ISilUlli - Gredos - Universidad de Salamanca

Anuncio
LEIDO E N L A
ISil U l l i
PARA LA A P E R T U R A
DEL
k
II
POR EL DOCTOR
I.
liiflp
Sandtez
y fus?
PROFESOR INTERINO DE LA ASIGNATURA
ANATOMÍA QUIRÚRGICA, OPERACIONES, APOSITOS Y VENDAJES
EN LA.
FACULTAD LIBRE DE MEDICINA.
SAL/V M A N C A :
Imp. y Lit. <le D. Sebastian Cerezo, Isla de la Rúa, núm. i .
1881.
•
E,
,L hombre primitivo,
como sér físico, se presenta unido al
suelo que lo vio nacer, no s i é n d o l e fácil apartarse de él sin riesgos
para su existencia; pero como lleva en sí la causa del progreso y
consagra sus esfuerzos para hacerse independiente de la naturaleza, b u s c ó y e n c o n t r ó en la Higiene medios de abandonar su p r i mera tierra y habitar otras regiones m á s aptas para satisfacer sus
crecientes necesidades. Ha podido habitar en todos los puntos del
Globo que se prestan á la a d m i s i ó n de s é r e s organizados, vivir en
todos los climas y constituirse el ú n i c o cosmopolita de la creación. A la vez que se extendía por la superficie de la tierra se
multiplicó el g é n e r o humano, y las emigraciones en estos ú l t i m o s
tiempos han llamado la a t e n c i ó n de sabios economistas acerca del
porvenir de l a humanidad por su incesante fuerza reproductiva.
Mas la Providencia siempre previsora equilibra las necesidades con
el aumento de bienes y con o b s t á c u l o s preventivos y represivos
que se oponen á la excesiva r e p r o d u c c i ó n de l a especie.
Se ha dicho que el hombre es el resultado de lo que come, bebe, respira y siente: y como oslas necesidades han de sor a t e n d í -
— 6 —
das con ios recursos que le ofrece el p a í s que habita, ha de pasarla vida sujeto á l a ineludible a c c i ó n de su .existencia terrena, y
é s t a á su vez ha de i m p r i m i r en la o r g a n i z a c i ó n signos diferenciales s e g ú n el punto en que nace, se desarrolla y muere.
Tales consideraciones me conducen á la a p r e c i a c i ó n de la Influencia de los Clm%s en la salud, c a r á c t e r y costumbres de los
pueblos.
E l ú l t i m o y menos merecedor de los Profesores de la Facultad
libre de Medicina, agregada á esta tradicional Universidad, es el encargado de legitimar l a obediencia a c a d é m i c a . Convencido de m i
insuficiencia, dedicado á l a e n s e ñ a n z a de estudios p r á c t i c o s que ni
por el tecnicismo, n i por l a e x p r e s i ó n se acomodan á trabajos l i terarios que representen l a Ciencia y agraden á tan distinguido
concurso, he elegido el tema de Higiene p ú b l i c a que someto al j u i cio de cuantos me escuchan y espero
resignado s u indulgencia,
que me es tanto m á s necesaria, cuanto que vienen oyendo
todos
los a ñ o s á m e r i t í s i m o s Catedráticos de tan vasta e r u d i c i ó n como
sorprendente elocuencia.
La Higiene p ú b l i c a establece reglas no solo para l a c o n s e r v a c i ó n
de los pueblos, sino t a m b i é n para su longevidad, bienestar é indefinido progreso. Placeres, honores, riquezas, preyectos, empresas
y cuanto puede halagar la exigente y dominadora i m a g i n a c i ó n , carecen de oportunidad cuando l a salud falta; y sin las g a r a n t í a s de
la higiene nuestra existencia fuera u n a larga a g o n í a . Así se ha c o n siderado como ley social la salud de los pueblos. Snlus p o p u l i suprema l e x est.
L a salubridad de las diversas regiones descansa en l a C l i m a tología y Meteorología: para s u exacto conocimiento necesitamos
saber lo que se entiende por Clima, con su latitud, longitud, a l t u ra, p o s i c i ó n , topografía y naturaleza del suelo, de donde se derivan las circunstancias de cada u n o . E l higienista no puede á la
manera del geógrafo
definirle « u n a p o r c i ó n de terreno compren-
dido entre dos c í r c u l o s paralelos al E c u a d o r . » E l conjunto de i n -
fluencias no se distribuye en los diversos puntos del Globo con tanla regularidad, « n o se prestan—como dice Levi—á una
clasifica-
ción m a t e m á t i c a . »
Se entiende por clima en higiene u n a p o r c i ó n mayor ó menor
de superficie de la tierra que ofrece en todos sus puntos las m i s mas condiciones de existencia para el hombre. Comprende la temperatura, estado h i g r o m é t r i c o , p r e s i ó n
a t m o s f é r i c a , d i r e c c i ó n de
los vientos, fluidos l u m í n i c o , eléctrico y m a g n é t i c o y la naturaleza
de las aguas y producciones del suelo; sin embargo, el principal
elemento que domina en la c o n s t i t u c i ó n de los Climas es la temperatura: de sus variaciones nacen los f e n ó m e n o s
meteorológicos y
en ella encontramos l a d i s t r i b u c i ó n del calor.
E l c é l e b r e g e ó l o g o Humboldt ha marcado, á principios de este s i glo, sobre la esfera l í n e a s que circunscriben comarcas, á las cuales se s e ñ a l a la m i s m a temperatura en cada e s t a c i ó n del a ñ o . Estas
líneas se l l a m a n Isotermas cuando su temperatura media es igual
durante todo el a ñ o , Isoteras si lo es solamente en el Estio, é /50quiimnas si la temperatura media es igual todo el Invierno; ellas
coincidirían con las g e o g r á f i c a s si la distribución del calor solar no
encontrase causas perturbadoras en l a superficie del Globo y en la
a t m ó s f e r a que le rodea: por esta r a z ó n sufren inflexiones m á s ó
menos notables y 110 se aproximan al paralelismo sino en las i n mediaciones del L e ñ a d o r ; así es que Humboldt hasujetado á u n examen detenido las causas a t m o s f é r i c a s , g e o l ó g i c a s , naturales y accidentales que influyen sobre el estado t é r m i c o de los lugares. T a m bién se han dividido los climas en solares y reales; los primeros
consisten en las p e r i ó d i c a s posiciones que toma la tierra con relación al sol y los segundos en las alteraciones que estos cambios de
posición experimentan por causas transitorias, tales como las variadas temperaturas, por las corrientes de los vientos que i m p u l sando las capas de aire las modifican s e g ú n el punto de donde han
partido, la altura, la proximidad de los mares, de los grandes rios,
de los lagos, la inclinación de los terrenos, s u naturaleza q u í m i c a .
el calor, su fuerza radiante, evaporaciones, la forma deprimida ó
elevada d é l a s superficies, la dirección de los sistemas de m o n t a ñ a s , la e x t e n s i ó n de nieve que corona sus cumbres, circunstancias
lodas que forman el c l i m a . Dicho queda que no pueden
admitir-
se los conceptos de los antiguos g e ó g r a f o s , porque l a palabra c l i m a e x t r a ñ a la idea de uniformidad, ó á lo menos de semejanza de
condiciones.
Las líneas Isotermas de los dos Continentes demuestran
que
los climas de E u r o p a gozan de u n a temperatura media m á s elevada
que la del Asia central y A m é r i c a . E l hemisferio boreal recibe m á s
termalidad que el austral; el calor anual disminuye del O. al E . en
el interior de los continentes, mientras que sigue u n a marcha p r o gresiva inversa del E . al O. h á c i a las costas: resulta que hay en
ambos continentes y en el mismo hemisferio una o p o s i c i ó n t é r m i ca dependiente
de l a influencia contraria de los mismos y de las
masas l í q u i d a s y aeriformes.
Esta clasificación m e t e o r o l ó g i c a no es de absoluta i m p o r t a n c i a
respecto á las Ciencias m é d i c a s , porque sino puede negarse que el
frió y el calor ejercen determinada a c c i ó n en l a salud, t a m b i é n es
cierto que l a a r m o n í a de las funciones exige el concurso de otros
agentes a d e m á s de la temperatura.
De aquí se deduce el i n t e r é s
científico de las localidades, las que reclaman preferente a t e n c i ó n
para el desenvolvimiento del tema presentado.
Los climas se han dividido en cálidos, frios y templados, antigua división adoptada para estudiar las alteraciones que determinan
en los cuerpos o r g á n i c o s .
Existen grandes diferencias entre la fecundidad, vida media y
mortalidad, en los diversos climas. S e g ú n nos acercamos al E c u a dor, la vida media es m á s corta, exceptuados casos de longevidad
que no invalidan la regla. Los climas insulares y m a r í t i m o s p a r t i cipan de la b e n é f i c a influencia de los septentrionales como sucede
en las H í b r i d a s , Bermudas y Canarias, ventiladas por puro y sano
ambiente.
— 9 —
Los climas cálidos se extienden entre los T r ó p i c o s y desde estos
hasta los 30° ó 35° de latitud austral y boreal; en ellos hay pocos
c a m b i o s > t m o s f é r i c o s ; el calor es i n t e n s í s i m o y puede llegar á m á s
de 46° c e n t í g r a d o s á l a sombra y á m á s de 70° al sol, como sucede
en el Ecuador. Si el hombre soporta tan elevada temperatura es
porque la t r a s p i r a c i ó n abundante produce enfriamiento, que neutraliza el calor que le c i r c u n d a , conservando el que le es propio.
Las regiones c á l i d a s ocupan el p r i m e r lugar en el lujo de vida y
v e g e t a c i ó n : á r b o l e s corpulentos y seculares, graciosas cuanto esbeltas palmeras, los eucaliptus y captus de i n m e n s a altura, m a n glares que extienden sus ramas por las riveras de los rios sirviendo
de sosten á extensas g a l e r í a s de plantas trepadoras, colibrís, papagayos, guacamayos y otras aves m i l engalanadas con todos los
cambiantes del iris, forman panoramas que nos recuerdan la A r cadia boreal de Julio Verne. Allí l a naturaleza ofrece con profusión
el añil, a z ú c a r , canela, cacao, t é , café, tabaco y otras plantas arom á t i c a s que los habitantes buscan con avidez c o m o condimentos
de s u a l i m e n t a c i ó n poco nutritiva; mas como c o m p e n s a c i ó n existen
numerosas causas desfavorables á la salud del h o m b r e . En aquellas comarcas, l a vida se dirige á l a periferia excitando el tegumento en grado exagerado; los ó r g a n o s interiores languidecen tanto
m á s , cuanto mayor es la e x c i t a c i ó n externa; las digestiones son
pesadas; los pulmones funcionan con poca actividad, de lo cual
resulta que la sangre, excitante general de la o r g a n i z a c i ó n , no se
arterializa convenientemente y por lo mismo las funciones nutritivas son imperfectas; mas como á la vez el calor determina u n movimiento c e n t r í f u g o , el sistema nervioso periférico se halla
sobre-
excitado constantemenle, r a z ó n por que los instintos e r ó t i c o s se
adelantan, el h í g a d o suple á los pulmones, desalojando el exceso
de carbono que
suministran
los alimentos respiratorios y que
no puede ser eliminado á causa de la poca e n e r g í a de aquellos;
el temperamento de estos habitantes es por lo general bilioso.
Cuando al calor a c o m p a ñ a la humedad, las facultades intelectua-
— 10 —
íes y funciones afectivas se encuentran como adormecidas porque l a humedad siempre es agente debilitante.
E n el Asia m e r i -
dional, y en otros puntos de igual temperatura, el c l i m a i m p r i m e
en sus moradores el c a r á c t e r de servilismo: a r r á s t r a n s e á los p i é s
del que j u z g a n su Señor; i g n o r a n lo que
es Patria; son d é b i l e s ,
desidiosos, indiferentes á su independencia, viven dominados por
el despotismo que les conduce á considerar á sus jefes como h i jos del s o l , y el fanatismo les arrastra hasta el sacrificio sobre l a
tumba de sus d u e ñ o s . Conforme nos acercamos á la línea ecuatorial, los hombres pierden su
vigor, s u e n e r g í a ;
son notables por
su inercia y vida muelle; su debilidad muscular se refleja
en la
pereza y negligencia; les disgustan los ejercicios violentos, á m e n o s
que e s t é n acostumbrados
á l a vida n ó m a d a y errante como los
Arabes. Sus ideas son poco fijas; su i m a g i n a c i ó n es móvil, viva é
impresionable y les lleva á l a c o n t e m p l a c i ó n y amor de lo maravilloso; exagerados en sus pasiones,
se entregan á l a p o l i g a m i a ,
ios celos les impelen al crimen y la gloria les convierte en h é r o e s :
la vida afectiva se difunde á u n grado inconcebible. Así se ha
dicho que el Oriente, cuna del g é n e r o humano y origen de todas
las religiones, ha sido l a tierra c l á s i c a de todos los
El calor de los T r ó p i c o s engendra
propensión á
melancolía,
recuerdos.
tristeza, tanta
dominar como á servir, s e g ú n las circunstancias
que rodean á sus habitantes. E l salvaje americano,
fuerza material, obliga á l a desgraciada
mujer á
valido de su
lodo g é n e r o de
trabajos, mientras que él solo piensa en fumar y dormir. L a feracidad del suelo le suministra fruto abundante sin necesidad
de
cultivo relativamente á l a p o b l a c i ó n . L o s i n d í g e n a s de aquellos l u gares tienen en general corta estatura,
sus cabellos son negros,
la barba poco poblada, l a piel t e ñ i d a de u n color oscuro, de que
me o c u p a r é m á s adelante,
y todo s u aspecto revela la atonía
general de su organismo que nos da r a z ó n d é l a mayor mortalidad:
en Bombay hay u n a defunción por cada veinte individuos; m á s
de l a mitad que en E u r o p a . Sin embargo, la humanidad recibe del
clima la equitativa c o m p e n s a c i ó n ,
pues si bien l a vida es corta,
t a m b i é n disfruta mayor n ú m e r o de agradables impresiones en un
espacio de tiempo m á s breve, y la fecundidad nivela
y cubre los
vacíos producidos por la furia destructora, á l a manera que los terrenos v í r g e n e s rodean de exuberante
vejetacion á los
vetustos
troncos que á n t e s ofrecieron a l e g r í a y verdor á la comarca. Causa
asombro á los viajeros encontrarse en las regiones tropicales a l g ú n
padre rodeado de ciento y m á s hijos.
E l excesivo calor, cuando se e s t á mucho tiempo expuesto á él,
dá lugar á congestiones cerebrales, delirio, m a n í a que llega hasta
el suicidio.
Las estaciones eligen sus víctimas predilectas: en el
invierno y primavera las r á p i d a s y bruscas alteraciones
lógicas ocasionan bronquitis, p l e u r e s í a s ,
t é t a n o y convulsiones que arrebatan
pneumonías,
meteorotisis, el
en breve tiempo á los indí-
genas con preferencia; a l p a s o q u e l a s hepatitis, alteraciones del
tubo digestivo, d i s e n t e r í a , intermitentes perniciosas, el cólera y la
liebre amarilla, reinantes en el verano y el o t o ñ o , son el azote de
los extranjeros, pues que sacrifican á las dos terceras partes de
los que arriban á aquellas remotas zonas. Y es digno de estudio
que en los deltas de los tres rios mayores del m u n d o nacen los
tres grandes males que diezman la h u m a n i d a d : el Nilo origina la
peste, el Ganjes es l a patria del c ó l e r a , y el Missisipí produce la
liebre a m a r i l l a .
Las endemias de los p a í s e s cálidos merecen t a m b i é n los tristes honores de ser mencionadas: l a elefantiasis de los á r a b e s tiene
su residencia en las Barbadas,
en Ceilan y en Africa l a hepatitis
y la d i s e n t e r í a ; el c ó l e r a morbo devasta las feracísimas
márgenes
del Ganjes: el grano de Alepo ó Yans reside en el Brasil y la G u yana; las d e r r a a t ó s i s rebeldes y el tifus icterodes, vómito negro ó
sea c ó l e r a americano ejercen su d e l e t é r e a acción en las costas del
m e d i t e r r á n e o mejicano, e x t e n d i é n d o s e hasta los 48° de latitud N . y
27° latitud S. Se ha observado que el Otoño, la temperatura de 20°,
la humedad, los vientos del S. y el estado eléctrico, ó mejor d i -
— 12 —
cho, el ozono atmosférico favorecen el desarrollo de tan cruel enfermedad; sin embargo, l a altura del terreno á 994 metros sobre
el nivel del mar y el interior de los continentes no consienten su
destructora i n v a s i ó n . Si alguna vez, trasponiendo los mares, se lia
presentado en el Africa occidental, en E s p a ñ a , l a Italia y el Sur de
Francia,
n u n c a ha alcanzado m á s allá de los 51° latitud N . del
continente europeo.
Aunque algunos entusiastas de las provincias americanas no se
atreven á resolver acerca de las causas de mortalidad y todo lo
esperan del progreso civilizador y por consiguiente de l a Higiene,
es evidente que organismos depauperados por el c ú m u l o de poderosos excitantes y alimentos de escasa n u t r i c i ó n ; que reciben constantemente efluvios p a l ú d i c o s que se desprenden de sustancias en
p u t r e f a c c i ó n aglomeradas por copiosas lluvias; l a intemperancia,
sus h á b i t o s consuetudinarios y l a molicie lian de pagar á l a parca
el funerario contingente. Algo y mucho pueden conseguir con los
preceptos h i g i é n i c o s ; pero n u n c a h a b r á n de eludir l a influencia del
clima en sus m ú l t i p l e s manifestaciones.
Los climas fríos se extienden desde los 55° de latitud hasta el
Polo, en donde puede decirse que todo el a ñ o es invierno. Las nieves constantes,
las lluvias, el deshielo, la oscuridad de largas
noches, los dias de p á l i d a é indecisa l u z , que m á s se asemejan al
crepúsculo
que
al pleno dia iluminado por los vivificantes y
alegres rayos del sol, los caracterizan; las sorprendentes
cuanto
m a g n í f i c a s auroras boreales i l u m i n a n y embellecen por cortos i n tervalos aquellos desiertos de hielo. L a Naturaleza ha provisto á
los animales de resistentes
pieles guarnecidas de espeso pelo
y de gruesas capas de grasa para sufrir aquella a t m ó s f e r a g l a cial. Todo es m o n ó t o n o y triste en las regiones polares, y hasta
las aves e s t á n vestidas de plumaje ceniciento ó pardo. Al acercarnos á los Polos la vejetacion es casi nula; rudimentarios l i q ú e n e s
y de humilde aspecto son los ú n i c o s representantes
de la vida.
E l estado fisiológico de sus habitantes es opuesto al de los ante-
— 13
_
riores; las funciones nutritivas se verifican con actividad; en cambio
la vida periférica es apenas perceptible; l a e x h a l a c i ó n c u t á n e a es casi
nula, la biliar poco e n é r g i c a , pues que el h í g a d o no ha de suplir la
a c c i ó n p u l m o n a r corno en los climas c á l i d o s . L a vida se reconcentra en los ó r g a n o s interiores, de aquí que sean e n é r g i c o s , de l i m i tada i m a g i n a c i ó n , j u i c i o recto, g é n i o arisco, constantes, sufridos,
y disfrutan los atributos del temperamento
s a n g u í n e o . E l frío fa-
vorece el desarrollo del individuo, si bien cuando nos
acercamos
al Polo parece que lo aniquila y como que sorprende las funciones
o r g á n i c a s ; los moradores de la Laponia y Groenlandia soporta n
una vida menguada,
son de muy reducida estatura, la a c c i ó n
muscular es casi nula y sus funciones de r e l a c i ó n yacen como aletargadas; l a d i g e s t i ó n es poderosa, en t é r m i n o s que se nutren i m punemente con carnes crudas, focas y aceite de ballena para r e sistir el frió tan intenso de aquellos p a í s e s . Así se concibe que los
Esquimales puedan vivir bajo sus chozas de hielo á 30° y 40° bajo 0.
(Parey) Malte-Brun dice, al tratar de estos desgraciados, « q u e son
toscos, superticiosos, e s t ú p i d o s , desvergonzados y constituyen u n
pueblo despreciable por sus c o s t u m b r e s . » Si nos alejamos del Polo
y estudiamos localidades menos frías, veremos que los
naturales
son de elevada estatura en general, valientes hasta la temeridad,
robustos, belicosos y fecundos; para ellos l a quietud es u n estado
violento. No hay que e x t r a ñ a r que Tito Livio admirara el valor de
los antiguos Iberos y C á n t a b r o s , que si fueron vencidos, n u n c a se
resignaron á l a t i r a n í a de los Romanos, llegando las madres á degollar á sus hijos antes que consentirlos esclavos. E n las regiones
de baja temperatura de l a América, la libertad es el ídolo de los
pueblos; m m c a
se someten á l a servidumbre, díscolos y bravos
siempre se hallan dispuestos á luchar por su independencia;
exceso de vida interior y su imperturbable serenidad
el
desarrolla
sublimes rayos de valor y en ellos el h e r o í s m o es habitual. Virey
afirma « q u e si queda u n asilo á l a civilización, á la independencia,
» á l a s m á s nobles esperanzas del g é n e r o humano, es sin disputa en
_
14
—
»esas regiones valerosas que no han encorvado su frente al yugo
))de la esclavitud y de la molicie del Oriente o del Asia y á
quienes
»los rigores del clima d e f e n d e r á n siempre contra la indolencia y
» e m b r u t e c i m i e n t o del despotismo. L a Rusia, no hay que dudarlo,
)>llegará á brillar t a m b i é n por l a libertad; esperemos esto del c l i m a ,
» m á s b i e n que de las instituciones a s i á t i c a s . » E l suelo estéril exige
constante trabajo para suministrar medios de subsistencia á los
numerosos consumidores que disponen de menos campo relativamente que los anteriores.
Mayor longevidad y mortalidad menor coinciden con la fecundidad que se encuentra contenida en límites m á s estrechos que en
los otros paises, h a b i é n d o s e
observado que la existencia difiere
s e g ú n l a edad, raza y aun estatura de los individuos. E n la desastrosa retirada de Rusia en 1812 por el ejército f r a n c é s , los primeros que
s u c u m b i e r o n fueron, s e g ú n La-Rey, los hombres de alta
estatura, y los Hannoverianos y Alemanes fueron peor tratados por
el rigor de la e s t a c i ó n que los Italianos, E s p a ñ o l e s y Portugueses.
A d e m á s de la c o n g e l a c i ó n , tan frecuente
en los climas extre-
madamente fríos, se presentan c á l c u l o s urinarios, sobre todo en
í s l a n d i a , por l a a l i m e n t a c i ó n muy azoada y por l a grande actividad
del aparato urinario que suple á las exhalaciones c u t á n e a s ; son
t a m b i é n frecuentes los c á n c e r e s , oftalmías, congestiones cerebrales y pulmonares,
l a lepra llamada Spedalsked muy c o m ú n
en
Crimea y las afecciones t o r á c i c a s agudas.
Los climas templados son los de predilecta c o n d i c i ó n para la
mayor d u r a c i ó n de l a vida, pues e s t á n al abrigo de las sobreexcitaciones enervadoras del sol tropical y de los efectos l e t á r g i c o s de
los Septentrionales. Se extienden entre los 33° ó 35° y los 55° de
latitud austral y boreal; su vejetacion es fecunda, variada y en ella
se desarrollan multitud de s é r e s organizados. E l calor y el frió a l ternan, las estaciones extremas
e s t á n separadas por otras inter-
medias; aunque se observan con frecuencia oscilaciones t e r m o m é tricas y b a r o m é t r i c a s , el t r á n s i t o de unas á otras de estas estaciones
es lento, gradual, insensible, sin que el organismo se resienta, ú
consecueneia de profundas
alteraciones m e t e r e o l ó g i c a s ; las p e n -
dientes de sus grandes cordilleras, b a ñ a d a s por el sol y refrescadas
por la humedad, e s t á n muy pobladas; sus caudalosos rios surcan,
nutren y vivifican el suelo. Las diferencias individuales obedecen
á l a s exigencias c l i m a t o l ó g i c a s de las localidades, al r é g i m e n , h á b i tos, costumbres y grado de cultura de sus habitantes, a s e m e j á n d o se éstos á los de las zonas t ó r r i d a ó glacial s e g ú n se acercan m á s
ó m é n o s á unas ú otras. De lo expuesto debemos concluir que si
la fecundidad no es tan excesiva como en los climas cálidos,
en
cambio la vida es m á s larga, ocurren menos defunciones y estos
paises siempre e s t á n m á s poblados que los anteriores.
A d e m á s de los climas, ejercen notable influjo sobre el hombre
la altura á que se encuentran los pueblos y l a extructura g e o l ó g i c a
del terreno. Los templos de Esculapios, primera escuela de Medicina, fueron edificados en colinas ó puntos elevados: Vitrubio, legislador y regulador de l a Arquitectura, dice que la p r i m e r a condición
de salubridad de u n edificio debe s e r l a s i t u a c i ó n en lugares altos.
Tito Livio, admirando la Ciudad eterna, edificada sobre siete colinas, cree que su c o n s t r u c c i ó n fué sugerida por i n s p i r a c i ó n divina;
las escuelas de Salerno y del Monte Casino, debieron gran parte de
su celebridad á su i n s t a l a c i ó n en la cima de pintorescas m o n t a ñ a s .
Se ha observado que la cumbre de las cordilleras preserva de las
endemias y epidemias, porque el aire analizado no contiene p r i n cipios que alteren su c o m p o s i c i ó n ; lo contrario sucede en los l u g a res bajos y en los valles profundos
que, saturados de humedad,
vician la a t m ó s f e r a y sostienen enfermedades
e n d é m i c a s , como el
bocio, cretinismo y las escrófulas con sus variadas evoluciones.
Ya en la a n t i g ü e d a d c o m p r e n d i ó E m p é d o c l e s la necesidad de r e s p i rar aire puro: habiendo observado que las fiebres malignas hacian
estragos en estaciones determinadas en que
soplaban los vientos
en una m i s m a d i r e c c i ó n , m a n d ó cerrar l a garganta ó valle entre
dos montes por u n muro de mayor altura que las casas de Agrigen-
—
16 —
to y c o n s i g u i ó que su pueblo se salvara de las p e r i ó d i c a s defunciones que le hubieran exterminado; debe observarse, sin embargo,
que á p r o p o r c i ó n que ascendemos sobre el nivel del mar, todas las
funciones se dificultan por el enrarecimiento del aire, llegando á
producir en las grandes excursiones a e r e o s t á t i c a s dificultad de respirar, hemorragias y las consiguientes alteraciones que causa la
menor p r e s i ó n a t m o s f é r i c a .
Las provincias que descansan en terrenos primitivos son menos
fértiles y de menos p o b l a c i ó n ; los terrenos terciarios ó sean los d^
sedimento moderno fosilífero son abundantes en p o b l a c i ó n y r i queza; los primeros, aunque menos ventajosos para la civilización,
ofrecen m á s praderas, m á s rios, m á s m o n t a ñ a s , y en sus mismas
desigualdades encuentran los habitantes medios de defensa, baluartes naturales para rechazar invasiones e x t r a ñ a s . Una vez m á s advertiremos que el Autor de todo lo creado no abandona
ningún
pais y que distribuye por todas partes las riquezas con que nos
b r i n d a el planeta que habitamos.
E l color negro del ensortijado cabello, así como el del iris, también negro en los paises tropicales, que forman contraste con el
cabello b l o n d o , rubio y ojo azul de las regiones del Norte reclama
breves palabras acerca de la c u e s t i ó n , largo tiempo controvertida
por los naturalistas, sobre el influjo del clima en el colorido de la
piel que h a dado lugar á la división de las razas humanas en dos,
una b l a n c a y otra negra con las graduales intermedias, la amarilla
ó m o n g ó l i c a y la aceitunada ó atezada. Aunque se ha pretendido
que la r a z a negra
depende de los climas tropicales y la blanca de
ios polares, no puede menos de llamar l a a t e n c i ó n que u n a y otro
se encuentran y propagan en todas las latitudes. E l mayor n ú m e r o
de naturalistas e s t á n conformes en que no existe relación entre los
grados de calor, la intensidad de la luz y el color de la piel. Virey,
ya citado, pregunta: «si el color de la piel es debido á l a influencia
•• »de los climas y de la luz ¿por q u é el cafre no blanquea en E u r o »pa1> ¿Por q u é non una negra engendra en nuestros climas hijos
»tati tiznados como él? Los colonos holandeses que habitan las tier»ras del Cabo de Buena Esperanza hace m á s de trescientos a ñ o s j
»viven como los Hotentotes, pero sin emparentar con ellos, c o n ))servan el color blanco de su tez. ¿ P o r q u é es el H ú n g a r o m á s mo»reno que el Suizo y el Grison, que habitan bajo el mismo p a r a »leío?»
«Si á la influencia del clima se debiera el color de la piel se ha
»llarian las regiones polares pobladas de gente blanca, los p a í s e s
»medios de individuos m á s ó menos atezados y cuajada de negros
»la zona t ó r r i d a ; sin embargo, en muchos sitios se observa, lo c o n t r a r i o . Los Negáis amarillentos y feos viven en l a vecindad de las
» h e r m o s a s y b l a n q u í s i m a s Georgianas, Circasianas y Mingrelianas:
»el Siberiano tiene la tez ahumada, mientras que el Europeo, m á s
» c e r c a n o al Mediodía, la tiene b l a n c a . » Sin negar en absoluto la i n fluencia
del c l i m a en el color de la piel, habremos de concederle,
con César Cantú y el mismo Virey, alguna aunque p e q u e ñ a parte,
cuya o p i n i ó n se confirma comparando l a p o b l a c i ó n r u r a l y l a de los
grandes centros y aun las partes del cuerpo expuestas á las i m presiones
atmosféricas
y las cubiertas por los vestidos. Pero la
raza negra no sólo se distingue de la blanca por lo y a dicho, sino
t a m b i é n por l a c o n f o r m a c i ó n de su cabeza, los rasgos típicos del
semblante, el punto de l a base del c r á n e o en que se encuentra el
agujero occipital, las corbaduras de la c o l u m n a vertebral, la mayor
longitud relativa de los
miembros t o r á c i c o s , la d i s p o s i c i ó n de l a
pelvis, el instinto penetrante que compensa su exigua inteligencia
y el vigor o r g á n i c o que resiste grandes y continuados trabajos m a teriales, á pesar de su admirable sobriedad, cuyas
diferencias
constituyen otras tantas cuestiones de Antropología que aun no ha
resuelto la ciencia. A los orientalistas, exploradores científicos y
misioneros incumbe l a decisiva r e s o l u c i ó n , porque si bien las n a ciones cultas se apresuran en estos tiempos á devolverles l a libertad, que siempre debió ser respetada, pues que la esclavitud es
contraria al derecho natural y á la caridad cristiana, falta aun la
18 —
s a n c i ó n general que la emancipe de l a tiranía
y l a prepare
el
asien-
to al lado de l a raza b l a n c a en el gran banquete de la h u m a nidad.
L a satisfacción
de las necesidades
t a m b i é n se halla sujeta al
clima, que á su vez produce los frutos adecuados á los individuos
que le pueblan. E n l a clasificación zoológica basada sobre las facultades digestivas, el hombre ocupa el t é r m i n o
medio; es o m n í -
voro: puede alimentarse y se alimenta de sustancias animales y
vegetales. L a a n a t o m í a y fisiología comparadas demuestran
esta
verdad hasta el extremo de conocer, sin temor de e q u i v o c a c i ó n , pollos temperamentos y por el aspecto exterior de los sugetos, habida
c o n s i d e r a c i ó n al s e x o , ' e d a d , profesión y d e m á s atributos
indivi-
duales, l a clase de alimentos y bebidas á que su d i s p o s i c i ó n peculiar le obliga. No de otra manera pudiera gozar del privilegiado
cosmopolitismo que, entre los muchos dones que recibiera de l a
Naturaleza, le hace superior al resto de l a C r e a c i ó n .
Como los alimentos y las bebidas sean los agentes funcionales
de l a constante actividad o r g á n i c a , han de corresponder en cantidad y calidad
al sostenimiento de aquella y c o n s e r v a c i ó n de la
vida, i d e n t i f i c á n d o s e por numerosas y no siempre conocidas modificaciones con nuestros sólidos y l í q u i d o s , c o n s t i t u y é n d o s e en
parte integrante de nuestros tegidos. P o r esto se ha definido como
alimento «todo cuerpo susceptible de reparar las p é r d i d a s continuas d é l a e c o n o m í a a s i m i l á n d o s e á n u e s t r o s ó r g a n o s . »
E n los climas cálidos predomina el sistema nervioso á expensas
de los aparatos de n u t r i c i ó n , y el calor m á s ó menos
ocasiona continuo desgaste por l a t r a s p i r a c i ó n
graduado
c u t á n e a ; ios a l i -
mentos vegetales y las bebidas frescas s u b á c i d a s llenan cumplidamente las aspiraciones
fisiológicas
del instinto. Kl pan y el arroz
son el p r i n c i p a l alimento de los p a í s e s meridionales. Los Indios
los Turcos y Chinos prefieren el arroz á nuestro pan, sin embargo
que muchas localidades abundan en trigo. Z i n m e r m a n n sostiene que
los alimentos del reino vegetal son m á s convenientes al hombre
—
10
—
que la carne, porque la mayor parte de ellos son de naturaleza m á s
a n á l o g a á la de nuestros humores, considerados en el verdadero estado de salud, y es constante que se vive m á s tiempo no comiendo
carne; el c a r á c t e r es, con aquella a l i m e n t a c i ó n , m á s dulce, m á s h u mano, pero el individuo es menos apto para los trabajos y para
una vida muy ocupada. No debe por lo tanto causar e s t r a ñ e z a que
P i t á g o r a s diese la preferencia á los alimentos del reino vegetal sobre las carnes; que los Terapeutas, abundando en estas ideas,
se
contentasen con pan y un poco^de sal y agua; los antiguos Griegos
no comian m á s que vegetales y tributaron honores divinos á Pelagio por haberles e n s e ñ a d o á comer bellotas. «Aparte de la i d o l a tría y religión mahometana, el arroz, las frutas, verduras, leche y
manteca, es la a l i m e n t a c i ó n d é l o s p a í s e s cálidos. Aunque hayamos
de disentir de l a opinión de Z i n m e r m a n n que, como y a hemos dicho,
consideraba m á s a n á l o g o s á nuestros humores las sustancias v e getales (pues que el a n á l i s i s q u í m i c o é h i s t o l ó g i c o ha venido á demostrar lo contrario) es indudable que
conoció c i e n t í f i c a m e n t e l a
influencia de los c l i m a s ' respecto á los alimentos. Ellos proveen i l
la sangre de principios que reemplazan á los que pierde c o n s t a n temente por l a t r a s p i r a c i ó n , son moderadores de la gran susceptibilidad del sistema nervioso terminal y favorecen l a d i g e s t i ó n . L a s
plantas a r o m á t i c a s de que suelen a c o m p a ñ a r sus comidas, excitan
la superficie digestiva, despiertan las facultades intelectuales, y el
aceite esencial en su r á p i d o t r á n s i t o á través del organismo, facilita
la exhalación del ácido c a r b ó n i c o que le agovia y, al evaporarse,
contribuye al equilibrio t e r m o m é l r i c o .
E n todas partes se hace uso de las bebidas fermentadas, y p a r ticularmente de las a l c o h ó l i c a s , que causan vigorosa i m p r e s i ó n en
los centros nerviosos y que
funciones
con frecuencia perturban todas
las
de r e l a c i ó n , cuyo estado lleva el nombre de e m b r i a -
guez. Tan poderosos
excitantes sobre l a superficie digestiva, de-
tonan su a c c i ó n sobre el cerebro, precipitan la circulación y favorecen las combustiones o r g á n i c a s . Estas bebidas e s t á n proscritas
— 2a - en las localidades ardientes y si algunos
individuos procedentes
de otras regiones han querido seguir el r é g i m e n animal a c o m p a ñ a d o de los a l c o h ó l i c o s , no solamente
han puesto en peligro su
existencia con terribles sufrimientos,
sino que muchos han su-
cumbido;
numerosos ejemplos encontramos en los Ingleses, que
trasladados á la India, no han precavido las funestas
consecuen-
cias de la mesa b r i t á n i c a . Montesquieu ha dicho que la embriaguez
causa en el hombre el frenesí en los paises cálidos y le hace e s t ú pido en los climas frios. Sin embargo, en algunas localidades del
Mediodía
pueden
tomar cortas
cantidades de aguardiente, por-
que sus efectos fisiológicos son a n á l o g o s á los de los aceites esenciales de las plantas a r o m á t i c a s que quedan expresados;
se abusa, a d e m á s de la
pero si
embriaguez, se observa un estado de se-
d a c i ó n , profunda debilidad con p o s t r a c i ó n de fuerzas, temblores,
convulsiones, delirium tremens j hasta la imbecilidad.
L a vida activa, los ejercicios constantes, el desarrollo de los ó r ganos digestivos, que caracterizan á los que viven m á s ó menos
p r ó x i m o s á los Polos, les impone l a necesidad de
animal y de
bebidas alcohólicas en grandes
alimentación
cantidades relativas
para sostener el fisiológico equilibrio entre la vida de r e l a c i ó n , entorpecida por el frío, y la de n u t r i c i ó n , siempre exigente. Así es,
que sino existiesen otras muchas diferencias c l i m a t o l ó g i c a s
que
caracterizan al hombre, la dietética b a s t a r í a por sí sola para distinguir á u n L a p o n é s de un Malabar, á u n Alemán de u n J a p o n é s .
E n aquellos paises, de escasa p r o d u c c i ó n , la vida colectiva é i n d i vidual ha de ser tan laboriosa como las fuerzas físicas é intelectuales lo consientan. La pesca, caza y d e m á s ejercicios activos
entretienen su vida potente, como necesarios para resistir el frió
enervador y facilitar las continuas evoluciones y afinidades de la
q u í m i c a viviente. A la resistencia de l a vida nutritiva y al constante movimiento deben los Septentrionales la i m p u n i d a d con que
soportan las bajas temperaturas,
hasta dormir impunemente so-
bre l a nieve; así como t a m b i é n las
enormes cantidades de a l i -
—
S í -
menlos fibrinosos y aguardientes,
que en otro caso serian
alta-
mente nocivos.
E n los vestidos se observan t a m b i é n notables diferencias: en
los climas fríos son de preferente y necesario uso los vestidos de
lana,
porque, como malos conductores del calórico, conservan el
natural y se oponen á las p é r d i d a s que exige el equilibrio
con el
circundante que habia de dificultar las funciones y basta suspenderlas y aniquilarlas, como se observa en l a asfixia por el frió y en
la c o n g e l a c i ó n . Por esto en las inmediaciones d é l o s Polos se c u bren con las pieles de los animales y sólo así pueden arrostrar las
inclemencias de tales regiones.
E n los climas cálidos las personas
vegetales,
cultas se cubren con telas
ligeras, de color claro, para que los rayos solares
se
reflejen y se debilite su a c c i ó n radiante. Se observa que las gentes
r ú s t i c a s y fallas de i n s t r u c c i ó n , como los salvajes, viven en c o m [)leta desnudez, pues que se limitan á cubrirse ciertas partes que
el instinto les s e ñ a l a .
Resulta, pues, que en las zonas tropicales son h e r b í v o r o s , en
las del Norte c a r n í v o r o s y en las intermedias ó templadas o m n í v o ros;
e n t i é n d a s e sin embargo, que todo es relativo á la c o m a r c a ,
sexo, edad, c o n s t i t u c i ó n
g é n e r o de vida, costumbres, h á b i t o s y
profesión ú oficio a que se dedican
Por lo expuesto se viene en conocimiento de l a aptitud intelectual y disposición afectiva, típicas en unos y otros climas. L a poesía, m ú s i c a , pintura, baile, juego
y el amor, caracterizan á los
meridionales; al paso que el cultivo de las Ciencias de profunda
m e d i t a c i ó n y constante o b s e r v a c i ó n es atributo de los que habitan
bajo el oscuro cielo polar. Los primeros, inconstantes, veleidosos,
sensuales,
obedecen á las primeras impresiones que su exaltada
i m a g i n a c i ó n les presenta m á s ó menos exageradas; los segundos
reflexivos, constantes, escrupulosos en sus determinaciones, buscan el primero y verdadero deleite intelectual; por lo que tanto
r o m o los unos sobresalen en las artes lit erales, los otros dominan
las ciencias
filosóficas,
las industrias y el estudio de las Ciencias
naturales. L o s que pertenecen á los climas templados h a b r á n de
ocupar u n t é r m i n o m e d i o entre los anteriores, si bien han de sobresalir en su manera de ser a s e m e j á n d o s e á unos ú otros
según
las localidades y mejor aun s e g ú n las estaciones, que representan
en bosquejo el m á s fiel trasunto de los referidos climas.
Si todo lo manifestado no acreditase hasta la evidencia l a certeza de la tesis, pudiera llamarse en su apoyo y c o n f i r m a c i ó n el^fionumental libro de H i p ó c r a t e s sobre Los aires, aguas y lugares en
que expone la influencia de los climas, estaciones y circunstancias
topográficas
sobre la c o n s t i t u c i ó n del hombre (libro que i n s p i r ó
á Montesquieu su tratado del E s p í r i t u de las Leyes y á Cabanis las
Relaciones entre lo físico y lo moral) el del Régimen, del m i s m o
autor en que, considerando al hombre compuesto de agua y fuego,
examina los diversos modificadores h i g i é n i c o s relativamente á la
facultad de desecar ó humedecer; Celso y (xaleno, que d á n reglas
relativas á l a s edades, estaciones, alimentos y bebidas; el testimonio del candoroso cuanto ilustrado Baglivio, que en sus escritos
termina con la frase «scribo sub solé r o m a n o » que representa un
tratado completo de climatología; l a d e s c r i p c i ó n
que el autor de
la Soledad hace de los Alpes, á cuya c o n t e m p l a c i ó n
sus ratos de
melancolía;
dedicaba
ocio como lenitivo á sus desgracias y á s u pertinaz
cuantos autores han escrito de higiene,
etiología y t e r a p é u t i c a de las enfermedades;
profilaxis,
las noticias que nos
suministran las expediciones científicas de eruditos viajeros; la
concienzuda referencia de tantos hombres de a b n e g a c i ó n que, con
la imperturbable serenidad
valor de los h é r o e s ,
de á n i m o que les caracteriza, con el
con la convicción de la fé, emplean muchos
a ñ o s en difundir por las m á s apartadas regiones el elemento c i v i l i zador del Cristianismo; y por ú l t i m o ,
dad
la observación
de actuali-
de nuestros b e n e m é r i t o s militares que regresan á la madre
patria desde las provincias americanas á donde el honor les c o n dujera para defender l a integridnd nacional, y en cuyos organis-
— 23 —
MÍOS se ven fotografiados los numerosos peligros que han arrostrado, siendo patenteslas profundas alteraciones o r g á n i c a s producidas
poi* el ingrato clima de nuestra,
cantada p o r los poetas, Perla do
Occidente.
Averiguada la influencia de los climas,
dos palabras sobre las
modificaciones con que la Ciencia puede contrarestar
nocivos sobre el hombre. Sabido es que el aspecto
los efectos
climatológico
de las localidades viene mejorando en todos los p a í s e s civilizados
en conformidad con los adelantos científicos. S i é n d o l o s
princi-
pales agentes climatológicos l a disposición del terreno, sus productos y la a t m ó s f e r a , la mano del hombre los interviene con gran
provecho de la h u m a n i d a d .
L a d e s e c a c i ó n de los pantanos, las grandes plantaciones, l a
dirección de los rios, l a industriad l a agricultura, la elección
de
puntos en que edificar, l a policía m é d i c a , l a urbana y las acertadas
disposiciones de
la A d m i n i s t r a c i ó n constituyen
el fundamento
higiénico.
L a Geología, l a Física y l a Química,
e s t á n conformes en
que
la v e g e t a c i ó n es abundante manantial de riqueza y de salud: como
agente
oxigenante purifica l a a t m ó s f e r a , nos suministra frutos,
materias textiles, de c o n s t r u c c i ó n ,
combustibles y , atrayendo la
lluvia, fertiliza campos que en otro caso serian p á r a m o s de soledad
y de muerte. E n el vecino reino, confinando con nuestras
provin-
cias del Norte, existe u n a extensa comarca conocida con el n o m bre de las Landas, que por los pantanos
y escasa v e g e t a c i ó n era
foco permanente de infección, por lo que no l a habitaban
otras
gentes que modestos pastores, que l a mayor parte del a ñ o guardaban sus ganados subidos en zancos y d e s p u é s de vida corta y m i serable, eran v í c t i m a s de fiebres malignas; pero las acertadas disposiciones de la autoridad francesa, l a convirtieron en ameno y saludable vergel, que con el producto de los pinos plantados beneficia
en millones de francos al Estado.
L a buena dirección de los rios y su canalización, a d e m á s de i m -
_
24 —
pedir que las aguas formen lagunas en sus m á r g e n e s , suministra
riego á extensas riveras,
desarrolla la industria por medio de
tabricaciones variadas y dá impulso al comercio, facilitando el
trasporte y las comunicaciones.
La agricultura, tan necesaria al sostenimiento
general de los
pueblos, explota los primeros elementos climatológicos y recibe de
la corteza terrestre ó p i m o s frutos, indispensables á la c o n s e r v a c i ó n
de la vida, y que influyen
en la salud, bienestar,
longevidad y
progreso de las generaciones.
Las industrias, el comercio y las artes no existirían si los componentes del c l i m a no fueran dominados por las ciencias experimentales que, en su marcha progresiva, todo lo invaden y someten á la voluntad h u m a n a .
Para cohonestar la influencia c l i m a t o l ó g i c a , la higiene demanda l a indispensable p r o t e c c i ó n de las disposiciones administrativas
y á estas debemos que hayan desaparecido de los pueblos cultos los
desoladoras epidemias que, en los ú l t i m o s siglos, llenaron de luto
y c o n s t e r n a c i ó n al continente europeo. De aquí surge la necesidad
de la Ciencia, centinela avanzado contra las asechanzas del clima.
¿Es conveniente modificar el c a r á c t e r y costumbres de los pueblos cuando dependen
de la influencia
mos de creer con algunos
filósofos
climatológica? Si h u b i é r a -
que el estado salvaje es m á s
ventajoso al hombre que el de civilización; si, seducidos por las
bellas
imágenes
de Juan
Jacobo
Rousseau y por la magnífica
d e s c r i p c i ó n que éste y otros hacen de la vida salvaje
comparada
con la social, h u b i é r a m o s de admitir que la primera es la que puede hacernos felices, el hombre se abandonaria á los instintos de su
o r g a n i z a c i ó n ; pero está dotado de u n cerebro pensador, y si hubiese sido criado para vivir corno
los d e m á s animales ¿para q u é la
inteligencia?
E l cultivo de é s t a , o lo (pie es lo misino, la Ciencia ha colocado
al hombre el primero en la escala zoológica; de otro modo quedaría al nivel de los irracionales; viviría y m o r i r í a como é s t o s . Nada
importa que algunos, ulanos de su saber, j u z g u e n el estado salvaje como el bello ideal á que el s é r humano
debe aspirar y del
que, s e g ú n ellos, nunca debió salir. Si se considera feliz en medio
de los bosques, es porque ignora las ventajas que reporta la vida
social. ¿Qué es el estado salvaje? Una continuada série de trabajos
y dificultades para proporcionarse lo indispensable con que satisfacer sus imperiosas necesidades;
de lo cual resulta el m á s triste
abandono de sus semejantes cuando por la edad, defectos
físicos
ó enfermedades no se bastan á sí propios. E l hombre en sociedad
recibe p r o t e c c i ó n y amparo
y j a m á s niega la humanitaria h o s p i -
talidad á los necesitados.
Como el cultivo de la inteligencia sea causa predisponente de
las afecciones nerviosas, Rousseau, p o n i é n d o s e en c o n t r a d i c c i ó n
consigo mismo, dice que «si estamos destinados á vivir sanos, el
hombre que medita es u n animal d e p r a v a d o ; » pero ultrajando á s u
vasto entendimiento, no fija la a t e n c i ó n en que, si l a civilización
es causa de numerosos males, en cambio nos proporciona mayores bienes y recursos para combatir aquellos.
L a vida social e s t á m á s conforme
ella debe dirigirse nuestra
con l a naturaleza, y h á c i a
especie. Convendremos con Montes-
quien en que, cuando e l e a r á c t e r y las costumbres dependientes de
los climas no sean perjudiciales á l a sociedad ó al individuo, no
hay r a z ó n para modificarlas; deben, por el contrario, respetarse?
pero si son de tal í n d o l e que, en u n tiempo m á s ó menos largo,
han de p r o d u c i r graves trastornos en la salud ó en el bienestar
de los mismos, e s t á n los legisladores en la estrecha obligación de
combatirlos por medio de sabias leyes, fundadas
siempre en los
preceptos h i g i é n i c o s y para cuyo buen cumplimiento es
i n d i s p e n s a b l e la m á s esmerada
siempre
é i n t e l i g e n t e e d u c a c i ó n de la i n -
fancia, puesto que es un hecho, por d e m á s sabido, que el i n d i v i duo, cuando llega á hombre, es, no precisamente lo que debiera
ser, sino lo que le obligaron á ser los encargados de e n s e ñ a r l e y d i rigirle en sus primeros
pasos.
Por esto los que se dedican á la ense-
— 2G —
fianza, no sólo
deben conocer [os preceptos de
moral; es necesario a d e m á s que sepan
la m á s severa
la relación í n t i m a que
existe entre la manera de ser física del hombre, sus funciones afectivas y sus facultades p s í q u i c a s ; y que, teniendo p r é s e n l e las c o n diciones individuales, sociales y c l i m a t o l ó g i c a s en que cada uno y
la colectividad se halla, se identifiquen con la juventud para m o d i ficar el c a r á c t e r , i n s p i r a r l a s mejores costumbres y fomentar aque_
líos ramos del saber que m á s provechosos sean para el individuo
y reporten mayores bienes para la sociedad, atendidas la'S condiciones c l i m a t o l ó g i c a s . E n u n terreno estéril n u n c a p r o g r e s a r á la agricultura; las ventajas
que hayan de ofrecernos ios mares exigen
determinados conocimientos que no son aplicables á los c o n t i n e n tes; las artes y l a industria carecen de oportunidad si el pais no
suministra las primeras materias y el comercio no puede hacerse
contraviniendo los elementos c ó s m i c o s .
L a ciencia,
limo
Sr., es u n a : l a recibimos del Autor de todo
lo existente; desarrolla nuestras facultades; nos guia en la m a r c h a
progresiva de los conocimientos; contiene al instinto en sus justos
l í m i t e s ; nos provee para la existencia material; ensancha el h o r i zorile de l a vida afectiva; nos hace conocer todo lo que nos rodea;
nos recuerda el Nosce te ipsum de los antiguos; nos eleva sobre los
d e m á s seres; nos sostiene en el breve t r á n s i t o terrenal; y nos manifiesta el m á s allá á que fuimos destinados; pero hasta que le
consigamos, h a b r á de existir la mutua reciprocidad entre todos
jos componentes del universo. Cuanto pueda
impresionar al h o m -
bre ejerce tal influencia sobre el m i s m o , que se ha de convertir en
parte integrante de su personalidad, ha de caracterizar su presente y decidir s u p e r v e n i r . R e p e t i r é , pues: el hombre es p r o d u c to d é l o que come, bebe, respira y siente..
No m o l e s t a r é m á s al Ilustre Claustro y escogido auditorio que
siempre ha contribuido á solemnizar esta fiesta con la g a l a n t e r í a
que distingue á esta renombrada
Ciudad. Pero antes de abando-
nar esta tribuna, que ocupo acaso p o r última vez, s é a m e p e r m i t í -
iU) dirigir una frase de reconoeiinienio á las E x c e l e n t í s i m a s Corporaciones populares.
Trece a ñ o s han Irascurrido desde que el egregio v a r ó n , a l u m no y maestro
de esta Escuela, al que todos conocemos, dió fór-
m u l a legal á la e n s e ñ a n z a libre, cuya necesidad se hacia sentir en
España,
que no habla de permanecer indiferente al progreso de
las Ciencias y particularmente de las naturales,
adelantos
á l a iniciativa
que deben
sus
individual, base principal de la cultura
alemana. L a E x c m a . Diputación provincial c o m p r e n d i ó la i m p o r tancia de tan benéfica r e s o l u c i ó n , y de acuerdo con la Universidad ,
no solo facilitó á la juventud el estudio de las carreras que se h a bían suprimido, sino que a m p l i ó las sostenidas por el Estado. E l
Excmo. Ayuntamiento, subvencionado por aquella C o r p o r a c i ó n , v i e ne sosteniendo á las Facultades de Medicina y Ciencias físico-químicas y el Gobierno de S. M . ha
sancionado los acuerdos de ambas
Corporaciones, nombrando de Reíd ó r d e n á todos los Profesores
con el c a r á c t e r de interinos.
E n el breve espacio de tiempo en que se han puesto en p r a c i i e a l o s dos m é t o d o s de e n s e ñ a n z a es m á s eficaz el movimiento
científico y literario; las aulas se hallan m á s concurridas; los elenlentos de i n s t r u c c i ó n se multiplican y, para honra de esta Escuela, a d e m á s de los muchos Profesores que se distinguen en todos
los ramos de la a d m i n i s t r a c i ó n por sus conocimientos adquiridos
en la m i s m a , hombres ilustres, dedicados algunos á la e n s e ñ a n z a
oficial y que han alcanzado los primeros puestos de l a Nación, se
han investido en ella al amparo de las nuevas disposiciones, de
grados a c a d é m i c o s que nos hacen recordar las pasadas glorias de
<'ste Centro ü n i v e r s i l a r i o , declarado en otro tiempo uno de los
cuatro Estudios generales de E u r o p a .
Las Corporaciones populares reciban p l á c e m e s de l a provincia, de l a Capital, Universidad y muy particularmente de las E s cuelas libres.
A vosotros, aventajados d i s c í p u l o s , que sabéis vencer las diíi-
— 38 —
cultades del estudio, que no omitís los desvelos y sacrificios que
impone la a v e r i g u a c i ó n de la verdad, que s e g u í s con te inquebrantable las lecciones de vuestros maestros, que, dóciles a sus consejos, a c e p t á i s sus observaciones y á quienes l a Escuela paga hoy la
sagrada deuda de vuestros merecimientos, os e s t á n reservados el
inmenso beneficio de la creciente
civilización, el perfecciona-
miento de l a c i e n c i a y la gratitud de la patria, siempre que en
vuestras tareas científicas p r e s c i n d á i s por completo de los anatemas de algunos, que consideran i m p í a y antireligiosa á la r i e n d a
en sus modernos adelantos; no, la Ciencia no es ni puede ser enemiga de la verdadera Religión; lo es, sí, de las supersticiones y
del fanatismo, que a c o m p a ñ a n siempre á la ignorancia. Herbert
Spencer dice que «la verdadera Ciencia y la verdadera Religión son
»dos hermanas gemelas á quienes no puede separarse sin p r o d u c i r s u muerte; lejos de ser la Ciencia irreligiosa, hay por el c o n ))trario irreligiosidad en el abandono de la Ciencia; en el hecho de
« n e g a r s e á estudiarlas maravillas de ía Creación.» (1)
HE DICHO.
(I)
Herbert Spencer,—Educación f í s i c a , moral i ' iiUelectu iJ.
ERRATAS.
PÁGINA.
LÍNEA.
8
6
13
31
DICE.
DEBE DECIR.
extraña,
entraña,
rayos.
rasgos.
UNIVERSIDAD DE S A L A M A N C A
6401850292
Descargar