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CAQUETÁ
CAQUETÁ
El patrón de desarrollo que desde la época de la colonia ha
regulado el vinculo entre el centro político y los territorios a los
que pertenece el departamento de Caquetá ha sido, en lo
económico, el carácter extractivo de las intervenciones externas
y, en lo político, el precario control formal que, por acción o por
omisión, ha tenido el Estado sobre la iniciativa privada allí. Esto
último ha definido las reglas del juego que regulan los procesos
de apropiación, uso y ordenamiento del territorio a través de los
cuales empresarios nacionales y extranjeros, órdenes religiosas,
colonos y, más recientemente, empresarios de la droga, guerrillas
y grupos de autodefensa han ocupado los espacios que ha dejado
vacíos el Estado.
Los territorios de la región suroriental del país han sido los últimos
en ser objeto de incorporación a la economía nacional y aún se
encuentran en proceso de colonización por lo que se les identifica
como zona de frontera agraria en expansión. Como característica
predominante los procesos activos de colonización, se han
producido por los movimientos migratorios generados por la
primera violencia 1946-1962, la colonización dirigida, las bonanzas
económicas legales e ilegales y la descomposición campesina en
la región andina. La carencia de infraestructura vial y de servicios,
la poca disponibilidad de suelos para la actividad agrícola, la
baja productividad, la nula integración a los mercados nacionales
o regionales, unida a la precaria presencia del Estado, dificultan
la vinculación del colono a la tierra. Se origina así una economía parcelaria itinerante que, a la vez que
ensancha la frontera agrícola, favorece el establecimiento del latifundio ganadero. Los índices de
inmigración son altos, los predios mayores a las 20 Has. representan entre 65% y 89% de la superficie.
El promedio de personas por municipio es menor de 10.000 y menos de la tercera parte vive en la
cabecera. Mientras que el promedio nacional de Necesidades Básicas Insatisfechas, NBI es de 25,9%,
en la región suroriental el 54.9% de los hogares se encuentra en esta condición. Así mismo, un
12.2% de la población de esta región se encuentra en situación de miseria frente a un promedio de
8.4% de la nación.
Estudiosos de los cambios sucedidos en la región del suroriente colombiano afirman que la bonanza
coquera, registrada a partir de 1978, hizo que la colonización avanzara más que en los 25 o 30 años
anteriores. En el caso de la región del Caguán, como en muchas otras zonas rurales del país, a
finales de la década del setenta y comienzos de los años ochenta, la producción, procesamiento y
comercialización de la coca implicó la afluencia de aventureros, colonos, comerciantes, vendedores
ambulantes y jornaleros, calculándose la existencia de una población flotante estimada entre un 30%
o 40% de la población total. Esta situación llevó a la fundación de muchos pueblos y convierte la
bonanza de la coca en una verdadera “revolución demográfica”
Hacia finales de los años setenta, las FARC comenzaron a registrar un crecimiento notable en Caquetá
y el conjunto de la región suroriental. A comienzos de los ochenta, el M-19 hizo sus primeros ensayos
como guerrilla rural en el Caquetá. Simultáneamente con esta expansión guerrillera, se extendió el
cultivo de marihuana y luego de coca en amplias regiones amazónicas. Desde la realización de la
séptima conferencia de las FARC en 1982, su estrategia de largo aliento consiste en tender desde
estas zonas de colonización del suroriente un cerco sobre la capital del país, articulando las acciones
armadas con las movilizaciones sociales.
Evolución del
conflicto armado
Recurriendo a la intimidación o a la convicción,
las FARC lograron ejercer desde comienzos de la
década del ochenta un control social en las zonas
de cultivo de ilícitos, establecieron la prohibición
del uso del basuco como forma de pago o artículo de consumo, entraron a determinar los salarios para los raspadores e hicieron obligatorio
cultivar otros productos diferentes a la coca para
evitar los efectos inflacionarios de la bonanza ilegal. Así mismo, ante las deficiencias del sistema
de justicia para reprimir el delito y mediar en la
solución de todo tipo de conflictos, la guerrilla se
arrogó sus funciones, haciendo que la población
demandara su presencia. La guerrilla impuso el
pago de un “impuesto” del 10% sobre la producción de coca y del 8% a los comerciantes. La
intermediación entre productores y comerciantes de coca le permitió a la guerrilla obtener importantes recursos que serían invertidos en el
financiamiento de su expansión territorial a través del aumento del número de frentes y el mejoramiento ostensible de su dotación.
Los acuerdos de conveniencia que por un tiempo
se mantuvieron entre la guerrilla y quienes
vinieron a controlar en el tráfico de la droga, se
rompieron hacia mediados de los años ochenta
por las contradicciones surgidas del
fortalecimiento del aparato militar de la guerrilla,
que la llevaría a imponer las condiciones, hacer
obligatorio el pago de “impuestos” y el
reconocimiento de su autoridad local. Las
desavenencias entre las FARC y los “narcos” se
comienzan a manifestar en los asaltos contra las
instalaciones para el procesamiento de la coca,
de donde la guerrilla sustrajo el producto refinado,
armas y dinero. Los narcotraficantes por su
parte, fortalecieron sus organizaciones armadas
y crearon nuevas con el fin de adelantar
campañas de exterminio contra todo lo que
percibieron como bases de la guerrilla en las zonas
donde los desacuerdos desataron oleadas de
muerte que recayeron en dirigentes políticos y
sociales y miembros de movimientos de izquierda.
En la década del noventa el proceso de fortalecimiento de las FARC en Caquetá sigue su marcha
en estrecha relación con el proceso de integración vertical de todo el negocio de la coca: siembra, producción de base, refinación y transformación del alcaloide. De hecho la guerrilla comenzó a tener cada vez más acceso a mayores
fuentes de recursos toda vez que se comenzó a
producir hoja de coca, lo que le dio a los alzados
en armas la oportunidad de imponer tributos a
productores y procesadores, muchas veces a cambio de protección.
La presencia de la guerrilla en áreas de
colonización de frontera se encuentra respaldada
por una elevada capacidad armada. El Bloque
Sur de las FARC, tiene influencia sobre el
departamentos de Caquetá, a través de los
Frentes 2,3,13,14,15,49 y 60. Desde Putumayo
se desplazan los Frentes 32 y 48 hacia Caquetá.
No solo los grupos guerrilleros se financian de
los dineros de la coca; también lo hacen los grupos
de autodefensa. Los grupos de autodefensa en
el suroriente colombiano han estado asociados
al narcotráfico desde sus orígenes. En Caquetá,
hacia mediados de los años ochenta, el
narcotraficante Leonidas Vargas fue conformando
grupos de sicarios en Florencia, Valparaíso,
Morelia, Puerto Rico y San Vicente del Caguán,
aliado a Gonzalo Rodríguez Gacha. Su aventura
los llevó hasta los Llanos del Yarí, a los cuales
lograron incursionar en 1988. En 1989 empezaron
a retirarse a partir de fuertes derrotas militares a
manos de las FARC, situación que se agudizó de
manera dramática con la muerte de Rodríguez Gacha, la caída del aparato paramilitar del Putumayo
y la presión de las autoridades.
Leonidas Vargas quedó marginado en el departamento, pero su lugar lo tomaron otros personajes
quienes se aliaron con Carlos castaño en 1989 para ingresar a la zona. Las AUC se asentaron en
Florencia, Morelia y Valparaíso en 1998 y continuaron allí hasta el 2000. A partir de ese momento
empezaron a incursionar de manera más sostenida y continua hacia el sur, en los municipios de Belén
de los Andaquíes y San José de Fragua, entre otros. La incursión hacia el norte, por el contrario,
resultó fallida y muy costosa en términos militares, pues sus avances fueron repelidos por las FARC
en municipios como Puerto Rico, El Paujil y Doncello, entre otros. A pesar de los duros golpes que le
ha propinado las FARC, esta agrupación se ha ido consolidando en los municipios de Florencia,
Morelia y Valparaíso y se encuentra avanzando en Albania y San José de Fragua. El control se ha
establecido sobre zonas planas, ganaderas y de cultivos de coca. Operan a través del Frente Sur de
los Andaquíes, Frente Próceres del Caguán y Frente Combatientes de Florencia.
Acciones armadas
La información que se presenta en los gráficos y
mapas adjuntos, da cuenta de la evolución del
accionar armado de la insurgencia en Caquetá
entre 1990 y el año 2003. Durante estos años,
las acciones fueron realizadas en lo fundamental
por las FARC, que en Caquetá concentra el 26%
de la actividad armada producida en los últimos
trece años. En este lapso las acciones más
recurrentes en la confrontación (los contactos
armados, las emboscadas, los hostigamientos y
los actos de sabotaje contra la infraestructura
económica) representan el 94% en el conjunto
de acciones registradas, mientras que las acciones
clásicas de financiamiento, como los asaltos a
poblaciones, entidades y vehículos de transporte
participan apenas con el 6%. Estos porcentajes
ponen de presente una vez más cómo las FARC
han encontrado en las contribuciones forzadas
de la producción de droga su mas importante
fuente de financiamiento.
En el conflicto armado que aqueja a Caquetá,
han incidido de manera determinante hechos
inherentes a su desarrollo que se describen a
continuación. Durante la administración Gaviria,
el Ejército se propuso retomar la iniciativa contra
la guerrilla en el suroriente colombiano. A partir
de 1991, un número mayor de municipios resulta
afectado por la agudización de las operaciones
militares en el departamento Caquetá. En 1996
durante el gobierno Samper, los departamentos
del sur-oriente del país se convierten en zonas
especiales de orden público. Por primera vez se
impedía el ingreso de insumos para el
procesamiento de coca y se proponía la
fumigación de los cultivos ilícitos en la región.
También por primera vez fue asesinado un
gobernador en Caquetá, quien había solicitado la
declaratoria de zona especial de orden público.
En el mes de agosto, en momentos en que se
realizaban las marchas contra la fumigación de
cultivos ilícitos, Florencia sufrió los rigores de una
asonada que incluyó saqueos, incendios,
vandalismo y llenó de tensión y miedo a la ciudad.
A solo veinte Kilómetros de Florencia, desde
Morelia y Santuario los marchistas que
amenazaban con llegar hasta la capital, fueron
controlados por la Fuerza Pública antes de que
se produjera la firma de unos acuerdos entre el
gobierno y los manifestantes, que permitieron su
desmovilización.
En 1997 las FARC presionaron la renuncia de un
conjunto importante de candidatos a los Concejos
y Alcaldías en los meses previos a la realización
de comicios electorales del 26 de octubre. En
Caquetá, donde las FARC cuentan con una
presencia histórica, el sabotaje a las elecciones
que tuvo como fin hacer una demostración de
poderío, se tradujo en una disminución del 58%
en la participación electoral. En los últimos meses
de 1997, las FF.AA. inician una ofensiva contra
los frentes del Bloque Sur que operan en la región
de los Llanos del Yarí. En 1998, el Ejército sufre
un duro revés en el propósito de debilitar la
retaguardia estratégica del Bloque Sur de las
FARC: en el mes de marzo la guerrilla logra tomar
por sorpresa a las tropas de la Brigada Móvil
No.3 en la vereda El Billar de Cartagena del Chairá,
ocasionándole un número de bajas que pasa del
medio centenar de soldados profesionales.
El inicio de las negociaciones de paz entre el
gobierno Pastrana y las FARC, en el mes de julio
de 1999, estuvo precedido por una ofensiva
realizada el grupo insurgente, acudiendo a lo que
ya es una práctica recurrente antes de sentarse a
la mesa de negociación. La característica de esta
escalada estuvo en que las acciones ofensivas
se realizaron, en buena medida, en municipios
vecinos a la zona de distensión. Las acciones en
Caquetá tuvieron como epicentro los municipios
de El Doncello y Puerto Rico, donde luego de
retomar la iniciativa, las Fuerzas Armadas
causaron 40 bajas en las filas de las FARC,
mientras que un número aproximado de 37
agentes de la policías se registraron como
desaparecidos. Simultáneamente con la
realización de estas acciones, en Valparaiso la
policía repelía el ataque de las FARC que intentaba
tomarse la población; en el combate murieron 2
agentes y varios civiles. Paujil también fue
escenario de los combates.
La creación el 7 de noviembre de 1998 del
escenario para adelantar las negociaciones de
paz entre el gobierno Pastrana y las FARC, se
expresó entre 1998 y 2000 en una considerable
reducción de la intensidad del conflicto en
Caquetá, con respecto al promedio de acciones
registrado en los años anteriores. La tendencia
descendente en la intensidad del conflicto se
invierte a partir de 2001, como lo indica la
evidencia estadística que se presenta en los
gráficos adjuntos. En este año se comienza a
intensificar la actividad armada de la guerrilla,
así como los esfuerzos del Ejército para
contenerla. La tendencia ascendente en la
intensidad del conflicto se refuerza a raíz de la
terminación de la ZD el 20 de febrero de 2002.
A partir de esta fecha, las FARC desatan la más
grande ofensiva dirigida a afectar la
infraestructura de las zonas donde tienen
presencia.
Los municipios donde se produjeron las reducciones más importantes en la intensidad del conflicto armado entre 1998 y 2000 no sólo son los
que corresponden a la ZD. La disminución en la
intensidad del conflicto se expresa en la mayoría de los municipios del departamento. El panorama que se presenta en los mapas correspondientes a 2002 y 2003 es totalmente diferente con respecto a los de los dos años anteriores. Son muy pocos los municipios donde no
se registra actividad armada. La gran mayoría
está en el rango más alto de intensidad del conflicto y se observa una elevada concentración
de hechos en San Vicente del Caguán y los municipios aledaños.
La escalada del conflicto que se produce en 2002
con la ruptura del proceso de paz se dirigió a la
destrucción de la infraestructura. El 28 de
febrero en la vía que de Puerto Rico conduce a
San Vicente del Caguán, fue destruido el puente
sobre el río Guayas, dejando inhabilitado el paso
vehicular; así mismo, fue volado en jurisdicción
de Florencia, el puente Santa Elena, inhabilitando
la vía a Neiva. El 7 de marzo en la vía que de El
Paujil conduce a El Doncello, subversivos del
Frente XV de las FARC destruyeron el puente
de la quebrada El Quebradón; simultáneamente
fue volado en la vía a La Montañita, el puente
del kilómetro 3. El 10 de marzo en la inspección
El Dorado en la vía a Curillo, subversivos del
Frente XLIX activaron un artefacto explosivo
contra un puente. El 22 de mayo en la vereda
Arenosa de El Doncello, integrantes del Frente
XV, activaron un artefacto explosivo contra el
puente El Portón.
En el Caquetá los enfrentamientos de las FARC
con los grupos de autodefensa se intensificaron
a partir de 1999; en mayo en un enfrentamiento
registrado en Valparaíso entre guerrilleros de las
FARC y un grupo de las autodefensas, se produjo la muerte de nueve de sus integrantes. En
2000 se presenta un solo enfrentamiento, en
febrero en el municipio de Morelia en la vía que
conduce a Valparaiso. En la segunda mitad de
2001 se recrudece la disputa entre las organizaciones al margen de la ley; el primer contacto
entre subversivos del Frente XIV e integrantes
de las AUC se llevó a cabo en agosto en la
inspección Unión Peneya de La Montañita; unos
días más tarde en este mismo municipio, los
guerrilleros de las FARC volvieron a enfrentarse
contra integrantes de las autodefensas en la
inspección El Triunfo; en septiembre, miembros
de las AUC y subversivos del Frente XIII chocaron en la vereda Aguas Claras de Albania,
resultando muertos tres de los implicados en la
acción.
En 2002 los combates entre las fuerzas irregulares en Caquetá continuaron; el primero se registró en la vereda Las Playas de Paujil, entre
integrantes del Frente XIV y un grupo de las
AUC; en marzo, el sector Yurayaco de Florencia
fue escenario de un nuevo enfrentamiento; en
mayo, los combates librados en el sitio La Novia
de Curillo entre guerrilleros del Frente XLIX y las
AUC dejaron 20 muertos y produjeron el desplazamiento masivo de campesinos hacia San
José de Fragua; por último, en octubre en la
Inspección Puerto Torres de Belén de los
Andaquíes los enfrentamientos produjeron la
muerte de 13 integrantes de las AUC.
Con la terminación del proceso de paz y la
disolución de la ZD, la conducta militar de las
FARC ha experimentado cambios muy
significativos. Se advierte cómo las estructuras
armadas evaden el enfrentamiento con la Fuerza
Pública y recurren a las acciones de sabotaje y
terrorismo, que se incrementan notablemente
a partir de 2002. Al cumplirse un año de la
declaratoria del fin de la ZD, sólo en el casco
urbano de San Vicente del Caguán se habían
presentado 14 atentados mayores con bombas
y granadas que causaron heridos y destrozos
en instalaciones públicas, establecimientos
comerciales y el sector residencial. Al mismo
tiempo, las autoridades locales están en la mira
de las FARC, tal como se comprueba a través
de la realización de acciones como la que el 24
de enero de 2003 destruyó por completo la
residencia del Alcalde, Néstor Raúl Ramírez, quien
debió exilarse en Bogotá desde donde despacha.
En 2002 se llevaron a cabo varios atentados
que afectaron a la población civil como la
activación por parte de las FARC de un carro
bomba en enero de 2002 al paso de una patrulla
del Ejército Nacional en el casco urbano de
Florencia, barrio Los Alpes, dejando un saldo de
7 muertos (5 civiles, 2 uniformados) y 22 heridos
(7 civiles y 15 militares), además de cuantiosos
daños materiales. En el mes de julio, el mismo
grupo volvió a atacar con otro carro bomba,
colocado en el parqueadero ubicado en la parte
posterior de la estación de policía de San Vicente
del Caguán, hiriendo a dos civiles y un policía;
igualmente fueron atacadas con cilindros de gas,
las estaciones de policía de Milán (3 veces),
San José del Fragua (2) y Paujil (1).
La insistencia en las acciones de sabotaje contra
la infraestructura, que se traduce en 2002 en el
derribamiento de varias torres, dejó sin
electricidad a varios municipios. Entre las acciones
que generaron mayor traumatismo están las
voladuras del puente sobre el río Guayas, a poco
más de 30 kilómetros de San Vicente y El Alcaraván, otro puente importante que comunica la
región desde Villavicencio. Los municipios afectados por voladura de puentes durante el 2002
fueron: Florencia (2), Paujil (2), Valparaíso, Morelia y San José del Fragua con un caso
respectivamente. La Fuerza Pública pudo intervenir oportunamente, desactivando artefactos
explosivos en 11 oportunidades que corresponden a 4 cargas dinamiteras, 4 carrobombas, 2
cilindros y una mina antipersonal.
En 2003 más de cuatrocientos kilos de explosivos han sacudido en cuatro atentados a Florencia y
San Vicente del Caguán. El atentado más grave ocurrió en la capital el 28 de septiembre en la Zona
Rosa, donde murieron 11 personas. La Fuerza Pública ha logrado desactivar un carro bomba, una
carga de dinamita y un cilindro que las FARC apostaron en las vías de San Vicente del Caguán y
Paujil. Los atentados han sido perpetuados en los municipios Puerto Rico, Florencia, Doncella y San
José de Fragua. De otra parte, las carreteras de Florencia, Paujil, Morelia y San Vicente del Caguán
fueron sembradas con artefactos explosivos en 9 ocasiones de las cuales cinco fueron desactivadas
por la Fuerza Pública. Las principales vías afectadas por voladuras efectuadas por las FARC fueron:
Paujil (2), Morelia (1) y San Vicente del Caguán (1). Pese a que 2003 es el año que registra el mayor
número de acciones de la guerrilla representadas en su mayoría en sabotajes y hostigamientos, el
control y vigilancia de la Fuerza Pública ha permitido la realización de cinco caravanas turísticas a
través de la vía entre Florencia y Neiva.
Violaciones a los DDHH
e infracciones al DIH
La evidencia estadística que se presenta adjunta muestra el impacto e intensidad del homicidio
en Caquetá, departamento que supera en todos los años la tasa del país, mostrando una
considerable disminución en 2003 después de haber registrado su punto más elevado en el
año anterior. Muchas de estas muertes constituyen infracciones al DIH por cuanto fueron
ejecutadas por los actores del conflicto armado contra la población civil ajena a la confrontación.
Como corroboración de lo anterior se presentan los datos que el Observatorio del Programa
Presidencial de Derechos Humanos y DIH recopila con base en los informes diarios del DAS
sobre homicidios de civiles cometidos por los actores armados ilegales. A partir de esta evidencia
se muestra cómo los picos que se registran en el departamento se explican por la incidencia de
las muertes que producen los protagonistas de conflicto armado. No hay al menos otra razón
de cambios tan bruscos en un contexto donde existe una elevada concentración de las
muertes causadas por los protagonistas del conflicto armado en municipios donde son elevados
los homicidios.
De la misma forma como ha cambiado la
dinámica del conflicto armado, el impacto de las
actuaciones de los grupos armados sobre la
población civil también se ha modificando. La
situación de San Vicente del Caguán en 2002
ayuda a explicar la elevada intensidad de la
violencia registrada durante este año en el
departamento. El número de homicidios que se
produce, 74 en total, es superior al promedio
de los años anteriores y es mayor al que se
registra en los demás municipios de Caquetá
exceptuando los de la capital. De igual forma, la
tasa de homicidio supera las tasas registradas
en años anteriores a 2002. Muchas de las
muertes se produjeron en veredas apartadas,
en donde los cuerpos han sido recogidos por los
dirigentes comunales. La Fiscalía ha tenido
conocimiento de algunos de estos hechos y por
razones de seguridad no se ha podido desplazar
hasta los sitios donde se registran las muertes.
En algunos casos se señala a las FARC como
grupo responsable, otras muertes son atribuidas
a los grupos de autodefensa que sindican a las
víctimas de ser milicianos o auxiliadores de la
guerrilla. En todo caso no existe una confirmación
del ingreso de los grupos de autodefensa al
municipio y tampoco se puede dilucidar su
actuación a través de los datos disponibles sobre
los asesinatos.
Al drama de los muertos se suma el de los
amenazados, que han tenido que abandonar el
municipio. Muchas veces la explosión de una
granada es la antesala de una orden perentoria.
Varios comerciantes y personalidades del pueblo,
que durante el proceso de paz tuvieron contacto
cercano con los numerosos periodistas que
visitaron la región, ya no viven en San Vicente.
También son amenazados quienes tratan de
recuperar propiedades y vehículos robados por
la guerrilla.
Al considerar los secuestros en Caquetá, otra
de las infracciones al DIH en razón de que son
cometidos principalmente por los actores del
conflicto armado, se observa cómo a pesar de
su elevado numero en 2003 se registra una
disminución con respecto al año anterior. En el
intervalo durante el cual estuvo vigente la ZD se puede constatar una serie de hechos que
demuestran el uso que deliberadamente las FARC le dieron al escenario de las negociaciones de
paz, inscrito en el desarrollo de su estrategia de guerra. En el área perimétrica con especial énfasis
en el departamento del Huila se secuestró con insistencia y los plagiados fueron llevados a San
Vicente del Caguán. Con la privación de la libertad de dirigentes político y miembros de la Fuerza
Pública, que hoy permanecen como rehenes, las FARC insisten en la realización de un canje de
estas personas por integrantes de la guerrilla privados de la libertad en las cárceles.
Por último, se puede constatar en los mapas adjuntos, como Caquetá conforma una zona con
elevada producción de coca e infraestructura para su procesamiento, en la cual la correspondencia
entre la presencia de los grupos armados ilegales y las manifestaciones de violencia es muy alta.
Las muertes violentas y los secuestros originados en los actores del conflicto armado afectan
principalmente municipios donde la actividad armada de la guerrilla también es particularmente
elevada.
Conclusiones y
recomendaciones
No sorprende descubrir en este diagnóstico sobre
la dinámica reciente del conflicto armado en
Caquetá que las acciones protagonizadas por las
FARC están orientadas por los momentos
políticos, buscan fortalecer su posición
negociadora y van encaminadas a incrementar
su poderío militar y todas ellas, aún las
circunstanciales, se ciñen a planes de largo
alcance.
Entre los cambios recientes más significativos
observados en la dinámica del conflicto, se
destaca la manifiesta prioridad que las FARC
dieron entre 1996 y 1998 a los ataques contra
las instalaciones militares y de policía con el fin
de debilitar la presencia estatal en los municipios
donde buscaban ampliar su influencia. Por su
parte, la Fuerza Pública ha demostrado una
mayor capacidad de reacción para contrarrestar
los ataques de los alzados en armas, logrando
en varias oportunidades frustrar sus intenciones
y producirle un alto número de bajas. En
consecuencia, esta guerrilla mientras compensa
su inferioridad militar, ha dejado de lado al
Ejército como objetivo principal, limitando los
propósitos de los escasos ataques contra aquel
para evaluar su capacidad de reacción. A partir
de mediados de 2002, la guerrilla recurre
insistentemente a las acciones de sabotaje y
terrorismo, y mediante amenazas contra los
alcaldes y concejos municipales para obligarlos
a renunciar, buscan afectar la gobernabilidad
local.
Por otra parte existe en Caquetá una clara
correspondencia entre la concentración de los
asesinatos cometidos por los actores organizados
de violencia en municipios que al mismo tiempo
registran tasas de homicidio superiores al
promedio nacional. Se puede afirmar entonces
que esto ocurre en buena medida por la acción
de la guerrilla y los grupos de autodefensa que
recurren a la violencia generando una dinámica
que por un lado, afecta tanto a los miembros de
estas organizaciones rivales como a no miembros
y por el otro, potencia una espiral de acciones
violentas que se extienden espacialmente hacia
sectores contiguos y que posteriormente tienden
a persistir en el tiempo.
El diagnóstico que aquí se ha presentado permite
reconocer las tendencias en la evolución del
conflicto y sus consecuencias humanitarias, a
fin de identificar las zonas críticas, hacia donde
deben dirigirse las acciones que garanticen el
ejercicio de la ley y la vigencia plena de todos
los derechos ciudadanos. No hay duda de que
en las condiciones actuales la resolución de un
gran número de problemas que aquejan al
departamento, depende de manera decisiva del
restablecimiento de la capacidad de preservación
del orden público. En consecuencia, es preciso
continuar con el esfuerzo de focalización de la
acción del Estado, enfrentando a los actores
armados al margen de la ley, sentando reglas
del juego estables, garantizando la protección
efectiva de la población civil y el control eficaz
sobre el territorio, así como el afianzamiento de
condiciones que favorezcan el desarrollo regional.
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