el amor en la poesía - IES AZ-ZAIT

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El amor en la literatura
El sentimiento amoroso es el más sublime para el ser humano y es tan antiguo
como él mismo. El amor nos hace generosos y mejores personas, podemos amar a los
familiares, a los amigos, a las mascotas…pero nada como el enamoramiento, un estado
de ánimo tan difícil de describir que ha sido objeto de distintos textos literarios a lo
largo del tiempo. Las más bellas explicaciones están en verso, porque a menudo se
cantaban. A continuación transcribimos algunos textos famosos que pertenecen a la
LÏRICA ya que este género es el mejor vehículo para transmitir los sentimientos.
Edad Media
El castellano no aparece como lengua diferente del latín, de la que procede, hasta el
principio de la Edad Media, y aunque se sabe que se leían poemas amorosos latinos y
que se cantaban canciones populares amorosas en romance, no se ponen por escrito
hasta más tarde:
Vayse meu corachón de mib.
ya Rab, ¿si me tornarád?
¡Tan mal meu doler li-l-habib!
Enfermo yed, ¿cuánd sanarád?
(traducción al castellano actual)
JARCHA, poesía amorosa cantada por una
Muchacha. Está en mozárabe.
(Dialecto antiguo del latín)
Mi corazón se me va de mí.
Oh Dios, ¿acaso se me tornará?
¡Tan fuerte mi dolor por el amado!
Enfermo está, ¿cuándo sanará?
La descripción de la enamorada más antigua en castellano es la que hace Juan Ruiz,
Arcipreste de Hita en “El Libro del Buen Amor” S. XIV (Probablemente nacido en
Alcalá la Real) en él se plasma el ideal de belleza de la época:
Oh, Dios, y cuán fermosa
viene Doña Endrina por la plaza!
¡Qué talle, qué donaire,
qué alto cuello de garza!
Con saetas de amor fiere
cuando los sus ojos alza.
El amor nace de la contemplación de la belleza tal y como mucho antes había dicho
Platón, filósofo griego que influyó en la poesía amorosa de distintas épocas. El
Arcipreste escribe textos muy curiosos sobre las mujeres y cómo debe elegirse a la
enamorada, para él por ejemplo es preferible una mujer pequeña a una grande:
ELOGIO DE LA MUJER CHIQUITA
Quiero abreviar, señores, esta predicación
porque siempre gusté de pequeño sermón
y de mujer pequeña y de breve razón,
pues lo poco y bien dicho queda en el corazón.
De quien mucho habla, ríen; quien mucho ríe es loco;
hay en la mujer chica amor grande y no poco.
Cambié grandes por chicas, mas las chicas no troco.
Quien da chica por grande se arrepiente del troco.
De que alabe a las chicas el Amor me hizo ruego;
que cante sus noblezas, voy a decirlas luego.
Loaré a las chiquitas, y lo tendréis por juego,
¡Son frías como nieve y arden más que el fuego!
Son heladas por fuera pero, en amor, ardientes;
en la cama solaz, placenteras, rientes,
en la casa, hacendosas, cuerdas y complacientes;
veréis más cualidades tan pronto paréis mientes.
En pequeño jacinto yace gran resplandor,
en azucar muy poco, yace mucho dulzor,
en la mujer pequeña yace muy gran amor,
pocas palabras bastan al buen entendedor.
Es muy pequeño el grano de la buena pimienta,
pero más que la nuez reconforta y calienta;
así, en mujer pequeña, cuando en amor consienta,
no hay placer en el mundo que en ella no se sienta.
Como en la chica rosa está mucho color,
como en oro muy poco, gran precio y gran valor,
como en poco perfume yace muy buen olor,
así, mujer pequeña guarda muy gran amor.
Como rubí pequeño tiene mucha bondad,
color, virtud y precio, nobleza y claridad,
así, la mujer pequeña tiene mucha beldad,
hermosura y donaire, amor y lealtad.
Chica es la calandria y chico el ruiseñor,
pero más dulce cantan que otra ave mayor;
la mujer, cuando es chica, por eso es aún mejor,
en amor es más dulce que azucar y que flor.
Son aves pequeñuelas papagayo y orior,
pero cualquiera de ellas es dulce cantador;
gracioso pajarillo, preciado trinador,
como ellos es la dama pequeña con amor.
Para mujer pequeña no hay comparación:
terrenal paraíso y gran consolación,
recreo y alegría, placer y bendición,
mejor es en la prueba que en la salutación.
Siempre quise a la chica más que a grande o mayor;
¡escapar de un mal grande nunca ha sido un error!
Del mal tomar lo menos, dícelo el sabidor,
por ello, entre mujeres, ¡la menor es mejor!
J. Ruiz, Arcipreste de Hita . (Versión
modernizada de María Brey)
Además de la poesía culta amorosa de finales de la Edad Media, existía una
poesía oral , anónima y muy conocida por el pueblo, que en muchas ocasiones hablaba
del amor. Se trata de los romances, el que leemos a continuación trata del amor trágico.
Yo me estaba reposando
anoche como solía,
soñaba con mis amores,
que en mis brazos se dormían.
Vi entrar señora tan blanca
muy más que la nieve fría.
- ¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.
- No soy el amor, amante:
La muerte que Dios te envía.
- ¡Hay muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
- Un día no puedo darte,
- una hora tienes de vida.
Muy deprisa se levanta,
más deprisa se vestía.
Ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
- ¡Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta niña!
- ¿La puerta cómo he de abrirte
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue a palacio,
mi madre no está dormida.
- Si no me abres esta noche,
ya nunca más me abrirías;
la muerte me anda buscando,
junto a ti vida sería.
- Vete bajo la ventana
donde bordaba y cosía,
te echaré cordel de seda
para que subas arriba,
si la seda no alcanzare,
mis trenzas añadiría.
Ya trepa por el cordel,
ya toca la barandilla,
la fina seda se rompe,
él como plomo caía.
La Muerte le está esperando
abajo en la tierra fría:
Vamos, el enamorado,
la hora ya está cumplida.
Anónimo
Versión de Amancio Prada
El amor a finales del siglo XV se mira con la influencia del amor cortés, el amor
de los caballeros difundido por los trovadores, que consiste en ver a la dama como
inalcanzable a la que el caballero sirve como si fuese su vasallo. Veamos en la poesía de
Jorge Manrique (a finales del siglo XV), cómo el autor define el amor
DICIENDO QUE COSA ES AMOR
Es amor fuerça tan fuerte
que fuerça toda razón;
una fuerça de tal suerte,
que todo seso convierte
en su fuerça y afición;
una porfía forçosa
que no se puede vencer,
cuya fuerça porfiosa
hacemos más poderosa
queriéndonos defender.
Es un modo de locura
con las mudanças que hace:
una vez pone tristura,
otra vez causa holgura,
como lo quiere y le place;
un deseo que al ausente
trabaja, pena y fatiga;
un recelo que al presente
hace callar lo que siente,
temiendo pena que diga.
Todas estas propiedades
tiene el verdadero amor;
el falso, mil falsedades,
mil mentiras, mil maldades
como fengido traidor;
el toque para tocar
cuál amor es bien forjado,
es sofrir el desamar,
que no puede comportar
el falso sobredorado.
Renacimiento S.XVI
El poeta más conocido de este período es Gacilaso de la Vega, poeta y soldado del
emperador Carlos V, que a pesar de morir joven dejó bellísimas composiciones
amorosas en las que aparece la dama idealizada y el amor es platónico, o sea,
inalcanzable, tal como aparece en estos fragmentos:
… Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma misma os quiero;
cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir y por vos muero.
En el siguiente soneto , Garcilaso nos explica con una bonita metáfora
cómo está prisionero del amor.
SONETO XXVII- AMOR, AMOR, UN HÁBITO VESTÍ...
Amor, amor, un hábito vestí
el cual de vuestro paño fue cortado;
al vestir ancho fue, más apretado
y estrecho cuando estuvo sobre mí.
Después acá de lo que consentí,
tal arrepentimiento me ha tomado,
que pruebo alguna vez, de congojado,
a romper esto en que yo me metí.
Mas ¿quién podrá de este hábito librarse,
teniendo tan contraria su natura,
que con él ha venido a conformarse?
Si alguna parte queda por ventura
de mi razón, por mí no osa mostrarse;
que en tal contradicción no está segura.
Una de las más bonitas poesías del Renacimiento es un madrigal de Gutierre de Cetina, que
para mostrar la admiración de su amada ensalza sus ojos. Podemos comprobar en el
poema, el modelo de dama angelical, la dama angelicata de la que hablaban los poetas
italianos que fueron precursores del Renacimiento, Dante y Petrarca.
Ojos claros, serenos
Ojos claros, serenos,
Si de un dulce mirar sois alabados,
¿Por qué, si me miráis, miráis airados?
Si cuando mas piadosos,
Mas bellos parecéis a aquel que os mira,
No miréis con ira,
Porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
Ya que así me miráis, miradme al menos.
Gutiérrez de Cetina.
Barroco S.XVII
A este movimiento pertenecen autores tan importantes como Góngora, Quevedo o Lope
de Vega. El amor sigue siendo en este período, un amor inalcanzable e idealizado, pero
ahora los poemas se recargan con figuras retóricas, que dan lugar al culteranismo y al
conceptismo. La idea de la muerte y el pesimismo, diferencian estos poemas de los
anteriores.
Para Quevedo, el amor es tan fuerte que ni la muerte podrá conseguir separarlo de su
amada:
Amor constante más allá de la muerte
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido:
5
10
su cuerpo dejará no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
Otro soneto famoso de Quevedo que define el amor aparece junto al
de Lope de Vega :
Definiendo el amor
Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
en un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo,
enfermedad que crece si es curada.
Este es el niño Amor, éste es tu abismo:
mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.
Quevedo
Desmayarse
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso:
no hallar fuera del bien centro y reposo,
5
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso:
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
10
olvidar el provecho, amar el daño:
creer que el cielo en un infierno cabe;
dar la vida y el alma a un desengaño,
¡esto es amor! quien lo probó lo sabe.
Lope deVega
De Góngora reproducimos un poema culterano, lleno de figuras literarias que
hacen difícil su interpretación. La poesía de Góngora es para una minoría de lectores
cultos, pero esto no le quita valor porque su obra está llena de belleza. Lo más
significativo del poema son las abundantes alusiones mitológicas que hace el autor y
que estuvieron de moda en los siglos XVI, XVII y XVIII
La dulce boca
La dulce boca que a gustar convida
un humor entre perlas destilado,
y a no invidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida,
¡amantes! no toquéis si queréis vida:
porque entre un labio y otro colorado
Amor está de su veneno armado,
cual entre flor y flor sierpe escondida.
5
No os engañen las rosas que al Aurora
diréis que aljofaradas y olorosas
10
se le cayeron del purpúreo seno.
Manzanas son de Tántalo y no rosas,
que después huyen dél que incitan ahora
y sólo del Amor queda el veneno.
Neoclasicismo S.XVIII
En el siglo XVIII, hay una vuelta al clasicismo del Renacimiento. Hay un
intento por difundir la cultura entre el pueblo. Lógicamente, si lo que intentan
es difundir la cultura, el ensayo es el género literario más importante, Las
poesías que se llevan son las fábulas, que encierran una enseñanza, o poesías
para difundir valores. En el amor, se lucha por conseguir que los matrimonios
no sean concertados por los padres y sobre todo esto se expresa mediante
obras teatrales. No obstante hay poesías amorosas como la que leeremos a
continuación y que está escrita por Meléndez Valdés.
EL AMOR MARIPOSA
Viendo el Amor un día
que mil lindas zagalas
huían de él medrosas
por mirarle con armas,
dicen que de picado
les juró la venganza
y una burla les hizo,
como suya, extremada.
Tornóse en mariposa,
los bracitos en alas
y los pies ternezuelos
en patitas doradas.
¡Oh! ¡qué bien que parece!
¡Oh! ¡qué suelto que vaga,
y ante el sol hace alarde
de su púrpura y nácar!
Ya en el valle se pierde,
ya en una flor se para
ya otra besa festivo,
y otra ronda y halaga.
Las zagalas, al verle,
por sus vuelos y gracia
mariposa le juzgan
y en seguirle no tardan.
Una a cogerle llega,
y él la burla y se escapa;
otra en pos va corriendo,
y otra simple le llama,
despertando el bullicio
de tan loca algazara
en sus pechos incautos
la ternura más grata.
Ya que juntas las mira,
dando alegres risadas
súbito Amor se muestra,
y a todas las abrasa.
Mas las alas ligeras
en los hombros por gala
se guardó el fementido,
y así a todos alcanza.
También de mariposa
le quedó la inconstancia:
llega, hiere, y de un pecho
a herir otro se pasa.
Romanticismo S. XIX
El adjetivo “romántico” tal como hoy lo utilizamos proviene de este
movimiento que agrupa a jóvenes a los que les interesa exaltar los
sentimientos frente a la razón. El amor es para ellos una razón para vivir, pero
a menudo es un amor inalcanzable e irrealizable. De nuevo aparece la dama
como un sueño difícil de conseguir. El poeta más reconocido del momento,
Gustavo Adolfo Bécquer, renueva la poesía, escribiendo composiciones más
breves y sentidas, con un lenguaje sencillo y lírico:
—Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión,
de ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas?
—No es a ti, no.
—Mi frente es pálida, mis trenzas de oro,
puedo brindarte dichas sin fin.
Yo de ternura guardo un tesoro.
¿A mí me llamas?
—No, no es a ti.
—Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz.
Soy incorpórea, soy intangible,
no puedo amarte.
—¡Oh ven, ven tú!
&&&
Hoy la tierra y los cielos me sonríen,
hoy llega al fondo de mi alma el sol,
hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado...
¡Hoy creo en Dios!
&&&
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mis labios una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino, ella por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: "¿Por que callé aquél día?"
Y ella dirá. "¿Por qué no lloré yo?"
&&&
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... ¡yo no sé
que te diera por un beso!
&&&
Ya en el siglo XX se suceden los movimientos literarios. Los poemas
amorosos nos resultan más cercanos, las distancias se acortan , los autores
hispanoamericanos influyen en los españoles y viceversa. Por orden cronológico El
Modernismo, de principios de siglo escribe una poesía refinada, de evasión en el tiempo
y en el espacio, se ponen moda los lugares exóticos y épocas pasadas. Lo más
característico de esta poesía son sus adjetivos sensoriales y las sinestesias. (metáforas en
las que se mezclan los sentidos, música dulce…)
La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste, la princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
—la princesa está pálida, la princesa está triste—,
más brillante que el alba, más hermoso que abril!
—«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».
Rubén Darío
Poeta nicaragüense difusor del Modernismo en España
Otro poeta hispano cuyas poesías amorosas son muy bien acogidas por los
jóvenes, es Pablo Neruda, autor chileno (1904-1973). Se trata de una expresión
sencillísima y muy profunda de los sentimientos:
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.
(Veinte poemas de amor y una canción desesperada)
&&&
Tu risa
Quítame el pan, si quieres,
quítame el aire, pero
no me quites tu risa.
No me quites la rosa,
la lanza que desgranas,
el agua que de pronto
estalla en tu alegría,
la repentina ola
de plata que te nace.
Mi lucha es dura y vuelvo
con los ojos cansados
a veces de haber visto
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa
sube al cielo buscándome
y abre para mí todas
las puertas de la vida.
Amor mío, en la hora
más oscura desgrana
tu risa, y si de pronto
ves que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, por que tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.
Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera, amor,
quiero tu risa como
la flor que yo esperaba,
la flor azul, la rosa
de mi patria sonora.
Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles
torcidas de la isla,
ríete de este torpe
muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz, la primavera,
pero tu risa nunca
por que me moriría.
(Los versos del capitán)
La generación del 27 recoge la influencia de Juan Ramón Jiménez y constituyen un
grupo de poetas universalmente conocidos. Forman parte de esta generación, entre otros
Lorca, Alberti, Cernuda, Aleixandre, Gerardo Diego, Dámaso Alonso y Pedro Salinas.
(Pedro Salinas)
Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«Yo te quiero, soy yo».
&&&
ROMANCE DE LA LUNA, LUNA
Federico García Lorca
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos,
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
Niño, déjame, no pises
mi blancor almidonado.
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño,
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
Cómo canta la zumaya,
¡ay, cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos, los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.
&&&
(Luis Cernuda)
Te quiero.
Te lo he dicho con el viento
jugueteando tal un animalillo en la arena
o iracundo como órgano tempestuoso;
te lo he dicho con el sol,
que dora desnudos cuerpos juveniles
y sonríe en todas las cosas inocentes;
te lo he dicho con las nubes,
frentes melancólicas que sostienen el cielo,
tristezas fugitivas;
te lo he dicho con las plantas,
leves caricias transparentes
que se cubren de rubor repentino;
te lo he dicho con el agua,
vida luminosa que vela un fondo de sombra;
te lo he dicho con el miedo,
te lo he dicho con la alegría,
con el hastío, con las terribles palabras.
Pero así no me basta;
más allá de la vida
quiero decírtelo con la muerte,
más allá del amor
quiero decírtelo con el olvido.
Si el hombre pudiera decir lo que ama
Si el hombre pudiera decir lo que ama,
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz;
si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido
Como podemos comprobar la máxima novedad de esta poesía es el uso del verso libre.
Contemporáneo del 27 es Miguel Hernández (1910-1942) del que tomamos una
versión sobre el beso:
No me conformo, no: me desespero
como si fuera un huracán de lava
en el presidio de una almendra esclava
o en el penal colgante de un jilguero.
Besarte fue besar un avispero
que me clava al tormento y me desclava
y cava un hoyo fúnebre y lo cava
dentro del corazón donde me muero.
No me conformo, no: ya es tanto y tanto
idolatrar la imagen de tu beso
y perseguir el curso de tu aroma.
Un enterrado vivo por el llanto,
una revolución dentro de un hueso,
VICEVERSA
Tengo miedo de verte
necesidad de verte
esperanza de verte
desazones de verte
tengo ganas de hallarte
preocupación de hallarte
certidumbre de hallarte
pobres dudas de hallarte
tengo urgencia de oírte
alegría de oírte
buena suerte de oírte
y temores de oírte
o sea
resumiendo
estoy jodido
y radiante
quizá más lo primero
que lo segundo
y también
viceversa.
Mario Benedetti Uruguay 1920
Para acabar el repertorio un poema de vuestro compañero José Rico que a ritmo de
rap da su versión amorosa:
LA LUNA DE LA POESÍA NUNCA ESCRITA
…Anoche me senté a rimar pensando en ella
y todo mi rap era poesía.
Por eso cuando vea mis rimas aquí
sabrá que no mentía.
Ahora no dormía
y pensé en ella hasta bien entrado el día,
pensaba en el día siguiente
¿qué es lo que diría?
la vi venir de lejos,
vi que me veía
vi como se acercaba,
y me sonreía.
Mi corazón estalló
al oírle decir buenos días.
En ese momento
sentí que me moría
quise correr,
pero mis piernas no se movían.
Quise hablar
pero el pánico me lo impedía,
quise decirle
Cuantísimo la quería.
Fue entonces cuando
Pensé “este es mi día”
una oportunidad
que muchos soñarían,
entonces me dejé de tonterías,
miré sus ojos y los dirigí
hacia mi mirada fría
cogí su boca y la besé con energía
sentí su cálida piel
rodeando la mía
cómo sus ojos sorprendidos
me lo agradecían.
María Dolores Martínez Ocaña
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