Geografía e historia de la Sonora del siglo XVIII

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Geografía e historia de la Sonora del siglo XVIII1
Uno de los pocos testimonios publicados sobre la conquista y colonización del norte
mexicano lo constituye la Descripción de la Provincia de Sonora de Ignaz Pfefferkorn,
Jesuita alemán que vivió y trabajó en las misiones sonorenses durante 11 años (entre 1756 y
1767), periodo en que la orden ignaciana fue expulsada de los dominios de la Corona
Española.
Como la mayoría de los testimonios de este tipo, el autor escribe no sólo para dar fe de lo
que vio y vivió, sobre todo tratándose de una región aún totalmente desconocida en Europa,
sino para encomiar la obra misional jesuita en esas regiones periféricas y, por ende, de
incorporación tardía al Virreinato de la Nueva España. En el estilo del autor se trasluce la
amargura que representó el haber interrumpido una labor que empezaba a dar sus frutos, así
como el tratamiento dado a los jesuitas procedentes de las misiones americanas, en quienes
la expulsión no surtió del todo efecto, por cuanto que algunos fueron hechos prisioneros en
Cádiz por presuntas sospechas de que poseían información de crucial importancia
(suponemos que geopolítica) para el gobierno español. El autor vivió 11 años preso en
España, antes de ser deportado a su natal Mannheim gracias a la intervención del Gran
Elector de Colonia, a quien está dedicado el libro.
El volumen viene precedido por la introducción de Armando Hopkins Durazo, traductor y
autor de esta versión castellana. En ella nos presenta al padre Pfefferkorn, las condiciones
en que llega a la Nueva España, la manera en que es destinado a Sonora y su posterior
expulsión; asimismo, hace una breve reflexión sobre el libro, la suficiente para
introducirnos al texto en un lenguaje claro y sencillo, pero a la vez elocuente, de tal forma
que el lector, sin mayores problemas, quede atrapado en ese mundo de frontera del siglo
XVIII novohispano.
La obra, además de un prefacio del autor, se divide en dos grandes partes y dos apéndices.
La primera está dedicada, en su mayoría, a exponer las características de la geografía física
sonorense, desde los confines de las cuencas de los ríos Gila y Colorado hasta la margen
derecha del Yaqui por el sur. La segunda lo constituye una especie de antropología de los
grupos que habitaron esas regiones y que el autor denomina genéricamente como
“sonoras”, así como una muy interesante reflexión en torno a los antecedentes de la acción
misional —emprendida por el legendario padre Eusebio Kino y otros misioneros menos
conocidos como lo fueron Tello, Ruhen, Sedelmeyer, etc.—, las dificultades en la
evangelización, así como datos relativos a otros grupos como los apaches, los seris y, de
manera un tanto tangencial, sobre los colonos españoles. El resto de esta primera parte
aborda ciertos elementos de la naturaleza física sonorense, describiendo la flora, fauna y
recursos minerales, ponderando la fertilidad de las tierras, por supuesto, las irrigadas por las
corrientes fluviales, así como las posibilidades de aprovechamiento de los recursos. Llama
la atención la descripción de la herbolaria y sus aplicaciones en la medicina.
Lamentablemente, en el volumen no aparece, en las notas de pie de página, el nombre
científico de muchas plantas y su posible uso en la medicina actual.
La segunda parte, como va dicho es de tipo más bien antropológico. La apreciación que
Pfefferkorn tiene de los indios sonorenses no es, de ninguna manera, la mejor. Después de
una breve digresión sobre el carácter culto de los pueblos mesoamericanos, resalta lo que
considera como el salvajismo de los “sonoras”. El autor, digno representante de su tiempo
—por más que en nuestra época muchos puedan pensar lo mismo que él, en lo que se
refiere a la intermitente violencia de los estados del norte)—, no sólo adopta una posición
etnocentrista, sino que a ésta se añade el del dogma católico en su carácter supuestamente
verdadero y absoluto. A excepción de los opatas y los eudebes, quienes fueron los más
proclives a aceptar el catolicismo, al resto (pimas, apaches, seris, pápagos, guaymas,
nicholas, cocomaricopas), los muestra faltos de religión, de sentimientos y de organización
social. Según el autor, se guían sólo por sus instintos primarios negándose a aceptar los
postulados de la civilización occidental. Esta actitud no deja de ser contradictoria y, hasta
cierto punto, un tanto benevolente en relación a la naturaleza humana de los “sonoras”.
Contradictoria por cuanto el mismo autor nos da pistas de una cultura espiritual,
manifestada en la acción del “diablo”, y todo lo que puede implicar lo que ahí se considera
como prejuicios, hechicerías y leyendas supuestamente irracionales, por más que en un
capítulo nos brinda los rudimentos gramaticales de la lengua pima, la más extendida en la
región. La negativa de los indios para profundizar más a fondo sobre esos asuntos se le
atribuye a su ignorancia e incapacidad para el pensamiento abstracto, y no a una posible
resistencia de transmitir una cultura que, de cualquier forma, tampoco podía ser
comprendida por nuestro fraile. Los silencios muchas veces dicen más sobre el carácter de
un pueblo que las palabras, de cuya fe siempre habría que tomar distancias. Benevolente, en
cuanto para Pfefferkorn, en el fondo el problema es de educación, a través de la cual todo
pueblo e individuo puede ser redimido:
… los indios no están privados de razón, como algunos los han hecho aparecer ante el
mundo. Tienen una mente racional como nosotros, pero su educación es muy deficiente y
en ello descansa la principal causa de su torpeza, la cual es propiciada y reforzada por la
forma de vida animal que se les induce a vivir desde su niñez, por el pernicioso ejemplo de
su padres, de tal manera que cuando llegan a la edad madura parece que la luz de la razón
se les ha extinguido. #o hay duda, sin embargo, de que los niños sonoras mostrarían la
misma aptitud para aprender y ser cristianos que la que existe en los niños de pueblos más
civilizados, si contaran con la misma crianza y educación y se vería que su torpeza no es
una deficiencia natural, sino el resultado de una mala enseñanza, [siendo que] aún en
Europa hay muchos tontos que pueden compararse con los más rústicos de estos indios (p.
155).
Los últimos capítulos del libro están destinados a las guerras contra los apaches y seris. Si
bien el autor no convivió con estos pueblos, nos muestra una descripción muy precisa de su
carácter y hábitos, mismos que confirman la rutina bélica de estas fronteras nómadas. Los
prejuicios del autor saltan a la vista, lo cual no obsta para tener una idea del mundo que
vivió y de la forma en que esos territorios se anexaban a la Nueva España en la segunda
mitad del siglo XVIII.
El tomo reseñado concluye con dos apéndices. El primero, “Una crítica del autor a las
conclusiones de William Robertson acerca de la situación en Sonora”, en donde se
polemiza sobre la acción misional de los jesuitas; y el segundo, una nota informativa sobre
equivalencias monetarias de la época, aportación de un amigo del autor, cuyas iniciales CA
esconden una identidad que el colaborador del autor pidió que no fuera revelada.
Las lecturas pueden ser variadas, desde la descripción de una provincia hasta la historia
misional jesuita, o bien de la defensa de la labor de ésta a los conflictos entre apaches, seris,
pimas altos contra los españoles. En fin, es la visión de un europeo, misionero y católico de
una sociedad hispana —que no se salva de una fuerte crítica—, hasta la lectura política de
un documento, cuyas notas originales se extraviaron en las azarosas vicisitudes del autor en
las prisiones españolas, mas su memoria ha quedado plasmada en estas páginas, que si bien
merecen una introducción crítica más profunda y la inclusión de un mapa ahí citado, —pero
que lamentablemente no aparece en el volumen consultado—, no le resta el valor a la
traducción y al hecho mismo de su difusión por CONACULTA. Sea de su traductor, o bien
de algún estudioso de la historia virreinal sonorense, este documento espera por un estudio
más profundo y la continuidad con la publicación de textos de este tipo.
JRGM
OTAS
1
Pfefferkorn, Ignaz. Descripción de la provincia de Sonora. (2008). México, Cien de
México-CONACULTA. 312 pp. 21 x 13.5 cm. Introducción y traducción al castellano por
Armando Hopkins Durazo.
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