M. Obrero: que parten de su propia realidad, con unos valores
humanos muy arraigados procedentes de la cultura cristiana como, por ejemplo, el de la
Fraternidad o el de la universalidad.
•
Penetración de las ideologías. Surgen diversas corrientes ideológicas y desde donde
voy a tratar yo más específicamente el tema de la mujer en el M.O.
En la respuesta que dan son fundamentales dos claves para la liberación: Asociación y
Protagonismo.
Asociación: como medio para el cambio y la transformación social. Es necesario que los
pobres, los obreros creen sus propias asociaciones. La lucha por este derecho les va a ser muy
dura, sufriendo persecución, cárcel, exilio porque la asociación era considerada por los fiscales
como un crimen muy grave.
Protagonismo: el hombre es el único protagonista de su liberación y con los demás hombres
deben protagonizar la vida común, el bien común. La frase más característica del proletariado
es: La emancipación de los trabajadores ha de ser obra de los trabajadores mismos. La
solución a su situación de opresión no está en los de arriba, ni en los líderes, ni en las élites o
fuera de ellos mismos.
Evidentemente estas dos piezas van acompañadas de la creación de una cultura propiamente
obrera y unos valores como: el sacrificio, solidaridad universal, Amistad...
Desde este marco, este contexto comentado en muy grandes rasgos hay que entender que en
la práctica política, históricamente las mujeres obreras se han identificado mucho más con su
clase, han tenido más conciencia de vivir una situación de clase explotada debido a un sistema
que provocaba una economía, sociedad, cultura y política injusto, que una conciencia de
injusticia de sexos. La condición social ha prevalecido sobre la característica del sexo en las
organizaciones obreras. Puede afirmarse que, en el movimiento obrero, el factor clase obrera
da mayor cohesión que el factor sexo.
El conflicto que vive el movimiento obrero con el capitalismo, provoca que las personas sufran
un proceso de degradación tal, que hasta eses momento no se había conocido en ninguna
etapa anterior de la historia, y que llevan a la persona a vivir en la indignidad, tanto al hombre
como a la mujer. Por tanto, se entendía que la igualdad con el hombre sólo era posible en un
sistema social, económico, político y cultural distinto. Era necesario el cambio de sociedad, no
sólo una parcelita de la sociedad.
Lo que sí hay que decir, es que el movimiento obrero distinguía muy bien y hablaba de ello es
de mujer obrera y mujer burguesa, y de la que haré alguna alusión en alguna ocasión.
En este período de la historia no dio origen a movimientos de mujeres de grandes dimensiones.
Y esto puede deberse a varios factores:
1. Las organizaciones obreras incorporan a sus plataformas, frente a la burguesía,
reivindicaciones específicamente de la mujer. Incluso en algunas se crearon secciones
femeninas.
2. La mujer sufre una explotación, sobre todo, por ser obrera, por lo que no va a ser contra
los hombres de su clase contra los que luchen.
3. Las organizaciones de izquierdas se presentan como portadoras de una ideología que
reconoce la explotación de la clase obrera por la burguesía. Tanto una como otras
ideologías contemplan desde caminos, medios y fines diferentes la abolición de la
explotación de todo tipo, entre ellas la opresión de la mujer. En consecuencia, las
diferentes organizaciones deben manifestarse sobre el papel de la mujer en la lucha
general de la clase obrera.
4. El hecho de que las organizaciones de izquierdas luchaban por un sistema justo de
igualdad entre todos los hombres significó un ataque a un sistema injusto que supone la
promoción tanto del hombre como de la mujer.
Desde unas coordenadas vamos a ver como vieron las diferentes corrientes de la izquierda
histórica la cuestión de la mujer.
CORRIENTE ANARQUISTA
La cuestión de la liberación de la mujer nunca se convirtió en cuestión primordial entre los
anarquistas aunque en comparación con las demás tendencias de la izquierda española
dedicaron mucha atención a la cuestión. El fin de la lucha era la emancipación de la
humanidad, y por tanto la mujer sólo tenía que formar parte de la lucha del movimiento libertario
para conseguir su emancipación. Pero esto no era tan sencillo. Había una contradicción entre la
teoría y la práctica. Un texto de 1936 nos lo corrobora:
No comprendemos cómo un obrero, que es explotado tan inocuamente, se convierte en su
hogar en un tirano y en jefe de unos principios autoritarios que están en contradicción con la
libertad de su pensamiento... ¿Con qué conducta y con qué personalidad moral protestan estos
camaradas? ¿No es su hogar un pequeñito Estado violento y autoritario? ¿No es el patrón que
explota a su mujer y le arrebata sus libertades? ¿ No es el carcelero que convierte su hogar en
una fortaleza?.
El anarquismo reconoce la explotación de la mujer por el sistema capitalista. La mujer era "la
esclava del esclavo" explotada por el sistema social y también por el hombre, incluso por el
obrero. Los salarios que recibían las mujeres eran inferiores en un 60 ó 70 % a lo que percibe el
hombre. Bien caro le hacen pagar los hombres el apoyo que de ellos necesitan; la reducen a
esclavitud perpetua; algunos padres las explotan; algunos maridos las golpean, en el taller se
nos explota más que al hombre; en el hogar doméstico hemos de vivir sometidas al capricho del
tiranuelo del marido, el cual por el solo hecho de pertenecer al sexo fuerte, se cree con el
derecho de convertirse en reyezuelo de la familia.
La subordinación de la mujer se consolida en otro nivel, en el nivel cultural e ideológico. Para
Teresa Claramunt era necesario la liberación y la superación integral de la persona, tanto del
hombre como de la mujer. Ella como mujer y desde su experiencia de la explotación femenina
aporta un elemento nuevo sobre la emancipación de la mujer. Ella no espera que el hombre por
su propia iniciativa deje de asumir la posición de superiodidad que le caracteriza y asuma la no
explotación de la mujer, sino que afirma que la emancipación de la mujer tiene que ser llevada
a cabo por ella misma. Esta afirmación parte de principio autogestionario de que la
emancipación de los oprimidos ha de ser de ellos mismos.
Al igual que el obrero, la mujer debía educarse, cultivarse para salir de su estado de opresión. Y
esto tampoco era fácil. Pues cuando ellas salían en busca de una formación cultural a los
ateneos o centros obreros culturales, en muchos casos los mismos obreros anarcosindicalistas
pensaban que las mujeres acudían a estos lugares por motivos ajenos a su educación y más
bien buscando relaciones con los hombres.
En un artículo que se escribe en Solidaridad Obrera, explica como el desarrollo intelectual de la
mujer se ha determinado por la necesidad de la defensa frente a la opresión en todos sus
ámbitos, y los hombres cuando perciben la inteligencia de la mujer la llaman astucia, zorrería y
algunas barbaridades más. Es muy probable que fueran ignorantes porque no sabían saberes
de los libros, pero tenían cultura en el sentido de "saber vivir", es decir, de saberse defender y
atacar en las mil y una incidencias que el vivir diario plantea, y cuya solución no podía buscarse
en los libros. ¡Cuántas mujeres conocemos así!, ¡Verdad!.
El problema cultural fundamental era la falta de identidad de la mujer como punto clave de
dicha subordinación. Era necesario partir de un reconocimiento: El atropello de la dignidad, la
abdicación de nuestro individuo en otro, el convencimiento de nuestra pequeñez y la completa
convicción de nuestra inferioridad.
Federica Montseny se propone situar el problema de la mujer dentro de la perspectiva de la
transformación social de la sociedad que había esclavizado no sólo a la mujer sino también al
hombre. Por tanto se declara rotundamente en oposición al feminismo: Feminismo Jamás,
Humanismo siempre. Propagar un masculinismo es crear una lucha inmoral y absurda entre los
dos sexos, que ninguna ley natural toleraría. Para Montseny la cuestión de la mujer no puede
ser tratado desde el feminismo porque tiene dos defectos: la falta de ideal y la falta de ética. No
pone en cuestión los valores ni la estructura social vigente, ni presenta las reivindicaciones de
tipo político y social. Se limita por el contrario a pedir la igualdad con el hombre, pero una
igualdad equivalente a la que disfruta el hombre, es decir, una igualdad en el dominio y en los
privilegios. Acusa al feminismo de tener un horizonte moral estrecho. Ella considera que la
cuestión de la mujer debe ser tratado desde un punto de vista racional, sereno, humano,
equilibrado, en donde no hay que reivindicar cuestiones de sexo, o de clase, sino de solidaridad
universal.
Crear una sociedad así hace necesario el planteamiento de la promoción personal y colectiva,
es necesario la creación de una nueva persona humana. Una nueva mentalidad, una vida moral
nueva. La mujer al igual que el hombre tiene que edificar una nueva persona: con su amor a lo
bueno y a lo bello, el sentimiento de su dignidad, su uso y disfrute de una libertad inalienable.
El prototipo de mujer que Montseny se caracteriza por su dignidad y orgullo de sexo, su plena
confianza en sí misma y la conciencia de que de ella dependía los destinos y el porvenir de los
hombres y mujeres. Es asumir el derecho y el deber de vivir su vida y ser aquello que ella
quiere y no lo que quiera el hombre.
Una de las aportaciones que más sorprende de Federica Montseny es la que asignaba a la
convivencia común entre el hombre y la mujer. Para ella el problema no está tanto en el
problema social de desigualdad entre el hombre y la mujer como que es un problema de
AMOR. Amor abierto a todos los hombres, no de puertas hacia dentro entre los dos y su
descendencia. Es este amor la fuerza que mueve a los hombres, que puede hacer de sus vidas
una vida feliz o desgraciada, y para ello es necesario un IDEAL común, y de esta manera se
produce una comunión de almas, en donde no se admiten vencedores ni vencidos, pues es
este amor al Ideal lo que implica la más absoluta libertad e independencia tanto por parte del
hombre como de la mujer. Esto sólo puede ser posible desde una vida de promoción y no
desde la mediocridad.
En resumen podemos decir y concluir la visión de la Montseny respecto al problema de la
mujer: Los dos sexos están oprimidos y no solamente las mujeres. Por tanto hay sólo una
liberación por la cual tienen que luchar tanto las mujeres como los hombres. Es por esto que no
tenemos una organización para mujeres. Las mujeres son miembros de los mismos sindicatos
que los hombres. Ellas discuten y votan con los mismos derechos.
También hay que decir que el pensamiento de Federica no fue siempre coherente y demuestra
contradicciones importantes. Pues muchas veces muestra su falta de fe en la capacidad de la
mayoría de las mujeres para enfrentarse con sus problemas y solucionarlos, e incluso
demuestra escepticismo sobre el mismo uso que hace de su libertad.
Otros anarquistas como Sebastián Faure o Teresa Claramunt o Galo Díez parten de que las
mujeres tienen que tener movimientos propios y agruparse entre ellas, pues parten de un
axioma social "la emancipación de la mujer ha de ser obra de ella misma". Son ellas las que
tienen que llevar a cabo su liberación. Durante el primer tercio del siglo XX dan mayor
aceptación a este principio.
No podemos hablar de la cuestión de la mujer sin hablar del tema de la familia. Una de las
características negativas de la familia será precisamente la de constituir un órgano de
reproducción de la ideología burguesa. La explotación y la opresión características del régimen
social se reproduce en la familia. El núcleo familiar tiende a presentar una visión egoísta del
mundo al interesarse únicamente por los miembros de sus familia, deshaciendo así la tendencia
innata de la persona hacia la realización del bien común. Los ácratas destacan la función
antirrevolucionaria de la familia al inculcar una aceptación de los valores burgueses en sus
miembros. En este sentido hay declaraciones durísimas contra la familia: La familia ha sido
tenaz obstáculo, una barrera dispuesta siempre contra todo lo que signifique renovación,
dignidad, cultura. Incluso dentro de los anarquistas habrá sectores que aboguen contra la
eliminación de la familia, otros la transformación de la institución familiar.
Hay que tener en cuenta que la mujer en el movimiento obrero (no sólo en el movimiento
obrero) tiene un plus, es decir contempla la vida desde una espiritualidad y una transcendencia
que el mismo sufrimiento sentido por la opresión le ha dado. De esta manera la mujer, en el
movimiento obrero, en la familia obrera jugó un papel importantísimo. Tenía un deber
revolucionario y era el de no permitir al hombre y a sus hijos aflojar en sus cometidos hacia la
revolución social. En el momento en que el hombre se incorpora a la lucha, la mujer obrera lo
hace doblemente pues además asume la responsabilidad del hogar, y en los momentos de
encarcelamiento, de hambre, de huelga asume el mantenimiento moral y material del hogar, a
la vez que asume la tarea de infundir esperanza al Ideal y coraje y permanencia al militante
preso.
Por otro lado otra tarea fundamental de la mujer en la lucha social fue su papel de socialización
de los niños y su condicionamiento ideológico. La madre era quien inculcaba a los hijos un
sentido de valor revolucionario ajeno a la moral burguesa. La mujer madre tenía que dedicarse
con entrega a la causa del Ideal y preparar a sus hijos para hacer lo mismo. Tenía que hacer de
sus hijos verdaderos hombres libres, inteligentes, y adnegados que no retrocedan ante ningún
obstáculo combatiendo sin desmayo todo lo que signifique opresión, autoridad y explotación.
Pero este deber de la mujer de dar a la sociedad hijos dignos no podía desligarse del deber del
hombre.
La cultura se va a considerar uno de los valores fundamentales e imprescindibles para su
formación. La liberación de la clase obrera no fue posible si no se hubiera creado una cultura
propiamente obrera frente a la cultura burguesa. Destacar en este sentido que en Abril de 1936
nace la revista Mujeres Libres, como órgano de expresión de un pequeño grupo de mujeres con
el fin de educar y crear una conciencia a la mujer. Este órgano de expresión se creó al margen
de cualquier medio y organismo libertario. Se celebraron, incluso conferencias nacionales, con
asistencia de delegaciones de diferentes provincias.
Desde el principio Mujeres Libres se identificó con la lucha de la clase obrera para conseguir la
liberación en todos los sectores de la sociedad, ( de hecho el programa político se identifica con
el de los medios anarquistas) pero pensó que el desarrollo de la persona revolucionaria había
quedado en parte frenada por la actitud machista de muchos miliatntes revolucionarios. En este
sentido consideran que la mujer tiene una doble lucha. Por un lado el deber de luchar por una
sociedad más justa eliminando todo tipo de explotación del hombre por el hombre y todo tipo de
autoritarismo y por otro lado luchar por la liberación como persona humana. Por tanto lucha por
la libertad exterior y lucha por la libertad interior y establecer su propia identidad.
Mujeres Libres desató una serie de hostilidades entre los demás órganos anraquistas, porque
consideraban que no era necesario un órgano específicamente de mujeres, pero lo que no cabe
duda es que constituyó una fuerza. Trató problemas tan importantes como el de la familia, la
prostitución, la producción y el trabajo y sobre todo concedió mucha importancia a la cultura
como medio de promoción en este caso de la mujer. Consideraban que la cultura era de
máxima importancia para la promoción personal y colectiva. Se trataba de fomentar una
educación cultural integral, que permitiera el encuentro de la mujer con su propia identidad. La
labor cultural de Mujeres Libres se desarrolló, sobre todo, a través de los institutos , del Casal
de la Dona Treballadora de Barcelona y de las agrupaciones locales de la clase obrera. Por
ejemplo su programa abarcaba:
.- clases elementales: Leer, escribir, aritmética, geografía, gramática
.- Clases complementarias de la enseñanza elemental: Historia universal, inglés, francés, ruso,
mecanografía, taquigrafía
.- Clases complementarias profesionales: Enfermería, puericultura, peritaje, comercio, corte y
confección, avicultura... y sus correspondientes prácticas.
.- Formación social: Cursos de sindicalismo, sociología, economía, conferencias semanales de
amplia cultura
Otras actividades eran charlas, conferencias, en sindicatos, en el campo, talleres, fábricas, la
radio.
CORRIENTE MARXISTA
La ideología marxista también trató la cuestión de las mujeres. Ellos consideraban que no eran
necesario organizaciones específicamente femeninas. La mujer tenía los mismos deberes y
derechos que los hombres en el partido u organizaciones. Para ellos el determinsimo
económico es claro: "la preponderancia del hombre es por su preponderancia económica".
Además, en particular se debe también a la existencia de la propiedad privada. Ellos en su
programa de partidos incluyen la siguiente nota: No puede haber ninguna liberación de la
humanidad sin la independencia social y equiparación de los dos sexos".
En esta corriente me gustaría resaltar a Rosa Luxemburgo, "Rosa La Roja", que así la llamaban
sus detractores. Rosa Luxemburgo NACE EN Zamoc (Polonia) en el seno de una familia culta
acomodada perteneciente a la clase media, de la que formaban parte otros cuatro hermanos.
Pronto se trasladan a Varsovia, en donde Rosa aquejada de un dolor en la piernay tras un
diagnóstico equivocado, recibe una cura contraindicada y como resultado le queda una
pequeña deformación en la cadera y una ligera cojera. Es una estudiante muy aventajada y
será de las pocas jóvenes hebreas que serán aceptadas en el Liceo de Varsovia. Allí entraría
en contacto con círculos de estudiantes de influencia marxista que operaban en la
clandestinidad y donde Rosa comienza a colaborar activamente. Con 19 años tiene que
abandonar clandestinamente Varsovia y se instala en Zürich con una familia de
socialdemócratas alemanas también exiliados. Con 20 años se inscribe en la universidad de
filosofía para estudiar matemáticas y ciencias sociales y con 22 años pasa a la facultad de
Ciencias Políticas. Desde ese momento y ya hasta su muerte comienza su compromiso con la
clase obrera, a través de poner al servicio de ésta todo su pensamiento. Durante toda su vida
va a colaborar activa y clandestinamente con muchos órganos de expresión, asumiendo incluso
la dirección de algunos. Su labor como escritora fue muy fecunda.
A los 25 años había conseguido ser escuchada y respetada por los máximos representates del
movimiento socialista internacional, aunque esto no quiere decir que en ocasiones no
manifestara haberse sentido vapuleada, no sólo por ser mujer y joven, sino por haberse
atrevido a tutear y criticar política y públicamente a los viejos líderes de la socialdemocracia
alemana, representando el ala de izquierda y criticando la práctica parlamentaria cada vez más
conservadora del partido alemán.
Llega a enfrentarse al autoritarismo de Lenin, pues está convencida que los asuntos del
proletariado deben decidirlo ellos mismos. Afianza unas bases muy sólidas de su pensamiento.
Lo que más resaltaría yo de éste es que fue una gran defensora de la "fraternidad internacional"
de la clase obrera, frente al nacionalismo de los partidos de izquierdas que ese momento
estaba emergiendo. El tema de la huelga se convertirá también en una cuestión esencial que la
obligará poco a poco a adoptar posturas cada vez más radicales y críticas. Considera la huelga
como el arma privilegiada contra la guerra. Sus discursos pacifistas y públicos contra la guerra,
el militarismo y a favor de la fraternidad internacional se suceden. A pesar de los alegatos
contra la guerra y contra el patriotismo desenfrenado, el grupo parlamentario socialdemócrata
vota los créditos de guerra. En 1916, junto con otros militantes funda la Liga Espartaquista, que
actúa prácticamente en la ilegalidad.
Rosa será encarcelada en muchas ocasiones y en uno de sus arrestos junto a Karl Liebknecht,
disparan sobre ellos, perdiendo la vida con 47 años. En 1925, la III Internacional condena a
Rosa Luxemburgo, provocando el más absoluto silencio sobre la vida, pensamiento y obra de
Rosa.
Fue una mujer lúcida y luchadora y aunque Rosa no se sintiera oprimida en el plano personal,
en sus relaciones con los hombres que la conocieron y amaron, sufrió, en cambio, una
discriminación política indudable, como judía, como polaca y como mujer, discriminación de la
que fue consciente. Si bien hay que empezar por admitir que Rosa Luxemburgo no fue nunca
una feminista en el sentido moderno del término y constatar que siempre se negó a militar
activamente en el seno de organizaciones femeninas, pero no quiere decir que el tema de la
mujer militante le fuera indiferente. A través de sus cartas podemos ver cómo trata el tema.
Para ella la contradicción fundamental es la de capital y trabajo, no la del hombre y la mujer.
Sus exigencias políticas están profundamente arraigadas no en el antagonismo entre el hombre
y la mujer, sino en el abismo social que separa a la clase de los explotados de la clase de los
explotadores, es decir, en el antagonismo entre el capital y el trabajo. Su misma concepción de
la revolución es lo que es capaz de acabar con todas las opresiones existentes (de clase,
nacionales y sexuales); y que la mujer tiene una gran capacidad revolucionaria en cuanto que
es mujer proletaria, estableciendo un anatagonismo entre la mujer burguesa y la mujer obrera.
Considera que el partido, o la organización obrera es el único vehículo capaz de canalizar la el
cambio de todos los sectores sociales oprimidos, incluidas las mujeres.
Considera que en todos aquellos distritos en que existe una fuerte organización obrera se debe
a las mujeres pues son ellas las que se encargan de distribuir la propaganda, ese arma tan
importante para el movimiento obrero.
Considera la importancia de luchar por el voto femenino y que conseguirlo debe ser
responsabilidad común de clase, de las mujeres y de los hombres del proletariado. Consideraba
que el Estado actual negaba el voto a las mujeres obreras y sólo a ellas porque le temía y
consideraban que podía ser una amenaza para las instituciones tradicionales. Sin embargo, si
se tratara del voto de las damas burguesas, el Estado Capitalista lo considerará como un apoyo
para la reacción. La mayoría de estas mujeres burguesas, se alienarían como dóciles corderitos
en las filas de la reacción conservadora y clerical si tuvieran derecho al voto. Las mujeres de la
burguesía no son más que co-consumidoras de la plusvalía que sus hombres extraen del
proletariado. Y los consumidores son a menudo mucho más crueles que los agentes directos de
la dominación y la explotación de clase a la hora de defender su derecho a una vida parasitaria.
Para ella, sólo la mujer militante, proletaria era capaz de acceder a la categoría de ser humano,
pues sólo la lucha, la creación de una nueva cultura, el formar parte de la historia de la
humanidad, nos convierte en eseres humanos.
Para la mujer burguesa su casa es su mundo. Para la proletaria su casa es el mundo entero, el
mundo con todo su dolor y su alegría, con su fría crueldad y su ruda grandeza. La proletaria es
esa mujer que emigra con los trabajadores de los túneles desde Italia hasta Suiza, que acampa
en barracas y seca pañales entonando canciones junto a rocas que, con la dinamita, vuelan
violentamente por los aires. Como obrera del campo, como trabajadora estacional, descansa
durante la primavera sobre su modesto montón de ropa en medio del ruido, en medio de trenes
y estaciones con un pañuelo en la cabeza y a la espera paciente de que algún tren le lleve de
un lado para otro. Con cada ola de miseria que la crisis europea arroja hacia América, esa
mujer emigra, instalada en el entrepuente de los barcos, junto con miles de proletarios
hambrientos de todo el mundo para que, cuando el reflujo de la ola produzca a su vez crisis en
América, se vea obligada a regresar a la miseria de la patria europea, a nuevas esperanzas y
desilusiones, a una nueva búsqueda de pan y trabajo.
Sí quisiera resaltar como abordan el tema del Amor Libre. Otro tema también muy tratado al
hablar de la mujer. Lenin en correspondencia con una militante dice lo siguiente: prácticamente
es una reivindicación burguesa y no proletaria. Considera que es una interpretación burguesa la
concepción del amor libre como liberación de la seriedad en el amor oo en la procreación. El
amor libre no es tomar y dejar amantes todos los días, pues eso es prostitución libre con todas
sus repugnantes y lógicas consecuencias. En este sentido aconseja contraponer el matrimonio
pequeño burgués, que es en muchos casos un contrato sin amor a lo que debiera ser el
matrimonio proletario con amor, y un amor de libertad y de lucha. Detrás de este tema estaba el
de la sexualidad. Lenin critica la excesiva discusión de los problemas sexuales en los círculos
de discusión y lectura y argumenta lo siguiente: Me parece que esta exhuberancia de teorías
sexuales, que en su mayor parte no son más que hipótesis, y no pocas veces hipótesis
arbitrarias, brota de una necesidad personal, de la necesidad de justificar ante la moral
burguesa, implorando tolerancia, las aberraciones de la propia vida sexual anómala e
hipertrofiada. A mí me repugna por igual ese respeto hipócrita a la moral burguesa y esa
constante insistencia en la cuestión sexual. Por mucho que se las dé de rebelde o
revolucionaria, esta actitud es, en el fondo, perfectamente burguesa. Es en realidad una
tendencia favorita de los intelectuales y de los sectores afines a ellos.
CORRIENTE SOCIALISTA
Para el caso de España, el PSOE, cuando comienza a tratar específicamente el tema de la
mujer lo hace desde la línea reformista y socialdemócrata que los partidos socialistas europeos
habían entrado a partir de los años 70 del siglo XIX, consolidándose con la II Internacional. El
programa mínimo siguiendo una línea claramente electoralista fue precisamente el tema de la
concesión al voto de la mujer lo que mayor interés suscitó entre los miembros del partido y
dedicaron un número considerable de artículos al tema en los órganos de prensa socialista.
Además de ésto procuró establecer un programa de reformas laborales en cuanto al trabajo de
la mujer, prohibiendo todo trabajo poco higiénico, reivindicando un salario igual a todos los
trabajadores de uno u otro sexo. Abogaban por una protección especial de la obrera
embarazada con su período de descanso pagado.
Las elecciones a Cortes de 1933 ( en ese mismo año las mujeres participaron en acciones
contra la subida del pan y de las subsistencias, en distintas localidades de la provincia de
Vizcaya, como Granada, Madrid, Almería, Málaga, Valencia, Bilbao y Murcia. Estas acciones
consistían en asaltar vagones de trenes, camionetas, tranvías de carga para apoderarse de los
comestibles que transportaban, así como a tiendas de comestibles, panaderías y almacenes
para hacerse con los productos) constituyeron las primeras donde la mujer pudo hacer uso de
su derecho al voto en unas elecciones legislativas. En su campaña electoral del PSOE puso
mucho interés en conseguir el voto de la mujer y de este modo perfiló su táctica electoral. En
ella destacó los siguientes puntos de actuación:
1. Nombramiento de mujeres como candidatas a las elecciones siempre y cuando
reunieran las condiciones necesarias.
2. Impulsar la propaganda entre las mujeres.
3. Incluir a una mujer entre los oradores de los mítines electorales aunque tuviera que leer
su discurso.
La base de la propaganda socialista se centraba a dos factores: la mejora de las condiciones
legales de la mujer y la protección de la familia frente a la destrucción. Los slóganes políticos a
las mujeres eran sintomáticos: ¡Mujer! Tu voto debe ser socialista. Por solidaridad con tu
marido, por el futuro de tus hijos. Se insta a las madres a votar socialista para que los hijos no
puedan acusar a las madres de haber impedido las mejora de su condición de vida.
En la campaña electoral de 1936, las elecciones llevaron a la victoria al Frente Popular y cinco
escaños fueron ganados por mujeres: Margarita Nelken por Badajoz, Julia Álvarez por Madrid,
Matilde de la Torre por Oviedo, Dolores Ibarruri Comunista) por Oviedo y Victoria Kent por Jaén
(de Izquierda Republicana).
A partir del triunfo del Frente Popular se esboza un posible programa de cara a las mujeres:
1. Resucitar las leyes en torno a la paternidad y capacidad jurídica de la mujer que habían
quedado en el terreno de proyectos en las Cortes Constituyentes.
2. Humanización de la vida de la mujer trabajadora
3. Limitación de la Jornada de trabajo de la ama de casa
4. Acabar con el aislamiento de la mujer dedicada al trabajo doméstico
5. Concesión de salarios suficientes a las mujeres trabajadoras
6. Preocupación, por parte del Estado y de las organizaciones obreras, por los hijos de los
trabajadores.
CORRIENTE CRISTIANA
La anarquista Teresa Claramunt publicó un artículo en el que venía a decir que lo primero que
tenía que hacer la mujer era liberarse de las cadenas de la religión. Creo en cierta manera que
no tuvo muy en cuenta la realidad, porque la mujer obrera mantenía una gran espiritualidad,
tenía un gran sentido de Dios, que es lo que le llevaba a mantener la lucha de una manera
permanente.
La mujer cristiana obrera tenía una gran conciencia de lo universal, de lo social, del mundo
obrero y de la lucha, con los valores que esto conlleva de sacrificio, humildad (que no quiere
decir ser humillado, sino que es considerado como una virtud de las más importantes, pues la
humildad es la primera etapa para aceptar la transformación de nuestra persona y sobre todo
convertir el pensamiento hacia un pensamiento solidario. Hoy día muy pocos queremos
transformar la mentalidad) y pobreza identificándolo con la fraternidad-igualdad, y la Justicia. La
fuerza de la mujer obrera es que tiene una gran capacidad para el sacrificio, sacrificio silencioso
hecho con toda sencillez, la que se dá gratuitamente sin miras egoístas. Quien no ha visto a
una mujer obrera que después de estar harta de trabajar, pasar noches enteras junto a la cama
de una vecina enferma o quitarse de comer para dárselo a los hijos de su vecina. Era muy
frecuente que muchas mujeres se pusieran a limpiar escaleras o trabajar como criadas para dar
ese dinero a la asociación obrera. La libertad de la mujer supone la total promoción de la mujer
como persona y su aportación a todos los sectores de la sociedad, es una condición de la
libertad humana, que lleva a la solidaridad universal, con todas las mujeres e incluso con toda
la humanidad. La característica fundamental de la mujer obrera cristiana fue la pobreza, en
ningún caso identificada ésta con la miseria. Aportan a la historia la solidaridad porque
entendían que la Justicia, la nueva sociedad sólo podía ser implantada desde el compartir lo
necesario para vivir. Tenían un gran sentido de la vida porque su vida transcendía a un gran
sentido de Dios. La militante obrera lleva en su carne y su corazón toda las inquietudes de la
clase obrera. Es la mujer que ha sido capaz de preocuparse de los otros prenscindiendo de ella
y de sus propios problemas. La que trabaja sin esperar el éxito, la que se dá gratuitamente,
negarse porque todo lo que somos, valemos y podemos es en los demás.
A través del testimonio oral y escrito que nos legan consideran que la lucha social en el campo
obrero debía poner en relación con todos los ambientes y obliga a todas las personas: tanto
hombres como mujeres. En este sentido habría de tomar conciencia de los deberes en el
trabajo, el barrio, la familia; obrar teniendo en cuenta que no somos individuos aislados y nos
obliga, nos fuerza a preocuparnos sobre el bien común, a vivir la comunidad de bienes de toda
clase: materiales, intelectuales, morales y espirituales. La militante obrera por fidelidad debe
intervenir activamente en la promoción del bien común por afectar éste a todas las personas
que forman la familia humana. Es deber nuestro el trabajo activo en la resolución de todos los
problemas que se plantean en el mundo del trabajo y nuestra presentación en todas las
instituciones que surgen dentro y alrededor de él. Se tenía mucha conciencia de exigir el que se
considerase la dignidad de la persona, respondiendo a los deberes que tiene el obrero y no a
los derechos. Este responder a los deberes nos lleva a la acción y el compromiso de por vida.
Este compromiso lo adquiere la mujer aunque no trabaje fuera de la casa.
La promoción de la mujer requiere: una toma de conciencia de los valores personales, que le
confieren su propia identidad; una responsabilidad colectiva con respecto a la importancia de su
papel político y social, mediante una progresiva formación y la adquicisión de un mayor sentido
de la asociación como fuerza de cambio. Consideran la cultura como el mayor instrumento para
su liberación. Las mujeres trabajadoras sufren esclavitudes porque encuentran graves
dificultades para dominar, dirigir su propia existencia. Sienten la necesidad de dominar la propia
vida, ser dueña de sí misma, del mundo exterior, del porvenir
CONCLUSIONES
1. Cuando existe un sistema en el que lo social, económico, político y cultural es injusto, en
donde las estructuras y las instituciones van contra la persona, el cambio no puede
plantearse desde lo parcial, sino desde lo global y desde la raiz, yendo a las causas que
generan la opresión. Tanto el hombre como la mujer tienen el deber de luchar por el
cambio de sociedad y plantearse la dignidad como personas y no como sexos.
2. La clave de la liberación del hombre y de la mujer está en el PROTAGONISMO, en la
PROMOCIÓN, es el derecho de organizar y dirigir sus propios asuntos, promoviendo el
bien común. De esta manera su vida se convierte en una marcha hacia la libertad
3. La mujer ha pasado a la historia del movimiento obrero como la madre de la Solidaridad,
sin su capacidad de resistencia y de lucha no habría habido movimiento obrero.
Fuente: Solidaridad.net
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