La demografía como herramienta epidemiológica Archivo

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INSTITUTO UNIVERSITARIO ISALUD
CATEDRA DE EPIDEMIOLOGIA Y DEMOGRAFIA
LA DEMOGRAFÍA COMO HERRAMIENTA EPIDEMIOLÓGICA
Lic. María Eugenia Royer
Septiembre de 2004
Población y salud se encuentran hasta tal punto interrelacionadas que las disciplinas que
las estudian, la Demografía y la Epidemiología, tienen un origen común e indistinto en la
Inglaterra de fines del siglo XVII. Es sólo a partir del siglo XIX que progresivamente se
independizan y diferencian sus dominios. La Epidemiología se aleja paulatinamente de
los problemas poblacionales y se encamina, a partir del descubrimiento de los microbios a
fines del siglo XIX, hacia el estudio de las enfermedades y sus gérmenes específicos y
luego, en la segunda mitad del siglo pasado, hacia la identificación de los factores de
riesgo en un nivel individual de producción de la enfermedad (Susser et al, 2001).
En la actualidad se observa una tendencia creciente a una nueva convergencia, en la
medida en que la Epidemiología busca convertirse en una “ecoepidemiología” que tenga
en cuenta todos los niveles de organización, desde el micronivel dentro del individuo
hasta el macronivel social y global. En esta perspectiva, los aspectos poblacionales
retoman un lugar central. La interrelación entre los cambios demográficos y los cambios
en los perfiles de salud se convierte en punto básico de la confluencia de ambas
disciplinas (Schwartz et al. 1999; McMichael et al. 2000).
La Demografía es la disciplina que estudia el estado de la población (su tamaño,
composición y distribución espacial) y su dinámica, es decir las variables que la modifican
(natalidad, mortalidad y migración).
I - DEMOGRAFÍA ESTÁTICA
En una mirada transversal, fotográfica, como la que realiza el Censo recolectando
información en un momento determinado, se conoce de la población su tamaño, su
composición por numerosas características (edad, sexo, lugar de nacimiento, nivel de
educación alcanzado, actividad económica, entre otras) y su distribución en el espacio
geográfico según su lugar de residencia.
Se destaca por su trascendencia la composición de la población por edad y sexo, también
llamada estructura demográfica. El tamaño de la población y su crecimiento ha sido
históricamente la preocupación casi exclusiva de demógrafos, políticos y economistas.
Hoy se reconoce la importancia que la composición por edad tiene para la propia
dinámica demográfica, para el desarrollo económico y para numerosos aspectos de la
vida social. Con relación a la salud, la estructura demográfica condiciona los indicadores
que miden el riesgo de enfermar y morir, la utilización de servicios y los perfiles
epidemiológicos que presente la comunidad.
1
Estructura demográfica
Tres son los ejes de análisis que se derivan de la estructura demográfica: el nivel de
envejecimiento, la relación de sexos y la relación de dependencia potencial.
1. Nivel de envejecimiento
La composición por edad y sexo se refleja gráficamente en la pirámide de la población,
que muestra el peso relativo que cada grupo de edad y sexo tienen con relación al
conjunto.
La observación de la pirámide permite apreciar el nivel de envejecimiento que presenta
una población en función de la participación que tienen los jóvenes y los ancianos en su
conformación. Resulta también muy expresiva la composición por los grandes grupos
de edad de la población, como se muestra en el Cuadro 1. De esta manera pueden
identificarse modelos de estructura demográfica que permiten clasificar a las poblaciones
como jóvenes, intermedias y envejecidas.
Si se examinan las gráficas correspondientes a Misiones y Tierra del Fuego pueden
observarse sus formas claramente triangulares y sus marcados escalonamientos. Sus
bases son notablemente amplias y sus cúspides muy estrechas. Son poblaciones
jóvenes, como puede apreciarse por la elevada presencia de menores de 15 años y
escasa (particularmente en Tierra del Fuego por el perfil migratorio de sus habitantes) de
personas de 65 y más años. La pirámide correspondiente a la Ciudad de Buenos Aires
se asemeja a una forma trapezoidal, con base angosta y cúspide amplia. La
participación de los mayores es notablemente superior, que señala su acentuado
envejecimiento. La población del país presenta en estos aspectos una situación
intermedia.
Composición por edad y sexo de la población.
Jurisdicciones seleccionadas. Año 2000.
2
Cuadro 1.
Composición porcentual de la población por grandes grupos de edad.
Jurisdicciones seleccionadas. Año 2000.
Grandes
grupos de
edad
Ciudad de
Buenos Aires
Misiones
Tierra del
Fuego
Argentina
0-14
15-64
65 y más
Total
17.5
65.7
16.8
100.0
36.3
58.5
5.2
100.0
36.7
61.4
1.9
100.0
27.7
62.6
9.7
100.0
Fuente: INDEC
Este proceso de envejecimiento tiene profundas consecuencias económicas y sociales,
entre los que cabe destacar la alteración de la relación pasivos/activos que afecta los
sistemas de seguridad social, los cambios en los patrones de vida familiar, las
dificultades para la atención de los ancianos, etc. En términos de salud, el envejecimiento
se traduce en mayores y diferentes demandas y un cambio en el patrón epidemiológico
hacia un predominio de las patologías crónico-degenerativas.
2. Relación de sexos
Una característica poblacional trascendente es la composición por sexo. La razón o índice
de masculinidad informa el número de hombres cada 100 mujeres en una población:
Indice de masculinidad: Nº de varones por 100
Nº de mujeres
Las poblaciones más envejecidas tienen mayor presencia femenina. Esto se debe a que
las mujeres viven más que los hombres, por tanto a mayor cantidad de personas ancianas
mayor será la presencia femenina. Pero como, a modo de una compensación biológica
de esa desigualdad, nacen más hombres que mujeres (aproximadamente 105 cada 100),
las poblaciones jóvenes suelen tener mayoría masculina.
Cuadro 2
Índice de masculinidad. Jurisdicciones seleccionadas.
Año 2001.
Jurisdicción
Ciudad de Buenos Aires
Misiones
Tierra del Fuego
Argentina
Índice de masculinidad
83.2
100.9
104.7
95.2
Fuente: INDEC. Censo Nacional de Población y Vivienda 2001. Resultados provisionales.
3
3. Relación de dependencia
En los últimos años se ha destacado la marcada asociación entre el nivel de desarrollo
económico y la edad promedio de la población. La relación entre edad e ingreso per
cápita se observa no sólo en las comparaciones entre países en un momento dado sino
en los diferentes países a través del tiempo.
Esto encuentra su fundamento en que dado que las diferentes edades tienen
comportamientos diferentes con relación a la producción y al consumo, la composición
por edad puede afectar la capacidad de generar ingresos y de cubrir debidamente las
necesidades de salud y educación. Es por ello que la composición por grupos de edad
que presenta una población es considerada un condicionante estructural para el
desarrollo económico y social (CELADE-BID, 1996).
Un indicador que intenta apreciar ese aspecto es la razón de dependencia potencial, que
también se desprende de la estructura demográfica. Esa razón establece la relación
entre los potencialmente inactivos por su edad (jóvenes y adultos mayores) con los
potencialmente activos también por su edad.
Razón de dependencia potencial:
Población de 0 a 14 años + población de 65 y más x 100
Población de 15 a 64 años
Debe quedar claro que no es una medición de la actividad económica en sí, sino de cuán
favorable es una composición por edad para la actividad económica. Cuanto más sean los
activos y menos los inactivos, menor será el peso que deberán sostener los activos y
mayor la posibilidad de atender adecuadamente las necesidades de los inactivos, así
como de generar ahorros que a su vez pueden revertirse en inversiones que sean un
estímulo para el crecimiento económico (CELADE-BID, 1996).
4
II - DEMOGRAFÍA DINÁMICA
Una población es un conjunto renovado, en forma permanente entran y salen
componentes y experimenta así cambios en su tamaño, composición y distribución
geográfica. Estos cambios se deben a la acción de tres factores, que se denominan
variables demográficas básicas, que son la natalidad, la mortalidad y la migración.
El registro de estos hechos se realiza en forma longitudinal, a medida que ellos tienen
lugar. La fuente de datos más importante proviene de las Estadísticas Vitales, que
registran los nacimientos y las defunciones. Los registros de frontera proveen información
del movimiento migratorio.
Acción de las variables demográficas sobre la estática
La acción de esas variables sobre el tamaño de la población se refleja en la llamada
“ecuación compensadora”
Pt = P0 + N – D + I - E
Donde
Pt : población en el momento ‘t’ en el que se desea establecer su tamaño
P0 : población en el momento anterior ‘0’ (generalmente fecha censal)
N : número de nacimientos
D : número de defunciones
I : número de inmigrantes
E: número de emigrantes
El tramo de la ecuación que relaciona nacimientos y defunciones (N-D) mide el
crecimiento natural o vegetativo. El balance entre inmigración y emigración (I-E) valora el
crecimiento migratorio. Ambos componentes constituyen el crecimiento total.
Estos son todos los elementos que actúan en forma directa en el aumento o disminución
del tamaño de una población, si bien el comportamiento de esas variables responde a una
multiplicidad de factores biológicos, económicos y sociales, además de los propiamente
demográficos.
Estas tres variables son las que determinan también los cambios en la estructura de la
población. Pero la disminución de la natalidad tiene en el proceso de envejecimiento de
la población un rol preponderante. Una natalidad elevada mantiene alta la proporción de
menores, ‘alimenta’ en abundancia la base de la pirámide. Por el contrario, si la natalidad
declina se estrecha esa base y se expanden los escalones superiores. Es el llamado
‘envejecimiento por la base’.
La acción de la mortalidad es más ambivalente en este proceso, dependiendo del estadio
de su evolución. En un primer momento, cuando la mortalidad de los niños, jóvenes y
mujeres en edad fértil disminuye marcadamente, su acción es rejuvenecedora y se
traduce en un ensanchamiento de la base de la pirámide. Pero cuando el descenso de la
mortalidad favorece a las personas de edad avanzada, como sucede en la actualidad en
5
los países desarrollados, su efecto envejece la pirámide: es el llamado ‘envejecimiento
por la cúspide’ (Chesnais, 1990)
La migración tiene, en general, un efecto rejuvenecedor en la población receptora y de
envejecimiento de la expulsora, dado que los emigrantes son habitualmente personas
jóvenes que se desplazan en busca de mejores oportunidades laborales. Sin embargo, el
impacto de la migración sobre la pirámide de edades no suele ser importante si no es en
el marco de procesos migratorios de gran envergadura.
Por último, la alteración en la distribución espacial de la población en un territorio
responde fundamentalmente a la acción de la migración y de una natalidad diferencial. La
migración interna ha jugado un rol esencial en la concentración de un tercio de la
población argentina en el Área Metropolitana. Un crecimiento vegetativo mayor en las
áreas con menor nivel de desarrollo, fruto de una natalidad elevada, es hoy un factor de
redistribución espacial de la población.
Medición de las variables de la dinámica
La medición de los hechos de la dinámica implica valorarlos tanto en términos absolutos
(número de hechos, nacimientos, defunciones) como relativos (porcentajes, tasas) que
permiten su comparación con otras poblaciones. Una medición irremplazable en
Demografía y Epidemiología es la tasa, que es una medida del riesgo de ocurrencia de
esos hechos. Las tasas relacionan los sucesos ocurridos (muertes, nacimientos, casos),
que forman el numerador, con la población expuesta a esos hechos, que se ubican en el
denominador.
Tasa:
Nº de hechos (muertes, nacimientos, etc)
ocurridos en un territorio y tiempo determinado
Población expuesta
por factor de ampliación
Las tasas se expresan habitualmente por 1000 habitantes pero ello puede ampliarse (por
10.000, 100.000 habitantes) a fin de obtener números enteros que resultan más
comprensibles. Esto es lo que se denomina factor de ampliación.
La tasa se construye para un período determinado, habitualmente un año. La población
que figura en el denominador es la estimada a la mitad del período.
Las tasas brutas o generales miden la probabilidad de ocurrencia de los sucesos en el
total de la población. Son medidas bastante rústicas de los fenómenos demográficos,
están influidas por la estructura demográfica de esa población y por tanto su
comparabilidad se encuentra limitada.
Para obtener medidas más refinadas que permitan un mejor análisis de los procesos
demográficos se discrimina la población en subgrupos más homogéneos y se calculan así
tasas específicas por edad, sexo, raza, etc.
6
Al convertir los números absolutos en tasas, resulta posible la comparación de los
fenómenos en distintas poblaciones y momentos históricos, que permite valorarlos
adecuadamente.
1. Natalidad
Natalidad, fecundidad y fertilidad son conceptos afines que deben distinguirse. La
natalidad es la relación entre los nacimientos y la población total. La fecundidad 1 es la
relación entre los nacimientos y las mujeres en edad fértil. Y, por último, la fertilidad es la
capacidad biológica de concebir. La fertilidad no puede mensurarse, es un concepto
inasible. Una persona puede no tener hijos tanto por ser infértil como por usar métodos
para evitar el embarazo. Sólo puede medirse la concreción de esa capacidad biológica, es
decir la fecundidad.
La natalidad se mide con la tasa bruta de natalidad, que informa cuantos nacimientos
ocurren en una población y en un período determinados cada 1.000 habitantes.
Tasa bruta de natalidad:
Nº de nacidos vivos
Población total
X 1.000
La tasa bruta de natalidad es utilizada porque expresa el impacto de los nacimientos
sobre la población. Pero presenta dos limitaciones. En primer lugar, es cuestionable
considerar que sea una tasa, en la medida que la población del denominador no se
encuentra en su totalidad expuesta a tener hijos. En segundo término, es imperfecta
porque el resultado puede estar afectado por su estructura demográfica, como sería el
caso de una población con muchos niños o muchos ancianos o con una relación de
sexos desequilibrada.
La medición de la fecundidad, que relaciona los nacimientos con la población que puede
concebirlos, expresa con más precisión la intensidad del comportamiento reproductivo de
una población.
La tasa general de fecundidad es el cociente entre los nacimientos y las mujeres en edad
reproductiva, que en nuestro medio se considera entre los 15 y los 49 años.
Tasa general de fecundidad:
Nº de nacidos vivos
Población de mujeres
entre 15 a 49 años
1
x 1.000
En los textos traducidos del inglés es común que el significado de los términos ‘fecundidad’ y ‘fertilidad’
se encuentren intercambiados, dado que en ese idioma fecundidad es ‘fertility’ y fertilidad es ‘fecundity’.
7
Esta tasa puede construirse en forma específica por diferentes variables: por edad, por
raza, por nivel socioeconómico, etc., a fin de dar cuenta de las diferencias en la
fecundidad por esas variables. Tienen particular relevancia las tasas específicas por
edad, que señalan la evolución de las pautas reproductivas a lo largo de la vida fértil de la
mujer y por tanto el valor que alcanza en edades consideradas de riesgo para la salud de
la madre y el niño.
Cuadro 3
Tasas de natalidad y general de fecundidad (*)
Jurisdicciones seleccionadas. Año 2000.
Tasa de
natalidad
Jurisdicción
Ciudad de Buenos Aires
Misiones
Tierra del Fuego
Argentina
Tasa general de
fecundidad (*)
x 1.000
x 1.000
14.3
25.8
19.9
19.0
61.0
108.1
81.7
77.2
(*)
estimada
Fuente: Estadísticas Vitales, Ministerio de Salud de la Nación
Una forma de medición más refinada de la fecundidad es la llamada ‘tasa global de
fecundidad’, que informa el número de hijos que tendría cada mujer al final de la vida
fértil con las tasas específicas de fecundidad del año en que se construye el indicador.
Si la tasa global de fecundidad se calcula con el número de hijas (por aplicación del
índice de masculinidad al nacer) que tendrá cada mujer al final de su vida reproductiva, se
obtiene la ‘tasa bruta de reproducción’. El valor de esta medición radica en que evalúa en
que medida la población de mujeres en edad fértil se está reemplazando por otra
generación de mujeres, que es un condicionante del crecimiento futuro de la población.
Una tasa de reproducción inferior a 1 indica que la actual generación de mujeres no está
siendo sustituida íntegramente, mientras que un valor superior significa un excedente en
ese reemplazo.
2. Mortalidad
La medición de la mortalidad es uno de los puntos de confluencia de la Demografía y la
Epidemiología. La tasa de mortalidad, que es un indicador básico de la dinámica
demográfica, es también una de las mediciones más importantes del estado de salud de
la población
Tasa bruta de mortalidad
Es la medida más simple del fenómeno de la mortalidad, al ser la relación entre las
defunciones de un año y la población media de ese mismo año.
8
Tasa bruta de mortalidad:
Nº de defunciones
Población total
X 1.000
Su valor como indicador del nivel de salud de una población es bastante limitado pues en
su resultado también influye la composición por edad que tenga la población ya que las
personas a las diferentes edades de la vida tienen distintos riesgos de morir. Cuanto
mayor sea la presencia de ancianos en una población, mayor será el número de
defunciones y mayor será el valor de su tasa de mortalidad. Es decir, que se encuentra
condicionada por la estructura demográfica y no es por tanto apta para comparar el nivel
de mortalidad de dos regiones o países con diferente composición. Los resultados del
Cuadro 4 muestran claramente ese efecto en las jurisdicciones argentinas seleccionadas.
Cuadro 4
Tasas brutas de mortalidad
Jurisdicciones seleccionadas. Año 2000.
Tasa bruta de
mortalidad
Jurisdicción
x 1.000
Ciudad de Buenos Aires
Misiones
Tierra del Fuego
Argentina
11.0
5.1
2.6
7.5
Fuente: Estadísticas Vitales, Ministerio de Salud de la Nación
Una manera de eliminar la influencia que ejerce la estructura de edad en la tasa bruta es
utilizar un procedimiento de ajuste o estandarización. En términos generales, el ajuste
anula el efecto causado por diferencias en la composición por edad de manera de poder
hacer comparables los resultados obtenidos en dos poblaciones que difieran en esa
característica. (ver Anexo).
Otra manera de proceder es calcular tasas específicas, que miden el riesgo de morir de
grupos específicos de edad.
Tasa de mortalidad específica edad X :
Nº de defunciones de edad X X 1.000
Población edad X
Estas tasas permiten comparar poblaciones aunque sus estructuras demográficas sean
distintas, pues al comparar grupos específicos de edad (si ellos son relativamente
pequeños) se excluye la posible acción de las otras edades. Puede observarse en el
Cuadro 5 como se altera el orden de riesgo que tienen las poblaciones estudiadas cuando
se comparan tasas específicas en lugar de tasas brutas.
9
Cuadro 5
Tasas de mortalidad específicas (*) de grupos de edad seleccionados.
Jurisdicciones seleccionadas. Año 2000.
Jurisdicción
Ciudad de Buenos Aires
Misiones
Tierra del Fuego
Argentina
Grupos de edad (años)
Menores de 1
1a4
55 a 64
año
9.4
0.4
9.9
22.2
1.0
13.2
10.5
0.5
11.9
16.6
0.7
11.9
(*)
por mil habitantes; en los menores de un año por mil nacidos vivos.
Fuente: Estadísticas Vitales, Ministerio de Salud de la Nación
Las tasas de mortalidad se pueden construir en forma específica por diversas variables
además de la edad, como ser por sexo, nivel socioeconómico, ocupación, raza, etc. De
esta manera se miden los riesgos diferenciales de morir que tienen las personas de
acuerdo a esas características; los resultados obtenidos permiten orientar las acciones de
salud a los subgrupos de población más expuestos.
Una aplicación refinada y sintética de la medición de riesgos específicos por edad y sexo
es la esperanza de vida al nacer, que establece los años que en promedio vivirán los
integrantes de una generación (población nacida en un año determinado) si prevalecen
las tasas del momento en que se ha construido el indicador. Es una medición muy
apreciada ya que resume en un valor único el de la mortalidad a todas las edades y es por
ello ampliamente utilizado como indicador del nivel de vida de una población. Se pueden
también calcular esperanzas de vida para cualquier edad.
10
Principales tasas de mortalidad
(1)
DENOMINADOR
(2)
TASA
NUMERADOR
Factor de
Ampliación
Bruta de mortalidad
Mortalidad especifica
por edad
Nº de defunciones
Nº de defunciones
de edad x
Población total
Población de
edad x
1000
1000
Mortalidad especifica
por sexo ej. masc
Nº de defunciones
de varones
Población de
varones
1000
Mortalidad por causa
específica
Mortalidad
infantil
Total muertes por causa
específica
Nº de defunciones de
menores de un año
Población total
Nacidos vivos
10.000
100.000
1000
Mortalidad
neonatal
Mortalidad
postneonatal
Mortalidad materna
Nº de defunciones
de menores de 28 días
Nº de defunciones de
niños de 28 días a <1 año
(3)
Nº muertes maternas
Nacidos vivos
1000
Nacidos vivos
1000
Nacidos vivos
10.000
(1) Los datos de numerador y denominador se refieren a un mismo lugar y tiempo determinado
(2) La población corresponde a la estimada para la mitad del período.
(3) Muertes por causa de embarazo, parto y puerperio
3. Migración
En términos generales la migración consiste en un desplazamiento de las personas a una
jurisdicción o unidad geográfica diferente que implique un cambio de residencia
permanente.
Es la variable demográfica más difícil de medir. Las migraciones internas, es decir los
movimientos que se producen al interior de un país, no son registradas. Se puede estimar
la magnitud y dirección de sus flujos a través del Censo, que informa el lugar de
nacimiento y el lugar de residencia.
Las migraciones internacionales están sujetas a los registros de frontera, que consignan
las entradas y las salidas de las personas. La diferencia entre ellas es la migración neta
internacional. Sin embargo, la migración proveniente de países limítrofes tiene
actualmente un elevado subregistro que limita la confiabilidad de esta información.
Tasa de inmigración: Nº de inmigrantes x 1.000
Población de destino total
Tasa de emigración: Nº de emigrantes
x 1.000
Población de origen total
Tasa neta de inmigración:
Inmigrantes menos emigrantes x 1.000
Población total
11
III - LA TRANSICIÓN DEMOGRÁFICA
A lo largo de la mayor parte de la historia de la humanidad las poblaciones estaban
sometidas a un régimen demográfico de extrema dureza, con una mortalidad muy alta que
sólo podía ser compensada con una gran fecundidad. El excedente de los nacimientos
sobre las muertes era muy modesto y el crecimiento natural exiguo se hallaba pautado
por las condiciones de subsistencia, que fijaban un tope a ese crecimiento. Un aumento
en la capacidad de producir alimentos permite una expansión de la población hasta
alcanzar un nuevo tope que no puede rebasarse, pues el hambre interviene entonces
como mecanismo regulador (Vallin,1994).
Pero el hambre no era el único factor limitante del crecimiento. La guerra y la peste
asumían en esos tiempos características de catástrofe, que podían dar lugar a fuertes
disminuciones de la población. Ejemplo paradigmático, la peste negra que asoló Europa
entre 1347 y 1352 aniquiló a un tercio de la población (Pressat, 1981).
Este régimen, con una mortalidad alta y fluctuante y una fecundidad también alta pero
más estable y una esperanza de vida al nacer que difícilmente sobrepasaba los 30 años,
se mantuvo hasta el siglo XVIII. A partir de entonces se produce en Europa, de la mano
de la revolución industrial y de los cambios sociales que la acompañan,
una
transformación radical en las condiciones del crecimiento demográfico. El mejoramiento
de la alimentación, la higiene y del saneamiento ambiental son las razones principales
que impulsan una disminución profunda y duradera de la mortalidad.
Sin embargo el comportamiento de la fecundidad no acompaña de inicio esa tendencia y
se mantiene, durante varias décadas, en sus niveles históricos produciendo un desfase
entre las tasas que da lugar a un importante crecimiento demográfico.
Es sólo a mediados del siglo XX que se alcanza una nueva situación de equilibrio con
escasa diferencia entre las dos tasas pero en niveles sustancialmente inferiores, momento
en que se completa el proceso denominado de ‘transición demográfica’.
La transición demográfica clásica
(*)
40
Tasa de mortalidad
Tasa de natalidad
20
1850
1950
(*) modificado de Pressat (1981)
12
“En las sociedades tradicionales la fecundidad y la mortalidad son altas. En las
sociedades modernas la fecundidad y la mortalidad son bajas. En el medio se da una
transición demográfica”. Así define Demeny (1983) este proceso que paulatinamente se
fue extendiendo al resto del mundo y más recientemente a los países más pobres. Su
consecuencia es una explosión demográfica de gran magnitud, que produjo que entre
1950 y 1987, es decir en sólo 37 años, la población mundial se duplicara (de 2.500 a
5.000 millones de personas).
En la Argentina, los primeros indicios del comienzo de la transición demográfica se
ubican a fines del siglo XIX, adquiriendo en las primeras décadas del siglo XX una
tendencia firme. Pero su desarrollo se ajustó poco al modelo clásico transicional sino que
fue caracterizado por Pantelides (1983) como un “modelo no ortodoxo”. En su descenso,
las tasas de mortalidad y fecundidad siguen un recorrido en paralelo y no presentan en
ningún momento un desfase importante entre ellas. Este comportamiento ha sido atribuido
a la influencia de la masiva inmigración europea que trae de ultramar pautas de baja
fecundidad.
La transición demográfica argentina
Tasas brutas de natalidad y mortalidad.
Argentina, 1870-2000.
60
50
40
30
20
10
0
1870
1890
1910
1930
Natalidad
1950
1970
1990
Mortalidad
La transición demográfica y la transición epidemiológica
El envejecimiento resultante de la transición demográfica tiene profundas consecuencias
sobre los perfiles epidemiológicos, modificando las formas de enfermar y morir de la
población. La presencia creciente de personas en edades avanzadas aumenta el peso
relativo de las enfermedades no transmisibles y crónico-degenerativas.
En el caso de la mortalidad, por efecto combinado de la mayor presencia de ancianos y
de sus riesgos aumentados de morir, se modifica la estructura de la mortalidad por
13
edades y consiguientemente el perfil de las causas de muerte. Así, en la Ciudad de
Buenos Aires el 80% de las muertes son de personas de 65 y más años, las que imponen
su patrón de causas de muerte al conjunto.
Es decir, la transición demográfica es
un condicionante de
una transición
epidemiológica, entendida como un cambio en los patrones de enfermedad,
discapacidad y muerte (Frenk et al. 1994)
Pero en la transición epidemiológica también actúan factores independientes de la
dinámica demográfica propiamente dicha:
•
Los cambios en la incidencia, es decir en la producción de las enfermedades, que
responden a cambios en los factores de riesgo. Los cambios económicos, sociales
y culturales que traen los procesos de desarrollo suelen traer aparejado un
aumento en la incidencia de enfermedades no transmisibles, fundamentalmente
cardiovasculares y tumores, y de los accidentes y violencias así como una
disminución de la patología infecciosa y parasitaria y de los problemas
relacionados con la reproducción.
La evolución biológica humana y las mutaciones genéticas son también factores de
producción de cambios en la incidencia de las enfermedades.
•
La disminución de la letalidad y la mejora en la resolución de las enfermedades
que disminuye la carga de discapacidad que entrañan los problemas de salud.
Estos logros son efecto de los progresos en el conocimiento médico y en el
desarrollo tecnológico así como de una adecuada organización de los servicios de
salud que otorgue accesibilidad y efectividad a esas intervenciones.
Estos procesos de transición presentan una gran heterogeneidad de patrones, que se
desarrollan con ritmos y características diferentes. Aún mismo al interior de un país, como
Frenk y otros autores (1994) han descripto para América Latina, se observan situaciones
de “polarización epidemiológica” con subgrupos poblacionales que se ubican en distintos
estadios y con marcadas desigualdades en el estado de salud.
La reaparición de algunas enfermedades transmisibles y la irrupción del SIDA señala una
posible ‘contratransición’ y advierte de los riesgos de interpretar estos procesos en forma
lineal.
En un complejo entramado, los cambios epidemiológicos se revierten sobre los
fenómenos demográficos. La disminución de la mortalidad impacta en el crecimiento
poblacional y en la baja de la fecundidad, procesos que desencadenan profundos efectos
poblacionales.
14
BIBLIOGRAFÍA
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and Theory”, en “Population Health an Aging: strengthening the dialogue between
Epidemiology and Demography”, Annals of the New York Academy of Sciences, Vol.
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de Chile.
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Transition”. Citado por Pantelides (1983).
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