Carta de Salvatore Mancuso al fiscal de la Corte

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Was hington, D. C., Noviembre de 20 0 8
Señor Don
LUIS MO RENO OCAMPO
FISCAL
CORTE P ENAL INTERNA CIO NAL
Susc ribe la pres ente SALVATO RE MANCU SO GÓMEZ, identific ado c on la c édula de
c iudadanía número 6.8 92 .624 de la c iudad de M ontería. Departamento de C órdoba ,
C olombia.
Soy un c iudadano c olombo-italiano, hijo de un inmigrante italiano y de una mujer
c ampes ina, oriunda del Departamento de Córdoba, ubicado en el norte de la
Repúblic a de C olombia. C onformé un hogar y me dediqué al trabajo del campo en
labores de agricultura y ganadería, c on el fin de s ac ar adelante a mi familia.
Realizando este trabajo honesto y, al igual que muchos otros empresarios del
c ampo c olombiano, a finales de la década de los oc henta fui víctima de la extorsión
y de las pres iones de grupos de guerrilla que desde hace varias déc adas as olan los
c ampos de mi patria.
A raíz de esta situac ión, que no preten do jus tific ar ni exc us ar, y del total
desamparo por parte del E stado para quienes como yo nos dedicábamos a hacer
empresa, generand o des arrollo para el c ampo c olombiano y que quedamos a
merc ed de la actividad violenta de los grupos guerrilleros , me involuc ré en el
c onflicto armado interno c olombiano, primero de la mano de las Fuerzas A rmadas
de C olombia, el ejército c olombiano me entrenó, me armó y me ayudó a c ombatir
c onjuntamente c on él a la guerrilla. P os teriormente a través de una CO NVIVIR que
me entregó el Estado c olombiano c ontinué con mi luc ha antisubvers iva realizando
las tareas bélic as que el E stado no c umplía, bien por pura desidia, bien porque en
toda gue rra hay tra bajo s ucio que hac er y lo hac ían a t ravés de nosotros .
Finalmente, en es e avanc e de la guerra, terminé integrándome a grupos privados
ilegales de autodefens a hacia mediados de los noventa (A utodefens as C ampes inas
de C órdoba y U rabá y Autodefens as Unidas de Colombia –AUC-), c on el propósito
de s eguir enfrentando a la guerrilla, ya no s olamente defendiéndonos de esos
grupos, s ino atacándolos en los territorios en donde hacían presencia his tóric a en la
zona no rte de Colombia, de es a manera ayudé a extender la luc ha de la
autodefensa y a suplir en los territorios en los c uales expulsábamos a la guerrilla, al
E stado c olombiano que poc o a poco dejaba en nues tras manos la oc upación de los
territorios que íbamos c onquis tando.
Llegué a s er el máximo c omandante de los bloques Norte en una époc a y
posteriormente, de los bloques C atatumbo y Córdoba de las autodefensas unidas de
C olombia, que c ontrolaban los departamentos del Norte de Santander y C órdoba,
respectivamente, es ta última la tierra que me vio nacer.
Sin embargo, a finales de la déc ada de los noventa y a princ ipios del nuevo milenio
y des pués de largos años c ombatiendo desde la clandes tinidad a los grupos de
guerrillas , alejado de mi familia, entendí que era neces ario hac er un aporte a la paz
del país , aún a c os ta de grandes s acrificios pers onales . Se trataba de hacer un
aporte para detener la vorágine de g uerra y s angre. Es as í c omo inic ié
c onjuntamente con los c omandantes Carlos y Vic ente C astaño una labor de
c onvenc imiento al interior de nuestra organizac ión, sobre la nec esidad de negociar
c on el Gobierno c olombiano el des arme de nues tros c ombatientes ; busc amos e
implementamos c anales de interlocuc ión con los Gobiernos de los doc tores
E RNE STO SAMPER PI ZANO y AN DRE S PASTRANA ARAN GO hoy expres identes de
C olombia y pos teriormente, c on el Gobierno del doc tor ALVARO U RIBE VE LE Z.
Desde c uando c omenc é a des andar los caminos de la guerra, ente ndí que debía
responder por mis acc iones ante la s oc iedad c olombiana y, en particular, ante las
víctimas de los ac tos de guerra que c ometimos las autodefens as , más aún
entendiendo mi posic ión de c omandante. E n es te contexto las negoc iac iones
realizadas c on el Gobierno del doc tor Álvaro U ribe V élez, tuvieron desde un
c omienzo c omo premis as la verdad y la reparac ión a las víctimas ; a cambio de es e
c ompromiso de nuestra parte , el Es tado nos ofrec ía una s anc ión penal alternativa,
más benigna que la ordinaria, ate ndiendo a los es tándares internac ionales de
justic ia trans icional y s in que ello signific ara la adopción de mecanismos jurídicos de
“punto final”. E ntendimos los negociadores de las autodefens as que el nuevo orden
mundial del derecho de la gue rra , iniciado s obre las ruinas de la Europa devas tada
por la Segu nda Guer ra M undial, c on los tribunales ad hoc y c ons olidado en el
E statuto de Roma que le dio vida a la Corte Penal I nternac ional, parte de garantizar
las expec tativas de las víc timas s obre verdad, jus ticia y reparac ión, y q ue a la luz
de es tos pos tulados no son de recibo las leyes de “perdón y olvido”. E l nues tro es el
primer proc eso de negociación en Colombia y tal vez en el mundo en que un g rupo
armado al margen de la ley s e s omete a la jus ticia atendiendo a es tos parámetros
del derec ho inter nac ional.
E l c amino de la negoc iac ión del ac uerdo de paz c on el Gobierno c olombiano fue
difíc il, esc abros o, c on muc has piedras atravesadas . Sin embargo no c laudiqué en mi
decis ión de retornar a los c auc es de la c ivilidad, no con palabras y manifes tac iones
vacías , s ino con hec hos : M e c onfiné, junto c on los demás comandantes , sin armas ,
bajo la vigilanc ia de agentes es tatales , en la zona establecida por el Gobierno
c olombiano para los diálogos de paz, en un paraje rural de mi natal Departamento
de C órdoba, c onoc ido como “Santa Fe de Ralito” y que s e denominó “Zona de
U bic ación”. A llí se realizaron las negoc iaciones con el Gobierno, que llevaron a la
expedic ión, des pués de un difícil trámite legislativo, de la Ley 975 de 200 5, que hoy
s e c onoc e c omo “Ley de Jus ticia y P az”, c omo mecanismo jurídico que permitiera
nues tra reinc orporación a la s ociedad. Sin embargo, antes de la expedic ión de dicha
Ley, en una mues tra de mi compromis o c on el proces o de paz, que e n aquél
momento era apenas una expectativa c on múltiples esc ollos, des movilic é el aparato
militar del Bloque Catatumbo que yo c omandaba y que ejerc ía influenc ia en el
Departamento de N orte de Santander, fronterizo c on la Rep ública Bolivariana de
V enezuela. Fueron alrededor de dos mil c ombatientes los que entregaron sus armas
al Alto C omis ionado P ara la P az, en el M unic ipio de Tibú, en los albores del mes de
diciembre del año 200 4 . T ambién antes de la expedición de la ley 975 y c omo gesto
de paz y compromis o real de avanzar en el des mantelamiento de las autodefensas ,
desmovilicé los c ombatientes del ejército de autodefens a que lideré en el
Departamento de Córdoba, llamado Bloque Córdoba, con otros c asi dos mil
c ombatientes que es taban ba jo mi mando.
P osteriormente, ya des armado pero todavía c omo voc ero de paz de las
autodefensas , atendí el llamado del s eñor P residente de la República, que en el mes
de agos to de 2006 nos s olic itó a los comandantes desmovilizados de las
autodefensas unidas de Colombia recluirnos voluntariamente en un Centro de
Reclusión en el M unic ipio de La C eja (Antioquia), de donde fui tras ladado, en
diciembre del mismo año, a una pris ión de máxima seguridad en I tagüí al occidente
c olombiano. Siempre s upe y fui consc iente que una de las consec uencias de mi
voluntad de paz y de des arme es que debo afrontar ante los tribunales y ante la
justic ia de los hombres el juzgamiento y cas tigo que s e derivan de los hec hos que
c ometí c uando es tuve en la guerra que un día dec idí librar en contra de las
guerrillas de izquierda c olombianas y as í lo he venido as umiendo.
U na vez promulgada la Ley 975 de 2005 , que establec ió el trámite administrativo y
judic ial para la reinc orporación a la vida civil de los integrantes de grupos armados
al margen de la ley, c on los compromis os de verdad, jus tic ia y reparación, fui el
primero de los antiguos c omandantes de las Autodefensas Unidas de Colombia que
manifes tó ante el Gobierno c olombiano la decisión de s ometerse a sus
proc edimientos . Y una vez inic iado el trámite judic ial por parte de la Fis c alía
General de la Nación, c omparecí a las diligencias de vers ión libre, con el
c ompromiso de decir toda la verdad s obre mis actividades dentro de esta
organizac ión armada ilegal, inc luyendo los vínc ulos que c on la mis ma tuvieron en el
pasado miembros de la c lase polític a, empresarios , agentes estatales e integrantes
de otros grupos de interés en las regiones en las c uales ejerc imos influenc ia c omo
autodefensas y en las c uales inc lus o reemplazamos las funciones de seguridad,
impos itivas y hasta de administración de jus tic ia que habían s ido abandonadas por
el Es tado Central c olombiano.
M is dec larac iones ante el Fisc al de la Unidad de Jus tic ia y Paz han s ervido de bas e
para el inic io de c aus as criminales c ontra agentes es tatales e integrantes del
P arlamento Colombiano, la mayoría de las c uales han terminado en sentencias
c ondenatorias. En una de las primeras audiencias , el día 15 de enero de 2 007 ,
pres enté ante el Fisc al un documento denominado “Pac to de Ralito”, el cual da
c uenta de una reunión realizada en ese paraje r ural del Departamento de C órdoba,
en la cual s e s usc ribió un c ompromiso polític o entre las Autodefensas Unidas de
C olombia y varios congres is tas, alc aldes y líderes polític os del Departamento de
C órdoba. Por es tos hec hos han s ido enc aus ados c riminalmente, y algunos de ellos
c ondenados , entre otras pers onas , M iguel A lfonso de la Espriella; c ongres ista del
Departamento de Córdoba (condenado); Eleonora P ineda, Representante a la
C ámara del mismo Departamento (c ondenada); José M aría López (Gobernador del
Departamento de Córdoba); Salvador Arana (Gobernador del Departamento de
Sucre); Juan M anuel LópezC abrales , Senador de la Repúblic a; Reginaldo M ontes
Á lvarez (Senador de la Repúblic a; William M ontes , Senador; Rodrigo Bustos de la
E s priella, Senador; Freddy Sánchez y Jua n C arlos O rdosgoitia, Representantes a la
C ámara por Córdoba.
De igual manera he admitido mi res pons abilidad en varios hec hos de sangre
atribuidos a las autodefensas , algunos de ellos en c onnivencia c on agentes del
E stado c olombiano. Las diligenc ias de vers ión libre avanzaron sin c ontratiempo
hasta el mes de febrero de 20 08.
C omo es de públic o conoc imiento, el día 13 de mayo del año 2008, junto c on otros
antiguos c omandantes de las autodefens as , fui entregado en extradición al
Gobierno de los Es tados Unidos , para res ponder ante una Corte Federal
N orteameric ana por delitos de narcotráfic o. Des de ese día me enc uentro rec luido en
la P risión Federal de la c iudad de Washington, sitio desde el c ual susc ribo la
pres ente. I nmediatamente fui confinado en la p ris ión americ ana, a través de mis
abogados le hic e s aber a las autoridades c olombianas , a las víc timas y al país en
general, mi dec isión inquebrantable de c ontinuar dent ro del Proces o de Justicia y
P az, c umpliendo c on los c ompromis os de verdad y repa rac ión, pes e a la tris teza
que me produjo mi intempes tiva extradición. Des de aquí, a través de mi equipo
jurídic o, he res tituido a sus legítimos dueños , tierras que les fueron arrebatadas por
las autodefensas .
Sin embargo las dificultades para reanudar las diligenc ias de versión libre han s ido
muc has . No obs tante, a través de la ges tión de mis abogados s e ha conseguido la
reanudac ión de la diligenc ia de vers ión libre, por medio de telec onferenc ia, a partir
del próximo 18 de N oviembre.
E n mi s itio de reclusión he c onoc ido el interés de s u O fic ina en el s eguimiento del
P roc eso de Jus ticia y P az de Colombia, que ha inc luido s u pres enc ia, s eñor Fiscal,
en mi país, en la exhumación de res tos de víctimas del conflic to s epultados en fosas
c omunes y en otras actividades tendientes a la salvaguarda de los derec hos de las
víctimas . Las c ondiciones en que s e reanuda mi versión libre pueden limitar la
partic ipación de las víc timas , nec es aria para que C olombia termine de conoc er mi
verdad en relac ión con mi partic ipac ión en el conflic to armado y s e s atis faga la
expec tativa de quienes fueron afectados por mis acc iones c omo integrante de los
grupos de autode fens a en C olombia. Es por lo expuesto que le solicito
respetuos amente, s eñor Fisc al, que s u Ofic ina haga pres enc ia en es tas diligencias
judic iales y ejerza una labor de c ons tatación del respeto a las garantías proces ales
y a los derec hos de las víc timas. E stoy s eguro que es ta presencia dotará al proc es o
de la c onfianza y credibilidad hoy soc avadas por la perc epc ión que tienen las
víctimas , de que nues tra extradición s e va a llevar la verdad que ellos anhelan
c onoc er, anhelo que desde mi posic ión de vic timario arrepentido, reivindic o c omo
legítima.
Del s eñor Fiscal, con s entimientos de considerac ión.
Firma de su puño y letra:
SALVATORE MANCUSO GÓMEZ
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