PERIÓDICO DE S E Ñ O R A T Y SEÑORITAS, »g^ CONTIENE LOS ÚLTIMOS FIGURINES ILUMINADOS DE LAS MODAS DE PARIS , PATRONES DE TAMAÑO NATURAL, MODELOS DE TRABAJOS A LA AGUJA, (^KmjlT.,. TAPICERÍAS DE COLORES, , NOVELAS.-CRÓMCAS.—BELLAS ARTES.-MUSICA, ETC., ETC. \¿^OÍ=; SE P U B L I C A E N L O S D Í A S 6, 14, 22 Y 30 D E CADA M E S . ARO XLII. MADRID, 14 DE E N E R O DE 1883. ' Abrlgra d s paño •$ t o r c l o p e l o . — N Q D I Í I . I I y I Z . SUMARIO. Los lados y las mangas son de paño color de nutria, y las tiras de delante, el cuello y la parte inferior de las mangas son de terciopelo del mismo color. Fleco ancho formando bolas. Por detras, los pliegues anchos del medio, desde la cintura, son de terciopelo. L^na cordonadura completa los adornos del aiirifío. ' M U - ^ J " ^ p a m I t a i r a - 2 . Almohndon de lereiopelo ennin . j ' ~ ~ ^ " ^'"'''"'1° ^° 1rencill;i.—.( y 5, Veslido paivt 10 ^1 ^ ^ '^ í Olios.-ú a 9. Aílomos de pasamanería.^— __• ' ^ ^ botdiido.— j 1 V I ; . Abrigo de paflo y Icmiopelo nin^' " " ' ^ n ^'^ briieado.—34 á JO. Trajes y - ' • " • " ' • "•— lU//-'r~^° y *'• ' ^ " J e <le recibir.—2J r 23'fi pata niños pc-í|utflos.—647 TLL'"'^ '''^ p a n u . - j ( i , Ttaje de 4 T°""~""'^" •^''-•^''•''"'^ l^""^— negros.'^-'^ Explicací ^^ a^ i „ , NÚM. 2. l ' e l l l z a dD brociiila. lercioptio y raíO firnb.-«dos.-Dnin,a La pelliza, que v? guarnecida de pieles, es recta por delante, con mangas largas, redondas y anchas. Un cordón no muy grueso sigue las costuras. r " ^ ^ ' a n i n e i de Ve]a^™.-Ci>T^ ^ i d e n c i a parisiense , per S . X. . j j " ' ^>" morena I A Laida, poe•>y por D . Eucaríu Villanii].— do H'° "'^'•^^•'lloso, por D . KduorP Qe Palacio. — ExpLicacion úel nguria iluminado. — AnteuloB de '^"U recomendados.-Snclios. TraJ^-i T a b r i g a s p a r a nlaoB. Nnius. 14 ú 11>. Niims. 14 y 15. Paleto para niños de 10 aiws. E s de paño marrón, con i'ivos de terciopelo color de nutria. Cuello de terciopelo. Sombrero de fieltro del mismo color ó negro. Núm. 16. Traje para niños de 5 años. E s de tela de mezcliila, y se compone de un calzón sujeto á la rodilla y un chaqué abrochado. Sombrero redondo de fieltro negro. Núms, 17 y i 8 . Piüelii para mños de 8 años. E s de paño marrón oscuro, con vivos negros. P o r delante la forma es recta, y se abrocha con cinco botones. Bolsillos en los costados. N ú m . 19. Trajepara niños de 7 añoa. De pañete grisclaro, con vivos y botones más oscuros. Se compone este traje de un calzón corto atado por dehajo de las rodillas, y de un paleto corto abierto sobre un chaleco largo igual. Sombrero de fieltro n e g r o con cinta negra. "••"•tUla para te»tr».-Níim. 1. Esta mantilla es de blona negi-a y va sujetii con un lazo en ]o alto de la cabeza. y^^^ úe los picos cae sobre 'a cintura, y ei otro va recogido sobre el h o m b r o , condese le fija con un ramo de rosas. •ilmoliadon üe lereiopelo Mcarnado.—Kúni, 2, Este almohadón, que es terciopelo encarnado, va -jnornado de aplicaciones de •^30, fijaba;. ^^^ bordados, Hue representan una juime^ be ejecuta el bordado ^^n sedas de los colorea de as aplicaciones, qtie son : laso marrón, terciopelo JZUJ oscuro, terciopelo azul ^'aro, terciopelo encarnado, Cft T T ^ ' ° verde y raso blan• Unos cordoríes gruescs p seda amarítla completan °^ adornos del almohadón. Bordad» í e t r e a c l l l a . fTiím. a. Este dibujo es á propósi? para vestidos y confec•^^Oties, trajes de niños, etc. T r a j e ile r e c l u i r . Xiiius. lio r U l . . 'Gsttdo p a r » n t ñ o s do 3 á 8 a ñ a s . — Núiii». 4 j •'(, Para la explicación y patrones, véase el núm. III, figuras 12 a 15 de \a. HojaSuplemento. Para la explicación y pn^rones, véase el núm. V, filaras 21 á 27 de la HmJ^phinmío al presente nú«lero. Caplta ( d o u l l U I t e ) para n i ü o s p o q u c ñ o s . - X i í n i s . il2 7 S S . Para la explicación y patrones, véase el núm. t v , figuras 16 á 20 de la HojaSiiplemenio. Traje de paño.—Nónis. 21 7 25. Para la explicación y patrones, véase el núm. 11, figuras 7 á I I de la Hoja-Suplemento. Traje de recGpclon. — Núm. 26. •Piornos lis pasnmftTicrffl. Húius. G á l » . ^/r^tos cuatro modelos de '"dados de pasamaneria re^ ^sentanungénerodeadorj^imuydemodaactnalmennp'r*^"'^ se hace, no sólo en j fí'^ti, sino de todos coloest ^ '^^^'^- E' e í e c t o d e '•«s bordados es delicioso. ^^*'» bordad» ííúni. 10. cgigj'"^ peto va bordado con tt ^^".^ ^obre un trasparen- { ii' ' celeste ú otro color I . — M a n t i l l a "¡laik leaira. P a r a l a e.^plicacion y patrones, véase el núm. T, figuras I á 6 de la Hoja-Suplemenio. jLíA ^ODA 10 PLEGAFÍTEJ PERIÓDICO T e s t l d o dfl b a i l e . fTiíni. '27. La forma elegante de este vestido se presta á o tras muchas combinaciones. que T r a j o lio trri^liiiKilii f r u s o iic^'roSi estamos en B,—Vcstidci para nidos de 2 á 3 aflos. íiiji)n,se me figu- , „ ^,. Kilnt. iü. U.—Bordado de trurcillti. FAMILIAS. —-¡Sabes, Adela—exclamó — c|ue no p a r e c e s una muchacha de veinte años? Comprendió la niña todo el alcance de tan intencionado apostrofe, y se dispuso á luchar con entereza. — ¡Qué risa!— contestó, — Pues ¿cuántos me das tú, mamá? — Lo m e n o s cincuenta — [Madre mia! ¿Por qué? — ¡ X o mé lo preguntes! Desde Falda con puiiiers y cola de laya c o l o r crema. Corpino y entrepaños de terciopelo liso color rubí. El corpirtOj escocado, va abierto sobre un canesú lie faya color crema, sobre el cual se pone un ramo de flores. La mangrt, corta y cruzada, es de faya. \ _ 1 DS LAS ' Este traje va L , ' u a r n e c i d o de pieles. Vestido de coiaj d e f o r m a princesa, abierto sobre unos tableados de raso por delante y en los costados. Banda larfja de raso, anudada por delante. Ún camisolín de raso pleg;ido cubre el escote cuadradOj cuyo camisolín puede quit:u'se á voluntad y dejar el corpino abierto. La guarnición es de martEi cibelina, pero puede hacerse también de slams, de castor natural, de chinchilla ó de cualquiera otra piel, ciara ú OSCUI"L. L O S gunntes, largos, de piel de Suecia color naturalj suben hasta más aiTÍba del codo, DRAMA DE FAMILIA. C U A D R O DE COSTUMBRES CONTEMPORÁNEAS. ( CON C CUSÍ O.V.) A las doce en punto almorzaron la Condesa de Alto-Sueno y su hija Adela : aquélla, según costumbre, con e.Kcelente apetito; ésta, cuya palidez era más intensa, y cuyos azules ojos estaban orlados de temblorosas lágrimas, pretextó dolor de cabezaj y sólo tomó una taza de caie. Alisábase Eugenia los caprichosos rizos de su frente con la mano derecha, para observar á Adela con disimulo, mirándola á través de los dedos, y no pudo reprimir un gracioso moliin de disgusto cuando v¡ó dos lágrimas deslizarse lentamente por las nacaradas mejillas de su hija. E l caso era lo más á propósito para entablai" una conferencia decisiva. ' •I I ^ . KspaiiLa. i.E.rj>¡u.y i-at., ntir/i. V. fíes. 21 <i 37 tií !•' Hoja-Su].! umento,) r a q u e tu vjüa. Lo repito, ha d a d o B,—Aliiiolwdon ái: Itrciopdo encarnado. un salto de cincuenta años El paseo te cansa, el lujo te fastidia, aborreces los bailes, sólo buscas la soledad para entregarte á cavilaciones misteriosas Ahora mismo estás luchando con !a contrariedad, por haberte dicho esta mañana que me acompañes al concierto de los Condes de Rota ¿No es verdad? — E s verdad, mamá : ya ves que soy franca, — ¡Oh !—gritó irritada la Condesa,—Lo que tú eres, hija mia, es insufrible Vives llena de preocupaciones, que yo quiero arrancar de tu alma una por una Cualquiera diria que te causa enojo la presencia del que ha de ser tu prometido —Mamá, mamá—interrumpió Adela con viveza,— ¿quién ha de ser mi prometido? —-¡Cómo! (¡Lo ignoras? ¿Te burlas? El hijo único de los Condes de Rota ; Julio Armando de Carvajal y de Saavedra ¿Quieres mas señas? — ¡Ahj n o ! Pero lo ignoraba Ahora que O.—Adorno de pasa manen a. me lo dices, te ruego que contestes categóricamente : ¿es verdad ? —Pero si, querida niña ¡Es un joven encantador el Vizconde de Rota! •. Xadie se presenta como él en las tardes de Hipódromo; nadie guia ufl j óri^iiA ni maneja un fogoso potro andaluz con tanta gi-aciay soltura Ade- ! mas, tú sabes que es un noble auténtico, un noble de antigua raza, que . tiene los cuarteles de su escudo tan limpios como ios del primer grande de jl.—Vi;sl¡di> jiara ninas de 2 á j a n o ^ España Y esto nos dará mucha importancia De] a alera, — I Mamá, mamá! {Expüc. y pai , iiüm. Y. figs. aj á 27 — Escúchame bien : nos ha acompañado á Gijon, y su padre también de la Haja-SupleniuQti>.> ha llegado hace tres dias Desde que te vio en el Real, cuando nos le presentó el general X^*'", observ-é que te obsequiaba con distinción caballerosa j luego, me habló de su amor, de la dicha de ser tu esposo y algo mfl T.—Adorno de pasaiDODeríB. N.—Adorno d t pasarnaacrta 1; '¡^)(^^:^:-!^:-'}^../ 8.—Adorno de pasacnaneria. LA MODA E L E G A N T E , P E R I Ó D I C O DE LAS FAMILIAS, H . — A b r i g o lie pono y terciopelo, üspalda, 1 4 . — P a l a tú para niños de i o anos, Delanlcio. iO.—Traje para nillos de •: anos. dijo también de tus desdenes E x c u ' o decirte cjLie yo me apresuré á ofrecerle esnevanzíis, contando, por supuesto, con la aprobación de tu papá '\Qué feliz serás con un hombre tan adorable! Adela, ruborizada y confusa, bajó la cabeza; Eugenia comenzó otra vez á pasársela mano por los rizos de su frente, para mirar con disimulo á su hija. Al cabo de un rato de silencio, vVdeía preguntó : — ¿Sabes cuándo viene papá? — N o tardará muchos días ; su carta de H . — P a l e t A para -.ñRos de 8 aOM, DelanlcTo. 1 5 , — P a l e t o paya ni flos de l o aflos. espalda. 11 £ S.—Abrigo de pnfio y lerdopelo. Delnniero. l o . — T r a j e para nidos de ; aflos. 1 8 , — P a l e t 6 para niños de 8 aJIos. Ei^palda. (ExfUc. y fai; • o . — T r a j e de recibir. Delantero, nüm. III, fiss., 12 á 15 di fa Hoja-Suplemento.) S 3 . — C a p i l a (dinii¡Jeííí'¡ para n¡fio5 puguefias. Espalda. ^Exf!/i^. y fat., nú'". IV, fígs. 16 d : o di la Hoja-Suplemento.) • 1.—Traje de recihir. Espalda. (Kx/-¡r'c. y pat., núiii, III, figs. 12 á 15 de la Hoja-Suplemcnlo.) LA MODA ELEGAPÍTE^ PERIÓDICO DE LAS FAMILIAS, »fl.—Ve=ii(lo de baile. B8.—Traje de terciopelo y raso negros, 13 li LA MODA ELEGAISITEJ pEt^ióDico DF. LAS PAMILIAS. — I Bien venido, caballero! —exclamó Eugenia, ofreanteayer está fechada en Amsterd .m ¿Por qué esa preciéndole su mano. gunta? — N o quisiera ser importuno , señora. — P o r que Di. mamií, i expondrás á papá ese proyec— ¡Qué disparate! Usted nunca lo será en esta casa to que lias ¡marinado, ánles de regresar á Madrid? aquí, en el sofá, á mi lado... —1 Ya lo creo! eti cuanto Hegue á Gijon ¿No ves que Le suplico que tome asiento ¿Cómo están los papas? el Conde de R o t a , el padre del Vizconde, ha de esperar con anhelo la contestación definitiva de tu papá? — Muy bien , gracius Deseando que llegue el momento de tener el honor de saludar á V. y á la hermosa AdeLa Condesa miraba á su hija con recelo ; Adela suspendió la ¡Ah señora! [Cuántas dificultades hemos vencido la labor que habia tomado a] empezar la conferencia, y apoyó la fretite en su mano derecha. para que el éxito del concierto de esta noche corresponda á nuestras esperanzas Luego, en actitud arrogante, como quien adopta resolu— Lo comprendo ¡ En una población como ésta ! ción incontrastable, aiTOJó el delicado crochel en un lindo canastillo de paja, tomó una flor, aspiróla con fuerza y ex~ Cabal Por supuesto, mis papas han contado con la clamó con frase enérgica : habilidad y el buen gusto de su hija de usted. — Gracias, Vizconde, gracias ¡Si es lo que yo decía — P e r d o n a , mamá; pero debes decir también á p a p á q r c hace poco! Mi hija es una jpya de valía inapreciable en yo no amo, que no amaré nunca al Vizconde de Rota. un concierto Permítame V., Vizconde : voy á llamarla La Condesa dio un saltó en la butaca, como s¡ la hubiera picado una víbora. y o misma, Y Eugenia, levantándose con ligereza y entreabriendo —I Qué dices? i Que dices?—gritó, la puerta de la sala, gritó en alta voz : — Que no puedo ser esposa de! Vizconde de Rota Ni — ¡Adela, Adela! más, ni ménoa. — Voy, mamá — se oyó decir, con tembloroso acento, á — Adela, Adela ¡no quiero comprenderte! la afligida niña. — K a d a más sencillo : creo que me permitirás dispcnei Y cuando la Condesa volvía á sentarse al lado del Vizde mi corazón conde, se presentó en la sala el ayuda de cámara, llevando — ¿Y la obediencia? Porque tu mano es nuestra, es en la mano derecha una bandejita de plata. de tus padres Sobre la bandeja se veía una carta, en sobre de ancho —Y mia también, mamá Pero prescindiendo de mi derecho, tienes muy buen talento para no conocer que me , filete negi'o y timbre de Correos de Francia. Eugenia tomó la carta, y no pudo menos de exclamar al entregas á la desgracia dando mí mano y mi vida á un leer el sobrescrito : hombre que no amo — ¡ .Tesus ! Es de m¡ marido ¿Me permite V., Viz— ¿Caprichos románticos? conde? — N o te burles, y escucha : t u n o debes pertenecer áesa — Señora clase de gentes para quien el matrÍm:mio figura entre las — Supongo lo que significa el filete negro —añadió la especulaciones licitas, como si fuese papel de comercio que Condesa sonriéndose: — algún mal negocio de Bolsa, ó en se cotiza en la Bolsa de la sociedad á menguados precios el Casino ¡ Si estos banqueros no tienen corazón! Si pertenecieses, por desgracia mia, á tal clase, te haría En aquel momento se piesentó Adela en la sala, y saluesta pregunta : dando mi mano al Vizconde, á quien no dó con dignidad al Vizconde, puedo amar, ¿qué va á ser de mi vida? ¿Quién me asegura Eugenia rompió el sobre, desdobló el pliego y comenzó la dicha de esposa, cuando mi corazón la rechaza? á leer — T ú misma, infeliz. De p r o n t o , sus facciones se contrajeron, abrió los ojos — ¡ A h ! eso no lo entiendo: si le amase, convenido; desmesuradamente, exhaló un grito y cayó desplomada. pero si ya te digo que no le amo, que no le amaré nunc;i... -—¡ Socorro, socorro! — gritó Adela, — El Vizconde no exigiria tu amor; sólo pide tu mano... El Vizconde tomó la carta y leyó lo que sigue : — i Dios mió, estoy metida en una red de laberintos f... «Eugenia ; Estoy arruinado y no tengo valor para soEso tampoco lo entiendo : ¿no te parece que mi mano es brevivir á mi ruina inseparable de mi amor? ¿Quieres que sacrifique á un »Cuando leas esta carta, no existiré. hombre que sólo me inspira desden, quizá lástima, mi cosCuida de mi hija, y las dos rogad por vuestro esposo y razón, mi libertad, mi ventura? ¡ Oh, eso seria insensato! padre,—Ainhyos-io.» Perdóname, mamá. El Vizconde de Rota quedó como anonadado. La Conciesa dirigía á su hija miradas de asombro; parecíale imposible que aquella niña, tan delicada y tímida al parecer, tuviera fuerzas y razones para oponerse á la voluntad omnímoda de sus padres, P e d r o , el infeliz P e d r o , llegaba en aquel instante, desAdelii añadió, fijando en Eugenia uiui mirada peneencajado, lívido, con paso trémulo. trante : Habia leido la terrible noticia, hallándose en el Casino, — Ademas, estoy segura de que el Vizconde tampoco en un periódico imprudente : el Conde de Alto-Sueño, cume ama, ni me amará. yos negocios estaban sostenidos por el crédito, desde hacía largo tiempo, no pudo realizar en Amsterdam un cuan— N o lo creo — respondió con indiferencia la Condesa de tioso empréstito que solicitaba, y para colmo de mala Alto-Sueño. suerte, los tapetes verdes de Spa y de Biari'itz habían de— P u e s créelo, mamá. vorado en pocos dias los postreros restos de su fortuna. —Y después de todo, Adela, el amor en este caso especial, de mutua conveniencia, es innecesario, es inútil : tú P e d r o , saltando por encima de todas las conveniencias eres rica, muy rica pero tu nobleza, tu ejecutoria es de sociales, corrió á consolar á la Condesa y á enjugar las láayer, y no te concede el derecho de levantar la frente al grimas de su amada. nivel de la orgullosa aristocracia de la sangre El VizconPorque el Vizconde de Rota, después de prestar los pride, en cambio, desciende ¿qué sé yo? Esto es lo que nos meros socon'os á las dos afligidas señoras y dejarlas a! cuidado de sus doncellas, salió de la casa con semblante falta, y lo que debemos buscar á todo trance — M a m á , mamá —replicó la niña con exaltación—¡eso apenado y diciendo en sus adentros : es más indigno todavía! Comprende que serla infame la — Por desdicha mia, queda abierta la escritura de depóventa de mi dicha, d e mi honor tal vez, á cambio de viejos sito pergaminos que nada me importan y que el moderno progreso desdeña j N o tengo un nombre respetado? ¿Por Adela es hoy esposa de P e d r o , y madre de dos hermoq u é , mamá, quieres sustituirle con otro, á riesgo de la fesos ángeles. licidad de tu hija? No me hagas la injuria de creer que La Condesa, que ha perdido ya su antigua manía de fime parezco á esas mujeres que fabrican del matrimonio una gurar en primera línea en la sociedad elegante de la corte, especie de pantalla para cubrir sus ligerezas Yo no soy suele tornar en sus manos las rubias cabecitas de sus nieasi; anhelo la paz del ahna, la dicha del corazón, las dultos y decir á éstos con voz cariñosa : zuras de la familia ¿Cómo he de tener todo esto, siendo —^ Hijos mios : la mejor nobleza es el trabajo; la virtud esposa de un hombre á quien no amo y que n o me ama? más sublime, el mejor título. ¿Habré de caer en la tentación de imitar á aquellas mujeres? Habré de exponerme á rodar por la pendiente resbalaAñadiremos que el Vizconde de Rota consiguió, por fin, diza del abismo? Lo repito, mamá, no daré mi mano al Vizcancelar la escritura .de depósito : casóse con la hija de otro conde de Rota. banquero, más afortunado que el Conde de Alto-Sueño, y derrocha alegremente el cuantioso patrimonio de su esCalló Adela, y sin fuerzas para dominar la emoción que posa. la embargaba, rompió á llorar amargamente. EusEBio MARTÍNEZ DE VEI.ASCO. La Condesa no se conmovió; conociendo que se habia colocado en terreno falso al empeñar el debate con su hija, tuvo la habilidad de callar; y al cabo de algunos minutos de silencio, se dijo : CORRESPONDENCIA PARISIENSE. — ¡ B a h ! Esperaremos á mañana E n el baile de esta noche te volverás loca SUMARIO. Y se levantó para salir. Adela alzó la cabeza, enjugó sus lágrimas y quiso abraFin de ano desMlroso. — L a quincena de las compras. — Lo5 grandes aliimccncs, — E l pasado. — La ilahon áu ckat qiii pthitt. — Una iisiolo^a de los zar á su madre; pero la Condesa, adoptando esa actitud j^randiís bagares. — I-o (|ue se come en ellos.— Los dependientes, las ladro- • estudiada del que espera un saludo y no quiere ser el • as. — U n a historia peregrino. primero en indicarle, echó á andar hacia la puerta de salida. — Hasta luego, mamá — m u r m u r ó con voz desfalle^jT^rwp^JERRiKLE herencia nos ha dejado al espirar el cida la pobre Adela. í p ] 3 4 | [ í í J « año de gracia de 1S83 I Muertes de hombres J Í V í y l / ? ; , - 1 ilustres en la flor de su edad, inundaciones, 1,5^ quiebras, desastres de todos géneros. Dirlase Acababan de sonar las tres de la tarde. ;"* que la sociedad está amenazada de una de Pedro no habia vuelto á llamar en la persiana; Adela, '*^ esas crisis espantosas que se anuncian por pensativa y llorosa, no pensaba en vestirse para ir al baño; medio de catástrofes parciales, bien así como á la en las habitaciones interiores resonaba de cuando en erupción de un volcan preceden ruidos aterradocuando la voz d é l a Condesa, que dictaba órdenes con acenres y relámpagos de fuego. to breve é imperioso, y los pasos de las doncellas, que se :'^ Y sin embargo, nadie diría que estuviésemos en apresuraban á cumplirlas. vísperas de un peligro cualquiera al contemplar el as— i El Sr. Vizconde'de Rota I — anunció un ayuda de cá- pecto de París en la quincena que acabamos de atravesar. mara, apareciendo en el umbral del salón donde estaba Eu¡ Qué afán , qué pasión, qué delirio de compra y venta! genia y abriendo las dos hojas de la puerta. Lujosamente ataviados, atestados de mercancías, vistoEl joven Vizconde entró en la estancia, y saludó con sos, luciendo en susescaparates juguetes, libros, telas y obprofunda reverencia. jetos de todas clases, que sirven de anzuelo para el público, los grandes almacenes. Humados de novedades, atraen, como enormes embudos, á 1;LS mucheduntbres sucesivas, que pasan mudas de sorpresa, y se agolpan, se empujan, compran y salen con la cabeza congestionada y uno ó más líos debajo del brazo. E s !a quincena pasada laquincena délos regalos, laquincena de las compras. — ¿Qué es lo que se compra en esos dias? — me dirá usted. — T o d o , todo lo que está de venta. Y en París hay tan pocas cosas que n o estén de venta A este propósito conviene citar un ingenio curioso y observador, que ha esciito un volumen entero sobre lus Grandes bazares de París, sobre esos docks inmensos, cuyos bastidores son tan curiosos como los de la Opera; cuyos sótanos encierran una maquinaria tan sorprendente como la de los sótanos de wn teatro; especie de ciudades ó cindadelas dentro de la ciudad ; cuarteles formidables donde la luz eléctrica hace ¡as veces del so!; donde unas carnicerías colosales se hallan establecidas cerca de los mostradores ; donde doce mil raciones — ¡ doce mil! — se consumen en veinticuatro horas; donde un ejército de muchachas bonitas y dependientes de buen apetito devoran, por término medio, en una semana, diez vacas, cuarenta y dos terneras y setenta carneros. Y no se crea que exagero. H e tomado los anteriores guarismos del estadista indicado, que ha debido beber en buenas fuentes. No se manejaban las mandíbulas con más actividad en las bodas de Capiacho que en estas mesas ^/2?'gantue^cas, en que millares de personas absorben semejantes pedazos de carne. No me sorprende que el novelista moderno haya querido mostrar, después de la Matson dii chai qui pchflle, de Balzac, después de la humilde y oscura tienda del pasado, el gigantesco almacén de nuestros dias; como si dijéramos, el aplastamiento del ratoncillo, que roía su avellana en el negro agujero, por el pié del elefante que pasa. La vara de medir ha desaparecido ; el hortera no existe ya. El dependiente de novedades, activo y breve como un dependiente de agente de cambio, toma las órdenes de un parroquiano como si se tratara de una operación de bolsa. L^n provinciano, que viene á ver los monumentos de París, desdeña los museos por los grandes bazares. Los escaparates de un almacén de novedades constituyen, para el extranjero, la sorpresa, el encanto, la tentación, como en otro tiempo e! Palais Royal. Hasta el Bosque de Eoulogne se ve postergado en beneficio del Almacén. Esos caravanserrallos, japoneses y ameriainos, turcos y yanJices, y por encima de todo, parisienses, tienen su población especial, su publico, no sólo de parroquiaijos, sino de desocupados, de paseantes; tienen su policía para vigilar á cierta clase de señoras—verdaderas señoras á veces — que roban por manía, por el placer de robar. La enfermedad de estas infelices tiene su nombre científico. Y no es en ^verdad, como creen algunos, un puesto de honor el de agente especial de policía de un almacén de novedades. En un año —1881—las detenciones por robo en esos almacenes han ascendido á cuaíro mil. M. Jacob, el antiguo jefe de la seguridad pública, es inspector con sueldo de uno de esos inmensos docks. Las detenciones de este género ofrecen casi siempre ciertas dificultades. Las delincuentes protestan , diciendo haber pagado lo que se llevaban. Las extranjeras amenazan con su embajador. Otras exclaman : — ¡Yo soy la Condesa de X.!,.., ¿Cómo se atreve usted? Hay que sorprender á la ladrona con la mano en el sacOj ó con el saco en la mano. ¿Quiere V. conocer el estado social de más de una de estas criminales, histéricas ó de otro género, que roban por antojo ó por ofició? El libro en ctiestíon contiene revelaciones importantísimas sobre esta parte especial de la vida de París. E n t r e las detenidas, advierto la señora de un alto etn' picado, de veintiocho años de edad, por robo de dos corbatas; una baronesa rusa, por robo de perfumería; la Condesa de la P , por robo de una mantilla y varios cupones de encaje; la propietaria de un almacén de novedades de provincia, por robo de diez pares de guantes y de se:s metros de raso (sin duda como muestras); la señora de un oficial superior inglés; dos maestras de escuela ; una directora de coireos; varias sirvientas de café, y, finalmente, 13 hija natural de un rey, detenida por haber robado unos saquitos de perfumes. Con frecuencia, en vez de entregar esas desgraciadas 3 los tribunales, se les impone una fuerte multa á beneficio de los pobres. L a hija del soberano pagó 10.000 francos poi' el derecho de no leer su nombre en los anales judiciales. Pero otras, que tenían, sin embargo, un nombre ilustre que salvar, han robado dos veces la administración. Ejeni' pío ; una señora, cuya historia es peregrina. La Sm. Condesa de X., de treinta y seis años de edad,, muy linda, propietaria de un gran ckátmu de las cercania? de París, fué detenida por haber robado por valor de 54,7; francos de mercancías. Habiendo confesado el delito, se le presentó un papel, y el jefe de la policía le dictó la confe' sion siguiente: «La abajo firmada declara haber robado á los almacS' nes de »Una mantilla, 32 francos. »Un cupón de seda, 20 francos. » Un par de guantes, 2,75 francos. » Y autoriza al director de los almacenes de á hacer un registro en mi domicilio.» Después de haber firmado tan comprometedora declara- ) jliA MODA E L E G A K T E , :ion, la dama se puso á llorar amirí;amente, comprendienlo ias consecuencius que semejiínte revelación tendría para -'la. —No se desespere V., señora, le dijo entonces uno de J^s administradores. El día en que nos traiga V. un recibo íe mil francos, entregados á la caja de los pobres del distriS- yo te etitrcearé, en cambio, la declaración que acaba de ^ ¿ E s posible? Se lo prometo formalmente, señora. —Mañana los mil francos quedarán depositados en la alcaldía del distrito, Pues mañana ese papel os será restituido. ^ l A h ! gracias en nombre de mis hijos,caballero. ~~C»racias en nombre de los pobres, señora. -^hora bien, la Condesa de X. no ha vuelto á los almace"'^s de Excusado es añadir que los mil francos no fueron recibidos en la alcaldía. Los administradores de los almacenes en cuestión no se han atrevido á llevarla li las triburi^les por respeto del nombre ilustre que lleva. La dama se había fiado, sin duda, de este respeto. X. X. Paris. [I tle Enero tf ¡YO SOY MORENA! A LAIDA. . Yi> si)y ardienle, yo K07 murena.; Yo soy ul símbolo de la pasíoü ; D i áíisii» de ROCES mi alma está llena ; ¿A mi me busc.Ts? psi^róDico DE LAS p Cuando yo adoro, Jamas olvido; Cuando idolatro, ' Deliro ciega ¡ Por eso siempre Busco en el pecho De] que yo adoro Pasión eterna. Fuego en los ojos, Luz en el alma, Y algo d¡\-ino Que m e comprenda! .j Yo soy la idea que tú te finges? ¿Yo soy acaso con quien tú sueñas? ¿A mí me llamas? i A mí me buscas? 41 De ansia, de goces mi alma está llena!» Si eres morena, si eres ardiente , Si eres el símbolo de la pasión. Si de ansia y goces tu alma está llena, Si el fuego intenso, devorador. Brilla en tus ojos , que se desmayan Al rayo ardiente de la pasión Mi ideal tú eres, la única y sola Que en mis delirios soñaba yo. I A tí te llamo ! ] A tí te busco! ¡ V é n , Laida mía, tú eres mi amor ! EUCARIO VlLLA>nL. México I Yucatán, Mériila, iBSí. Bajo el ardiente Cielo dei trópico Y á la luz tibia D e sus estrellas, E n t r e cendales De nácar y oro Meció mi cuna , Brisa ligera; Tuve de alfombras A n t e mis plantas Los blancos'lirios De las riberas; Por cantos tuve, Que me arrullaran. Los dulces trinos Del ave inquieta, Y el sol hermoso De nuestro cielo Tiñó mi frente De color perla ! i Yo soy la idea que tú te finges ? ¿Yo soy acaso con quien tú sueñas.'' ¿A mi me ¡lamas? ¿A mí me buscas? *¿Yo soy ardiente, yo soy morena?» La hirviente lava D e los volcanes Siento que inflama Mi corazón; D e mis pupilas La luz intensa Despide el rayo Devorador; N e g r o s , muy negros Son mis cabellos; Negros, muy negros Mis ojos sonj Soy vaporosa Como las náyades • ' Como las palmas Lánguida soy ¡Habrá otras bellas, Pero ninguna Q u e ame en el mundo Como amo yo ! ¿Yo soy la idea que tú te finges? ¿El sueño eterno soy de tu amor? i A mi me llamas? ¿A mi me buscas? < ¡ Yo soy ei símbolo de la pasión !» Son mis encantos Irresistibles; Fascino á todos Con mi belleza; Volcan de amores Llevo en el pecho, Sueños y goces. Ansias perpetuas; Cuando yo quiero. Venzo imposibles; Cuando yo a m o , •' Amo de v e r a s ; CUENTO MARAVILLOSO. ! ^ — r-'-iO he conocido casa de hutíspedes, ó para víf'-^ huéspedes, como la de D . ' Consolación, '"•*^ Ni patrona como D.^ Consolación. Ni hija de patraña como la de D.^ Consolación. Aquella casa era un palacio en pequeño. Aquella patrona era una señora en grande ó en grueso. Aquella joven de diez y nueve años de edad y cuatro de andaluza, por consejo de su madre, era una hermosura, no griega precisamente, sino alcarreña, según confesión explícita de su padre, que había sido empleado en Cuba, pero empleado de importancia, muerto en el ejercicio de sus funciones. Por esto decía D.' Consolación que su esposo había sucumbido en defensa de los intereses de la patria. N o contentándose con ser la viuda d e un funcionario d e la clase de paisanos públicos, había declarado á su difunto brigadier de caballería. Así era que la muchacha no sabía positivamente de qué clase social procedía, por más que el padre, á quien reconoció como tal, fuese paisano y nunca hubiera dado muestras de brigadier, ni de cabo siquiera. Sus instintos fueron siempre pacíficos,y lo hubieran sido muclio más si no tuviese que tratar con su esposa. La patria de D." Consolación era un mistei-io; no se sabia si procedía de Granada ó de Navalcarnero. L o q u e si se sabía era que D . ' Consolación, en cuanto murió su esposo, se trasladó á la Península, después de malvender, según decía, una riqueza en tnobiliario. — E s preciso pensar en el porvenir de esta n i ñ a — s e dijo; — y como en ninguna parte mejor que en Madrid puede hallar acomodo decente y digno de ella, nos trasladaremos á la Nt'criipoli. E s de suponer que D . ' Consolación quisiera decir «Metrópoli». Pensando eri procurarse medios para sostener, sí no el antiguo esplendor, por lo menos la representación social correspondiente á la viuda de lui brigatiier desconocido, ó de un brigadier del otro m u n d o , decidió la buena señora fundar, no una obra pía , si que una casa de lujo para pupilos de lujo. Con el dinero que la quedaba, y contando para ei por\'enir con el crédito, en tanto que afíuian á su casa principes transeúntes, generales forasteros, títulos eiTantes y lores viajeros, acometió la empresa. Estableció su industria en una casa situada en una de las principales calles de Madrid ; anunció, con p u d o r , en varios periódicos, la apertura solemne, y habló á cuantas personas conocía para que la mandasen á su casa los banqueros y personajes distinguidos que cayeran á mano o q u e cayeran en esta capital de todas las Españas, en otros siglos, de la España que nos queda, en el presente. Pero el tiempo trascurría, y no llegaban á las puertas de la gran Pc¡im»¡ univcrseUc más que algún estudiante, á quien agradaba ei sitio y el aspecto que presentaba el nuevo establecimiento para pupilos; tal cual oficial del ejércit o , ó cualquier periodista ó empleado con poco sueldo. — ¡Cómo está Madrid I — exclamaba D.'' Consolación, en vista de que no veía entrar por las puertas de su casa más que personas de escasa significación en el gran mundo. Las aspiraciones de la viuda se reducían gradualmente, conforme avanzaban los días y las semanas y se cumplían los meses para el pago del al([uiler, que no era tan insignificante como los pupilos que !<t salían. Ya no peília príncipes rusos, ni lores ingleses, ni capitalistas judíos ó judíos capitalistas; se hubiera conformado con un senador del reino, primeramente; más larde, con un senador extranjero; después, con un diputado de la mayoría ó de la oposición,y así sucesivamente. Pero como la fortuna es caprichosa, y cuando menos piensa el hombre, ó piensa menos la mujer, se presenta IHILIAS. 15 tJna de esas ocasiones para levantar la cabeza de golpe, llegó cierto día, fausto en !a historia de las instituciones de lia casa de pupilos y de las pensiones unixicrsdks, en el que iiJ." Consolación vio entrar en su casa á dos personas im•"portantes, A un mismo tiempo anunciaba uno de los criados á un caballero joven y elegante, que solicitaba una habitación, y á un señor extranjero, que parecía c h i n o ó japonés, y que llevaba idéntica pretensión. Doña Consolación dijo á Etclvina, su hija : —-Corre á vestirte ; que si te ven así, de trapillo, van á formar mala opinión de nosotras. Etclvina obedeció. — Que pasen esos caballeros — añadió D." Consolación, dirigiéndose al criado. Un momento después aparecían en la puerta del foro el joven y el japonés, q u e , á pesar de su nacionalidad, también era joven. Habrán VV. observado que á los europeos todos los chinos y tos japoneses nos parecen usados. El joven saludó y manifestó á la señora su deseo. — ¿No llevará V. á mal que le moleste preguntándole el nombre de la persona á quien tengo el gusto de saludar? — N o , señora, y es muy justa la pretensión ; Raimundo X , comisionista de la casa Tal de Barcelona. — ¡ Ah !—exclamó sin poder contenerse D.^ Consolación —creí que fuera V. otro. — ¿Otro?—-repitió con extrañeza el joven. •—• SI, o t r o ; pero es igual; basta que haya tenido la amabilidad de venir á honrar esta casa; no quiero que se moleste en buscar más, y Doña Consolación, escarmentada por la ausencia de pupilos durante dos meses y medio, no quería perder los que se la presentaban. El joven no comprendió el significado de las palabras de la patrona, ni se cuidó de ellas tampoco. — Lleva á ese caballero á una habitación— añadió la señora, dirigiéndose al criado ; — y a sabes, que elija entré las desocupadas. Y por lo bajo le advirtió : — Al gabinete del comedor, ¿eh? No tiene trazas de tirar el dinero. Después preguntó al japonés; — ¿ Y usted ? El extranjero respondió por sefias que deseaba hospedarse en la casa, — ¿ C ó m o nos vamos á entender con este tio P—exclamó doña Consolación. El japonés sacó de un bolsillo una tarjeta, en la que se leía un nombre que parecía la expresión de un estornudo en lenguaje imitativo. ChhiL-Aickis-Ckinn. Y debajo: «Representante interino del Celeste Imperio en Málaga, general supernumerario en Pekin, y baibero del Gran Señor.» — ¡ Qué barbaridad l-^mu'rmúró D.* Consolación.— É s t e hombre es el reparto de un d r a m a : ¡general, ministro, barbero ! Lo de barbero será equivalente á uno de esos cargos que hay en palacio entre los europeos ; cargo honorífico, es ctai'o; si no, ¿cómo habían de hacer en China, ni en otra parte, ministro á un barbero que ejerce? El chino fué instalado en la mejor habitación de la casa. — ¡ E s lástima que ese hombre no pueda haoíar, porque, aunque le gustara la chica, no sabría decirla : «Buenos ojos tienes.» Pero eso es lo de menos; como él sea persona distinguida y se enamore de Etelvina, yo te híyé romper á pronunciar. Después dijo al criado ; — Toma esa tarjeta, y ya sabes que todas las caitas que vengr^n para ¡At chis! debes recogerlas y entregarlas á ese caballero, que no es japonés, sino chino y muy chino. — ; Y cómo nos entenderemos con él? — Ya lo veremos; se le acostumbra á que salga al comedor para almorzar y comer, al toque de campana; ya verás qué pronto aprende; y para cualquiera otra cosa, éi se explicará. — H e oído decir que esos chinos tienen gustos muy raros—.apuntó el doméstico. — ¿A tí qué te importa? — A mí n a d a ; . p e r o como dicen que los chinos comen mucho arroz — Mejor; es comida barata. — Y perros asados. — i ¡ Perros !! ¡ Jesús, que asquerosidad ! Pues en mi casa no se come perro; lo más que consiento es que se dé gato por liebre; pero comer perro Doña Consolación dió cuenta á Etelvina de la llegada de los dos pupilos. — Ya tenemos dos — le dijo, — d o s ; y uno de ellos, de ' precio; vamos, de los caros; un embajador interino de China en Málaga : el otro es un cualquiera; un comisionista de una casa de comercio. Nada tengo que decirte; cuidadíto con que hagas caso de flores ni de majaderías; particularmente del comisionista. — Está bien, mamá — respondió la niña. Los días pasaron, y el conflicto previsto por D." Consolación llegó. E l comisionista vio á Etelvina, y como la chica, en verdad, tenia que ver, poique era muy guapa y muy mona, en lo cual no parecía hija de su madre; y como éi era admirador de las bellezas de forma, y artista por atícion, aunque ejerciera de comisionista, i'esulto que insensiblemente fuese enamorándose el muchacho de la muchacha. Del chino se suponía, porque aun n o había roto á hablar en castellano, que también admiraba la hermosura de la chica. Por señas lo había manifestado así á la interesada y á ta madre, que era muclio más interesada que la niña. — ¿Has observado cómo te mira el embajador? — preguntó ¡a madre a l a hija. — SI, mamá; me asusta. 16 LA MOOA ELEGAI^TEJ PEI^IÓDÍCO DE LAS FAMILIAS. — ¿Y qué te parece Su Excelencia: — E s t a bien. pelo negro j ' a d o r n a d o con lazos de raso color dr rosi !'"• — Uno de esos muñecos que tienen en los despachos de — A u n q u e esté bien, mejor está el Sr. Atchis, y no le los hombros. Manga corta, ribeteada de un rizado c;¿! iv.'^'> ]a Compañía Colonial. quieres. mo raso. Falda corta de faya color habano, guaniecid.i ^^\ — Pues no sería feo si pudiera aclararse e! color; es gra— Digo que te obedeceré en t o d o , menos en casarme un bies ancho de terciopelo negjo. Delantal de niusiÜu^'! cioso y debe poseer una fortuna colosa). Ya ves qué trato con ese hombre. ribeteado de un encaje y una cinta de raso. se da. — Me comprometes. N ú m . 2. Traje Luis XIII. Chaqueía-jnbon de raso nC' Asi continuaron las cosas durante algunos meses. — ¡Mamá! gro, con manga ancha guai-necida de galón de seda gi'J' E l comisionista habia asentado sus reales en Madrid, y —;Cómo le digo yo á ese personaje ; «Mi niña n o le quiere piafa. Alzacuello de acero. Gregüescos sujetos por debaj' n o acertaba á salir de la capital ni de la casa de doña Con- á V. por feo»? de las rodillas y adornados de encaje. Traje de raso gris p'^' solación. Afortunadamente, no se vio la Sra. D.* Consolación en t'a. Sombrero de fieltro del mismo color, con pluma encflí^ nada. Medías y zapatos negros. Pagaba religiosamente sus mensualídadeSj al precio que semejante aprieto. quiso fijarlcr).' Consolacicn. E l mismo Chin la libró del duro trance d e inferirle tiíl N ú m . 3. Dama <ie la Edad Media. Vestido de terciopelíli ofensa. En cuanto al embajador chinesco, ya era otra cosa. verde, corselillo escotado del mismo terciopelo, y camiseta) En el siguiente día, y cuando Hegó la hora d e almorzai", Desde que llegó á la casa de pupilos de lujo, no habia bulíonada de muselina, atravesada con cintas d e terciop^'! el criado que servia á los huéspedes eji la mesa repicó la enseñado siquiera una moneda de su país, ni española; al lo encarnado. Manga acuchillada de raso blanco. Falda ^^\ contrario, de cuando en cuando se permitía sacudir vn sa- campana con suma gracia. debajo, de raso, con aplicaciones antiguas, encarnadas, ccl bíiizo á la patrona, para gastos de carruaje y demás que lor de rosa y doradas. Cordones de seda de los mismos cff\ Don Raimundo se presentó en el comedor. exigía analta reprefentacion. lores. Turbante de raso blanco y terciopelo encarnado, co"! E l chino no aparecía. una especie de visera de terciopelo verde. .' Golpeó el criado en la puerta de la habitación que ocuP o r su parte, la dueña de la casa no se atrevía á pedirle dinero; hubiera creido el ministro chino que no la inspira- paba el respetable personaje, y nadie respondió. Núm. 4. Tyovathr. Chaquetilla listada color de oro anlH ba confianza, y se habria ofendido justamente. — ¡Estará dormido I—pensaron unos. guo y morado. Calzas y gi'egüescos de la misma tela. Li'^ — ¿Se \\:Carkpiicslo malo? — dijo D . ' Consolación cuando Había obsequiado varias veces á Etelvina con dinero de mangas de la chaquetilla son d e raso liso morado. Gorí* su madre, ofreciéndola, ya un ramo de flores, ya una cade- se enteró del retraso del Sr. Atchis. morada y coloJ' de oro antiguo. nita d e oro chino {doublc europeo), y otras frioleras. — ¡ Habrá muerto !—exclamó el criado. N ú m . 5. Dama del siglo XV. Vestido ajustado, de taíl' P o r señas indicaba algunas veces á la dueña de la casa, — i Bárbaro I—replicó la dueña d é l a casa;—no digas eso. largo y caderas muy abultadas. Este vestido es de ras" q u e en cuanto le remitiesen el resto del equipaje, tendría •—Es que hay muchas muertes repentinas, y nada tenbrochado d e fondo blanco. Mangas bullonadas, m u y volu' el gusto de ofrecer á la niña y á su mamá regalos de cier- dría de sobrenatural. miñosas, de raso azul, con cintas doradas. Falda de rai'* ta consideración. azul, con bieses de raso v e r d e , oro y blanco. Los temores crecieron; golpearon todos en 'la puerta; D." Consolación le llamó por su nombre : Asi continuaron las cosas. Núm. 6. Escocesa. Camiseta plegada. Corpino de tercí^ — \ Señor Chin, señor Chin ! • E l comisionista declaró su pasión á la chica, que Jio se pelo encarnado enlazado por delante. Falda corta d e teli" manifestó desagradecida. Decidieron derribar la puerta ó romper la cerradura, é escocesa. Delantal corto de encaje. Flaid 6 manta echada hiciéronlo así. El chino declaró á la madre la pasión que ]e inspiraba la sobre el hombro izquierdo y plegada en torno de! talle. muchacha; pero en mímica. En las habitaciones no hallaron al chino. Llegó un momento en que D.' Consolación, consumidos Habia desaparecido. , ya el dinero y el crédito, hubo de acudir al chino para que Sobre un velador, en el gabinete, hallaron una carta, reARTÍCULOS DE PARÍS RECOMENDADOS. la diese alguna cantidad á buena cuenta. dactada con este laconismo ; Atchis n o comprendió ni una palabra. «Gracias por el buen t r a t o ; siento no poder casarme N o se habla más que de ünn-jinrcs, y se hacen de toda? Observó D.* Consolación q u e , cuando le pedían dinero, con la chica. La verdadera china ha sido V., señora; yo soy las hechuras. E n t r e los modelos que hemos examinado Ó nunca entendía Su Excelencia chinesca. un chino del propio Valdepeñas.» visto e.x;per i mentar, ninguno nos seduce tanto como '" Los apuros crecian. Doña Consolación cayó, en brazos de D. Raimundo, des- tourmire Pay^anne de la casa P . DE Pi-UWENT ( 3 3 , rué V^' mayada. E l comisionista ofrecióse con suma delicadeza á la patrovienne, P a r í s ) . na, que aceptó el ofrecimiento. — ¡Bribón!—gritó el criado—se va debiéndome veinlc Cosa es ésta que no asombrará á nadie, pues todas IfS P o r fin, se aventuró el joven á manifestar á D." Conso- duros de tabacos. clientes de M. de Plument saben con qué esmero y taleü' lación su amor por Etelvina, No se supo más de Chin Atchis Chin, to están ejecutados todos los modelos de dicha importante Aquello fué un tiro para la madre, que n o sabía cómo — ¡Después de la mímica que he empleado para entencasa : no es uno de esos bazares de la moda, donde cada neffarse á las pretensiones del comisionista. derme con él — añadió el criado—que parecía que estáarticulo se fabrica por millares, con más ó menos garantííi viaravUlosu! E l chino callaba respecto á este p u n t o ; pero, al fin, bamos representando siempre La Lámpara para los compradores. rompió el silencio : un día, después de almorzar, no como Como le encuentre, le reviento. En la casa de Plument todo se hace por encargo, cofl un representante del Celeste Imperio, sino como todo el Qué pasaría después, cualquiera se lo figura. arreglo á medidas estrictas, y en condiciones de calidad y Imperio Celeste, dio una palmadíta en un hombro á doña Yo no sé sí se casaron Etelvina y R a i m u n d o ; supongo solidez irreprochables. Ya sea corsé, tourmirc ó enagua^ Consolación, que no pudo contener una sonrisa de satis- que sí, todo es perfecto como corte y como confección. facción, como si ¡a hubieran hecho cosquillas en la nariz. EDU.'UIDO DE PALACIO. Nada es tan fácil como entenderse con la casa d e P l u ' — ¿Tiene algo que mandarme el señor embajador?— m e n t : basta pedirle por carta el Bohtin-giúa, que contiene preguntó muy afectuosa al señor de China, los dibujos de todos sus corsés, tourmeresy enaguas i n t e E l interpelado inovió la cabeza varias veces como signiEXPLICACIÓN- D E L F I G U R Í N I L U M I N A D O . ^ riores, y el precio á que se vende cada articulo. ficando que sí. .• % Después sacó de un bolsillo la cartera y d e ésta una TR..UES DE MÁSCARAS. cuartilla de papel y la entrego á la patrona. Para apreciar el valor terapéutico d e . u n producto far(Sülo eorresponde á las Sras. Suscritoraa á U J.» edición de lujo.) E n aquellas lineas trazadas en el papel, decía el chimacéutico, es necesario responde)- á las tres preguntas sinesco ; Núm. I, Suiza. Corpino con aldetas cuadradas por deguientes : I.* jCuál es la sustancia activa que forma su base? 2." i Cuál es el efecto de esta sustancia sobre la eco« E s t o y enamorado de su hija y quiero casarme con elía tras. E s t e corpino es d e pailo azul y va ribeteado de tercionomía, y por consecuencia, en qué casos deen chino, ó en caso de que ustedes se opongan á e s t o , por respetables consideraciones — b e recetarse.' 3.* ¿De qué manera se debe religiosas, me convertiré primeramente al preparar, y qué superioridad ofrece esta preespañol. ^^^^^^^ ^ ^ ^ ^ ^ paracion sobre las otras de la misma natu> E n mis equipajes vienen mis ricos vestíraleza ? dos d e seda bordados con oro y pedrería; mis A la primera pregunta responde el títuln. alhajasj que representan un capital inagoel nombre mismo del medicamento. La sustable;....» tancia activa del H i e r r o B r a v a i s es evidentemente el h i e r r o . Llegando aquí, D." Consolación suspiró com o para tomar aliento y reponerse de la emoE l h i e r r o obra sobre la economía como DE ción, y luego continuó leyendo ; tónico V a s t r i n g e n t e : reconstituye la sangre «Inagotable. E n Madrid he realizado ya aly le devuelve rápidamente el color que ha gunas compras, y hoy mismo me remitirán perdido, siendo, por lo tanto, el remedio más las cuentas; pagúelas usted, que no lo perdeheroico contra la aneuiia, la clorosis, y el corrá. Trajes á la europea y algunas friolci'illas tejo de accidentes nerviosos y oíros que acomq u e necesitaba. Para evitarme robos, traigo p'jfian á dichas dolencias. el dinero en letras y no podré cobrar hasta En cuanto á la preparación del H i e r r o mañana. B r a v a i s , por el hecho mismo de ladialésís, los médicos están de acuerdo cu ponerlo por s-Espero su respuesta : un amigo, iniérMEDALLAS EN LAS EXPOSICIONES UNIVERSALES encima de los preparados ferrugiiiosos de ¡a p r e l e , ha escrito esta carta para que pudiera misma naturaleza; lo soportan los estómagos yo entenderme con mi futura madre política. PRIMERAS RECOMPENSAS (867-1878 más debilitados, no provoca ningún jnalestar Chin Atchis » gástrico ni desarreglo intestinal. Después de — ¡Dios m í o , pagar cuentas — m u r m u r ó haber reconocido las virtudes de las aguas D . ' Consolación—cuando no tengo una peseEste vinagre debe su reputación universal y su incontestable ferruginosas, ¿se podría admitir que el h i e r r o t a i [Si D. Raimundo quisiera anticiparme s u p e r i o r i d a d s o b r e el a g u a d e C o l o n i a , c o m o s o b r e t o d o s l o s dialisado n o presente las mismas circunstanmás dinero I ¡Cal E s una falta de vergüenp r o d u c t o s a n á l o g o s , n o s o J a m e n t e á l a d i s t i n c i ó n y s u a v i d a d d e cias ventajosas? za volver á pedirle después de ¿Y qué le su p e r f u m e , s i n o t a m b i é n á s u s p r o p i e d a d e s s u m a m e n t e p r e c i o s a s contesto á este hombre? Hablaré i los q u e para t o d o s los usos h i g i é n i c o s . presenten la.') cuentas, y con la garantía de El V i n a g r e de JUAW-VICHNTE BULLY h a a d q u i r i d o , a d e m a s , mi casa .podré entretenerlos hasta que este PASTA EPILATORIA DüSSEE. . individuo reciba sus equipajes y cobre sus leu n favor tal p a r a el t o c a d o r , q u e basta s o l o p a r a e l o g i a r l o . Destruyendo los vellos que afean el rostro, tras y , • L a ú n i c a cosa q u e q u e d a p u e s q u e r e c o m e n d a r a l p ú b l i c o , esta preparación, absolutamente inofensiva, Efectivamente, los tiighsss^ú. chinó se prees q u e e v i t e las falsificaciones y q u e se d i r i j a n á l a s casas d e rejuvenece y hermosea de una manera sorsentaron uno tras otro, y D,' Consolación paconfianza. . prendente, (r, r u é J.-J. Rousseau, París.) g ó hasta donde pudo, aplazando el resto "para E X I G I R E S T E CONTRA. R O T U L O tres ó cuatro dias después. Habló á Etelvina en favor del embajador P A R í S . Corsets pour les modes actuelles. interino, y la chica se mostró francamente M.nii^s de Vertus sceurs, 12, r u é Auber,—Cettc hostil á semejante disparate. célebre maison est patronnée par l'élite des — Piénsalo bien—repetía la madre. dames de TEurope. — Estoy resuelíii—-respondía la muchacha —y si tú me quisieras, no me propondrías semejante sacrificio. Los dolores de estómago, las digestiones difíci— ¿Conque no te q u i e r o ? — p r e g u n t a b a les, la anemia, se curan en algunos días con el V É A S E X A N O T I C I A 4Í(J<^ V A € O X E L F R A S C O la madre c o n m o v i d a ; — b u e n o , haz lo que ELIXIR GRE2: con quina, coca y pepsina. (Medalla de los hospitales.) ParÉs, 34, rué de Brug u s t e s ; pero te advierto que no tolero que te yfere, y en todas las farmacias. cases con D. Raimundo. VINAGRE DE TOCADOR JEANVINCENT BULLY 6 7 , calle JMoiitorgiieil, eu P a r í s Imitreso sobre máuninas de la casa P. ALiUZET, Je Parts, coa Hiit«s de la fdbflca Lorilleux y C.:- (IG, ruc Suger, París). P-essi^adoB lodus los derechos de propisdad antslica y ü!arar:i. MADEJD. — Estabkciraíenlo ripogtáíico de los SuMáorps de Kivadeneyta, lui[irCSDrca ÚG ln ]L«al CiiEd. P e s s s d e San Vicente. 20. 1- ésim •m^' ^Moas?"" I. Siiiaa Z.LuisXlU 3,Dama Se 1 a Ed^d íuedia ^.Tr-obador Administrac'pu Carretas, IZ práJ ^yo-f-uin-íff'ff í'é- ^"'/^^ ' -''"ff"*" • ' B.üíima del Sig4ollV . 6, Escocescí