Boletín año 2009 - Instituto de San Felipe y Santiago

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Instituto de San Felipe y Santiago
DE ESTUDIOS HISTÓRICOS - Salta (Argentina)
Fundado el 21 de junio de 1937
Boletín 2009
Fundador del Instituto
S.E.R. Sr. Arzobispo de Salta,
Mons. Roberto J. Tavella
Ex-Presidentes Honorarios
S.E.R. Mons. Roberto J. Tavella +
Dr. Ricardo Levene +
D r. Roberto Leviller +
S.E.R. Mons. Carlos Mariano Pérez +
Pbro. Arsenio Seaje S.D.B. +
S.E.R. Mons. Moisés Julio Blanchoud
Presidente Honorario
Sr. Arzobispo de Salta
S.E.R. Mons. Mario Antonio Cargnello
Comisión Directiva
Presidente
Dra. Luisa Millar Astrada
Vicepresidente
Prof. Ercilia Navamuel
Secretario
Dr. Oscar Cornejo Torino
Prosecretario
Prof. María Inés Garrido de Solá
Tesorero
Sr. Luis Arturo Torino
Protesorero
Lic. Florencia Cornejo
Vocal Titular
Dra. Marta de la Cuesta Figueroa
1º Vocal Suplente
Prof. Olga Chiericotti
Órgano de Fiscalización
Sr. Andrés Mendieta
Directora
Dra. Luisa Millar Astrada
Subdirector
Dr. Oscar Cornejo Torino
Comité Editorial
Dr. Armando Raúl Bazán. Académico de la Academia Nacional de la Historia
Dra. Marta de la Cuesta Figueroa
Dr. Rogelio Saravia Toledo
Pbro. Federico Prémoli
Miembros Titulares Fundadores
1. Gral. Ricardo Solá
7. Dr. Ernesto M. Aráoz
2. Dr. Atilio Cornejo
8. Dr. David Saravia Castro
3. Mons. Miguel Ángel Vergara
9. Dr. Julio C. Torino
4. Ing. Rafael P. Sosa
10. Dr. Arturo Torino
5. Dr. Carlos Serrey
11. Dr. Santiago Fléming
6. Sr. Juan Carlos Dávalos
Miembros de Número o Académicos Actuales
2
Sillón Nº1 “Mons. Roberto J. Tavella”
Lo ocupa: Sr. Luis Arturo Torino
Sillón Nº2 “Gral. Ricardo Solá”
Lo ocupa: Dra. Marta de la Cuesta
Sillón Nº3 “Dr. Atilio Cornejo”
Lo ocupa: Dra. Luisa Millar Astrada
Sillón Nº4 “Mons. Migel A. Vergara”
Lo ocupa: Prof. Olga Chiericotti
Sillón Nº5 “Ing. Rafael P. Sosa”
Lo ocupa: Prof. Ercilia Navamuel
Sillón Nº6 “Dr. Carlos Serrey”
---------------------------------------
Sillón Nº7 “Dr. David Saravia Castro”
---------------------------------------
Sillón Nº8 “Dr. Julio C. Torino”
Lo ocupa: Dr. Oscar Cornejo Torino
Sillón Nº9 “Dr. Ernesto M. Aráoz”
---------------------------------------
Sillón Nº10“Sr. Juan Carlos Dávalos”
Lo ocupa: Sr. Andrés Mendieta
Sillón Nº11“Dr. Arturo S. Torino”
Solá
Lo ocupa: Prof. María Inés Garrido de
Sillón Nº12“Dr. Santiago Fléming”
Lo ocupa: Prof. Florencia Cornejo
Miembros Activos o Plenos
Lic. María Ester del Rey y del Moral
Com. Soc. Carolina Linares de Tadeo
Prof. Cristina del V. Genovese Castellani
Prof. Alicia Bárber de Gutiérrez
Mga. Laura Navarini de Demergassi
Mga. Teresita del Milagro Gutiérrez
Arq. Roque Gómez
Sr. Rodolfo Leandro Plaza Navamuel
R. P. Federico Prémoli
Prof. Margarita Fleming de Cornejo
Dr. Patricio Colombo Murúa
Prof. Susana Mirande de Casal
Ing. Guillermo Solá Pereyra Rosas
Dr. Rogelio Saravia Toledo
Sr. Jorge Flores Canclini
Sr. Roberto W.G. Vitri
Prof. Eulalia Figueroa de Freytes
Prof. Esther María Torino
Dr. Ricardo Federico Mena
Dra. Susana Martorell de Laconi
Lic. Rosa López de Pereyra Rosas
Miembros Ordinarios
Mons. Raúl Casado
Prof. Roberto O. Figueroa
3
Prof. Lilia E. Pérez Arévalo
Sr. José Ríos+
Dr. Darío F. Arias+
Prof. Ana González de Lazarovich
Sr. José Juan Botelli
Sr. Roberto Casas
Prof. Julia Cabral
Prof. Elsa Castellanos Solá+
Prof. Mercedes Puló de Ortiz
Pbro. Normando Requena+
Prof. Miriam Corbacho
Prof. María Irene
Romero
Sr. Diego Cornejo Castellanos
Dr. José Antonino Cornejo+
Sr. Miguel Ángel Salom
Dr. Lucio Cornejo
Prof. Carlos Vicentini
Sta. Susana Cornejo Isasmendi+
Prof. Leonor Navamuel de Figueroa
Dr. Diego Outes Coll
Sr. Gregorio Caro Figueroa
Prof. Carlos Polemann
Prof. Vicente Pérez Sáez
Prof. María Fanny Osán de Pérez
Sáez
Miembros Correspondientes en:
1.- Ciudad de Buenos Aires
Dr. Tomás Diego Bernard
Dr. Ricardo Levene (h)+
Sr. Jorge C. Bohdzi Evic
Dr. Segundo V. Linares Quintana
Pbro. Dr. Cayetano Bruno S.D.B.+
Dr. Félix Luna
Dr. Julián Cáceres Freyre+
Sr. Julio César Luzzato+
Dr. Juan Adrián Cornejo
Dr. José M. Mariluz Urquijo
Dr. Vicente O. Cutolo
Dr. Eduardo Martire
Contralmirante Laurio H. Destefani
Dr. Ambrosio Romero Carranza+
Dr. Mariano de Echazú Lezica+
Dr. Víctor Tau Anzoátegui
Dr. Enrique de Gandia+
Dr. Julio Vicente Uriburu+
Dr. Félix Martín y Herrera
Dr. Martín Villagrán San Millán
Escr. Carlos Ibarguren (h)+
Dr. Jorge G.C. Zenarruza+
Cnl. Julio Sergio Jovanovics Usandivaras+ Dr. Ricardo Zorraquín Becú+
Dr. Abelardo Levaggi
2.-Buenos Aires
9.- La Rioja
Sr. Juan Isidro Quesada
Dr. Roberto Catalán
Lic. Francisco E. de la Puente
4
Prof. Herminio Torres Brizuela
3.- Catamarca
10.- Mendoza
Dr. Armando Raúl Bazán
Dr. Edberto Oscar Acevedo
Prof. Pedro I. Galarza+
Dr. Pedro Santos Martínez
4.- Córdoba
11.- Santa Fe
Prof. Felipe de Olmos
Prof. Miguel Ángel de Marco
Dra. Branka Tanodi de Chiapero
5.-Corrientes
Dr. Héctor R. Cornejo
12.-San Luis
Sr. Hugo A. Foucade
6.-Entre Ríos
Prof. Humberto Pezzarini
13.-Santiago del Estero
Dra. Amalia Gramajo de Martínez Moreno
Prof. Hugo Martínez Moreno
7.-Jujuy
14.- San Juan
Dr. Vicente Cicarelli
Dr. Horacio Videla
8.- La Pampa
Pbro. Celso Valla
15.- Tucumán
Prof. Rodolfo A. Cerviño
Pbro. Rubén González
Prof. Ernesto Muñoz Moradela
Prof. Teresa Piossek Prebisch
Dr. Carlos Páez de la Torre
Prof. Elena Perilli de Colombres Garmendia
Miembros correspondientes en el exterior:
1.- Chile
2.- España
Dr. Sergio Martínez Baeza
Dr. Manuel Ballesteros Gaibrois
Dr. Juan Pérez de Tudela y Bueso
Dr. José Miguel López Villalba
Miembros Fundadores y Titulares Fallecidos
a) Fundadores
5
+Dr. Ernesto M. Aráoz
+Dr. Atilio Cornejo
+Sr. Juan Carlos Dávalos
+Dr. Santiago Fléming
+Dr. David Saravia Castro
+Dr. Carlos Serrey
+Gral. Ricardo Solá
+Ing. Rafael P. Sosa
+Dr. Arturo S. Torino
+Dr. Julio C. Torino
+Mons. Miguel Ángel Vergara
b) Titulares
+Sra. Sara Solá de Castellanos
+Sr. Juan Manuel de los Ríos
+Dr. Adolfo Figueroa García
+Dr. Roberto García Pinto
+Sr. Juan Carlos García Santillán
+Dr. Julio Lederer Outes
+Sr. Pastor López Aranda
+Dr. Cristian Puló
+Sr. Miguel Solá
+Pbro. Arsenio Seaje S.D.B.
+Prof. María Teresa Cadena de Hessling
+Dr. Francisco Uriburu Michel
+Dr. Gaspar Solá Figueroa
+Prof. Fernando Figueroa
+Prof. Luis Oscar Colmenares
+Cnl.(r) Luis Alberto Leoni Houssay
+Prof. Carlos Gregorio Romero Sosa
6
PRESENTACIÓN
En el próximo año 2010 las Repúblicas hispanoamericanas celebrarán dos siglos
de vida independiente.
El proceso emancipador que les dio origen culminó con el establecimiento de
Juntas de Gobierno Patrio en las ciudades capitales de las unidades administrativas
creadas en el Imperio colonial americano. Los movimientos emancipadores se produjeron
con escaso intervalo de tiempo para romper los vínculos de dependencia, que para
entonces no tenían razón de seguir existiendo.
El criollo ya no se sentía español americano sino americano con intereses políticos
y económicos que no se dirigían a la búsqueda de beneficios para la metrópoli sino que
se consideraban en posesión de imprescriptibles derechos “de edificar nuestra casa, labrar
nuestra suerte como podamos, buena o mala, siendo obra nuestra estará más acomodada
a nuestra idea que a la ajena”. Así respondían los americanos a la proclama del Consejo
de Regencia que asumiera a nombre del prisionero Rey Fernando VII, exigiendo
obediencia.
La doctrina política que inspiró la respuesta era la misma que expuso Castelli en
el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 en Buenos Aires cuando sostuvo el derecho
del pueblo a asumir el gobierno en vista de la incapacidad del Rey.
El estallido revolucionario de 1810 no obedeció a una causa única ni fue producto
de descontentos locales contra el poder metropolitano que, a pesar de titularse “ilustrado”,
estructuró una reforma político-administrativa-comercial sobre perimidos principios
colonialistas. Las Juntas, producto de la crisis de la monarquía, no demostraron mayor
comprensión del problema americano.
Una política centralista y autoritaria del Estado Borbónico vino a reemplazar el
sistema acuerdista y casuístico consagrado en el Derecho Indiano del tiempo de los
Austrias, fuertemente arraigado en América a través de tres siglos de vigencia.
El ímpetu reformador transformó a los Reinos de Indias integrados en la Corona
de Castilla conservando una fuerte individualidad, en un imperio colonial al servicio de
la metrópoli para su provecho económico. Las reformas estrictamente reglamentadas en
la Real Ordenanza de Intendentes anularon las individualidades de las regiones
americanas, sometidas a una verdadera expoliación impositiva en beneficio de la Real
Hacienda.
Marginados los americanos de los altos cargos oficiales adjudicados a los
españoles, el antagonismo entre españoles y criollos cobró intensidad, acrecentado por
las medidas de liberalización del comercio que benefició a los peninsulares y americanosespañoles y hasta de otras nacionalidades en desmedro de los criollos.
Frente al clima existente en toda América, que presagiaba la separación violenta
de las colonias, opinión generalizada entre los ilustrados españoles y del resto de Europa,
a partir de la medianía del siglo XVIII, comenzaron a hacerse llegar a la monarquía
proyectos para dar autonomía a las colonias. En 1781 el Ministro de Indias, José de
7
Gálvez, elevó a Carlos III un proyecto en este sentido. Dos años después, el Conde de
Aranda, embajador español en París, hizo lo mismo, a lo que siguieron nuevas propuestas
que nunca se concretaron.
Vendría en 1808 la crisis de la legitimidad y el propósito de Napoleón, amo de
Europa, de establecer una nueva dinastía en el trono español con la consiguiente pérdida
de independencia de España y sus colonias.
La Junta Central que subrogó al Rey, produjo el decreto elaborado por
Floridablanca, fechado en 22 de enero de 1809, llamando a los americanos a integrarla
con la declaración que “las Indias no eran colonias ni factorías”, clara manifestación del
lugar pensado para América en el nuevo sistema constitucional que la Junta liberal plasmó
en la Constitución de Bayona.
América se decidió por el único camino que le quedaba: la ruptura de los débiles
lazos que aún la ligaban a España. En un lapso brevísimo se fueron estableciendo las
Juntas de Gobierno Patrio, aún cuando su consolidación demandaría la Guerra por la
Independencia.
Las Repúblicas independientes que fueron conformándose conservaron los
valores culturales abrevados durante los tres siglos transcurridos entre el Descubrimiento,
conquista, colonización y evangelización de América por España.
Hoy, a dos siglos de las Revoluciones por la Independencia, las Repúblicas
surgidas del desmembramiento del imperio español, conservan su idioma, su religión, sus
instituciones y su derecho. Se dejaron sentir las influencias producto de los nuevos
tiempos, pero en la raíz de su cultura pervive el común pasado hispánico.
El Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta adhiere a la
magna celebración mediante esta publicación, que reúne investigaciones de diversas áreas
del saber con el objeto de configurar el marco histórico donde se desarrolló el cambio
político.
Agradecemos el patrocinio de una familia salteña, que en homenaje a sus mayores,
hizo posible la concreción de este número del Boletín.
La Dirección
8
LAS IDEAS DE MAYO
Pbro. Dr. Federico Prémoli
El tema propuesto para esta disertación es el de “las ideas de mayo”, es decir, aquellas
ideas que llevaron a la realización de la revolución de mayo de 1810 y a la posterior
declaración de la independencia en julio de 1816. Para abordar este complejo argumento
creemos oportuno valernos del análisis y de la terminología que utilizó el Sumo Pontífice
Benedicto XVI al finalizar el año 2005 en referencia a hechos de la historia de la Iglesia
reciente[1].
Al preguntarse cómo interpretar los hechos nos indica que “existe una interpretación que
podría llamar ‘hermenéutica de la discontinuidad y de la ruptura’ … Por otra parte,
está la ‘hermenéutica de la reforma’, de la renovación dentro de la continuidad”.
Al querer interpretar los hechos de nuestra historia pasada, vemos que, en esas mismas
circunstancias, y ante las alternativas sobre “qué hacer”, también existieron estas dos
hermenéuticas, estas dos maneras de ver las cosas. Estuvieron aquellos que interpretaban
el surgimiento de una nueva nación, en este caso, la nuestra, como una discontinuidad y
como una ruptura. Según ellos, estábamos frente a la oportunidad de cambiar y de crear
algo totalmente nuevo. Sin embargo, no todos interpretaban así ese momento. También
existieron quienes veían en la posibilidad de crear una nueva nación el momento ideal
para realizar una reforma sin descartar el pasado sino, más bien, apoyándose sobre él,
reformar lo existente dando un paso hacia delante, no hacia el costado o hacia atrás.
Deseaban la “renovación dentro de la continuidad”.
Como podemos ver, existía una doble idea de lo que es el cambio, como siempre sucede.
Para unos, el cambio es el paso de una cosa a otra, para los demás, el cambio es
un desarrollo. En este sentido, la dinámica propia de todo cambio se conjuga fácilmente
con la fidelidad a lo que se es. Dinámica y fidelidad, dinámica y conservación, no se
oponen sino que son una misma cosa o, como dice Benedicto XVI, “deben ser una
misma cosa”[2]. Es lo que sucede en el cambio biológico y también en el antropológico
y en el moral. Lo nuevo que aparece proviene de lo anterior, de lo antiguo, que se ha
desarrollado y ha alcanzado una nueva fisonomía, que puede parecer novedosa, o que
incluso lo es, pero en ella puede descubrirse el vestigio y el rasgo de lo original y
primigenio. La continuidad es conservativa, la dinámica es novedosa. Sin embargo, como
sucede en la biología, la semilla primaria contiene en sí la potencialidad de lo que con
el desarrollo se pone en acto en el futuro.
La síntesis entre fidelidad y dinamismo es exigente, toda reforma verdadera es exigente.
También lo era la reforma de nuestra identidad como pueblo, como comunidad humana
que éramos en 1810. Pero esta exigencia, este imperativo moral y realista, provoca el
crecimiento de una nueva vida y la maduración de nuevos frutos. La buena semilla, a
pesar de desarrollarse lentamente, crece[3]. El famoso Cardenal inglés John Henry
Newman (1801-1890) expresó en una célebre obra suya que las características de un
verdadero desarrollo doctrinal deben ser las siguientes: la permanencia del tipo, la
continuidad de los principios, el poder de asimilación, la coherencia lógica, la
9
anticipación de los desarrollos futuros, la acción conservativa del pasado y el vigor
perenne[4]. Sabias intuiciones que deberían haber orientado las ideas de mayo.
Estas cosas que venimos diciendo: ¿las pensaron nuestros próceres de mayo? Ellos
deseaban el surgimiento de una nueva nación: ¿cómo pensaban que podrían lograrlo?
¿Cuál debía ser el vínculo con lo anterior? ¿Ruptura o continuidad? ¿Qué pensaba el
pueblo común de ese momento? … Trataremos de responder a estos interrogantes en esta
disertación pero no sin antes considerar la grave importancia que esta problemática
presentaba en aquel momento, en el momento actual y siempre. La idea de cambio estaba
en el corazón de nuestros hombres de mayo junto con el deseo de llegar a ser “nosotros
mismos”. Seguramente para ellos había llegado la hora de la “mayoría de edad”, la hora
de sentirse capaces de tomar las riendas de la propia vida sin depender de los mayores.
Era, claramente, la hora de nuestra nación argentina. Lo habían demostrado las heroicas
reacciones de los militares y el pueblo de Buenos Aires en la reconquista y en la defensa
de la ciudad durante las invasiones inglesas. Sin embargo, al mismo tiempo, habían
llegado otras “horas” de la historia, habían llegado otras circunstancias que han marcado
la historia universal.
Entre las realidades que estaban presentes en 1810 estaba aquella que podemos llamar
“modernidad”, entendiendo con este término las ideas y formas de vida que están en este
mundo a partir del siglo XVI. Al hablar de la historia de la Iglesia, Benedicto XVI dice
que esta época comenzó con el proceso a Galileo Galilei, siguió con la novedad del
pensamiento de Emmanuel Kant y se radicalizó con los hechos de la revolución francesa,
los que dejaron como herencia una imagen del estado y del hombre que no deja espacio
ni a la Iglesia ni a la fe[5].
Dice Benedicto XVI: “el enfrentamiento de la fe de la Iglesia con un liberalismo radical
y también con unas ciencias naturales que pretendían abarcar con sus conocimientos
toda la realidad hasta sus confines, proponiéndose tercamente hacer superflua la
‘hipótesis Dios’, había provocado en el siglo XIX, bajo Pío IX, por parte de la Iglesia,
ásperas y radicales condenas de ese espíritu de la edad moderna”[6].
Este espíritu moderno, aunque no creemos que haya sido el determinante en nuestra
revolución de mayo, estaba, sin duda, presente. Era la época que se vivía, eran los
hechos que habían determinado el surgimiento de Napoleón, la invasión a España y la
prisión del rey Fernando VII. De una manera o de otra, muchos de nuestros próceres
estaban relacionados con ese espíritu moderno porque habían estudiado en Europa y
porque conocían los hechos de la revolución francesa y de la revolución americana. Sin
embargo, esto no los obligaba a identificarse con ese espíritu, ni a imitar esos hechos.
Seguramente estarían condicionados, pero no determinados por ellos. O quizás debemos
decir que algunos lo estarían y otros no, o lo estarían en diferentes grados. No podemos
generalizar. Eran seres humanos e hijos de su tiempo.
El espíritu de la modernidad, como lo hemos visto, tenía mucho de discontinuidad y
de ruptura. Era un espíritu revolucionario y renovador, con las características de
destrucción y violencia que nos describe la historia. En referencia a su formación es
interesante el siguiente texto sobre el siglo XVII que puede ser llamado “el siglo
sórdido”[7]:
10
“’El Estado – dice Platón – es proyección del hombre’. Y como el Estado en este siglo
fue absolutista, y no reconoció más ley que la suya propia, vemos que el hombre hacía la
misma cosa. ‘Si pudiéramos librarnos de la Iglesia – opinaban los gobernantes -, la
política no sería contenida en sus propósitos por la religión’. ‘Si pudiéramos suprimir la
verdad revelada – decían los ateos -, la revolución podría ir derechamente hacia la
victoria’. En Alemania imperaba ciego odio luterano hacia todo cristianismo
preluterano, paralelo a una fuerte tendencia hacia un inflexible naturalismo, que se
adornaba con el nombre de ‘ilustración’. El llamado ‘Sistema de la Naturaleza’,
enseñado por el teutón Barón D’Holbach (1723-1789), no daba lugar a Dios, ni a la
libertad ni a la vida futura; así también Helvecio (1715-1771), que negó los milagros, y
hasta la revelación, consideró la virtud como un sentimiento egoísta y diseminó las
amargas semillas del estéril escepticismo. Los deístas de Inglaterra, Locke, Hume, Reid,
expusieron un racionalismo enteramente destructor; sus adeptos en Francia llegaron al
extremo de caer en el ateísmo y en el materialismo. Vano, ingenioso, brillante, Voltaire
(1694-1778) desplegó su ciega antipatía hacia la fe cristiana, mofándose y ridiculizando
a la Iglesia, y pretendió ser el acerbo oponente a la Palabra de Dios. Hay que contar
también a Diderot (1713-1784) y los enciclopedistas, activos incrédulos que dominaron
la mentalidad de las más elevadas clases sociales. Pero el mayor daño fue causado por
Rousseau (1712-1788), cuyos escritos iniciaron el incendio de la Revolución. Este
supuesto reformador, casado con una criada analfabeta, abandonó a sus hijos en los
tornos de las casas de expósitos, y terminó por perder la razón. Sus Confesiones, con sus
desagradables referencias a sus primeros vicios, su Emilio, tratado didáctico en forma
de novela, dieron expresión al deísmo sentimental del autor. Hoy es
superabundantemente evidente que el pensamiento avieso engendra malas acciones, las
cuales, a su vez, conducen a pensamientos aun más aviesos. Fue lo que aconteció en este
siglo con millones de personas envenenadas con malas doctrinas. La multitud, como sus
maestros, despreciaron la fe y la virtud, guiándose por la única luz del yo egoísta. Se
derivó de todo eso, negra reacción, se desenfrenó la multitud y estalló la terrible
revolución hacia el fin del siglo.
Tratemos de delinear los aspectos políticos, la decadencia espiritual de aquellos días.
Todo el suelo de Europa produjo una vegetación venenosa; la vida misma fue
considerada algo despreciable, vacío, insatisfactorio. Todas esas actitudes y
sentimientos anticristianos sólo causaron desorden y profundo cinismo tanto en las
clases elevadas como en las clases bajas de la sociedad europea. En tales circunstancias,
la Iglesia fue perseguida por monarcas y por sus ministros, y se vieron a Estados como
Portugal, España y Francia privados del honor católico, hasta llegar a expulsar a la
Compañía de Jesús de sus fronteras. Contemplemos la terrible y atea situación de toda
Europa: la misma decadencia de la virtud, el mismo ocaso de la fe. Inglaterra se encontró
en el más bajo nivel de la decadencia religiosa, dominada por el ansia de poder y de
lucro; estos sentimientos la llevaron a la conquista y dominación de la India y a la
persecución de los súbditos católicos dentro de Inglaterra como en Irlanda. En Alemania,
los grupos masónicos llevaron enconada guerra contra la Iglesia y la civilización
cristiana; mientras en Prusia, Federico Guillermo I organizó un poderoso ejército con
el que su hijo, Federico II, incapaz de dominar a las grandes naciones, se unió a Austria
y a Rusia para destruir a la débil Polonia. Con el correr del tiempo, con la grandeza y
decadencia de la corte de Luis XV y la propagación de la corrupción durante el reinado
de Luis XVI, la ilegalidad y el desorden terminaron por dominar en Francia. La Iglesia
sufrió terribles calamidades en todas partes, en tanto que el clero se agitaba en querellas
ociosas, dejando la ciudadela de la fe abierta de par en par a los ataques del enemigo.
11
Los tiempos se caracterizaban por la licencia, no tanto por amor a la libertad como por
el más completo desconcierto de las corrompidas clases superiores. En pocas palabras,
diremos que fue una edad de barbarie y vulgaridad, de egoísmo y a la vez de
desesperación. Las revoluciones se sucedieron hasta que en los Seis Años Terribles,
1789-1795, se desataron las salvajes furias de la multitud, la terrible violencia de los
insensatos que, en nombre de la libertad, causaron indescriptibles estragos” [8].
Este panorama puede ayudarnos a comprender ese espíritu moderno europeo que
pujaba por difundirse y propagarse por el resto del mundo, principalmente en América.
De todas maneras, ese espíritu provenía también de otros espíritus anteriores a él, de los
que él quería deshacerse, pero que estaban en él. Por ejemplo, el optimismo propio del
espíritu moderno, su prédica sobre la igualdad, la libertad y la fraternidad, no era algo
absolutamente nuevo, aunque el valor que se le daba a esos conceptos y la
interpretación que se hacía de ellos, era algo nuevo. Era “hermenéutica de la
discontinuidad”.
Esta realidad fue denunciada por los Sumos Pontífices de aquel tiempo. Por ejemplo,
en la Decretal dirigida a algunos prelados franceses sobre los principios de la
Constitución Civil del Clero del 10 de marzo de 1791, Pío VI así se expresa:
“Se decreta pues … que se establezca como derecho que goce el hombre constituido en
sociedad de libertad absoluta … Se ha proclamado que estas monstruosidades derivan y
emanan de la igualdad de los hombres entre sí y de la libertad de la naturaleza. Pero,
¿se puede concebir algo más insensato que establecer entre todos una tal igualdad y
libertad, hasta el punto de no tomar para nada en cuenta la razón, con la cual la
naturaleza dotó especialmente al género humano, y mediante la cual se distingue de los
demás animales? … Por consiguiente, para que los hombres pudieran reunirse en
sociedad civil fue preciso constituir una forma de gobierno en virtud de la cual los
derechos y libertades fuesen circunscritos por las leyes y por el poder supremo de los
que gobiernan … He aquí por qué el origen de este poder debe ser buscado menos en un
contrato social que en el propio Dios, autor de lo que es recto y justo”[9].
Notemos la referencia tácita al “contrato social”, obra considerada emblemática del
espíritu revolucionario moderno, y que nuestro Mariano Moreno hizo reimprimir en
Buenos Aires.
En el Consistorio del 17 de junio de 1793, el mismo Pío VI declaró en referencia a la
errónea interpretación que los revolucionarios hacían de la libertad:
“A esta falsa y mentirosa palabra libertad, aquellos jactanciosos patronos del género
humano le agregaron otra igualmente falaz: igualdad. Es decir, como por el hecho de
estar cada uno sujeto a disposiciones de ánimo cambiantes y moverse de modo diverso e
incierto, según el impulso de su deseo, no debiese haber entre los hombres reunidos en
sociedad civil alguien que, por la autoridad y por la fuerza, prevalezca, obligue, gobierne
y llame al cumplimiento del deber a quienes se conducen de manera desordenada, a fin
de que la propia sociedad, por el tan temerario y contradictorio ímpetu de incontables
pasiones, no caiga en la anarquía y se disuelva totalmente”[10].
Más recientemente, el Sumo Pontífice Pablo VI, el 1 de septiembre de 1963 en Frascati,
dijo entre otras cosas lo siguiente:
12
“… Al mismo tiempo, se notaba el fermento de algo nuevo; había ideas vivas,
coincidencias entre los grandes principios de la revolución, que no hizo otra cosa sino
apropiarse de algunos conceptos cristianos, fraternidad, libertad, igualdad, progreso,
deseo de levantar a las clases humildes. Todo eso era, por tanto, cristiano, pero había
asumido las características de una lucha anticristiana, laica, irreligiosa, que tendía a
desnaturalizar aquel trazo de patrimonio evangélico dirigido a valorizar la vida humana
en un sentido más alto y más noble”[11].
Juan Pablo II afirmó en la homilía de la Misa celebrada el 1 de junio de 1980 en París lo
siguiente:
“¡Qué no han hecho los hijos e hijas de vuestra nación para conocer al hombre, para
expresar al hombre por la formulación de sus derechos inalienables! Es conocido el
lugar que las ideas de libertad, de igualdad, y de fraternidad ocupan en vuestra cultura
y en vuestra historia. En el fondo son éstas ideas cristianas. Lo digo siendo bien conciente
de que quienes así formularon por primera vez este ideal, no se referían a la alianza del
hombre con la sabiduría eterna, sino querían actuar por el hombre”[12].
Podemos decir que, entre nuestros próceres, ese espíritu revolucionario moderno estaba
encarnado en Mariano Moreno. Sin embargo, tal como lo demuestra ampliamente
Gustavo Martínez Zuviría, este no fue, propiamente hablando, el protagonista de la
revolución de mayo[13]. Según este insigne pensador y maestro del catolicismo
contemporáneo argentino, en su inmortal obra sobre el año X que ha marcado un antes y
un después en el estudio de nuestra historia, la revolución de mayo no es hija de la
revolución francesa, ni de sus ideas, ni de sus actos. A diferencia de aquella, la nuestra
fue una revolución de tipo militar, nada populista, y de raigambre católica. Sus principales
protagonistas, sobre todo Cornelio Saavedra, deseaban la autonomía para nuestras tierras
al modo de una reforma. Prueba de ello es que la Primera Junta del Gobierno Patrio hizo
su juramento de rodillas apoyando sus manos sobre los santos evangelios[14]. Lo mismo
afirma el Padre Cayetano Bruno al hablar de la filiación ideológica de la obra de mayo.
Al respecto trae el testimonio de diferentes autores los cuales rechazan la filiación
francesa de nuestra revolución de mayo[15]. Más bien la atribuyen a las ideas de
soberanía popular enseñadas tradicionalmente en las universidades jesuíticas desde la
época de la conquista. Fueron sus principales exponentes los jesuitas San Roberto
Belarmino y Francisco Suárez.
Es lo que hemos llamado “hermenéutica de la reforma”.
Reformar implica introducir novedad y, en ese sentido, discontinuidad con lo anterior.
Sin embargo, no significa ruptura ni divorcio con lo anterior. Nos dice Benedicto
XVI: “precisamente en ese conjunto de continuidad y discontinuidad en diferentes
niveles consiste la naturaleza de la verdadera reforma”[16]. Es decir, se podía reformar
sin destruir.
¿Qué significaba en ese momento reformar? ¿Era necesario reformar? Ciertamente que
lo era: el virreinato del Río de la Plata ya no era lo que había sido pues su Monarca
Fernando VII estaba recluido y el virrey, por tanto, no podía representarlo. Pero, además
de esto, existía una razón muy importante que impulsaba la reforma. Se consideraba que
éramos capaces de gobernarnos a nosotros mismos, que habíamos crecido como territorio
y como organización. Que existían entre los criollos hombres suficientemente capaces de
13
gobernar estas tierras y que ello traería muchos beneficios a estas tierras y muchas
libertades en referencia a la metrópoli española. Habían pasado casi tres siglos desde la
civilización de estas tierras y ese tiempo no había pasado en vano. Al modo en que un
joven, cuando alcanza su mayoría de edad, desea independizarse y depender sólo de él
mismo, también nuestros patriotas, considerados capaces y mayores, deseaban esa
autonomía y esa libertad. Era una aspiración legítima en los corazones de nuestros
próceres en cuanto que tenía como objetivo conservar lo que éramos sumándole lo que
no éramos: una nación autónoma.
Sin embargo, las ideas estaban mezcladas y los objetivos también. Prueba de esto es la
compleja formación de la llamada “Primera Junta de Gobierno” que en seguida de su
formación quedó dividida en dos bandos: el saavedrismo, partidario de la continuidad, y
el morenismo, partidario de la ruptura. Esta compleja formación no deja de sorprender
ya que, siendo el principal actor de los sucesos de mayo Don Cornelio Saavedra, para qué
incluyó a un personaje como Moreno tan contrario a las ideas tradicionales heredadas de
la España fundadora de América. Las interpretaciones de esta inclusión en la Junta son
diversas y no develan el misterio[17]. Lástima que esta inclusión significó el ingreso de
las ideas revolucionarias modernas y, peor aún, los métodos violentos e injustos que
caracterizaron los años posteriores de la revolución francesa.
Mariano Moreno, imbuido del espíritu ilustrado, prolegómeno de los hechos de 1789,
quiso darle a la revolución de mayo ese carácter de intolerancia y terror que caracterizó
la instauración de la república en Francia. Tal como la pensaron los franceses, él creía
llegado el momento de romper con toda la herencia católica e hispánica que habíamos
recibido de nuestros mayores. Se alistó en el partido de aquellos que soñaban con un
mundo nuevo, con un mundo de libertad, igualdad y fraternidad, pero entendidas en
sentido iluminista. Era la libertad para renegar de Dios y de toda legitimidad, salvo la
suya; era la igualdad para renegar de todo orden y de toda jerarquía, a la par que imponía
un nuevo orden, arbitrario y violento; era la fraternidad declamada pero no actuada, la
que llevaba al amor universal pero no al amor personal.
El interrogante se amplía al considerar la presencia de las logias entre nosotros y en toda
Europa. Sin embargo, por el carácter hermético y secreto de las mismas, resulta imposible
realizar afirmaciones con fundamento sobre ellas y nos vemos así obligados a mantener
hipótesis indemostrables. De todas maneras, el espíritu anti-tradicional era patente en la
facción morenista de la Junta. De lo contrario no se explican las matanzas de Liniers y
sus compañeros en Cabeza del Tigre el 26 de agosto de 1810 y mucho menos sus
increíbles órdenes a la Expedición Auxiliadora del Alto Perú llamadas “Plan de
operaciones”.
Con respecto a este Plan se pregunta Hugo Wast:
“Qué es lo que caracteriza el Plan y lo hace por extremo repugnante? 1º El terrorismo,
para imponer a sangre y fuego el dogma revolucionario, procedimiento que los
demagogos encuentran muy adecuado, siempre que se trate de difundir sus propias
opiniones. 2º La perfidia, para engañar y captar voluntades. 3º La ingratitud y el cinismo
para traicionar, si conviene, a los más íntimos amigos y benefactores”[18].
En ese Plan, Moreno dice:
14
“No debe escandalizar el sentido de mis voces, de cortar cabezas, verter sangre y
sacrificar a toda costa … Y si no ¿por qué nos pintan a la libertad ciega y armada de un
puñal? Porque ningún estado envejecido o provincias, pueden regenerarse sin cortar sus
corrompidos abusos sin verter arroyos de sangre”[19]. También encontramos allí esta
sorprendente indicación en referencia a los enemigos declarados de la revolución:
“cuando caigan en poder de la Patria estos segundos exteriores o interiores, como
gobernadores, capitanes generales … y cualquiera otra clase de personas de talento,
riqueza … debe decapitársele”[20].
Verdaderamente sorprende este escrito en el que podemos ver ese “espíritu de
ruptura” del que venimos hablando llevado hasta el extremo de la muerte. Afirma Hugo
Wast al respecto:
“Según dijimos en páginas anteriores, lo que caracterizaba a nuestros jacobinos era la
abyecta y aparatosa declamación en favor de los derechos del pueblo, en abstracto, unida
a un absoluto desprecio por los derechos concretos del mismo pueblo. El que clamaba,
con la mano sobre el pecho, su adoración por la libertad de ideas, era el mismo que
atropellaba alevosamente a los que él se imaginaba que pensarían de otro modo. Un
‘puede ser’ bastábales a esos tardíos imitadores de Robespierre, lectores del Contrato
social, para condenar a muerte a un hombre o para proscribirlo, sin forma de proceso.
No los detenía ni el recordar los eminentes servicios que la patria debía a aquellos
hombres, como en el caso de Liniers, ni su posición social, ni su edad, ni siquiera el
carácter sagrado de los sacerdotes, a quienes sujetaba a iguales violencias por el sólo
hecho de ser españoles”[21].
Las notas de Moreno a Castelli cuando fue a hacerse cargo de la Expedición Auxiliadora,
son terribles y al decir del Dr. Carlos Ibarguren “parecen agitadas por un soplo de furor;
alternan en ellas la política del terror y del exterminio, la del engaño y la del halago al
interés personal”[22].
Son tan graves estas expresiones de Moreno, y todas sus actitudes en general, que algunos
autores hacen conjeturas acerca de sus vinculaciones con algún poder extranjero,
especialmente Inglaterra. Según ellos, Mariano Moreno era un emisario suyo, al estilo de
tantos personajes utilizados por ese Reino en provecho propio y en perjuicio de España y
de la causa americana[23]. Si esto es así, descubrimos las causas de ese “espíritu de
ruptura y discontinuidad”, tan propio del espíritu protestante, que buscaba cambiar
aquellas convicciones y formas de vida que la cristiandad española del tiempo de los
Habsburgo había implantado en América.
Lo más lamentable es que esas indicaciones terroríficas del “Plan de operaciones” se
pusieron en práctica en las primeras actuaciones militares del nuevo gobierno patrio. Me
refiero a los asesinatos de Cabeza del Tigre y a las desastrosas acciones que se realizaron
en el Alto Perú. En esas oportunidades, no sólo debía quitársele la vida al sospechoso,
sino que debía destruirse la religión ancestral tan propia de nuestros pueblos. El
catolicismo se había convertido en América en la religión de todo el pueblo. Las
indescriptibles fatigas de los heroicos misioneros habían conseguido que en estas tierras,
todas las potencialidades religiosas de sus nativos, se sublimaran hasta alcanzar el culto
del Dios verdadero. Tan arraigado estaba este catolicismo en todos los estratos sociales
de América que, al plantearse la idea de la independencia, no se la vinculaba con una
15
ruptura con la religión legada por los padres y mayores. Salvo en el caso de estos
revolucionarios que deseaban, inspirados no sabemos en quién, aprovechar el momento
para erradicar el catolicismo de estas tierras. Justamente entonces, al ver los pobladores
del Alto Perú los sacrilegios de Juan José Castelli y Bernardo Monteagudo, los
llamaron “porteños herejes”.
¡Qué página oscura de nuestra historia esa expedición! ¡Qué tristes episodios la integran!
¿Había alguna necesidad de arrastrar por el suelo la Santa Cruz signo privilegiado de la
redención del hombre? ¿Existía alguna necesidad de profanar las vestiduras sagradas y el
santo templo de Dios? ¿Debía predicar un seglar desde el púlpito disfrazado de clérigo?
… Ciertamente que no. Ninguna de estas cosas tendrían que haber ocurrido. Esa no era
la revolución de mayo. Por eso estos hombres quedaron tan desacreditados, aunque
provocaron a la naciente nación argentina la pérdida irremediable de aquellas provincias
del Alto Perú.
Impulsaba también ese espíritu de ruptura la influencia de la llamada “leyenda negra
hispano americana” que se venía difundiendo desde hacía años e impactó en las ideas de
algunos de nuestros próceres. Según ella, todo lo actuado por España en América era
digno de condena y rechazo. Según el historiador Dr. Rómulo Carbia, se trataba de una
especie de fábula, un juicio inexorable ordinariamente aceptado sin indagar su origen. Era
una afirmación indemostrable, pero se la presentaba como cierta y segura[24]. La leyenda
negra desfigura e intenta desprestigiar la empresa acometida por Castilla en su limpio
empeño de transportar al nuevo mundo las formas estrictas de vida cristiana.
Sin embargo, la verdadera historia demuestra lo contrario. España, encargada por la
Iglesia de la misión evangelizadora y civilizadora de América, cumplió con ese encargo
fielmente. Y lo más notable es que esta absoluta sumisión del poder espiritual al temporal,
que tantos males había traído a la Cristiandad durante la Edad Media y terminando ésta,
en el caso de España, dio excelentes resultados e inmensos frutos espirituales y
temporales.
Y contra esto no puede aducirse el caso de Bartolomé de Las Casas. Él, sin
duda, “exageraba su caso, pero se cambiaron las cosas de tal modo, años después de su
muerte, cuando el poder de España era la pesadilla de Europa, que los diversos folletos
en los que el ‘apóstol’ había exagerado los sufrimientos de los indios con el fin de
asegurar su alivio fueron interpretados por numerosos enemigos de España como imagen
fiel de las circunstancias en las colonias españolas. Constituyeron materia excelente de
propaganda y fueron utilizados hasta el límite de sus posibilidades. Así, el resultado más
permanente de la obra del ‘apóstol’ no fue la consecución del fin que se había propuesto
sino la perpetración de la ‘leyenda de la crueldad española’”[25].
Esta leyenda de la crueldad española, hábilmente manejada por los enemigos de España
y de la civilización cristiana, impactó fuertemente en algunos personajes de nuestra
emancipación. Y no sólo ella, existían también otras realidades en aquel inicio del siglo
XIX que provocaban una reacción antiespañola y, por tanto, provocaban un deseo de
romper con ella y la civilización que ella había traído a nuestras tierras. Se habla de una
“auto-destrucción” del Imperio Español perpetrada a partir del siglo XVIII. La España de
Fernando VII no era la misma que nos había conquistado y civilizado. La falta de respeto
a las legítimas libertades americanas, propia del período borbónico español, nada tenía
que ver con la creación de autonomías, propia del período de los Habsburgo. El poder
16
centralizado, propio del estado moderno, ahogó aquel espíritu de libertades tan propio del
medioevo y que España había trasladado a América en aquel período llamado
Renacimiento, período que en ella había adquirido la original forma de ser como
una “edad media continuada”[26]. La presencia de los Habsburgo en España sin duda
que contribuyó a implantar allí la política descentralizada propia del Sacro Romano
Imperio caracterizada por el respeto a las autonomías y libertades locales[27].
El Padre Cayetano Bruno, al hablar de la fundación de Córdoba, relata cómo “fundada
la ciudad prestan juramento sus alcaldes y regidores ‘por Dios nuestro Señor e por Santa
María, e por los santos Evangelios, e por la señal de la cruz que pusieron en sus manos’.
Presta juramento el gobernador y fundador don Jerónimo Luis de Cabrera y lo hace en
los términos de estilo: ‘dijo que juraba y juró por Dios Nuestro Señor, e por Santa María,
y por las palabras de los santos Evangelios y señal de la cruz, en que puso su mano
derecha, que guardará y cumplirá a esta dicha ciudad de Córdoba todas las gracias,
franquezas y libertades’”[28]. Lo cual es comentado por el historiador Prof. Luis
Mesquita Errea de la siguiente manera: “se trata de las libertades concretas de nuestra
primera tradición jurídica, típica de la sociedad de entonces, por contraposición a las
libertades teóricas declamadas por la revolución francesa. Entra un aire fresco en los
pulmones cuando vemos a un hombre como Cabrera jurando por la Virgen cumplir todas
las gracias, franquezas y libertades”[29].
Es decir, cambiada la concepción de gobierno de los Habsburgo a la de los Borbones,
también toda la organización americana cambió[30]. A fines del siglo XVIII, todo
contribuía a confundir los pensamientos, las ideas y los planes de acción que tendrían que
realizarse. A todo este panorama se sumaba ese inexplicable desinterés de la Corona
española por conocer estos sus dominios americanos. No se comprende como ningún
miembro de la familia real quiso conocer sus virreinatos españoles. No decimos el Rey,
pero sí algunos de los Infantes. Podría haberse instalado en América uno de ellos y haber
gobernado estas tierras con libertades y autonomías que hubieran provocado un
sinnúmero de bienes. Podríamos pensar también y preguntarnos: ¿por qué no huyó hacia
América el Rey Fernando VII ante la invasión napoleónica? ¿No hizo esto el Rey de
Portugal refugiándose en sus dominios del Brasil? Sin embargo, no fue así y esto aumentó
las distancias que ya se venían creando entre América y España.
Nos dice Ramiro de Maeztu en su libro “En defensa de la hispanidad”:
“En su libro sobre ‘Libertad y despotismo en Hispanoamérica’ Cecil Jane ha dicho que
‘Carlos III fue el verdadero autor de la guerra de la independencia’, y ello porque ‘al
tratar de organizar sus dominios sobre base nueva destruyó en su sistema de gobierno
los caracteres mismos que habían permitido que el régimen español durase tanto tiempo
en el Nuevo Mundo’. Es demasiada culpa para un hombre solo. Alguna cabría a sus
antecesores y a los virreyes, gobernadores, magistrados y militares, muchos de ellos
masones, que España enviaba a América en el siglo XVIII, llenos de lo que se creía un
espíritu nuevo. La responsabilidad fue, en suma, de la España gobernante en general,
que renegaba de sí misma, en la esperanza de agradar a las naciones enemigas, y sobre
todo a Francia, porque, como escribía Aranda a Floridablanca en 7 de junio de 1776:
‘Rousseau me dice que continuando España así, dará la ley a todas las naciones, y
aunque no es ningún doctor de la Iglesia, debe tenérsele por conocedor del corazón
humano, y yo estimo mucho su juicio’, cosa que no pudiéramos decir nosotros de estas
apreciaciones”[31]
17
Sin embargo, justamente en estas dramáticas circunstancias, era necesario conservar la
lucidez y la capacidad de distinguir entre lo verdadero y lo falso. Ciertamente que era
necesaria una reforma, pero no se necesitaba una ruptura.
Se trataba de reformar, no de destruir. ¿Era posible reformar sin destruir? ¿Era posible
construir sobre las sólidas bases de nuestra identidad? … Sí, era posible, y así lo pensaron
muchos de nuestros próceres que deseaban la autonomía pero no la impiedad, la violencia,
la intolerancia y la traición. Así lo demostraron Saavedra, Belgrano, San Martín, Güemes,
y los numerosos sacerdotes que acompañaron el movimiento de mayo.
Si bien no es posible ver con claridad cuáles eran las ideas y las intenciones que guiaban
a nuestros próceres genuinos, podemos ver en ellos el legítimo deseo de la libertad y de
la autonomía, junto con el deseo de respetar y seguir los principios de la religión católica,
propios de las poblaciones americanas y tan arraigados en todos los órdenes de la vida
social de América. En ellos no vemos, al menos con claridad absoluta, el deseo de romper
con todo lo católico y español. Al contrario, en ellos estaba el deseo de construir sobre
las bases de lo que éramos. Así lo expresaron los cabildantes de 1810 en su proclama al
pueblo:
“Fixad pues vuestra confianza y aseguraos de nuestras intenciones. Un deseo eficaz, un
celo activo, y una contracción viva y asidua a proveer por todos los medios posibles la
conservación de nuestra Religión Santa, la observancia de las Leyes que nos rigen … y
el sostén de estas Posesiones en la más constante fidelidad y adhesión á nuestro amado
Rey y Señor Don Fernando VII y sus legítimos sucesores en la corona de España: ¿No
son éstos vuestros sentimientos? Esos mismos son los grandes objetos de nuestros
conatos. Reposad en nuestro desvelo y fatigas”[32].
Con esto se demuestra que no estaban en las intenciones del pueblo romper con la religión
ni con España. Los nuevos gobernantes parece que tampoco tenían esas ideas y si más
adelante toleraron al menos las siniestras acciones de Castelli y Monteagudo dictadas por
Moreno, no las permitieron después e hicieron públicas muestras de respeto a la religión
heredada de los mayores.
Es decir, desde el inicio de nuestras autonomías gubernamentales, se perfilaron entre
nuestros próceres dos ideas de nación contrapuestas. Una más tradicional y una más
revolucionaria. Quizás algunos hombres de Buenos Aires representaron el espíritu de
ruptura y quizás los hombres del interior representaron el espíritu tradicional y reformista.
Estos fueron los que deseaban con realismo la Argentina auténtica y que se volcaron
claramente hacia el federalismo y, para usar las palabras de José Luis Romero, querían
que esa Argentina auténtica fuese como una “auténtica España de ultramar”[33].
Hablar de “España de ultramar” correspondería a lo que el P. Alfredo Sáenz llama
“rehacer la hispanidad”[34]. No reproducir España en América sino amalgamar lo
hispánico con lo americano, como lo hicieron nuestros primeros misioneros y
civilizadores. Como dice Ramiro de Maeztu:
“La obra de España, lejos de ser ruinas y polvo, es una fábrica a medio hacer, como la
Sagrada Familia de Barcelona o la Almudena de Madrid o, si se quiere, una flecha a
18
mitad de camino que espera el brazo que la recoja y lance al blanco, o una sinfonía
interrumpida, que está pidiendo los músicos que sepan continuarla”[35].
Continuar esa obra fue lo que varios de nuestros próceres quisieron hacer, o hicieron a
medias, y otros no quisieron hacer, o destruyeron a medias. Las ideas son las que guían
nuestras acciones, pero a veces, cuando son erróneas, se encuentran con el escollo de la
realidad. Es lo que sucedió en nuestras tierras y sucederá siempre. Por ello, el ejemplo de
la historia y de las vicisitudes de nuestra revolución de mayo, deben hacernos pensar en
nuestra Argentina auténtica y en las capacidades que ella tiene de reformarse, de
desarrollarse y de crecer. Grave error sería querer destruir todo y crear una nación de
nuevo, a partir de cero. Recordemos que el único que puede sacar las cosas de la nada,
“creatio ex nihilo”, es Dios Nuestro Señor.
19
LA SANIDAD EN LA GOBERNACIÓN INTENDENCIA
DE SALTA DEL TUCUMÁN
Luisa Miller Astrada
Introducción
1.
La Hermandad de la Caridad en Córdoba del Tucumán.
2.
El Despotismo Ilustrado y el Regio Patronato.
3.
El hospital Betlemita.
4.
Se acata pero no se cumple.
Conclusión
Introducción
El advenimiento de la dinastía borbónica al trono de España a comienzos
del siglo XVIII, coincidió con la penetración del pensamiento Ilustrado que traía
la consigna impuesta por el rey francés de centralizar y racionalizar la
administración española.[36]
El triunfo del candidato Borbón, afianzó la hegemonía francesa bajo la
plena vigencia del absolutismo monárquico que en España alcanzó la modalidad
de despotismo ilustrado. Bajo sus principios, la “gotosa España” debía dar paso a
un Estado acorde a la nueva filosofía.[37]
Fue José de Gálvez, ministro de Indias durante 15 años, que detectó las
falencias administrativas y necesidades en sus meditados viajes americanos, quien
postuló e hizo ejecutar las reformas en el Imperio a fin de transformarlo en el
soporte económico de la metrópoli.
Precursora del programa, fue la creación de dos nuevos virreinatos a
expensas del desmesurado Virreinato del Perú. En 1.776-1.778, se crea el del Río
de la Plata, donde poco después se aplicaría la “Real Ordenanza para el
establecimiento y la instrucción de Intendentes de Ejército y Provincia en el
Virreinato de Buenos Aires”.
La puesta en práctica del sistema, convirtió a las entonces provincias de
ultramar en verdaderas colonias[38].
La Real Ordenanza “viene a insertarse en ese momento en el que se
considera necesario reducir el arbitrio de los funcionarios extremando las
prevenciones para encauzar la administración por el camino que se estimaba más
conveniente o sea que el gobierno metropolitano no se limitó a fijar ciertas metas
-remodelar el Estado, modificar las relaciones con la Iglesia, reordenar el tráfico
atlántico, asentar sobre nuevas bases la articulación entre la metrópoli y los
20
dominios ultramarinos- sino que se esforzó por señalar el mejor modo de
alcanzarlas. Buena parte de las prescripciones se encaminan a la regulación de la
Real Hacienda y al modo de impulsar la vida económica para lo cual fue preciso
conocer a fondo los recursos materiales de América”.[39]
Dentro de la causa de Real Hacienda se incorporaron asuntos económicos
hasta entonces privativos de la Iglesia, como era la recaudación de arbitrios que
contribuían a su sostén y a obras pías. La transferencia produjo no pocos roces
entre los funcionarios civiles de la nueva administración y las jerarquías
eclesiásticas.
El problema planteado en tres voluminosos expedientes custodiados en el
Archivo General de Indias bajo el epígrafe “Documentos que representa a SM la
Hermandad de la Caridad de la Ciudad de Córdoba del Tucumán Virreinato de
Buenos Aires sobre la aprobación del hospital de mujeres que a su cargo puso el
gobierno y ayuntamiento de ella y solicitud de que se le declare el total derecho a
la casa del noviciado viejo de la Compañía que SM cedió para hospital de la
misma ciudad”, orientó nuestro interés hacia el tema relativo a la transferencia a
la Real Hacienda, la percepción y distribución de fondos aplicables a las obras
pías.[40]
Tema polémico como se advierte del prolongado trámite que se desarrolló
a lo largo de aproximadamente diez años en que se trató de dilucidar si la creación
y administración de la obra de caridad quedaría a cargo de la autoridad civil o de
la religiosa.
La Hermandad de la Caridad en Córdoba del Tucumán.
Las asociaciones de menestrales y comerciantes que bajo la denominación de
hermandades o cofradías comienzan a constituirse en la baja Edad Media europea
para defender sus intereses económicos o con finalidades piadosas de
beneficencia, cooperación, auxilio mutuo o previsión social, colocadas bajo la
protección de un Santo Patrono, se prolongaron en el ámbito americano, donde
encontramos asociaciones análogas, con el carácter de instituciones religiosobenéficas, formadas por vecinos religiosos y laicos de variada situación
económica, asociados para realizar obras de bien público.
En el Tucumán, según el petitorio efectuado por la Hermandad de la
Caridad de Nuestro Señor Jesucristo para fundar un hospital, existió desde 1771,
constituida en su capilla bajo la advocación de Nuestra Madre y Señora la
Santísima Virgen del Pilar de Zaragoza[41]. Instalada ya en Buenos Aires, pronto
lo haría en Charcas y en Córdoba, dedicada a la fundación y administración de
hospitales.
En reunión de Cabildo celebrada el 9 de agosto de 1793 en la ciudad de
Córdoba con participación de los cofrades presididos por una mesa directiva cuya
constitución era semejante a la del cabildo secular, acordó un petitorio girado al
Cabildo y Regimiento de la ciudad con solicitud de impetrar por la vía
administrativa correspondiente, la real autorización para establecer un hospital de
mujeres pobres.[42]
21
La Real Ordenanza de Intendentes consignó en su Art. 15 que los
gobernadores intendentes habían de presidir los Ayuntamientos de las ciudades
capitales y las funciones públicas que celebraran. En caso de impedimento, serían
reemplazados por sus tenientes, los alcaldes ordinarios y el que según la ley,
privilegio o costumbre lo reemplazara, con la advertencia que era el gobernador
quien dispondría su cumplimiento[43].
En consecuencia, el acuerdo capitular fue elevado al Marqués de
Sobremonte, gobernador intendente de Córdoba del Tucumán, quien hizo suya la
apreciación del auto capitular de 12 de agosto de 1793 que evaluaba como “útil y
benéfica al bien común de esta capital y su distrito la propuesta de formalizar un
hospital de mujeres pobres en un sitio contiguo a la capilla del Pilar perteneciente
a la Hermandad”, y que la fundación que se proponía “era acreedora de la gracia
que se impetra de elevarla hasta los pies del trono con la firme esperanza de que
SM se dignará atenderla por redundar en beneficio de Dios y alivio y utilidad del
pueblo”
El gobernador encontró la petición “arreglada a lo principal de su instituto
y conforme al espíritu de las Leyes del Título cuarto, libro primero de las
Recopiladas de Indias, especialmente de la primera en que se encarga a todos los
magistrados y Reales Audiencias el que provean que en todos los pueblos de
españoles y de indios se funden hospitales donde se curen los pobres enfermos y
se ejercite en ellos la caridad cristiana”.
Dotada de una organización similar a la de los cabildos seculares, nucleaba
tanto a vecinos de la ciudad como de otros ámbitos, según se desprende de la
nómina elevada por el cabildo de la Hermandad, adjunto al petitorio.
El número de cofrades llegó a superar los cuarenta entre los que figuraban
clérigos, tales, el Deán de la Iglesia Catedral de Córdoba y Capellán Mayor, Dr.
Gregorio Funes, Provisor Vicario General y gobernador del Obispado del
Tucumán, el Dr. Lorenzo Suárez de Cantillana, Deán de la Catedral y Capellán
Mayor, el Dr. Estanislao López, Segundo Capellán y una extensa nomina del clero
virreinal.
Posteriormente, se recibió de Hermano el Ilustrísimo Sr. Don Ángel
Mariano Moscoso, Obispo del Tucumán y el Dr. José Tristán, Cura rector de la
Catedral, catedrático de la Universidad y secretario del Obispo.
En el manifiesto y declaración que la Hermandad hizo imprimir, se
consignaba la recepción y acreditación como hermano de la Santa Hermandad; el
importe de limosnas recogido por el comisario administrador “para el sustento y
necesidades y demás fines para los que está destinada y los auxilios que debe
acudírsele tanto en vida como en muerte con todas las aplicaciones de gracias y
sufragios concedidos por los Sumos Pontífices y prelados”. El asociado podría
recurrir por sí o por sus albaceas y herederos o por la persona más interesada en
su alivio o el de su alma…”[44].
La Hermandad se constituía en una verdadera sociedad de Socorros mutuos.
22
La obra que se proponía había de sustentarse con limosnas, puesto que la
Hermandad carecía de fondos para tal finalidad. Ofreció, sí, el terreno que le
pertenecía donde estaba edificada la capilla, con reserva de la propiedad por
cuanto sobre ella estaba instituida una capellanía de la que era Patrón, con un
rédito de 36 pesos aplicados al sostén de dicha capilla[45]. Para comenzar la
atención de las menesterosas, proyectaba la construcción de una sala con
capacidad para las ocho camas que ofrecía el gobernador intendente, costeadas
con aportes personales de otros tantos hermanos que se comprometían a proveer
el ajuar necesario y útiles de cocina[46]. Agregadas a la bien provista botica que
fuera de los jesuitas, al momento administrada por los frailes Betlemitas,
constituirían los elementos iniciales para una enfermería, que luego podría
ampliarse a un hospital de mujeres. Un médico, José Mármol, ofrecía atender
gratuitamente a las internas, al igual que el sacerdote necesario a los auxilios
espirituales.
La Hermandad rogaba al Gobernador Intendente “poner a los pies de Su
Majestad, el pedido de la gracia de ser reconocida, así como su capilla, previas a
la solicitud de la real autorización para crear un hospital para mujeres
menesterosas”.[47]
El Despotismo Ilustrado y el Regio Patronato.
“El Despotismo Ilustrado es una manera de actuar en política bajo una mentalidad
filosófica, que a veces coincide con la filosofía ilustrada pero que en muchas
ocasiones disiente de ella”.
Veremos entonces que se superponen los dos movimientos, el político y
el filosófico, como si respondiesen a una misma y única mentalidad ideológica.
Parece como si el hecho político fuera una simple realización del pensamiento
filosófico, aunque no siempre es así porque las ideas avanzan mientras los
sistemas políticos permanecen estables”. Así plantea, Palacio Atard, el problema
de la no siempre coincidente superposición del despotismo, una modalidad del
absolutismo, con la filosofía de la Ilustración[48].
En lo que sí coinciden ambas tendencias, el Absolutismo y la Ilustración,
es en la evidente y creciente intervención del poder real en la organización de la
Iglesia en aquellos Estados bajo la citada forma política.
Mediante el regalismo los reyes trataron de controlar a la Iglesia, de
eliminar la gran fuerza que se alzaba al margen de su absoluto poder.
El desarrollo del regalismo no es exclusivo de España en el siglo XVIII,
pero aquí adquiere características particulares. El Patronato Regio, ya se ejercitaba
sobre las Iglesias del Reino de Granada y de América, el pase real para las bulas
pontificias y las rentas de expolios y vacantes eran las principales regalías
reclamadas por los reyes. A partir de 1753 los Reyes de España obtienen el
Patronato sobre todas las Iglesias de España. Pero la paradoja -una más dentro de
este siglo-, es que católicos fervientes como lo era el Marqués de la Ensenada y
los mismos jesuitas defendían el regalismo español[49]
23
En 1762, Carlos III hizo entrar en vigencia una Real Cédula para requerir
el pase regio y poco después, obtuvo que el auditor del Nuncio fuese español y su
nombramiento aprobado previamente por el Rey.
Con la Real Ordenanza, se acentuó el avance del Estado Déspota ilustrado,
pasando a los reales bolsillos la recaudación de los diezmos, los expolios, la Santa
Cruzada, las vacantes mayores y menores, la mesada y media anata
eclesiástica.[50]
Esta transferencia, que dejaba la sustentación de la Iglesia limitada a la
recepción de las limosnas, no podía dejar de afectar las relaciones entre el Estado
y la Iglesia.
El caso de la fundación y administración de los hospitales de Córdoba,
ilustra el problema.
“La Ordenanza de 1782 no introdujo modificaciones sustanciales al régimen
impositivo, pero trató de racionalizar su cobranza y administración recurriendo a
las enseñanzas de la experiencia y a una mejor utilización del personal”, señala
Mariluz Urquijo.[51]
En lo atinente a los diezmos, el mismo autor expresa que fueron objeto de
una prolija reglamentación que trató de ceñirse al “verdadero espíritu” de la Real
Cédula circular del 13 de abril de 1777 ratificando sus dos principales objetivos:
uniformar lo que en esa materia se practicaba en los distintos lugares de América
y que se conociese, como era “justo y debido” el directo dominio que la Corona
tenía sobre los diezmos.[52]
En materia de media anata eclesiástica, mesada, vacantes mayores y
menores, procuró armonizar la legislación preexistente con la nueva estructura
administrativa.
Recibida la aprobación con que “la Real Piedad” -de Carlos IV-, había
querido favorecer y engrandecer esta ciudad con el establecimiento de una obra
perpetua e inagotable para el socorro espiritual y corporal de los pobres y
miserables desvalidos”, quedaba autorizada la enfermería que la Hermandad
informó haber instalado y mantenido a su costa. Pero la tercera gracia solicitada
era la aprobación de un hospital.
En el oficio dirigido al Virrey -que era cofrade de la Hermandad-, se
expuso la urgencia del establecimiento en razón de que la población de la ciudad
desprovista de medios, había aumentado con dos conventos de monjas y un
colegio de huérfanas.
Las cuatro órdenes religiosas y los estudiantes de la Universidad, decía el
informe, eran atendidos por los frailes Betlemitas que administraban un hospital
para hombres. Este hospital es acreedor de un párrafo aparte, porque será la causa
de subsiguientes problemas, ocasionados no sólo por la actuación de los frailes,
sino, porque el hospital de mujeres que se proponía, sería puesto bajo la dirección
24
conjunta del Ilustrísimo Arzobispo y del Gobernador Intendente como Vice
Patrono.
La continuación de la diligencia requería un informe de los medios
económicos con que se contaba para su sostenimiento.
El Teniente Gobernador Intendente interino Pérez del Viso, solicitó en
sendos autos, al apoderado de la Hermandad y al de los Betlemitas, informe sobre
limosnas recaudadas, gastos y número de pacientes atendidos.[53]
A los Ministros de Real Hacienda se previno pasar informe de los productos
de la Bula de Santa Cruzada de toda la Diócesis; de los Novenos Reales y
sobrantes que quedaban como remanente después de cubiertas sus necesidades
por el Quinquenio 1785-90 y al Contador Real de Diezmos la del importe del
Noveno y medio.
El hospital Betlemita.
Por Real Cédula de 25 de enero de 1776, Su Majestad dispuso que la donación
de parte de sus bienes hecha por el Deán de la Iglesia Catedral de Córdoba, Diego
de Salguero y Cabrera, destinados a la fundación de un hospital, se aplicaran a tal
fin, respetando la voluntad del donante de entregar la obra a cuidado de los padres
Betlemitas.
Los frailes gozaban de reconocimiento como administradores de hospitales,
aunque sus métodos para allegar fondos eran discutidos. En abril de 1774, dos
Reales Cédulas, una dirigida al Obispo de la Diócesis y otra al Presidente de la
Real Audiencia de Charcas, ordenaron tomar cuenta de los bienes donados para
el hospital y de los adquiridos por los religiosos con posterioridad.[54]
En tanto se realizaba el relevamiento, habría de suspenderse la construcción
del hospital ya iniciada en el terreno de la capilla de San Roque donado por los
frailes.
El informe de los dos regidores del Cabildo cordobés, designados al efecto,
fue elevado a la Audiencia de Charcas que resolvió la venta de los bienes muebles
e inmuebles de los frailes, que no eran de provecho para el hospital y causaban
distracción de la finalidad de la institución.
De las almonedas de casas en la ciudad, estancias, ganados y esclavos, se
obtuvo poco provecho por la oposición de los herederos del Obispo Salguero que
deseaban conservar los bienes reclamados ante la Audiencia.
El dictamen del Alto Tribunal sólo permitió que la Orden conservara
algunas casas alrededor de la plaza y una finca cercana, cuyos réditos
contribuirían, junto con la calera y el horno de ladrillos, al sostenimiento del
hospital.
25
Tasados los bienes de la capilla de San Roque en un valor que ascendía a
4.985 p.4r, el fiscal aconsejó su venta porque el producto sería más beneficioso al
hospital si se empleaba en bienes raíces o se aplicaran a censo.
De los Ramos eclesiásticos, sólo les dejaron la mitad del Noveno y medio
de los diezmos, que tanto el Obispo como el Gobernador se resistieron a
entregarles con el pretexto de no tener concluida la fábrica de la catedral a la que
se habían aplicado.
La llegada a Córdoba del Vice Prefecto General de la Orden, animado de
espíritu pacifista, Fray Vicente de San Miguel y la designación del gobernador
comisionado por la Audiencia con el carácter de Juez Arbritador y amigable
componedor, con poder amplio para que terminase definitivamente la causa entre
los Betlemitas y los herederos del Obispo, se acordó el reparto de los 31.935 pesos
que importaban los bienes del hospital. De esta suma se adjudicó a los herederos
14.000 pesos quedando el resto para el hospital de los frailes al que la citada real
cédula agregó la casa del noviciado a perpetuidad, y los hornos de cal y ladrillo,
conforme a lo resuelto con anterioridad.
Pero el Tribunal de Cuentas del Virreinato pidió un nuevo informe de los
fondos con que se afrontaría la obra.
Al momento de la recepción de los informes de la Hermandad y el de los
religiosos, el Obispo Moscoso regresaba de una visita a su Diócesis, donde
constató que en Salta los Betlemitas tenían un inmueble a rédito de 10.000 pesos
para la fundación de un hospital, con casa acabada e iglesia dotada y capellán.
Con auxilio que comprometía el gobernador y el celo que por el bien público
animaba al Obispo, podía ponerse en servicio con unas pocas camas.
El trámite por el hospital para menesterosas sufrió una dilación de casi
cuatro años a raíz del extravío del expediente motivador de la Real Cédula, que
recién reapareció en 1798, como comunicaba Pérez del Viso, cuando el Obispo
Moscoso había ordenado ya rehacer el extraviado.
Llegados a la Real consideración, dio origen a la Real Cédula de 17 de
agosto de 1798 que autorizaba la sala de enfermería de mujeres anexa al hospital
de hombres. La puja entre la Hermandad patrocinada por el Virrey y los hermanos
Betlemitas que para entonces tenían el Obispo de su parte, cobró nuevo vigor.
Se acata pero no se cumple.
Los hermanos de la Caridad elevaron un nuevo oficio donde exponían, “la
reconsideración de los términos de la Real Cédula, con la debida madurez y
reflexión, nos vemos en el caso de reunir esta Santa Hermandad observando las
reales disposiciones y nuestra legislación, decidimos la acatemos y veneremos,
pongamos sobre nuestras cabezas y obedezcamos como orden de Nuestro Rey y
natural Señor, pero no la ejecutemos repitiendo nuevo informe sobre el estado y
circunstancias del objeto pues la falta de individualización en los antecedentes
parece haber obrado la presente Real determinación. Esto suplica con el más
profundo respeto esta Santa Hermandad”.
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Desde el 27 de agosto de 1792 -informó la Hermandad, ratificado por el
Ilustre Cabildo-, careciendo las enfermas de todo auxilio, pues aunque desde el
año 1763 el Ilustrísimo Obispo Salguero dotó al hospital poniéndolo a cargo de
los Betlemitas, ignoramos porqué contrajeron su celo y caridad al género
masculino. Asistieron a un corto número de varones en casas particulares
alquiladas o compradas sin levantar el hospital.
Los más, quedaron en el mayor desamparo y abandonados a su pobreza y
miseria “en unos términos que parecían tocar los límites de la crueldad, situación
que movió la piedad de ocho sujetos exaltados por la piedad del Señor Gobernador
que comprometieron voluntariamente sus limosnas facilitando un terreno y sala
con ocho camas o enfermería, con un altar con imágenes para celebrar y
administrar a las pobres este consuelo espiritual”.
Seguía a continuación una prolija cuenta refrendada por el Cabildo, desde
el 27 de agosto de 1792 hasta el 31 de enero de 1799 que evidenciaba la buena
administración y hasta el informe del médico.
Miguel de Mármol acreditaba la atención de 490 enfermas, 37 de ellas
fallecidas, a “las que no se negó medicamentación por costosa que fuera. A las
graves se administraron los sacramentos y se les dispuso el auxilio para la buena
muerte”.
El informe enviado al Rey el 13 de diciembre de 1799 incluía la nómina
de los nuevos y prestigiosos cofrades incorporados al filo del nuevo siglo.
Con posterioridad, “y para que conste a los Hermanos la honorífica
extensión que va tomando nuestra Santa Obra Pía”, se incorporaron el Marqués
de Avilés, virrey; el Ilustrísimo fray José de San Alberto arzobispo de Charcas; el
presidente de la Real Audiencia de Charcas, don Ramón García de León y Pizarro,
el asesor general y oidor honorario del Alto Tribunal; el Marqués de Sobremonte,
Inspector General de las tropas del Virreinato; el Intendente de Potosí, don
Francisco de Paula Sanz; el Intendente de Cochabamba, Francisco Viedma; don
Rafael de la Luz, Gobernador Intendente de Salta; los gobernadores intendentes
de La Paz, del Paraguay y de Misiones; don Nicolás Pérez del Viso, Teniente
Gobernador interino de Córdoba don Francisco de Alvear, capitán de Navío y
comandante de la línea divisoria y varios más, recibidos “con el cargo de decir
Misas y hacer sufragios en vida y muerte por 70 hermanos seculares más que no
se han incluido”, rezaba la declaración refrendada por el Hermano mayor y demás
vocales de la Santa Caridad y Hospital de la Misericordia con el título de Nuestra
Señora del Pilar de la Ciudad de Córdoba del Tucumán.
El informe de los Betlemitas refrendado por el Padre Presidente del hospital
Fray Cristóbal de la Magdalena, proporcionaba cuentas que los hermanos de la
Caridad calificaron como totalmente falsas, “como lo vienen haciendo desde hace
37 años que están en esta ciudad” puesto que no procedían de fuentes legalizadas
por el Cabildo.
El informe reservado adjunto, refrendado por el Teniente de Gobernador
interino traducía el motivo real del problema. La Hermandad y parte de los
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Betlemitas polarizaban los influyentes grupos de funcionarios civiles en que el
reordenamiento de la Real Hacienda había depositado el manejo de los Ramos,
hasta entonces dirigidos por la Iglesia. Los religiosos representaban los derechos
de la Iglesia a continuar con la administración del hospital adjudicada por el
Obispo Salguero cuando aún regía al antiguo ordenamiento anterior a la reforma
intendencial.[55]
El informante, miembro también de la cofradía, reivindicaba el derecho
sobre el Noveno y medio que según las leyes se destinaba a la construcción de las
iglesias; los 600 pesos del Ramo de Vacantes que por una vez destinó el Rey a la
construcción del hospital en cuestión y la donación de los 1.500 pesos legados por
un hermano fallecido con la expresa salvedad de estar bajo “la dirección directa
del Vice Patrón real, el gobernador intendente, sin intervención alguna del
eclesiástico, pues la diversidad de potestades que aspiran y tienen por objeto una
misma gloria, enerva y debilita lejos de prosperar su felicidad y conveniencia”.
Conclusión
El tiempo -1794 a 1798-, en que el trámite quedó inmovilizado por extravío
del expediente, contribuyó a dificultar la comprensión del problema. En la Real
Cédula de 17 de agosto de 1798 con que se respondió el pedido de la Hermandad
y en el informe reservado, se hacía referencia a la adjudicación de fondos,
repartidos por mitad el Noveno y los réditos producidos por los 1.500 pesos
donados, “al hospital de mujeres”, que debía anexarse al “Betlemita de hombres”
que sólo existía por donación de Salguero y aprobación del Rey pero que no se
construyó.
La extensa tramitación que siguió, diligenciada internamente en el
Virreinato, informa del mandato del Virrey que ordenó cumplir la disposición real
y trasladar el pretendido hospital de mujeres o enfermería, según quien
interpretara los hechos, a “una sala contigua al hospital de varones que en realidad
no existía”.
El Decreto producido por el Virrey Arredondo a 13 de abril de 1802 es el
último documento con que concluye el expediente trabajado. Ordenaba cumplir
lo resuelto en providencia del 18 de marzo de ese año, en oficio comunicado al
Gobernador intendente interino de Córdoba, se dispuso abonar al convento
Betlemita de esa ciudad, los réditos de la donación de 1.500 pesos que hizo
Francisco Segui correspondientes al tiempo que estuvo a su cargo la sala de pobres
enfermas, desde el día que fueron trasladadas a ella hasta su restitución ordenada
en esa providencia a la Hermandad, a la que se entregaría también los 600 pesos
para los primeros gastos de la sala concedidos por SM del Ramo de Vacantes.
La enfermería volvía a la Hermandad. El prior de los religiosos, luego de
agradecer la confianza dispensada por SM, renunció a aceptar la dirección
compartida, manifestando que no se haría cargo de semejante enfermería por lo
repugnante y difícil que le es gobernar según se lo tiene dado a conocer.
Entrado el siglo XIX se construyó el hospital público sin la discriminación
de sexos que fue una de las causas motivadoras del problema de su erección. La
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costumbre determinó que se generalizara la advocación de San Roque, nombre de
la capilla levantada por los frailes betlemitas.
A modo de corolario:
Las reformas al sistema político administrativo –junto a las que afectaron
al sistema comercial–, realizadas por la monarquía borbónica, convirtieron a las
hasta entonces “provincias de ultramar” de la Corona Castellana en colonias de
España, dependientes de la Metrópoli mediante un complejo sistema
centralizador.
Pronto se manifestarían dificultades promovidas por situaciones diferentes:
confrontación de intereses entre el Nuevo Estado Ilustrado y la Iglesia –como en
el caso trabajado– complicado con la situación creada por la crisis de la monarquía
y la invasión napoleónica, conflictos ideológicos entre las nuevas ideas que
pugnaban por organizar un Estado Ilustrado en oposición a la supervivencia del
Antiguo Régimen.
Al hacer frente a la situación creada, los americanos fueron desarrollando
un sentimiento de pertenencia a su tierra y afianzando su condición de americanos,
con intereses propios.
Desde mediados del siglo XVIII, con la aplicación de medidas reformistas
por la dinastía afrancesada, se produjeron expresiones de protesta en todo el
Imperio colonial español.
Lograr la autonomía era anhelo generalizado en el ámbito
hispanoamericano. El momento oportuno para lograr la concreción se dio cuando
en 1808 se produjo el colapso de la monarquía hispánica y los acontecimientos
americanos se precipitaron, determinantes de la formación de Gobiernos Patrios
en el transcurso de 1810.
En el Virreinato del Río de la Plata, se instaló en su capital, Buenos Aires,
la Primera Junta de Gobierno Patrio el 25 de Mayo de 1810.
29
Testimonios de la fe como reflejos en la memoriaUn Nuevo
Aniversario de la Revolución de Mayo
R. P. Marcelo Enrique Méndez, OFM
Una clave fundamental para entender el cómo y el porqué de los
hechos y sucesos de la revolución de mayo, hace doscientos años y también
hoy, se encuentra en la historia de la Iglesia de Argentina y de su
evangelización, en una mirada profunda a la historia de su santidad.
Esta historia de la santidad manifiesta una Iglesia viva que se muestra
como el “revelarse de una presencia que construye la historia de la salvación
a través de los santos que han hecho posible el encuentro de culturas ricas y
diversas y del que ha nacido la identidad católica latinoamericana”[56].
La Historia de la Salvación, que se realizó hace más dos mil años, en
Argentina se ha hecho presente a través de los cristianos, y entre ellos de
manera poderosa en los testigos de la fe, de carne y hueso. La vida, la
presencia y el ejemplo de tantos hombres y mujeres ilustres, no ha sido en la
Iglesia Argentina un simple rayo que pasó, sino que ayudaron a fundar una
historia que permanece, vive y vibra en su fe.
El acontecimiento cristiano con sus santos, beatos y siervos de Dios es
el inicio de algo que no estaba antes, una irrupción que pone en movimiento
un proceso nuevo, un acontecimiento de vida, una nueva historia.
La coyuntura salvífica ha tenido un momento importante, que ha
marcado un hito en la historia de mayo, creando un hecho fundamentalmente
nuevo. Humanamente el hecho salvífico no es previsible, no es una
consecuencia de un factor anterior. De ahí que la presencia de la santidad
heroica sea algo que sorprende, que irrumpe en la historia del hombre. Por
esta razón la Iglesia ha podido cooperar en la generación de la cultura
católica latinoamericana[57].
Los hombres y mujeres de esta época, respetables en su camino de
santidad, comunican siempre al Pueblo de Dios una enorme capacidad de
vigilancia y autocrítica.
Frente a las graves desviaciones que se ven en la historia de los
comienzos revolucionarios hasta hoy, surgen cristianos comprometidos,
algunos con intervenciones directamente, otros con el gesto de su vida,
dando voz a la Iglesia que se levanta desde el primer momento del
30
nacimiento de la nación Argentina. Podemos decir que incluso la mejor
legislación sobre los derechos del hombre es fruto de la fe y de la conciencia
cristiana de los hijos más fieles de la Iglesia[58].
Estos hombres y mujeres virtuosos de la Iglesia argentina de la época
de mayo han sembrado gracia de conversión, esperanza de salvación,
solidaridad con el desamparado, esfuerzo de liberación en las situaciones
difíciles. Gracias a los santos canonizados o aún no canonizados “la
evangelización, que constituye a América Latina en el continente de la
esperanza”, ha sido mucho más poderosa que las sombras que, dentro del
contexto histórico vivido, lamentablemente la acompañaron[59].
Es a través de los primeros testimonios de la fe donde se ve el
desarrollo de la gran misión de la Iglesia y su compromiso por el hombre
argentino, por su salvación eterna, por su progreso espiritual y por su plena
realización humana. Por ello, mirando a los santos podemos decir que
“donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”[60].
Los futuros santos y beatos de la Iglesia en Argentina de esta época,
están unidos y son fruto de las grandes escuelas de espiritualidad, sea que se
trate de sacerdotes diocesanos, de religiosos de Órdenes antiguas o de
Congregaciones modernas, como de laicos. Tales escuelas son básicamente
la agustiniana, carmelita, franciscana, dominicana e ignaciana.
Ante el cuadro que ofrecen las Causas introducidas por las iglesias
particulares en Argentina, llegadas ya a Roma, o no, hay que subrayar
algunos hechos característicos:
a) la casi totalidad de estas Causas pertenecen a la época contemporánea
del 1800-1900 (s. XIX-XX)[61].
b) analizando el fenómeno de las fundaciones religiosas, se puede decir
que es el momento de la manifestación femenina de la caridad, que
constituye un dato significativo en relación con el período precedente. Estas
mujeres son en su mayoría religiosas o seglares que comienzan una
fundación religiosa que responde a necesidades concretas y a las heridas
abiertas por la sociedad.
c) los siervos y siervas de Dios están caracterizados por una piedad
antijansenista, eucarística y cristocéntrica.
d) existe en todos ellos y ellas una profunda preocupación catequética
y misionera en los ambientes argentinos sin sacerdotes, tras las
31
persecuciones públicas o solapadas contra la Iglesia y la política de
descristianización en sus diversas formas.
e) surge también aquí claramente una nueva forma de mujer consagrada,
una “virgen de la caridad” que quiere actuar el amor de Cristo. Son también
numerosas las nuevas fundaciones de congregaciones religiosas, sobre todo
femeninas, de origen estrictamente criollas.
f) llama la atención el número de Causas de obispos introducidas, casi
todos donde la lucha anticlerical fue feroz. Hay que tener en cuenta el
problema del nombramiento de obispos en tiempos de la independencia y el
vacío que hubo en el episcopado debido a las tensiones Iglesia-Estado.
g) En las Causas a partir del siglo XIX aparecen ya una serie de Causas
de seglares, tanto hombres como mujeres, un dato generalmente desconocido
en el período precedente.
h) Todas estas señalizaciones nos obligan a dar una revisión de fondo,
una lectura de la historia de la Iglesia en Argentina.
Junto con los santos que la Iglesia ha beatificado o canonizado se
encuentra una multitud de cristianos pertenecientes a los distintos grupos de
la vida eclesial sobre todo religiosos y religiosas que como nos recuerdan los
obispos latinoamericanos en Puebla, Santo Domingo y Aparecida han
echado las bases de la cultura latinoamericana[62].Juan Pablo II tanto en sus
discursos en América Latina, sobre todo en los de su peregrinación siguiendo
“la ruta marcada por los primeros evangelizadores”, como él confesaba en
Santo Domingo,[63] ha constantemente señalado la fidelidad evangélica de
los primeros misioneros.Refiriéndose sobre todo a los religiosos observaciones que valen para todos-, señala su conciencia y su misión como
“defensores de los derechos de los nativos”, “su caridad sin límites” y su
“amor a los indígenas”[64]. Cita los documentos de los obispos reunidos en
Puebla y recuerda la actualidad de algunos de estos protagonistas de la
primera hora a los que define, con Puebla, “intrépidos luchadores por la
justicia, evangelizadores de la paz, defensores de los indios ante
conquistadores y encomenderos incluso hasta la muerte, demuestran, con la
evidencia de los hechos, cómo la Iglesia promueve la dignidad y libertad del
hombre latinoamericano”.
Esta realidad ha sido reconocida por el Papa Juan Pablo II, al pisar por
primera vez las tierras del Nuevo Mundo, cuando se refirió a “aquellos
religiosos que vinieron a anunciar a Cristo Salvador, a defender la dignidad
de los indígenas, a proclamar sus derechos inviolables, a favorecer su
promoción integral, a enseñar la hermandad como hombres y como hijos del
32
mismo Señor y Padre Dios” (Juan Pablo II, Discurso a su llegada a Santo
Domingo, 25 de enero de 1979, AAS LXXI, p. 154)[65].
Entre los religiosos no clérigos existen numerosos casos de potencial
canonización. El trabajo de los hermanos frecuentemente ha superado
incluso al de los sacerdotes. Esto se ve, entre otros, en el caso de los
franciscanos que se distinguieron en la adaptación al ambiente y entendieron
a los criollos sin mayores dificultades.
Merece un estudio especial el papel de la mujer, tanto en el campo de
la evangelización como en las experiencias de la vida contemplativa, de la
Argentina naciente. Según la praxis del tiempo encontramos enseguida
conventos de monjas contemplativas de las segundas órdenes mendicantes,
diseminadas en las ciudades que surgen a lo largo de la geografía argentina.
La nueva etapa en la historia de la educación femenina se aferra a los
ejemplos de santas educadoras, que sirven como catapulta a las nuevas
fundaciones de religiosas de vida contemplativa y de vida activa y a nuevas
instituciones femeninas, despertando la conciencia evangelizadora a través
de la catequesis en las escuelas, los colegios e institutos para niñas aún hoy
en desarrollo y crecimiento.
33
ESTADO DE LA MINERIA EN SALTA EN AÑOS PREVIOS A LA
REVOLUCION DE MAYO
Por Abelardo Levaggi[66]
En su Breve historia minera de la Argentina, Edmundo F. Catalano dice de la minería
salteña en la época de la Revolución que el “célebre cerro de oro, plata y plomo” de Acay,
conocido desde mediados del siglo XVII, y trabajado por el falso inca Pedro Bohórquez,
tenía sus minas aterradas. Agrega que las minas y lavaderos ubicados en la Quebrada de
Ajedrez, Rinconada y Santa Catalina, productores de oro, tenían labores de poca
importancia y estaban abandonadas por la dificultad de mantenerlas libres de agua, y que
las minas San Francisco de Asís, Vera Cruz, Cerro Colorado, Vichimé, San Antonio,
según un informe de Pedro Ugarteche de 1803, no tenían gente para el cultivo[67].
Informe del gobernador intendente Rafael de la Luz
Una información más completa y precisa nos brinda el expediente tramitado por José
González Tamés alrededor de 1800. Dueño de la mina de plata San Francisco de Asís,
inició gestiones a fin de obtener mitayos para su establecimiento. Con ese motivo, por
real orden del 8 de abril de 1798 la Corona le requirió al gobernador intendente de Salta,
Rafael de la Luz, la presentación de un estado, que diera a conocer las minas de plata, oro
y cobre que había en labor en esa provincia, la situación en que se hallaban, los productos
anuales que rendían, según cálculo aproximado, los dueños a quienes pertenecían, y las
que se hallaban abandonadas. El 5 de mayo del año siguiente el gobernador dio
cumplimiento a la orden, con la elevación al virrey, marqués de Avilés, de un detallado
informe, constante de estado, en forma de cuadro, y de un oficio[68].
El estado comprende a las siguientes minas: 1) San Francisco de Asís, situada en San
Antonio de los Cobres, propiedad de González Tamés y de Juan Sánchez, con una
producción anual de 3.100 marcos de plata; 2) La Rinconada, en la Rinconada de San
José, propiedad de Lorenzo Lisarraga, Pascual Alfaro, Fernando y Pablo Dávalos, Diego
Rodríguez y Andrés López, con una producción de 3.000 onzas de oro; 3) Santa Catalina,
en el paraje homónimo, propiedad de Juan Bautista Villegas, Teodoro Cruz y José
Huergo, con 2.000 onzas de oro de producción; Aconquija, en Santa María, sin mención
de dueños, y con una producción de 500 quintales de cobre.
Una nota señala que la mina San Francisco de Asís era de “reciente laboreo”, no
contaba un año de beneficio, y por eso le calculaba no más que una piña semanal de
cincuenta marcos, pero que la veta era “tan abundante de ricos metales” que ofrecía una
“prosperidad prodigiosa”, sólo limitada por la escasez de jornaleros. Otra nota aclara que
34
las minas de La Rinconada y Santa Catalina eran de veta, sino de venero o aventadero, y
que el número de trabajadores oscilaba alrededor de los cien. La de Aconquija era de
nueva labor, y prometía ventaja, no sólo por la abundancia del cobre, sino porque éste
tenía bastante oro, que por impericia de los mineros no se separaba.
El estado se completaba con las minas abandonadas. Habían producido plata, en el
curato de Humahuaca, las siguientes: Cerros de Aguilar, La Rinconada, Pan de Azúcar y
Los Molinos, Cordilleras de Acay y Santa María, y Cerro de Aconquija, esta mina
también de oro y cobre. La mina de cobre de Los Cobres estaba, asimismo, abandonada.
Todas éstas, según anotó, podían hacer “feliz al Estado”. La dificultad radicaba en la falta
de “aficionados”, a causa de la carencia de instrucción, y en la de “fomentadores”.
En el oficio amplió la noticia. En el mineral argentífero de San Antonio de los Cobres,
entre varias vetas, solamente cateadas, había tres principales, ya reconocidas. Ofrecían,
según inteligentes, una riqueza “inmensa”. El ancho del metal de la única que se
laboreaba, por la bocamina de San Francisco de Asís, no bajaba de media vara, y solía
llegar a una y media. Era de la clase de “negrillos” y prometía una ley de veinte a cien
marcos de plata por cajón de cincuenta quintales. Los dueños y restablecedores del
mineral, González Tamés y Sánchez, habían invertido un caudal “ingente” en desmontes,
limpiezas, poteos, socavón, trapiches, hornos, buitrones, lavaderos, casas y oficinas.
Anunciaba, por lo tanto, ventajas “considerables” para el Real Erario y para el público.
Sin embargo espectativas tan favorables, padecían “graves atrasos” por la falta de
brazos auxiliares. La Intendencia les había facilitado la gente jornalera que pudo. No era
fácil conseguir peones bastantes entre los indios y castas bajas de la provincia, ni con una
paga generosa, ni gratificando agentes que los concertasen, convocasen y condujesen. No
sólo no estaban acostumbrados al trabajo minero; vivían en la ociosidad porque siempre
encontraban el alimento necesario.
Recomendó como “cosa muy principal” el darles fomento constante. De los curatos
de Los Molinos, Cochinoca y Casavindo, La Rinconada, Los Cerrillos y Santa Catalina,
pueblos todos inmediatos al mineral y de un “propio temperamento”, se les podía
proporcionar cada cuatro meses una mita de cien indios, que llenarían todas las atenciones
de ese trabajo. Si el propio virrey no tenía a bien dispensarles el auxilio, le rogaba que
representara al rey para que lo concediera.
En los curatos de La Rinconada y Santa Catalina había buscadores de oro, que hacían
habitable ese “ingrato suelo”. El número variaba, porque casi todos eran indios que, con
lo que encontraban, vivían desde un mes a un año sin necesidad de trabajar. El oro, de
“altos” quilates, se hallaba en pepitas. El beneficio se reducía a quitarles la tierra,
35
lavándolas con agua. No tenían oficinas, ni más ingenios ni máquinas que algunos
instrumentos simples, transportables, que usaban para remover la tierra. El trabajo
merecía ser atendido y arreglado para que diera más pasta a la Casa de Moneda de Potosí.
La mina de cobre que laboreaba José Huergo en el cerro de Aconquija era
“abundantísima”, y capaz de “felicitarle”. No obstante, dejaría de prestar atención a ese
metal si tuviera fondos para el trabajo de las minas de plata y oro, que hacían de tal cerro
“uno de los más ricos del mundo”. Había sido explotado varias veces; siempre con
grandes ventajas. Las minas fueron abandonadas a causa de la muerte de sus dueños y a
que los salteños con “facultades” eran todos labradores, ganaderos o mercaderes, sin
espíritu para aventurar mil pesos en un negocio que desconocían, aunque pudiera
reportarles mil pesos de ganancia.
Por el mismo motivo, estaban abandonadas las “poderosas” minas de la cordillera de
Acay, en el curato de Los Molinos, donde había tantas vetas manifiestas, que podían dar
“honrosa y provechosa” ocupación a veinte mil hombres. Empero, no había en toda la
provincia gente que sostuviera laboreos de minas, que demandaban quinientos
trabajadores a la vez. En la misma situación estaban las del cerro de Aguilar, en el curato
de Humahuaca, y del cerro de Pan de Azúcar, en el de La Rinconada. A éstas se les
sumaba el inconveniente de que tenían mucha agua, difícil de extraer por máquinas, y de
que no había cómo “darlas socavón”.
Infomes complementarios del protector de naturales y de los ministros de Real Hacienda
El protector de naturales de Salta, Nicolás León de Ojeda, dio su opinión el 9 de julio
de 1800, por lo que concernía a sus representados. La ley recopilada de Indias VIII.11.1
prevenía que el gobernador tuviera nueva cuenta y cuidase con especial atención del
beneficio y labor de las minas descubiertas, y que aplicase toda su diligencia en que se
buscasen, descubriesen y labrasen otras nuevas[69], y la ley IV.19.9, además de prevenir
lo mismo, establecía que se guardasen las órdenes actuales y futuras sobre servicios
personales de los indios[70].
Estuvo de acuerdo con que, por una providencia “terminante y subsistente”, el virrey
le franquease al prticionante la gente que necesitaba para la labor, que prometía
“considerables” aumentos a la Real Hacienda y prosperidad al Estado. Tomó nota de lo
declarado por González Tamés en cuanto a que tenía en el día treinta operarios “diestros”,
conducidos desde la Villa Imperial de Potosí, y necesitaba cuarenta más para llenar las
atenciones de la labor y beneficio.
36
A su juicio, de los curatos de Santa Catalina, Rinconada, Cerrillos, Humahuaca,
Tumbaya, Cochinoca y Casavindo, Calchaquí y San Carlos, Cachi y Poma, Rosario,
Chihuana, Santa María y Belén se podían sacar cómodamente los setenta hombres cada
cuatro meses, sin perjuicio para las labores del campo. Sería de provecho a los mismos
indios, siempre que se observasen “religiosa y puntualmente” las leyes, las Ordenanzas
Generales del Perú y las particulares de la provincia.
Como los indios eran, por naturaleza, “ociosos y vagabundos”, podía suceder que,
obligados al trabajo para su decente subsistencia, emigrasen de unos curatos a otros. Para
precaverlo, convenía que todos ellos, tanto tributarios a la Real Corona como
encomendados, hasta allí mirados como “esclavos de la ínfima clase”, concurrieran
alternadamente y por un detall “prudentemente” arreglado a las labores de ésa y de las
demás minas que se pusiesen corrientes. Así, se acostumbrarían todos al trabajo con
beneficio público y de ellos mismos, que era lo que particularmente consultaba el
protector.
Pudo comprobar que González Tamés observaba escrupulosamente las Ordenanzas
de Minas y las “reglas de la recta razón” en cuanto al tratamiento que daba a los indios,
el cuánto y el modo de la paga y la humanidad que ejercitaba con los enfermos. No
obstante, para precaver la “posible inconstancia de los actos humanos”, recomendó al
gobernador que encargase “estrechamente” al juez comisionado, que estuviese muy a la
mira de que los indios desempeñaran sus labores por el tiempo que tenían asignado, que
fueran “racionalmente” tratados, puntualmente pagados y cristianamente asistidos, con
arreglo a las leyes y ordenanzas. Advirtió de los estragos que producía el aguardiente y
de la necesidad de privar su venta en el mineral.
Por su parte, los ministros principales de Real Hacienda, Gabriel de Güemes Montero
y Francisco Javier Carvajal, informaron el 10 de julio haber creído siempre que los cerros
de la parte occidental de esa provincia encerraban minerales de oro, plata y cobre. Sin
embargo, una serie de acontecimientos llegó casi a persuadirlos de la falibilidad de tales
conjeturas, por el muy escaso y muy costoso fruto que obtenían los aficionados al laboreo.
Acaso la falta de inteligencia era la causa de ese atraso, porque la pericia y constancia de
González Tamés demostraba que no era vana la diligencia si se aplicaba con conocimiento
y con empeño.
La “cortísima” producción de las minas de la provincia mantenían suspensa la
disposición del art. 134 de la Real Ordenanza de Intendentes en esa Tesorería[71].
Mientras no se proveyera el oficio de fundidor y ensayador y la Real Hacienda volviera
al auge del que la privaba la obstrucción del comercio a causa de la guerra que libraba
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España, no podía la Tesorería rescatar metales, por falta de caudales con qué cubrir las
indispensables erogaciones.
No había azogues en esa Tesorería ni “quizá” en los Reales Almacenes de Buenos
Aires, pero cuando las circunstancias permitieran contar con ellos sería debido y justo
cumplir con el art. 134 de la Real Ordenanza, y la real orden referente. Entonces se podría
calcular lo que necesitaran este minero y los demás que a su ejemplo se alentasen.
Resolución del teniente asesor José de Medeiros aprobada por la superioridad
En ausencia del gobernador intendente, su teniente asesor, José de Medeiros, dictó
providencia el 18 de julio. Consideró que, tanto el laboreo y beneficio de las minas de oro
y plata de conocida utilidad, como el fomento y auxilio de los mineros activos y de
arreglada conducta, eran objetos estrechamente recomendados por las leyes, y que
González Tamés, por su constante aplicación a la minería, y a que gracias a sus
conocimientos, esfuerzos e impensas se había podido demostrar la riqueza del mineral de
San Antonio, el cual, con grandes ventajas del comercio, aproximaba la prosperidad de la
provincia, era justo acreedor al fomento prometdo por la piedad del rey.
Dispuso, en consecuencia, que se lo continuara socorriendo con “brazos auxiliares”
en número de cuarenta hombres, y en el mayor que en adelante necesitase y se le pudiera
cómodamente dar. El comisionado nombrado por el gobierno intendencia se encargaría
de reunir el auxilio. Para el buen orden del mineral, y hasta que la superioridad tomase la
providencia conveniente, dicho comisionado se arreglaría a las prevenciones contenidas
en su título y por lo tanto reclamaría del subdelegado de la Puna, jueces españoles y
autoridades indígenas de los curatos más inmediatos al asiento, los “indios sanos, robustos
y menos ocupados, y los blancos, mestizos y zambos vagos, ociosos o malentretenidos”
que se contemplasen necesarios, los cuales permanecerían cuatro meses en la labor, bajo
las penas que prescribían las leyes y ordenanzas, cuidando, además, de que fueran
“tratados, asistidos y pagados” por el dueño de la mina y sus dependientes.
El rescate de las piñas se haría en la propia Salta, como lo pedía el minero, pero sería
en la Administración General de la Real Renta del Tabaco, que contaba con fondos para
ello, no así en la Real Tesorería, que carecía de excedente a sus indispensables
erogaciones. Entretanto el virrey adoptaba sus determinaciones, las piñas serían
reconocidas por dos plateros inteligentes, pesadas, marcadas y pagadas al precio
acostumbrado por el Real Banco de Rescates de Potosí, quedando el minero responsable
a las mermas y demás resultas de fundición y ensaye.
38
Llegado el expediente a Buenos Aires, emitió su vista el fiscal de lo civil de la
Audiencia, José Márquez de la Plata, el 10 de diciembre de 1802. Coincidió, en general,
con la decisión de Medeiros. Si bien le pareció que, para tomar providencias con “alguna
seriedad”, se debía antes asegurar de la estabilidad, firmeza y duración de las labores, y
ver los progresos de la minería en Salta, admitió que el trabajo de González Tamés
demandaba protección y auxilio “desde sus principios”, porque de lo contrario no llegaría
el caso de alcanzarse las ventajas que anunciaba.
El 28 de enero de 1803 el virrey Joaquín del Pino aprobó “en todo y por todo” lo
resuelto en Salta, con la salvedad de que en lo sucesivo, para admitir a rescate las piñas,
presentaría el metal ya fundido en barras, a fin de evitarle a la Real Hacienda el perjuicio
que podía originarle la falta de ensayador y fundidor[72]. Una real orden de 1804 ratificó
la aprobación, extendiendo lo resuelto a favor de González Tamés a los demás mineros
de la provincia[73]. Sin embargo, ante sendas quejas, del subdelegado de la Puna José
Calixto de Sanzetenca y del cura de la Rinconada Andrés Pardo de Figueroa, y opinión
coincidente del fiscal protector general de naturales Manuel Genaro de Villota, el virrey
Joaquín del Pino resolvió el 22 de febrero de ese año de 1804 suspender hasta nueva
providencia el auxilio a González Tamés de los indios trabajadores[74].
APÉNDICE
ESTADO QUE MANIFIESTA LAS MINAS DE PLATA, ORO, Y COBRE, QUE HAY EN LABOR EN LA PROVINCIA DE SALTA, UNA
DE LAS QUE COMPONEN EL VIRREINATO DE BUENOS AIRES, CON EXPRESIÓN DE SUS DUEÑOS, Y DE UN CÁLCULO
APROXIMADO DE SUS PRODUCTOS ANUALES, Y CON EXPRESIÓN TAMBIÉN DE LAS QUE SE HALLAN ABANDONADA
Parajes de su Minas co- Marcos que Minas co- Onzas que Minas co- Quintaque situación
rrientes producen rrientes
producen rrientes
les que
de plata
de oro
de cobre
Nombres de los dueños
las laborean
producen
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------S. Antonio
S. Francis-
de los Co-
co de Asís
3.100
José González Tamés
Juan Sánchez
bres
Rinconada
de San José
La Rinco-
3.000
Lorenzo Lisarraga
nada
Pascual Alfaro
Fernando Dávalos
Pablo Dávalos
Diego Rodríguez
39
Andrés López
Santa
Santa Catalina 2.000
Juan Bautista Villegas
Catalina
Teodoro Cruz
José Huergo
Santa María
Aconquija
500
-
Total
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Curato de Humahuaca,
Cerro de Aguilar, Id. de
la Rinconada, Id. de
Los Cobres
Pan de Azúcar, Id. de
los Molinos, Cordillera
Abandonadas
de Acay, Id. de Santa
María, Cerro de Aconquija
Cº de Aconquija
Cº de Aconquija
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Nota. La mina de plata, titulada de San Francisco de Asís, situada en San Antonio
de los Cobres, es de reciente laboreo, pues no cuenta un año de beneficio, y por eso no
se le calcula más que una piña semanal de 50 marcos, pero la veta es tan abundante de
ricos metales que ofrece una prosperidad prodigiosa, y sólo siente contra sí la escasez de
gente jornalera =.Las minas abandonadas pudieran según inteligentes hacer feliz al
Estado; pero en esta provincia falta gente para el trabajo, faltan aficionados porque
carecen de instruc ción, y faltan también fomentadores.
Nota. Las minas de la Rinconada y de Santa Catalina son de veta, sino de vero, o
aventadero, unas veces se dedican a la extracción de este precioso metal cien, o más
indios, y otras se reduce el número, como sucede ahora = La de cobre que se trabaja en
Aconquija, también de nueva labor, y promete ventaja, no sólo por la abundancia del
metal, sino porque éste tiene bastante oro, que por impericia de los mineros no se separa
= Salta y mayo cinco de 1799 = Rafael de la Luz = Está conforme a su original = Lugar
del signo = Don Juan Antonio Moro = Escribano Real, de Gobierno, Guerra y Real
Hacienda[75][76].
40
CORONEL MAYOR D. JOSÉ ANTONINO
FERNÁNDEZ CORNEJO. UN PERSONAJE DE
1810 EN SALTA
Dr. Oscar Cornejo Torino*
Revisando los documentos que dejó el Coronel Mayor D. José Antonino Fernández
Cornejo y de la Corte, encontramos a un personaje importante, que le tocó vivir los
acontecimientos de 1810 en nuestra provincia. Lejos de hacer una biografía completa
quiero recordar solamente algunos datos de su larga vida. Había nacido en Salta en 1765.
Fue el tercer hijo del matrimonio de D. Juan Adrián Fernández Cornejo y Rendón y Da.
Clara de la Corte y Rozas; de él dice D. Bernardo Frías que como todos los de esta casa
era hombre seco, blanco y rubio; cualidades estas dos últimas muy dignas de observación,
ya que la raza peruana, cobriza por naturaleza, entraba en la composición de su sangre.
Su estatura era elevada, pero sin aquella gallardía de los cuerpos desarrollados, porque
era encorvado de espaldas. Era huesoso y flaco, y largas y altas sus narices, a extremo de
ser ésta la facción dominante por excelencia de su físico. De costumbres honorables, de
corazón clemente, de carácter pacífico; considerado entre los ricos de la época y
respetable por mil conceptos en la sociedad, había abrazado la causa de la patria desde
que resonó por Salta el estruendo de la revolución. Era cabildante en su ciudad cuando
se recibiera en Salta la noticia de la comunicación enviada por la Junta de Buenos Aires.
Al respecto continuamos leyendo al Dr. Frías el 19 de Junio de 1810, a las ocho de la
mañana, fue el momento señalado para que tuviera lugar aquel tan interesante congreso.
La hora era solemne, y correspondiente a ella, el espectáculo fue imponente y digno de
tan magno asunto. El cabildo estaba compuesto en aquel año por don Mateo Zorrilla,
español natural de Burgos, que era su presidente; por don Antonino Cornejo, don
Francisco Boedo, don José de Perisena, don Juan Antonio Murúa, españoles también
estos dos; por don Calixto Gauna, teniente coronel de artillería, y por don Nicolás Arias
Rengel. El licenciado don Juan Esteban Tamayo era el síndico procurador de la ciudad.
Presidía aquel congreso el gobernador interino de la provincia, don Nicolás Severo de
Isasmendi, personaje de mucha consideración y perteneciente a una de las nobles familias
de Salta.
SU PADRE. El padre de Don José Antonino, Don Juan Adrián Fernández Cornejo y
Rendón, era natural de Locumba (Perú) en donde había nacido el 12 de marzo de 1730,
casado en Jujuy con Doña Clara de la Corte y Rosas. Fue hijo de D. Juan Fernández
Cornejo y Escudero, nacido en Moquegua (Perú), y de Da. Juana Martina Rendón; nieto
de Don Juan Fernández Cornejo y Silva, nacido en Arequipa (Perú) y de Da. Rosa
Escudero; bisnieto de Don Pedro Fernández Cornejo, natural de Moquegua (Perú), casado
41
en Arequipa con Da. Ana de Silva; tataranieto de Don Diego Fernández Cornejo y de Da.
Mariana de Grado.
Vino a Salta en 1760 acompañado de sus hermanos Don Antonio, que casó con Da. María
Teresa Castellanos, y Don Pedro Vicente, que se unió en matrimonio con Da. Rosa
Zeballos. Fue portador de la orden de expulsión de los Jesuitas y traía desde sus haciendas
peruanas caña de azúcar para semilla, como cuenta el Dr. Bernardo Frías en sus
Tradiciones Históricas: “Las introdujo cargadas sobre las mulas, frescas y verdes, como
correspondía a quienes iban a desempeñar la misión de semillas, envueltas, se comprende,
con los infinitos cuidados que requería un viaje tan largo, tan penoso y tan expuesto como
aquél. La planta se produjo y creció, dando el fruto como en el dulce Perú, según la
expresión del poeta Chocano. Hizo Cornejo, a la usanza de su tierra, el trapiche o máquina
de moler la caña, y de sus caldos dulces y hervidos hasta la cristalización se obtuvo el
azúcar en el Río de la Plata, y se imitaron los dulces del Perú, las masas, con toda su dulce
y azucarada familia; como también el uso por la mañana, tarde y noche, en la ciudad o en
el campo, en la tienda como en el viaje, del mate dulce, a diferencia del usado hasta hoy
en los pueblos del litoral, que es el mate amargo, más sano, dicen, pero no más rico. Todo
es cuestión de gustos, usos y costumbres.”
PRIMERA EXPEDICIÓN AL BERMEJO. Realizó Don Juan Adrián Fernández Cornejo
dos expediciones al Chaco, costeadas de su propio peculio, para reconocer la posibilidad
de la navegación del río Bermejo, y que fueron de utilidad para la futura fundación de
San Ramón de la Nueva Orán, última ciudad establecida por los españoles en el actual
territorio argentino. De la primera, que zarpó de Ledesma el 5 de Agosto de 1780,
participaron el Dr. Mariano Sánchez de Velasco, abogado de la Real Audiencia de La
Plata, como Asesor General; D. Gaspar Fernández Cornejo de la Corte, como Capitán del
segundo buque de división; D. Juan José Fernández Cornejo de la Corte, como Capitán
del primer buque de división; D. Angel de Escobar Fernández de Córdova, como
Teniente; el R.P. Fray Francisco Morillo, como Capellán; como práctico Francisco
Miguel Guzmán y como intérprete Félix Cabrera; además de la tripulación compuesta por
veintitrés personas, de las que desertaron tres, dos quedaron enfermos sin poder embarcar
y otro dos no llegaron a tiempo. De esta primera expedición no participó su hijo D. José
Antonino, que a la sazón contaba solamente con quince años. Dice Pedro de Angelis “los
primeros pasos de esta investigación fueron lentos y difíciles. El río de Ledesma, con su
poco fondo y una corriente mansa, detuvo a los exploradores un mes entero, sin que les
bastase otrotes y medio para salir del Río Grande: Cornejo atribuye la lentitud de su
marcha a la escasez de lluvias, que se hizo sentir aquel año en todo el Alto Perú, hasta
parar la molienda de los ingenios de Potosí, a lo que también pudo haber contribuido la
insurrección de los indios capitaneados por el famoso cacique Tupac-Amaru”. Continúa
42
de Angelis “El río de Jujuy, si debe prestarse fe a lo que dice Cornejo, es navegable más
abajo del río de Ledesma, desde el mes de Diciembre hasta Julio; y también más arriba,
hasta las juntas de los de Siancas y de Perico, mientras que el Bermejo lo es en todo el
año, hasta su confluencia con el río de Centa, cuyo punto dista 60 leguas de la ciudad de
Jujuy y 22 de la de Humaguaca, pueblos fronterizos y de tránsito para el comercio del
Perú con las Provincias Argentinas” Dice también que “Cornejo fue corregidor de varios
pueblos de reducciones, regidor de la Provincia de Salta, y comisionado para la
expatriación de los Jesuitas en la ciudad del Tucumán. En estos oficios acreditó suma
actividad y honradez, por lo que fue promovido a Coronel de caballería de milicias del
regimiento de Nuestra Señora de la Viña. No contento con estos honores, aspiraba al título
de Marqués del Bermejo, [libre de lanzas], para sí y sus descendientes. Con esta esperanza
luchó trece años continuos contra los obstáculos que encontró en la ejecución de sus
planes y después de realizados, formó otros, animado siempre del deseo de sacar a su
provincia del estado de aislamiento en que yacía. Los recuerdos de su familia, grabados
de un modo honroso en los anales de la conquista (de los Cornejo de Arequipa, de donde
proceden los de Salta, véase lo que dice Garcilazo en sus Comentarios Reales del Perú,
par II 315 y 427), hacen escusable esta ambición, que por otra parte nada tiene de extraño
en una monarquía, donde los títulos de nobleza, son como los académicos, que solo
ridiculizan a los que no los han merecido”.
SEGUNDA EXPEDICIÓN AL BERMEJO. La segunda expedición partió diez años
después de la primera con 26 tripulantes, el 27 de Junio de 1790, desde la junta del río de
Centa con el Bermejo, comandada por el propio Cnel. D. Juan Adrián y acompañado de
sus hijos D. Juan José y D. José Antonino (que contaba 25 años), siendo éste el encargado
de redactar el libro de bitácora. En el relato correspondiente leemos como dicho por D.
Juan Adrián que la gente de la tripulación fue escogida por su acreditado valor y pericia,
en los que se eligieron para artesanos y continúa los exorté á que tomasen con valor esta
empresa. Dije lo único que llevamos contingente es la victoria, siendo ciertos los trabajos
y evidentes los peligros. Nos arrojamos a un piélago incógnito, á paises desconocidos y a
las puertas del impío bárbaro infiel, cuyas huestes son numerosas: donde no habrá mas
ley que favorezca que la fuerza, ni asilo donde acogernos que el de nuestras armas y valor.
Pero debemos premeditar que nuestros gloriosos progenitores nos dejaron grabados en
sus escudos, de que blasonamos ser herederos, que son encumbradas las palmas, y
ninguno empuñará sus ramas desde el profundo valle del ocio y retrete del descanso: y
sobre todo, lo que mas debe esforzarnos es, que no llevamos otro objeto que el aumento
de nuestra Religión y el servicio de nuestro Católico Soberano, motivos poderosos en los
pechos leales para esperar la divina protección, y con ella nuestra felicidad y acierto. El
diario propiamente dicho comienza el 27 de Junio de 1790, donde cuenta que se hicieron
a la vela y al poco tiempo tuvieron un percance, que demoraron once días en solucionar,
43
llegando el día 8 de Julio al Paso de los Indios, desde donde salieron al día siguiente y
continúa con su relato día por día hasta que llegaron a la desembocadura del Bermejo en
el Río Paraguay a las 5 de la tarde del día viernes 20 de Agosto (es decir casi dos meses
después), en que, como dice al final del relato, “quedó concluida y perfeccionada esta
expedición fluvial; quedando abierta esta preciosa puerta al comercio y nuevos
establecimientos del Gran Chaco.” Antes del diario hay una descripción del Río Bermejo
y del Valle de Centa, anotando la conveniencia de la fundación de una ciudad española
en este lugar, lo que dio origen a San Ramón de la Nueva Orán.
MATRIMONIO. En el expediente matrimonial, de Octubre de 1803, que se guarda en el
Archivo de la Curia, leemos que para mejor servir a Dios quiero contraer matrimonio
según el orden de Nuestra Santa Madre la Iglesia, con Da. María Josefa Usandivaras, hija
legítima de Dn. Apolinario Usandivaras, ya finado, y de Da. Manuela de Figueroa,
igualmente. Luego de las actuaciones de rigor el Pbro. Santiago de Pucheta al no
encontrar impedimentos declara que ambos son aptos para contraer el Matrimonio que
solicitan. El acta matrimonial fue asentada en el Libro Nº 3 de Matrimonios de la Iglesia
de La Merced, folio 119; estos datos figuran en el índice respectivo, pero,
lamentablemente, la página ha sido arrancada; el acta que sigue es de noviembre del
mismo año, por lo que el Sacramento debió celebrarse a fines de octubre o en los primeros
días de noviembre de 1803. De esta unión nacieron catorce hijos, de los cuales llegaron a
adultos diez, siete varones y tres mujeres, con lo que comienza a multiplicarse en Salta
el apellido Cornejo, dado que a lo largo de las sucesivas generaciones fueron mayoría los
varones que lo portaron.
GOBERNADOR. Fue Gobernador Militar de Salta el 7 de Agosto de 1814 y por segunda
vez el 2 de Abril de 1815. Asumió como primer Gobernador constitucional elegido por
veinte votos de los veintiún diputados de la asamblea, de acuerdo a la Constitución
sancionada el 9 de Agosto de 1821, convirtiendo, como era costumbre entonces, a su
residencia, hoy Alvarado 567 (edificio aún en pie), en casa de gobierno; esta casa
perteneció a sus suegros D. Apolinario de Usandivaras y Allende y Da. Manuela de
Figueroa y Toledo Pimentel; fue depuesto por una asonada, que saqueó su casa, el 22 de
setiembre del mismo año. Electo nuevamente Gobernador de Salta en 1834, la invasión
de Alejandro Heredia, partidario de Juan Manuel de Rozas, lo depuso sin completar el
mandato.
TESTAMENTO. Comienza su testamento, fechado en Salta el dos de Marzo de mil
ochocientos cuarenta y seis, en el nombre de Dios todopoderoso. Amen y declara ser hijo
legítimo, de legítimo matrimonio de Don Adrián Fernández Cornejo y de Doña Clara de
la Corte y Rosa. Continúa diciendo creyendo como firmemente creo en el alto misterio
44
de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo
Dios verdadero, y en todo lo demás que cree, enseña y confiesa nuestra Santa Madre
Iglesia Católica, Apostólica y Romana, en cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir y
morir.
Luego tiene doce cláusulas, en la primera de las cuales encomienda su alma a Dios
Nuestro Señor que la crió y redimió con el precio de su sangre y manda el cuerpo a la
tierra de que fue formado, amortajado con el hábito de San Francisco, como hermano de
su tercera orden, disponiendo sufragios en misas y limosnas a los pobres por sus
intenciones.
En otra cláusula declara que fue casado y velado según el orden de Nuestra Santa Madre
Iglesia con Doña María Josefa Usandivaras y Figueroa, con la que tuvo catorce hijos,
cuatro de los cuales murieron pequeños, nombrando a continuación a los diez que
sobrevivieron, y que son Don Gregorio Antonio, Don Francisco Benito, Don Telésforo,
Don Mariano Secundino, Don Juan Nepomuceno, Don Domingo, Doña Cornelia Cipriana
del Milagro, Doña María Águeda, Don Adrián y Doña Josefa Eustaquia.
En la cláusula cuarta reconoce como sus bienes las dos terceras partes de lo que consta
en el inventario y tasación que figura en sus libros de caja. Aclara que la otra tercera parte
declaro ser dote y bienes gananciales de mi muger: advirtiendo que no designo
fisicamente la cantidad a que ha ascendido tanto su dote cuanto el capital que yo introduje
al matrimonio, por no tener a la vista los documentos relativos, ni recordar varias
circunstancias que serían precisas para apreciar de un modo mas exacto aquellos
capitales. En la siguiente ordena y manda se tengan en cuenta al repartir sus bienes, los
adelantos que hizo a algunos de sus hijos, los que detalla prolijamente. Leemos en la
cláusula seis: Item, mando: que en la partición que se haga de mis bienes, se adjudique a
mis hijos Don Gregorio Antonio, Don Juan Nepomuceno y Don Adrián, la Hacienda y
terrenos de San Isidro, pasando así a manos de sus hijos el Ingenio que fundara su padre,
Don Juan Adrián, y que fuera el primero en el actual territorio argentino, según el
documentado trabajo del historiador salteño Dr. Atilio Cornejo. En la séptima mando que
con preferencia, antes de entregar a ninguno de mis hijos su haber, se paguen las deudas
de la Casa, de las que dará razón mi hijo D. Gregorio Antonio por haber estado desde
años antes a la cabeza de los negocios. Después de otras disposiciones en las cláusulas
siguientes leemos en la número once Nombro por mis Albaceas en primer lugar, a mi
Esposa Doña María Josefa Usandivaras, y a mis hijos que se sucederán según el orden de
edades, empezando el mayor en el cumplimiento y ejecución de esta mi última voluntad,
arreglados a mis disposiciones y comunicatos que les hago: para el efecto les propongo
(cuanto sea preciso) el tiempo concedido por la Ley. Faculto a los mismos para que hagan
45
extrajudicialmente, los inventarios, tasación y partición de mis bienes, y es mi voluntad
se haga así, sin que intervenga la autoridad judicial, sino para aprobar lo que hubieran
ejecutado, pues descanso en la confianza que tengo en mi Esposa y en mis hijos, entre
quienes espero reine como hasta aquí, la unión, la honradez y la buena fe.
El Coronel Mayor D. José Antonino Fernández Cornejo y de la Corte entregó su alma al
Creador en su hacienda de Campo Santo el 8 de Agosto de 1850, siendo sepultado en la
iglesia de dicha localidad; con posterioridad sus restos fueron trasladados al Panteón de
las Glorias del Norte en la Iglesia Catedral de Salta, donde descansan actualmente junto
a otros héroes.
BIBLIOGRAFÍA.
Dr. Atilio Cornejo. Apuntes Históricos sobre Salta. Buenos Aires 1937
Dr. Atilio Cornejo. Genealogías de Salta. Los Fernández Cornejo. Salta 1972
Dr. Atilio Cornejo. Rogelio W. Saravia Toledo. Carlos A. Ferrary Esquiú Storni. Los
Fernández Cornejo de Perú a Salta. Salta 2003
Dr. Atilio Cornejo. Casas históricas de Salta. La casa de Cornejo. Salta 2007
Dr. Bernardo Frías. Historia del General Güemes. Tomo I. Buenos Aires 1971 y Tomo
V. Buenos Aires 1973
Dr. Bernardo Frías. Tradiciones Históricas
Pedro de Angelis. Expedición al Chaco por el Río Bermejo, ejecutada por el Coronel D.
Adrián Fernández Cornejo. Buenos Aires 1836
Curia Eclesiástica. Archivo. Actas y expedientes matrimoniales
Documentos del archivo particular del autor
*El Autor es tataranieto de D. José Antonino Fernández Cornejo, cuyo hijo fue D.
Juan Nepomuceno, casado en segundas nupcias con Da. Hortensia Valdés, quienes fueron padres
del Dr. Jorge F. Cornejo, casado con Da. María Solá Terán, uno de cuyos hijos fue el Dr. Oscar
Cornejo Solá, casado con Da. Margarita Torino Orús.
46
LOS COLORES NACIONALES Y LA REVOLUCIÓN DE MAYO
CARLOS POLEMANN
El concepto de color abarca ocho áreas científico –culturales: la Física,
la Química, la Biología, la Psicología, las Artes Pictóricas, la Tecnología, la
Cromoterapia y la Simbología. Dentro de la Física corresponde a la Óptica,
cuyo objeto de estudio es la luz; la propiedad de los rayos emitidos o reflejados
por los cuerpos. Isaac Newton en 1704 formuló su teoría científica
fundamentada en la luz solar, la que se descompone en el arco iris o el espectro;
el desdoblamiento en diversos colores: rojo, anaranjado, amarillo, verde, azul,
índigo, y violeta. Casi un siglo después, en 1801, Thomas Young demostró que
la luz es una onda; de lo que se deduce que cada color corresponde a una
diferente longitud de onda. Este físico produjo la teoría tricromática: todo color
se puede obtener a partir de los tres básicos o primarios: azul, rojo y verde en
cuya mezcla salen los otros. La fusión de todos los colores da el blanco y la
ausencia de color es el negro. En segundo lugar, color es la sustancia preparada
para pintar o teñir, cuya investigación es propia de la Química. En cuanto a la
Fisiología del sistema nervioso, lo define como la sensación producida por los
rayos luminosos en los órganos visuales. Tales sensaciones son acromáticas y
cromáticas; las primeras presentan los colores neutros que van del blanco al
negro, pasando por el gris; y las cromáticas, los siete del espectro con
innumerables matices. Hay dos colores que existen pero el ojo humano no
capta: el infrarrojo y el ultravioleta en las dos puntas del espectro luminoso.
Dentro de la Biología visual, la Colorometría evalúa la energía radiante desde
el punto de vista de la sensación de color que ésta produce sobre la retina. Las
sensaciones visuales son las de luminosidad y las de color; y cada color tiene 3
atributos: tono, claridad y saturación. El primero es la cualidad del color, el
matiz por el cual un color se diferencia de otro; como el rojo del amarillo y del
azul; el atributo que mas inmediatamente se percibe. La claridad es la mayor o
menor semejanza que cada color tiene con el blanco o con el negro: conforme
la cantidad de luz asociada a la excitación de la fuente luminosa o luminancia
del objeto. Y finalmente la saturación que es la pureza del colorido. Cuanto mas
se distingue del blanco, del negro y del gris, más saturado es; como la máxima
desemejanza con los tres colores neutros. Íntimamente relacionada con la
Fisiología, la Psicología también estudia las sensaciones visuales.Hay una
relación inmediata entre las cualidades sensibles y el alma que las siente;
relación que despierta inclinaciones espontáneas estimuladas por los diversos
sentidos. Respecto específicamente a los colores, estos conllevan distintas
cargas psicológicas: los hay serios, alegres, ardientes, fríos, sombríos y tiernos;
por eso se eligen determinados colores conforme nuestras disposiciones
internas. Este fundamento psicológico de los colores se plasma en las Artes
Pictóricas, la Tecnología, la Cromoterapia y la Simbólica. El empleo del color
en la Pintura ha evolucionado a lo largo de la historia; limitado tanto por las
posibilidades técnicas como por aspectos psicológicos. Desde las paleolíticas
47
cuevas de Altamira y Lascaux, a la Antigüedad y la Edad Media, el hombre
empleó elementos naturales: hierbas, grasas, alcoholes, huevos, vinagres,
tierras, minerales y negros de humo. A comienzos del Renacimiento, en la
Venecia del siglo XV, se produjo la gran innovación de la pintura al óleo;
durante el Barroco el color predomina sobre la línea y abandonados los colores
básicos se experimenta con mezclas. A partir del siglo XIX se suceden los
distintos usos del color: los impresionistas lo aplican en parejas contrastantes
que el ojo une en una combinación óptica. Y a comienzos del XX nacen las
vanguardias: el fauvismo con sus furiosos coloridos, el surrealismo y su uso
caótico y azaroso, la utilización arbitraria por los expresionistas y finalmente
en la abstracción donde colores y formas son los objetos excluyentes de la
creación. La Tecnología aplica todos estos conocimientos en diversos campos;
algunos muy antiguos como la Arquitectura, Decoración, Escenografía,
Indumentaria, Máscaras, Peluquería y Maquillaje. Otros en cambio son más
recientes como la Fotografía, la Cinematografía, Iluminación, Sonido, Artes
Gráficas, Publicidad y Medios de Comunicación. Una aplicación más hace la
Cromoterapia; la curación a través de los colores; acepción nueva pero de uso
muy antiguo que ha ido evolucionando desde la primitiva magia a la medicina
actual. Porque la ciencia ha comprobado la existencia de colores estimulantes,
derivados del rojo y del amarillo; y sedantes, del azul al violeta; utilizados para
el tratamiento de distintas enfermedades. Toda esta compleja trama física,
química, biológica, artística, tecnológica y terapéutica son el soporte de la
Simbología de los colores. Un lenguaje universal de todas las épocas y culturas,
utilizado en la Liturgia, la Heráldica, la Alquimia, el Esoterismo, el Arte y la
Literatura. En el Antiguo Testamento se alude al color de los ornamentos
sacerdotales; base sobre la cual el cristianismo ha desarrollado la Liturgia de
los colores sagrados. Con la caballería medieval surgió la ciencia de los
blasones; al principio con el mismo valor para todos los colores pero a partir
del Renacimiento la Heráldica fue desarrollando un complicado simbolismo.
La Alquimia, proceso en la búsqueda de la piedra filosofal, señala 4 con el
negro, blanco, rojo y amarillo. En cuanto al Esoterismo considera el color
como una vibración cósmica; por lo que es tema de estudio de muchos
ocultistas. Finalmente el simbolismo cromático juega un papel
importantísimo tanto en las Artes Plásticas como en la Literatura. La
Simbología cromática se aplica a los colores nacionales; los que adoptan por
distintivos las naciones y se utilizan sobre distintos soportes: banda, bandera,
escarapela y escudo. Los dos colores nacionales argentinos son el azul y
el blanco; con la variación en cuanto al primero del celeste; a los que se suma
el amarillo del sol de la banda, la bandera y el escudo. La palabra “azul” ha
seguido un largo trayecto antes de llegar al castellano. Según el Diccionario de
la Real Academia Española en su edición del 2002, viene del sánscrito donde
significaba “rajavarta”, rizo del rey. De allí pasó al persa como “lagvard”,
lapislázuli, por el nombre de unas minas del Turquestán. Los árabes la
incorporaron a su lengua como “lazaward” y después la llevaron a España
donde se convirtió en “lazurd”, para derivar en los vocablos castellanos primero
48
“azur” y después “azul”. Inicialmente es un adjetivo que califica al cielo sin
nubes y que sustantivado designa al quinto color del espectro. Físicamente es
la longitud de onda de dicho espectro entre los 440 y 490 milímetros y biológica
y psicológicamente la sensación que esa onda provoca en el ojo humano. Se
distinguen tres gradaciones el turquí, el más oscuro de los tres; el marino, por
el de las aguas del mar y el celeste, el más claro; que es el que corresponde al
color nacional. En cuanto a la palabra “blanco” nos viene del alemán antiguo
“blank” y físicamente es el color de la luz solar no descompuesta en el espectro;
y biológica y psicológicamente es la respuesta nerviosa del ojo ante ese
estímulo. Su simbolismo parte de su carácter óptico como la unión de todos los
colores; por eso se lo coloca tanto en el comienzo de la vida como en su final;
es decir nacimiento y muerte. Es el color de la pureza, la virginidad y, junto con
el oro, de la justicia como representación de la claridad y limpieza que deben
tener las sentencias. La primera causa de los colores nacionales está en la
Naturaleza; más específicamente en un capítulo de la Meteorología; la ciencia
del aire; esa capa que rodea la Tierra formando la atmósfera; inmensa capa de
gases y vapores envolviendo la corteza terrestre. El aire visto en pequeñas
cantidades es incoloro, diáfano y transparente pero en grandes masas tiene un
color azulado por la refracción de los rayos solares sobre los corpúsculos
sólidos suspendidos en él. En la atmósfera también están las nubes;
aglomeración de gotitas de agua o cristales en el aire; con una coloración que
va del blanco al gris; pero con más predominio del primero sobre el
segundo. Aunque varios han dicho que esa realidad meteorológica es la
inspiradora de los colores nacionales, la verdad es que nos ha llegado
mediatizada por la tradición religiosa hispana. Las afirmaciones en el Evangelio
de San Lucas, (I, 35), sobre la madre de Jesús, originaron en la primitiva Iglesia
un culto especial que culminó con el dogma de “María, madre de Dios”,
proclamado en el concilio de Efeso en 431. Culto superior al de todos los santos
y sólo inferior del tributado a Dios y que generó en el catolicismo dos creencias:
la Inmaculada Concepción y la Asunción a los cielos. Según la primera, María
desde el instante de su concepción quedó excluida, por los méritos de Jesucristo,
del pecado original; heredado de Adán y Eva. Es una antiquísima devoción cuya
fiesta fue instituida a fines del siglo XV por el Papa Sixto IV el ocho de
diciembre. Casi cuatrocientos años después, en 1854 el papa Pío IX la
estableció como dogma por medio de la bula Ineffabilis. Consecuencia de este
dogma es el de la Asunción de la Virgen en cuerpo y alma a los cielos; ya que
al haber sido liberada del pecado original lo fue también de la muerte corporal.
La tradición sobre esta creencia viene del siglo VI fundada en afirmaciones
bíblicas y pasó de la iglesia bizantina a la católica. Desde los primeros tiempos
se celebró su fiesta el 15 de agosto; conmemoración coincidente con los festejos
del final de la cosecha de los cereales. El 1º de noviembre de 1950 el Papa Pío
XII, después de consultar a todo el episcopado católico, elevó la creencia a
dogma de fe. Estos dos dogmas marianos generaron una iconografía cuyo
elemento semántico clave es la palabra “cielo” que tiene un doble sentido: en
lo metereológico y lo religioso. Primero significa atmósfera; la que por su
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condición de elevada sobre el plano terrestre adquirió el sentido espiritual de
residencia de la divinidad y los espíritus bienaventurados; vocablo que el
Evangelio pluralizó como “el reino de los cielos”. Por eso las representaciones
de la Inmaculada Concepción y la Asunción relacionan a María al mismo
tiempo con el cielo atmosférico y religioso, mostrando la íntima trabazón de los
dos dogmas. Ya que los cuadros de la Inmaculada son al mismo tiempo de la
Asunción; una Virgen que por Inmaculada es llevada a los cielos. El punto de
partida es un texto del Apocalipsis:“En el cielo apareció una señal muy grande:
una mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies y sobre la cabeza
una corona de doce estrellas ( 12,1); en la breve cita aparecen cuatro elementos
astronómicos: cielo, sol, luna y estrellas, estrechamente vinculados a la
Virgen María Esta iconografía fundamental se combina con otros símbolos: el
pie sobre la luna está aplastando un serpiente en una nueva referencia bíblica.
Cuando Dios dijo al demonio bajo la apariencia de la serpiente tentadora que
pondrá enemistad entre ella y el linaje de la mujer agregando “te pisará la
cabeza mientras tu acechas su calcañar” (Génesis, 3,15). La victoria sobre el
demonio es atribuida a uno de los descendientes de la mujer: el Mesías con
quien va incluida su madre. De ahí la interpretación mariológica del texto hecho
por la Iglesia que la iconografía recoge. Y bajo la luna está el globo terráqueo;
quinto elemento astronómico; aunque en este caso con sentido negativo pues
es representación del mundo como enemigo del alma; igual que el demonio. A
estos símbolos se suman las nubes, otra alusión al cielo atmosférico, y los
querubines alados que la están subiendo. Finalmente por esta relación de María
con los cielos, sus colores emblemáticos son el blanco y el azul; el blanco de la
túnica y el azul del manto. La iconografía de la Inmaculada Concepción a través
del tema de la Asunción es muy abundante en el arte cristiano; sobretodo en la
pintura del barroco español. Arte de la Contrarreforma que a fin de afirmar el
culto de los santos frente al protestantismo que lo negaba, multiplicó sus
imágenes; de manera especial las de la Madre de Cristo. Entre los artistas más
característicos está el pintor Bartolomé E. Murillo quien hizo numerosos
lienzos con esta temática a los que debe gran parte de su fama; y de los que el
Museo del Prado guarda varias de estas obras.
Además del origen natural de los colores nacionales en lo meteorológico
la otra raíz, también natural, está en lo mineralógico y lo hidrográfico;
correspondientes respectivamente a la ciencias de lo mineral y de las aguas
terrestres. Los minerales se agrupan en metales, no metales y energéticos; los
primeros se caracterizan por su brillo peculiar y en su mayoría son sólidos y
maleables. Las aguas se encuentran en la Tierra en diversas formas; una de
éstas son las masas líquidas; entre ellas el río; una corriente de agua, más o
menos caudalosa, que desemboca en otro río, en un lago o en el mar. Relativo
a los colores nacionales el metal es la plata; el más valioso después del oro y el
río es el que lleva el nombre de ese metal; un amplio estuario en América del
Sur, formado por la confluencia del Paraná y el Uruguay. Así como lo
meteorológico devino en lo religioso, lo metálico-hidrográfico devino en lo
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mítico; un relato referente a los orígenes de una sociedad o cultura; relato
ficcional pero fundamentado en elementos reales. El del Río de la Plata surge
en los comienzos de la historia argentina cuando se realizan los viajes del
descubrimiento de nuestro territorio. El primero el de Juan Díaz de Solís que
llegó el 20 de enero de 1516 a un río al que los indios llamaban “Paraná Guazú”,
Paraná Grande, y al que él denominó “Mar Dulce”; el sustantivo por el tamaño
y el adjetivo por la falta de sabor salobre de sus aguas. Desembarcó en las costas
del actual Uruguay y junto con un grupo de compañeros fue muerto y devorado
por los naturales del lugar; con la sola excepción del grumete Francisco del
Puerto a quien los aborígenes respetaron la vida. A partir de este episodio los
documentos españoles comenzaron a designar al Mar Dulce como Río de Solís.
Los sobrevivientes emprendieron el regreso a España en tres naves; una de los
cuales naufragó en la isla brasilera de Santa Catalina dos o tres meses después
del descubrimiento. Quedaron allí 18 hombres que se dividieron en dos grupos;
unos se fueron por la costa hasta ser apresados por los portugueses y otros
permanecieron en la isla; entre ellos el también portugués Alejo García que,
entusiasmado con los relatos de los indios acerca de un maravilloso imperio de
un rey blanco más allá de las selvas, con cinco o seis cristianos y cientos de
naturales quiso conquistarlo; lo que dio comienzo al mito. Entre 1521 y 1526
los expedicionarios cruzaron Brasil, el río Paraguay y el Chaco hasta alcanzar
los contrafuertes andinos; donde los indios chané les entregaron piezas de oro
y plata provenientes del Alto Perú, actual Bolivia. García emprendió el
regreso para volver con el resto de los náufragos a la conquista del imperio;
pero al llegar al río Paraguay los payaguá los asaltaron y mataron. Unos poco
sobrevivientes llegaron a las costas cariocas, contaron lo sucedido y mostraron
las piezas salvadas de oro y plata. Para repetir el itinerario de Magallanes bajo
el mando de García Jofre de Loaysa salió una nueva expedición; llegó al
estrecho, lo cruzaron y salieron al Pacífico en mayo de 1526; pero no todas las
naves. La carabela San Gabriel, comandada por Rodrigo de Acuña rumbeó,
hacia España y al mes estaban en Santa Catalina. Los náufragos todavía
restantes de Solía les dieron noticias del imperio del rey blanco; por lo que unos
quince hombre desertaron para alcanzar el fabuloso país. Por esos meses,
también para repetir la ruta de Magallanes, zarpó la armada de Sebastián
Gaboto; que el 3 0 4 de junio del mismo 1526 llegó a Pernambuco en Brasil;
donde los portugueses le revelaron que el Río de Solís llevaba a una sierra que
ellos llamaban de la plata con el imperio del rey blanco; razón por la cual lo
denominaron Río de la Plata; no por tener sus aguas el preciado metal sino por
ser el camino hacia esa sierra. Entonces Gaboto decidió abandonar el viaje
programado y dirigirse al nuevo destino. El 20 de octubre se encontraron en
Santa Catalina con un canoa de indios y entre ellos uno de los hombres de la
San Gabriel; quien les contó que, junto con otros, había desertado para
conquistar el imperio, y que cerca había náufragos de Solía. Gaboto los mandó
buscar; pronto llegó Enrique Montes, quien había participado de la expedición
de Alejo García y conservado algunas piezas de oro y plata que mostró a Gaboto
y sus capitanes. Esa tarde llegó Melchor Ramírez, otro náufrago de Solís, quien
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confirmó las noticias de Montes. Gaboto siguió navegando por los Río de la
Plata, Paraguay y Pilcomayo; se unió a la expedición de Diego García, en busca
de lo mismo, y después de muchas peripecias tuvo que regresar a España donde
arribó el 22 de julio de 1530. La historia de los viajes de Gaboto y García se
difundió por España y Portugal y tuvo una enorme influencia posterior. En este
mito nacido de un metal y un río derivó el nombre de nuestro territorio:
Gobernación del Rio de la Plata. Virreinato del Río de la Plata y Provincias
Unidas del Río de la Plata. Después prevaleció el nombre en su versión latina:
Argentina a partir del vocablo “argentum”, plata en lengua romana.
La afirmación de la conquista y colonización americana es paralela
históricamente a la contrarreforma católica española; lo que significó traer por
parte de los conquistadores al nuevo continente el culto de los santos; de
manera especial el de la Virgen; confirmado por tantos nombres marianos en la
toponimia hispanoamericana. Sobretodo las advocaciones traídas por los
miembros de algunas órdenes religiosas; como Nuestra Señora del Rosario por
los frailes dominicos o Nuestra Señora de la Merced por los frailes mercedarios.
Costumbre a la que no fue ajeno don Pedro de Mendoza quien en 1536 al fundar
la primera ciudad junto al Río de la Plata, la bautizó con el nombre de la patrona
de los navegantes: Nuestra Señora del Buen Ayre. Cuya imagen se venera en el
convento Cagliari en la isla de Cerdeña; donde era venerada por los marinos
que imploraban su protección en los peligrosos viajes de la época. Una leyenda
cuenta que un navío cargado con un rico cargamento se encontró en medio de
una fuerte tempestad; por lo que se hizo necesario aligerar la nave. Así fueron
tirando bultos al mar; y entre éstos una caja de madera que siguió flotando y se
convirtió en guía hacia a buen puerto; en este caso el de Cagliari. Abierta la caja
encontraron en su interior la imagen de la Virgen. Se cuenta también que años
más tarde una peregrina regaló a la imagen, seguramente cumpliendo un voto,
una navecita de marfil, la que milagrosamente su proa marca el rumbo del
viento en alta mar. De aquí nació el culto a Nuestra Señora del Buen Aire; que
se difundió no sólo por Cerdeña sino por puertos mediterráneos; entre ellos el
de Sevilla. En el palacio de San Telmo de dicha ciudad se venera una imagen;
la misma que tenía en el barrio sevillano de Triana la cofradía de esa
advocación. Es muy probable que don Pedro de Mendoza durante su estadía
italiana haya conocido la devoción; que por otro lado era muy popular entre
los marinos españoles. Podemos suponer que en la difícil travesía atlántica más
de una vez habrán solicitado su ayuda; y quizás el adelantado le prometió que
si llegaba pondría su nombre a la nueva población. En la imagen sevillana, la
Virgen está sentada en un trono de nubes sostenida por ángeles y tiene a sus
pies la media luna, nubes, ángeles y luna; tres elementos de la iconografía de
la Inmaculada referida a la temática de la Asunción. Además, ya como
elementos propios de esta representación en su mano derecha tiene una
navecilla con las velas desplegadas y en la izquierda un Niño Jesús de pie y
coronado. A tantas devociones marianas venidas de Europa hay que agregar
una surgida en nuestra tierra y que es una de las marcas de la identidad nacional.
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Un rico portugués quiso levantar una capilla a la Inmaculada Concepción en
Sumampa, cerca de San Jerónimo de la provincia de Córdoba; por lo que pidió
a un amigo de Brasil una imagen de la Virgen. Por alguna razón que
desconocemos, el amigo en lugar de una envió dos, bien acondicionadas en sus
respectivas cajas; las que llegaron a Buenos Aires en 1630. Según la costumbre
de entonces, a fin de evitar la sorpresa de un ataque de indios en el camino, se
organizaban caravanas de mucha gente con 25 a 30 carretas tiradas por bueyes
cargadas con todo tipo de mercaderías. Dos días después de la partida cruzaron
el río Lujan, en la provincia de Buenos Aires, por un lugar actualmente llamado
el Paso de la Virgen; y al tercero pasaron la noche frente a la estancia de un
señor llamado Rosendo de Oramas. Cuando al amanecer del día siguiente
quisieron reanudar el viaje, la carreta con las imágenes no pudo arrancar y tras
varios intentos notaron que se trancaba el vehículo cuando llevaba la caja con
la Inmaculada; mientras que con la otra no había problema. La piedad de
aquellos hombres hizo que interpretaran el hecho como una señal de la Virgen
que quería ser honrada en ese lugar; por lo que dejaron la imagen en casa de
don Rosendo, y la otra llegó a Sumampa, donde se la veneró bajo el nombre de
Nuestra Señora de la Consolación. La que quedó en lo del estanciero fue de
inmediato objeto de culto desde ese mismo 1630; con el cuidado de la capilla a
cargo del negrito Manuel; un esclavo donado a la Virgen. En 1670 murió
Oramas y su estancia quedó casi abandonada, y con ella la capilla e imagen de
la Inmaculada; expuesta a las incursiones de los indios salvajes. Ante esto, una
señora , doña Ana de Mattos, quiso trasladarla a su estancia, cerca del río Luján,
una jornada más cerca de Buenos Aires que su primer emplazamiento. Obtenido
el permiso de los herederos de don Rosendo, se la llevó pero por dos veces
desapareció de casa de doña Ana y fue encontrada en la antigua capilla. Al año
siguiente se hizo un nuevo traslado, acompañado por el gobernador y el obispo,
a la casa de la señora de Mattos, donde estuvo seis años en un aposento
particular. Pasado este lapso se edificó junto a la casa una capilla independiente
y se denominó al lugar Nuestra Señora de Luján. Ya a comienzos del siglo
XVIII por impulso de la devoción a la Inmaculada pobladores del campo y la
ciudad acamparon alrededor de su pequeño templo. Pronto los toldos y tiendas
de campaña se transformaron en cabañas y después en casas, hasta convertirse
en un poblado; germen de la ciudad de Luján. La imagen, de arcilla cocida,
corresponde a la iconografía de la Inmaculada con referencias a la Asunción:
apoya sus pies sobre nubes, de las que emerge la luna; y entre ellas aparecen
cuatro cabecitas de querubes con las alitas desplegadas. Tiene sus manos juntas
sobre el pecho; uno de los gestos más universales de la piedad. Está vestida con
una túnica de color rojo amortiguado y sobre ella el manto con los dos colores
emblemáticos. Hay una pequeña variedad respecto a las representaciones más
usuales: en el moldeado aparece el manto azul tachonado de estrellas blancas.
Además de los dos colores atmosféricos y de la luna, se agregan las estrellas
provenientes de la visión del libro del Apocalipsis. Su atuendo que en “un
principio y durante largos años, estuvo expuesta la Sagrada Imagen a la
veneración y culto de los devotos con el solo traje que, en la misma materia de
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que es fabricada, había elaborado la habilidad del artífice...Pero con el tiempo
se le sobrepusieron vestidos que ocultaron el ropaje primitivo...Siendo los
colores propios del misterio de la Purísima Concepción (verdadera advocación
de la Virgen de Luján) el blanco y el celeste; las vestiduras que se ofrecían a la
Santísima Virgen eran generalmente de color celeste el manto, y blanca la
túnica”( JORGE M. SALVAIRE. Historia de Nuestra Señora de Luján. Buenos
Aires, 1885. Tomo I; pp. 267 y ss.).Y es así vestida de celeste y blanco como
ha sido visto a lo largo de los años la Virgen de Luján.
La causa teológica, de raíz atmosférica, y la causa mítica, de raíces
minerales y acuáticas, se plasmaron en un emblema heráldico. En la segunda
fundación de Buenos Aires Garay determinó el escudo de la nueva ciudad:
sobre fondo de plata un águila negra coronada de oro con cuatro pichones a sus
pies; y en la derecha la cruz de Calatrava de color rojo; escudo que con el tiempo
cayó en el olvido. Por esa razón en la sesión del Cabildo del 3 de noviembre de
1649 se dispuso crear uno nuevo, a pedido del gobernador Jacinto de Lariz. En
al misma página del acta de la sesión aparece un dibujo del nuevo escudo
propuesto: sobre un fondo de cielo una paloma con las alas abiertas; y en la
parte inferior un mar agitado y un ancla con una de sus uñas hacia arriba.
Rodeado por una orla con la inscripción “Ciudad de la Trinidad y Puerto de
Santa María”. La paloma es uno de los símbolos del Espíritu Santo; tercera
persona de la Santísima Trinidad a quien ha sido dedicada la ciudad. Los
símbolos marinos del agua y el ancla por su condición de puerto; denominado
con la advocación de la protectora de los navegantes por don Pedro de
Mendoza. No constan los colores de este escudo pero se deducen con facilidad
por la naturaleza de los símbolos: al cielo se lo pinta siempre azul; llamado en
heráldica azur. Y al agua, que no es de mar sino de río, tiene el color heráldico
del argen o plata; representado por el blanco. Además en este caso con mayor
motivo pues se trata del Río de la Plata; cuyo nombre latino, argentum, tiene la
misma raíz etimológica que Argentina, el país cuya capital es Buenos Aires.
Por lo que en dicho escudo aparecen los colores de la atmósfera y de la
Inmaculada. Con posterioridad en una pintura, de fecha y autor desconocidos,
que adornaba el dosel del Cabildo tenía el escudo de la casa de Austria, con la
imagen de la Virgen a la derecha y de San Martín de Tours a la izquierda. Y
debajo el de Buenos Aires de 1649 más la leyenda “La muy noble y muy leal
ciudad de la Santísima Trinidad y puerto de Buenos Aires”. Hay aquí dos datos
contradictorios para datar el cuadro: el escudo de los Austria corresponde a una
época anterior al cambio de dinastía en 1701 cuando los Borbones
reemplazaron a los Hasburgos. Pero por otro lado, el calificativo de la leyenda
fue concedido a la ciudad el 7 de julio de 1716, con el nieto de Luis XIV en el
trono español. En este cuadro rodeando al escudo figuran dos barcos navegando
en sentido contrario; seguramente incluidos en recuerdo de Nuestra Señora del
Buen Aire en cuya iconografía aparecen barcos semejantes. Muchos años
después, en 1852, la Comisión de Educación de la Municipalidad de Buenos
Aires, uno de cuyos tres integrantes era Sarmiento, aconsejó la adopción del
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escudo de1649, en el que se incluyen por primera vez los dos navíos no
presentes en el original pero usados por tradición desde 1747. Y también se
fijaron por primera vez los colores hasta entonces deducidos por la naturaleza
de los símbolos: campo celeste y “mar espumoso plateado”; el argen heráldico
representado por el blanco.
Estas ya complejas causas de los colores nacionales serán reforzadas
en la centuria siguiente por otra de naturaleza política. Con la muerte de Carlos
II se extinguió en España la dinastía Hasburgo y ascendió al trono el primer
Borbón con el nombre de Felipe V. Uno de sus hijos ciñó la corona en 1759
como Carlos III; padre de otro Carlos, quien en 1765 se casó con María Luisa,
duquesa de Parma. Durante cinco años no tuvieron descendencia hasta que el
19 de septiembre de 1771 nació el infante Carlos Clemente, que de no haber
muerto prematuramente hubiese también reinado en España en lugar de su
hermano Fernando VII. En acción de gracias por este ansiado suceso, el
monarca creó la Orden de Carlos III, poniendo como fecha de fundación la del
nacimiento de su nieto y se declaró su gran maestre. La puso bajo la tutela de
la Inmaculada Concepción, asignándole los colores azul y blanco de la
Purísima; que desde entonces quedaron unidos a la casa real. Tal es la razón por
la que en diversos retratos de la familia Borbón española aparece la banda
cruzada sobre el pecho con estos colores. Tal vez el más célebre sea “La familia
de Carlos IV”, pintado por Goya en Aranjuez en 1800 y conservado en el Museo
del Prado; en el que cinco varones de esa familia, incluido el rey, llevan dicha
banda. No parece suficiente como única explicación lo mariano para entender
lo arraigado de estos colores en el Buenos Aires de comienzos del siglo XIX;
por lo que es lícito aventurar una conjetura basada en la peculiar relación de
Carlos III con la ciudad. Cuando en 1541 la fundada por Mendoza fue
despoblada y destruida por orden de Domingo Martínez de Irala, Asunción del
Paraguay se convirtió en el centro político de la región del Plata. Hasta
que después de la muerte de Irala la región quedó bajo la dependencia directa
del virreinato del Perú. Desde allí salió Juan de Garay para refundar, el 11 de
junio de 1580, la ciudad destruida por Irala a la que llamó de la Trinidad y
Puerto de Santa María de los Buenos Aires; naturalmente subordinada a la
Asunción del Paraguay que la había gestado. Hasta que en 1617 el rey Felipe
III dividió el territorio en dos gobernaciones: la del Guayrá y la del Río de la
Plata, con Asunción y Buenos Aires como respectivas capitales. Así, la ciudad
dos veces fundada quedó igualada jerárquicamente a su antigua metrópoli. Dos
años antes del nacimiento de Carlos Clemente, Inglaterra y Francia pusieron fin
a la Guerra de los Siete Años; con grandes ventajas para la primera. España,
aliada de Francia por el Pacto de Familia, debió devolver a Portugal, aliada de
los ingleses, Colonia del Sacramento en el la Banda Oriental. Este conflicto
internacional es la causa de la creación por Carlos III del Virreinato del Río de
la Plata en 1776. Ciento cincuenta y nueve años después de la división por
Felipe III de la gobernación del Paraguay, Buenos Aires es la capital del nuevo
Virreinato. Invirtiendo posiciones, Asunción pasó a quedar subordinada a
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la que antes le estaba sujeta. Para entender lo que esto significó psicológica y
sociológicamente para los porteños, hay que valorar dos factores íntimamente
relacionados del proceso histórico colonial. El primero es el regionalismo
español que lleva incluso actualmente a tendencias separatistas. Trasplantado
por los conquistadores a América se potenció por la vida aislada en las enormes
extensiones del nuevo continente derivando en un fuerte sentido localista que
hizo que cada ciudad, y las zonas aledañas de su influencia, se replegase en sí
misma atendiendo a sus intereses e idiosincrasia. Localismo que es la íntima
raíz del federalismo y de la segregación de partes del antiguo virreinato en las
repúblicas de Bolivia, Paraguay y Uruguay. Por este sentimiento, la elevación
de rango de Buenos Aires llenó de orgullo a sus ciudadanos, y seguramente de
envidia a las otras ciudades. Sin tener, al menos hasta ahora, pruebas
documentales u orales, podemos fundadamente deducir que ese orgullo
localista se canalizó en los colores del rey que la hizo cabeza virreinal. Colores
que ya eran suyos por razones religiosas y heráldicas, a las se agregaron el
agradecimiento al soberano creador de la Orden de su nombre y cinco años
después del nuevo Virreinato. Con el rey que crea la Orden de nombre y los
colores de la Virgen se inicia un profundo proceso de transformación llamado
las Reformas Borbónicas; reformas políticas, militares y económicas;
realizadas por Carlos III y los inteligentes ministros que supo elegir. Reformas
debidas a un cambio conceptual de la soberanía que puso fin a la relación
contractual entre soberano y súbditos, que había sido teorizada por los teólogos
Vitoria y Suárez; y reemplazada por el despotismo ilustrado con la unificación
y centralización del poder. A esta causa ideológica se sumaron las nuevas
doctrinas económicas y necesidades estratégico militares para articular la
política de las colonias americanas frente al cada día mayor poderío naval
inglés. En el orden administrativo se crearon dos nuevos Virreinatos, agregados
a los ya existentes de México y Perú. Felipe V había creado en 1717 el de Nueva
Granada al que se sumó el del Río de la Plata en 1776; decisión tomada por
Carlos III ante un expansionismo; primero el británico que tenía la mira puesta
en América del Sur y especialmente en Buenos Aires; y después el portugués
siempre interesado en la región platense. Al frente del nuevo Virreinato puso a
don Pedro de Cevallos. Esta creación fue completada con otras: la Real
Ordenanza de Intendencias de 1782, reajustada en el 88, que dividió todo el
territorio en 8 intendencias y cuatro gobernaciones militares subordinadas y en
1783 se creó la Real Audiencia como alto tribunal de justicia en el Río de la
Plata. Además Cevallos puso en ejecución la Real Instrucción de 1764 para la
“formación de cuerpos de milicias” organizando en Buenos Aires varios
regimientos de caballería e infantería con europeos, criollos y negros; y en
ocasiones indios de las misiones. Finalmente a estas reformas administrativas
las complementaron disposiciones económicas canalizadas en nuevos
organismos: el Tribunal de Cuentas o Contaduría Mayor para llevar la
contabilidad de las entradas y salidas de fondos; la Superintendencia de la Real
Hacienda en 1778, la más alta autoridad en cuestiones financieras, la Aduana,
también en el 78, la Junta de la Real Audiencia de 1784, que fiscalizaba la
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gestión económica de la Intendencia y de los Cabildos y finalmente el
Consulado. Mientras la España europea y americana se transforma con las
Reformas Borbónicas, en Francia explota la Revolución Francesa; que unida a
la Independencia Norteamericana y la Revolución Industrial Inglesa, inauguran
la Edad Contemporánea. En tiempos de Luis XIV se empezó a usar la
escarapela cuando este rey y Louvois crearon un uniforme especial para la
infantería; ordenando que sus miembros llevaran en el sombrero plumas de
gallo con los colores usados por los coroneles al frente de los respectivo
regimientos. De esto se originó la palabra francesa “cocarde” de “coq”, gallo;
que generó el galicismo español cocarda, sinónimo de escarapela. Desde 1700
se extendió en los ejércitos franceses el uso de escarapelas de diversos colores;
regularizándose durante la Guerra de Sucesión con los colores blanco y rojo,
comunes a las tropas españolas y galas como símbolo de la amistad que los
unía. La Revolución asume esta divisa y le da un nuevo contenido. La Toma de
la Bastilla permitió la creación de la Comuna de París, municipalidad
revolucionaria, y establecer la Guardia Nacional, milicia burguesa a las órdenes
del marqués de Lafayette. El nuevo municipio de París ordenó a sus milicianos
el uso de la escarapela azul y roja; colores de la ciudad. Pocos días después el
rey se presentó en los balcones de la Comuna donde aceptó públicamente de
manos de Layayette la escarapela tricolor que reunía el blanco, color de la
monarquía, con los dos colores de París; símbolo de la unión entre el rey y el
pueblo. Pero lejos de realizarse tal unión los sucesos se precipitaron hasta
culminar en septiembre de 1792 con la abolición de la monarquía y la ejecución
de Luis XVI en la guillotina el 21 de enero del año siguiente. Tales hechos
alarmaron a los soberanos europeos por lo que Inglaterra formó la primera
coalición contra la Francia revolucionaria, integrada por diversos estados entre
los que se contaba España.. En 1788 había muerto Carlos III quien fue sucedido
por su hijo Carlos IV. Era un hombre pacífico y bondadoso pero débil; por lo
que fue dominado por su mujer, quien hizo que en 1795 se confiara la política
del reino a su favorito, el joven de 28 años don Manuel de Godoy. El mismo
año Prusia, varios estados alemanes y España ,vencidas por Francia, firmaron
la Paz de Basilea. Un año después España por el Tratado de San Ildefonso se
convirtió en aliada de Francia; lo que significó el sometimiento hispano a su
vecina. con la consiguiente impopularidad para Godoy. Hubo una segunda
coalición, el surgimiento de Napoleón y una tercera coalición. En 1805 el corso
derrotó nuevamente a los austríacos, mientras el almirante Nelson triunfaba
sobre la flota franco-española en Trafalgar. No se debió a Carlos III sino a su
hijo el último organismo creado por las Reformas Borbónicas: el Consulado;
una institución cuyo origen se remonta a la Edad Media Española para resolver
los pleitos entre comerciantes. El gran aumento de la actividad mercantil en
América hizo que fuese transplantado al nuevo continente; comenzando en
México y Lima para seguir con otras ciudades portuarias. Carlos IV por Real
Cédula del 30 de enero de 1794 autorizó la creación de uno en Buenos Aires;
que desde entonces reguló los pleitos económicos y actuó como organismo de
protección y fomento del comercio. Se componía de un prior, dos cónsules,
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varios conciliares y un síndico; todos comerciantes elegidos por un tiempo
determinado; más un secretario, un contador y un tesorero con nombramientos
perpetuos emanados del monarca. Y aquí es donde aparece el nombre más
importante en la historia de los colores nacionales ya que para el cargo de
secretario fue nombrado el joven abogado Manuel Belgrano; recibido en la
península y especializado en Economía. En la misma Real Cédula se establecía
que el blasón consular sería el de “las armas de la ciudad, orladas con
figuras alusivas a su instituto”; es decir, el escudo de 1649 con agregado de
alegorías de la Agricultura, la Industria, el Comercio y la Navegación. El 22 de
noviembre el virrey pidió una lámina de cobre, guardada en los depósitos
fiscales, con aquel escudo para agregarle la orla alusiva dibujada por Juan de
Dios Rivera. Se supone que debe haberlo pintado con los colores del cielo en la
parte superior y el blanco heráldico para el Río de la Plata en la inferior. El
Consulado fue puesto bajo el amparo de “Nuestra Señora la Virgen María en
su Purísima Inmaculada Concepción”; uniéndose así la tradición heráldica del
antiguo blasón con la devoción mariana de la Inmaculada y los colores
familiares borbónicos.
En el complejo contexto internacional de comienzos del siglo XIX se
producen las dos invasiones inglesas a Buenos Aires. Después de triunfar en el
ataque a la posesión holandesa a Colonia del Cabo en Africa Sir Home Popham,
secundado por Guillermo Carr Beresford, se dirigió al Río de la Plata para
desembarcar en las costas de Quilmes el 25 de junio de 1806. Beresford tomó
la ciudad rápidamente y
aunque las instituciones locales aceptaron la
situación, muchos ciudadanos se prepararon para desalojar al invasor. A los
pocos días del desembarco, Juan Martín de Pueyrredón organizó con
ochocientos paisanos de la campaña bonaerense un regimiento de caballería al
que denominó Húsares. Como los cuerpos militares eran conocidos por el
nombre de su jefe, éste lo fue por los Húsares de Pueyrredón. Entre las
poblaciones de las que salieron sus hombres una era la Villa de Nuestra Señora
de Luján; allí los soldados obtuvieron cintas celestes y blancas que llamaron
“medidas de la Virgen” por la altura de la imagen y los colores de sus vestidos.
Al producirse la invasión el Virrey Sobremonte se había ido a Córdoba con los
caudales para preparar la contraofensiva. Liniers reclutó efectivos en
Montevideo, desembarcó en el Tigre para tras una rápida marcha instalarse en
los Corrales de Miserere. Intimada la rendición, rechazada por los invasores
atrincherados en la Plaza Mayor, Liniers avanzó con sus tropas por las calles
adyacentes para efectuar un ataque generalizado que obligó a los ingleses a
rendirse el 12 de agosto. Dos días después se llamó a Cabildo Abierto a fin de
prepararse para una segunda invasión; pero al mismo tiempo cuatro
mil ciudadanos reunidos en la Plaza exigieron que se entregase a Liniers el
mando militar; a lo que debió acceder el virrey. Ante el fracaso de las fuerzas
armadas oficiales en la primera invasión, el nuevo jefe militar
convocó al pueblo para que se presentase voluntariamente. Con los alistados
se formaron diversos cuerpos según el lugar de procedencia; los españoles
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europeos en los regimientos de catalanes, andaluces, vizcaínos, gallegos y
montañeses. El resto fue integrado por americanos: indios, pardos, morenos,
carabineros, quinteros, esclavos, granaderos, húsares y marineros; más los
arribeños con los del interior del Virreinato. Y el de Patricios con los nacidos
en Buenos Aires en tres batallones de 1500 hombres; en su mayor parte
jornaleros, artesanos y menestrales pobres, que eligieron como jefe a Cornelio
Saavedra. Después procedieron a uniformarse pero como muchos no tenían
recursos el municipio proveyó; el uniforme que constaba de “calzón blanco,
botas negras, chaquetilla azul con vivos blancos, collarín encarnado con centro
blanco y un penacho blanco y celeste con presilla de esos colores en su
sombrero de paisano” (ALBERTO D. SCUNIO. Patricios. Círculo Militar,
Buenos Aires, 1967; p. 28). Dos veces se repite en este uniforme la dupla azulceleste y blanca; en el calzón y la chaqueta y en el penacho del sombrero. “En
el brazo izquierdo lucían un escudo de plata contorneado con laureles en azul,
las iniciales Buenos Aires…” (ALBERTO D. SCUNIO, op. cit.); por tercera
vez la dupla con el plata, equivalente al blanco, y el azul de los laureles. Las
iniciales son las de la ciudad con nombre mariano y capital del nuevo
Virreinato. Tanto el azul y blanco de las cintas de los húsares como de los
uniformes patricios manifestaban el sentido de pertenencia a Buenos Aires
como la adhesión al soberano español y el rechazo al Imperio Británico.
Inglaterra preparó una nueva invasión a cuyo frente puso al general John
Whitelocke como comandante general de cerca de 12.000 hombres. Después de
tomar Montevideo, el 28 de junio de 1807 desembarcaron en la ensenada de
Barragán y avanzaron hacia Quilmes. Liniers asumió la dirección militar de la
defensa y se produjo el enfrentamiento armado que culminó el 6 de julio con la
capitulación del inglés y la firma dos días después del pacto de evacuación de
Buenos Aires y Montevideo. Fueron muy importantes las consecuencias de
la doble victoria en el alma de los porteños generando el sentimiento de patria
y la conciencia de poder. Una patria que no era el Imperio Español ni el
Virreinato sino la ciudad de Buenos Aires; una ciudad que se había salvado sola
sin la ayuda de España y del Perú. Y que depuso a un virrey, formado su ejército
y elegido democráticamente a sus jefes. Tres meses después de la capitulación
de Whitelocke, el 27 de octubre, en el castillo de Fontainebleau se firmó el
Tratado de ese nombre por el que España y Francia se repartieron Portugal y
sus colonias en tres regiones: una para Napoleón, otra para la esposa de Carlos
IV y una tercera para Godoy. Además autorizaba para concretar la invasión el
paso de tropas francesas a través del territorio español; las que en noviembre
al mando del mariscal Junot cruzaron los Pirineos y ocuparon Portugal.
Entretanto en el Río de la Plata, el 20 de diciembre el Cabildo porteño elevó al
rey un documento inspirado por Martín de Alzaga y redactado por Mariano
Moreno, que solicitaba el título de Conservador de la América del Sur y
Protector de todos los otros cabildos del Virreinato. Fundamentando el pedido
en su triunfo sobre los ingleses que libertó a las provincias interiores; lo que por
sí mismas no habrían podido hacer. Es una pretensión del engrandecido
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localismo porteño por la nueva conciencia de su poder; pretensión que no pudo
lograr pero que no por eso deja de ser significativa. A comienzos de 1808
Napoleón envió nuevos contingentes a España y en febrero su cuñado,
el mariscal Murat, quedó al frente del ejército. O por astucia o por traición, se
apoderó de algunas ciudades hispanas; como San Sebastián, Pamplona o
Barcelona. El pueblo español miraba extrañado tanta tropa francesa cuando ya
hacía cuatro meses que Portugal había sido conquistado. En el mes de marzo,
a punto de llegar los franceses a Lisboa, en barcos ingleses partieron a Brasil
el rey Juan VI, y su esposa la princesa Carlota Joaquina Borbón, hija de Carlos
IV, junto con toda la corte lusitana. El desastre de Trafalgar en 1805, el Tratado
de Fointenebleau y la presencia de fuerzas francesas en España crearon un
fuerte partido opositor contra Godoy; encabezado por el propio hijo del rey,
Fernando, a quien apoyaban un sector de la nobleza y la mayoría de los
españoles. El príncipe se contactó con Napoleón para eliminar a Godoy, pero la
correspondencia llegó a manos del padre, quien ordenó iniciarle proceso. Ante
la presencia de las tropas galas, Godoy propuso que, como la familia real
portuguesa, la española huyera a Nueva España, México. Pero en camino, a
pocos kilómetros de Madrid, en la localidad de Aranjuez, el rey fue sorprendido
por el estallido de un motín en apoyo de Fernando. Godoy fue destituido y
Carlos IV obligado a abdicar a favor de su hijo, que tomó el nombre de
Fernando VII. El pueblo creyó ver en el nuevo soberano una solución a los
problemas creados por el ministro destituido y lo recibió con entusiasmo. De
inmediato se comunicó a las posesiones americanas la noticia, estableciéndose
el juramento de obediencia al reciente monarca. Cumpliendo órdenes de
Napoleón Murat visitó a Carlos IV y logró que se retractase de su abdicación.
Bonaparte quiso aprovecharse de esta tensión entre padre e hijo y con el
pretexto de mediar entre ambos los invitó a Bayona; una ciudad francesa de los
Pirineos. La salida de los dos para la entrevista creó en Madrid un ambiente de
mucha preocupación; hasta que el 2 de mayo al pretender llevar a Francia los
dos últimos infantes que quedaban en la capital española se sublevó el pueblo.
El alzamiento se propagó rápidamente por España y dio comienzo la guerra
por su independencia; surgiendo Juntas locales que reasumieron la soberanía en
nombre de Fernando VII. El 5 de mayo se realizó la reunión en la localidad
pirenaica en la que Fernando devolvió la corona a su padre; quien la cedió a
Napoleón y éste a su hermano José I como nuevo soberano español. El 19 de
julio el general español Castaños venció al francés Dupont en la batalla de
Bailén, lo que obligó a José Bonaparte a abandonar Madrid.
El 29 de julio de 1808 José García, escribano de la Real Audiencia
entregó al Cabildo de Buenos Aires dos pliegos, fechados el 10 de abril, con el
original y la copia de las reales cédulas expedidas por Fernando VII con la
noticia de haber asumido como rey dada la abdicación de su augusto padre en
Aranjuez el 10 del mes anterior y ordenaba la publicación de la noticia en forma
solemne y el alzamiento del pendón con su nombre. Los cabildantes
encomendaron al alcalde de segundo voto Martín de Cires y al regidor Juan
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Bautista de Elorriaga la implementación de la ceremonia y al pintor Angel de
Campagnesqui un retrato del nuevo rey. Dos días más tarde un vecino entregó
al virrey Liniers un impreso llegado de España, fechado el 8 de mayo, con la
protesta de Carlos IV; por lo que Liniers y el Cabildo decidieron postergar la
proclamación de Fernando VII hasta tener más noticias y así se lo comunicó a
Francisco Javier de Elío; gobernador de Montevideo. El levantamiento del 2 de
mayo no preocupó mucho a Napoleón pues se tenía confianza en aplastarlo;
pero sí le preocupó su posible extensión a las colonias americanas. Si Inglaterra
las apoyaba, sus inmensas riquezas pasarían a Gran Bretaña y él no podría
trasladar los ejércitos por el océano para impedirlo. A su favor contaba que al
frente del Virreinato rioplatense estaba un francés que le había expresado su
amplia adhesión; y además había luchado contra los ingleses y los había
vencido. Por lo que decidió enviarle un delegado personal: el marqués de
Sassenay, quien llegó a Buenos Aires el 13 de agosto. Liniers lo recibió con
todas las autoridades presentes y por él se enteraron de la abdicación de
Fernando y la proclamación de José Bonaparte como rey. Al día siguiente se
reunió la Junta General del virrey para resolver el problema de informar a la
población ya que eran testigos del júbilo causado por la ascensión de Fernando
VII y temían comunicar que había sido despojado de la corona en beneficio del
hermano de Napoleón. Por esos días el brigadier José Manuel Goyeneche,
enviado de la Junta Central, llegó con la noticia del alzamiento del 2 de
mayo. Urgía pues la proclamación y la jura del nuevo monarca para mantener
la unión de estas provincias; Liniers hizo un bando anunciando la ceremonia,
que se realizó el 21 de agosto. Buenos Aires; como todo el imperio, demostró
adhesión al nuevo monarca; con motivo de esta jura aparece otro antecedente,
no de los colores pero sí de las divisas que se usarán en Mayo. El comerciante
español europeo Gaspar de Santa Coloma en carta al fiscal Villota refleja el
fervor fernandista en la capital virreinal: “No omito participar a vuestra merced
nuestra buena continuación en medio de las vivas y aclamaciones que en nuestra
ciudad se hacen por nuestro Fernando Séptimo” (Cita en VICENTE E.
SIERRA. Historia de la Argentina. Fin del régimen virreinal e instalación de la
Junta de Mayo de 1810 (1800-1810). Unión de Editores Latinos, Buenos Aires,
1960; p.318). Roberto Marfani investigó sobre el retrato del rey en los
sombreros y comprobó su existencia: habían sido hechos con un grabado
realizado por el platero Juan de Dios Ribera con motivo de esta jura. Una nueva
señal de apego a la casa Borbón; que reitera en el nieto Fernando lo ya
manifestado al abuelo por la creación del virreinato y al padre ante la invasión
inglesa a través de los colores de la Orden creada por él. Pero en este caso la
devoción monárquica no está acompañada por el azul y blanco sino por el
encarnado de las cucardas; color de carne sinónimo de rojo. Un color de
variados simbolismos debido a su energía cromática: vida, acción, fuego,
pasión, amor o triunfo; pero en este caso, dado el contexto histórico que lo
enmarca, representa la sangre; y en particular la sangre vertida en la guerra. Las
cintas rojas unidas al “Viva Fernando Séptimo” simbolizan la lucha contra el
invasor francés que ha usurpado el trono de los Borbones españoles. Elío el 24
61
de agosto, que había desobedecido a Liniers jurando fidelidad a Fernando
VII, se declaró en rebeldía y de acuerdo con el Cabildo montevideano pidió
el 10 de septiembre la deposición del virrey. Un día después llegó a Buenos
Aires un enviado de la Corte en Brasil para entregar al virrey una Justa
Reclamación de Carlota quien ante la usurpación del trono español por
Napoleón solicitaba ser reconocida como regente de las posesiones españolas
en América. Liniers sospechó una maniobra portuguesa para anexarse el Río de
la Plata por lo que rechazó la propuesta testimoniando su lealtad a la dinastía
pero con la disculpa de haber ya jurado fidelidad a Fernando VII. Esta
pretensión de la infanta deriva en una situación inesperada. Un grupo de
criollos, encabezados por Manuel Belgrano le manda una carta secreta, fechada
el 20 de septiembre, manifestándole su adhesión. Además de Belgrano la firman
Castelli, Antonio Beruti, Rodríguez Peña, Vieytes, French, Pueyrredón, Paso
y otros, lamentando el rechazo de Liniers ya que consideran superiores sus
títulos respecto a la Junta de Sevilla. Pretendían hacer del Río de la Plata la sede
de la regencia de la monarquía y así perder definitivamente la categoría de
colonia como camino a la independencia. Pero el proyecto se frustró porque la
infanta quería reinar como soberana absoluta sin aceptar ninguna participación
en su gobierno; criterio que no fue aceptado por sus partidarios criollos. Fracaso
que no anula el hecho del proyecto de instalar en Buenos Aires como monarca
a una hermana de Fernando VII. Elío acusó doblemente a Liniers:
de connivencia con portugueses e ingleses y de pro-francés y por tanto
partidario del país en ese momento enemigo de España; y esto por su
nacionalidad y por haber recibido a Sassenay. Como resultado de estas
acusaciones se produjo una revuelta y después de un Cabildo Abierto, el 21 de
septiembre se constituyó una Junta presidida por Elío. Fue la primera de
América del Sur que nació invocando la conservación y defensa de los derechos
de Fernando VII. En la guerra por la independencia que se estaba librando en
España pronto se vio la necesidad de unificar la lucha por lo que el 25 de
septiembre se formó la Junta Central en Aranjuez. Después de Bailén y otros
fracasos, Napoleón decidió trasladarse a la península
para dirigir
personalmente la lucha; tras varios triunfos el 4 de diciembre reconquistó
Madrid y repuso a su hermano en el trono. Por lo que la Junta Central de
Aranjuez, en ese mismo diciembre, se trasladó a Sevilla. Desengañado el grupo
carlotino de la infanta miraron hacia Alzaga quien proyectaba deponer a Liniers
y establecer Junta, pero como se negó a que los criollos participasen en el
gobierno se interrumpieron las tratativas; y Alzaga preparó su revolución
prescindiendo de los porteños quienes se reunieron alrededor de Liniers. Varios
hechos dieron origen a la revolución del 1º de enero de 1809. Una fue el
casamiento de la hija mayor de Liniers con el francés Juan Perichón, hermano
de Ana, amante del virrey; casamiento que se hizo sin el permiso real, tal cual
requerían las leyes españolas. Además el nombramiento de Bernardino
González de Rivadavia como alférez real que violaba las atribuciones del
Cabildo. Y sobretodo la nacionalidad de Liniers, sus contactos con Napoleón y
una entrevista privada con Sassenay. Ese primer día del año se hicieron las
62
elecciones capitulares en las que triunfó la lista adicta a Alzaga. Se esperaba el
rechazo del virrey para tener un motivo de sublevación; pero no fue así; a pesar
de lo cual los alzaguistas pidieron una Junta como en España. Se reunió Cabildo
Abierto que declaró cesante a Liniers y su reemplazo por una Junta presidida
por Ruiz Huidobro, Alzaga como primer vocal y Moreno secretario; alzamiento
que contó con el apoyo de los cuerpos de catalanes, gallegos y vizcaínos.
Entonces Saavedra al frente de los regimientos criollos, más los montañeses y
andaluces, impidió la cesantía del virrey y la formación de la Junta. El episodio
revela dos aspectos; una ciudad a través del Cabildo municipal pretende
destituir a la máxima autoridad virreinal; queriendo reiterar lo ocurrido con
Sobremonte. En segundo lugar, el cada vez mayor peso político de las milicias
urbanas para resolver conflictos. Los cuerpos militares españoles, salvo los tres
fieles, fueron disueltos, quedando una neta primacía de fuerzas criollas.
En el mismo 1809 se producen en el Alto Perú otros dos alzamientos
revolucionrios.
A
fines
del
año
anterior
había
llegado
a Chuquisaca Goyeneche, partidario de Carlota Joaquina; idea que aceptaron
el gobernador intendente don Ramón García de León y Pizarro y el arzobispo
Benito de María y Francolí y Moxó; mientras la Audiencia confirmó la
proclamación y jura de Fernando VII. En noviembre llegaron cartas de la
infanta con sus pretensiones que la Audiencia rechazó acusando a García de
entrega a los portugueses. El gobernador solicitó el apoyo del claustro de la
Universidad y del Cabildo eclesiástico; que en enero de 1809 desconoció tales
pretensiones. A partir de entonces se produjeron una serie de acontecimientos
que culminaron el 25 de mayo con la deposición y encarcelamiento de García
con una movilización popular al grito de ¡Viva Fernando VII! Los vencedores
formaron una Junta que juró obediencia al rey cautivo, reconociendo la
autoridad del virrey de Buenos Aires. El general Antonio Alvarez de Arenales
fue nombrado Comandante General y Gobernador de Armas de la Provincia.
“De inmediato el jefe militar se apresuró a restablecer el orden público, muy
alterado por los disturbios, y a continuación a organizar la defensa de la ciudad,
amenazada por la actitud hostil del Gobernador de Potosí” (EMILIO A.
BIDONDO. La guerra de la independencia en el Alto Perú. Circulo Militar,
Buenos Aires, 1979, p.34). Por tal razón Arenales formó nueve compañías de
infantería, tres partidas de caballería y un cuerpo de artillería. El médico,
sociólogo e historiador Ramos Mejía, en un libro cuya edición corregida
apareció en 1912, da un dato sobre la vestimenta de los soldados de Arenales”
Los colores del pabellón que ondeó después en la batalla y que como buen hijo
de los cielos no degeneró jamás, no fue impulso de un hombre, porque nacieron
del blanco y del celeste del firmamento, como dice el poeta. Paréceme que ese
símbolo viene, por natural evolución, formándose en el corto período que media
entre la revolución de Chuquisaca y la mañana crítica del 25 de mayo. Y si mi
memoria no es infiel, y el dato fidedigno, ellos aparecen combinados, sin
intención aparente, en la casual adopción, por parte del general Arenales, de un
chaquetilla en que se hallaban distribuidos…” (JOSE M. RAMOS MEJÍA. Las
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multitudes argentinas.Editorial Kraft, Buenos Aires, 1952; p. 164). Al mes
siguiente, llegó a Montevideo el nuevo virrey del Río de la Plata Baltasar
Hidalgo de Cisneros, nombrado por la Junta Central de Sevilla, que fue
reconocido por Elío. Sabía que en Buenos Aires iba a encontrar dos frentes
opositores; por un lado las milicias que no estaban dispuestas a perder los
derechos adquiridos desde las invasiones inglesas; ya que el cambio de
virrey representaban una merma de la influencia de los jefes criollos. Además
tomaron como una ofensa el nombramiento de Elío como Subinspector General
de las tropas del Plata. Por último, las designaciones hechas eran como una
revancha de los cabildantes derrotados el 1º de enero. El segundo frente opositor
fue el grupo carlotino que no quería que Cisneros fuese recibido. Con ese
motivo retomaron las tratativas con la princesa porque según Belgrano la Junta
Central había “usurpado” los derechos de la autoridad real. Se entrevistaron con
Saavedra para atraerlo al carlotismo pero fracasaron. Ante anta hostilidad
Cisneros prefirió jurar en Colonia del Sacramento, hacia donde
se
dirigieron Liniers y Saavedra, y recién después pasó a Buenos Aires para ser
recibido por todas las corporaciones y cuerpos militares, Apenas instalado le
llegó la noticia de la revolución de La Paz, ocurrida el 16 de julio. Al mismo
grito de ¡Viva Fernando VII! la gente salió a la calle pidiendo la destitución de
la autoridades y la formación de una junta. El Cabildo nombró una Junta
Gobernadora y, como en Chuquisaca, manifestaron su oposición a las
pretensiones de Carlota. La rebelión fue violentamente reprimida por los
criollos Goyeneche y Pío Tristán y sus líderes ahorcados. Con relación al tema
de nuestro estudio estos últimos sucesos evidencian de manera distinta pero al
mismo tiempo coincidente la adhesión a la familia real española; los
altoperuanos a favor de Fernando y contra Carlota, mientras que los carlotinos
porteños veían en la princesa una posibilidad, ausente el titular, de seguir unidos
a la monarquía; monarquía que tenía como colores emblemáticos el azul y
blanco de la Inmaculada. Aparentemente el comienzo de 1810 se presentaba en
el Río de la Plata más tranquilo que el del año anterior. Por lo menos hasta
marzo, porque ese mes llegó la noticia de la violenta represión en La Paz por
Goyeneche; noticia que provocó en los criollos un fuerte resentimiento contra
los peninsulares que los preparó psicológicamente para separarse de la
metrópoli. “A tal punto se hizo evidente el malestar, que cuando a fin de mes
llegó la nueva de la caída de Gerona en poder de los franceses y el avance de
éstos sobre Sevilla, en vez de producirse manifestaciones de pesar y patriotismo
como en ocasiones similares anteriores, la noticia fue recibida con júbilo, lo que
provocó la justa alarma de Cisneros” (CARLOS ALBERTO FLORIA/ CESAR
A. GARCÍA BELSUNCE. Historia de los argentinos. Larousse, Buenos Aires,
1997; p.282). A los pocos días se sumó que ante el avance enemigo en
Andalucía, la Junta Central se autodisolvió y el 31 de enero traspasó su
autoridad a un Consejo de Regencia instalado en Cádiz; único lugar que el
ejército napoleónico no pudo ocupar, de donde pasó a la isla de León; hasta
que en abril se supo la caída de Sevilla. Finalmente el 13 de mayo un buque
inglés llegado a Montevideo y otro a Buenos Aires al día siguiente trajeron
64
periódicos británicos que confirmaban estas noticias. La desaparición de la
Junta que lo había nombrado quitó a Cisneros la fuente de su legitimidad y
temeroso que tales noticias se conocieran por otros medios las hizo publicar
el 17 pero sin garantizar su veracidad. Belgrano y otros deciden llamar a
Saavedra, en ese momento en una chacra de San Isidro, quien llega en la
siguiente jornada y decide que ha llegado el momento de actuar. El 19 Castelli
y Rodríguez Peña, representantes de los civiles y militares, se entrevistan con
el virrey para que convoque a un cabildo abierto. Un día después Cisneros llamó
a Saavedra y a los otros jefes militares para consultarles si lo iban a apoyar
como a Liniers el 1º de enero del año anterior; pero esta vez se negaron porque
tenían la convicción que la España europea estaba ya perdida y que su autoridad
había caducado; por lo que debía resignar el gobierno en el Cabildo hasta que
éste lo entregase a quien el pueblo eligiese. El 21 se agolpó en la Plaza una gran
cantidad de gente informándose que el virrey había dado licencia para el cabildo
abierto pero igualmente clamaban por su suspensión. Saavedra consiguió
restablecer la quietud y el Cabildo preparó la reunión del día siguiente. Reunido
el Cabildo abierto el 22 se puso a discusión y posterior votación si el virrey
continuaba o había cesado en el cargo. Fueron varios los que hablaron pero
según las constancias que existen hubo cuatro discursos fundamentales.
El obispo Benito Lué y Riega sostuvo que mientras hubiese un solo miembro
de la Junta Central que llegase a América debía ser reconocido como autoridad.
Castelli le respondió que la autoridad del virrey había caducado con la
disolución de la Junta Central y que el Consejo de Regencia era ilegítimo
porque la Junta Central no tenía facultades para establecerlo; por tanto la
soberanía revertía al pueblo de Buenos Aires. En contrarrespuesta
Manuel Villota, fiscal de la Audiencia, aceptó la argumentación de Castelli,
pero dijo que Buenos Aires no podía decidir por todo el Virreinato. A lo que
Juan José Paso argumentó que dada la grave situación Buenos Aires como
hermana mayor debía actuar en la emergencia hasta que se reuniese un
congreso general del Virreinato. Llegada la votación se decidió la cesantía de
Cisneros y la formación de una Junta a cargo del Cabildo ordinario. El día
posterior fue dedicado a las tratativas y el 24 el Cabildo integró la primera Junta
de Gobierno con Cisneros como presidente y Saavedra, Castelli el cura de
Montserrat Juan Nepumuceno Solá y el comerciante José Santos Inchaurregui.
Si bien subsistía el ex virrey frente al ejecutivo su autoridad no emanaba ahora
de un organismo europeo sino de un organismo del pueblo de Buenos Aires.
Esta Junta no duró ni 24 horas por dos razones; al presidente Cisneros se le dio
la comandancia general de armas por lo que Saavedra y Castelli renunciaron el
mismo día. Y sobretodo porque al conocerse las designaciones la ciudad entró
en agitación; lo que llevó a las renuncias de Solá e Inchaurregui, seguida por la
de Cisneros. El 25 el Cabildo aceptó las renuncias y constituyó un segunda
Junta según una lista presentada a nombre del pueblo; con Saavedra como
presidente; vocales Castelli, Belgrano, el cura Alberti, Azcuénaga, Larrea y
Matheu y como secretarios Paso y Moreno; nuevo gobierno que juró fidelidad
a Fernando VII.
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Sobre las divisas de Mayo hay un mito o leyenda transmitida durante
décadas por la escuela a través de los libros escolares y la palabra de los
maestros y sobretodo maestras: que el origen de los colores patrios se debe a
Domingo French y Antonio Luis Beruti. Sin corresponder a la verdad histórica,
todo mito o leyenda surge de un núcleo real; porque ambos no hicieron lo que
cuenta la tradición pero tampoco estuvieron totalmente ausentes en el tema de
los distintivos esos días. En una mezcla de datos verídicos con otros deformados
a través del tiempo, se fue gestando esa tradición recibida y transmitida por la
educación pública; a tal punto que antes de los veinte años de la semana de 1810
ya estaba constituida. En una de las tantas paradojas de la historia argentina la
fuente del mito o la leyenda está en la persona menos indicada: Cornelio
Saavedra quien en su Autobiografía de 1829 cuenta sobre el día del Cabildo
Abierto:” La plaza de la Victoria estaba toda llena de gente y se adornaban ya
con la divisa en el sombrero de una cinta azul y otra blanca, con el primor que
en todo aquel conjunto de pueblo, no se vii el más ligero desorden”
(CORNELIO SAAVEDRA. Memoria Autógrafa (1829). Biblioteca de Mayo.
Tomo II. Autobiografías, Buenos Aires, 1960; p.1052). Resulta extraño porque
será Saavedra quien en 1811 perseguirá a quienes lleven estos colores y tal vez
con estas palabras prefiera borrar aquellos episodios cuando ya estaban
definitivamente consolidados dichos colores como símbolos nacionales. Pero
el presidente de la Junta menciona las divisas sin señalar sus autores; lo que
hará 10 años después Juan Bautista Alberdi; el primero que plasma el relato
ficticio en una obra teatral: “La Revolución de Mayo” publicada como folletín
en la “Revista del Plata” de Montevideo en 1839. La había proyectado en cuatro
partes: la opresión, la conspiración, la revolución y la restauración; pero sólo
publicó, y seguramente escribió, la segunda y tercera que abarcaban
respectivamente el 24 y el 25 de aquella semana. El día de la conspiración en la
escena octava anota que estaban “ todos de cinta blanca al sombrero”; y al día
siguiente, el de la revolución es cuando aparecen los dos colores en la escena
sexta; última de la tercera parte y de toda la obra. Inicialmente no en la voz de
los personajes sino como acotación teatral a continuación de vivas a la nueva
Junta y al gobierno del pueblo: “(Aparece la tropa; pantalón blanco, chaqueta
azul, sombrero redondo, con penacho blanco, laureles en las bocas de los
fusiles)”; con el grito de Vieites (sic) que certifica quiénes son esos
soldados:”Viva el batallón de patricios”. Avanzada la obra tras la canción
patriótica, French dice un pequeño discurso:”Señores: un principio nuevo,
demanda un símbolo nuevo: una patria pide una bandera. España tiene la suya,
nosotros tengamos la nuestra”. Contra todo rigor histórico ubica la creación de
la bandera el 25 de mayo; y a continuación:”Para representar la libertad que es
hija del cielo, nada más digno que los colores del mismo cielo. El que
resplandece sobre nuestras cabezas nos presenta el diseño: las manchas blancas
del Sud sobre el fondo azulado”, adhiriendo así Alberdi, a través de French, al
origen natural-metereológico del bicolor nacional. Y sigue:”He aquí nuestro
estandarte: imagen concisa de nuestro cielo y de una causa que también es hija
del cielo, porque es la causa del Evangelio, la causa de la libertad, de la
66
igualdad, de la fraternidad de todos los pueblos y los hombres del mundo.
Sagrada, señores, debe ser esta bandera como la cruz de Cristo. Tiene el mismo
significado: es un dialecto de este símbolo universal. Anuncia el triunfo de los
mandatos de Dios y de los derechos del hombre”. Identifica el concepto físico
de cielo con el religioso y conforme la estética romántica, a la que pertenecía
no French sino Alberdi, combina los tópicos de la Revolución Francesa con la
visión libertaria del cristianismo. Para concluir: “ No será un bandera de familia,
de raza, de facción; será una bandera de humanidad, universal y eterna como
los principios que expresa, hermana legítima de las de tres colores de la Francia
y de la bandera de las estrellas y las listas rosadas de los Estados Unidos.- Aquí
la tenéis compatriotas: saludadla! (La despliega, todo el mundo se descubre y
se inclina.)”. Une el recuerdo de la Revolución Francesa con la Nortemericana;
los dos modelos revolucionarios políticos de la de mayo. Toma entonces la
palabra Díaz Vélez:” Salve, estrella de libertad, gracia del cielo, un pueblo libre
te saluda y te abraza por emblema!- Vivan los hermosos colores de nuestra
liberad!”. French incorpora entonces el tema del juramento:”Juráis señores,
(todo el mundo levanta el brazo) juráis cifrar en estos colores vuestra patria,
vuestra libertad, vuestro honor y vuestra vida a punto de reputaros
ignominiosamente ultrajados en todo ultrage (sic) inferido sobre ellos? Todos:
Sí juramos!” A continuación un personaje anónimo termina:”Adornémonos
todos con nuestros colores. (Reparte a todos cintas azules y blancas)”; acotación
que plasma el mito o la leyenda sobre la escarapela bicromática. Otro anónimo
pide “que la Junta jure a la vez nuestros colores y nuestras leyes”; a lo que
responde French:”No: las banderas deben ser juradas a la faz del pueblo, a la
faz del cielo y de Dios que está presente en todas partes...”. Después de unas
palabras de Saavedra, French retoma la palabra: “La bandera que acaba de nacer
es inmensa: tiene sombra hasta para sus enemigos”; para dirigirse unos
momentos después a los representantes exhortándolos en una extensa parrafada
retórica a que sean los depositarios de la nueva enseña; respondiendo ellos con
palabras sino con un gesto: (“La rodean y se descubre, la besan con respeto y
amor”). Otro personaje anónimo (“Con un mazo de laureles, entra”); obvia
alusión al Himno que por entonces no había sido compuesto. Tras palabras de
Beruti, French y Vieytes cae el telón. (JUAN BAUTISTA ALBERDI. Obras
Completas. Tomo I. Imp., Lit. y Encuadernación de la “Tribuna Nacional”,
1886; pp.400-475). Después de Alberdi, el mito o leyenda fue retomado y
establecido por los dos padres de la historiografía argentina. Bartolomé Mitre
en la obra que dedicó a Belgrano, publicada entre 1859 y 1876, cuenta dos
momentos paralelos durante la mañana del 25 de mayo: “Al mismo tiempo que
en las galerías altas de la casa capitular se celebraba la sesión del Cabildo, una
escena más animada tenía lugar en la plaza. Como la reunión se engrosara por
momentos y fuese necesario darle una organización, imaginó French la
adopción de un distintivo para los patriotas. Entró en una de las tiendas de la
Recova y tomó varias piezas de cintas blancas y celestes, colores popularizados
por los Patricios en sus uniformes desde las invasiones inglesas, y que había
adoptado el pueblo como divisa del partido en los días anteriores. Apostando
67
enseguida piquetes en las avenidas de la plaza, los armó de tijeras y de cintas
blancas y celestes, con orden de no dejar penetrar sino a los patriotas, y de
hacerles poner el distintivo. Beruti fue el primero que enarboló en su sombrero
los colores patrios que muy luego iban a recorrer triunfantes toda la América
del Sur. Instantáneamente se vio toda la reunión popular con cintas celestes y
blancas pendientes del pecho o del sombrero. (BARTOLOMÉ MITRE. Historia
de Belgrano y de la Independencia Argentina. Tomo primero. W.M.Jackson
Inc.,Buenos Aires, 1953;pp. 341-342). Vicente Fidel López también tiene una
referencia al 25 en su obra de diez volúmenes publicada entre 1883 y 1893: “La
tarde estaba lluviosa y destemplada; el piso de toda la ciudad era un empapado
barrial. Las veredas escasas, y de malísimo ladrillo, sobrenadaban en un fondo
acuoso e insubsistente. Pero a pesar de todo eso, la plaza se llenó en un
momento de damas y señoritas con los colores celestes que distinguían el
penacho tan popular de los patricios” (VICENTE FIDEL LOPEZ. Historia de
la República Argentina. Su origen, su revolución, su evolución y su desarrollo.
Editorial Sopena Argentina, Buenos Aires, 1970. Tomo II; p.14). Mitre y López
polemizaron sobre la metodología histórica; mientras el primero sostuvo que
todo lo publicado en su obra provenía de documentos; el segundo se basaba en
la tradición oral, sobretodo lo oído en su familia o amigos cercanos. Pero
relativo al asunto de las cintas repartidas por French y Beruti, tampoco Mitre
aporta una prueba documental sino una fuente no escrita. Después de contar que
todos portaban las dichas cintas agrega: “Tal fue el origen de los colores de la
bandera argentina, cuya memoria se ha salvado por la tradición oral”;
completando con una nota al pie de página: “Informe verbal del coronel don
José María Albariños y otros testigos presenciales” ( BARTOLOMÉ MITRE;
op. cit. ). Esta atribución a los dos revolucionarios ha quedado desmentida por
la documentación y el examen crítico para quedar como mito o leyenda.
Corvalán Mendilaharsu encontró en el Archivo General de la Nación una carta
de Beruti a French recordando la actuación de ambos en aquellos días “en la
que no alude para nada al hecho especial que la posteridad les adjudica como
autores de los colores patrios” (DARDO CORVALAN MENDILAHARSU.
Los símbolos patrios. Historia de la Nación Argentina. Volumen VI. Academia
Nacional de la Historia. Librería y Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 1947; p.
304). Con motivo de un proyecto a un monumento a Domingo French, como
supuesto creador de la divisa de Mayo, el Círculo Militar encomendó a una
comisión el estudio de la actuación de los dos personajes aquellos días; que dio
por resultado que “era un error de la historia” tal atribución. (CIRCULO
MILITAR. French y la divisa de Mayo. Informe de la Comisión Informativa
sobre antecedentes de los símbolos nacionales acuerdo de 1933).
Vicente Fidel López intensificó el mito o leyenda con un opúsculo publicado
en 1896 La gran semana de 1810. Crónica de la Revolución de Mayo.
Recompuesta y arreglada por cartas según la posición y las opiniones de los
promotores por V.F.L. Comisión Nacional del Centenerio. Buenos Aires,
Talleres de la Casa Jacobo Peuser, 1910. En el prólogo dice que se trata de un
68
grupo de cartas encontradas en el baúl de la parda Marcelina Horma. Insinúa
que son apócrifas, inventadas por él, pero no por eso faltan a la verdad. La
cuarta está dirigida a Juan Andrés Pueyrredón por un José María Tegimán
sobre el 21 de mayo:”Con ese motivo te diré que las damas y las muchachas se
han puesto del lado de sus hermanos y de los criollos...Ha entrado la furia de
los rebozos de frisa celeste ribeteados de cintas blancas. No hay una muchacha
o dama ( con excepción de doña Flora que está más rabiosa y más fiera que un
diablo) que no pase la noche cosiendo su rebozo para salir a la calle y pasear
por delante de los cuarteles. Excuso decirte que los ramos de violetas azules y
de junquillos blancos, emblema de la causa, van y vienen de unos grupos a
otros. Empiezo a ver también muchos gorros colorados con cintas blancas y
celestes” (op. cit., p.21). En una primera nota aclara que la frisa es “una felpa
de lana fina que entonces se llamaba bayetón de frisa”; y en la segunda que
“Doña Flora Azcuénaga de Santa Coloma era “Dama principal, muy rica, muy
soberbia, muy realista y sumamente fea”. Desde su publicación el opúsculo ha
sido considerado como documento histórico pero Roberto Marfany hizo un
pormenorizado estudio en el que demuestra que se trata de una ficción literaria.
Para redactarlo López tomó datos de las Memorias de Saavedra y de Martín
Rodríguez, las Actas del Cabildo de esa semana, el prólogo de Manuel Moreno
a los escritos de su hermano Moreno, la proclama de Cisneros y su informe del
22 de junio de 1810. En base a estos documentos creó la Crónica mezclando
datos, cambiando la secuncia de los hechos y agregando episodios imaginarios.
José María Tagimán, firmante de la cuarta carta, fue capitán de los Húsares del
Rey, cuyo cuartel estaba en el Retiro y firmó la petición del día 25, con otros
militares, en las hojas de adhesión hechas circular en la plaza por French y
Beruti. Dice Marfany que es posible que López haya partido de Mitre sobre las
cintas celestes y blancas como símbolos revolucionarios; dato que hoy sabemos
no corresponde a la verdad..( ROBERTO H. MARFANY. “Un fraguado
epistolario de Mayo”. Episodios de la Revolución de Mayo. Teoría, Buenos
Aires, 1966; p. 57 y ss.). La otracara tiene por supuesto autor a Buenaventura
de Arzac y su también supuesto destinatario es Juan Ramón Rojas. Con relación
a la anterior retrocede en el tiempo ya que fechada el 21 cuenta lo sucedido el
18, recreando la llegada de Saavedra desde San Isidro. Cuenta que un grupo de
mujeres alientan a don Cornelio para que actúe; y una de ellas, llamada
Isabelita, lo invita a trasladarse a lo de Rodríguez Peña donde estaban reunidos
varios de los más importantes revolucionarios. Anota Marfany sobre ese texto
de López: “Toda una creación artificial sobre los datos que tomó de las
Memorias de Saavedra y de Rodríguez Peña”(op. cit., p.73). Lo cierto es que el
militar no menciona para nada a las damas sobre las que la cara dice:”Venían
de rebozo celeste ribeteado de cintas blancas”(op. cit.,p.23). Este texto ha dado
origen a otro mito o leyenda: que aquel día fue el primero que se usaron los dos
colores por el grupo de matronas ante Saavedra; dato inexistente en su
Autobiografía. Con todo queremos hacer una observación. López reitera en la
Crónica lo ya dicho en su Historia sobre las mujeres y la dupla bicolor en los
días 18 y 21. En estas breves referencias esos días reitera cuatro conceptos como
69
certificando que reproduce verdaderos recuerdos: primero los colores celeste y
blanco, después el uso de un “rebozo”, el modo de llevar la capa o manto cuando
se cubre con él casi todo el rostro; en tercer lugar el “ribeteado”, la cinta con
que se guarnece la orilla del vestido, calzado u otra prenda y por último las
“cintas”, las telas largas y angostas que ribeteaban los rebozos. López es el
único que hace tal afirmación sobre los dos colores en la indumentaria
femenina, no respaldada por ningún testimonio ni documento pero dada su
cercana información oral sobre estos acontecimientos tal vez el dato no carezca
de veracidad.
Descartada la leyenda de French y Berutti, con la documentación sobre esos
días hay que hacer una revisión del tema. Un testigo describe así lo ocurrido
el día 21:“amanecieron el lunes 21 en la Plaza Mayor bastante porción de
encapotados con cintas blancas al sombrero y casacas, en señal de unión entre
americanos y europeos y el retrato de nuestro amado monarca en el cintillo del
sombrero de que vestían a todo el que pasaba por allí. Comandábalos French el
del Correo, y Beruti, el de Cajas. Eran 600 hombres bajo el título de Legión
Infernal. En efecto, todos estaban bien armados y era mozada de resolución”
(ANÓNIMO. Diario de un testigo. Biblioteca de Mayo. Tomo IV. Diarios y
Crónicas. Imprenta del Congreso de la Nación, Buenos Aires, 1960; p.3203).
Un testigo de origen peninsular escribió desde Buenos Aires una carta a un
amigo el 26 de mayo de 1810, describiéndole el desarrollo de los sucesos. Su
explicación es como sigue: “Día 21 de mañana se comenzaron algunos
patricios a juntar en la Plaza, sabedores y hablados de lo que iba a suceder;
todos en corrillos muy alegres, y se apareció uno de ellos repartiendo cintas
blancas para divisa de la unión y el infeliz retrato de Fernando VII para que les
sirviese de apoyo a sus intenciones...”
(ROBERTO H. MARFANY. El
pronunciamiento de Mayo.Teoría, Buenos Aires,1958; p. 28). Otra carta
también de autor anónimo y también del día 26, vuelve a referirse al 21;
agregando una última frase sobre el 25: “La mañana del lunes, French, Beruti
(Oficial de las Cajas) y un Arzac, que no es nada, fueron a la Plaza como
representantes del pueblo y repartieron retratos de Fernando VII y unas cintas
blancas que la tropa (esto es, los oficiales) traían en el sombrero y otros atadas
a los ojales de la casaca que decían significaba la unión de europeos y patricios,
pero yo a ningún europeo he visto, y ayer ya había una cinta roja encima, que
me dicen que significa guerra, y la blanca paz, para que se excoja”
(MARFANY,op.cit. p.90 ). El norteamericano Mr. Nathan Cook , que tenía el
puesto de sobrecargo en el bergantín “Venus”, venido del puerto de Salem, en
Massachussets, estuvo esos días en Buenos Aires y ya de vuelta dio unos
informes que aparecieron en inglés en la “Salem Gazette” : “El lunes la alarma
se empezó al amanecer; los sombreros de los patriotas fueron adornados con el
retrato de Fernando VII, sobre el cual, y en el ojal de la casaca, llevaban una
cinta blanca significando, según dice, unión entre sí y fidelidad a Fernando VII
en caso que sea restaurado al trono”(Crónica histórica argentina. Códex,
Buenos Aires, 1968. p.155). Otro desconocido informa: “En el día 22 se vieron
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porción de patricios, y otros con cintas blancas y el retrato de Fernando VII; y
éstos mismos al siguiente día aparecieron con un ramo de oliva en el
sombrero”. (ANÓNIMO. Diario de varios sucesos. Biblioteca de Mayo. Tomo
IV. Diarios y Crónicas. Imprenta del Congreso de la Nación, Buenos Aires,
1960; p. 3209). Sobre el 25 el mismo Diario agrega “En dicho día se vio que
en lugar que en lugar de las cintas blancas del primer día y ramo de olivo del
segundo que se pusieron los de la turba en el sombrero gastaron cintas
encarnadas” (ANONIMO. Diario de varios sucesos .op.cit., p.3211).
Finalmente Juan Manuel Beruti, hermano de Antonio Luis, dice sobre los
revolucionarios que “para conocerse los partidarios se habían puesto una señal
que era una cinta blanca que pendía de un ojal de la casaca, señal de la unión
que reinaba, y en el sombrero una escarapela encarnada y un ramo de olivo por
penacho, que lo uno era paz y el otro sangre contra alguna oposición que
hubiera, a favor del virrey”. (JUAN MANUEL BERUTI. Memorias
curiosas. Biblioteca de Mayo. Tomo IV. Diarios y Crónicas. Imprenta del
Congreso de la Nación, Buenos Aires, 1960; pp. 3763-3764) Analizando estos
seis testimonios aparece que el día más documentado, con cuatro textos, es el
21; la jornada en la que el pueblo se agolpó en la Plaza informándose que el
virrey había autorizado la llamada a Cabildo Abierto mientras clamaban por su
suspensión. En dichos cuatro textos se reiteran dos divisas: las cintas blancas
y el retrato de Fernando VII; y en los tres primeros se explicita que cintas y
retratos son señal de unión entre europeos y americanos. A los documentos del
21 se suma el anónimo Diario de varios sucesos que reitera el uso de las divisas
precedentes en el día del Cabildo Abierto; lo que claramente indica que el
pedido de suspensión del virrey no significaba de ninguna manera rechazo a la
monarquía. El 23, dedicado a implementar lo resuelto en la víspera, aparece
como nueva divisa un ramo de olivo; símbolo universal de la paz; por tanto
reiteración del color blanco de las cintas. Del 24 no tenemos ningún texto pero
sí del 25 del que hay tres menciones muy significativas con la aparición de un
nuevo color: la carta del 26 dice que “ayer”, es decir el 25, a la cinta blanca se
le yuxtapuso una roja; explicitando los respectivos significados de paz y guerra.
Mientras que el Diario no habla de yuxtaposición sino de sustitución de las
blancas por las encarnadas. En cuanto a Beruti no ubica su testimonio en ningún
día particular; pero pareciera que sintetiza los recuerdos de la semana con las
cintas blancas y el ramo de olivo, propios del 21 al 23, y la escarapela encarnada
del 25. ¿Por qué esta cambio de color el día de la Revolución? Podemos
conjeturar que es por lo ocurrido el 24, cuando se intentó dejar a Cisneros en
el mando bajo el ropaje de presidente de la efímera Junta de ese día; y eso
transformó los ánimos y con los ánimos los colores; de los deseos de una
transición pacífica a la amenaza de la lucha implicando sangre. La escarapela o
cinta roja o encarnada ya había aparecido en Buenos Aires en la jura de
Fernando VII como signo de la lucha contra Godoy y contra Napoleón; mientras
que ahora significa la negativa a la maniobra intentada contra la voluntad
popular.
71
Como en Buenos Aires durante los primeros días de la Semana de Mayo, en la
ciudad de Mendoza los partidarios de la Revolución también usaron escarapelas
blancas; según testimonio de Faustino Ansay; entonces comandante de armas
en dicha ciudad,, cuando llegó en junio de 1810 la invitación de la Junta para
enviar un diputado al congreso:” El día 26, por la mañana, se publicó un bando
haciendo saber el nombramiento de comandante de armas en don Isidro Sáenz
de la Maza. El mismo presidía el bando, que iba acompañado de violines y un
gran número de facciosos, todos con escarapelas blancas” (FAUSTINO
ANSAY. Relación de los acontecimientos ocurridos en la ciudad de Mendoza
en los meses de junio y julio de 1810. Biblioteca de Mayo. Tomo IV. Diarios y
Crónicas. Imprenta del Congreso de la Nación, Buenos Aires, 1960; p.3325).
“En la mañana del 27 se fijaron varios carteles en los parajes públicos,
obligando a presentarse con la escarapela blanca a todo el que hubiese de seguir
el partido de la Junta de Buenos Aires” (ANSAY, op.cit.,p.3326) Y sobre el día
28: “Sin embargo, para dar al proyecto un grado de madurez compatible con la
urgencia de la ejecución, resolvieron presentarse en público, cosa que no habían
hecho desde el principio de la revolución. No veían en los sombreros más que
escarapelas blancas que formaban un contraste bien chocante con las de
Fernando VII, que ellos llevaban” (ANSAY, op. cit., p. 3328). Por el texto
parece que con las escarapelas blancas en lugar de unirla como en Buenos Aires
al retrato del rey, las unen a las que llaman escarapelas de Fernando VII;
seguramente rojas. No se usaron el azul-celeste y blanco ni en la semana de la
Revolución ni en Mendoza pero los dos colores no anduvieron lejos del 25 de
Mayo. En una fecha simbólicamente premonitoria, el 9 de julio de ese año,
partió al Alto Perú el Ejército del Norte, al mando de Francisco Ortiz de
Ocampo. Un testigo recuerda la partida:”El ejército marchó del Monte Castro
cantando victoria entre las aclamaciones de un concurso extraordinario; y la
escena de este día no se ha reproducido, ni se reproducirá en Buenos Aires: los
soldados llevaban la cucarda española amarilla y encarnada, y en las bocas de
los fusiles cintas blancas y celestes” (IGNACIO NÚÑEZ. Noticias históricas
de la República Argentina. Biblioteca de Mayo. Tomo I. Memorias. Imprenta
del Congreso de la Nación, Buenos Aires, 1960; p.366). Una escarapela fuera
de los habituales sombreros y casacas para ubicarla en la punta de las armas
como marcando una vez más el primigenio sentido de estas divisas. En la ciudad
de Mendoza que vio escarapelas blancas en junio, seis meses después ocurrió
un cambio. El último día de ese año José Moldes, Teniente Gobernador de
dicha ciudad, escribe una carta informando al Gobierno que a dos compañías
de alabarderos “he puesto escarapela nacional” (ADOLFO MARIO
GOLMAN. Enigmas sobre las primeras banderas argentinas. De los cuatro
vientos, Buenos Aires, 2007; p.39); y pocas líneas después agrega: “La reunión
de las provincias, parece que da margen para considerar llegado el tiempo del
uso de una cocarda nacional” (GOLMAN op.cit., p.40) Moldes era un salteño
que a los 18 años se fue a España donde formó parte de la selecta Guardia de
Corps del Rey. De regreso llegó a Buenos Aires a principios de enero de 1809
y a los pocos días se integró a los grupos criollos revolucionarios. Recorrió
72
varias ciudades del Virreinato y lo encontró la semana de mayo en viaje de
Córdoba a la capital.; hasta que el 26 de julio fue designado en el puesto desde
donde escribió al Gobierno. Sobre la escarapela dice que la ha “formado con
alusión al Sur, celeste, y las puntas blancas por las manchas que tiene este celaje
que ya vemos despejado” (GOLMAN, op.cit. p.39). No podía ignorar, más
habiendo pasado cinco años en España, todo el contenido simbólico de los dos
colores por lo que su supuesta inspiración en el firmamento más parece un
intento de borrar tantos antecedentes y partir del comienzo natural. El mismo
Golman comenta:”Vista la fecha es el primer documento que hace directa
referencia al uso de una cocarda nacional” (GOLMAN. Op. cit., p. 40). Además
de los antecedentes de Ortiz de Ocampo y Moldes, el bicolor surge en Buenos
Aires con motivo de la crisis en la Junta en los finales del año 10; ya que a poco
de conformada surgieron tensiones que quedaron polarizadas en Saavedra y
Moreno. El 18 de diciembre se reunieron la Junta y los diputados del interior,
representados éstos por el Deán Funes quien pidió su participación en el
gobierno; derecho que los vocales de la Junta no les reconocen. Resuelven
entonces ponerlo a votación; en la que se manifiesta la terminante oposición de
Paso y Moreno. Contados los votos se resolvió su ingreso; por lo que Moreno
renunció. A su solicitud le fue confiada una misión a Inglaterra hacia la que
partió el 24 de enero del año siguiente; que no pudo cumplir por haber muerto
en la travesía el 4 de marzo. Inmediatamente de separado Moreno comenzó la
conspiración contra Saavedra por parte de los coroneles Domingo French y
Antonio Beruti; jefes del regimiento de La Estrella. Ya 15 de enero el
presidente estaba enterado de lo que se tramaba según consta en una carta que
le escribió a Chiclana y el expediente del sumario que se mandó instruir. Los
días 17,18 y 19 la tropa de dicho regimiento estuvo sobre armas y el 23, víspera
de la partida de Moreno, hubo señales de la conspiración en dicho cuerpo.
Mientras se desarrollan estos acontecimientos aumenta la oposición a la Junta
por parte de los antiguos partidarios del ex secretario de la Junta. Su principal
centro de reunión es el Café de Marco; un establecimiento de venta de bebidas
y salón de billares frente a la iglesia de San Ignacio en la esquina de las actuales
Alsina y Bolívar. Allí la juventud porteña “ilustrada” participa en debates
políticos. En febrero French armó a sus compañías para que formasen en la
Plaza cuando volviese del Fuerte; pero como no regresó enseguida el
Regimiento no salió. Los días 15 y 18 del mismo mes se trató en el Cabildo la
vacante dejada por Alberti que había fallecido. “En el sumario mandado instruir
constan declaraciones según las cuales el episodio relatado tuvo lugar el día que
se descubrieron unas escarapelas “cuia significación era Libertad” (RICARDO
LEVENE. El 5 y 6 de abril de 1811 y sus consecuencias nacionales. Academia
Nacional de la Historia. Historia de la Nación Argentina. Volumen V, segunda
sección. La Revolución de Mayo hasta la Asamblea General Constituyente;
p.347); y que “eran escarapelas de fondo celeste” según el mismo sumario. Los
concurrentes al café resuelven constituir formalmente un “club” que se hiciera
cargo de la agitación “Se anunció de palabra en el pueblo que iba a formarse
una Sociedad Patriótica, designándose el día, el lugar y el uso de una escarapela
73
blanca y celeste. Esto sucedió a principios del mes de marzo de 1811”
(IGNACIO NÚÑEZ, op. cit.; p.444). La noticia corrió con rapidez por toda la
ciudad: “esto es, que se hacían invitaciones para una reunión armada, por medio
de gentes que se distinguían con una escarapela blanca y celeste” (NÚÑEZ,
op.cit., p.444); reunión a realizarse en el Café de Marcos, “con la protección
del regimiento de la Estrella y por el de granaderos de Fernando VII, mandado
por el coronel Florencio Terrada” (NÚÑEZ, op.cit. p. 444). Ante esto Saavedra
convocó inmediatamente a la Junta cuyos vocales, con la oposición de Vieytes
y Rodríguez Peña, le autorizaron la detención de los sospechosos. Una comisión
detuvo a ocho o diez personas “como invitadores a la reunión del café de
Marcos; y sin distinción alguna, a los que se encontrasen con divisa blanca y
celeste..” (NÚÑEZ, op. cit., p.445).Y agrega sobre los detenidos en la fortaleza:
“Varios de ellos se presentaron en la galería de su prisión con la cucarda que la
había provocado...” (NÚÑEZ, op. cit., p.445). Y en el interrogatorio que se les
hace Vieytes pregunta:” ¿Qué sabe usted de una reunión de ciudadanos que se
trata en el público? ¿ cuál es el objeto de esa reunión? ¿se le ha convidado a
usted con armas o sin ellas? ¿qué sabe usted de una escarapela blanca y
celeste?” (NÚÑEZ, op. cit., p. 446). También French está entre los primeros en
portar la divisa bicolor: ” a principios del año 11 su regimiento comenzó a usar
la escarapela azul y blanca. Son imprecisas las noticias en cuanto a si ese uso
es o no anterior a la adopción del distintivo por los jóvenes de la Sociedad
Patriótica, pero se debe aceptar que la influencia de French y su segundo
Antonio Beruti debió ser decisiva entre aquellos que acariciaban la idea de un
cambio de gobierno” (CARLOS A. FERRO. Historia de la Bandera
Argentina. Depalma, Buenos Aires, 1977; p.13) Dice Golman que en
septiembre del mismo 1811 ”Terrada y su regimiento Granaderos de Fernando
VII retoman el uso de la cocarda celeste y blanca cuando parten hacia la Banda
Oriental” ( GOLMAN.; op. cit. p.211). Los dos colores hecho públicos por
las tropas de French y Terrada y los miembros de la Sociedad Patriótica se
convertirán en símbolo nacional al año siguiente. Belgrano por nota fechada en
Rosario el 13 de febrero de 1812 solicita al gobierno del primer
Triunvirato:”Parece que es llegado el caso de que se sirva declarar la escarapela
nacional que debemos usar para que no se equivoque con la de nuestros
enemigos,...( CORVALAN MENDILAHARSU, op. cit.; p.306); pide la
escarapela pero sin hacer mención de los colores. Recibe como respuesta el día
18: “ el gobierno en acuerdo de hoy, ha resuelto se haga, reconozca y use por
las tropas (en el borrador original de la circular, dice, testada: la Patria) la
Escarapela Nacional de las Provincias del Río de la Plata, que deberá
componerse de los dos colores, blanco y azul celeste, quedando abolida desde
esta fecha, la roja con que antiguamente se distinguían::” (CORVALAN
MENDILAHARSU, op. cit.; p. 306). Finalmente por nota del 27 de febrero
Belgrano comunica: “ siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, la
mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela
nacional:::”(CORVALAN MENDILAHARSU, op. cit.; p.313). Con relación a
las divisas de 1811 y la escarapela y bandera de 1812 hay una diferencia
74
fundamental: los colores son los mismos pero el orden es distinto: azul celeste
y blanco en los morenistas y blanco y azul celeste en los nuevos símbolos. En
síntesis “no parecería existir un uso extraoficial anticipado del emblema blanco
y celeste. La divisa oficial era la encarnada cuyo uso se suprime. La que lucían
determinados cuerpos del ejército, que respondían a los oficiales French,
Beruti y Terrada, eran de fondo celeste. La que decreta el Triunvirato es nueva,
de fondo blanco como color principal y luego el celeste” ( GOLMAN, op. cit.;
p.66). Visto lo que antecede surge la pregunta ¿de dónde nacen los colores
nacionales? Para Alberdi y para Mitre el creador fue Domingo French. A su vez
Mitre y López coinciden en el uso de ambos colores en la plaza y en señalar su
origen en el uniforme de los Patricios; aunque para el primero es el uniforme
completo y para el segundo sólo el penacho del sombrero. Además López se
diferencia de Alberdi y Mitre en atribuir la creación no a French sino al sexo
femenino. Según Ramos Mejía: “El criterio científico debe atribuir la
persistencia en el empleo de los bellos colores de la bandera... al ojo de los
habitantes habituados a percibirlos en el cielo de Buenos Aires” (RAMOS
MEJÍA, op. cit., p.164). Para Carlos Roberts el antecedente más antiguo es
el escudo colonial:”Buenos Aires ha tenido desde 1649 su escudo y sus colores
locales, colores de cielo y plata y poco pensarían los humildes, pero inspirados
cabildantes.....que acababan de fijar lo colores de una gran nación de la que
sería cabeza Buenos Aires” CARLOS ROBERTS. Emblemas de la Patria y su
origen. Buenos Aires, 1931, p.10). Referente a la bandera, lo que puede
extenderse a los otros símbolos, dice Corvalan Mendilaharsu: “El origen del
color está vinculado a la más antigua tradición de la ciudad, tiene prestigio
colonial y seguramente no es ajeno al mismo sentimiento religioso” (op.
cit.¸p.299). Sin que precise a qué alude con el “sentimiento religioso” debe
referirse a los colores de la Inmaculada y lo de “antigua tradición de la ciudad”
y el “prestigio colonial” a esta razón religiosa sumada a la que agrega en la
siguiente frase:”Los colores azul-celeste y blanco, están en los escudos
coloniales; distinguiéronse con ellos los primeros patriotas durante las
invasiones inglesas: moños, lazos, cintas” (op. cit. ; pp.299-300). Con el plural
“escudos”, salvo error u omisión, no está hablando de distintas clases sino del
de 1649 repetido varias veces. Finalmente establece que su uso como símbolo
distintivo parte de las invasiones inglesas en distintas formas de escarapelas.
Luis Cánepa revisando los diversos antecedentes opta por la divisa de los
Patricios:”Lo que casi podría afirmarse con seguridad, es que en el penacho de
esa distinguida unidad, se inspiraron los criollos para darse la insignia que
representaba sus aspiraciones” (LUIS CANEPA. Historia de los símbolos
nacionales argentinos. Albatros, Buenos Aires, 1956; p. 14). En una obra
publicada el mismo año que la de Cánepa,º Abad de Santillán afirma:”Los
colores azul-celeste y blanco como colores de la bandera nacional hicieron su
aparición en los hábitos y costumbres, en los uniformes militares, como los de
los húsares de Pueyrredón, en los adornos de las damas porteñas, en insignias
de congregaciones religiosas”( DIEGO A. DE SANTILLAN. Gran
Enciclopedia Argentina. Ediar Soc. Anón. Editores, Buenos Aires, 1956; tomo
75
I, p.374). Señala así cuatro causas; dos que coinciden con las de Corvalán: el
uso en los uniformes militares, aunque no en la generalizada referencia a “los
primeros patriotas” sino al cuerpo creado por Pueyrredón; y las “insignias de
congregaciones religiosas”; con toda seguridad las de sentido mariano. Agrega
“los adornos de las damas porteñas” siguiendo el testimonio aportado por López
y en cuanto a “los hábitos y costumbres” parece una frase introductoria a la
menciones posteriores. Finalmente otro historiador sitúa el origen en relación
con la Orden de Carlos III: “tras entrar en vigor la Orden citada, se pusieron de
moda en España y América los uniformes militares azules con vivos blancos,
como el de los Patricios” (MIGUEL ANGEL SCENNA. La bandera blanca y
celeste. En Todo es Historia. Buenos Aires, nº 14, junio de 1968; p.73). Como
los autores anteriores en la evolución de los colores, juegan un papel las
invasiones inglesas; coincidiendo con Santillán en su utilización en los
uniformes militares, aunque éste mencione a las húsares y Scenna a los
Patricios. Pero lo diferencia sobretodo atribuir la moda en los uniformes a la
Orden de Carlos III; y no sólo en Buenos Aires sino en todo el Reino; tanto
europeo como americano. Tenemos así que, según estos autores, la génesis de
los colores nacionales radicaría en lo religioso, en el escudo porteño, en la moda
femenina, en la Orden borbónica y en las invasiones inglesas; sea en el uso de
escarapelas o en los uniformes militares. Las citas muestran que se busca
explicar esta génesis por una o algunas causas descartando las demás; en
cambio creemos que debe ser entendida como una convergencia de las diversas
causas que se interpenetran y refuerzan entre sí. Frente a todas esta elecciones
parciales entendemos que más que optar por una o varias debe verse una
convergencia de todas las causas que se canalizan y eclosionan por una especial
coyuntura histórica. El complejo de causas pueden agruparse en tres grandes
núcleos; no compartimentados sino íntimamente conectados entre sí: la doble
tradición cromática, la dinastía borbónica y el sentimiento de patria de Buenos
Aires. La doble tradición cromática del azul-celeste y blanco surge primero del
tratado teológico de la Mariología como temática contrarreformista y después
del mito del Río de la Plata plasmado heráldicamente en el antiguo escudo del
siglo XVII. El segundo núcleo es la dinastía borbónica ya que la monarquía,
más allá de las condiciones personales de quienes ciñen corona, es como la
bandera o el himno, un símbolo nacional. En la evolución del asunto
estudiado figuran cuatro miembros de la Casa de Borbón: primero Carlos III
que con la Orden que establece un nuevo sentido a los colores marianos y da a
Buenos Aires un lugar de privilegio; su hijo y sucesor Carlos IV representa el
rechazo al soberano inglés con motivo de las invasiones; a Fernando VII se lo
ve un factor de cambio y Carlota Joaquina una salida hacia la autonomía. Con
la posibilidad de un quinto miembro, el infante Francisco de Paula, también hijo
de Carlos IV; posibilidad que no se dio pero pudo darse. Y el tercer núcleo es
el relevante lugar que ocupa Buenos Aires en esta historia; punto que nos parece
esencial para entender el origen de los colores nacionales. La devoción mariana
de toda España adquiere un sentido especial en un ciudad que lleva el nombre
de una advocación de la Virgen y que se duplica con la otra advocación de
76
Luján en una localidad de la provincia de Buenos Aires. El Río del mito de la
Plata es el de la ciudad; que dio nombre a la Región, a la Gobernación, al
Virreinato, a las Provincias Unidas y, en su versión latina, a la Nación. En una
primera instancia con la designación de capital virreinal la ciudad gana un lugar
de privilegio; de manera especial frente a Montevideo y Asunción. Y aún frente
a Lima porque le saca y se queda con esa fuente de riqueza que era entonces el
Alto Perú. En una segunda instancia el sentimiento de preeminencia se
convierte en sentimiento de poder con el triunfo de sus tropas criollas contra el
invasor inglés Y en una tercera instancia preeminencia y poder se canalizan en
hechos políticos muy significativos. Empezando por el Cabildo Abierto del 14
de agosto de 1806 que impone a Liniers como gobernador militar y político,
situación que Sobremonte se vio obligado a aceptar. Al año siguiente cuando se
conoce la caída de Montevideo una Junta de guerra convocada en el Fuerte
resolvió suspender al virrey en todos sus empleos y requisar sus papeles Estos
dos hechos son decisiones de Buenos Aires frente a la autoridad de todo el
Virreinato; lo que se iba a potenciar en 1808 con motivo de la crisis en la
monarquía española. El fenómeno juntista nace en la España europea y se
extiende por toda la España americana; pero en Buenos Aires adquiere un
significado peculiar por los sentimientos ya adquiridos de preeminencia y
poder. El Cabildo Abierto del 1º de enero de 1809, repitiendo lo de dos y tres
años atrás, declaró cesante a Liniers y, según el modelo peninsular, decidió su
reemplazo por una Junta; pero en este caso la maniobra fue abortada por las
tropas criollas de Buenos Aires. Lo que no pudo ser entonces, lo fue al año
siguiente en la Semana de Mayo, cuando esta vez las tropas no apoyaron al
virrey y lo reemplazaron por una Junta Los tres núcleos fueron generando en
los habitantes del puerto el sentimiento de patria pero de patria chica; un
afirmación peculiar del generalizado localismo hispánico. Sentido de
autoimportancia manifestado en la petición del Cabildo de Buenos Aires al rey
para ejercer una supervisión sobre los otros cabildos del virreinato. Sus
habitantes se sentían españoles americanos y al mismo tiempo porteños “(a
veces
se los llamaba “argentinos”, es decir del Plata)”. (NOEMÍ
GOLDMAN. ¡El pueblo quiere saber de qué se trata!Sudamericana, Buenos
Aires, 2009; p.32). No por nada el cuerpo militar más definitorio en esos
sucesos fue el cuerpo de Patricios; el de los nacidos en la patria de Buenos
Aires. Con la Revolución de Mayo alcanza la capital la larga ambición de
liderazgo al convertirse en la nueva metrópoli que sustituye a Madrid. Y las
provincias, en el deseo del partido porteño, en las nuevas colonias; no de
derecho con ese nombre pero sí de hecho; tensión que significará tanta sangre
en gran parte del siglo entonces comenzado. Con lenta gestación este
sentimiento de patria se canalizó en la dupla bicromática del azul-celeste y el
blanco; tan unido por distintas razones a la ciudad. En la Semana de Mayo el
color predominante fue el blanco; excepto el 25 en que apareció el rojo o
encarnado. Pero muy pronto reaparece la dupla en ese mismo 1810 cuando
la llevaron las armas del Ejército del Norte y el coronel Moldes se los puso a
los alabarderos. Ya identificados con la ciudad, es el distintivo de un grupo
77
político porteño. Finalmente fueron elegidos para la escarapela de las tropas
revolucionarias; y tal como había ocurrido con la cocarda de los colores de París
que se convirtieron en la tricolor francesa, los de Buenos Aires se convirtieron
en los de la bandera y el escudo nacionales.
78
EL PENSAMIENTO ILUSTRADO EN SALTA
Lic. en Museología Teresita del Milagro Gutiérrez
PRESENTACIÓN
El presente escrito surge de la lectura de un muy interesante artículo desarrollado
por el doctor Atilio Cornejo en el Boletín del Instituto de San Felipe y Santiago N° 2
titulado “La Cultura de Salta”, donde por el año 1938, el experto investigador nos
ilustraba acerca de los aspectos y virtudes que, desde allende el periodo colonial, fueron
conformando una identidad propia para la sociedad salteña.
En el entramado de este atractivo artículo descubrimos un listado de los hijos de
las familias patricias salteñas y los lugares donde realizaran sus estudios de grado y,
observamos que muchos de estos nombres los encontramos luego, luchando en Salta por
la causa de la Patria, a partir de 1810.
Esto provocó que nos interrogáramos acerca de los antecedentes que sirvieran para
la conformación del pensamiento y los ideales de estos personajes que, posteriormente se
destacaron en la lucha por la causa americana – parafraseando el Himno a Sarmiento con la espada, con la pluma y la palabra.
De allí desplegamos nuestra indagación, convencidos que a partir de visualizar
dónde y cómo estudiaron nuestros próceres, llegaremos a conocer cuáles fueron sus
profundas motivaciones para darlo todo por la independencia de Salta y de América.
SALTA EN EL SIGLO XVIII
El doctor Atilio Cornejo, en el mencionado artículo, nos comenta lo que sigue: “…
Las invernadas de mulas traídas del litoral a Salta para su comercio en aquellas
provincias, fueron más de sus principales fuentes de riqueza. Con tal motivo los viajes
hasta Lima eran comunes para los salteños, trayendo de ahí, en cambio las
manifestaciones de su vasta cultura virreynal, a la vez que la holgura económica de sus
familias principales y que permitió a estas educar a sus hijos, ya sea en las universidades
de Lima, Córdoba y Chuquisaca, como en el colegio de Nobles de Madrid.…”[77]
Y a continuación nos brinda un pormenorizado listado de nombres de los cuales
varios de ellos luego los veremos descollar en la lucha por los ideales americanos: “…
En este último, se educaron el Dr. Francisco de Gurruchaga y el Coronel José de Moldes,
ilustres figuras de la independencia argentina. En el Colegio de Montserrat de Córdoba,
79
los Dres. Juan Ignacio de Gorriti y José Ignacio de Gorriti; Juan Francisco Sevilla,
Dámaso de Uriburu, Dr. Guillermo de Ormaechea y Torres, Dr. Marcos Salomé Zorrilla,
Coronel Eusebio Martínez de Mollinedo, Dr. Juan Estéban Tamayo, Dr. Francisco Javier
Fernández Redroso y Aguirre, Dr. Pedro Toledo Pimentel, Nicolás Ignacio de Aramburu,
Dr. Antonio Acevedo, Dr. Juan Antonio de Moldes, Dr. Mateo de Saravia, General
Rudecindo Alvarado, Dr. Benito Fernández Cornejo, Dr. Bernardo Fábregas Mollinedo,
etc., de la Universidad de Charcas salieron el Dr. Mariano Boedo, el Dr. Manuel Antonio
de Castro y el Dr. Facundo de Zuviría, y de la de Lima, el Dr. Pedro Antonio Arias
Velásquez, quien llegó a ser profesor de la misma; todos los cuales actuaron luego en
Salta, dando así realce a la cultura de la sociedad colonial. El clero no era menos
ilustrado, destacándose los Dres. José Gabriel de Figueroa, Juan Ignacio Gorriti,
Vicente Anastasio de Isasmendi, Manuel Antonio de Acevedo, Manuel Antonio
Castellanos y Manuel Antonio Medina. …”[78]*
De los Colegios mencionados, podemos referir algunas palabras con respecto a
cada uno de ellos:
El Colegio de Nobles de Madrid
Según nos ilustra Luis Arturo Torino, con respecto a este centro de estudios de
grado: “… se había fundado en Madrid el Seminario de Nobles en 1727, durante el
reinado de Felipe V, príncipe francés que instauró la dinastía borbónica en España.
Había tomado para el efecto los modelos de su país de nacimiento. Se aprendía allí el
francés, se perfeccionaba el castellano, se enseñaba, baile, música, latín, retórica,
poesía, geografía, física y dibujo. En el aspecto de la educación f´sica, se impartían
clases de equitación elegante, manejo de las armas, sobre todo, el dominio de la esgrima.
…”[79]
Recordemos – dicho sea de paso – que el mismísimo José de San Martín fue
admitido para el ingreso en este Colegio, situación que declinara por su ingreso al
regimiento de Murcia, donde desarrollara sus primeras armas en la carrera militar.
El Colegio Montserrat de Córdoba parte integrante de la hoy Universidad Nacional
de Córdoba: institución argentina de enseñanza superior sita en la ciudad de Córdoba.
Fue fundada en 1613, como Nuevo Colegio Máximo, por la Compañía de Jesús y
declarada universidad en 1621. Reconocida por decreto real en 1680, pasó a ser
controlada por los franciscanos tras la expulsión de los jesuitas en 1767. (Universidad
Nacional desde 1854 es, hasta nuestros días, el centro universitario más antiguo del país)
80
La Universidad de Charcas, primeramente fue la Universidad de Chuquisaca
(luego Charcas, hoy Sucre), llamada de San Francisco Xavier. Fue creada en 1624 por la
Congregación Jesuita hasta 1767, en que fueron expulsados de América.
La Academia Carolina de Charcas creada en 1776 en La Plata – hoy Sucre –
capital de la Audiencia de Charcas. Clément Thibauld, autor de un capítulo muy
interesante sobre este tópico nos informa: “… La función de la institución carolina, en
calidad de academia de práctica forense, era la de formar abogados. […] El estudio de
los expedientes subsistentes en los archivos permite ver, a partir de los datos sociológicos
que estos procuran, la constitución, la producción de una élite ilustrada de intelectuales,
cuya acción en la época de las luchas por la independencia se reveló esencial…”[80]
Lamentablemente el nombrado autor, no nos informa si fue un centro de estudios
religioso o laico, pero de la lectura del artículo completo podemos inferir que fue del
segundo tipo.
EL PENSAMIENTO ILUSTRADO
La Ilustración es el término utilizado para describir las tendencias en el pensamiento
y la literatura en Europa y en toda América durante el siglo XVIII previas a la Revolución
Francesa. La frase fue empleada con mucha frecuencia por los propios escritores de este
periodo, convencidos de que emergían de siglos de oscuridad e ignorancia a una nueva
edad iluminada por la razón, la ciencia y el respeto a la humanidad.
Este periodo se caracterizó también, por la extraordinaria confianza del hombre
en la capacidad de su razón natural para resolver todos los problemas de la vida humana.
Fueron sus máximos exponentes: Voltaire, J.J. Rosseau, Montesquieu, Diderot;
debido a que su cuna fue la Francia del siglo XVIII.
Estos pensamientos filosóficos y literarios europeos hicieron mella en las colonias
americanas, justamente desde los claustros universitarios y académicos. Las reformas
políticas, trajeron aparejadas novedades a la vida social e intelectual en todo el continente.
Sin embargo, queremos situarnos solamente en el plano intelectual.
LA ILUSTRACIÓN EN AMÉRICA DEL SUR
Antes, de referirnos a la impronta iluminista, en el sur de América, debiésemos
quizás también tener presente que, en la primera mitad del siglo XVIII, tanto a bibliotecas
81
privadas como a los centros de educación de grado fueron llegando textos neoclásicos
que ya iban preanunciando las ideas ilustradas.
Es así que a los claustros universitarios y las bibliotecas llegaron también los más
representativos neoclásicos podríamos citar a:
Tomás Luis de Victoria(1548-1611), compositor español, el más ilustre del
renacimiento. Nació en Ávila y estudió en Roma, probablemente con el compositor
italiano Giovanni Pierluigi da Palestrina, al que sucedió en 1571 como director musical
del Collegium Romanum. Entre 1578 y 1585 colaboró con el sacerdote italiano y futuro
santo, Felipe Neri, en la composición de música religiosa que al siglo siguiente culminó
con el oratorio, aunque no se conserva ninguna obra suya de este tipo. A partir de 1586
fue nombrado capellán de la hija del emperador Carlos V, María de Austria (viuda del
también emperador Maximiliano II), estableciéndose en Madrid, donde falleció en 1611.
Desde el punto de vista musical sus 20 misas y 44 motetes son por un lado
conservadores en el hábil empleo del contrapunto y en su textura polifónica coherente, y
por otro resultan innovadores por la honda expresión emotiva del texto, con una
intensidad mística muy española. La música de Victoria alcanzó gran fama en su época,
en especial sus misas, gran parte de las cuales están basadas en obras propias más
sencillas, como motetes y antífonas, y tres de ellas en obras de otros autores como
Francisco Guerrero, Cristóbal de Morales y Giovanni Pierluigi da Palestrina. Toda su
obra fue publicada en vida del autor, hecho realmente extraño durante el siglo XVI.
Actualmente Victoria tal vez es más conocido por sus motetes, como Gaudent in
coelis animae Sanctorum (1585), O quam gloriosum est regnum (1572), Senex puerum
portabat (1572) o Vadam et circuibo civitatem (1572). Entre sus misas se encuentran De
Beata Maria Virgine (1576), Quam pulchri sunt (1572) o Trahe me post te (1592).
También son de destacar sus dos pasiones: Passio secundum Joannem (1585) y Passio
secundum Matthaeum (1585). Las dos obras independientes más importantes son el
Officium hebdomae sanctae (1585) y el Officium defunctorum (1605). Aunque resulta
extraño para su época, Victoria no escribió música profana. Además de los ejemplos
citados también compuso numerosos himnos, magnificat, lamentaciones, responsorios,
antífonas, salmos y secuencias.[81]
Juan de Mariana (1536-1624), escritor, sabio biblista e historiador español. Nació
en Talavera de la Reina e ingresó muy joven en la Compañía de Jesús. Estudió teología y
arte en la Universidad de Alcalá de Henares y después concluyó su formación religiosa
en Simancas, bajo la dirección de san Francisco de Borja. Dado su alto nivel intelectual,
la Compañía lo envió a Italia como profesor a sus mejores centros. Enfermo, en 1574
82
regresó a Toledo, donde siguió con su magisterio, estudiando al mismo tiempo lenguas
orientales; en esta ciudad escribió la mayoría de sus obras, algunas de cuales le acarrearon
problemas con la Inquisición.
Sus principales obras son las conocidas como Historia y De rege. Historia de rebus
Hispaniae XXV libri (1592), que fue publicada en 1605 en Maguncia; con 30 libros en
castellano —traducida por el mismo Mariana en 1601— y el título de Historia general de
España. Abarca la historia de España y Portugal desde los tiempos remotos hasta los
Reyes Católicos; su concepción consistía en que Castilla era, y debía seguir siéndolo, la
cabeza del súper-Estado. En De rege et de regis institutione (Del rey y de las instituciones
reales, 1599), exponía su teoría sobre la monarquía y los deberes del príncipe, que debe
someterse como cualquier otro ciudadano a las leyes morales y del Estado, y además
justificaba el tiranicidio. Ambas obras tuvieron una influencia importante en la época y
despertaron no pocas polémicas. Su latín es intachable y sigue el estilo de Tito Livio,
Tácito y Tucídides.
Otras obras interesantes suyas son Tractatus septen (Colonia, 1609) sobre
cuestiones de la vida social y económica, y Discurso de los grandes defectos que hay en
la forma de gobierno de los jesuitas (1609).[82]
Diego de Covarrubias (1512-1577), jurista, político y eclesiástico español. Nacido
en Toledo, se doctoró en derecho (1539) por la Universidad de Salamanca, donde tuvo
como maestro, entre otros, a Martín de Azpilcueta. Catedrático de Derecho canónico por
la misma Universidad desde el año siguiente, fue nombrado arzobispo de Santo Domingo
en 1549, sin llegar a tomar posesión. En 1560, pasó a desempeñar el obispado de Ciudad
Rodrigo y cinco años después el de Segovia. Participó intensamente en la redacción de
los decretos del Concilio de Trento (1563). Presidente del Consejo de Castilla desde 1572
hasta su fallecimiento (que tuvo lugar cinco años más tarde en Madrid), Diego de
Covarrubias es una figura señera del pensamiento jurídico español del siglo XVI, que
supo aunar los conocimientos canonistas y el humanismo. Perteneció a la denominada
Escuela de Salamanca y su obra completa fue recogida, en una primera edición de 1558,
con el título de Opera omnia.[83]
Jesuita Francisco Suárez (s. XVII) pensador y teólogo español famoso por su
importante contribución a la filosofía de la ley.
Prolífico escritor y adepto a la filosofía de santo Tomás de Aquino, Suárez está
considerado como un teólogo eminente. Fue un famoso expositor y analista del
pensamiento doctrinal jesuita y sus tratados resuelven por primera vez el problema de la
naturaleza escolástica de la teología, la metafísica y el Derecho. Razonó en contra de la
83
teoría del derecho divino de los reyes y desarrolló un sistema de Derecho civil y penal
que abarca los principios de responsabilidad civil y justicia legal. Condenó la despiadada
explotación de los indígenas de Nueva York por los colonizadores españoles y calificó
las diferentes naciones y Estados del mundo como "comunidad natural" dentro de una
unidad política y moral. Se anticipó al Derecho internacional al sostener que las relaciones
internacionales estaban regidas por la ley de los pueblos (ius gentium) basada en la ley
natural y establecida por un conjunto de costumbres y tradiciones, y en el derecho
positivo, establecido por estatuto.
Entre sus principales obras filosóficas y teológicas destacan su comentario de
cinco volúmenes sobre la Summa Theologiae de santo Tomás de Aquino, escrito entre
1590 y 1603; Discusiones metafísicas (2 vols., 1597); Sobre la ley (1612) y La gracia
divina, publicado en 1620.[84]
Quizá la difusión de estos pensamientos fue preparando el terreno para que las
ideas de la “razón pura” se esparzan más vehementes entre los intelectuales de la época.
Por aquel entonces España era el gran referente del que se impregnaba la sociedad
de estas colonias. Tanto las modas del vestir y de sociabilización, como lo que se leía y
hasta lo que se opinaba tendría que estar acorde a la moda española.
Si miramos cómo se desarrollaba la Ilustración en España, podemos decir que allí
no se trató de un periodo específico de la cultura, sino más bien de un ambiente general
cuya capacidad de revocación y cambio llegó a constituir una de las etapas realmente
importantes de la modernidad española.
Literalmente se produjo un enfrentamiento entre la continuidad y la reforma. Y
no solo debido a influencias externas, pues la confrontación fue bastante directa, pero
pronto ahogada, en lo que se refiere a la defensa de una nueva razón crítica frente a la
sensibilidad tradicional dominada por los prejuicios de una religiosidad y una concepción
del poder ancladas en el pasado.
Con el objeto de evitar los enfrentamientos con los dogmas religiosos dominantes
en la España de aquel tiempo, las teorías racionalistas nunca pasaron de moderadas,
excepto en el terreno de lo satírico. Debido a esa moderación, algunos de los más recientes
teóricos del pensamiento y la literatura han llegado a conclusiones en las que afirman que
la difusión del nuevo espíritu resultó poco agresiva, por lo que la contraposición entre
ilustración y tradición y conservadurismo aparece poco clara.
84
Los intelectuales emblemáticos de aquel momento español fueron entre otros: fray
Benito Jerónimo Feijoo. En la poesía Leandro Fernández de Morantín y en el ensayo José
Cadalso.
A la par los más y mejores difundidos pensadores de la era de la razón española
fueron:
Pedro Rodríguez Campomanes, conde de Campomanes, político, economista e
historiador español. Fue uno de los reformistas ilustrados del reinado de Carlos III.
Cumplió importantes cargos en las cortes de este rey y su sucesor Carlos IV. Impulsó las
Sociedades Económicas de Amigos del País. Perteneciente a la corriente regalista[85] que
frenó el poder eclesiástico, intervino en la expulsión de los jesuitas.[86]
Gaspar Melchor de Jovellanos, protegido de Campomanes, se avocó a estudiar los
problemas locales, la construcción de carreteras o la explotación de las minas, la historia
de la vida económica, llegándose a considerarlo como el primer economista español de
su tiempo.[87]
Los escritos de la mayoría de estos intelectuales ibéricos, estaban en las
bibliotecas de las universidades y academias, arriba referidas. Esto es, la ilustración
española estaba al alcance de los estudiantes criollos.
Asimismo sabemos que se leía a René Descartes, Voltaire, Jean J.Russeau,
Montesquieu y Denis Diderot; sin embargo, las traducciones significaron una gran barrera
para una profusa divulgación.
A esta altura nos interesa citar a Juan Carlos Estensoro quien observa al Perú a
fines del siglo XVIII como sigue:
“... Si restringimos el término ilustración a los filósofos europeos tales como
Voltaire, Rosseau, Diderot o Kant y a sus seguidores va a ser difícil encontrar muchos
ilustrados en el Perú. Nosotros empleamos de manera más general el término ilustrado
para designar a aquellos que se adscriben a las ideas modernistas y que se comprometen
con la idea de construir o llevar a cabo un proyecto fundado en la razón. Ilustración
puede ser para ellos algo tan vasto como proyecto de modernidad o el buscar poner de
relieve valores como razón o naturaleza (un vocabulario y gusto estético común une a
los ilustrados). En este grupo, que se define y presenta a si mismo como ilustrado, se
encontrarán reformistas, conservadores, e incluso e cierta medida 'anti-ilustrados' (si
entendemos el término en su forma más restringida). Conforme avanza el siglo el término
va ganando prestigio y es raro para fines del mismo que algún intelectual se excluya de
85
esa etiqueta. Ilustrado sin embargo nunca es un simple sinónimo de intelectual o de quien
tiene cierta educación. La palabra tiene las contradicciones de todo término que se
emplea de manera general para englobar una época o una corriente que no se encuentra
definida de manera institucional. ...”[88]
Desde donde observamos que una Ilustración atenuada llegó a las colonias que, a
su vez pudieron hacer una lectura particular de acuerdo a la propia realidad en cada una
de las urbes, llámese Lima, Buenos Aires, Salta, etcétera.
ANTECEDENTES DESDE CHARCAS
A partir del siglo XVIII la actividad universitaria de Charcas era muy vigorosa y
es en ella donde se forman la mayoría de los intelectuales del futuro movimiento
independentista. Es en este período en el que la ciudad de La Plata se denomina
Chuquisaca, contracción de su nombre prehispánico, Choquechaca, para recuperar los
valores nativos.
Los universitarios de San Francisco, afectados por los acontecimientos producidos
en Norteamérica – su Independencia en 1777 - y en Europa – la Revolución Francesa en
1779 – y, especialmente por la invasión de las tropas bonapartistas a España que
condujeron a la prisión de Fernando VII – en 1809 -, promueven en Chuquisaca y en toda
América manifestaciones en defensa del soberano español. Sin embargo, estas
expresiones fueron, en realidad, los atisbos emancipatorios escondidos en la pretendida
libertad del rey. En la Universidad se crea el famoso silogismo, que dice:
«El rey merece la lealtad de los americanos hasta donde él gobierna para su total
beneficio. Pero el régimen del rey es discriminatorio contra los españoles nacidos en
América. Por tanto su obediencia es nula.»
Estos conceptos se constituyen entonces en el patrón ideológico que habría de
desembocar en la Guerra de la Independencia. El 25 de mayo de 1809 se produce la
primera revuelta insurreccional protagonizada por don Jaime de Zudañes; este hecho,
ocurrido en esta ciudad, se convierte en el primer grito libertario de América de los grupos
universitarios e intelectuales que promovieron este movimiento.
Retomando nuestro tema, en lo que respecta a los intelectuales del entonces
Virreinato del Río de la Plata, podemos aseverar en base a lo afirmado por Clement
Thibaud que en los registros de La Academia Carolina figuran los nombres de: Mariano
Moreno, Juan José Paso y Juan José Castelli; Tomás Manuel de Anchorena, Mariano
Boedo, José Darregueira, Agustín Gascón, José Ignacio Gorriti (académico solamente),
86
Pedro Medrano, Pedro Rivera, Antonio Sáenz, Teodoro Sánchez de Bustamente, Mariano
Sánchez de Loria (…) José Mariano Serrano, Pedro de Iriarte, José Severo Malavía, Jaime
Zudáñes[89]
Evidentemente imbuidos en el clima de la ilustración y la búsqueda de reforma
política y social para América, es que se hicieron eco de los sucesos chuqisaqueños y
vista la ocasión del grito libertario de Buenos Aires en 1810, buscaron replicar aquel,
quizás de un modo alegórico, el 25 de mayo de 1809 en La Plata.
Aquí deseamos citar nuevamente a Climent Thibaud, quien luego de su profusa
investigación con respecto a la Academia Carolina, llega a la siguiente conclusión:
“… No hay precursores. Sólo hay procesos, que no comportan ningún objetivo en
ellos mismos, pero que permiten, o más bien han permitido – constatación a posteriori –
la inscripción de la modernidad: modernidad política, gracias la trabajo previo del
cuestionamiento de lo que parecía evidente, desde el punto de vista de las ideas sobre la
soberanía monárquica: modernidad social, por el trabajo previo de cuestionamiento de
las jerarquías 'naturales' esto último realizado en un marco de sociabilidad intelectual
que ya no encontraba su razón de ser en el espectáculo de las diferencias de condición,
sino en la confrontación de opiniones sobre diversos temas de actualidad o de filosofía
política. Este 'volverse otro' de las estructuras santificadas por los usos y las costumbres,
tanto sociales como intelectuales, no es precisamente el atributo de los juristas de
Charcas, pero es en ellos que se hace más particularmente visible, y claramente más
precoz que en otras partes. Esto tiene sus límites. No se trata más que del comienzo
cultural de una modernidad social y política de algunos abogados, cuyas potencialidades
saldrán a la luz a partir del 1810, en el Río de la Plata, sitio donde encontrarán la
posibilidad de expresarse.”[90]
LA ILUSTRACIÓN LLEGA A SALTA
Los salteños que accedieron a los estudios de grado en los centros pedagógicos
antes relatados, fueron jóvenes inquietos y con una fuerte base de formación, debido al
hecho que, afortunadamente en la ciudad de Salta, funcionó un Colegio Jesuita que les
brindó una muy buena instrucción, lo cual les permitiera completar su educación de forma
más que elevada.
Al referirse a este Colegio, también nos relata el doctor Cornejo que: “… Poco
preocupada la metrópoli de este aspecto de la vida colonial, fueron los religiosos jesuitas
quienes tomaron a su cargo la ardua empresa de la instrucción pública, instalando luego
en Salta un Colegio para la educación de la juventud, en el que se enseñaba a leer,
87
escribir y contar, gramática, doctrina cristiana, latinidad y humanidades, hasta que,
expulsados aquellos misioneros, el convento de San Francisco se encargó de continuar
su obra, fundándose entonces la Escuela del Rey. …”[91]
Por otra parte – y queremos marcar énfasis en esto – la Gobernación Intendencia
de Salta del Tucumán, creada en 1782, tuvo una muy estrecha y permanente vinculación
con el Alto Perú y particularmente con Lima.
Como muy bien refiriera el doctor Luis Antonio Torino en su artículo “A la
búsqueda de los verdaderos vencedores de Suipacha”, explicita a Salta y su sociedad
como sigue:
“… Ubicada a mas de mil quinientos kilómetros de Buenos Aires y edificada al
pie de los últimos cerros que bajan del Alto Perú, recibió preferentemente y desde ,muy
temprano, una corriente cultura y una influencia de sus vecinos del norte que tuvo
profundo eco en el alma de sus habitantes. Estaba regida por una sociedad de tradicional
señorío, emparentada con familias de abolengo del bajo y del Alto Perú (Bolivia), que
practicaba una vida patriarcal y de profundas raíces religiosas. …”[92]
Por lo que vemos que existió una completa identificación con los usos y costumbres
de la cultura limeña. Los salteños – soliviantados viajeros – mantenían un contacto
permanente con las ciudades virreinales de Potosí, Charcas y Lima; e inclusive se
conformaron redes familiares, por medio de los matrimonios.
La influencia cultural la podemos observar aún hoy en día, en la arquitectura
colonial (que aún queda en pie) en Salta, en el legado artístico de las
escuelas altoperuana y cuzqueña tanto de sus pinturas como esculturas religiosas, en la
cultura culinaria y aún, en los modales de llamativa amabilidad que el salteño posee y,
aún hoy por hoy, cultiva.
Aquí deseamos volver a citar al autor arriba mencionado Juan Estensoro quien
nos permite observar que: “... Sin embargo, el siglo XVIII en el Perú no nos presenta
necesariamente un pensamiento homogéneo. Tenemos aquí también desde los matices
que revelan algunas lecturas entusiastas de Rousseau, hasta posturas que sin resignarse
a abandonar la etiqueta de ilustradas (quién no quiere tener tras sí y de su lado las luces
de la Razón) son fuertemente conservadoras e incluso antimodernas. Baste mencionar
los textos publicados en 1791 por Olavarrieta sobre las amas de leche casi calcados del
Emilio[93]y, que Toribio Rodríguez de Mendoza, para el plan de estudios del Convictorio
de San Carlos prefiera Santo Tomás a los autores de la 'moderna filosofía’...”[94]
88
Esto nos da pie para inferir cual fue el espíritu de las ideas iluministas llegó a Salta
también desde fines del siglo XVIII, de la mano del grupo de los intelectuales doctorados
en las Universidades extranjeras, ya referidas.
Teniendo en cuenta que, fue un espíritu moderado, remarcando el hecho de la
realidad de la fuerte impronta de la fe católica de nuestra ciudad, desconocemos que en
algún momento hayan rivalizado.
Podríamos tomar como el ejemplo más representativo la situación que, desde 1692
se vienen realizando los cultos y la solemne procesión a nuestros santos patronos tutelares
el Señor y la Virgen del Milagro, desconociendo que alguna vez hayan sido prohibidos o
impedida su realización.
En el mismo sentido, conocemos que todos y cada uno de nuestros héroes locales
siempre encomendaron su lucha y desvelo a Dios Todopoderoso.
Además sabemos que se continuaron construyendo templos, se prosiguió
impartiendo el catecismo y nunca cesaron de sonar las campanas de los templos
eclesiásticos de Salta.
Otra situación que demuestra esta realidad fue también la existencia de sacerdotes
que acompañaron la lid independentista y, particularmente refiriéndonos al Canónigo
Juan Ignacio “Pachi” Gorriti, que habiendo tomado los hábitos religiosos, secundó
firmemente a nuestro héroe el General Martín Miguel de Güemes.
Lo que nos lleva a meditar acerca de cómo se logró un sincretismo entre el
pensamiento novedoso y la tradición de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Es un
hecho que, se alcanzó esa síntesis que legó una herencia de compromiso político y el
respeto inconmovible por la religiosidad heredada de los mayores.
Por lo tanto, es de inferir que la ilustración que se desarrolla en Salta, es mucho
más tímida que la misma ilustración peruana.
Para instruirnos un poco más acerca de la vida cotidiana de nuestra ciudad,
proseguimos con el artículo del doctor Torino, quien afirma:
“… Muy orgullosos de su amada tierra, los salteños sentían desde mucho tiempo
atrás una sensación de opresión que hería su sensibilidad y excitaba su rebeldía. En esta
región del virreinato el antagonismo entre criollos y españoles es más acentuado que en
89
cualquier otro lugar de su jurisdicción, hecho que lo convierte en un vivo rescoldo donde
crepitan las nuevas ideas…”[95]
Esto nos da pie para explicarnos el ímpetu independentista que conmovió a toda
la Gobernación Intendencia de Salta del Tucumán, particularmente a nuestra muy noble
y leal ciudad - como reza el Acta Fundacional de Salta -; por cuanto en nuestro medio
también se refrenda esta situación de antagonismo entre criollos y españoles, estimulado
por las nuevas ideas alcanzadas en los ámbitos intelectuales.
Es sumamente notable que aquella veintena de jóvenes que accedieron a la
educación ilustrada en los claustros universitarias, desarrollaran un espíritu impetuoso
que impelía con vehemencia la consecución de mayores metas; encontrando un terreno
fértil en sus comunidades donde las Reformas Borbónicas no habían sido muy bien
aceptadas.
En este momento, también deseamos citar a la historiadora salteña Sara Mata,
quien nos muestra el panorama existente en Salta a fines del siglo XVIII:
“…Las reformas borbónicas produjeron importantes cambios en la sociedad y
economía regional. Nos hemos referido ya a las más notorias como la creación del
Virreinato del Río de la Plata, la implementación del Reglamento de Libre Comercio y
la introducción del sistema de Intendencias. Pero fueron muchas más y todas ellas de
gran impacto sobre la sociedad colonial. La modificación del régimen fiscal, el control
de los bienes de la Iglesia, el establecimiento de una carrera administrativa para acceder
a los más altos cargos en la administración colonial, la organización de las milicias, la
expulsión de los jesuitas, formaron parte de un intento de la Corona española de
reestructurar profundamente sus colonias americanas. …”[96]
Por lo que observamos que este descontento más, sumado al hecho de la presencia
de jóvenes salteños que participaron e hicieron sus primeras armas en las revueltas en
Chuquisaca de 1809, quienes se consideraban “alumbrados” por las nuevas luces de la
razón.
Es muy probable que, cuando llegaron los chasquis desde Buenos Aires en junio
de 1810, ni siquiera hayan tenido tiempo de evaluar y justipreciar hasta dónde llegaría el
alcance de tamaño desafío. El corazón estallaba de emoción; la razón y los ideales urgían.
A esta altura de lo desarrollado, es dable recordar que, una ciudad tan
estratégicamente ubicada en el mapa sudamericano haya respondido positivamente a la
convocatoria promovida desde la capital del entonces Virreinato del Río de la Plata,
90
favoreció ampliamente a la consecución de los objetivos que se propusieron desde allende
el puerto de Buenos Aires.
CONCLUSIÓN
La realización de este texto nos ha llevado a leer la muy interesante bibliografía
existente en nuestro medio local.
A través de ella hemos podido observar cómo un grupo de jóvenes intelectuales
salteños, que tuvieron acceso a estudios de grado en España, o en importantes ciudades
americanas como Lima, Chuquisaca y Córdoba, quienes alcanzaron el manejo de textos
escolásticos, neoclásicos y luego también de la ilustración española; lo cual les permitió
imbuirse de un “nuevo espíritu” y una vez producido este hecho, no pudieron volver para
atrás.
Además conocimos que el terreno estaba abonado por el descontento generado
por las reformas borbónicas, que, como todas las disposiciones generadas desde lejos, no
contemplaban las realidades locales.
Si bien, remarcamos la situación que, la ilustración o el pensamiento iluminista
que avivara a nuestros patriotas salteños, quizás fue más que medroso, entendemos
también que no fue menos apasionado.
La Guerra de la Independencia habría de durar quince largos años (1809-1825),
donde muchos de aquellos dieron todas sus posesiones, sus familias y hasta su propia vida
en pos cumplir con el anhelo de una nación independiente.
En muy próxima fecha recordaremos los doscientos años del Pronunciamiento de
Mayo de 1810. Instados por el Instituto de Investigaciones Histórica San Felipe y
Santiago, nos aventuramos a 'infiltrarnos' en el pensamiento que llenaran los espíritus de
los patriotas que surgieron en Salta, con ideales claros inquietaron a toda la comunidad
local y regional, de modo tal que la mayor parte del pueblo se motivara y a su par también
lo donaran generosamente todo por la causa americana, acompañando a Belgrano, San
Martín y Güemes en una gesta que perdurará para siempre.
Finalmente desde aquí deseamos proponer la realización de exposiciones
temporarias en nuestros museos salteños, a lo largo de todo el año 2010, que rescaten y
destaquen el ideario de los patriotas salteños, remarcando que la actuación de todos ellos
ha sido de gran ayuda al gobierno de Buenos Aires, para la consolidación de la completa
libertad e independencia de nuestra nación.
91
Bibliografía Consultada
& AAVV. Diccionario Enciclopédico Salvat. Ilustrado en color. Salvat Editores,
S.R.L. España. 1997.
& Cornejo Atilio La cultura de Salta. Antecedentes Históricos. Boletín del Instituto
San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta N° 2. Talleres Gráficos de la
Provincia. Salta. 1938.
& Estenssoro Fuchs, Juan Carlos. La plebe ilustrada: El pueblo en las fronteras de
la razón, en: Entre la retórica y la insurgencia: Las ideas y los movimientos sociales
en los Andes, siglo XVIII. Carlos Walker (complilador), Centro de Estudios Andinos
Bartolomé de las Casas, Cusco, Perú. 1996.
& Mata de López, Sara. Tierra y poder en Salta. El Noroeste Argentino en vísperas
de la Independencia. CEPHIA. Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional
de Salta. 2005.
& Thibaud, Clément. La Academia carolina de Charcas: una “escuela de dirigentes”
para la independnencia, en el Siglo XXI Bolivia y América Latina, La Paz-Mulea del
Diablo, IFEA, 1997.
& Torino, Luis Arturo. Los precursores del movimiento emancipador en el
virreinato del Río de la Plata y en Salta. Moldes y Gurruchaga, en: Boletín N° 45
del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta. Año 2001 -2002
(sin datos de imprenta)
& Torino, Luis Antonio. A la búsqueda de los verdaderos vencedores de Suipacha,
en: Boletín N° 46 del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta.
Año 2003 – 2004. (sin datos de imprenta)
BAZAN
NICOLÁS VALERIO LAGUNA: “abogado e instruido en asuntos
de Derecho” *
Elena Perilli de Colombres
Garmendia
92
Se ocupa este trabajo de las poco conocidas
vida y obra del licenciado en leyes, Nicolás Valerio
Laguna. Perteneciente a una familia destacada de
Tucumán, fue un hombre de larga actuación política, de
ideas innovadoras y singulares en relación con el proceso
de la Independencia.Tenía una formación culta, como lo
prueba su biblioteca, una de las pocas que existían en el Tucumán
de entonces. Se licenció en Córdoba y allí conoció las teorías de
Francisco Suárez, expresadas en sus ideas, según advirtió el
sacerdote jesuita Diego León Villafañe, en 1809.
Tuvo notoria participación pública. Antes de estallar el
movimiento de Mayo trabó contacto con los conspiradores.
Posteriormente, declaró su disconformidad con que la Junta
Central de Sevilla, se considerase la continuadora de la autoridad
gubernativa.
En junio de 1810, al reunirse el Cabildo de San Miguel
de Tucumán para tratar los sucesos de Buenos Aires, Laguna
sostuvo que se difiriese la resolución principal sobre el sistema
de gobierno en las cuatro ramas de Guerra, Policía y Hacienda,
hasta que la ciudad, villas y lugares de la jurisdicción expresaran
su voto sobre el tema principal. De esta manera, se sentaba una
convicción democrática y un concepto federal de gobierno que
defendería en otros momentos.
Nuevamente volvió a destacarse en 1813, cuando integró
la Soberana Asamblea en representación de su provincia. En ella,
expresó instrucciones que pueden considerarse la primera
manifestación de un federalismo doctrinario, que luego
consagraría la Constitución de 1853.
Después el licenciado Laguna gobernó Tucumán por dos
veces, en 1824 y 1827.
Fue uno de los hombres que se adelantó en la comprensión
de los sucesos que desencadenaron la revolución. Sus ideas
tuvieron plena vigencia en los debates de Mayo y en los sucesos
posteriores del proceso de la Independencia. Es lo que hace
conveniente revisar su figura y su pensamiento.
* Este trabajo fue presentado en el Congreso Extraordinario Vísperas de
Mayo, organizado por la Academia Nacional de la Historia. Córdoba, agosto
de 2008
93
Ideas revolucionarias
Nicolás Valerio Laguna nació en Tucumán en 1772, aunque
otros investigadores llevan la fecha a 1778[97]. Sus padres
fueron Miguel de Laguna y Francisca Bazán, dueños de la casa
donde se juró la Independencia en 1816. Se doctoró en leyes en
Córdoba y, hacia 1797, se anotó en la matrícula de abogados de
la Audiencia de Buenos Aires. Fue confirmado por esa
corporación y se registró en Tucumán en 1799.
Su primera actuación pública data de 1805, cuando fue
síndico procurador del Cabildo tucumano.
En febrero de 1809, los regidores tomaron conocimiento
de la carta del “Real y Supremo Consejo de estos dominios”, que
contenía la noticia de haber elegido la Junta Central Suprema de
España y de Indias. Se le juró acatamiento y se dispuso iluminar
el Cabildo por el acontecimiento.
Pero había criollos cuyos propósitos tenían
absolutamente otra dirección. Era el caso de Laguna. Afirma el
salteño José Moldes que, cuando desembarcó en Buenos Aires
en 1809, Florencio Terrada lo llevó a una reunión secreta “donde
encontré a varios americanos que me dijeron trataban de la
Independencia”. Moldes le dio noticias favorables a ese
propósito y les informó de los sucesos de España. Luego viajó al
interior “para propagar la idea en todos los pueblos de mi
tránsito”. Habló en Córdoba con Tomás Allende; en Santiago
con Francisco Borges, “en Tucumán con Don Nicolás Laguna
“[98].
Que Moldes entrevistara a Laguna indica, obviamente,
que era conocida la postura antirrealista del tucumano. En
febrero, se registra otro testimonio en ese sentido. Proviene del
jesuita Diego León Villafañe, a quien se había dado permiso para
volver a residir en Tucumán. En carta a Ambrosio Funes, el 24
de febrero de 1809, expresa: “Poco antes que llegase el correo
había estado conmigo el Licenciado don Nicolás Laguna,
abogado y de instrucción en asuntos del derecho del hombre,
que no se encuentra fácilmente en otros. Me decía pues, que
había Ley del Reino en que se dispone que en caso semejante al
que nos sucede en el día, deben llamar diputados de todas las
provincias del Reino. Y la razón puede ser porque hallándonos
94
sin Rey en el Reino, recae toda la autoridad gubernativa en el
pueblo, y por consiguiente el pueblo, por sus diputados ha de
decretar lo que se debe hacer en tal caso.” Decía más aún “que
era violencia de nuestros derechos el mandar lo que se ha
mandado y ejecutado el día 12 del corriente mes; la jura de la
Junta Central de Madrid”. Para Laguna se debía convidar a
la América, no mandar, porque un igual no puede mandar a su
igual”[99]. Más adelante, en 1810 y 1813, volvería sobre la idea.
A Villafañe le parecía peligrosa esta doctrina pero no
dejaba de gustarle y simpatizar con ella, según afirma Furlong.
Consideraba que América debía velar por sí y tener cuidado de
Europa, sobre todo de Portugal[100].
Esta verdad surgía de la doctrina populista de Francisco
Suárez. Sostenía este jesuita que, faltando el rey, quedaba roto el
contrato entre este y el pueblo, que había entregado la autoridad
condicionada. Tal argumento fue el que usaron los patriotas en
el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810. Como surge de las
misivas transcriptas la expone un año antes Laguna y la acepta
Villafañe, ambos educados en la escuela de Suárez en los
claustros universitarios [101]. Se suma así otro argumento a
la tesis de que Suárez, más que Rousseau, fue el filósofo que
influyó en la Revolución de Mayo. No fue el Contrato Social,
sino el Contrato Político, enseñado por el pensador español, lo
que dio a los patriotas la clave para abrir las puertas a la libertad.
Terminaba Villafañe su carta diciendo: “He sabido que la
Infanta doña Carlota del Brasil había escrito a este Cabildo de
Tucumán, haciéndole saber que a ella le tocaba la regencia de
estos Reinos en las circunstancias presentes. Este Cabildo no le
ha contestado. A lo que oigo decir”.
La Revolución de Mayo en Tucumán. Tesis de
Laguna
Recién en junio se sabría en Tucumán que una revolución había
depuesto al Virrey Cisneros y que lo reemplazaba por una Junta.,
en Buenos Aires. El Cabildo tucumano convocó a una reunión
con asistencia de la “parte principal y más sana del vecindario,”
tras leer el aviso de deposición del Virrey, se resolvió seguir la
vía jerárquica. Obrando con cautela, decidieron consultar al
Gobernador Intendente, (ya que entonces Tucumán dependía de
95
la Intendencia de Salta) para que “advierta y prevenga lo que en
tan críticas y apuradas circunstancias debe hacer esta ciudad”…y
Entretanto suspendía “la contestación a la Junta y excelentísimo
Cabildo…”[102].
Dos semanas más tarde, un oficio del gobernador
intendente Nicolás Severo de Isasmendi al Cabildo, manifestaba
la resolución de obedecer a la Primera Junta de Buenos Aires, a
la cual se enviaría cuanto antes el diputado que fuese elegido. El
Cabildo de Tucumán debía seguir los mismos lineamientos que
el de Salta. Con asistencia de 48 vecinos entre españoles,
licenciados y frailes, comerciantes y funcionarios, a un mes
exacto de los sucesos porteños el Cabildo resolvió adherirse.
Al tratar los capitulares estos asuntos, tuvo saliente
participación Nicolás Laguna. En desacuerdo, propuso que “se
difiriese la resolución principal sobre el sistema de gobierno en
los cuatro ramos de Justicia, Guerra, hacienda y Policía, hasta
que la ciudad, villas y lugares de esta jurisdicción se reúnan
física, moral y legalmente, es decir todas las clases que
componen esta ciudad y su jurisdicción y que entonces
expresaría su voto sobre el asunto principal y que interno no se
mire a la capital de Buenos Aires, con ánimo hostil sino que se
continúe con la misma familiaridad e interés fraternal como se
hacía antes del suceso (…) concurriendo con nuestras personas e
intereses al auxilio de dicha ciudad de Buenos Aires cuando se
viera combatida de alguna potencia extranjera, sin que por esto
se entienda prestarle obediencia, sino solamente concordia con
honor y sin bajeza”[103].
Esta propuesta de que la ciudad y su jurisdicción opinasen
antes de resolver sobre la forma de gobierno, es citada por
algunos estudiosos como un claro antecedente “federal”.
Ricardo Jaimes Freyre señaló que Laguna fue el único de
los concurrentes al Cabildo abierto del 25 de junio de 1810, que
se opuso a la adhesión inmediata a la Revolución de Mayo, a la
que hizo las referidas salvedades. Habría sido la suya la primera
voz que se levantó sosteniendo los principios del federalismo,
mucho antes que otras más conocidas, como por ejemplo, la de
Artigas[104].
96
En el mismo sentido, subraya Manuel Lizondo Borda,
que la tesis de Laguna era muy importante, ya que anunciaba una
convicción democrática y un concepto federal del gobierno.
Según las actas, los cabildantes acataron lo resuelto por
el gobernador. Pero Jaimes Freyre apunta que no fue tan sencilla
la cuestión. Citaba el testimonio de Salvador Alberdi en 1816
recordaba que había contribuido en el Cabildo del 25 de junio de
1810 “con el mayor acierto y felicidad a la unión de este pueblo
con la capital, votando después que dieran el suyo más de la
mitad que no gustaban semejante misión (…)”; había
argumentado que el riesgo de invasión por otras potencias
tornaba necesario la unión con Buenos Aires y hacer causa
común ante posibles amenazas[105]. La posición de Laguna
seguramente encendió los ánimos. Así lo probaba una carta que
el Cabildo envió el 26 al gobernador Isasmendi.
Decía que “no faltó quien en su dictamen se mezclase a
sostener unos principios sediciosos pidiendo se difiriese la
solución sobre el plan de gobierno (que ni el Cabildo ha pensado
en semejante cosa ni tiene facultad para ello) entretanto se citaba
la gente de la campaña que para causar una moción popular no
se necesitaba otra cosa. Esta perniciosa especie no ha cesado de
propalarse y el vulgo de ánimo superficial está dispuesto a
cualquier desastre: que para prevenirlo el Cabildo ha tomado la
resolución de publicar un bando algo alarmante, sin perjuicio de
las providencias que VS estime oportunas”[106].
Durante la posterior Guerra de la Independencia, un
hermano de Laguna, el cura de Trancas, Martín Miguel Laguna,
fue decidido partidario realista. Se negó a apoyar al Ejército del
Norte, e hizo pública su oposición a la causa patriota. Llegó a
alistarse en las fuerzas del Rey, bajo las órdenes de Pío Tristán.
Años después, cuando Laguna presidía la Soberana
Asamblea en un manifiesto, advertía que los sucesos de mayo
venían gestándose desde mucho antes. Decía: “No hay en la
historia de los pueblos un solo acontecimiento que no sea el
resultado de grandes y lentas combinaciones (….). Siguiendo
esta invariable marcha que se observa sin interrupción en el
orden natural y político, la América no pudo sustraerse al influjo
de las circunstancias y fue preciso que en 1810 se acordase de
97
unos derechos que, para no comprometer su existencia con
inútiles reclamaciones, había creído conveniente sepultar en el
olvido. Más ya todo anunciaba la oportunidad de las
quejas…”[107].
La Asamblea del XIII
En 1813 se vivían días dramáticos en el norte argentino.
Hombres de Jujuy y de Salta dejaban su tierra ante el avance de
las fuerzas realistas y compartían con los tucumanos el
optimismo derivado de la victoria de Belgrano en la batalla del
24 de septiembre de 1812. En ese ambiente, el teniente de
gobernador Esteban Gascón suscribió las instrucciones que la
diputación tucumana debía llevar a la Asamblea General
Constituyente que se reuniría en Buenos Aires.
Por aquella época, afirma Jaimes Freyre, la idea del
federalismo, imprecisa y brumosa, había ganado ya numerosos
adeptos en todas las provincias. Sin el concepto definido de una
organización política sólida y adaptable a las condiciones
históricas y geográficas del país, los primeros federales solo
encerraban en este pensamiento la aspiración a libertarse del
centralismo opresor de Buenos Aires; pero el federalismo echó
hondas raíces en Tucumán.
Nicolás Laguna fue designado conjuntamente con Juan
Ramón Balcarce para representar a Tucumán en la Asamblea de
1813. Por ello, solicitó al Cabildo “por la justicia, honor y
dignidad de la diputación con que VS ha querido honrarme,
expuse que será necesario solicitar la aprobación de las presentes
elecciones, por medio de oficios a los curas, del inmenso número
de nuestros hermanos residentes en esta jurisdicción que es
cuadriplicadamente mayor que el de nuestros ciudadanos”(…).
Necesitaba tranquilizar su conciencia con la aprobación de la
mayoría y si no se daba este paso no aceptaría la diputación[108].
Como se advierte, era una postura similar a la que sostuvo en
1810: la ciudad no debía resolver sin una consulta previa al resto
de la jurisdicción.
El pedido de Laguna fue satisfecho con una serie de
comunicaciones, suscriptas por Pedro Bernabé Gramajo,
dirigidas a las villas, pueblos y lugares del interior de la
provincia. Disponía que los alcaldes convocasen a los vecinos
98
para aprobar la elección de diputados. Cumplidas las
formalidades, se comunicó el asentimiento al Gobierno Central.
De acuerdo a las instrucciones que le dio el Cabildo, el
diputado Nicolás Valerio Laguna debía sostener, el régimen
federativo en la Asamblea, según los lineamientos de la
Constitución de EEUU. “La he visto y la tengo a la mano escribía el Laguna- no daré lugar sino a la Confederación”[109].
En uno de sus puntos, el octavo, las instrucciones decían:
“Que para formar la Constitución Provisional se tenga presente
la del Norte de América para ver si con algunas modificaciones
es adaptable a nuestra situación local y política”[110].
Para Alberto G. Padilla, las pautas tucumanas
quedaron desplazadas por las que trajeron los diputados de la
Banda Oriental. Pero estas no contenían una idea que encerrara
esa gran fuerza bienhechora que expresaban las instrucciones
de Tucumán. Estas conducían a explicar que el federalismo no
implicaba un aislamiento cerril, sino que requería la coexistencia
de autoridades nacionales, con facultades para alcanzar los
grandes fines de interés común, con las autoridades de cada
provincia, elegidas por sus propios habitantes.
En sus Memorias, el Director Supremo Gervasio Posadas
analizó un oficio de Laguna al Cabildo tucumano que resulta
interesante comentar. Sostenía Laguna que: era “llegado el
tiempo de tratar sobre el sistema de leyes fundamentales o dígase
pacto social bajo el cual quedarán unidas o confederadas o
sujetas las provincias entre sí o relativamente con la de Buenos
Aires”. Estimaba que la dignidad de los pueblos libres no era
compatible con la servidumbre, y advertía que, en su calidad de
diputado “tratará de sostener la majestad de su pueblo y no dará
lugar sino a la confederación, de manera que fijándose los
deberes con que el Tucumán queda con respecto a las otras
ciudades se conforme y no se destruya la soberanía de nuestra
ciudad”[111].
Laguna consideraba puramente provisionales el gobierno
y las disposiciones de la Asamblea, hasta el dictado de la
Constitución definitiva. Tucumán no aprobaría ciegamente todos
los actos; criticaba el esfuerzo de algunos en “el ímprobo empeño
de hermanar lo nuevo con lo viejo, lo republicano con lo
99
monárquico, lo racional con lo despótico y la libertad con la
servidumbre”[112].
Mientras la Asamblea deliberaba, Laguna redactó su
propio proyecto y explicó allí lo que significaba federación.
Decía que “la unión, significa el contacto de partes realmente
distintas y separadas, tal cual en materia física se demuestra por
el aceite y el agua y en la política por la federación de los EEUU,
cuya constitución he visto y tengo ya a mano” (…)[113].
Afirmaba que quien juró Provincias Unidas no juró la unidad de
las provincias sin la identidad, sino la confederación de ciudades
En la política, este principio se expresó en los Estados Unidos y
su federación, y el artículo 8º de las Instrucciones tucumanas
ordenaba a Laguna seguir este criterio.
Padilla adjudica a Laguna un proyecto, que sería el
que encontró posteriormente José Luis Busaniche. Se titulaba
“Plan de una Constitución Liberal Federativa para las Provincias
Unidas de América del Sur”. El contenido del mismo
corresponde a lo expuesto por Laguna, y contenía una
entremezclada traducción de los artículos confederativos y de los
contenidos en la Constitución de Filadelfia.
Sólo pocas disposiciones modificaban la de los
documentos norteamericanos. Por ejemplo, al referirse al Poder
Ejecutivo, el proyecto decía que debía “turnar” periódicamente
en cada una de las provincias. Seguramente el propósito era
asegurar al interior que el Gobierno no sería solo desempeñado
por hombres de Buenos Aires.
En septiembre de 1813, Laguna fue elegido
vicepresidente de la Asamblea. Durante su gestión se aprobó un
Reglamento de Justicia[114].
En el Reglamento que suspendía las sesiones hasta la
reunión de los diputados y restauración de las provincias del Alto
Perú, la Asamblea ordenó conformar una comisión de cinco
miembros con dos en calidad de suplentes. Se designó a: José
Valentín Gómez (Bs. As.), Tomás AntonioValle (San Juan),
Pedro Pablo Vidal (Jujuy), Ramón Eduardo Anchoris (Entre
Ríos), Vicente López (Bs. As.), secretario y como suplentes,
primero a Pedro Ignacio Rivera (Mizque) y segundo a Nicolás
Laguna (Tucumán)[115].
100
Posteriormente Laguna integraría la Comisión
Permanente, en carácter de vocal, cuando fue elegido Director
Gervasio de Posadas, le acompañaba otro tucumano, Bernardo
Monteagudo. Con Moldes, de Salta, se opuso a todos los
ataques contra la Iglesia y sus instituciones[116].
El director Posadas no guardaba especial simpatía por el
abogado tucumano. Juzgaba que sus opiniones estaban en contra
de la voluntad general, que eran fantasiosas y que no se las
entendía. Quiso retratarlo en una frase sarcástica:“Nicolás
Laguna, licenciado en metafísica y de consecuencias
ininteligibles.” Al señalar las desavenencias en el seno de la
Asamblea, Posadas opinaba que sembraban discordia y
desunión de las provincias. Consideraba “absurdo emplear por el
bien de la patria hombres que no tengan algún interés en
defenderla. Los ingenios más brillantes al parecer, son
ordinariamente los menos sólidos, creen que todo es debido a sus
talentos superficiales. Bajo el pretexto de que todos los hombres
nacen iguales, buscan confundir sus clases y no predican esta
igualdad sino para dominar ellos mismos”. A su criterio debía
atribuirse a Artigas y a hombres como Laguna las ideas de
autonomía de algunas partes de las Provincias Unidas[117].
En enero de 1815, como presidente de la Comisión
Permanente, el doctor Laguna aprobó la acción del Director
respecto al Ejército del Norte comandado por Rondeau. Es de
creer que, a pesar de las reservas de Posadas, tuvo Laguna
prestigio entre los diputados.
Fue Laguna quien recibió al nuevo Director Supremo,
general Carlos de Alvear, y también quien firmó los dos
manifiestos con que la Asamblea alentó a los pueblos ante la
incertidumbre de la guerra y el regreso de Fernando VII al trono.
Posadas opina que, a su tiempo, el tucumano recogió el
fruto de su extravagante y perniciosa doctrina, pues en abril de
1815 renunció Alvear al Directorio y la Asamblea (de la que era
miembro directivo Laguna) designó en el gobierno a tres
personalidades: José de San Martín, Matías Irigoyen y Nicolás
Rodríguez Peña. Pero el pueblo de Buenos Aires mandó “a
pasear” a los diputados, puso en ejercicio la soberanía de todos
101
los pueblos o la reasumió en sí, y no quiso admitir a los
nombrados, ni permitió que se reuniese más la Asamblea[118].
Pese a estas críticas de sus contemporáneos Jaimes Freyre
hace notar que Laguna, en 1813, se pronunció con memorables
discusiones contra la soberanía de aquel cuerpo, fijando los
límites del juramento de obediencia prestado por los pueblos.
También definió con citas de Rousseau y de los textos sagrados,
el derecho de los ciudadanos en presencia de los acuerdos de sus
representantes y acabó por sostener el sistema federal de
gobierno.
Agrega este historiador que su intransigencia ocasionó
a Laguna
graves disgustos y amenazas. Como las de
Monteagudo, quien lo injurió violentamente, y de Balcarce,
quien lo amenazó darle de puñaladas si votaba con arreglo a sus
instrucciones. Finalmente, Laguna presentó su renuncia y
regresó a Tucumán.
Por su parte, el ex jesuita Villafañe dijo, sobre la
Asamblea de 1813, que celebraba que Moldes, de Salta y
Laguna, de Tucumán se hubieran opuesto a todos los ataques de
los libertinos contra la Iglesia y sus instituciones[119] y que no
siguieran la tendencia libertina que se apoderó de la dirigencia
asimilada a las ideas laicas de la Revolución Francesa.
En julio de 1813, comentaba Villafañe los males de su
época. “Le envié los meses pasados al Diputado Laguna un
papel, encargándole se imprimiese y circulase; el no lo ha
hecho y la razón habrá sido el motivo que mueve a vuestra
merced a callar. No se puede anunciar a los pueblos con la
estampa, la verdad, sin embargo, de la libertad de
imprenta”[120].
La República de Tucumán
En 1820, Bernabé Aráoz organizó la “República de
Tucumán,” de acuerdo con su plan de autonomía. El 24 de
septiembre se juraba la Constitución de esa “República” y el 27
se procedía a la elección de un representante para el Congreso
de Córdoba. La designación recayó en Nicolás Laguna. Fue
elegido por una junta ad-hoc, con electores de la ciudad y la
campaña, que nombró a tres de sus miembros para redactar las
instrucciones.
102
Laguna aceptó pero impuso condiciones, “porque he
conocido que mis sentimientos no están apoyados por la
voluntad general. Las contradicciones públicas que he
experimentado a todas las ideas que he expresado no prueban
otra cosa”[121].
Era un hombre independiente y altivo, apunta Jaimes
Freyre, que se adaptaba con dificultad a las circunstancias y solía
provocar disensiones y conflictos por el invencible apego a sus
propias opiniones. Gozaba, sin embargo, de prestigio por su
ilustración y honorabilidad. Y durante muchos años su nombre
fue invocado en las situaciones más arduas. Rechazó muchas
veces gobierno y honores y nunca se vio que los aceptara sin real
o aparente disgusto
Para evitar nuevos conflictos, Laguna exigía
determinadas instrucciones antes de partir para Córdoba. “Si no
he de llevar todo hecho por la honorable Junta Electoralcontinuaba- de manera que en menos de dos horas se concluya
con la comisión y diputacía ni a mi pueblo es útil mi diputacía ni
a mí me es permitido hacer un papel que se envuelva en
contrariedades y repugnancias”[122].
La Junta dispuso que la comisión nombrada acelerase el
despacho de las instrucciones, y se declaró “Asamblea electoral
permanente” por todo el período del Congreso. Pero pasaba el
tiempo y las instrucciones no eran formuladas en los términos
que quería Laguna. Así, el diputado no partía y la renta destinada
a sufragar dieta y viáticos se empleó para otras urgencias. Los
representantes en Córdoba reclamaban por la demora; también
el gobierno y el Cabildo de Buenos Aires.
Terminada la guerra con Salta y Santiago en abril de
1821, el diputado Laguna, fue emplazado para que emprendiera
su viaje. Declaró, entonces, que no se había llenado plenamente
la condición impuesta por él desde el principio, y persistió en su
negativa. Fue Aráoz el que puso término a la situación,
resolviendo que la Junta se conformase con los deseos del
diputado o que se eligiese a otro. Al fin, renunció Laguna,
argumentando en que su estado de salud le impedía salir de
Tucumán.
La gobernación
103
En noviembre de 1823, Diego Aráoz presentó su renuncia
al cargo de gobernador de Tucumán, cansado quizás con los
avances del coronel Javier López e inquieto por las
conspiraciones de Bernabé Aráoz, estima Jaimes Freyre. La
Junta resolvió aceptar la dimisión el 17 de noviembre, y de
inmediato eligió gobernador a Nicolás Laguna, entonces Juez de
Alzada, por unanimidad de votos y por un período de dos años,
con sueldo de $ 2000 anuales. En una consulta sobre sus
atribuciones judiciales, se le acordó la facultad de juzgar en
apelación los asuntos civiles y criminales, con la asistencia de
un asesor responsable, en mancomún con el magistrado y en
arreglo, en lo posible, al reglamento nacional de 1817.
Laguna creía necesario que el gobernador tuviera
honores, distinciones e
insignias especiales. La
asamblea estableció que el gobernante tendría el grado de
coronel mayor, el título y honor de capitán general, el tratamiento
de señoría, y como insignia pendiente en el pecho, una cinta
celeste y blanca. Además, una medalla de oro con las armas de
Tucumán y el lema “Poder Ejecutivo. Provincia de
Tucumán”[123].
Tras asumir, Laguna no aceptó la renuncia de Diego
Aráoz y lo confirmó en el cargo de general en jefe y comandante
general de armas de la provincia.
La Sala dejó al Ejecutivo el encargo de completar la obra
de reorganización de la provincia, a fines de 1823. Lo
autorizó para entender en todos los asuntos de interés público,
con sujeción al reglamento nacional de 1817.
Laguna, ayudado por su secretario el doctor García,
modificó el Reglamento de Justicia y estableció un derecho de
4% sobre la extracción de oro y plata. Además, quitó al Cabildo
sus rentas: le dejó solamente el derecho de vigilar su percepción.
Para sus necesidades, debía solicitar fondos específicos.
También suprimió los bandos, y ordenó que los documentos
fuesen publicados en un Registro Oficial.
A un mes de la clausura de la Legislatura, llamó a sesiones
extraordinarias, y luego renunció por “insuficiencia para llevar
adelante la obra que se le había confiado”. La Junta rechazó la
renuncia y, ante una nueva insistencia y nueva negativa, Laguna
104
dejó de asistir al despacho. En presencia de esta “amenaza
antisocial” cedió la Legislatura, porque era preferible “prevenir
el crimen que andar a la caza del delincuente”, se eligió
gobernador al coronel Javier López.
No terminó entonces la actuación pública de Laguna.
Rechazó, en 1826, una diputación por Río Chico, y en 1827,
“ante la gravedad de las circunstancias,” la Sala volvió a
nombrarlo gobernador. Dejó el cargo el 27 de abril del año
siguiente, porque consideraba que la situación “exigía medidas
cortantes y estrepitosas de las que lo apartaban su genio y
estado”. Consideraba asimismo que el orden debía ser
restablecido por otras personas. Ya no se ocupó de otras
cuestiones oficiales. Desalentado por las luchas intestinas,
se recluyó en su estancia de Tafí del Valle. Fijó su residencia en
la vieja “sala” que había heredado de su padre, quien a su vez la
adquirió a la Junta de Temporalidades en remate público. Allí
vivió por espacio de diez años. Regresaba a Tucumán sólo
esporádicamente. Lo hizo por última vez cuando se sintió
gravemente enfermo, para fallecer el 12 de junio de 1838 a los
66 años[124].
El testamento
En su testamento, Laguna declaraba ser soltero, y que sus bienes
eran un sitio, una almona y el potrero de Carapunco en Tafí, entre
el Potrero de la Angostura y el de la Ciénega (que partieron y
enajenaron las Temporalidades de los Jesuitas), con todas las
especies y ganados.
Instituyó herederos a su sobrina Mercedes Zavalía, y a su
sobrino nieto, Fernando de Zavalía. Por una de las cláusulas
daba la libertad a sus esclavos Esteban, Saturnino y Micaela, con
sus cinco hijos. Sus albaceas eran la citada Mercedes, y Pedro
León Zavalía.
La plata labrada que no era de su madre, y la plata
sellada, quedaron para doña Mercedes. También las tablas de
cedro, para acomodar la grasa de la matanza y tres pailas grandes.
A su sobrino Fernando dejó los cueros, los libros con
estante y su cuja[125].
La biblioteca
105
En el expediente sucesorio de Laguna, se incluía una
tasación de los libros de su propiedad. Fue practicada por los
doctores Marco Avellaneda y Fabián Ledesma. En la nómina,
que se reproduce, advertimos que no había libros “prohibidos”.
Poseía, en su mayoría, tomos sobre Teología, Derecho, Historia,
Filosofía, además de obras de entretenimientos, vocabulario o
manuales de salud y comercio.
Expresa el inventario y tasación:
Un diccionario castellano de edición antigua…..
Barbosa.
Berti Teología, siete tomos,
El maestro Antonio Gómez, Derecho, con dos volúmenes de a
folio en siete
Godofredo Corpus Iuris Civilis: en dos tomos
Corpus Iuris canonici, dos tomos a folio
Santo Tomás Disciplina Eclesiástica tres tomos a folio en
pergamino
Política de Bobadilla: dos tomos en pergamino a
folio
Vocabulario de
Nebrija
Arte Teología
La bula de la Iglesia (Sena): un
tomo
Basán Praxis Chriminalis: un
tomo
Recopiladas de Indias: tres tomos
(trunca)
Índice de
las leyes
Un libro de Teología sin principio ni fin
Moral
Cristiana
Ágora de
particiones
Paz Praxis
Eclesiástica
106
Annato
Teología
Balenci Decretales: un tomo en cuanto
mayor
Bossuet Defensa de la
Tradición
Goaudin Filosofía: en tres
tomos
Monaceli: cuatro tomos en
pergamino
Obras de Kempis: tres
tomos
Baldasi
Diferencia entre lo temporal y
eterno
Ejercicio de perfección: un
tomo
Los oficios de
Cicerón
Cicerón
Cartas
Conde de la Cañada
Apuntamientos
Catecismo
Romano
Panegírico de
Plinio
Cabarrubia Recurso de
fuerza
Concilio de Trento, en
pasta
Fuero viejo de
Castilla
Rivadeneira Patronato
Indiano
Suma de Santo Tomás: siete tomos en
pasta
107
Provisión: seis tomos en
pasta
Beraut Historia Eclesiástica: veinticuatro tomos en
pasta
Muratori
Pasatiempos de
Rivadeneira
Aumento del Comercio: un tomo en
octavos
Fidei Analisis: un
tomo
Bossuet Defensa del
clero
Pérez, Catecismo: dos tomos
pasta
Iraisos Ceremonias: un
tomo
Lucherne
Conservador de la
salud
Rudimentos Históricos,
trunco
Sandini: cinco tomos en
octavo
Compendio de la Historia de España,
trunca
La Biblia: en
octavo
Cinco legajos
impresos
Bidaurre
La biblioteca fue tasada en 198 pesos y 1
real.
108
El expediente consignaba que a las doce de la mañana de
13 de agosto de 1838 se concluyó el inventario de libros
habiendo trabajado tres horas cada uno de los tasadores[126].
Conclusiones
A nuestro juicio, reviste interés escudriñar la trayectoria
de Laguna, tema sobre el que este trabajo sólo acerca algunas
noticias. Se lo puede considerar un precursor, en materia de las
ideas que sustentaron el no acatamiento a la Junta de Sevilla y el
reemplazo del Virrey.
Constituye igualmente un aporte precursor y singular, su
postura sobre la ingerencia obligatoria de las villas y pueblos en
las decisiones políticas graves que tomase la ciudad.
Es asimismo importante su rol en las “instrucciones” de
1813, que defendió en la Asamblea esta figura, nada vulgar por
la firmeza de sus ideas y por su ilustración.
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110
APORTES SOBRE LA LABOR EVANGELIZADORA EN LA CAMPAÑA
MENDOCINA HACIA FINES DEL RÉGIMEN ESPAÑOL
Prof. Alba Acevedo.
Prof. Sandra Pérez Stocco
Facultad de Filosofía y Letras. UNCuyo. CIHAC.
(Centro de Investigaciones en Historia Americana Contemporánea).
Los historiadores de la Iglesia en América coinciden en que el gran impulso misionero
y evangelizador del siglo XVI fue tan enorme y extraordinario en sus resultados
inmediatos, que los esfuerzos pastorales posteriores de mediados y fines del siglo XVIII
quedaron opacados.
Sin embargo, y siguiendo en esto al Dr. Edberto Acevedo, podemos afirmar que a
fines de la dominación española “…se procedía, en América en lo fundamental, de
acuerdo con los patrones espirituales establecidos desde antiguo”. [127]
Es decir, que el objetivo principal de la presencia española en América seguía
siendo la cristianización de los indígenas. Cristianización – que como explica Pedro
Borges – iba unida o suponía la civilización y el perfeccionamiento del indio, proceso que
significaba que pudieran vivir “en concierto y policía” y que abandonaran todas aquellas
costumbres “bárbaras” que eran signo de paganismo.
Vale decir que, transcurridos tres siglos de presencia española en estas tierras, ese
ímpetu misional seguía presente y más aún, podemos afirmar que motorizaba un conjunto
de disposiciones e iniciativas de particulares, de la Iglesia y del Estado.
La tarea de cristianización y promoción humana entre indígenas y blancos, era aún
a fines de la dominación española ardua, dura y muy dificultosa, especialmente en las
zonas alejadas de las pequeñas ciudades, que como Mendoza, se encontraban diseminadas
a lo largo del actual territorio argentino.
En el presente trabajo, precisamente nos ocuparemos de resaltar la labor
cristianizadora y civilizadora, no en las ciudades, sino en las zonas rurales alejadas y
sobretodo incomunicadas y privadas de las ventajas relativas de la vida en una ciudad de
la periferia del Imperio español en el siglo XVIII.
Para conseguir los objetivos propuestos se han reunido en este artículo una
muestra de importantes fuentes documentales, que se ha consultado en diferentes
archivos.
En este siglo, la visión que se tenía sobre el mundo rural o la campaña, era la de
un “ámbito en el que reina la ignorancia, los vicios y la irreligión”. Por ello, era necesaria
111
la presencia de sacerdotes “civilizadores” que promovieran este mundo atrasado, con
respecto a los centros urbanos, tanto en lo cultural como en lo espiritual.[128]
Proveer de curas seculares a zonas y parroquias alejadas y recién establecidas, era
por lo tanto muy difícil, puesto que pocos sacerdotes se animaban voluntariamente a ir a
lugares en los que solo los esperaban penurias, enormes esfuerzos y escasa retribución.
Por este motivo estas parroquias quedaban crónicamente vacías o servidas por curas
“interinos” y “no propietarios”.
Para responder a las necesidades pastorales de estas poblaciones, el Obispo se veía
obligado a recurrir a las Ordenes Religiosas, que por lo general contaban con varones
mejor preparados y con mayor ímpetu misional. Entonces era bastante común encontrar
frailes atendiendo o secundando parroquias y sobre todo en doctrinas de indios y en zonas
de frontera con infieles.
En general, en el mundo tardo colonial del Virreinato del Río de la Plata, puede
observarse esta situación: en zonas alejadas de las ciudades había una fuerte presencia de
clero regular en desmedro del secular. Asimismo, era muy frecuente reforzar esto con
“misiones volantes” que hacían los religiosos a fin de catequizar y civilizar
intensivamente durante algunos días en parajes más alejados aún.
En este universo del siglo XVIII, la vida eclesiástica en las ciudades era
relativamente importante. Aumentaba el número de parroquias y persistían las iniciativas
de carácter religioso. No obstante, el campo seguía estando más relegado, “aunque los
esfuerzos de las autoridades civiles y eclesiásticas permiten una parcial mejora en la
situación y la presencia de un mayor número de sacerdotes estables”. [129],
Este era el panorama que presentaba Mendoza, hacia fines de régimen español.
Realizada desde Chile la conquista y ocupación de Cuyo, se fundará la ciudad de
Mendoza en marzo de 1561. Junto a San Juan y a San Luis, esta región integró
políticamente la Gobernación de Chile y desde el punto de vista eclesiástico el Obispado
de Santiago de Chile, creado en el mismo año.
En 1776 con la creación del Virreinato del Río de la Plata, la región cuyana pasó
a formar parte de su jurisdicción, que tenía capital en Buenos Aires y quedó incluida en
la Gobernación Intendencia de Córdoba. Su gobernador era, entonces, quien ejercería el
gobierno y la administración de la misma.
112
Sin embargo, desde el punto de vista eclesiástico, Cuyo siguió subordinada al
Obispado de Santiago de Chile, hasta 1806 – 1807, en que el Papa Pío VII unió al
Obispado de Córdoba, el territorio cuyano.
La vida de Mendoza estuvo marcada desde el comienzo por grandes dificultades:
el aislamiento de Chile a causa de la cordillera, la pobreza extrema de la tierra, el desierto
y su clima árido con intensos calores y fríos. Su ubicación geográfica en los confines del
continente, hizo que esta ciudad estuviera a punto de desaparecer. A fuerza de paciente
labor, la pequeña comunidad fue asentándose y el número de pobladores creció hasta que
en 1777, alrededor de 10.000 hombres habitaban la ciudad y sus comunidades
cercanas.[130]
Desde el punto de vista específicamente religioso Cuyo adoleció en esta etapa de
serios problemas, entre los que pueden mencionarse:
a) los largos años que pasaban sus habitantes sin recibir la visita del Obispo. En
este sentido puede decirse que si bien varios lo hicieron (tenemos noticia de la que
efectuaron Fray Juan Pérez de Espinosa, Francisco de Salcedo, Gaspar Villarroel, Diego
de Humanzoro, Bernardo Carrasco, Luis Francisco Romero, Juan Bravo del Rivera,
Alexo Fernando Rojas, Juan González Melgarejo y Manuel Alday) en las cartas que
dirigían al Rey luego de efectuada la visita, siempre hacían referencia a que faltaba la
presencia más frecuente del Obispo. También relataban los grandes trabajos y penurias
que acarreaban las visitas ya sea por el clima, por la pobreza de la tierra o por el cruce de
la cordillera. Otras veces, simplemente se excusaban de no haber podido llegar a esta
región.
b) el traslado de los indios huarpes a Chile en condiciones inhumanas, y que
además de ocasionar perjuicios económicos a la población local, provocaba serias
dificultades en el proceso de evangelización.
Este tráfico indígena fue denunciado desde el principio por la voz firme de los
Obispos como Francisco Salcedo o Diego Humanzoro, quienes llegaron a advertir al Rey
sobre la posibilidad de retirarse, si no se acababa este mal.
c) la pobreza de la tierra y el clima tan caluroso y la existencia de un gran desierto
conspiraban contra la provisión de curas idóneos para adoctrinar a los indios. En este
sentido debemos decir que quienes más y mejor hicieron las cosas fueron los sacerdotes
de Ordenes Religiosas instaladas en Mendoza desde los primeros tiempos: mercedarios y
dominicos en el siglo XVI, jesuitas en la primera década de siglo XVII y más tarde los
franciscanos y betlemitas.
113
De todos ellos sobresalen los jesuitas. Instalados desde 1609 en Mendoza “[…]
desarrollan una obra misional básica para la conquista evangélica de los nativos. Su
predicación los distingue […] su accionar es envolvente y centrífugo, ya que después de
misionar entre los españoles, los niños y los nativos de las inmediaciones de la ciudad,
prosiguen su tarea en las chacras y haciendas situadas a varia leguas alrededor, llegando
hasta los lugares más distantes.[131]
d) la dispersión de los indios en Cuyo constituye otro serio problema para la iglesia
chilena. Todos los informes de los Obispos coinciden – al igual que para otras regiones
de Chile – en que los mejores resultados en la evangelización se obtienen reduciendo a
los indígenas a poblaciones estables, en donde más fácilmente se les podrá hacer doctrina
y el cura podrá asistirlos en sus días y tiempos señalados, sin necesidad de salir a buscarlos
y a juntarlos por un tiempo, para luego abandonarlos a su suerte.
Con la creación de la Junta de Poblaciones, a mediados de siglo, se resolvió
reducir a pueblos estables a los indios de Uco, Corocorto, Jáchal y Guanacache como
intento de remediar la situación.
Fuera de estas cuestiones referidas fundamentalmente a los indígenas y a su
evangelización, podemos decir que la sociedad cuyana de entonces llevaba una vida
religiosa semejante a las otras pequeñas ciudades hispanoamericanas.
La comunidad era profundamente devota, celebraba las fiestas patronales y la
liturgia de la Iglesia se llevaba adelante, no con el boato y lujos de otras capitales
coloniales, pero sí con el espíritu barroco característico de la época. Algunas de las
manifestaciones de esta sociedad, eran los novenarios, rezo del rosario, comuniones,
confesiones, rogativas públicas, asistencia a ejercicios espirituales, donaciones y
limosnas. Todas estas prácticas religiosas nos permiten conocer mejor los valores
espirituales y morales que la marcaron.[132]
Como testimonio de nuestras afirmaciones, creemos interesante mostrar algunos
casos sobre acciones evangélicas y de promoción humana en las zonas más alejadas de
la ciudad de Mendoza, entre mediados y fines del siglo XVIII.
Debemos mencionar que si bien la labor evangelizadora desplegada por los
jesuitas en la campaña mendocina fue desde el comienzo muy importante, en esta ocasión
no hemos tomado casos que involucren a la Compañía de Jesús, fundamentalmente en
razón de los límites temporales de nuestro trabajo, ya que para esa época ya se había
producido su expulsión.
114
San Carlos, en el Valle de Uco.
El primer escenario que vamos a presentar es la zona conocida como Valle de
Uco. Esta región de Mendoza comprendía los actuales departamentos de San Carlos,
Tunuyán y Tupungato. Junto con la ciudad era un núcleo importante de población blanca
y también huarpe.
El curato del Valle de Uco fue creado en el siglo XVII por el Obispo Pérez de
Espinosa. En 1621 los jesuitas también se instalaron en el norte de este valle y fundaron
un establecimiento al que llamaron “Estancia de Jesús, María y José de Uco”, puntal de
su labor evangelizadora en la zona.
Ya en el siglo XVIII la Junta de Poblaciones de Chile promovió la fundación de
poblaciones en esta zona para reunir a los habitantes dispersos y fomentar y adelantar los
ya existentes.
Esta misma junta instruyó la construcción de un fuerte para esta zona amenazada
por el avance de los indios infieles del sur, que se materializó en 1770 con la fundación
del fuerte de San Carlos.
En esta época comenzó el repoblamiento de la región y el desarrollo de la
ganadería y agricultura. Desde 1776 ya había una iglesia en el fuerte, que en 1788 era
parroquial, por tener su residencia el cura en la Villa de San Carlos.[133]
Entre 1752 y 1755 fue cura interino del Valle de Uco el Pbro. Dr. José de Coria,
quien varias veces recorrió los parajes y estancias del lugar.
Resulta muy interesante leer la exposición que este cura hace en 1754 al
Gobernador de Chile, Don Diego Ortiz de Rozas, sobre la tarea evangelizadora entre la
gente de aquella tierra en esos años. Allí, luego de describir la región y citar la matrícula
de 493 almas para el curato, narraba sus experiencias:
“[…] pasando personalmente a cada una de las estancias a fin de administrar los santos
sacramentos de la penitencia y la Eucaristía e instruir en la Doctrina Cristiana […] y hacerme
cargo de toda la gente haciendo matrícula de toda ella […] llegué a las últimas poblaciones del
paraje de Jauría y las más inmediatas del Diamante en donde estuve muchos días confesando y
administrando el Sacramento de la Eucaristía e instruyendo en lo necesario a aquella gente aún
con algún riesgo del enemigo […]
115
Volví a continuar dicha corrida hasta el paraje del Carrizal en donde hice junta de toda
la gente de aquel distrito a quien confesé […] y así mismo pasé a la Reducción en donde hice
nueva junta de bastante gente”.
Sin ánimo de queja, aunque señalando que muchas veces estuvo “solo al abrigo
de un toldo” su espíritu se compadecía de los habitantes de aquellas zonas:
“[…] he encontrado tanta lástima en aquellas pobres almas que no puedo menos que
en cargo de mi conciencia significarle a Vd. Para que no se omita el más pronto y eficaz remedio
[…] muchas de alguna edad que no han cumplido con el precepto anual […]
Conocerá Vd. Que no es tan corto el gentío que ha carecido de cultivo y pasto espiritual
y nunca será factible lograr de este beneficio […] mientras no haya asistencia perpetua del cura
en aquellas inmediaciones” [134]
No es fácil imaginar cómo habrá sido la vida de este sacerdote en aquellos lugares.
Pensemos en lo que demoraría para ir de un sitio a otro, o en lo despoblado de la zona, o
en la falta de vivienda o abrigo.
Hacia 1778 era capellán del ejército en el fuerte de San Carlos fray Manuel
Garay, dominico quien también prestaba servicios en la parroquia del Valle de Uco.
Según una carta del propio Garay al Rey, este sacerdote (nacido en Santiago de Chile y
no en San Juan como afirma Verdaguer en su Historia Eclesiástica de Cuyo) luego de
estar en el convento de la ciudad de Mendoza y de San Juan, se ofreció libremente a
acompañar a las fuerzas de frontera a las tierras de los infieles en cuatro expediciones:
“[…] pues hallándome en nuestro convento de San Juan y habiendo de entrar nuestras
armas a las tierras de los infieles, don José Francisco Amigorena, comandante de aquellas
milicias y varón de notoria integridad, me hizo venir […] con el fin de que lo acompañase. De
resultas de estas campañas y en premio de mis fatigas logré para la Iglesia catequizar y bautizar
noventa y tres infieles”.[135]
El mismo Amigorena daba cuenta de la gran disposición de este dominico al
escribir que en todas esas ocasiones:
“[…] dicho reverendo Padre él solo el que se me presentaba a la seña de tiro y cañón
que se hacía a las milicias para la salida, ofreciéndose a hacer este servicio en uso de su ministerio
y por amor que tenía al servicio del Rey y deseo de sacrificar su vida”.
116
Con respecto al trabajo apostólico del Fraile, continuaba el Comandante:
“[…] y que en todas ellas en cumplimiento de su obligación no solo confesaba y
auxiliaba a los enfermos cuando lo pedía la necesidad, sino que también les obligaba a los demás
soldados en tiempo de Cuaresma […] y les hacía en algunas horas de descanso sus pláticas […]
exhortándolos y animándolos […] Instruía a los fieles en la doctrina, como lo hizo en las varias
ocasiones que quedan relacionadas con más de noventa de ellos, a mi entender, bautizaba a los
pequeñuelos hijos de estos, y aún a los grandes más ladinos después de instruirlos”.
Del cariño que le profesaban todos por su labor, comentaba Amigorena:
“[…] y llenaba en un todo el cumplimiento de su incumbencia con aplauso de las
milicias que lo querían y amaban sobremanera por el consuelo y alegría que les causaban sus
amonestaciones, consejos y persuasiones saludables que les daba cuando las fuertes tormentas y
temporales que se experimentaban en las campañas nos dejaban pocas esperanzas de vida, y
principalmente la que sufrimos una noche en el Río Diamante en el que el padre hizo su plática
y ofreció un sermón a San Nicolás de Tolentino”.
Queda en evidencia el empeño con que este fraile trabajaba cuando el mismo
Amigorena concluía:
“[…] dicho reverendo padre solo por su celo al servicio de Dios y del Rey se aventuró
a seguirme en todas las campañas dejando las comodidades y sosiegos de su convento por buscar
las mayores intemperies e incomodidad del tiempo y los trabajos que de día y de noche se
padecen en unos dilatados y ásperos caminos y en unos campos nunca registrados ni conocidos
de los españoles hasta entonces: saliendo a su costa en todas estas ocasiones con solo el goce de
la Mesa que escasamente podían en tales circunstancias mis cortas facultades pues, hasta las
milicias hacían este servicio también a su costa”.[136]
El Padre Fray José García, mercedario, que según parece había nacido en Cuyo,
fue conventual de la ciudad de Mendoza entre 1760 y 1767.
Entre 1786 y 1789, año en que muere, prestó servicios como teniente cura de la
parroquia del Valle de Uco y capellán del fuerte.
En el Archivo General de nuestra provincia hay un expediente relativo al pago de
sus honorarios, adeudados, solicitado por el Comendador de la Orden, Fray Pedro
Nolasco Bustos, después de la muerte de Fray José García.
117
No interesa aquí el problema surgido ni tampoco su resolución; sin embargo, entre
todos los papeles hay una carta del jefe de la Guarnición de San Carlos, don Francisco
Aldao, al citado Comendador, y a través de su lectura podemos imaginar el estado de
pobreza en que se encontraban quienes – como José García – se internaban en los confines
de la provincia para realizar sus tareas apostólicas.
Este sacerdote debe haber cumplido y hecho el bien a su prójimo, pues Aldao
anota:
“me faltan voces para significar […] el sentimiento que me acompaña desde que supe
la infausta noticia acerca de la muerte de mi amado capellán, amigo y compañero sin igual, Fray
Joseph de García, que en gloria esté. A quien con semejante pesar no olvida esta guarnición,
encomendándolo a su Divina majestad en sus cortas y débiles oraciones.”
Luego informaba que el difunto le había dejado “un individual apunte” de todos
sus bienes, aclarando que “todo lo cual está en mi poder”. Es estremecedor y hasta causa
compasión leer el inventario:
“Una cuchara y tenedor de plata
Un libro de Teología Moral titulado Promptuario de Teología Moral
Un tachito con tapa
Una capa blanca de paño de segunda
Un colchón
Una almohada con funda
Una sobre cama semejante al tejido de alfombra
Un novillo de dos años
Sus sueldos que se le deben de ocho meses que a razón de ocho pesos importan o
ascienden sesenta y cuatro pesos
Un matecito de plata llano sin forrar y una bombilla de plata
Asimismo un plato que me dejó empeñado en lo mismo que él lo tenía que son ocho
pesos. El dicho plato es de plata y tiene esta marca A”.[137]
118
Las autoridades políticas también se mostraban preocupadas en fomentar la
cristianización y civilización en esta zona alejada de la ciudad, pero vital desde el punto
de la expansión al sur y conexión con Chile.
Esto se evidencia en la Instrucciones del Intendente de Córdoba del Tucumán,
Rafael de Sobremonte al Comandante del Fuerte Francisco de Amigorena en 1788 y cuya
lectura es de gran interés.
Después de proponer formar una villa desde el agrupamiento inicial del fuerte de
San Carlos decía:
“Ha de ser el primer cuidado de Vuestra merced el procurar atraer quanta gente se
pueda a aquella población de modo que se haga numerosa […] y para conseguir estos fines
convendrán sobre todos los medios de la persuasión, suavidad y dulzura en el trato de estos
primeros pobladores, buscando por todos términos modos lícitos de su aumento en agricultura,
labores, instrucción cristiana, civilidad y demás puntos que le constituyen pueblo formal”.
Redactando un verdadero plan civilizador, proseguía:
“Conviene en los términos debidos y regulares, proveer los matrimonios y auxiliar para
ellos a aquellos pobres huérfanos de padre […] con la misma idea de buscar todos los medios de
hacer agradable la población y proporcionar así su aumento, se han dado de limosna seis vestidos
completos para mujeres. Vuestra merced los hará sortear entre todo el número de las más
necesitadas y desnudas, sean casadas o solteras […]
Sobre los reparos de la iglesia, verá usted mis ordenes y proveerá lo que convenga, y
examinará los medios de poner cuanto antes sea posible una escuela de primeras letras, donde se
enseñe a escribir, leer, contar y Doctrina Cristiana”.[138]
Las Lagunas.
Otro escenario es el norte de la provincia: la zona conocida como lagunas de
Guanacache y desde allí hacia el ese Corocorto. Esta zona junto con la ciudad y Valle de
Uco había sido un núcleo importante de población huarpe, anterior a la conquista.
Se cree que la primera doctrina de indios en Guanacache data de 1601, cuando el
Obispo Pérez de Espinosa decidió su creación. Hacia 1609 los jesuitas incursionaron en
la evangelización de los lugareños y establecieron la capilla de Nuestra Señora del
Rosario en las Lagunas.
119
Desde el comienzo la tarea apostólica presentó serios inconvenientes a causa de
muchos factores entre ellos la extrema aridez del clima, la pobreza de la tierra y la
resistencia de los propios indígenas a abandonar sus lugares habituales puesto que los
encomenderos abusaban de ellos.
Avanzado el siglo XVIII y a pesar de los esfuerzos de los Obispos que visitaron
la región, para reducir a los indígenas a doctrinas y proveerlas de curas, el panorama
seguía siendo bastante desolador.
Las doctrinas de las Lagunas y de San José de Corocorto fueron atendidas hasta
mediados del siglo XVIII por el cura de la ciudad de Mendoza, que cada tanto acudía a
ella por sí, o por medio de los tenientes curas.
Se tiene noticia que en 1748 que era doctrinero de las lagunas el padre Marcos
Videla, franciscano, “que logró reunir en este paraje una feligresía de 500 indios en forma
de pueblo. Atendió al mismo tiempo la doctrina de Corocorto antes del año 1754.”[139]
El 9 de abril de 1747 el Obispo Juan González Melgarejo escribía al Rey desde
Mendoza:
“[…] son unos pobres indios que están situados en las orillas de unas lagunas que llaman
de Guanacache cuarenta leguas distantes de esta ciudad de Mendoza y otros que habitan sobre
el río Corocorto 30 leguas poco más o menos por otro rumbo […] y solo una vez al año los visita
el cura […] y en todo el resto del año se pasan sin el sacrificio de la Misa, predicación evangélica,
ni administras de sacramentos en los trances más terribles de la muerte. Los lugares donde dichos
indios están situados no son capaces de habitar españoles, ni sacerdote alguno, por la multitud
de mosquitos, tábanos, jejenes que hay en dichos parajes […] sin haber forma de poderlos sacar
a otro sitio, donde cómodamente sean socorridos en lo espiritual […] Por eso importaría mucho
que la piedad de Vuestra majestad arbitrase la más eficaz Providencia sobre este asunto”.[140]
En respuesta a esta situación, en 1752 la Junta de Poblaciones daba un Auto sobre
los pueblos de Corocorto, Lagunas, Valle Fértil y Jáchal, porque “uno de los principales
cuidados era que se estableciese la residencia de una persona eclesiástica en esos parajes
para atender a las personas que se había procurado reducir desde 1748 y no se había
podido cumplir. Estos pueblos que hacia 1750 tenían una matrícula de unas 400 almas,
quedaron separadas de la jurisdicción de la ciudad de Mendoza, formándose de ambos y
sus términos una sola doctrina que tenía por límites los ríos Desaguadero y
Mendoza.[141]
120
En 1753 la misma junta encargaba al Corregidor de Cuyo que “adelantara” a estos
pueblos repartiendo solares y tierras entre los indios y se construyera iglesia y casa para
el cura.
El pueblo de las Lagunas comprendía las parcialidades indígenas de la Asunción
y de San Miguel, sobre las que se intentó que se redujeran a un solo sitio cabecera.
Este sería la Asunción.
Hacia 1767, el Nuevo Obispo de Santiago, Manuel Alday daba un Auto por el
que dividía varios curatos de la diócesis, entre ellos el de la ciudad de Mendoza. Separaba
de él, las Lagunas y creaba en este paraje una parroquia “[…] o más bien haciendo nueva
erección canónica de ella, pues ya había existido en tiempos anteriores, pero en la fecha
de dicho auto, estaba agregada al curato de la ciudad de Mendoza”.[142]
El motivo para tal determinación era bien simple: debido a la gran extensión de
las parroquias de la ciudad de Mendoza, la gente de las Lagunas y Asunción, carecía
muchas veces de “pasto espiritual” – expresión común de la época – y de los santos
sacramentos en la hora de la muerte.
Señalando 200 pesos para el curato de las Lagunas, que para esa época lo
constituían unas 350 almas, el gobierno de Chile avaló la representación del Obispo.
A pesar de estas diligencias “no consta que hubiese sido provista de cura esta
parroquia hasta el año 1780 en que fue nombrado el Pbro. Juan Manuel Obredor” (quien
lo fue hasta 1795). [143] Ese mismo año, Lagunas se unió nuevamente a Corocorto hasta
1795 en que nuevamente formaron parroquias separadas.
La parroquia de las Lagunas abarcaba el actual departamento de Lavalle y
comprendía, como hemos visto, los pueblos de San Miguel, de la Asunción y del Rosario,
entre los más importantes.
En 1789 se hizo el plano de las Lagunas de Guanacache y del Río Desaguadero
por orden del Virrey del Río de la Plata, Marqués de Loreto. Los autos de visita a la
parroquia de 1784 y 1792 efectuados por el visitador eclesiástico Dr. Ambrosio Ochoa,
vicario foráneo de la ciudad de Mendoza, muestran la preocupación de la Iglesia a fines
del siglo XVIII por lograr adelantamiento de estos pueblos. Disponían entre otras cosas
que:
El cura residiera la mayor parte del año en la capilla del Rosario de las Lagunas
“que es la principal” distribuyendo el “pasto espiritual”
121
Que el resto del año residiera en Corocorto
Que cuando debiera ausentarse por tener que viajar a Mendoza, dejara otro
sacerdote que cuidara la feligresía
Que era conveniente contar con un sacerdote en Corocorto y otro en las lagunas.
En 1797 quedaron definitivamente separadas ambas parroquias. [144]
Los informes y descripciones referidas a Mendoza a comienzos del siglo XIX
señalan la consolidación del curato de las Lagunas con una feligresía de 500 almas.
San José de Corocorto.
A principios del siglo XVII, desde la ciudad de Mendoza hacia el este, en el límite
con San Luis y entre las lagunas del norte y el río Tunuyán al sur, se había formado una
doctrina llamada del Desaguadero y que estaba poblada de indios poco instruidos en
religión.
Desde fines del siglo comenzó a formarse allí un pueblo de indios, Corocorto al
noreste del río Tunuyán que fue aumentando progresivamente con naturales de las
cercanías. En 1748, el entonces gobernador de Chile, Domingo Ortiz de Rosas ordenaba
la creación de un pueblo en el lugar, que debía llamarse San José de Corocorto en atención
a lo dispuesto por la Junta de Poblaciones, para promover fundaciones que reunieran a
los habitantes dispersos de los territorios alejados y promover su adelanto. [145]
En abril de 1752 gobernador y Obispo dividían y separaban los pueblos de
Lagunas y Corocorto del curato de la ciudad mendocina “erigiéndolos en propia
parroquia” y determinándoles por límites “por ahora los ríos del Desaguadero y el de
Mendoza”, y asignándoles un cura principal en las Lagunas y otro en Corocorto con una
congrua de 400 pesos para que el de allá, pudiera sostener a este último.[146]
Debían erigirse capillas y habitaciones para los curas y quienes se interesaran por
dichos curatos debían “hacer unas oposiciones” y “serían examinados en las materias de
moral”.[147]
Sin embargo una carta del Obispo al Rey con fecha 12 de marzo de 1753 daba
cuenta de que todavía no se había logrado el fin perseguido y debía entonces aplicarse “la
mayor eficacia” a perfeccionar lo resuelto por las autoridades”.[148]
122
Nuevamente entonces, la Junta de Poblaciones redactó el 3 de abril de 1754 una
Instrucción que ordenaba al Superintendente Agustín de Rodríguez promover la
reducción y fabricación de sus edificios, una moderada y decente Iglesia y repartimiento
de herramientas entre los pobladores.[149]
La precariedad y a veces la no materialización de las fundaciones hace dificultoso
seguir la huella de los curas que atendieron este curato y el de las Lagunas.
Se tiene noticia de que hacia 1753 habían sido señalados los franciscanos Marcos
Videla y Juan Velásquez para Corocorto y Lagunas respectivamente.
En 1754 era cura de San José de Corocorto el Pbro. Juan José Jiménez y Quiroga
y desde 1760 a 1764 lo fue el padre Simón Tadeo de Funes y de Lemus.
Entre 1764 y 1770 aparece el nombre del Pbro. Antonio Basilio de Escobar y
Prado, chileno, y luego el de Lucas Rodríguez entre 1773 y 1776.
En 1780 encontramos el nombre del padre Juan Manuel Obredor. Este sacerdote
había nacido en Mendoza en 1753. Hermano de curas, se ordenó en 1777 y muy joven
atendió la parroquia de Corocorto durante 20 años, hasta 1800. En 1802 se encontraba en
la Iglesia Matriz de la ciudad de Mendoza, como cura sacristán, cura interino y luego
vicario foráneo interino. Murió en esta ciudad en 1822. [150]
El Pbro. Obredor tuvo mucho que ver con el esfuerzo por fundar una población
más estable en San José de Corocorto, como había dispuesto años antes la Junta de
Poblaciones y el Gobernador y aún los Obispos de Santiago de Chile.
Siguiendo la decisión del marqués de Sobremonte, que desde Córdoba alentaba a
los vecinos de Corocorto a reunirse en población y ofrecía tierras para los primeros 50 y
construcción de fuerte para defensa de los malones de las pampas, en diciembre de 1791,
el Comandante Amigorena partía hacia allá con gente y herramientas.
Junto con el cura Obredor se pusieron de lleno a la tarea de reunir a los pobladores
dispersos, refaccionar la capilla y establecer un fuerte con guarnición. Ordenaron rozar y
quemar los montes cercanos y levantaron un plano de la villa. Alrededor de 45 familias
componían el conjunto de 270 personas de aquella población.[151]
En 1799 el mercedario José M. de Lamínate se desempeñaba como cura suplente
de Obrador en San José de Corocorto.
123
En 1800, a la ida de Obredor y hasta 1802 atendieron esta parroquia el padre
Eusebio Reyes, agustino, el padre Francisco de Borja Poblet, el padre Juan Peralta,
dominico, y el padre Cayetano Daval Gil de Quiroga.
Entre 1802 y 1807 la parroquia estuvo en manos del padre Juan Crisóstomo
Pérez, según Verdaguer oriundo de Santa Fe.
Con respecto a este último existen en el Archivo General de Indias un legajo con
cartas que este sacerdote dirigió en 1805 al Primer Ministro e Indias y que nos parecen
muy interesantes, pues revelan datos sobre la vida difícil de estas nuevas poblaciones en
todo sentido.
Refiriéndose al curato que atendía y quejándose porque no eran aceptados sus
planes, para transformarlo en una villa, escribía que hacía muy bien el Rey en fomentar
pueblos para los indios para que “se instruyan en la fe y vivan como cristianos y que se
civilicen”, para terminar con los “innumerables pecados que se comenten con las
continuas embriagueses, juegos, fornicaciones, muertes, robos, ociosidad y otros
innumerables”.
Fue muy triste para él cuando ingresó al curato ver
“[…] el fatal estado de esta casi destruida Iglesia, la total desolación de esta villa, la
dispersión total de un vecindario por estos campos, la ignorancia e irreligiosidad con que de estas
resultas vivían”.
Era tan lastimosa la situación que en las inmediaciones de la capilla
“[…] no había quedado más que una sola población, cuyos habitadores eran los únicos
asistentes al Santo Sacrificio de la Misa y Rosario que diariamente se practicaba y en cuya casa
se hospedaban algunas familias que en algunos días solemnes venían a Misas y al año a cumplir
con la Iglesia”.
Sin embargo, continuaba diciendo
“[…] ahora, con motivo de haberse llegado una tropa donde traían viruelas, no solo han
abandonado la dicha población y ganado los montes sino que no hay quienes quieran venir a Misa por temor
(según dicen) de que se les pegue la peste del que está enterrado. Y como esto ha sido en tiempo de
cumplimiento de Iglesia, tienen ahora un bello pretexto para no ejecutar lo que antes omitían porque no
querían”.
Y en ese estado de cosas
124
“[…] me veo sin tener a donde volver los ojos en esta desierta capilla, donde si por
casualidad no llega un pasajero y me valgo de su favor para que me preste su caballo para hacer
traer un carnero que comer, habré yo de ir a traerlo a cuestas donde lo encuentre a comprar”.[152]
Vemos que todavía en 1805, poco antes de lo que sería la crisis de la monarquía
española, desde los territorios tan alejados del Imperio se seguía insistiendo en cumplir
con el mandato misional, y eso era lo que preocupaba a los sacerdotes que se animaban
como José Crisóstomo Pérez a permanecer en el desierto de esas tierras mendocinas.
Inferencias.
Después de compartir los testimonios que consideramos más relevantes, creemos
estar en condiciones de realizar algunas reflexiones.
En primer lugar, aunque hayamos tomado algunos casos creemos que no se trata
de situaciones aisladas y pensamos no estar frente a esfuerzos individuales aunque hayan
debido encarnarse en ciertas personas. Coincidiendo con la investigación del Dr. Edberto
Acevedo, hay entonces
“…más allá de los nombres citados, una voluntad pastoral que sigue imperturbable
pese a los tiempos difíciles, que estaba respaldada no solo por las instituciones eclesiásticas, sino
por otras seculares - cabildos, virreyes, intendentes – que comprendían y colaboraban porque
para ellos también era importante cumplir con “el mandato de la necesaria conversión de los
gentiles”.[153]
Es decir, que a fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX existía, todavía,
un fuerte impulso misional en América.
En segundo lugar, yendo al terreno de los hechos, se observa en Mendoza a fines
del régimen español, que la tarea evangelizadora seguía siendo muy dificultosa y aún
precaria en los parajes rurales y que había un amplio campo para la acción.
Es evidente que muchos de los fines perseguidos, desde el comienzo de la colonia
en cuanto a la cristianización y civilización de los indígenas, no se habían cumplido en su
totalidad.
Ambos procesos, cristianización y civilización estaban entrañablemente unidos.
La cristianización suponía la civilización, el ordenamiento, el vivir en “concierto y
policía”.
125
En el siglo XVIII aparece un factor importante, que era el de fomentar además
fundaciones de villas, reparto de solares, herramientas, trazado de planos, distribución de
agua, etc.
Sin embargo los documentos también revelan la preocupación de las autoridades
en fomentar y adelantar las zonas rurales porque se sabía que ahí radicaba
fundamentalmente el problema. Las ciudades estaban bien atendidas desde el punto de
vista espiritual y cultural, pero el campo no. Dicho de otro modo había un abismo entre
el campo y la ciudad.
Creemos que en los momentos finales de la dominación española en Mendoza,
existía una preocupación importante de las autoridades eclesiásticas y civiles, de simples
sacerdotes y hasta de los vecinos, que estaba enfocada a fomentar la evangelización de
pueblos alejados y de frontera, a estimular fundaciones de parroquias y pueblos que
facilitaran la llegada y puesta en práctica de los principios cristianos y también de un
ordenamiento y progresivo mejoramiento de la existencia de sus pobladores.
Queda en evidencia que la acción de la Iglesia en lo relativo a la formación de
pueblos y su adelanto, no solo en lo espiritual sino también en lo material, se dio en
permanente interacción con el poder político, y hasta en algunos casos, como los que
hemos descrito, parece ser más importante y hasta supletoria del estado. En muchas
poblaciones actuales de la zona rural mendocina se puede constatar que su origen se
encuentra en la llegada de un sacerdote y en el esfuerzo de la iglesia para sostener y
consolidar su tarea sobre la base de poblaciones estables.
Es verdad que a comienzos del siglo XIX la iglesia mendocina vio frustrada una
aspiración que venía de años y que era convertirse en cabeza de un Obispado en Cuyo.
Pese a esto finalmente pasó a depender de la diócesis de Córdoba desde 1806 lo que
constituyó un serio motivo de preocupación para sus integrantes.
Para esta época, ya algunos miembros de la Iglesia que habían podido entrar en
contacto y hasta simpatizar con las ideas nuevas de la Ilustración, pudieron criticar al
Régimen llegando incluso a defender postulados revolucionarios. Sin embargo, creemos
que a pesar de todo esto el foco de atención de la Iglesia mendocina en aquel tiempo tenía
básicamente un interés perentorio y que era consolidar la tarea comenzada por España en
el siglo XV.
800 años de la creación de la Orden de los Hermanos
Franciscanos Menores
126
SAN FRANCISCO de SALTA. “CASA DEL DIOS VIVO”
Rosa López de Pereyra Rozas
A comienzo del siglo XIII: El joven Francisco está pasando una grave crisis
espiritual, lleno de dudas, incertidumbres y tinieblas. En ese estado de
ánimo, «guiado por el Espíritu» entra en la iglesita de San Damián, se
postra suplicante y devoto ante el Crucifijo, y, tocado de modo
extraordinario por la gracia divina, se sintió totalmente cambiado. La
imagen de Cristo crucificado le habla desde el cuadro: «Francisco -le dice,
llamándolo por su nombre-, vete, repara mi casa (domum meam), que, como
ves, se viene del todo al suelo (destruitur)». Francisco queda estupefacto
y casi pierde el sentido por las palabras que ha oído. Pero inmediatamente
se dispone a obedecer y todo él se concentra en el mandato recibido. - El
Dios que Francisco contempla en este icono, es un Dios de vivos que le está mirando para
que nunca le falte el calor de su presencia.
- El Dios que Francisco contempla en este icono, no es un Dios juez, tremendamente serio,
es un Dios que sonríe y hace sonreír, pues el humor y la alegría es otro modo de amar.
- El Dios que Francisco contempla en este icono, es un Dios que conmueve ante su
desnudez y nos invita a besar sus llagas y las llagas de nuestros hermanos.
- El Dios que Francisco contempla en este icono, riega con su sangre a toda la Iglesia
para que esté dispuesta a anunciar la Buena Noticia a los crucificados de la historia, a
bajarles de sus cruces y a devolverles su dignidad robada.
- El Dios que Francisco contempla en este icono, es el Hijo Amado y predilecto de
Dios.
Este es el mensaje que los Franciscanos dispersados por todo el mundo
llevan al que quiera escucharlo y ponerlo práctica.
El Señor de la Historia – expresó el 119 ª sucesor de San Francisco – Invita, a examinar
todo, para quedarnos con lo bueno, y nos pide reconocer, leer e interpretar a la LUZ del
Evangelio los signos de los tiempos que nos interpelan. Recuperando, así el ruego del
Santo de Asís “¿Señor que quieres que yo haga?”.
El templo en el Cristianismo carga una dimensión simbólica en
relación directa a las personas y a las comunidades que como moradas del espíritu
visibilizan la plenitud vital resultante del encuentro fecundo y vivificante con el Dios de
la Vida.
El templo Franciscano de Salta dedicado según se detalla en el
friso a: “Dios, a la madre de Dios Virgen Inmaculada, a San Francisco y a San Diego.
La importancia histórica y espiritual de la Iglesia fue reconocida por el Gobierno Nacional
declarándola el 15 de julio del año 1941 como Monumento Histórico Nacional; elevado
el 4 de agosto de 1997 por su Santidad el Papa Juan Pablo II, a la dignidad de Basílica
Menor.
127
PUEBLA nos habla de: “La opción preferencial por los pobres
tiene como objetivo el anuncio de Cristo Salvador que los iluminará sobre su dignidad,
los ayudará en sus esfuerzos de liberación de todas sus carencias y los llevará as a la
comunión con el Padre y los hermanos, mediante la vivencia de la pobreza evangélica”.
Los Franciscanos trabajaron siempre para servir a su pueblo desde la educación, la
religión, la Cultura, el trabajo Social y Misionero.
Si alguna vez queremos buscar el verdadero significado del compromiso y un ejemplo de
vida, según el evangelio, hay que mirar por ejemplo hacia la figura de Roque
Chielli, quien encarna el testimonio de la Iglesia que debe ser con una jerarquía
sinceramente comprometida o el Padre Domingo Torre.
BASILICA SAN FRANCISCO: CASA DEL DIOS VIVO
Al ingresar a la misma, descubrimos que el interior es de una sola nave angosta y larga,
de 60 varas de largo por 11,5 de ancho y 18 de alto, con un crucero poco acusado y
capillas hornacinas, además de dos puertas traviesas. Las paredes son de piedras y
ladrillos gruesos y dobles, bóveda real y media naranja.
Retablo central: Es de mampostería y de estilo neorrenacentista. Tiene un vigoroso
movimiento debido a la posición de las columnas que separan las calles y al fuerte
moldurado que lo acompaña. Preside el nicho central del primer cuerpo del mismo, la
Imagen de la Inmaculada realizada en tela encolada con manos y cabeza de pasta, hecha
por el Padre Georgi, altura 235 cm., Salta, segunda mitad del siglo XIX. .
Como es habitual en ésta advocación, está de pie sobre la víbora que sostiene la
manzana del pecado original entre los dientes, mientras enrosca su largo cuerpo
alrededor del mundo que, rodeado de nubes, completa la peana. María tiene sus
brazos extendidos a lo largo del cuerpo y viste movida túnica blanca y manto celeste,
ambos de tela encolada.
La cabeza y las manos son de pasta, igual que el cabello que ce sobre los hombros y
la espalda por encima de los vestidos. La policromía reciente ha disminuido los
valores de la pieza. En el Libro de Fábrica de la Iglesia y convento de 1893, se
explicita que la estatua es la Purísima.
La Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María es
la Patrona y Reina de la Orden Franciscana. La Concepción Inmaculada es el don más
delicado y poderoso de Jesús a su Madre. San Francisco inició una nueva y humanísima
devoción a la Virgen. El beato Franciscano Juan Duns Scoto, fue llamado doctor mariano
por su particular empeño y la profundidad con que defendió este privilegio: María, por
los méritos de su Divino Hijo, fue preservada del pecado original en vista de la altísima
y singular función de madre de Jesús y por esto es la criatura más adornada por Dios con
toda gracia.
El dogma de la Inmaculada Concepción de María fue proclamado por Pío IX en 1854. Su
fiesta es el 8 de Diciembre.
Merece ser recordado por tan valiosa obra y por otras, el padre Arquitecto
– franciscano Luis Georgi de quien muchos ignoran su condición de verdadero padre de las
128
Bellas Artes locales. Vivió en Salta 27 años, llegando a nuestra ciudad en el año 1857 junto con
los misioneros de Propaganda FIDE. Volcó sus principales afanes en el templo Franciscano
restaurando y decorando el interior, proyectó a la vez el frontis y la torre.
De la riquísima producción de Georgi quedaron las imágenes de la Purísima
Concepción y San Severo yacente; a él debemos el decorado interior de San Francisco, su frente
y la espectacular torre. Juan B. Alberdi lo bautizó como el Miguel Ángel argentino. Murió en
1884 a los 50 años; Italia fue su cuna y Salta su inspiración
En el Seminario donde también ejerció la docencia junto a otro franciscano notable Fr. Salvador
Mazza dejó en el Seminario las obras de la Inmaculada Concepción y San Buena
Ventura. Aportó su arte también en Catamarca, Tucumán y Jujuy (…….)
Arriba de ésta imagen, en el centro se encuentra San Diego de Alcalá
el santo aparece de pie vestido con el hábito de la Orden, realizada en tela encolada,
en su mano izquierda sostiene una cruz de madera, lleva aureola de madera. Altura 150
cmts, Salta siglo XIX.
Se trata del primer franciscano español que sube a los altares. Santa
Teresa lo menciona en sus meditaciones sobre los Cantares como “un fraile que no hacía
más que servir”. Su fiesta se celebra el 13 de noviembre. Se le dedicaron iglesias, capillas,
altares y cofradías sobre todo en Sevilla.
A mano derecha Santa Rosa de Viterbo, imagen en yeso. Patrona de la Orden
Franciscana Seglar cuyo hábito usó desde los diez años Esta santa fue una laica declarada
santa el 4 de septiembre de 1252, es reconocida por sus dotes de visionaria como
demuestran las apariciones de la Virgen y de Cristo en la Cruz y, también de profetiza
pues habría predicho la muerte de Federico II. La Franciscanización de la santa se produjo
después de su muerte. Su cuerpo se encuentra incorrupto en la Iglesia de Santa María de
las Rosas en Viterbo.
A la izquierda Imagen de San Buenaventura, franciscano canonizado el 14 de Abril de
1482, Obispo – Cardenal y Doctor Seráfico de la Primera Orden, título que recibiera por
la humildad, la doctrina, la espiritualidad, su sincero amor a Cristo que dejaron una
impronta indeleble en la piedad cristiana de la Edad Media. Sus numerosos escritos de
teología mística, hagiografía y poéticos, unidos a la santidad de su vida, han hecho de San
Buenaventura uno de los grandes maestros de la espiritualidad cristiana, y para la
Orden Franciscana uno de los interpretes más profundos del mensaje de San Francisco.
Fiesta 15 de julio. Es memorable la disputa sostenida en unión con Santo Tomás de
Aquino en la defensa de los derechos de los Frailes Mendicantes al estudio y a la
enseñanza. Fue autor, de muchas obras de teología y de alta mística y biógrafo de San
Francisco. Imagen realizada en yeso.
PRESBITERIO
En el centro la Cruz Procesional: Signo del Cristianismo símbolo universal común a
todas las confesiones. La cruz no significa tanto la humillación de Cristo, cuanto su poder
victorioso.En nuestro tiempo es la Cruz, en verdad, un símbolo repetidísimo, en sus
variadas formas:
1.
La cruz que preside la celebración, sobre el altar o cerca de él.
129
2.
La cruz procesional que encabeza el rito de entrada en las ocasiones más solemnes,
y parece ser el origen de que luego el lugar de la celebración esté presidido por ella.
3.
Las que colocamos en las habitaciones de nuestras casas.
4.
La cruz pectoral de los Obispos, y el báculo pastoral del Papa.
5.
Las cruces penitenciales que los nazarenos potan sobre sus espaldas, en las
procesiones de Semana Santa.
6.
La cruz como adorno y hasta como joya, que muchas personas llevan al cuello.
7.
Y las variadas formas de “señal de la cruz” que trazamos sobre las personas y las
cosas (en formas de bendición) o sobre nosotros mismos en momentos tan
significativos como el comienzo de la Eucaristía o el rito del Bautismo…
La cruz es una verdadera cátedra, desde la que Cristo nos predica siempre la gran lección
del cristianismo. La Cruz resume toda la teología sobre Dios, sobre el misterio de la
salvación de Cristo, sobre la vida cristiana.
A la derecha, Imagen de San Francisco de Asís: Diácono, fundador de las Tres Ordenes,
Patrono de Italia. Canonizado por Gregorio IX el 16 de Julio de 1228. Es uno de los
personajes más célebres de toda la hagiografía cristiana, conocido y admirado en todo el
mundo, inclusive en ambientes alejados de la Iglesia Católica. Se le ha llamado Poverello
de Asís, amante y amado de la Dama Pobreza, Santo de la Renuncia y Cantor de la
Perfecta Alegría, por su adhesión constante a las enseñanzas del Evangelio, a las palabras
y a la figura misma de Cristo, hermano entre los hermanos, sufrido entre los sufridos,
criatura entre las criaturas que lo aman y lo alaban, o mejor todas las cosas creadas; desde
el agua a las plantas, de las estrellas hasta el fuego; de los animales a la tierra y a la misma
muerte. Su constante fidelidad a la Iglesia, mística esposa de Cristo, fidelidad atestiguada
por innumerables episodios… Fue el creador del primer pesebre viviente en Greccio en
la Navidad de 1223. Su conversión está signada por el Crucifijo de San Damián, que
todavía se conserva en Asís.
En San León, durante una fiesta predicó diciendo: “Tanto es el Bien que espero, que toda
pena es amable para mí”. Explicó en que consistía la perfecta alegría: En la tribulación,
en la persecución aceptada por amor y finalmente en el huerto de San Damián en Asís,
enfermo, casi ciego, llagado con los estigmas, después de una tormentosa noche de
insomnio entonó el Cántico de las Criaturas, uno de los más elevados himnos de
agradecimiento y alabanza. Aproximadamente 220 cm. de altura. Fiesta 4 de Octubre.
Ambas imágenes fueron traídas de Italia en 1896 por Don Matías Linares.
A la izquierda Santo Domingo de Guzmán: Fundador de la Orden Dominica,
canonizado en 1234 fiesta 8 de Agosto, español. Estudió teología fue elegido canónigo
de la Iglesia de Osma. Ordenado sacerdote, promovió la defensa de la fe católica
especialmente contra los herejes Albigenses, con la predicación y con el ejemplo de su
vida.
130
Es memorable su encuentro con San Francisco. Mientras oraba en San Pedro en el
Vaticano, en Roma, tuvo una visión: La Virgen Santísima se le apareció en actitud de
presentar ante su Hijo, disgustado por las culpas de los hombres, dos hombres que
sostendrían la Iglesia de Dios. El uno se reconoció a sí mismo; pero deseaban mucho
conocer al otro predestinado para tan gran tarea. A la mañana siguiente , reconoció bajo
los harapos de un pobre religioso, al segundo hombre: era , San Francisco de Asís. Los
dos Santos se abrazaron, y así echaron las bases para una amistad que se perpetuaría entre
las dos Órdenes (Porciúncula).
Fue el creador de la Devoción del Rosario de la Santísima Virgen.
Su iconografía es variada, porque representan aspectos de su vida: La azucena evocación
de su pureza virginal; un libro en la mano, recuerdo de la Biblia que llevaba consigo a las
Constituciones de la Orden. La mitra a sus pies rememora la renuncia que hizo a la
dignidad episcopal, la cruz patriarcal por su obra de fundador. Por lo demás siempre
aparece con el hábito de la Orden.
A la izquierda del Altar Mayor: Se encuentra el Altar del Santísimo Sacramento,
a partir del año 1988 durante la Guardianía de Fr. José Buttinelli, posiblemente fue
trasladado a ese lugar el Tabernáculo. La disciplina actual sobre el lugar en que se
debe conservar la Santísima Eucaristía es un fruto de la renovación litúrgica llevada a
cabo por el Concilio Vaticano II. (Recuérdase que en tiempos anteriores al
mismo ocupaba el lugar central del Altar Mayor es decir que era el elemento central
dominante respecto al propio altar). La disciplina actual sobre el lugar en que se debe
conservar la Santísima Eucaristía es un fruto de la renovación litúrgica llevada a cabo por
el Concilio Vaticano II. (Recuérdase que en tiempos anteriores al mismo ocupaba el lugar
central del Altar Mayor es decir que era el elemento central dominante respecto al propio
altar). Se consideró necesario, por eso, que, con motivo de posibles intervenciones de
adaptación, se dedique un cuidado especial al “lugar” y a las características de la reserva
eucarística. En este caso, reservar un lugar propio para la conservación de la Eucaristía
ha de entenderse de tal modo que permita subrayar aún más el misterio de la permanencia
de la presencia real y crear las condiciones para su adoración. El Santísimo Sacramento
debe ser reservado en un lugar arquitectónico verdaderamente importante, normalmente
distinto de la nave de la iglesia, apropiado para la adoración y la oración, sobre todo
personal, noblemente ornamentado, adecuadamente iluminado y semicerrado. Al lado del
tabernáculo debe estar la lámpara que ha de arder constantemente como signo de honor
tributado al Señor. En el caso de las Basílicas y Catedrales las lámparas son dos.
Sobre el tabernáculo está la imagen de San Francisco de Asís realizado por Felipe de
Rivera (1764) de pie, elevando su mirada al cielo, con un crucifijo en su mano derecha y
una calavera en la izquierda, viste el hábito de la Orden en tela encolada y ostenta una
bellísima aureola.
La cabeza y las manos de talla, son las que tienen real interés plástico. El artista ha
exagerado las venas, los pómulos salientes, el entrecejo, logrando acentuar lo expresivo
de las formas. Madera tallada, policromía no originaria, tela encolada, dientes de nácar,
ojos de cascarón- Altura 183,5 cm.
AUREOLA: Circular, de perfil movido. En el centro, estrella de seis picos recorridos por
estrías con botón circular. De cada punta se desprenden sendos motivos fitomorfos,
131
enmarcados cada uno de ellos por dos grupos de roleos vegetales. Sobre el borde otros
tantos motivos de similar inspiración más corto, que encierran una perilla, se disponen
alternados con pequeñas esferas. Plata repujada y cincelada. Diámetro 32,5 cm. Perú siglo
XVIII.
CAPILLA SEÑOR DE LA BUENA ESPERANZA
En el mes de noviembre del año 2004 se acondicionó la Capilla lateral izquierda que
hasta entonces era depósito, para dedicarla a honrar a Jesús de la Buena Esperanza, acto
de inauguración a cargo del Padre Guardián Fr. Mateo Krupsky ofm, del Padre Vicario
Fr. Domingo Torre ofm y del Padre morador Fr. Jesús Prieto Santamaría ofm.
“Cristo aparece sentado en un sillón de madera, vestido con túnica ajustada a la cintura;
de su cuello pende una soga. Con su mano derecha sostiene la cruz y con la izquierda la
caña. Falta la mano de la JUSTICIA que sujeta la balanza……en la que se pesa la
sandalia del Señor de la Buena Esperanza.
De rodillas aparece el condenado a muerte, acusado injustamente del robo de dicha
sandalia. Es esta una devoción que procede el Ecuador, pues la imagen original se venera
en la Iglesia de San Agustín de Quito. Cera, tela. Altura máxima 92 cm. ¿Quito fines del
siglo XIX?”
Leyenda: Esta imagen aparece por primera vez en la Iglesia de los Padres Agustinos de
Quito, Ecuador. En los comienzos de su veneración se lo llamado JESUS DE LA
PORTERÍA, primitivo lugar donde fue colocado, es una imagen que representa el III
Misterio Doloroso cuando lo coronan a Jesús “Rey de los Judíos”; por eso todas
nuestras súplicas las realizamos por los dolores de su coronación de espinas.
En ella están representados dos de sus primeros milagros:
En una oportunidad un labriego que todos los días se acercaba a la imagen
para pedirle ayuda para solventar los gastos de su familia, recibe de Jesús una
sandalia que era de oro y plata. Cuando los Agustinos ven que faltaba la misma
ponen la denuncia en la Justicia cuando el pobre señor va a vender el regalo
que Jesús le había hecho, el joyero lo denuncia y es llevado preso. Es declarado
culpable y condenado a morir en la horca cuando le preguntaron cual era su
última voluntad él dijo llevadme delante de la imagen de Jesús de la Portería.
Cuando él se arrodilló delante de la misma y, ante el asombro de todos los
curiosos Jesús le tiró la otra sandalia. Al ver esto todos gritaron Milagro y,
dieron gracias a Dios porque se había salvado un inocente. Los mojes y el
pueblo le quieren comprar la sandalia. Mas monedas de oro ponían en el
platillo de la balanza, y más pesaba la sandalia, por ello la inclinación de la
balanza.Representado por el monje Franciscano Capuchino (como el padre
Pío hoy San Pío). Este monje pasaba todos los días frente a la imagen de Jesús
de la Portería pero nunca se detuvo ni tan solo a mirarla. Un día le tocan el
hombro; mira hacia todos lados no hay nadie. Su fe lo lleva a pensar que es la
imagen quien le habla entonces le dice “Tú no necesitas nada? ¿No tienes nada
para pedirme? El monje le respondió tu sabes lo que necesito. Después de
132
conversar con la imagen regresa a su pequeña capilla y la encuentra llena de
gente con picos, palas y hierbas medicinales…Por que era su misión en ésta
vida enterrar a los muertos y curar a los enfermos. Esta pequeña imagen que
nos enseña a nosotros? Que Dios siempre vela por nosotros, no nos abandona
nunca nos falta la subsistencia. Pero recordemos que él vino a traernos la
VIDA ETERNA, Y luego en segundo lugar que a pesar que Jesús nos formó
desde el seno de nuestra madre y antes de todos los tiempos y sabe lo que
necesitamos, él quiere que nosotros se lo pedimos (Salmo 138. Sino veamos el
caso del mal Juez que a pesar de las súplicas de la viuda que pedía justicia
para ella y su niño solamente se la dio cuando sus súplicas lo cansaron. Si el
mal juez solucionó los problemas, con más razón Jesús que es buen Juez.
Siempre que se lo pidamos de corazón y sea para nuestra elevación
espiritual y eterna. Imagen donada por descendientes de la familia Rodríguez
MUNIZAGA, traída desde Quito Ecuador por la playa de la serena Chile.
RETABLO DE SAN ANTONIO DE PADUA:
Sacerdote, doctor evangélico de la Primera Orden canonizado por
Gregorio IX el 30 de mayo de 1232. Fue consagrado sacerdote de los Canónigos
Regulares de San Agustín. Pero impresionado por la vista de los cinco protomártires
franciscanos muertos por la fe en Marruecos el 16 de enero de 1220, pidió ingreso a la
Orden de los Hermanos Menores para predicar el evangelio a los Sarracenos y morir
mártir.
En Marruecos enfermó y tuvo que regresar a su Patria, de allí fue a Asís al capítulo de
Pentecostés donde se encontró con San Francisco.
En ocasión de una ordenación en Forlí, se le pidió que hablara y entonces reveló el tesoro
de su gran doctrina. Desde entonces fue destinado a la vida activa y apostólica, que
desarrolló en la predicación, en la enseñanza, en el gobierno de sus cohermanos como
Ministro Provincial y en la composición de sus escritos.
Predica en Rimini, donde convierte al hereje Bonillo, realiza el milagro de la mula, que
ayuna tres días y, luego se arrodilla delante de la Eucaristía.
Predica a los peces en el Litoral Adriático. Es el primero de los hermanos Menores que
en Bolonia, enseña teología a los cohermanos, por encargo de San Francisco, quien en
una carta lo llama su obispo.
En 1228 hacia la Pascua predica en presencia de cardenales y del Papa Gregorio IX el
cual lo llama “Arca del Testamento y Arca de las Sagradas Escrituras”, en 1230 compone
los “Sermones de Sanctus” en el Monte de la Verna.
El año 1231 marca el apogeo del apostolado de San Antonio que tuvo un carácter social.
Predica la Cuaresma, con fuerza ante Ezcelino Da Romano, se interesa por la liberación
del Conde de San Bonifacio y de otros Jefes Güelfos. El 13 de junio de ese mismo
año muere santamente en Argelia.
133
Pío XII, el 16 de enero de 1946 lo declara Doctor Evangélico
La imagen del santo con un lirio en la mano, símbolo de la pureza, debe su fortuna al
célebre bronce que Donatello realizó para el altar mayor de la Basílica de Padua
Otra inspiración lo representa con la imagen de Jesús niño en brazos recuerdo de una
aparición.
Es el tipo de imagen que corresponden a la transición entre la imaginería del Período
Hispánicos y la producción industrializada de la segunda mitad del siglo XIX, Esto último
se ve más claramente en la imagen del Niño Jesús que repite un tipo adocenado (oscuro,
pobre). Las ropas son de tela encolada. Pasta, policromía no originaria, tela encolad, ojos
de vidrio, altura máxima 157 cmts. ¿Salta 1640?
Aureola de San Antonio, hecha en metal, labrada y plateada. Ramos de lirios de alpaca
que sostiene el santo en la mano derecha.
CUADRO CON LA IMAGEN DE NTRA. SRA. DE LOS
DESATANUDOS
Anteriormente fue el retablo de la Virgen del Rosario de Pompeya
María la Desatadora de Nudos, es una advocación de la Inmaculada Concepción. Por
éste motivo el 8 de Diciembre es su fiesta. Esta Virgen: Nuestra Señora Knotenloserin
(La que desata los nudos) se veneró por primera vez en la Iglesia de Saint Peter am
Perlach en Ausburgo (Alemania) y se refiere a la mediación maternal de la Virgen para
resolver la maraña de nuestras dificultades. Probablemente fue pintada hacia el 1700, y
no sabemos a ciencia cierta quien es el autor de esta obra barroca. El pintor condenso en
el cuadro, una abundancia de ideas que suscitan confianza y animan a los fieles. Quien
mira este cuadro por primera vez queda sorprendido por lo extraordinario del motivo
pictórico. No se trata de una pintura de la “Madonna” o de la madre con su hijo. En la
década del `80, esta imagen de María “la que desata los nudos”, fue traída desde Alemania
por el entonces sacerdote jesuita Jorge M. Bergoglio (hoy Arzobispo de Buenos Aires) a
través de unas estampas postales y haciendo componer una hermosa oración a Nuestra
Señora, la comenzó a distribuir entre las distintas personas que con el se conectaban. Con
el tiempo, grande fue la difusión que, a través de esa sencilla vía, ha tenido esta
advocación de la virgen y, a la vez, se iban multiplicando escondidamente los testimonios
de “gracias” concedidas a través de esta imagen-postal que llegaba a manos de la gente.
Las madres siempre se ocupan de desatar los nudos del hogar y la vida familiar. Y por ser
María la madre de Dios, ella es la mejor de las madres. Todos tenemos nudos que nos
atan a esos problemas que parecen no tener solución, a esos conflictos eternos y a nuestros
pecados. También en todo matrimonio surgen nudos que complican la vida conyugal. La
Virgen Desatanudos nos ayuda a deshacerlos, a desarmar esos conflictos y a resolver
nuestros problemas. Es por eso que en sus manos debemos confiarlos.
CAPILLA de SAN PEDRO DE ALCÁNTARA
Franciscano. Canonizado el 28 de abril de 1669. Fiesta 19 de Octubre.
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Pedro promotor de una reforma de la Orden Franciscana. Estudió en la Universidad de
Salamanca, luego ingresó en la Orden de los Hermanos Menores y aún antes de ser
ordenado sacerdote, fue enviado como superior a fundar el Convento de Badajoz.
Funciones similares cumplió en Robledillo, Placencia, Badajoz. Pero en 1532 obtuvo
permiso para recogerse a una vida más retirada en el Convento de San Honofre de la Lapa.
Fue elegido ministro provincial de la provincia de San Gabriel donde redactó para sus
religiosos estatutos muy severos.
Pedro de Alcántara con su reforma quería volver la Orden Franciscana a la genuina
observancia de la Regla: Mediante la suma pobreza, la rígida penitencia y un sublime
espíritu de oración. Pudo atraer a numerosos franciscanos por aquel camino de reforma.
Siguiendo sólo a Cristo pisoteó todas las demás cosas humanas, feliz de estar crucificado
con él. ¡Que valor dio el Señor a éste Santo para ser durante cuarenta y siete años tan
áspera penitencia!
Aparece de pie vestido con el hábito y capa corta. Tiene los pies descalzos; representado
extremadamente demacrado. Los pómulos sobresalientes, el hundimiento de las mejillas
en trazos paralelos, la boca y las venas que recorren las sienes y el cuello son similares a
las de San Francisco. Las manos, de gran belleza, sostienen: La derecha la cruz en alto y
la izquierda el libro, que quizás alude al Tratado de la Oración y Contemplación que
escribiera. Madera tallada, policromía no originaria, tela encolada, ojos de cascarón,
dientes de nácar. Altura máxima 171 cm. Salta, c. 1764
La imagen responde a la narración que hace, en su Autobiografía SANTA TERESA DE
AVILA, quien con pinceladas maestras reproduce su fisonomía, narrando en todos sus
pormenores las terribles penitencias con las que había sometido su cuerpo.
VIRGEN DE LA DULCE ESPERA
Frente a la Capilla de San Pedro de Alcántara se encuentra la imagen de María Virgen
de la Dulce Espera, entronizada por Fr. Juan José Núñez ofm, guardián en el año 1998.
Realizada en yeso por el imaginero Peñalva??? Pintada por Silvina Figueroa el 4 –IX96
La devoción a Nuestra Señora de la Dulce Espera se remonta a muchos años atrás.
Hay imágenes de la Virgen María embarazada como por ejemplo la Virgen de Guadalupe,
patrona de Méjico y de América, donde ser percibe el abultamiento de su vientre. Muchos
son los que se encomiendan a nuestra Señora de la Dulce Espera por la llegada de un hijo,
por el feliz término de un embarazo y por los que hoy disfrutan de la dicha de ver crecer
sano y feliz al niño tan deseado. Siempre aparece con una mano sosteniendo un libro,
símbolo de la palabra y con la otra acariciando su vientre. Fiesta 25 de cada mes.
RETABLO DE SANTA LUCÍA
Mártir del siglo IV. Fiesta 13 de diciembre.
Lucía prometida en esposa a un conciudadano suyo, decide renunciar al matrimonio
y vender sus bienes para dárselo a los pobres. El prometido la acusa entonces de cristiana
ante el gobernador Pascacio, que la arresta y conduce al tribunal. Amenazada y halagada
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de diferentes maneras, Lucía no renunció a su propósito, por lo que el gobernador ordena
que sea llevada a Lupanar antes de ser martirizada. Nada logra hacerla resistir tampoco
tienen efecto sobre ella el aceite y la pez hirviendo. Condenada entonces a ser martirizada
allí mismo, antes de morir profetiza entre otras cosas que será Santa y protectora de
Siracusa.
Sobre su sepulcro se construyó inmediatamente una iglesia, que se convirtió en meta de
peregrinaciones.
Tanto para los romanos como para los latinos profetizó la caída de Maximiano y
Dioclesiano.
La conexión Lucía – Ojos que la hace protectora de la vista es explícita de la Iconografía
de la Edad Media, derivada quizás del acercamiento paratimológico del nombre griego
Lucía con el latino lux.
Es el tercero del lado izquierdo, de estilo neorrenacentista imagen de Santa Lucía en
yeso en buen estado.
SAN JUDAS TADEO
En yeso, altura 65 cm. Aureola de bronce
Apóstol (NT) fiesta 28 de Octubre. Las reliquias son veneradas en Reims y el Tolouse.
Su culto se ha difundido en Austria y en Polonia. Lleva como atributos el libro o el royo,
quizás en memoria de su misión apostólica en Asia Menor. Para diferenciarlo de Judas
Iscariote (el traidor) se lo identifica como Tadeo, que en arameo significa “magnánimo,
de corazón ancho”.
Muy pocos datos tenemos sobre él.
La tradición ofrece también pocos datos de su vida posterior. Podría haber predicado en
diferentes regiones de Palestina, Siria y Mesopotamia y habría muerto en Edesa, la ciudad
del rey Abgar a quien habría curado por mandato de Jesús.
Quizás por éste motivo se le invoca en los momentos de desesperación.
SAN BENITO DE PALERMO
Se encuentra en la capilla derecha al lado del altar mayor, llamado el moro. Religioso
de la primera orden. Canonizado por Pío VII el 24 de mayo de 1807. Fiesta 4 de Abril. A
los 21 años entró en una comunidad de ermitaños que vivía bajo la Regla de San
Francisco. Cuando murió el superior lo reemplazó elegido por sus compañeros. En 1562
ingresó a la Orden de los Hermanos Menores y entró en el Convento de Santa María de
Jesús, en Palermo.
Al principio ejerció el oficio de cocinero, con gran espíritu de sacrificio y de caridad
sobrenatural. Se le atribuyeron muchos milagros y durante tres años guió a su Comunidad
con sabiduría, prudencia y gran caridad. No fue sacerdote pero en 1578 fue nombrado
136
superior del convento. Fue nombrado maestro de novicios, atendió a éste delicado oficio
de la formación de los jóvenes con tanta santidad que se creyó que tenía el don de escrutar
los corazones.
Humilde y devoto redoblaba las penitencias ayunando y flagelándose hasta salirle sangre.
Cuando salía del convento la gente lo rodeaba para besarle las manos, tocarle el hábito
encomendarse a sus oraciones.
Fue el instrumento dócil de la bondad divina, hacía inmenso bien a favor de las almas,
realizaba curaciones y es el protector de los pueblos negros.
JUAN DUNS SCOTO
Cuadro pintado por el Profesor Marzzana de Salta, en el año 2003. Sacerdote, doctor
sutil y mariano Juan Pablo II aprobó su culto el 20 de marzo de 1993. Fiesta 8 de
noviembre.
Quizás no hay doctor medieval más sobresaliente que éste Franciscano Escocés que
estudió en Oxford, enseñó en París, fue expulsado por Felipe el Hermoso porque no quiso
firmar la apelación antipapal y murió en Colonia a la edad en que los otros filósofos
comienzan a producir, como si la llama del pensamiento le hubiese quemado la juventud.
Sus teorías sobre la Virgen y sobre la Encarnación, obtienen después de siglos la
confirmación en el Dogma de la Inmaculada Concepción y en el culto a la realeza de
Cristo.
Empleó su agudeza de ingenio en la sistematización de los grandes amores de San
Francisco: Jesucristo y la Virgen Santísima.
Después de Jesús, la Virgen Santísima ocupó un puesto importante en su vida. En una
disputa pública, en la Sorbona, permaneció silencioso hasta que unos doscientos teólogos
expusieron y probaron sus sentencias de que Dios no había querido libre de pecado
original a la madre de su hijo. Por último, después de todos, se levantó Juan Duns Scoto,
tomó la palabra y refutó uno por uno todos los argumentos aducidos contra el privilegio
mariano; y demostró con la sagrada escritura, con los escritos de los santos padres y con
agudísima dialéctica, que un tal privilegio era conforme con la fe y que por lo mismo se
debía atribuir a la gran madre de Dios. Fue el triunfo más clamoroso en la célebre
Sorbona, sintetizado en el célebre axioma: “Potuit, Decuit, ergo Fecit” (Podía, convenía,
luego lo hizo).
NAVE DE LA IGLESIA
Pared derecha primer retablo ALTAR DE SAN ROQUE es
más reciente que el resto y respeta el estilo, es el único de mármol. Imagen de San Roque
con el perro en yeso, altura 1,40.
San Roque de Montpellier: Peregrino de la tercera orden franciscana, fiesta 16 de agosto.
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Roque viajaba siempre a pie de ciudad en ciudad, solo y pobre, de un santuario a otro. En
aquellos años la peste devastaba a Europa y especialmente a Italia. Siempre se dedicó con
fervor al cuidado de los apestados, sin temer al contagio de la terrible enfermedad. Todas
las ciudades donde Roque se detenía fueron palestra de su inagotable caridad para con los
apestados, caridad reforzada con el fermento sobrenatural de los milagros.
También él contrajo la enfermedad y con una pierna dolorida, se detuvo a la orilla del río
Pó aislado de todos para no ser carga de nadie. Calmaba su sed con agua de un pozo, y
el hambre con el alimento que todos los días le llevaba un perro callejero. Por eso el perro
aparece en todas las imágenes del Santo Peregrino.
Fue canonizado en 1629. Es el protector contra la peste y, en los campos es el protector
contra algunas enfermedades de los animales como las pestes equina, bovina. Su
protección se extendió también a los viñedos lo que determinó que fuese el santo patrono
de los agricultores.
SAN JOSÉ
Ubicado en el brazo derecho del crucero, pertenece al estilo neorrenacentista. La aureola
que corona su cabeza circular. Dos sectores circulares concéntricos limitados por cordón,
encierran un círculo con elemento vegetal estilizados en relieve. En cada uno de los
sectores se han dispuesto temas de inspiración rococó con roleos, veneras, flores y hojas.
Dieciséis grupos de rayos de distinta longitud modelan la aureola. Un orificio permite
sujetar la pieza a la cabeza del santo. Plata repujada, cincelada y burilada. Diámetro 40,5
cm. ¿Perú? Fines del siglo XVIII.
Esposo de la Virgen María. Padre legal de Jesús. Patrono de la Iglesia, de los obreros y
de los moribundos es el único santo que recibe el tributo de la protoduría
Fiesta 19 de marzo. También es fiesta para la Orden Franciscana, pues San José es uno
de sus protectores.
La historia de éste personaje es muy sencilla, como se ve por el evangelio. Es el personaje
del Silencio. Ningún evangelista presenta una sola palabra suya.
José es el Jefe de la Sagrada Familia, pero no necesita imponerse y mandar para ser
respetado y obedecido; su autoridad proviene de su sabiduría, de su virtud, de su
conciencia de las necesidades reales de la familia en la cual piensa y a la cual provee
trabajando con sus propias manos en calidad de obrero.
Es la imagen de la sabiduría, rectitud, honestidad, fidelidad a la palabra de Dios,
laboriosidad y obediencia. Es un hombre justo.
Este hombre ejemplar, fue escogido por Dios para ser padre legal de Jesús y su
Guardián; maestro de vida en los primeros años de la infancia y juventud del Redentor.
Pablo VI dijo: “San José es el tipo del evangelio que Jesús anunciará como programa para
la redención de la humanidad, es el modelo de los humildes que el Cristianismo lleva a
grandes destinos, es la prueba de que para ser buenos y auténticos seguidores de Cristo
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no se necesitan grandes cosas, sino que bastan y se requieren virtudes comunes, humanas,
sencillas, pero verdaderas y auténticas”
SAN SEVERO
Sobre el ara de San José, la imagen yacente del mártir San Severo, bendecida por el
excelentísimo señor obispo de Berissa el último domingo del mes de Julio de 1877. Las
reliquias de éste Santo Mártir que se conservan dentro de la modelada estatua fueron
sacadas del cementerio de San Calixto en Roma en tiempo del Pontificado de PÍO VIII y
traídas a Salta en 1862 desde las catacumbas de Roma, por el Padre Fr. Prietro Pellicchi
junto con la de San Cesáreo Mártir, que se veneran en el Convento de San Salvador de
Jujuy, ambas son composiciones del Padre Georgi, emocionante por su encarne de cera
que da la impresión de la vida recién entregada a Cristo, trabajado sintéticamente. La
policromía y la sangre de pasta, que mana del costado, subrayan la expresión dramática.
Mártir, soldado romano. Fiesta 24 de julio.
Durante la guardianía de Fray Mateo Krupsky ofm; se encargó la restauración de la obra,
que se encontraba afectada por la humedad y las polillas. Este trabajo fue realizado por
la Sra. María Campero de Larrán y Lidia Larrán.
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
La devoción al Sagrado Corazón de Cristo comienza la tarde del Viernes Santo, en ese
momento de la vida del Señor de plena pasión cuando Juan, el discípulo amado, María la
Madre de Jesús y María Magdalena la pecadora arrepentida, contemplan a Cristo
crucificado y con sus ojos ven como un soldado, una vez que Cristo ha muerto con una
lanza le abrió el costado y detrás de este costado se deja ver el Corazón del Señor. La
lanzada no fue un sufrimiento más, Jesús tuvo muchos sufrimientos en su pasión, ya
estaba muerto cuando el soldado le atravesó el costado. Es un signo profundo, es como el
Padre quiere que quede para siempre Jesucristo: Con su costado con su Corazón abierto
de par en par. Cristo queda así con el Corazón abierto para toda la eternidad.
En la escritura se hace referencia al Corazón como la interioridad de Jesús. Es afirmar en
Jesús, Dios nos ama con un corazón de carne. La Sagrada Escritura nos ayuda a
comprender que la devoción al Corazón de Cristo no es una ideología, sino una
experiencia de amistad.
El corazón simboliza lo más íntimo, lo más profundo del ser de la persona; de este costado
abierto de Cristo en la Cruz ha nacido la Iglesia. Para los Santos Padres el costado abierto
del Señor es un corazón redentor, es decir las entrañas de misericordia de Jesús que se
entrega sin reservas para que todos los hombres descubran al Dios verdadero que es Amor
y tengan vida y vida en abundancia.
A Santa Margarita María de Alacoque el Corazón de Cristo le reveló como su amor
redentor arde hacia todos los hombres. Durante la adoración Eucarística Jesús le mostró
ese Corazón, que tanto ha amado a los hombres y que en recompensa es despreciado.
El Papa León XIII consagró al mundo a éste corazón de Jesús verdadero Dios y verdadero
hombre.
139
Pío XI, 1928, escribió la Encíclica “Miserentísimus Redentor” sobre la devoción
al Corazón de Jesús, llamando a los hombres a tomarse en serio éste amor, porque ahí
está la esperanza y la salvación del mundo y la fuerza capaz de frenar la violencia y el
mal que reinaban durante esos años en Europa y en todo el mundo.
Pío XII, después del horror de las Guerras Mundiales escribió la Encíclica más importante
“Ahurietis Aguas” en la que se habla de la verdadera devoción al corazón de Cristo, que
va más allá de las culturas y de los tiempos, pero que puede irse modificando según las
circunstancias.
También el Papa Juan Pablo II habló mucho a lo largo de sus años de pontificado sobre
esta devoción.
SAN MARTIN DE PORRES
Dominico, canonizado el 6 de Mayo de 1962; proceso ultimado bajo el pontificado del
“Papa Bueno Juan XXIII”, el 6 de mayo de 1962, en víspera del Concilio Vaticano II.
Fue un emigrado en busca de riqueza y prestigio social.
En 1854, ya conocido y respetado por su habilidad y extraordinaria bondad de trato con
todos aquellos que recurre a su ambulatorio (barbero – cirujano –medico –farmacéutico).
Decide abandonar el mundo ofreciéndose a los Dominicos como Hermano de Tercer
orden, los llamados “donados”. Su situación de donado era más humilde porque ni
siquiera era considerado miembro de la Orden Religiosa a pleno título.
Después de nueve años de largos y duros años de prueba fue oficialmente admitido entre
los hermanos coadjutores, y se le permite emitir los votos solemnes en el Convento de
Nuestra Señora del Rosario.
Su trabajo a lo largo de toda su vida fue realizado con espíritu de abnegación y deferencia
que despierta admiración y estupor.
Gracias a su infatigable actividad, el convento se transforma, a pesar suyo en un nuevo y
diferente hospital: acoge a todos sin distinción de medios o de raza.
Indebidamente ocupaba la celda de sus hermanos a quienes convence de que les cedan su
casa donde funda un orfanato, aún existente.
Contrajo el tifus y murió el 3 de noviembre, considerado como Santo y Poderoso
taumaturgo por todos, ricos y pobres blancos y no blancos del Virreynato del Perú.
Recordemos las palabras de Juán XXIII “Amaba a los hombres porque los estimaba más
que a sí mismo ya que con la humildad que tenía, consideraba a todos más honrados y
mejores que él”.
RETABLO DEL CRUCIFIJO
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Crucifijo: Imagen de tres clavos de tratamiento volumétrico y realista, que representa a
Jesús en agonía. El paño de pureza de tela encolada está recubierto con un faldellín de
seda moderna. La cruz de madera lisa tiene un resplandor con un nimbo de nubes.
Madera y pasta; policromía moderna, tela encolada, ojos de vidrio. Altura máxima 210
cm.; atura del Cristo 114 cm. Salta, segunda mitad del siglo XIX.
A sus pies se encuentra un cuadro del Ecce Homo.: Estas palabras latinas, que significan
“Aquí tenéis al hombre”, dirigió Pilato, a los Judíos mostrándoles a Jesús después de
azotado, llevando la corona de espinas en la cabeza y un manto de púrpura sobre los
hombros. Es un hombre sumamente pálido y flaco, de lastimoso aspecto; muy mal
tratado lleno de heridas, de contusiones, con el cuerpo quebrantado.
SANTA CLARA
Donada por las Hermanas Clarisas Franciscanas
Fundadora de las Clarisas, canonizada por Alejandro IV el 15 de Agosto de 1265. Fiesta
11 de Agosto.
Cuando Francisco supo del deseo de la joven Clara de conocer su vida para vivirla
también ella, su corazón saltó de alegría en el Señor. Los coloquios muy pronto la llevaron
a la fuga de la casa paterna y a la vestición en Santa María de los Ángeles de la
Porciúncula. En aquella Iglesia de San Damián, San Francisco profetizando a quien le
ayudaba, que allí vendrían “Santas Damas” que llenarían la Iglesia con el aroma de sus
virtudes, bien pronto, Clara reunió en torno a sí a un grupo de Vírgenes, entre ellas sus
hermanas Santa Inés y Beatriz y su madre Hortulana, de quien fue madre, maestra y
hermana.
Solo les prometía la riqueza de la más austera pobreza y penitencia y en cambio la alegría
de los coloquios con Dios.
La vida que llevaba en San Damián fue para toda la Iglesia un ejemplo de luz y de Fe, un
signo espléndido de las realidades celestes que ya estaban viviendo.
El Seráfico Padre dictó para las “Pobres Damas” de San Damián una regla basada en la
más estricta pobreza; Clara fue celosa guardiana de esa pobreza, tanto que obtuvo del
Papa Gregorio IX el llamado “Privilegio de la Pobreza”.
Se distinguió por el culto a la Eucaristía, al cual está ligado el episodio prodigioso de la
fuga de los sarracenos, que en 1242, asediaron a Asís y llegaron hasta el refugio de San
Damián. Aunque enferma, se hizo transportar con Jesús Sacramentado hasta el punto
más alto del Monasterio frente a los Sarracenos. Cuando hizo oración, se oyó una voz del
cielo: “Yo siempre os cuidaré y protegeré”.Los asaltantes, fulminados por una fuerza
misteriosa, abandonaron precipitadamente el sagrado recinto. Fiesta 11 de Agosto.
Generalmente se la representa con el ostensorio o la píxide, que evoca el milagro de la
retirada de los sarracenos (a partir del siglo XV).
Dos alegrías tuvo en su vida: Besar el cuerpo estigmatizado del Pobrecillo y desde su
lecho de muerte ver la celebración de la noche de Navidad, como si fuera televisión.
141
Pío XII la proclamó patrona de la televisión.
PESEBRE
Consta de 25 figuras en yeso de distintos tamaños, fue traído de Italia a principios del
siglo y bendecido por su Santidad San Pío X, (Niño Jesús alto 45 cm, Virgen María,
arrodillada alto 60 cm. San José arrodillado alto 60 cm. Un buey, largo un asno largo.
Pastor joven tocando flauta, rey mago parado (80 cm.) rey mago arrodillado, Pastor con
cara de viejo, arrodillado (55 cm) Pastor joven, con un corderito en las manos (55 cm)
Dos ovejas recostadas, largo 40 cm, pastor con cara de viejo, y una canasta de fruta a sus
pies, alto 45 cm, dos ovejas paradas, alto 30 cm, dos ovejas recostadas, largo 25 cm, dos
camellos, alto 35 cm, joven negro, con gorro rojo, alto 50 cm, pastor sentado en un tronco,
con una canasta con dos palomas alto 30 cm.
NIÑO DE ARACOELI
La prodigiosa imagen del Santo Bambino de Aracoeli fue esculpida en
Jerusalén por un piadoso religioso franciscano, sobre madera de olivo del Getsemaní,
aproximadamente a fines del siglo XV. Al despertarse, un día le esperaba un gran
prodigio, efectivamente, encontró la obra terminada por mano angelical. Este
acontecimiento se extendió rápidamente por la ciudad y por toda Palestina: de todas partes
acudían devotos al Convento de Monte Sión para venerar la imagen del Divino Niño.
Poco tiempo después el fraile fue trasladado a Roma por sus superiores. Así
como la estatua había sido esculpida para enriquecer a la Basílica de Aracoeli, donde
cada año se preparaba con gran solemnidad las escenas del Pesebre, tomó la imagen y la
trajo consigo. La imagen fue recibida en Roma con grandes muestras de júbilo, y apenas
puesta a la devoción de los fieles en la Basílica de Aracoeli, se produjo un continuo
concurrir de fieles que imploraban gracias especiales ante la milagrosa imagen.
Es tradición que la tarde de la solemnidad de Epifanía,
el pueblo romano se reúne a los pies de la escalinata de la Basílica, para recibir la
bendición con la sagrada imagen del llamado “El Niño de ORO”. Por otra parte las madres
romanas antes del parto suben a la colina del Capitolio, donde se encuentra la Basílica,
para pedir al Niño un buen parto y allí conducen también a los recién nacidos.
La fama siempre creciente del Niño de Aracoeli movió a León XIII y al
Capitulo Vaticano a decretar la coronación, que se celebró solemnemente el 2 de mayo
de 1897.
RETABLO DE SAN ROQUE
Imagen chica ubicada en el nicho superior del retablo. El santo de pie vestido con túnica
y capa corta de tela encolada lleva sombrero del mismo material y muestra la llaga de su
pierna derecha. Con su mano izquierda sostiene el bordón con la calabaza símbolos del
peregrino. A sus pies, el perro que lo cuidó, mientras estuvo contagiado de la peste. Es
de buena factura plástica. Origen: En mayo de 1870 Francisco Ortega, policromía no
originaria, tela encolada, ojos de vidrio. Altura 175 cm.
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SAN CAYETANO
Fundador de los Tiatinos. Se doctoró en estudios jurídicos en IN UTROQUE,
inmediatamente optó por la vida eclesiástica por lo que recibió la tonsura. Canonizado el
12 de abril 1671. Fiesta 7 de Agosto. A san Cayetano se le pide Pan, Paz y Trabajo.
Los gauchos judíos de Gerchunoff, EXPONENTE DE IDEALES DEL
PRIMER CENTENARIO
Dra. Susana
Martorell de Laconi
Introducción
En la Argentina de 1810, primer Centenario de la Revolución de Mayo, se
presentaban dos situaciones que no conjugaban entre sí: por un lado la nación era,
económicamente, floreciente; por otra parte, la problemática social, derivada de la
confusión étnica, era muy grande.
La población se repartía entre habitantes de las ciudades, gauchos del campo,
indígenas en zonas excluidas, e inmigrantes radicados casi todos en las ciudades,
principalmente en la metrópoli, cuya condición era ser obreros o pequeños comerciantes1,
y, en el campo: peones o arrendatarios. Los inmigrantes quedan en el litoral (Buenos Aires
y Santa Fe, principalmente).
En el censo ordenado en Buenos Aires por el intendente Güiraldes en 1869, la
población estaba conformada por un 46 % de argentinos y un 54 % de extranjeros, de los
cuales el 15,7 % eran italianos.
El segundo Censo Nacional de 1895 dio 1.830.000 h, de los que el 65 % eran
argentinos y el 35 % extranjeros, de éstos (los extranjeros) el 47 % eran italianos.2
Entre los extranjeros que llegaron, aunque no los más numerosos, estaban los
inmigrantes judíos provenientes principalmente de Rusia y Europa oriental. En general
se les había hecho imposible habitar en esas regiones, por los “progroms” frecuentes.
A partir de 1880, se intensificó el arribo de contingentes judíos, aunque la
Congregación Israelita de Buenos Aires databa de 1868.
Teodoro Hertz organizó su venida. Estos judíos huían de la barbarie
antisemita europea. Se pudo concretar por la ayuda del barón Hirsch, fundador
de las colonias agrícolas de Moisés Ville (Santa Fe) y Domínguez (Entre Ríos).
Argentina
se
143
presentaba para estos hombres como “la tierra prometida”, como el
Canaán donde hombres y mujeres de la raza de Abraham, podrían volver a las tareas de
la tierra, como lo indica el Talmud.3
El núcleo más importante de inmigrantes era el italiano, formado por genoveses,
friulanos, piamonteses, napolitanos, etc. Estos mezclaban el castellano que aprendían con
voces y expresiones propias de sus lenguas. Creándose así un lenguaje macarrónico que
remeda el español del Río de la Plata. Surgen: un argot, cuyos términos perdurarán; el
lunfardo, y algunos dialectos particulares, tipo “pidgins”, efímeros, llamados en general
“cocoliche”, que aparecerán por escrito en los sainetes y obras teatrales de comienzos del
siglo XX hasta llegar al Centenario y un poco más (1914).
El extranjero tenía pocas posibilidades de elevarse de su categoría social.4 Los
inmigrantes europeos trajeron a fines del siglo XIX y comienzos del XX ideas propias del
proletariado: el socialismo, el anarquismo y las huelgas. Había una considerable
marginación de vastos sectores. Vivían en precarias condiciones. En la ciudad, se
hacinaban en los célebres conventillos. Los que estaban en el campo se las ingeniaban
con las viviendas (ranchos) pero podían sobrevivir con el producto de cosechas y la cría
de animales.
Los movimientos sociales del proletariado se produjeron fundamentalmente en la
ciudad de Buenos Aires, a donde llegaban los inmigrantes5.
El Centenario. Situación política y social.
A pesar de lo dicho anteriormente, el Centenario se celebró con gran
pompa y euforia, ilustres visitantes: la Infanta Isabel de Borbón, el presidente Montt de
Chile, el general Von Golz de Alemania, el vicepresidente del Perú (Eugenio Larraburu);
y delegaciones de Francia, Italia, Japón, Holanda, Estados Unidos y Uruguay. También
intelectuales y escritores como Jacinto Benavente, Vicente Blasco Ibáñez, Ramón del
Valle Inclán, Georges Clemenceau, Anatole France, etc.
Se hicieron bellos monumentos distribuidos en distintos lugares de la ciudad. Se
editaron los doce tomos de documentos del archivo de San Martín. Se realizaron
importantes congresos, como el Congreso Americanista, el Congreso Feminista, el
Congreso Internacional de Medicina, la Cuarta Conferencia Panamericana, etc. L.
Lugones publica sus Odas seculares con su incipiente nacionalismo; Rubén Darío el
“Canto a la Argentina” y Prosas profanas; Alberto Gerchunoff: Los gauchos judíos con
su idealismo adelantándose al “crisol de razas”, concepto que triunfaría bastante después.
Pero no todo eran rosas: los sindicalistas de la Confederación Obrera Regional
declararon la huelga general6 para el 18 de mayo impulsada por los anarquistas. Es
reprimida por el gobierno con gran severidad y también por la acción de los grupos de
choque, formados por jóvenes de la clase alta, protegidos por la policía. Estos se lanzaron
contra asociaciones, periódicos y negocios de extranjeros.7
Ya en 1909 durante la “Semana Trágica” de mayo, la policía atacó a los asistentes
al mitín de la FORA (Federación Obrera Regional Argentina). La Ley de Defensa Social,
sancionada en 1910, permitía reprimir con dureza a los responsables de actos de violencia
y a los que impulsaban a la huelga.
144
El presidente era el Dr. José Figueroa Alcorta; pero el 12 de octubre de ese año
(1910) asume la presidencia el Dr. Roque Sáenz Peña acompañado por el Dr. Victorino
de la Plaza. (Con este gobierno se sanciona la Ley Electoral en febrero de 1912). Durante
el gobierno del primero el país se deslizaba por la senda del progreso: aumento del
comercio exterior, saldos positivos de las cosechas, extensión de las vías ferroviarias; a
pesar de la situación social alterada. Estos progresos sirvieron de base al gobierno de
Sáenz Peña que pudo dedicarse a problemas políticos y sociales con mayor atención.
Las letras
Las letras no podían permanecer ajenas a estos movimientos sociales.
La inmigración, específicamente la italiana que es la más numerosa, da lugar
lingüísticamente hablando al “pidgin” de carácter individual llamado “cocoliche”
(proveniente del peón calabrés llamado Antonio Cocoliche, quien es obligado a hablar en
la fiesta campestre de Juan Moreira)8 y contribuye a la formación del argot llamado
“lunfardo” desde 1880, que perdura hasta hoy día dentro de la lengua vulgar y hasta
familiar. El lunfardo y el cocoliche dan pintorescos toques a los “sainetes criollos” de
comienzo de siglo con Florencio Sánchez: (Canillita); Mauricio Pacheco: (Los
disfrazados); Gregorio de Laferrère: (¡Jettatore!); Alberto Vacarezza, quien da lustre al
grotesco con Tu cuna fue un conventillo, por nombrar algunas obras. Armando Discépolo
con Mateo, quien dice: “El grotesco es el arte de llegar a lo criollo a través de la
dramática”.
En estas pequeñas obras vemos fusionarse elementos gauchescos, lunfardescos y
extranjerizantes a la que se llega mediante el “crisol de razas” de los idealistas de esa
primera década del siglo XX.
Esta amalgama de elementos se manifiesta también en obras teatrales más amplias,
verdaderos dramas, más que comedias, como M’hijo, el dotor, La gringa, Barranca abajo
de Florencio Sánchez, creador del teatro argentino.
El lunfardo se expande principalmente por el tango, que ya era tango canción en
esa época y fue aceptado en París. Posteriormente en 1916 Vicente Buccheri crea la
revista El alma que canta, destinada en sus primeras épocas al material esencialmente
criollista de las milongas camperas.9
El máximo difusor del tango fue Carlos Romualdo Gardes o Carlos Gardel, quien
entre 1908 y 1917 elige un repertorio netamente “criollista”10. Esto coincide con las
preferencias del público criollo e inmigratorio que concurre a los circos, comités políticos
y pequeños teatros. A partir de esa fecha se dedica al tango canción con temática
arrabalera, preferentemente.
Los temas regionales de profundo sentido nacionalista se manifiestan en la obra
de los autores modernistas del Centenario, fundamentalmente en la obra de Leopoldo
Lugones en Lunario sentimental (1909) y Odas seculares (1910), en la línea modernista
inaugurada por el poeta nicaragüense Rubén Darío, radicado temporalmente en Argentina
145
como cónsul general de Colombia, quien había publicado en nuestro país Prosas
profanas (1896). Lunario sentimental de Lugones muestra la clara influencia del francés
Laforgue, con su brillo verbal y la renovación léxica, con las que construye la base del
vanguardismo posterior.
Se destacan también Enrique Larreta (La gloria de D. Ramiro, 1908), Atilio
Chiáppori (Bordeland, 1907), Roberto J. Payró (El casamiento de Laucha) y Enrique
Banchs (La urna, 1911), quien cierra el ciclo modernista. Maestro del cuento, está el
uruguayo argentino Horacio Quiroga, fundamentalmente con Cuentos de amor, de locura
y de muerte (entre 1906 – 1917).
La crítica y el ensayo tendrán su representante en Ricardo Rojas, reunidos luego
en La literatura argentina. Ensayo filosófico sobre la cultura del Plata, publicado entre
1917 y 1922.
El interés por lo nativo, de vieja prosapia con la literatura gauchesca del siglo
XIX, continuará con los “criollistas” de comienzo de siglo y los “regionalistas” del
Centenario, representado los primeros por Joaquín V. González y los segundos por Juan
C. Dávalos, Fausto Burgos y Pablo Rojas Paz en el NOA.
Como ya dijimos Alberto Gerchunoff se destaca entre los que escribieron hacia el
centenario con un idealismo exaltado que lleva a la ficción – realidad el sincretismo racial
judeo español.
El interés por lo nativo, en este caso las lenguas indígenas, y las palabras de uso
propio en nuestro país se manifiesta en lingüística con la publicación de diccionarios de
regionalismos. Así nos encontramos con las siguientes obras lexicográficas:
El Diccionario Argentino de Tobías Garzón, editado en Barcelona en 1910. Es el
primer diccionario confeccionado por un argentino que recoge voces de uso propio en
nuestro país. Incluye nombres de animales y de plantas.
El andariego Ciro Bayo publica su Vocabulario criollo español. Como él mismo
lo dice, éste debería haber sido: Provincialismos argentinos y bolivianos. Los
bolivianismos constituyen los dos tercios de los lemas con un amplio contenido de
quichuismos. Termina con una recopilación de refranes criollos en su mayoría.
Al año siguiente del Centenario, aparece el Diccionario de argentinismos de
Lisandro Segovia, quien recoge un vasto caudal de voces de uso en el país, no registradas
en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE, ed. décimo séptima). En la
Introducción, p. 12 dice: “sin olvidar que el porvenir del castellano está en América”.
Pensó llamarlo Diccionario del idioma castellano hablado en la Argentina.
Los gauchos judíos de Alberto Gerchunoff.
Elijo a Gerchunoff entre los autores del Centenario para referirme a su obra
primigenia, porque es el que mejor plasma en ella uno de los ideales de la época: “el crisol
de razas” –lo que es la Argentina ya en el Segundo Centenario- en su idílica obra, Los
gauchos judíos.
146
Alberto Gerchunoff –como ya se dijo- es uno de los integrantes de la sólida
plataforma literaria que descuella hacia el Centenario de la Revolución de Mayo, pléyade
de brillantes escritores que constituyen la “Generación del Centenario”. Todos tienen
alrededor de treinta años de edad y producen o comienzan a producir importantes obras.
Están impregnados de un naciente nacionalismo, entendido como una conciencia
de patria. Piensan que el arte de nuestro país puede nutrirse con una savia propia, aun
cabalgando en diferentes corrientes artísticas: el “modernismo” unos (Leopoldo Lugones,
Ricardo Jaimes Freyre, Enrique Larreta); el “costumbrismo naturalista” otros (Florencio
Sánchez, Gregorio de Laferrere en el teatro y Roberto J. Payró en la prosa) y el
“regionalismo” otros, como continuación del criollismo –y éste, de la poesía gauchescacon los autores norteños ya mencionados.
Alberto Gerchunoff, no puede eludir el aparatoso palabrerío y las rebuscadas
figuras del modernismo en cuanto a lo exterior, mientras que se muestra, en lo profundo,
como un amante de las bellezas de esta tierra de promisión a la que describe en bellísimas
estampas, mientras goza y nos embelesa con narraciones de anécdotas de esa vida
paradisíaca que encontraron los inmigrantes judíos en nuestra tierra. Por supuesto que su
realismo manifestado en sus descripciones, ampliamente impresionistas, se atenúa con el
idealismo de sus narraciones, tratando siempre de unir las costumbres exóticas de tierras
lejanas con las propias de esta tierra en un sincretismo, manifestado con un nacionalismo
no forzado, siempre sentido por su autor. Él siempre se sintió argentino, como dice
Martiniano Leguizamón (1910) en el “prólogo” de la obra:
“Podemos saludarle como a uno de los escritores de la tierra. Tiene el don de desentrañar
la oculta belleza de los asuntos más sencillos y familiares, con excelentes cualidades de
observación y una retina ávida para reflejar las emociones apacibles de la vida
campestre”. (p. 15).
Gerchunoff contribuye a dar categoría al relato breve, relegado durante
el siglo XIX a los periódicos, debido a la importancia que adquieren la poesía
y la novela (aunque incipiente) como arma combativa. En general la generación
Si quisiéramos clasificar
del Centenario reivindica la prosa breve.
literariamente la obra, nos encontramos en un callejón sin salida. Está formada por
veinticinco narraciones breves (estampas heredadas del romanticismo, narraciones
abiertas, cuentos y cuentos enmarcados) unidas todas por una temática general: la vida en
las colonias judías del litoral, específicamente de Rajil, cerca de Villaguay, en Entre Ríos.
Campea en ellas una relación dada no solamente por el tema, el espacio, el tiempo y
algunos personajes; sino principalmente por el “yo” lírico del autor que aflora como
narrador en primera persona, lo que le da un tinte autobiográfico especial.11
A veces también es el narrador testigo; aunque en general predomina el narrador
omnisciente o cuasi omnisciente. Otras, el narrador – autor busca un cuerpo a cuerpo con
el lector con un “tú” para entablar conversación y le dice: “Tú, lector”.12
Esta técnica narrativa mixta desde el punto de vista del narrador autor, le da
cohesión a la obra en cuanto al carácter autobiográfico de que está impregnada y la ubica
en los aledaños de la novela.
147
La obra estaría dentro de la estructura narrativa que llama Enrique Anderson
Imbert (1979, pp. 165-6) “armazón común de cuentos combinados” que está entre la
novela y una colección de cuentos surtidos (aunque estas narraciones breves no sean
siempre cuentos). Considera como ejemplos de este género híbrido: La guerra gaucha de
L. Lugones y Pago chico de Roberto J. Payró.
Otro elemento de la obra que la entronca con la novela es la creación y evolución
de un personaje: el pueblo de Rajil, aunque éste sea colectivo, como lo es también
Fuenteovejuna en la obra homónima de Lope de Vega (aunque esta pertenezca al teatro).
En “La revolución” (Gerchunoff, 1984, p. 129) las mujeres y el pueblo todo se rebelan
contra el alcalde venal y arbitrario de Rajil, el Rabí Isaac Stein.
Las descripciones de los personajes no son rápidas pinceladas, sino que se adentra
en el interior del mismo con técnica introspectiva, como ocurre en la novela. (No ocurre
así en el cuento en el que el personaje se presenta a sí mismo).
Otro elemento unificador en la obra son las descripciones de Rajil con las que
comienza cada relato. Son verdaderas estampas idílicas, como las geórgicas virgilianas,
con abuso de imágenes sensoriales en general. Así las lugonianas: “El cielo se ha teñido
de fulgores amarillos de sol” (“La lluvia”, p. 32);
“un sol fuerte nos ahogaba y desparramaba su llamarada por la campiña segada, que
parecía un inmenso cepillo de oro”. (“La trilla”, p. 53).13
Los retratos de los personajes, especialmente de las mujeres salpican toda la escena
en los diversos relatos. Así, Raquel en “El surco” (p. 40):
“El pelo desciende en alas oscuras sobre su espalda; y su cuerpo se dibuja bajo
el campesino percal, en la plenitud sabrosa que las caderas exaltan
([…])”
Todas mujeres son verdaderas encarnaciones de mujer fuerte de
la Biblia14.
No elude los retratos de varones; así el de Remigio
Calamaco, el boyero, gaucho de pura cepa:“Don Remigio Calamaco ([…])
Era alto y ancho, rugosa la cara, toda cubierta de cicatrices, larga la melena,
larga la barba que el viento agitaba en el tranquilo galope de su pangaré”. (“El
boyero”, p. 73).
En “La muerte del Rabí Abraham” describe al muerto
(su padre) con gran realismo:“tenía la cara torcida y en un rictus doloroso, los
ojos abiertos y hundidos, la barba rubia y densa temblaba levemente al paso
de los que salían y entraban en la habitación […]” (p. 82).
Las
descripciones del paisaje y de los personajes dan el marco a las anécdotas y
actúan de elementos unificadores.
Las citas bíblicas aparecen como
epígrafe en los relatos, aunque también se hallan en el desarrollo de estos. En
ocasiones hace un sincretismo en el imaginario religioso judío con los hechos
históricos argentinos: homologa el paso del Mar Rojo con la Revolución de
Mayo en el capítulo inicial, especie de prólogo del autor. En el epígrafe
cita La Ágada. “Con su fuerte brazo, el Señor nos libró de Faraón, en Egipto”
y como epifonema: “Oíd mortales…”15 El eclecticismo judío – patriótico es
un elemento unificador en el plano del contexto de la obra, siempre dentro del
campo semántico del “crisol de razas”, uno de los ideales del Centenario, que
148
Gerchunoff trata de plasmar en su obra. Conclusión
Desde el punto de
vista literario, Gerchunoff da categoría a la prosa breve: sea simple estampa,
narración con final abrupto, o cuento, abriéndose del cuadro de costumbres
propio del romanticismo. En cuanto al movimiento literario se sumerge en el
modernismo por sus imágenes sensoriales en sus descripciones del paisaje,
netamente impresionistas.
A pesar de la aparente desconexión de las
narraciones hay un hilo conductor que no es el argumento, sino su yo lírico
y la temática isotópica de haber llegado a la tierraprometida que identifica
con la Argentina, tierra de promisión, que les permitirá a los inmigrantes
judíos extraer los frutos de esta tierra ubérrima, como lo manda el
En esta obra tan idealista en cuanto a esta concepción, que sí se dará en
Talmud.
un futuro –y como cosa del pasado, ya concretada durante el siglo- recién para el
segundo Centenario. Su ilusión se habrá hecho realidad como él plasma en
sus Gauchos judíos.Hablando, eso sí, metafóricamente; porque en la actualidad los
judíos no prefieren las tareas campestres, como lo demostró él mismo con su vida
dedicada al arte, a la literatura con letras
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mayúsculas.
y técnica del cuento. B. Aires: Ed. Marimar. 1979. BAQUERO
GOYANES. Estructura de la novela actual. Barcelona: Ed. Planeta.
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Sucesores de Hernando. 1910.BOBES NAVES, MA. DEL CARMEN. La
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“Alberto Gerchunoff, labrador y boyero” en Los gauchos judíos de
LA
Gerchunoff, A. Buenos Aires: Aguilar. 1984 [1963]
ESTIRPE GAUCHA
Margarita Fleming de Cornejo
Estas breves anécdotas de gauchos que van a modo de flashes o semblanzas instantáneas,
ilustran algunos de los tantos rasgos que conforman la emblemática estirpe de nuestros
hombres de campo adentro.
149
He conocido a muchos. Cada uno encarna, en su tipo, virtudes y destreza dominante, el
espíritu que explica las montoneras que protagonizaron la guerra de guerrillas que lideró
Martin Miguel de Güemes, su ideal o prototipo, real o elevado al rango de mito
arquetípico, en legendario paradigma.
Santos Puca
Gauchazo físico y espiritual.
Acerca de él se impone una acotación inicial. Acotación strictu sensu, porque la persona
de Santos Puca requiere una caracterización especifica, que, en primer lugar, aclare que
este se sitúa en la frontera, en la línea de limite entre el gaucho y el coya.
No voy a extenderme, puesto que se trata esta distinción, en detalle, en una de mis
colecciones de Relatos Folklóricos Salteños. Téngase en cuenta simplemente que el
gaucho es un mestizo racial y cultural, principalmente entre español y andino, con neto
predominio hispánico en esta síntesis. A tal punto que aparece como cruza, tres cuartos
español y uno aborigen. En los rasgos físicos, costumbres, estilo, trato, lenguaje - su
manejo léxico y sintáctico -, modales y en rango principal la Fe Católica. En fin, es
notable, bien visible, la marca de procedencia de la cultura peninsular.
El coya, de igual modo mestizo, pero en inversa proporción, salvo aspectos de mayor
sello hispánico, sobrevenido, que el aborigen originario. Excepción hecha del físico que
es dominantemente aborigen y el castellano, en lo que concierne a la fonética, que
evidencia el corte y golpe principalmente quichua, vallisto (cacan) o de la población o
comunidad de que se trate.
Además, la lengua aparece como más elemental y mezclada con vocablos prehispánicos.
El gaucho puede denominarse pastor de llano y el colla pastor de altura, cada uno con
características propias bien diferenciadas.
Puca constituía (murió hace unos cinco años) un exponente singular de un modelo que se
extingue.
Inteligente, sagaz, rapidísimo en la respuesta, en la réplica intencionada, perceptivo,
observador. Baqueano destacado y superiormente dotado en todas las habilidades y
destrezas del hombre de a caballo y mula. Se integraba, se complementaba con su monta
en asombroso entendimiento. La mula se le sometía. Conocido es el temperamento
caprichoso y mañero del mular.
150
Santos tenía una guapeza proverbial para las sendas estrechas y próximas a los abismos.
En los viajes de altura, circulaba como en llano, a través de cuanta cuesta y desfiladero
hay en la zona del Paso de Yacones a Chile, hasta las cumbres próximas a San Antonio
de Los Cobres y más arriba.
Su presencia era icónica en los desfiles, tanto por la majestad de su porte, como por la
serena arrogancia que no es típica en el andino y sí en el gaucho. El se sabía diestro, estaba
seguro de sí y orgulloso de su origen.
Santos Puca fue el baqueano que halló los cadáveres de los dos infortunados muchachos,
que se habían internado imprudentemente, en el boscozo y abrupto ascenso contiguo a la
caída de agua de la empinada Quebrada de San Lorenzo.
Habían muerto congelados, la primera noche de su infausta escalada.
Ni los alpinistas, ni los helicópteros destacados por la policía con personal especializado,
pudieron dar con los muchachos.
Alguien se acordó de Puca. Siguió el rastro con precisión matemática, a la vez que daba
detalles y explicaciones de los desplazamientos de los chicos. Pisadas, tipo de zapatillas,
momento en que detenían, en que se desorientaron. Lugares donde se sentaron. Hasta que
llegó sin vacilación a una sacha gruta o caverna, en la que se habían refugiado por el frío,
la misma que la que la madrugada los sorprendió sin vida.
Cuando guiaba las idas a los cerros (no accedía más que a los pedidos de sus amigos), se
podía observar como se sacaba el sombrero, al alba, cada mañana y rezaba un buen rato,
luego de persignarse y santiguarse. Dice mi hijo Gregorio, que como tarabilla mencionaba
a sus difuntos queridos, a sus antepasados, encomendándolos en sus oraciones. “… Almas
de mi magre, mi pagre, Felipe Puca, Sofia Puca…” lo mismo cuando pasaban por algún
cementerio, en esas serranías por las que se aventuraban.
Antes de morir hizo llamar a mi hermano Abel. Delante de todos sus hijos, se los confió
diciendo:
-
Abel es como mi pagre (Abel podría ser su hijo, pues lo doblaba largamente en
edad).Cuando yo falte lo van a obedecerlo en todo lo que el los diga.Si se discuten entre
ustedes, vayan a verlo. Lo que el resuelva es lo que resuelvo yo, su tata de ustedes.Cuando
lo escuchen, me van a oír a mí. Para lo que neciten consejo, no vayan a nadie, sino a
Abel.Al poco tiempo murió.Pocos años antes, en una marcada en Castellanos, localidad
perteneciente al municipio de San Lorenzo, caminaba conversando con Abel, por una
151
especie de corredor, que separaba el campo, del corral en el que estaban pialando la
novillada. Santos era ya un hombre mayor.
Pasan por su lado dos hombres que habían salido del ruedo, ya bastante achispados de
alcohol.
-
¡Ma vé don Puca, echesé un pial! – dice uno.-
Dejalo tranquilo que ya es veterano
- replica el otro y continúan su paso lento, con una sonrisa condescendiente. Tal vez un
poco sobradora. Ellos ya habían acertado varias pialadas.Santos Puca, con su aplomo
habitual, recoge el guante. Acomoda despacio las vueltas del lazo que llevaba en la mano
y sin acercarse más al corral, es decir desde esa especie de pasadizo externo, atento a la
torada que se agitaba adentro, empieza a revolear las brazadas de tiento trenzado, por
encima de su cabeza.
Antes de que nadie pudiera darse cuenta de donde había salido la armada, ven clavarse
de jeta al animal.
Todos buscan con la vista al autor del asombroso lance. Puca se acercaba, recogiendo,
como al descuido, el lazo diestro en faenas, formando los círculos chicos que antes había
ampliado.
Estallo una cerrada ovación. Había volteado el vacuno, pialando por las patas delanteras.
Era un hombre bueno, ducho, hábil y sabio como no hay. Único en su tipo. No he
conocido otro como el.
Las personas que lo conocieron le profesaban profundo afecto y admiración. Ellos
erigieron en Pascha, un monolito a su memoria, mas arriba del “Sillón del Inca”, zona
precordillerana a donde sólo se llega a caballo y que Santos conocía como la palma de su
mano. Una multitud participó allí, del homenaje a su vaquia, honestidad, guapeza y
hombría de bien.
Pedro Unco
Mi primer encuentro con Pedro Unco, se remonta a mi infancia.
Estábamos en finca “La Troja”. Yo había salido del patio interno de la “sala” (casa
principal de la finca), sin duda burlando el cuidado de los mayores y estaba
peligrosamente inclinada sobre el broquel del pozo de agua que había en el guardapatio,
limite de llegada de los peones.
152
Vivian entonces setenta y dos familias en la finca.
Trabajaban principalmente con la hacienda. De gran ayuda eran los treinta y siete perros
vaquianos que se mantenían – precisamente para ayudar con el ganado – con las achuras
de los frecuentes carneos para consumo de la numerosa población de “La Troja”. Se
explotaba una importante calera. Además se quemaba hornos de carbón. Se traía leña y
madera a la ciudad.
El viejo trapiche ya no funcionaba. Zona marginal para la caña de azúcar, se dejó de
cuidar casi junto o poco después de la expulsión de los misioneros Jesuitas, sus antiguos
cultores.
Pero volvamos al aljibe. Lo que yo intentaba, con mis tres años de edad, era mirar mejor
el fondo del pozo, en donde se divisaba, muy lejos de la superficie, una preciosa claridad,
sin darme cuenta, en el tiempo de la más pura inocencia y de los más aterrantes riesgos,
de que me encontraba en inminente peligro de muerte, al buscar contemplar ese espejo
del cielo y las nubes.
Una sombra oscura rompió el encanto y me distrajo. Al volverme me encontré con un
hombre – que entonces me pareció enorme - cuya proximidad no era casual. Esto lo
deduje con los años.
Era Pedro Unco. Su estatura no era acorde a su coraje, pues era más bien bajo y delgado.
También es posterior esta apreciación.
Se quedó parado ahí. Sin articular palabra.
Lo ignoré, yo estaba en medio de una aventura mas interesante.
Se acercó más.
Hoy va mi recuerdo hacia el, hacia esa sombra protectora, hacia ese Ángel Guardián.
Ya más atrevida, estaba tendida en el borde, extendiendo las manos, con casi medio
cuerpo hacia el abismo.
-
¡Niñita! - Me sorprendió su voz que cortó nuevamente mi concentración – se lo va a
vencer el cuerpo – dijo.Yo lo miraba. No me molestaba su calma y su vos pausada y
segura. Pero me molestaba, si vale la antitética expresión.
¿Por qué no me sacó de una? Si sabía que me iba a caer.
153
También lo entendí después. Su actitud encajaba perfectamente en su historia.
Visteador sin igual. Rápido como el relámpago que en un parpadeo va a de oriente a
occidente. El estaba ahí al acecho. Como los grandes felinos que tantas veces cazó.
Ya salía gente de la casa, gritando mi nombre. Me estaban buscando y no me encontraban.
Unco no dijo nada. El gaucho es parco.
Mientras me daban unos retos que ni entendí, como tantos otros en mi niñez, Pedro se
alejaba para seguir con sus quehaceres.
Era tan buen hombre… La niñita era la hija del patrón, en este caso. En otro, cualquier
ser indefenso. Daba igual. Como igual era el patrón, al que el acata, al que brinda el
homenaje de la obediencia de su hombría, de su vaquía superior en tantos aspectos
camperos y de sabiduría profunda, de la tierra, del campo bravío. Agreste, salvaje,
sublime y tantas veces ominoso y cruel. Mas, su mundo, el que el conoce bien y domina.
Pero admite el orden, la autoridad de otro en el que reconoce otras capacidades e igual
coraje. No importa si menos destreza porque viene de otro mundo. El mundo que el
hubiera abrazado quizá, de no nacer con ese amor congénito, ancestral por lo campero,
por el caballo, por el trajín con la hacienda, por la cacería, por la libertad ilimitada. Ese
arbitrio sin más confín que el de su libérrima voluntad y la de los menesteres del trabajo
por su supervivencia y la de su familia, por el incremento de su propia tropa.
Ese patrón, decía, es además de su igual, su par, su hermano, su padre en la desgracia.
Si. Fue una desgracia, producto del alcohol (su esporádico vicio) y de su propia destreza.
Esa percepción visionaria, intuitiva, captadora, le indica y lo mueve a aceptar la
supremacía, por el bien del orden y la jerarquía. Pues sabe que sin autoridad no hay nada
y la respeta cuando quien la ejerce lo merece. Aún más, le brinda su incondicional
confianza.
Así se entrega al doctor, cuando es víctima de la fatalidad, en gran parte por leyes que no
coinciden totalmente con las de su ámbito, pero que castigan en el orden de la ciudad y
de su conciencia.
Porque el gaucho tiene dignidad y paga sus excesos ante la ley de los hombres y la ley de
Dios. De quien es hijo. Lo sabe. De allí su religiosidad profunda.
154
Sale al duelo, en defensa propia por su orgullo herido. Quizá una nada. Una
insignificancia.
Ese concepto supelativo de su hombría no admite que “lo manosee nadie”
Gran visteador Unco, decíamos, temido cuchillero, rápido al estocar como zarpazo de
pantera.
“Su desgracia” lo marcó hondo.
Estuvo en la cárcel. El Dr. Lo sacó.
Se trataba de un duelo criollo que se pudo calzar en la figura jurídica de la defensa propia.
No prometió nada.
En ocasión paralela actuaría del mismo modo. Aunque tenga que “pudrirse” en la cárcel,
como le advirtió al patrón.
El, en consecuencia había actuado como debía. Mal. Pero como se debe.
Siempre iba a defender su nombre, su señorío. Porque se sabía señor como el que más.
Porque era señor de sí mismo y en su ley. Aunque esta no coincidiera con la letrada, con
la de la ciudad.
Ricardo Condori [154]¹
-
Ricardo me contaba el otro día.-
Me tienen mal los chanchos. Me llevan sucio –
dice -.Cuando salgo a ver la hacienda, los perros olfatean el rastro al chancho y se van
detrás de los chanchos.
En el cerro, el gaucho sin los perros es un ciego (Alejo Carpentier en su novela “Los
Pasos Perdidos”, ilustra y describe con gran acierto esta situación de desprotección del
hombre cuando habla del “tiempo del perro” que es seguido luego por el “tiempo del
caballo”). Sin los perros, ahí, no se puede hacer absolutamente nada. Porque los que paran
la hacienda, los que frenan los novillos, los vuelven, los hacen empacar, mordiéndolos y
dan tiempo a que el hombre pueda llegar y pillarlos, son los perros.
Sin los perros se encuentra varao.
155
Por ahí se anda doce horas de caballo y cuando ya se está cerca del lugar a donde tiene
que ir, los perros olfatean un rastro de chancho del monte y los perros se le van a la m…,
siguiendo el rastro.
Lo dejan. Botao al gaucho. Así no le queda más remedio que volverse. Los perros se
pueden quedar dos o tres días en las cuevas.
Una vez Ricardo estaba al lado de una cueva de chanchos, medio sin posibilidades de
retroceder, porque para atrás tenía el precipicio.
Bueno… y ahí estaban los perros acosándolo al chancho, ladrándolo al chancho que
estaba encuevau.
Ricardo estaba con el arma, porque había salido dispuesto a cazar. Desde arriba de la
falda, ladera, en el cerro, se ha largau a la senda, para caer con el arma frente al chancho
y sorprenderlo al chancho. Entonces se ha largau y en el acto, le ha pegau la atropellada
la chancha. Era una chancha.
Ricardo tenía una escopeta de un solo caño, cargada con perdigones gruesos. Entonces ha
atropellau la chancha y él le ha metío el tiro en la cabeza. Y dice:
-
Y ¿Qué me cuenta? – dice - atrás venía el chancho. Yo no tenía para donde
retroceder. Gracias a Dios y a la Virgencita, que hi podìo sacar el cuerpo, a la
arremetida, la envestida y me a pasau por el lau de la cintura el chancho.Y yo le
digo:¡Uh!, Gracias a Dios que no te ha llegau a agarrar. ¡Menos mal! Se a
largau y se ha ido…No – dice - ¡Que se va a ir! Hasta el cabo le hi metío el
puñal.¿Cómo el puñal?Claro. Hi ladiau el cuerpo pero cuando hi ladiau el
cuerpo ya estaba sacando el cuchillo que tenía en la cintura y se lo hi metió hasta el
cabo. Le hi partío medio a medio el corazón.Se juegan la vida a cada rato. No tienen
margen de error.La vida en la ciudad es más compleja, más llena de cosas, pero aquí
es esencial. Aquí los lances son esenciales, de vida o muerte, en muchos
casos.Bartolomé Jerónimo
Bartolomé Jerónimo era un notable gaucho, baquiano y gran rastreador.
Cuidaba la hacienda como a sus hijos. No se le perdía ningún animal. Si alguno se
escapaba al monte o al cerro, le seguía el rastro hasta que lo hallaba y lo volvía al puesto.
A veces tardaba más de un día la búsqueda, pero como sabueso no cejaba hasta
encontrarlo.
156
Un día iba mi papá con él, que desde el caballo no dejaba de mirar el suelo, en pos
de la huella de una vaca que se había descampado, estando próxima a tener cría.
Ya llevaban horas andando. Bartolo señalaba, de rato en rato, pisadas entre pastos
y yuyarales, completamente invisibles para mi papá. Cansado le dice que quizás alguien
la había arriado.
-
No doujtor, las huellas están claritas y por aquí no ha pasau nadie, aparte de una
mujer en un caballo rosillo.-¡Eh Bartolo, ya me estas cuentiando!¿Como vas a
saber? Ni que fueras adivino.Si estas viendo las huellas de un caballo, serán las del que
ha cuatreriau la vaca. Pero de ahí a que me digas que era una mujer y que iba en un
rosillo… ¿Qué me estas tomando el pelo? O me crees opa.No doujtor, como va
pensar eso.Mire, por aquí ha seguío todavía la mujer por el mismo rumbo que la
mocha.Le digo que es mujer, porque ande hay un churqui, las huellas de su caballo no
pasan por debajo. El hombre se agacha. La mujer pega el riendazo y lo esquiva.
Siempre le mañerea a agacharse. Tá patente que el caballo es rosillo porque hay pelitos
en las champas altas que ha raspau al pasar.Vea, mire. Yo hace rato que li oservau. Pero
pa’ eso hay que andar mirando, fijarse, ‘tar atento por ande uno va.Más adelante, han
pasado por un rancho y han preguntado.A la vaca mocha, no la habían visto. Pero el día
anterior había pasado la mujer de Adislao en un rosillo nuevo, que habían cambiado por
dos tamberas, en la finca La Cruz.En otra ocasión, en una aguada, Bartolo dice,
mientras esperaban que llegue la hacienda a tomar agua:No van a bajar ni la osca,
ni la azotada ni la porotilla, porque ya han venío a tomar agua más antes.¿Cómo
sabés? – le pregunta mi papá.Por el rastro, pues. Ellas han ‘tau aquí.No – dice
mi papá – lo que quiero saber es como te das cuenta cuales son las que han andado por
aquí.Por la huella, por la pisada, pues. Si no son tantas como para
confundirse.Pero si todas las pezuñas de vacuno son iguales. Mas grandes o mas
chicas, pero iguales.No son iguales doujtor, son parecidas pero no iguales.Además,
pisan distinto una de la otra.Es como las cartas. Usté no necesita abrir el sobre para
saber quien le ha escrito, porque reconoce la letra. Son las mismas letras pero cada uno
las dibuja a su modo, distinto. Bueno, así es con la huella de la pisada. Todos los
vacunos tienen pezuña, pero al pisar se dibuja distinto el rastro. No sólo por el tamaño,
sino por la forma, la ranilla, el peso del animal, algún defecto o torcimiento, más
abierto, más cerrau, si ramia o arrastra, si pisa limpito. No es lo mismo si es viejo el toro
o nuevo. Siempre hay diferencia y si no son muy muchos los animales, uno acaba por
conocerlos bien a cada uno y distinguir sus huellas. Si no, un cuidador de hacienda sería
como un ciego encargau de escritos.
157
UNA CASA HISTÓRICA
EN EL PUEBLO DE CACHI
Rodolfo Leandro PLAZA NAVAMUEL
Los salteños tenemos un enorme patrimonio histórico. A pesar de ser conscientes
de ello, muchas veces no lo sabemos valorar. Existen en la ciudad capital como en cada
uno de los departamentos de la provincia, un sin fin de auténticos monumentos que están
en franco proceso de deterioro, otros, en hora buena, se hallan en vías de restauración.
Sabemos que recuperar ciertos edificios significa una importante inversión, pero no
debemos olvidar que abandonarlos o demolerlos da lugar a una pérdida inexorable a
nuestro país que atesora una riquísima historia en su interior.
No hace mucho, me pidieron información respecto a la casa que actualmente se
conoce como Casa Tedín, pero cuyos terrenos y original edificio en lejanos tiempos fue
de ilustres hombres y mujeres, que tuvieron una importante participación en la historia de
la Provincia de Salta.
Según consta en el archivo y en la tradición de mi familia paterna como materna,
ambas descendientes de antiguos vecinos del Valle de Calchaquí, y cuyas informaciones
al día de hoy se conservan en archivo particular, puedo afirmar que la casa esquina frente
a la plaza del pueblo de Cachi, tiene el privilegio de guardar en sus muros, en sus pisos y
en sus techos, un profundo pasado y la herencia más pura de nuestra raigambre salteña,
aunque diría casi desconocida por sus actuales moradores, como por los pobladores del
Valle y comprovincianos en general.
A fines de la década de 1820, el guerrero de la Independencia don José Remigio
de Lea y Plaza ya había hecho construir su casa frente a la plaza del pueblo de Cachi, en
terrenos que le había cedido doña Valeriana de Frías, esposa del vizcaíno don José de
Aramburú, solar que habitó hasta su muerte ocurrida en la noche del 17 de diciembre de
1863. El matrimonio de Aramburú y Frías y sus descendientes fueron los dueños de la
Hacienda de Cachi, es decir, de lo que es Cachi y donde se emplaza el actual pueblo. A
principios del siglo XIX, comenzó a poblarse la mencionada hacienda, gracias a que sus
dueños cedieron parcelas a algunos allegados, familiares y amigos. Los herederos e hijos
del matrimonio, fueron: 1. don Felipe José de Aramburú y de Frías, casado en 1828 con
doña María Irene de la Quintana; 2. doña Apolinaria Liboria de Aramburú y de Frías,
casada con don León Francisco de Urteaga, y 3. doña María del Carmen de Aramburú y
de Frías, casada con don Juan Marcos Salomé Zorrilla. Es oportuno mencionar
que don Felipe José de Aramburú y de Frías, fue padrino de bautismo en 1850 de
Wenceslao Plaza, o sea que era compadre del padre de éste, don José Remigio de Lea y
Plaza, el dueño de la casa en cuestión.
Cachi, donde habitaban los indios diaguitas, fue asignada en calidad de encomienda
a doña Margarita de Chávez a finales del siglo XVII. En 1719 perteneció a don Pascual
de Elizondo y más tarde a los Aramburú. Se sabe que la Hacienda de Cachi permaneció
como tal hasta bien entrado el 1900 y era un poblado muy reducido. El gobierno
provincial a mediados del siglo XX con políticas de expropiación y parcelado, dio lugar
a la formación del actual pueblo, hoy cabecera del Departamento del mismo
nombre.Hasta hacepocos años se veía una única tumba en la Iglesia Parroquial, que
guardaba los restos de doña Apolinaria Liboria de Aramburú y de Frías, hija de doña
158
Valeriana y de don José, y en cuya lápida tenía la siguiente inscripción: “Momento de
dolor consagrado a la tierna memoria de Da. Liboria Aramburú que falleció el 22 de
Diciembre de 1835, lo dedica su inconsolable esposo Dn. León Francisco de Urteaga”.
Sin embargo, esta lápida que custodiaba el recuerdo de una historia tan significativa, fue
desalojada de su lugar, en una muestra más, hoy tan frecuente, de desaprensión para con
los benefactores del templo, de la iglesia y los fundadores del pueblo de Cachi. ¿Qué será
de los restos de doña Liboria?.
Cabe recordar que doña Valeriana de Frías, al igual que sus hermanos los capitanes
y destacados patriotas del Valle, don Tomás y don Nicolás de Frías y Aramburú, a pesar
de sus vinculaciones genealógicas con la familia realista de Aramburú, adhirió
fuertemente a la causa de la Independencia Americana, colaborando con su dinero y
hacienda. Podemos citar que existe una conocida carta del Tte. coronel don Gaspar López
(de Vera) al general Martín Miguel de Güemes, fechada en Payogasta el 7 de noviembre
de 1820, comunicándole que “doña Valeriana de Frías y don José María Plaza, donaron
para el ejército veintiocho reses”.
Reiteramos entonces, que la casa esquina, fue construida en terrenos de la antigua
Hacienda de Cachi, por el hacendado, vitivinicultor, insigne patriota, guerrero de la
Independencia y comandante de las “Milicias Provinciales de Cachi”, del “Batallón de
Infantería de Granaderos Unitarios”, y de las Fuerzas Revolucionarias de Caballería
Unitaria, Tte. Cnel. D. José Remigio de Lea y Plaza (1796-1863). Pasaron los años y este
inmueble recayó en manos de otros propietarios. Actualmente, según me informan
pertenece a los descendientes de la familia Tedín y por eso es conocida como la casa de
Tedín. No podemos cerrar esta referencia sin hacer mención que el general Güemes, tuvo
en su gobierno como Secretario, al coronel don Toribio Tedín, otro de los olvidados
próceres de nuestra provincia.
Casa que hizo construir para su residencia, el guerrero de la Independencia
Tte. Cnel. D. José Remigio de Lea y Plaza, a fines de la década de 1820, solar
que habitó hasta su muerte ocurrida en la noche del 17 de diciembre de 1863
El teniente coronel don José Remigio de Lea y Plaza nació en la estancia que
había pertenecido a sus abuelos paternos, como posteriormente a su padre y que una parte,
él también heredó y trabajó, en San José de Caracha (San José de Cachi) del Valle de
Calchaquí, el 1º de octubre de 1796, incorporándose al Ejército en 1811, es decir, a los
15 años de edad. Se integró a las fuerzas que crearon en el Valle Calchaquí algunos de
sus familiares, las que eran mandadas por su primo hermano y cuñado, el coronel don
Luis Borja Díaz de Lea y Plaza, de sobresaliente actuación en la Guerra de la
Independencia.
Intervino en 1813 en la gloriosa Batalla de Salta, y después en diversas operaciones
de los escuadrones patriotas, algunas triunfantes y otras que acabaron en derrota, pero en
las que no dejaba de ponderarse la entrega y coraje de Plaza. Don José Remigio de Lea y
Plaza ya había excluido la primera parte de su apellido (de Lea), simplificándolo en Plaza,
como un modo de identificación con la causa de Mayo.
Encontrándose en estas riesgosas maniobras en distintos parajes de la Quebrada
de Humahuaca, junto al coronel don José Francisco “Pachi” Gorriti, se batió
159
valerosamente en Yavi, pero la avanzada enemiga terminó por imponerse en el trance,
siendo apresado y trasladado por los realistas a una cárcel de Potosí, debiendo someterse
en ese aprieto a una travesía sumamente cruenta.
Al cabo de varios meses, después de trágicos sucesos registrados en las
inmediaciones de su encierro y tras ser sometido a un consejo de guerra para su casi
segura ejecución, pudo escaparse. Huyó al amanecer hacia un cerro de las proximidades,
refugiándose en el interior de una mina con la intención de esperar hasta la noche
siguiente para continuar la fuga, pero, según sus declaraciones, expuestas por orden del
teniente coronel Gregorio Aráoz de Lamadrid ante oficiales de la División de Vanguardia
del Ejército Auxiliar que éste comandaba, en el interior del socavón fue sorprendido por
un cholo, aparentemente cuidador de la mina y temiendo que vaya a delatarlo ya que en
aquel momento aún llevaba puestas las cadenas de la prisión, no tuvo otra alternativa
que quitarle la vida. Declaró asimismo que semanas antes de su fuga, unos cuarenta y
tantos prisioneros de los de Yavi fueron degollados en la plaza cercana al lugar de su
detención el Día de Reyes, junto a tres mujeres patriotas. Informó de otros hechos
gravísimos ocurridos en Potosí con anterioridad a ese episodio e indicó que él y sus
compañeros de presidio habían sido víctimas del peor trato por parte del enemigo. Dio
una detallada explicación de todas las peripecias que debió sortear en su difícil camino
de regreso, en el que no faltó el encuentro con comunidades aborígenes poco amistosas y
a las cuales, no obstante, consiguió aplacar, hasta llegar sin otro inconveniente a su
regimiento de los Valles, lo que alcanzó –indica la historiadora Cadena de
Hessling- merced a su dominio de los idiomas quechua y aymara, que aprendió cuando
niño en el trato con los peones de la estancia de su padre.
Estas declaraciones fueron tema de una carta de Belgrano a Güemes, fechada en
Tucumán en abril de 1817, en la que luego de referirse a la huida de prisión del oficial
José Remigio Plaza entre el 6 y 7 de marzo, el general Belgrano menciona en su misiva
a los cuarenta prisioneros de Yavi degollados en la plaza el Día de Reyes, como así a
cuatro mujeres patriotas y a los espaciados fusilamientos de más de mil prisioneros en
el trayecto desde Yavi a Potosí, a donde solo llegarían poco más de doscientos. Esto, con
la orden para que no llegase a Santiago ningún oficial vivo, agrega seguidamente que eso
me confirma en mi opinión que son unos inicuos y me conservará en ella aunque les viese
hacer milagros (...) Aseguro a usted que calificados aquellos hechos, al primero que
ahorco si lo pillo, es al general, en alusión al jefe realista en el Alto Perú José de la Serna,
prevenido por Belgrano, según se ha visto, de que actuaría a la recíproca conforme sean
sus actos de barbarie. Don Remigio tenía entonces 21 años de edad. A su regreso participó
activamente de diversas acciones de hostigamiento a invasiones realistas que amenazaban
la provincia de Salta, y en 1820 don Martín Miguel de Güemes le confirió los despachos
de capitán graduado atendiendo a los laudables méritos y distinguidos servicios del
teniente don Remigio Plaza.
Rúbrica de D. José Remigio Plaza, julio de 1817.
Título de ascenso militar otorgado a D. José Remigio Plaza
por el gobernador intendente D. Martín Miguel de Güemes
Fue incorporado al Batallón de Infantería formado por el coronel José María Paz,
que marchó a la guerra contra Brasil en 1827. Posteriormente se alistó en las filas
160
unitarias, junto a su hermano el coronel don Manuel Ubaldo Plaza. En uno de los
encuentros con fuerzas federales recibió heridas de gravedad, que lo obligaron en 1829 a
pedir licencia del Ejército. Pero en 1834 otra vez lo vemos en avanzadas militares como
teniente coronel y comandante de las Fuerzas Revolucionarias de la Caballería Unitaria.
Sus fuertes convicciones lo llevaron a sufrir nuevas persecuciones y exilios. Falleció en
1863, a los 67 años, dedicado en los últimos tiempos a tareas rurales en su propiedad de
San José de Cachi. Estuvo casado primero con doña con Dorotea Mendía y Baisa (o
Baeza); viudo, contrajo nupcias con doña Trinidad Gallardo y Olmos, y viudo de su
segunda esposa, se casó en terceras nupcias con doña Trinidad Arias de Navamuel.
161
LOS ESCRITOS JUDICIALES DE LOS REGIDORES
MEDIEVALES
Dr. D. José Miguel López Villalba.
Miembro correspondiente en España del Instituto San Felipe y Santiago
de Estudios Históricos de Salta (República Argentina)
Profesor Titular de Ciencias y Técnicas Historiográficas
Universidad Nacional de Educación a Distancia
Madrid. España
Se han recogido con este nombre algunos documentos de oficiales del concejo
encontrados en un archivo municipal que intitulados por estos oficiales se
inscriben dentro de un proceso judicial formando parte de unos procedimientos
que actualmente podríamos definir como “contencioso-administrativo”.
En cualquier proceso judicial se suceden los documentos presentados: de
demanda, de contestación de la demanda, de prueba. Todos ellos se emiten como
pasos previos al fallo judicial. Digamos pues, que estos documentos son de
trámite, y sirven para resolver asuntos de carácter jurídico, en el que unos oficiales
están actuando a título propio o en representación del concejo.
Son en definitiva documentos de trámite o instrucción escritos dentro de un
procedimiento más extenso al cual sirven. Pues bien esos documentos suelen
aparecer individualizados en nuestros archivos, fuera del conjunto que los vio
nacer, aunque lógicamente pertenecen a un proceso judicial, forman parte de él.
Con estas características se han encontrado tres documentos en el Archivo
Municipal de la ciudad de Guadalajara (España), que se presentan al final de este
artículo con los números 1, 2 y 3, cronológicamente muy cercanos entre sí y con
el mismo asunto jurídico, la problemática de los regidores, cuyo número se había
acrecentado en la ciudad, en la década de los años sesenta, a raíz del
enfrentamiento entre el rey Enrique IV de Castilla y la familia de los Mendoza, el
grupo nobiliario medieval principal de la citada ciudad de Guadalajara. La
intervención de estos últimos llegó hasta el acorralamiento total del concejo y sus
oficiales, con un evidente ultraje hacia los principios legales del gobierno
colectivo de la ciudad.
Como se demuestra en determinados documentos la personalización del gobierno
local en manos de las cabezas del linaje mendocino se hace notoria por medio de
estas actuaciones directas, auténticas vejaciones. Era tal el dominio que tenían en
el gobierno concejil que no podían consentir que se mantuviesen en el regimiento
162
determinados oficiales colocados por el rey Enrique IV en los últimos años, es por
ello, que consiguieron, con argucias evidentes, una carta del rey mediante la cual
se debían extinguir aquellos oficios de regidores acrecentados, con el consiguiente
perjuicio para los interesados por la resolución de dicho asunto. De este modo y
nuevamente, los Mendoza, demostraron una influencia absoluta sobre el concejo
y en la consiguiente toma de decisiones de sus regidores.
Los regidores que perdían el oficio por culpa de aquella resolución real eran
Rodrigo de la Torre, Lope de Torre, Diego de Ceballos, Alonso Gutiérrez de Ecija
y Diego Garabito. El primero hizo de representante del grupo de los afectados y
solicitó por medio de un escrito fechado el 27 de noviembre de 1470, la anulación
de la carta. Pero el proceso acabó con la anulación de todos ellos del regimiento.
El documento catalogado con el nº 1 es el que recoge la demanda de Rodrigo de
la Torre, por medio de un escrito de interposición de recurso, contra la carta del
rey que revoca los oficios acrecentados de regidor de Guadalajara. El doc. nº 2,
que está incompleto como el anterior, nos presenta la contestación de los regidores
de número de Guadalajara a Alonso Gutiérrez contra la supresión de los dichos
oficios. Finalmente el nº 3, es un escrito de declaración de varios regidores
bachilleres, en nombre de la ciudad al marqués de Santillana, Diego Hurtado, en
defensa de la carta del rey que revocaba los oficios acrecentados.
La estructura clausular diplomática de estos documentos sería tan variada como
variados son los escritos que se pueden acoger a este grupo. Se ha tomado el doc.
nº 1 para intentar realizar una estructura clausural marco. Comienza el mismo por
la intitulación del regidor Rodrigo de la Torre, que se presenta como regidor y
vecino de Guadalajara:
“E yo, Rodrigo de la Torre, regidor e vezino de esta çibdad de Guadalajara”.
A continuación se desarrolla la narración de los hechos, que ya conocemos, que
llevaron al rey a dar dicha carta. Rodrigo de la Torre se defiende exponiendo una
serie de razones por las que cree que no se le debe quitar el oficio.
El dispositivo documental recoge la petición del regidor De la Torre para que se
le dé la documentación probatoria de su cargo de regidor y de las razones que
argumenta, para presentarla ante la corte real y poder defender su oficio con ella:
“E otra vez vos pido con quantas ynystançias e afincamiento puedo e de derecho
devo e pídolo por testimonio al presente escrivano. E rrequiérole que me lo dé
163
asy signado de su sygno para que en guarda de mi derecho para que me pueda
presentar ante el alteza del dicho señor rey en tienpo e forma segund de derecho
devo…”
Observamos que falta todo el protocolo final, pero no debe extrañarnos, pues,
ya advertimos que el citado diploma no está completo. También podemos aclarar
que la data ha sido sacada de unas anotaciones al dorso, y que la validación falta
por completo. Se está a la espera de que este tipo documental sea habitual en otros
archivos municipales y allí se pueda econtrar completamente desarrollado, para
poder estudiarlo en su integridad.
Nº 1
1470 noviembre, 27, Guadalajara
Escrito de interposición de recurso por el regidor Rodrigo de la Torre contra la
carta del rey que revoca los oficios acrecentados de regidor.- [1470 nov.27].
AMGU 1H 0034.- 1h; 250x150 mm.- Mala conservación.
La fecha se toma de la diligencia de presentación del escrito que
figura al dorso: “En
Las gradas del Concejo
público…” El mismo escrito es presentado primero por
Rodrigo de la Torre y a continuación por
los regidores Lope de Torres, Diego de
Ceballos, Alonso Gutiérrez de Ecija y Diego Garavito[155]
En las gradas del conçejo público, martes XXVII de noviembre de LXX años,
pareçió Rodrigo de la Torre, como regidor e presentó este escripto.
Testigos, Ferrando Ximénez de Toledo e Ferrando Díaz de Toledo e Alonso de
Eçija, vezinos de Guadalajara.
164
En continente, paresçieron Lope de Torres e Diego de Çeballos e Alonso
Gutiérrez de Eçija e Diego de Garavito e presentaron este dicho escripto que el
dicho Rodrigo de la Torre, e çetera. Testigos los de yuso.
E yo, Rodrigo de la Torre, regidor e vezino de esta çibdad de Guadalajara,
rrespondiendo a una carta del rrey nuestro señor, firmada de su nombre e sellada
de su sello e rrefrendada de çiertos de su consejo, presentada en esta dicha çibdad
en que en efeto se contiene que por çiertas causas rrevoca e anula todos e
cualesquier ofiçios de regimientos, que por su alteza aya fecho merced a
qualesquier personas allende el número antyguo en esta dicha çibdad de
Guadalajara e que ynibe a los dichos rregidores de los dichos ofiçios e les defiende
que de ellos non usen de aquí adelante so çiertas penas, lo que manda asy mesmo
a los vezinos de la dicha çibdad que lo asy tengan e guarden segund que esto e
otras cosas más largamente en la dicha carta se contienen el tenor de lo qual todo
avido aquí por espreso digo que obedesco la dicha carta con la mayor rreverençia
que puedo e devo como carta e mandado del rey nuestro señor a quien Dios dexe
bevir por luengos e buenos tiempos. Pero en quanto cunplimiento de ella digo yo
non la dever[156] cunplir por las rrazones syguientes o por cualquier de ellas, lo
uno porque fallando con devida rreverençia de su alteza es e fue en mi perjuizio
dada e ynpetrada, lo otro que aquella fue ganado obrretiçia e subrretiçiamente e
callada la verdad, lo otro porque fue ganada e ynpetrada con non verdadera
rrelaçión, lo otro prque non fizo mençión en elle de las cláusulas e derogaçiones
contenidas[157]en una carta de merçed de rregimiento a mi dada por el dicho
nuestro señor el rrey, lo otro porque aquella non pudo rrevocar syn yo ser llamado
e çitado e condenado ante su alteza, lo otro porque el dicho mi rregimiento avia
de ser consumido en algunos que han vacado asy por fin e muertede algunos
rregidores conprado e vendido los tales ofiçios que tienen e por vacaçión de
aquellos se avia consumido el dicho mi rregimiento, lo otro porque en la dicha mi
carta paresçe querer el dicho señor rrey que sean avida aquella por ley lo qual non
se pudo fazer como la ley deve ser fecha para lo porvenir e non para lo pasado, lo
otro por que el dicho señor rrey fue para dar la dicha carta como la dió, lo otro
porque la dicha carta claramente paresçe porque su alteza non paresçe ser
çertificado en como yo estava en posesión paçeficadel dicho rregimiento, lo otro
porque non fizo mençión de aquella, lo otro porque la dicha merçed que yo así
tengo, sería e es rremunerativa por lo cual el dicho señor non la pudo rrevocar
como rrevocó, lo otro porque el dicho su mandamiento fue ynçierto en quanto non
se ysprimió que los rregidores quedasen por lo qual yo pretendo más derecho a
los de la antiguedad que non a otros, lo otro por la dicha merced fue por el dicho
señor fecha en tiempo que la pudo fazer e en tiempo que convino a esta ciudad, lo
165
otro porque el dicho señor rrey non fue çertificado por quien esegió que debio, lo
otro porque mejor e más cunplidamente se rrige esta cibdad por los dichos
rregidores acreçentados e non por el numero contenido en la dicha carta, lo otro
por otras rrazones que protesto dezir e alegar ante su alteza e en su tienpo e lugar
por ende en la mejor forma e manera que pudo e de derecho devo suplico para
ante el alteza del dicho señor rey para que por las dichas rrazones e por cada una
de ellas e por otras que proteso dezir e alegar ante su alteza mande e rreforme la
dicha carta en mejor estado e en aquel que por mi le será pedido por merced e si
nesçesario es pidolo apostolos de ella sy ay quien me los de presepios se preseme
ynystançinos ynystanter ynystyme.
E otra vez los pido con quantas ynistançias e afincamientos puedo e de derecho
devo e pídolo por testimonio al presente escrivano. E rrequiérole que me lo de asy
sygnado de su sygno para que en guarda de mi derecho para que me pueda
presentar ante el alteza del dicho señor rrey en tienpo e forma segund del derecho
devo…
Nº 2
1470 noviembre. [ca]. Guadalajara
Escrito de contestación de los regidores de la ciudad de Guadalajara a la
demanda presentada por Alonso Gutiérrez contra la supresión de los oficios
acrecentados.
AMGU 1H 0034.- 250x150 mm.
… dejara nin nosotros despojamos al dicho Alonso Gutiérrez del dicho ofiçio,
pues lo non tenía ni tyene , estando la dicha carta revocatoria del dicho señor rrey,
la qual le quitó la propiedat e posesión a él e a todos los otros rregidores
acreçentados en esta dicha cibdat, e non enbarga lo que dize que durante el pleyto
entre el dicho Pedro Páez e él, no le podimos despojar de la dicha su posesión, por
quanto según dicho avemos el no tenya nin tieneposesión alguna, nin era posible
lo que no tenía le quitásemos nosotros, nin el dicho nuestro mandamiento fue
contrario según dize, al mandamiento que fisiemos al dicho Pedro Páez, que
respondiese[158] al rrequerimiento a nosotros fecho por el dicho Alonso Gutiérrez
según notoriamente paresçe, por el thenor e forma de los dichos actos e
mandamiento, e non enbarga otrosí lo que dize que el dico oficio non fue
acreçentado por el rrey nuestro señor, salvo por el rrey don Juan su padre, por
quanto, puesto que asy sea, por la dicha carta paresçe que la voluntad del dicho
166
rrey es que los dichos regidores se tornen al numero primero e que non queden
más de ocho segund antiguamente fue ordenado en esta çibdat, e como quier que
en la relaçión se dige lo que él dise, porque en la disposición de la dicha carta dize
e dispone lo para nosotros susodicho, a la qual disposiçión de derecho devemos
estar, ca de otra guysa, la dicha carta conternía en sy contrariedat, de lo qual todo
se concluye que el dicho Alonso Gutiérrez, non ha nin tiene causa alguna por que
pueda nin deva apellar, e donde non ay agravio[159] [160] de derecho non puede
nin debe aver apellaçión, quanto más en nuestro caso, donde nosotros como meros
executores fezimos el dicho mandamiento no exçediendo la forma del mandado
del dicho señor rrey, e non aviendo apellado, el dicho Alonso Gutiérrez al tiempo
e sazón que el dicho mandamiento le feísmos, lo qual le fue neçesario puesto caso
e negado que apellaçión oviera logar nin le escusa desir que por themor dexó de
apellar, por quanto, el tal themor non fue justo nin se fallara jamás que esta çibdat
fiziese mal nin daño nin opresión alguna a ninguna persona nin personas que
siguiendo s justiçia quisisesen[161] [162] fazer nin fiziesen cualesquier actos de
rrequerimiento e enplazamiento, a la dicha çibdad[163] nin a los que de ella
apellasen, nin es de presumir que nosotros le fiziésemos injuria nin mal nin daño
al tiempo que le fiziemos el dicho mandamiento, tanpoco commo se le fizo quanto
(sic) presentó el dicho escripto de apellaçión, de lo qual se concluye que el dicho
Alonso Gutiérrez non puede apellar, pues que non apelló, al tienpo e sazón que le
feísmos el dicho mandamiento, e como quier que justamente le podríamos denegar
la dicha apellaçión por ser frívola e firestatoria e[164] interpuesta en caso
proybido de derecho, e es desyerta e renunçiada, por su rreverencia del juez
superior ante [165] a quien es visto apellar, dezimos, que le otorgamos la dicha
apellaçión si de derecho ha logar e non de otra manera e mandamos que se
presente ante los dichos señores oydores contando lo proçesado, dentro en el
término de la ley e sy testimonio quisiere el dicho Alonso Gutiérrez, sale dado con
esta nuestra rrespuesta e con la dicha carta del dicho señor rrey e con la apellaçión
e suplicaçión que los dichos rregidores acreçentados juntos pusieron e con la
sentençia que el señor marqués de Santillana, conde del Real, sobre esto dio e con
la sobrecarta del dicho señor rrey e con lo que es sobre esto dicho e alegado por
parte del dicho Pedro Pérez e con el acto que pasó en el ayuntamiento de Sania
(sic) de que el dicho Antonio Gutiérrez apellada e non lo uno syn lo otro, e a
nosotros tanto para guarda de nuestro derecho si lo queremos.
Nº 3
1470, diciembre, 3. Guadalajara.
167
Escrito de declaración de varios regidores en nombre de la ciudad de
Guadalajara al marqués de Santillana Diego Hurtado de Mendoza en defensa de
la carta del rey que revoca los oficios acrecentados.- [1470 dic.12].
AMGU 1H0034.- 1h.; 220x156mm.
Al dorso: 1470 dic. 12. Auto del marqués de Santillana por el que se
hace pública
La carta anterior.- La data e interpretación de la carta se deducen de este
documento [166]
Muy magnífico señor
Lo que de derecho nos pertenesçe en el caso que vuestra señoría nos mandó que
viésemos sobre la revocación que nuestro señor el rrey[167]fizo de los rregidores
acreçentadosen esta cibdad es lo siguiente:
Primeramente, que la carta que enbió el rrey nuestro señor en que rrevoca los
dichos regimientos pudo ser obedeçida e conplida según que se obedeció e
cumplió, acatadas las claúsulas en ella contenidas e la qualidad del caso sobre el
que dispone e acatado el tienpo en que se obedereció e mandó conplir.
Lo segundo, que la apelación interpuesta por algunos de los rregidores al rrey
non valió nin vale de derecho nin suspendió nin pudo suspender el vigor e efecto
de la dicha carta.
Lo terçio, que la suplicaçión interpuesta por algunos de los rregidores e a logar
según en el tienpo e forma que fue puesta la qual suplicaçión non suspende el
efecto de la execuçión de la dicha carta de provaçión de oficios dando la çibdad
cabçión bastante, que si persiguiendo los dichos rregidores nuevas la dicha causa
de suplicaçión se rrevocase la dicha carta que los admitirán a sus ofiçios e
corresponderán con sus salarios e satisfarán de las espensas por ellos fechas en
esta carta e fasta tanto que la dicha cabçión se diese el efecto de la dicha
carta[168] se suspende:
168
E esto señor es lo que nos pertenesçe de dereco so virtud del juramento que
feçimos. Salvo mejor juyçio. [Firmas de tres bachilleres]
[Al dorso] [Diligencias del escribano]
declaraçión
En lunes tres de dicienbre año LXX el señor marqués dio e publicó esta
declaraçión de esta otra parte escripta, estando presentes por parte de la çibdad,
Diego Garçía de Guadalfajara e Pedro Páez e Ferrando Gómez de Córdova e el
mayordomo Andrés, e Pedro Gonçález de Caraçena, rregidores, e el bachiller
Diego de Sant Viçente e Pedro Dalva[169] e Diego de Guadalajara, alcalldes, e
Pedro Núñez de Prado e Ferrando del Castillo e Alonso García, françés, e otras
asaz personas. E de la otra parte, Lope de Torres e Diego de Çavallos e Gonçalo
de León. E otrosí, estando ende los tres bachilleres que lo firmaron.
Testigos, Alvar Gonçález de la Hija e Rodrigo de Alcalá e mayordomo Juan de
Bruselas, vezino de Guadalfajara.
169
REGISTROS DE PRODUCTOS AMERICANOS ENVIADOS A
ESPAÑA A FINES DEL SIGLO XVIII
Vicente J. Pérez Sáez
Instituto de Folklore y Literatura Regional – Facultad de Humanidades. UNSa
Presentamos diez registros de mercaderías del Libre Comercio salidas en buques desde La
Guaira y La Habana con destino a España, que pasaron por el puerto de Santa Cruz de Tenerife
entre 1782 y 1791.
Como es sabido, el comercio entre España y América se hacía, desde el descubrimiento,
en barcos españoles habitualmente reunidos en pequeñas flotas, hasta que tal tráfico fue
normado en 1564 por el Proyecto de Flotas y Galeones, según la cual el comercio con América
se realizaba a través de dos flotas anuales que salían de Sevilla y, a partir de 1717, desde Cádiz,
controlado todo este movimiento por la Casa de Contratación de Indias.
Tal sistema de puerto único fue siendo cancelado en la segunda mitad del siglo XVIII:
en 1765 por Decreto del Libre Comercio de Barlovento, en que se autorizaba el tráfico directo
a nueve puertos en las islas de las Antillas; y en 1778 igualmente a trece puertos españoles,
entre ellos Santa Cruz de Tenerife.
A esta ciudad, pues, llegaban barcos con destino a Cádiz, que pese a haber ya en la
península otros destinos, se mantenía en la práctica como puerto privilegiado.
De los diez navíos llegados a Santa Cruz, ocho son bergantines, uno, goleta y otro, fragata,
que ya a fines del siglo XVIII tenían un desplazamiento superior a las doscientas toneladas, lo
cual les permitía navegar solos sin mayor peligro.
Nuestro interés en trascribir estos diez registros consiste en mostrar a los historiadores
algunos ejemplos concretos del comercio de América con España y especialmente de los
productos más favorecidos para la exportación. Y además, mostrar a los filólogos un rico
material léxico como es el de las pesas y medidas más usuales en el tráfico marítimo y los
nombres de los productos enviados a España, de todos los cuales se ha añadido un pequeño
vocabulario con las acepciones del Diccionario de la Real Academia.
Hemos copiado textualmente los manuscritos. Solamente se han separado los renglones
mediante una barra oblicua y desplegado las abreviaturas con letras en bastardilla.
ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL, Santa Cruz (Tenerife). Registro n° 1969. Sección
H-5-13
-1-Declaración que Yo don Francisco Toro Capitán y Maestre de la Goleta Española/
nombrada Nuestra Señora del Rosario; hago en esta Real Aduana de la Carga que/ con
rexistro del Comercio libre saqué del Puerto de la Guaira de Caracas con destino/ a
Cádiz, y arribé a éste con motivo de los fuertes vientos deste y de nordeste/ que he
170
traído en la Navegazión. Y hallándome con ellos a la altura de treinta y/ tres grados
en el Cruzero de la Madera, y Tercera, y acosado de una Fragata/ que según su
demostrazión pareció ser enemiga por hauerme seguido todo un día, hasta/ que al
abrigo de la noche pude libertarme de ella, hallándome al día siguiente/ en dicho
cruzero con más peligro, hauiendo consultado con los pilotos los inconvenientes/
que se proponían para seguir al destino; se acordó por más acertado arribar a este/
dicho Puerto en el que di fondo el 28 del corriente por asegurar los derechos Reales y
Carga/ la que según el rexistro es la siguiente
Por 100 fanegas de Cacao en bruto y 5
Zurrones con 1113 libras de/ Añil todo perteneciente a la
Real Hazienda para entregar en
r
ón
ón
Cádiz/ al Seño Presidente de la Contratazi a disposizi del Excelentísimo Señor don Joseph/
de Gálvez.
Por 1517 fanegas 70 libras de Cacao en Bruto pertenecientes a distin-/ tos sujetos.
Por 5 zurrones de dicho Cacao para entregar a ídem.
Por 22 arrobas de Añil para ídem.
Todo lo qual declaro ser la carga que trae dicha Galera de mi cargo según mi leal saber y/
conocimiento con el destino referido pero precediendo las lizencias necesarias podré descargar
parte/ de dicha Carga pertenesciente a sugetos Cargadores de esta Isla y de lo queexecutaren/
satisfarán los correspondientes derechos establecidos. Santa Cruz 31 de Julio de 1782.
[Con otra letra] Francisco Toro
-2Razón del Dinero y Efectos que conduce de la Habana el Bergantín nombrado/ San Antonio de
Padua su Maestre Don Juan Rodríguez que llegó a este Puerto/ el día de ayer con Registro del
Comercio libre.
Por 12625. pesos fuertes en plata.
Por 6. Pipas y 3 Garrafones de Aguardiente de Caña
Por media Cabeza de suela [en el interlineado]
Por 52. Cueros al pelo, y 40 Zurrones vacíos.
Por 2 ½ pipas y 4 Barriles de Miel de Caña.
Por 146. Botijas, y 12 Garrafones de Miel de abexa
Por 192 ½ libras de Dulce
Por 28 @ 14 libras de Almidón.
Por 1 docena y un lío de Soga de Pita.
171
Por 7 piezas de loza de China.
Por 1 Papelera, 4 sillas, y una docena de dichas en piezas de Caoba.
Por 30 Barriles de Alquitrán.
Por 2037 @ 13 libras de Azúcar.
Por 2 @ 9 libras de Cera
Por 1 @. de Café
Por 8 libras de Añil
Por 1 ½ @ de Algodón en rama.
Por 24 Tablones de Caoba.
Por 35 qq [quintales] de Palo Brasilero
Por 23 libras de Tabaco polvo
Como consta de dicho Registro original que por ahora queda/ en esta Real Aduana de mi cargo.
Santa Cruz 3 de/ Enero de 1791.
-3Razón del Dinero, y efectos que conduce de la Habana el Bergantín/ nombrado el Santo Christo
de los Dolores, su Maestre don Joseph/ Bernardo de Abreu que llegó a este Puerto el día de hoy
con Re-/ gistro del Comercio libre.
Por 6737. pesos fuertes de cuenta de Particulares
Por 15. Cueros al pelo, ídem
Por 1. Pipa y 9. Garrafones de Aguardiente de Caña, ídem
Por 2. docenas de Loza de China, ídem
Por 60. Barriles de Alquitrán, ídem
Por 28. Botijas de Miel de abejas, ídem
Por 106. libras de Dulce, ídem
Por 5. libras de xaboncillos, ídem
Por 50. libras de Almidón, ídem
Por 1 docena de flores de mano, ídem
172
Por 2 Cómodas de Caoba, ídem
Por 2 Colchas de Algodón, ídem
Por 20. qq [quintales] de Palo de Campeche, ídem
Por 100. fanegas de Millo, ídem
Por 86. libras de Azúcar, ídem
Por 50. libras de Añil, ídem
Por 75. libras de Cera, ídem
Por 6. libras de Cigarros, ídem son 12 libras
Como consta del Registro original. Santa Cruz de Tenerife 23 de/ Enero de 1791.
-4Razón del Dinero y Efectos que conduce de la Habana el Bergantín nombrado/ el
Marqués de Branciforte, su Capitán y Maestre Don Francisco Betencourt que llegó/ a este Puerto
el día de hoy con Registro del Comercio libre
Por 46.478. pesos fuertes de cuenta de particulares.
Por 63. onzas de Plata labrada ídem.
Por 379. Cabezas de Suela curtida ídem.
Por 22. dichas al pelo ídem y 3. Corachas.
Por 32. Pipas y 137. Garrafones de Aguardiente de Caña ídem.
Por 100. libras de Cacao, ídem.
Por 2 Baquetas ídem. [en el interlineado]
Por 4. Pipas de Miel de Caña ídem.
Por 125. Garrafones y 197. botijas de Miel de Abejas ídem.
Por 287. ½ libras de Dulce, ídem.
Por 24 Cueros teñidos. [en el interlineado]
Por 53 ½ @. de Almidón ídem.
Por 41. docenas de Sogas de pita ídem.
173
Por 1. Caxa de Carey, ídem para tauaco.
Por 3 @. de Velas de Sebo ídem.
Por 1. docenaa de Bateas ídem.
Por 1. Crucifixo ídem.
Por 2 Sombreros ídem.
Por 12 sacos de Geniquén ídem.
Por 11. Colchas, ídem
Por 6. libras de Pita, ídem.
Por 169 @. de Arroz ídem
Por 111. @. de Malagueta ídem
Por 607 @. 7 ½ libras de Azúcar ídem
Por 27 docenas y 11. Pieles de Venado ídem
Por 2 qq [quintales] de Palo Campeche ídem
Por 2. qq. de dicho Brasilete
Por ½ @. de Café
Por 9 @. 15 ½ libras de Cera ídem
Por 5. libras de Tabaco polvo ídem
Como consta del Registro original Santa Cruz de Tenerife [lo que sigue no aparece en la
fotocopia]
-5Razón del Dinero y Efectos que conduce de la Habana la Fragata/ Española Nuestra Señora del
Carmen, su Maestre. Don Domingo Morera, que/ llegó a este Puerto el día de ayer con Registro
del Comercio libre.
Por 17055. pesos fuertes de cuenta de Particulares.
Por 5. onzas de oro en alhajas, ídem.
Por 166 ½ Cueros curtidos. ídem.
174
Por 76. dichos al pelo ídem.
Por 2. pipas y 19. Garrrrafones de Aguardiente de Caña ídem
Por 8. Barriles y 3 Garrafones de Miel de Caña ídem.
Por 593. Botijas de Miel de abejas. ídem.
Por 168. libras de Dulce ídem.
Por 23 @. 19 libras de Almidón ídem.
Por una Mesa, 4. Esquineras, 4. Sillas, y una docena en piezas/ de Caoba. ídem.
Por 300. qq. de Palo de Campeche ídem.
Por 157. @. y 4. Garrafones de Malagueta ídem.
Por 2 ½ qq. de Agengibre. ídem.
Por 251. @. de Algodón ídem.
Por 1653 @ de Azúcar ídem.
Por 7 @ y 11. libras de Pita ídem.
Por 6. Pieles de Venado ídem.
Por 2 @. de Café. ídem.
Por 1. libra de Añil ídem.
Por 2 libras de Tabaco de hoja ídem.
Por 124 @. de Tabaco polvo en latas de cuenta de Se[borrado]
Como consta de dicho Registro, quyo original queda en esta oficina/ de mi Cargo. Santa Cruz
28 de Junio de 1791.
-6Razón del Dinero y Efectos que conduce de la Habana el Bergantín/ Nuestra Señora del Rosario,
su Maestre. Don Ambrosio Martínez, que llegó a/ este Puerto el día de ayer con Registro del
Comercio libre.
Por 20.226. pesos fuertes de cuenta de Particulares.
Por. 2 pares de Hevillas, y 10. onzas de Plata labrada, ídem.
Por 12 ½. Cueros curtidos ídem.
175
Por 77. dichos al pelo, ídem.
Por media Pipa, 3. Quarterolas, 5. Barriles y 255. Garrafones/ de Aguardiente de Caña
m
íde .
Por 57. Garrafones 3. Barriles, y 802. botijas de Miel de abejas, ídem.
Por 2. Barriles de Miel de Caña ídem.
Por 5. libras de Cera labrada, ídem.
Por 84 @ 14 ½ libras de Almidón ídem.
Por 12. Sogas, ídem.
Por 73 ½ libras de Dulce, ídem.
Por 7. @. de Arroz, ídem.
Por 1 Sombrero 1 Petaca y 3 Servilletas, ídem. [en el interlineado]
Por 28. Sacos vacíos, ídem.
Por 9.Cabullas ídem.
Por 600. qq. 12 ½ libras de Palo de Campeche, ídem.
Por 39. piezas de Caoba ídem.
Por 1846 @ 13 ½ libras de Azúcar, ídem.
Por 16 @ 5 ½ libras de Cera en Marquetas, ídem.
Por 18. libras de Añil ídem.
Por 12 ½ libras de Café, ídem.
Por 13 ½ libras de Algodón ídem # Por 24. docenas y 7. Pieles de Venado ídem.
Por 4 libras de Cigarros ídem.
Como consta de dicho Registro quyo original queda en esta Oficina./ Santa Cruz 30 de Junio de
1791.
-7Razón del Dinero, y Efectos que conduce de la Habana el Bergantín/ nombrado San Joseph, su
Maestre Don Sebastián Yanes, que llegó a este/ Puerto el día de hoy con Registro de Comercio
libre.
176
Por 40.056. pesos fuertes de cuenta de Particulares.
Por 16. onzas de Plata labrada.
Por 132 ½. Cueros curtidos.
Por 122. dichos al pelo.
Por 6. Pipas, una Frasquera y 91. Garrafones de Aguardiente de Caña.
Por 986. Botijas, 120. Garrafones y 2. Barriles de Miel de abejas.
Por 24. Botijas y 7. Garrafones de Miel de Caña.
Por 120 @. de Arroz.
Por 31. @. y 13. libras de Almidón.
Por 179. libras de Dulce.
Por una silla de montar.
Por docena y media de Sogas.
Por 2513 @. de Azúcar.
Por 250. qq. de Palo de Campeche.
Por 581. @. de Malagueta.
Por 6 @. y 18 libras de Cera.
Por 13. docenas y 1. Pieles de Venado.
Por 205 ½ libras de Añil
Por 1 Caxita con varias menudencias de Loza.
Como consta del Registro original que queda en esta Oficina./ Santa Cruz 4 de Julio de 1791.
-8Razón del Dinero y Efectos que conduce de la Habana el Bergantín nom-/ brado la Purísima
Concepción, su Maestre. Don Pedro de Acosta, que/ con Registro de Comercio libre llegó a este
Puerto el día de hoy.
Por 12000. pesos fuertes de la Recluta del Regimiento de/ Infantería de Cuba.
Por 25868. pesos fuertes de cuenta de Particulares.
177
492 ½. Cabezas de suela curtida.
56. Cueros al pelo.
4 @. de Cacao de Caracas.
2. pipas, 1 frasquera y 6. Garrafones de Aguardiente de Caña.
19. @. de Almidón.
85. Botijas de Miel de abexas.
11. @. de hilo.
186. @. de Arroz.
24. Bateas.
5. Butaques.
2. Cuñetillos de Miel de Caña.
192 libras de Dulce.
2 2/3 docenas Cordobanes.
1 ½ docena de Zapatos.
28. Sogas y 1. Pieza de ídem
8. Sacos de xeniquén.
225. qq. de Palo de Campeche.
421. @. 13 ½ libras de Azúcar.
16. docenas y 7. Pieles de venado.
25. libras de Algodón con pepita.
33. @. de Malagueta.
12 @ 15 ½ libras de Cera en Marquetas.
12. libras de Achiote.
6. libras de Algodón hilado.
46. libras de Añil.
178
10. libras de Tabaco polvo, y 12 libras del de hoja.
Como consta del Registro Original Santa Cruz de Tenerife/ 28 de septiembre de 1791.
-9Razón del Dinero y efectos que conduce de la Guaira el Bergantín Español/ nombrado San Juan
Nepomuceno su Maestre don Nicolás Bello Guanche/ que con rexistro del Comercio Libre llegó
a este Puerto el día de hoy, haviendo he-/cho escala en el de Cádiz.
Por 887 5/8 pesos fuertes en monedas de oro de cuenta de particulares.
Por 1029 pesos fuertes en plata ídem.
Por 2000 pesos fuertes de cuenta de Caxa de Soldadas.
Por 17 onzas y 3 adarmes de oro labrado.
Por 200 onzas de plata labrada.
Por 90 zurrones de Cacao.
Por 42 fuertes. Ídem a Granel.
Por 66 Cueros curtidos.
Por 104 Ídem al pelo.
Por 860 Cordovanes.
Por 60 pieles de Benado.
Por 550 libras de Añil.
Por 2 qqs de Algodón.
Cuyas partidas constan del rexistro Original. Santa Cruz de Tenerife. 6 de diziembre de 1791.
-10Razón de la Carga que condujo de la Guaira el Bergantín Nuestra Señora de la/Concepción alias
el Diamante maestre Don Martín Amador que llegó/ a este Puerto el día de oy la qual con arreglo
al Registro/ que ha presentado en esta Real Aduana es en la forma siguiente.
Por 1516 Pesos fuertes en monedas de oro
Por 18 onzas 6 Adarmes de Plata labrada
Por 280 fanegas 91 ¾ libras de Cacao
179
Por 1629 Cueros al Pelo
Por 531 Corachas
Por 719 Cordovanes
Por 3 sillas de Montar
Por 20 Libras de Resina
Por 45 libras de Copal
Por 12 ½ libras Zarza Parrilla [en el interlineado]
Por 669 libras Añil
Por 85 libras Achote
Por 6 Cueros de trigre [sic]
Por 2 qq Palo Brasilero
Santa Cruz 18 de Febrero de 1794.
VOCABULARIO.
achote. Bija. Fruto de este árbol. Pasta tintórea que se prepara con esta semilla.
adarme. Peso que tiene tres tomines y equivale a 179 centigramos aprox.
arroba. Peso equivalente a 11 kilogramos y 502 gramos.
baqueta. Vara delgada de hierro o madera, con un casquillo de hierro o metal, que servía
para
atacar las armas de fuego, y hoy para desembarazar su ánima.
barril. Vasija de madera, de varios tamaños y hechuras, que sirve para conservar y
transportar
diferentes licores y géneros.
botija. Vasija de barro mediana, redonda y de cuello corto y angosto.
cabulla. Pita. Hilo que se extrae de las hojas de esta planta.
copal. Nombre común a varios árboles de la familia de las humeráceas de las cuales se extrae
la
resina del mimo nombre. 2. Aplícase a una resina casi incolora muy dura y sin olor ni
sabor
que se emplea en barnices duros de buena calidad.
coracha. Saco de cuero que sirve para conducir tabaco, cacao y otros géneros de América.
cuarterola. Barril que hace la cuarta parte de un tonel.
180
cuñete. Cubeta o barril pequeño para líquido.
fanega. Medida de capacidad para áridos que, según el marco de Castilla, tiene 12 celemines
y
equivale a 55 litros y medio; pero es muy variable según las diversas regiones de
España.
fresquera. Caja hecha con diferentes divisiones, en que se guardan y transportan los frascos.
garrafa. Vasija esférica, que remata en un cuello largo y angosto.
j(x, g)eniquén. Pita, planta, henequén.
libra. Peso antiguo de Castilla, dividido en 16 onzas y equivalente a 460 gramos.
malagueta. Fruto pequeño, aovado, de color de canela y de olor y sabor aromáticos, que
suele
usarse como especie, y es producto de un árbol tropical de la familia de las
mirtáceas.
marqueta. Pan o porción de cera sin labrar. Las hay de varios pesos y medidas.
onza. Peso que consta de 16 adarmes y equivale a 287 decigramos. Es una de las 16
partes iguales del peso de la libra, y la del marco de la plata se divide en ocho ochavas.
palo de Campeche. Madera dura, negruzca, de olor agradable, que sirve principalmente para
teñir de encarnado, y que procede de un árbol americano de la familia de las papilionáceas.
pipa. Tonel o candiota [barril] que sirve para transportar y guardar vino u otros líquidos.
quintal. Peso de cien libras equivalente en Castilla a 46 kilogramos aproximadamente.
tomín. Tercera parte del adarme y octava del castellano, la cual se divide en 12 granos y
equivale
a 596 gramos aproximadamente.
tonel. Medida antigua para el arqueo de las embarcaciones equivalente a cinco sextos de
tone lada.
zurrón. Cualquier bolsa de cuero.
INDICE
R. P. Federico Prémoli. “Las ideas de Mayo”
Dra. Luisa Miller Astrada. “La sanidad en la Gobernación Intendencia de
Salta del Tucumán”
R.P. Marcelo Enrique Méndez OFM. “Testimonios de la fe como reflejos
de la memoria. Un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo”
181
Prof. Abelardo Levaggi. “Estado de la minería en Salta en años previos a la
Revolución de Mayo”
Dr. Oscar Cornejo Torino. “Cnl. Mayor D. José Antonino Fernández
Cornejo. Un personaje de 1810 en Salta”
Prof. Carlos Polemann. “Los colores nacionales y la Revolución de Mayo”
Lic. Mus. Teresita del Milagro Gutiérrez. “El pensamiento ilustrado de
Salta”
Dr. Armando Raúl Bazán. “La guerra por la Independencia en el Norte”
Prof. Elena Perilli de Colombres Garmendia. “Nicolás Valerio Laguna:
“Abogado e instruido en asuntos de Derecho”
Prof. Alba Acevedo y Sandra Pérez Stocco. “Aportes sobre la labor
evangelizadora en la campaña mendocina hacia fines del régimen español”
Prof. Rosa López de Pereyra Rozas. “800 años de la creación de la Orden de
los Hermanos Franciscanos Menores. San Francisco de Salta. “Casa del Dios
vivo”
Dra. Susana Martorell de Laconi. “Los gauchos judíos de Gerchunoff.
Exponentes de ideales del primer Centenario”
Prof. Margarita Fléming de Cornejo. “La estirpe gaucha”
M.P.N. Rodolfo Leandro Plaza Navamuel. “Una casa histórica en el pueblo
de Cachi”
Documentos:
Dr. José Miguel López Villalba. “Los escritos judiciales de los Regidores
Medievales”
Prof. Vicente Pérez Sáez. “Registro de productos americanos enviados a
España a fines del Siglo XVIII”
Discurso del Papa Benedicto XVI a la Curia Romana, diciembre de 2005,
L’Osservatore Romano Nº 52, 30 de diciembre de 2005, 721724.[2] Ibidem.[3] Ibidem.[4] John Henry Newman, An Essay on the
development of christian doctrine, publicado en Londres en 1845. Ha sido
republicado en diversas oportunidades y existen dos ediciones en español.
Con las reflexiones de este libro Newman pasó del anglicanismo al
[1]
182
catolicismo.[5] Ibidem.[6] Ibidem.[7] Sórdido: que tiene manchas o suciedad.
Impuro, indecente o escandaloso. Mezquino, avariento. Dícese de la úlcera
que produce supuración icorosa. Tomado del Diccionario de la Real
Academia Española.[8] Dunney, Reverendo José A.,
“Historia de la Iglesia a la luz de los santos”, Buenos Aires 1948, 309310.[9] Pii VI Pont.Max. Acta, Typis Congreg. Propaganda Fide, Roma 1871,
vol. I, 70-71.[10] Pii VI Pont.Max. Acta, Typis Congreg. Propaganda Fide,
Roma 1871, vol. II, 26-27.[11] Pablo VI, Insegnamenti, vol. I, 569.[12] Juan
Pablo II, Insegnamenti, vol. III, 1, 1589.[13] Hugo Wast, “Año X”, Buenos
Aires 1995.[14] Tal como lo muestra el cuadro de G. de Re publicado por el P.
Cayetano Bruno en su “Historia de la Iglesia en la Argentina”, Buenos Aires
1971, Tomo VII, 271.[15] P. Cayetano Bruno, op.cit., Tomo VII,
221.[16] Discurso a la Curia Romana, op.cit.[17] Hugo Wast, op. cit., 97100.[18] Hugo Wast, op. cit., 184.[19] Escritos de Mariano Moreno con prólogo
del Dr. Norberto Piñero, Biblioteca del Ateneo, Buenos Aires 1986,
467.[20] Escritos de Mariano Moreno, op. cit., 475.[21] Hugo Wast, op. cit.,
186-187.[22] Carlos Ibarguren, “El terrorismo de Moreno”, en Boletín de la
Junta de Historia y Numismática, 1924, 184.[23] Ver la interesantísima obra
del Dr. Federico Ibarguren, “Así fue mayo”, Buenos Aires 1957, y las
reflexiones de Hugo Wast en el capítulo XVI de su “Año X”.[24] Dr. Rómulo
Carbia, “Historia de la Leyenda negra Hispanoamericana”, Buenos Aires
2000.[25] Merriman, R.B., “Carlos V el Emperador – El Imperio español en el
viejo y nuevo mundo”, Buenos Aires 1949, 387-388.[26] Según la feliz expresión de
Ramón Menéndez Pidal en su obra “España y su Historia”, editada en Madrid en 1957. Sobre todo en el capitulo
“Los españoles en la historia”, 28 y 29.[27] Pbro. Dr. Federico Premoli, “El Plan de
España”, Ponencia en las I Jornadas de Historia Hispanoamericana por la
Civilización Cristiana, Salta, 14 de octubre de 2005.[28] P. Cayetano Bruno,
op.cit., Tomo I,[29] Prof. Luis María Mesquita Errea, “Devisadero de luces
doradas en aquel Reino del Tucumán”, Ponencia en las II Jornadas Históricogenealógicas del Tucumán y Cuyo.[30] No todos coinciden en atribuir a los
Austrias de España la idea descentralizada de gobierno. Por ejemplo, William
H. Prescott en su obra “Historia de los Reyes Católicos” asume una visión
crítica de los principios de gobierno del Emperador Carlos V. Ver, tomo II,
capítulo XXVI, 662 ss. (Edición Buenos Aires 1947).[31] Ramiro de Maeztu,
“Defensa de la hispanidad”, Buenos Aires 1986, 125.[32] Ver facsímil del
Documento en Ernesto Palacio, “Historia de la Argentina”, tomo II, 8.[33] José
Luis Romero, “Las ideas políticas en Argentina”, Buenos Aires 2002, 65
ss.[34] P. Alfredo Sáenz, “La hispanidad una misión inconclusa”, en Revista
Verbo Nº 326-327-328-329, 11-32.[35] Ramiro de Maeztu, op. cit., 12.[36] JOSÉ
MARÍA MARILUZ URQUIJO, Presentación de Estudios sobre la Real
Ordenanza de Intendentes del Río de la Plata, Instituto de Investigaciones de
Historia del Derecho, Buenos Aires, 1995.[37] NICOLÁS SÁNCHEZ
ARGESTA, Feijóo y la crisis del pensamiento político español en el siglo
XVIII, Revista de Estudios Políticos, t. XII, 1945, p. 108.[38] SANTIAGO
183
SOBREQUÉS, Historia de España Moderna y Contemporánea, Ed. Vicens
Vives, Barcelona, 1970, pp. 249-258.[39] JOSÉ MARÍA MARILUZ URQUIJO, ob,
cit, p. 8.[40] Archivo General de Indias de Sevilla, 2/8698, legajo 154. El
asunto estudiado está comprendido en cuatro exptes., el primero consta de 38
fojas, el segundo de 110, el tercero y cuarto de 38 cada uno. La foliatura es
incompleta.[41] Archivo General de Indias, en adelante, AGI, 2/8698, legajo
154, expte 1.[42] Presidida por el Hermano Mayor, dos alcaldes -uno antiguo y
el otro moderno, y el regidor defensor de menores.[43] “Real Ordenanza para
el establecimiento e instrucción de Intendentes de Ejército y Provincia en el
Virreinato de Buenos Aires, año 1782”, en “Documentos referentes a la guerra
de la Independencia y Emancipación política”, publicado por el Archivo
General de la Nación[44] Manifiesto y declaración de la Hermandad
acreditando la asociación a la cofradía, impreso en la imprenta de los Niños
Expósitos, 1801.[45] ABELARDO LEVAGGI, Las capellanías en la Argentina,
Estudio histórico-jurídico, Instituto de Investigaciones jurídicas y sociales
Ambrosio L Gioja, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, U.B.A., Buenos
Aires, 1992.[46] AGI, expte. cit., Auto del Virrey Sobremonte, 7 de julio de
1793.[47] Ibidem, oficio de la Hermandad al Virrey, 12 de julio.[48] VICENTE
PALACIO ATARD, El Despotismo Ilustrado español, en Historia de España,
estudios publicados en la Revista ARBOR, Madrid, 1953, pp. 349384.[49] VICENTE RODRÍGUEZ CASADO La revolución burguesa del siglo
XVIII español, en Historia de España, cit, pp. 367-384, ofrece una interesante
interpretación de la causa fundamental de la expulsión de los
jesuitas.[50] Conf. Arts. 148 a 201 de la Real Ordenanza.[51] MARILUZ
URQUIJO, ob. cit., La Causa de Hacienda, pp. 83-111.[52] Real Ordenanza,
Art. 150 y sig.[53] AGI, expte. 154. Los detallados informes se encuentran en
el Cuerpo 2, s/f.[54] Ibídem.Testimonio de informe hecho por don Gregorio de
Arrascaeta Alcalde Ordinario de primer voto de la ciudad de Córdoba del
Tucumán acerca de la conducta de los religiosos Betlemitas en punto de
adquisición y del estado de los capitales que tienen en aquella ciudad con
otros informes hechos por don Francisco José de Iriarte vecino de dicha
ciudad sobre el mismo asunto y por los Sres. Pedro de [ilegible] y Miguel
Martínez de Escovar desde la Villa de Potosí de 1771, 99 f.[55] Informe
reservado de Pérez del Viso, en cartas del 16 de marzo de 1795 y de 20 de
julio de 1799, en cuerpo 4 del expediente cit., f. 13 y 14.[56] JUAN PABLO
II, Discurso, Santo Domingo 12.X.1984, en Insegnamenti..., VII/2 888;
Idem, Discurso, Zaragoza 10.10.1984, en Insegnamenti, VII/2 (1984), 857860.[57] JUAN PABLO II, Discurso, Santo Domingo 12.X.1984,
en Insegnamenti..., VII 2, 889.[58] JUAN PABLO II, Discurso,
ibidem, 890.[59] Documento de Puebla, n. 10.13[60] Cfr. Rom 5,
20.[61] Beata: Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesus March Mesa,
Fundadora de las Hnas. “Misioneras Cruzadas de la Iglesia”, (Madrid 10 de
enero de 1889 – Buenos Aires 6 de julio de 1943).Beata: Maria del Transito de
Jesus Sacramentado Cabanillas, Fundadora de la Hnas. Franciscanas
Misioneras, (Córdoba 15 de agosto de 1821 - San Vicente de Córdoba 25 de
184
agosto de 1885).Beata: Maria Ludovica Antonina De Angelis, Religiosa de la
Congregación Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia, (San Gregorio 24
de octubre de 1880 - La Plata 25 de febrero de 1962).Beato: Artemides Zatti,
Laico Salesiano, (Boretto 12 de octubre de 1880-Viedma 15 de marzo de
1951).Beata: Laura Vicuña, Laica de la Congreagación de las Hijas de María
Auxiliadora, (Santiago de Chile 5 de abril de 1891 - Junín de los Andes 22 de
enero de 1904).Beato: Ceferino Namuncurá, Laico Salesiano, (Chimpay 26 de
agosto de 1886 - Roma 11 de mayo de 1905).Venerable: Catalina
MaríaSaturnina Rodríguez, Fundadora de las Hnas. Esclavas del S. Corazón de Jesús, (Córdoba 27 de
noviembre de 1823 – 5 de abril de 1896).
Venerable: José Gabriel del Rosario Brochero Sacerdote diocesano, (Santa Rosa de Río Primero 16 de marzo
de 1840 - Mina Clavero 26 de enero de 1914).
Venerable: José León Torres, Sacerdote de la Orden de la Merced y Fundador de la Hnas. Del Niño Jesús, III
Orden de la Merced, (Luyaba 19 de marzo de 1849 - Córdoba 15 de diciembre de 1930).
Venerable:Mamerto Esquiú, Obispo franciscano, (Piedra Blanca 11 de mayo de 1826 - El Suncho 10 de
enero de 1883).
Venerable: Camila Rolón de san José, Fundadora de las Hnas. Pobres Bonaerenses de San José, (San Isidro
18 de julio de 1842 - Roma 16 de febrero de 1913).
Venerable:Eleonora López de Maturana de San Luis, Religiosa de la Congregación Carmelitas de la Caridad,
(Bilbao 25 de julio de 1884 - Buenos Aires 28 de enero de 1931).
Venerable: Maria Crescencia Angelica Pérez, Religiosa de la Congregación de las Hijas de María SS. del
Huerto, (San Martín 17 de agosto de 1897 - 1918).
Siervo de Dios:Antonio Solari, Laico, (Chiavari 27 de enero de 1861-Buenos Aires 14 de julio de 1945).
Sierva de Dios: Maria Antonia de San José de Paz y Figueroa, Fundadora de la Casa de Ejercicios
Espirituales Bonaerense, (Santiago del Estero 1730 - Buenos Aires 6 de marzo de 1799).
Sierva de Dios: Maria Augustina de Jesús Fernandez Concha, Hna. de la Congregación de la Caridad del
Buen Pastor, (Santiago de Chile 15 de marzo de 1835 - Buenos Aires 13 de enero de 1928).
Sierva de Dios: Maria Benedicta Arias, Fundadora de las Esclavas de Jesús Sacramentado, (La Carlota 3 de
abril de 1822 - Buenos Aires 25 de septiembre de 1894).
Sierva de Dios: Maria Euphrasia Josefina Jaconis, Fundadora Congregación Hijas de la Inmaculada
Concepción, (1867- 1916).
Sierva de Dios: Maria de la Mercedes del Niño Jesús Guerra, Fundadora de la Congregación de las Hnas.
Terciarias Franciscanas de la Caridad, (1817 - 1901).
Sierva de Dios: Maria de la Mercedes del Carmelo Pacheco, Fundadora de la Congregación de las Misioneras
del Catecismo de Cristo Rey, (Tucumán 1867 – Buenos Aires 30 de junio de 1943).
Sierva de Dios: Isabel del Monte Carmelo Fernández, Fundadora de la Congregación de las Hnas. Misioneras
de S. Francisco Javier, (Malaga 26 de noviembre de 1881 – Saenz Peña 18 de noviembre de 1942).
185
Siervo de Dios: Pascual Pirozzi, Sacerdote de la Congregación Misioneros de los SS. Corazones de Jeús y
María, (Italia 13 de junio de 1886 – Buenos Aires 3 de marzo de 1950).
Sierva de Dios:Eleonora de Santa Maria Ocampo, Monja. de la Orden de S. Domingo, (1841-1900).
Sierva de Dios: Pura Rosa Maria del Carmelo Olmos, Religiosa de las Hnas. Terciarias Carmelitas de S.
Teresa, («La Cumbre»-Córdoba 26 de febrero de 1896 - Córdoba 28 de julio de 1965).
Sierva de Dios: Victorina Rivara de Perazzo, Laica madre de familia, (Buenos Aires 3 de abril de 1867 Curuzú Cuatiá 24 de septiembre de 1957).
Sierva de Dios: Maria Antonia Cerini, Fundadora de la Orden de Monjas de S. Clara de la Perpetua
Adoración, (Castellana-Italia, 13 de novembre de 1839 – Mercedes 2 de novembre de 1911).
Siervos de Dios: Pedro Ortíz de Zarate, Sacerdote y Juan Antonio Solinas, Jesuita, (+1683) asesinados en
odio a la fe...
Siervo de Dios: José Jorge Bunader, Laico padre de familia, (1889 – 1952).
Siervo de Dios: José Americo Orzali, Obispo., Fundador de la Congregación de las Hnas. del Rosario
Bonaerense, (San Juan de Cuyo 13 de marzo de 1863 - 18 de abril de 1939).
Siervo de Dios: Mauricio Gímenez Sacerdote Jesuita, (Castilbuiz 21 de septiembre de 1881 – Buenos Aires
8 de diciembre de 1954).
Siervo de Dios:José Marco Figueroa, religioso jesuita, (Lanzarote 7 de octubre de 1865 - Santa Fe 19 de
noviembre de 1942).
Sierva de Dios:Sofronia Serafina Erdely religiosa de la Orden de S. Basilio Magno y Fundadora de las Hnas.
Basilianas en Argentina, (Krstur-Bachka 10 de agosto de 1884 - La Plata 14 de octubre de 1961).
Documento de Puebla, n. 7.[63] JUAN PABLO II, Discurso, Aeropuerto de
Santo Domingo, ll.X.1984, en Insegnamenti. VII/2, 874.[64] JUAN PABLO II,
Carta Ap. Los caminos del Evangelio, nn. 5, 6, 7.[65] Documento de Puebla, n.
8; Juan Pablo II en su Carta Los caminos del Evangelio, n. 5, añade el nombre
de Toribio de Benavente “Motolinía”. JUAN PABLO II, Discurso a su llegada
a Santo Domingo, 25.I. 1979, AAS LXXI, p. 154. Sobre el problema de la
evangelización y defensa de los esclavos africanos: JUAN PABLO II, Discurso
en el Campo de Chambacú, Cartagena, Colombia, 6.VII.1986.[66] Investigador
superior del CONICET.[67] Buenos Aires, Depalma, 1984, ps. 21-22.[68] Esta
actuación y las siguientes, salvo indicación en contrario, corresponden al
expediente titulado “Don José González Tamés descubridor y dueño de la mina
nombrada San Francisco: sobre que por la Real Hacienda se le auxilie para
continuar su beneficio”, Archivo General de la Nación, Tribunales, leg. 65, exp.
43; IX.36.2.5. El expediente fue utilizado por José M. Mariluz Urquijo para la
parte pertinente de su libro El Virreinato del Río de la Plata en la época del
Marqués de Avilés (1799-1801), 2ª ed., Buenos Aires, Plus Ultra, 1987, ps. 189194. Edberto Oscar Acevedo se sirvió de la misma fuente, pero en base al
testimonio existente en el Archivo General de Indias, Buenos Aires 40, en su
[62]
186
obra La Intendencia de Salta del Tucumán en el Virreinato del Río de la
Plata (Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, Instituto de Historia, 1965, p.
238).[69] Recopilación de Indias, VIII.11.1: “Ordenamos, y mandamos a los
virreyes, presidentes, y gobernadores, que tengan mucha cuenta, y cuiden con
especial atención del beneficio, y labor de las minas descubiertas, y procuren
aplicar toda su diligencia en que se busquen, descubran, y labren otras nuevas,
porque la riqueza, y abundancia de plata, y oro, es el nervio principal, de que
resulta la de aquellos, y estos reinos, guardando en los servicios personales la
ley 9, título 19, libro 4 y las demás prevenciones”.[70] IV.19.9: “Porque el
descubrimiento, beneficio, y labor de las minas es tan conveniente a la
prosperidad y aumento de estos reinos, y los de las Indias. Encargamos y
mandamos a los virreyes, presidentes, gobernadores, y alcaldes mayores, que
de esto tengan muy particular cuidado, guardando, y haciendo guardar las
órdenes, que están dadas, y se dieren sobre los servicios personales de los indios
en los casos, que por las leyes de este libro están permitidos”.[71] “…que en
todas las tesorerías principales, foráneas y menores de las provincias que
tuvieren minas en corriente labor y beneficio haya siempre el dinero que se
regule necesario para el rescate y efectivo pago del oro y plata que los mineros
llevaren a vender. Y a fin de que se satisfaga prontamente su valor al precio
común, y con debido conocimiento de la ley de los metales, dispondrán los
intendentes, con noticia y acuerdo de la Junta Superior de Hacienda por mano
del superintendente subdelegado, que se incorporen y reúnan a mi Real
Hacienda lo más breve que sea posible los oficios de fundidor y ensayador de
las actuales cajas…”[72] Reproduzco la vista del fiscal y la providencia del
virrey en mi obra El virreinato rioplatense en las vistas fiscales de José
Márquez de la Plata, III, Buenos Aires, UMSA, 1988, ps. 10541057.[73] Acevedo, La Intendencia…, p. 238; y Mariluz Urquijo, El
Virreinato…, p. 193.[74] “El protector de naturales de este partido de la
Rinconada don Bernardo León sobre que se le auxilie a don José Tamés con
diez individuos de cada curato”, AGN, Criminales, leg. 51, exp. 5; IX.32.6.6.
Véase Levaggi, Los escritos del fiscal de la Audiencia de Buenos Aires Manuel
Genaro de Villota, Buenos Aires, FECIC-CONICET, 1981, ps. 250256. [76] Mariluz Urquijo, El Virreinato…, p. 190, reproduce el cuadro, pero
sin las notas.[77] Cornejo, Atilio.
La cultura de Salta. Antecedentes Históricos. Boletín del Instituto San Felipe
y Santiago de Estudios Históricos de Salta N° 2.[78] Op. Cit. Cornejo, Atilio.* El
resaltado es nuestro[79] Torino, Luis Arturo.
Los precursores del movimiento emancipador en el virreinato del Río de la
Plata y en Salta. Moldes y Gurruchaga.[80] Thibaud, Clément.
La Academia carolina de Charcas: una “escuela de dirigentes” para la
independnencia. Traducción Marcela de Grande.[81] AA.VV
187
Diccionario Enciclopédico Salvat. Ilustrado en color[82] Ibídem.[83] Op.
Cit. Diccionario…[84] Op. Cit. Diccionario ...[85] Regalismo: conjunto de
teorías y prácticas sustentadoras del derecho privativo de los soberanos sobre
determinadas regalías (derechos y prerrogativas exclusivas de los reyes,
inherentes a la soberanía)[86] Op. Cit. Diccionario…[87] Ibídem.[88] Estenssoro
Fuchs, Juan Carlos.
La plebe ilustrada: El pueblo en las fronteras de la razón, en: Entre la
retórica y la insurgencia: Las ideas y los movimientos sociales en los Andes,
siglo XVIII. Carlos Walker (compilador)[89] Op. Cit., Thibaud, Climent. Pág.
57.[90] Ibídem. Pág. 56.[91] Op. Cit. Cornejo, Atilio[92] Torino, Luis Antonio.
A la búsqueda de los verdaderos vencedores de Suipacha, en: Boletín N° 46
del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta[93] Emilio:
obra escrita por J. J. Rosseau (el resaltado es nuestro)[94] Op. Cit. Estensoro,
Juan.[95] Op. Cit. Torino, Luis Arturo.[96] Mata, Sara.
Tierra y poder en Salta. El Noroeste Argentino en vísperas de la
Independencia, pág. 37. CEPHIA. Facultad de Humanidades de la Universidad
Nacional de Salta. 2005.[97] Roberto Zavalía Matienzo:La Casa de Tucumán
Historia de la Casa de la Independencia. Archivo Histórico de Tucumán. Serie
Independencia, Publicación XIX, Volumen I, Tucumán 1969.[98] Exposición de
Moldes “acerca de sus servicios a la causa pública”, 26-10-1816, cit. Por Atilio
Cornejo , “Trascendencia de las revoluciones de Chuquisaca y la Paz de 1809
en el Noroeste Argentino”, en: Academia Nacional de la Historia, Boletín de
la..., XXX (Bs As, 1959), p133.[99] Guillermo Furlong SJ: Diego León Villafañe
y su “ Batalla de Tucumán”, 1812. Bs. As. 1962, pág. 34. Los subrayados son
nuestros.[100] Ibídem, pág. 29.[101] Ibídem, pág 93.
[102] Zavalía Matienzo: cit, pág. 59.
[103] Manuel Lizondo Borda. Actas del Cabildo de Tucumán. Vol 1, 1810-1816. (Tucumán, 1939).
Ricardo Jaimes Freyre. Tucumán en 1810. Noticia histórica y documentos
inéditos. (Tucumán, 1909).[105] Juan B. Terán: “Tucumán”, en: Actas de la Sala de
[104]
Representantes de Tucumán (Desde 1823 hasta 1852). Volumen II, Tucumán, 1939, pág. 410.
Padre Antonio Larrouy: Documentos del Archivo General de Tucumán.
Invasiones Inglesas y Revolución Recopilados por el… Tomo I, 1806-1897,
1810-1812. Bs As. 1910, pág. 127.[107] Biblioteca de Mayo. Colección de Obras y
[106]
Documentos para la Historia Argentina. Tomo XIX, Primera Parte. Bs As, 1960.
[108] Zavalía Matienzo , cit, pág. 60.
188
[109] Carta publicada en: Museo Histórico Nacional, Memorias y Autobiografías. Memorias de Posadas.
Tomo I, Bs As, 1910.
Alberto G. Padilla: “Instrucciones de los Diputados por Tucumán a la
Asamblea de 1813”, en: Humanidades. La Plata. 1921.[111] Museo Histórico Nacional,
[110]
cit, Bs As, 1910, pág 204.
Ibídem, pág. 206.[113] Padilla…. cit .[114] Biblioteca de Mayo.cit, sesión 1-9-1813.
[112]
[115] Ibídem,.
sesión del 26-10-1813.[116] Archivo de la Provincia Argentina de la Compañía
de Jesús: cartas del 3-5 y 11-8-1813, cit por Furlong cit, pág 44.
[117] Memorias… cit. pág. 204
[118]
Ibidem, pág 209.[119] Furlong cit, pág. 44.[120] Ibídem, pág. 81.[121] Archivo
Histórico de Tucumán, Secc. Adm, Volumen 27, cit por Ricardo Jaimes Freyre en: Historia de la República
de Tucumán, Tucumán. 2003, pág. 60.
[122]
Ibidem, pág. 61.[123] Ibidem. Pág. 166.
Carlos Páez de la Torre (h) y Ventura Murga: Las calles de San Miguel
de Tucumán, La Gaceta, Tucumán, 2005, pág. 180-181.[125] Archivo Histórico de
[124]
Tucumán, Sección Protocolos, Serie A, Vol 23, Años 1838 a 1844, folio 33 , Tucumán 4-4-1838.
[126] Ibídem, Sección Toma de Razón, Vol VI, 3-3-1838.
[127] E.O.
Acevedo. La evangelización a fines del Régimen español. EN:
Investigaciones y Ensayos, Nª 40. Buenos Aires, Academia nacional de la
Historia, 1990. p. 51[128] Roberto Distefano y Loris Zanatta. Historia de la
Iglesia Argentina. Desde la conquista hasta fines del siglo XX. Buenos Aires,
Grijalbo, 2000. p. 176[129] Ibidem. p. 80[130] La matrícula de Mendoza ordenada
en 1778 por su cura y vicario Dr. Clemente Corvalán y Chirinos establece una
población total de 8750 almas para Mendoza, Valle de Uco, Corocorto y
lagunas. Esta matrícula se conserva en el A.G.I., Au. Chile, Legajo 177.En el
Informe al Rey del Gobernador Intendente de Córdoba, Rafael de Sobremonte
en 1785 da cuenta de que Mendoza tiene una población de 10.098 habitantes
entre la ciudad, Uco, Corocorto y Lagunas.Hacia 1802 la matrícula del curato
de Mendoza dispuesta por su cura Domingo garcía arrojaba un total de 13.382
habitantes, sin contar criados, forasteros y miembros de Ordenes religiosas.
A.G.M. Caja 276, Doc. 36[131] Adolfo Cueto, Mario Romano y Pablo Sacchero.
Historia de Mendoza. Fascículo 7. Mendoza, Diario Los Andes, 1994, p.
9[132] Para temas de religiosidad ver: Alba Acevedo. “Mendoza en la Provincia de Cuyo y los Obispos
de Santiago de Chile durante la primera mitad del siglo XVII”. En: IV Congreso Argentino de
Americanistas. Buenos Aires, Sociedad Argentina de Americanistas, 2003.
189
Alba Acevedo. Acción apostólica de los laicos y de la Iglesia en Mendoza durante los siglos
XVII y XVIII. En: Actas del Congreso Internacional 500 años de Hispanoamérica. T.1 Mendoza, UNCuyo,
Facultad de Filosofía y Letras, 1996.
Alba Acevedo y Sandra Pérez Stocco. Claroscuros de la religiosidad y la moral. Conductas
escandalosas en la Mendoza colonial. Buenos Aires, Academia Nacional de la Historia, 2005.
Alba Acevedo y Sandra Pérez Stocco. “Concepción del tiempo, de la vida y de la muerte en la
Mendoza Colonial”. VI Encuentro de Historia Argentina y Regional. Identidad, Cultura y Región. San
Luis, Archivo Histórico Provincial, 2002.
Alba Acevedo y Sandra Pérez Stocco. “La Provincia de Cuyo en las cartas de los Obispos de
Santiago de Chile al Rey durante la segunda mitad del siglo XVII”. VII Encuentro de Historia Argentina
y Regional. Mendoza, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de San Juan y Junta de Estudios
Históricos de San Luis, 2004.
Alba Acevedo y Sandra Pérez Stocco. Religiosidad popular y devociones en los testamentos de
la Mendoza colonial. En prensa.
José Aníbal Verdaguer. Historia Eclesiástica de Cuyo. T. I Milano, 1931.
p. 465[134] Archivo Diocesano de Mendoza, Caja 4 año 1754 (ADM)[135] Carta
dirigida al Rey el 22 – 3 – 1754. Archivo General de Indias. Au. Chile. Legajo
462[136] La certificación hecha por el Comandante de Armas de Frontera Don
Francisco de Amigorena sobre los servicios prestados por el padre Manuel
Garay AGI Au. Chile, Legajo 462[137] Esta carta se encuentra en el Archivo
General de la Provincia, carpeta 238, época colonial, Doc. 20 (AGP)[138] AGP
época colonial, carpeta 27, Doc. 12[139] Verdaguer. Op.cit. p. 344[140] Carta
del 9-4-1747. A.G.I., Au, Chile, legajo 138[141] Verdaguer. Op. Cit.
360[142] Ibidem, p. 455[143] Ibidem, p. 456[144] Ibidem, p. 345-348[145] Carta al
Rey del 15-10-1748, AGI. Au Chile, 138[146] ADM, Caja 4. Decreto 20-41752[147] Edicto del Obispo de Santiago de Chile. 1753 ADM, caja 4[148] Carta
del Obispo González Melgarejo al Rey 12-3-1753. AGI, AU, Chile,
138[149] Juan Isidro Maza. Toponimia, tradiciones y leyendas mendocinas.
Buenos Aires, banco de Boston, 1990. p.119[150] Verdaguer, Op. Cit.
588[151] Maza, Op. Cit. p 119-121[152] Carta del 25-5-1805 AGI, Au, Chile,
legajo 319[153] Edberto Acevedo, Op. Cit. p.661 No se radicaron en el campo,
porque el gobierno no cumplió con la promesa de hacerlos propietarios; de allí
que la Patagonia no se pobló.2 1er. censo 1869 – 1.830.000 h 2° “ 1895
– 3.954.911 h
Censos Nacionales 3°
“
1914 – 7.885.235
h 4°
“
1947 – 15.897.125 h3 En la obra de Gerchunoff (Los gauchos
judíos) el Daún Jacobo dice: “([…]) Fue en España donde los judíos dejaron de
cultivar la tierra y cuidar sus ganados. No olvide usted, mi querido rabí, lo que
se dice en Zeroim, el primer libro del Talmud al hablar de la vida del campo:
Es la única saludable y digna de la gracia de Dios ([…])” (Gerchunoff, 1984, p.
35).4 La sociedad de las dos primeras décadas del siglo XX se conformaba de
la siguiente forma:
Aristocracia (1%) descendían de familias patriarcales
y poseían grandes latifundios.
Clase media
alta (8 %) comerciantes
y profesionales con capacidad adquisitiva.
baja (24
%) con menor alcance financiero.
Inferior: con pocos recursos a la que
[133]
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pertenecían los inmigrantes y criollos, muchos en el campo.5 Los que llegaban
de Europa, -Medio Oriente, o Asia- se alojaban al llegar en el Hotel de
Inmigrantes.6 Las huelgas y protestas masivas eran frecuentes. El gobierno
decide sancionar la llamada Ley de Residencia (ley 4.144) que permitía
deportar a dirigentes peligrosos. Las asociaciones gremialistas venían ya desde
1876 con la Unión de Tipógrafos, en 1891 anarquistas y socialistas formaron la
FOA (Federación Obrera Argentina) de orientación marxista.7Estos grupos de
choque identificaban a catalanes con anarquistas y a judíos con
socialistas.8Después, también en Juan Moreira (gaucho malo) del folletín de
Eduardo Gutiérrez de 1884, que comienza siendo pantomima con José Podestá
como Juan Moreira, transformado en drama hablado en 1886 en Chivilcoy.
Después el actor Celestino Petray encarnará a Cocoliche en el drama criollo. En
la obra, Jerónimo Podestá (gaucho) dice a Cocoliche: “-¡Adiós, amigo
Cocoliche! ¿Cómo le va?. Este responde: “-Vengue de la Patagonia con este
paréjiere, macanuto, amique.9 Esta revista desapareció a los comienzos de los
sesenta. Llegó a tener tiradas de más de 100.000 ejemplares.10 Con canciones
como “Pobre mi madre querida”, “¡Qué me habrán hecho tus ojos!”, “El
carretero va” y otras.11Ejemplos: “al repetir aquí sus palabras, beso en su
nombre la tierra que me da paz y alegría” (“Génesis, p. 36); “Regresamos tristes
y huraños” (“La huerta perdida”, p. 60); “Yo dirijo los bueyes y mi hermano
guía el arado” (“El surco”, p. 38), etc.12Ejemplos: “Labriega, tú me recuerdas
las mujeres augustas de la escritura. Tú revives en la paz de los campos las
heroínas bíblicas” (“Génesis”, p. 40); “Moisés, tu figura encorvada, tus pies
desgarrados, tus ojos profundos y tristes, recuerdan a los santos pecadores…”
(“Las lamentaciones”, p. 66).13Otros ejemplos: “La primavera estallaba, las
margaritas cuajaban el verde jubiloso de la pradera” (“Llegada de inmigrantes”,
p. 49); “En el camino, una vasta polvareda levantaba franjas de oro” (“El
episodio de Miryam, p. 70); “Desaparecían en su boca sobre el rojo paladar las
gotas de cristal del rocío” (“Leche fresca”, p. 39).14Otro ejemplo: Ruth: “Ruth
apareció en la cocina, desgreñada envuelta en una manta de lana que daba a su
hermosura de moza fresca y rústica un aspecto de salvaje arrogancia” (“La
muerte del Rabí Abraham”, p. 80).15Otras citas bíblicas: “Porque tu amor es
mejor que el vino” (“El cantar de los cantares”, p. 61); “Llorad y gemid, hijas
de Sión” (“Las lamentaciones”, p. 65).1) [154] Expone el Dr. Marcelo Fleming en el libro
Estancia “La Frontera” de Margarita Fleming de Cornejo · Martillero Público Nacional. Es vicepresidente y director
de publicaciones del Centro de Investigaciones Genealógicas de Salta y del Instituto Güemesiano de Salta. Director
de la Biblioteca Provincial Dr. Atilio Cornejo.
[155]
En una letra posterior aparece en la primera hoja del cuadernillo: Pedimento de Rodrigo de la Torre, regidor, sobre orden
del rey que anulaba los oficios a excepción de los antiguos y el suyo era moderno.”[156] Tachado: “por”[157] Tachado: “seund
se deviera fazer”.[158] Tachado: “al rrequiriese”.[159] Interlineado.[160] Tachado: “de derecho apellaçión non puede
nin”.[161] Interlineado.[162] Tachado:
“fiziesen”.[163] Tachado: “çibdat”.[164] Tachado: “inpor”.[165] Interlineado.[166] En tipo de letra posterior leemos en el
encabezamiento del documento: “Derechos que corresponden a los regidores sobre la revocación que se hizo de los regidores
acrecentados”.[167] Tachado: “fi”.[168] Tachado: “se”.[169] Tachado: “alcalldes”.
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