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TEMA 4
RENACENTISMO Y
CLASICISMO
1.- CARACTERÍSTICAS DEL RENACIMIENTO
El Renacimiento es un amplio movimiento cultural (no solo artístico o literario) que
transformó la vida europea a partir del siglo XV y especialmente en el XVI, si bien surgió con
anticipación de siglos en Italia cuando el resto de Europa seguía sumido en la tradición medieval.
El renacer de la cultura clásica, junto con la valoración del hombre y del mundo, suponen el
paso desde una cultura teológica medieval hacia una nueva cultura humanista. Esta nueva cultura
humanista, difundida gracias a la invención de la imprenta por Guttemberg en el siglo XV, el
descubrimiento de América y el desarrollo económico, marca el inicio del mundo moderno.
Durante el Renacimiento se formaron los grandes estados modernos como Francia, Inglaterra
y España. Por otra parte, la crisis del feudalismo permitió el afianzamiento del poder del rey, apoyado por
la burguesía y el pueblo llano, frente a la nobleza, que pierde poder. Surge el estado unitario bajo la
fórmula de la monarquía absoluta, que se va imponiendo como forma de gobierno. El crecimiento de las
ciudades favorece el auge definitivo de una nueva clase social: la burguesía, dedicada a las actividades
comerciales e industriales que, frente a los ideales guerreros de la nobleza medieval impone como
fundamentales el trabajo, la ganancia económica y el bienestar material.
El humanista Erasmo de Rotterdam es el impulsor de una nueva religiosidad más personal,
auténtica e individualista en la que se concede menos importancia a las ceremonias litúrgicas
tradicionales. Algunas de las ideas de Erasmo fueron el germen de la reforma protestante de Lutero. La
contrarreforma católica iniciada por el Concilio de Trento y apoyada firmemente por la monarquía
española no impidió la consolidación del protestantismo en países como Inglaterra, Suiza, Alemania y los
Países Bajos.
Los humanistas se propusieron como meta la reinstauración de los ideales clásicos con el
estudio y valoración de las lenguas clásicas, con especial atención a la latina, que trajo consigo la
imitación y difusión de los autores clásicos y la valoración entusiasta del mundo y del hombre; la
orientación de la cultura hacia el conocimiento de lo humano y lo terreno.
La idea central renacentista es la imitación de lo clásico, considerado como el modelo de
perfección. Se rescatan las ideas platónicas sobre la belleza y la Poética de Aristóteles impone en el teatro
la distinción entre el estilo elevado de la tragedia y el estilo bajo de la comedia así como la regla de las
tres unidades dramáticas de lugar, tiempo y acción.
Los temas más frecuentes son el amor, con influencia de Petrarca; no un amor feliz y
compartido, sino melancólico, doloroso y nostálgico por la falta de correspondencia de la amada o su
ausencia. Las perfecciones físicas de la amada, idealizada mediante un selecto y elegante vocabulario,
permiten al poeta disfrutar de lo bello como un reflejo de Dios. Según la estética neoplatónica, el mundo
es bello porque es un reflejo de la belleza de Dios. El hombre solamente podrá contemplar la belleza
divina a través de las cosas hermosas de la naturaleza, obra del creador, y todo es un anticipo en la Tierra
de los gozos que le esperan en el cielo.
Otro tema muy usado es la naturaleza. La acción poética o novelesca se desarrolla
normalmente en paisajes idealizados y eternamente primaverales que responden al tópico del “Locus
amoenus”. Esta naturaleza bucólica, es el marco ideal para el lamento amoroso y los refinados diálogos
de unos pastores igualmente embellecidos e idealizados.
La mitología es el tercer gran tema tratado durante el Renacimiento. Los mitos clásicos
griegos y latinos, despojados de su significación religiosa se convierten en bellas fantasías o son
utilizados como símbolos de las fuerzas de la naturaleza. Todo el caudal mitológico utilizado es tomado
directamente de Las metamorfosis del clásico Ovidio.
2.- EL RENACIMIENTO EN ITALIA
ORÍGENES DEL RENACIMIENTO EN ITALIA
Como sabemos, el Renacimiento europeo tiene su periodo de máximo esplendor en el siglo
XVI, sin embargo, en Italia, país donde tuvo su cuna, se dieron las circunstancias que propiciaron el paso
de la mentalidad medieval a la renacentista con bastantes años de anticipación; siglos. El cambio de las
estructuras económicas y sociales auspiciadas por el auge de la burguesía en las ciudades-estado italianas
durante el siglo XIII, es el motor que genera el cambio de mentalidad, basado en la importancia del
individualismo, el materialismo y un mayor arraigo terrenal en contraposición a la filosofía escolástica,
religiosa y espiritual propia del Medioevo.
En lo que se refiere a la literatura, ya en el siglo XIV aparecen en Italia las primeras
manifestaciones anunciadoras del cambio, de la nueva época, que tendrá su explosión definitiva en Italia
en el siglo XV para extenderse de manera irremediable a toda Europa en el XVI. Tres son los nombres
fundamentales e imprescindibles del tránsito entre la Edad Media y el Renacimiento: Dante Alighieri,
Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio.
EL DOLCE STIL NUOVO
La producción poética de Dante y Petrarca abre el renacimiento en la literatura europea. Se
trata de uno de los fenómenos más revolucionarios de toda la historia que se impone en la Italia del
“Quattrocento” como una actitud madurada que hace imposible cualquier vuelta a la mentalidad medieval
y condiciona toda la literatura posterior.
Durante la primera mitad del siglo XIII conviven en Italia dos corrientes poéticas:
• La que procede directamente de la tradición provenzal trovadoresca en la que predominan las
convenciones del amor cortés y que son un reflejo literario del sistema social feudal.
• La escuela siciliana, emparentada en cuanto a los temas con la corriente anterior pero que, sin
embargo, introduce varios innovaciones formales que cristalizarán y triunfarán en el Renacimiento
europeo posterior: la introducción y uso del verso endecasílabo combinado en ocasiones con el
verso heptasílabo y, sobre todo, la composición renacentista por antonomasia; el soneto, que tanto
éxito tendrá en la literatura de los siglos posteriores.
Pero, en la segunda mitad del siglo, hace su aparición una nueva corriente que tiene su foco
en Bolonia y, sobre todo, en Florencia. Se trata de una poesía innovadora que se conoce con el nombre de
dolce still nuovo. Se conoce con este nombre a un tipo de poesía lírica amorosa desarrollada en la Italia
del siglo XIII. El nombre está tomado de un verso de La divina comedia de Dante. Sus autores no
pertenecen al ámbito de la aristocracia o la nobleza, sino que proceden de la nueva burguesía, para los que
son extraños los conceptos de vasallaje y de señorío feudal tan propios de los trovadores.
Dante emplea el término “dolce” para referirse a una poesía lírica que utiliza un léxico y una
forma basada en la musicalidad, la suavidad y la eufonía. Con el adjetivo “nuovo” se hace referencia a la
idea de un cambio estilístico y temático. Según el dolce still nuovo, la poesía ha de ser sincera y los temas
principales que aborda son el amor y la naturaleza.
El amor es concebido de forma metafísica: la belleza y la dama son ideales que contribuyen a
llevar al amante hacia Dios y la felicidad del alma. La mujer, como los ángeles, participa de la belleza
celestial, por lo que debe ser objeto de un amor purísimo. De aquí surgirá el tópico de la “donna
angelicata”, ya que la dama es una especie de mensajera del cielo.
La naturaleza, por su parte, se presenta casi siempre de una manera idealizada en la que
aparece siempre una eterna primavera.
Los autores más destacados del dolce still nuovo son Guido Guinizzelli, Guido Cavalcanti
(amigo de Dante) y Cino da Pistoia, además del propio Dante. Con el dolce still nuovo, el toscano,
hablado en la región de Florencia, que es origen del italiano, adquirió prestigio literario y se consolidó
definitivamente en el siglo XIV con la aportación de Boccaccio y Petrarca.
DANTE Y LA DIVINA COMEDIA
Dante, Alighieri, considerado como una de las figuras más importantes no solo de la literatura
italiana sino de la universal, nació en Florencia en 1265 en el seno de una familia perteneciente a la
pequeña nobleza. El acontecimiento más importante de su trágica infancia, según sus propias palabras,
fue conocer en 1274 a Beatriz, la mujer a la que amó de manera neoplatónica y que enalteció según las
reglas del amor cortés como reflejo supremo de la gracia divina primero en sus poemas de La vita nuova,
obra adscrita al dolce still nuovo, y posteriormente en su obra capital; La divina comedia. Dante
únicamente vio a Beatriz en tres ocasiones y nunca habló con ella, pero fue suficiente para que se
enamorara de ella y se convirtiera en la donna angelicata inspiradora de casi toda su obra. La muerte de
Beatriz en 1290 sumió al poeta en una profunda crisis que lo llevó a entregarse con determinación al
estudio. A los treinta años se casó y tuvo cuatro hijos.
El tópico de la donna angelicata o mujer angelical fue creado por Guido Guinizelli y
perfeccionado por Dante. La mujer se convierte en mensajera o símbolo de la perfección espiritual, que
puede alcanzarse mediante el amor. La belleza física es reflejo de la belleza espiritual o interior y los
cánones de ésta se refieren al cabello rubio, piel blanca, ojos claros, mejillas sonrosadas, labios rojos,
dientes blancos y un cuello largo de cisne. Este ideal de belleza femenina se prolongó durante siglos.
Dante, por razones políticas, sufrió exilio en el año 1302. En esta época es cuando escribe sus
obras de carácter doctrinal Convivio, una recopilación en quince volúmenes del saber de la época; De
vulgari eloquentia, un tratado sobre las ventajas del uso del italiano como lengua literaria en el que
establece criterios para su buen uso y De monarchia, una exposición de las ideas políticas de Dante, y la
que, sin lugar a dudas es su obra capital, La divina comedia. Dante jamás regresó a Florencia y murió en
la ciudad de Rávena en el año 1321.
Todos los temas fundamentales de la cultura del momento se engrandecen en la persona de
Dante. La Edad Media y la Edad Contemporánea se funden en su obra con una admirable unidad
espiritual y artística. La presencia de Dante en su tiempo es tan importante que no se puede hablar del
complejo cambio que supuso el paso de la Edad Media al Renacimiento sin hacer referencia a su persona.
La divina comedia
Es la obra maestra de Dante y una de las más importantes e influyentes en la literatura
universal. La debió comenzar en torno al año 1307 y la acabó poco antes de su muerte. Es un poema en el
que Dante nos relata un imaginario viaje suyo a los tres reinos de ultratumba. En esta obra, el poeta
clásico Virgilio acompaña a Dante durante su camino por el infierno y el purgatorio; Beatriz, por su parte,
es la compañía que guía sus pasos por el paraíso hasta llegar a contemplar la Trinidad. En cada uno de
estos tres submundos, Dante se va encontrando con personajes mitológicos, históricos o contemporáneos
suyos, que simbolizan cada uno un defecto o una virtud en el campo de la política o el de la religión. De
esta manera, los castigos o recompensas que reciben por sus obras ilustran un esquema universal de
valores morales.
El infierno está concebido como un inmenso abismo en forma de cono invertido y hueco
situado en lo más profundo de la Tierra. En el vértice de ese cono, que coincide con el centro de la Tierra,
se halla Lucifer. En la boca del infierno se halla una “selva oscura” y a continuación el río subterráneo
denominado Aqueronte. Tras cruzar el río se llega a los nueve círculos concéntricos que forman el
infierno por los que Dante y Virgilio descienden. En estos círculos se distribuyen los pecadores que
sufren terribles tormentos.
El purgatorio es presentado como una alta montaña en forma de cono truncado formada por
las tierras desplazadas por Lucifer al caer en la Tierra y está compuesto por siete cornisas donde los
pecadores arrepentidos expían sus culpas en espera de la salvación. En este purgatorio, Dante
experimenta un proceso de purificación ascética que le permite llegar al cielo o Paraíso.
La cima de la montaña es una planicie en donde se halla el paraíso, habitado por las almas de
los bienaventurados que gozan de la presencia divina. El paraíso está formado también por nueve círculos
que, movidos por los ángeles, giran sin cesar alrededor de la Tierra. Dante encuentra a Beatriz quien lo
conduce hacia Dios, que se halla en el centro del paraíso rodeado de un coro de ángeles.
Cada una de las tres secciones incluye 33 cantos, excepto el infierno que presenta uno más
que sirve a modo de introducción. Este extenso poema está escrito en tercetos encadenados y todo su
contenido y estructura está perfectamente calculado y dotado de un fuerte contenido simbólico y
matemático: el número 3, el símbolo de la Trinidad, constituye la esencia sobre la que se construye el
poema. Se trata de una obra que aparece diseñada con una perfección platónica, matemáticamente
resuelta y con una estructura que no presenta el más mínimo fallo.
La intención de Dante al componer esta obra era llegar al mayor número posible de lectores,
por lo que lo escribió en italiano y no en latín, como era la costumbre. El poema es una alegoría de este
mundo y, en consecuencia, del alma humana. En él, Dante simboliza al alma humana que ha emprendido
el camino de la redención y que es guiada primero por la razón (Virgilio) y luego por la gracia (Beatriz)
en un viaje que dura siete días, los mismos días que duró la Creación.
La obra, que constituye un catálogo del pensamiento político, científico y filosófico de su
tiempo puede ser interpretada de distintas maneras y en distintos niveles: el sentido literal, el místico, el
alegórico y el moral. Es una impresionante recopilación de toda la teología cristiana medieval, pero, más
allá de esta consideración, el viaje imaginario de Dante puede ser considerado como una alegoría de la
purificación del alma y de la consecución de la paz bajo la guía del amor y la razón.
Otra de sus obras significativas, aunque lejos de la importancia de La divina comedia, es la
que se conoce con el nombre de Vita nuova. Esta obra es una especie de autobiografía sentimental y
viene a ser como una antología de sus poemas, a los que organiza y da sentido con explicaciones en
prosa; o visto de otra manera, sería una narración en prosa en la que inserta sus poemas. Esta obra, que
sigue los principios del dolce still nuovo, nos cuenta cómo a los nueve años de edad conoce a Beatriz y se
enamora de ella; cómo la vuelve a encontrar nueve años después, y a partir de ahí solo desea su mirada y
su saludo. Los poemas escritos después de la muerte de Beatriz muestran cómo el amor a la mujer puede
ser compatible no solo con el amor a Dios, sino el mejor camino para elevarse hacia Él.
PETRARCA
Nació en Arezzo en 1304 pero muy pronto se instaló con sus padres en Aviñón, sede de la
corte papal en la época, donde conoce a Laura en 1327 de la que se enamoró perdidamente. Laura será
siempre el referente y la inspiración de toda su poesía amorosa posterior. Parece ser que Laura nunca
correspondió al amor ofrecido por Petrarca y se mantuvo siempre a distancia de él, hecho que no enfrió en
absoluto su sentimiento amoroso y le provocó no pocos sufrimientos que culminaron con la noticia de la
muerte de Laura en 1348 víctima de la peste negra que asoló Europa. A partir de ese momento se dedicó a
las letras y a viajar incansablemente por toda Europa. A lo largo de esos viajes conoció multitud de
personalidades de la cultura entre las que destaca, por ejemplo, Giovanni Boccaccio.
Petrarca escribió indistintamente en latín y en italiano y su estilo se basa en el cultivo
consciente e intencionado del latín clásico como expresión perfecta de la prosa y del verso. Sus textos
latinos le producen mayor satisfacción que sus composiciones en italiano. Entre sus obras en latín
destacan África, un poema épico sobre el general romano Escipión “el africano”; De viris ilustribus, una
serie de biografías de personajes ilustres; el tratado De vita solitaria, que defiende la vida solitaria
dedicada a la naturaleza, el estudio y la oración, entre otras.
El orgullo que sintió por sus obras latinas no le merecieron la fama universal que adquirió por
sus composiciones en lengua romance italiana y únicamente son leídas y estudiadas por los eruditos.
Precisamente fueron dos obras escritas en italiano Trionfi (Los triunfos) y Il canzoniere (El cancionero)
las que dieron a Petrarca el puesto de figura indiscutible en la literatura universal.
Laura, su amada, le inspiró en plena madurez, un conjunto de poemas Trionfi que detallan la
elevación del alma humana desde el amor terrenal a su realización plena a través de Dios. Son cantos
compuestos en tercetos al estilo alegórico iniciado por Dante en La divina comedia. La alegoría general,
las enumeraciones de personajes célebres y la pesadez de algunos pasajes se compensan con la presencia
de Laura.
Il Canzoniere
La más famosa de las obras de Francesco Petrarca es una colección de poemas en italiano
titulada Rima in vita e norte di madonna Laura que se conoce más popularmente don el nombre de Il
Canzionere (Cancionero); una colección de sonetos y otras composiciones inspirados todos ellos por su
amor no correspondido a Laura, que reflejan a la perfección el carácter del poeta y de su pasión amorosa
en un italiano extremadamente melodioso y refinado. Estas composiciones recogidas en El cancionero
fueron elaboradas a lo largo de la vida del poeta y sometidas a una constante revisión, pues tenía una gran
preocupación sobre la transmisión de su obra.
Il canzionere está formado por 366 composiciones líricas en donde los sonetos ocupan la
mayor parte (más de 300) y aparecen, además, otras composiciones como odas y otros subgéneros líricos
como baladas o madrigales. El tema central de todas las composiciones y de la obra en general es su amor
no correspondido por Laura, como queda de manifiesto en los títulos de las dos partes de las que consta:
Poemas in vita de Laura y Poemas in norte de Laura; es decir, los poemas compuestos durante la vida de
su amada y los compuestos a raíz de la muerte de esta. Laura, sin embargo, ya no es solamente la “donna
angelicata” de Dante, sino una mujer real, aunque idealizada, primero por la lejanía y la imposibilidad de
alcanzarla, y después por la muerte; una mujer que despierta en el poeta sentimientos plenamente
humanos.
Con el Canzoniere aparece en la lírica la introspección amorosa y el análisis minucioso de los
sentimientos personales, en especial de la variedad de estados de ánimo del enamorado desesperado como
era Petrarca. De ahí que ya sea un tópico asociar el petrarquismo literario con un amor que, por ideal,
imposible o no correspondido, es causa de pesadumbre y dolor.
En el cancionero confluyen tres corrientes literarias: la de la tradición provenzal, cuyo código
del amor cortés sigue ejerciendo un importante influjo; la influencia de la poesía de la corte siciliana del
siglo anterior, que impuso sus innovaciones formales, y la influencia más directa del dolce still nuovo.
La vena lírica de Petrarca empleada en la expresión del amor será la que influya
poderosamente en toda la poesía renacentista europea, dando lugar, como no podía ser de otra forma, a la
corriente literaria denominada Petrarquismo. Petrarca, con esta obra influyó decisivamente en autores
como Garcilaso, Ronsard y Shakespeare en sus sonetos amorosos. El petrarquismo llegó a convertirse en
un fenómeno social inseparable de la vida cortesana.
Las características propias del petrarquismo podríamos resumirlas en los siguientes puntos:
• Temas propios del amor cortés medieval: canto idealizado a la dama, desamor, lamento poético
etc…
• Recursos propios de los autores clásicos: alusiones alegóricas, mitología; todo ello tomado de los
autores clásicos latinos.
• Neoplatonismo: tendencia filosófica que concibe el arte como reflejo de la belleza suprema de
Dios.
• Uso de los sentimientos como tema de los poemas: tristeza, soledad, celos… para expresar
dulzuras y penas amorosas.
• Abundantes figuras poéticas: antítesis, paradojas, símiles y metáforas sobre los efectos del amor
en los amantes (herida, incendio, prisión…)
• Formas métricas nuevas: uso del endecasílabo; la composición más frecuente es el soneto, pero
también se utilizan silvas, estancias, canciones, églogas etc…
BOCCACCIO
Giovanni Baccaccio es, junto con Dante y Petrarca, uno de los padres de la literatura
renacentista italiana. Nació en 1313 y vivió en Florencia, aunque se trasladó a Nápoles muy joven.
Mostró poca inclinación hacia variados oficios que desempeñó hasta que realmente se dio cuenta de que
lo que le apasionaba era el oficio de las letras, al que se dedicó toda su vida. Siendo muy joven se
enamoró de una dama napolitana, cuya identidad se desconoce, que podría haberle inspirado el personaje
de Fiammetta, que aparece en numerosas obras del autor.
A su vuelta a Florencia desempeñó varios cargos diplomáticos que le permitieron viajar y
conocer a las más influyentes personalidades. Destaca su amistad con Petrarca que se prolongó a lo largo
de los años hasta el mismo momento de su muerte.
Este autor aportó la maduración de la prosa burguesa italiana, de Dante y Petrarca, sus
maestros y amigos. Boccaccio inserta su obra dentro de la tradición clasicista latina y se caracteriza por el
predominio de la forma narrativa. Presenta una influencia, igualmente, de la cuentística narrativa oriental
a través de los libros didácticos árabes
Boccaccio escribió algunas obras en latín y, sobre todo, en italiano, entre las que merecen ser
destacadas: El Filocolo, El Filostrato, La Fiammetta, el Corbaccio, y, sobre todas ellas, destacando de
manera especial, El Decamerón.
El Filocolo es una muestra temprana de la novela bizantina
El Filostrato es una obra narrativa escrita en verso donde mediante un argumento mitológico
el autor parece dar cuenta de sus amores con Fiammetta.
La Fiammetta es la obra que influyó en el género narrativo que posteriormente desembocaría
en la novela sentimental.
El Corbaccio, también llamada laberinto de amor, es una invectiva, un ataque contra el sexo
femenino que se inscribe dentro de la tradición misógina medieval. Esta obra fue la fuente de la que el
Arcipreste de Talavera bebió para realizar su obra sobre el mismo asunto y con el mismo título: El
Corbacho.
El Decamerón
Es la obra cumbre de Boccaccio que la empezó en 1348 y la terminó en 1353. Es una
colección de cien cuentos ingeniosos y alegres que se aglutinan mediante un artificio literario: un grupo
de amigos, siete mujeres y tres hombres, se refugian en una villa en las afueras de Florencia para escapar
de la peste negra que asoló Europa en 1348. Para huir de la peste, de la tristeza y amenizar su estancia, los
diez jóvenes, pertenecientes a la burguesía rica y culta, se encierran en una casa de campo y se imponen el
juego de relatar cada uno de ellos un cuento a lo largo del día. De esta manera, en diez días se narran cien
cuentos y cada jornada está presidida por aquel o aquella que es elegido rey o reina del día, razón por la
que, las jornadas del Decamerón son designadas a veces con el nombre propio de quien las preside. El
relato de cada día termina con una canzone , una canción para bailar, entonada por uno de los narradores,
que representa alguna de las mejores muestras de la poesía lírica de Boccaccio. Esta técnica narrativa, que
une elementos dispares y halla una justificación literaria a la reunión de materias diversas, procede, sin
lugar a dudas, de las grandes narraciones orientales, como Las mil y una noches. En El Decamerón
hallamos la primera obra maestra de la prosa europea moderna.
El interés de la obra no está en el marco narrativo sino en sus múltiples y variadas historias.
Muchos de los relatos que ofrece eran ya conocidos, pero Boccaccio sabe dotarlos de un nuevo ritmo y
una gran vitalidad. Es muy insistente el tema amoroso, en sus más diversas facetas; desde el amor noble o
idealizado al amor cómico o desvergonzado. Boccaccio no pretende moralizar sino divertir. No faltan
historias tristes, pero son sobre todo la jovialidad y el desenfado los que animan la mayor parte de la obra.
Esta alegría y el tono vitalista, alegre y despreocupado con que describe la existencia humana es un
elemento claramente renacentista que coexiste con otros de filiación medieval.
FLORECIMIENTO DEL RENACIMIENTO ITALIANO
Tras los pasos de los tres grandes precursores del Renacimiento, durante el siglo XV los
humanistas siguieron abriéndose camino en Italia y prosiguieron con la labor de recuperar y difundir a los
clásicos y de dignificar la lengua vulgar, y los escritores fueron aplicando a sus creaciones los principios
de naturalidad y armonía que caracterizaban la nueva época y el nuevo pensamiento. Puede decirse que a
finales del siglo XV el Renacimiento literario estaba firmemente arraigado y su vigencia se extendió a
todo el siglo XVI.
En poesía dio sus frutos la herencia de Petrarca que instauró un lenguaje poético exquisito.
También la poesía épica alcanzó un importante desarrollo especialmente con la contribución de autores
como Ludovico Ariosto y Torquato Tasso.
Ariosto es autor de la famosísima obra Orlando furioso, un extenso poema épico escrito como
continuación del Orlando enamorado, de Mateo María Boiardo, del que, además, toma los personajes. Se
trata de un poema épico y caballeresco, cuyas fuentes se hallan en la tradición de la materia caballeresca
carolingia y el ciclo de Bretaña.
El asunto principal del Orlando furioso es la locura de Orlando, quien, enamorado de la
hermosa Angélica, la persigue en medio de numerosas aventuras. Al enterarse de que ella está enamorada
de Medoro, un soldado sarraceno al que ha curado, Orlando pierde la razón, tira sus armas y avanza
destrozando todo lo que encuentra a su paso (mueve montañas, mata dragones…) Al lado del argumento
principal aparecen numerosos episodios novelescos, cuentos, breves narraciones repletas de elementos
mágicos etcétera.
Torquato Tasso es el último gran poeta del siglo XVI. Su obra principal es Jerusalem
libertada, poema que le llevó diez años de trabajo y cuyo asunto principal es la conquista de Jerusalem
por Godofredo de Bouillon durante la primera cruzada. A la acción central se unen multitud de episodios
novelescos e historias de amor que otorgan a la obra una gran fantasía.
Pietro Bembo también destaca en la lírica como autor de delicados sonetos y de finas
canciones al estilo petrarquista.
Iacoppo Sannazzaro y La Arcadia
Sannazzaro escribió en latín y en italiano y la parte más abundante de su obra está escrita en
italiano y sigue la estela de la lírica petrarquista, Sonetti e canzoni. También en italiano escribió su obra
más importante, por la que pasó a ocupar un puesto destacado dentro de la historia de la literatura: La
Arcadia.
La Arcadia inaugura en la literatura el género de la novela pastoril que tanto desarrollo tendrá
durante el siglo XVI, en especial en países como España o Inglaterra. La obra está compuesta por doce
églogas precedidas de otros tantos pasajes en prosa y desarrolla la historia de Sincero, un trasunto literario
del propio poeta, que por un desengaño amoroso huye de la ciudad de Nápoles hacia Arcadia, en el
Peloponeso griego, donde disfruta de la placidez y tranquilidad de la vida campestre en contacto con la
naturaleza, de la vida idílica entre pastores; pero un horrible sueño le induce a regresar a Nápoles donde
conoce dolorosamente la muerte de su amada.
Esta obra dejó establecidos los rasgos esenciales del género pastoril tan imitado en toda
Europa: pastoras y pastores idealizados que viven delicadas historias de amor, tañen instrumentos
musicales y expresan los más sublimes sentimientos, que lloran y cantan la felicidad del amor
correspondido o el dolor del amor perdido sin remedio. El marco de estas novelas es siempre el de una
naturaleza idílica, idealizada según el conocido tópico literario del “locus amoenus”.
Nicolás Maquiavelo y El príncipe
Nicolás Maquiavelo ocupó cargos políticos y diplomáticos en la República de Florencia hasta
que la familia Medici retomó el poder en dicha ciudad. En el exilio escribió su obra más importante: El
príncipe que ejerció una influencia extraordinaria en el pensamiento político italiano u europeo. Es un
tratado en el que expone sus ideas políticas, al parecer, tomando como modelo la figura de César Borgia,
el hijo del papa Alejandro VI, familia con la que trabó excelentes relaciones. Maquiavelo sostiene que la
conducta del gobernante debe subordinarse al éxito político, sin que la moral o la religión interfieran en
sus actos, pues la razón del estado es superior a cualquier otra. El libro es una relación de las medidas que
debe tomar un gobernante para llevar las riendas del estado. De ahí que el príncipe sea la encarnación del
interés común del estado y deba recurrir a la astucia y el engaño y ocultar sus sentimientos. Maquiavelo
hace triunfar en la política el oportunismo sin escrúpulos, le idea de que lo importante es conseguir el fin
propuesto sin importar los medios empleados para ello.
Baltasar de Castiglione y El cortesano
El humanista Baltasar de Castiglione es, junto con Maquiavelo, uno de los autores más
decisivos en la formación del ideal de hombre renacentista. Desempeñó diversos cargos políticos y trabó
relaciones con diversas personalidades muy influyentes en la política y en la sociedad de la época.
Aunque escribió algunas obras poéticas, su influencia y su fama se deben a El cortesano, un tratado de
buenas costumbres en forma de diálogo en el que traza el retrato del perfecto caballero de la corte que
debe cultivar los ejercicios nobles, como el manejo de la espada o la caza, junto a otras actividades
distinguidas como la música, la danza, la composición literaria o las artes amorosas. Desarrolla, de esta
manera el conocido tópico literario de “las armas y las letras” que tanto predicamento tendría en el
desarrollo del Renacimiento. Debe, además, observar un comportamiento adecuado con los demás
miembros de la corte, especialmente con su soberano. Este tipo de “cortesano” representa perfectamente
la armonía renacentista y constituye la antítesis del hombre medieval. La obra fue traducida al castellano
por el poeta Juan Boscán.
3.- RENACIMIENTO Y CLASICISMO EN FRANCIA
La influencia del Renacimiento italiano se dejó sentir en todos los países de Europa
occidental. En Francia, la literatura renacentista tuvo su mayor esplendor desde mediados del siglo XVI
aunque ya habían destacado en la primera mitad autores como Margarita de Navarra o François Rabelais.
En Francia, en petrarquismo se cultiva, sobre todo, en el grupo denominado “la Pléyade”,
llamado así porque estaba formado por siete jóvenes poetas, igual que las siete estrellas de la constelación
de las Pléyades. El grupo pretendía llevar a la lengua francesa a la altura de la lengua de los grandes
poetas de la antigüedad clásica. Petrarca y el petrarquismo influyeron, sobre todo, en imágenes, temas y
motivos de sus poemas amorosos.
Su máximo representante fue Pierre Ronsard, autor dotado de un excelente temperamento
lírico. Su perfección técnica, en ocasiones, podía hacer que sus composiciones líricas careciesen de
emoción. Entre sus obras destacan: Odas, influidas, sobre todo, por el gran poeta clásico Horacio; Los
amores, una colección de poemas amorosos; Himnos, sobre temas de carácter religioso, político,
filosófico… y los Sonetos para Helena, escritos sobre una de las damas de honor de la reina Catalina de
Medicis.
El siglo XVII francés presenta dos fases bien diferenciadas:
• El primer tercio supuso el desarrollo del Barroco, como sucedía en Italia y en España, pero en
Francia no adquirió gran relevancia.
• Sin embargo, a partir de la tercera década se implantó con fuerza el movimiento que surgió como
reacción al Barroco: el Clasicismo que se manifestó en todas las corrientes artísticas. Participó del
mismo impulso de renovación ideológica del que surgió el racionalismo como corriente filosófica
y aplicó las premisas de claridad, orden y lógica. Este movimiento dejó sus mejores frutos en el
teatro, como veremos.
FRANÇOIS RABELAIS
François Rabelais es un humanista francés autor de Gargantúa y Pantagruel, obra publicada
en cinco libros a lo largo de treinta años que mezcla la épica con un gran sentido del humor y nos cuenta
las extravagantes aventuras y hechos del gigante Gargantúa y de su hijo Pantagruel.
Curiosamente, primero apareció Pantagruel, libro que narra sus andanzas por Francia junto al
pícaro Panurgo. Esta circunstancia fue aprovechada por Rabelais para hacer una divertida sátira de
muchos aspectos culturales y sociales de su país. La obra fue considerada irrespetuosa y condenada por la
facultad de Teología de París, pero el gran éxito obtenido animó a Rabelais a continuar con la narración
de las aventuras de Gargantúa. Sus páginas se consideran las mejores del conjunto narrativo de toda la
obra. Posteriormente, publicó un tercer y cuarto libro. Algunos creen que el quinto y último libro, de
carácter póstumo, no fue escrito por Rabelais.
El conjunto de toda la obra constituye un gran cuadro de la época, y sobresalen en ella la
vitalidad renacentista y la concepción alegre de la existencia, así como el tono humorístico y atrevido.
MONTAIGNE Y EL ENSAYO
Michel de Montaigne fue un escritor francés de exquisita educación humanista que le
permitió leer a los clásicos con extremada pasión. Pensador, moralista y político, estudió derecho y
desempeñó diversos cargos políticos antes de retirarse a los 38 años a su mansión familiar. Su obra más
importante son los célebres Essais (Ensayos), una obra de gran importancia, no solamente por su valor
intrínseco, sino porque, además, con ella inaugura un género que tendrá un extraordinario éxito en épocas
posteriores. La primera edición de su obra se publicó en 1580, la segunda edición vería la luz en 1588,
que ampliaba notablemente la primera y la tercera y última edición, que ampliaba nuevamente las dos
primeras, fue publicada póstumamente por mademoiselle de Gourmay en 1595.
Con esta obra, como ya hemos apuntado, crea un nuevo género en la literatura mezcla de
reflexión y de creación. El gran descubrimiento de Montaigne fue retratarse a sí mismo en sus escritos;
convencido de que todos los hombres llevan en su interior todas las facetas de la condición humana, se
analizó a sí mismo con la esperanza de ser útil a los demás exponiendo sus experiencias personales. Uno
de los núcleos temáticos de la obra es la pregunta sobre la verdad y las posibilidades del saber humano
para permitir a todos un arte de vivir razonablemente. Su postura principal es el escepticismo, como
sintetizó en su lema personal: “¿Qué sé yo?”. El estudio en profundidad del comportamiento humano a lo
largo de la historia le hace ver tan grandes contradicciones que la única actitud posible ante la vida es el
escepticismo, o la duda. Sus ensayos reflejan un hombre sincero e inteligente que aspira a un equilibrio
moral y al dominio de sí mismo.
El contexto de grandes conflictos religiosos en el que vivió Montaigne y que asolaban
Francia, mostró su más sincero rechazo hacia la violencia y la necesidad de superar cualquier extremismo
o fanatismo. De esta manera, fue un gran defensor de la tolerancia y la no violencia.
EL TEATRO FRANCÉS DE LOS SIGLOS XVI Y XVII
En Francia triunfa el teatro de tipo cortesano y de moldes clásicos a partir de 1630, de donde
surgen la tragedia y la comedia francesas. Los géneros medievales siguen representándose durante la
primera mitad del siglo XVI. Pronto cobraron gran fuerza las representaciones de los comediantes
italianos que fueron imitadas por los franceses y poco a poco el teatro fue evolucionando hacia un
barroquismo similar al que se produciría en España en los últimos años del siglo XVI, pero sin mucho
éxito. Sin embargo, en 1561 la Poética de Scaligero difunde por Francia los ideales clásicos y propone las
leyes que regirán la tragedia.
Hacia 1630 cobra gran fuerza la reacción contra el teatro barroco a lo que contribuye el
triunfo de los nuevos ideales del clasicismo como la protección real que impone los gustos aristocráticos
orientados hacia un arte disciplinado, ordenado y solemne; el resurgimiento de los preceptos aristotélicos
y el momento histórico porque el “cartesianismo” (el discurso del método de Descartes)potencia el gusto
por lo claro, lo ordenado y lo riguroso. Se trata del imperio de la razón frente a la imaginación libre como
instrumento para interpretar el mundo.
El triunfo del clasicismo presenta unos rasgos determinados:
• Separación de géneros y estilos. La tragedia será de una gravedad sin concesiones, con un estilo
solemne y siempre en verso. La comedia podía estar en prosa o en verso.
• Distribución de los personajes según los géneros: los nobles o graves eran exclusivos de la
tragedia y los burgueses o plebeyos de la comedia.
• Las obras constan de cinco actos según el modelo clásico defendido por Horacio.
• Se elimina el patetismo y los excesos propios del teatro barroco anterior.
• Debe respetarse la regla de las tres unidades: unidad de acción, que responde al gusto por la
claridad de composición; unidad de lugar, que impone un decorado único para mantener la
verosimilitud y unidad de tiempo, que restringe todas las acciones a un solo día.
Esta etapa de clasicismo es considerada como la época de oro del teatro francés ya que en ella
se encuentran sus más grandes dramaturgos: Pierre Corneille, Jean Racine y, por encima de todos ellos,
Molière.
Corneille
Pierre Corneille comenzó cultivando la comedia barroca, un teatro que no contemplaba los
preceptos hasta que en 1636 presentó su obra El Cid, sobre el famoso héroe de la épica medieval
castellana. La obra tuvo un gran éxito y originó una gran polémica: los partidarios de aplicar la preceptiva
clásica le reprochan no someterse plenamente a las reglas consabidas. Corneille, poco preocupado ante
tales preceptos, termina por adoptarlos en sus obras en adelante. A partir de entonces escribe grandes
tragedias, inspiradas, sobre todo, en la historia romana: Horacio, Cynna y Poliuto.
Sus tragedias se caracterizan por la presentación de personajes en busca de la libertad y la
gloria. Sin embargo, en esa búsqueda surgirá el conflicto que partirá al héroe entre contradicciones
insalvables: seguir los impulsos de su voluntad o acatar las órdenes de un deber superior.
Aparte del valor dramático de muchas de sus obras, a Corneille se le reconoce el mérito de
haber establecido las bases para la creación de la gran tragedia francesa que desarrollará y mejorará
posteriormente Jean Racine. Corneille fue también un importante comediógrafo. Entre sus comedias
caben ser destacadas Melite y El mentiroso.
Racine
Tuvo una educación cuya severa moral explica, en parte, el profundo pesimismo de sus obras.
Una densa atmósfera de fatalidad y un sentimiento de imposibilidad de vivir impregnan sus grandes
tragedias como Andrómaca, Fedra, su obra maestra, Británico, Berenice, Mitrídates o Ifigenia. Sus
personajes viven siempre grandes dramas interiores provocados por pasiones irrefrenables. Así, el amor
aparece siempre en sus tragedias como un sentimiento destructivo marcado por la imposibilidad y la
fatalidad. De esta manera, Fedra se degradará por su amor hacia su hijastro Hipólito, hasta causarle la
muerte y su propia destrucción.
El mundo de Racine es, sin duda, superior al de Corneille en hondura humana. Y superior es
también su perfección artística.
MOLIÈRE
Sin duda alguna, el dramaturgo clásico francés por excelencia es Molière, pseudónimo de
Jean-Baptiste Poquelin. Nació en Paris el 15 de enero de 1622 y ya desde pequeño se sintió fascinado por
el teatro. En 1643 se unió a una compañía de actores profesionales y después inició un recorrido por
Francia durante trece años. Con la protección de la corte, Molière se consagró por completo a la comedia
como escritor, actor, productor y director. Creó la nueva comedia francesa fundiendo todas las tradiciones
existentes, desde la latina y medieval hasta la commedia dell´arte italiana. En el teatro de Molière destaca
el estudio de la psicología de los personajes, que han pasado a ser tipos universales (el hipócrita, el
avaro…), la visión crítica de las costumbres de sus contemporáneos y la habilidad en el desarrollo de la
acción. Así mismo, también podemos destacar el respeto por las reglas clásicas de unidad, lugar y tiempo;
el reflejo de la sociedad de su tiempo, sus vicios y sus caracteres junto a consideraciones de tipo moral; la
utilización de múltiples recursos para lograr la comicidad y la adaptación del lenguaje rico y expresivo a
las características de sus personajes.
Sus principales obras son:
• La escuela de las mujeres, considerada como la gran primera comedia seria de la literatura
francesa, analiza el papel de las mujeres en la sociedad y su preparación para cumplirlo.
• Tartuffe ou l´imposteur (Tartufo o el impostor), una sátira contra los falsos devotos y un retrato
magnífico del hipócrita o impostor. El protagonista es un farsante que fingiendo ser un colmo de
bondades con la finalidad de enriquecerse, se gana la confianza de un necio beato y rico que lo
acoge en su casa y lo quiere casar con su hija.
• Don Juan, inspirada en la obra de Tirso de Molina El burlador de Sevilla. Es una adaptación al
ambiente cortesano francés del crápula libertino que posee una absoluta falta de escrúpulos y
pierde el respeto por las leyes y la moralidad. Este Don Juan de Molière, aun siguiendo las bases
establecidas por Tirso, está dotado de mayor cinismo, aún si cabe, y un mayor e irreverente
escepticismo sobre el más allá. La versión de Molière fue, a su vez, fuente de numerosas versiones
posteriores que aportaron interpretaciones y matices muy diversos al personaje. Entre las
versiones del Don Juan más valiosas podemos citar las de Lord Byron, Alejandro Dumas o José
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Zorrilla. Espronceda en su poema El estudiante de Salamanca también utiliza la figura del
burlador libertino encarnada en el personaje de don Félix de Montemar. Ya en el siglo XX,
aparece este tipo universal en las obras de Valle Inclán e incluso en las obras musicales de Strauss,
Chopin o Mozart con su Don Giovanni.
Le médecin malgré lui, traducida por Moratín al castellano como El médico a palos, una burla de
la pedantería y la ignorancia de los médicos.
Le misanthrope (El misántropo), en la que introduce un nuevo tipo de necio: un hombre de
elevados principios morales, que critica constantemente la debilidad y la estupidez de los demás y,
sin embargo, es incapaz de ver los defectos de la muchacha de la que se ha enamorado y que
encarna esa sociedad que él condena.
Le bourgeois gentilhomme (El burgués gentilhombre), una sátira del burgués o nuevo rico que
pretende ser aristócrata.
Le malade imaginaire (El enfermo imaginario), un retrato del hombre hipocondríaco que
despilfarra el dinero en médicos y tratamientos cuya profesionalidad y eficacia es puesta en duda
por el autor. Es una feroz crítica a la falsedad en la profesión médica que sigue la tradición de las
sátiras de la medicina, muy populares en la literatura de los siglos XVI y XVII. Es su última obra.
Molière falleció durante su representación.
L´avare (El avaro), que realiza el retrato del hombre avaricioso. Nos ha dejado el retrato
inolvidable de Harpagón, con fuerza similar al avaro de La comedia de la olla de Plauto. La obra
constituye una gran sátira de los valores materialistas de la época; por ello fue acusada de impía y
vulgar.
Molière, con sus obras, se propone trazar un completo retrato de la sociedad de la época con
una especial intención satírica. Según sus palabras “es de ver de la comedia corregir a los hombres
divirtiéndoles, atacar con pinturas ridículas los vicios de la época”. Por sus obras desfilan los más
diversos tipos de profesiones y estamentos y se ponen en la picota toda clase de vicios y deformidades: la
pedantería, la ignorancia, el engreimiento, la depravación, la falsedad y la hipocresía en general.
4.- EL TEATRO ISABELINO EN INGLATERRA
El carácter tardío del teatro isabelino del Renacimiento inglés, explica el hecho de que las
manifestaciones del teatro religioso medieval duren más tiempo que en otros países europeos. Pero a la
vez que este teatro isabelino, aparecerán manifestaciones de teatro cortesano, representado en las
universidades, y popular, que sería el que acabaría triunfando y generando un conjunto de autores y obras
de primer orden. Su éxito y consolidación se debe a varios factores:
• La influencia de la comedia italiana y de los “novellieri”; algunas obras de Shakespeare están
inspiradas en cuentos italianos de Boccaccio.
• La inspiración en la historia y en las tradiciones nacionales: Inglaterra había vivido una historia
dramática en la que los autores encontraron asuntos para conmover a un pueblo inmerso en estos
acontecimientos.
De esta manera surge el teatro isabelino, con nombre alusivo al reinado de Isabel I (15591603). En su totalidad, este tipo de teatro se extiende aproximadamente desde 1580 a 1642, hasta la mitad
del siglo XVII y engloba también el reinado de Jacob I y Carlos I, hasta que los puritanos decretan el
cierra de los teatros. La figura más importante en Shakespeare.
El teatro popular inglés comenzó a representarse en escenarios improvisados, como los patios
de posadas. Al inicio del periodo isabelino ya existían locales específicos destinados a tales
representaciones. Los más importantes estaban situados en las proximidades de Londres, ya que el teatro
en la ciudad estaba expresamente prohibido. Los dos más importantes fueron “The Swan” y “The Globe”
de forma circular y hexagonal para permitir que el público se distribuyera en la parte central del edificio,
alrededor del escenario, que ocupaba lo que hoy es el patio de butacas. De la misma manera que en los
corrales de comedias españoles, el público estaba integrado por gentes de la más variada condición,
predominantemente de la clase popular.
El teatro isabelino se apartó radicalmente de los preceptos clásicos ya vistos ya que no
respetaba las consabidas unidades de tiempo, lugar y acción; se mezclaban los géneros, una misma obra
poseía elementos de tragedia y de comedia y alternaba personajes elevados con tipos sencillos y populares
o plebeyos, incluso alternaban la prosa y el verso dentro de una misma representación.
Fue muy elevado el número de autores que desarrollaron este tipo de teatro en sus obras y los
títulos de las mismas son más extensos aún. La autoría de las mismas es de difícil atribución ya que una
misma pieza podía deberse a varios autores y era común que varios autores realizaran versiones y
refundiciones de una misma obra ya que no existía conciencia de propiedad intelectual del texto
dramático. Entre los autores más destacados, aparte de Shakespeare, podemos citar a los siguientes:
• Thomas Kyd, uno de los primeros representantes, autor de La tragedia española, que pudo ser una
de las bases para que Shakespeare escribiera su Hamlet.
• Christopher Marlowe, quizá el mejor autor de los anteriores a Shakespeare, destaca por su
Tragedia del doctor Fausto, primera versión teatral de la leyenda alemana que tiempo después
inmortalizaría Goethe. También podemos citar The jew of Malta y Eduardo II, que sirvieron a
Shakespeare para la composición de El mercader de Venecia y Ricardo III.
• Benjamín Johnson, amigo de Shakespeare, destacó durante más de veinte años como autor de
comedias como Volpone, su obra maestra.
• John Fletcher, autor de numerosas comedias, escritas en colaboración con otros autores, que
ejercieron una influencia considerable en el teatro del siglo XVII como La venganza de Cupido y
Un rey no rey.
• William Rowley, que cultivó con gracia la comedia y que también escribió en colaboración con
otros autores como Thomas Middletown.
WILLIAM SHAKESPEARE
Son tantos los puntos oscuros de la biografía de William Shakespeare que resulta imposible
llevar a cabo una exposición segura sobre la vida de este autor. Hijo de un próspero comerciante, nació el
23 de Abril de 1564 en Stratford upon Avon.
Se cree que llegó a Londres hacia 1588 y cuatro años más tarde ya había logrado un notable
éxito como dramaturgo y como autor teatral. Poco después consiguió el mecenazgo y la protección de
Lord Henry Wriothesley, tercer conde de Southampton. La publicación de dos poemas eróticos según la
moda de la época Venus y Adonis y La violación de Lucrecia y de sus Sonetos le valieron la reputación de
brillante poeta clásico.
En aquellos años, partiendo de los géneros usuales del teatro isabelino, Shakespeare fue
enriqueciendo su arte en más de una docena de obras de diverso tipo con predominio de las piezas
históricas y de la comedia. Baste citar como ejemplo La fierecilla domada o El sueño de una noche de
verano. En conjunto, lo que dominó su producción hasta 1600, y salvo alguna muestra trágica como
Romeo y Julieta, es el tono risueño, como sucede en Mucho ruido y pocas nueces. A partir del año 1600
su obra se hace más grave y escribe sus llamadas “comedias sombrías” como, por ejemplo, A buen fin no
hay mal principio, a la vez que Julio César o Hamlet, que preludian abiertamente la época de las grandes
tragedias: Othelo, El rey Lear, Macbeth… en 1608 la etapa sombría termina y su producción dramática
decrece considerablemente volviendo a la comedia con final feliz. Sus últimas obras respiran una
grandiosa serenidad y una paz superior que culmina con La tempestad. Shakespeare murió el 23 de Abril
de 1616.
Su producción dramática se compone de treinta y siete obras, entre tragedias, comedias y
dramas, que constituyen el legado más valioso de la literatura inglesa. Se trata de una producción escasa
si se compara con la de Lope de Vega o Calderón de la Barca. Pero la limitada cantidad le hizo ganar en
calidad dramática y en perfección estética. El sistema dramático de Shakespeare superó por completo los
moldes y reglas clásicos; de hecho, su única coincidencia es mantener los cinco actos del modelo de
Horacio. No encontramos en sus obras ni unidades ni uniformidad de estilo; las formas métricas utilizadas
son variadas e incluso mezcla la prosa con el verso en la misma obra.
Su estilo es asombrosamente rico y demuestra un dominio absoluto de la lengua que le
permite expresar por boca de sus personajes los más variados registros, desde el más culto y exquisito
hasta el gracejo del habla popular en los personajes bajos.
Elevó a sus personajes a la categoría de personajes universales, al encarnar en ellos las
pasiones y conflictos más arrebatadores humanos: el amor, los celos, la envida, la traición… De esta
manera sus personajes son extremadamente humanos y más que personajes pasan a ser personas.
Es especialmente importante su percepción del personaje cómico, Clown o bufón, como
contrapunto de los personajes más elevados y graves, recordemos el “gracioso” de nuestro teatro
nacional, personajes que servía para aliviar las tensiones producidas por las situaciones más dramáticas.
En Shakespeare, este personaje adquiere otra dimensión: sus intervenciones, sin perder el tono irónico,
alcanzan una gran hondura filosófica, de manera que, el humor es, con frecuencia, más amargo que
burlesco y la tensión dramática no se alivia sino que se endurece.
En las comedias partió de una fórmula ya consagrada: la comedia novelesca y de enredo, con
raíces italianas y clásicas de Terencio. Nos encontramos con intrigas amorosas que se entrecruzan,
repletas de dificultades, de celos y de malentendidos causados por similitudes entre personajes, disfraces
etc… Pero el talento de Shakespeare enriquece esa raíz convencional dándole una inconfundible hondura
humana. Así los estereotipos se convierten en criaturas vivas en individualizadas. Además, la portentosa
imaginación de nuestro autor renueva constantemente el deleite del público con giros inesperados, o lo
lleva a mezclar la fantasía con la realidad. Todo ello se vsilumbra ya en las comedias de la primera época:
La comedia de las equivocaciones, La fierecilla domada (basada en un cuento de El conde Lucanor de
don Juan Manuel), Mucho ruido y pocas nueces, El sueño de una noche de verano ( sin duda la mejor de
todas y la más representada), Los dos hidalgos de Verona, Las alegres comadres de Windsor, o El
mercader de Venecia. En estas obras, el autor estudia todas las clases sociales por lo que constituyen un
fiel reflejo de la sociedad de la época.
En las comedias sombrías, los temas graves cobran mayor intensidad: el conflicto entre
apariencia y realidad, los límites de la felicidad, la muerte, etc, llenan de melancolía obras como A buen
fin no hay mal principio y Medida por medida, entre otras.
Finalmente, la serenidad y el optimismo caracterizan sus últimas comedias como Cuento de
invierno o La tempestad, prodigio, esta última, de fantasía y lirismo.
Los dramas históricos se inspiran en temas nacionales. A esta línea corresponden diez de las
obras de Shakespeare, desde los tres dramas sobre Enrique VI a Enrique VIII, pasando por Enrique V o
Ricardo III. En conjunto, sus dramas históricos cubren unos dos siglos de la historia de Inglaterra del
siglo XIII al XVI. Pero Shakespeare no es un historiador. En sus dramas predominan, por encima de los
acontecimientos, las personas: de ahí su enorme proyección universal.
En sus piezas romanas, Julio César,Tito Andrónico, Antonio y Cleopatra etc… también
supera lo puramente histórico para dramatizar los entresijos del poder y los conflictos interiores de los
personajes. Su fuente es Plutarco a través de la obra Las vidas de los nobles griegos y romanos de
Thomas North.
En las grandes tragedias, donde el genio de Shakespeare se muestra con mayor brillantez,
destacaremos Romeo y Julieta, Othelo, El rey Lear, Macbeth y Hamlet, obras con las que ha obtenido su
mayor gloria. Las tragedias de este grupo han sido representadas en los escenarios en infinidad de
ocasiones y han servido como base de numerosas adaptaciones cinematográficas que han gozado de un
extraordinario éxito de público.
En Romeo y Julieta se inspira en una historia italiana. Sus protagonistas, amantes por encima
de la enemistad de sus familias, han traspasado todas las épocas como modelos de un amor juvenil que
salta por encima de todas las convenciones y barreras y sucumbe como consecuencia de aquellas.
Hamlet, posiblemente la obra más representada de todos los tiempos desarrolla una leyenda
islandesa que ya había sido llevada a escena. Pero en ella descubre otras posibilidades: la necesidad de
venganza desencadena en Hamlet una crisis total. La obra tiene como tema la duda paralizadora que
suscita en el ser humano el debate entre la acción y la reflexión. Es magistral el debate íntimo entre el
monólogo del “ser o no ser”, uno de los más famosos del teatro de todos los tiempos. El protagonista,
obligado por el honor familiar a vengar la muerte de su padre a manos de su tío se siente incapaz de
actuar paralizado por el peso de una acción tan decisiva. Otro tema que desarrolla es el de la venganza, la
locura, el incesto…
Othelo basada en una novela italiana, es la tragedia de los celos. El protagonista, hombre por
naturaleza violento, se ve arrastrado a la tragedia por las sospechas.
Macbeth desarrolla un suceso de la historia de Escocia. Lady Macbeth impulsa a su marido al
asesinato del rey Duncan. Por ello, se convirtió en ejemplo de ambición autodestructora. Toda la tragedia
está traspasada por el horror del crimen, de los remordimientos, del desenlace; y todo rodeado por una
atmósfera estremecedora.
El rey Lear desarrolla una vieja leyenda céltica que, a través de las crónicas literarias era
familiar al público, si bien el autor, como de costumbre, personalizará su materia. El tema principal es el
de la ingratitud filial llevada a términos de odio y maldad. A su vez, se enriquece con una red de temas
secundarios que dan a la tragedia su dimensión universal y se organiza en una serie de contraposiciones
paralelas: fidelidad frente a ingratitud, amor frente a odio, lucidez frente a locura… Finalmente, todas
estas oposiciones confluyen en un nivel superior que las aglutina y dota de sentido, en otro tema más
grave, moral y filosófico: la oposición entre el bien y el mal. De la misma manera, los personajes se
polarizan en dos grupos bien precisos: los puros y los malvados: el mundo del amor o la fidelidad y el
mundo del odio o la ingratitud.
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