Dossier de Prensa Internacionales Mi Muñequita, o el complot de un teatro cruel Apenas el segundo estreno del XV Festival de Teatro Centroamericano y ya tenemos una obra muy difícil de superar. Mi Muñequita, del grupo uruguayo Complot, es una de las mejores puestas en escenarios salvadoreños en los últimos años. Este sábado 19 de abril se despide de San Salvador en el Teatro Luis Poma. Carlos Dada / Fotos:José Cabezas [email protected] Publicada el 19 de abril de 2008- 02:00 p.m. - El Faro Es difícil imaginar que una presentación de personajes tan plástica como la de Mi Muñequita derivará en una experiencia abrumadora en el teatro; en salir aturdido, con la boca abierta y una total rendición a lo que se acaba de ver. A un ritmo trepidante, con parlamentos a mil por hora y una impresionante expresión corporal; con un humor negro que se convierte en cinismo; y con la conocida “Por qué te vas” como leit motif musical, seis actores nos presentan una obra cruel disfrazada de pastel. La historia, que en las obras normalmente se va desarrollando poco a poco, en Mi Muñequita lo hace golpe tras golpe. Con una entrada de musical naïve, se nos presentan seis personajes cantando y bailando: la Niña (la extraordinaria Dahiana Méndez); la Muñeca (Cecilia Cósero); la Madre (Cecilia Sánchez); el Padre (Leonardo Pintos); el Tío (Mateo Chiarino) y el Mayordomo (Leandro Núñez). Madre e hija bailan y cantan con una candidez casi idílica. Comenzamos a acomodarnos en las butacas, listos para una obra ligerita, cuando cae el primer golpe. Seco. Odioso. Perturbador. Es apenas la primera señal de que estamos viendo otra cosa a la que ya no es tan fácil acomodarse. Cuando madre e hija vuelven a bailar y cantar, ya no hay alegría, sino un sentimiento de impotencia ante la visión de una niña que está cayendo en una trampa de la que saldrá nuevamente lastimada. Aún así, ese primer golpe es insuficiente para preparar al público ante lo que se viene, a ritmo de cancioncitas, bailes y parlamentos aventados a bocajarro a ritmo de anunciadores de baratijas. Es un contraste macabro. Es una experiencia dolorosa. Es una niña que vive en un entorno en el que todo es despiadado. Hasta su muñequita, que tiene ideas tan inocentes como sugerir el asesinato de la madre. Es una niña que no se va a salvar. De nadie. Ni de la madre, ni del padre, ni del tío ni de la muñeca. Es una niña condenada a ser la víctima de un perverso juego de adultos. Y en el camino, algo de ella también va a morir. Es una experiencia terrible, entre las risas del público. “No te preocupés, muñequita. Yo te voy a proteger”, dice la niña. Y la muñequita contesta: “Y a vos, ¿quién te va a proteger?” Nadie. Nadie. Y vuelve a sonar la canción: Junto a las manillas de un reloj/esperarán/todas las horas que quedaron por vivir/esperarán. Gabriel Calderón, autor y director de la obra, dice que de niño no le gustaba el teatro. A los ojos de quienes tengan el privilegio de ver Mi Muñequita esto no puede ser más que un descaro monumental. Calderón escribió la obra a los diecisiete años y la montó poco después de cumplir los veinte en un Montevideo que se le entregó de inmediato, a tan temprana edad. Al menos eso narran las crónicas que aún pueden encontrarse sobre este montaje, que le valió al novicio dramaturgo y director todos los reconocimientos al grado de que la prensa especializada de su país habla del teatro joven antes y después de Calderón, y hasta de teatro “a lo Calderón”. Pero Mi Muñequita no funciona sin actores como los que consiguió el joven director. Con total dominio de su cuerpo, jugando cerca de la pantomima, han conseguido un tono perfecto para una obra muy difícil de interpretar. Es una actuación brillante. Por eso se ganan aplausos de pie. Y por eso, muchas horas después de abandonar el teatro, la obra sigue metida en mi cabeza, dando vueltas y vueltas. Y pienso en Katya Miranda… Los uruguayos ponen el acento al Festival Con un elenco enérgico y perfectamente articulado, la compañía uruguaya Complot ofrece un espectáculo tan cruel como hilarante: tan sólido, que su paso por el escenario se siente como una paliza que no da tiempo de reaccionar coherentemente ante lo que vemos y sentimos. Élmer L. Menjívar [email protected] Fecha de actualización: 4/21/2008 “Mi muñequita (la farsa)” es una pieza audaz y notablemente joven, y no solo por las edades de sus creadores, sino por el desenfado con que aborda un tema que quizá solo puede ser comprendido e interpretado así, por una juventud herida y dispuesta a poner su carne y la del público en el asador, con ese ánimo de denuncia disfrazado de venganza. El trato del abuso sexual desde la sátira y la parodia erótica resulta escandaloso, y el toque vodevilesco de los empalagosos episodios musicales hacen pensar en la irreverencia. Sin embargo, son estas formas las que permiten que la obra golpee donde tiene que hacerlo. El libreto quizá se torne un tanto reiterativo, pero la obra dura lo justo como para que esto no llegue a ser un defecto. Los diálogos, que pasan de frases inconexas a dramáticas interpelaciones que hacen sentir al público abusador, son exactos y cuentan con el extraordinario talento histriónico de un maravilloso elenco, en el que destaca la creación de Dahiana Méndez, como la sexual niña víctima y victimaria que perdió toda posibilidad de crecer, entre comillas, normalmente. Otra de las actuaciones que brillan es la de Leandro Núñez, como el mayordomo testigo, que se luce cuando asume la responsabilidad de la narración vivencial de los hechos de manera impecable. La muñeca, interpretada por Cecilia Cósero es también una delicia la mayor parte del tiempo, aunque deja notar algunos deslices, comprensibles en un personaje como el que interpreta. Cecilia Sánchez, como la madre, goza de versatilidad y gran condición física que hace que no reparemos demasiado en una caracterización un tanto débil. El tío, Mateo Chiarino, y el padre, Leonardo Pinto, sostienen y se sostienen en el conjunto. La dirección se muestra tenaz y la puesta en escena es limpia, sin demasiados artilugios que estorben la concentración exigida. La iluminación apoya muy bien el manejo del espacio, y aún en un escenario como el del Teatro Luis Poma, se aprecia suficiente a pesar de tener seis actores en escena casi todo el tiempo. Al final, después del impacto, la risa y el agradecido aplauso, la obra sigue pasándonos en la cabeza, y quizá nos descubramos hablándole a trozo de carne sintética. Solo el gran teatro podría lograrlo. El País de Madrid 17/10/08 , DESVIO A LA, INCORRECCION La sensación del teatro en Uruguay, Gabriel Calderón, tiene sólo 25 años. Con 23, ya estaba al frente de una subdirección en su Ministerio de Cultura. Estrena Mi muñequita. ,.., , , ; i 1 TEXTO:JAVIER VAlLEJO FOTOGRAFIA:MARIOCHAVARRIA "LES advierto que van a ver una obra porno, otra escatológica y otra violenta. Si alguno quiere irse, puede hacerlo. A quien se quede, le pido que no aplauda", advierte Gabriel Calderón al público de Obscena,su último espectáculo. "Las tres obras suceden a la vez,en el mismo escenario, con los actores hablando si­ multáneamente y el público aturdido", explica, mientras cena un plato de mo­ llejas con ensalada en un restaurante madrUeüo. Gabriel ha aterrizado a las siete de la mañana, tras doce horas en un vuelo donde, con su metro noventa, apenas podía estirar las piernas. Con 25 años, es el autor de moda en Uruguay, dirige e interpreta cuanto es­ cribe y tiene una compañía, Complot, con dieciocho títulos en repertorio. In­ creíble, pero verdad. Su carrera es me­ teórica. A los 19, presentó cinco obras a concurso, ganó los tres primeros pre­ mios y el Teatro Circular de Montevi­ deo decidió producirle tma."Ya tenían directot;pero les propuse montarla yo, les gustó más mi proyecto y me la dieron. Como funcionó, me dejaron hacer otra, Mi muñequita,con actores de mi edad. Y fue un bombazo, porque en Montevi­ deo no había gente de veinte haciendo teatro profesional.Ahora,sin embargo, hay mucha". Gabriel ha venido a representar en dos festivalesespaüoles(Girona y Cádiz) esta farsa cruel sobre una familia maltratado­ m. "Eso impresionó.Éramos una panda dechavales interpretando a papaíto y a mamaíta, haciéndole putadas a la niña antelas narices de un público adulto,que a la salida, nos preguntaba:'Pero ¿cómo se les ocurren este tipo de cosas?" A los 21, Gabriel ya vivía de Jos dere­ chos de autor:"Mi muñequita tuvo seis nominaciones a los premios nacionales de teatro, pero no le dieron ninguno. Al año siguiente monté Morir, de Ser­ gi Belbel, y ganamos I:J-. es. Pronto tuve cinco espectáculos en cartel al mismo tiempo. En tt-es años había obtenido lo que la mayoría no consigueen una vida. '¿Y ahora qué?', me preguntaban los amigos". Pues ahora, algún productor español le ha propuesto que se quede aquí y que pida por esa boquita. "Pero mi idea es seguir en mi país.Me gusta salir para que vean lo que hacemos y para ver lo que se hace fuera, porque Uruguay se ha quedado al margen de Jos circuitos in­ ternacionales", explica él, descartando momentáneamente la idea de estable­ cerse en España. Lo suyo son lostemas escabrosos."Me divierte meterme con la familia, la re­ ligión, los militares, cuestionar las ins· tituciones cuando están excesivamente idealizadas, y reformularlas. Todavía hoy parece que si no tienes una familia tipo eres disfuncional, o que si no tienes t-eligión eres un alma perdida". ¿Se puede ser creador emergente y fun­ cionario a la vez? Pues si. Con 23años, a Gabriel le pusieron al frente de una subdirección del Ministerio de Educa­ ción y Cultura."En Uruguay hay fuga de cerebros.Para evitarla,el Gobierno del Frente Amplio,el primero de izquierdas en 160 años, colocó de una tacada a un montón de jóvenes en puestos importan­ tes. Es una manera de decir: 'Dejen de quejarse y arrimen el hombro'. En este tiempo, aprobamosla ley del cine, la de mecenazgo, la de seguridad social de los artistas, etcétera". • Mi muñequita. 17 y 18 de octubre. Girona. Sala La Planeta.21 y 22 de octubre. Cádlz. Baluarte de La Candelaria. www.dacomplot.com/lacompanla.ht· mi;www.temporada·alta.cat ¡www.fitdecadiz.org 1 ' 1 Gabriel Calderón:coo/ montevideano con un toque de hardcore californiano. Dossier de Prensa Nacionales Revista Freeway Mayo/06 ·enelcam10o1pabriel penroni el arte de la farsa Apenas termina la entrevista le comento a Gabriel Calderón que hact miis de veinte años. bastante antes de que él naciera, en el cine Uberty, las 1rasnoches dt los sábados estaban reservadas para LA NANANJA M[CÁNICA, de Stanley Kubrick.No st cu:int:1s tempond:.s smantuvo aquel acto de resistencia cultural. Tampocod guarda alguna relación con las trasnoches de M1 MUÑEQUITA, pieza teatral que va por la tercera temporada, con una ;ícida crftita a la institución familiar y un erectlvi­ simo humor negro. Posiblemente puedan encontrarse nexos secretos entre las dos obras:ambas incomodan. son capaces de provocar la risa nerviosa de una parte df la platea y generan diferentes reacciones.Desde el que se siente violentado en sa condición de espectador, hasta el que agradece el sacudón estf:tico. Blanco y M­ gro. Parecen no existir matices en la ascendente carrera teatral de Calderón. a sus 23 años ganó un primer Florencia por la dirección de MORIR de Scrgi y ostenta una marca dificil de igualar:la de mantener tres obras en cartel MU EOUlTA. Uz. MORIR}, en un mismo teatro (el Circular). Por estas y otra!> fue absolutamente innect'sario plantear el viejo asunto del Liberly y la en la charla con Calderón.Supuse que lo más interesante estaba en conocer topé con el relato de una adolescencia marcada por una fuc:rte convicción sa. Y otros tantos misterios que ayudan a descubrir a un creador que el camino de la farsa y en ocasiones la comedia- se ha convertido en la de la escena teatral montevideana. OlO Marionetas crueles En “Mi muñequita” el joven autor teatral Gabriel Calderón retrata a una familia de la alta burguesía como si se tratara de marionetas. Desfilan ante el público una y otra vez, se mueven sincronizadamente, pero de tanto en tanto sus pasiones alteran su conducta rígida y predeterminada. La niña protagonista no sólo debe lidiar con la conducta histérica y ambivalente de su madre sino también con los malos instintos de su querida “Muñequita”. Y éste es solo uno de los varios conflictos de esta mini-historia de títeres demasiado humanos. La conclusión final es sencilla: en este juego nadie es inocente. La pieza termina piadosamente con tres muertos en escena. La filosofía del joven autor es más bien nihilista. No solo no cree demasiado en instituciones respetables como la familia, tampoco parece muy convencido de que existan abstracciones tales como el amor, la solidaridad, la ternura, los sentimientos familiares, la bondad. Pero al margen de su visión negrísima del mundo, Calderón tiene talento. La idea es ingeniosa y la versión escénica lo es más aún. Además cuenta con un elenco admirablemente disciplinado, en el que se destacan la ductilísima Cecilia Sánchez y el locuaz Leandro Nuñez, que es una especie de agente de relaciones públicas del mensaje nada edificante del autor. Asimismo están muy bien cuidados los rubros técnicos como el vestuario (Ana Semino) y la iluminación (Pablo Caballero) mientras la dirección es de una precisión y minuciosidad casi preciosista. Egon Friedler- Semanario _Hebreo “Mi muñequita”: jóvenes talentosos en escena Casi sin anuncio en los medios de prensa y sólo en trasnoche se estrenó la obra del joven autor Gabriel Calderón, quien ganó este año el concurso de obras del Teatro Circular, en el marco del cincuentenario de la institución. Calderón ya en la pasada temporada había sorprendido a muchos con “Taurus”, obra que estuvo muy poco tiempo en escena, pero que le valió ser nominado al premio “Florencio” en la categoría revelación. Este año fueron “Las buenas muertes” otra de las sorpresas del autor, pero sin duda “Mi muñequita”, de reciente estreno es la gran sorpresa de la temporada 2004. Escribe Myriam Caprile El propio autor se refiere a su pieza como “La Farsa”, algo que marca la tónica en que está contada esta historia, que tiene algún parentesco con temas tratados por la cinematografía, utilizando personajes esteriotipados, caricaturescos y plenos en simbologías, para contar los horrores de la condición humana, tomando como centro a una “inocente” niña y su muñeca. Calderón muestra la vida de una familia desde un punto de vista que falsea la realidad. Una muñeca con vida propia se convierte en el “alter ego” de su dueña, una niña que se siente maltratada por su madre, a quien desea matar, y además es asediada por su tío, de quien ella se siente enamorada, compitiendo en la lujuria con su madre. Una familia con muchos secretos, que se van develando, en una especie de juego macabro, donde los espectadores van quedando a la merced de los personajes y volviéndose sus cómplices en violaciones, asesinatos e infidelidades. Si bien el texto tiene aciertos, es la puesta en escena la que le da brillo, y la resalta en el contexto del teatro nacional. Su estética, tan particular, apelando a simbolismos y mensajes subyacentes, la hace diferente y atractiva al mismo tiempo. Pero lo más llamativo de “Mi muñequita” está en el elenco. Los actores son muy jóvenes, son alumnos de la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD), sólo una de ellas es egresada de dicha institución, pero la composición que hacen de los personajes es increíble. Es casi pareja en todos, desde las capacidades de cada actor a su forma de entrega. Cecilia Sánchez es quien da vida a la madre de esta familia, es la única que ya egresó de la EMAD. Su trabajo es excelente, su entrega es total y el resultado es brillante. Por su parte, Dahiana Méndez en la piel de la niña y María Cecilia Cósero como la muñequita está muy bien, y juegan con sus personajes desdoblándose, y dejando en evidencia una dualidad que va más allá de la doble personalidad de la muñeca. La niña deposita en su amada muñeca los deseos inconfesables. Esconde tras su vestidito blanco, su carita de ángel, la maldad que se oculta tras esa falsa inocencia. En realidad alberga los más bajos instintos que van desde la pasión sexual a dar muerte por venganza. Fría a la hora de planear un crimen, pero sin dejar ese mundo infantil en el que vive al igual que Peter Pan, negándose a crecer. Con su aparente inocencia despierta la pasión en su tío, lo que desencadena una tragedia familiar. El ritmo en que se va contando la historia es muy ágil, se apela a recursos cinematográficos y a congelados de los personajes, cual poses fotográficas. El espacio de la sala 2, del teatro Circular es reducido, pero los directores supieron mover muy bien a los actores, dándoles libertades y a la vez acotándolos a los movimientos forzados de los personajes. Las voces impostadas, son llevadas a timbres que se vuelven molestos, y que forman parte de la estética de esta puesta en escena. Gabriel Calderón tuvo apoyo en la dirección de Ramiro Perdomo, y se hace difícil saber qué es de cada uno, en la visión de esta familia que tiene algo en común con la del filme de Carlos Saura, “Cría cuervos”, del año 1975. Allí también una niña se creía con poder sobre la vida y la muerte de las personas que tenía a su alrededor. Era también una historia que hablaba de una infancia atormentada, y donde la supuesta pureza de esos años se mezclaba con la mezquindad. El vestuario realizado por Ana Semino es también parte fundamental en la historia, jugando con los blancos de la pureza, con las polleras muy cortas que resultan sugerentes y muy sensuales. A los hombres los vistió formalmente, como queriendo mostrar la seriedad en ellos, pese que sus acciones distan mucho de la ética y la moral. La iluminación es tenue, sugerente, envolvente, erótica por momentos, alocada en otros, acompañando las escenas con precisión. En síntesis, hoy sábado a las 23:30 horas hay una cita ineludible, porque este es uno de esos espectáculos que deben verse. No es sólo para los jóvenes, es para que los adultos sepan por qué caminos transitan los nuevos artistas de este país, que se muestra tan prolífero en las artes. Algo más de una hora que se pasa volando, y se disfruta, así como también llama a la reflexión y el análisis posterior. Una puesta en escena que cumple con la finalidad del teatro: comunicar y hacer pensar, desde una estética renovada.