Sebastián Pastor1 y Luis Tissera2 Se desarrolla un

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Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano 24 (2): 63-86 (2015)
ISSN impreso: 1852-1002 / Versión en línea: 2422-7749
Géneros rituales: Figuras sexuadas en cerámica y arte rupestre de las Sierras de Córdoba
(Argentina)
Sebastián Pastor1 y Luis Tissera2
Resumen
Se desarrolla un análisis iconográfico de figurinas de arcilla y motivos rupestres (pintados o grabados)
de carácter antropomorfo y con rasgos anatómicos como genitales masculinos, senos e indicación del
estado de gravidez. Se consideran sus aspectos formales, en tanto imágenes u objetos, en conjunción
con variables funcionales y contextuales. Los modos de representación iconográfica del cuerpo, las
actividades en las que este se halla comprometido, eventualmente las condiciones de exposición pública
u ocultamiento de las figuras, permiten entender cómo se definieron y actuaron los roles de género en
un contexto histórico determinado (en este caso las Sierras de Córdoba durante el Período Prehispánico
Tardío). En este artículo se evalúan transformaciones ocurridas en este campo, en relación a procesos
globales de cambio social propios del período. Se delinean hipótesis que focalizan sobre los aspectos
jerárquicos del proceso, favorables a la dominación masculina, no obstante lo cual las mujeres habrían
mantenido áreas de autonomía y autoridad, expresadas en determinados contextos situacionales y en la
manipulación de ciertos objetos.
Palabras clave: Período Prehispánico Tardío, procesos sociopolíticos, diferenciación social, roles de
género, figurinas y arte rupestre.
Abstract
An iconographic analysis of anthropomorphic clay figures and rock art images (painted or engraved),
with anatomical features as male genitals, breasts, and indication of the state of pregnancy is developed
in this paper. Its formal aspects, as images or objects are evaluated in conjunction with functional
and contextual variables. Iconographic modes of representation of the body, the activities in which
is committed, possibly the conditions of public exposure or concealment of the images, allow us to
understand how gender roles were defined and acted in a particular historical context (in this case
the Córdoba Hills in Late Pre-Hispanic Period). In this paper, they0re evaluated the transformations
happened in this field, in relation to global processes of social change. The proposed hypothesis focuses
on the hierarchical aspects of the process, favorable to male domination, although women would have
retained areas of autonomy and authority, expressed in certain situational contexts and also in the
manipulation of determined objects.
Keywords: Late Pre-Hispanic Period, socio-political processes, social differentiation, gender roles,
figurines & rock art.
Manuscrito recibido en: 19 de junio de 2015.
Aceptado para su publicación: 10 de octubre de 2015.
CONICET - Área de Arqueología del Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”. E-mail:
[email protected]
2
Área de Arqueología del Centro de Estudios Históricos “Prof. Carlos S. A. Segreti”. Reserva Natural y Cultural
Cerro Colorado (Agencia Córdoba Cultura). E-mail: [email protected]
1
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CUADERNOS 24 (2): 63-86 (2015)
Introducción
Los estudios arqueológicos sobre el Período
Prehispánico Tardío (PPT; ca. 400-1550 d.C.) en las
Sierras de Córdoba (Argentina) revelaron diversas
formas de participación de prácticas, objetos y
lugares rituales en la construcción sociopolítica
y territorial de las comunidades indígenas
locales. Diferentes tensiones sociales habrían
acompañado a este proceso de construcción como
un ingrediente fundamental. En contribuciones
anteriores consideramos un plano de tensión entre
los niveles domésticos y comunitarios de estas
antiguas sociedades, con proyecciones rituales
materializadas en el arte rupestre y en sus variados
contextos de producción y uso (Pastor 2012;
Pastor et al. 2015a; Recalde y Pastor 2012). Se
sostuvo que la formación de un nivel comunitario,
comprendiendo una cierta centralización y acción
coordinada de colectivos inclusivos de escala
extra-doméstica, fue un proceso parcialmente
contradictorio con tendencias arraigadas de
fragmentación y autonomía de las unidades
sociales de base (unidades domésticas, linajes
familiares). El desarrollo de esta trayectoria a lo
largo del PPT condujo a una mayor integración
de las formaciones políticas comunitarias y a una
cierta jerarquización de sus estructuras sociales
internas (Pastor et al. 2012).
En este trabajo se plantea que otro plano
de tensión social, proyectado sobre diversas
prácticas, objetos, lugares y significados rituales,
afectó puntualmente a las identidades y relaciones
de género. La investigación arqueológica de los
últimos años en las Sierras de Córdoba ha aplicado
ingentes esfuerzos por replantear y discutir
aspectos generales de las sociedades indígenas
locales durante el PPT, las características de sus
modos de vida, organización de la subsistencia,
tecnología y uso de los recursos. Esto condujo a
la redefinición de ideas firmemente arraigadas,
como la radicalidad de los cambios asociados a
la introducción de la agricultura (Medina et al.
2014; Pastor y López 2010). Asimismo, como
consecuencia de estos avances se desarrolló
en forma explícita y con una metodología
arqueológica el tratamiento de los procesos
sociopolíticos, teniendo en cuenta la articulación
64
entre los niveles domésticos y comunitarios, a
partir de materiales, paisajes, sentidos y prácticas
implicados en la construcción de cada una de
estas escalas sociales. De este modo se analizó
el sentido restrictivo, impositivo, parcialmente
jerárquico y conflictivo que llegó a definir esta
trayectoria histórica particular, especialmente
durante el PPT final (ca. 900-1550 d.C.; Díaz et al.
2015; Pastor 2007, 2012; Pastor et al. 2012; Pastor
et al. 2015a;Recalde y Pastor 2012). Sin embargo,
advertimos que esta lectura de los procesos
sociales no abarcó concretamente a los problemas
de género, y las ideas en tal sentido permanecieron
en un nivel implícito y como supuestos generales
que no alentaron estudios posteriores.
En este aporte se ensaya una aproximación
basada en el análisis iconográfico de figuras
sexuadas, femeninas y masculinas, teniendo
en cuenta sus características como objetos, los
detalles de diseño, asociaciones, condiciones
de distribución y contextos de uso, con el fin
de sustentar hipótesis que incidan sobre las
identidades y roles de género en la región. Más
allá del sexo como rasgo biológico, que supone
estructuras rígidas e invariables de contención
de los individuos en el pasado, interesa el
género como construcción sociocultural y en
consecuencia dinámica, cambiante, diversa a lo
largo del proceso histórico y de las contingencias
que lo afectan (Gero2004; Gilchrist 1999). Debido
a que las nociones relacionadas con lo masculino
y lo femenino son históricamente construidas,
preocupa descubrir la expresión concreta
(localmente situada) de estos roles e identidades,
cómo fueron experimentados y vividos en la
realidad cotidiana.
Estas identidades constituyen habitus
incorporados a través de la participación, en buena
medida insensible, en el mundo social. En ello
inciden múltiples factores como los gestos, formas
de manejar el cuerpo, de portar los atuendos y
otros objetos, las actividades llevadas a cabo, los
roles que se desempeñan en los rituales (Bourdieu
2002). Sin embargo las relaciones de género, con
cuotas variables de complementación y jerarquía,
son continuamente negociadas en el campo social y
en tal sentido, eventualmente las tensiones pueden
Géneros rituales: Figuras sexuadas en cerámica y arte rupestre de las Sierras de Córdoba
(Argentina)
(Prosopis spp.), chañar (Geoffroea decorticans),
molle (Lithraea molleoides) y en algunas zonas
mistol (Ziziphus mistol), entre otras especies
vegetales silvestres con partes comestibles. Las
prácticas de subsistencia en estos entornos de
monte chaqueño se orientaron hacia la explotación
de estos recursos así como otros de origen
animal, como huevos de ñandú o choique (Rhea
americana, R. pennata) y fauna menor (Mazama
guazuopira, Chaetophractus spp., Dolichotis spp.,
Microcavia spp., Galea spp., Tupinambis spp.,
Eudromia elegans, Nothura spp., entre otras)
(Medina y Pastor 2012).
La información obtenida en varios de estos
campamentos da cuenta de pautas arraigadas (es
decir, con proyecciones hacia momentos previos
al PPT) de semi-sedentarismo o movilidad
residencial reducida. En este sentido, los resultados
de las investigaciones y la discusión más reciente
debilitaron supuestos largamente sostenidos en
torno al sedentarismo y la discontinuidad con
el pasado, como características de los sistemas
de asentamiento tras el advenimiento del
PPT (Medina et al. 2014; Pastor et al. 2013).
Específicamente en contextos asignados al PPT
final (ca. 900-1550 d.C.) se identifican vestigios
de prácticas hortícolas y del consumo alimenticio
de diversos vegetales domesticados (Zea mays,
Phaseolus spp., Cucurbita cf. C. maxima; Pastor
y López 2010).
Las sociedades del PPT mantuvieron circuitos
tradicionales de movilidad, como aquellos que
conectaban a los campamentos o bases residenciales
en los valles serranos con las cumbres de las Sierras
Grandes (ca. 1500-2500 msnm), definidas por una
oferta complementaria de recursos silvestres, en
especial artiodáctilos medio-grandes de hábitos
gregarios como los guanacos (Lama guanicoe) y
venados de las pampas (Ozotocerosbezoarticus),
que fueron las principales presas de caza (figura
1). Los fenómenos de fisión estacional, a través
de la dispersión de los grupos co-residentes en
los campamentos de los valles, habrían sido el
mecanismo principalmente comprometido en la
ocupación de estos microambientes serranos de
altura durante el PPT (Pastor y Medina 2005),
siguiendo pautas con una prolongada vigencia
trasladarse a planos discursivos, conscientes e
intencionados de la acción. Como afirma Gero
(2001) en esta negociación las relaciones de género
pueden ser establecidas apelando a la tradición o
sorprendiendo con nuevas afirmaciones, restando
importancia o exagerando situaciones o reclamos,
de un modo rutinario o estratégico y planificado.
Creemos necesario introducir esta perspectiva en
la caracterización del proceso histórico que nos
ocupa, ya que el análisis parte de los agentes, de
sus prácticas y representaciones, para proyectarse
luego hacia el campo de las relaciones sociales y de
construcción de lo social. En efecto, la indagación
en torno al género intercepta otras dimensiones
significativas como la identidad o las jerarquías
sociales (Gluzmán 2010; Scattolin 2003).
Se reconoce el potencial de un abordaje desde
la iconografía, con la eventual representación
del cuerpo humano en diversos tipos de objetos
y soportes, de las personas definidas como
hombres o mujeres (v.gr. con rasgos sexuados),
en determinados tipos de vínculos o relaciones
entre sí, portando ciertos objetos o aditamentos
distintivos, o realizando diferentes actividades.
Además, como forma de comunicación con
consecuencias prescriptivas para la acción social,
la iconografía remite a significados ampliamente
compartidos, enfatiza aquello que es relevante a
través de medios visuales (no verbales), quita o
minimiza detalles menos importantes, y aporta
sentidos o perspectivas estables acerca de la
realidad (Gero 2005).
Comunidades
indígenas serranas en los siglos
previos a la invasión europea
El PPT en las Sierras de Córdoba ha
sido definido como una época de marcadas
transformaciones entre las sociedades indígenas
locales. Estas afectaron diversos órdenes como
la organización de la subsistencia, movilidad,
tecnología, estructuras sociales y formas
ideológicas, a pesar de lo cual también se advierten
fuertes continuidades con el pasado.
Las formas de asentamiento más conspicuas
consistieron en la ocupación de campamentos
a cielo abierto, en emplazamientos cercanos a
cursos de agua y montes productivos de algarrobo
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CUADERNOS 24 (2): 63-86 (2015)
en la región (v.g. el uso de aleros y cuevas como
refugios transitorios; Rivero et al. 2007-08; Rivero
et al. 2008-09).
Otros circuitos de movilidad se activaron
durante este período, o bien se redefinieron con
un sentido de ascendente consolidación. Paisajes
relativamente marginales como las serranías
del extremo occidental de Córdoba (sierras de
Serrezuela, Guasapampa, Pocho y Altautina),
poco incorporados antes del PPT, comenzaron
a ser más intensamente recorridos y explotados
(figura 1). A pesar de sus limitaciones en cuanto al
acceso hídrico, estos entornos ofrecieron amplias
posibilidades para la recolección de productos del
monte chaqueño, y pudieron ser ocupados en forma
regular a partir del aprovechamiento estival de sus
aguadas estacionales (Pastor 2012; Recalde 200809). Para algunas áreas se ha sugerido un acceso
simultáneo de grupos originarios del occidente
de Córdoba (ca.10-40 km) y de Los Llanos de La
Rioja (ca. 75-110 km), con la conformación de una
frontera compartida a través de la cual circularon,
entre otros elementos, determinadas formas
culturales y códigos visuales reconocibles en el
arte rupestre (iconografía, técnicas de ejecución,
contextos de producción y uso; Pastor y Boixadós
2015).
Más allá de las continuidades con el pasado,
las transformaciones del PPT (nuevas formas de
subsistencia, tecnologías, circuitos de movilidad,
interacciones extra-regionales) condicionaron
el proceso sociopolítico. Como planteamos la
construcción de una esfera comunitaria fue un
aspecto clave, con apreciables consecuencias a
nivel de la centralización y coordinación política,
de cierta jerarquización de las estructuras sociales y
asimismo de la instauración de formas restrictivas
en el ejercicio de la territorialidad (Pastor 2007,
2012; Pastor et al. 2012). Además de la tensión
entre el nivel doméstico y el comunitario, el
escenario de cambios económicos y sociales del
PPT pudo promover dinámicas en torno a las
relaciones e identidades de género, como parte de
las transformaciones globales que experimentaron
estas antiguas sociedades y que modificaron
apreciablemente los paisajes culturales en la
región antes de la conquista española.
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Figurinas
femeninas
en
el
entorno
de
los
campamentos
Antes y durante el PPT los campamentos
residenciales en entornos de monte chaqueño
constituyeron ámbitos para el desarrollo de
diversas prácticas rituales. Basta recordar que en
este tipo de contextos se efectuaron la mayoría de
las inhumaciones, según una variedad de arreglos
y disposición final de los restos (Berberián 1984;
Fabra et al. 2008-09; Pastor 2008). Otros objetos
muebles hallados entre los materiales descartados
en estos sitios (estatuillas zoomorfas y silbatos de
cerámica, tubos de hueso, tabletas, morteritos y
molinillos de piedra, etc.) también se relacionan
con posibles prácticas rituales desarrolladas en
estos lugares, pero definen un conjunto cuyo
análisis excede los objetivos fijados para este
aporte.
Más allá de esta variedad de objetos, claramente
los restos más frecuentes vinculados con la esfera
ritual corresponden a estatuillas o figurinas
antropomorfas de cerámica. Se trata de piezas
pequeñas, de entre 5 y 20 cm de largo, comúnmente
erectas (pocas veces sentadas), sin indicación o
con indicación muy poco frecuente de los brazos,
con las piernas juntas y sólo excepcionalmente
separadas. En numerosas piezas se destacan los
detalles de las vestimentas, adornos, peinados y
pinturas faciales. La disposición rígida del cuerpo
y la falta de expresión de los rostros, con los ojos
siempre cerrados, permiten pensar en un estado
cadavérico (probablemente el amortajamiento de
los cuerpos justifica que no se representaran los
brazos; figura 2).
Estas piezas son casi siempre encontradas
en contextos de descarte, rotas y mezcladas con
diversos residuos como fragmentos de recipientes
cerámicos, instrumentos líticos, desechos de
talla y material arqueofaunístico. Su cronología
corresponde al PPT final (ca. 900-1550 d.C.),
aunque ocasionalmente fueron registradas en
contextos del Período Colonial Temprano (ca.
1550-1650 d.C.) (Berberián 1984; Berberián
et al. 2008; Marcellino et al. 1967; Pastor y
Medina 2013). Atendiendo a estas características
es posible afirmar que su uso (confección,
manipulación, abandono) estaba claramente
Géneros rituales: Figuras sexuadas en cerámica y arte rupestre de las Sierras de Córdoba
(Argentina)
Figura 1. Ubicación de los sitios y localidades mencionados en el texto
integrado a las actividades cotidianas desarrolladas
en los asentamientos residenciales. Existen pocos
elementos para inferir más específicamente
aspectos ligados a su funcionalidad. A modo
67
de hipótesis se las vincula con un ámbito ritual
donde gravitaban sentidos en torno a la fertilidad,
el cuidado, la reproducción, la reposición de la
salud, etc., de acuerdo a la tensión continua entre
CUADERNOS 24 (2): 63-86 (2015)
Figura 2. Figurinas antropomorfas del sector central de las Sierras de Córdoba
muerte y mantenimiento y perpetuación de la vida.
Diferentes contextos etnográficos sudamericanos
aportan claves para delinear hipótesis de este tipo
(Reichel-Dolmatoff 1961; Stahl 1986; Stothert
2003). Los detalles singulares del atuendo y
arreglo del cuerpo parecen referir a personas
individuales, probablemente fallecidas, antes
que a deidades, seres mitológicos o entidades
68
arquetípicas. Algunos patrones de fragmentación
y descarte podrían avalar la idea de una fractura
intencional, quizás efectuada durante o después de
concluidos los rituales en los cuales participaron.
En la mayoría de los casos estas figurinas no
constituyen imágenes sexuadas ni cuentan con
detalles inequívocos para su adscripción a un
determinado género. Dado que son representadas
Géneros rituales: Figuras sexuadas en cerámica y arte rupestre de las Sierras de Córdoba
(Argentina)
con un faldellín o delantal, no se indicaron genitales
femeninos ni masculinos. Comúnmente estos
faldellines son cerrados por adelante y abiertos por
detrás, dejando las nalgas al descubierto (figura 2).
En menos ocasiones, en lugar del faldellín se trata
de un taparrabo o chiripá. Se plantea que otros
rasgos como las características de los peinados
y tocados cefálicos podrían relacionarse con las
identidades de género, pero carecemos de estudios
específicos que permitan establecer precisiones o
sustentar hipótesis en tal sentido.
Más allá de estas limitaciones, un significativo
conjunto de piezas presenta detalles en la parte
frontal del torso que refieren concretamente
al género femenino: indicación de mamas y/o
del estado de gravidez. Estos rasgos femeninos
son relativamente comunes y se reconocen en
conjuntos provenientes de diferentes áreas de las
sierras y de la planicie oriental cordobesa. Para
el caso de las costas del lago San Roque (sur
del valle de Punilla, figura 1), donde analizamos
grandes series de materiales, se identifican rasgos
femeninos en 49 torsos sobre un total de 181 (27.1
%). Un subgrupo de piezas se destaca por el grado
de elaboración de los tocados cefálicos y peinados,
por la indicación de detalles como las pestañas y
eventualmente pinturas faciales, además de senos
pequeños, apenas insinuados. La impresión general
es que se trataría de adolescentes o púberes. Por
su parte las figurinas embarazadas suelen tener el
busto proporcionalmente más grande y podrían
referir a otra clase etaria de mujeres jóvenes y
adultas (figura 3).
Figuras
masculinas en el arte rupestre de las
por una variedad de paisajes serranos, dan cuenta
de estos fenómenos de apropiación, demarcación
y significación del entorno, al mismo tiempo que
exponen fuertes conexiones con Los Llanos de La
Rioja.
El arte rupestre prehispánico de estas áreas,
cuya producción es básicamente asignada al PPT,
se distingue por la variabilidad del repertorio
iconográfico, de las técnicas de ejecución y
contextos de producción, si bien la mayoría de
sus expresiones se ajustan a los parámetros de
dos modalidades estilísticas principales. Estas se
diferencian por el grado de exposición visual de
los soportes escogidos, por las características de
los emplazamientos, las técnicas de confección
de las imágenes y el contenido de los repertorios
iconográficos. Asimismo, ambos tipos de
expresiones tienden a la segregación espacial
por paisajes diferenciados. Las dos modalidades
establecen un juego de inter-referencias y
exclusiones cuyo sentido ha sido vinculado con el
campo de la construcción política y la demarcación
territorial. Lo que nos interesa destacar es que
más allá de las diferencias entre las modalidades
y variantes estilísticas, y sus diversos patrones de
distribución espacial, ya problematizados en otros
aportes (Pastor 2012; Pastor y Boixadós 2015;
Recalde y Pastor 2012), existen determinados
diseños y tipos de motivos que se replican más allá
de las variaciones contextuales, técnicas, temáticas
y/o estilísticas. Es decir que estas imágenes
particulares, entre las que se cuentan figuras
antropomorfas sexuadas, aparecen ampliamente
distribuidas en una variedad de áreas y tipos de
contextos. Más allá de sus variaciones en cuanto a
diseños específicos y técnicas de ejecución, estas
figuras sexuadas son relativamente comunes en
la región (46.8 % del total de 47antropomorfos
registrados) y refieren en todos los casos al género
masculino, a partir de la indicación de los genitales.
En ningún caso se identifican rasgos que permitan
asignar los motivos al género femenino. Casi
siempre se trata de figuras de resolución lineal,
representadas de frente, con o sin aditamentos
como tocados cefálicos y objetos en las manos
(canon A). Otras representaciones son frontales
pero se diferencian por la resolución no lineal
sierras occidentales
Como ya planteamos, los circuitos de
movilidad que integraban a las sierras occidentales
de Córdoba se afianzaron durante el PPT, a través
de formas de explotación intensiva de algunas áreas
particulares y asimismo de la constitución de una
frontera parcialmente compartida con grupos de
Los Llanos riojanos. Este proceso no estuvo exento
de tensiones sociales y favoreció la instauración de
formas de territorialidad restrictiva, ejercida sobre
determinados entornos y lugares particulares. Las
diversas expresiones de arte rupestre, distribuidas
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CUADERNOS 24 (2): 63-86 (2015)
Figura 3. Figurinas de arcilla con indicaciones que avalan su adscripción al género femenino
del cuerpo y por diversas indicaciones como
vestimentas, objetos en las manos y máscaras
(canon B; figura 4).
Un análisis de distribución muestra la
importancia de estas figuras sexuadas en contextos
de tipo doméstico, definidos por una limitada
capacidad de acogida o inclusión social. En estos
casos el arte rupestre interpeló a un reducido grupo
de personas, quienes hicieron un uso transitorio
de los refugios bajo roca donde se ejecutaron las
imágenes. Las prácticas rituales desarrolladas en
el interior, en parte plasmadas en los paneles con
arte rupestre, incidieron especialmente sobre las
representaciones zoomorfas (mayoritariamente
camélidos), aunque las figuras antropomorfas
fueron incorporadas con frecuencia definiendo una
asociación temática repetida, donde los vínculos
de subordinación de los camélidos frente a los
70
antropomorfos fueron comúnmente resaltados.
En una sustancial medida se podría proponer que
los sentidos de esta ritualidad en el interior de los
abrigos rocosos, proyectada sobre el ámbito de las
relaciones domésticas, apuntaban al campo de la
cacería y a nociones alrededor de la fertilidad y
reproducción de los guanacos.
En algunas áreas la resolución de este tema
adopta los parámetros distintivos de la variedad
Charquina (A1) de la modalidad estilística A. La
misma se distribuye por áreas discontinuas del
sur de Guasapampa, este de Serrezuela y norte
de Traslasierra, tratándose de paneles pintados
en el interior de aleros y tafones graníticos, con
condiciones de visibilidad restringida desde el
exterior y un repertorio enfocado en los motivos
zoomorfos y en particular en los camélidos.
El sitio Cerco de la Cueva 3 es un tafón
Géneros rituales: Figuras sexuadas en cerámica y arte rupestre de las Sierras de Córdoba
(Argentina)
Figura 4. Motivos antropomorfos con rasgos sexuados masculinos en el arte rupestre del occidente de Córdoba
granítico con buenas condiciones de habitabilidad
(ca. 20 m2 cubiertos) localizado en las vertientes
de las sierras de Pocho, en la sección sur del valle
de Guasapampa (figura 1). Se excavó un contexto
estratificado con una datación del PPT final (390
± 60 años AP; LP-1709; carbón). Los materiales
asociados informan acerca de las actividades
desarrolladas en el interior del refugio (Recalde
2008-09). Se recuperaron instrumentos líticos,
desechos de talla y núcleos que dan cuenta de la
producción y uso de útiles expeditivos a partir
de materias primas disponibles en el medio
local. Las puntas de proyectil se relacionan con
tareas de reparación de armas, en tanto que los
restos arqueofaunísticos indican la explotación
de huevos de ñandú, guanacos y fauna menor
(roedores, armadillos). Los recipientes cerámicos
de tamaños medianos y pequeños se usaron para
71
el almacenamiento y consumo y pudieron ser
fácilmente transportados desde una localidad
a otra. Se conservan cinco paneles pintados en
las paredes interiores del tafón, entre los que
destacamos a los identificados con los números 4 y
5, ubicados en la entrada del refugio. En el primero
se pintaron figuras de camélidos de diferentes
cánones de diseño, ñandúes y otros zoomorfos
indeterminados. En forma contigua, en el panel N°
5 se identifican cinco antropomorfos lineales del
canon A, con indicación de genitales masculinos
de tamaño desproporcionado (figura 5a).
La Casa del Tigre comprende un conjunto de
aleros y oquedades en un afloramiento granítico en
la sección norte del valle de Traslasierra, próximo
a la margen del colector principal (río Jaime). En
otra contribución nos referimos a algunas de sus
expresiones rupestres pintadas y grabadas (Pastor
CUADERNOS 24 (2): 63-86 (2015)
Figura 5. Antropomorfos con indicación de genitales masculinos en el oeste de Córdoba
et al. 2015a). En esta ocasión incidimos sobre un
panel pintado en una pequeña oquedad a la entrada
del alero principal, donde se concentra el arte
rupestre del sitio. En el caso de este panel el estado
de conservación es deficiente e impide reconocer
algunas figuras, aun cuando se identifican un
camélido y un antropomorfo sexuado del canon
A, ambos pintados en rojo (figura 5b). En el
oriente de las sierras de Serrezuela (figura 1) se
ha reconocido el mismo tema en el interior de
un abrigo rocoso denominado Pozo de la Tosca
1. Estas imágenes fueron grabadas mediante el
raspado de la superficie y no pueden ser vistas
desde el entorno exterior, donde existe una aguada
y una infraestructura para la molienda grupal
(figura 5c).
El área de Lomas Negras, en el occidente
de las sierras de Serrezuela (figura 1), marca
un contraste con las anteriores por su mayor
orientación hacia la escala comunitaria, expresada
en la infraestructura para la molienda colectiva
instalada en los alrededores de sus aguadas
principales (Pastor 2015). Aun así, se registran
algunos ámbitos de actividad doméstica o
72
restringida a pocos individuos, donde también
se presenta la asociación temática en cuestión.
En ocasiones la pauta estilística corresponde a la
variedad Charquina (A1) y más comúnmente a
la variedad Lomas Negras (B1) de la modalidad
estilística B (grabados en soportes mediana o
ampliamente expuestos).
Por ejemplo el sitio Sacha Cabra 2 ocupa
un conjunto de tres aleros en los márgenes
de una aguada estacional, donde se dispuso
una infraestructura para la molienda colectiva
(sitio Pozo de la Sacha Cabra, con morteros
profundos potencialmente usados en simultáneo
por 18 personas). Los instrumentos de molienda
confeccionados en el interior de los aleros son
pocos y refieren a instancias de participación menos
inclusivas (cuatro posibles usuarios simultáneos
de morteros profundos; Pastor 2015). En dos
paneles diferentes dentro de este conjunto rocoso
se replicó el tema de los camélidos acompañados
por una figura sexuada, eventualmente en actitud
de dominio (figura 5d). Dentro de la misma área
observamos la repetición del tema en el alero
Cajones del Igno 3. En este caso la asociación
Géneros rituales: Figuras sexuadas en cerámica y arte rupestre de las Sierras de Córdoba
(Argentina)
Figura 6. Secuencia de ejecución en el panel n° 2 del sitio Cajones del Igno 3 (Lomas Negras, Serrezuela)
inicial de motivos también admitió una figura
mascariforme con tocado radiado, destacada
por sus atributos de diseño y asimismo por su
tamaño y ubicación. En momentos posteriores
se continuaron agregando figuras de camélidos,
que respetaron la estructura y las jerarquías
establecidas por el antropomorfo sexuado (canon
A) y el mascariforme (figura 6).
En otro alero cercano, incorporado en el sitio
Cajones del Igno 1, se repiten en dos ocasiones
las figuras sexuadas. Este alero se encuentra en la
periferia de una aguada principal, donde también
se instaló una infraestructura para la molienda
colectiva (morteros profundos potencialmente
usados en simultáneo por 27 operadores, Pastor
2015). Los dos paneles que incorporan estas
figuras son los menos visibles del sitio y quienes
sugieren instancias de participación en las que solo
se integraron a pocas personas. El panel n° 4 está
pintado en la pared del alero, casi a nivel de piso.
Desde un punto de vista técnico e iconográfico
adopta los parámetros distintivos de la variedad
Charquina (A1). La asociación temática incluye
motivos no figurativos, camélidos, un lagarto, un
felino y un antropomorfo sexuado del canon A
(figura 7a). Por su parte el panel n° 8 se encuentra
sobre el piso rocoso del alero y toma los parámetros
estilísticos de la variedad San Buenaventura (B3)
(soportes horizontales o levemente inclinados,
técnicas de picado y horadación, huellas humanas
y de animales). El antropomorfo sexuado del
canon A se destaca por la indicación de un tocado
cefálico y dorsal y está acompañado por motivos
no figurativos, pisadas humanas y de felino (figura
7b).
Proyección
de las figuras masculinas hacia el
ámbito público
73
Según planteamos en otras contribuciones,
durante el PPT los procesos orientados hacia
la construcción política comunitaria sortearon
tensiones sociales parcialmente plasmadas en
prácticas, objetos y lugares rituales. En diferentes
sitios rupestres del occidente de Córdoba notamos
una secuencia de reemplazo temático, con la
imposición de nuevos referentes y asociaciones
de motivos que se superpusieron o subordinaron
visualmente a producciones pre-existentes. Los
temas basados en las figuras de camélidos fueron
marginados por otros que tuvieron un eje en los
antropomorfos con rasgos jerarquizados y en
motivos no figurativos complejos, con un probable
sentido emblemático. En algunas áreas y lugares
esta tensión iconográfica se resolvió dentro de los
parámetros de la modalidad estilística B, con temas
de la variedad Totora Huasi (B2) sobre temas de la
variedad Lomas Negras (B1), o de la modalidad
estilística A, con temas de la variedad Quilpo (A2)
sobre temas de la variedad Charquina (A1) (Pastor
2012, Pastor et al. 2015a).
CUADERNOS 24 (2): 63-86 (2015)
Figura 7. Calco de los paneles n° 4 y 8 del sitio Cajones del Igno 1 (Lomas Negras, Serrezuela)
Esta secuencia es interpretada en términos de
re-significación, entendiendo que la construcción
política comunitaria, con la jerarquización
implícita de las estructuras sociales, afectó a
diversos planos materiales y discursivos, en parte
reflejados en la imposición de nuevos referentes
iconográficos y significados en el arte rupestre.
A pesar de ello el reemplazo o ruptura con lo
previo no fue total, algunos tipos de motivos se
continuaron replicando, entre ellos las figuras
sexuadas plasmadas en puntos altamente
visibles del paisaje o en espacios específicos de
significación pública, como sitios de molienda
colectiva. A nivel del arte rupestre las tensiones
entre los niveles domésticos y comunitarios de
estas formaciones sociales, parcialmente reflejadas
en secuencias de ejecución y reemplazo temático,
no habrían implicado una menor afirmación en
torno a los conceptos de masculinidad sino al
contrario. En otras palabras, la imposición de
74
una temática preferentemente proyectada sobre el
ámbito público, pero penetrando eventualmente
en el espacio doméstico, según los parámetros
estilísticos de la variedad Totora Huasi (B2),
con un foco en los motivos antropomorfos con
rasgos jerarquizados y mascariformes, admitió
igualmente a las figuras sexuadas con indicación de
genitales masculinos. En estos casos se utilizaron
diseños propios de esta variedad estilística u otros
tomados de las variedades Lomas Negras (B1) y
Charquina (A1) (canon A; figura 4). Los ejemplos
que repasamos a continuación sugieren que, en su
proyección sobre el ámbito público y en el marco
de las transformaciones sociopolíticas del PPT, el
arte rupestre del occidente de Córdoba tendió a
ratificar y al mismo tiempo redefinir conceptos en
torno a la masculinidad.
En ocasiones este tipo de figuras se ubican en
soportes de alta exposición, por ejemplo en vías de
tránsito que permitieron una amplia visualización
Géneros rituales: Figuras sexuadas en cerámica y arte rupestre de las Sierras de Córdoba
(Argentina)
de las imágenes en el contexto de la circulación
por el paisaje, a menudo señalando el acceso a
aguadas estacionales. En este sentido se habla de
un arte “público”, por la intención de favorecer
la visibilidad de las figuras en el entorno abierto,
incluso por parte de numerosos observadores
eventuales en simultáneo, a partir de la selección
de soportes específicos y en ocasiones también
por el tamaño de los motivos ejecutados. Estas
condiciones se contraponen a la visibilidad
restringida de las expresiones rupestres de la
modalidad estilística A, vinculadas con preferencia
al ámbito doméstico o “privado” (Recalde y Pastor
2012).
El sitio Agua del Sarco se ubica en la sección
norte de las sierras de Pocho y consiste en un
paredón rocoso junto a un cauce (figura 1). A unos
400 m abajo se encuentra otro sitio en un bloque
rocoso en medio del cauce, con una infraestructura
para la molienda a escala doméstica (cuatro posibles
usuarios simultáneos de morteros profundos;
Pastor 2015). A pocos metros de estos morteros
se encuentra la única vertiente activa en varios
kilómetros de serranías (“el agua del Sarco”), con
un modestísimo caudal. De modo tal que para
quienes se desplazan por el cauce, en particular de
sur a norte (cuenca abajo), las imágenes grabadas
en el paredón rocoso resultan altamente visibles
y de algún modo anticipan la aproximación a la
aguada. Los numerosos motivos conforman una
asociación característica de la variedad Totora
Huasi (B2). Más allá de los motivos no figurativos
y de excepcionales zoomorfos, las figuras más
conspicuas son antropomorfos de diferentes
cánones y patrones de diseño (sensu Aschero
1996). Por su tamaño se destaca un antropomorfo
del canon B (representado de frente y con
indicación de vestimentas) y en segundo término
un antropomorfo del patrón A3 (lineal, de frente,
con indicación de tocado cefálico y sexo). Otros
antropomorfos son más pequeños y corresponden
a distintos patrones del canon A (frontales, de
resolución lineal) y C (lineales, con el cuerpo
de perfil e indicación de adornos cefálicos y
dorsales; figura 8). Sobre un total de 12 motivos
antropomorfos ejecutados en este panel, en un
subconjunto de cuatro se indicaron explícitamente
75
genitales masculinos.
Estas condiciones generales de emplazamiento
se repiten en el sitio Los Pilones 2, localizado en el
área de Lomas Negras, al occidente de las sierras
de Serrezuela (figura 1). Se trata de un alero con
el frente ampliamente expuesto, ubicado en una
cabecera de quebrada a pocos metros de una
aguada estacional pequeña donde se dispusieron
artefactos para la molienda a escala doméstica. Las
imágenes grabadas en el frente del alero resultan
visibles desde la distancia para quienes ingresan
a la quebrada y se dirigen cauce abajo hacia su
tramo central (ca. 400 m de recorrido), donde se
encuentra la aguada principal y una infraestructura
para la molienda colectiva (sitio Los Pilones 1, con
14 usuarios potenciales simultáneos de morteros de
grandes dimensiones; Pastor 2015). La secuencia
de ejecución de los grabados, establecida a partir
de superposiciones y diferencias en las tonalidades
de las pátinas, fue analizada en otros aportes
(Pastor 2012, Pastor et al. 2015a). Brevemente
mencionamos que la asociación temática original se
fundó en una jerarquía de antropomorfos, dada por
sus tamaños y posición en el panel, acompañados
por motivos no figurativos y camélidos en una
situación subordinada (más pequeños que los
antropomorfos, en ubicaciones más bajas). En
un momento posterior el área preferentemente
ocupada por los camélidos fue superpuesta en
forma parcial por la incorporación de un conjunto
centrado en un personaje antropomorfo del canon
B, con indicación de un objeto portado en una mano
y una máscara felínica con fauces representada de
perfil, de acuerdo a una convención que remite
a la estilística de Aguada (González 1998). En
torno a este antropomorfo destacado se dispuso un
conjunto de mascariformesy cabezas con adornos
(figura 9). Por un lado la incorporación de estos
nuevos motivos replicó la temática de los vínculos
jerárquicos o asimétricos entre antropomorfos
y mascariformes, respetando al mismo tiempo
las estructuras y jerarquías establecidas por los
antropomorfos principales, correspondientes
al primer momento de ejecución, y no así a los
camélidos. Nos interesa destacar aquí que tanto el
antropomorfo principal del conjunto original, como
el enmascarado agregado en un segundo momento
CUADERNOS 24 (2): 63-86 (2015)
Figura 8. Calco del panel grabado del sitio Agua del Sarco (norte de las Sierras de Pocho)
y otros antropomorfos menores presentan rasgos
sexuados, a partir de la indicación de genitales
masculinos.
En ocasiones como las referidas el arte
rupestre de la modalidad estilística B anuncia
la aproximación a las aguadas estacionales,
construidas
como
lugares
públicos
de
congregación (Pastor 2015), mientras que en
otras este tipo de expresiones se encuentran
inmediatamente vinculadas con los reservorios
hídricos. Allí se reafirmó la orientación “pública”
de esta materialidad, así como de las prácticas y
sentidos que la significaron (Recalde y Pastor
2012). Desde el punto de vista de las asociaciones
temáticas y secuencias de ejecución, en algunos
casos se identifica un predominio absoluto de la
variedad Totora Huasi (B2), mientras que en otros
se expone la tensión entre las variedades Totora
Huasi (B2) y Lomas Negras (B1), con casos de
imposición iconográfica (sensu Aschero y Martel
2007) en favor de la primera (Pastor et al. 2015a).
En este “arte público” desplegado en el entorno
de aguadas estacionales, donde también se instaló
una infraestructura para la molienda colectiva, se
observa una iconografía que puso el acento en
motivos antropomorfos con rasgos jerarquizados,
mascariformes, objetos como tocados, adornos
cefálicos y no figurativos complejos de carácter
emblemático. En otros lugares estos motivos y
temas tendieron a imponerse sobre otros preexistentes, y a convertirse así en predominantes
con el correr del tiempo.
La localidad arqueológica Achalita 1 (sur del
valle de Traslasierra, figura 1) se emplaza en el
76
sector de cumbres de un pequeño encadenamiento
serrano (“Achalita”), alrededor de cuatro pozos
de agua estacionales que constituyen el principal
reservorio hídrico de la serranía. La infraestructura
para la molienda colectiva (23 posibles usuarios
simultáneos de morteros profundos) también la
señala como el lugar de mayor importancia pública
del área (Tissera 2014). Adicionalmente las
oquedades y aleros rocosos cercanos concentran
la mayor cantidad de grabados rupestres del sur
de Traslasierra. La elección recurrente de soportes
de alta exposición, las técnicas de ejecución,
la iconografía y asimismo el contexto general
de uso resultan compatibles con la modalidad
estilística B. Desde el punto de vista temático
se revela un característico juego de exclusiones
y tensiones entre las variedades Totora Huasi
(B2) y Lomas Negras (B1) (Tissera 2014),
también detectada en otros sitios del occidente de
Córdoba (Pastor 2012, Pastor et al. 2015a). Nos
interesa destacar en este lugar la secuencia de
ejecución del panel E1 (unidad topográfica II),
según se deriva del análisis de diferencias en las
tonalidades de las pátinas. Este panel ocupa el
frente principal de un alero de amplia exposición,
en un emplazamiento que confiere a las imágenes
la máxima visibilidad y destaque de la localidad.
La asociación temática inicial (no figurativos
simples y complejos, camélidos) fue ratificada
en un segundo momento con la incorporación de
nuevos motivos del mismo tipo. Finalmente en
un tercer momento se agregaron figuras que en
parte discontinuaron el sentido del tema original.
Sobresale un antropomorfo del patrón A3, frontal,
Géneros rituales: Figuras sexuadas en cerámica y arte rupestre de las Sierras de Córdoba
(Argentina)
Figura 9. Calco del panel grabado N° 2 del sitio Los Pilones 2 (Lomas Negras, Serrezuela) y detalle de los motivos
agregados en el momento final de ejecución
de resolución lineal, con indicación de tocado
cefálico y genitales masculinos (figura 10). Se
revela una trayectoria de re-significación que
77
tendió a ratificar y exaltar, entre otros sentidos y en
un marco de alta exposición pública, determinadas
concepciones en torno a la masculinidad.
CUADERNOS 24 (2): 63-86 (2015)
Discusión
El análisis e interpretación de los objetos y
lugares que reseñamos debe partir de supuestos
que enfaticen sobre las relaciones de género desde
una aproximación no dicotómica ni esencialista.
Por una parte es necesario indagar en torno a estas
identidades y roles, cómo llegaron a estructurarse
en un contexto histórico determinado, y a
condicionar desde allí las disposiciones de
los agentes. En tal sentido se entiende que la
incorporación de los roles de género se realiza en
el seno del mundo social, aprendiendo a vestirse,
a moverse, a caminar o arreglarse el cabello, a
reconocer cuáles tareas desarrollar, cómo oficiar
rituales, etc., “apropiándose en forma insensible de
la manera correcta de portar el cuerpo” (Scattolin
2003).
Por otra parte se advierte la tensión entre estos
roles y sus actuaciones particulares, el hecho
de que las personas retienen u ostentan áreas de
autonomía y poder desde donde pueden convalidar,
pero asimismo resignificar, cuestionar o resistir
imposiciones asociadas a tales estructuras. Por
ejemplo las relaciones de género jerárquicas, de
dominación de los hombres sobre las mujeres,
pudieron restringirse en determinados lugares
y contextos situacionales donde se mantuvo un
mayor protagonismo femenino (Gero 2005).
Se plantea que las disposiciones y tensiones en
torno a la construcción de los roles e identidades
de género pudieron expresarse en diversas
materialidades y planos de la práctica, ya sea en
lugares residenciales o en áreas productivas, en
el simbolismo y el ritual limitado a la intimidad
de los espacios y relaciones domésticas, o bien en
aquellos proyectados hacia el ámbito público. Por
una parte se procura una aproximación al contexto
histórico y cultural de producción de las imágenes
rupestres y figurinas, con un entendimiento de la
organización y valorización de las distintas áreas
laborales y sus probables implicancias sobre los
roles de género. A partir de allí, la ponderación
de los escenarios y circunstancias en las que se
produjeron y/o exhibieron figuras femeninas
o masculinas, tanto como sus características
funcionales y de diseño, permitirán identificar,
o cuanto menos sustentar hipótesis en torno a la
78
prescripción de roles de género y otros principios
de ordenamiento, distinción y clasificación propios
de ese campo.
En concreto para las Sierras de Córdoba
durante el PPT postulamos la consolidación de un
circuito de movilidad que abarcó a las serranías
bajas y áridas del extremo occidental de la región
(sierras de Serrezuela, Guasapampa, Pocho y
Altautina), básicamente orientado a la explotación
estival de variados recursos silvestres de origen
animal y vegetal (Pastor et al. 2012, Recalde
2008-09). La apropiación de las diversas áreas
y sus recursos alentó la formación de un paisaje
de frontera, parcialmente compartida (asimismo
negociada, disputada) entre grupos originarios del
oeste de Córdoba (valle de Traslasierra) y de Los
Llanos de La Rioja. Estas interacciones definieron
escenarios con cuotas de tensión social, procesos
de integración política de las formaciones
comunitarias, de jerarquización de las estructuras
sociales y de demarcación territorial (Pastor 2012,
Pastor y Boixadós 2015, Recalde y Pastor 2012).
En estos paisajes de frontera los motivos
rupestres
antropomorfos
constituyen
con
frecuencia figuras sexuadas, en todos los casos
con indicación de genitales masculinos y nunca
con rasgos o detalles que permitan vincularlos
al género femenino. Estas figuras se despliegan
en diferentes tipos de contextos, con diversos
procedimientos de ejecución y tipos de diseño,
según los parámetros de distintas modalidades y
variantes estilísticas regionales. En tal sentido, su
presencia regular es una constante que trasciende
las diferencias notadas en el arte rupestre
occidental de Córdoba, a nivel de los contextos de
producción y uso, de las técnicas de ejecución y
de los temas.
Una asociación temática recurrente entre
figuras de camélidos y antropomorfos de
resolución lineal (canon A), comúnmente con
rasgos sexuados, remite a conceptos en torno
a la cacería y el dominio masculino sobre las
poblaciones silvestres de guanacos. Otros temas
desarrollados en paneles vinculados espacialmente
(en el mismo refugio rocoso o en refugios cercanos)
inciden sobre sentidos cercanos a la fertilidad y
multiplicación de la fauna (Pastor 2012, Recalde
Géneros rituales: Figuras sexuadas en cerámica y arte rupestre de las Sierras de Córdoba
(Argentina)
Figura 10. Panel E, unidad topográfica II, de la localidad arqueológica Achalita 1 (sur del valle de Traslasierra)
2009). El tratamiento de este conjunto de temas
es común en abrigos rocosos con ocupaciones
transitorias de nivel doméstico, según parámetros
de la variedad Charquina (A1) (sur del valle de
Guasapampa, norte de Traslasierra, oriente y
sitios puntuales del occidente de Serrezuela), o
bien de la variedad Lomas Negras (B1) (norte
de Guasapampa, occidente de Serrezuela, sur de
79
Traslasierra).
El análisis de los recursos alimenticios
consumidos en estos refugios indica el acceso
a artiodáctilos (principalmente guanacos) que
no fueron cazados en el entorno más inmediato,
sino en paisajes adyacentes de planicie y sabana,
en cercanías de las Salinas Grandes (ca.10-35
km), así como alimentos obtenidos en el medio
CUADERNOS 24 (2): 63-86 (2015)
local (recursos del monte chaqueño como frutos
silvestres y fauna menor). Aunque una diversidad
de prácticas, actores sociales de diferentes
edades y géneros y asimismo objetos y entidades
(incluyendo recursos naturales alimenticios)
intervinieron en la ocupación y explotación de
estos paisajes de frontera, no todos ellos aparecen
equilibradamente plasmados en los temas de la
iconografía. Claramente esta última, pintada o
grabada en las paredes interiores de los refugios
rocosos, enfatizó sobre los roles de cacería de
especies como el guanaco, con una particular
valorización de la participación y dominación
masculina.
Es importante destacar que en algunos
lugares y áreas discretas, en estos mismos
paisajes occidentales, la valorización de los roles
masculinos se proyectó desde la esfera doméstica
hacia el ámbito “público” de las celebraciones
colectivas y de la construcción política
comunitaria. Sin embargo dicha proyección no
puede ser entendida en términos de una simple
réplica o reproducción, sin implicar al mismo
tiempo cuotas de re-significación. Por ejemplo en
Achalita 1 la ejecución de un motivo antropomorfo
sexuado finalizó la historia de producción de un
panel grabado de alta exposición pública (E1
UTII), introduciendo una discontinuidad en la
temática original. El sentido de esta transformación
parece sintonizar con una casuística de tensión
iconográfica entre las variedades Totora Huasi
(B2) y Lomas Negras (B1), extendida en el arte
rupestre del oeste de Córdoba, con ejemplos de
imposición iconográfica en favor de la primera
variedad. A través de la ejecución de la figura
sexuada, el panel E1 (UTII) de Achalita 1 repite
una secuencia de imposición y reemplazo temático
que encuentra proyecciones en la misma área y
microrregión (Pastor et al. 2015a, Tissera 2014).
Otras expresiones se ajustan plenamente a los
parámetros de la variedad Totora Huasi (B2) y en
tal sentido, a nivel temático, trasladan el énfasis
desde la dominación de los personajes sexuados
sobre grupos o manadas de camélidos, hacia las
relaciones entre mascariformes y antropomorfos
con rasgos jerarquizados (muchas veces también
sexuados). La presencia exclusiva de esta variedad
80
estilística en lugares como aguadas estacionales o
en sus accesos (sin imponerse sobre expresiones
previas de la variedad Lomas Negras o B1), en
especial en sitios del norte de Guasapampa y
del occidente de Serrezuela pone de relieve las
diferencias entre los ámbitos rituales relacionados
con la construcción doméstica y la comunitaria.
La temática de este arte “público” (Recalde y
Pastor 2012) se define a partir de asociaciones
de motivos no figurativos complejos, zoomorfos
representados a través de sus pisadas y como ya
dijimos, antropomorfos y mascariformes que
establecen entre sí vínculos de jerarquía, simetría
y/o diferenciación (Pastor 2012, Pastor et al.
2015a).
En otros aportes planteamos que los procesos
de integración política del PPT llevaron a una
cierta jerarquización de las estructuras sociales
comunitarias, lo cual alentó diversos planos
de diferenciación y asimetría entre actores
individuales y colectivos, así como conflictos y
tensiones de variada escala e intensidad (Díaz et
al. 2015, Pastor et al. 2012). La hipótesis sostenida
en esta contribución señala que esta tensión social,
tributaria de fuerzas que estimulaban la integración
política, afectó en lo específico a las relaciones de
género. La información iconográfica permitiría
afirmar que los roles masculinos relacionados
con la cacería de animales, como los guanacos
en paisajes de frontera, estaban positivamente
valorados, por encima de su aportación relativa
a la subsistencia. Tomando otro tipo de fuentes,
como los documentos del Período Colonial
Temprano (ca. 1550-1650 d.C.), se identifican
otros roles de valoración igualmente positiva para
el género masculino, en concreto en la esfera de
la construcción y gestión política comunitaria
(Montes 2008, Piana de Cuestas 1992). En este
sentido, un conjunto de capitales y recursos
eran puestos en juego por algunos hombres
adultos para la negociación, el establecimiento
y mantenimiento de alianzas, la obtención de
lealtades, seguridad y acceso territorial. Las redes
matrimoniales constituían un eje clave de esta
gestión política, y en ese contexto la circulación
de mujeres, como recursos o capitales del grupo
de parentesco, según esquemas de patrilinealidad
Géneros rituales: Figuras sexuadas en cerámica y arte rupestre de las Sierras de Córdoba
(Argentina)
y patrilocalidad, las habría llevado a posiciones
de subordinación y limitación de la autonomía
personal (Meillassoux 1977).
Nos detendremos en tres ejemplos que ilustran
el funcionamiento de estas redes. El primero
deriva de un expediente judicial por tierras en
el valle de Punilla (año 1639), donde quedaron
expuestas antiguas pendencias entre miembros
de dos grupos políticos comarcanos, no obstante
emparentados por vía de matrimonio (Archivo
Histórico de Córdoba -AHC-, Escribanía 1 -E1,
Legajo 72 -L72-, Expediente 2 -E2-; citado por
González Navarro 2009). De este modo, el cacique
Don Francisco Matala pudo salvar las diferencias
“favoreciéndose de los parientes de su mujer”,
los indios de Cosquín, quienes le señalaron
tierras para su asistencia. Allí, junto al arroyo
Culampacaya, “por ser paraje más cálido”, Matala
pudo permanecer cerca de un año junto con sus
indios, hasta que recogió cosechas y retornó a su
territorio.
El segundo ejemplo comprende al cacique
Guayama Acan, quien debió abandonar sus
tierras de Asan, Alancac y Torol, en el sur del
valle de Traslasierra, por una plaga de langostas
que provocó hambrunas. Estos acontecimientos
ocurrieron años antes de la fundación de Córdoba
en 1573 (AHC, E1, L1, E5, año 1585, y E1,
L4, E11, año 1594; citados por Montes 2008).
Guayama Acan siguió un largo periplo junto a sus
indios en busca de tierras, hasta que casó a su hija
entre los indios del pueblo de Tamalach, y de este
modo pudo asentarse y labrar sementeras.
El último ejemplo apunta a indicios que
sugieren la posibilidad de la poligamia como
privilegio de los caciques. Entre estos indicios se
cuentan las referencias sobre hijos de caciques que
eran “hermanos de padre” (y posiblemente no de
la misma madre), junto a un listado de indígenas
del pueblo de Soto (año 1619), en el noroccidente
de Córdoba, donde constan varias mujeres como
viudas del mismo cacique o curaca, así como
otros caciques con dos o más esposas (González
Navarro 2012). Posiblemente en estos casos,
mecanismos fundados en el parentesco fueron
reorientados hacia el campo de la construcción
política, con el propósito de favorecer una
81
reproducción ampliada de los linajes cacicales así
como la posible articulación con el mismo para
otros grupos menores.
A un nivel iconográfico, en los paisajes de
frontera del extremo occidental de Córdoba la
valoración de los roles masculinos se traspasó desde
ámbitos restringidos a la ritualidad doméstica (en
refugios rocosos) y centrados en prácticas como la
cacería, hacia el terreno político de la construcción
comunitaria, en lugares de relevancia pública
(junto a las aguadas estacionales). El énfasis se
habría redirigido hacia el campo político (temas
con variedad de vínculos entre antropomorfos
y mascariformes con rasgos jerarquizados),
incluyendo la participación de diversos grupos en
redes de intercambio y parentesco, tanto de nivel
local como extra-local (con comunidades de Los
Llanos riojanos). Declaraciones de testigos en un
proceso judicial de 1636-37 permiten ponderar el
rol de los caciques en las celebraciones colectivas.
Según los testimonios Don Gonçalo Pituninaure
era el cacique principal de todo el valle de Zitón
y por tal era tenido por los indios, y cuando había
fiestas y ceremonias era el más respetado entre los
demás curacas, y entre los asientos se le reservaba
el asiento de curaca principal (AHC, E1, L70, E6;
citado por Montes 2008: 62).
Sin embargo, en otro proceso de 1620,
correspondiente al pueblo de Quilino (Sierras
del Norte de Córdoba), se describen detalles de
ceremonias donde el protagonismo correspondía
a ritualistas femeninas, presentadas como
“indias viejas desnudas, cubiertas con pellejos
de tiguere” (jaguar, Panthera onca), quienes
danzaban entre los asistentes (AHC, E1, L50,
E2; citado por Castro Olañeta 2006). Estas
ceremonias pueden ser concebidas como rituales
de transmutación (humano-felino), vinculados a
creencias ampliamente extendidas en la región y
el continente, en conexión con la base chamánica
que definía la religiosidad de estas antiguas
sociedades (Pastor et al. 2015b). En general las
celebraciones consistían en ritos de paso, entre
los que se menciona especialmente la entrada a
la pubertad de las muchachas. Esto revela que en
el pueblo de Quilino se practicaban ceremonias
colectivas dedicadas a indias muchachas y
CUADERNOS 24 (2): 63-86 (2015)
oficiadas por indias viejas. Se advierte así un área
de autoridad y poder detentada por sus mujeres,
aun frente a esquemas establecidos que pudieron
fortalecer las relaciones de dominación en favor de
los hombres (tanto tradicionales, ligados al pasado
prehispánico, como otros propios del proceso de
implantación colonial).
Se sostiene que la elaboración y manipulación
de figurinas antropomorfas de arcilla, comúnmente
con rasgos femeninos, podrían delinear otro campo
de autonomía y autoridad de las mujeres (Di
Capua 1994). Los contextos de uso y la eficacia
de estos objetos no estarían relacionados con los
paisajes de frontera ni con los ámbitos de reunión
colectiva. Otras esferas rituales, como aquella
relacionada con las prácticas funerarias, tampoco
parecen haberlas integrado. Su participación se
vincula específicamente con los espacios más
cotidianos (los campamentos residenciales) y con
actividades desarrolladas con cierta frecuencia en
los entornos domésticos. Sus formas de empleo
significaron casi siempre que fueran abandonadas
rotas junto con otros residuos.
Los campamentos residenciales del PPT final
(ca. 900-1550 d.C.) fueron asentados en entornos
de bosque chaqueño, en emplazamientos con buen
acceso al agua y a terrenos cultivables. Sus fases
de ocupación se concentraban entre mediados
de primavera y mediados de otoño, cuando
podía desarrollarse una variedad de actividades
de subsistencia como el cultivo de huertos, la
recolección de frutos silvestres y la caza de fauna
menor (Medina et al. 2014). En contraste con
otros paisajes y momentos del año, donde la caza
mayor y la participación masculina pudieron estar
relativamente enfatizadas, durante la ocupación
de estos campamentos existió un mayor equilibrio
en la aportación de los diferentes géneros y clases
de edad, incluyendo a mujeres, niños y ancianos.
Especialmente el rol de las mujeres pudo adquirir
una mayor relevancia y valoración, a partir de
trabajos centrados en el cuidado de los huertos y
sementeras, en la recolección de frutos silvestres
como la algarroba y el chañar, así como en la
preparación de los diversos productos. El contexto
de uso de estas figurinas correspondería a una
ritualidad desarrollada en el ámbito doméstico, en
los espacios más cotidianos, también más íntimos,
donde las mujeres habrían conservado mayores
áreas de autonomía y poder. Sus sentidos pudieron
vincularse a nociones de cuidado, curación,
fertilidad, crecimiento, multiplicación, con una
valoración positiva de la identidad y los roles
femeninos, en parte contradiciendo esquemas
globalizantes de dominación masculina.
Consideraciones finales
En este trabajo planteamos una serie de
hipótesis sobre las identidades, roles y relaciones
de género durante el PPT final en las Sierras de
Córdoba, según una clave interpretativa que
incide sobre la tensión social a partir de patrones
observados en la materialidad (figuras sexuadas,
masculinas y femeninas, en el arte rupestre y en
estatuillas de arcilla). Nos interesamos por la
aparición relativamente concomitante de ambos
tipos de expresiones, así como en los patrones
segregados de distribución espacial de las
imágenes rupestres masculinas y de las figurinas
femeninas de arcilla, por diferentes paisajes
locales y contextos de uso.
Estas hipótesis son concebidas como puntos
de partida para futuras indagaciones, fundadas en
análisis concurrentes que profundicen sobre estas
líneas y/o desarrollen otras nuevas. Entre ellas
sobresalen los motivos rupestres antropomorfos
con indicaciones de vestimentas, cuyo análisis
formal debe ser continuado, así como el estudio
de las similitudes, diferencias y patrones en
los peinados, tocados, vestimentas y pinturas
faciales de las figurinas de arcilla. Fuera de los
aspectos iconográficos, formales, funcionales
y contextuales ligados a estos objetos, la
consolidación de otras líneas como la arqueología
funeraria podrá eventualmente aportar información
complementaria para una mayor fundamentación
de estas propuestas.
82
Agradecimientos
La investigación fue parcialmente financiada
a través de los subsidios PICT 2012-1614, de
la Agencia Nacional de Promoción Científica
y Tecnológica, y PIP 112-2008-0102678 del
CONICET, este último bajo la dirección del Dr.
Géneros rituales: Figuras sexuadas en cerámica y arte rupestre de las Sierras de Córdoba
(Argentina)
Eduardo Berberián. Agradecemos al Museo
Arqueológico Numba Charava de Villa Carlos
Paz y a su directora Silvia Ledda, por permitirnos
analizar los materiales que integran sus
colecciones.
Córdoba.
Bibliografía
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