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LATERCERA Domingo 25 de septiembre de 2016
EnDebate
BANDEJA DE ENTRADA
EL PROBLEMA NO ES
DE AUSTERIDAD, SINO
DE PRIORIDADES
POR ESTEBAN JADRESIC
E
l 30 de septiembre a más
tardar el gobierno debe
enviar al Congreso el proyecto de Presupuesto 2017
para su discusión. Mientras tanto, se siguen acumulando fuertes demandas sobre éste. Desde el
mundo político y diversos grupos de interés se piden mayores gastos en educación, en pensiones, en salud, en
inversión pública, en sueldos de funcionarios públicos y en recursos para Codelco, entre otros.
En este contexto, algunos observadores
han criticado lo que sería una política de gasto público demasiado focalizada en la austeridad. Desde una perspectiva política, esa
es una visión tentadora. Ciertamente, sería
más fácil enfrentar esas demandas si el presupuesto total creciera más rápido. ¿Pero es
la actual política de gasto público efectivamente una de austeridad?
Hay una perspectiva estrecha desde la
cual esa mirada se podría sostener. Esta es
que mientras en el último decenio el gasto
público ajustado por inflación subió en promedio a un 7,3% anual, este año está creciendo sólo al 4,2% y el próximo se espera que aumente no más de 3%. Ajustarse a un presupuesto público que se expande menos de la
mitad de lo que solía hacerlo es, sin duda,
complicado.
Pero si se considera una visión más amplia que la del espejo retrovisor, la política
de gasto público seguida por Chile difícilmente puede calificarse como una de austeridad.
El primer ángulo importante es el internacional. La comparación con el resto de Latinoamérica es reveladora: a diferencia de
nuestro caso, en la mayoría de las principales economías de la región el gasto público
se está recortando. Para 2016 y 2017 las respectivas proyecciones oficiales del gasto público ajustado por inflación son de -1,7% y
-0,1% en Brasil; -1,5% y -0,5% en Colombia,
y -5,9% y -1,7% en México. Sólo en el caso
de Perú se proyectan aumentos reales, de
Mientras en el último decenio
el gasto público ajustado por
inflación subió en promedio a
un 7,3% anual, este año está
creciendo sólo al 4,2%, y el
próximo se espera que
aumente no más de 3%.
Entre 2010 y 2016, según
estimaciones del FMI, los
países del G7 redujeron su
gasto público en 3,3 puntos
porcentuales del PIB y se
espera que en 2017 lo
disminuyan en 0,5 puntos
porcentuales adicionales.
Si el proyecto de Presupuestos
contempla un aumento del
gasto público en línea con las
actuales expectativas, la tarea
de nuestro sistema político no
debe ser cuestionar el monto
del aumento, sino que debatir
las prioridades de los distintos
gastos que éste contempla.
1,2% y 3,6%, respectivamente, cifras que
acumuladas, de todos modos, son inferiores
a las esperadas para Chile.
La diferencia respecto de los países desarrollados también es ilustradora. Entre 2010
y 2016, según estimaciones del FMI, los países del G7 redujeron su gasto público en 3,3
puntos porcentuales del PIB y se espera que
en 2017 lo disminuyan en 0,5 puntos porcentuales adicionales. En contraste, en esos
mismos años Chile aumentó su gasto público 3,5 puntos porcentuales del PIB y se espera que el próximo año siga aumentando
más que el PIB.
El segundo ángulo relevante es el de futuro. Ya se acabó el ciclo de auge en el precio del cobre, cayó el crecimiento tendencial del PIB y se agota el aumento en la recaudación generada por la reforma
tributaria de 2014. Tampoco se puede continuar indefinidamente con el financiamiento deficitario de los gastos, lo cual erosionaría la estabilidad y crecimiento de largo plazo de nuestra economía. Salvo
cambios importantes en el escenario interno y externo, es probable que el gasto público deba crecer menos de 3% en los próximos años. Todo apunta a que el nuevo presupuesto, más que de austeridad, será
representativo de una nueva normalidad.
Si el proyecto de Presupuestos contempla
un aumento del gasto público en línea con
las actuales expectativas, la tarea de nuestro sistema político no debe ser cuestionar
el monto del aumento, sino que debatir las
prioridades de los distintos gastos que éste
contempla. Esta es una tarea cuya importancia política, económica y social no puede
soslayarse y respecto de la cual no hay salida fácil. Chile goza de una bien ganada imagen de país serio y está haciendo uso activo
del espacio fiscal que esa imagen le genera.
Jugar con esa reputación sería altamente
irresponsable.
Economista jefe y estratega global de
Inversiones de Moneda Asset
Management.
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