DOMINGO 8 DE AGOSTO DE 2004 No. 132 El panorama general del náhuatl y los dialectos de Morelos* ◆ Antonio García de León ◆ * Este artículo forma parte del Atlas Etnográfico de los Pueblos Indígenas de Morelos, To axca to gente, que está en proceso de publicación en una coedición INAH-FCE “Nuestra herencia es una red de agujeros…” Poema de Tlatelolco, siglo XVI Antecedentes El náhuatl moderno, el que actualmente se habla en varias entidades de la República mexicana, y algunos de cuyos restos sobreviven en los países de Centroamérica, se halla marcado por la fragmentación dialectal, es decir, por diferencias regionales que existían de antemano pero que se acentuaron como efecto de los procesos de parcelación que vivieron los pueblos indios y las comunidades durante la época colonial. Así, el náhuatl se encuentra fuertemente fragmentado en dialectos o variantes1, lo cual crea un efecto aparente de que se tratara en realidad no de una sola lengua, sino de una familia lingüística interconectada. Como la comprensión mutua entre variantes del náhuatl (y de otros idiomas de Mesoamérica) se da en forma de redes sucesivas, los dialectos más alejados geográficamente entre sí, los colocados en puntos extremos de la red, tienden a ser casi mutuamente ininteligibles, es decir, que los hablantes no se entienden entre ellos, sobre todo si tomamos como referente a hablantes de variantes colocadas en los extremos de la red. Por ello es importante concebir al náhuatl más como la red fragmentada de una totalidad mayor que como una sucesión de variantes a punto de separarse. Primeramente, la política colonial consideró desde el siglo XVI al náhuatl del valle de México, sede de la Triple Alianza, como el náhuatl Clásico, del cual, según la lógica europea de la fragmentación de las lenguas romances, deberían derivar el resto de las variantes del náhuatl. Se concebía al idioma de Tenochtitlan y Texcoco van de hablas que en el siglo XVI, eran ya bastante diferentes de la lengua oficial del imperio azteca. Actualmente, los dialectos orientales del náhuatl, por ejemplo, se encuentran tan alejados de las variantes del centro de México, como pudiera estarlo el español del catalán o del portugués. Otro rasgo general importante es que durante todo el periodo colonial, el náhuatl interactuó muy estrechamente con el español, proporcionando una gran cantidad de préstamos a las variantes del español de México y Centroamérica. Pero asimismo, el náhuatl adoptó muchos préstamos del español, tanto del siglo XVI como de los siglos posteriores. El vocabulario se adaptó a estos préstamos, se adoptaron conjunciones y giros tomados del Tetelcingo, Morelos. Foto Miguel Morayta M. español y la consecuencia, en la sintaxis, es que el náhuatl moderno utiliza algo así como el “latín culto”, la va- por los mismos escribanos nahuas del formas sintácticas “mestizas”, nuevas riante socialmente superior y que de- valle de México: “mexicano chontal”, estructuras que no son ni españolas ni bería imponer la norma ideal de todos “mexicano pinotl”, etcétera. Algunas nahuas pero que derivan de esta intelos hablantes, de los “romances vul- de estas denominaciones, en especial racción de cuatro siglos. En el náhuatl gares”. Así, en muchos textos y docu- las últimas, se refieren a veces a len- moderno se conservan también palamentos del primer siglo de la conquis- guas distintas aunque cercanamente bras españolas antiguas, o pronunciata, como en las Relaciones Geográ- emparentadas con el náhuatl y que ya das a la manera del siglo de la conficas ordenadas por Felipe II en 1579- se han extinguido: como la lengua de quista: como tomin, “dinero”, limeta, 1580, o en los documentos y proban- Pochutla (Oaxaca), el pochuteco, que “botella” o xapon, “jabón”… zas de tierras, se habla de la variante es un idioma muy cercano al náhuatl dominante mexica como “la lengua dentro de la gran Familia Yutoazteca, La huella de la historia cortesana de México”, y a las varian- y que en el XVI es llamado “mexicano Podemos decir sin temor a equivocarnos que el náhuatl moderno construye tes que no corresponden al modelo mazorral”. erigido como central, se les considera El problema de estas clasificaciones sus características tomando como según diversos criterios de valor de es que no todas las variantes derivan base un conjunto mayor de rasgos, un disminución, que denotan por lo ge- del náhuatl llamado clásico, sino que corpus más amplio al de cada varianneral el antiguo etnocentrismo de los éste y las demás variantes derivan más te particular. Es decir, que cada vamexicas, pero revaluado por la admi- bien de un proto-nahua que se fue es- riante se ha especializado en aspectos nistración colonial hispana. Se usan así pecializando y expandiendo y que ya diversos de ese conjunto, incidiendo una serie de juicios valorativos para no era hablado en el siglo XVI. Así, en preferencias gramaticales y léxicas ubicar las hablas distintivas regionales: los dialectos del náhuatl oriental (Sur tomadas de ese complejo lingüístico “náhuatl vulgar” o “mexicano vulgar”, de Veracruz, Tabasco, El Salvador), mayor, que es el que subyace en to“mexicano corrupto” y, por último, en del náhuatl del norte (La Huasteca, das las variantes. Cada forma regional la escala más baja, “mexicano mazo- franjas de la Sierra de Puebla) o el se ha especializado en partes específirral”, o bien se usan categorías usadas occidental (Jalisco, Michoacán) deriPasa a la página II El panorama... Viene de la página I cas de esa totalidad y ha “colonizado” una parte de ese corpus. Dicho de otra manera: si elaboráramos una comparación exhaustiva de rasgos fonológicos, gramaticales, sintácticos y de vocabulario, podríamos tener la matriz de la totalidad de la lengua: por lo pronto, un diccionario léxico y gramatical que superaría en elementos a los clásicos de Molina o Rémi Simeón acerca del “náhuatl Clásico”. Esta situación, al igual que la disposición de las variantes en cadenas y redes, opera en escala general y en grupos regionales: el norte (Durango), el occidente (Jalisco y Michoacán), el sur (Guerrero), el centro (DF, Edomex, Morelos, Puebla y Tlaxcala), La Huasteca, la Sierra de Puebla, el Golfo sur y Chiapas-Centroamérica, conformando diferencias sutiles y de creciente envergadura2. Pero visto desde un punto de vista histórico, de esta hipotética lingüística comparativa del náhuatl se derivan conclusiones históricas que están en espera de un trabajo más totalizador, que trascienda el actual estudio monográfico sobre variantes separadas. Y es que el conjunto del náhuatl superviviente y registrado desde hace más de un siglo a la fecha, semeja, en la expansión y regularidad de los cambios un estanque sobre el que se hubieran hecho caer piedras de manera sucesiva, y que los cambios se hubieran expandido en ondas concéntricas del centro a la periferia: marcando rasgos desde que las variantes se empezaron a separar entre sí, desde finales del periodo Clásico. Así, los rasgos más arcaicos se mantienen en la periferia, por lo general en las variantes del llamado “náhuat” (Durango, partes de occidente, sur, Huasteca, Sierra de Puebla y todo el Golfo sur y Centroamérica), y el desarrollo de los cambios más recientes es notorio en el centro, en las variantes del “náhuatl”3. El inicio de esta separación interna se remonta, según los cálculos léxico-estadísticos a una profundidad de por lo menos 14 siglos mínimos, si incluimos a variantes cercanas como el pochuteco, y a unos 10 siglos al interior del náhuatl propiamente dicho: es decir, que hace unos mil años el náhuatl empezó a diversificarse, coincidiendo con el colapso y dispersión de Teotihuacan. Y esto nos lleva a que lo más trascendente para la historia prehispánica de Mesoamérica, corroborado por fuentes escritas y arqueológicas, es que estas “piedras en el centro del estanque” corresponden con las dominaciones y dispersiones migratorias de los nahuas a partir de ciertas metrópolis o ciudades-Estado situadas en el Altiplano central: Tula-Teotihuacan, Xochicalco, Cholula, Tula-Xicocotitlan y México-Tenochtitlan, ciudades en donde se habló el náhuatl y a partir de las cuales se expandieron las variantes en forma de ondas concéntricas. Así, en “franjas dialectales” como la del Golfo sur, es posible in- Xoxocotla, Mor. Foto Cristina Saldaña F. cluso datar cronológicamente estos cambios y adscribirlos a migraciones conocidas de grupos de hablantes hacia el sur de Mesoamérica: las famosas “migraciones pipiles” que alcanzaron Yucatán y Centroamérica (hasta el sur de Costa Rica), y que procedían de Teotihuacan, Xochicalco, Cholula y Tula-Xicocotitlan. Por otra parte, hay dos situaciones históricas importantes que se desprenden de la Lingüística histórica del náhuatl: la primera son los préstamos de otras lenguas que han interactuado en contextos regionales (como el cora y huichol en Durango, el totonaco en la Sierra de Puebla, el otomí en el Altiplano central, el popoluca mixeano y zoqueano en el sur de Veracruz, etcétera). Esto ha marcado muchas de las diferencias y preferencias que han “contaminado” al corpus y que tienden a acercar el náhuatl a las lenguas vecinas. Otra es el sustrato, es decir, la impronta de lenguas anteriores habladas en ciertas regiones que marcan préstamos y acentos regionales. Como el náhuatl, en virtud de su carácter asociado a la dominación de sucesivos Estados militaristas, era por lo general impuesto en regiones donde se hablaban otras lenguas, aparece muchas veces con un sustrato más o menos visible. La imposición del náhuatl continuó incluso durante el siglo XVI en algunas regiones, pues la primera política de la Corona española fue el convertirlo en lingua franca, en la lengua “mexicana” de la Nueva España, útil para la evangelización y la administración en una Mesoamérica que aparecía ante los ojos de los conquistadores como una auténtica Torre de Babel. Ambas situaciones son importantes para la reconstrucción histórica de los pueblos nahuas, pero gran parte de esta tarea está por hacerse. Los pisos y características del náhuatl de Morelos En Morelos el náhuatl está, desde por lo menos la mitad del siglo pasado, en franco proceso de extinción, a pesar de que es, de hecho, la única lengua indígena que se habla en el estado. A pesar de este proceso de rápida disolución, se mantiene en algunas localidades del norte, centro, occidente y oriente del estado. Los dialectos de Morelos muestran lo que hemos estado diciendo: aparecen en forma de cadena o red dialectal regional, son notorios algunos “pisos” históricos que se remontan al Clásico (sobre todo a Xochicalco, donde muy posiblemente se habló esta lengua), y en algunos de ellos es posible percibir un sustrato de alguna o algunas lenguas anteriores: como en la variante de Tetelcingo, en donde los cambios fonológicos y léxicos se relacionan con la presencia anterior de alguna lengua del grupo Otomangue (posiblemente el chocho-popoloca, hablado hasta el sur del Popocatépetl según algunas fuentes del siglo XVI). Asimismo, algunos dialectos del norte, como el de Tlalnepantla y el de Hueyapan, se conectan directamente con la red del valle de México, los del occidente (Cuentepec) con el sur del Edomex (Ixtapa, Temascaltepec), mostrando interacciones con lenguas otomianas (ocuilteco, otomí y matlatzinca), e indicios arcaizantes, reflejos lejanos de lo que pudo haber sido el náhuatl de Xochicalco. Las variantes del centro norte (Ocotepec, Tepoztlán y sus sujetos Santa Catarina, Amatlán y Ocotitlán) representarían el centro más típico de la red morelense: una secuencia que se continúa hacia el oriente de Morelos, el sur de Puebla, y con algunas conexiones hacia el náhuatl oriental del Golfo de México. Algunas características fonológicas, gramaticales y léxicas son descritas por Dakin y Lastra/ Horcasitas, ubicando a la red morelense dentro de las variantes de lo que Hasler llama “náhuatl central”. De hecho, la variante morelense que muestra más cambios, y que ha resultado una de las más persistentes en el proceso acelerado de extinción, es la de Tetelcingo, la que según Karen Dakin4: “Se distingue marcadamente de los otros dialectos en su sistema vocálico […] las diferencias están en la realización de las vocales largas, que han cambiado de calidad”, es decir, que las vocales largas /a:, e:, i:, o:/, se han convertido en otras vocales, inexistentes en el náhuatl, pero presentes en las lenguas otomangues, así como en algunos diptongos o grupos vocálicos. Esta característica de las vocales tetelcingas causa un efecto falso de “no comprensión” por parte de los hablantes de dialectos vecinos, como Hueyapan, pero es en realidad una serie de cambios absolutamente regular. El náhuatl de Morelos, socialmente, es visto como una lengua disminuida, asociado a la condición rural e indígena. Carente de prestigio, ha cesado de transmitirse de una generación a otra, lo cual significará la muerte de todo un complejo cultural muy rico que seguramente desaparecerá en los años venideros. Bibliografía básica Brewer, Forrest y Jean, Vocabulario mexicano de Tetelcingo. Serie de Vocabularios indígenas Mariano Silva y Aceves, 8. México, 1962. Dakin, Karen, “Dialectología náhuatl de Morelos, un estudio preliminar”. Estudios de Cultura Náhuatl, no. 11. UNAM. México, 1975. Pp. 227234. García de León, Antonio, Pajapan, un dialecto mexicano del Golfo. Colección Científica, INAH. México, 1976. Hasler, Juan A,, “Tetradialectología náhuatl”, en: Benjamín Elson y Juan Comas, eds., A William Cameron Townsend. México, 1961. Pp. 455-464. Lastra, Yolanda y Fernando Horcasitas, “El náhuatl en el estado de Morelos”. Anales de Antropología. Vol. XVII. UNAM. México, 1980. Pp. 233-298. [Incluye una bibliografía completa sobre el náhuatl de Morelos] Launey, Michel, Introducción a la lengua y a la literatura náhuatl. UNAM. México, 1992. Swadesh, Mauricio, “Algunas fechas glotocronológicas importantes para la prehistoria nahua”. Revista Mexicana de Estudios Antropológicos. Vol. 14. México, 1954-55. Pp. 173-192. 1 El concepto lingüístico de “dialecto” se refiere a una variante inteligible dentro de la totalidad de una “lengua” extendida en un territorio dado. Lo aclaro porque en México, como producto de los prejuicios sociales implantados desde la Colonia, el término tiene una connotación peyorativa: se suele llamar “idioma” al español y “dialectos” (vid. idiomas inferiores) a las lenguas o idiomas indígenas. 2 En base a esta hipótesis es que hicimos una reconstrucción básica del llamado “nahua del Golfo” (García de León, 1976). 3 Esta distinción entre náhuatl, “náhuat” y “náhual” se basa en un solo rasgo: el uso en ciertas palabras (por lo general ante /a/ y en posición final) de los fonemas /tl/, /t/ y /l/ sorda. Esta última variante aparece en Michoacán y el sur del Edomex. Así, en el primero, “hombre” se dice /tla:katl/, en el segundo /ta:kat o ta:gat/, y en el tercero /la:kal/. Pero este solo rasgo ha resultado insuficiente, como lo ha demostrado Hasler, para una clasificación confiable de las variantes. 4 Dakin, “La dialectología náhuatl de Morelos…” 1975: 231. La comunidad académica del Centro INAH Morelos pendiente de los logros de sus componentes, tiene el gusto de felicitar al doctor Antonio García de León por haber recibido el Premio Gonzalo Aguirre Beltrán debido a su aportación al estudio de la “tercera raíz”: importante presencia africana en México desde el siglo XVI. Asimismo le manifestamos nuestro gusto por la inminente aparición de su libro: Contra viento y marea. Los piratas en el Golfo de México, bajo el sello editorial de Plaza Janés. ¡Adelante Antonio! Cuernavaca, Mor., agosto de 2004 DOMINGO 8 DE AGOSTO DE 2004 II Entre las plantas medicinales reportadas para la región de Morelos, existen especies que tienen un amplio valor cultural, ya sea por sus múltiples usos y por la natural belleza evidente en sus diversas etapas de desarrollo con coloridos contrastes, entre el verde de sus hojas, sus flores blancas o rosas y sus esféricos y espinosos frutos teñidos de un “rojo” tan peculiar del achiote . Bixa orellana, es una especie que a través del tiempo, ha contado con una amplia sinonimía científica: B. acuminata Bojer; B. americana Poiret in Lam.; B. Katangensis Delpierre, B. odorata Ruiz & Pav. Ex G.Don; B.platycarpa Ruiz & Pav; B. tinctonia Salisb.; B. urucuna Willd, Orellana americana Kuntze y Orellana orellana (L.) Kuntze. Desde el punto de vista taxonómico, existen diversas formas o criterios a través de las cuales es posible asignarle el nombre científico a una planta, en este caso, el nombre genérico de Bixia está relacionado con otra planta que habita en el Caribe bija o bi- El Yauhtli ◆ Margarita Avilés y Macrina Fuentes ◆ ACHIOTL O ACHIOTE Bixa orellana L. FAMILIA : BIXACEAE ché. En cuanto al nombre científico relacionado a la especie de orellana , éste deriva del nombre de Francisco de Orellana, quien junto con Francisco Pizarro, ambos de origen español y exploradores del siglo XVI, se les ha atribuido la destrucción del imperio Inca, en 1540. Posteriormente Francisco de Orellana, interviene en otra expedición con Gonzalo Pizarro, se introducen a la jungla Peruana y Brasileña en busca del oro y el árbol de la canela. El nombre de achiotl deriva del náhuatl, es una especie arbustiva que lle- Achiotl. Francisco Hernández. Historia Natural de la Nueva España ga a medir hasta 2 a 10 m de altura, tiene una savia amarilla, pegajosa y amarga. Inflorescencias en panículas terminales con flores de color blanquecino rosado de 3-4 cm de diámetro, con numerosos estambres. El fruto es una cápsula de 3-5 cm de longitud, rojiza, cubierta de débiles espinas. Originaria de América tropical, extendiéndose desde México, Centro y Sudamérica y el Caribe, llegando a distribuirse hasta las áreas tropicales del Viejo Mundo. Se le encuentra en forma silvestre en el Bosque tropical húmedo. En México crece en la parte sur, principalmente en Yucatán, donde hay una fuerte presencia de esta especie. A esta planta se le cultiva en forma extensiva así como en huertos familiares y jardines. Fue introducida a las Filipinas por los españoles Es utilizada como condimento, medicinal, cosmético, adhesivo, colorante y como planta ornamental. Así como para elaborar implementos de trabajo, muebles y como fibra en la industria de cordelería. Su flor es importante para la apicultura. Es una planta que se cultiva ampliamente en Brasil, y es el principal exportador. Es a través del cocimiento de sus semillas que se forma un sedimento y finalmente se elabora una suave y valiosa pasta que tiene diversos usos. Como colorante se tienen datos de que los guerreros prehispánicos de nuestro país, se pintaban el cuerpo con achiote, para fines de ostentación, amedrentar al enemigo y como repelente para los mosquitos. Con este último fin, se sigue utilizando por algunos indígenas de México y sur América. En Morelos, además de utilizarse como colorante para los alimentos, se le encuentra en viveros, jardines como planta de ornato. Desde el punto de vista de la medicina tradicional, se le atribuyen un amplio rango de propiedades y acciones, que implica a cada una de las partes de la planta, es decir, ya sea en sus hojas, frutos, semillas y raíz. Desde el siglo XVI, se cuenta con información en diversas fuentes históricas, de la que se enlistan un gran número de padecimientos que eran curados con el achiote. Francisco Hernández, cita a esta planta como “ACHÏOTL” o “medicina buena para teñir” menciona que el árbol era muy apreciado por los indígenas sembrándolo cerca de sus casas. Utilizada por los médicos para bajar la temperatura, en problemas disentéricos, quitar tumores, se agregaba a las bebidas refrescantes entre las que se encontraba el cacaotal ; entre otros usos mencionados está el quitar el dolor de dientes, originado por causa cálida y para afirmarlos. Actualmente en la medicina tradicional mexicana, se emplea en problemas de la piel, digestivos, renales y ginecológicos. En Morelos se usa para curar los granos de la boca, Piquetes de moscos y fuegos. Los avances en la investigación científica sobre el Achiote han demostrado presentar propiedades antiinflamatorias y antimicrobianas, en aplicación externa. Esta planta forma parte de la colección nacional de plantas medicinal del Jardín Etnobotánico. Planta completa del Achiote Bixa orellana. Archivo fotográfico Fuentes-Aviles DOMINGO 8 DE AGOSTO DE 2004 III LA RESTAURACIÓN DE LA CAPILLA DE SAN FRANCISCO, EN JONACATEPEC ◆ María Inés González González ◆ Sección de Monumentos Históricos. Centro INAH, Morelos Muchos son los edificios históricos de carácter religioso que tenemos en casi todas las comunidades del estado de Morelos. En el caso de las cabeceras municipales o las poblaciones grandes del estado se cuentan más de uno de ellos. Estas edificaciones son el centro de los barrios en los que se dividen las poblaciones y cuyos habitantes se identifican y reúnen alrededor de estos inmuebles para continuar con sus tradiciones religiosas y festivas que preservan de las generaciones anteriores. Tal es el caso de la capilla de San Francisco, edificio histórico de carácter religioso que es el corazón del barrio del mismo nombre, en Jonacatepec. Como referencia arquitectónica, esta capilla puede datarse desde el siglo XVII, con varias etapas y elementos constructivos fechadas hasta siglo XIX y nuevas edificaciones con materiales modernos del siglo XX. El conjunto original se compone de elementos arquitectónicos tales como el atrio; la capilla, que se forma con una nave cubierta con bóvedas de lunetos en el primero, segundo y cuarto entre ejes, mientras que una cúpula cubre el tercer entre eje; al interior, se encuentra el coro en la parte alta del acceso y al fondo, se localiza el presbiterio; al norte de la nave se ubica la torre por la que se accede al coro, al campanario y a las cubiertas; por último, sobre este mismo lado norte se edificó la sacristía, con su bóveda de cañón corrido. Hoy se pueden observar, dentro del conjunto de elementos históricos, otros espacios como baños, bodegas y una cubierta de lámina adosada a la fachada, todos estos recientemente edificados y que han alterado el partido arquitectónico original Cúpula Retablo. Fotos de María Inés González González de este espacio religioso. A pesar de estos agregados, es posible destacar la singular belleza de la cúpula, de forma elíptica y proporciones características del barroco, con lucarnas, es decir, formas que simulan ventanas en los cuatro puntos cardinales. Pero también la torre campanario es única. Para subir a ella, es necesario utilizar unas angustiosas escaleras de forma de caracol de apenas 55 centímetros de ancho, que están dentro de la torre. En el primer cuerpo se encuentra el campanario, mientras que el segundo cuerpo, lo forma un elemento muy poco común. Se trata de un remate cilíndrico, construido de tabique y hueco al interior. La ornamentación de este elemento son unas estrías y algunas cornisas y remates que lo hacen sobrio y elegante, característica del neoclásico y lo cual es evidencia de ser un agregado posterior al resto del edificio. La fachada de la capilla es muy sobria, únicamente la adornan algunas cornisas, con su torre campanario al norte y al sur, una espadaña en la que se encuentra una campana y la remata una cruz. Cabe destacar que este elemento es muy común encontrarlo en la arquitectura religiosa de la región, como en el caso del templo de San Agustín, en el mismo Jonacatepec y la capilla de San Martín en Tepalcingo. Al interior, esta capilla guarda un bello retablo barroco, dedicado a San Francisco, con pinturas y esculturas estofadas, así como un muy bien conservado púlpito de madera, todos éstos, de la misma época. Sobre los muros laterales encontramos diferen- tes imágenes de épocas diversas que son veneradas y cuidadas por la comunidad. En el año de 1999, muchos inmuebles religiosos fueron dañados por un sismo de gran intensidad. La mayoría de éstos fueron intervenidos oportunamente y los daños que sufrieron fueron reparados. Otros, debido a que las afectaciones no fueron tan severas, tuvieron que esperar para recibir recursos que apoyaran a las comunidades para la reparación de sus inmuebles. Esta última suerte fue la que tuvo la capilla a la que me refiero ahora. Cabe destacar que mientras el templo de San Agustín, el principal de Jonacatepec, fue intervenido debido a los daños provocados por el sismo, la capilla de San Francisco fue la cede de las actividades religiosas que se celebraron en esta población. Debido a los movimientos sísmicos, el campanario, la espadaña, el coro y algunos muros laterales de esta capilla sufrieron agrietamientos importantes. Además, la humedad, como otro agente de deterioro, también la afectó, pues con el paso del tiempo se perdieron las gárgolas de barro que desaguaban las cubiertas y por esta razón se afectó el interior de los muros por donde ahora el agua resbala directamente. Gracias a los recursos económicos obtenidos por el INAH, asignados a través de un seguro que cubre los daños que, por desastres naturales, afectan a los monumentos históricos, y con el seguimiento y asesoría técnica de la Sección de Monumentos Históricos del Centro INAH Morelos, la espera para realizar trabajos de intervención ha terminado y actualmente se llevan a cabo la de inyección de grietas, así como la colocación de nuevas gárgolas, la impermeabilización de las cubiertas y la pintura de la fachada e interior de la capilla.Todos estos trabajos se realizarán durante un mes y medio aproximadamente y se pretende con ellos, además, que la comunidad se involucre y participe en la toma de decisiones acerca de las prioridades de restauración, asi como en la realización de trabajos de limpieza y en la constante vigilancia y seguimiento del proceso de intervención. Se busca que la importancia de la conservación de los edificios religiosos que vaya mas allá del mantenimiento correctivo y preventivo que se debe llevar a cabo de manera constante en el inmueble, pues gracias a que éstos se mantengan en buen estado, es posible también conservar las tradiciones de las comunidades que cotidianamente los usan. Los miembros de la comunidad me han platicado de las tradiciones que aun se llevan a cabo, como las “Mañanitas a San Francisco”, que se cantan el 4 de octubre, día de la fiesta del barrio en la que, además de cantar esta canción tradicional, se entonan otras canciones especialmente escritas para el patrón de la fiesta del barrio y que han sido transmitidas a varias generaciones de forma oral y escrita. Otra de estas tradiciones son las posadas, que desde hace 23 años son organizadas por la Sra. María Padilla, quien con gran devoción, se hace cargo del novenario y del Niño Dios de esta capilla durante todo el año y especialmente desde las posadas hasta la fiesta de la Candelaria. Trabajos de intervención Consejo Editorial: Ricardo Melgar, Lizandra Patricia Salazar, Jesús Monjarás-Ruiz, Miguel Morayta y Barbara Konieczna Coordinación: Patricia Suárez Ortega Formación: Luis Sánchez García [email protected] Matamoros 14, Acapantzingo DOMINGO 8 DE AGOSTO DE 2004 IV