ANTONIO MACHADO Fue hijo de una familia de intelectuales que se trasladó a Madrid cuando nuestro poeta tenía sólo ocho años. Cuando Antonio tenía 18 años muere su padre y tiene él que dedicarse a trabajar para sacar adelante a su familia: se convierte en actor teatral. En 1899, va junto con su hermano Manuel, a París, como traductor. Allí conoce a Rubén Darío, que le influirá en la primera parte de su producción literaria. En 1903 vuelve a Madrid y colabora en revistas y periódicos como Helios, Blanco y negro, El País, etc. Posteriormente obtiene una cátedra de francés en el Instituto de Soria, donde transcurre una etapa fundamental de su vida: allí conoce a Leonor Izquierdo, mucho más joven que él, con quien se casa en 1909. Poco después, en agosto de 1912 la joven esposa muere como consecuencia de una violenta hemoptisis y él, muy afectado, se traslada a Baeza, aunque su alma permanecerá siempre en Soria. En 1927 es elegido miembro de la Real Academia de la Lengua Española. En 1932 obtiene una cátedra en el Instituto Calderón, de Madrid, donde le sorprende la guerra civil, participando del lado republicano. Se traslada a Valencia donde vive una temporada y desde allí, pasando por Barcelona, se exilia a Francia en 1939, muriendo en Colliure el 22 de febrero de ese mismo año. Machado, a pesar de ser un poeta no muy fecundo, escribió obras poéticas importantes que han dejado honda huella en la posteridad; entre ellas deben citarse Soledades, galerías y otros poemas, (1903-7), a la que pertenece el poema que vamos a comentar, Campos de Castilla (1912-17), Nuevas canciones (1924), Poesías en guerra (1937). En prosa publicó un conjunto de artículos, párrafos sueltos o cortos diálogos bajo el nombre de Juan de Mairena y, por último, con su hermano Manuel algunas piezas teatrales entre las que destacan, La Lola se va a los puertos, La duquesa de Benamejí, etc. Los temas predilectos de Machado no son abundantes, pero sí muy reiterados a lo largo de sus páginas. Destacaríamos cuatro: a) El tiempo, es el tema más importante y, según el propio poeta, posee una influencia esencial en la vida. Para expresar la temporalidad el poeta se sirve de las distintas partes del día o bien del diálogo entre el propio poeta y elementos que para él indican temporalidad: mañana, noche, fuente o agua. b) La filosofía, le preocupa también por la temporalidad. Es de destacar la influencia de autores como Kant, Hegel, Schopenhauer y Bergson. c) La religión, donde deben distinguirse dos aspectos fundamentales: el propiamente religioso que Machado criticó en su aspecto fetichista, y el tema de Dios a quien don Antonio buscó durante toda su vida sin conseguir encontrarlo. d) La patria, donde aparece como auténtico noventayochista, es decir, un hombre preocupado por la realidad española de su época, que Machado denuncia y critica: la despreocupación, la superficialidad, la ignorancia, los vicios, etc. Resumiendo, Machado ha pasado a la posteridad y ha influido en otros poetas fundamentalmente por los siguientes rasgos: - La hondura en el enfoque de los problemas humanos. - La identificación de un poeta con su tierra. - La fidelidad a sí mismo. - Por ser una de las cimas poéticas del s. XX. En 1903 publicó Machado una obra con el título de Soledades, que contenía 60 poemas. A esta primera versión se le añadieron 31 poemas que constituyen las “Galerías” y cinco poemas más que forman la agrupación denominada “Otros poemas”. La obra se publica de manera definitiva en 1907 con el nombre de Soledades, galerías y otros poemas. El libro apareció en un panorama puramente modernista, pues en 1888 aparece la obra Azul, en 1896 Prosas profanas y en 1905 Cantos de vida y esperanza, todas ellas de Rubén Darío. Junto al autor nicaragüense publican obras también de carácter modernista autores españoles de los que sólo vamos a nombrar los más significativos: Poemas paganos (1896), de Manuel Reina, La corrida de toros (1889), de Salvador Rueda, El alto de los bohemios (1902), de Villaespesa. Sin embargo, Soledades rompe, en parte, con el Modernismo, pues aunque algunos poemas tienen carácter modernista, el modernismo de Machado es mucho más íntimo y personal que el de los autores citados anteriormente. Es innegable que en algunos poemas de la obra (XXVI, XXXI, etc.) predomina la forma sobre el contenido y que la emoción que el autor nos transmite se nota poco verdadera y es casi exclusivamente estética; sin embargo, la mayor parte del libro encierra un contenido que poco tiene que ver con el Modernismo propiamente dicho. Es importante destacar el simbolismo que poseen muchos elementos de la obra (agua, tarde, tiempo, sueño, fuente, etc.) que le sirven a Machado para expresar sentimientos hondos y profundos. Con sólo abrir la obra vemos cómo Machado se asombra ante lo que observa, fundamentalmente paisaje, y vemos cómo éste le produce dos emociones entremezcladas, la pena y la esperanza y como consecuencia aparece el tono fundamental y más característico de la obra: la melancolía, que, repetimos, le viene producida por la observación del paisaje o simplemente por un recuerdo de su infancia o su juventud. El recuerdo es un mecanismo al que recurre con muchísima frecuencia. Según Sánchez Barbudo en la obra aparecen cinco grupos de poemas: unos expresan pasmo o asombro ante lo que el poeta observa; otros hacen alusión a la falta de amor (Machado siempre se quejaba amargamente de que las mujeres no le querían) o a una vieja angustia. En tercer lugar aparece un grupo de poemas que nos hablan de recuerdos, sueños y galerías íntimas; otros poemas se refieren a descripciones e impresiones que siente el autor ante lo que observa. Un último grupo aparte, el menos importante y numeroso, recoge los poemas de carácter modernista. ANTONIO MACHADO Símbolos en su poesía EL AGUA: inexorable fluir del tiempo. Agua de la fuente – ilusión y también monotonía del vivir; el río – fluir de la vida; el mar o el agua quieta- la muerte, donde desemboca “el río” símbolo de raíz manriqueña (“Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar”) LA FUENTE: el agua que brota, símbolo de anhelos, de ilusiones. EL CAMINO: la vida en su devenir (transcurso), como peregrinaje y búsqueda. EL AIRE: libertad del hombre. EL FUEGO: la poesía amorosa. LA TIERRA ( ARENA ): la realidad solitaria. LA TARDE: momento propicio para la meditación; decaimiento,apagamiento, melancolía, nostalgia, expresión de la lucha entre la luz y las sombras; premonición de muerte. LA CRIPTA, EL LABERINTO O LAS GALERÍAS: la búsqueda del mundo interno, del alma. EL ESPEJO: el lugar donde se proyectan los recuerdos y los sueños. LA COLMENA: la creación poética. EL JARDÍN: la intimidad. Todos estos signos simbólicos se relacionan directa o tangencialmente con el elemento fundamental que golpea con insistencia en los versos de Machado: el tiempo. La poesía, dice, es “palabra esencial en el tiempo”; es, añade, el diálogo de un hombre con su tiempo, con el tiempo de su existencia. El poeta ha de captar la esencia de las cosas (el misterio del hombre y del mundo) y expresar el transcurso del tiempo (el fluir de la vida): esencialidad y temporalidad son los dos supuestos básicos de la poesía de machado. Agua y fuente: el agua refleja los deseos y sentimientos del autor, el alma del poeta. La fuente es un símbolo de meditación y de reflexión sobre la tristeza. Ej.: “Fue una clara tarde…”. Tarde: significa la muerte, es el momento para meditar sobre el paso del tiempo y el amor. Ej.: “Es una tarde cenicienta y mustia”. Galerías: laberintos que conectan la realidad y el sueño. Ej.: “Las ascuas de un crepúsculo…”. Noche: confidente y amiga del poeta, tristeza, miedo y pesadilla. Ej.: “Soñé que tú me levabas…”. Río: camino o viajero, se plantea la angustia existencial. Ej.: “A un olmo seco”. El fuego: la poesía amorosa Camino: la vida en su devenir (transcurso), como peregrinaje y búsqueda Aire: libertad del hombre. Concepción poética y temas Machado definió la poesía como el “diálogo de un hombre con su tiempo”. El pensamiento poético parte de la intuición vivida, temporal, a diferencia del pensamiento lógico, que se basa en conceptos. La preocupación temporal es la base de los tres grandes temas de Machado: - El tiempo: Al poeta le interesa el tiempo en cuanto tiempo vivido, no como mera abstracción. En sus versos dialoga con su tiempo, con la mañana, la arde, la noche, el agua o la fuente, símbolos de la temporalidad. Hay un sentimiento de angustia ante el paso del tiempo, ante el desvanecimiento de las cosas, ante la nada, aunque también se refiere a temporalidad como fluidez y movilidad en oposición a rigidez. Carlos Bousoño denomina “superposición temporal” al procedimiento machadiano por el cual se superponen tiempos sin compararse entre sí. Su misión es transmitir la impresión del paso irreparable del tiempo y el consecuente sentimiento de melancolía. - El sueño: Para Machado es la única forma posible de conocimiento; tanto los que se sueñan con los ojos abiertos como cerrados. En ellos, el hastío es la nota predominante. Sueña la naturaleza como proyección del poeta. - El amor: La amada apenas si figura como criatura carnal, objeto erótico. La figura femenina aparece de manera etérea, casi fantasmal, surgida como ensoñación. Hay alusiones a la falta de amor, como causa de su tristeza.