El Templo Mayor Desde temprano ya prometía el día un tiempo cálido, tanto por la ocasión de reunirnos con amigos de hace mucho tiempo, mire usted, desde la escuela primaria, más de 55 años de nuestra relación. El sol también nos decía que la temperatura ambiental estaría alta, muy alta para la ciudad de México. Y así fue. Enrique y Griselda; Alejandro y Laura; Lily y yo iniciamos el día desayunando en el Café Tacuba, cada quien lo que de la carta le lleno el ojo, bueno el antojo, pero ninguno le hicimos el feo al pan de dulce, delicioso pecado, para todos, ya que los seis manifestamos, que de una u otra manera, seguimos alguna dieta. Esto de las dietas, intento y frustración encadenada, un nuevo símbolo de estos tiempos. Planeamos reunirnos ese día para visitar el Museo del Templo Mayor y alimentar nuestra amistad con la única receta infalible: la frecuencia de contacto y momentos agradables en común. A las once de la mañana habíamos quedado de vernos con Ricardo Rivera, arqueólogo enamorado de su profesión, entusiasta, y apasionado al compartir sus conocimientos, hipótesis y opiniones de esos tiempos y grupos humanos que habitaron originariamente estas tierras, que hoy son parte integral de nuestro entorno: las caminamos, las vivimos y transformamos. Ricardo nos mantuvo interesados, reflexivos y disfrutando de su diálogo durante 3 horas. Como los temas y preguntas se fueron dando desde el inicio del recorrido, el sol a plenitud, ese candente sol del medio día también puso su parte y todos, al menos yo, nos dimos una buena tostada de piel, que por supuesto, a la hora de la comida, una cerveza fue un grato recurso para refrescarnos. Lo volví a comprobar, pocos placeres, como el primer trago de una cerveza bien fría. los apuntes que a continuación comparto tienen la intención de aclararme lo poco que puedo entender de la compleja mitología mexica que es representada en el Templo Mayor y también incitarte a ti a tratar de investigar al respecto para mejor comprensión de este mestizo ser que somos los mexicanos. Como decía, por tres horas disfrutamos de la visita y el diálogo, con el conjunto de hipótesis y reflexiones que Ricardo fue alimentando y Enrique oxigenando con su habilidad para la creación de escenarios polémicos. Al terminar tomamos el camino hacía el Casino Español, en donde "bien yantamos e libamos" es decir: comimos, compartimos el vino, la conversación continuo y, de verdad, disfrutamos de los postres al centro de la mesa: crema catalana, helado de turrón, un struddel de manzana y el arroz con leche, que con la resistencia de quien lo pidió, al fin dio su anuencia. Después de comer caminamos un poco, curioseando, entrando aquí y allá, conversando. Seguramente todos quedamos con un grato sabor de boca como para repetirlo, el Centro Histórico de la Ciudad de México da para mucho más. A continuación les comparto mis apuntes y reflexiones relacionadas con el Templo Mayor: El hombre americano no es originario de esta tierra, es consecuencia de una o varias migraciones según la teoría más aceptada, ampliamente difundida tanto, que al día de hoy es una verdad o piedra angular del entendimiento de los pueblos y civilizaciones de América. Migración y nómada son dos conceptos esenciales para entender los ingredientes de las culturas mesoamericanas. El norte como punto de partida. En su largo caminar de miles de años, ante lo desconocido, la incapacidad de acumular frente a las inclemencias del tiempo, lo precario de la herramientas, la falta periódica de alientos y un destino incierto, estos migrantes, nómadas, fueron adquiriendo costumbres, creencias y mitos que los acompañarán permanentemente. Aprendieron, con el tiempo, que asentarse en algunos lugares, por su certeza en el abasto de agua, caza y clima, les daba elementos de seguridad, que el permanecer errantes no les garantizaba. Establecerse en un lugar resultaba una mejor opción, con la problemática inherente de la interdependencia propia de la vida en común. Surgieron civilizaciones que, aunque se esfumaron por diversas razones, desde ecológicas, económicas, sociales y hasta culturales, si bien desaparecieron físicamente, no lo hicieron del imaginario colectivo. Dejaron huella en las costumbres, conocimientos, creencias y mitos que van configurando a toda cultura. Se logra domesticar el maíz, la calabaza y otras plantas, así como algunas especies de animales lo que permite la experimentación de la vida sedentaria a través de la agricultura. Los olmecas, cuicuilcas, zapotecas, mixtecos, mayas, teotihuacanos y toltecas entre otros, son antecedentes que dieron el perfil de las culturas mesoamericanas. Algunas de ellas alcanzaron tan alto prestigio, que se volvieron referencia, aún ya desaparecidas. Estas civilizaciones aprendieron, que la vida en poblaciones grandes era compleja y requería de la división del trabajo, por lo que pronto reconocieron que los hombres no eran iguales, que la acumulación de bienes y los oficios los hacían diferentes, que se requería autoridad o liderazgo y, que en la sociedad había funciones más relevantes que otras, como el sacerdocio (control de las fuerzas superiores, benignas y malignas) y la defensa (control de las amenazas humanas externas y protección de lo acumulado). En 1325 d.C., los mexicas (aztecas) llegaron a la pequeña isla en el lago de Texcoco, conducidos por Tenoch y para 1427 - 1440 bajo el reinado de Ixcoatl, se liberaron de la subyugación a la que los tenía sujetos Azcapotzalco (Tepenacas). Para alcanzar esta liberación se integraron en una triple alianza: Texcoco, Tlacopan (Tlalpan) y Tenochtitlan, acontecimiento en el que Ixcóatll mató, se dice, con sus propias manos a Maxtla rey de los Tepenacas. Ixcóatl, es el Tlatoani (rey o emperador) que al mismo tiempo de liberar a los mexicas (aztecas), les da una visión de futuro: ser un pueblo invencible, un pueblo elegido por dios. Ordena quemar y destruir todos los rastros del pasado de los mexicas y construye, les dota de una historia nueva, digna, legitimadora de ese pueblo invencible que anhelaba para su gente. Esta tarea se la encomienda a Tlacaélel. Los aztecas, los hombres venidos de Aztlán, es el nombre con el que son más conocidos los pobladores de la Gran Tenochtitlan, más, según los que saben, el nombre adecuado es el de mexicas y por ello así me referiré a quienes construyeron el Templo Mayor como centró de la Gran Tenochtitlan y símbolo de su poder imperial. Los reyes mexicas Los mexicas conducidos por Tenoch y desde que llegan a esa pequeña isla, edifican su ciudad y en ese mismo lugar son conquistados. En medio del lago de Texcoco, que se transformó, ganándole espacio a la laguna por medio de chinampas, en la formidable ciudad que fue la Gran Tenochtitlan, para que esto ocurriera transcurrieron 196 años. Sus gobernantes, llamados tlatoanis, después del gobierno de Tenoch, que fue tlatoani por 38 años, de 1325 a 1363, en el fondo son una dinastíaa hereditaria Acamapichtli el segundo tlatoani por 20 años (1366 - 1391). Dos de sus hijos y su descendencia consolidan la dinastía hasta el momento de la conquista española. Hutzilihuitl por 24 años (1391 - 1417) que fue el tercer tlatoani e Ixcoatl por 13 años que fue el quinto tlatoani (1427 - 1440). Entre estos dos tlatoanis, el cuarto lo fue por 10 años, Chimalpopoca (1417 - 1427), hijo de Huitzihuitl y Ayauhcíhuatl, hija de Tezozómoc, señor de los Tepenacas, cuya sede era Azcapozalco, de los cuales los mexicas eran tributarios. Alianza matrimonial en busca de un mejor trato tributario y que fue alcanzado, quedando como simbólico. Tezozómoc, aliado de Tenochtitlan con el matrimonio de su hija, va en la conquista de Texcoco gobernado por Ixtlixóchitl, quien después de verse obligado a huir en compañía de su hijo Netzahaulcóyotl, al hacer frente a sus enemigos, fue muerto delante de su heredero quien juró vengarlo. Después de la conquista de Texcoco, Chimalpopoca toma posesión como tlatoani de los mexicas y con la protección de su abuelo, desarrolla la ciudad y obtiene la venía para detener la persecución de Netzahualcóyotl y que éste sea asilado en Tenochtitlan. A la muerte de Tezozómoc, Chimalpopoca equivoca su apoyo a Tayatzin en la sucesión y no apoya al hermano de éste, Maxtla, quien es el favorecido como gobernante de los Tepenacas de Azcapotzalco. Maxtla en venganza, y para manifestar su poder ordena matar a Chimalpopoca su primo, y somete nuevamente a los mexicas a tributos, ahora más fuertes. De Chimalpopoca son medio hermanos Tlacaélel, que fue su consejero y Moctezuma, que será el sexto tlatoani como Moctezuma Ilhuicamina. Como ya lo señalé, el quinto Tlatoani lo fue Ixcóatl, que con el apoyo de Tlacaélel como consejero organizó la triple alianza entre Tenochtitlan, Texcoco y Tacuba. Entre los tres, armaron un ejército que, conducido por Moctezuma, Netzahualcóyotl y el consejo de Tlacaélel, derrotaron a los Tepenacas conducidos por Maxtla y le dieron muerte a éste. Acontecimiento que libera el poder de los mexicas para iniciar la edificación de su imperio. No tan sólo se liberan los mexicas del sometimiento de los Tepenacas, sino que con la guía intelectual de Tlacaélel, se escribe la nueva historia y la visión de lo que será el Imperio Mexica. Se destruyen todos los códices y libros que relatan la historia de los mexicas y se reescribe su pasado, se incluyen elementos que dan legitimidad a sus aspiraciones de poder y fortaleza, lo llenan de hazañas de valor y dignidad. A la muerte de Ixcóatl es nombrado como el sexto tlatoani, quién durará 29 años en el poder, Moctezuma Ilhuicamina, "El flechador del cielo" (1440 - 1469), hijo de Huitzilihuitl. Tlacaélel, su hermano, permanece como su consejero. Con el apoyo de Netzahualcóyotl, que además de poeta era arquitecto, se construyó el acueducto de Chapultepec para dotar de agua potable a la ciudad ya que el agua del lago no lo era. También se construyó la albarrada en el lago para proteger a la ciudad contra las frecuentes inundaciones. Las dotes militares de Moctezuma facilitaron la expansión territorial del imperio, el sometimiento de pueblos y tributación a los mexicas. El séptimo Tlatoani fue Axayácatl, "Cara de agua" (1469 - 1481), quien permaneció en esa posición por 12 años. Ixcóatl tuvo un hijo llamado Tezozómoc que nunca llegó a ser Tlatoani, en cambio sus tres hijos (Axayácatl, Tizoc y Ahuízotl) sí alcanzaron ese alto rango en la sociedad mexica. Tezozómoc se casó con una hija de Moctezuma Ilhuicamina llamada Atotoztli. Axáyacatl fue quien mandó tallar el llamado erróneamente Calendario Azteca, cuyo nombre verdadero es Piedra del Sol. También fue él quien emprendió la guerra contra los tarascos (purépechas) de la cual salió derrotado, dejando fijas las fronteras occidentales del imperio en la línea divisoria con la tierra de los tarascos. La Piedra del Sol representa, al centro, el rostro del dios sol (Tonatiuh), dentro del signo de movimiento (Ollin). Su lengua asemeja un cuchillo de pedernal para el sacrificio humano y en sus garras un corazón. Podemos interpretar que nos manifiesta la necesidad de los sacrificios humanos para mantener en movimiento al sol. El rostro del sol, que podemos identificar con el quinto sol, está rodeado de cuatro cuadrados que se considera representan los cuatro soles que antecedieron al actual. Este es un concepto central de la cosmogonía mexica. El cuadrado superior derecho representa al primer sol que fue destruido por monstruos que surgieron de la tierra para devorar a los hombres. El cuadrado superior izquierdo, el segundo sol, destruido por vientos huracanados que convirtieron a los hombres en monos. El tercer sol, destruido por una lluvia de fuego que convirtió a los hombres en guajolotes, se representa en el cuadrado de abajo a la izquierda y abajo a la derecha, se encuentra la representación del cuarto sol donde los hombres se transformaron en peces a causa de morir aprisionados por agua. El disco central tiene claramente señalados los signos cardinales. En el primer anillo se ven los 20 pictogramas que representan los meses, que combinados con 13 números alcanzaban el año sagrado de 260 días. En el segundo anillo se presentan cuadrados con cinco puntos al centro de cada uno de ellos, divididos por ocho ángulos, que se estima representan las semanas. El tercer anillo puede estar representando los 52 años del siglo o periodo del "Fuego Nuevo" de los mexicas En la parte superior muestra la fecha de 1479 que fue el fuego nuevo en el reinado de Axayácatl. Tizoc (1481 - 1486), hijo de Tezozómoc, nieto de Ixcóatl, fue el octavo Tlatoani, duró en ese cargo, 5 años, asesinado por miembros de su corte. No acrecentó el imperio, mandó construir la llamada piedra de Tizoc que conmemora batallas mexicas. Ahuízotl fue el noveno gobernante mexica (1486 - 1502) su periodo dura 16 años y coincide con las fechas en que Colón desembarcó en las playas de América. Es el padre de Cuauhtémoc, en su gobierno el imperio alcanza su máxima extensión, construye la última etapa del templo mayor y para su inauguración hace una ceremonia de sacrificios humanos que podemos decir muy cuantiosa en cuanto a personas sacrificadas, el número si bien es dramáticamente alto es difícil de precisar. Muere en un accidente en el que se da un fuerte golpe en la cabeza en medio de una inundación de la Gran Tenochtitlan, ocasionada, al parecer, por una insistencia de él mismo para que el caudal de agua del acueducto fuese sustancialmente incrementado. No se tomaron las precauciones requeridas ocasionando la inundación que al parecer propició el accidente o golpe que le causó la muerte. El sucesor de Ahuízotl es su sobrino, hijo de su hermano Axayácatl, llamado Moctezuma Xocoyotzin (1502 - 1520), 18 años fue el tiempo del gobierno del décimo tlatoani. Llega al poder justamente cuando Hernán Cortés desembarca en la Española, en Santo Domingo. Nieto de Tezozómoc es hermano de Cuitláhuac. Consolida el imperio mexica, integra en su persona la autoridad militar, civil y religiosa, incrementa la distancia entre él y los demás estratos sociales, rígido protocolo ante él, con un modo de vida opulento. Tenochtitlan alcanzó su máximo esplendor. Moctezuma Xocoyotzin muere en un episodio denigrante de la conquista, siendo cautivo en su propia casa, en una revuelta en que se pretende, que por su ascendencia controle a los mexicas que se manifestaban en contra de los españoles acuartelados en el palacio de Moctezuma. El prestigio y ascendencia del tlatoani había declinado totalmente, así es que, en ese acto fue muerto al parecer por una pedrada lanzada por los mexicas manifestantes, o asesinando por los conquistadores, según otra versión, por no serles ya de utilidad. Cuitláhuac, hermano de Moctezuma es el décimo primer Tloataoani con un periodo muy corto al frente de los mexicas, apenas cuatro meses de 1520, ya que muere contagiado de viruela, infección traída por los españoles. A Cuahutémoc, sobrino de Moctezuma, hijo de Ahuízotl, le corresponde llegar como el décimo segundo Tlatoani, le toca defender la Gran Tenochtitlan ante el regreso de españoles y tlaxcaltecas, un año después de la Noche Triste. Los mexicas sitiados en su ciudad, por agua y tierra, son derrotados y con ello, la Gran Tenochtitlan fue destruida, Cuauhtémoc resulta apresado y muere ahorcado tiempo después en la expedición a las Hibueras encabezada por Cortés. En este recorrido por la dinastía del imperio mexica no podemos dejar de reconocer a un personaje fundamental que sin llegar a ser tlatoani, fue el poder tras el trono: Tlacaélel. Tlacaélel, "El que anima al desposeído, persona de gran corazón" hijo de Huitzilihuitl, vivió de 1398 a 1480, 82 años. Fue consejero de varios tlatoanis, sobrino de Ixcóatl, hermano de Chimalpopoca y de Moctezuma Ilhuicamina, el poder tras el trono (1428 - 1478). Fue sacerdote de Cihuacóatl (mujer serpiente). Fue el autor intelectual de la reforma religiosa e histórica, acontecimiento trascendente en la vida de los mexicas. Tlacaélel junto con Ixcóatl, tlatoani, Moctezuma I, jefe militar, Netzahualcoyotl integraron la triple alianza que derrotó a los señores de Azcapotzalco (Tlapanecas). Cihuacóatl: "mujer serpiente, gemelo femenino. Se connotaba así la suprema dualidad, entendiendo al tlatoani como reflejo de Ometecuhtli, "el señor de la dualidad" y Omecihuatl "la señora dual", al cihuacóatl correspondía ser consejero y suplente del tlatoani." Según los testimonios, se consideraba por encima de todo, valeroso, decidido, inteligente, sagaz, justo. Murió a manos de Ahuizótl, al querer que el imperio funcionara de acuerdo a las nuevas realidades cósmicas, ya que se regían por la influencia de los astros y comenzaba una época de amor y no de guerra, quiso suprimir entre otras cosas los sacrificios humanos y fomentar el desarrollo de la espiritualidad. También Tlacaélel tiene prestigio como guerrero. En resumen, el imperio mexica es, como todo imperio, un coto familiar, para fines prácticos, hereditario, con permanencia independiente de cien años, es un gobierno en esencia teocrático, que utiliza a la religión como medio de control político. Somete a los pueblos que lo integran por medio de la violencia, la guerra, y los sujeta a fuertes tributos para sostener su nivel de vida. En el caso del imperio mexica, un tributo, distinto al de otros imperios, es el de la vida de seres humanos, en grandes cantidades, para el sacrificio a sus dioses. El valle de México y sus pobladores A los pobladores de la cuenca de México, en general los podríamos agrupar como chichimecas. En sus tradiciones todos ellos señalan haber formado parte de las siete tribus que inician su migración en Chicomóztoc (lugar de las siete cuevas), lugar sobre el que no existe certeza de su ubicación. El códice Boturini o Tira de Peregrinación, relata como una serie de tribus o grupos étnicos salieron de Aztlán y pasaron por Colhuacán (Culiacán), relacionando entre ellos a los Tepenacas, matlaltzingas, tlahuicas, malinalcas, acolhuas, xochimilcas, charcas y huexotzingas. De estas etnias las más relevantes fueron: mexicas, tepenacas y acolhuas. Lo más probable es que estos grupos no iniciaron juntos su peregrinación y tampoco llegaron al mismo tiempo a la cuenca de México. Todos estuvieron en Tula y agregaron elementos de la cultura tolteca a sus creencias, ritos y conocimientos. El colapso de Tula es un evento fundamental en el traslado final a la cuenca del Lago de Texcoco. Tres características son elemento común a estos grupos: 1.- Forman parte de un proceso migratorio iniciado en un lugar común. 2.- La influencia tolteca y la valoración que de ello hicieron. 3.- La lengua náhuatl. Los primeros en llegar fueron los acolhuas, se ubicaron en Texcoco. Su caudillo más antiguo fue Xolotl, por los años finales de 1100 d.C. Para el año de 1300 d.C., ya están asentados los Tepenacas en Azcapotzalco y su líder es Acolhuatzin, de quién se reconoce que desciende de la dinastía de Xololt. Para 1300 d.C. están llegando los mexicas. La concepción mexica del mundo El universo No siendo especialista, es difícil encontrar lógica y continuidad en el conjunto de deidades e historias de la mitología y panteón mexica, más aún, cuando es consecuencia de un sincretismo con tradiciones y leyendas de otras religiones con las que fueron conviviendo en su peregrinar. Esto se agrava si consideramos el hecho de que su historia fue reescrita con la intención de dotar de legitimidad a su ambición de poder y vestir de dignidad a su estirpe. Ante esta compleja y discontinua integración de dioses, mitos e historias, para el caso que nos ocupa me enfocaré a conceptos y deidades que juzgué pertinentes. Concepción entrópica del universo. El universo se enfrenta a una dinámica cíclica, aleatoria y caótica que tiende a su destrucción, a la pérdida de energía. Esta idea, es seguramente alimentada de la propia memoria histórica relacionada con inundaciones, tormentas, temblores, erupciones, huracanes, etc. De esta concepción cíclica, surgen la leyenda de los soles, los cuatro soles o intentos de creación derivados en destrucción y el quinto vigente al momento de la conquista y hasta nuestro tiempo. De este mismo concepto y su relación con la contabilidad de los días y el calendario, su asignación adivinatoria, adicionalmente de su aspecto astrológico e implicaciones agrícolas. El concepto del "Fuego Nuevo", cada 52 años, evento que se presentaba envuelto en el dramático ambiente de miedo y temor ocasionado por la incertidumbre frente a la probabilidad religiosa, de acontecimientos catastróficos en caso de no surgir esa llegada que era el "Fuego Nuevo". La creación del hombre Una concepción asimilable al espíritu o fuerzas no materiales, generadoras de la vida y otros efectos, pero siempre asociadas a elementos materiales o humanos. Entre ello el ser o espíritu creador de la vida. El dios creador, el principio creador, identificado con el fuego, Ometéotl, un ser dual: Ometecuhtli (masculino) con Omecihuatl (femenino). Centro del universo en todos los niveles, invisible e irrepresentable. Este ser, esta energía, engendra a cuatro dioses creadores nombrados todos como Tezcatlipoca, designando este nombre en forma genérica a una fuerza, una manifestación, una inteligencia, una conciencia, siempre presente, siempre latente, fría, fuerte, indivisible, omnipresente. Este nombre de Tezcatlipoca se puede confundir porque también es utilizado para nombrar a un dios en particular. Estos cuatro Tezcatlipoca, se les denomina con otro nombre en relación a diferentes manifestaciones: Tezcatlipoca Rojo o Xipe Camaxtle. El dios de la fertilidad, de la primavera, y de la renovación de la flora. "Nuestro señor desollado" porque nació sin piel. El Oriente. Tezcatlipoca Negro, designado con este mismo nombre, Tezcatlipoca. Es la habilidad de conocer los pensamientos y los sentimientos de las personas. Da y quita la riqueza. Aterroriza a la gente en forma de espanto, puede mirar el rostro y el corazón de la gente, se identifica como espejo humeante. El Norte. Tezcatlipoca azul, Huitzilopochtli. Dios solar y de la guerra, guía de los mexicas, quien los designó como pueblo elegido y señaló el lugar de la tierra prometida y el brillante futuro de poder que les estaba asignado. El Sur. Tezcatlipoca Blanco, Quetzalcóatl. Dios del viento. El Poniente. Entonces, el dios supremo, el principio dual, el fuego, esta energía creadora, crea dioses y estos crean a los hombres. Quetzalcóatl crea al hombre: bajá al Mictlán y sobre los huesos de los antepasados que allí se resguardan, sangra su miembro y crea a los hombres. Los hombres son creados y toman vida gracias al sacrificio de los dioses. Sangre, huesos, muerte, vida. Nacen los "macehuales", los merecidos por el sacrificio de los dioses. Esta misma metáfora se repetirá entre los hombres de la clase baja o trabajadores (macehualtin) con los nobles (pipiltin), en el episodio de la liberación de los mexicas de la sujeción a los tepenacas, gobernados por Maxtla, hijo de Tezozómoc, señor de Azcapotzalco. Los pipiltin se comprometen, para obtener el apoyo de los macehualtin, a, en caso de ser derrotados, que los sacrificaran a ellos, en caso de victoria, los macehualtin se comprometieron a servirlos para siempre. Entonces, surge un pacto de sacrificio, los dioses se sacrifican para crear a los hombres y los nobles se sacrifican para proteger a los humildes a los trabajadores o macehuales. Presenta la historia oficial mexica, a través de una ficción ideológica, el sistema de dominación que oprimía a los macehaultin en beneficio de los pipiltin como una relación de intercambio de servicios, según la cual la nobleza guerrera velaba por el mantenimiento del orden cósmico mediante la intermediación con las divinidades, así como aportando su capacidad militar. Los macehualtin estaban pues en deuda, tanto con los dioses como con sus señores por el mero hecho de existir y tener tierras con las que mantenerse por lo que debían de servir de por vida, así como rendir pleitesía y acatamiento en la vida cotidiana, respeto, participando en el ritual y demás normas sociales establecidas por sus señores. Quetzatcóatl es el dios que logra el sustento para los hombres, lo busca y encuentra, entonces, los dioses también se preocupan por que el hombre se alimente y así, pueda vivir. Para que la vida sea plena, la tierra se ilumine y las plantas puedan vivir, hace falta el sol y entonces, los dioses, nuevamente se someten al sacrificio para que éste surja y se mueva. De esta manera la muerte y la vida se convierten en causa y efecto una de otra. Sacrificio, vida - muerte. La muerte es medio para lograr la vida, la muerte sirve como germen de vida; dioses y la necesidad de ser alimentados; hombre, necesario para que existan los dioses; alimento para los dioses, sol, que se mueva en su cotidiana ruta. Dinámica constante, esencia de esta relación simbiótica entre dioses y hombres, entre vida y muerte, entre energía y destrucción, conflicto perenne. Tezcatlipoca y Quetzatcóatl. El tiempo La concepción del tiempo, su significado, está ligado al desgaste cósmico, al movimiento y a la predestinación. Su lógica, si es que existe, se mezcla en tres ordenamientos del tiempo en días y meses o ciclos o calendarios, uno adivinatorio, otro solar y uno más venusino. El adivinatorio, llamado tonalpohualli, está compuesto de 20 días con un nombre para cada uno de ellos, combinado este nombre con un número del 1 al 13, que al llegar a 13 se vuelve a repetir hasta cubrir a los 20 nombres de los días y continuar con el número que sigue con el primer nombre y así hasta completar 13 series de 20 nombres. Con ello, sólo cada cuatro años se repite o dicho de otra manera, coinciden la misma serie de 20 nombres y 13 números. Entonces tenemos un año adivinatorio de 20 días y 13 meses que resulta en 260 días. El calendario adivinatorio estaba relacionado con el nombre de quien nacía en esa fecha y de alguna manera era una forma de predeterminar el destino del individuo. Existía un personaje oficial que se encargaba de dar el nombre en base a este calendario y señalar el destino de la persona recién nacida. El año solar consiste en 18 meses por 20 días más 5 días sin nombre, lo que es igual a un año de 365 días, más cada cuatro años se agregaba un día más sin nombre lo que nos daba un año de 365 días y 6 horas en promedio. En la combinación de estos calendarios en 52 años solares coinciden en número de días exactos: 52 x 365 = 18,980 18,980/260 = 73 años del calendario adivinatorio. Los días sin nombre que son 5 x 52 = 260 se agotan en 52 años adivinatorios. De allí los ciclos de 52 años relacionados con el fuego nuevo. Ceremonia solemne y angustiosa ya que de no renovarse el fuego significaría que el sol moriría como había sucedido en los otros cuatro soles y se enfrentarían calamidades. Una vez encendido el fuego nuevo, todo se volvía entusiasmo, alegría y esperanza. Huitzilopochtli Su madre es Coatlicue, quien vivía en Coatepec, montaña de la serpiente, un cerro por el camino a Tula. Tula es una población de la cultura Tolteca, heredera de alguna forma de parte de la cultura Teotihuacana. Los mexicas en su camino al valle de México se estacionaron un tiempo en ese rumbo y fueron tributarios de los toltecas. Posiblemente estuvieron involucrados en los acontecimientos en que se dio la destrucción de Tula (1156 - 1165). La Coaticlue espera a un hijo, embarazada por obra de una pluma que volando en el aire había caído sobre su vientre. El hijo que esperaba era Huitzilopochtli. Ella es madre de 400 surianos, entre ellos una hermana: La Coyolxauhqui. La Coyolxauhqui se dirigió a sus hermanos: "Hermanos, ella nos ha deshonrado, hemos de matar a nuestra madre, la perversa que se encuentra encinta. ¿Quién le hizo lo que lleva en el seno?" Pero su hijo Huitzilopochtli, que estaba en el seno la confortaba, le decía: "No temas, yo sé lo que tengo que hacer". Huitzilopochtli, con ayuda de uno de los 400, Cuauhitícac, que lo mantuvo informado, se preparó y vistió con los atavíos de guerra y cuando llegaron los 400 guiados por Coyolxauhqui, la hirió en la cabeza, la cual quedó abandonada en la ladera de Coatepec. El cuerpo rodó y quedó hecho pedazos, por diversas partes cayeron sus manos, sus piernas, su cuerpo cada una por un lado. Huitzilopochtli nace para combatir y destruir al enemigo. Los mexicas, errantes en busca de un espacio, tributarios de otros pueblos como lo fueron de los toltecas, de los Tepenacas y de otros, requieren luchar y guerrear para obtener su espacio, para alcanzar y apropiarse de la tierra prometida. No podemos dejar de señalar algunas incongruencias en esta leyenda, siguiendo una línea de tiempo, que al parecer no se recogía, ni importaba, en la historia narrada por los mexicas. Y es que desde la salida de Aztlán, Huitzilopochtli ya existía, es él quien ordena salir de ese lugar. Esta historia es una forma de justificar teológicamente el destino guerrero mexica. El triunfo del sol, del día sobre la noche y la necesidad de alimentar al sol con sangre de los guerreros. Dos elementos fundamentales de la existencia de los mexicas: la guerra como medio de apropiarse, a través del tributo, de los productos de los grupos conquistados y el agua como elemento vivificador de la vida de las plantas y los hombres. Tláloc No es una deidad propiamente mexica. Es la deidad presente en las culturas mesoamericanas más antigua y difundida. Tláloc entre las diferentes etnias que habitaron la cuenca de México, Chac, entre los mayas. Su presencia tiene en Teotihuacán un amplio espacio, en Tajin, cultura totonaca, también se le reconoce. Como jaguar, dios de la lluvia entre los olmecas, y Cocijo entre los zapotecos. Las huellas de Tláloc están presentes en todo México. Para los mexicas es el dios de la lluvia, el señor del rayo, del trueno y del relámpago. Su nombre deriva del náhuatl y significa: el vino que embriaga a la tierra para que produzca lujuriosa vegetación. Néctar de la tierra, que se refiere al momento en que la lluvia penetra la tierra y forma parte de ella. Tláloc era conocido como proveedor porque en su poder estaba la producción de lluvia que hace crecer al maíz. Era el señor de los fenómenos atmosféricos y los espíritus de las montañas. Se le identifica con dos esposas y cuatro hijos: Calchihuitlicue, falda de jade, diosa de los ríos y el mar; Xochiquetzal, diosa de la belleza. Los hijos llamados tlaloques, se dice que tenían diferentes jarrones que cuando los vaciaban, el primero traía vida a las plantas, el segundo causaba destrozos, el tercero hielo, el cuarto destrucción total. Era pilar de la economía porque se le atribuía la producción agrícola. Se le sacrificaban niños, en la mayoría enfermos, por su similitud con sus ayudantes. Los cerros y las montañas se identifican con él, su residencia se situaba en el Tlalocan, el cerro de Tláloc. Tláloc, no es el dios de la lluvia, es la lluvia, es el trueno, es manifestación y expresión de esencia suprema que se muestra de variadas formas al hacerse tangible en el universo. Posee ambigüedad, no representa bondad o maldad en términos humanos, es más bien un entramado de fuerzas, a veces en equilibrio, a veces en pugna, en veces benéficas para los humanos, en veces desastrosas. Si bien es energía, fuerza dadora de vida, también muestra su faceta destructiva, aniquiladora. En esta complejidad y discontinuidad de la mitología y religión mexica, en algunas ocasiones encontramos que se señala a Huitzilopochtli como hijo de Tláloc. Es claro que para los mexicas, Tláloc es un dios que tomaron de otras culturas e integraron, con relevancia complementaria a Huitzilopochtli. Quetzalcóatl Un personaje, un dios, un sacerdote, un líder, una leyenda, un mito, un civilizador que se repite con frecuencia en las diferentes culturas mesoamericanas y, ciertamente disminuido de rango frente a Huiztilopochtli y Tláloc, también está presente, con características similares entre los mexicas. Es la insistencia, perseverancia, esfuerzo y sacrificio de Quetzalcóatl (Tezcatlipoca blanco, Occidente) la que alcanza la creación del hombre, que subsiste en el quinto sol y es él también el que le procura su alimento, lo rescata y le enseña a cultivar el maíz. Los mexicas, al escribir su propia historia le dan a este evento el significado de la creación del mexica. Tres narraciones, leyendas o mitos, muestran a este poderoso, pero difuso personaje, por supuesto, no se puede integrar en una secuencia lineal de tiempo como nosotros vemos la historia, es una narrativa simbólica de acciones del mismo personaje en diferentes tiempos y en carácter o personaje diferente: 1.- Ometéotl, principio dual, dios creador de dioses, da vida a 4 dioses a quienes encarga la creación del mundo y los hombres. Este principio dual, cuya participación, al parecer es exclusiva de este evento y no vuelve a aparecer, es la de propiciar la energía creadora de los cuatro Tezcatlipocas: el rojo, Xipe o Camaxtle; el azul, Huitzilopochtli; el negro, Tezcatlipoca y el blanco, Quetzalcóatl. Tezcatlipoca y Quetzalcóatl se involucran en la creación del cielo y la tierra. Deben luchar, vencer y matar a un monstruo marino llamado Cipali, Tezcatlipoca se sacrifica, mutila de su cuerpo una pierna para usarla como señuelo y atraer al animal hacia ellos, Cipali cae en la trampa y los dos dioses lo matan y dividen en dos partes su cuerpo. Separan las dos partes del cuerpo de Cipali y con ellas crean el cielo y la tierra que mantienen separadas mediante los tlaloques. Se da el primer paso de la creación, los dioses se han esforzado y sacrificado para crear el mundo. 2.- Esa energía creadora que son los cuatro Tezcatlipoca enfocan su esfuerzo en crear a los hombres y lo hacen en cuatro intentos fallidos conocidos como la leyenda de los cinco soles, en cada uno de estos episodios creadores, los hombres, el sol y el resto de los componentes del mundo no resultan adecuados entre sí, frente a las diferencias de consideración de los dioses sobre la creación y su funcionamiento, deciden destruirlos. En el quinto sol, el sol en que vivimos hoy y vivieron los mexicas, Quetzalcóatl se empeña en crear al hombre para lo cual se sacrifica para lograrlo, baja al Mictlán en donde se encuentran los huesos de los hombres que habitaron y murieron en los otros cuatro soles, vence los obstáculos que encuentra en esta empresa y moliendo los huesos obtenidos, elabora un polvo que mezclado con la sangre que a propósito obtiene de su miembro viril, crea al hombre, crea a los mexicas, dicen estos en su historia. Una vez creado el hombre por medio del sacrifico de Quetzalcóatl, es necesario que surja el quinto sol, para lo cual se da otra acción de sacrificio por parte de los dioses y el sol está en el cielo y para moverse requiere de energía la que tendrá que proporcionarle la sangre de los hombres. 3.- Quetzalcóatl, ahora como sacerdote, como líder, construye una ciudad en la que gobierna: Tollan conocida como Tula, ciudad identificada con la cultura tolteca. La ubicación de esta ciudad a la que se refiere esta leyenda no necesariamente es Tula, Hidalgo, en donde se encuentran las pirámides con los llamados titanes, pudiese también ser Teotihuacán, al menos no hay que descartarlo. En este papel de sacerdote o líder de Tula, Quetzalcóatl se manifiesta como un civilizador, promueve las artes, la filosofía, es maestro y guía, ya de edad avanzada, su vida es un ejemplo y ha construido una reputación de hombre sabio y mesurado, particularmente se manifiesta en contra de los sacrificios humanos, aspecto este último que no agrada a los dioses. Tezcatlipoca, el Tezcatlipoca negro, espejo humeante, es comisionado por sus hermanos para ir y dar un escarmiento a Quetzalcóatl y que se vaya. Por medio de engaños y disfrazado convence a Quetzalcóatl de que ingiera un líquido que se supone es pulque, y con el cual logra que se embriague, estado en el que comete diversas acciones destructivas muy contrarias a su conducta, pero lo más vergonzoso es que duerme con su hermana y tiene relaciones sexuales con ella. Avergonzado decide huir de Tula y emprende una migración que lo lleva a Cholula y posteriormente a la costa en donde se embarca, otros relatos dicen que se inmola en una hoguera y se convierte en la estrella de la mañana, es decir en Venus, la estrella más brillante y que en la mañana abre el camino al sol. Cuando esta partiendo a su exilio promete volver. Entonces Quetzalcóatl es un dios creador, junto con los otros dioses, por medio del sacrificio crea al hombre, le enseña a alimentarse y pone a su disposición el maíz, le dotan de energía por medio del sol, consecuencia también del sacrificio de los dioses, promueve las artes y la filosofía. Deja tras de sí una promesa que ocasionará indirectamente la muerte de los mexicas. Cihuacóatl En la mitología mexica es una diosa del nacimiento, patrona de los médicos, de los sangradores, de las parteras, de los cirujanos y de los que daban remedios para abortar, guía recolectora de las almas; de igual modo, se le considerada la protectora de las mujeres fallecidas al dar a luz. El término también fue utilizado en la sociedad azteca para referirse al jefe de los ejércitos, dicho puesto era el segundo en importancia en la estructura política, semejante al de un primer ministro. Este ser mitad mujer, mitad serpiente es considerado como el primero en dar a luz. Ayudó a Quetzalcóatl a construir la presente era de la humanidad, moliendo huesos de eras previas y mezclándolos con sangre. Es madre de Mixcóatl (deidad que se confunde o se mezcla con dioses y mitos de otras etnias) al que abandonó en una encrucijada de caminos. La tradición cuenta que regresa frecuentemente para llorar por su hijo perdido, pero sólo encuentra un cuchillo de sacrificios, regía sobre el Cihuateteo, el lugar donde perecían las mujeres nobles que habían muerto durante el parto. También dice la leyenda que surgió de forma fantasmal para advertir sobre la destrucción del imperio de Moctezuma, tomando después el popular nombre de La llorona, que con su llanto e imagen de desesperación anunciaba la crisis y destrucción de los mexicas Cuicuilco, Teotihuacán, Cholula y Tula Para entender a los mexicas y su cultura no podemos dejar de lado los antecedentes de estas importantes ciudades que dotaron de conocimientos, creencias y tradiciones a los pueblos que fueron llegando a la cuenca de México. El antecedente de una cultura importante en el valle de México lo tenemos en la ciudad de Cuicuilco (800 a.C.- 150 d.C), lugar donde se hacen cantos y danzas, una ciudad que desapareció a consecuencia de la erupción del volcán Xitle que se encuentra en la sierra del Ajusco. Los restos arqueológicos que hoy podemos apreciar nos delatan que fue una cultura, un centro poblacional y ceremonial importante, destaca su pirámide circular de 125 metros de diámetro y un altura de 17 metros que pudo ser mayor en su época de esplendor. Es una de las pirámides de piedra más antiguas. Se considera que al abandonar la ciudad por la destrucción ocasionada por el volcán Xitle, los habitantes de este lugar fueron atraídos por la ciudad de Teotihuacán que para ese tiempo estaba en pleno crecimiento, para el año 600 d.C contaba con 125,000 habitantes en un área de 20km2. Teotihuacán fue entonces el centro poblacional, comercial y ceremonial más relevante en su momento, en medio de poblaciones pequeñas y dispersas. Entre el 700 y 900 d.C., se presenta un fenómeno de reacomodo poblacional en el que la gran ciudad va perdiendo población y esta se distribuye en medianas y grandes concentraciones de habitantes en la misma cuenca, ninguna del tamaño de Teotihuacán. Al disminuir su tamaño y prácticamente desaparecer geográficamente, fue quedando en la memoria histórica y mítica de los pobladores de la región como un lugar majestuoso, de gran reputación, donde sucedieron acontecimientos definitorios de la cosmogonía de las culturas prehispánicas. En particular y en forma oportunista para los mexicas que se dicen herederos de la cultura Teotihuacana para legitimar su poder. Con el aval tan poderoso de una civilización extraordinaria, distante en el tiempo, pero presente en la imaginaria de los pueblos del centro de México. Circunstancia propicia para utilizar esos espacios vacíos y consolidar la bases de su religión; justificar su actitud belicosa; costumbre de sacrificios humanos y su ambición. En este sentido es en Teotihuacán (nombre náhuatl, no su nombre original que se desconoce, que significa lugar donde fueron hechos los dioses) ahí los dioses crean al sol y la luna por medio de su propio sacrificio, auto inmolados en la hoguera. Una vez que Teotihuacán se ha apagado y su población reubicado, Tula surge como un centro influyente en la cuenca de México, más que guerrero o comercial, su fama e influencia se dan en la filosofía, la artesanía y sobre todo en la cosmogonía de los pueblos de idioma náhuatl. Lo Tolteca es sinónimo de artistas, maestros, constructores. Su influencia llega hasta los pueblos mayas sin que haya mediado para ello indicios de conquistas guerreras o comerciales. Quetzalcóatl, Chacmool o Kukulkán, sin duda son conceptos y mitos toltecas. Su influencia también está presente en Cholula. Tula es una ciudad en donde se da la convergencia de varias etnias: cichimecas, nonoalcas, olmecas, huastecos, otomíes. Tula es el lugar más antiguo documentado que manifiesta la presencia de los peregrinos mexicas rumbo a su destino de grandeza por Huitzilopochtli prometido. Los toltecas, por obra de la reedición de la historia hecha por los mexicas, se vuelven generadores de una estirpe, como descendientes directos de una gran y prestigiosa cultura que es bien cultivada en el imaginario de estos pueblos. De la influencia de estas distintas etnias, en Tula se arraiga y desarrolla el culto a Quetzalcóatl, estrella matutina. Tula irá, como la mayor parte de estas poderosas ciudades de las culturas mesoamericanas entrando en abandono, el cual se da para los años de1300 d.C., momento en que los mexicas reinician su peregrinación y toman rumbo al valle de México en busca de la tierra prometida. Cholula con su enorme pirámide de 430 metros de base y más de 60 metros de altura, fue una ciudad aliada de Teotihuacán, que al igual que ésta, decayó en los mismos años, más encontró una forma de seguir subsistiendo y si no, en la misma magnitud, por lo menos siguió siendo una población relevante. Los toltecas impusieron su hegemonía en esta ciudad después de que los olmecas la poblaron. Es de destacar que en Cholula se tiene arraigado el culto a Tláloc y a Quetzalcóatl, es más, es la ciudad primera, según la leyenda, a la que este personaje se va después de dejar Tula empujado por Tezcatlipoca. Al final, Cholula fue un aliado importante de Tenochtitlan. La vida y economía doméstica de los mexicas Para los mexicas, la vida en la tierra no es un placer, sino una conquista. Y de esa filosofía de austeridad se deriva naturalmente una preocupación draconiana por la economía generalizada. Esta actitud tiene sus raíces en el pasado de la tribu, el periodo de migración tiene hondas raíces en el alma mexica. Esa larga peregrinación por desiertos desolados y montañas áridas, la hostilidad del ambiente, la escasez de agua, la obsesión por la caza, lo ignoto del destino que guía los pasos del grupo, llevan a los jefes a organizar con rigor la supervivencia del mismo.. El concepto de grupo, de comunidad, es superior al del individuo. El grupo es prioritario sobre el individuo. Esta estructura aprendida por necesidad va a conservarse aún en el tiempo de esplendor, y la austeridad, evitar el despilfarro, será parte de su perfil cultural. La antropofagia como consecuencia de no desperdiciar algo como eran los restos de los sacrificados, fuente de alimentación, se debía de aprovechar. La sociedad mexica no conoce el derecho de propiedad individual. Las tierras pueden pertenecer al estado que las administra, ya sea directamente, ya por medio de instituciones públicas, o bien pertenecen a comunidades, a las ciudades mismas, o más a menudo a los calpulli, los barrios que definen la trama de la inserción del ciudadano. El derecho de cultivar la tierra es más bien una obligación. Se pondera la actitud fría, el dominio de sí mismo, la calma, contención ponderada, mesura, tranquilidad. Condena y reprueba los comportamientos calientes, se proscribe la efervescencia, la indisciplina, el desorden y los gritos, la excitación afectiva, los arranques emotivos, la turbulencia y la precipitación. El juego y el erotismo son proscritos. El carácter lúdico del juego y del erotismo es visto como un desperdicio gratuito, sin finalidad, es solamente un gasto de energía. Se prohíben los placeres de la mesa, del arte, del gasto, del desenfreno. Los mexicas profesan una moral sin placer. Si bien, la sociedad mexica tolera a las prostitutas y acepta, por parte de los guerreros un comportamiento bastante licencioso, el libertinaje es objetó de señalamiento social. Sólo puede tenerse una esposa, el matrimonio se celebra sólo una vez, aunque se pueden tener concubinas en el hogar pero siempre su estatus es claro. Se desconfía de la embriaguez, entre otras cosas porque los borrachos se hacen notar, va contra la discreción y la moderación. La embriaguez del pulque es el principio de la anarquía. La prohibición generalizada del despilfarro, conservando la tasa de energía ambiente tendía a proteger la estabilidad social. Gobernar es, esencialmente, responder a ese desafío económico: cómo aumentar la potencia del estado mexica en un mundo socavado por la fuga de energía. La vida, la muerte, energía y predeterminación El abasto energético de cada individuo se efectúa al momento de la concepción, cuando el tonalli desciende del decimotercer cielo. En ese momento las fuerzas diseminadas por el universo se concentran en el embrión; en el instante del nacimiento, podrán conferir al recién nacido su autonomía vital. La particularidad del tonalli consiste en ser una potencia de energía exclusivamente conectada con la vida. Tonalli es prodigalidad. Sin ser ilimitada o infinita, su potencia supera largamente a las necesidades de la actividad funcional, del crecimiento y de la reproducción. Ocurre que después de la muerte los mexicas reconocen una sobre vida temporal. La muerte siempre es un accidente del destino, y nadie muere de vejez. Los mexicas habían cifrado simbólicamente está sobre-vida de energía individual en cuatro años. Es sabido que la cifra cuatro constituye, en el pensamiento mexicano, el umbral de la estabilidad. El cinco evoca necesariamente la disolución, la destrucción en aniquilamiento. No creen en la vida eterna. Después de su fallecimiento, el difunto debe realizar bajo la tierra un viaje largo y penoso viaje, a cuyo término llega al Mictlán, es decir la morada de los muertos. El alma energética, no sobrevive eternamente al cuerpo. El Mictlán lo sitúan en el Norte. La marcha hacia el Mictlán no es, en el fondo, más que el retorno a las fuentes; el término del recorrido reintegra al origen absoluto. El viaje hacia el Mictlán es un destino solitario, en el pensamiento mexica el uso para consumo privado lesiona el potencial de fuerzas de la comunidad. Reciclada para el uso de los vivos la energía liberada por la desintegración del organismo humano, bajo el concepto arraigado del bien de la comunidad, la muerte se convertirá en fuente de energía. El día del nacimiento de las personas señalaba su destino, poco o nada estaba en las manos de cada uno para cambiarlo, el calendario adivinatorio y el personaje encargado en interpretarlo lo indicaba a los padres desde el día del nacimiento. El calendario adivinatorio condensa el saber y contiene las claves del misterio cósmico. La predeterminación no sólo es un concepto o pensamiento, se soporta en toda una tecnología y técnicos que la aplican. El destino de lo muertos, el destino de esta sobre-energía después de la muerte, dependía de la clase de muerte y no de la característica de la vida. Quien fallecía de muerte natural iba al Mictlán y al final se integraba a la tierra. Los muertos en batalla, en la guerra, sacrificados, hechos prisioneros y muertos por ello, las mujeres que fallecían al momento del parto tenían otro fin, el destino de su energía era acompañar al sol en su lucha diaria por mantener el movimiento para beneficio de todos los hombres y equilibrio del cosmos. Los niños que fallecían se transformaban en aves, colibríes, y volando y chupando miel de las flores como sí fuesen los pechos de sus madres que los amamantan vivían. Los muertos ahogados, fulminados por un rayo u otra causa relacionada con Tláloc su destino era el Tlalocan, la morada de Tláloc. El pueblo elegido y su migración Los pueblos de lengua náhuatl que llegaron a la cuenca de México, comparten una tradición en cuanto a su lugar de origen y su participación en una migración, una larga peregrinación que les ocupó varios siglos, de alguna manera, todos ellos, en este andar de un lado a otro, establecerían contacto con otras culturas de las cuales absorbieron conocimientos y creencias que integraron a su propio cuerpo cultural. Todas estas tribus migrantes llegaron a la región de los Toltecas y obtuvieron conocimientos, asimilaron y aceptaron el prestigio que gozaban los Teotihuacanos y su ciudad: el poderío que representó, la magnitud de la ciudad y lo monumental de sus pirámides, las leyendas y mitos tejidos detrás de ella. De todas estas tribus, una de ella, los mexicas, habían construido, o construyeron después, un elemento diferencial: su peregrinación obedecía al mandato de su dios tribal, Huitzilopochtli, que les ordenaba partir hacia una tierra prometida en la que encontrarían los elementos propicios para convertirse en el poderoso pueblo al que estaban predestinados. Ese lugar lo identificarían al encontrar un águila sobre un nopal devorando a una serpiente. Los mexicas así, se transforman en el pueblo elegido por los dioses y con una misión especial, en la que empeñarse por concretar. Son entonces el ombligo del mundo, el centro del universo con una responsabilidad cósmica a cuestas. Los conceptos antes mencionados no forman parte de la historia, aunque los mexicas así lo hubiesen creído, sino de un mito, es decir, un relato en donde se mezclan elementos de diferentes momentos históricos y no-históricos, con la intención de producir un efecto de apoyo a una estructura económico social determinada, intereses de poder muy particulares. Después de Aztlán, lugar de garzas o de la blancura, la otra referencia puntual es Culhuacan (Culiacán), un lugar probablemente en el bajío y más documentada es el Coatepec, cerro de las serpientes donde se da el segundo nacimiento de Huitzilopochtli. A partir de ese punto, divididos por conflictos internos y bajo el liderazgo de los cuatro sacerdotes que cargaban la imagen del dios e interpretaban sus mensajes, en el 1168 salen hacia Tula. Hacia el siglo XIII d.C. llegan al valle de México, ya ocupado por diferentes pueblos, la mayor parte de lengua náhuatl, encienden el fuego nuevo en 1267 cerca de lo que hoy conocemos como los Indios Verdes y entran en el señorío de Azcapotzalco, de alguna manera son una especie de paracaidistas tratando de apoderarse de un espacio de tierra en donde asentarse puesto que ya todo estaba ocupado0. Los mexicas no eran bien vistos y no los querían como vecinos por pendencieros, su costumbre de sacrificios humanos y la costumbre de robarse a las mujeres de otros. Se establecen en Chapultepec, lugar que por su ubicación les brindaba seguridad, más pronto los desalojan y les asignan un lugar en Tizapán, se dice que habitado por muchas serpientes, con la intención que estos reptiles hicieran desaparecer a muchos, lo que no sucedió. Son mercenarios de varios señores en diferentes batallas y al final encuentran su espacio en un pequeño islote en medio del lago en donde, según la historia, encuentran al águila devorando a la serpiente, la señal dada por Huitzilopochtli. Tenoch era su guía en ese tiempo. En Tlatelolco se asienta otro grupo de mexicas y ambos quedan sometidos al señor de Azcapotzalco, pagando onerosos tributos a los Tepenacas y dándoles su apoyo guerrero en batallas de conquista. Pronto buscarán el reconocimiento de las comunidades vecinas: piden a Culhuacan (diferente al que hemos llamado también Culiacán) el envío a Tenochtitlan de Acamapichtli como Tlatoani, que según las fuentes es hijo de un supuesto noble y una princesa de Culhuacan. La alianza dura poco y los mexicas se someten a los Tepenacas de Azcapotzalco. Desde el primer momento que llegan a ocupar la pequeña isla, levantan un templo a su dios. El quinto sol Los mexicas, consecuencia de su largo peregrinar, angustiados por el precario ser de las cosas, consignaron en sus creencias una percepción incierta e inestable de la evolución del universo. La leyenda de los soles es una clara manifestación de lo anterior. El mundo creado por los dioses, cíclicamente es destruido, cuatro veces, y con él los hombres. El hombre actual ha nacido de los huesos precisos de los anteriormente muertos, huesos subidos por Quetzalcóatl o su avatar (encarnación terrestre de un dios) Xololt. El nombre de este quinto sol es Nahuai-Ollin, también está condenado a la destrucción. Según dejaron dicho los viejos, "en este habrá terremotos y hambre general, con que hemos de padecer". Desde su origen lleva la semilla de su destrucción. Como en el hombre, el universo lleva en sí mismo inscrita su muerte, su destrucción. La destrucción es producto del agotamiento de la energía. Ollin es la denominación de movimiento, el cinco es el centro, el cuatro es equilibrio y el centro es símbolo de cruce, intersección, desconfianza y ansiedad, un lugar mágico consagrado al dios Tezcatlipoca, el dios mago. La inestabilidad, la ruptura. El quinto sol, en su nombre lleva su destino, como todos los hombres. Los mexicas no tienen una deidad solar, ni Huitzilopochtli lo es. El sol para ellos es una especie de padre espiritual, es aquel por el que vivimos, al que debemos nuestros actos. Es energía, es calor. El sol surge del sacrificio de un dios, Nanáhuatl, que se arrojó al fuego. Convertido en sol se sentó en el trono sin moverse. Para moverse reclama el sacrificio y la sangre como alimento. El culto rendido al sol en la sociedad náhuatl es, sin duda, excepcional, tanto por su naturaleza cuanto por lo que está en juego. Sol-fuego, brasero, tórrido, la energía se consume. Sol depredador, insatisfecho y cruel devorador, la energía consume. Muy necesario era que los dioses se sacrificarán y que los hombres les ayuden en su esfuerzo para que viva el mundo, día tras día, de atadura en años en atadura de años. El problema energético es fundamental para la sociedad mexica. Su concepción específica, antrópica (destinado al agotamiento energético), del cosmos, va a arraigar sus comportamientos en una economía austera, pero racional, en la que se mezclan la lucidez exacerbada y desmesura planificada. Esta atención de los aztecas al desgaste de las fuerzas y la desestabilización de los sistemas ordenados se traduce en dos preocupaciones principales: la voluntad de conservar la energía ambiente, de prevenir o reducir la fuga, y el deseo de liberar las energías nuevas o de reciclar ciertos flujos para la vida económica y social, alrededor de ello giró la economía social y doméstica. El sacrificio humano. El sacrificio humano en la forma en que lo llevaron a cabo los mexicas fue un fenómeno único en la historia de la humanidad, ya que no ha existido ningún otro pueblo que lo hubiera practicado en tan gran escala. El sacrificio y el mismo sacrificio humano han formado parte de las religiones, el sacrificio en sí mismo, de todas, el humano en menor grado, en una época de su historia. En el caso de los mexicas también se relaciona con el canibalismo, tanto de índole religiosa como cultural. Tomando en cuenta que en el caso de los mexicas, las víctimas provienen de los pueblos dominados, el sacrificio se convierte en la máxima forma de explotación: se utiliza a un ser humano que con su vida, aporte energía para reproducir un sistema, en que los dioses apoyan al pueblo elegido para que siga dominando. Mientras tanto, el estado despótico mantiene esta práctica ritual con fines políticos, toda vez que los motivos religiosos pasan a segundo término. En la concepción energética que ronda tras esta cultura, en la operación sacrificial se trata menos de matar a los seres, que de matar la vida, pues es la interrupción provocada del movimiento vital que permite contener el agotamiento energético del cosmos. La muerte se convierte en fuente de energía. La muerte libera de manera inevitable un excedente de energía vital. De muerte natural, esta energía en exceso que perdura por cuatro años, según su pensamiento, se pierde, se dispersa en las profundidades de la tierra, dejando de ser utilizable para la sociedad de los vivos. Al impedir que la vida llegue a su término natural, se evita la dispersión incontrolable que le acompaña. De alguna forma, el sacrificio humano es una tecnología para liberar y utilizar la energía en provecho de la comunidad. Al igual que la muerte sacrificial, la muerte en la guerra, ya sea en el campo de batalla como la de los capturados para matarlos después, tiene el mismo significado. Con su muerte sostienen al sol en su carrera ascendente, lo llevan y estimulan para alcanzar el cenit. Aportan energía a la energía, contribuyen a alimentar las reservas de fuerza que simboliza y concentra el sol. Los guerreros son ayudados en esta función por las mujeres muertas en parto. Es a los guerreros muertos en combate -sacrificados sobre el altar de la vida- a quienes corresponden los papeles de oficiantes en este acompañamiento al sol. Esta sobre-vida celestial duraba cuatro años, después los acólitos del sol se metamorfoseaban: se transfiguraban en colibríes o mariposas, "y andan chupando todas las flores así en el cielo como en el mundo". Mientras que la sobre-vida-subterránea, estrictamente individual, se agota en la disgregación total y conduce a la nada, la sobrevida celeste de los guerreros encuentra su utilidad; utilidad vital para el uso colectivo. El asesinato ritual del sacrificio, lejos de corresponder a una desviación aberrante del comportamiento cultural de los mexicas, se inscribe en la lógica más perfecta de sus creencias. Ante el cataclismo por venir, en la concepción cíclica del universo, en el proceso de evolución del quinto sol en el que viven, se niegan a aguardar, dolientes, el cataclismo final. Por el contrario, ponen en acción una política económica destinada a mantener los equilibrios existentes y consolidar el poder de la sociedad y conservar la energía: - Planificación de los gastos energéticos corrientes. - Freno al desperdicio energético a través de la lucha contra el juego y las conductas marginales (embriaguez, escándalo, sexo no reproductivo, la vida libertina y licenciosa, arte, etc.,) - Transferir la energía individual al servicio de la sociedad. El triunfo mexica, la supremacía de su imperio, es una necesidad indispensable para salvar al universo, para saciar el apetito devorador de Tonatiuh. El número de sacrificados es difícil de precisar ya que no llevaban la contabilidad de ello, ni siquiera existían reglas protocolarias de cuantos debían de ser. Se puede decir que eran muchos, muchos... Los ceremoniales de sacrificio eran frecuentes y en diversos lugares. Hay quien dice que eran más que los que morían por muerte natural. Acompañaban al sacrificio humano, el canibalismo y el exagerado gasto que implicaba la fiesta ya que el sacrificio se realizaba en medio de una festividad que obligaba a eso, a festejar, a vestirse para ello, adornase, decorar, lucir, ambientar, participación multitudinaria, ofrecer de comer, etc. La inmolación ceremonial y el universo que lo rodea son descritos bajo el emblema de la flor (Xóchitl). En los manuscritos pictóricos, chorros de sangre floridos brotan del pecho de los sacrificados. De allí el nombre de la "Guerra Florida", guerra para capturar enemigos, para llevarlos al sacrificio, capturar era más importante que matar en el campo de batalla. El sacrificio humano como práctica político-religiosa, como proceso de poder, de regular, debe ser aceptado por la sociedad e integrado abiertamente a sus protocolos, de otra forma sería un asesinato, se convertiría en un crimen y como tal rechazado. Debe realizarse frente a la deidad (tiene finalidades superiores, misteriosas, supra humanas. Bases posiblemente incomprensibles pero en que se cree. Fe.), o en un sito dedicado a su culto y realizado por persona especializada, acatando una serie de reglas para el acto en sí y para las acciones efectuadas antes y después. La acción principal del rito es matar, cortar la vida; es una violencia sancionada que se lleva a cabo dentro del campo de lo sagrado. La fuente y esencia de nuestra riqueza es dada por la radiación del sol que dispensa la energía, la riqueza, sin contrapartida. La radiación solar tiene por efecto la superabundancia de energía en la superficie del globo. Desde allí se desencadena un proceso de acumulación energética que llama irremediablemente a un consumo errático. El excedente de energía no puede ser absorbido hay que perderlo irremediablemente, sin ganancia, despilfarrarlo, voluntariamente o no, gloriosamente o, si no, de manera catastrófica. Es ese excedente energético el que constituye la parte maldita, esta suma de riqueza superflua que el hombre debe de gastar en forma de destrucción sangrienta, de gastos lujosos, de prodigalidades injustas y escandalosas. Hay un intercambio continuo de energía entre el mundo natural y el sobrenatural; ambos se necesitan y se complementan. En la concepción mexica del cosmos esto se ve claramente: los dioses crean al hombre y éste debe de alimentarlos a través de la energía; los dioses, a su vez, que son personificaciones de distintos aspectos de la naturaleza, le darán al hombre agua, frutos, riqueza, etc. La forma más obvia de proporcionar energía es mediante el suministro de alimento; por ello se nutre a los dioses tanto en sentido figurado, dejándoles participar en la esencia de la ofrenda, como en forma real, introduciendo la sangre de los sacrificados en la boca de los ídolos. El sacrificio masivo se convierte en un espectáculo de exhibición de poder del estado y, en destrucción de fuerza de trabajo. Si bien el sacrificio humano, directo e indirecto ha estado presente en la historia de la humanidad, por motivos religiosos, mágicos, políticos y económicos: la Inquisición, los campos de concentración, la guerra, el asesinato político, el exterminio, la quema de brujas, el martirio, la pobreza, etc., el sacrifico humano de los mexicas, por su forma y función en la sociedad que lo efectuaba, es particular. El templo mayor En el Centro Histórico de la Ciudad de México, sede que fue de esa magnífica ciudad llamada la Gran Tenochtitlan, no queda mayor vestigio, tan solo una porción de lo que fue el Templo Mayor, algunos elementos del templo de Quetzalcóatl en los cimientos de Catedral y algunos otros restos en un museo de sitio en la parte baja del Centro Cultural de España, en la calle de Donceles. Los conquistadores españoles lo destruyeron todo. La última batalla hizo su parte en la aniquilación, más para levantar la nueva población medieval española, reubicando a los antiguos habitantes hacia la orilla de la ciudad, se utilizaron como material de construcción, las piedras y otros componentes de las pirámides y edificios, no quedó nada a la vista de lo que fue esa portentosa ciudad, que narran las descripciones que llegan a nosotros de ese pasado. El Templo Mayor concentra el poder, tanto real como simbólico, del imperio mexica. Incorpora el mito, las festividades rituales y el sacrificio humano. Resalta la presencia de las dos deidades relevantes para la cultura y poder mexica: - Tláloc: dios de la lluvia, el agua la fertilidad. Desde la perspectiva económica, simboliza a la agricultura, base de la alimentación del pueblo y la economía. - Huitzilopochtli: dios solar, dios de la guerra. Desde la perspectiva económica representa la dominación, la imposición a otros grupos, los tributos. El templo mayor, el edificio más destacado en la cuadrícula de la ciudad, fue el símbolo de la economía y del poder, sustentado en una base religiosa de legitimación y dejando claro con el sacrificio humano masivo y el terror que infunde su propio dramatismo, quién manda aquí. El terror complementado con el zompantli, esa palizada de calaveras en descomposición que mostraban los restos de los sacrificados y que colocada donde todos lo vieran, y en particular, a la entrada de la ciudad, lo dejaba claro. La fachada de la pirámide está orientada hacia el poniente, lo que obedece al movimiento del sol. Cuenta con una plataforma que permite, simbólicamente delimitar el espacio de gran sacralidad de otro profano o de menor sacralidad. Se ubica en el centro de la ciudad y de ella parten los cuatro rumbos del universo, presentes en la cuatro grandes calzadas orientadas hacia los mismos. Se ubica en el centro del mundo, es la montaña sagrada, una representación, es al mismo tiempo de la montaña de Coatepec en donde nació Huitzilopochtli y de donde surge su mito de guerrero, luchó para nacer, defendió su nacimiento. En el centro del mundo, en esta montaña sagrada (no hay que olvidar que Tláloc también vive en la montaña, el Tonacatépetl, el cerro de los mantenimientos) es donde se encuentran el cielo y la tierra, por extensión toda la ciudad es sagrada, templo y residencia real son asimiladas a la montaña sagrada. Por ella pasa el eje del mundo, punto de unión entre el cielo, tierra e infierno. Es el lugar donde se cruzan el plano vertical y el horizontal. Implica el núcleo del orden universal. Se asienta sobre una plataforma general, la que se sube desde el patio de la gran plaza o recinto ceremonial, por una sola escalera de pocos peldaños. Sobre la plataforma tenemos una serie de serpientes, en el centro hay una sola cabeza de serpiente, que ve rumbo al poniente. Sobre esta gran plataforma descansa el enorme basamento del templo con su característica principal: las dos escalinatas que conducen a la parte superior. En la parte escalera que conduce al templo de Huitzilopochtli, sobre la plataforma y hacia la mitad de la escalera, se encuentra una escultura de la Coyolxauhqui, hermana del dios y que fue arrojada por éste, abajo de la montaña de Coatepec y quedó muerta, decapitada y desmembrada. En el último escalón hay un rostro que podría ser de Cuauhuitilac, su hermano quien le avisa como van avanzando sus otros hermanos con intención de matar a su madre que lo trae en el vientre. Al frente de Huitzilopochtli, en la parte superior del templo, se encuentra la piedra de los sacrificios, simboliza el lugar donde él sacrificó a su hermana, quien muerta, rodó hacia abajo de la montaña. Una vez sacrificados los cautivos, su cuerpo era arrojado desde las alturas tal y cual lo había hecho Huitzilopochtli con la Coyolxauhqui, su hermana. En la misma altura, al mismo nivel se encontraba el altar de Tláloc y frente del altar de Tláloc, está un Chacmool, un lugar de apoyo para el cuerpo de los que se van a sacrificar. A Tláloc se le sacrificaban principalmente niños. Las serpientes que adornan la pirámide recuerdan el cerro de Coatepec, el cerro de las serpientes. Al parecer la Coatlicue, madre de Huitzilopochtli se encontraba en lo alto del templo y también se supone que en la parte superior o donde se encuentran los altares de los dioses principales es en donde reside la dualidad, el Omeyocan. El templo del dios del viento Ehécatl se situaba en una posición privilegiada, frente al Templo Mayor, hay que recordar que Ehécatl era considerado una de las formas de Quetzalcóatl.. El Templo Mayor es un mito viviente, un representación sagrada y símbolo inequívoco del poder político, guerrero y económico mexica. Pretende ser una imagen plástica del lugar donde había nacido portentosamente y guerreando Huitzilopochtli.