artes&letras Castilla y León N. 30. 29 DE OCTUBRE DE 2011 www. abc.es/castilla-leon.es LIBROS Las hojas volanderas de José Luis de la Huerga TEATRO La Celestina siempre regresa ARTE Hugo Alonso y las patologías visuales MÚSICA Salamanca baila con los Ballets Rusos Medina del Campo, cuna del libro Portada 500 años de la imprenta artes&letras SÁBADO, 29 DE OCTUBRE DE 2011 abc.es/castilla-leon E El Museo de las Ferias de Medina del Campo conmemora, en los albores de la era digital, el medio milenio del comercio de los primeros libros impresos en la localidad vallisoletana Por Antonio Sánchez del Barrio l 10 de abril de 1511 Nicolás de Piemonte publicaba en Medina del Campo la obra de Diego Rodríguez de Almela, Valerio de las Historias Escolásticas, primer libro impreso en la villa. De este modo, el «nuevo invento» se implantaba en Medina al amparo de las más importantes Ferias Generales de la Península, manteniéndose dicha actividad durante un siglo, a lo largo del cual se publican alrededor de medio millar de títulos diferentes. Con motivo de esta efeméride, la Fundación Museo de las Ferias ha organizado una exposición conmemorativa en la que se quiere resaltar la relevante condición de dichas ferias como uno de los más importantes focos españoles de comercio al por mayor de libros impresos en la Península, procedentes de las pioneras imprentas alemanas, francesas, centroeuropeas, italianas y españolas. En la exposición se muestra una importante colección de libros originales de los principales centros impresores de la Europa de los siglos XV y XVI, organizados en cuatro grandes capítulos. El primero de ellos está dedicado a «Los albores del comercio del libro impreso en Castilla», mostrándose incunables —varios de ellos miniados— impresos en Nuremberg, Basilea, Venecia y Colonia. «El impulso de los libreros de Lyon» es el título que encabeza el segundo capítulo de la exposición; en él se muestran ocho libros impresos en esta ciudad francesa — desde donde se exportaban considerables remesas de libros con destino a las Ferias de Medina— y otros cuatro procedentes de las imprentas de París. El tercero de los espacios lleva por título «La Europa de los libros» y en él se aborda el comercio de importación de libros procedentes de los principales focos impresores europeos, a través de obras procedentes de los Países Bajos —de Amberes de manera especial—, Alemania —de Maguncia, Colonia y Nuremberg— e Italia —de Roma, Florencia, Milán y Venecia—, mostrando un variado repertorio de impresos encabezados por uno de los grandes libros de todos los tiempos: la Crónica de Nuremberg. En el cuarto capítulo se trata “«l comercio del libro en Castilla», especialmente el de distribución desde Medina del Campo a las ciudades universitarias de Salamanca, Valladolid y Alcalá, y también a las de Burgos, Toledo, Madrid y Sevilla, con una mención especial a las exportaciones dirigidas al Nuevo Mundo. Cierra la exposición el capítulo dedicado a «Los libros de molde de Medina del Campo», en el que se hace un recorrido por las principales tipografías medinenses mostrándose magníficos ejemplares —incluidos el primero de 1511 y el último de 1608— nacidos en las imprentas de Pedro de Castro, Diego Fernández de Córdoba, Guillermo de Millis, Francisco y Mateo del Canto, Juan Godínez de Millis, Juan Boyer y Cristóbal Lasso Vaca, entre otros, junto con documentos mercantiles muy significativos de este pionero comercio del libro impreso. Junto a los libros expuestos, se muestra una escogida selección de obras de arte, también originales de aquellos tiempos y procedentes de las ciudades citadas, buena parte de ellas pertenecientes a la colección permanente del Museo de las Ferias. Dicha colección está formada por esculturas de 03 grandes maestros españoles como Alonso Berruguete (de quien celebramos este año el 450 aniversario de su muerte) o Gregorio Fernández; pinturas de artistas extranjeros como Adriaen Isenbrandt, Marcellus Coffermans o Segismundo Laire; grabados de Hans Burgkmair, Franz Hogenberg, Adriaen Collaert o Thomas de Leu; tapices y relieves procedentes de los reconocidos talleres flamencos de Bruselas, Amberes o Malinas; piezas de origen alemán procedentes de Nuremberg o Colonia; y magníficas pinturas que copian obras maestras italianas. Con ellas se quiere realzar el conjunto de libros seleccionados para conmemorar esta importante efeméride. Cuidadoso catálogo PARAÍSO RECOBRADO La exposición en torno a los quinientos años de la imprenta en Medina del Campo cuenta con numerosos documentos y originales de la época, así como obras de arte relacionadas con el mundo impreso, caso de este relieve de Santo Tomás (1695), obra de Tomás de Sierra Acompaña a la exposición un cuidado catálogo en el que participan reconocidos especialistas de la Historia del Libro que aportan interesantes novedades respecto al comercio del libro impreso en la Castilla del siglo XVI. Julián Martín Abad escribe sobre «Los albores del comercio del libro impreso en Castilla», incidiendo en las características de los primeros incunables que se comercian en la Castilla del reinado de los Reyes Católicos. Los profesores José Manuel Ruiz Asencio, Irene Ruiz Albi y Mauricio Herrero Jiménez, tratan sobre «Las compras de libros en Medina del Campo por Hernando Colón» pasando revista a los cerca de dos centenares de libros que el hijo del Almirante adquiere en las ferias medinenses entre 1514 y 1537, considerado a éstas como el mejor de los lugares donde reunir los fardos de libros que compra incansablemente en las librerías de toda Europa, para su posterior traslado a su célebre Biblioteca Colombina de Sevilla. Gerard Morisse, uno de los mejores conocedores de la imprenta lionesa, escribe sobre el papel decisivo jugado por las ferias medinenses en el comercio de libros entre Lyon y Castilla a lo largo del siglo XVI. A continuación, el profesor Dirk Imhof aborda — con interesante documentación conservada del Museo Plantin-Moretus— la importante comercialización de libros entre los Países Bajos y Castilla, haciendo especial hincapié en las importaciones llegadas desde Amberes. Anastasio Rojo Vega dedica su artículo a la consideración de Medina del Campo como centro internacional de distribución de libros. Por su parte, Clive Griffin se centra en las relaciones comerciales de libros impresos entre la «Villa de las Ferias», Sevilla y el Nuevo Mundo durante aquella centuria y, por último, quien esto escribe hace un repaso de los principales testimonios del comercio de libros de molde en Medina del Campo, con un apunte final sobre las cerca de quinientas ediciones impresas en esta localidad entre 1511, con libro citado más arriba, y la obra de Jerónimo Castillo de Bobadilla, Política para corregidores…, en su edición de 1608, con la que se cierra el capítulo de libros impresos en las tipografías medinenses, que desaparecerán irremediablemente con el declive de las ferias. En definitiva, una magnífica ocasión para contemplar libros y obras de arte que recuerdan –en este Quinto Centenario de sus imprentas- el papel protagonista que Medina del Campo tuvo en los primeros tiempos del comercio del libro. Portada 04 Comercio librero con el Nuevo Mundo El erudito y profesor de Oxford desvela en este artículo cómo Medina del Campo se convirtió el foco central del comercio del libro en España en el siglo XVI, tanto en la Península Ibérica como América. Por Clive Griffin D urante el curso del siglo XVI Medina del Campo va a convertirse en el centro neurálgico del mercado del libro en la Península Ibérica, foco de la importación tanto de productos impresos como de papel, y punto de distribución al resto de España y Portugal. Se han identificado cuatro etapas en la evolución de este comercio de libros en la villa ferial: La primera, desde el último tercio del siglo XV hasta el comienzo de la década de 1540, en la que Sevilla domina tanto la producción de impresos como el comercio del libro español, pero en la que va creciendo paulatinamente la importancia de Medina en la importación de libros desde el extranjero y desde otras partes de España, y también su condición como centro de distribución a través de libreros itinerantes «andando en ferias». La segunda, la comprendida entre las décadas de 1540 y 1550, que es cuando se inicia el auge del comercio librario en sus ferias. Libreros de mayor fuste, muchos de ellos franceses, italianos o alemanes, instalan tiendas y almacenes permanentes en la villa, comprando libros al por mayor de las grandes sedes de producción europeas, especialmente ejemplares del «libro internacional» —o sea, ediciones de obras de teología, derecho, literatura clásica, etc., normalmente impresas en latín— y los ven- LA SERIE DE CRISIS QUE SUFRE LA IMPRENSA SEVILLANA COINCIDE CON EL PLENO AUGE DE MEDINA den a libreros que ejercen en centros menos importantes por España y Portugal. Máximo apogeo Una nueva etapa es la que se extiende durante las décadas de 1560, 1570 y 1580, años del máximo apogeo del comercio del libro en Medina del Campo, que traen consigo la hegemonía de la villa en el trato del libro en el resto de la Península Ibérica. Es el momento de las figuras clave de este comercio: Benito Boyer, su sobrino Juan, Pedro Landry, Gaspar Treschel y Ambrosio Duport, casi todos ellos formados en Lyon y vinculados a compañías de libros instaladas en aquella ciudad o en otras conocidas por su dinámica industria tipográfica. Todos ellos manejan cuantiosos capitales y montan los almacenes de libros más grandes de toda Castilla. Desde Medina llegan a dominar la distribución de los productos más recientes de la imprenta europea a ciudades como Salamanca, Alcalá de Henares, Valladolid, Toledo y también Sevilla, centros en los que las pujantes firmas medinenses mantienen sucursales. A su vez, estos centros distribuyen aquellos productos a libreros que trabajan en lugares de menor trascendencia. Al mismo tiempo los mercaderes de libros medinenses tienen acceso a recursos económicos que les permiten financiar ediciones impresas en las citadas ciudades —también en Burgos, Zamora y otras más, incluida la misma Medina—, e instalan en Sevilla representantes para facilitar la exportación a América de los libros que manejan o costean. Antes de mediados de siglo Sevilla ha perdido su preeminencia en la producción y distribución de libros. La serie de crisis que sufre la imprenta sevillana coincide con el pleno auge de Medina. Los mercaderes de libros establecidos en esta villa vallisoletana mantienen entonces un activo interés por el mercado americano y, así, centenares de miles de libros impresos en Francia, los Países Bajos, Italia, Alemania y otros países incluyendo España, pasan por manos de mercaderes medinenses y son exportados a América desde Sevilla. Los últimos tiempos del comercio del libro en Medina del Campo llegan cuando los grandes libreros de los años 1560 fallecen en la década de 1590. A finales de siglo la preeminencia de Medina del Campo sufre un declive catastrófico y ya en 1610 Madrid la ha sustituido como foco del comercio librario español. Ioráneo de Alicante, sede en la que artes plásticas y música se darán la mano. La muestra presenta El Valerio de las Historias Escolásticas (Medina del Campo, 1511) y otros libros impresos en el siglo XVI. Al lado, una imagen de la fachada del Museo de las Ferias de Medina del Campo artes&letras SÁBADO, 29 DE OCTUBRE DE 2011 abc.es/castilla-leon 05 CENTRO DE DISTRIBUCIÓN DE LIBROS E n el siglo XVI, Medina del Campo fue el principal centro financiero de España. Por una serie de factores que han sido largamente comentados por numerosos autores, la localidad acabó convirtiéndose en el mejor punto de encuentro de mercaderes y en la base fundamental del Norte de España para el intercambio de los productos peninsulares e hispanoamericanos con los europeos. Los dos principales puntos de venta de libros en la España del siglo de Oro fueron Medina del Campo y Salamanca, la primera servía de puerta de entrada a los productos de las imprentas europeas, la segunda ejercía como la mayor consumidora de textos de toda la Corona Española. Testimonio inmejorable de esto es la cita de Juan López Osorio, a comienzos del XVII, que dice: «así que se descargaba los navíos, luego por junto las traían [las mercancías] para hacer en ella [Medina del Campo] la primera venta... así de la misma manera [de] todas las ciudades y villas de Castilla la Vieja y Nueva acudían a esta villa los mercaderes más principales de ellas a comprar todo género de mercaderías.... Finalmente esta villa era plaza pública de la contratación de ferias, pagos y correspondencia de negocios con todos los mercaderes del mundo». Plaza pública Plaza pública de todos los mercaderes del mundo, incluidos los libreros, como bien puede verse en los registros de la biblioteca de Hernando Colón. Primero fueron libreros que llegaban a las ferias, alquilaban una casa con magazin y exponían en ella las producciones más recientes, las novedades de las imprentas de Italia, Francia, Alemania y Flandes. Siguieron mercaderes que decidieron asentarse permanentemente en la villa, buscando no solamente vender libros en la temporada de ferias, sino todo el año, organizando una red comercial sin la cual no sería posible entender ni el Siglo de Oro español, ni las Historias del Libro y de la Imprenta durante el mismo. Incluso, aunque no tenga que ver específicamente con la Llegaban tantos mercaderes a la vez, se hacían tantos negocios simultáneos, que los escribanos no daban abasto, lo cual debió atraer al primer impresor de la villa mencionada Historia del Libro, es posible que Medina del Campo sea la cuna española de los impresos comerciales. Llegaban tantos mercaderes a la vez, se hacían tantos negocios simultáneos, que los escribanos no daban abasto, lo cual debió atraer al primer impresor de la villa: un maestro que se asentó con la simple y llana intención de imprimir innumerables y repetitivas cartas de pago, de obligación, etc. como las que llenan a rebosar algunos de los protocolos notariales redactados en la población en dicha época. Sospechosos de herejía Concluyamos con una última referencia a sus libreros: una visita ordenada por el inquisidor Fernando de Valdés, en busca de libros religiosos que consideraba sospechosos de herejía, nos informa de que en 1551 las tiendas instaladas en Medina del Campo eran quince: las de Francisco de Aguilar, Álvaro de Castro, Juan de Espinosa, —que entre otras cosas llevaba, ya en 1536, la distribución de los libros de Nebrija—, Mateo Forniel, Francisco Gallego, Francisco García, el flamenco Adrián Gemart, Jacques Marichal, Antonio de Medina, Guillermo de Millis, Jácome de Millis — hermano del anterior y especializado en la importación de libros lyoneses—, el veneciano Stéphano Palazuolos, Domingo Sagaray, Rogel Senat y Juan María de Terranova, florentino con tiendas tanto en Medina como en Salamanca. Hombres de muy diversa procedencia que conectaban a España, por medio de Medina, con las grandes ferias del libro europeas. ANASTASIO ROJO Libros 06 Del tiempo y sus efectos Libros artes&letras SÁBADO, 29 DE OCTUBRE DE 2011 abc.es/castilla-leon José Manuel de la Huerga se adentra en juegos metaliterarios como la sucesión de apuntes a modo de hojas volanderas Por Nicolás Miñambres U na larga trayectoria literaria en diversos géneros explica los resultados literarios que ofrece José Manuel de la Huerga en Apuntes de medicina interna, un título polisémico. De «apuntes» habla a lo largo de las páginas Abel, el narrador, para referirse a los descubrimientos biográficos sobre su abuelo, don Alejandro Rojo, un médico eminente que ejerció con entrega admirable su profesión en tierras de Cantabria. Se habla de «apuntes», que en realidad son el cuerpo literario de la obra. Esta condición de literatura volandera en apariencia acaba siendo un hábil recurso metaliterario, no exento de una captatio benevolentiae: «Yo no sé escribir novelas. A lo sumo, unos apuntes familiares» (p. 197). De esta forma, el novelista soslaya posibles errores, achacables a la condición diletante del protagonista-narrador. De Medicina, interna, escribe el nieto del Dr. Don Alejandro Rojo, Abel, un joven de 25 años que llega a El Castril a pasar el verano, con ciertas dudas personales respecto al temario del MIR: «Le prometí a mamá que si me dejaba venir a El Castril, estudiaría. No lo estoy cumpliendo». Dos personajes se lo impedirán: Mabel, la que fuera criada de confianza de la casa y conocedora del pasado («Pero Mabel siempre tiene algo que contar») y Noe, un amor de infancia que hallará ahora feliz, aunque fugaz, consumación. El recuerdo apasionado de Mabel por la familia del Dr. Rojo será lo que lleve a Abel a recuperar la imagen de su abuelo y vislumbrar la de su abuela, su madre y su tía: «Sin pretenderlo, mis conversaciones con Mabel buscan la hebra del pasado. Nadie antes lo había intentado reconstruir» (p. 30). El proyecto de Abel le lleva a un triste convencimiento: «Conozco mejor al Dr. Rojo que a mi abuelo». Su afán será lo que le impulse a una indagación entusiasta, que le irá descubriendo una saga familiar lejana de los tópicos que la abuela y la madre han ido tejiendo. A la recuperación del pasado, en el bloque primero, abril, 1993, llega Abel a través de un cauce narrativo novedoso, la memoria de los seres humildes: el marginal tío Berto, Mabel, la criada de la casa, Virucos, la enfermera del Dr. Rojo y Sarah, «La Niña Fea» de la infancia. Cada uno de ellos ofrecerá una cara del prisma humano del doctor Rojo e irá perfilando la personalidad de Abel y su capacidad literaria: «No sé si conseguiré dejar escrita parte de la biografía de mi abuelo, que es la que interesa» (p. 90). A través de Mabel se rescata la entrega absoluta del Dr. Rojo para con todos los seres necesitados, sin que falte una actitud valiente para Los descubrimientos biográficos de su abuelo, el médico don Alejandro Rojo, permiten a Huerga trabajar en una forma literaria novedosa. A la izquierda, imágen de un departamento universitario de Medicina APUNTES DE MEDICINA INTERNA JOSÉ MANUEL DE LA HUERGA Menoscuatro. Palencia, 2011 198 páginas, 15,50 euros """"" con los maquis, especialmente con el mítico Juanín. La muerte de Mabel será una ruptura en la recuperación del pasado, pero la aparición del tío Berto (la oveja negra de la familia, comprometido con causas perdidas y aquejado de una grave enfermedad) y la excelsa personalidad de Virucos le sirven al novelista para mantener el hilo argumental. El segundo bloque, julio, 1993, se abre con la presencia de Sarah, «la Niña Fea» de la infancia. Sarah, como le gusta llamarse, va a ser la conciencia del narrador y, sobre todo, la rígida correctora de sus «apuntes». Como el tío Berto, es mujer que ha enriquecido su extracción rural con experiencias culturales y está en condiciones de influir en Abel. La mirada de los tres personajes (pero especialmente la de Berto y Virucos, ambos despreciados por la familia del Dr. Rojo) perfilarán desde su independencia la vida del abuelo, en la que no faltan situaciones extremadamente borrascosas, desconocidas para Abel: «Conozco bien la biografía del Dr. Rojo, para enmarcar en una orla, pero hay otra parte de su vida a la que no me he conseguido asomar.» (p. 131). En este seguimiento, Sarah adopta un papel decisivo: corrige los «apuntes» («Quién me iba a decir que la Niña Fea sería mi jueza») y lo hace con rigor: «La especialista ha emitido su informe: como materia inicial puede interesar, pero mientras no conozca a mi protagonista en profundidad, la historia no pisa tierra» (p. 140). La actitud de Abel para con Sarah y con Virucos cumple un doble objetivo: reivindica la condición femenina, algo impensable en la saga de los Rojo, y conduce al lector al desenlace de la novela. Se trata de un final sorprendente, que tal vez bordea el peligro de caer en una anagnórisis extremada respecto a Edu y Berto, los hijos del Dr. Rojo. El bloque tercero, octubre, 1993, el más breve de la obra, presenta estructura de epílogo. En el tren nocturno ValladolidBarcelona, Abel lleva a cabo su balance vital. Está convencido de haber alcanzado la madurez con su experiencia humana y creativa, de ahí el valor de terapia de sus «apuntes: «Entré en abril, (…) como un niño, y me marcho, (…) con la certeza de haber hecho todo lo posible por dejar de serlo» (p. 195). Abel se ha replanteado el pasado de su familia y su propio presente, pero se cuestiona sobre todo su futuro, en el que no percibe una vocación precisa: «No sé muy bien qué hacer con mi vida. Puede que en una semana esté de vuelta en Valladolid y llame a algún compañero para que me deje fotocopiar otra vez el temario». Se mantiene el juego metaliterario, que sin duda recordará a muchos lectores el soneto de Lope de Vega. Va a Barcelona a casa de Sarah, que le ha ofrecido su casa para que escriba la historia de su abuelo, pero en la línea siguiente retorna a sus «apuntes»: «Pero ya están aquí, no me he dedicado a otra cosa en el último medio año». Marcha contento con la nueva imagen de su abuelo y con el deseo de volver, convencido de haber puesto orden en la familia y en su interior: «Pienso volver, ahora que cada cual descansa en mi memoria debidamente colocado». Ha cumplido con la función del creador, dando estructura humana a sus antepasados y una forma literaria novedosa a estas páginas. 07 SIN DERIVA LA SONRISA DEL NÁUFRAGO JOSÉ IGNACIO GARCÍA Castilla Ediciones. Valladolid, 2011 136 páginas, 12 euros """"" E n La sonrisa del náufrago vuelve José Ignacio García a adentrarse en ese territorio escrito que siempre le ha sido familiar: el del relato breve. Hay en esta nueva recopilación suya dominio del género y un bruñido de formas de sabor agradable. Formas que en otro tiempo y a pesar de contar con tuétano suficiente, a veces resultaban ásperas de tan pulidas, excesivas, copiosas y aderezadas. Sin embargo, salvo alguna concesión a aquellos tiempos pasados, los trece relatos que componen esta sonrisa se sitúan en un nivel alto de creación. Mantiene el ganador del Delibes de Narrativa ese pulso constante a la hora de conducir al lector hacia un final casi siempre inesperado -a más de bien resuelto-. Incluso cuando, como en La dueña de sus secretos, ese final no es siquiera un final escrito. Voz personal y propia Con este libro comienza José Ignacio García a volar lejos del alcance de los francotiradores, y va acomodando con tino el oído del lector a una voz personal y propia. El libro va de menos a más. Sorprende el primer relato (El milagro del buey mago), porque quizá desdibuje un ápice lo que está por venir. Tal vez el autor no pensara en lo importante que resulta entrar por derecho. Luego el libro comienza a tomar altura y se mantiene en alto vuelo hasta la última página. Relatos emotivos como el de Míster Látigo o Por una vez, no digas sí; novedosos, como ¿Teresa interesa?; o bipolares, como Wine room, entretienen y deleitan, que es precepto horaciano sin el que nada de lo que se escribe debería escribirse. Acertado el título, porque el estado de quien se lanza al mar de la edición y se expone a los embates de la crítica ha de ser el mismo que el de un náufrago solitario. La sonrisa es, pues, el consuelo. Con este libro, el náufrago escritor añade una duela más a su barca de futuro. Barca que navegará bien a poco que se empeñe y si no se despista con la deriva de otras. ¡Ah!, y el prólogo, de Jiménez Lozano, que no es mala compañía. FERNANDO CONDE Teatro Celestina, de nuevo Esta figura capital del teatro español vuelve -nunca se ha ido- a los escenarios en dos propuestas, en versión de Eduardo Galán y Roberto Iniesta, que se podrán ver en varias ciudades de Castilla y León en las próximas semanas Por Julia Amezúa C alisto, joven de noble linaje, entra en una huerta «en pos de un halcón suyo» y encuentra allí a Melibea, joven de próspero estado y única heredera de su padre, y cae preso de amor; Melibea, sin embargo, le despide con rigor, por lo que Calisto regresa a casa angustiado. Su criado Sempronio le habla de Celestina, «mala y astuta mujer», experta en lograr el encuentro de amantes y satisfacer sus deseos con sus experimentadas artes y su experiencia en asuntos sexuales. Así comienza esta obra de la literatura dramática universal, un clásico que encantó a los lectores del Siglo de Oro y que sigue captando el interés del público contemporáneo, a juzgar por los montajes que sobre el texto se realizan, a pesar de sus dificultades escénicas. No sorprende la atracción por este clásico, que es sin duda, una de las grandes piezas universales, con un núcleo argumental jugoso donde los haya, lleno de pasión, corrupción, conjuros, codicia, sexo y muerte, y con una invitación contundente a la reflexión y a la crítica. Concebido en las entrañas del final del siglo XV, en plena transición de la Edad Media Artes&Letras SÁBADO, 29 DE OCTUBRE DE 2011 abc.es/castilla-leon mágicos, posee dos cualidades que la hacen poderosa frente a los otros: penetra en sus mentes, y sabe hablar como conviene según el interlocutor. Durante años, la clasificación genérica de esta obra ha dado lugar a no pocos quebraderos de cabeza, a los estudiosos y eruditos: Fernando de Rojas rompió moldes y La Celestina resulta una comedia humanística (Lida de Malkiel), una obra con raíces y carácter teatral, que ha arraigado escasamente en el teatro español posterior, como recientemente ha explicado Emilio de Miguel (Celestina, madre rehusada del teatro español, Olmedo Clásico, 2009). Los diversos problemas escénicos que la obra plantea a la hora de ser llevada a las tablas, requieren habilidad extrema del director de escena y una interpretación experimentada y muy matizada: ¿cómo resolver la larga duración de sus actos?, ¿qué hacer con los numerosos cambios de espacio?, ¿cómo conseguir que el ritmo no decaiga cuando muere la protagonista en medio de la función? Dos nuevas propuestas La gran actriz Gemma Cuervo encarna a la Celestina en la representación que produce Secuencia 3 en versión de Eduardo Galán y dirección de Mariano de Paco Serrano al Renacimiento, el texto expresa la visión irónica de un mundo que agoniza, en el que priva la supervivencia y en el que fluyen las furibundas pasiones desatadas por el dinero y el sexo. La obra de Rojas aparece impresa por primera vez en 1499, por Fadrique de Basilea, con el título de Comedia de Calisto y Melibea, en Burgos; hay que esperar a la impresión de Sevilla, entre 1518 y 1520, para encontrar ya en la portada a la famosa alcahueta (sí presente, mientras tanto, en las portadas de las ediciones europeas): Libro de Calixto y Melibea y de la puta vieja Celestina. Quienes hayan leído el clásico sabrán por qué Celestina acaba devorando a los otros personajes: la «vieja barbuda, hechicera, astuta y sagaz», como la describe el criado Sempronio, es un personaje tan impactante y poliédrico, que deja huérfana la obra, en cuanto muere, a manos de los criados de Calisto, por no querer repartir con ellos sus ganancias. Celestina, que tiene, al decir de Pármeno, el otro criado de Calisto, seis oficios: «labrandera, perfumera, maestra de hacer afeites y de hacer virgos, alcahueta y un poquito hechicera», es fascinante, con una personalidad llena de contrastes. Además de sus poderes A pesar de las dificultades, el clásico ha conocido interesantes puestas en escena, como la del canadiense Robert Lepage, con Nuria Espert en la piel de la alcahueta, en 2004. Y en estos últimos meses, Celestina regresa a escena con otras dos propuestas; el próximo 18 de noviembre, el montaje que produce Secuencia 3 sobre La Celestina, con versión de Eduardo Galán, dirección de Mariano de Paco Serrano y música de Tomas Marco, se podrá ver en el Teatro Principal de Zamora, y el 23 de diciembre, en el Teatro Juan Bravo de Segovia. Más adelante, en febrero, llegará al Teatro Zorrilla de Valladolid. Estrenado el pasado junio en Clásicos Alcalá, el montaje pretende condensar en hora y veinte minutos el clásico: todo un reto, con una obra de enorme complejidad. Eduardo Galán, responsable de la versión, busca comunicar la esencia del clásico al público actual y captar a los jóvenes, mediante la reducción de parlamentos y enumeraciones y la supresión de erudición; además actualiza levemente el léxico. El autor manifiesta en su presentación que persigue con esta versión, «el dinamismo de la acción, el ritmo de los conflictos, la rapidez del paso del tiempo, para reflejar la idea central de la obra: el carpe diem, la brevedad de la vida, la necesidad — como dice Celestina a Melibea— de disfrutar de la juventud antes de que la vejez arruine la belleza». En este montaje se subraya, además, el elemento mágico y su influencia en la pasión sexual entre los amantes Calisto y Melibea. Gemma Cuervo, rostro muy conocido en Estudio 1, da vida a Celestina; mientras que Alejandro Arestegui interpreta a Calisto, Olalla Escribano, a Melibea, y Juan Calot a Sempronio. Otra muestra más del vigor del clásico de Rojas llegará el 1 de marzo al Teatro Calderón de Valladolid, con el estreno de “Celestina, la Tragicomedia», en versión y dirección de Ricardo Iniesta y la compañía andaluza Atalaya. También este espectáculo, que potenciará en escena lo grotesco, la magia y el rito, ofrecerá un montaje de menos de dos horas de duración. Carmen Gallardo interpretará en esta ocasión a la alcahueta. 09 ENTRE BAMBALINAS JOSÉ GABRIEL LÓPEZ ANTUÑANO DEL ESCENARIO AL PLATÓ C on la 56 Seminci a punto de bajar el telón hoy, el séptimo arte ha subido al escenario con verdadera devoción. La exposición universal de Bruselas de 1958 supuso la puesta de largo de los audiovisuales en el teatro, Svovoda y otros creadores checos presentaron Laterna magika, y en la década de los 80 conquistaron el escenario, primero en Canadá y Estados Unidos, con creadores como Lepage, Marleau, Lecomte o Sellars, después en Francia y el resto de Europa. Tres décadas separan su irrupción del presente y en este tiempo los audiovisuales han enriquecido las puestas en escena, cuando éstos se han utilizado con un sentido dramatúrgico. En la actualidad directores como los belgas Cassiers o Van Hove, o la inglesa Mitchell, experimentan con un nuevo teatro que transforma el escenario en plató cinematográfico. Con textos más próximos al script que a la tradicional obra dramática, los actores se olvidan del público y actúan para la cámara, que escoge planos, relaciona miradas o movimientos con objetos, o encuadra rincones del escenario que alcanzan una significación: la cámara cuenta el argumento donde la historia sobresale por encima de los personajes. Doble opción Las imágenes captadas se proyectan en una pantalla instalada sobre el escenario y el espectador cuenta con una doble opción: seguir la filmación o fijarse en las acciones de los intérpretes que evolucionan por este peculiar escenario, confundidos con los cámaras, encargados de la grabación, o situándose en el lugar preciso, debidamente señalizado, al margen de su relación con otros personajes, para ser grabados con la cámara. En este proceso, los actores transforman la gestualidad, hablan con menos tonalidad, porque se auxilian de pequeños micrófonos, cambian las intenciones interpretativas y se ajustan con precisión a las indicaciones del director sin obedecer a la reacción teatral de su personaje. Mientras esto ocurre en el escenario, el espectador focaliza su atención sobre la pantalla, más informativa y atractiva, siguiendo el encuadre del realizador, y pierde esa libertad teatral para fijar la atención sobre aquel punto del escenario que más interés le despierte. Asiste a la grabación de una película en directo, donde no se permiten fallos, pues no existe la posibilidad de una nueva toma, porque se mantiene el ritmo teatral. El actor se distancia del público y eclipsa la fuerza interpretativa, mientras se potencia la imagen ¿Se desnaturaliza el teatro? Habrá que esperar para sacar conclusiones de un procedimiento que da sus primeros pasos. Arte Destripando laficción Artes&Letras SÁBADO, 29 DE OCTUBRE DE 2011 abc.es/castilla-leon H ugo Alonso (Soria, 1981) es uno de los jóvenes artistas arraigados en el territorio —esto que llamamos Castilla y León— que durante los últimos años ha demostrado un desarrollo más coherente dentro de una producción audiovisual cada vez más madura. Su primera exposición institucional (2007), como la de otros muchos artistas de su generación vinculados a Salamanca, tuvo lugar en el Espacio Emergente del Domus Artium de la capital salmantina, donde han ido alcanzando cierta visibilidad un conjunto muy heterogéneo de propuestas que, posteriormente, han contribuido a la paulatina profesionalización —aún muy incipiente y absolutamente necesaria— del sector artístico en la comunidad. Desde entonces, el trabajo trasdisciplinar de Alonso trata de desentrañar los mecanismos sobre los que se sustenta nuestro actual régimen escópico. Sus obras tematizan fenómenos que están muy presentes en nuestra vida diaria: las interacciones entre nuestros cuerpos —supuestamente naturales— y los nuevos dispositivos tecnológicos; las estrategias mediáticas que condicionan la construcción de nuestras realidades, emociones e identidades; la profusión de pantallas que desemboca en la alienante estetización de nuestra existencia, etc. En sus obras conviven citas visuales provenientes de la pornografía, los videoclips, la publicidad, el cine de terror y ciencia ficción, y la hoy generalizada violencia televisiva. Todas estas fuentes son procesadas con la fascinación propia de quien está inmerso en una hipnótica iconosfera de la que resulta imposible escapar y el escepticismo de un artista capaz de articular una crítica eficaz que puede ayudarnos a desarrollar una serie de herramientas de resistencia ante la imagen y sus patologías. Nuevos y viejos tiempos DAVID ARRANZ Hugo Alonso explora, en su nueva exposición en la galería de Adora Calvo de Salamanca, la construcción ficcional de nuestra cotidianeidad a través de los códigos de la narración cinematográfica Por Juan Albarrán La entrada de la galería se convierte en una especie de corredor del que cuelgan cuatro imágenes —Norma, Regan, Sally, Laura, los nombres de las protagonistas de cuatro conocidas películas— que reproducen los contornos poco definidos —borrosos, desenfocados— de interiores y exteriores de casas extrañamente familiares. Cualquier espectador adivinará de inmediato referencias a clásicos del terror, paisajes capturados desde la ventanilla de un coche que agoniza por una carretera secundaria o interiores que tiemblan bajo los pasos titubeantes de quien se acerca a la estancia donde aguarda el asesino. Sin embargo, estos acrílicos sobre papel —pintados a partir de montajes digitales que funden escenarios de películas de terror y elementos tomados del entorno del artista— parecen querer llamar la atención sobre la necesidad de pensar la imagen a partir de su materialidad. No se trataría tanto de un proceso de rematerialización fetichista de la imagen —convertida en objeto artístico—, como de la voluntad de mostrar su trama, fijar su grano, detenerse en su matriz material, para, a partir de ahí, poder explorar su naturaleza construida, su influencia sobre nuestra realidad, su ilimitada capacidad para cooptarla y convertirla en una ficción hiperreal. En Galería Adora Calvo de Salamanca, Hugo Calvo abre un debate en torno a como convivir ante la avalancha de estímulos visuales de la sociedad actual 11 Al fondo de la galería, sobre una gran pantalla, se proyecta una pieza —The Bathroom, la ducha, el lugar del crimen— construida sobre la escena modificada de una película que nos es muy familiar. No podemos ver a los personajes —que han sido convenientemente eliminados de la imagen— pero, de inmediato, reconocemos la escena de Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960). En el interior de la habitación de un motel, Norman Bates, amable y hospitalario, invita a cenar a Marion Crane, asustada tras robar dinero de su empresa y escapar de la policía. Los interiores, que se nos muestran en un magistral movimiento de cámara, aparecen habitados por una ausencia perturbadora, nos inquieta la huida de los personajes, se nos niega la belleza de la joven secretaria y la amabilidad nerviosa del asesino. De este modo, el artista opera una interrupción en la representación que nos obliga a reparar en la construcción de la escena: la sobria escenografía, los movimientos de la cámara, el montaje plano/ contraplano, etc., aquellos rudimentos visuales que parecen pasar desapercibidos cuando las estrellas de Hollywood ocupan la pantalla, cautivan nuestra percepción y nos inoculan el virus del deseo eternamente insatisfecho. Patologías visuales Sin embargo, a la escena le falta algo que invade nuestra realidad. Los dos cuadros de pájaros que decoraban la habitación del motel han sido trasladados al espacio físico de la galería y ahora, ante nosotros, cuelgan junto a la proyección que funde a negro. La imagen fílmica se ha sustanciado a este lado de la pantalla y nosotros pasamos a ser los protagonistas de una ficción —¿acaso ya lo éramos?— que desborda los límites del marco. En otra doble proyección —Cómo resucitar una mosca muerta—, se contraponen dos secuencias reproducidas a cámara superlenta: en la parte superior vemos el rostro de Norman Bates en la escena final de Psicosis, justo en el momento en que espera su encarcelamiento y la parte de su personalidad dominada por su madre parece controlar definitivamente su cuerpo. En la película, mientras Bates miraba fijamente una mosca que recorría su mano, la voz en off de su madre concluía: «no voy a matarte, tranquilízate, (…) así dirán: pero si no fue capaz de matar ni a una mosca». En la parte inferior, justo donde se pierde la mirada de Bates, una mosca muerta espera una resurrección que no va a llegar. La altísima definición de la imagen convierte el rostro del asesino en el de un mártir contemporáneo, imagen especular de nuestros propios rostros, víctima de la misma psicosis que, generalizada en la sociedad de las mil pantallas, afecta al occidental medio. En la película, Bates no llega a matar a la mosca. Alonso, no obstante, nos muestra a su última víctima como resultado de una impulso asesino al que nosotros mismos, espectadores deseantes, hemos dado respuesta por él. HUGO ALONSO TO MY FATHER AND TO THE MEMORY OF MY MOTHER """"" Galería Adora Calvo C/ San Pablo 66. Salamanca. Hasta el 14 de noviembre GONZÁLEZ PUCH TRAS EL ESPEJO E se jardín de las maravillas que llevamos dentro, ese laboratorio, esa cueva, ese iglú, esa casita de madera, ese pabellón de cristal, esa nave exploradora, ese almacén de obras, ese refugio, en fin, ese paraje que soñamos durmiendo y despiertos durante todas nuestras vidas; es ese el lugar a cuya persecución Gonzalo Puch (Sevilla 1950) dedica la exposición Una jornada sin nubes que actualmente se puede contemplar en el Centro de Arte Caja de Burgos (CAB). Luz, mucha luz. Y una instalación, o mejor dicho, un jardín; compuesto de enigmáticos dibujos, fotomontajes impresos en gran formato, listones de madera, árboles frutales en tiestos y verduras y frutas apoyadas y colgando del techo. Retazos de retratos. Naturaleza fragmentada. Una frágil belleza otoñal, una escena hecha como para recomponer un cuadro barroco a partir de las migas caídas de la mesa en un film de Greenaway. Personal búsqueda Gonzalo Puch lleva mucho tiempo trabajando en esta cartografía de su personal búsqueda, pasando por diversos medios artísticos como la fotografía, el dibujo, la instalación y el vídeo para fusionarlos en estos últimos años en grandes y poéticas escenografías sobre la relación entre el hombre contemporáneo y la naturaleza. Un complejo puzzle compuesto de materiales naturales en descomposición yuxtapuestos a imágenes del entorno del artista: artes&letras SÁBADO, 29 DE OCTUBRE DE 2011 abc.es/castilla-leon pleja y bella. Además, cada instalación sirve de biblioteca temporal, de archivo efímero, de experimento sobre la continuidad del espacio-tiempo. Hace años que Gonzalo Puch compagina su trabajo artístico con la enseñanza —actualmente da clases en la facultad de bellas artes de Cuenca— y su particular investigación también se ha extendido a este campo. En Burgos es una parte esencial de la exposición. Entre las dos grandes salas que componen la escenografía de Una jornada sin nubes hay que atravesar un cuarto oscuro donde se proyecta un vídeo titulado Next cyclone in the paradise office y donde muestra una de sus «heterodoxas clases»: una especie de laboratorio poéticocatártico en el que sus alumnos realizan una serie de absurdos y aparentemente muy divertidos experimentos «artístico-científicos» con objetos y aparatos fabricados de una combinación de materiales de desecho cotidiano y plantas; «provocando» los elementos y produciendo «eventos climáticos» con asombrosos efectos sobre la arquitectura y los personajes. Gran carga poética Con esta lúdica (y sin embargo nunca infantil, ni superficial) aproximación a su tarea de investigación artística Puch consigue dar a su obra una levedad que com- FÉLIX ORDÓÑEZ dibujos, retratos fotográficos y otros elementos recurrentes con los que nos hemos encontrado anteriormente en su obra y a los que ahora asigna otro lugar dentro de su universo como son, por ejemplo, los mapas topográficos y las burbujas —desde pompas de jabón hasta grandes esferas de plástico transparente—, misteriosas «burbujas de oxígeno» a la vez protectoras y nutritivas. Esta recomposición o reorganización de sus trabajos antiguos es mucho más que una reanimación de obras pasadas. Dándoles un contexto nuevo dentro de la escenografía de la instalación, también las reubica en su gran plano. La cartografía orgánica sigue modificándose, la búsqueda se hace cada vez más com- plementa al melancólico memento mori que nos producen las hortalizas en putrefacción y las hojas otoñales. Así se genera una escena de una gran carga poética que no nos deja indiferentes. Sigamos al conejo blanco, pues. Otro misterioso viaje nos propone Hans Op de Beeck en el Nivel -1 del centro. Un pasaje imaginario en un transatlántico, melancólico y oscuro. En Sea of tranquillity el artista nos invita a participar en un impactante crucero sobre la alienación y la deshumanización del hombre contemporáneo. En el Nivel -2 del museo podemos ver la exposición Casting 1971 de Diego del Pozo, primer Proyecto de la Plataforma P4 de Apoyo al Arte en Castilla y León formada por el CAB, DA2 (Salamanca), Musac (León) y el Museo Patio Herreriano (Valladolid) con el objetivo de fomentar la producción, exhibición y el pensamientos del arte contemporáneo en Castilla y León. JULIA GRÜNDLER GONZALO PUCH UNA JORNADA SIN NUBES """"" Centro de Arte de Caja de Burgos (CAB). C/ Saldaña, s/n. Burgos. Http: / / www.cabdeburgos.com. Hasta el 15 de enero de 2012 13 FELMAR “NERÓN Y SÉNECA” DE EDUARDO BARRÓN E n el año en que se cumple el centenario del fallecimiento de Eduardo Barrón (Moraleja del Vino, 1858–Madrid, 1911), el Museo de Zamora incrementa de modo excepcional su colección gracias al depósito que realiza el Museo Nacional del Prado de su obra Nerón y Séneca. Tras una restauración que ha durado dos años y su posterior presentación en Madrid, la escultura se exhibe desde el 22 de septiembre en la sala principal del museo provincial. De dimensiones extraordinarias (210 x 265 x 120 cm), el grupo escultórico, de escayola parcialmente policromada, representa a Séneca, tutor y consejero del emperador Nerón, ilustrando a su discípulo en una escena que auspicia Minerva, diosa de la cultura, las artes y la guerra. Barrón, con su amplio conocimiento de la escultura clásica —por su formación en la Academia de España en Roma y sus estudios como conservador del Museo del Prado—, plantea una composición de gestos y actitudes contrapuestos que remarcan el carácter dialogante del orador en su tarea de transmitir sus conocimientos y valores frente al aspecto visiblemente áspero y retraído del emperador. La obra fue presentada por Barrón en 1904 a la Exposición Nacional de Bellas Artes donde obtuvo la medalla de oro de escultura y pasó por ello a ser propiedad del Museo Nacional del Prado, pero nunca llegó a ejecutarse en material más noble. Tras años de depósito en Córdoba, la obra, muy maltratada por el paso del tiempo y por lamentables actos vandálicos, ha sido recuperada en todo el virtuosismo de su ejecución y el énfasis del ejemplar tema tratado. Música DAVID ARRANZ Dos exposiciones en Salamanca recuerdan la importancia de los Ballets Rusos en los movimientos de arte vanguardista del siglo XX Por Inés Mogollón El gigante ruso S i aceptamos la voz «vanguardia» como aquella que describe a un grupo o movimiento ideológico, político o artístico cuyos principios se adelantan a su tiempo, convendrán conmigo en que pocas manifestaciones artísticas en la historia de la cultura presentan una amalgama de impulsos creativos tan avanzada, penetrante e influyente —en definitiva, tan vanguardista— como las creaciones auspiciadas por Serguéi Diághilev y la compañía de los Ballets Rusos. A un siglo de distancia, la perspectiva nos facilita la valoración de este ambicioso y modélico proyecto multidisciplinar, más que avanzado, visionario: una propuesta subversiva, compleja, iconoclasta, sexualmente abierta y plena de elegante ironía. Lo hemos vuel- to a comprobar recorriendo la muestra Los Ballets Rusos de Diaghilev y su influencia en el Art Déco —abierta al público hasta enero del próximo año— que se reparte entre la sala de exposiciones temporales de la Casa Lis y la Hospedería Fonseca de la Universidad de Salamanca. La exposición, patrocinada en su mayor parte por el Ministerio de Cultura ruso, se enmarca dentro de las actividades del programa oficial del año Dual España-Rusia 2011. Gracias a esta colaboración, por primera vez podemos ver en España parte de los fondos de la colección del Museo Central del Teatro A. Bajrushin, del Museo Estatal y Centro de exposiciones Rosizo, junto a una colección de esculturas estilo Art Déco cedidas por colecciones privadas rusas y la Art Déco Gallery de Moscú. La excelente labor de comisariado ha sido llevada a cabo por las conservadoras de dichas colecciones —Victoria Zubravskaya, Ksenia Morozova, Ekaterina Ysova— y por Pedro Pérez de Castro, director de la Casa Lis. En el folleto informativo de la exhibición leemos: «Serguéi Diághilev no era bailarín, ni coreógrafo, ni compositor (…) Sin embargo consiguió reunir a un grupo de artistas de gran talento y crear la compañía de danza más completa y revolucionaria del siglo XX». Anémicas palabras para el trabajo de Diághilev quien, desde luego, fue mucho más que un empresario de lustrosos eventos culturales. Su corpulenta figura —siempre sobresale en las fotos— me recuerda más a un mago, a un alquimista que al fin logra transmutar en el crisol de la danza la primera materia —música, pintura, escenografía, coreografía, diseño— para deslumbrarnos con el oro de sus producciones y fecundar las artes representativas, coreográficas y musicales con el semen de la modernidad. Sumando las fuerzas de músicos como Rimski-Korsákov, Debussy, Stravinski, Prokófiev, Ravel, Falla, Satie; de diseñadores como Vrubel o los hermanos Vasnetsov, de escenógrafos como León Bakst, Alexander Benois, Anisfeld o Golovin, de bailarines y coreógrafos como Vaslav Nijinski, Mijaíl Fokin, Massine, Tamara Karsavina, Anna Paulova, de pintores como Picasso, Matisse, Goncharova, Roerich o Braque, Diaghilev levantó títulos como Scheherazade, El pájaro de fuego, Sadko, El pabellón de Armida, El gallo de oro o la increíble Consagración de la primavera, montajes bien representados en la exposición que ahora nos ocupa con diseños originales de los decorados y el vestuario además de filmaciones, dibujos, documentación fotográfica y una selección de esculturas criselefantinas de Demeter Chiparus absolutamente excepcional. El 3 de abril de 1918 Para terminar, queremos recordar que la noche del 3 de abril de 1918, en el Teatro Bretón, los salmantinos disfrutaron de los Ballets Rusos que, huyendo de la Primera Guerra Mundial, realizaban una larga gira por ciudades de nuestro país. Les acompañaba una pequeña orquesta que dirigía Joaquín Turina En Salamanca interpretaron las coreografías de Carnaval, Las Sílfides, las danzas de la ópera El Príncipe Igor y El espectro de la rosa. Estos días, cerrando el círculo, en la sala de la Hospedería Fonseca se expone una pequeña figura de porcelana fechada en 1924 y diseñada por Natalia Danko que reproduce a Vaslav Nijinski vestido de rosa y verde, contorsionándose, girando medio cuerpo, perfecto y bello en el rol que imaginó para el Espectro de la rosa. artes&letras SÁBADO, 29 DE OCTUBRE DE 2011 abc.es/castilla-leon 15 NOVIEMBRE EN DANZA V arias son las propuestas de ballet y danza que animarán los escenarios de Castilla y León este mes de Noviembre. Entre ellas, los últimos trabajos coreográficos de Rafael Amargo, Cecilia Gómez o Juan Carlos Santamaría. “Solo y Amargo” Los amantes del café lo saben bien. Solo y amargo es, con mucho, la forma más pura de degustarlo. Y el bailaor granaíno Jesús Rafael García Hernández (“El Amargo”) ha querido adoptar esta fórmula en su reciente creación homónima, que pasará por el Auditorio de León el viernes 25, y tres días más tarde por la Casa del Cordón de Burgos. Solo y Amargo se inicia con una dramaturgia simple: una despedida, un repaso a los trajes del pasado, y un renacer en un nueva atmósfera: en solitario (no lo había hecho nunca hasta ahora), sin más arropamiento y compañía que sus músicos (a las órdenes de Juan Padilla) y un espejo. El bailaor sale a escena y durante una hora baila, taconea e incluso canta (Ne me quitte pas, a su manera), y si le sale, incluye también un tango argentino por bulerías. «La gente dice que es lo mejor que he hecho hasta ahora», afirma, y se pregunta por qué no se habrá atrevido a hacer algo así antes. Pero el paso de los años no ha sido en balde: le han labrado esta madurez que le hace ser más Amargo (auténtico) que nunca. “Cayetana, su pasión” El espectáculo que presenta Cecilia Gómez en el Teatro Calderón de Valladolid (del 18 al 20), no podía ser más oportuno, tras la reciente boda de la duquesa de Alba en el palacio de Dueñas de Sevilla. Una de las imágenes que dio la vuelta al mundo con ocasión de este enlace fue el espontáneo regalo de doña Cayetana a su pueblo arrancándose por bulerías, con su traje salmón de Victorio&Luchino. Ambos diseñadores realizaron también el espléndido vestuario que luce Cecilia Gómez —en la imagen— en esta piezahomenaje a la duquesa y sus pasiones: la poesía, los caballos, los amigos, los toros, la Semana Santa sevillana y, por supuesto, el flamenco con su delicado y elegante braceo. “XXI” XXI de Santamaría Compañía de Danza es el último eslabón de este breve periplo de otoño. Un viaje por el Renacimiento (Antonio de Cabezón), el Barroco (Vivaldi), y el siglo XXI, (Jeff Mills), que se estrenará en el vallisoletano Teatro Zorrilla el día 18, con coreografía de Juan Carlos Santamaría (Premio Nacional de Danza 2008 y actual director de la Escuela Profesional de Danza de Castilla y León). Esta nueva obra se inscribe dentro de la estética de trabajos recientes, como Aire de corte (2010), en el que la danza moderna explota la energía arrolladora de la música. Firman el figurinismo María Lafuente, Nicolás Fichstel y «El Pozo Amarillo». ROSA SANZ HERMIDA