ANÁLISIS ELEMENTAL Y CROMÁTICO DE CERÁMICA

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ANÁLISIS ELEMENTAL Y CROMÁTICO DE CERÁMICA PREHISTÓRICA
DEL ÁREA ULLA-DEZA (NW DE LA PENÍNSULA IBÉRICA)
ELEMENTAL AND CHROMATIC ANALYSIS OF PREHISTORIC POTTERY
FROM THE ULLA-DEZA AREA (NW IBERIA)
ANTONIO MARTÍNEZ-CORTIZAS1,3, BEATRIZ PRIETO-LAMAS1,
ÓSCAR LANTES-SUÁREZ2, Mª PILAR PRIETO-MARTÍNEZ3
(1) Departamento de Edafología y Química Agrícola, Universidade de Santiago de Compostela. Campus Sur.
15782 Santiago de Compostela.
(2) Unidade de Arqueometría, RIAIDT - Edificio CACTUS, Universidade de Santiago de Compostela. Campus Sur.
15782 Santiago de Compostela.
(3) Laboratorio de Patrimonio, Paleoambiente y Paisaje. Instituto de Investigaciones Tecnológicas,
Universidade de Santiago de Compostela. Unidad Asociada al IEGPS (CSIC-XuGa). R.U. Monte da Condesa.
Campus Sur. 15706 Santiago de Compostela.
RESUMEN
Este estudio tiene como objetivo principal la caracterización de cerámica prehistórica de tres yacimientos
del área Ulla-Deza (Galicia, NW de la Península Ibérica), para un periodo que abarca desde el Neolítico
Medio al Bronce Final. La caracterización se hace a partir de un estudio previo de la composición mineralógica (por difracción de rayos X), al que se añaden el estudio de la composición elemental (por fluorescencia de rayos X y autoanalizador CNSH) y la determinación cuantitativa del color (mediante un
espectrofotómetro Color-EYE XTH, utilizando el espacio de color L*C*h). Se analizaron 100 fragmentos
representativos de otros tantos recipientes. Los resultados indican una íntima relación entre la composición mineralógica y elemental, permitiendo establecer grupos composicionales homogéneos. El estudio
sistemático del color es de gran ayuda en la caracterización de esta cerámica y muestra una fuerte dependencia composicional, principalmente del contenido de hierro y carbono.
This study aims to characterize prehistoric pottery from three archaeological sites located in the Ulla-Deza
area (Galicia, NW Iberia). The pottery covers the period between the Mid Neolithic to the Late Bronze Age.
A previous mineralogical characterization (by XRD) is complemented here with the study of the elemental
composition (by XRF and C-N elemental analysis) and a chromatic analysis (through a Color-EY XTH
spectrophotometer, using the L*C*h space) on 100 pottery samples. The results indicate an intimate
relationship between mineralogical and elemental composition, which enabled the establishment of
compositional groups of ceramics. The chromatic study showed that colour is dependent on the ceramic
composition, playing iron and carbon an essential role.
Palabras clave: Mineralogía, DRX, Composición Elemental, FRX, Color, Espectrofotómetro Color-EYE
XTH, Cerámica, Neolítico, Campaniforme, Edad del Bronce, Galicia (NW de España).
Key words: Mineralogy, XRD, Elemental composition, XRF, Colour, Spectrophotometer Color-EYE XTH,
Ceramic, Neolithic, Bell Beaker, Bronze Age, Galicia (NW of Spain).
VII CIA – S3: CERÁMICA Y VIDRIO
ABSTRACT
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INTRODUCCIÓN
El presente trabajo se enmarca dentro del proyecto titulado “Aplicación de técnicas arqueométricas ao
estudo da cerámica antiga de Galicia”1. Este proyecto nos permite desarrollar una línea de investigación
sistemática en arqueometría cerámica en el NW de la Península Ibérica, de reciente inicio2. Dentro de la
primera fase del mismo hemos priorizado la cerámica de yacimientos prehistóricos, siendo el área UllaDeza (Provincia de Pontevedra) una de las zonas más importantes. Para realizar el estudio de la cerámica que presentamos en este trabajo hemos seleccionado tres yacimientos excavados entre los años 2001
y 2002, en el marco del Programa de Corrección de Impacto arqueológico de la Autopista SantiagoOurense (Figura 1) (Prieto et al., 2002).
Figura 1. Localización de los yacimientos.
Los yacimientos seleccionados (Zarra de Xoacín, A Romea y A Devesa do Rei) son de gran interés debido a su amplio abanico cronológico (abarcan un período de casi 4000 años, desde el Neolítico Medio
hasta el Bronce Final – Tabla 1) y variedad contextual (funeraria, doméstica, ritual). Nuestra base empírica
se apoya en el estudio arqueológico previo sobre 280 fragmentos cerámicos. De éstos se seleccionaron
100 piezas, representativas de la variabilidad formal, estilística y cronológica, para llevar a cabo los análisis arqueométricos.
1. Proyecto concedido por la Dirección Xeral de Investigación, Desenvolvimento e Innovación (I+C+I) de la Xunta de Galicia dentro
del Programa de Promoción Xeral de Investigación do Plan Galego de Investigación, Desenvolvemento e Innovación Tecnolóxica
(INCITE) de 2007 (código: PGIDIT07PXIB236075PR).
2. Aunque la alfarería es el tema mejor conocido en Galicia, la orientación arqueométrica es todavía muy escasa (Guitián y Vázquez,
1981; Andrés, Menéndez y Muñoz, 1993; Prieto, 1993; Taboada, Carreño y Guitián, 1994; Rey y Soto, 2002; Prieto, Juan y
Matamala, 2005).
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El yacimiento de Zarra de Xoacín (Aboal et al., 2004-2005) es un asentamiento con dos momentos de
ocupación. El más antiguo se corresponde al Neolítico Final y el más reciente al Bronce Inicial. A Romea
(Mañana, 2003; Prieto, 2007) es un túmulo localizado a unos 2 km al NW del yacimiento anterior, y posee
251
una mayor frecuencia de ocupaciones a lo largo del tiempo, casi continuada desde el Neolítico Medio
hasta el Bronce Final, con intrusiones de época romana y época moderna. El yacimiento de A Devesa
do Rei (Aboal et al., 2005) dista unos 30 km de los otros y es el más complejo en cuanto a interpretación
pues presenta los restos de un área de actividad del Neolítico Medio, en el Bronce Inicial la ocupación
probablemente responda a una función ceremonial y en el Bronce Final, a una función funeraria.
Tabla 1. Distribución de piezas analizadas según su cronología.
A partir de estos datos mineralógicos y utilizando la abundancia y presencia de los distintos minerales
(salvo el cuarzo, que se excluye por estar presente en proporciones elevadas en todas las muestras de
cerámica), se establecieron once tipos mineralógicos: (I) cerámicas feldespático potásicas, (II) cerámicas
feldespático potásicas con plagioclasa, (III), cerámicas plagioclásico anfibólicas con feldespatos potásicos
ocasionales, (IV) cerámicas plagioclásico anfibólicas, (V) cerámicas anfibólicas, (VI) cerámicas cloríticas,
(VII) cerámicas hematíticas y (VIII) cerámicas piroxeníticas. Dentro de los grupos I, II y III se establecieron
dos subgrupos, a y b, en función de la abundancia de micas (estando caracterizado el b por una mayor
proporción de estos minerales).
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En un trabajo previo (Martínez, Lantes y Prieto, 2008) llevamos a cabo un estudio mineralógico de estos
mismos recipientes, en el que comprobamos la gran diversidad mineralógica que existía. Se indentificaron
catorce minerales, de los cuales seis eran mayoritarios (frecuencia de aparición superior al 25%) frente a
ocho minoritarios (presentes en menos del 10% de las piezas estudiadas). Entre los primeros se encontraban el cuarzo (100% de las piezas), las plagioclasas (92%), las micas (87%), los feldespatos potásicos
(77%) los anfíboles (49%) y la haloisita (26%), y entre los segundos la caolinita (9%), las cloritas (8%), la
anatasa (7%), el talco (4%), la hematita (2%), las vermiculitas (2%), los granates (2%) y los piroxenos (1%).
En cuanto a la proporción de cada mineral en las cerámicas que lo contienen (abundancia media), el cuarzo presentó un valor del 45±16%, las plagioclasas un 16±10%, similar al de los feldespatos potásicos
(15±15%), anfíboles (16±17%) y haloisita (19±7%) y las micas una proporción inferior (9±7%). Los minerales minoritarios, a pesar de su baja frecuencia en el conjunto de cerámicas analizadas, tienen una alta
abundancia en las cerámicas en las que se detectaron, influyendo de modo decisivo en su composición.
252
En base a estos tipos mineralógicos establecidos se pudieron observar ciertas diferencias entre yacimientos: Devesa do Rey es el yacimiento con una mayor representación de tipos mineralógicos, predominando IIa, IIb y especialmente IIIa. Zarra de Xoacín es el más homogéneo —menor número de tipos—,
representado principalmente por los tipos IIb, IIIa y IIIb y el túmulo de A Romea, localizado en la misma
zona que Zarra, es el más heterogéneo, destacando el tipo anfibólico (V). Así mismo se observaron ciertas diferencias a nivel cronológico, ya que la cerámica neolítica no presenta tipos de composiciones extremas (VII y VIII, por ejemplo), predominando las cerámicas de composición calcoalcalina y micácea. El
Bronce Inicial resultó ser el período más rico en tipos mineralógicos, si bien los materiales alcalinos (grupo
I) están pobremente representados, y en el Bronce final se observó que si bien hay una cierta variedad de
tipos la composición de cada uno de ellos tiende a ser muy homogénea. Por otro lado, la comparación
de la composición de las cerámicas con la mineralogía de las rocas y productos de meteorización de las
mismas en la zona de estudio, permitió apuntar hacia un origen local de estas cerámicas, salvo para la
cerámica piroxenítica.
En el presente trabajo abordamos el siguiente paso de análisis, la caracterización geoquímica, mediante
la determinación de la composición elemental de las pastas. El objetivo es llevar a cabo una caracterización en mayor detalle de las cerámicas y establecer diferencias y similitudes en la composición elemental
entre grupos cerámicos, así como su relación con los tipos mineralógicos. Además, también consideramos importante estudiar una de las características más evidentes y visibles de la cerámica: el color.
El color es definido por la Real Academia Española de la Lengua como una “sensación producida por los
rayos lumínicos que impresionan los órganos visuales y que dependen de la longitud de onda” (RAE,
2001). De otro modo, podemos definirlo como un fenómeno físico que se puede expresar en términos de
su tono (hue, matiz), su luminosidad (claridad) y su saturación (croma, viveza). Sin embargo, la percepción
del color es subjetiva, pues depende de diversos factores como la naturaleza de la fuente de luz, el ángulo de iluminación y visualización, diferencias de fondo, tamaño del objeto, sensibilidad del ojo e incluso
factores culturales. Hay estudios que demuestran que el color, aspecto relacionado con el sentido de la
vista, no es sólo un registro directo de la realidad, sino que es también un constructo mental, ya “que la
mente no se limita a registrar una imagen exacta del mundo, sino que crea su propio cuadro” (Rock, 1985:
3). En este sentido, la percepción “es un constructo cultural y social, por lo tanto, está condicionada por
factores tanto fisiológicos como sociales” (Irujo y Prieto, 2005). Algunos estudios de antropología (por
ejemplo, Miller, 1985, en relación con la sociedad hindú) y arqueología (por ejemplo, Prieto, 1999, para
contextos campaniformes gallegos) demuestran esta idea: el color, y en particular el color de la cerámica,
tiene un significado simbólico importante según el contexto social en el que se usa.
Partiendo entonces de la mineralogía ya determinada, nuestros objetivos son sobre todo metodológicos:
caracterizar la composición elemental de la cerámica, poniéndola en relación con los tipos mineralógicos
establecidos anteriormente y determinar cuantitativamente el color, comparándolo también con los tipos
mineralógicos y la composición elemental, con la intención de dilucidar qué factores pueden condicionarlo.
EL PROCEDIMIENTO METODOLÓGICO
La metodología se desarrolló en varias fases (Figura 2). El estudio arqueológico, la caracterización morfológica y fotografiado de los fragmentos cerámicos, su molienda y su análisis en difracción de rayos X de
polvo cristalino se realizaron en un estudio previo (Martínez, Lantes y Prieto, 2008). En el estudio que nos
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El hecho de que el color fuese considerado como una variable cualitativa hizo que a éste se le otorgara
un papel secundario, interviniendo únicamente en algunas clasificaciones formales o simplemente siendo
descartado de los estudios arqueométricos. Pero, como veremos, el color no sólo se puede cuantificar,
sino también relacionar con los resultados obtenidos en el estudio mineralógico y elemental.
253
atañe, se determinó la concentración de 26 elementos químicos (Mg, Si, P, S, Cl, K, Ca, Ti, Cr, Mn, Fe,
Ni, Cu, Zn, Ga, As, Br, Rb, Sr, Y, Zr, Nb, Pb, Th, C y N), mediante espectrometría de fluorescencia de rayos
X en dos espectrofotómetros con ánodos de Ag y Mo y detector de Si y en un autoanalizador LECO
CNSH (para C y N), ubicados en los servicios analíticos de la RIAIDT de la USC.
Finalmente, el color se determinó cuantitativamente con un espectrofotómetro de sólidos sobre el polvo
homogenizado de las muestras cerámicas finamente molidas. El color se puede expresar en diferentes
coordenadas, que son denominadas espacios de color, cada uno de estos espacios es utilizado según la
finalidad del análisis y la naturaleza de los materiales a determinar (controles de calidad, detección de falsificaciones y cambios, procesos industriales...). Dos de los espacios que más se ajustan a nuestros
materiales, las cerámicas, son el sistema L*a*b* y el sistema L*C*h, pues permiten apreciar el color y sus
diferencias de un modo visual fácil. Los dos son intercambiables, el primero se expresa en coordenadas
cartesianas y el segundo en coordenadas polares. Hemos optado por trabajar con el segundo debido a
que sus tres coordenadas se corresponden con las tres componentes básicas del color.
Así, en la esfera del color L*, que representa la luminosidad o claridad y que varía entre 0 —negro— y 100
—blanco—, corresponde al eje Z. El radio de la esfera sería C*, el croma o saturación, siendo en el centro del círculo 0 —grisáceo— que aumenta de saturaciones apagadas a vivas según se incrementa su
valor. Y el ángulo sería h, llamado ángulo de tono, hue o matiz, y que varía de 0º en rojo, 90º en amarillo,
180º en verde y 270º en azul. La combinación de los tres parámetros en la esfera da lugar a todos los
colores posibles con sus saturaciones y luminosidades.
Figura 2. Esquema metodológico del presente estudio.
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Los datos geoquímicos y las variables cuantitativas mineralógicas y de color se sometieron a un tratamiento estadístico con el paquete SPSS 14.0, realizando análisis de la varianza para el establecimiento
de diferencias significativas (a=0,05) y análisis factorial por componentes principales (datos: valores no
transformados; análisis: matriz de correlaciones; extracción de autovalores >1) con el objeto de estudiar
las relaciónes entre las variables y entre las muestras.
254
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Composición elemental
El conjunto de datos de composición elemental y mineralogía se trató estadísticamente mediante análisis
factorial por componentes principales. En la Figura 3 se recoge la proyección en el primer y segundo
componente de las variables (% de abundancia mineral y concentración de elementos químicos). El primer componente explica un 18,38% de la varianza total y muestra elevadas puntuaciones negativas para
Si, K, Rb y los feldespatos potásicos, mientras que en la parte positiva aparecen elementos metálicos (Ti,
Zn, Cu, Fe, Mn, Cr, Ni) junto con los minerales hematita, anatasa, anfíboles y clorita. Por tanto, el primer
componente define una transición de composiciones características de materiales geológicos ácidos
hacia materiales básicos o ultrabásicos. El segundo componente explica un 12,33% de la varianza. Este
componente agrupa al Al, Zr, Nb y Ga junto a las micas, en las cerámicas de composición ácida; mientras que en las cerámicas de composición básica separa entre aquellas dominadas por anfíboles (de los
cuales parece depender también en buena medida la variación en la concentración de Ca), anatasa y
hematita, y las cerámicas cloríticas (ricas en Mg, Cr y Ni). Así pues, hay una estrecha relación entre composición mineralógica y elemental. El primer componente del análisis factorial separa las cerámicas con
3. Análisis realizado en un fragmento de ánfora romana documentada en A Romea.
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Las concentraciones medias de los elementos indicados más arriba se calcularon en función de los distintos tipos mineralógicos descritos previamente (Tabla 2). El magnesio tiene una concentración significativamente mayor en el tipo mineralógico VI (5,8% de media), el clorítico, además tiene una tendencia a
que su concentración aumente hacia los tipos de mineralogía más básica. El silicio presenta valores superiores (20-25%) en los tipos más ácidos como el Ia, IIa y IIb. El potasio tiene un comportamiento similar
(3-4%) pero sólo es significativamente mayor en los tipos Ia y Ib. El calcio destaca con concentraciones
del 2-3 % en los tipos IV y V, los más ricos en anfíboles, y es particularmente alto en la muestra piroxenítica con un 8,4%3. El titanio muestra bastantes diferencias dependiendo del tipo mineralógico; tiende a
aumentar hacia las composiciones más básicas, siendo su concentración significativamente mayor (1,62,9%) en los tipos IIIa, IIIb, IV y V, los plagioclásicos y anfibólicos. El tipo VII, hematítico, destaca por su
alto contenido en titanio (4,5%). El hierro tiene una distribución similar a la del titanio, pero las diferencias
sólo son significativas para los tipos IV y VI, plagioclásico anfibólico y clorítico (16-17%), y es especialmente elevado en el hematítico (VII, con un 21,2%). Las concentraciones elevadas de cromo, manganeso, níquel y zinc se asocian a los tipos de composición más básica, especialmente el VI, clorítico y el VII,
hematítico. El cromo presenta concentraciones elevadas en los tipos IV, V, VI y VII, alcanzando 8087 µg
g-1 de media en el clorítico (VI); el manganeso destaca en los grupos VI y VII con 2400 µg g-1, el níquel
en el VI con 2789 µg g-1, el cobre en el VII (120 µg g-1) y el zinc en ambos VI y VII (117 y 286 µg g-1 de
media respectivamente). El rubidio se distribuye de modo similar a silicio y potasio, mostrando concentraciones significativamente más altas en los tipos con mayores proporciones de feldespatos potásicos
(Ia, Ib, IIa y IIb) y una tendencia a disminuir a medida que disminuye la abundancia de los minerales más
alcalinos. El estroncio tiene una distribución similar a la del calcio, con la máxima concentración (238 µg
g-1) en la muestra piroxenítica. El itrio sólo destaca por su alta concentración (90 µg g-1) en el tipo VII,
hematítico, ligado a los elementos metálicos. La concentración media más alta de circonio (460 µg g-1) es
la del tipo Ib, el más micáceo; mientras que el plomo, con valores habituales entre 15 y 40 µg g-1, alcanza 176 µg g-1 en el tipo piroxenítico. Hay otros elementos que no presentan diferencias significativas y su
contenido no parece estar ligado al carácter más o menos básico de los minerales de las cerámicas,
como es el caso del carbono, nitrógeno, fósforo, azufre, arsénico, bromo, aluminio, galio y niobio, siendo
los seis primeros elementos constitutivos o fuertemente ligados a la materia orgánica.
255
feldespatos potásicos —grupos I, II y III, que tienen concetraciones más altas de Si, Rb, K, Al, Zr, Nb y
Ga— a la izquierda, de los demás grupos que se distribuyen tanto más hacia la derecha cuanto mayor es
el contenido en plagioclasas, anfíboles y otros minerales minoritarios (Figura 3). Mientras que el segundo
componente separa en función del contenido de micas entre las cerámicas que contienen feldespatos
potásicos (Ia, Ib, IIa, IIb, IIIa, IIIb), asociándose a ellas concentraciones más elevadas de elementos típicos
de minerales traza (como los circones) que tal vez estén presentes como inclusiones en las micas. Entre
las cerámicas de los demás grupos, los anfíboles responden de la mayor parte de la variación en la concentración de Ca, como ya se ha dicho, pero no de otros elementos que son típicos de estos minerales,
como pudiera ser el Fe. Esto se debe a que unas pocas cerámicas de composición mineralógica particular, de los grupos VI a VIII (cloríticas, hematíticas y piroxeníticas), tienen, a su vez, composiciones metálicas extremas que dominan la varianza de los elementos metálicos. El resto de la varianza no explicada
se reparte entre otros ocho factores (hasta un 70% de la varianza). Las variables (abundancia de los minerales y elementos químicos) que dominan estos ejes presentaron una baja comunalidad. Por tanto, estas
fracciones de varianza están condicionadas por la composición de muestras individuales y no reflejan
varianza común que pueda atribuirse a factores subyacentes generalizables.
Los resultados indican que la combinación de análisis mineralógico y elemental aumenta el nivel de detalle sobre la composición de las cerámicas. La mineralogía describe la fase cristalina de la cerámica, que
en reglas generales está dominada por la señal del desgrasante, mientras que la composición elemental
atañe a la composición total de la cerámica, incluyendo el desgrasante pero también las fases no cristalinas, (minerales no cristalinos de la arcilla, óxidos amorfos y la fracción orgánica).
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Tabla 2. Concentraciones medias y desviaciones típicas de los elementos químicos analizados para los distintos grupos mineralógicos (u: unidades; %: tanto por cien en peso, ppm: partes por millón, mg kg-1; *: diferencias significativas para a: 0,05)
256
Figura 3. Análisis factorial: proyección en el 1er y 2º componente de minerales y elementosquímicos.
El color
En una descripción general de los resultados (Tabla 3) en función de los grupos geoquímico-mineralógicos se aprecia cómo la luminosidad no manifiesta una tendencia definida. No obstante, el tipo mineralógico VIII (piroxenítico) sí es más oscuro que la globalidad de las piezas (L* 57,6). La saturación, C*, no presenta diferencias significativas entre tipos, aunque hay un incremento paulatino de saturación a medida
que la composición mineralógica es más básica. En cuanto al matiz, h, tampoco se aprecian diferencias
significativas; pero existe una tendencia a tonos más amarillentos en los grupos I, II y III y más rojos en los
otros grupos. Así, a pesar de constatar que no hay diferencias significativas para los parámetros de color
entre los tipos geoquímico-mineralógicos, sí se aprecia una tendencia general a que los tipos de composiciones alcalinas y calcoalcalinas sean más apagados y amarillentos y los tipos de composiciones más
básicas y metálicas tengan colores más vivos y rojizos. Esta falta de relación clara, a pesar de la tendencia general, se debe muy probablemente a que además de la composición geoquímico-mineralógica hay
otros factores que influyen en el color de la cerámica, como pueden ser el tamaño de partícula dominante, la cristalinidad, la forma química del elemento, las condiciones de cocción, etc.
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El color es una variable que, si se cuantifica, puede ayudar a una mejor caracterización de la cerámica.
Los parámetros que se determinan son las tres componentes en las que se desglosa el color: L*, la luminosidad; C*, la saturación y h, el tono o matiz. El conjunto de cerámicas analizadas son pardo-oscuras
oscilando entre colores rojizos y amarillentos de saturación variable y tonos generalmente apagados, existiendo también una veintena de cerámicas de color negro.
257
GRUPO M
N
L*
C*
h
Ia
5
38,74
20,76
67,33
12,21
14,23
7,02
31,02
16,03
71,21
9,61
9,43
2,14
36,97
20,34
69,33
8,15
10,41
4,33
35,88
19,24
69,89
8,34
9,92
5,73
35,77
24,65
64,79
5,86
7,78
5,60
38,67
28,79
65,15
5,51
6,81
6,02
39,65
31,73
62,86
6,62
4,20
6,08
34,98
21,25
67,33
10,35
8,45
0,79
35,14
25,22
64,22
3,36
3,15
4,00
33,13
30,09
58,57
5,20
6,92
1,20
57,62
–
24,44
–
73,16
–
Ib
IIa
IIb
IIIa
IIIb
IV
V
VI
VII
VIII
3
12
21
25
15
5
6
4
2
1
En cuanto a la relación de los parámetros de color entre sí, en la Figura 4 se ha representado la luminosidad frente a la saturación y ésta última frente al matiz, para el conjunto de las muestras. Aunque hay
bastante dispersión, en general un aumento de la saturación va acompañado de un aumento en la luminosidad (Figura 4A): a medida que los colores pasan de oscuros a claros se va incrementando la vivacidad, es decir, hay una transición de colores oscuros-grisáceos a claros-vivos. En la gráfica inferior, Figura
4B, se aprecia que al aumentar el matiz disminuye la saturación. Al aumentar el matiz (tránsito del rojo al
amarillo) los colores se van apagando, o lo que es lo mismo, los de tendencia roja son más vivos y los de
tendencia amarilla son más apagados.
Para estudiar en más detalle la relación entre color y composición de las cerámicas se incorporaron los
parámetros del color en el análisis estadístico. Ésta es otra ventaja de la cuantificación del color, que permite tratarlo como una variable continua e integrarla en los estudios multivariantes. En la proyección de
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Tabla 3. Valores medios y desviaciones típicas de los parámetros del color según los grupos mineralógicos.
258
componentes principales, primera y segunda (17,9% y 12,0% respectivamente, Figura 5) se aprecia cómo
el matiz aparece ligado a minerales y elementos típicos de composiciones más ácidas, mientras que la
saturación está ligada a las composiciones más básicas (elementos metálicos, como titanio, zinc, cobre,
hierro y manganeso y minerales como la hematita, anatasa, anfíbol, etc.). Esto sugiere una transición de
bajas saturaciones y colores pardos hacia altas saturaciones y colores más rojizos a lo largo del primer
componente principal, es decir, en el rango de materiales de ácidos a básicos. La luminosidad se asocia
al carbono en el tercer componente principal. Interpretando esta información como variaciones del color,
podemos decir que el croma depende fundamentalmente del contenido en hierro y otros elementos metálicos, que producen un color más fuerte y vivo. En el lado opuesto, la mayor abundancia de minerales leucocráticos (composiciones más ácidas) provoca un efecto amarilleante, al aumentar el matiz. Finalmente,
la luminosidad de las cerámicas depende principalmente del contenido de carbono, que parece estar relacionado con un efecto oscurecedor.
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Figura 4. Relaciones entre los parámetros del color.
A: correlación entre la saturación, C* y la luminosidad, L*. B: correlación entre el tono, h y la saturación, C*.
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Figura 5. Análisis factorial: proyección en el 1º y 2º componente de minerales, elementos químicos y parámetros del color.
Otra de las relaciones que se entrevé en el análisis factorial es la del carbono con laluminosidad, L*. En la
Figura 7 se puede apreciar cómo las cerámicas negras son las de menor valor de L* y, a su vez, poseen
un contenido de carbono superior al 2,5%. Esta relación entre carbono y color negro plantea la cuestión
de cuál es la relación entre ambos. En los suelos ácidos del área de estudio, el color negro de los horizontes superficiales está relacionado con la presencia del materia orgánica y, por tanto, con elevadas concentraciones de carbono. Pero, aunque se hubieran utilizado estos horizontes como fuente para las pastas, esta relación es poco probable que se mantuviese en las cerámicas ya que la cocción en medio oxidante habría volatilizado el carbono en forma de CO2; por otro lado, el estudio mineralógico descarta la
presencia de fuentes inorgánicas de carbono. Sin embargo, las relaciones C/N de las cerámicas negras
son muy elevadas (>20) lo cual apunta a la posibilidad de que el color negro se deba a la adición de carbón vegetal finamente molido. Por otro lado, algunas cerámicas con valores bajos de L* tienen también
bajos contenidos de C, por lo que en algunos casos el desarrollo de color negro podría estar relacionado
con otros componentes.
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La tendencia al desarrollo de color rojo (primer componente principal) de las cerámicas se correlaciona
bien con la concentración de hierro. La correlación entre las puntuaciones del primer componente principal y la concentración de hierro es muy significativa (r2 0,78, p<0.01) (Figura 6). Como ya hemos mencionado, el primer componente principal representa la transición entre composiciones félsicas, con colores amarillentos apagados, a composiones máficas con colores rojos más intensos. Así pues, este resultado indica que el desarrollo de color rojo se debe a la abundancia de minerales ricos en hierro. La presencia de minerales claros (como el cuarzo y los feldespatos) también influye, pues son pobres en hierro
y contribuyen al aclarado/amarilleamiento del color de los recipientes cerámicos estudiados.
260
Figura 7. Relación entre la concentracion de carbono y la luminosidad (L*) de las cerámicas.
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Figura 6. Relación entre la concentración de hierro y el primer componente principal del análisis factorial.
261
CONCLUSIONES
La caracterización geoquímica de las cerámicas de tres yacimientos arqueológicos del área Ulla-Deza,
muestra una transición de cerámicas ricas en elementos como el Si, K, Al, Rb hacia otras más ricas en
elementos metálicos como Ti, Zn, Cu, Mn, Fe y hacia otras, más excepcionales, ricas en Mg, Ni y Cr. Esta
composición elemental presenta una alta coherencia con la mineralogía analizada en un estudio previo y
se ajusta a los tipos mineralógicos descritos.
El estudio de la composición elemental es complementario del mineralógico y más globlal, pues mientras
que la mineralogía aporta información esencialmente de la fracción desgrasante, la composición elemental atañe a la totalidad de la pasta, el desgrasante, la arcilla e incluso la fracción orgánica, por lo que la
combinación de ambos permite extraer más información y de mayor detalle.
De modo general, se observa que no hay relación directa entre los grupos mineralógico-geoquímicos
definidos y los tipos cerámicos, su cronología y su contexto. La preparación de la materia prima no varía
significativamente a lo largo de la prehistoria en Galicia, contrastando con los cambios estilísticos observados. Esto refuerza los resultados obtenidos en el estudio mineralógico previo (Martínez, Lantes y
Prieto, 2008).
El análisis cuantitativo del color reveló que las cerámicas estudiadas presentan una transición de colores
de pardo-amarillentos apagados a rojizos vivos, en cierta consonancia con los grupos geoquímico-mineralógicos, de composiciones ácidas a básicas/ultrabásicas. El paso de los colores parduzcos a los rojizos
está fuertemente influido por la transición de mineralogías ácidas a las básicas, con el enriquecimiento en
elementos metálicos —en particular con el contenido en hierro— y el empobrecimiento en elementos
alcalinos/alcalinotérreos.
La luminosidad, en especial en las cerámicas de color negro o muy oscuro, está relacionada con la presencia de carbono —al aumentar la concentración de carbono disminuye la luminosidad—. Dadas las
propiedades de estas cerámicas (en particular las elevadas relaciones C/N), creemos que es muy probable que el color negro responda a la presencia de carbón vegetal finamente molido.
Los resultados obtenidos abren buenas expectativas para obtener información sobre la tecnología empleada en la fabricación de estas cerámicas y sobre su procedencia. Pero también creemos que otras
técnicas analíticas aplicadas a las cerámicas (análisis isótópicos, estudio de tierras raras, estudio de biocomponentes de la materia orgánica) y de los materiales geológicos del área de trabajo, podrían ser de
gran ayuda.
En próximos trabajos se procederá a correlacionar estos resultados arqueométricos con aspectos formales de las cerámicas, que permitan analizar aspectos tecnológicos (tipo de pastas y materiales empleados), procedencia de las cerámicas, significado contextal, etc.
VII CIA – S3: CERÁMICA Y VIDRIO
La obtención de colores extremos —rojos y negros—, que implica una fase de elaboración más compleja y un mayor esfuerzo, varía según los contextos y períodos. En el contexto funerario se observa una
selección de tonos rojos en el Bronce Inicial, y de negros en el Bronce Final, en las formas más estandarizadas (1 olla y 2 longobordos). En el Neolítico los colores extremos son excepcionales. En contextos
domésticos no existe una selección tan acusada del color en el Bronce Inicial y hay una gran variabilidad
en el Neolítico (no hay datos para el Bronce Final). En el contexto ceremonial —que se ciñe a la época
campaniforme— se constata una gran variabilidad cromática.
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