Homenaje a Enrique Pichon Riviere

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Homenaje a Enrique Pichon Riviere
• Salomón Resnik
Enrique Pichon Ríviere fue para mí un gran maestro, un amigo y, funcionalmente, un padre que me guió desde el comienzo de mi carrera
psiquiátrica y psicoanalítica.
Existía para él una relación muy estrecha entre la profesión y la vida,
actitud que ejerció una influencia enorme en mi desarrollo y en la
autenticidad de mi vida personal y profesional.
Tuve la suerte de ser su alumno y uno de sus principales colaboradores durante el período que precedió al desarrollo de su Escuela de Psicología Social. Esta escuela comienza a funcionar en 1957, precisamente en la época en que yo dejo Buenos Aires. En 1955, en oportunidad
de asistir al congreso de psicoanálisis de Ginebra con Enrique y Arminda
Pichon Riviere, nos encontramos con Melanie K1ein, Herbert Rosenfeld,
Wilfred Bion, Hanna Segal, Esther Bick y otros. Yo había decidido preparar mi partida a Londres, estimulado por Pichon Riviere, a efectos
de completar mi formación. Di el "salto" de Buenos Aires a París y a
Londres, al tiempo que me hacía miembro titular del grupo argentino.
Recuerdo que en 1953, cuando terminaba mi tesis de psicoanalista,
que versaba sobre el síndrome de Cotard, Enrique Pichon Riviere me
citó a las 10 de la noche para leer y trabajar juntos hasta las 5 de la
mañana. Era un interlocutor y maestro respetuoso y amigable, capaz
de entusiasmarse cuando el trabajo le interesaba. Esa noche nos olvidamos de que se trataba de una tesis y trabajamos más bien juntos, inspirados por un interés común en la enfermedad mental y ante la posibilidad de un enfoque psicoanalítico útil y original. Pichon Riviere me
ayudó a desplegar mis propias ideas. Gracias a él comprendí que un verdadero maestro es el que no enseña, sino el que estimula o despierta
el aprendizaje. No enseñar sino, mejor que esto, provocar o "evocar" un
sentimiento de curiosidad y de asombro por el aprendizaje, fue uno de
sus principios cardinales .
.:' Dirección: 20, Rue Bonaparte, 75006, París.
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Cómo conocí a Enrique Pichon Riviere,
alrededor de los años '40
Mi primer contacto con la psiquiatría, el psicoanálisis y también con el
movimiento surrealista en la Argentina fue a través de E. Pichon Riviere.
Hacia 1940, cuando empezaba mis estudios de Medicina, un amigo y
compañero de la facultad, Ludovico Rosenthal, me invit6 a unas conferencias de psiquiatría psicoanalítica que tenían lugar en el Hospital
Psiquiátrico de Buenos Aires. El conferenciante era un joven psicoanalista llamado Enrique Pichon Ríviere. Ludovico Rosenthal, figura excepcional, había conocido a Freud en Viena, donde comenz6 su formaci6n
psicoanalítica. Siendo judío, escap6 por muy poco del nazismo. Un día
me mostr6 una fotografia de Freud con su firma, que le regaló a Pichon
Riviere, Ludovico lleg6 a ser posteriormente uno de los más importantes traductores de Freud en lengua española.
La pequeña Salpétriere
Yo estaba muy impresionado por la estimulante vivacidad que desplegaba Pichon Riviere en sus clases y por la importancia que esto representaba para mí. Tenía la sensaci6n de estar en la Salpétriere, en las
conferencias de los martes de J. M. Charcot, tal como me las imaginaba. La presencia de Pichon Riviere daba una dimensi6n teatral al sal6n
de conferencias, donde en ocasiones incluso presentaba pacientes. Pero
en general se trataba de conferencias sobre el tema de la psicosis, asunto
a través del cual, Pichon lograba dar una imagen plástica, comprensible y humana de la enfermedad mental.
Para él, la noci6n freudiana de regresión era fundamental. Pichon utilizaba la noción de regresión según Freud, en el sentido de un itinerario temporal invertido, dentro del espacio transferencial. A partir de la
noción de neurosis actual y de su regresión al punto disposicional (neurosis o psicosis), intentaba construir una suerte de nosografia, vital y dinámica, de las enfermedades mentales. Para ilustrar su punto de vista
utilizaba material clínico y ciertos textos a los que asignaba gran importancia.
El que más utilizaba y recomendaba por entonces era el libro de H.
Nunberg, Principes de psychanalyse. Leur application aux néuroses, de
1932. Este libro contenía una introducción de Freud y él lo consideraba
como el mejor manual para los estudiantes. Otra obra que recomenda-
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ba era de O. Fenichel, Concerning the theory of psychanalytic technics,
de 1941. Fue traducida entonces al español para los alumnos, por un
amigo y compañero de Medicina llamado Edgardo Blum. Los otros
autores que citaba, aparte de Freud y P. Schilder, eran, en primer lugar,
Melanie Klein y después Frieda Fromm Reichmann, del Chesnut Lodge,
cerca de Washington, y Karl Menninger, director de la célebre clínica
de Topeka. Recomendaba igualmente a S. Ferenczi, Abraham y Federn.
La depresión de base
Entre los psiquiatras clásicos, se había entusiasmado con W. Griesinger,
profesor de la Universidad de Berlín (1845), quien había introducido la
noción de depresión de base. (La idea es, sintéticamente, que toda "neurosis actual" o todo proceso psicopatológico empieza por un sentimiento
depresivo de duelo enlazado con la pérdida de algún objeto de amor. En
ocasiones, el motivo desencadenante puede ser la pérdida de un órgano
a raíz de un accidente o de una operación quirúrgica). Griesinger consideraba que, a partir de la depresión de base, se instalaba una suerte
de regresión que determinaba en cada individuo una reacción diferente. En el fondo, según "Griesinger-Pichon", existía una "psicosis única"
y los diferentes cuadros clínicos de la psicopatología se manifestaban
como reacción regresiva a una situación traumática o desencadenante.
Pichon Riviere vinculaba el pensamiento de Griesinger en materia de
depresión de base a la noción de regresión en Freud, intentando desarrollar, como ya he señalado, un cuadro nosográfico completo y dinámico.
El primer número de la REv.DE PSICOANÁLISIS aparece en 1943. En 1947,
época en que trabaja sobre la esquizofrenia, Pichon publica en esta revista un artículo en el que expone, partiendo de Griesinger, Freud y
Abraham, sus ideas sobre el núcleo psicótico central, presente de manera latente en todos los individuos y al que una situación traumática
o depresiva puede desencadenar o despertar.
Pichon es también el representante en la Argentina de la antigua psiquiatría francesa, por una minucia fenomenológica suya que recuerda
a los grandes semiólogos psiquiátricos de ese país. Entre los autores que
menciona están sobre todo J. Séglas y J. Cotard. No es casual que yo
haya escrito mi tesis sobre el síndrome de negación descripto por Cotard.
Pichon Riviere admiraba en Lacan su tentativa de integrar la psiquiatría en el psicoanálisis.
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El papel de Pichon Rivi~re en los comienzos
de la Asociación Psicoanalítica Argentina
Fueron mis amigos Ludovico Rosenthal, Edgardo Blum y Enrique Pichon
Riviere quienes me pusieron en contacto con la Asociación Psicoanalítica
Argentina, que acababa de fundarse en 1942. Fui, pues, un joven testigo de sus orígenes.
La figura decisiva en el nacimiento de esta asociación fue el doctor
Ángel Garma, vasco español que se había formado en Berlín y Viena
antes de la guerra. Se analizaba con Theodor Reik. Garma había escrito su tesis de psicoanálisis, en Europa, sobre la noción de realidad
en la psicosis; Pichon Riviere la citaba con frecuencia C'La realidad exterior y los instintos en la esquizofrenia", conferencia pronunciada en
Berlín el 6 de octubre de 1931 y publicada en la REV.DE PSICOANÁLISIS,
Buenos Aires, 1944, vol. 11,n° 1). En esta época llega de París el doctor
Ernesto Cárcamo, argentino, quien había realizado su formación con el
doctor Paul Schiff. Era una persona sumamente culta y con un abordaje muy personal y humano del psicoanálisis. Antes de su arribo existía
ya en Buenos Aires un pequeño grupo propsicoanalítico cuyos miembros
más notorios eran Enrique Pichon Riviere, psiquiatra, y Arnaldo Rascovsky, pediatra. Posteriormente se unieron a este grupo Luis Rascovsky,
Arminda Aberastury de Pichon Riviere, Flora Scorni, Jorge Weil. La Asociación Psicoanalítica Argentina se fundó en 1942. Marie Langer y
Enrique Racker llegarán de Viena cuando ya esté formado el Instituto
Psicoanalítico.
He aquí una imagen del "paisaje psicoanalítico" argentino de entonces, en el que se sitúa la persona notable de Enrique Pichon Riviere,
Por el rasgo peculiar de haber tenido una excelente formación psiquiátrica y psicoanalítica, y dada su capacidad para integrar una y otra, casi
todos los miembros de la joven asociación psicoanalítica asistían a las
conferencias de Enrique Pichon Riviere. Igual que en el teatro, veía yo
desfilar entre la asistencia de la pequeña Salpétriere a Á. Garma, A.
Rascovsky, su hermano L. Rascovsky, M. Langer y otros.
Los años de formación con Pichon Rivi~re y LauWamont
Corría el año 1946, o sea, pocos años después de los acontecimientos referidos, y siendo ya alumno en formación psicoanalítica tuve oportunidad, en una de estas conferencias, de sentarme al lado de un joven que
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tomaba notas en francés. Me sorprendí y, al hablar con él, supe que se
trataba de un francés, profesor de filosofía en la École francaise des
hautes études de Buenos Aires. Se llamaba Willy Baranger y había
reemplazado a Roger Caillois, introductor, como se sabe, de Borges en
la cultura francesa.
No imaginábamos, en esa época, el significativo papel que iba a cumplir Willy Baranger en el desarrollo del psicoanálisis en América latina,
así como la importancia de sus trabajos futuros.
En este mismo período, Pichon Riviere se interesa por la lectura de
los Cantos de Maldoror, del conde de Lautréamont, textos que le hizo
conocer un paciente, poeta uruguayo, llamado Edmundo Montagne.
Avanzado ya ese año 1946, Pichon Riviere da una serie de conferencias
en la École francaise des hautes études de Buenos Aires sobre el conde
de Lautréamont.
Pichon Riviere, de padres franceses, hablaba perfectamente el francés, pese a haber llegado a la Argentina a la edad de tres años. En 1992
se publicó en este país la serie completa de sus conferencias sobre
Lautréamont, libro que contiene una introducción de Marcelo Pichon
Riviere, uno de sus hijos.
Un escrito suyo titulado "Lautréamont, vie et portrait" fue publicado
en francés en la revista Ailleurs, número 8, 1966, con introducción de
René Lefevre, La revista estaba dirigida por un pintor y poeta abstracto uruguayo, Carmelo Arden Quin, quien vivía en París desde 1948.
Arden Quin, que se contaba entre mis amigos de Buenos Aires, había
fundado el grupo Madi en 1944, justamente en la casa de Pichon Riviere;
y, habiendo tenido la gentileza de ceder ese artículo de la revista Ailleurs
a la revista del grupo, se expresa del modo siguiente: "Hoy el movimiento
Madi es conocido en diferentes países de América y Europa, pero en
aquella época nos tomaban por un grupo de locos y no teníamos ninguna posibilidad de encontrar una galería". El grupo de Arden Quin estaba vinculado a poetas, pintores y músicos integrantes de un movimiento surrealista en el que yo mismo participaba.
Pichon Riviere y el movimiento cultural en Buenos Aires
Volví a encontrar, pues, a Pichon Riviere, al margen del contexto formal de la psiquiatría y del psicoanálisis, en la vida nocturna de los cafés
porteños y en ciertas librerías de la ciudad, que por entonces permanecían abiertas hasta las 3 de la madrugada. Pichon Riviere estaba
atento a todas las innovaciones artísticas y culturales de valor. Hacia
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finales de la década de 1940, Pichon Riviere funda, junto con Aldo Pellegrini, Elías Piterbarg y David Sussmann, médicos todos ellos, una revista de inspiración surrealista en la que publicarán textos sobre Breton,
Aragón, Soupault ...
Arden Quin y yo participamos también en esta revista cuya figura
central era Aldo Pellegrini, poeta y crítico de arte de gran originalidad,
y gran amigo de Pichon.
El servicio de adoleseentes del Hospital Psiqui'trico
y la clínica de la calle Cop'rnico: la pequeña Menn;nl'er
Pasé a ser alumno y después colaborador de Enrique Pichon Ríviere en
el servicio de adolescentes psicóticos del Hospital Psiquiátrico. Pichon
tenía el proyecto de utilizar aquí la técnica grupal basada en las ideas
de P. Schilder. No logró desarrollar este proyecto porque el servicio fue
cerrado por motivos políticos. Recuerdo que la atmósfera era sumamente estimulante, y que el espíritu de lo que en Francia sería llamado psicoterapia institucional se hacía ya gradualmente presente.
Sobre el fin de esta década, en vista de la frustración vivida en el hospital y con el apoyo de la Fundación Muñoz, Pichon Riviere instala una
clínica privada en la calle Copérnico, junto a varios colaboradores de su
servicio de adolescentes. Trae a este equipo un antiguo paciente del
hospital, el señor Delpratti, quien se hará enfermero y portero de la clínica. En ella, varios de nosotros tuvimos la suerte de ser alcanzados por
las ideas clarifican tes y luminosas de Pichon Riviere, por su talento didáctico.
El sueño de todos nosotros era que la clínica pudiese servir como centro
interdisciplinario y que, por otro lado, fuese un lugar "ideal" para el tratamiento de la psicosis del niño y del adulto. Dada la admiración que
sentía Pichon Riviere por la Menninger Clínic, a la nuestra solíamos
llamarla "pequeña Menninger".
Pichon, quien me consideraba dotado para la psicoterapia de niños y
adolescentes, me invitó a trabajar en este sector, en Copérnico.
Me confiaba niños psicóticos, y sobre todo niños autistas, que yo controlaba con él y con su mujer, Arminda Aberastury. Ella fue la primera
psicoanalista oficial de niños en la Argentina. Entre los colaboradores
y alumnos estaba David Liberman, mi antiguo compañero de escuela y de universidad. Posteriormente, compartió conmigo d privilegio de
controlar regularmente pacientes psicóticos adultos, en análisis, bajo
la dirección de Pichon Riviere. Una de sus enseñanzas era "seguir la
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aventura" de la transferencia con los psicóticos y verlos todos los días,
aun a los que estaban internados.
En esa época ya nos habíamos entusiasmado con los escritos de los
primeros alumnos de Melanie KIein, que empezaban a psicoanalizar
pacientes psicóticos. Comenzamos a familiarizarnos, pues, con los primeros trabajos de Herbert Rosenfeld, Hanna Segal y Wilfred Bion. Willy
Baranger, el filósofo y futuro analista, y Madeleine Baranger, analista,
como yo, en formación, trabajaban en la "pequeña Menninger". Había
además analistas ya conocidos, como Luisa Álvarez de Toledo y el doctor
Tagliaferro, quien desarrollaría el pensamiento de W. Reich; el doctor
Mom, lo mismo que su mujer, Teresa Muñoz, hija del fundador, que
estaban en formación psicoanalítica. El doctor Fidias Cesio fue también
uno de los colaboradores iniciales de la clínica. Antes de dedicarse al psicoanálisis, integró una tradición de investigación médica privilegiada:
fue el colaborador del profesor Houssaye, Premio Nobel de Fisiología.
Expondría después ideas interesantes sobre el dormir y sobre el sueño.
Figuraban asimismo otros colaboradores psiquiátricos: el doctor Osear
Contreras y el doctor Figueras, este último integraba la cátedra de Psiquiatría de la Universidad de Buenos Aires. El doctor Figueras había
sido mi jefe de trabajos prácticos. Además de la señora de Pichon Riviere
y yo, estaban, en el sector de niños, Teresa Mom y Marcelle Spira, quien
luego se haría muy conocida en Ginebra. La "pequeña Menninger", como
ya señalé, era un foco de encuentros muy importantes para nosotros.
Discutíamos allí casi a diario, con Pichon Riviere, casos clínicos que veíamos en equipo.
En cierta oportunidad, el grupo psicoanalítico uruguayo y argentino
invitó a Hanna Segal a Buenos Aires, y ésta dio conferencias y seminarios tanto en la Asociación Psicoanalítica como en nuestra clínica.
El célebre psiquiatra francés Henri Ey fue invitado a dar conferencias
en la "pequeña Menninger", 10 mismo que el doctor Matte Blanco, de
Chile, quien se había formado en Londres. Cuando Emilio Rodrigué, el
primer argentino con formación kleiniana realizada en Londres, volvió
a la Argentina, trabajó con nosotros y vio en nuestra clínica al niño autístico del que iba a hablar en un artículo publicado por Melanie KIein
y sus colaboradores.
Con nosotros trabajaba también el doctor Edgardo Rolla, destacado
neurólogo y neurocirujano. Estaba particularmente dotado para los
pacientes psicóticos, y más tarde se hizo psicoanalista.
En esta época tuvimos, sucesivamente, en la clínica dos secretarias que
con el tiempo llegaron a ser psicoanalistas notables: Elena Evelson y
Janine Puget.
Concluido su ciclo, la "pequeña Menninger" prolongará su existencia
a través de pequeñas clínicas que intentarán mantener el espíritu que
nos legó Enrique Pichon Riviere.
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Uno de los alumnos más originales y dotados se unirá más tarde al
grupo de Pichon Riviere: José Bleger. Abrirá su propio establecimiento,
junto a la doctora Gela Rosenthal (esposa de Ludovico Rosenthal) y el
doctor Fontana.
Yo mismo creé una clínica junto a destacados colegas como Joel Zac,
Jorge Winocur, Raúl Usandivaras y otros. En ella se fundó, hace cuarenta años, la Asociación Argentina de Psicoterapia Psicoanalítica de
Grupo.
Paradójicamente, cuando, en 1957, dejé la Argentina por Europa,
Pichon Riviere ocupó mi lugar en aquella clínica fundada por mí. Un
juego surrealista, un azar objetivo se manifiesta entre él y yo bajo la
forma lúdica de la reversibilidad de roles. El maestro ocupa el lugar de
su alumno, al mismo tiempo que el alumno quiere simbólicamente dejar
su huella en el maestro. Es así como le confié varios objetos de arte que
representaban un reconocimiento, un intercambio de "juguetes" con el
padre. Pichon era el Padre que me guió en una aventura valiosa y difícil:
aprender el psicoanálisis del psicótico sin olvidar la psiquiatría. La
investigación sobre la psicosis pasa a ser, de este modo, una experiencia poética como en Lautréamont.
Con Pichon Rivíere aprendí que la locura no es totalmente una alienación de la realidad, y que por fuerza hemos de negociar con las discordancias y los malentendidos de la existencia cotidiana.
El profesor René Kaés me pidió que hablara de Enrique Pichon Riviere
en su período más estrictamente psicoanalítico, y quisiera terminar este
homenaje diciendo que un trabajo suyo que considero fundamental para
la técnica psicoanalítica fue escrito por él en francés. Se trata de un
artículo publicado en el tomo 16, enero-junio de 1952, n° 1-2, de la Reuue
francaise de psychanalyse, dirigida en ese momento por Daniel Lagache.
Se titula: "Quelques observations sur le transfert et le contre-transfert
chez des patients psychotiques" [Algunas observaciones sobre la transferencia y la contra transferencia en pacientes psicóticos].
No es causal que concluya mi homenaje hablando de ese artículo sobre
la transferencia, es decir, sobre las vicisitudes de la relación entre el
psicoanalista y su paciente, y sobre la significación de la contratransferencia como determinante de la posición afectiva y ética del analista;
para decirlo mejor, de su manera de entrar en juego y "arriesgarse" en.
un contexto tan problemático y a la vez enriquecedor.
Pichon Riviere era un hombre de diálogo, capaz, por lo tanto, de escuchar con gran sensibilidad y respeto, y de transferir con cierto tacto
y cierto estilo sus emociones y sus pensamientos más profundos, ya fuese
con sus pacientes o con sus discípulos y amigos.
La personalidad de Enrique Pichon Riviere y la transmisión estimulante de su saber se convirtieron en una simiente fructífera para el
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espíritu de sus alumnos. Algunos de ellos, como David Liberman, José
Bleger, Willy y Madeleine Baranger, Arminda Aberastury, produjeron
trabajos y artículos fundamentales para el desarrollo del psicoanálisis.
Luisa Álvarez de Toledo, psicoanalista creativa y personal, manifestará una gran influencia del pensamiento de Pichon Riviere, especialmente en sus trabajos sobre el lenguaje y su aplicación en las situaciones
regresivas.
El espíritu creador del maestro se perpetúa, pues, a través de todas
las transformaciones posibles, en el espíritu de quienes han comprendido que la verdadera transmisión del saber se cumple sobre la base del
intercambio y de la cordialidad.
(Traducción de Irene Agoff)
DSSCRIPrORES:
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HISTORIA DEL PSICOANÁLISIS
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