CAQUETÁ CAQUETÁ El patrón de desarrollo que desde la época de la colonia ha regulado el vinculo entre el centro político y los territorios a los que pertenece el departamento de Caquetá ha sido, en lo económico, el carácter extractivo de las intervenciones externas y, en lo político, el precario control formal que, por acción o por omisión, ha tenido el Estado sobre la iniciativa privada allí. Esto último ha definido las reglas del juego que regulan los procesos de apropiación, uso y ordenamiento del territorio a través de los cuales empresarios nacionales y extranjeros, órdenes religiosas, colonos y, más recientemente, empresarios de la droga, guerrillas y grupos de autodefensa han ocupado los espacios que ha dejado vacíos el Estado. Los territorios de la región suroriental del país han sido los últimos en ser objeto de incorporación a la economía nacional y aún se encuentran en proceso de colonización por lo que se les identifica como zona de frontera agraria en expansión. Como característica predominante los procesos activos de colonización, se han producido por los movimientos migratorios generados por la primera violencia 1946-1962, la colonización dirigida, las bonanzas económicas legales e ilegales y la descomposición campesina en la región andina. La carencia de infraestructura vial y de servicios, la poca disponibilidad de suelos para la actividad agrícola, la baja productividad, la nula integración a los mercados nacionales o regionales, unida a la precaria presencia del Estado, dificultan la vinculación del colono a la tierra. Se origina así una economía parcelaria itinerante que, a la vez que ensancha la frontera agrícola, favorece el establecimiento del latifundio ganadero. Los índices de inmigración son altos, los predios mayores a las 20 Has. representan entre 65% y 89% de la superficie. El promedio de personas por municipio es menor de 10.000 y menos de la tercera parte vive en la cabecera. Mientras que el promedio nacional de Necesidades Básicas Insatisfechas, NBI es de 25,9%, en la región suroriental el 54.9% de los hogares se encuentra en esta condición. Así mismo, un 12.2% de la población de esta región se encuentra en situación de miseria frente a un promedio de 8.4% de la nación. Estudiosos de los cambios sucedidos en la región del suroriente colombiano afirman que la bonanza coquera, registrada a partir de 1978, hizo que la colonización avanzara más que en los 25 o 30 años anteriores. En el caso de la región del Caguán, como en muchas otras zonas rurales del país, a finales de la década del setenta y comienzos de los años ochenta, la producción, procesamiento y comercialización de la coca implicó la afluencia de aventureros, colonos, comerciantes, vendedores ambulantes y jornaleros, calculándose la existencia de una población flotante estimada entre un 30% o 40% de la población total. Esta situación llevó a la fundación de muchos pueblos y convierte la bonanza de la coca en una verdadera “revolución demográfica” Hacia finales de los años setenta, las FARC comenzaron a registrar un crecimiento notable en Caquetá y el conjunto de la región suroriental. A comienzos de los ochenta, el M-19 hizo sus primeros ensayos como guerrilla rural en el Caquetá. Simultáneamente con esta expansión guerrillera, se extendió el cultivo de marihuana y luego de coca en amplias regiones amazónicas. Desde la realización de la séptima conferencia de las FARC en 1982, su estrategia de largo aliento consiste en tender desde estas zonas de colonización del suroriente un cerco sobre la capital del país, articulando las acciones armadas con las movilizaciones sociales. Evolución del conflicto armado Recurriendo a la intimidación o a la convicción, las FARC lograron ejercer desde comienzos de la década del ochenta un control social en las zonas de cultivo de ilícitos, establecieron la prohibición del uso del basuco como forma de pago o artículo de consumo, entraron a determinar los salarios para los raspadores e hicieron obligatorio cultivar otros productos diferentes a la coca para evitar los efectos inflacionarios de la bonanza ilegal. Así mismo, ante las deficiencias del sistema de justicia para reprimir el delito y mediar en la solución de todo tipo de conflictos, la guerrilla se arrogó sus funciones, haciendo que la población demandara su presencia. La guerrilla impuso el pago de un “impuesto” del 10% sobre la producción de coca y del 8% a los comerciantes. La intermediación entre productores y comerciantes de coca le permitió a la guerrilla obtener importantes recursos que serían invertidos en el financiamiento de su expansión territorial a través del aumento del número de frentes y el mejoramiento ostensible de su dotación. Los acuerdos de conveniencia que por un tiempo se mantuvieron entre la guerrilla y quienes vinieron a controlar en el tráfico de la droga, se rompieron hacia mediados de los años ochenta por las contradicciones surgidas del fortalecimiento del aparato militar de la guerrilla, que la llevaría a imponer las condiciones, hacer obligatorio el pago de “impuestos” y el reconocimiento de su autoridad local. Las desavenencias entre las FARC y los “narcos” se comienzan a manifestar en los asaltos contra las instalaciones para el procesamiento de la coca, de donde la guerrilla sustrajo el producto refinado, armas y dinero. Los narcotraficantes por su parte, fortalecieron sus organizaciones armadas y crearon nuevas con el fin de adelantar campañas de exterminio contra todo lo que percibieron como bases de la guerrilla en las zonas donde los desacuerdos desataron oleadas de muerte que recayeron en dirigentes políticos y sociales y miembros de movimientos de izquierda. En la década del noventa el proceso de fortalecimiento de las FARC en Caquetá sigue su marcha en estrecha relación con el proceso de integración vertical de todo el negocio de la coca: siembra, producción de base, refinación y transformación del alcaloide. De hecho la guerrilla comenzó a tener cada vez más acceso a mayores fuentes de recursos toda vez que se comenzó a producir hoja de coca, lo que le dio a los alzados en armas la oportunidad de imponer tributos a productores y procesadores, muchas veces a cambio de protección. La presencia de la guerrilla en áreas de colonización de frontera se encuentra respaldada por una elevada capacidad armada. El Bloque Sur de las FARC, tiene influencia sobre el departamentos de Caquetá, a través de los Frentes 2,3,13,14,15,49 y 60. Desde Putumayo se desplazan los Frentes 32 y 48 hacia Caquetá. No solo los grupos guerrilleros se financian de los dineros de la coca; también lo hacen los grupos de autodefensa. Los grupos de autodefensa en el suroriente colombiano han estado asociados al narcotráfico desde sus orígenes. En Caquetá, hacia mediados de los años ochenta, el narcotraficante Leonidas Vargas fue conformando grupos de sicarios en Florencia, Valparaíso, Morelia, Puerto Rico y San Vicente del Caguán, aliado a Gonzalo Rodríguez Gacha. Su aventura los llevó hasta los Llanos del Yarí, a los cuales lograron incursionar en 1988. En 1989 empezaron a retirarse a partir de fuertes derrotas militares a manos de las FARC, situación que se agudizó de manera dramática con la muerte de Rodríguez Gacha, la caída del aparato paramilitar del Putumayo y la presión de las autoridades. Leonidas Vargas quedó marginado en el departamento, pero su lugar lo tomaron otros personajes quienes se aliaron con Carlos castaño en 1989 para ingresar a la zona. Las AUC se asentaron en Florencia, Morelia y Valparaíso en 1998 y continuaron allí hasta el 2000. A partir de ese momento empezaron a incursionar de manera más sostenida y continua hacia el sur, en los municipios de Belén de los Andaquíes y San José de Fragua, entre otros. La incursión hacia el norte, por el contrario, resultó fallida y muy costosa en términos militares, pues sus avances fueron repelidos por las FARC en municipios como Puerto Rico, El Paujil y Doncello, entre otros. A pesar de los duros golpes que le ha propinado las FARC, esta agrupación se ha ido consolidando en los municipios de Florencia, Morelia y Valparaíso y se encuentra avanzando en Albania y San José de Fragua. El control se ha establecido sobre zonas planas, ganaderas y de cultivos de coca. Operan a través del Frente Sur de los Andaquíes, Frente Próceres del Caguán y Frente Combatientes de Florencia. Acciones armadas La información que se presenta en los gráficos y mapas adjuntos, da cuenta de la evolución del accionar armado de la insurgencia en Caquetá entre 1990 y el año 2003. Durante estos años, las acciones fueron realizadas en lo fundamental por las FARC, que en Caquetá concentra el 26% de la actividad armada producida en los últimos trece años. En este lapso las acciones más recurrentes en la confrontación (los contactos armados, las emboscadas, los hostigamientos y los actos de sabotaje contra la infraestructura económica) representan el 94% en el conjunto de acciones registradas, mientras que las acciones clásicas de financiamiento, como los asaltos a poblaciones, entidades y vehículos de transporte participan apenas con el 6%. Estos porcentajes ponen de presente una vez más cómo las FARC han encontrado en las contribuciones forzadas de la producción de droga su mas importante fuente de financiamiento. En el conflicto armado que aqueja a Caquetá, han incidido de manera determinante hechos inherentes a su desarrollo que se describen a continuación. Durante la administración Gaviria, el Ejército se propuso retomar la iniciativa contra la guerrilla en el suroriente colombiano. A partir de 1991, un número mayor de municipios resulta afectado por la agudización de las operaciones militares en el departamento Caquetá. En 1996 durante el gobierno Samper, los departamentos del sur-oriente del país se convierten en zonas especiales de orden público. Por primera vez se impedía el ingreso de insumos para el procesamiento de coca y se proponía la fumigación de los cultivos ilícitos en la región. También por primera vez fue asesinado un gobernador en Caquetá, quien había solicitado la declaratoria de zona especial de orden público. En el mes de agosto, en momentos en que se realizaban las marchas contra la fumigación de cultivos ilícitos, Florencia sufrió los rigores de una asonada que incluyó saqueos, incendios, vandalismo y llenó de tensión y miedo a la ciudad. A solo veinte Kilómetros de Florencia, desde Morelia y Santuario los marchistas que amenazaban con llegar hasta la capital, fueron controlados por la Fuerza Pública antes de que se produjera la firma de unos acuerdos entre el gobierno y los manifestantes, que permitieron su desmovilización. En 1997 las FARC presionaron la renuncia de un conjunto importante de candidatos a los Concejos y Alcaldías en los meses previos a la realización de comicios electorales del 26 de octubre. En Caquetá, donde las FARC cuentan con una presencia histórica, el sabotaje a las elecciones que tuvo como fin hacer una demostración de poderío, se tradujo en una disminución del 58% en la participación electoral. En los últimos meses de 1997, las FF.AA. inician una ofensiva contra los frentes del Bloque Sur que operan en la región de los Llanos del Yarí. En 1998, el Ejército sufre un duro revés en el propósito de debilitar la retaguardia estratégica del Bloque Sur de las FARC: en el mes de marzo la guerrilla logra tomar por sorpresa a las tropas de la Brigada Móvil No.3 en la vereda El Billar de Cartagena del Chairá, ocasionándole un número de bajas que pasa del medio centenar de soldados profesionales. El inicio de las negociaciones de paz entre el gobierno Pastrana y las FARC, en el mes de julio de 1999, estuvo precedido por una ofensiva realizada el grupo insurgente, acudiendo a lo que ya es una práctica recurrente antes de sentarse a la mesa de negociación. La característica de esta escalada estuvo en que las acciones ofensivas se realizaron, en buena medida, en municipios vecinos a la zona de distensión. Las acciones en Caquetá tuvieron como epicentro los municipios de El Doncello y Puerto Rico, donde luego de retomar la iniciativa, las Fuerzas Armadas causaron 40 bajas en las filas de las FARC, mientras que un número aproximado de 37 agentes de la policías se registraron como desaparecidos. Simultáneamente con la realización de estas acciones, en Valparaiso la policía repelía el ataque de las FARC que intentaba tomarse la población; en el combate murieron 2 agentes y varios civiles. Paujil también fue escenario de los combates. La creación el 7 de noviembre de 1998 del escenario para adelantar las negociaciones de paz entre el gobierno Pastrana y las FARC, se expresó entre 1998 y 2000 en una considerable reducción de la intensidad del conflicto en Caquetá, con respecto al promedio de acciones registrado en los años anteriores. La tendencia descendente en la intensidad del conflicto se invierte a partir de 2001, como lo indica la evidencia estadística que se presenta en los gráficos adjuntos. En este año se comienza a intensificar la actividad armada de la guerrilla, así como los esfuerzos del Ejército para contenerla. La tendencia ascendente en la intensidad del conflicto se refuerza a raíz de la terminación de la ZD el 20 de febrero de 2002. A partir de esta fecha, las FARC desatan la más grande ofensiva dirigida a afectar la infraestructura de las zonas donde tienen presencia. Los municipios donde se produjeron las reducciones más importantes en la intensidad del conflicto armado entre 1998 y 2000 no sólo son los que corresponden a la ZD. La disminución en la intensidad del conflicto se expresa en la mayoría de los municipios del departamento. El panorama que se presenta en los mapas correspondientes a 2002 y 2003 es totalmente diferente con respecto a los de los dos años anteriores. Son muy pocos los municipios donde no se registra actividad armada. La gran mayoría está en el rango más alto de intensidad del conflicto y se observa una elevada concentración de hechos en San Vicente del Caguán y los municipios aledaños. La escalada del conflicto que se produce en 2002 con la ruptura del proceso de paz se dirigió a la destrucción de la infraestructura. El 28 de febrero en la vía que de Puerto Rico conduce a San Vicente del Caguán, fue destruido el puente sobre el río Guayas, dejando inhabilitado el paso vehicular; así mismo, fue volado en jurisdicción de Florencia, el puente Santa Elena, inhabilitando la vía a Neiva. El 7 de marzo en la vía que de El Paujil conduce a El Doncello, subversivos del Frente XV de las FARC destruyeron el puente de la quebrada El Quebradón; simultáneamente fue volado en la vía a La Montañita, el puente del kilómetro 3. El 10 de marzo en la inspección El Dorado en la vía a Curillo, subversivos del Frente XLIX activaron un artefacto explosivo contra un puente. El 22 de mayo en la vereda Arenosa de El Doncello, integrantes del Frente XV, activaron un artefacto explosivo contra el puente El Portón. En el Caquetá los enfrentamientos de las FARC con los grupos de autodefensa se intensificaron a partir de 1999; en mayo en un enfrentamiento registrado en Valparaíso entre guerrilleros de las FARC y un grupo de las autodefensas, se produjo la muerte de nueve de sus integrantes. En 2000 se presenta un solo enfrentamiento, en febrero en el municipio de Morelia en la vía que conduce a Valparaiso. En la segunda mitad de 2001 se recrudece la disputa entre las organizaciones al margen de la ley; el primer contacto entre subversivos del Frente XIV e integrantes de las AUC se llevó a cabo en agosto en la inspección Unión Peneya de La Montañita; unos días más tarde en este mismo municipio, los guerrilleros de las FARC volvieron a enfrentarse contra integrantes de las autodefensas en la inspección El Triunfo; en septiembre, miembros de las AUC y subversivos del Frente XIII chocaron en la vereda Aguas Claras de Albania, resultando muertos tres de los implicados en la acción. En 2002 los combates entre las fuerzas irregulares en Caquetá continuaron; el primero se registró en la vereda Las Playas de Paujil, entre integrantes del Frente XIV y un grupo de las AUC; en marzo, el sector Yurayaco de Florencia fue escenario de un nuevo enfrentamiento; en mayo, los combates librados en el sitio La Novia de Curillo entre guerrilleros del Frente XLIX y las AUC dejaron 20 muertos y produjeron el desplazamiento masivo de campesinos hacia San José de Fragua; por último, en octubre en la Inspección Puerto Torres de Belén de los Andaquíes los enfrentamientos produjeron la muerte de 13 integrantes de las AUC. Con la terminación del proceso de paz y la disolución de la ZD, la conducta militar de las FARC ha experimentado cambios muy significativos. Se advierte cómo las estructuras armadas evaden el enfrentamiento con la Fuerza Pública y recurren a las acciones de sabotaje y terrorismo, que se incrementan notablemente a partir de 2002. Al cumplirse un año de la declaratoria del fin de la ZD, sólo en el casco urbano de San Vicente del Caguán se habían presentado 14 atentados mayores con bombas y granadas que causaron heridos y destrozos en instalaciones públicas, establecimientos comerciales y el sector residencial. Al mismo tiempo, las autoridades locales están en la mira de las FARC, tal como se comprueba a través de la realización de acciones como la que el 24 de enero de 2003 destruyó por completo la residencia del Alcalde, Néstor Raúl Ramírez, quien debió exilarse en Bogotá desde donde despacha. En 2002 se llevaron a cabo varios atentados que afectaron a la población civil como la activación por parte de las FARC de un carro bomba en enero de 2002 al paso de una patrulla del Ejército Nacional en el casco urbano de Florencia, barrio Los Alpes, dejando un saldo de 7 muertos (5 civiles, 2 uniformados) y 22 heridos (7 civiles y 15 militares), además de cuantiosos daños materiales. En el mes de julio, el mismo grupo volvió a atacar con otro carro bomba, colocado en el parqueadero ubicado en la parte posterior de la estación de policía de San Vicente del Caguán, hiriendo a dos civiles y un policía; igualmente fueron atacadas con cilindros de gas, las estaciones de policía de Milán (3 veces), San José del Fragua (2) y Paujil (1). La insistencia en las acciones de sabotaje contra la infraestructura, que se traduce en 2002 en el derribamiento de varias torres, dejó sin electricidad a varios municipios. Entre las acciones que generaron mayor traumatismo están las voladuras del puente sobre el río Guayas, a poco más de 30 kilómetros de San Vicente y El Alcaraván, otro puente importante que comunica la región desde Villavicencio. Los municipios afectados por voladura de puentes durante el 2002 fueron: Florencia (2), Paujil (2), Valparaíso, Morelia y San José del Fragua con un caso respectivamente. La Fuerza Pública pudo intervenir oportunamente, desactivando artefactos explosivos en 11 oportunidades que corresponden a 4 cargas dinamiteras, 4 carrobombas, 2 cilindros y una mina antipersonal. En 2003 más de cuatrocientos kilos de explosivos han sacudido en cuatro atentados a Florencia y San Vicente del Caguán. El atentado más grave ocurrió en la capital el 28 de septiembre en la Zona Rosa, donde murieron 11 personas. La Fuerza Pública ha logrado desactivar un carro bomba, una carga de dinamita y un cilindro que las FARC apostaron en las vías de San Vicente del Caguán y Paujil. Los atentados han sido perpetuados en los municipios Puerto Rico, Florencia, Doncella y San José de Fragua. De otra parte, las carreteras de Florencia, Paujil, Morelia y San Vicente del Caguán fueron sembradas con artefactos explosivos en 9 ocasiones de las cuales cinco fueron desactivadas por la Fuerza Pública. Las principales vías afectadas por voladuras efectuadas por las FARC fueron: Paujil (2), Morelia (1) y San Vicente del Caguán (1). Pese a que 2003 es el año que registra el mayor número de acciones de la guerrilla representadas en su mayoría en sabotajes y hostigamientos, el control y vigilancia de la Fuerza Pública ha permitido la realización de cinco caravanas turísticas a través de la vía entre Florencia y Neiva. Violaciones a los DDHH e infracciones al DIH La evidencia estadística que se presenta adjunta muestra el impacto e intensidad del homicidio en Caquetá, departamento que supera en todos los años la tasa del país, mostrando una considerable disminución en 2003 después de haber registrado su punto más elevado en el año anterior. Muchas de estas muertes constituyen infracciones al DIH por cuanto fueron ejecutadas por los actores del conflicto armado contra la población civil ajena a la confrontación. Como corroboración de lo anterior se presentan los datos que el Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH recopila con base en los informes diarios del DAS sobre homicidios de civiles cometidos por los actores armados ilegales. A partir de esta evidencia se muestra cómo los picos que se registran en el departamento se explican por la incidencia de las muertes que producen los protagonistas de conflicto armado. No hay al menos otra razón de cambios tan bruscos en un contexto donde existe una elevada concentración de las muertes causadas por los protagonistas del conflicto armado en municipios donde son elevados los homicidios. De la misma forma como ha cambiado la dinámica del conflicto armado, el impacto de las actuaciones de los grupos armados sobre la población civil también se ha modificando. La situación de San Vicente del Caguán en 2002 ayuda a explicar la elevada intensidad de la violencia registrada durante este año en el departamento. El número de homicidios que se produce, 74 en total, es superior al promedio de los años anteriores y es mayor al que se registra en los demás municipios de Caquetá exceptuando los de la capital. De igual forma, la tasa de homicidio supera las tasas registradas en años anteriores a 2002. Muchas de las muertes se produjeron en veredas apartadas, en donde los cuerpos han sido recogidos por los dirigentes comunales. La Fiscalía ha tenido conocimiento de algunos de estos hechos y por razones de seguridad no se ha podido desplazar hasta los sitios donde se registran las muertes. En algunos casos se señala a las FARC como grupo responsable, otras muertes son atribuidas a los grupos de autodefensa que sindican a las víctimas de ser milicianos o auxiliadores de la guerrilla. En todo caso no existe una confirmación del ingreso de los grupos de autodefensa al municipio y tampoco se puede dilucidar su actuación a través de los datos disponibles sobre los asesinatos. Al drama de los muertos se suma el de los amenazados, que han tenido que abandonar el municipio. Muchas veces la explosión de una granada es la antesala de una orden perentoria. Varios comerciantes y personalidades del pueblo, que durante el proceso de paz tuvieron contacto cercano con los numerosos periodistas que visitaron la región, ya no viven en San Vicente. También son amenazados quienes tratan de recuperar propiedades y vehículos robados por la guerrilla. Al considerar los secuestros en Caquetá, otra de las infracciones al DIH en razón de que son cometidos principalmente por los actores del conflicto armado, se observa cómo a pesar de su elevado numero en 2003 se registra una disminución con respecto al año anterior. En el intervalo durante el cual estuvo vigente la ZD se puede constatar una serie de hechos que demuestran el uso que deliberadamente las FARC le dieron al escenario de las negociaciones de paz, inscrito en el desarrollo de su estrategia de guerra. En el área perimétrica con especial énfasis en el departamento del Huila se secuestró con insistencia y los plagiados fueron llevados a San Vicente del Caguán. Con la privación de la libertad de dirigentes político y miembros de la Fuerza Pública, que hoy permanecen como rehenes, las FARC insisten en la realización de un canje de estas personas por integrantes de la guerrilla privados de la libertad en las cárceles. Por último, se puede constatar en los mapas adjuntos, como Caquetá conforma una zona con elevada producción de coca e infraestructura para su procesamiento, en la cual la correspondencia entre la presencia de los grupos armados ilegales y las manifestaciones de violencia es muy alta. Las muertes violentas y los secuestros originados en los actores del conflicto armado afectan principalmente municipios donde la actividad armada de la guerrilla también es particularmente elevada. Conclusiones y recomendaciones No sorprende descubrir en este diagnóstico sobre la dinámica reciente del conflicto armado en Caquetá que las acciones protagonizadas por las FARC están orientadas por los momentos políticos, buscan fortalecer su posición negociadora y van encaminadas a incrementar su poderío militar y todas ellas, aún las circunstanciales, se ciñen a planes de largo alcance. Entre los cambios recientes más significativos observados en la dinámica del conflicto, se destaca la manifiesta prioridad que las FARC dieron entre 1996 y 1998 a los ataques contra las instalaciones militares y de policía con el fin de debilitar la presencia estatal en los municipios donde buscaban ampliar su influencia. Por su parte, la Fuerza Pública ha demostrado una mayor capacidad de reacción para contrarrestar los ataques de los alzados en armas, logrando en varias oportunidades frustrar sus intenciones y producirle un alto número de bajas. En consecuencia, esta guerrilla mientras compensa su inferioridad militar, ha dejado de lado al Ejército como objetivo principal, limitando los propósitos de los escasos ataques contra aquel para evaluar su capacidad de reacción. A partir de mediados de 2002, la guerrilla recurre insistentemente a las acciones de sabotaje y terrorismo, y mediante amenazas contra los alcaldes y concejos municipales para obligarlos a renunciar, buscan afectar la gobernabilidad local. Por otra parte existe en Caquetá una clara correspondencia entre la concentración de los asesinatos cometidos por los actores organizados de violencia en municipios que al mismo tiempo registran tasas de homicidio superiores al promedio nacional. Se puede afirmar entonces que esto ocurre en buena medida por la acción de la guerrilla y los grupos de autodefensa que recurren a la violencia generando una dinámica que por un lado, afecta tanto a los miembros de estas organizaciones rivales como a no miembros y por el otro, potencia una espiral de acciones violentas que se extienden espacialmente hacia sectores contiguos y que posteriormente tienden a persistir en el tiempo. El diagnóstico que aquí se ha presentado permite reconocer las tendencias en la evolución del conflicto y sus consecuencias humanitarias, a fin de identificar las zonas críticas, hacia donde deben dirigirse las acciones que garanticen el ejercicio de la ley y la vigencia plena de todos los derechos ciudadanos. No hay duda de que en las condiciones actuales la resolución de un gran número de problemas que aquejan al departamento, depende de manera decisiva del restablecimiento de la capacidad de preservación del orden público. En consecuencia, es preciso continuar con el esfuerzo de focalización de la acción del Estado, enfrentando a los actores armados al margen de la ley, sentando reglas del juego estables, garantizando la protección efectiva de la población civil y el control eficaz sobre el territorio, así como el afianzamiento de condiciones que favorezcan el desarrollo regional.