Prodavinci

Anuncio
1
Prodavinci
Los Nazis y la guerra
El Librero y Prodavinci · Monday, June 15th, 2009
“Todos somos culpables”
Por Walter Reich
The New York Times
“El Tercer Reich en Guerra”
Por Richard J. Evans.
Ilustrado. 926 pp. The Penguin Press. $40.
—
La memoria pública de lo que pasó durante los tiempos de la Alemania Nazi ha sido
destrozada y trivializada en años recientes. Películas ampliamente vistas pero
desorientadoras, y acusaciones politizadas de países perpetrando “holocaustos” contra
diversos grupos, ha degradado el sentido de la verdadera naturaleza de los hechos
que los alemanes perpetraron durante la Segunda Guerra Mundial.
Es por esto que “El Tercer Reich en Guerra” de Richard Evans no pudo haber llegado
en mejor momento. Este libro tal vez sea no solo el mejor, sino el más fascinante
recuento de ese período. Si algún trabajo de historia tiene la oportunidad de corregir
las distorsiones de la memoria pública, es este.
Prodavinci
-1/4-
05.09.2015
2
La historia de Alemania desde su invasión a Polonia en 1939 y su colapso en 1945 es
una historia compleja. Los detalles se han reseñado en miles de publicaciones. En este
libro—el último de una trilogía magistral que cubre toda la historia del Tercer ReichRichard Evans, un profesor de historia de Cambridge, teje brillantemente los diversos
hilos del mal monumental central de ese hecho histórico. El resultado es un tapiz que
ahora podemos ver como un todo.
Uno de esos hilos, por supuesto, es el militar—Alemania hizo conquistas relámpago de
Polonia, Francia, Dinamarca, Noruega y los Países Bajos; su guerra aérea con Gran
Bretaña; su invasión de la Unión Soviética; sus desastrosas pérdidas en Moscú y
Stalingrado; su retiro de África del Norte, Italia y Rusia; la capacidad de los Aliados
para producir más bienes y armas que los alemanes; la habilidad del Ejército Rojo
para sufrir terribles pérdidas y seguir luchando; la llegada de los Aliados a
Normandía; la batalla desesperada por Berlín; y la derrota miserable de Alemania.
Otro hilo es la ideología del poder Nazi—su visión animada del reordenamiento racial
de Europa y la dominación mundial; su convicción de que los alemanes eran la raza
superior y los eslavos eran subhumanos y serían removidos para darle paso a una
Alemania inmensamente expandida; y su creencia de que los judíos, que no eran
humanos sino bestias con forma humana, debían ser exterminados.
Y otro hilo más es la manera en la que las fuerzas alemanas-el SS pero también el
ejército regular—implementaron esa visión del reordenamiento racial y la
exterminación. Habiendo sido adoctrinados por la propaganda Nazi, asesinaron y
torturaron a los eslavos y aún más metódicamente exterminaron Judíos. Los gitanos
también fueron blancos de asesinato en masa. En nombre de la pureza étnica hasta
mataron a sus propios ciudadanos discapacitados. Todo tenía que hacerse
implacablemente y sin piedad. La violencia cruda era el eje central de lo que hicieron
y de lo que eran los nazis.
Y luego está el frente doméstico—el regocijo que trajeron las primeras victorias, la
amplia popularidad del régimen; el conocimiento público del exterminio de los judíos;
la puesta en acción de las políticas nazi contra los judíos y los demás, como dice
Evans, “en un grado u otro, por cientos de miles, hasta millones, de alemanes”; la
ausencia de la protesta; la ubiquidad y el poder de la propaganda; la profunda y
espantosa corrupción de la medicina; el uso de la cultura, alta y baja; y el desencanto
de la población con las crecientes derrotas cada vez más cerca de casa.
En “El Tercer Reich en Guerra,” Evans logra agrupar todo su material hábilmente no
solo a partir de documentos y discursos, sino de diarios, cartas, memorias,
transcripciones de conversaciones privadas, reportes secretos que los nazis hicieron
sobre el ánimo popular y hasta los chistes que daban la vuelta. Llena su libro con
personajes que aparecen y reaparecen con cambios de humor y poses. Algunos de
ellos ponen en movimiento la maquinaria asesina de los Nazi. A otros los afectó esa
maquinaria, contribuyeron a su operatividad y observaron mientras trabajaba.
Por supuesto que las figuras centrales de Evans son los monstruos morales que
esperamos encontrar en esta historia—Hitler, Himmler, Goebbels, Gring, Borman,
Heydrich, Eichman, Rosenberg, así como los muchos otros que formaban esa élite
Prodavinci
-2/4-
05.09.2015
3
Nazi. También nos presenta los monstruosos oficiales alemanes—propagandistas,
líderes militares, burócratas y comandantes de los campos de exterminio-quienes se
aseguraban de que la maquinaria Nazi hiciera su trituradora labor destructiva.
Pero Evans también nos lleva a conocer a otros desconocidos—soldados alemanes,
civiles, creyentes y dudosos ocasionales. A partir de los reportes de soldados que
metódicamente mataban judíos a orillas de las fosas, así como los líderes alemanes
que se jactaban sobre los gloriosos y necesarios exterminios, la documentación de las
operaciones con gas, los testimonios de testigos y los diarios de las propias víctimas,
Evans nos da un sentido dinámico, no solo del paisaje sangriento de este feroz drama,
sino de los personajes que lo crearon, habitaron y fueron succionados por el.
Si el reordenamiento racial de Europa fue el corazón de la visión animada Nazi, el
Holocausto era el ventrílocuo izquierdo de ese corazón. Evans muestra como, con la
invasión de la Unión Soviética, comenzó el asesinato en masa de los judíos. Los
escuadrones asesinos alemanes se desplegaron para dispararles. Un hombre de la SS
que asesinó metódicamente judíos y observó mientras “sus cerebros se esparcían por
el aire”, luego escribió: “Es raro, no me conmueve. No tengo piedad, nada.” Los
soldados y los hombres de la SS tomaban fotos de las ejecuciones, algunas de las
cuales se encontraron en sus billeteras cuando los mataron o los capturó el Ejército
Rojo.
Eventualmente, este programa de matanza individual de judíos por medio de disparos
fue reemplazado por el programa de gasificación en masa. Las primeras factorías para
la matanza-Belzec, Treblinka, Sobibor—se montaron primordialmente para exterminar
a los judíos polacos. Se sumaron otras, incluyendo la más grande de todas, AuschwitzBirjenau, donde muchos de los judíos de Europa Occidental, así como de Hungría,
murieron por gas. Evans está de acuerdo con la cifra de judíos asesinados durante el
Holocausto, al menos 5.5 millones y probablemente unos seis millones. Citando un
oficial del ejército alemán, cuyo diario seguimos a través del libro: Wilm Hosenfeld
estaba sirviendo en Varsovia y sabía lo que estaba pasando en la cercana Treblinka.
Era extraordinario en su sentimiento de vergüenza ante lo que su país estaba
haciendo. “Con esta terrible matanza de judíos,” escribió Hosenfeld en Junio de 1943,
“hemos perdido la guerra. Nos caerá una desgracia indeleble, una maldición que
nunca se irá. No merecemos misericordia, todos somos culpables.”
Evans sostiene que la exterminación de los judíos fue el producto de los deseos de
Hitler-que él estableció los parámetros sobre la necesidad de “destruir, remover,
aniquilar, exterminar a los judíos de Europa.” Himmler interpretó los impulsos
genocidas de Hitler y los oficiales en tierra los pusieron en efecto.
¿Y cómo se veía Hitler moralmente a sí mismo en todo esto? “Soy colosalmente
humano” le aseguró a Himmler y a otro socio. Pero se lavó las manos del asesinato en
masa. Como dice Evans: “En su propia imaginación, los judíos eran los responsables.”
Hitler se convenció de que ellos comenzaron la guerra.
Que Hitler pudiera considerarse a si mismo como colosalmente humano nos dice algo
importante y devastador, no sólo sobre Hitler y los alemanes, quienes repetidamente
justificaron su exterminio de los judíos y sus otras acciones asesinas. También nos
Prodavinci
-3/4-
05.09.2015
4
dice algo sobre la interminable capacidad humana por el mal y la justificación que hizo
posible la horrible historia que Evans escribe con tanta pasión.
Walter Reich, el profesor Yitzhak Rabin de asuntos internacionales, ética y
comportamiento humano en la George Washington University y profesor titular en el
Centro Woodrow Wilson, era anteriormente el director del Museo del Holocausto en
Estados Unidos.
Traducción: Gabriela Gamboa
This entry was posted
on Monday, June 15th, 2009 at 12:01 am and is filed under Artes, Perspectivas, Reseñas
You can follow any responses to this entry through the Comments (RSS) feed. You can
leave a response, or trackback from your own site.
Prodavinci
-4/4-
05.09.2015
Descargar