Inspiración fatal

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CRECIMIENTO
Martes 28
Junio de 2016
DE POLÍTICA
Y COSAS PEORES
CATÓN
Inspiración fatal
Eran dos hermanas, y las dos estaban locas. Pienso que
la locura les vino por el lado de su padre, el doctor Guty. Así le decían porque se llamaba Augusto. Tenía extrañas ocurrencias: afirmaba que era la reencarnación
de un emperador romano, y una mañana salió a la calle en cueros, envuelto en una sábana y con una corona
hecha con una rama de laurel que cortó en el camellón.
No tuvo hijos varones, pero narraba que en la noche de
bodas le hizo el amor a su mujer con tal vehemencia que
a los nueve meses justos ella dio a luz mil niños, todos
hombrecitos, cada uno del tamaño de un frijol. Por desgracia ninguno sobrevivió. Cuando alguien le preguntaba a la señora si eso era cierto respondía: "No digo que
no, para no ponerme en mal con mi marido; ni digo que
sí, para no ponerme en mal con la verdad". Las hijas del
doctor se llamaban Goreti y Magdalena. Goreti era muy
alta y muy delgada, como su padre; moreno el rostro y
avinagrado el gesto. Los muchachillos del catecismo la
apodaron "La escoba". Magdalena era bajita y regordeta, igual que su mamá; de tez clara, cabellos rubios y expresión risueña. Los viejos de la calle la llamaban "La
coquena", pues caminaba meneándose, con pasitos cortos como de gallinita o codorniz. Goreti era muy de iglesia. Oía dos misas diarias, y tenía a su cargo el rezo del
rosario de la tarde. Fue secretaria perpetua de las Hijas
de María; llevaba siempre al cuello la Medalla Milagrosa y el escapulario de la Virgen del Carmen. Organizaba
la procesión de Señor San José, patrono del pueblo. En
Navidad ponía en su casa un nacimiento que todos visitaban, pues cada año le añadía figuras, ya de cera, ya de
barro, y nuevos escenarios sobre las profecías del Antiguo Testamento. La vez que puso el paraíso terrenal vistió a Eva de señora, y de señor a Adán, pues las hojas de
higuera que llevaban en las partes no le parecieron suficiente cobertura. Su hermana Magdalena era otra cosa. De muchacha fue alegre y muy simpática; tenía bonita cara y atractivo cuerpo. Su carácter jovial la hacía
agradable a todos. Nadie se explicaba por qué no se casó.
Quizá no le gustó el matrimonio. Lo que sí le gustó fue la
pachanga. Ya de grande le dio vuelo a la hilacha. Anduvo con Pedro, Juan y varios -con bastantes varios-, y si
no tuvo familia fue por puro milagro celestial. Era el escándalo del pueblo. Cuando salía a la calle pintada como
coche y con vestidos estridentes y ajustados, medias de
malla, zapatos de tacón aguja y ajorca en el tobillo, las
señoras se cruzaban a la otra acera para no darle el saludo. Murió el doctor Guty, y poco después falleció tam-
MANGANITAS
MIRADOR
“. Una cafetería de Suiza ofrece
café con sexo oral.”.
La mañana era fresca y era clara. Con solo abrir
la boca habrían calmado su sed todos los sedientos.
San Virila fue al pueblo a pedir el pan para sus
pobres. Al pasar por la escuela vio a una niñita
que lloraba en el patio de recreo: sus compañeros
no la dejaban subir al columpio. San Virila movió
su mano, y de la rama del árbol grande bajó un
columpio hecho de rayos de sol.
La niña subió a él y le pidió al frailecito que le
diera vuelo. San Virila sopló levemente, y el columpio llevó a la pequeña a la altura del viento.
Todos los niños querían subir a ese columpio.
Cuando el humilde fraile regresó al convento
el padre superior ya lo esperaba para reprenderlo. ¿Por qué desperdiciaba sus milagros en naderías? Contestó San Virila:
-Reverendo padre: ésta fue una todería. Cualquier cosa haría yo para enjugar las lágrimas de
una niña que llora.
¡Hasta mañana!...
POR AFA
De esa oferta me enteré,
y ojalá la idea prospere.
(Por lo que a mí se refiere
pueden guardarse el café).
bién su esposa. Hubo quienes dijeron que los dos murieron por la pena de tener una hija así. Como Magdalena,
digo. Quedaron las dos hermanas solas en la casa grande. Y sucedió algo extraño. Al poco tiempo ambas empezaron a dar muestras de locura. En el catecismo Goreti
les dijo a los niños -y a las niñas- que Eva había sido una
puta, y Adán un pendejo y un cabrón. Con esas palabras
se los dijo. Por su parte Magdalena se salió una vez de su
casa a media noche, descalza, en camisón, y fue a tocar
con fuertes golpes a la puerta de la iglesia pidiendo que
se la abrieran para pedir perdón por sus pecados. A Goreti le dio por pintarse como prostituta; con agua oxigenada se tiñó el pelo de rubio. Iba por calles y por plazas
meneando el trasero y sonriéndoles provocativamente
a los pelados. Magdalena se cosió ella misma un hábito
de monja; a la hora de la misa se plantaba frente al altar,
los ojos y los brazos en lo alto, como en arrebato místico. Los vecinos decían que en la noche Goreti gritaba
a voz en cuello: "¡Quiero un hombre!", y Magdalena ge-
POR ARMANDO FUENTES AGUIRRE
mía: "¡Perdón, Señor, perdón!". Qué cosas tan raras tiene la locura. FIN.
*El autor es licenciado en Derecho y en Lengua y Literatura
Españolas, y cronista de Saltillo.
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