Con negros, minas y un bello paisaje, se hizo la historia colonial de Belmira. 1650-1850. Monografía presentada para optar por el título de Historiadores. Por Doris Rueda. Guillermo L. Londoño P. Asesora Lucelly Villegas Villegas Historiadora Universidad de Antioquia. Departamento de Historia Facultad de Ciencias Sociales y Humanas Universidad de Antioquia Medellín Octubre de 2003 RESUMEN El siguiente trabajo denominado: Con negros, minas y bello paisaje se hizo la historia colinal de Belmira, 1650-1850, da cuenta de la historia de Belmira en este período. Una de las primeras poblaciones, ubicada hoy en el norte de Antioquia, que se desarrollo a partir de la explotación minera. Historia en la que se destacan tres aspectos básicos y de trascendencia: la población negra, la minería y la apropiación territorial a partir de la explotación aurífera. La monografía contiene una primera parte en la cual se hace la presentación general, las consideraciones metodológicas, el recorrido por archivos en búsqueda de información, el balance historiográfico, el contexto local de Belmira ayer y hoy y Belmira en el siglo XX. Además de seis capítulos. El primero hace referencia a la Minería como actividad básica en la vida colonial de Belmira. El segundo a la Tierra y a la configuración de Belmira en cuanto a su territorio: partidos, parajes y propietarios. En el capítulo 3, se referencia los esclavos y negros libres como primeros habitantes de la Belmira colonial. La gente, la familia y el control social en Belmira entre 1650 – 1850 forman el capítulo 4 de esta monografía. El quinto capítulo es sobre la organización administrativa y eclesiástica. El sexto habla sobre la Aldea de San Jacinto como tierra de negros, oro y disputas, enfocándonos, principalmente en la Capilla y Viceparroquia, al terminar están los comentarios finales y la bibliografía. En cada uno de los capítulos hay subdivisiones sobre los temas que hemos considerado indispensables para aclarar cada uno de ellos. El trabajo está complementado con imágenes, cuatro mapas sobre los partidos de Belmira, el otro sobre la hidrografía de todo el territorio, Belmira en Antioquia y el poblado hacia 1850, además, cuadros y gráficos que recrean la época. “El partir de la patria chica, la madre tierra, el terruño, como espacio de la historia es simplemente un reconocimiento a los lazos naturales que constituyen la historia de los pueblos. Si en la historia monumental y crítica lo básico es el tiempo, fechar los acontecimientos, en la microhistoria o historia local es más importante el espacio, el horizonte sensible, la región nativa donde adquiere ritmo y tiempo lo que somos. Son espacios donde se relacionan hombres y mujeres concretos a los que hay que ir cuando se aprende la investigación para la restauración histórica: El bandido generoso y el sanguinario, el santo que no ha entrado al santoral, el mentiroso del pueblo, el curandero, la bruja, el alcalde, el cura, la comadrona, el poeta y todos aquellos hombres y mujeres de estatura natural que marcan el paso de los días. Como estos pueblerinos se integran profundamente a la tierra, la microhistoria no podrá de indagar por el relieve físico, clima, fauna, flora, sequías, cosechas, epidemias, inundaciones, sismos, paisaje cultural que nos acerca al complejo material de las comunidades humanas, alimentos, vivienda, moblajes, familias, campos, talleres, caminos y todas las expresiones del vivir cotidiano. Ocupaciones del espacio, sistemas agrícolas, mentalidad, religión, manifestaciones artísticas y todo tipo de producción humana.” Hernando Restrepo Toro. A JULIANA LA VALIENTE SOÑADORA ... A JORGE ENRIQUE LONDOÑO URIBE QUIEN HACE PARTE Y POSEE UN PEDAZO DE ESTA HISTORIA ... AGRADECIMIENTOS Para la realización de este ejercicio investigativo fueron varias las personas que nos acompañaron, colaboraron y apoyaron para que fuera posible, a todas ellas va nuestro agradecimiento, en especial a: Lucelly Villegas Villegas, asesora de este ejercicio investigativo, por sus recomendaciones, sugerencias, y bibliografía prestada. Liliana González Cardona, nuestros más inmensos agradecimientos por su acompañamiento durante todo el proceso y tiempo que requirió la investigación, por la paciencia que nos tuvo, por su solidaridad, recomendaciones, sugerencias y aportes al trabajo, por ayudarnos a conservar la esperanza. Gracias mil por la fuerza que nos inyecto cada vez que nos vio desfallecer, igualmente a su familia que tan amablemente nos acogió. Familia Jiménez Cartagena por el equipo, los tintos y esa grata y desinteresada amistad que nos ofrecieron. Blanca, Juliana y a la familia Londoño Pulgarín por su acompañamiento y aguante. Ceci., por su ayuda incondicional. Claudia por su ayuda y amor. María Isabel Piedrahita Londoño por su asesoría y bibliografía facilitada. Rafael Eduardo Euse, Director del Archivo Municipal de Santa Rosa de Osos, por toda su disposición. De igual manera queremos agradecer al Notario de Sopetrán por su colaboración. Anita e Idalí por su acogida en Santa Rosa de Osos. ii Contenido Pág. Lista de cuadros ....................................................................................................... v Lista de imágenes .................................................................................................... vii Lista de mapas ......................................................................................................... viii Lista de gráficos ....................................................................................................... ix Presentación.……………………………………………………………………… 1 Consideraciones metodológicas.………………………………………………… 1 Recorrido por archivos y fuentes: la burocracia el pasajero constante……… 3 Balance historiográfico……………………………………………………........... 8 Contexto local: Belmira ayer y hoy....................................................................... 21 Belmira en el siglo XX.…………………………………………………………... 25 Capítulo 1. La minería: actividad básica en la vida colonial de Belmira…………..................................................................................................... 28 1.1 Adjudicaciones de minas en Petacas......................................................... 32 1.2 Instrumentos y técnicas en la minería..................................................... 38 1.3 Algunos términos de herramientas mineras en la colonia.......................... 56 1.4 Mano de obra minera en el periodo colonial.............................................. 61 1.4.1 Negros Esclavos............................................................................... 62 1.4.2 Cuadrillas de esclavos en Belmira.................................................... 72 1.5 Moneda en la época Colonial..................................................................... 82 Capítulo 2. Tierras y configuración de Belmira................................................... 86 2.1 La actividad minera y la tenencia de la tierra en Antioquia Colonial........ 90 2.1.1 La tierra en el Valle de los Osos, norte de Antioquia....................... 94 2.2 Configuración territorial, propiedades y uso de la tierra en Belmira colonial………………………………………………………………….. 96 2.2.1 Usos de la tierra en Belmira......................................................... 101 2.3 Partidos, parajes y propietarios de tierras en Belmira................................ 112 2.3.1 Partido de Petacas......................................................................... 112 iii 2.3.2 Partido de San Jacinto.................................................................. 150 2.3.3 Partido el Páramo......................................................................... 181 2.3.4 Partido de Río Chico.................................................................... 197 Capítulo 3. Esclavos y negros libres: Los primeros habitantes de la Belmira Colonial............................................................................................. 209 3.1 Esclavos en la Provincia de Antioquia....................................................... 212 3.2 Cuadrillas de esclavos en Petacas.............................................................. 214 3.3 Algunos aspectos de la vida social de los esclavos en la época colonial de Petacas................................................................................................... 221 3.3.1 Las rancherías y su influencia en la vida cotidiana de los esclavos mineros............................................................................................. 222 3.3.2 Precio de los esclavos....................................................................... 226 3.3.3 Enfermedades de los esclavos.......................................................... 229 3.3.4 Interacción de los esclavos con sus dueños..................................... 231 3.3.5 Mezcla de blancos y negros: Afecto o interés................................. 235 3.4 Población negra libre dedicada al trabajo minero en Antioquia y 238 Belmira....................................................................................................... Capítulo 4. Gente, familia y control social en Belmira, 1650 – 1850........................................................................................................ 260 4.1 Población y aspectos de la conformación familiar de Belmira en el período colonial.......................................................................................... 260 4.2 La familia en Belmira: influencia de la iglesia en su conformación.......... 277 4.3 Relaciones ilícitas....................................................................................... 287 4.4 Control social en la vida cotidiana de Belmira........................................... 300 4.4.1 Escándalos y forasteros intrusos en Petacas y San Jacinto............... 302 4.4.2 Coerción en las diversiones y juegos de azar.................................... 305 Capítulo 5. Organización administrativa y eclesiástica de Belmira…………… 311 Capítulo 6. Aldea San Jacinto tierra de negros, oro y disputas ......................... 327 6.1 Capilla y Viceparroquia en el Mineral de San Jacinto.............................. 331 Comentarios finales.................................................................................................. 347 Fuentes y bibliografía............................................................................................... 351 iv Lista de cuadros Pág. Cuadro No.1. Precio de herramientas para la minería, Antioquia, 1664-1667....... 51 Cuadro No. 2. Herramientas utilizadas en las minas. Belmira 1668- 1797............ 53 Cuadro No. 3. Innovaciones técnicas en la minería Antioqueña, siglo XIX......... 59 Cuadro No. 4. Cuadrillas de esclavos en Petacas, 1669–1737................................ 66 Cuadro No. 5. Algunos dueños o señores de cuadrillas. Petacas, 1668–1797....... 74 Cuadro No. 6. Algunos mineros en Petacas, 1668-1736......................................... 76 Cuadro No. 7. Capitanes de cuadrillas en petacas, 1685 – 1797............................. 77 Cuadro No. 8. Número de esclavos en Antioquia, 1808......................................... 80 Cuadro No. 9. Ganado vacuno, lanar, equino y porcino Belmira, 1285-1826....... 110 Cuadro No.10. Propietarios de minas y tierras en el Partido de Petacas. 1651- 145 1861. Cuadro No.11. Propietarios y propiedades en San jacinto. 1715- 1853.................. 175 Cuadro No.12. Propietarios y propiedades en el Partido del Páramo. 1698 –1798 192 Cuadro No.13. Mazamorreros del Partido de Río Chico. 1779.............................. 199 Cuadro No.14. Propietarios de minas y tierras en el Partido de Río Chico. 1758-1837....................................................................................... Cuadro No.15. Número de esclavos, 1590- 207 213 1640..................................................... Cuadro No.16. Lista de mazamorreros de Petacas, Río Chico y San Jacinto. 1793–1810...................................................................................... 251 Cuadro No.17. Matricula de mazamorreros, Belmira 1818.................................... 256 Cuadro No.18. Mazamorreros que no pagaron el impuesto y las razones que exponían, Belmira, 1818................................................................ 257 Cuadro No.19. Propietarios de cuadrillas de esclavos en Petacas, 1669-1737....... 262 Cuadro No.20. Población de la jurisdicción de Antioquia en 1777 distribuida por clases.............................................................................................. 263 Cuadro No. 21. Condición y estado civil de la población del Curato Santo Domingo de los Osos, 1779.......................................................... 264 v Cuadro No. 22. Curato Santo Domingo de los Osos. Población 1779 265 Cuadro No. 23. Censo 1788, jurisdicción de Antioquia.......................................... 266 Cuadro No. 24. Castas en la jurisdicción de Antioquia, 1790............................... 267 Cuadro No. 25. Población de Petacas, 1797........................................................... 268 Cuadro No. 26. Cuadrillas de esclavos en Petacas. Año 1797................................ 269 Cuadro No. 27. Población del cantón de Santa Rosa, 1828.................................... 270 Cuadro No. 28. Edades más comunes de niñas y niños. Belmira, 1843................. 271 Cuadro No. 29. Estado civil de la población de Belmira, 1843.............................. 271 Cuadro No. 30. Sirvientes y sirvientas. Belmira, 1843........................................... 272 Cuadro No. 31. Estado civil y oficios de los habitantes, Belmira 1851................. 276 Cuadro No. 32. Población de Belmira. 1669-1851................................................. 277 Cuadro No. 33. Padrinos y madrinas de los matrimonios. Belmira, 1824-1849..... 282 Cuadro No. 34. Vecindad de los contrayentes, Belmira, 1824-1849...................... 283 Cuadro No. 35. Dispensas, Belmira 1825–1848..................................................... 286 Cuadro No. 36. Padrinos y madrinas de bautizos. Belmira, 1824-1843................. 295 Cuadro No. 37. Nacimientos, Belmira. 1823-1843................................................. 296 Cuadro No. 38. Padrinos y madrinas más solicitados en confirmaciones. Belmira, 1837–1847....................................................................... 297 Cuadro No. 39. Muertos y sus edades. Belmira, 1824-1837................................... 299 Cuadro No. 40. Estado civil de los muertos en Belmira, 1824-1837...................... 299 Cuadro No. 41. Alcaldes pedáneos del Norte de Antioquia, 1820.......................... 320 Cuadro No. 42. Alcaldes Pedáneos, jueces, secretarios, regidores y mayordomos Belmira, 1773-1861........................................................................ 323 Cuadro No. 43. Viceparroquias de la Provincia de Antioquia,1770....................... 332 Cuadro No. 44. Avalúo iglesia San Jacinto, 1851................................................... 342 vi Lista de Imágenes Pág. Belmira en Antioquia .......................................................................................... 20 Acequia ............................................................................................................... 41 Mineras Mazamorreras ....................................................................................... 44 Herramientas mineras ......................................................................................... 55 Molinos de Pisones Siglo XVI y XIX ................................................................. 60 Zona Urbana de Belmira ..................................................................................... 113 Aproximación poblado Belmira,1850 ................................................................. 141 Plano arquitectónico de casa ............................................................................... 143 Calles de Belmira ................................................................................................ 144 Laguna del Páramo de Belmira ........................................................................... 180 Páramo Santa Inés ............................................................................................... 180 Valle de Río Chico .............................................................................................. 196 Escenas Esclavos ................................................................................................ 208 Rancherías ........................................................................................................... 225 Familia ................................................................................................................ 259 vii Lista de mapas Pág. Mapa No. 1. Belmira en Antioquia y Colombia................................................... 20 Mapa No. 2. Hidrografía de Belmira. 1650-1850................................................. 48 Mapa No. 3. Partidos en Belmira, 1650-1850...................................................... 111 Mapa No. 4. Aproximación al Poblado de Belmira, 1850.................................... 141 viii Lista de Gráficas Pág Grafica No. 1 Esclavos de Origen Africano en Petacas ...................................... 215 Grafica No. 2 Población del Partido de Santo Domingo de Petacas. Año de 1779 ............................................................................................... 220 Grafica No. 3 Población del Partido de Santo Domingo de Petacas. Año de 1779 en Porcentajes...................................................................... 220 Grafica No. 4 Precio promedio de los esclavos con respecto a su edad ............. 226 PRESENTACIÓN. La realización de este trabajo monografía “Con Negros, Minas y un Bello paisaje se hizo la Historia Colonial de Belmira, 1650-1850” surgió por motivaciones personales, al querer comprender aspectos de la historia del Municipio. Pues éste aunque con muchas historias y de gran importancia en el desarrollo de la provincia de Antioquia, poco ha interesado a los estudiosos e investigadores de las ciencias sociales, y sólo se tenían de él vagos recuerdos que sonaban como ecos de campanas lejanas, de lo que algún día fue su “próspera empresa minera y su poblamiento negro”, por lo anterior decidimos que bien valía la pena reconstruir un fragmento de la historia colonial de Belmira. Pese a todas las dificultades encontradas inicialmente para la obtención de las fuentes, no fue posible evitar posteriormente el asombro, por la cantidad de información que se encuentra de la localidad de Belmira, de toda la región del Norte del Departamentos y de Antioquia. Información que se haya dispersa, mal tratada y olvidada, esperando que las autoridades dediquen un rubro a su recuperación, o a que los investigadores descentralicen sus preferencias de buscar sólo en el Archivo Histórico de Antioquia y recurran a las localidades y salven este patrimonio, tan imprescindible a nuestra profesión de historiadores. Consideraciones metodológicas. Con la realización de este ejercicio de investigación se pretendía en un inicio dar cuenta ambiciosamente de lo que fue la transición de la minería en Belmira a la actividad actual de la región, es decir, la ganadería lechera, Sin embargo el trabajo se presentaba con una periodización demasiado amplia y con perspectivas de análisis muy económicas. Durante el proceso inicial de la consulta historiográfica de la zona nos dimos cuenta que solamente en la minería había una cantidad considerable de vacíos y múltiples aspectos que bien valían la pena ser mirados con más detenimiento. Por tal motivo, se redujo la temporalidad y se determinó trabajar un período aproximado de 200 años (1650-1850). Se inicia el trabajo en esa fecha, porque son los 2 indicios de los primeros asentamientos a la zona, y el año de finalización del estudio porque se quería ver la consolidación de la población y por ser la época en que se llevó a cabo el censo en el cual aparece Belmira más estructurada tanto en lo territorial como en la conformación familiar. Asimismo consideramos que 1850 e incluso 1860 son periodos que bien pueden enmarcarse todavía con cierta estructura de la época colonial. Si bien se habla que a partir de 1810, momento de la independencia todas las estructuras públicas, privadas y hasta eclesiásticas cambiaron radicalmente; en muchos lugares aislados económica, política y socialmente por múltiples motivos, como fue el caso de Belmira, se siguieron operando fenómenos que caracterizan la época colonial. La investigación la llevamos hasta 1850, época de gran trascendencia, pues después de la visita de Mon y Velarde en los comienzos del siglo XIX, la región antioqueña vivió una expansión acelerada en el procesos de incorporación y doblamiento de nuevas áreas territoriales, las empresas colonizadoras, las actividades agrícolas y ganaderas, las innovaciones en la minería, la apertura de caminos y la formación de nuevos poblados. Para el caso de la localidad desde 1800 y de acuerdo a las fuentes consultas se dio un auge de la compra-venta de propiedades mineras y territoriales por parte de los pobladores libres del lugar. Los diferentes procesos operados en Belmira durante la colonia, se han ido trasformando lentamente en un proceso paulatino de larga duración, lo que nos permite mirar actualmente como funciona una sociedad con raíces en la esclavitud, la modelación de un paisaje por causa de la minería y las interacciones de lo público y lo religioso con los demás habitantes. Problema que bien puede ser objeto de un nuevo trabajo investigativo. Luego de tener claro el período y la temática más definida, presentamos el desarrollo de un proyecto de investigación que fue objetado primordialmente por la falta de fuentes primarias, se pensó que para realizar el trabajo las fuentes primarias no eran suficientes y que no darían una visión amplia de la época colonial de Belmira, o simplemente que no existían. Para tal efecto fue necesario, primero ver los diferentes fondos del Archivo Histórico de Antioquia, y ver si en el archivo Municipal de Belmira existía algo, 3 mirando también el archivo parroquial, sin tener buena suerte en ninguno de los dos lugares. Con base en esto nos dimos a la tarea de ubicar en los sitios que fueron los centros políticos y religiosos de la zona norte, los diferentes archivos y hallar las fuentes necesarias para desarrollar el trabajo. Fue así como se hizo un inventario amplio de fuentes en los archivos notariales y judiciales de Santa Rosa, Sopetrán, San Pedro y Entrerríos. También los archivos parroquiales de estos municipios y los de la curia de Santa Rosa y Medellín. Recorrido por archivos y fuentes: La burocracia el pasajero constante. Una de las dificultades que se nos presentó con más insistencia fue la manera de acceder cómodamente a los archivos. Los trámites burocráticos son la constante sobre todo en las instituciones religiosas. En los archivos públicos diferentes a Medellín es imposible acceder sin una carta de aval institucional de la Universidad donde se especifique el motivo, las recomendaciones y si es preciso, que documento en particular se desea mirar. Junto con nuestra asesora nos tocó pasar por esta odisea burocrática, y en la curia de Santa Rosa acudir a todas las recomendaciones personales que se pudo por medio de amigos cercanos. En los archivos de las localidades de Santa Rosa y Sopetrán se encontró gran parte de la información de Belmira, la cual nos permitió complementar la del Archivo Histórico de Antioquia y desarrollar otros temas más específicos, como por ejemplo, el capítulo de tierras. Entre los archivos que se trabajaron están: Archivo Notarial de San Pedro: Consta de un archivo organizado cronológicamente desde el año de 1864 hasta mediados del siglo XX. Los libros están indizados por el nombre de quien realizó el protocolo. Sobre Belmira sólo se encontró una escritura correspondiente a una deuda registrada en los años 1864-1867. En el archivo parroquial de San Pedro existía información desde 1900 en adelante como ocurrió en Belmira y en Entrerríos, ya que la información referente a los años anteriores fue enviada a la Curia de Santa Rosa de Osos. 4 Archivo Notarial de Entrerrios: existe información desde 1918, además de los protocolos, habían documentos referentes a registros de nacimiento, matrimonios y defunciones, pero sólo desde 1934. Con la información de este municipio puede ocurrir lo mismo que con la de Belmira que se encuentra en otras localidades. Una de las escrituras que encontramos en este archivo nos permitió saber que la información estaba ubicada en otras localidades distintas a Belmira. Los libros de este archivo estaban indizados por nombre y tenían una pequeña alusión al asunto tratado. En el Municipio de Sopetrán, localizado al Occidente de Antioquia consultamos el Archivo Notarial en donde cencontramos los Protocolos de Escrituras públicas y otros instrumentos, para el periodo comprendido entre1834 y 1860. Archivo Notarial de Santa Rosa de Osos: El archivo notarial esta ubicado en las instalaciones de la administración municipal, se destinó para su uso una habitación en un rincón olvidado en el edificio de la alcaldía. Tiene una organización cronológica desde el año de 1783. Para esta monografía se rastreó información desde el primer libro hasta el año de 1855. Fue muy diversa la información que allí se encontró sobre Belmira. Compra venta de esclavos, compra venta y pleitos de tierras, pleitos por linderos, aguas y pastoreo indebido de ganados, diferentes negocios de hipotecas, deudas y fianzas que en su mayoría se realizaban con propiedades en tierras, esto último, nos permitió conocer el propietario y los límites de muchos lotes. También se encontraron algunos testamentos, entre ellos algunos de negros libertos que pudieron acceder a propiedades. La información que contiene este archivo es indispensable para poder desarrollar una investigación de cualquiera de los municipios del Norte. Sin embargo es preocupante el descuido en que se encuentra el archivo, el deterioro de algunos de los libros, y no tener una persona adecuada para la administración. Archivo Judicial de Santa Rosa: En este archivo fue posible observar la mayor cantidad de documentos dispersos y más expuestos a dañarse. Son literalmente unos bultos de papeles arrumados en un lugar a la intemperie y muy propensos a la humedad. Algunos documento de dicho archivo fueron organizados por la investigadora Shirley Tamayo, con base en esa organización seguimos ordenando la documentación cronológicamente 5 y en un soporte de 30 cajas de cartón. Logramos rastrear información desde 1781 hasta 1860. Algunos de los documentos que la investigadora Tamayo referencia en su libro no fue posible encontrarlos. El archivo contiene información desorganizada de los siguientes fondos: Tierras, esclavos, criminal, mortuorias, testamentos y hasta cartas personales, pero toda está dispersa en las distintas cajas. Al igual que el notarial, es indispensable el rastreo de documentos de este archivo para un trabajo de la zona, incluso del departamento ya que contiene la información del Juzgado del Circuito que abarcaba hasta la zona del nordeste. En el Archivo de la Curia de la Diócesis de Santa Rosa de Osos, como todos los archivos religiosos, en su gran mayoría están aun cerrados a la investigación histórica colonial e incluso de otros períodos de la historia colombiana, ya que la iglesia en su conjunto no ha permitido el acceso a ellos. Es por ellos que se encuentra fuera del alcance de los investigadores un importante cúmulo de información, contenida en documentos como los expedientes de dispensas, libros de matrimonios, bautizos, defunciones, correspondencia, entre otros. Sin embargo, pese a las dificultades para acceder a la búsqueda de la información y a las distintas situaciones que cada día vivimos con el director de dicho archivo, logramos consultar los libros de matrimonios de Belmira de 1824-1849 libro de Bautizos 1824-1843, Confirmaciones 1837 – 1847, Defunciones 1824- 1837 y las Visitas Pastorales a la localidad de Belmira. En cuanto a las defunciones no fue posible hacer una consulta de un período más amplio. Aunque los archivos y su administración están en el derecho de cobrar ciertos servicios, como por ejemplo el uso del microfilmador, se debería pensar en los estudiantes que con dificultades se desplazan a otros lugares y cuyo presupuesto es escaso. En el archivo Histórico de Antioquia encontramos entre otros los siguientes Fondos de gran utilidad para la realización de este ejercicio de investigación. Para el período de la colonia se trabajaron minas, esclavos, visitas, tierras, mortuorias, censos y notarial. El Fondo Minas y Amparo de Minas son claves para esta investigación, tiene información directamente relacionada con la minería, concesiones y amparos de minas, en los que se registran las adjudicaciones hechas por las autoridades virreinales a los 6 descubridores de minas, y lo referente a los impuestos que se les exigía pagar en la Caja Real. También se encuentran las matrículas en las cuales los alcaldes llevaban control fiscal de aquellas personas que extraían el oro de ríos y quebradas. Fondo Esclavos: En él se encuentra información relacionada con las manumisiones, el cimarronaje y los pleitos entre amos y esclavos.. En las manumisiones es posible en algunos casos, tener claridad en cuanto a la situación socioeconómica de los negros libertos, tanto al momento de obtener su libertad como después. Este fondo es de gran interés para el desarrollo de este estudio si tenemos en cuenta que la actividad minera fue desarrollada en gran parte con mano de obra esclava, de ahí que la localidad de Belmira se caracterizó durante el período colonial, por tener un alto porcentaje de población negra. Fondo Visitas: Las visitas y los juicios de residencia fueron instituciones creadas por la corona con el objeto de controlar la administración colonial. Los juicios de residencia pretendían fiscalizar la conducta de los funcionarios públicos nombrados por el rey y las visitas son información recolectadas por funcionarios enviados por la corona, las cuales fueron realizadas principalmente en los siglos XVII y XVIII. La función de los visitadores era la de informar sobre la situación de la provincia en lo relacionado con el estado de la población, las rentas de la Real Hacienda, la tenencia de la tierra, la explotación de las minas, la evangelización de los grupos sociales, la creación de poblados, la apertura de caminos, entre otros. En el siglo XVIII, los informes de las visitas cambian un poco sus funciones, debido a las reformas Borbónicas de comienzos de siglo, estas ya consistían en una información general de los lugares visitados, información sacada de los mismos habitantes del lugar como eran labradores, propietarios gentes pobres, funcionarios, entre otros, a quienes se les preguntaba sobre sus actividades, costumbres, condición socioeconómica, riquezas. Todas estas preguntas con miras a crear nuevas políticas coloniales y nuevos impuestos para incrementar el ingreso fiscal de la corona. Fondo Notarial: Aquí se encuentra información de compra ventas, cartas de libertad de los esclavos, testamentos de particulares, hipotecas, fianzas. 7 Censos de Población: Son importantísimos en la medida en que dan información de la condición social de las personas: sexo, edad, estado civil, oficio, situación económica y estructura familiar. Los censos son una cantera de información en muchos aspectos, nos facilitan una visión de la sociedad y de los procesos sociales que se desarrollan y nos permite establecer el movimiento demográfico. Fondo Tierras: Permite estudiar los primeros propietarios, cantidad de tierras que poseían, los pleitos que se libraron por ellas y limites territoriales, lo que nos permitió tener una idea de la estructura agraria y de la mano de obra. Fondo Mortuorias: La mortuoria esta compuesta por el testamento, el inventario y el avaluó de los bienes que haya declarado una persona, entre los bienes se pueden apreciar minas, tierras, esclavos, herramientas, trajes, utensilios de hogar y de lujo. También especifican la ubicación de los bienes, la conformación familiar, además en él define en manos de quien quedarán sus bienes, si en miembro de su familia o en uno o varios albaceas. Por medio de las mortuorias también es posible ver cuantos de los bienes pasan a la iglesia como donación o en pago de servicios religiosos. Con base en esta fuente se pudo establecer los primeros propietarios de minas en Petacas, el número de esclavos que llevaron en las primeras explotaciones mineras, las herramientas y los limites de sus propiedades. Toda esta información nos fue de gran utilidad durante el desarrollo de todo el ejercicio investigativo. Balance historiográfico Los estudios sobre el municipio de Belmira son muy escasos. Hasta el momento Los investigadores han prestado poco interés a la conformación y desarrollo de la localidad, desconociendo la importancia de ésta en la conformación inicial de la región norte y sus aportes en los ámbitos económico, social y cultural para toda la región antioqueña. 8 Las referencias que de esta localidad hemos obtenido han sido por medio de los escritos sobre los estudios generales de la minería en Antioquia y sobre la región del norte del Departamento donde se encuentra ubicado dicho municipio. El siguiente balance nos ha permitido estimar cómo se ha tratado la historia de la localidad, y con base en esto hemos orientado los diversos lineamientos en el desarrollo de este ejercicio de investigación. La obra de Vicente Restrepo, Estudio Sobre la Minería de oro y plata en Colombia. Es la obra de publicación más temprana que haya tenido Colombia sobre la minería, considerada como la obra pionera en este tema. Fue publicada por primera vez en Bogotá, en 1883 por los Anales de Instrucción Pública. Estudio que contiene valiosa información para nuestra investigación. En esta obra el autor analiza la minería en Colombia, ocupándose detalladamente de la minería en Antioquia, la geografía, las vías de comunicación, la ubicación y descubrimiento de zonas mineras, describe las técnicas empleadas en la minería, la producción, la fuerza de trabajo, el poblamiento, la exportación y el precio del oro. El autor plantea que después de la decadencia de las minas de Guamocó, Zaragoza Remedios y Cáceres, en el siglo XVIII, los mineros se desplazan hacia las zonas altas o de vertientes de la provincia de Antioquia, época en la cual se inicia la explotación de los ríos y las quebradas de las regiones de Santa Rosa de Osos y del Oriente. Sin embargo, las fuentes primarias consultadas para el desarrollo de esta monografía, tanto en el Archivo Histórico de Antioquia como en los archivos locales nos han permitido plantear que la explotación aurífera de la región norte, específicamente en Belmira empezó desde las primeras décadas del siglo XVII. explotaciones se hicieron Según Restrepo, estas con mano de obra independiente, es decir, con los mazamorreros, los cuales sacaban una parte muy considerable del oro de Antioquia. Afirmación sostenida también por otros autores, entre ellos José Manuel Restrepo, quien plantea que para los primeros años del siglo XIX, el oro extraído por los mazamorreros representaba cerca del 85% de lo obtenido en la provincia. No obstante, para el caso de Belmira y partiendo de las fuentes consultadas, hasta fines del siglo XVIII la mano de obra básica para la extracción del oro fueron los negros esclavo bajo la organización de cuadrillas y simultáneamente los negros libres. 9 Esta obra del señor Vicente Restrepo al parecer, y según varios investigadores del siglo XX, tenía como objetivo motivar la inversión extranjera en Colombia, la cual permitiría alta rentabilidad por su riqueza en yacimientos mineros y por el bajo costo de la fuerza de trabajo. Otra de las obras de gran utilidad y que en varios pasajes hace referencia a Petacas (Belmira) es la de Robert West La minería de Aluvión en Colombia durante el período colonial publicada en 1952. Es una obra clásica entre los trabajos sobre minería. Fundamentada en fuentes primarias del Archivo General de la Nación, Biblioteca Pública Piloto de Medellín, el Archivo Histórico de Antioquia y en la obra de Vicente Restrepo. Estudios sobre las minas de oro y plata en Colombia. Hace valiosos aportes en cuanto a las técnicas mineras, los volúmenes de producción, la relación entre la actividad minera y agrícola, sobre la fuerza de trabajo, los establecimientos mineros, entre otras. Otra obra general sobre Antioquia, más reciente, de la última década del siglo XX, es el trabajo de María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez. Raíces del poder regional en Antioquia (1998), trabajan, entre otros, dos temas básicos para nuestro interés como es la fuerza de trabajo o mano de obra en la actividad minera y la tenencia de la tierra en Antioquia en el siglo XVIII y XIX. Como ya hemos dicho, el municipio de Belmira se encuentra en la denominada región de los Osos ó en lo que hoy conocemos como la meseta del altiplano norte del Departamento de Antioquia. Consideramos necesario tener algunas referencias de la conformación de dicha región con el propósito de contextualizar histórica y geográficamente el municipio que nos ocupa en esta investigación. Para tal efecto se han mirado autores como: Pedro Rodríguez Mira, José Martín Múnera Tobón, Víctor Álvarez Morales, Beatriz Patiño Millán, Gabriel Poveda Ramos, Roberto Luis Jaramillo, Mariano Arango Restrepo y James Parsons. Las referencias y aportes que cada uno de estos autores hace a nuestra investigación son las siguientes: Sobre el descubrimiento de esta zona nos hace una corta referencia el Señor Pedro Rodríguez Mira en su libro Oro y verbena: Crónicas y cuadros de costumbres de la ciudad de Santa Rosa de Osos, en ella narra el proceso de ocupación 10 del territorio y como los españoles con su Insaciable sed de oro se internaron en estas abruptas montañas, siendo Juan Vallejo, subalterno de Jorge Robledo, el primero en intentar adentrarse en esta zona. Señala que solo hasta la llegada a la gobernación de Don Gaspar de Rodas y de Don Andrés de Valdivia, no se iniciaron verdaderamente la formación de poblados. El nombre de Valle de los Osos se debe a la gran cantidad de estos animales que habitaban la zona, según nos dice José Martín Múnera Tobón en el texto: Una parcela: La diócesis de Santa Rosa de Osos. Según Víctor Álvarez para 1659 se erigieron varios curatos en la provincia de Antioquia, dada la cantidad de pobladores se hizo necesaria la erección de curatos para adoctrinar feligreses, entre estos curatos se encuentra el de los Osos (Santa Rosa de Osos).1 El mismo autor hace referencia a la baja producción de oro en Antioquia para la época de 1630, debido a lo poco rentable que resultaba la extracción del mineral con los medios con que se disponía y lo dificultoso de hallar nuevos yacimientos. En la segunda mitad del siglo XVII, se descubren los llamados “Minerales de los Osos” por el Capitán Fernando del Toro Zapata. Este descubrimiento pretendía remediar la crisis que se vivía en el momento con relación a la producción minera.2 Sobre la Región de los Osos la historiadora Beatriz Patiño Millán sostiene la hipótesis de que fueron los atractivos y ricos yacimientos auríferos los que determinaron la continua expansión de la frontera hacia la región del Valle de los Osos. También plantea que debido a lo poco rentable que era establecer cuadrillas de esclavos para la explotación del oro, las personas ricas se valieron de individuos pobres a quienes tenían en calidad de agregados para desmontar y valorizar dichas tierras, dejando las minas sin explotar y reduciendo el trabajo de los mazamorreros. Para los años 1770-1780 “Varios comerciantes vecinos de Medellín, invirtieron capital en explotaciones mineras localizadas en el Valle de los Osos. Así en el censo de 1786 mercaderes como Don José M. Zulaybar, Don Juan José Callejas, Don Manuel Santamaría y Don Manuel José Jaramillo y Molina manifestaron estar entablando minas en este sitio.”3 1 Víctor Álvarez Morales. “La sociedad colonial, 1580-1720.” En: Historia de Antioquia. Melo Jorge Orlando. Compilador, Bogotá, Suramericana, 1988, p. 61. 2 Álvarez Morales. “La sociedad colonial, 1850-1720.” pp. 54-55. 3 Beatriz Patiño Millán. “La provincia en el siglo XVIII.” Historia de Antioquia. Melo, Jorge Orlando. Compilador, Bogotá, Suramericana, 1988, p. 71, 82. 11 De igual manera, la autora hace referencia a la manera como aumentó la rentabilidad en las explotaciones de oro con las minas del Valle de los Osos y el cambio paulatino de mano de obra esclava por jornaleros libres (mazamorreros). El historiador Roberto Luis Jaramillo reseña el proceso de colonización dirigida, teniendo en cuenta que en 1785 Pedro Rodríguez de Zea visitó el Valle de los Osos por orden del gobernador Francisco Silvestre, quien aceptó junto con Juan Antonio Mon y Velarde la repartición de tierras, la apertura de caminos, tras los cual surgieron varias poblaciones como Santa Rosa de Osos y Yarumal.4 Existe otra bibliografía sobre los diferentes municipios del Departamento (Obras de carácter general), de ella hemos extraído los breves apuntes que sobre Belmira existen. Intentamos con esto tener una idea global de la conformación, fundación y posterior desarrollo de la localidad y poder indagar con base en ello otras temáticas que no se toquen en estas obras. Entre estos autores podemos mencionar: Manuel Uribe Angel, Jorge Rodríguez, Antonio J. Gómez, Heriberto Zapata Cuencar, Manuel Monsalve Martínez, Presbítero Carlos E. Mesa, Catalina Villa, Luz Posada de Greiff, Michel Hermelin, Martín Alonso Medina, María Dioselina Granada Vélez. Los anteriores autores hacen apuntes sobre el poblamiento, la colonización, los aspectos geográficos, geológicos y económicos (minería, agricultura, ganadería), grupos sociales, educación y religión. Una obra que para el desarrollo de este ejercicio de investigación fue de gran importancia y nos dio luces para varias de las temáticas trabajadas es el libro de reciente publicación denominado Camino a la región de los Osos escrito por Alba Shirley Tamayo, Historiadora de la Universidad Nacional de Colombia, quien en 1998 ganó el premio Departamental de Historia. En el texto se ocupa de la región del Norte de Antioquia durante el siglo XVIII, región de la que hace parte Belmira, trabaja temáticas como poblamiento inicial de la región, la actividad minera, las rancherías, la agricultura, los pobladores y su entorno, la actividad ganadera, aspectos de la vida social de los esclavos como las enfermedades, la vida religiosa de los mismos y tangencialmente su relación con amos y señores. El trabajo es importante para Belmira porque para desarrollarlo, la autora investigó fuente que nos orientaron sobre esos 4 Roberto Luis Jaramillo. “La colonización Antioqueña” Historia de Antioquia. Melo, Jorge Orlando. Compilador, Bogotá, Suramericana, 1988, p. 204. 12 primeros hombres que se desplazaron al río Chico y establecieron sus minas y cuadrillas, también hace mención a algunos esclavos que venían desde Sopetrán y Antioquia.5 Los autores que han trabajado específicamente la localidad son escasos, entre ellos se encuentran Luis Alfonso Arias Restrepo quien escribió Boceto Monográfico de Belmira publicado en 1989, este autor en una forma resumida muestra al municipio de Belmira desde sus orígenes en 1659, pasando por su fundación en 1757. Hace un recuento rápido de su historia económica, social, cultural y política hasta el siglo XX. Gran parte de las ideas e información que trae el libro no la referencia, es decir no cita la fuente de donde la sacó, por lo que puede ser difícil la corroboración de la misma información. Este autor hace una segunda publicación en 1999 con el libro Belmira Municipio con Identidad el cual es una versión actualizada del Boceto Monográfico de Belmira, en esta obra retoma la localidad desde sus orígenes hasta fines del siglo XX, tocando tanto lo aspectos económicos, sociales, políticos ,culturales, geográficos y topográficos como la vida cotidiana de la localidad, el autor tiene en cuenta la parte ecológica, eventos importantes que se celebran en el municipio y personajes sobresalientes. El autor trata muy tangencialmente la parte sobre la minería si tenemos en cuenta que la minería fue la base económica más importante en la historia de Belmira al menos hasta bien entrado el siglo XIX. Otro autor que escribe sobre la localidad es Emperatriz Gómez Gallo quien escribe Propuesta de Plan de Desarrollo para el Municipio de Belmira , esta autora retoma el Boceto monográfico de Belmira de Alfonso Arias Restrepo y algunas obras generales referentes a la región antioqueña para hacer un recuento histórico de Belmira, en el que siguiendo casi las mismas pautas de exposición planteadas por Luis Alfonso Arias Restrepo, toca los diferentes aspectos de la vida de la localidad como son el económico, el social , el político y el cultural. Esta autora, trabaja más detenidamente la planeación y el ordenamiento territorial. En cuanto a los dos autores que estudian sobre el municipio podemos concluir que nos dan una visión panorámica a grandes rasgos de lo que es Belmira, pero es mucho lo que 5 Santafé de Bogotá, Ministerio de Cultura, 2002. 13 aún debe estudiarse y conocerse sobre la localidad y su importancia en la región norte y en el conjunto del Departamento. Los resultados del ejercicio de investigación que a continuación verá el lector, consta de 6 capítulos, con los cuales se quiso abarcar el máximo de los aspectos de la vida colonial de Belmira. Entre los capítulos desarrollados se cuentan: Minería actividad básica en la vida colonial belmireña, Tierras y configuración de Belmira; Esclavos y negros libres: Los primeros pobladores de la Belmira Colonial; Gente, familia y control social; Aldea San Jacinto tierra de oro y disputas; Administración y Cargos públicos en Belmira. El primer capítulo “La Minería, actividad básica en la vida colonial de Belmira” aborda temáticas como las adjudicaciones de minas en Petacas (Belmira), las Rancherías y su influencia en la vida cotidiana de los mineros, de los instrumentos y técnicas empleadas en la minería, precios de las herramientas, la mano de obra empleada en la actividad minera, la cuadrilla de esclavos y la jerarquización del trabajo en las minas , la moneda en la colonia, la minería, el comercio y los comerciantes, y por último, se muestra un glosario de términos de herramientas utilizadas en la minería en el período colonial. Para el desarrollo de este primer capítulo nos basamos en fuentes primarias tales como los fondos que reposan en el Archivo Histórico de Antioquia: Fondo Minas, Amparo de Minas, Mortuorias, Fondo Notarial, entre otros. Y obras que tratan estas temáticas como lo son la obra de Robert West Titulada “La minería de Aluvión en Colombia durante el período colonial”, el trabajo de Vicente Restrepo “Estudios sobre las minas de oro y plata en Colombia; trabajos del historiador Víctor Álvarez Morales, como “La presencia Negra en el mundo colonial de la región antioqueña”; Francisco Silvestre, Relación de la Provincia de Antioquia publicado en Medellín por la Secretaría de Educación y Cultura de Antioquia, en 1988; Ivonne Suárez “Oro y sociedad colonial en Antioquia 1575- 1700”, Lucelly Villegas Villegas, “Minería y trabajo independiente en Antioquia colonial. Los mazamorreros 1770-1820, y Alba Shirley Tamayo “Camino a la Región de los Osos”. Todas estas obras aluden ampliamente a la minería en Antioquia y han dado valiosos aportes en diferentes tópicos sobre el tema. 14 El segundo capítulo lo denominamos “Tierras y configuración de Belmira” muestra en forma general los procesos de tenencia de la tierra en Antioquia, y en forma más detallada los de Belmira. Las temáticas trabajadas en este capítulo fueron el poblamiento, ocupación, división o fragmentación del territorio a partir de la propiedad minera y territorial, Esto nos permitió identificar para la época colonial de Belmira partidos importantes como lo fueron Petacas, Río Chico, San Jacinto y Páramo. Igualmente con las fuentes consultadas se pudo establecer una aproximación de los límites de dichos partidos y de la localidad de Belmira. De la misma manera, logramos identificar a los pobladores y propietarios más relevantes en cada uno de los partidos, como también, el sin números de transacciones de compra, venta y pleitos de minas y tierras. Las fuentes en las que nos basamos para el desarrollo de este capítulo fueron especialmente primarias. Ubicadas unas en la ciudad de Medellín como fue el Archivo Histórico de Antioquia y el Archivo de la Arquidiócesis de Medellín. En el primero se consultaron, entre otros, los Fondos Tierras, colección General de Minas, Fondo Minas, Estadísticas y censos, Fondo Mortuorias, Erección de Curatos, Escribanos de Antioquia y en el Archivo de la Arquidiócesis de Medellín, encontramos los Registro de Erección y Límites de las Parroquia de Belmira y la demarcación y erección del curato de Belmira (Petacas.). Además se consultaron otros archivos municipales con información regional tales como los de Santa Rosa de Osos y Sopetrán. Con relación a las fuentes secundarias consultadas para este capítulo trabajamos especialmente las obras de autores como María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez. Raíces del Poder Regional el caso Antioqueño6. La obra de José María Ots Capdequí. Nuevos aspectos del siglo XVIII Español en América7. Beatriz Patiño Millán, La Provincia en el siglo XVIII.8. Ann Twinam. Mineros y comerciantes y Labradores: Las raíces del espíritu empresarial en Antioquia9 . Emilio Robledo, Bosquejo Biográfico del señor Oidor Juan Antonio Mon y Velarde, Visitador de Antioquia 1785-1788 10 el libro de Alba Shirley Tamayo Arango, 6 Publicada en Medellín por la Editorial Universidad de Antioquia en 1998. Bogotá. Ed. Centro-Ins. Graf Ltda .1946. 8 Editado Por Jorge Orlando Melo. Bogotá, Suramericana de Seguros, 1988. 9 Medellín. Fondo Rotatorio de Publicaciones FAES. 1985. 10 Bogotá Publicaciones Banco de la República, 1954. 7 15 Camino a la Región de los Osos11 El capítulo tres sobre “Esclavos y negros libre. Primeros pobladores de la Belmira colonial” trata de explicar cómo y cuándo se dio el proceso de esclavitud en Colombia, en la provincia de Antioquia, la región Norte y Petacas. Se describe el poblamiento inicial de la región de Petacas con base en las cuadrillas de esclavos que fueron llevadas allí para las labores de minas desde principios del siglo XVII; además se muestra en gráficas el número de esclavos de origen africano en Petacas, el porcentaje de esclavos con relación a los otros grupos sociales y el precio de los esclavos con relación a su edad, aspectos relacionados con la vida de los esclavos, como la vivienda, las enfermedades, y las relaciones con los amos y demás dueños de cuadrillas. En una segunda parte del capítulo se explica como se dio el paso de la población esclava a libre y los asuntos relacionados con manumisiones individuales, cartas de libertad cimarronismo y rebeliones orientadas a la liberación de los esclavos, además del trabajo independiente que desempeñaba esta población libre. Para el desarrollo de este capitulo fue necesario revisar distintas fuentes del archivo Histórico de Antioquia, la más sobresalientes fue el Fondo mortuorias (1669 y 1737) y el fondo Notarial. También nos fueron muy útiles los fondos Criminal y de Esclavos, que nos dieron una gran visión de la vida de los esclavos y su manera de relacionarse con los otros grupos sociales. Entre los estudios de fuente secundaria se trabajaron los textos de Víctor Álvarez Morales, entre ellos La Presencia Negra en el mundo Colonial de la Región Antioqueña12. Hernando Zavala Rebeldes y cimarrones13, Beatriz Patiño La provincia de Antioquia durante el siglo XVI”14 y el libro de Alba Shirley Tamayo. Fueron de gran utilidad las obras generales de Jaime Jaramillo Uribe y Germán Colmenares en lo que respecta a la estructura social colonial. En cuanto al capítulo cuatro “Gente, Familia y Control social en Belmira”, se hace un recuento de la población, desde 1779 a 1851, partiendo del padrón general de 1779 correspondiente a los partidos de Osos, San Jacinto , Petacas y Río Chico hasta el censo de 1851 de Belmira, en este recuento se establece, de acuerdo a las fuentes, el número 11 Publicado en Bogotá, por el Ministerio de Cultura, 2002. Publicado en Revista Gallinazos Año II. No 3, Itagüí, 1982. 13 Monografía de pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, Medellín, 1993. 14 Publicado en Historia de Antioquia, Bogotá, Suramericana, 1988. 12 16 de habitantes en distintos períodos, clasificados por sexo, conformación familiar, grupos sociales en donde identificamos que los esclavos y luego los negros libres fueron el grupo poblacional más importante de Belmira. A través de la información consultada en el archivo de la curia de Santa Rosa como matrimonio, bautizos, confirmaciones, defunciones, entre otras, fue posible tratar en este capítulo la ingerencia o influencia de la iglesia en la institución familiar y en la vida social de Belmira, igualmente el número de matrimonios, nacimiento, defunciones y se identificaron los compadres en la primera mitad del siglo XIX. Otro de los temas tratados es el control social que vivieron los habitantes de Belmira en el siglo XVIII y parte del siglo XIX, para el desarrollo de esta temática fue de gran ayuda el Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos y el Fondo criminal ubicado en el Archivo Histórico de Antioquia. En cuanto a las fuentes secundarias nos basamos en los trabajos de Virginia Gutiérrez Miscegenación y cultura en la Colombia colonial.1750181015 y Familia y cultura en Colombia16. En las obras de Pablo Rodríguez Jiménez, Seducción, Amancebamiento y abandono en la colonia17 y Sentimientos y vida familiar en el Nuevo Reino de Granada.18. Un trabajo que nos fue de gran ayuda para este capítulo fue la monografía de grado de María Isabel Piedrahita Londoño, Composición de los Hogares Antioqueños según censo Nacional de 185119. Con el capítulo quinto correspondiente a “Administración y cargos públicos en Belmira” se pretende mostrar la organización civil y eclesiástica que tenía una región minera como lo fue Petacas. Se describe en él cada uno de los funcionarios y su respectiva jerarquización y la manera como se accedía a los distintos puestos públicos. En él es posible apreciar la estructura organizacional de la iglesia y de las zonas de influencia de la misma y del control que permitiera aglutinar y normatizar la vida de los pobladores de Petacas. 15 16 Bogotá, Uniandes-Colciencias, 1999. Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura (Biblioteca Básica Colombiana), 1975. Bogotá, Fundación Simón y Lola Guberek, 1991. 18 Santa Fe de Bogotá, Ariel Historia, 1997. 19 Medellín, Monografía de pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 2003. 17 17 Los textos de la profesora Beatriz Patiño: Riqueza, pobreza y diferenciación social en La Provincia de Antioquia. Siglo XVIII, y Criminalidad, ley penal y estructura social en la Provincia de Antioquia. 1750-1820, fueron los que más orientación teórica aportaron a la reflexión y estructuración de este capítulo, además de los documentos de archivo referidos a las diferentes visitas de los obispos y otros documentos que nos permitieron dilucidar la comprensión territorial de las parroquias y viceparroquias. Con base en todas las fuentes vistas para esta monografía fue posible hacer un cuadro de los distintos funcionarios de Petacas y San Jacinto para el periodo 1773 a 1861. Por último, la “Aldea de San Jacinto, tierra de oro y disputas” episodio olvidado de la historia de Belmira, mereció un capitulo en nuestra monografía. Se trató de mostrar en él el proceso de conformación de un poblado con innegables orígenes en los esclavos que habitaron dicha Aldea, y de comprender el territorio con abundante riqueza aurífera, y que logró concentrar grandes esfuerzos de muchas gentes, especialmente de las autoridades eclesiásticas, para que desapareciera como poblado independiente con autonomía civil y religiosa y se adhiriera a Petacas posteriormente Belmira. Los pobladores de la Aldea, en su mayoría esclavos y negros libres, y los síndicos del convento de las Monjas del Carmen fueron los encargados de defender hasta el último momento la autonomía de San Jacinto, pero no fue imposible evitarlo debido al peso que ejercieron los sacerdotes de Petacas y de las regiones aledañas. Para el desarrollo de este capitulo número seis se utilizaron los documentos encontradas en los archivos Notarial y Judicial de Santa Rosa de Osos, en los cuales fue posible rastrear pleitos y adjudicaciones de tierras, cartas personales dirigidas entre los pobladores de San Jacinto y los síndicos, las diferentes posturas que asumieron las autoridades civiles frente a la eliminación de la Aldea, entre otras. Con la información obtenida en el archivo de la Curia de la misma localidad, concerniente a las visitas de los obispos a la zona, encontramos diferentes autos expedidos por ellos para eliminar la parroquia y despojarla de todas sus pertenencias. Además se hallaron cartas entre los diferentes sacerdotes de la zona donde cada uno expone las razones por las cuales considera que debe ser eliminado el vecindario. Apoyados en las fuentes es posible mostrar una postura arbitraria, interesada y discriminatoria frente a los pobladores negros de la aldea de San Jacinto. 18 Este trabajo hace aportes importantes en cuanto a temáticas como son familia, la conformación territorial, la tenencia de la tierra, la administración y cargos públicos, aportes que no sólo se centran en Belmira, sino que son de gran importancia para toda la región del norte. Igualmente puede ser de gran interés para los habitantes de la localidad, y a través de él comprender algunos de los procesos actuales y pasados que vivieron los suyos. Con este trabajo buscamos despertar al máximo esos sentimientos de apego e identidad con el terruño de Belmira. 19 20 Contexto local: Belmira ayer y hoy. El descubrimiento de la Región Norte de Antioquia data aproximadamente del año 1541. Desde “Guaca” (Heliconia) uno de los sitios a donde había llegado el mariscal Jorge Robledo, envió su ejército de soldados a explorar en distintas direcciones el territorio. Diego de Mendoza exploró hacia el oriente, Juan de Fride hacia el sur, otra comisión, bajo las órdenes del capitán Juan Vallejo, se dirigió hacia el norte: “... trasmontó la cordillera que separa el Valle de Aburrá y la vertiente del Cauca, siguió el curso de esta al norte para llegar al llano de Ovejas, avanzó por San Pedro y Entrerríos y casi logró pasar el Valle de los Osos , aprovechando un árbol caído sobre el río Grande que sirvió de puente a la tropa. La fiereza de estos animales y de los habitantes de la región indios Nutabes, obligó a la escasa tropa a interrumpir la marcha, no sin comprobar de paso la inmensa riqueza aurífera de toda la comarca recorrida.”20 Aunque las tierras del norte antioqueño fueron descubiertas en 1541, su explotación aurífera sólo empezó en la primera décadas del siglo XVII, quizá porque la mayoría de los mineros estaban ocupados y concentrados en las ciudades de Cáceres, Remedios, Zaragoza y el Real de minas de Guamocó, que para ese entonces, estaban en alta producción. Después de agotados los minerales de estos sitios, las personas empezaron a desplazarse hacia la región norte de Antioquia. La riqueza descubierta en este sitio “... indujo años más tarde a varios colonos y aventureros a regresar a los mismos parajes y asentarse en ellos y desde entonces se dieron por completo al laboreo de las minas de oro en las distintas fuentes que bañan el territorio que comprende desde Ovejas hasta Santa Rosa de Osos.”21 En 1645, el gobernador de Antioquia Antonio Portocarrero y Monroy permitió y dictó las medidas respectivas para el descubrimiento y explotación oficial del Valle de los Osos “...mandó Portocarrero despachar su comisión al capitán Esteban Rivera, vecino de la ciudad de Cáceres y señor de cuadrilla, para que entrase a catear minas por aquella parte; y por la de esta dicha jurisdicción al capitán Pedro Martín de Mora y a mí Fernando de Toro Zapata, que entramos por diferentes partes en los ríos de los Osos y Caruquia; y según tiene avisado el dicho capitán Pedro Martín de Mora a vuestra Merced, a hecho muy considerable 20 21 Santiago Tamayo. Historia de una Basílica. Medellín, s.e., 1962, p. 34. Tamayo. Historia de una Basílica. p. 34. 21 descubrimiento ... y por lo que a mí toca, digo que tengo descubierto oro de jornal, de la dicha parte de dichos ríos, entrando por Aburrá en quebradas, aventaderos, sabanas, sobre sabanas y pantanos, que al parecer será de a peso, de a dos y de a ½ jornal, por día y por pieza. Y es tierra larga y copiosa de minerales donde se puede aviar la cuadrilla de toda esta jurisdicción, y otras muchas que vengan de otras partes. Y de las quebradas cateadas hago registro de trece, de las cuales he de escoger y tomar dos, la una para mí y la otra para don Antonio Zapata mi yerno don Manuel González; y de las restantes, otra para el comisario Lorenzo Cortés, mi cuñado; y otra para el capitán don Diego Beltrán del Castillo, mi cuñado; y otro para el beneficiado Facundo Ramírez de Herrera.”22 Belmira está ubicada en la franja occidental de la región norte a una altura de 2,550 metros sobre el nivel del mar lo que la hace ser uno de los poblados más altos de Antioquia. Su explotación aurífera se inició, aproximadamente en la primera década del siglo XVII en la cabecera del río Chico, artería fluvial más importante de este territorio, y en donde desembocan la mayoría de las quebradas de Belmira, que no son pocas. El río Chico fue el eje central de las explotaciones mineras durante la colonia, en sus orillas fueron construidas varias rancherías, ya que fue el primero en ser explotado de manera intensiva.23 El río Chico tuvo fama, como decía el Dr. Manuel Uribe Ángel en el año de 1887 “de ser eminentemente aurífero y aunque elaborado por mucho tiempo y tenacidad, sus placeres no están del todo agotados.”24 Este río, fue establecido como la frontera del curato de San Jacinto de los Osos. En 1753, el Dr. Francisco Javier González, decía: “Que en río que llaman río Chico, lindero de mi curato, se está fundando una nueva población de rancherías de negros esclavos de Don Sancho Londoño en el sitio que llaman de San Jacinto, la cual ranchería la han fundado de la banda de los Osos y por consiguiente se halla en los términos de mi curato como le consta a Usía, por la concordia de los señores vicepatrono y obispo, que solemnemente presento en la que se manifiesta que todos los feligreses que se 22 José María Mesa Jaramillo. Minas de Antioquia. Medellín, Imprenta oficial, 1906, pp. 339-340. Vicente Restrepo. Estudio sobre las minas de oro y plata en Colombia, Medellín, Fondo Rotatorio de Publicaciones FAES, 1979, p. 32. 23 El río Chico, chico pero a la vez importante si pensamos en lo que significó para aquellos lavadores de oro que se arrimaban a sus orillas, testigo fue de las relaciones que se establecieron entre negros, blancos, mestizos, mulatos, pobres y ricos, testigo de las enconadas discusiones entre los señores dueños de todo lo existente, dueños de las aguas estancadas, llovidas y por llover, dueños hasta de los años bisiestos, dueños de otros seres humanos como los esclavos, desposeídos y desarraigados. 24 Manuel Uribe Ángel. Compendio de Geografía del departamento de Antioquia. Medellín, Imprenta Republicana, 1887, p. 128. 22 22 hallasen inclusos entre los dos ríos que son los expresados río Chico y río Grande, pertenecen a mi beneficio.25 El poblamiento y posterior desarrollo de Belmira fue determinado por su riqueza minera la que se explotó bajo un tipo de minería organizada, es decir, con empresarios mineros dueños de tierras, con cuadrillas de esclavos y con mano de obra libre, que pese a su situación social “libres” no eran independientes, ya que no contaba con los medios de producción. Belmira fue la primera colonia minera que establecieron los habitantes de la ciudad de Antioquia en el Valle de los Osos. Veamos varios argumentos al respecto: “La primera colonia que establecieron los habitantes de la ciudad de Antioquia en el Valle que denominaron los Osos, en el año de 1608, fue su primer nombre Petacas y sirvió de punto de partida para los trabajos mineros en las hoyas de río Chico y río Grande”26 José María Mesa Jaramillo en su trabajo Minas de Antioquia publicado en 1906, muestra que posiblemente fue el capitán Diego Beltrán del Castillo uno de los primeros españoles que entró a catear minas en la localidad de Belmira (Petacas). “Pedro Martín de Mora, uno de los tres comisionados para descubrir el territorio...salió de Antioquia pasó por Petacas (hoy Belmira) y llegó a Tierra Adentro...encontró en Belmira trabajos de minería, emprendidos por el capitán Diego Beltrán del Castillo”27 Robert West en su obra La Minería de Aluvión en Colombia durante el período Colonial publicada en 1972 plantea que: “... la minería real no comenzó en esa zona norte hasta 1628, cuando unos pocos placeres se establecieron a lo largo de los Osos (actual río Chico). A mediados del siglo XVII la mayoría de los mejores placeres del río Chico, el río Grande y posiblemente el alto Guadalupe habían sido denunciados y la 25 Javier Piedrahita. Historia Eclesiástica de Antioquia, Colonia e Independencia. 1545 - 1828. Documentos y Estudios. Medellín, Editorial Gran América, 1973, p. 267. 26 Manuel Monsalve. Antioquia, económica y estadística. Medellín, Bedout, 1939. citando a Restrepo Euse. 27 José María Mesa Jaramillo, Minas de Antioquia. Medellín, Imprenta Oficial, 1906, pp. 339-340. 23 minería había comenzado; el Real de Petacas (actual Belmira) también estaba ya establecido.”28 La riqueza aurífera de Petacas incitó a varios mineros y colonos a entrar a su territorio, principalmente en busca del oro, complementando esta labor con el trabajo de cultivar la tierra, lo que permitió la construcción de un caserío a orillas del río Chico. El nombre del primer poblado en la zona cercana a lo que se conoce hoy como Belmira fue Santo Domingo de Petacas. Según algunos autores, Petacas era el nombre que le daban los colonos a los recipientes donde se secaba el oro al sol. Sin embargo, es posible pensar, de acuerdo a las fuentes primarias consultadas, que dicho nombre también fue utilizado por los habitantes del lugar para referirse a las grandes petacas de oro, (grandes piedras o rocas de oro) que sacaban de los ríos y quebradas.29 El curato de Santo Domingo se decía, “ha de tener por jurisdicción el alto del señor gobernador. El alto del capitán Mateo de Castrillón, los negros del capitán Juan Jaramillo, lo cual todo pertenece al dicho beneficio de Santo Domingo”30.Los actuales municipios de Belmira, Entrerríos y San Pedro pertenecían a este curato. La minería de Petacas fue constituida doctrina en el año de 1743 por el Obispo de Popayán Francisco José de Figueredo y Vitoria.31 La fecha de fundación del territorio y con la cual coincide gran parte de los investigadores consultados fue en 1757. La localidad de Belmira fue declarada municipio desde 1814, para entonces el padrón efectuado como requisito para ello, contabilizó 620 habitantes, total que al parecer no dio cuenta de la población rural existente para entonces, teniendo en cuenta que sólo fueron contabilizados los habitantes de Petacas, y no se tuvieron en cuenta los partidos de San Jacinto, Río Chico y el Páramo. El 20 de agosto del mismo año el vicario superintendente Lucio de Villa dictó el decreto de erección de la parroquia “Erigimos en parroquia por ahora la capilla dedicada a nuestra Señora del Rosario que será la patrona, en el sitio del Belmira antes 28 Robert C West. La Minería de Aluvión en Colombia durante el período Colonial. Bogotá, Imprenta Nacional, 1962, p. 41. 29 AHA. Fondo Amparos de Minas. 30 Piedrahita. Historia Eclesiástica de Antioquia, p. 249. 31 Revista Renovación, No. 96, p. 6. 24 Petacas.”32 Este decreto fue anulado por el gobierno español al volver los realistas al poder en 1816, sin embargo, por decreto del 23 de diciembre de 1823, el obispo de Popayán, Salvador Jiménez de Enciso volvió a erigir la parroquia: “creamos y erigimos en parroquia independiente de la de San Pedro, el partido y territorio de Petacas, que se llama país de Belmira.”33 En cuanto a su poblamiento, Belmira inicialmente estuvo habitada por los indios Nutabes, y posteriormente llegaron allí españoles y pobladores de Antioquia, con cuadrillas de negros esclavos, que se convirtieron en el grupo poblacional más importante de la zona. El término Belmira, es de origen portugués que quiere decir “bella vista, bella mira o bello paisaje,” se dice que este nombre se le ocurrió a uno de sus primeros pobladores, 34 sus orígenes como vemos data desde mucho antes de 1659, año en el que fue creado el Curato de Santo Domingo de Petacas por el obispo de Popayán señor Vasco Jacinto de Contreras y Valverde, bajo decreto expedido en Antioquia el 17 de noviembre de 1659.35 La base económica de esta población durante el período colonial, y el siglo XIX fue la minería, acompañada de la actividad agrícola y ganadera. Belmira en el siglo XX. Belmira hasta bien entrado el siglo XX era una población bastante atrasada en su desarrollo social y económico, carecía de acueducto y alcantarillado, no tenía luz eléctrica, contaba sólo con una planta eléctrica propiedad de un particular, el local del matadero no disponía de agua corriente, comenzando el siglo XX carecía de hospital y de institución de beneficencia.36 Como vemos las condiciones de vida del grueso de la población, eran unas condiciones precarias al igual que las condiciones de salud e higiene. 32 Luis Alfonso Arias Restrepo. Boceto Monográfico de Belmira. Medellín, Editorial Piloto Ltda., 1989, p. 21. 33 Heriberto Zapata Cuencar. Monografías de Antioquia. Medellín, Cervecería Unión S.A. 1978, pp.46 - 47. 34 Manuel Monsalve Martínez. Antioquia Económica y Estadística. Medellín, Bedout, 1939, p. 335. 35 Revista Renovación No 96, p. 6. 36 Cervecería Unión. Monografía de Antioquia, Medellín, 1941, pp. 64 - 67. 25 El servicio telegráfico fue creado en Belmira por decreto 1311 del 31 de agosto de 1925.37 La empresa de alumbrado eléctrico fue constituida bajo escritura pública número 1106 del 19 de abril de 1928, de la que fueron socios, la Parroquia, el Distrito y algunos particulares como Carlos Enrique López, Luis Alfonso Vieira, y José Jesús Monsalve. Por Acuerdo número 7 del 30 de julio de 1945, expedido por el Concejo Municipal la empresa fue declarada propiedad del Distrito y puesto a disposición el servicio de alumbrado38 En la actualidad, la economía de Belmira está basada en la explotación pecuaria, principalmente la ganadería lechera, además de las explotaciones piscícolas, complementando las labores cotidianas con la agricultura, aunque en menor escala. Para mediados del siglo XX la producción lechera ascendía a los 10.000 litros diarios.39 En este momento, la producción total de leche en el municipio ha sido calculada en 83.600 litros diarios. La leche producida en el sur de Belmira, 45.600 litros diarios, es vendida a la planta procesadora del producto, ubicada en el municipio de San Pedro de los Milagros. Los 38.000 litros de leche que se producen en la parte norte, específicamente en los corregimientos de Labores, Quebraditas y veredas aledañas, son comercializados en los municipios de Santa Rosa de Osos y San José de la Montaña.40 La ganadería generó a su vez otro renglón económico importante en distintos pueblos de Antioquia como fue el curtido de cueros. “Para el año de 1888 se contaba en Antioquia con 33 tenerías, las cuales produjeron 12.609 cueros curtidos.”41 En Belmira para la década de los años 30 del siglo XX existían cerca de 6 tenerías, algunas de ellas pertenecían a habitantes de Entrerríos. Las tenerías generaron algunos empleos para los belmireños, el que desempeñaba el oficio de curtir cueros era llamado “Oficial de curtimbres.” El curtido de cueros propició la deforestación de 37 Zapata Cuencar. Monografía de Antioquia, p.45. Zapata Cuencar. Monografía de Antioquia, p. 45. 39 Raimundo Aguirre Agudelo. Antioquia. Estudio Geográfico, Económico y Social. Bogotá, Publicaciones de la Contraloría General de Bogotá. 1948. pp. 21-22. 40 Luis Alfonso Arias Restrepo. Belmira Municipio con identidad. Emporio Ecológico. Medellín, Matices Producciones, 1999, p. 92. 41 Liliana González Cardona. “El desarrollo ganadero de Antioquia entre 1870 y 1920.” Medellín, Monografía de pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 2003, p. 132. 38 26 algunos montes, la cáscara del Roble y el Encenillo eran utilizadas para tal fin, cuando aún no existían los químicos y colorantes.42 La agricultura es también un renglón económico de gran importancia para el municipio, aunque sus cultivos no son a gran escala, si han sido vitales para la subsistencia y para comercializar en Medellín. Los productos más importantes en su orden son: papa, maíz fríjol. La papa es el segundo producto en importancia, después de la leche, del cual derivan su sustento gran cantidad de familias, del sur del municipio, principalmente en las veredas de La Zafra, Zancudito, Amoladora, La Salazar, La Miel y Playas En las últimas décadas del siglo XX la truchicultura se convirtió en un frente económico de importancia para el municipio. El desarrollo de un sistema tecnificado en dicha actividad, y sus buenos resultados han permitido que habitantes del municipio y de otros lugares de Antioquia inviertan en este renglón de la economía, por algo cada año son celebradas con gran éxito, “Las fiestas de la Trucha.” 42 Arias. Belmira Municipio con Identidad, p. 34. CAPÍTULO 1 LA MINERÍA: ACTIVIDAD BÁSICA EN LA VIDA COLONIAL DE BELMIRA. La explotación del oro dirigida por españoles en Antioquia comenzó en 1541, luego que la expedición del mariscal Jorge Robledo tomara el control de la parte norte de la cordillera. La ocupación y organización social de la provincia de Antioquia después de la conquista estuvo egida por la actividad minera. “La minería más que un sistema de explotación del oro, fue la formadora de una economía, de una sociedad, y de una cultura.”1 A fines del siglo XVI la economía antioqueña estaba basada fundamentalmente en la actividad minera. El español Gaspar de Rodas, quien en 1546 estuvo encargado de la pacificación de los indígenas y que desempeñó los cargos de Capitán General y miembro del cabildo de la provincia, pasó en 1577 a ser su gobernador. Para organizar el laboreo de las minas elaboró en 1584 las Ordenanzas de minas las cuales aparecen fechadas en Santa Fe de Antioquia el 1º de noviembre de 1587. Estaban compuestas de 36 capítulos inicialmente, y luego en septiembre de 15932 le fueron adicionados otros 7 capítulos. En lo que tiene que ver con el aspecto fiscal, en este caso asociado a la explotación minera, desde comienzos del siglo XVI la Corona española contó con funcionarios que recaudaban el quinto real, las alcabalas y demás impuestos, como el cobrado dos veces al año a los mazamorreros. En 1584 en Antioquia y Zaragoza existían casas de Fundición las que tenían como objetivo primordial regular la propiedad y explotación de minas y aguas. Gracias a las ordenanzas fue establecido el control y dominio por parte de la Corona española ya que, “En ellas se establece el principio que sirvió de base a la legislación española de minas, que atribuía a la real Corona las riquezas del subsuelo, para darlas al descubridor y explotador de los metales preciosos.”3 1 Ann Twinam. Minería Antioqueña en la primera mitad del siglo XIX. Medellín. Ponencia del Simposio de FAES, 1988, p.1. 2 Véase:Víctor Álvarez Morales. “La Sociedad Colonial 1580-1720.” Historia de Antioquia, Bogotá, Suramericana de Seguros, 1988, p. 53. / Tomás Cadavid Restrepo. Antioquia por Colombia. Medellín, Imprenta Oficial, 1925, p.33. 3 Vicente Restrepo. Estudio sobre las minas de oro y plata en Colombia, Medellín, Fondo Rotatorio de 29 Los propietarios europeos centraron toda su atención en la minería. Pero el sector minero no podía aislarse por completo e incluso sobrevivir sólo, las demandas de la población que se dedicó a esta actividad y el oro generado, fue un atractivo para el comercio de productos agrícolas y artesanales de otras regiones de la Nueva Granada. Igualmente fue especial el mercado de esclavos y mercancías que llegaban desde España a Antioquia a través de Cartagena y Mompox.4 Sobre las primeras exploraciones en la región de los Osos al norte de Antioquia, en el año de 1636, Martín Alonso Medina en su obra Santa Rosa de Osos. Huella Histórica. publicada en 1988, dice: “Desde el Valle de Aburrá y obsesionado por encontrar el fabuloso Valle de Arbi, Jorge Robledo ordena a Diego de Mendoza explorar hacia el oriente; a Juan de Fride hacia el sur, y el mismo lo hace en otras direcciones, sin lograr ningún éxito... llegan al pueblo indio de Torvura, sobre la margen derecha del Cauca, donde permanecen cuatro días, para continuar luego dos leguas río abajo hasta un nuevo poblado indígena donde estuvieron algunos días. Aquí el cacique de este pueblo le informó que más adelante estaban las provincias de Nutaba y Urezo, donde había numerosa población indígena que tenía gran cantidad de objetos de oro, así como ricas sepulturas de oro donde los indios se enterraban, y que si el quería le daría guía que allá le llevase ... Ávidos de riqueza Robledo ordena a principios de Septiembre de 1541, una exploración que se convierte en singular odisea con trágicos resultados para los conquistadores, según el cronista Sardela y que además asigna la gloria del descubrimiento de la meseta de Santa Rosa al capitán Francisco Vallejo... si el descubrimiento del Valle de los Osos ocurre en el año de 1541, por parte del capitán Francisco Vallejo y sus compañeros, necesariamente dieron noticia de sus hallazgos informando a sus superiores que hallaron indios que poblaban el valle, que vivían de la explotación de sus minas y si en este momento no se inició la explotación de estas tierras fue porque la mayoría de los mineros importantes estaban concentrados en las ciudades de Cáceres, Remedios, Zaragoza y el Real de minas de Guamocó que estaban en todo su apogeo de producción, está cantidad de mano de obra agotó en parte el rendimiento de las famosas minas y obligó a los buscadores de oro a desplazarse a otros lugares ... Consideramos como fecha de inició del poblado de San Jacinto de los Osos el primer título de minas: Antonio Serrano espejo alcalde ordinario de la ciudad de Antioquia sobre las capitulaciones para el descubrimiento del río y minas de los Osos en 1636.”5 Publicaciones FAES, 1979, p. 32. 4 Víctor Álvarez Morales. “La Sociedad Colonial, 1580-1720.” p. 53. 5 Martín Alonso Medina. Santa Rosa de Osos. Huella Histórica, Medellín, Hacerlitien-Videoplano, 1988, pp. 37 41. El título de mina de los Osos en 1636 lo toma este autor del Archivo General de la Nación. Bogotá Año 1636. 30 Otro autor que trae referencias sobre esta zona es José María Mesa Jaramillo en su trabajo Minas de Antioquia publicado en 1906, muestra, quienes fueron los primeros que entraron, probablemente, a catear minas en la región de los Osos, incluyendo Belmira conocida en ese entonces con el nombre de Petacas. El autor determinó que fue en 1645 y no al principio del siglo XVIII cuando el gobernador de Antioquia, Don Antonio Portocarrero y Monroy, dictó las medidas conducentes al descubrimiento del Valle de los Osos, veamos: “Capitán Fernando de Toro Zapata gobernador de Antioquia en el año de 1645,vecino y señor de cuadrilla de esta ciudad ...que habiendo sabido que las minas de oro que se labran ... se habían acabado, y que los señores de cuadrilla estaban perdidos, pobres y empeñados ... mandó Portocarrero despachar su comisión al capitán Esteban Rivera, vecino de la ciudad de Cáceres y señor de cuadrilla, para que entrase a catear minas por aquella parte; y por la de esta dicha jurisdicción el capitán Pedro Martín de Mora y a mí Fernando de Toro Zapata, que entramos por diferentes partes en los ríos de los Osos y Caruquia; y según tiene avisado el dicho capitán Pedro Martín de Mora a vuestra Merced, a hecho muy considerable descubrimiento ... y por lo que a mí toca, digo que tengo descubierto oro de jornal, de la dicha parte de dichos ríos, entrando por Aburrá en quebradas, aventaderos, sabanas, sobresabanas y pantanos, que al parecer será de a peso, de a dos y de a ½ jornal, por día y por pieza. Y es tierra larga y copiosa de minerales donde se puede aviar la cuadrilla de toda esta jurisdicción, y otras muchas que vengan de otras partes. Y de las quebradas cateadas hago registro de trece, de las cuales he de escoger y tomar dos, la una para mí y la otra para don Antonio Zapata mi yerno don Manuel González; y de las restantes, otra para el comisario Lorenzo Cortés, mi cuñado; y otra para el capitán don Diego Beltrán del Castillo, mi cuñado; y otro para el beneficiado Facundo Ramírez de Herrera. Pedro Martín de Mora, uno de los tres comisionados para descubrir el territorio [...] salió de Antioquia pasó por Petacas (hoy Belmira) y llegó a Tierra Adentro en donde descubrió una mina que llamó San Jerónimo del Valle, en la que estableció trabajos, después de lo cual descubrió muchas otras por todo el territorio, entre ellas una en las Cruces, que le costó un reñido pleito con el capitán Felipe de Herrera. No es verdad que Gutiérrez Colmenero después de explorar el territorio de San Pedro pasara luego a los lados de Belmira, pues cuando este se hallaba en la comarca de San Pedro, Pedro Martín de Mora encontraba en Belmira trabajos de minería, emprendidos por el capitán Diego Beltrán del Castillo.”6 Es precisamente en esta región el Valle de los Osos, donde se encuentra la localidad de Belmira, localidad bajo estudio, en lo que hoy se conoce como la meseta del altiplano norte Tomo 4. Minas de Antioquia. Legajo 112A. 6 José María Mesa Jaramillo. Minas de Antioquia. Medellín, Imprenta oficial, 1906, pp. 339-340. 31 del Departamento de Antioquia. “se inicia en el Boquerón y alto de Matasanos, y continua surcada por los cañones de los ríos Cauca y Porce, hasta llegar al extremo norte a la altura de 1535 msnm, en Anorí, y a los 1.165 msnm, en la actual cabecera municipal de Valdivia”7 La explotación aurífera en Belmira tuvo sus inicios desde el segundo cuarto del siglo XVII en la cabecera del Río chico. Este río fue el eje central de las explotaciones, en su cauce madre y en sus afluentes, desde sus cabeceras hasta su desembocadura en el Río Grande, se localizaron varias rancherías. Fue el primer río en esta región en ser explotado de manera intensiva, y fue frontera del curato. En 1753 el Dr Francisco Javier González, dijo: “Que en río que llaman Río Chico, lindero de mi curato, se está fundando una nueva población de rancherías de negros esclavos de Don Sancho Londoño en el sitio que llaman de San Jacinto, la cual ranchería la han fundado de la banda de los Osos y por consiguiente se halla en los términos de mi curato como le consta a Usia, por la concordia de los señores vicepatrono y obispo, que solemnemente presento en la que se manifiesta que todos los feligreses que se hallasen inclusos entre los dos ríos que son los expresados Río Chico y Río Grande, pertenecen a mi beneficio.”8 Belmira parece ser la primera colonia minera que establecieron los habitantes de la ciudad de Antioquia en el valle de los Osos. “... la minería real no comenzó en esa zona hasta 1628, cuando unos pocos placeres se establecieron a lo largo de los Osos (actual Río Chico). A mediados del siglo la mayoría de los mejores placeres del Río Chico, el Río Grande y posiblemente el alto Guadalupe habían sido denunciados y la minería había comenzado; el Real de Petacas (actual Belmira) también estaba ya establecido.”9 El poblamiento y posterior desarrollo de Belmira fue determinado por su riqueza minera la que fue explotada, como lo permiten establecer las fuentes consultadas, bajo un tipo de minería organizada, con empresarios mineros, dueños de concesiones territoriales y cuadrillas de 7 Alba Shirley Tamayo Arango. camino a la Región de los Osos. Bogotá, Ministerio de Cultura, 2002, p. 18. 8 Javier Piedrahíta. Historia Eclesiástica de Antioquia, colonia e Independencia 1545-1828. Medellín, Editorial Gran América, 1973, p. 267. 9 Robert C West. La Minería de Aluvión en Colombia durante el período Colonial. Bogotá, Imprenta Nacional, p. 41. 32 esclavos, también con personas libres, las cuales no eran independientes completamente, ya que no eran dueñas de los medios de producción. 1.1 Adjudicaciones de minas en Petacas. Los mineros consiguieron hacerse propietarios de minas por la vía del cateo y la posterior solicitud de amparo presentada ante las autoridades coloniales, o por la vía de la compra directa de las minas ya establecidas o lugares cateados. Estos amparos de minas se otorgaron de acuerdo a las Ordenanzas de Rodas, las cuales establecían que: “La concesión a lo largo de una corriente o el lecho de un río incluía un cuadrado de 8o yardas españolas de lado; incluía la llanura aluvial y las terrazas bajas a cada lado de la corriente; las concesiones hechas sobre terrazas o interfluvios medían 60 yardas españolas de lado e incluían las terrazas bajas (Sabanas, sobresabanas); terrazas altas (aventaderos) y viejos depósitos de cascajo elevados (cerros).”10 La concesión de la mina incluía la explotación de recursos naturales tales como los bosques de donde se extraía la madera para la construcción de vivienda y para la disposición de la mina. Las concesiones mineras permitieron a muchos hacerse dueños de grandes extensiones de tierras, a pesar de que fueron fijado límites de extensión, Juan Antonio Mon y Velarde Pardo y Cienfuegos visitador y gobernador de la provincia de Antioquia en 1785 planteaba que “Uno de los impedimentos para el progreso de la minería era el corto terreno que conceden las leyes a los descubridores o los que quieren después de ello entablar alguna labor”11 Al respecto es bueno tener en cuenta los privilegios y ventajas que tenían los funcionarios públicos para adquirir los amparos de minas, máxime cuando eran ellos los grandes empresarios mineros y quienes tenían la posibilidad de cubrir los costos del cateo e invertir en esclavos, en construcción de acequias para la conducción de las aguas, entre otros. “dos causas 10 11 West, La Minería de Aluvión en Colombia durante el período Colonial, p. 93. Emilio Robledo. Bosquejo Biográfico del Señor Oidor Juan Antonio Mon y Velarde Visitador de Antioquia 33 esenciales impedían la minería en este reino: una el corto terreno que conceden las leyes a los Descubridores; otra el que con mala observancia de las leyes, se ha ocurrido en el vicio contrario de que al descubridor de un mineral nuevo, por ignorancia de los jueces y abusos de los poderosos, se le ha amparado en la posesión de enormes extensiones de terrenos.”12 Los registros de minas se daban bajo los linderos que señalaban los registradores, teniendo en cuenta, aparentemente, la condición de que no fueran muy extensos, como generalmente lo eran. “No obstante de que las medidas en los oros corridos, deben extenderse a mucho más de lo que señala la ordenanza, (que yo considero bastante salto a salto, o desde donde se comienza la cuelga hasta sus frentes) aquella condición se ha vuelto ilusoria.”13 Al descubridor generalmente le era concedido 60 varas en el terreno que él escogiera y señalara, asumiendo el compromiso de pagar el derecho de mazamorrero o el quinto, en caso de ser minero. Para la Corona era beneficioso que aumentara cada vez más el número de registros y amparo de minas ya que con ello aumentaba sus ganancias al obtener más por el impuesto que cobraba.14 Como pude observarse las adjudicaciones de minas estaban reguladas por las leyes. La posesión de una mina consistía en el derecho de explotación, para tener este derecho la persona debía realizar las labores de cateo y como prueba dejaba allí una batea y un almocafre escondidos, algunos dejaban también como prueba un palo en forma de cruz para luego solicitar el registro. Así lo hizo en Petacas en el año de 1692 el capitán Felipe Rodríguez, Alcalde ordinario de la Villa de Medellín y dueño de negros de mina: “hago registro un salto de corrientes que está en el Río Chiquito como dos leguas de distancia de las minas que en dicho Río están labrando el capitán Felipe de Herrera y el 1785-1788. Tomo II. Bogotá, Publicaciones del Banco de la República, 1954, p. 365. 12 Álvaro López Toro. Migración y cambio Social en Antioquia durante el siglo XIX, Medellín, Ediciones Hombre Nuevo, 1979, pp. 43 - 44 . 13 Francisco Silvestre, Relación de la Provincia de Antioquia. Traducción, Introducción y notas David J Robinsón. Medellín Secretaría de Educación y cultura de Antioquia, 1988, p. 152. Desde el siglo XVII se hizo la llamada cuelga de las minas, que consistía en el trazo de acequias y la construcción de canalones para lavar los oros. Técnica que siguió siendo utilizada en el siglo XVIII. 14 Lucelly Villegas Villegas, Minería y Trabajo Independiente en Antioquia Colonial. Los Mazamorreros 17701820. Medellín, Monografía de pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, pp. 63-65. 34 contador Laureano de Piedrahíta y sus compañeros, cuyo dicho salto y corrientes por la parte de arriba estará como media legua de distancia, algo menos alta las labores que hoy está labrando en dicha mina el capitán Antonio de Gamarra y sus compañeros, y por ser el dicho salto y corrientes hallo de mina que desde labores y derecho el cual descubrí por mi propia persona pasando con mi cuadrilla de negros a las labores de la cual don Antonio de Villa mi suegro a donde los tengo por no tener otras. La señalé por mina mía y en señal de registro puse una cruz en un palo.”15 Otro requisito para adquirir el derecho de la explotación de una mina o amparo, era que esta no tuviese dueño alguno. Al respecto, fue expedida la siguiente ley en 1795, “Según la ley de las castellanas en el Cáp. 48, tit 73. libro 6º: Ítem ordenamos que ninguna persona sea osada o entrara buscar ni sacar, ni beneficiar metal en terreno, ni lavado, ni escorial ajeno, que tenga dueño conocido so pena de 10 ducados por la primera vez y por la segunda 20, a la 3ª vez sea desterrado por tres años de las minas de ese partido ...Se mandó que ninguna persona sea osada de registrar, ni poner en su registro mina, que no sea suya, so pena de 1000 ducados al que lo hiciere y de perder el derecho que a ella tenía adquirido.”16 Es por eso frecuente encontrar en la solicitud de los amparos de minas la aclaración de que la mina no tiene dueño conocido. Un ejemplo claro de esta situación pude encontrarse en Petacas, cuando Leandro Londoño en 1814 decía en su petición de amparo de mina, “Digo que siendo mi profesión, o ejercicio el de minero y no teniendo labores de existencia en la que está el rematarse para ocuparme con 9 hijos que ya me ayudan como peones en la explotación de ella. Tuve noticias de que en la inmediación de Río Chico podía encontrar oro corrido en unas labores bajas y aventadero y en efecto habiendo pasado a un reconocimiento he encontrado oro de seguir. Dichas labores se hallan sin dueño, por tanto yo mediante la liberalidad de nuestro sabio gobierno que estimula al vecino con la supresión de derechos antiguos para que descubran nuevas venas de un metal tan precioso que es la base del comercio, y la piedra angular del Estado. Suplico rendidamente a vuestra merced se sirva ampararme en dichas labores de la angostura... de la Quebrada la Amoladora para arriba hasta su cabecera con todas sus vertientes, aventaderos, sabanas y sobre sabanas, rebozos, pantanos, abrevaderos y sus aguas, que estoy pronto a cumplir con las ordenanzas y disposiciones del supremo gobierno...ofrezco contribuir con el papel correspondiente para el amparo que solicito.”17 15 AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo 366. Doc. 6828. Año 1692. AHA. Fondo Minas. Tomo 349. Doc. 6596. Año 1795. 17 AHA. Fondo Minas. Tomo 365. Doc. 6795. Año 1814. Se amparó a Leandro Londoño en Antioquia el 28 de 16 35 La explotación de minas en la provincia de Antioquia tuvo como rasgo característico la creación de sociedades, en parte para subsanar en algo los costos requeridos en mano de obra, construcción de canalones y la disposición completa de la mina para su explotación, y por otra parte porque estas propiedades eran donadas por herencia a varios familiares o se entregaban como dote. En Belmira encontramos varias sociedades conformadas por herencias o lazos familiares, veamos un ejemplo que ilustra perfectamente lo expuesto y ocurrió en la mina Nuestra Señora del Rosario o Petacas ubicada en Río Chico (Belmira). Entre 1676 y 1730 se presentó un largo litigio por esta posesión. En 1676 el capitán Felipe de Herrera, casado con Jerónima Guetaria se enfrentó a doña Isabel de Piedrahíta, esposa de Fernando de Montoya, por esta mina. En dicho año el Gobernador Antonio del Pino Villapadierna había comprado la parte, que en la misma mina tenía el maestro Miguel Jerónimo de Montoya y sus hermanos, quienes la estaban trabajando junto con Nicolás de Landeta yerno de Felipe de Herrera, el Contador Laureano de Piedrahíta difunto, y el Alférez Fernando Agustín de Montoya dueños de Cuadrillas en compañía del Capitán Felipe de Herrera. La mina fue repartida entre las partes interesadas por el alguacil mayor Juan de Santana. En el litigio Felipe de Herrera tuvo que cumplir con las obligaciones del contrato que tenía con el contador Laureano de Piedrahíta y con Doña Isabel de Piedrahíta, compromiso que consistía en que cada uno labrara su parte.18 En 1685 en la mortuoria de Isabel de Piedrahíta se declara la cuarta parte de la mina Nuestra Señora del Rosario como suya en compañía del Capitán Felipe de Herrera, parte que fue avaluada en $ 1700. En ella decía que “imposibilitada para por si sola, por lo dificultoso del colgadero y por la poca gente que tenía, pedí a mi yerno Laureano de Piedrahita colgar en mi compañía que le daría la mitad de la parte mía.”19 Hilarión Tamayo y Tovar, casado con Beatriz de Guetaria hija del alférez Alonso de Guetaria, en el inventario de sus bienes, en 1697, declaraba también sobre parte de la mina Nuestra junio de 1814. 18 AHA. Fondo Minas. Tomo 357. Doc. 6699. Año 1676. 36 Señora el Rosario y decía: "que estando en la mina de las Petacas para colgarla para ponerla en labor el capitán Felipe de Herrera mi cuñado dijo que la colgara de compañía y para ello dí diez piezas de negros esclavos, con los cuales se colgó y dos pagas que puso Felipe.”20 De igual manera, ocurrió con el contador Laureano de Piedrahita, en 1698, casado con Josefa de Montoya, hija de Fernando de Montoya e Isabel de Piedrahita declaró como suya parte de mina.21 En la mortuoria de Felipe de Herrera en 1704, declaraban que la mitad de la mina que le correspondía se avaluaba en $ 300 y además que estaban colgando en compañía de otros a quienes pertenece el lado y costado que cae hacia el Páramo y a Herrera le tocaba la otra mitad que está ubicada al lado de Sopetrán.22 Para el año de 1707 se llevaba a cabo una Real Provisión para traer los autos de la ciudad de Antioquia sobre el pleito entre de Doña Jerónima de Guetaria y Don Antonio del Pino sobre la mina de Petacas. El padre Francisco de Herrera de la Compañía de Jesús siguió la causa de Guetaria su madre y viuda del capitán Felipe de Herrera contra el Gobernador Antonio del Pino y el Capitán Felipe de Herrera sobre la mina que llaman del Rosario y vulgarmente conocida con el nombre de Las Petacas.23 En 1716 Nicolás Antonio del Pino, cura y vicario interino de la ciudad de Antioquia, hijo del gobernador Antonio del Pino Villapadierna, declaraba la mitad de la mina del Rosario que le correspondía, la cual fue avaluada en $ 500, dejó como herederos a sus sobrinos Luis Francisco del Pino, Javier del Pino Jaramillo, al sargento mayor José Pablo del Pino y a doña Inés del Pino. “La mina estaba en compañía con los herederos del capitán Felipe de Herrera y los de doña Isabel de Piedrahita. Que viene a ser la parte que compraron entre el difunto Nicolás y el sargento mayor Francisco Miguel del Pino.”24 19 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 273. Doc. 5695. Año 1685. AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 302. Doc. 5976. Año 1697. 21 AHA Fondo Mortuorias. Tomo 273. Doc. 5692. Año 1698. 22 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 234. Doc. 5325. Año 1704. 23 AHA. Fondo Minas. Tomo 350. Doc. 6603. Año 1707. 24 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 277. Doc. 5720. Año 1716. 20 37 María Ignacia Herrera hija de Felipe de Herrera, declaró en 1720 la mitad de la mina que le había dejado su padre, la cual avaluaron en $ 1000.25 Nueve años después, 1729, Luis Francisco Pino Guzmán, hijo del sargento mayor Francisco Miguel del Pino, declaraba dos parte de esta mina puestas en labor y avaluada en $ 260, que hubo por herencia una parte de su padre y la otra una parte de su tío Nicolás Antonio del Pino.26 El Sargento Mayor don José Pablo del Pino, hermano del anterior declaró parte de la mina el Rosario, una casa de paja avaluadas en $ 25.27 Su herma Inés del Pino, casada con Francisco de Aldave, declaró la parte de la mina que le dejó su tío Antonio del Pino, avaluada en $ 1.000.28 Las dificultades, pleitos, diferencias y sociedades por la posesión de una mina podían ser enormes y cubrir varias décadas como vimos, sin embargo, podemos imaginar que ante la cantidad de propietarios y sus respectivas declaraciones, la mina debía producir suficiente oro, además de ser de una gran extensión, que le permitiera a varias personas una parte considerable que se deduce de los precios en que estaban avaluadas, por eso era de gran importancia contar con el respectivo título. En Petacas fue frecuente encontrar amparos de minas en manos de personalidades de la vida pública y miembros de familias prestantes de la vida colonial antioqueña, aparte de los que se pueden apreciar en los ejemplos anteriores veamos: Juan Buesso de Valdés, gobernador de Antioquia, compró una mina al Capitán Andrés de Montoya en el sitio de las Petacas, la cual descendía desde el páramo entre los dos ríos y entra en el Río Chico hasta las minas del Capitán Felipe de Herrera y los herederos del capitán 25 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 234. Doc. 5321. Año 1720. AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 275. Doc. 5714. Año 1729. 27 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 278. Doc. 5724, 1729. 28 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 276. Doc. 5719, 1729. 26 38 Fernando de Montoya. Fue registrada y amparada ante el capitán Alejos Rodríguez, alcalde ordinario en el año de 1687. Igualmente tenía otra mina en Petacas que por su mando había descubierto y cateado el capitán Felipe Rodríguez sus linderos eran: “Corre desde donde se levanta los amagamientos o quebradillas del dicho capitán Andrés de Montoya que la una Quebradilla de la dichas tiene un corte de agua, y de las dichas juntas, como dos cuartos de legua aguas abajo corre la dicha mina hasta entrar en el dicho Río Chico con disposiciones del colgadero, la cual está registrada y amparada”29 Para distinguir las minas, sus propietarios decidieron nombrarlas de diferente manera. Las advocaciones religiosas, fueron utilizadas para denominarlas, en Río Chico y San Jacinto, encontramos a Nuestra Señora del Carmen, Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora del Rosario, Santa Rita, La Candelaria, Espíritu Santo, y otras como Barrancas, El Roble, La Concha, La Miel, La Perico, La Salazar, Petacas, entre otras.30 La posesión de un terreno legal, en donde existieran minas fue uno de los deseos de españoles pobres y ricos. La longitud o extensión de los terrenos no importaba, lo ideal era poder contar con el título legal, y por supuesto, si la amplitud del terreno podía ser mayor, mejor, tanto por la cantidad de oro que podría obtenerse como por el prestigio social que podría adquirirse. 1.2 Instrumentos y técnicas en la minería. Algunas técnicas mineras empleadas en la Nueva Granada parecen haber llegado con los españoles, que en el siglo XVI habían trabajado y adquirido experiencia minera en las islas de las antillas y en Panamá, sin embargo, sus conocimientos no superaban los que tenían los indígenas. Las técnicas y los instrumentos se fueron modificando y perfeccionando con la 29 AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo 366. Doc. 6819. Año 1688. Véase: AHA. Fondo Minas. Tomo 357. Doc. 66.700, Año 1676; Tomo 356. Doc. 6692, Año 1661; Tomo 350. Doc. 6602. Año 1686; Tomo 348. Doc. 6576. Año 1776; Fondo Amparo de Minas. Tomo 366. Doc. 6828. Año 1692; Tomo 366. Doc. 6825. Año 1791; Tomo 367. Doc. 6845. Año 1800; Colección General de Minas. Tomo 1. Años 1787, 1791, 1797. Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Años 1837-1838; Archivo Judicial Santa Rosa 30 39 combinación de dos saberes, el de los indígenas y el de los españoles. Según estudios arqueológicos antes de la llegada de los españoles a Antioquia en 1500, los indígenas trabajaban el oro y explotaban las minas de veta. La explotación minera se hacía con técnicas elementales y sin instrumentos metálicos, pues los indios sólo conocían la madera y la piedra. Fueron los españoles los que introdujeron el hierro y herramientas elaboradas en dicho metal “En Buriticá y Mariquita, los indios abrieron socavones verticales o inclinados, de tres pies de ancho pero sin armazón de madera, a lo largo de vetas que afloraban, usualmente hasta una profundidad de solo 6 metros. (3 estados). Probablemente los socavones raras veces penetraron más allá de la zona de meteorización [...]. Coas de madera o macanas, con puntas endurecidas al fuego y piedras conformadas crudamente, fueron las herramientas principales para cavar un mineral blando y sometido a los elementos. La iluminación de los estrechos socavones se obtenía, al menos en las minas de Buriticá, con candiles que quemaban aceite obtenido de carne humana. La carga se extraía en canastas, apoyando el paso en pequeños escalones cavados en las paredes del pozo. El blando material se trituraba en pilones de piedra y el oro se separaba mediante lavado en una batea de arcilla o madera”31 Primero los indígenas y mas tarde las cuadrillas de esclavos habían trabajado minas de veta, y lavado oro de los aluviones de los ríos Cauca y Nechí, siendo los españoles con mayores recursos económicos los dueños de los medios de producción. Las minas se clasificaron en dos: las minas de veta y las minas de aluvión. El sistema utilizado en la explotación de las minas de filón o veta consistía en “separar el oro de las arenas y el cascajo con la batea o se lavaba en grandes artesas de madera por la que se hacía circular permanentemente el agua y los minerales más finos y el oro quedaba en el fondo o se recogían por medio de lienzos especiales.”32 Vicente Restrepo en su obra Estudio Sobre las Minas de Oro y Plata en Colombia, referencia que de acuerdo a su posición los filones o vetas son de dos clases: las vetas de cajón, las cuales son verticales, a este tipo pertenecen la mayor parte de las minas de Antioquia; las de Osos, Cuadernillo suelto, 12 folios. Años 1852, 1856. 31 West. La Minería de Aluvión en Colombia durante el período Colonial. p. 52. 40 otras, son las vetas de manto las cuales forman una capa horizontal, siguiendo las ondulaciones del terreno en que se encuentran, entre ellas se ubica las minas de Remedios y la del Zancudo en Titiribí.33 La falta de explotación de minas de veta, debido al alto costo que demandaba su explotación tanto en mano de obra como en herramientas y en disposición general de la mina, además del temor a invertir en una empresa considerada por los mineros riesgosa afectó notablemente el flujo de oro en Antioquia. A comienzos del siglo XVII la producción aurífera en el cerro de Buriticá, localizado cerca de Santafé de Antioquia disminuyó notablemente. Aunque las técnicas empleadas en la minería de veta habían dado buenos resultados, llegó un momento en que los filones se volvieron cada vez más ariscos y tanto técnicas como instrumentos se tornaron obsoletas. La minería de veta requería una inversión bastante alta en mano de obra y capital, inversión que no muchos querían hacer, máxime cuando consideraban que invertir en la minería de veta era afrontar grandes riesgos. Sin embargo, sus resultados eran buenos en cuanto, a su productividad en oro y por su puesto en capital. La explotación de la minería de veta, era una actividad concentrada en pocas manos debido a su alta inversión. Para finales del siglo XVIII la mayor parte de las minas de veta estaban sin explotar. Francisco Silvestre, gobernador de la provincia de Antioquia en 1776 en su relación de mando decía: “Minas de veta hay muchas; especialmente conocidas en el famoso cerro Buriticá, pero ninguna se trabaja en el día por falta de inteligente que las dirija.”34 De igual manera aclaró que: “... ni tienen conocimiento de su beneficio, ni de los ingenios para moler metales, y lo que es más que todo, ni alientos ni brazos para dedicarse á una empresa que necesita éstos y caudales, porque no hay la abundancia de peones, bastimentos y herramientas, y es necesario valerse de negros que cuestan a lo menos 400 patacones, y cuyo jornal ordinario se regula por dos tomines ó cuatro reales, que en algunos parajes es más.”35 32 Roger Brew. El Desarrollo económico de Antioquia desde la Independencia hasta 1920. Bogotá, Banco de la República, 1977, p.151. 33 Vicente Restrepo. Estudio sobre las minas de oro y plata en Colombia. p. 54. 34 Francisco Silvestre. Relación de la Provincia de Antioquia. p. 148. 35 Citado por Restrepo. Estudio sobre las minas de oro y plata en Colombia. p. 35. 41 Antioquia tuvo gran riqueza aurífera en los lechos y orillas de ríos y quebradas, en donde los españoles y descendientes mestizos “aprendieron de los indígenas los oficios del laboreo de las minas de aluvión.”36 En la provincia de Antioquia los ríos con mayor cantidad de oro en la colonia fueron entre otros el San Juan, tributario del Cauca; el río Porce, el Río Grande y el Río Chico, este último es el que más minas contenía, principalmente en sus cabeceras, localizadas en los sitios de Petacas y San Jacinto, hoy Belmira, el río Nusito, el Espíritu Santo, el Murrí (río caudaloso y rico en minas de oro afluente del Atrato) el río Cañasgordas y los que llegan a él como el Uramita, Urama Grande, la Herradura y río Verde. Durante el siglo XVIII y en parte del XIX en el norte de Antioquia, los principales ríos dedicados a la extracción del oro fueron: “En 1768 se emprendieron trabajos importantes en los ríos Guadalupe, San Andrés de Cuerquia, Río Grande, Río Chico para facilitar la corriente de las aguas (que permitieran la cuelga de las minas). Hacía ocho o diez años que estaban colgando la mina de Río Chico y faltaba aún dos o tres años para terminar la operación. Se quejaban los dueños de suma escasez de esclavos, y de que en la compra de ellos se les iba el mejor jugo de la mina. Mucho oro se sacó por entonces y se ha sacado en este siglo de los mencionados ríos.”37 El agua fue un elemento vital para el laboreo de las minas durante el período colonial. En esta época la técnica del canalón fue el principal método para la explotación de placeres en Colombia y quizá la operación más difícil en este procedimiento, era el abastecimiento de agua para lavar cascajo. “Para adelantar los desmontes, selección y lavado del oro, se generaron diversos mecanismos para facilitar el manejo del agua, tales como acequias, canales, desvío de corrientes, pozos, bombas, etc.”38 36 Gabriel Poveda Ramos. Breve Historia de la Minería. Medellín, Suramericana de Seguros, 1991, p. 217. 37 Restrepo. Estudio sobre las minas de oro y plata. p. 34. 38 Ivonne Suárez. Oro y sociedad colonial en Antioquia 1575-1700, Medellín, Monografía de pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 1983, p. 345. 42 En la imagen puede apreciarse una de las técnicas empleadas en el trabajo minero: la acequia. En ésta, el agua es detenida mediante una pequeña represa que permite lavar la arena y extraer el oro. (Elaborado a partir de: R. West, La minería de aluvión en Colombia, 1972, s.p.) 43 En la Provincia de Antioquia el agua se conducía desde la cabecera de los ríos hasta las terrazas auríferas, por medio de acequias (especies de zanjas). Gracias a ese sistema el metal, principalmente el oro, podía ser extraído, al moler la piedra y separarse de la arena. En Belmira, durante el período de estudio la construcción de acequias y canalones fue frecuente, así lo demuestran algunos casos como el de José Antonio Londoño, en 1810 “Vecino del sitio de Petacas a nombre de Melchor Londoño mi legitimo padre ... compró ... unos releses de mina, y en esta virtud se dedicó a correrle una acequia, y hacer dos canalones”39 Rafael Correa vecino del sitio de San Pedro dijo en 1800: “que don Pablo Jiménez trabajó una mina de oro corrido que titulan La Concha, en el territorio que comúnmente se entiende el Páramo y habiéndose ausentado ha estado desierta 20 años, hasta que de cuatro meses a esta parte construí allí una casa, me dedique a limpiar y componer la caja de la acequia antigua haciendo correr el agua por ella, y en últimas entablé el laboreo en parte de aquellas releses.”40 Otro método utilizado, esta vez para conservar el agua lluvia fue la construcción de pilas en las cimas de las colinas, una especie de represa o estancamiento de agua, la cual se transportaba a las minas por medio de canales. Las dificultades técnicas de la minería de canalón en las tierras altas fue un obstáculo para que los mineros antioqueños aumentaran la producción aurífera antes de 1780. El rendimiento productivo de las minas fue afectado por las estaciones de verano e invierno, pues los depósitos sólo podían ser trabajados en época de lluvia. Lo que generaba más gastos para el propietario ya que la cuadrilla tenía que ser sostenida durante todo el año. 39 40 AHA. Fondo Minas. Tomo 350. Doc. 6.608. Año 1810. AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo 367. Doc. 6845. Año 1800. 44 El otro tipo de mina fue la de aluvión la cual se clasifica en dos tipos: las minas de verano y las minas de invierno. En las de verano, la extracción de oro de los lechos de los ríos, se hacía por lo general en la estación seca cuando ya el nivel del agua había bajado. “Es de verse a lo largo de estos ríos de la Provincia de Antioquia, donde el volumen de las aguas da vado, la multitud de trabajadores que, con su batea zambullidora en la mano, el coco á la cintura, se ocupan en sacar y lavar la arena de su fondo á pesar de la corriente que en vano se estrella contra sus espaldas. Lo más particular es que aunque ése es uno de los trabajos duros de la minería, se ha quedado, como por tácito convenio y por regla general, en manos de las mujeres. Las robustas y valerosas negras de Antioquia son capaces de competir ventajosamente en ése y otros ejercicios, con más de un hombre á quien no haya dado la naturaleza una constitución muy fuerte.”41 41 Camilo A. Echeverri y Manuel Uribe Ángel. Opúsculo Estudios Industriales sobre la minería Antioqueña en 1856. Citado por Vicente Restrepo. Estudio sobre las minas de oro y plata. p. 205. 45 Los mazamorreros pasaban gran parte del día en el agua intentando obtener el oro de las arenas de ríos y quebradas. En Belmira, esta fue una de las principales actividades de hombres y mujeres asentados en la localidad. (Elaborado a partir de: Ministerio de Minas y Energía. Inducción al Código de Minas. Decreto 2655/88. p. 27) 46 Las minas de invierno comenzaron a demandar mayor tecnología y capital. Los métodos para obtener el metal fueron cambiando. En principio los indígenas llevaban la tierra aurífera para lavarla en los ríos, pero tras la llegada de los españoles empezaron a construir canales que transportaban el agua directamente a las minas. Estas minas se hallan principalmente en los cerros donde es escasa el agua, imposibilitando el lavado en los aluviones y filones, por lo que fue frecuente el uso de tanques para recoger el agua lluvia o el sobrante de los arroyos. “Los pequeños torrentes y amagamientos que se desprenden de los cerros y colinas no presentan por lo general el caudal bastante de aguas para trabajar las tierras adyacentes; ... lo cierto es que los terrenos minerales no pueden explotarse sin agua , ... sólo cuando la estación lluviosa ha hecho crecer el caudal de éstos ...”42 En cuanto a la minería del norte de Antioquia, en lugares aledaños a Belmira, varios autores han resaltado la tesis de la escasez de agua en la región de los Osos. Juan Antonio Mon y Velarde Visitador de Antioquia en 1785-1788 decía: “Santa Rosa de Osos es el principal asiento de todos los minerales; especialmente el oro. Pero carece de agua para el trabajo de minas.”43 De igual manera Vicente Restrepo planteaba en 1888 que “Por los tiempos de 1768 se descubrieron los aluviones altos de Santa Rosa de Osos, cuyo finísimo oro de 20 1/2 a 22 quilates en brillantes escamas, se extrajo en grande abundancia. Estas minas no podían trabajarlas por falta de agua sino cuando llovía o recogiéndola en estanques”44 Alguno de los investigadores del siglo XX que han trabajado la minería en Antioquia plantean también sus argumentos en cuanto a la escasez de agua. Veamos: El geógrafo norteamericano James Parsons en su libro La colonización antioqueña en el occidente de Colombia, publicado originalmente en inglés en 1949 planteaba que: “Especialmente en los alrededores de Santa Rosa de Osos, ha sido un problema serio la escasez del agua. Boussingault, que visitó la región en 1830 para proyectar un plan de conducción de aguas a ella, informó a los financieros que lo respaldaban en el único 42 Echeverri y Uribe Ángel. Opúsculo Estudios Industriales. Citado por Restrepo. Estudio sobre las minas de oro y plata. p. 208. 43 Robledo. Bosquejo Biográfico del Señor Oidor Juan Antonio Mon y Velarde. 1954, p. 305. 44 Restrepo, Estudio sobre las minas de oro y plata. p. 34. 47 método conocido en la localidad, eran rogativas a la milagrosa imagen de San Antonio”45 Ann Twinam en la ponencia presentada en las instalaciones de la Fundación Antioqueña para los Estudios Sociales FAES, dijo en 1981: “[...] la falta de agua en la Región de Santa Rosa hacía que los mineros y mazamorreros trabajaran sus minas allí durante una parte del año y pasaban los demás meses en los valles centrales de Medellín y Rionegro. Este estilo de vida dual creó una integración del sector mineral con otros sectores económicos.”46 La historiadora Lucelly Villegas en su monografía de grado sobre los Mazamorreros afirmó que: “Región de San Pedro: integrada por: Río Grande, Río Chico, Petacas (Belmira) y San Jacinto. Para 1759 las minas allí existentes eran laboradas por los negros libres en Río Chico y Río Grande siendo el mayor problema para este trabajo la escasez de agua.”47 Sin embargo, para el caso de Belmira, que hace parte de la región de los Osos, las fuentes consultadas permiten plantear que allí no hubo escasez de agua, sino dificultades técnicas y elevados costos en el manejo del agua. Veamos algunas de las fuentes que aluden al tema: En 1725, Francisco de Villa Hidalgo, Encomendero de la ciudad de Antioquia, pedía que el Alférez Jerónimo de Guzmán no lo perjudicara con las aguas en la parte de la mina del Rosario “[...] y sólo pido ante vuestra merced se sirva de mandarle hacer el cargo al referido alferez el daño que puede hacerme con una venida borrándome mi colgadero a causa de estarla labrando moviendo a diferentes sitios la referida quebrada y para que el día 5 del corriente vino una creciente y me ha imposibilitado borrándome la más grande de la cuelga con que necesitare de más de un año para remediar este mal.”48 45 James Parsons. La Colonización Antioqueña en el Occidente de Colombia. 4ª ed. Bogotá, Banco de la República / El Áncora Editores, 1997, p. 96. 46 Twinam, Minería Antioqueña en la primera mitad del siglo XIX. p. 7. 47 Villegas Villegas. Minería y Trabajo Independiente en Antioquia Colonial. Los Mazamorreros 1770-1820. p. 36. 48 AHA. Fondo Minas. Tomo 348. Doc. 6569. Año 1725. 48 Pedro Rodríguez de Zea en la visita realizada en 1784 a la región de los Osos hablaba de lo crecido y rápido de los ríos y de la necesidad de construir puentes y arreglar caminos: “... y siendo los caminos una de las cosas más necesarias al comercio e los hombres y útil al público, y conveniente sic al Estado puse toda mi atención, en que se compusiesen, y aliñasen todos los avientos en las expresadas cinco pedanías, y se pusiesen puentes en los ríos y quebradas de posibilidad, que dificultan sus vados sic por lo crecido, y rápido de sus aguas;...”49 La historiadora Beatriz Patiño nos muestra también como las aguas llegaban a dañar los trabajos en las minas “Muchas veces al llegar la época de lluvias, se perdían las obras hechas, como ocurría en la mina de las Petacas, en donde las aguas cada año se llevaban la cuelga”50 49 AHA. Fondo Visitas. Tomo 76. Doc. 2104. Año 1784. Visita realizada por Pedro Rodríguez de Zea a la Región de los Osos. Las cinco pedanías eran San Pedro, Río Chico, Río Grande, las Claras y Santa Rosa. 50 Beatriz Patiño Millán, Riqueza, Pobreza y Diferenciación social en la Antioquia del siglo XVIII. vol. II. Medellín, Universidad de Antioquia, 1985, p. 335. 49 Elaborado a partir de la fuente primaria y secundaria consultada 49 Hidrografía de Belmira 1650-1850 1. Río Chico. 2. Quebrada La Argentina. 3. Quebrada Palos 4. Quebrada Flor de fango o Santa Bárbara 5. Quebrada Sorbetanal. 6. Quebrada Aldana. 7. Quebrada Santa Rita. 8. Quebrada El Pantano. 9. Quebrada San Francisco. 10. Quebrada Santo Domingo. 11. Quebrada San Jorge o Rosario. 12. Quebrada El Cenizo. 13. Quebrada La miel. 14. Quebrada San Jacinto. 15. Quebrada La Perico. 16. Quebrada La Amoladora. 17. Quebrada Builes. 18. Quebrada Palomera . 19. Quebrada Chuscalito . 20. Quebrada Guayaba. 21 Quebrada San Juan. 22. Quebrada San Francisco. 23. Quebrada Santa Mónico. 24. Quebrada San Pablo. 25. Quebrada San Luis 26. Quebrada Juntas. 27. Quebrada Santa Bárbara. 28. Quebrada Granados. 29. Quebrada Resaca. 30. Quebrada La Balsa. 31. Quebrada Hierbabuena 32. Quebrada Zafra. 33. Quebrada Caño Hondo. 34. Quebrada Azuleja. 35. Quebrada El Salado. 36. Quebrada Zafrita. 37. Quebrada Zancudito. 38. Quebrada La Tolda. 39. Quebrada Charcón. 40. Quebrada Zarzal. 41. Quebrada Medina. 42. Quebrada La Cayetana. 43. Quebrada Chupadero. 44. Quebrada Chiquinquirá. 45. Quebrada San Cayetano. 46. Quebrada Salazar. 47. Quebrada San Antonio. 48. Quebrada Los Balones. 49. Quebrada El Mogote. 50. Quebrada Montañita. 51. Quebrada Barronegro. 52. Quebrada La Ilusión. 53. Quebrada Filandia. 54. Quebrada Granado. 55. Quebrada La Marcha. 56. Quebrada El Limón. 57. Quebrada El Berrio. 58. Quebrada Los Salados. 59. Quebrada Puentes. 60. Quebrada Folda. 61. Quebrada Pontezuela. 62. Quebrada Molino. 63. Quebrada Guacamaya. 64. Quebrada El Zancudo. 65. Quebrada El Roblal. 66. Quebrada La Maya. 67. Quebrada La Sierra. 68. Quebrada La Montañita. 69. Quebrada Sabanas. 70. Quebrada Palmar 71. Quebrada Potrerito 72. Quebrada Toruro o San Diego 73. Quebrada El Carmelo 74. Quebrada El Pepal 75. Quebrada El Currucutú 76. Quebrada El Pérez 77. Quebrada Candelaria 78. Quebrada Montañita 79. Quebrada La Chorrera 80. Quebrada Buenaventura 81. Quebrada La Bruja 82. Quebrada El Valle 83. Quebrada Eco Negro 84. Quebrada La Concha 85. Quebrada El Roblal 86. Quebrada Coratinajo 87. Quebrada Trinidad 88. Quebrada Aranzazu 89. Quebrada Quebraditas 90. Río Grande 50 Aparte de mantener un suministro constante de agua para los trabajos de las minas, otra de las preocupaciones de los mineros se fundamentaba en la infraestructura de éstas. La inversión minera era de dos tipos, una centrada en la adecuación de la mina y en la apertura de caminos y otra en la vivienda de los esclavos. Felipe de Herrera decía en cuanto a la mina del Rosario en 1676 que: “Había hecho muchos costos en abrir caminos y hacer rancherías así para el lomo del Gobernador Juan Gómez de Salazar, para quien había descubierto en el mismo Río Chiquito otro salto que estaba por más abajo del suyo...”51 Otro de los materiales indispensables para el trabajo minero fueron las herramientas utilizadas por los mineros para beneficiar los placeres. En el período bajo estudio fueron pocas y sencillas de construir, por ejemplo, “Las bateas, legado de los aborígenes; los cachos que son tablillas dobles de madera, aproximadamente de pie y medio de largo y medio de ancho, de forma cóncava, que sirve para recoger y arrojar la tierra y el cascajo; el almocafre; la barra, el regatón; las parihuelas; las bombas hidráulicas y las carretas”52. Hay información que nos da indicios de otros instrumentos utilizados en el trabajo minero vale la pena resaltar la secadora, la cuña, la almadena y las jeringas, al igual que bombas y molinos usados en la minería de veta en el último cuarto del siglo XVII en las minas de Buriticá. A partir de mediados del siglo XVII fueron conocidos y utilizados los molinos, las bombas y la amalgamación. Los señores de cuadrilla contaban también con un peso o pesa, para pesar el oro obtenido. ( Véase glosario de términos mineros.) En el siguiente cuadro puede apreciarse los precios de algunas herramientas para la minería en tres años. En este período sólo hubo un leve aumento en el costo de una de ellas, lo que puede indicarnos la importancia que para la población y el comercio tenían dichos materiales, si tenemos en cuenta la demanda que éstos debían tener en toda la provincia. 51 52 AHA. Fondo Minas. Tomo 357. Doc. 66.700, 1676. Restrepo, Estudio sobre las minas de oro y plata, p. 204. 51 Cuadro No. 1 PRECIO DE HERRAMIENTAS PARA LA MINERÍA, ANTIOQUIA, 1664, 1667 Herramienta Batea Almocafre Recatón ( o Regatón) de hierro Barra de sacar oro 1664 $ Oro 1667 $ Oro 0.4 1 1 4 0.4 1 1.4 4 Elaborado a partir de: Ivonne Suárez, Oro y Sociedad Colonial en Antioquia 1575-1700. Medellín, Tesis de Grado Universidad de Antioquia, 1983, p. 345, p. 173. basada en: AHA, Fondo Mortuorias. Tomo 253. Doc. 5519. Tomo 274. Doc. 5703 Algunas de las herramientas utilizadas en las minas de Belmira fueron: “En 1716 Francisco José de la Serna, cura de Santo Domingo de Petacas declara la labor de la mina de oro corrido llamada San Jacinto,... Entre las herramientas declara 14 almocafres, los recatones que se hallaren, 5 barras, y las hachas que se hallaren, una romana, una jeringa, la parte que tiene en la fragua, dos martillos, dos tenazas, una bigornia, un peso con sus pesas y una secadera de bronce.”53 Doña Laura Vásquez de Espinosa vecina de la ciudad de Antioquia, en el inventario de los bienes de las Petacas y mina del señor San Miguel, declaraba en 1698 las siguientes herramientas: “Una fragua, los fuelles muy viejos; 3 martillos uno de tres y otro de una libra; un ayunque de fierro que pesa arroba y media; unas tenazas de fragua de hierro que pesan 3 libras; 3 recatones de hierro viejas, que pesan tres libras.”54 José María Velilla vecino de Petacas declara como bienes suyos “...un pedazo de mina en la Salazar, 1 ¼ de acción y derecho en la mina del Río, dos barras, dos recatones y un almocafre, tres hachas, dos azuelas, dos escoplos, un compás, dos azadones, una talla de hierro, un gatillo de sacar muelas [...]”55. 53 AHA. Fondo Notarial. Tomo II. Fols. 30v - 31r. Año 1716. AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 312. Doc. 6070. Año 1698. 55 Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del circuito No 1. Caja General No 13. Años 1823-1826. Cuadernillo suelto, 10 folios. El gatillo de sacar muelas fue utilizado en la dentadura de los esclavos. 54 52 El cuadro siguiente ilustra la utilización de herramientas en algunas de las minas de Belmira entre 1668 y 1797. Aunque es difícil determinar si la cantidad de herramientas utilizadas podía ser proporcional a la mina y a su producción, es válido resaltar que la falta de herramientas suficientes, para la época, en toda la provincia de Antioquia no era la excepción en Belmira, además según la descripción encontrada en algunas de las mortuorias trabajadas en el Archivo Histórico de Antioquia, estaban viejas y en mal estado. Todo indica que la mayoría de las minas tenía escasez de instrumentos para mejorar la producción y por ende podían requerir mayor fuerza de trabajo. De igual manera es notorio, desde muy temprano la utilización de herramientas en dichos lugares. 53 Cuadro No. 2 HERRAMIENTAS UTILIZADAS EN LAS MINAS. BELMIRA 1668- 1797 Fecha 1668 1674 1687 1697 1704 1720 1729 Dueño Fernando de Montoya Mina San José Herramienta 9 barras de hierro, 8 almocafres de hierro 7 recatones hierro 3 hachas 1 paila de cobre Don Francisco Vásquez 5 recatones 4 almocafres 3 barras 2 hachas viejas, 1 almagama, 1 jeringa Migue Martínez de Vivanco 3 barras unos fuelles 1 yunque 1 quitasol de placa Antonio Zamarra Espíritu Santo 4 recatones 2 barras 2 bateas 2 almocafres 1 espada sin daga 1 machete 1 calabozo 1 hacha Felipe de Herrera Nuestra Señora del 2 fuelles Rosario 1 fragua 1 alquiribí 1 macho 1 martillo 1 tornillo María Ignacia de Herrera Nuestra Señora del 5 almocafres Rosario 4 recatones 3 barras de hierro 3 machetes calabozos 1 hacha 1 asada de hierro 1 batea de lavar oro Don Luis Francisco del Pino Nuestra Señora del 3 recatones Guzmán Rosario 3 almocafres 2 barras de hierro 1 hacha 54 Fecha Dueño 1736 Don José Pablo del Pino 1784 José Ignacio Montoya 1797 Nicolás Muñoz Mina Herramienta Nuestra Señora del 6 almocafres Rosario 3 barras 2 recatones 1 suela gurbia 1 hacha La Miel Almocrafe Barras, Recatones 4 bateas 3 barras 3 almocafres Elaborado a partir de: AHA, Fondo Mortuorias. Tomo 258. Doc. 5.569, Tomo 310. Doc. 6.058, Tomo 252. Doc.5.507, Tomo.318. Doc. 6.119, Tomo 312. Doc 6.070, Tomo 234. Doc. 5.321, Tomo 275. Doc. 5.714, Tomo 278. Doc. 5.724, Tomo 258. Doc.5.571, Tomo 322. Doc. 6.159. 55 Herramientas utilizadas en el trabajo minero: barretón, barra, almocafre, batea, cachos, jaguero, azadón ancho, barra y pala. (Elaborado a partir de: R. West, La minería de aluvión en Colombia, s.p. / A.S. Tamayo, Camino a la región de los Osos. p. 31 56 1.3 Algunos términos de herramientas mineras en la colonia56 Almocafre: pieza sólida de metal en forma de gancho, termina en punta, mide de 2 a 3 pulgadas, es una azada de mango corto y dos dientes, se utiliza para remover el fondo de los canalones. Su procedencia es incierta. La palabra de origen árabe. Azadón: , con hoja de hierro, se menciona con frecuencia en los documentos coloniales como una herramienta para la minería de aluvión, el instrumento es de origen gen europeo. Barra: Instrumento pesado, su peso aproximado una arroba. . Tanto la barra como el barretón pueden ser adaptaciones europeas del palo puntudo primitivo y empleado por los indios colombianos para explotar materiales aluviales y meteorizados. Barredura: El conjunto de operaciones hechas en una mina de oro corrido, con el fin de recoger en el canalón todo el oro contenido en una parte de ella más o menos grande. Barretón: instrumento ligero, pesa entre 2 y 3 libras, parecido a la barra. Cachos: Planchas cóncavas de madera. Parece ser de procedencia indígena Chocar: Operación de batir la cinta por medio del agua con barras u otros instrumentos, a fin de conducir los materiales así separados al canalón. Coco: instrumento fabricado con el fruto que lleva este nombre o con el del totumo, que los zambullidores llevan colgado a la cintura, y en el que depositan el oro cargado de jaguas que sacan en la zambullida. Desguachar: Palabra derivada de guache. Nombre que se le da a la capa mineral de escasa riqueza, intermedia entre la cinta y los barros. Elevador: Mecanismo usado en Minería hidráulica para transportar mineral de roca, arena y gravas por la fuerza del agua a través de un tubo vertical colocado en excavaciones hechas en el lecho de una corriente desviada. Excavado hidráulico: Proceso de excavación o minería en el cual se someten materiales de minería de roca a una poderosa corriente o chorro de agua. Jagua: Las arenas metálicas, compuestas en su mayor parte de óxido de hierro y de hiero oxidado titanífero. 56 Elaborado a partir de: Germán Colmenares. Historia Social y Económica de Colombia. Tomo II. / Vicente Restrepo. Estudio sobre las Minas de oro y plata en Colombia. / Wets. La minería de aluvión en Colombia en el período colonial. 57 Mina de Saca: Aquella en que la cinta se halla colocada inferior al nivel de las aguas, y en la que para mantener la sequedad precisa acostumbran los mineros bombas de rueda, de mano o bateas. Pisones: Maquinas pesadas, pujantes trituradoras. los que se usan en Antioquia sólo tienen unas cinco arrobas de peso, y apenas a moler tres cuartos de tonelada de mineral por día Tonga: La diferencia de nivel que permite a las aguas correr con libertad para que la mina no se ahogue, y que por tanto facilita o hace posible la construcción del canalón y socavones. 58 A partir de 1800 algunas minas de veta entraron en explotación, vale la pena resaltar la del Zancudo en Titiribí, la mina de las Cruces y las Animas en Santa Rosa de Osos. Sin embargo, la falta de mejores técnicas continuaba siendo una constante en el trabajo minero. Hasta esta fecha no se había establecido en Antioquia ningún molino. Fue entre 1826 y 1827, cuando estaba establecida la Sociedad de Minas de Antioquia, de la que fueron miembros los señores Juan de Dios Aranzazu, Juan Santamaría, Juan Antonio y Francisco Montoya, y Juan C. Campuzano, cuando empezó a implementarse el uso del molino. Esta Sociedad, en memorial dirigido en 1820 al Presidente de La Gran Colombia, Simón Bolívar, afirmaba que: “El método usado antiguamente para la elaboración de las vetas era dispendioso, a tal grado que sin embargo de que se opina por muchos inteligentes que es en ellas donde se encuentra la mayor parte y más permanente riqueza, las de Antioquia, con muy pocas excepciones, han permanecido hasta ahora en un completo abandono. Nosotros hemos establecido los primeros el uso de las máquinas, que simplifica el trabajo con una considerable economía”. En dicho año tenía esta Sociedad minera montadas en Santa Rosa la mina de las Cruces, San Francisco y Luis Brand. En esta última dirigió Mr. Tylrell Moore la construcción del primer molino de pisones que hubo en la Provincia y que sirvió de modelo para otros muchos.... la máquina costaba de ocho a diez pesos.”57 El inglés Tylrell Moore llegó en 1830 a trabajar en las minas de Titiribí y Santa Rosa, se empeñó en tecnificar el trabajo en éstas, para ello divulgó el uso del molino inglés, de seis pisones “Cornish Mill”, el uso de la amalgamación de la rueda hidráulica, de la pólvora y el horno de crísoles para fundir oro. Los molinos de pisones comenzaron a implementarse en toda la provincia y se montaron minas de veta, en Amalfi, en Remedios, en Concepción, en Santo Domingo, en San Pedro, en Abejorral y en Sonsón. Parsons nos describe un molino, de la siguiente manera, veamos, “El molino antioqueño es un aparejo o equipo modelo que funciona hoy día en el departamento, en algunas minas de roca dura. Consiste en una rueda movida por agua que le cae encima y acciona un engranaje de madera de doce a quince pulgadas de diámetro. Los molinos de pisones primitivos son fabricados con múltiples piezas de tres a seis en batería. Las zapatas de los bocartes de hierro cromado, fundidas en 57 Restrepo. Estudios sobre las minas de oro y plata. p. 43. 59 Medellín y que pesan cerca de quinientas libras, son los únicos reemplazos necesarios, excepto unos pocos cerrojos y tuercas. El molino está, pues, adaptado idealmente para operaciones en pequeña escala en las montañas de Antioquia, accesibles únicamente por escabrosos caminos de herradura. Comúnmente el oro libre es extraído por lavado manual, o haciendo pasar la roca triturada sobre una “ mesa antioqueña” de madera fibrosa de Yolombó, cuya superficie está tallada en una serie de tiras paralelas para ponerle trampa al oro libre”58 En Antioquia llegó a ser tanta la utilización del molino de pisones que en Belmira continuaba usándose a fines del siglo XIX y en las dos primeras décadas del XX, algunos mineros lo poseían, entre ellos, Fidel Ramos en el sitio de Barronegro, existían dos en el paraje de El Alto de la Tupia: uno de Victoriana Lezcano y el otro de Fidel Ramos e hijos, otro molino en los Patos en finca de Marcos Vieira, propiedad de Nepomuceno García y Familia, otro en el paraje de La Ilusión de Germán Londoño y los Garcías, uno en la finca Granate de propiedad de Germán Londoño y Antonio Pérez, en el sitio Peñitas uno de Alberto Pérez, en el paraje de Buenaventura, el de los Gaviria que después fue explotado por Rubén Emilio Villa59 En el cuadro No.9. Puede apreciarse cuales fueron los avances técnicos más significativos en la minería antioqueña durante el siglo XIX Cuadro No. 3 INNOVACIONES TÉCNICAS EN LA MINERÍA ANTIOQUEÑA SIGLO XIX Fecha 1825 1851 1878 1888 Innovación Molino de pisones Técnicas de fundición Monitor Hidráulico Draga para ríos Elaborado a partir de: Roger Brew, El Desarrollo Económico de Antioquia desde la Independencia hasta 19120. p.151 58 Parsons. La colonización antioqueña en el occidente de Antioquia. pp. 98-99. Luis Alfonso Arias Restrepo. Belmira Municipio con Identidad, 2ª ed. Medellín, Matices Producciones Ltda., 1999, p. 35. 59 60 Un molino movido por agua en el siglo XVI (Elaborado a partir de: R. West. La minería de aluvión en Colombia. s.p.) Molino de pisones del siglo XIX. (Fuente: Breve historia de Antioquia. p. 30.) 61 De acuerdo a lo que hemos visto, en los siglos XVI y XVII, el factor productivo más importante en el trabajo minero fue la energía humana y su capacidad creativa, las herramientas y tecnología ocuparon un segundo renglón, la adaptación de las personas para utilizar los recursos disponibles favoreció la explotación y la producción minera. Por ejemplo fue escaso el número de herramientas comparado con el número de esclavos como lo veremos en la parte correspondiente al capítulo de “Esclavos y negros libres: primeros pobladores de la Belmira Colonial.” El uso de instrumentos metálicos no logró establecerse plenamente, los esclavos trabajaron con herramientas producidas por ellos mismos o con técnicas indígenas ya que, “... el nivel de desarrollo tecnológico imperante correspondió a la simbiosis de diferentes culturas, sin que los instrumentos europeos metálicos lograran desplazar totalmente a las herramientas de piedra, hueso o madera.”60 La diferencia fue notable a fines del siglo XVIII y en parte del siglo XIX, cuando la implementación de mejores técnicas y tecnología, como el molino de pisones, permitió acelerar las labores mineras y mejorar la producción. 1.4 Mano de obra minera en el periodo colonial. “Un negro tiene la piel negra bajo todas las circunstancias, pero sólo bajo ciertas condiciones socio económicas es un esclavo” Carlos Marx En Antioquia, durante el período colonial la mano de obra negra esclava fue la fuerza de trabajo más importante en la producción minera. En la Nueva Granada, el período colonial se inicia desde el momento en que los españoles realizaron sus primeros asentamientos y termina con el proceso independentista de principios del siglo XIX. 60 Suárez. Oro y sociedad colonial. pp. 107-108. 62 1.4.1 Negros Esclavos El negro esclavo fue la mano de obra básica de la labor minera cuando los españoles empezaron a dirigir la explotación aurífera y la fuerza de trabajo fundamental para el posterior desarrollo económico y social de la provincia de Antioquia. El historiador Víctor Álvarez al referirse a las designaciones dadas a los africanos correspondientes a las distintas situaciones de vida y a los niveles de discriminación social por parte del europeo afirma: “Por virtud de la relación con el europeo el hombre africano se convirtió en “negro”; una vez apresado y conducido a los puertos de embarque era “esclavo”; para efecto de la trata negra se hizo “pieza de Indias”; una vez colocado en el mercado americano era “bozal”; si asimilaba los elementos básicos de la cultura de sus amos era “ladino”, pero si se fugaba para luchar por su libertad se convertía en “cimarrón”, si se organizaba con otros para marginarse del dominio blanco era “palenquero”. Si tenía hijos en América estos se llamaban “criollos” y si, finalmente, conseguía su libertad por los procedimientos establecidos era “negro libre” o “liberto””61 El objetivo básico para introducir esclavos en Antioquia por parte de los propietarios mineros fue el de aprovechar su fuerza de trabajo, encaminada a mejorar los niveles de producción de oro. “La progresiva escasez y el bajo rendimiento de la mano de obra indígena, antes que la vigencia de una legislación protectora, fueron responsables de la introducción de cuadrillas de esclavos negros para el laboreo de las minas, que ya figuraban como una nueva dimensión social del poblamiento antioqueño desde fines del siglo XVI. Aunque de una productividad más alta en el trabajo, estas cuadrillas también fueron victimas de las epidemias, el hambre y el maltrato de los amos.”62 El negro, además, de ser utilizado para el laboreo de las minas, fue empleado en múltiples labores como, carguero, cultivador de la tierra, criador de ganado, trabajador artesanal, constructor de herramientas mineras y agrícolas, apertura de caminos, construcción de 61 62 Álvarez Morales. “La Sociedad Colonial 1580-1720.” pp. 64-65. López Toro. Migración y cambio Social en Antioquia durante el siglo XIX, p. 29. 63 rancherías y ranchos y en la prestación del servicio doméstico a sus amos, “El proceso de explotación de oro en Antioquia presentó una serie de fases caracterizadas por crisis duraderas y períodos de gran auge, lo que repercutía necesariamente en la capacidad y en la necesidad de compra de esclavos, lo mismo que en su propia actividad. Esto último es lo que explica, que los esclavos no permaneciesen por mucho tiempo en un mismo oficio o labor.”63 Los esclavos se convirtieron desde el siglo XVI en la más valiosa mercancía para el trabajo en las zonas mineras. En Antioquia su introducción fue posible gracias a la aparición de regiones mineras como Zaragoza y Nechí en los años de 1580 y al descubrimiento de yacimientos, que estimularon la introducción de cuadrillas. Al respecto James Parsons al referirse a Zaragoza plantea: “en sus días Zaragoza tenía 300 españoles y de tres a cuatro mil negros esclavos en cuadrillas.”64 Fray Jerónimo de Escobar en su Memorial de 1581 al referirse a la población negra afirmaba: “Habrá en la Provincia de Santa Fe de Antioquia, más de seiscientos esclavos, los cuales todos sacaban oro de un cerro famosísimo que llaman los indios de Buriticá, á donde se han sacado gran riqueza. Sácase cada año 50.000 $ de oro” 65 En Antioquia, ante la apertura de nuevos centros mineros como Remedios y Guamocó en las últimas décadas del siglo XVI y en las primeras del XVII, se presentó una introducción considerable de esclavos, por eso: “En Terminos generales, considerando los principales centros auríferos de la región (Buriticá, Zaragoza, Remedios y Guamocó), podríamos afirmar que hacia fines del siglo XVI había en Antioquia una población superior a los 5.000 esclavos negros, dominada y explotada por 300 ó 400 vecinos españoles a cuyo servicio trabajaban en la labor minera”66 Hernando E. Zabala, “Rebeldes y cimarrones” Medellín, Monografía de pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 1984., p.22. 64 Parsons, La Colonización Antioqueña. p. 82. 65 Citado por Vicente Restrepo, Estudio sobre las Minas de oro y plata en Colombia. p. 23. 66 Víctor Álvarez Morales. La Presencia Negra en el mundo Colonial de la Región Antioqueña. En: Revista 63 64 Sin embargo, los problemas de abastecimiento de fuerza de trabajo esclava, vinculada directamente con los niveles de producción no se hicieron esperar. La suspensión de la trata de esclavos en 1640, como las distintas crisis mineras y agrícolas, al igual, que los problemas en la introducción de negros a la provincia de Antioquia y las necesidades de los propietarios en adquirir crédito, propiciaron el alza en los costos, a tal punto que estimuló las operaciones comerciales basadas en el crédito con lo que se vio afectada la producción de oro. 67 Las dificultades para la comercialización de esclavos generó escasez de mano de obra para el trabajo en las minas, lo que a su vez propició que en una mina trabajaran esclavos de diferentes propietarios. La disminución en la producción de oro llevó al desplazamiento de las cuadrillas hacia otras zonas en busca de nuevas riquezas. Esta es una de las razones para que aparezcan nuevos centros mineros en el siglo XVII en la zona del oriente y en la región de los Osos. “La minería produjo un tipo de demanda de mano de obra que influyó fuertemente sobre la movilidad geográfica y en forma indirecta sobre la movilidad social de la población.”68 En cuanto a la localidad estudiada: Belmira, ubicada en la región de los Osos, los documentos coloniales y las fuentes secundarias consultadas muestran la presencia de españoles con cuadrillas de negros esclavos desde muy temprano, veamos: Al igual que José María Mesa en su obra Minas de Antioquia, antes citada, José María Restrepo en su obra Gobernadores de Antioquia 1571-1819 publicada en 1931, también hace referencia al descubrimiento y llegada de cuadrillas de esclavos al Valle de los Osos, veamos, “En el año de 1644 el capitán Pedro Martín de Mora era nombrado por el gobernador Portocarrero, lugarteniente general en toda la provincia, y capitán aguerra y en atención del que habéis hecho tan lúcido (servicio) en el nuevo descubrimiento de las minas de los Osos cabezas del Nechí de donde se espera por las noticias grandes que Gallinazos, No. 3, Itagüí, 1982, p. 14. 67 Suárez. Oro y Sociedad Colonial en Antioquia 1575-1700. pp. 263-264. 68 Brew. El Desarrollo Económico de Antioquia desde la Independencia hasta 1920. p. 49. 65 de tiempos inmemoriales hay de su gran riqueza.”69 Belmira parece ser la primera colonia minera que establecieron los habitantes de la ciudad de Antioquia en el valle de los Osos. “... la minería real no comenzó en esa zona hasta 1628, cuando unos pocos placeres se establecieron a lo largo de los Osos (actual Río Chico). A mediados del siglo la mayoría de los mejores placeres del Río Chico, el Río Grande y posiblemente el alto Guadalupe habían sido denunciados y la minería había comenzado; el Real de Petacas (actual Belmira) también estaba ya establecido.”70 James Parsons en su libro La colonización Antioqueña en el occidente de Colombia presenta la siguiente cita tomada del fondo Minas de Antioquia del Archivo General de la Nación: “... en 1636 un vecino de Antioquia solicitó un título al “río de los Osos y las minas de oro de sus orillas” en la región de Santa Rosa.”71 Sobre este mismo título de minas en la región de Santa Rosa en el año de 1636, Martín Alonso Medina en su obra Santa Rosa de Osos. Huella Histórica., Publicada en 1988, aclara que aunque el descubrimiento del valle fue en 1541 por parte del capitán Francisco Vallejo, sólo hasta 163672 fue realizado el primer título de minas. . 69 José María Restrepo Sáenz. Gobernadores de Antioquia 1571-1819. Bogotá, Imprenta Nacional, 1931, p. 71. West. La Minería de Aluvión en Colombia durante el período Colonial. p. 41. 71 Parsons. La Colonización Antioqueña en el Occidente de Colombia. p. 86, citando el Fondo Minas de Antioquia, Tomo 4. Fol. 990 del Archivo General de la Nación. 72 Medina. Santa Rosa de Osos. Huella Histórica. pp. 37 41. El título de mina de los Osos en 1636 lo toma este autor del Archivo General de la Nación. Bogotá Año 1636. Tomo 4. Minas de Antioquia. Legajo 112A. 70 66 CUADRO No. 4 CUADRILLAS DE ESCLAVOS EN PETACAS, 1669 – 1737 Año 1669 1674 Dueño Montoya, Fernando Vásquez Francisco Esclavos Edad Valor $ oro Origen Marcos 18 300 Criollo Francisca Felipe Alonso Salvador Andrés Antonio Blas Antonio Miguel Lázaro Jacinto Matheo Diego Francisco Marcela Francisca Maria Catalina Marta Bartola Isabel Domingo Francisca Isabel Bárbara Marta Marcela Quesada, Juan 20 1 5 4 40 50 20 40 19 45 16 20 38 40 50 46 50 30 16 12 68 30 26 28 60 70 38 350 Criollo Criollo 80 Criollo 70 Criollo 250 Congo 240 Angola 300 Criollo 260 Congo 300 Criollo 260 Angola 280 Criollo 300 Criollo 180 Biojo 250 Criollo 250 Congo 250 Angola 250 Arara 250 Angola 280 Criollo 200 Criollo 40 Criollo 530 480 200 50 40 350 Criollo Luís Maria Magdalena 50 40 40 170 Criollo 250 Criollo 200 Criollo Lorenzo Ignacio Mónica Julepe 56 28 24 5 150 Criollo 300 Criollo 380 Criollo Criollo 67 1687 1697 Martínez de Vivanco, Miguel Zamarra, Antonio Damiana Gregorio Juanito Manuel Dominguito Julio Nicolás 45 37 Martín Jerónimo Santos Juana Marta Manuela Usma, Dominga 25 18 27 45 15 200 280 300 150 280 25 Mulata Igenia José Javier Rafael Lázaro Juan Gregoria Lorenza Juana Viera, francisco 30 12 7 3 6 3 8 1 20 46 200 150 Mulato 100 50 100 50 130 40 200 250 Francisco Juan Nicolás Margarita Maria Margarita Alonso 50 21 13 60 60 24 33 200 Arara 250 200 150 Mulata 100 250 250 Fernando Tomas Seberino Francisco Juan Rufina Constanza Josefa Josefa Margarita 40 42 25 45 10 50 60 27 60 26 200 200 200 Mulato 200 100 Mulato 150 150 100 130 250 6 18 4 40 300 Criollo Mulato Criollo 70 Criollo 200 Congo 60 Criollo 350 68 1697 1698 1698 1704 Juana Tamayo y Tovar, Esteban Hilarión Francisco Juana Larga Bañol, Julio Manuel José Manuel Gregoria Diego Lucia Vásquez, Laura Samil del Rincón, Jacinto Marcos Lorenzo Agustina Mariana Juan Maria Juana de la Cruz Piedrahita, Laureano Herrera, Felipe 56 45 40 Bosal 40 40 50 80 90 Biojo 35 20 25 2 30 26 3 Criollo Criollo Criollo Criollo Mulato criolla Constanza Ignacio Lorenza Matías Basilio Felipe Quesada, José Diego Maria Nicolás 40 9 27 5 3 30 30 50 70 30 Antonia Santiago Baron, Joseph 54 40 27 Criolla Criollo Mulato Nicolás Pascuala Ursula Juana Quesada, Juana 54 22 7 3 54 Mulata Criolla Criolla Luisa 5 Mulata Pedro Gertrudis Isabel 46 34 11 Arara Criolla Criollo Angola Mulato 69 María Joseph Juan Aro Cristóbal Domingo María Magdalena 1704 1716 Juan Antonio Domingo María Solana Silvestre María Julia Herrera Guetaria, Lucía María Ignacia Serna, Pedro Luis Isabel Dionisio Domingo Gertrudis Dionisia Francisca Petrona Hipólito Marcos Antonio Javier Bárbara María Martina María Teresa Manuela Isabel Lorenzo Miguel Ignacia Polonia Juan Augustita 7 3 40 30 46 14 11 43 38 10 6 2 50 6 37 40 30 60 50 28 14 12 7 3 20 18 15 35 20 8 4 26 23 30 30 Arara Mina Landa 200 Mulato 150 Criolla 200 50 Arara 100 Bosal 200 Mulata 100 90 60 50 Mulata Criolla Criollo Criolla Criollo 70 1716 Pino, Nicolás Antonio Maria Ana 20 Criolla Timoteo Gertrudis Agustina Francisca María José Martina José Lucía Ramón Magdalena Jalucidora, Manuela 22 19 33 25 33 17 17 24 34 4 26 3 Criollo Jacinta Faustina Francisco Javier 15 66 25 Feliciano Javier Félix Matías Domingo Lucia Juana Augustita Ana María Bernardino Fecundino 20 27 30 23 40 66 41 28 4 3 Pedro Miguel Antonio Bernabé Josefa Maria Cecilia Marcelino Constanza Julio 1 17 18 24 11 13 29 46 Juan Criolla Criollo Mulata Carabalí Mulata Criollo Criolla Mulato Criollo Bosal Criolla Mulata Criollo Criollo Criollo Criollo Mulata Mulato Criollo 71 1729 1736 1737 Pino Guzmán y Jaramillo, Francisco Juan Pablo Julio Juan Manuel Domingo Antonio Ignacio Ignacio Julio Tomasa Isabel Maria Rosa Crisanta Agustina Maria Santander, Juan Juan Francisca Maria Ignacia Cangualqui, Francisco. Pino, José Pablo Juan Pino Jaramillo, Inés 65 Criollo Angola Criollo Arara Bosal Criollo Bosal Pajarez Criollo Mulata Criolla Criolla Bosal Criolla 40 Mulato 80 25 3 40 Angola 200 Criolla 80 80 20 Mulato Cartagena, Juana 80 30 Francisco Remigio Ignacio Prudente 30 20 23 25 235 180 210 Mulato 225 Maria Cruz Matías Josefa Nicolás Ignacio Gabriela Juan Antonio 18 10 2 4 50 20 60 30 225 100 50 80 Mulato 225 100 200 Elaborado a partir de: AHA, Fondo Mortuorias, Tomo 258, Doc. 5569; Tomo 310, Doc. 6058; Tomo 252, Doc. 5507; Tomo 318, Doc. 6119; Tomo 302 Doc. 5976; Tomo 312, Doc. 6070; Tomo 273, Doc, 5692; Tomo 234, Doc. 5325; Tomo 234, Doc. 5321; Tomo 277 Doc. 5720; Tomo 275, Doc. 5714; Tomo 278, Doc. 5724; Tomo 276, Doc. 5719; Tomo 322 Doc. 6159; Fondo Notarial, No. 2, 1716. 72 En cuadro anterior podemos ver la forma como eran establecidas algunas cuadrillas de la región del norte de Antioquia, específicamente en Belmira, los dueños de éstas, ciertas procedencias de los esclavos, sus edades y el valor de los mismos. Para el período 1669 – 1737 existían un total 14 propietarios con 221 esclavos, éstos tenían edades comprendidas entre 1 y 80 años, de los que se tienen datos habían 71 menores de 15 años y 61 criollos. Entre 1640 y 1680 la provincia de Antioquia vivió un período de crisis en el sector minero caracterizado por “la presencia de graves problemas de abastecimiento, de disminución de la fuerza de trabajo esclava y por la aparición de alarmantes síntomas de miseria entre los colonos.”73 Pero no siempre hubo crisis. Entre 1780 y 1800 comenzó a reactivarse de manera especial la producción aurífera en Antioquia. El oro entrado a las casas de Fundición fue reflejo de esta situación, teniendo en cuenta que mientras en 1780 el valor total en pesos de oro era de $ 6.437, para 1801 llegó a sumar $ 26.689.74 Los esclavos fueron básicos y vitales para la producción minera. Los dueños de minas, entendieron que era fundamental, para mejorar la producción, tener además de herramientas, personal para realizar las labores en cada una de las minas trabajadas, para ello establecieron el sistema de cuadrillas, en el cual organizaron a los negros, en parte, para dominar una población que podría constituirse en un problema si estaba dispersa, además de la posibilidad de una rebelión y la formación de palenques, haciendo perder la inversión de los propietarios. 1.4.2 Cuadrillas de esclavos en Belmira. La cuadrilla era una organización social para el trabajo de los negros, la cual consistía o estaba conformada por un grupo de esclavos, pertenecientes a un mismo amo, que utilizados en los distintos frentes de actividad económica, especialmente en la minería. Las ordenanzas de Gaspar de Rodas en 1587 sugieren que una cuadrilla debía de componerse de por lo menos 73 74 Zabala. Rebeldes y cimarrones. p..22. Twinam. Mineros, Comerciantes y Labradores 173-1810, pp. 70 - 80. 73 5 esclavos.75 Las cuadrillas estaban divididas según la disposición de los trabajos requeridos en las rancherías, en cuadrilla de mina y en cuadrilla de rocería. Cada una de ellas estaba conformada en su gran mayoría, por grupos familiares, en la que todos trabajaban, hombres, mujeres y niños. Las mujeres dividían su trabajo entre los quehaceres domésticos y las tareas de la minas. “En las operaciones de canalón la tarea de las mujeres era habitualmente raspar el canal con el almocafre y lavar el material con la batea.”76 Para el abastecimiento material de las cuadrillas existió el trabajo agrícola, al respecto Germán Colmenares dice: “Durante algunos años es probable que las cuadrillas para su abastecimiento hubieran dependido del trabajo indígena. Como el crecimiento de las cuadrillas significaba una presión sobre los recursos disponibles, los mineros debían dedicar, una parte de sus esclavos a las labores agrícolas”77 (Ver capitulo 3. “Esclavos y Negros libres: Los primeros pobladores de la Belmira colonial”). La cuadrilla estaba regida bajo un orden jerárquico, dentro de la cual existían: el señor de cuadrilla, el administrador o minero, el capitán de la cuadrilla, la cuadrilla de minería y la cuadrilla de rocería. Cada uno de ellos cumplía y ejercía una labor específica, veamos: El señor de cuadrilla, generalmente pertenecía al grupo de los blancos, hasta principios del siglo XVIII era español o criollo. Era el que tenían el capital para invertir y formar compañías. En otras palabras, fue el dueño de la mina y de los medios de producción. Entre sus funciones, “tenía la relación directa con el centro local administrativo colonial “(registro de fundición, pago de derechos, operaciones comerciales, desempeño sociopolítico, registro de minas)”78 su característica principal fue la de ser un propietario ausentista de la mina. Entre sus obligaciones se destacan obligaciones el llevar el libro de cuentas por cada mina, para conocer el rendimiento y el trabajo en ella, no obstante, esta obligación generalmente se la delegó al minero. 75 Germán Colmenares. Historia económica y social de Colombia. Tomo II. Bogotá, Editorial La Carreta, 1979, p.73. 76 West. La minería de aluvión en Colombia. p. 84. 77 Colmenares. Historia Económica y Social de Colombia. p. 162. 78 Suárez. Oro y sociedad colonial, p. 175. 74 CUADRO No. 5 ALGUNOS DUEÑOS O SEÑORES DE CUADRILLAS. PETACAS, 1668 – 1797 Año 1668 1674 1685 1687 1697 1697 1698 1698 1704 1715 1716 1720 1729 1733 1734 1736 1737 1743 1752 1779 1784 1797 1797 1797 1797 1797 1797 1797 1797 1797 1797 Propietario Montoya, Fernando de Vásquez, Francisco Piedrahita, Isabel de Martínez de Vivanco, Miguel Zamarra, Antonio Tamayo y Tovar, Hilarión de Vásquez de Espinosa, Laura Piedrahita, Laureano Herrera de, Felipe Zapata y Múnera, Joaquín Pino, Nicolás Antonio del Herrera de, María Ignacia Pino Guzmán del Osa Zapata, Agustín Mora, Juan Román de Pino, José Pablo del Pino y Jaramillo de Osa Pimienta, Agustín de Zapata, Francisco Javier Londoño, Sancho Montoya, José Ignacio Cossio, Lorenzo Muñoz, Nicolás Gutiérrez, Ignacio Madres Monjas del Carmen Zapata, Nicolás Tirado, Nicolás Tirado, Joaquín Villa, Casimiro Villa, Modesto Santa Maria, Manuel Vecino Oficio Capitán Antioquia Antioquia Capitán y Alcalde ordinario de Antioquia Medellín Antioquia Antioquia Antioquia Antioquia Antioquia Contador Capitán Capitán Antioquia Cura y vicario interino de la ciudad de Antioquia Antioquia Antioquia Antioquia Antioquia Antioquia Antioquia Antioquia Antioquia Medellín Antioquia Petacas Petacas Petacas Petacas Petacas Petacas Petacas Petacas Petacas Petacas Sargento Mayor Sargento Mayor Maestre del Campo Sacerdote 75 1797 1797 1797 1797 1797 Bermúdez, Domingo Villa, Matías Villa, José María Puerta, Micaela Lorza, Graceliano Petacas Petacas Petacas Petacas Petacas Elaborado a partir de: AHA, Fondo Mortuorias. Tomo 258. Doc. 5569, Tomo 310. Doc. 6058, Tomo 273. Doc. 5695.fol 7r... Tomo 252. Doc.5507 Tomo.318. Doc. 6119, Tomo.302. Doc. 5976, Tomo 312. Doc.6070, Tomo 273. Doc.5692, Tomo 234. Doc.5325, Tomo 318. Doc.6115, Tomo 277. Doc.5720, Tomo 234. Doc.5321, Tomo 275. Doc.5714, Tomo 266. Doc.5629, Tomo 260. Doc.5580, Tomo 278. Doc.5724, Tomo 276. Doc.5719, Tomo 265. Doc.5627, Tomo 317. Doc.6113, Tomo 258. Doc.5571, Tomo 322. Doc.6159, Tomo 322. Doc.6159, Fondo Censos y Estadísticas TOMO. 346. Doc. 6555, 1797. “Antioquia durante el siglo XVIII” Historia de Antioquia, p. 85 Minero o administrador de minas, comúnmente este cargo lo desempeñaba un blanco pobre, familiar del señor de cuadrilla, con experiencia en la explotación. Su desempeño lo hacía como trabajador libre, algunos administradores hicieron parte de las compañías mineras. Sus tareas consistían en la dirección total de la mina,“la supervisión de la cuadrilla, el cateo de nuevos placeres, la atención al aprovisionamiento de comida y herramientas para los trabajos y la elaboración de minuciosas cuentas de la empresa minera.”79 Tenía entre sus obligaciones llevar el famoso “Libro de sacas” en el que registraba el oro producido por la mina. Por su trabajo recibía el 10% de lo obtenido en la mina. Al respecto de los privilegios del minero, el gobernador y superintendente de minas en la Provincia de Antioquia en el año de 1780 plantea: “Los mineros gozan el privilegio por las Ordenanzas de no ser empleados en los oficios de República, Más esto se entiende y practica con los que asalariados atienden a la labor y cuadrilla de la mina, pero no a los dueños de ellas que asisten de ordinario, o la mayor parte del año en la ciudad o villa; porque si todos los mineros se exceptuaran, habría pocos o ninguno en algunas poblaciones que los pudiesen servir. Más si sucede alguna vez, que por estar colgada la mina, o haciendo otra maniobra en ella que requiera su personal asistencia, lo alegare y fuere cierto, deberá por entonces eximirsele como ya lo he hecho”80. En 1797, Ignacio Gutiérrez poseía una cuadrilla de esclavos en el sitio de Petacas compuesta de 17 matrimonios, 4 personas viudas, 12 solteros, 28 adultos, y 13 niños; las hermanas del 79 West. La Minería de Aluvión en Colombia. p. 95 76 Carmen tenían otra cuadrilla compuesta de 12 matrimonios, 4 viudos, 3 solteros, 16 adultos y 15 niños. Estas cifras nos pueden indicar la importancia que poseían los esclavos en todos los estados civiles, incluyendo a los menores de edad e incluso los viudos. La mano de obra esclava fue aprovechada al máximo con el fin de facilitar y mejorar la producción. En 1793 algunos de los mineros más destacados que prestaban sus servicios en Petacas fueron el doctor don Ignacio Gutiérrez, don Juan Salvador de Villa, don Antonio de Londoño y Solano Londoño.81 Además de los enumerados en el cuadro siguiente: CUADRO No. 6 ALGUNOS MINEROS EN PETACAS, 1668-1736 Fecha Minero Lugar 1668 1698 Ibarra, Blas de Francisco de Montoya. Petacas Río Chico 1698 Samil del Rincón, Jacinto Gómez de Ureña Jerónimo (Administró desde Medellín) Chica de la, Julio José administrador Petacas 1729 1736 Nombre mina San José Nuestra Señora del Rosario San Miguel Río Chico Nuestra Señora del Rosario Río Chico Nuestra Señora del Rosario Elaborado a partir de: Fondo Mortuorias. Tomo 258; Doc. 5569, Tomo 273. Doc.5692; Tomo 312. Doc 6070; Tomo 275. Doc.5714; Tomo 278. Doc.5724. Capitán de Cuadrilla, este cargo fue desempeñado por varias personas, entre las que podemos encontrar un hombre negro esclavo, un negro libre, un mestizo o mulato, al que el minero le tuviera confianza y que mostrara capacidad de mando para impartir disciplina al resto del personal, principalmente a los esclavos, experiencia en el trabajo y fidelidad para manejar los intereses del propietario. Debía desempeñar funciones como la supervisión de las labores ordenadas por el minero, el reparto de las raciones alimenticias, cuidar o evitar la 80 Silvestre. Relación de la Provincia de Antioquia. p. 197. 77 fuga de esclavos. “Tenía condiciones preferenciales respecto del grupo de esclavos que dirigía. Por este medio se le estimulaba en la labor como capataz, ya que parecía abrírseles caminos para la adquisición de la libertad o se le permitían favorables condiciones de consumo de bienes.”82 En el cuadro No. 13 se identifican algunos de los capitanes de cuadrillas que trabajaron en algunas de las minas de Petacas en el período 1685- 1797 CUADRO No. 7 CAPITANES DE CUADRILLAS EN PETACAS, 1685 - 1797 Fecha 1685 Capitán de la mina Edad Condición Valor esclavo social $ 30 1698 Blas Antonio Quesada, Julio. Vieira, Francisco Felipe. 1697 Alonso 33 1697 Bañol, Julio. 1720 Luis 37 Mulato 1729 65 Mulato 1737 Santander de,Juan Prudente 25 Negro 1797 Francisco s.d Negro 1674 1687 300 s.d 38 Negro 35 46 Negro 250 30 Negro criollo Mulato Negro s.d 250 Lugar Nombre mina Río Chico Nuestra Señora del Rosario Petacas s.d s.d Río Chico Nuestra Señora del Rosario Río Chico Espíritu Santo Río Chico Nuestra Señora del Rosario 200 Río Chico Nuestra Señora del Rosario 40 Río Chico Nuestra Señora del Rosario 225 Río Chico Nuestra Señora del Rosario 100 y 50cast Río Chico La Miel s.d Elaborado a partir de: AHA, Fondo Mortuorias, Tomo 234. Doc.5321; Tomo 252. Doc. 5507; Tomo 273. Doc. 5695, 5692; Tomo 275. Doc.5714; Tomo 276. Doc.5719; Tomo. 302. Doc. 5976; Tomo 310. Doc. 6058; Tomo.318. Doc. 6119; Tomo 81 82 AHA. Fondo Minas. Tomo 354. Doc. 6650. Fol. 21 r. Año 1793. Suárez. Oro y sociedad colonial. pp. 319-321. 78 322. Doc.6159. s.d (sin dato). El desarrollo de la minería de cuadrilla en la región de Antioquia comenzó a decaer en el siglo XVIII debido a las crisis de la esclavitud negra, a las dificultades en su mantenimiento, al condicionamiento estacional de la explotación, a la poca inversión en mano de obra. El Real de Minas de Nuestra Señora del Rosario ubicado en Petacas, contó en 1755 con 225 esclavos trabajando en 12 minas, y existían otras 15 más sin explotar, por falta de mano de obra esclava para disponer las minas. Al parecer el rendimiento de la minería de cuadrilla en la primera mita del siglo XVIII en algunas minas era bajo. El siguiente ejemplo de una labor en Petacas puede darnos indicio de ello, veamos, En 1733 el sargento mayor Don Agustín de Ossa Zapata declaraba como suya la mina llamada el páramo en Petacas avaluada en 300$, tras su muerte fue heredada por su hijo el capitán don Agustín de Ossa Pimienta. Cuatro años después de haber sido declarada, tenía entre sus bienes otra mina en San Jacinto apreciada en 100$, las minas las trabaja con parte de su cuadrilla de esclavos compuesta de 33 de los cuales, “15 eran menores y 5 mayores de 50 años, lo que reducía notablemente el número de esclavos útiles. De acuerdo con una relación presentada por el albacea de esta sucesión en el período comprendido entre el 5 de noviembre de 1738 y el 27 de noviembre de 1741, tres esclavos estuvieron trabajando en la mina del Páramo de donde se extrajeron 70 pesos de oro en polvo. En el mismo lapso de tiempo 4 esclavos laboraron en la mina de San Jacinto habiendo obtenido 72 pesos de oro en polvo, de acuerdo a estos datos el rendimiento promedio de cada esclavo fue muy bajo, no llegaba a los 7 pesos anuales, el rendimiento diario de cada esclavo para ser rentable debía ser de 2 tomines diarios.”83 Pese a la introducción de esclavos negros para las labores de las minas, la escasez de mano de obra fue uno de los problemas para la explotación de los yacimientos de aluvión. Aunque los dueños de minas veían la necesidad de aumentar el número de esclavos, tenían temor de 79 hacer una inversión, cuyos resultados sólo podrían verse a largo plazo. “Hacia 1761, el teniente de Medellín interrogaba a los mineros de su jurisdicción que tenían cuadrillas en el área de Santa Rosa. Estos testigos respaldaban la opinión de los de Zaragoza: necesitaban más esclavos. Los mineros de Medellín decían que el costo elevado de los esclavos (entre 225 y 250 pesos de oro por esclavo) y los términos tan rígidos de venta eran el mayor obstáculo para la expansión de sus cuadrillas. Los mineros tenían que pagar una parte al comprar un esclavo y cancelar el resto en un período de uno a dos años. Si el comprador no cumplía, perdía el primer pago y el esclavo. Los mineros dudaban de sus posibilidades para cumplir estos contratos, ya que se demoraban al menos un año para enseñarles al nuevo esclavo el trabajo de la mina, y eso podía tomar aún más tiempo si el idioma era una barrera. Aunque los mineros reconocían que los aluviones de oro de Santa Rosa rendían una producción muy estable, aún temían esta clase de riesgos para ampliar su fuerza de trabajo”84 Sin embargo, a partir de 1770, hubo una introducción considerable de esclavos a la Provincia de Antioquia y cada minero organizó sus cuadrillas. Los censos muestran que la población esclava de Antioquia pasó de un mínimo de 900 negros en 1759 a 1.462 en 1770, para luego triplicarse en los próximos ocho años hasta llegar a 4.896 esclavos.85 El aumento del número de población negra en Antioquia durante el siglo XVIII es el reflejo también del aumento de la explotación minera, el censo de 1778 registra un total de esclavos para la Nueva Granada de 62.404 equivalente al 7.77% del total de la población. En Antioquia correspondían 8.931 esclavos, aproximadamente el 1.1% del total de negros de la Nueva Granada y a principios del siglo XIX de 27.535 libertos.86 En Antioquia existían en 1808 una población negra registrada de 10.045 esclavos distribuidos en: 83 Patiño. Riqueza, pobreza y diferenciación social. pp. 340 - 342. Twinam, Mineros, Comerciantes y Labradores: p. 79. Citando al AHN, Miscelanea, Vol 140, 1761, fols. 1090-1122. 85 Restrepo, Estudio sobre las minas. p. 36. 86 Hermes Tovar Pinzón, Camilo Tovar M., Jorge Tovar M. Convocatoria al poder del número. Censos y estadísticas de la Nueva Granada 1750 - 1830, Bogotá, Archivo General de la Nación, 1994, p. 26. 84 80 CUADRO No. 8 NÚMERO DE ESCLAVOS EN ANTIOQUIA, 1808 Cantón Esclavos Santa Fe de Antioquia 4.401 Población por Cantón % 9 Medellín 2.849 6 Rionegro 2.056 9 Marinilla 424 8 Zaragoza 315 15 Fuente: James Parsons. La Colonización Antioqueña en el Occidente de Colombia. 4ª Edición, Bogotá, El Ancora Editores, 1997, p. 94. Basado en el Anuario Estadístico de Medellín, 1888. El censo de 1825, es decir 17 años después, se registró en toda la Nuerva Granada 46.829 esclavos, equivalente al 3.8 % de la población total. Dentro de la Provincia de Antioquia existían 5.348 esclavos que representaban el 11.4 % del total de la población esclava del país, sin embargo, para esta época el trabajo minero no se sustentaba en la mano de obra esclava. 87 Según este censo vemos una disminución en el número de población esclava en Antioquia, entendible, ya que en 1814 en la Provincia había sido decretada la libertad de partos a los esclavos, es decir, quien naciera de una esclava, sería liberto, no obstante, el amo de su madre podría utilizar sus servicios y quedaba en la obligación de mantenerlo hasta la edad de 16 años. Igualmente la Legislatura de Antioquia había establecido un Fondo de Manumisión conformado por la contribución de dos pesos por esclavo a cualquier persona que los tuviese en su poder.88 87 María Teresa Uribe de Hincapié, Jesús María Álvarez, Poderes y regiones: problemas en la constitución de la nación colombiana.1810-1850. Medellín, Universidad de Antioquia Departamento de Publicaciones, 1987, p. 228. 88 Véase: Derecho Colombiano En: La voz de Antioquia. No. 109. Medellín, junio 26, 1889 y María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez. Poderes y regiones: problemas en la constitución de la nación colombiana. 1810-1850. p. 227. “Los Fondos de Manumisión provenían de un impuesto sobre las mortuorias, consistente en el 3% de los quintos de los bienes de los que murieran dejando descendientes directos sino colaterales y el 10% del total de los que dejaban herederos externos. La Junta de Manumisión escogería entre los candidatos a manumitirse aquellos de propiedad del testador y entre éstos los más ancianos, los más honrados e industriosos, y si el capital de la 81 En cuanto a la región de los Osos, los censos dieron diferentes resultados. El censo de 1779 registró 662 esclavos incluidos niños y ancianos comprendidos en los sitios de Pontezuela, Hojas Anchas, San Jacinto de Osos, el Páramo, Petacas, San Andrés, Pretel, Río Chico y Río Grande. En los cuatro partidos de Osos, Páramo, Petacas y San Jacinto muestra un total de 288 esclavos.89 Estos datos permiten apreciar que la fuerza de trabajo en la zona de los Osos no aumentó mucho en comparación con el año de 1755, pero es válido resaltar que los censos no dan una información completamente precisa, máxime cuando “la intencionalidad de los censos del siglo XVIII era la de presionar y sitiar con tributos y tasas a los subditos.” 90 Esta situación propició que muchos, especialmente los libres, escondieran o no dieran información precisa del número de hijos y dependientes por temor a que aumentaran sus contribuciones, de igual manera, debió ocurrir con los dueños de cuadrilla al declarar el número de esclavos de su propiedad. El numero de esclavos que conformaban las cuadrillas, era relativamente pequeño, las de mayor número oscilaban entre 20 y 40 incluidos hombres, mujeres, niños y ancianos, al respecto dice Jorge Palacio Preciado en su obra la Esclavitud y la sociedad esclavista: “Por lo general una mina tenía varias cuadrillas, las cuales estaban integradas por hombres y mujeres, si bien estas laboraban preferentemente en las minas de aluvión y aquellos los de veta. Por su parte, los ancianos y los niños eran dedicados a trabajos agrícolas y funciones domésticas”91 En Belmira encontramos algunas cuadrillas numerosas como la de Fernando de Montoya, laborando en la mina Nuestra Señora del Rosario, compuesta de 27 esclavos, 14 hombres y 13 mujeres entre los que se cuentan 4 menores de 15 años y 2 ancianos. También la cuadrilla de Miguel Martínez de Vivanco con 23 esclavos entre ellos 8 menores de 15 años, Felipe de Herrera que tenía una cuadrilla de 40 y otra de 18 esclavos esta última con 9 menores de 15 mortuoria era suficiente debía seguirse en orden con otros esclavos de iguales características del cantón, la provincia y las otras provincias.” 89 AHA. Fondo Censos y Estadísticas. Tomo 336. Doc. 6453. Año 1779. 90 Tovar Pinzón, Tovar M, Tovar M. Convocatoria al poder del número. p. 54. 91 Jorge Preciado Palacio. La Esclavitud y la Sociedad esclavista. En: Nueva Historia de Colombia. vol. I., Bogotá, Planeta Editorial S.A., p. 156, 1989. Director Álvaro Tirado. 82 años. Estos ejemplos permiten observar, teniendo en cuanta la cantidad de menores existentes en las cuadrillas que la reproducción natural permitió un aprovisionamiento continuo de mano de obra, constituida por esclavos criollos. “El numero de cuadrillas y de esclavos en la región antioqueña en el último tercio del siglo XVIII aumentó. Esto fue posible gracias a las condiciones sociales y económicas que estaban imperando en la Provincia, entre ellas el alto número de habitantes de Medellín, la región norte o tierras altas, estaban en plena producción y trabajadas con cuadrillas de esclavos, las rutas de suministro a los sitios mineros estaban abiertas. Las ganancias de los dueños de las minas empezaron a aumentar, por lo tanto, “se contaba en Antioquia cien Reales de minas en 1797, distribuídos así: 20 en la jurisdicción de Antioquia, que comprendía a Santa Rosa, San Pedro y Anzá; 14 en la de Medellín; 26 en la de Río Negro, que comprendía a San Vicente, Concepción, Santo Domingo y Arma; 16 en la de Zaragoza; 17 en la de Cáceres y 7 en la de Remedios, que comprendía a Yolombó. En cada real de Minas trabajaba una o más cuadrilla de esclavos”92 Las cuadrillas de negros esclavos sirvieron para adelantar y mejorar el trabajo minero pero en ellas también debieron gestarse nuevas relaciones humanas entre seres que fueron arrancados de su tierra natal y que ante el brusco y traumático cambio, debieron adaptarse a las nuevas condiciones económicas, materiales, sociales y humanas que les deparó la vida, llegando a constituir una nueva etnia en nuestro territorio: “los afroamericanos.” 1.5 Moneda en la época Colonial En la época colonial fue indispensable contar con un sistema monetario que permitiera realizar diversas transacciones, el siguiente aparte puede aclarar un poco la forma o el sistema de moneda que existió en la época colonial y principios del siglo XIX. El oro fue el producto más importante de exportación de la Nueva Granada durante el período colonial. A fines de la colonia, se calculaba que más del 85% de las exportaciones del Nuevo Reino de Granada eran de oro.93 92 Restrepo. Estudio sobre las minas de oro y plata en Colombia. p. 41. Frank Safford. Significado de los antioqueños en el desarrollo económico colombiano. Un exámen crítico de la tesis de Everett Haggen. Bogotá, Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura. 1965, Vol II, número 3, p. 60. 93 83 La Nueva Granada fue la colonia americana que más cantidad de oro suministró a la producción mundial del metal. En el siglo XVI, el 17.91 %, el 39.01 % en el siglo XVII y en el siglo XVIII el 24.69 %.94 Las primeras monedas metálicas que se conocieron y circularon en América fueron españolas, el escudo de oro y el real de plata, pero la escasez de estas en el período colonial dio pie a la utilización de oro en polvo y a amalgama de plata como medio de pago, para lo cual se confirmaba el peso de estos metales. El maravedí fue la moneda en la que se basó el sistema monetario español en América, ésta era una moneda imaginaria, inexistente en América y desfavorable para las transacciones pues se hacían con ella, para pagarse con un real, el oro en polvo. Sin embargo, Antioquia fue una de las regiones, que más utilizó el oro como moneda en las transacciones, pues sólo hasta 1789, se usó la moneda acuñada. Pero la utilización sólo del oro como moneda circulante, también fu desventajoso que tanto para quien no disponía de oro como para los dueños de empresas mineras: “Aún aquellos con las mejores posibilidades de acceso al oro en polvo, los mineros, encontraban que este los colocaba en una situación de desventaja. El traslado a los aluviones de las tierras altas había significado que sus centros de abastecimiento se encontraban a varios días e incluso a semanas de distancia. Renuentes por la naturaleza a dejar sus trabajos, particularmente durante la época más productiva, la estación lluviosa, los mineros y mazamorreros intercambiaban allí su oro por las mercancías que llevaban los tratantes. El mercado en las tierras altas era dominado por los vendedores; así, los mineros y mazamorreros se veían forzados a aceptar los avalúos inferiores de su oro y a pagar precios altos por el cacao, los textiles y las herramientas. Los mineros generalmente compraban a crédito y con esto perdían aún más. De una u otra manera, la mayoría de los mineros antioqueños estaban doblemente a merced de los comerciantes, puesto que pagaban un precio inflado por las mercancías que compraban y recibían un valor disminuído por su oro en polvo, siendo las quiebras un hecho común, tales intercambios presajiaban nada bueno para la futura expansión del sector minero.”95 Juan Antonio Mon y Velarde en 1778, ordenó que circulara en Antioquia la moneda de plata 94 Abel Cruz Santos. Economía y Hacienda Pública. Historia Extensa de Colombia, Bogotá, Lerner, 1965, p. 141. 95 Gloria María Guarín Ocampo. Tenencia de la tierra en el Valle de Aburrá 1800-1850. Medellín, Monografía de pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 1988, pp. 52- 53. 84 acuñada, con ello se propicio el desarrollo de actividades económicas, además se propuso como lo dice Annn Twinam en su obra Mineros y comerciantes de Antioquia. “... estimular el crecimiento de los mercados domésticos, aflojar los lazos de dominio económico de los comerciantes sobre los mazamorreros y mineros; aliviar las múltiples cargas que se les imponían a los comerciantes y estimular la expansión de los sectores minero y comercial.”96 La fundación de casas de moneda en México, Lima y Potosí, Santafé y Popayán entre otras, nivelaron un poco la situación. “Por ordenanza real de 13 de diciembre de 1751, se ordenó acuñar en Santafé y en Popayán, moneda de oro de la ley de 22 quilates y forma circular.97 La plata reemplazó definitivamente el oro en polvo después de la independencia. En el gobierno federal de Antonio Nariño y en el de Manuel Bernardo Álvarez fue acuñada en la casa de la Moneda de Bogotá, monedas de 0.0600 y 0.700 milésimas, que circularon a partir de 1811 hasta 1816. En Santa Marta circuló la moneda macuquina entre 1812 y 1820, emitida por el Virrey Montalvo y que circuló en Casanare entre 1818 y 1819 por orden del General Santander, 15 años después siendo presidente este General estableció como patrón monetario el peso de plata equivalente a 0.925. Para este período no había unificación en las monedas circulantes pues circulaba moneda de oro representada en las onzas españolas de un valor de 0.916, las colombianas denominadas patriotas, las granadinas de 0.900. La última reforma monetaria hecha en la primera mitad del siglo XIX, fue en 1846,en este año se decretó la acuñación de monedas de oro de las denominaciones de Onza, Cóndor, Doblón, Escudo, a la ley de 0.900.98 Veamos ahora una definición de cada una de las monedas circulantes en la Nueva Granada y 96 Ann Twinam, Mineros. Comerciantes y Labradores 1763- 1810. Medellín, Fondo Rotatorio de Publicaciones FAES, 1985, p. 105. 97 Álvaro Tirado Mejía. Introducción a la Historia Económica de Colombia, Bogotá, El Áncora Editores, 1983, p. 115. 98 Guarín Ocampo. Tenencia de la tierra en el Valle de Aburrá. p. 55. 85 más tarde en Colombia y cuyas denominaciones están muy asociadas a la explotación minera: Castellano: oro de 20 quilates, equivalía a 8 tomines ó a 4.6 gramos aproximadamente, igual a 2 $ de plata o Patacones. Al acuñar el castellano se hacían 1.36 monedas denominadas Escudos, cada uno valía 2$, de un Castellano se acuñaban 2.72$. Escudo: 2 pesos de oro. Grano: Dozava parte del tomín, equivalente a 48 miligramos. Marco: Un Marco es una medida de peso igual a media libra o lo que es lo mismo equivale a 8 onzas, es decir, 230 gramos; multiplicando los marcos por 136 se obtiene datos en pesos. Ochava: equivale a 6 tomines. Onza: equivale a 8 ochavos. Patacón: peso plata. Real de Plata: Fracción del patacón. Tuvo diferentes valores según los tiempos, aunque más corriente fue el de dos reales de vellón, o sea, 68 maravedies. Tomín: Fracción de peso de oro. Equivale a 12 gramos CAPÍTULO 2 TIERRAS Y CONFIGURACIÓN DE BELMIRA “La madre tierra, ... la que griegos y romanos llamaron Magna Diosa, Demetrio, Ceres, Cibeles, o Gea, en su época, mostró ser efectivamente Diosa y Madre, dando a sus moradores, tras el oro fugitivo y los tardos frutos de su enjuta capa vegetal, un espíritu, éste sí impereciente y tan hábil que ya tornó fructíferos los eriales campos de otrora, y señorial la estampa de su antiguamente humilde poblamiento.” Santiago Tamayo En este capítulo se expone la tenencia de la tierra en Belmira a través de las propiedades mineras, por ser la forma como se pobló el territorio inicialmente. A través de los amparos de minas, la compra y venta de minas y de tierras, de los pleitos y de las distintas transacciones nos fue posible identificar a algunos de los pobladores, propietarios de minas y tierras y la forma como se dio la fragmentación del territorio en los distintos partidos, parajes y sitios. La posesión de la tierra para poder trabajar el suelo y el subsuelo fue una constante en la época colonial. El deseo de lucro, de españoles, criollos y de la Corona española, permitió acelerar, de acuerdo a la época, la explotación del territorio conquistado bajo los parámetros de la explotación minería. Para el caso concreto de Antioquia, dicha explotación, se enfocó hacia la obtención del oro. Con el proceso de conquista y ocupación del territorio, de la Nueva Granada, la propiedad de la tierra pasó a manos de la Corona española, aunque se reconoció desde un principio, los derechos de propiedad indígena sobre los terrenos que cultivaban antes de la llegada de los españoles. La corona la entregaba basándose en condiciones como la nobleza y los servicios prestados al rey. Sin embargo, la ilegalidad de adquisición de tierras por parte de los colonos fue constante pues se las ingeniaban para recibir mercedes de tierras por parte del rey o sus representantes. Además, la compra directa a los indios se dio con frecuencia. Por tal motivo, a partir de la segunda mitad siglo XVI la corona prohibió a los blancos la adquisición de 87 tierras indígenas y otorgó a las comunidades tierras de resguardos, aptas para ser cultivadas y poseídas en forma comunal.1 Al comenzar el período colonial, 1534, el reparto de la tierra, fue delegado por la Corona a los cabildos, lo que facilitó, que conquistadores y españoles notables monopolizaran no sólo la tierra sino también a la población indígena y su producción con las encomiendas que, “[...] no es otra cosa que una transacción en favor del interés privado del colonizador [...]”2 Los indígenas fueron sometidos a aceptar las instituciones del conquistador, quienes impusieron normas que rigieron la tenencia de la tierra, entre ellas, las capitulaciones y las mercedes de tierras comprendidas en el período 1492 y 1591. Período en el cual la corona no estaba en posibilidad de costear las expediciones de conquista por lo que creaba contratos con los conquistadores para que las llevaran a cabo, a cambio les otorgaba derechos y beneficios en los sitios conquistados, beneficios que incluían aldeas, tierras, vasallos, y la facultad de recaudar impuestos a su favor. Fue por medio de las mercedes de tierras, de la fundación de mayorazgos3, de las entregas a los encomenderos y a los denunciantes de minas, que la tierra, como recurso básico vinculada a la actividad económica, estaba controlada jurídicamente por un grupo reducido de personas.4 A principios del XIX en la Nueva Granada, las tierras baldías5 o las llamadas tierras realengas y de frontera pertenecientes a la corona española, se convirtieron en un recurso fiscal para el 1 Gloria María Guarín Ocampo. Tenencia de la tierra en el Valle de Aburrá. 1800-1850, Medellín, Monografía de Pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 1988, p. 3. 2 José María Ost Capdequí. El Régimen de la Tierra en la América Española durante el período colonial . Santo Domingo, Universidad de Santo Domingo. 1946, p.16. 3 El mayorazgo consistía en que las propiedades inmuebles las heredaba el hijo mayor y estas no podían ser divididas.. La institución del mayorazgo se suprimió por la ley del 10 de julio de 1824. Véase: Notas de Viaje Colombia y Estados Unidos de América. PBR-AEN, 31, Bogotá, Talleres Gráficos del Banco de la República, 1973. Tomo I. pp.350-351; Luis Eduardo Nieto Arteta. Economía y Cultura en la historia de Colombia. Homologías colombo -argentinas, Bogotá, Ediciones Librería Siglo XX, Editorial Centro, 1941, pp., 164-165; Víctor Manuel Patiño. La Tierra en América Equinoccial. Bogotá, Biblioteca Familiar Presidencia de la República, 1997, p 174. 4 Fernando Guillen Martínez. El poder político en Colombia. Bogotá. Punta de Lanza, 1979, p. 27. 5 Tierras baldías que lo eran aquellas que no tenían dueño “legal” según las normas jurídicas españolas, y también por estar al margen de los poblados y cultivos: ya no existían lagunas mayores dentro de las áreas donde la 88 nuevo Estado. Con ellas se respaldaron y pagaron los bonos de deuda pública, fueron premiados los militares por los servicios prestados en el proceso de emancipación. Además, con la política de asignación de baldíos se buscó fortalecer el poblamiento y sustentar la soberanía territorial de la Nueva Granada. Los medios para adquirir la propiedad de la tierra fueron entre otros las capitulaciones, las mercedes, por servicios prestados y por compra directa. Las capitulaciones consistían en una propiedad que podía heredarse o venderse, y fijaban la parte de riqueza que correspondía al monarca. Las mercedes de tierras consistían en los beneficios que recibía aquel que hubiese prestado sus servicios al rey. A partir del siglo XVII pasaron a ser administradas directamente por las autoridades coloniales. Fueron muchos los factores que impedían el acceso a la tierra en el período colonial, la existencia de grandes extensiones de tierras en manos de comunidades religiosas o lo que se llamó “manos muertas”6, la misma desigualdad social y ciertos mecanismos de gravamen como el censo y la capellanía. El censo consistía o era considerado como tal cuando “El dueño de un bien inmueble cedía a otro, por cualquier título, venta, donación o permuta, tanto el dominio directo como el dominio útil, reservándose el derecho de percibir el pago de un canon o pensión.”7 población se había establecido preferentemente. Véase: Luis Ospina Vásquez. Industria y protección en Colombia 1810- 1930. Medellín. Editorial la Oveja Negra, 1974, pp. 31-32. 6 Por ellas se entiende las propiedades que quedaban inmovilizadas en poder de instituciones que por su naturaleza tendían a conservar los bienes adquiridos, en una acumulación indefinida, sin que pasaran a ser propiedad de otros. Véase: Patiño, La tierra en la América Equinoccial, p. 200. 7 José María Ots Capdequí. Nuevos aspectos del siglo XVIII Español en América. Bogotá, Ed. Centro-Ins. Graf Ltda., 1946, pp. 85-87. El secretario de Hacienda en 1826, Castillo Rada, mostró que los censos causaban gran perjuicio a la agricultura, por lo que propuso que se les rebajara del 5 al 3%. Los censos se suprimieron por la ley 30 expedida en 1850. En 1851 fue determinado que los censos serían redimidos por el tesoro Nacional con la autorización sólo del censualista, lo que según el autor Camacho Roldan propicio unas mejores condiciones para la construcción de viviendas. Véase: Nieto Arteta Luis Eduardo. Economía y Cultura en la historia de Colombia. pp. 72-73. / Álvaro Tirado Mejía, Esquema Cronológico sobre los problemas de la tierra en Colombia, Universidad de Antioquia, Medellín, Abril 6 de 1971. Mimeografiado, p. 26. / Salvador Camacho Roldán. Memorias, Bogotá, Librería Colombiana Camacho Roldán & Tamayo, Editorial Cromos, 1923, pp. 242-244. / Patiño, La tierra en la América Equinoccial, p. 239. 89 Las capellanías fueron una fundación de tipo piadosa, consistían en vinculaba un determinado número que una persona de bienes, especialmente tierras, al beneficio de una finalidad religiosa con el fin de obtener misas u oraciones, al morir. Eran de dos formas, laicas y locativas, en la locativa la curia tenía participación. La ocupación de la tierra en la Nueva Granada fue muy variada de una región a otra, se caracterizó por marcadas diferencias, debido a las condiciones geográficas, a la variedad del relieve a la riqueza de los suelos y por su puesto a la disposición de la mano de obra y al aprovechamiento de los recursos. En Antioquia por ejemplo, a diferencia de otras regiones del país, aunque hubo enorme concesiones de tierras no dieron posibilidad al nacimiento de grandes haciendas como si las hubo en la costa Atlántica, la Sabana de Bogotá y el Valle del Cauca. 8 Debido en parte, a que en Antioquia, el relieve es bastante quebrado y ello dificultaba las vías de comunicación y por tanto el acceso en todo el territorio, además del interés primordial por la explotación minera y a la escasez de mano de obra, ya que la nativa se extinguió rápidamente, y la africana fue utilizada primordialmente en la explotación de las minas. La posesión de la tierra, en Antioquia tuvo la característica de: “ser una sociedad de pequeños propietarios mestizos y mulatos a los que la posesión de una parcela de tierra les posibilitó independencia económica, les abrió el camino para lograr mejorar sus condiciones de vida y posición social y les permitió buscar formas de expresión política.”9 8 Beatriz Patiño Millán, La Provincia en el siglo XVIII. Historia de Antioquia. Ed. Por Jorge Orlando Melo. Bogotá, Suramericana de Seguros, 1988, p. 74. 9 Patiño Millán, La Provincia en el siglo XVIII. p 74. 90 2.1 La actividad minera y la tenencia de la tierra en Antioquia colonial. “[...] parecía que la tierra estaba rebosando el oro y que no lo podía ya sufrir en sus entrañas” Fray Pedro Simón Antioquia es un territorio con una variedad de ambientes y climas, conformado por “zonas bajas tropicales y húmedas de la vertiente Chocoana y planicie del Atrato, zonas bajas secas de la costa Atlántica, valles del Cauca y Magdalena, además de las asociadas a los distintos pisos térmicos de la cordillera central y occidental.”10 La variedad climática en la región permite multiplicidad de recursos y productividad, características que posibilitan entender las diferentes formas de asentamiento y distribución de los grupos sociales que empezaron a poblar el territorio antioqueño desde el siglo XVI. La ocupación de la tierra en Antioquia se basó fundamentalmente en la explotación de sus recursos minerales. De ahí que, la ocupación y aprovechamiento de la tierra a través de la agricultura o la ganadería, fuera secundario ante la búsqueda y puesta en explotación de los recursos auríferos. Desde finales del siglo XVI, y durante el siglo XVII la actividad generalizada en Antioquia fue la minería, paralela a procesos de apropiación territorial. En otras palabras la tenencia de la tierra estuvo en estrecha relación con la producción y control del oro: “Al parecer a fines del siglo XVI, coincidiendo con las primeras expresiones de la crisis surge un importante empeño de los mineros por la consecución de tierras que se refleja en el aumento de propietarios territoriales en la fundición hasta mediados del siglo. Después de este momento, el control del oro por los dueños de tierras disminuye; ello muestra que después de representar el 90% de quienes fundían el oro hacia 1625, los propietarios territoriales pasen a constituir cerca del 55% del total de fundidores. En contraste con lo que está ocurriendo en la esfera del comercio, la propiedad de tierras 10 Neyla Castillo Espitia. Las Sociedades Indígenas Prehispánicas. Historia de Antioquia. Bogotá, Suramericana de Seguros, 1988, p. 25. 91 para la segunda mitad del siglo XVII no representa mayores posibilidades de control del oro.”11 Es en el siglo XVIII cuando la población negra libre y la mestiza, dando origen y desarrollo a las pequeñas y medianas unidades de propiedad territorial12. A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, se dieron en la provincia de Antioquia procesos sociales y demográficos de gran importancia como la manumisión progresiva de esclavos que trabajaban en las cuadrillas mineras y en haciendas agrícolas, el aumento poblacional y la subdivisión y parcelación de tierras originadas por la vía de la herencia, y la compra. Con la llegada del Visitador Juan Antonio Mon y Velarde a la provincia a partir de 1780 y la puesta en marcha de las Reformas Borbónicas se empezó a cuestionar y dar importancia a la ocupación, control y uso de la tierra. El visitador planteaba que la mayor parte de la tierra de la provincia estaba despoblada y sin utilizar, por la existencia de títulos reales que eran entregados en concesión a unos cuantos propietarios, que no las cultivaban, dando cabida al monopolio y estanco, perjudicando e impidiendo que los pobres las trabajasen.13 A fines del siglo XVIII la legislación de minas en la provincia de Antioquia la regían las Ordenanzas de Gaspar de Rodas de 1554, en ellas se estipulaba que las riquezas del subsuelo le pertenecían al rey por lo cual, las concesiones no incluían los yacimientos mineros, que después de descubiertos y denunciados, pertenecían al descubridor. Mazamorreros y pequeños mineros independientes se adentraban en los territorios incultos y despoblados de la provincia en busca de oro. Enfrentándose a la necesidad de cultivar la tierra para subsistir debido a las grandes distancias que los separaban de los centros poblados y para evitar los altos precios que los rescatantes introductores de víveres ofrecían. Los mazamorreros y mineros independientes llegaban a cultivar y a asentarse 11 en la tierra, Ivonne Suárez. Oro y Sociedad Colonial en Antioquia 1575-1700. Medellín, Monografía de pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 1983, pp. 59-60. 12 Suárez. Oro y Sociedad Colonial en Antioquia, p. 130 13 Emilio Robledo. Bosquejo Biográfico del señor Oidor Juan Antonio Mon y Velarde, Visitador de Antioquia 1785-1788. Bogotá, Publicaciones Banco de la República, 1954, Tomo I. p. 195. 92 denunciaban un yacimiento o mina, pero sólo disfrutaban del amparo o derecho en un comienzo, pues no contaban con los recursos suficientes para hacer aplicar la ley, que incluso los podía proteger, teniendo en cuenta que: “Como agricultor, el migrante, a pesar de ser minero invasor, queda amparado por la norma real, pues al tenor de la Cédula Real del 2 de agosto de 1780, su trabajo de cultivador le concede el derecho a la propiedad jurídica de la tierra, con preferencia a cualquiera título o concesión anterior, siempre que se tratara de tierras incultas- como ocurre generalmente en las concesiones – sin embargo el reconocimiento y aplicación de esta norma del derecho exige sacrificar recursos económicos en los trámites burocráticos ante jueces y tribunales radicados en la capital del Virreinato y, además reconocer sobre la interposición de recursos legales ante muy diversas instancias de la administración de justicia..., el agricultor no corre mejor suerte como minero, aunque descubra y denuncie un yacimiento o criadero aurífero, sólo en principio goza del amparo legal, pues el poder de hecho y la política terminan por imponerse al poder de derecho”14 Tras ubicarse en un sitio, muchos mineros se enfrentaron a que el yacimiento que estaban explotando tenía un dueño o un concesionario de la tierra en donde estaba ubicado dicho yacimiento, o pertenecía a la Corona. Mon Velarde sostenía que ésta era una de las causas del poco desarrollo de la actividad minera, el que estuviera en manos de la justicia ordinaria y justicia real de los partidos, es decir aquellos que ostentaban el poder tenían la libertad de dar concesiones de tierras y amparos de minas: “El origen de las grandes titulaciones reside en el interés por los aluviones dispersos cuyo descubrimiento hace posible la titulación de las tierras. El monopolio de las tierras así originado, limita las posibilidades de establecer empresas mineras de importancia por parte de mineros no beneficiados por las concesiones, pues la legislación no los protege de eventuales reclamos de propiedad. En general la ineficiencia o ineficacia de la legislación es la causa de las grandes concesiones de tierras, y uno de los motivos que explican “el no progreso del ramo de la minería”, en palabras de Mon y Velarde.”15 Otro de los factores que ya hemos expuesto es que la aplicación de las leyes estaba en manos de quienes tenían el poder político económico y social. Dando prioridad en favorecer a los de 14 María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez. Raíces del Poder Regional el caso Antioqueño. Medellín, Editorial Universidad de Antioquia, 1998, pp. 59. 15 Uribe y Álvarez. Raíces del Poder Regional el caso Antioqueño. p. 60 93 sus mismas condiciones, perjudicando a los que carecen de estas posibilidades. La aplicación de la justicia estaba en manos de comerciantes y mineros que la utilizaban a su favor y como medio de ejercer poder. En los amparos de minas de aluvión las tierras adjudicadas eran extensas. Para remediar esto Mon y Velarde propuso la delimitación, previa a un estudio del terreno y de las condiciones del yacimiento: “Es cierto que es muy difícil dar reglas fijas para determinar el terreno que se debe señalar tanto a los descubridores como a los demás entabladores de minas, de un modo que la igualdad en su duración fuese la base de este repartimiento. La abundancia de las aguas, la naturaleza de los criaderos (o yacimientos) como los llaman los mineros, y su situación, son los datos que sería preciso tener presentes para su determinación, lo que no se consigue sino es con la inspección de cada terreno en particular”16 Las medidas que tomó el visitador Mon y Velarde tenían un objetivo básico, defender los intereses de la corona. Al impedir el monopolio de inmensas extensiones de tierras y plantear el estudio de las condiciones de ésta, les daba pautas a los funcionarios reales, del potencial productivo de la mina y mayor eficiencia en el recaudo de los impuestos. Son pues muchos los factores que explican las condiciones de Antioquia en cuanto a su desarrollo económico, especialmente en la tenencia y uso de los recursos naturales, donde la tierra jugó un papel de gran trascendencia en el período colonial, cuyas características fueron el monopolio, la poca tecnología empleada y la inclinación de la población por la actividad minera, entre otros: “Hasta el fin del período colonial, la mayor parte de los observadores se manifiestan sorprendidos el atraso, la incultura y la pobreza de la provincia. La agricultura estaba casi totalmente descuidada por las minas, y el comercio se hallaba estacionario. Por falta de hierro la tierra continuaba siendo desbrozada con hachas indígenas de pedernal o con macana. La mayor parte de los valles labrantíos y de las tierras altas graníticas eran retenidos por unos pocos concesionarios ricos como Antonio de 16 Robledo. Bosquejo Biográfico del señor Oidor Juan Antonio Mon y Velarde, Visitador de Antioquia 17851788. p. 365. 94 Quintana, cuyos inmensos dominios comprendían los actuales municipios de Carolina, Angostura, y parte de Yarumal y de Santa Rosa de Osos.” 17 Como puede observarse la explotación minera en Antioquia fue la principal actividad y vocación de las personas, el deseo de lucro personal llevaba a hombres y mujeres a buscar un yacimiento que les permitiera mejorar su nivel de vida propio y familiar, a pesar de las dificultades geográficas, topográficas y legales. Los mazamorreros mantuvieron un espíritu alto y al parecer, una expectativa constante por mantener un sitio propio donde explotar un yacimiento que pudiera generar todo el oro deseado. 2.1.1 La tierra en el Valle de los Osos, norte de Antioquia “[...] el hombre ha atormentado allí sin descanso las entrañas de la tierra en busca del precioso metal, y hasta en las selvas más remotas y desiertas ha dejado señales de su laborioso afán.” Vicente Restrepo El valle de los Osos fue conformado y creado por las relaciones de arraigo de las personas que se desplazaron por su territorio, tumbando monte, buscando oro y transformando la tierra, es decir adaptándola para la subsistencia diaria, para la agricultura y para la ganadería. Los moradores de la región norte se identificaron en sus intereses socio-económicos, El principal interés como colonos, era establecerse en aquellas zonas, para conseguir minas y parcelas.18 Durante el siglo XVII fue constante el aumento poblacional de la región Norte de Antioquia, con el desplazamiento de las cuadrillas y con la ampliación de la frontera agrícola y ganadera. La creación de los curatos de Santo Domingo y los Osos en 1659 es un testimonio 17 James Parsons. La colonización en el occidente de Colombia. Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1979, p. 26. Lucelly Villegas Villegas. Minería y Trabajo Independiente en Antioquia Colonial, Los mazamorreros 17701820. Medellín, Monografía de Pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 1984. p. 42. 18 95 claro del aumento de la población existente y de la riqueza aurífera de aquella época, lo cual motivó y dio pie a la creación de dichos curatos. En la segunda mitad del siglo XVII el número de minas explotadas era considerable, lo que dio pie al surgimiento de los partidos de San Jacinto y Petacas. En las relaciones de tributo de los mazamorreros, en el año de 1793, aparecen nombrados los partidos de San Jacinto, Petacas, San Pedro, Santa Rosa, Río Chico, Río Grande, San Antonio del Infante, Carolina del Príncipe, Tierra Adentro, San Luis de Góngora y Angostura de los Dolores.19 “Cuando corría el siglo XVIII, ya se asentaba el pequeño caserío que hoy es San Pedro. Con el correr de los primeros años, colonizadores fueron a integrarse a las pequeñas comunidades que trabajaban en Río Chico, Río Grande, San Juan, San Pedro, Ovejas, Petacas, San Jacinto (Belmira y Santa Rosa respectivamente), como también en el sitio que hoy ocupa la población de Entrerríos.”20 Es claro que la región de los Osos fue creada y poblada a partir de su riqueza aurífera ya que la agricultura estaba relegada a un segundo plano. No obstante, “Es frecuente y casi común que donde hay minerales, falta la agricultura: así sucede en los Osos; pero en estos últimos años se ha procurado vencer esta preocupación, mandando que todos siembren y planten huertas; pues las hortalizas que allí se logran, como castigadas por la continuada escarcha, son de exquisito gusto y sustancia.”21 Las condiciones climáticas, la falta de técnicas y tecnología apropiada para los cultivos, el desconocimientos de los requerimientos básicos de las plantas, sumado a la escasez de vías de comunicación, y a la poca fertilidad del suelo no permitían una agricultura a gran escala con fines comerciales, las pocas cosechas que se cultivaban eran destinadas al mantenimiento de las cuadrillas mineras. 19 AHA. Fondo Minas. Tomo 354. Doc. 6649 y 6650. Fols. 1-3, Año 1793. Santiago Tamayo. Historia de una Basílica. Medellín, s.e., 1962, p. 34. 21 Robledo. Bosquejo Biográfico del señor Oidor Juan Antonio Mon y Velarde, p. 306. 20 96 “La apertura de tierras para cultivo, resultó ser de suma importancia para la economía de los mineros del Valle de los Osos, por las dificultades para introducir alimentos hasta los lugares apartados. En las nuevas tierras frías, las cosechas demoraban más, como en el Valle de los Osos, donde sólo se obtiene una cosecha de maíz al año. En consecuencia, muchos enviaban sus cuadrillas de rocería a las minas dejadas en estaca, con el propósito de cultivar con anterioridad las sementeras, que proveerían de algunos alimentos a las cuadrillas de esclavos mineros, cuando estas entraran a laborar.”22 Sólo hasta las últimas décadas del siglo XIX comenzó una explotación ganadera con fines comerciales, la adecuación de pastos y potreros, empezó a generalizarse aún más cuando las partidas de reses traídas de Bolívar permitieron incrementar el desarrollo ganadero local y un intercambio regional de mayores proporciones. 2.2 Configuración territorial, propiedades y uso de la tierra en la Belmira colonial. “[...] parecía había hecho testamento la tierra, como ellos decían, y había repartido con todos ellos sus grandes riquezas. Pero al fin como riquezas de ella, que por muchas que se tienen pocas quedan, y siempre la mano corta y tasada se le echó de ver à pocos años, que agotándose esta con la prisa que le dieron, y saliendo de ella misma algunas enfermedades [...]” Fray Pedro Simón. El antiguo territorio de Belmira no se puede circunscribir en un espacio cerrado delimitado, si no que debido a su inicial conformación como zona de explotación aurífera, los límites ppropios eran los de las propiedades mineras, que en ocasiones sobrepasaban las áreas de otros poblados vecinos. Tomando en cuenta los cuatro puntos cardinales, Belmira extendía ó cedía parte de su actual territorio, debido a las características limítrofes de cada una de las adjudicaciones de minas. 22 Alba Shirley Tamayo. Camino a la Región de los Osos. Bogotá, Ministerio de Cultura, 2002. pp.53–55. 97 Hacía el occidente Belmira ocupaba superficie del actual municipio de Sopetrán, lo que hoy se conoce como el corregimiento de Córdoba. Esto es posible observarlo en las propiedades del Capitán Felipe de Herrera que en 1704 era poseedor de varias minas, entre las cuales se encontraban dos que ocupaban terrenos de Belmira y Sopetrán: Mina de Nuestra Señora del Rosario en el Río Chico, que era trabajada en compañía, y la otra, de su única propiedad, llamada de las Petacas,23 localizada hacia el lado de Sopetrán.24 También algunos propietarios de minas de Belmira, pidieron se les rematarán o adjudicaran a su favor tierras realengas25 que fueron ocupadas por los naturales en el resguardo de indios del pueblo de Sopetrán: “Don Joseph Rodríguez Lujan vecino de esta ciudad a vuestra majestad [...] Que después de los nuevos señalamientos que se les hicieron a los naturales del pueblo de Sopetrán por tierras de sus resguardos, quedaron vacas, y por su majestad aquellas sobras de las que antiguamente tenían y hallándome yo necesitado de un pedazo de tierra para trabajar, hago postura en debida forma a un pedazo de ellas que sus linderos han de correr desde donde remata el lindero de las que ha puesto el colegio de la compañía de hermanas de esta ciudad en la loma que llaman de Sopetrán y sube por los minerales de las petacas hasta su cumbre todo lo que vierte a la quebrada de la Miranda, corriente abajo, hasta topar con los linderos de las tierras que son del Doctor Don Javier de Villa cuya postura hago solo las tierras de pan y montes [...] en cantidad de 50 pesos de oro en polvo, los que pagaré verificando en mí el remate...”26 Otro ejemplo de esta situación se percibe el siguiente memorial del capitán Gregorio de Villa y Castañeda, “[...] digo que para ser efectos de algunas rocerías y mantener en potrero algunas bestias, con que conducir los maíces necesarios para la manutención de la cuadrilla de esclavos con que estoy laborando una mina de oro corrido y tengo en el real que llaman de las Petacas, necesito de un pedazo de tierra de pan llevar y de caballería de las que se hayan realengas en esta jurisdicción [...] en la ceja del monte y loma que nombran de Santa Rita en esta jurisdicción, que antes estaban comprendidas entre los resguardos de los naturales del pueblo de Nuestra Señora de Sopetrán, por hallarse 23 El antiguo nombre de Belmira, es decir Petacas, se originó por el nombre de esta mina, y es probable que se deba a la utilización de los sacos utilizados para el secado del oro como algunos autores lo han referenciado, pero el nombre de Petacas no fue una generalizado en lo que actualmente comprende el municipio, y solo fue el nombre con que se llamaba cierta zona, como se podrá ver en este capitulo más adelante. 24 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo. 234. Doc. 5325. Año. 1704 25 Se entiende por tierras realengas aquellas que pertenecen al Rey de España, y no han sido capituladas o dadas en explotación alguna. 26 AHA. Fondo Tierras. Tomo 189. Doc. 4732. Año. 1766. 98 dicho pedazo de tierra con algunas inmediaciones a este Real de Minas. Y los linderos de las que propongo han de ser: desde un asiento que haré junto a un peñoncito, que se haya más abajo del monte que nombran redondo, mirando en derecera por uno y otro lado a las quebradas de Miranda y Yuná, estas arriba hasta la cumbre o cordillera de donde nacen. Por dicho pedazo de tierras ofrezco dar la cantidad de 50 castellanos de oro en polvo. Pagados al contado verificando que se haga en mí el remate. 6 de Septiembre 1769.” 27 En dirección al oriente, limite actual entre el Municipio de Belmira y Entrerríos, se encuentra la cordillera denominada el Zancudo y el sitio llamado Tururo, sitios que hoy hacen parte de Entrerríos, pero que en la época de la colonia no se sabía con certeza a que lugar pertenecía, pues algunos dueños de tierras y minas de Belmira extendían sus propiedades hasta el nacimiento de quebradas ubicados en la cordillera nombrada Zancudo: “En la villa de Santa Rosa [...] Ante mí el escribano pareció presente el señor Diego Velásquez vecino de la parroquia de San Pedro [...] satisfizo el señor Diego Velásquez dos pesos cuatro reales por el derecho de registro de una escritura de venta de un terreno que va a otorgar a los señores José María, José, y José María Escudero. Antonio, Antonio María y María Marín. Por la suma de mil pesos [...] un derecho de tierra cito en San Jacinto correspondiente a la testamentaria de dicho finado Juan Nepomuceno Gutiérrez. Los mismos que se apreciaron con los demás bienes del finado. Cuyos terrenos se comprenden bajo los linderos siguientes: Un terreno en el lado del Zancudo o Tururo, del desemboque de la quebrada de la Zarza en Río Chico, esta arriba hasta la cordillera, esta arriba hasta la cabecera del amagamiento llamado Medina a lindar con las tierras del difunto José Zavala, amagamiento abajo hasta el desemboque en el Río Chico este abajo a el desemboque de la quebrada de la Zarza primer lindero.”28 La zona noroccidental, que comprendía las aproximaciones de Belmira con el sitio de Sacaojal (hoy Olaya), y más al Norte en límite con San Andrés y las cercanías con Santa Rosa, más hacía el Nororiente, tampoco estaban manifiestamente establecidas. Hasta los inicios del siglo XX, los conflictos y pleitos entre la parroquia de Belmira y la viceparroquia de Tierradentro de Santa Rosa fueron constantes. Se ubicaba en esta parte el sitio denominado de las Labores 27 28 AHA. Fondo Tierras. Tomo 144. Doc. 3911. Año. 1808. Archivo Notarial de Santa Rosa de Osos. Folio 286. Octubre 30 de 1843. 99 y de Monte frío y la discordia nace por la feligresía, que origina diezmos considerables para ambas parroquias. La delimitación de sus jurisdicciones estuvo a cargo de los jerarcas de la iglesia en 1923. Por ultimo, en la parte Sur, límite con San Pedro, la situación fue un poco más confusa. Se ubicaba allí la Aldea de San Jacinto, sitio y Real de Minas que estuvo permanentemente en disputas entre Belmira y San Pedro, por su posesión. También limitó con el partido de Río Chico, en donde tampoco hay una completa claridad si se tiene en cuenta que fue el río denominado Chico, la columna vertebral de este lugar29, el cual abarca una gran extensión de tierra y con este nombre se hacía mención a muchos sitios. Esta situación podrá verse con mayor detenimiento en el aparte dedicado a la aldea de San Jacinto, y cuando en este mismo capítulo se haga referencia al Partido de San Jacinto y Río Chico. Petacas (Belmira) al ser erigida en Parroquia es desmembrada de San Pedro y Sacaojal. Los límites establecidos para esta parroquia el 8 de agosto de 1814, tanto en lo civil como en lo eclesiástico fueron: desde la boca de la quebrada llamada Zafra que desemboca en río Chico, este arriba de uno y otro lado a dar a la Concha internando al Páramo Santa Inés, Quebrada Abajo, las Quebraditas, y de estas al río de San Andrés último lindero de la demarcación.30 En la visita pastoral realizada por el Pbro. Joaquín Isaza a San Pedro y Belmira en 1837 se informa que en Belmira aunque no hay tributo de la erección, el primer cura fue el presbítero Gregorio Builes que tomó posesión el 1º de agosto de 1824. Que la capilla de Santa Inés en el Páramo fue concedida por el señor Garnica el 24 de Mayo de 1832 a petición del presbítero 29 El río Chico ha tenido y merecido fama de ser eminentemente aurífero. Es la principal arteria fluvial del territorio de Belmira y recoge la mayoría de sus aguas, que son aproximadamente en el sólo lugar de Belmira más de 30 quebradas. Véase: Luis Alfonso Arias Restrepo. Belmira municipio con identidad. Emporio Ecológico. Medellín, Matices Producciones Ltda., 1999, p. 72. Manuel Uribe Ángel. Compendio de geografía del departamento de Antioquia. Medellín, Imprenta Republicana, 1887, pp. 128-129. 30 Archivo Arquidiócesis de Medellín. Fondo Diócesis de Jericó, Registro de Erección y Límites de las Parroquias. Expediente sobre la demarcación, erección del nuevo curato de Belmira “alias” Petacas. Año 1814. No. 20. Marcado con la letra P. 100 Manuel Tirado Villa. Los límites de Belmira fueron descritos por las autoridades eclesiásticas, así: “Confluencia de la quebrada de “Safra” [sic] en el río Chico, esta arriba hasta la cordillera del “Sancudo”(sic), por toda esta para arriba hasta el punto llamado Alto de “Piedras” de aquí al punto másilegible quebrada de Candelaria; esta abajo hasta el desemboque de la Quebradona, esta arriba hasta el amagamiento del “Monte Frío”, por la cordillera de este nombre por toda esta hasta el punto denominado “Potrerito”, cerca del río San Andrés, cortando el río por la angostura denominada “Potrerito” cerca del río San Andrés, cortando el río por la angostura denominada “Chuscal” a línea recta al Alto de “San Juan” tomando la cordillera que divide las vertientes de San Andrés; Río Grande de las que vierten directamente al Cauca, cordillera entera hasta el Alto denominado “Guayabal”, de aquí por el camino que pasa de Sopetrán para San Pedro hasta el punto denominado la “Cama del Oso, cogiendo una cordillera baja que va a dar al Alto de “Chicharrón; de aquí a los nacimientos del amagamiento de “Chicharrón este Abajo Al “Río Chico” primer lindero”31 Nuevamente en 1845 le son fijados a Belmira sus límites por las autoridades civiles: El 1º de julio de 1845 se reunió el Cabildo Ordinario de Belmira con el suficiente número de personas y el alcalde Fulgencio García y establecieron que los límites eran: “Los mismos que siempre estaban fijados por los antiguos títulos de la Zafra límites con la parroquia de San Pedro a San Andrés, límites con Santa Rosa por la una cordillera límite o división con la parroquia de Sacaojal, Liborina, Córdoba ... por la otra cordillera de San Juan linda con la parroquia del Valle de San Andrés ... Límites en el orden siguiente: la quebrada llamada la Zafra que desemboca al Río Chico de ambos lados del río de cordillera a cordillera este arriba la cuchilla Santa Inés quebrada abajo, quebradillas el río de San Andrés: estos son los límites de este curato tanto en lo civil como en lo eclesiástico. El desemboque de la quebrada la Zafra en el mismo Río Chico que es la raya divisoria de este distrito (San Pedro) y el de Belmira.”32 Como puede observarse durante la colonia los límites de Belmira eran confusos, situación que viene a aclararse en el siglo XIX con la creación de distritos y parroquias. 31 Archivo Arquidiócesis de Medellín. Fondo Diócesis de Antioquia. Sección Despacho del Obispo. Serie Monografías, Belmira. Fols. 42-43. Año 1837. 32 AHA. Fondo Límites. Tomo 376. Doc. 7021. Fols. 160 r – 162 r. Año 1845. 101 2.2.1 Usos de la tierra en Belmira. Los seres humanos han sentido la necesidad de producir y dedicarse a diferentes actividades en su quehacer cotidiano. En Belmira, durante la época colonial la principal actividad fue al explotación minera, complementado con algunos cultivos de pan coger para suplir la demanda alimenticia de la población de las minas, cría y levante de animales, principalmente, ganado equino y vacuno. Para y obtener la mejor y mayor producción de las minas fueron utilizadas diversas técnicas y herramientas. Las técnicas empleadas por los indígenas en el período colonial para trabajar la tierra fueron de gran importancia y utilidad. De éstas sobresalieron el predominio del cultivo extensivo, los largos períodos de descanso que le daban a la tierra, la siembra densa para evitar la invasión de malezas, el deshierbe manual con la ayuda del hacha de piedra y la practica del volteo de la tierra, en la quema, la rosa y la siembra solo requerían de palos aguzados, palas y azadas de madera y hachuelas de piedra y hueso Los españoles para el trabajo de la tierra, introdujeron tecnología que unida a la de los indígenas mejoró las condiciones. Entre las herramientas estaba, el azadón metálico, que agilizó e hizo más eficaz el deshierbe, el practicar una siembra más profunda con menos gasto de semillas, con el hacha y el machete fue mayor el despeje de rastrojo y la tala. El arado de madera con puntas de acero y el rastrillo con puntas de metal arrastrados con bueyes facilitó el cultivo de tierras duras, que antes era imposible con el chuzo de madera y la siembra superficial. La hoz y el machete agilizaron el corte de los productos33 Entre las herramientas para las actividades agrarias se destacaron, las palas, hachas, hachuelas planas y curvas, machetes de cintas, machetes calabozos, azadones, barazones, azadas, azullas, 33 Kalmanovitz. El Régimen Agrario Durante la Colonia. p. 26. 102 barras, algunos grandes propietarios de tierras contaban entre sus herramientas con yuntas de bueyes.34 El potencial agrícola de Antioquia en el período colonial estuvo condicionado por los aspectos geográficos, climáticos y los recursos humanos, lo que definió las actitudes y practicas en el uso y tenencia de la tierra. La colonización y la adecuación de la tierra para la subsistencia, el desmonte, la quema, la rosa, la siembra, la construcción de rancherías cerca a las minas modificaron completamente el paisaje. “Los colonos, una vez realizados algunos trabajos de socalado y desmonte, hacían tumba de uno que otro árbol; y troncos, varejones, muñones, espinas y rastrojos que estorbaban, eran quemados y reducidos a cenizas. Como al comienzo casi todos los colonos carecían de herramientas aptas, se ahorraban muchas faenas con el método de la quema: el fuego era la única arma eficaz contra insectos, culebras y demás animales carnívoros o fructívoros que constituían gran peligro para sus cortos ganados, huertas o rozas.”35 La actividad agrícola y ganadera en el período colonial estuvo estrechamente relacionada con la explotación minera, algunos lugares, no mineros se dedicaron a la agricultura con el objeto de proveer de alimentos a las zonas mineras, generando a su vez el comercio entre colonias. Sin embargo, el costo del transporte por la dificultad de los caminos propició que en los mismos campamentos mineros se dedicara una parte de la tierra a sembrar productos como maíz, papa, fríjol, entre otros. De esta manera, desde el siglo XVI, el minero de aluvión se vio en la necesidad de convertirse en agricultor. Las empresas mineras se vieron también forzadas a dedicar parte de su mano de obra esclava, al desarrollo de actividades agrícolas para abastecer las necesidades relacionadas con el mantenimiento de las cuadrillas, de las familias y de todos aquellos que estaban involucrados en dichas empresas. En cuanto a este proceso el historiador Víctor Álvarez en su trabajo la Formación de la Estructura Agraria en Antioquia 1542-1790 afirma: 34 Suárez. Oro y sociedad colonial en Antioquia 1575-1700, pp. 109-110. Roberto Luis Jaramillo. “La Colonización Antioqueña” Historia de Antioquia, Suramericana de Seguros, Bogotá, 1988, p. 186. 35 103 “Diversos propietarios de minas y esclavos inician aquí la construcción de haciendas desde muy temprana época. En primera instancia, aparece ésta como la forma de sortear los efectos de la crisis minera y asegurar tanto sus riquezas auríferas como sus esclavos. Con la aparición de nuevos centros mineros en San Pedro, Petacas y Osos, la producción de las haciendas servirá para abastecer la fuerza de trabajo vinculada a la minería.”36 La Corona española dio en el último tercio del siglo XVII su aprobación para la destinación de tierras para el cultivo cerca a las minas: “Ordenamos y mandamos que para beneficiar las dichas minas y para adecuarlas y conservarlas, y hacer ingenios, edificios y chozas, y todas las otras cosas necesarias para el beneficio, y sustento de ellas, se pueden aprovechar y aprovechen los señores de las dichas minas, y personas que en ellas anduviesen, de todos los montes y términos comunes, concegiles, y baldíos mas cercanos de las dichas minas, y de la leña, fuste y cepas de ellos, y puedan cortar lo seco por el pie, en las dehesas de particulares, y concejos, que estuvieren mas cercanas a dichas minas, pagando por lo que cortasen en las dichas dehesas lo que justamente valiere”37 Una de las observaciones aludidas por Francisco Silvestre al ramo de la agricultura fue que ésta en la Provincia de Antioquia estaba completamente abandonada, por lo que planteó algunas medidas, que no se llevaron a cabo: “Para vencerles este inconveniente, y mala costumbre, no hallo otro medio, que él de que se les obligue a los Labradores a que plantasen, uno, supongo, tantas matas de yuca, otro tantas de frijol (sic), y otros de otras frutas, o frutos útiles bajo de alguna pena ... Llegué a pensar en este arbitrio (sic) el año de 83 1783, compadecido de la hambre general, que se padecía en la provincia por falta de Maíz, para que cada estanciero plantase, tantas matas de yuca, y como raíz que aguanta más, aprendiesen, y se acostumbrasen, al pan de casabe teniendo presente, que, si nuestras leyes municipales encargan que a los indios se les obligue a que labren cierto pedazo de terreno, y a los Gobernadores de que so pena de que les será cargo en la residencia, cuiden de que se cultive, la Tierra.”38 36 Víctor Álvarez Morales. La Formación de la Estructura Agraria en Antioquia 1542-1790. pp. 22-23. En: Luz Eugenia Pimienta Restrepo. Mestizaje y Sociedad En Antioquia. 1777- 1810. Medellín, Monografía de pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 1985, pp. 112 - 113. 37 Recopilación de las Leyes de Indias, Madrid, 1775, 2 vols. Tomo II, folio 91, Manuscritos. Biblioteca Luis Ángel Arango. citado por Alba Shirley Tamayo, Camino a la Región de los Osos. p.47. 38 Francisco Silvestre. Relación de la Provincia de Antioquia. Traducción, introducción y notas David J. Robinsón. Medellín, Secretaria de Educación y Cultura de Antioquia, 1988, p. 144. 104 Para algunos observadores al final del siglo XVIII en la provincia de Antioquia tenía tal estado de atraso y pobreza que los llevó a plantear que la explotación minera era la causa de dichos males, Joaquín de Finestrad en su obra El Vasallo Ilustrado, escrita en el año de 1783 plantea que tuvo ocasión de pasearse hasta por los últimos rincones de la provincia de Antioquia, y “que a tropas se me presentaba los pobres cargados de miserias, sin embargo de estar ocupados en solicitud del oro.” Sobre la industria minera plateaba que es el origen de la pobreza y miseria que se experimenta en tan grande y rica provincia.39 El visitador de la provincia de Antioquia en 1786, Juan Antonio Mon y Velarde tomo al respecto algunas medidas que ayudaran al incremento de la agricultura al mejoramiento y progreso de la provincia de Antioquia, tales como que se hicieran siembras, se tuviera la mayor cría posible de ganado, que quien no se dedicara a la ganadería cultivara una cierta cantidad de maíz cada año, propuso el plan de crear nueva colonias agrícolas, plan que fue aprobado por cédula real de 1789. Fijó que a cada ciudad le fuera asignado un terreno de cuatro leguas para que el Juez poblador lo repartiese entre los colonos. El visitador consideró la actividad agrícola de suma importancia para el progreso y desarrollo ya que propiciaría, “La agricultura, que hasta aquí ha sido mirada con poco aprecio, debe ser atendida y fomentada, como es el fundamento de la industria de la minería y del comercio, y por consiguiente, es el principio elemental de toda prosperidad. Sin Víveres, no puede haber oficios, ni trabajarse las minas y por precisión desfallece el comercio; pero por el contrario, todo prospera con la abundancia [...]”40 Mon y Velarde dispuso la fundación de una comisión que vigilara los problemas de los agricultores. En cuanto a la ganadería fijó leyes “como la reglamentación de las carnicerías, las guías de degüello, el fomento de la cría de ganados y el estímulo a los pobladores que se dedicaran a aumentar el hato ganadero.”41 La dedicación de la tierra a la ganadería fue tomando prioridad ya que esta requería menos 39 Robledo. Bosquejo Biográfico del señor Oidor Juan Antonio Mon y Velarde. Tomo I. p. 39. Robledo. Bosquejo Biográfico del señor Oidor Juan Antonio Mon y Velarde. Tomo I. p.102. 41 Robledo. Bosquejo Biográfico del señor Oidor Juan Antonio Mon y Velarde. pp. 190-91. En: Liliana González Cardona. “El Desarrollo Ganadero de Antioquia entre 1870-1920” Medellín, Monografía de pregrado, 40 105 trabajo y menos empleo de mano de obra, al igual que los riesgos asumidos en esta inversión no eran tan altos en comparación con los de la agricultura que se veía afectada por las condiciones climáticas, por las plagas, y por la enfermedad y muerte de los esclavos (mano de obra). Fueron varias las razones que llevaron pues a los propietarios de tierras a elegir la actividad ganadera, entre ellas está, el cubrir una zona más grande de territorio y por supuesto, la garantía de que seguiría estando bajo su dominio. “..., el uso del ganado para ocupar el suelo permitía cubrir más amplias zonas en la apropiación de la tierra y resolver así el escollo que representaban las ordenanzas de la corona en el sentido de obligar a los beneficiarios a poner en explotación las tierras adquiridas por merced de las autoridades. No pocos conflictos se adelantaron en la época por las propiedades de tierras y ganados en razón de esta tendencia generalizada”42 Todo parece indicar que la pobreza a la que estaba sumida la Provincia de Antioquia se debía además de la escasez de la actividad agrícola, a la concentración de la tierra y el oro en unos pocos terratenientes, mineros y comerciantes. En lo referente al consumo de carne, eran pocos los que tenían la posibilidad en el período colonial de consumirla, algunas de las razones a las que aludía el gobernador de la provincia de Antioquia Francisco Silvestre eran: “Nace esto de ser corta la cría de Ganados, y el caro precio a que vale la carne; porque una Vaca, o Novillo vale de ordinario de veinticuatro, a veintiocho patacones, y dos la arroba de carne, aunque sea fresca, y respectivamente la de cerdo.”43 La aplicación de las Reformas Borbónicas se sintieron en el campo de la agricultura y la ganadería, en Antioquia estas dos actividades tomaron nuevo impulso. El gobernador de la Provincia de Antioquia en 1776, Francisco Silvestre propuso abrir caminos que permitieran abastecer de carne y otros víveres a las zonas mineras, y facilitar un suministro permanente de ganado en la provincia.44 Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 2003. p. 18 42 Suárez. Oro y Sociedad Colonial en Antioquia. p. 66- 67. 43 Silvestre. Relación de la Provincia de Antioquia, p. 145. 44 Silvestre. Relación de la Provincia de Antioquia. p. 37. 106 En el siglo XVII y XVIII, la economía del Valle de Aburrá estaba básicamente fundamentada sobre una estructura agraria. Los cultivos de caña, maíz y plátano ayudaron entonces a abaratar los costos en el mantenimiento de la población esclava en las zonas mineras. Durante la colonia, el maíz fue básico en la alimentación de los habitantes de la provincia de Antioquia, este producto que se cultiva en todo los climas, pero en la región de los Osos, específicamente en Belmira su cosecha era anual, por ser una zona de clima frío, sin embargo, fue un alimento de suma importancia para los trabajadores de minas, de ahí que los excedentes de productos como el maíz, fríjol, caña de azúcar, arroz y plátano, cultivados en Antioquia y el valle de Aburrá eran comercializados con las regiones de clima frío como la región de los Osos.45 Sobre el particular: “Los mineros no dan otra ración a los esclavos fuera de sus herramientas, y techo, que la de un almud de maíz para cada semana [...] Por que, que fuerza es la que puede tener un esclavo para el trabajo fuerte de la mina, que no cuenta por parte de su Amo con otro alimento, que él de una arepa, o torta de maíz asada, y un tarro de agua, y otro tanto por la tarde quando dexa [sic] el trabajo, si no hace acaso alguna mazamorra de ceniza o poleada, que no sería lo peor? Ciertamente que ninguna: y mucho más, haviéndose [sic] introducido por algunos mineros, por una falsa economía contraria a su propio interés, en acortar el almud de la medida común, sirviéndose de otro doméstico que llaman racionero, y es lo mismo en sustancia, que acortarle la ración.”46 En los primeros años de exploración y explotación de la región de los Osos la dedicación a la actividad agrícola era inexistente, la mayor parte de las personas que llegaron a esta zona centraron toda su atención únicamente en el sector minero. Fue a finales del siglo XVII que el propietario minero empezó a dedicar parte de la cuadrilla de esclavos a la siembra y apertura de potreros para el cuidado del ganado, en busca de autoabastecimiento especialmente de productos necesario para el sostenimiento de las cuadrillas, entre los que vale resaltarse pues el maíz. Luego de iniciada la explotación de las minas en el Valle de los Osos, la actividad ganadera fue tomando importancia. Mineros que tenían ganados en tierras cálidas como San Jerónimo, 45 Ann Twinam. Mineros y comerciantes y Labradores: Las raíces del espíritu empresarial en Antioquia. Medellín, Fondo Rotatorio de Publicaciones FAES. 1985, p.160. 46 Silvestre, Relación de la Provincia de Antioquia. pp. 157 - 158. 107 San Andrés de Cuerquia y el Valle de Aburrá, desplazaron hatos a los sitios cercanos a las explotaciones mineras de los ríos Chico y Grande. “La apertura de potreros en el Valle de los Osos fue un proceso lento desde finales del siglo XVII. Para la época, había en el altiplano unos cuantos hatos que se alimentaban de arbustos y de gramas nativas, surgidas de manera espontánea. A principios del siglo XVIII, muchos ya tenían su poco ganado pastando en el altiplano.”47 La riqueza forestal y animal de Belmira fue de vital importancia para todos aquellos moradores que buscaron allí su medio de subsistir. De igual manera su riqueza en fauna y plantas permite ver que las condiciones climáticas y uno de los recursos básico para la vida, el agua, era de gran abundancia y de buena calidad en la zona. Veamos el estado general de las producciones de plantas y animales silvestres, de la parroquia de Belmira en 1825, mediante el cual, es posible estimar la riqueza de los suelos y las posibilidades climáticas que ofrecía y ofrece este territorio: “Los animales silvestres cuadrúpedos que se conocen en esta parroquia son leones, osos que causan daño a los ganados mayores y menores, tigre que llaman gallinero, venados, con osos y zorras, armadillos, ardillas, cusumbos. Osos pequeños que llaman hormigueros, perrillos de monte, rapiñas y comadrejas que causan daño a las aves domésticas, erizo que es un animal pequeño cubierto de flechas o espinas que con ellas hiere a los perros cuando le acometen de más que llaman la gran bestia de color pardo. Las aves que produce este territorio, son búhos en abundancia, águilas, guaragnados, gavilanes, gallinazos, diostedés, soledades, loros, pericos, castuguie y carpinteros, bobay y garzas, pavos, tortugas, perdices, y patos que es excelente caza y da carne saludable. También hay tominejos de color purpureo que se alimentan de las flores. Y otros hay que llaman carpinteros y castiguey dañosos a las sementeras del maíz, y otra infinidad de pajaritos de distintos colores. Azúcar, cacao, café, añil debo decir que en esta no se cosechan [...] solamente se cultivan los granos siguientes: cebada, maíz, fríjol, que de cebada se puede producir anualmente una carga, de maíz 100 cargas anuales, de fríjol 2 cargas anual. También se cosechan papas, arracachas en abundancia, alverjas, abas, cebollas, ajos pepinos y papayuelos, también se cosecha la fruta de manzana la cual puede producir anualmente dos cargas. Los remates de diezmos de esta parroquia han ascendido en este último (año) a 65 pesos fuertes, y si los frutos se venden con reputación puede ascender su producto a 100 pesos. Las maderas finas que se encuentran en esta parroquia, son estoraque que produce la pastilla olorosa, chirignaco, grimula, azuceno, espadero, fruto de pava, barcito, platero, 47 Tamayo. Camino a la Región de los Osos. p. 61. 108 hoja de lanza, chagualo, guayabos y chocó y otros que sirven para techos de edificios, también laurel que sirve para labrar como el cedro, y sus tablas se venden a 4 y 6 reales según su estatura. Igualmente hay en esta parroquia palos de tinte siguientes: robles en abundancia, encinillo, doncel, chilco blanco y colorado, nigüito, y cascarillo, pero ninguna, ninguna cantidad de esto se exporta a causa de industria para beneficio de tinte. También hay el excelente árbol de olivo del cual se saca la cera de olivo y cuando se cosecha puede producir cinco quintales y el precio moderado es de 6 pesos 2 reales[...] en esta debo decir que en esta parroquia hay un terreno baldío.”48 La existencia de tierras destinadas para ganado y cultivo fue usual en Belmira, por ejemplo, José Luna en 1791, compra a Manuel Jaramillo, capitán de milicias y vecino de Medellín y a José Francisco Jaramillo de Hato Viejo la mina el Roble ubicada en el paraje del mismo nombre. La compra incluía todos los enseres de la mina y las construcciones y edificios existentes en la tierra, además de 50 reses de ganado vacuno y 8 esclavos, todo por $ 2.250 más de 500 castellanos de oro y 5 cargas de cacao que componen la cantidad de 3.000 castellanos de oro en polvo.49 En Belmira y en general en toda la región de los Osos la apertura de potreros con pasto natural se dio a finales del siglo XVII, la alimentación de los animales era con arbustos, grama y malezas nacidas espontáneamente de la tierra. En el transcurso del siglo XVIII la zona contaba con un buen número de grandes y pequeños propietarios de ganado, por ejemplo, en 1715, el Capitán Joaquín Zapata y Múnera declaró entre sus bienes la parte de mina de El Espinal y San Jacinto, 15 reses, 16 mulas, un caballo, un pollino y una yegua.50 En 1720, María Ignacia de Herrera hija del capitán Felipe de Herrera declaró entre sus bienes la parte de la mina del Rosario en Río Chico, y una estancia con más de 40 reses. 51 La mulata Luisa Gutiérrez declaró en 1779 entre sus bienes una mina en Petacas, en el río Chico más 5 reses y una yegua.52 48 AHA. Fondo Estadísticas y Censos. Tomo 336. Doc 6454. Fol. 156r. Año 1827. AHA. Fondo Colección General de minas. Año 1791. Véase también Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Año 1790. Fol. 12v – 14r. 50 Roberto Luis Jaramillo y Luis Javier Villegas, “Índice del Fondo de Escribanos de Antioquia, Años 17001750” Escribanos de Antioquia. Fol. 45v, 1715. 51 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 234. Doc. 5321. Año 1720. 52 AHA, Fondo Mortuorias. Tomo 342. Doc. 6528. Año 1720. 49 109 En los ejemplos anteriores podemos ver que en los potreros se contaba con todo tipo de ganado, el vacuno para la alimentación de cuadrillas y población en general, el ganado caballar, especialmente mulas, indispensables para el transporte de víveres y mercancías a las minas y por su puesto para el desplazamiento humano, fueron las mulas las que en la segunda mitad del siglo XVIII reemplazaron los hombros y espalda de los indígenas y negros que eran los cargueros de entonces. Otro tipo de carne y de grasa animal fue obtenido a través del ganado porcino. Ganado que llegó a convertirse en alimento indispensable y a la vez generador de excedentes económicos, especialmente para los colonos de menos recursos, ya que estos animales requerían menos cuidado que el ganado vacuno y podían alimentarse con mayor facilidad, como lo dice la historiadora Liliana González Cardona: “Desde la conquista española la carne de cerdo llegó a ser un alimento tradicional en Antioquia. Estos animales fueron traídos por los primeros conquistadores y para el siglo XIX fueron preferidos por los colonos como posible generador de excedentes económicos. Por lo general las familias tenían uno o dos porcinos, los engordaban a punto de desperdicios de comida, de excedentes de cosechas, como el maíz, entre otros, y vendían la carne a campamentos mineros o en los poblados más cercanos.”53 Las cabras y las ovejas también hicieron parte del ganado existente en Belmira y en toda la región de los Osos, a finales del siglo XVIII y en el transcurso del siglo XIX. En 1827 había 25 ovejas en Carolina del Príncipe, 32 en San Antonio del Infante, 160 en San Pedro y 200 en Belmira.54 El siguiente cuadro puede ilustrarnos sobre las especies de ganado vacuno existentes en Belmira en la década de 1820, aunque primó el ganado vacuno, es interesante observar que en 1825 las ovejas ocuparon el segundo lugar, incluso sobre los cerdos, lo que puede darnos indicios de la importancia de estos animales, tanto para carne como para producir lana, además fue el único precio que aumentó en los dos años, probablemente por su disminución. También es válido tener en cuenta que debido a la cantidad de vacas y antes de ser sacrificadas, fue Liliana González Cardona, “El desarrollo ganadero de Antioquia entre 1870-1920.” Medellín, Monografía de pregrado, Universidad de Antioquia, 2003, p. 35. 54 AHA. Fondo Estadísticas y Censos. Tomo 343. Doc. 6533. Año 1827. 53 110 utilizada la leche como subproducto ganadero, como complemento a la alimentación, aunque parece que este no fuera el fin básico de la producción ganadera. Las mulas fueron básicas para la movilización, especialmente de mercancías, quizá ante esta necesidad de utilizarlas, cada día más apremiante, se deba su aumento en estos dos años. CUADRO No. 9. GANADO VACUNO, LANAR, EQUINO Y PORCINO BELMIRA, 1285 - 1826 Animal Año Toros y vacas Ovejas Caballos Yeguas Mulas Cerdos 1825 1826 1825 1826 1825 1826 1825 1826 1825 1826 1825 1826 Total 300 400 animales Precio unidad 11 11 $ oro Valor 3.300 4.400 Total 200 160 50 50 60 60 12 30 100 200 1 1.4 16 12 6 6 32 32 1 1 200 240 80 600 360 360 384 960 100 200 Elaborado a partir de: AHA, Fondo Estadísticas y Censos Tomo 366 Doc 6.454, 1827 El ganado fue importante en la alimentación de la población antioqueña. Aunque su consumo aumentó lentamente es notorio que gran parte de los mineros y propietarios de minas tuvieran animales para mejorar la alimentación de sus cuadrillas, y como inversión. 111 Elaborado a partir de la fuente primaria y secundaria consultada para este trabajo. 112 2.3 Partidos, parajes y propietarios de tierras en Belmira A continuación se hará una descripción de los Partidos coloniales de Belmira como lo son Petacas, San Jacinto, Páramo y Río Chico. Los anteriores partidos estaban subdivididos en parajes y sitios tales como. La Salazar, La Miel, Santo Domingo, entre otros. Se hará referencia a la ocupación de la tierra y sus propietarios, información que permite la identificación y comprensión de las relaciones sociales económicas, culturales y políticas que se tejieron en ese lugar en el período colonial. 2.3.1 Partido de Petacas. El territorio que abarcaba el partido de Petacas, (tomando como centro la cabecera del municipio en la actualidad) tenía como límites aproximados los parajes de la Salazar hacía el sur, limítrofe con el paraje de la Miel del Partido de San Jacinto, en cuyo intermedio se encontraba el paraje Santo Domingo, que no se sabía exactamente si pertenecía a San Jacinto o al partido de Petacas, pues allí existían tierras y minas que estaban registradas en ambos partidos. Al occidente limitaba con los lugares de Sopetrán (Córdoba) y Sacaojal, más al norte con el paraje de Santa Rita que limitaba con los minerales o Partido del Páramo. Al oriente se encuentra la cordillera del Zancudo, también llamada en algunos documentos cordillera de la Salazar (Actual limite de Belmira con Entrerríos). 113 Zona urbana de Belmira, ubicada a una altura de 2.550 metros sobre el nivel del mar. Una de las poblaciones de mayor altura en el Departamento. (Facultad de Ingeniería Ambiental, Universidad Nacional, s.f.) 114 El asentamiento de la mina de Nuestra Señora del Rosario o Mina del Rosario o de las Petacas, de propiedad del Capitán Don Felipe de Herrera fue la que dio inicio, nombre y aportó a la explotación socio-económicamente a la antigua Petacas. Esta mina estaba ubicada en la cordillera central, surcada por un considerable número de quebradas en ambas vertientes de la misma, que desembocan unas en río Chico, y otras, afluentes del Río Cauca por el lado de Sopetrán , Sacaojal, la Miranda y Juan García. Para el análisis de la mina de las Petacas vamos a considerar dos aspectos: primero los distintos nombres con los que se referían a ella, y los diferentes propietarios que tuvo la mina. Los nombres o denominaciones de la mina no eran del todo claros, al menos en los documentos coloniales como se ve a continuación: “Felipe de Herrera litiga con Doña Isabel de Piedrahita (viuda del capitán Fernando de Montoya) la Mina de Petacas (mina El Rosario) y se declaró a favor de dicho capitán. La contraria apeló por la Real Audiencia y se confirmó la sentencia en 1672. El Maestro Miguel Jerónimo de Montoya su hijo (firmó por doña Isabel su madre pues esta no sabía firmar).”55 Parece ser que el nombre con que se amparó la mina fue el de Nuestra Señora del Rosario, y se le llamaba simplemente del Rosario o de las Petacas por el lugar donde estaba ubicada. “Causa entre el Sr. Gobernador Antonio del Pino y el capitán Felipe de Herrera sobre una mina que llaman del Rosario y vulgarmente por otro nombre de las Petacas”.56 La segunda particularidad de la mina era los diferentes dueños y las distintas compañías que se formaron para explotarla, lo que influyo en el cambio de nombres de la mina, por ejemplo a principios del siglo XVIII un pedazo de la mina del capitán Felipe de Herrera obtuvo el nombre de Espíritu Santo. El padre del Capitán don Felipe de Herrera, el Comisario Facundo Ramírez de Herrera fue uno de los primeros en catear minas en el denominado río Chiquito, junto con el capitán Juan 55 56 AHA. Fondo minas. Tomo 350. Doc. 6601. Año 1672. AHA. Fondo minas. Tomo 350. Doc. 6603. Año 1707. Subrayado nuestro. 115 Gómez de Salazar: “Facundo Ramírez dueño de cuadrilla de negros digo que yo envié mi minero con negros a catear y a descubrir minas de oro en la tierra de los Osos... y cateó las sabanas y sobre sabanas y madre del río Pequeño que llaman y en las catas que dio todo oro de seguir que manifiesto ante Vmd. con un salto más arriba de otro que descubrió el capitán Juan Gómez de Salazar el cual pienso colgar para labrar la madre, sabanas y sobre sabanas y aventaderos que hace el dicho Río del dicho salto para arriba de que hago registro con todas las quebradas que le entran y así mismo de uno y otro y de todo lo que fuere en mi derecho hago registro hasta sus nacimientos y porque he de tener gasto y costo en el dicho edificio y pienso que ha de ser en grande útil a los quintos reales suplico a Vmd de por registrado lo sobredicho y me ampare en dicho Río que tiene por advocación San Joseph..”57 La mina de Nuestra Señora del Rosario amparada por el capitán Felipe de Herrera, fue descubierta y cateada en el año de 1651, su descubrimiento lo hizo junto a su suegro el Alférez Don Alonso de Guetaría padre de Doña Jerónima, esposa de Felipe de Herrera. Con la unión de estos dos, más la intervención del Capitán Fernando Montoya se inició la primera compañía que explotaría la mina: “Felipe de Herrera dijo que habiendo entrado a descubrimientos de minas de oro y catear labores de minas en tierras de los Osos por el Año de 1651 había descubierto en el Río que llaman Chiquito oro de seguir. Colgando y edificando uno o dos altos que tenía fuera de los amagamientos que le entraban, en cuya conformidad había hecho registro en forma con manifestación del oro del dicho Río que es el que presentaba con el juramento [...] Había hecho muchos costos en abrir caminos y hacer Rancherías así para el lomo del Gobernador Juan Gómez de Salazar, para quien había descubierto en el mismo Río Chiquito otro salto que estaba por más abajo del suyo con asistencia de diez indios pagados que llevó del poblado de Nuestra Señora de Sopetrán y otros diez esclavos con determinación de labrar el dicho Río entre él y el alférez Alonso Guetaria su Suegro que se había suspendido por haber habido en aquel tiempo un año de muchas aguas y por hallarse con algunos empeños y en el intermedio parecía que callándose de saciado de labor el capitán Fernando de Montoya difunto, de su pedimento y ruego le había dado en donde se entablase para labrar con cargo de que colgase el dicho río y que entraran de compañía a labrarlo con gente igual en que había convenido en cuya fe asentaron que colgaría el dicho Río a su costa y después de colgado entraría tanta gente y no como otro en que había concurrido con animo de que la mitad de gente que le tocaba entrar fuese suya y del dicho alférez Alonso de Guetaria y este trato había 57 AHA. Fondo Minas. Tomo 357. Doc. 6670. Año 1676. 116 quedado asentado y porque tuviese más fuerza lo había empezado a colgar y sin tener obligación el dicho alférez Alonso de Guetaria de poner gente ninguna había entrado dos piezas que se habían ocupado algunos días en el dicho colgadero y el dicho capitán Fernando de Montoya le había pedido le diese una quebradilla que entraba en el dicho Río Chiquito que tenía fácil labor para aviar algunas piezas de esclavos así para sustento como para los costos del dicho edificio y que se lo había dado y se había avisado y había sacado en ella más de cinco o seis mil pesos de oro hasta que había faltado y que habiendo faltado y queriendo colgar o, estando colgando dicho Río le otorgó Isabel de Piedrahita la escritura de compañía que presentaba con el juramento y solemnidad necesaria y que se mandase a la susodicha.” 58 La cita anterior nos ilustra un pleito de la mina del Rosario, en el cual se pone de manifiesto la extensión territorial que ocupaba la mina, pues era explotada en tres frentes diferentes y con esclavos de los tres propietarios, además la riqueza aurífera que presentaba la zona no era nada despreciable, si se tiene en cuenta que en la labor de sólo una “quebradilla” fueron extraídos de 5 a 6 mil pesos de oro en 16767. Esta riqueza anunciaba un rápido incremento en la explotación minera y el consiguiente poblamiento de las tierras de las Petacas. Otra compañía fue una concesión que hizo el capitán Felipe de Herrera, muy seguramente a Doña Jacinta Piedrahita, según lo plantean las fuentes: “El padre Luis de Piedrahita se queja que Antonio Zamarra introdujo a Don Miguel Martínez a trabajar en una mina que le concedió el capitán Don Felipe de Herrera, con promesa de quedar la propiedad en compañía con la madre del citado padre Piedrahita. Mina en el sitio del Señor San Jacinto, en el sitio de las Petacas llamada Espíritu Santo en corrientes del Río Chiquito. Por compañía que le dio el capitán Antonio Zamarra yerno de la otorgante por el derecho de habérsela dado a la otorgante el capitán Felipe de Herrera cuya fue la dicha labor y la otorgante le dio permiso al dicho su yerno para que entrase en ella, reservando en sí la propiedad para poder entrar su gente cada que fuese de su conveniencia y en razón a ser la dicha contradicción y defender dicho derecho” 59 Como hemos visto, solo se han amparado dos grandes minas que se ubicaron en el sitio de las Petacas, pero la considerable riqueza de oro del río Chiquito propició el descubrimiento y posterior asentamiento de nuevos dueños de minas y cuadrillas. Por lo general, los propietarios 58 59 AHA. Fondo Minas. Tomo 357. Doc. 6670. Año 1676. AHA. Fondo Minas. Tomo 350. Doc. 6602. Año 1686. 117 iniciales de las minas ubicadas en Petacas tenían algún vínculo familiar. En el caso de la Mina del Rosario los vínculos matrimoniales tuvieron importancia, esto se debía al interés de conservar la explotación minera como una empresa familiar, como se puede observar en el capitulo “Minería: actividad básica en la vida colonial de Belmira.” Un listado de las familias que poseyeron la mina es el siguiente: Capitán Facundo Ramírez de Herrera, Padre de Felipe de Herrera, casado con Jerónima de Guetaria, hermana de Beatriz de Guetaria casada con Don Hilarión Tamayo propietario de mina y cuadrilla en Petacas, última propietaria de la mina, por este lado, fue María Ignacia Herrera Guetaria en 1720. Fernando Montoya casado con Isabel de Piedrahita, hermana de Laureano de Piedrahita casado con Josefa Montoya. El padre Luis de Piedrahita (Cuya madre posiblemente fue Doña Jacinta Piedrahita) hermano de Catharina Piedrahita, esposa de Antonio Zamarra. Las otras dos familias que tuvieron gran influencia en la Mina del Rosario fueron los Villas y los Pino. Desde muy temprano estos últimos fueron propietarios de parte de la mina: “En el sitio de las Petacas y parece que con ocasión de haber comprado el Gobernador Antonio del Pino Villapadierna la parte que en la misma mina tenía el maestro Miguel Jerónimo de Montoya y sus hermanos.”60 Estos dueños de la mina, al igual que los anteriores trataron de conservar su propiedad por medio de los lazos familiares (matrimonio o herencias). Los Villas y Pino obtuvieron en 1688 la propiedad de la mina a través de la compra hecha a dueños y herederos de los primeros propietarios: “Don Francisco Castañeda y Becerra parezco en nombre del gobernador Julio Buesso de Valdés, mi tío ausente, por quien presto vos y capitán de rapto, y digo que el dicho mi tío compró una mina del capitán Andrés de Montoya (Hijo del Capitán Fernando de Montoya) que es en sitio de las Petacas que desciende desde el Páramo entre los dos ríos y entra en el Río Chico minas del Capitán Felipe de Herrera y los herederos del 60 AHA. Fondo Minas. Tomo 357. Doc. 6699. Año 1676. 118 capitán Fernando de Montoya la cual por ausencia de Vmd está registrada y amparada ante el capitán Alejos Rodríguez, siendo alcalde ordinario el año pasado de 1687 [...].61 Sin embargo, estos nuevos dueños no se conformaban con sólo la compra, su interés era expandir la explotación minera hacía otros lugares que no habían sido descubiertos: “[...] y así mismo otra (Mina) que por orden del dicho mi tío descubrió y cateo el capitán Felipe Rodríguez la cual está en el dicho sitio de las Petacas que corre desde donde se levanta los amagamientos o quebradillas del dicho capitán Andrés de Montoya que la una Quebradilla de la dichas tiene un corte de agua, y de las dichas juntas, como dos cuartos de legua aguas abajo corre la dicha mina hasta entrar en el dicho Río Chico con disposiciones del colgadero, la cual está registrada y amparada. 26 de octubre de 1688”.62 Con relación al nuevo descubrimiento hecho por el Capitán Felipe Rodríguez, se presentó su denuncio en los siguientes términos: “El capitán Felipe Rodríguez Alcalde ordinario de la Villa de Medellín dueño de negros de minas digo: que hago registro un salto de corrientes que está en el Río Chiquito como dos leguas de distancia de las minas que en dicho Río están labrando el capitán Felipe de Herrera y el contador Laureano de Piedrahita y sus compañeros, cuyo dicho salto y corrientes por la parte de arriba estará como media legua de distancia, algo menos alta las labores que hoy está labrando en dicha mina el capitán Antonio de Gamarra y sus compañeros, y por ser el dicho salto y corrientes hallo de mina que desde labores y derecho el cual descubrí por mi propia persona pasando con mi cuadrilla de negros a las labores de la cual don Antonio de Villa mi suegro a donde los tengo por no tener otras. La señalé por mina mía y en señal de registro puse una cruz en un palo.17 de Enero de 1692.” 63 La mina de Nuestra Señora del Rosario, al parecer sólo la parte que pertenecía al capitán Felipe de Herrera, fue vendida al señor encomendero de la ciudad de Antioquia Don Francisco de Villa y Castañeda, con titulo de Hidalgo. Este personaje es considerado fundador de Belmira. “El Dr. Don José Antonio Gómez vecino de esta ciudad, a nombre y como confidente del señor cura vicario superintendente de esta provincia Dr. Don Juan Salvador de Villa y Castañeda: digo que el referido señor mi parte (Villa y Castañeda) tiene una 61 AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo 366. Doc. 6819. Fol. 175 r. Año 1688. AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo 366. Doc. 6819. Fol. 175 r. Año 1688. 63 AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo. 366. Doc. 6828. Fol. 522r. Año 1692. 62 119 mina de oro corrido que se nombra Petacas, la cual hubo por título de herencia de Don Francisco de Villa su padre, quien la compró a los herederos de Felipe de Herrera por los años de 1717 ó 1720, y todos la poseyeron, y laborearon sin contradicción, ni pleito alguno, sucediendo lo mismo a dicho señor vicario al tiempo de más de tres años a esta parte en que con crecido número de esclavos la ha estado incesantemente laboreando con vitalidad y beneficio.” 64 Con la adquisición de esta mina el apellido Villa, comenzó a tener gran relevancia e influencia en el Partido de Petacas y en el posterior municipio de Belmira. Algo similar ocurrió en la Aldea de San Jacinto con el apellido Londoño. En Petacas el apellido Villa fue pasando a los hijos y a los esclavos, que de modo natural lo fueron diseminando y convirtiéndolo en el más popular de la zona de Petacas. Pero no solo fue el apellido, sino que su influencia fue notoria en los campos sociales, económicos y políticos y permitió que el sitio de Petacas de expandiera y se formaran nuevos parajes. Dice Francisco de Villa y Castañeda: “[...] Llevo gastados más de 4 mil pesos sin contar los crecidos jornales de mis esclavos, que tengo en este ministerio y porque para dar principio a este tratado de poner en la referida labor la mina, contraté con el alférez Jerónimo de Guzmán el que pusiéramos, y por mi parte un minero y veinte y cuatro reses o piezas útiles por ser dueño de la mitad de la mina, y el referido Alférez dueño de la otra mitad en compañía de otros 4 vecinos de esta ciudad y haciendo como hace cabeza que los demás sus compañeros hizo conmigo el referido contrato al cual me ha faltado porque aunque en el principio entró por su minero a Don José Gamarra, este no estuvo cabal un año en el referido ministerio de colgar la mina, que habiendo llegado con el colgadero a una quebradilla, que llaman de Salazar y esta haber gozado del beneficio de mi cuelga quedó puesta en labor cuyo derecho protesto representar sin que ahora me pague perjuicio y sólo pido ante vuestra merced se sirva de mandarle hacer el cargo al referido alférez, el daño que puede hacerme con una venida, borrándome mi colgadero a causa de estarla labrando moviendo a diferentes sitios la referida quebrada y para que el día 5 del corriente vino una creciente y me ha imposibilitado, borrándome la más grande de la cuelga con que necesitare de más de un año para remediar este mal [...]”65 Los otros socios de la mina de Nuestra Señora del Rosario eran Don Francisco de Aldabe (esposo de Doña Inés del Pino), Don Luis del Pino, Don José Pablo del Pino y Don Javier 64 65 AHA. Fondo Amparo Minas. Tomo. 367. Doc. 6849. Fol. 535r. Año 1787. AHA. Fondo Minas. Tomo. 348. Doc. 6569. Año 1725 120 Zapata.66 Pero la extensión a que nos referimos se hacía en varias direcciones, hacía el norte la mina también incrementó su terreno llevándolo hasta los límites del paraje del Páramo o Santa Inés: “Don Pablo Villa del vecindario de San Pedro pide no se permita a José Londoño registro alguno en el terreno de unas minas que tiene aquel en Río Chico por pretender éste registrar una parte. [...] Pablo Villa residente en Petacas [...] el tiene allí una mina de oro corrido en el Río Chico que se nomina de Dos Brazos, que comprende desde la boca de la montaña a la mitad de la angostura lindando con Esteban de Aguirre y abajo con los Villas... de don Felipe, la hubo por vía de compra, el citado Pablo en 80 castellanos, que le tiene pagados y ella sin duda está comprendida en el registro antiguo de aquellos minerales, que tantos años han trabajado don Francisco de Villa, sus hijos, nietos por entendido mi parte, que un tal José Londoño pretende perjudicarle viniendo a pedir merced de la mencionada mina, o de parte de ella en la quebrada del Sorbetanal, se ha visto precisado a instruirme, para que lo haga presente a este juzgado no se permita registro del nominado Londoño en lugar alguno que comprenda los linderos insinuados porque obra de suma malicia y mayormente cuando Pablo Villa no se ha descuidado en tener gente trabajando allí a la conservación de su derecho, sin embargo de que los mineros pueden tener dos minas, una en estaca, y otra en labor, y el está asistiendo a la cuadrilla de don Casimiro, y don Modesto de Villa en beneficio de estos, suyo y de la Real Hacienda, y a más ocurre la poderosa y agravante circunstancia, que en las rocerías para sembrar maíz va desmontando aquellas labores, que defiende ahora, como primera maniobra de la minería, y con el intento juntamente de reconocer los parajes por donde ha de romper [...]”67 Con las anteriores extensiones de la mina de Nuestra Señora del Rosario se da la conformación de los parajes de la Salazar y de Don Diego. Es posible apreciar que inicialmente las minas son las que determinan una posesión territorial, pero después de instalada la mina, cada propietario intenta extender más el área adquirida argumentando la siembra de determinados productos y el establecimiento de cierta cantidad de ganado para la manutención de su cuadrilla de esclavos. 66 67 AHA. Fondo Minas. Tomo. 350. Doc. 6604. Año 1737, y Tomo. 351. Doc. 6611. Año 1738. AHA. Fondo Minas. Tomo. 357. Doc. 6714. Fols. 719v y 719 r. Año 1811. 121 Paraje de la Salazar. Hemos dicho que los límites de las tierras de Belmira en la época colonial eran indeterminados, tanto por su extensión como por lo vago de los parámetros que se tenían para los límites en las escrituras. Es preciso también decir que muchos de los limites de minas y pedazos de tierra están enmarcados por quebradas o como se nombran en los documentos, amagamientos, igualmente los nombres de éstas quebradas, en muchos casos se debe a sus propietarios (al apellido o nombre de estos), en otras son nombres religiosos. Con el paso del tiempo se dio, que con esos nombres pasaron a los distintos parajes. Ejemplo de ello es el Paraje Medina en San Jacinto, Don Diego en el Páramo y el de la Salazar en Petacas: El paraje de la Salazar o de la Quebrada de Salazar, tenía como limites aproximados los siguientes: el desemboque de la quebrada la Salazar en el río Chico hacía el costado derecho, cogiendo ambas márgenes de dicha quebrada hasta las quebradas San Antonio en el norte y la quebrada Chiquinquirá o Buenaventura al sur, subiendo por éstas hasta sus nacimientos en la Cordillera el Zancudo o Salazar, en esta extensión de tierra se encuentra otra quebrada llamada San Cayetano que es afluente de la quebrada la Salazar. Hasta 1960 se explotaba en las cabeceras de estas quebradas unas minas, entre ellas la mina El Desquite. En la margen izquierda de río Chico del desemboque de la quebrada San Francisco hasta su nacimiento y por toda la cordillera que da a Sopetrán, hasta el nacimiento de la quebrada Santa Rita y por esta hasta su desemboque al río. En esta parte funcionó la mina llamada Santo Domingo. Limitaba este paraje en la parte sur con el Paraje de Matasano, que es colindante del Partido de San Jacinto. Entre los principales propietarios de minas y tierras de este paraje, entre 1834 y 1847, se encuentran: José María Villa, Bernardo Villa, Felipe Villa y Don Joaquín Londoño Puerta. Que ubicaban sus propiedades en la margen derecha principalmente. En el otro costado se encuentran propiedades de Isidro Vélez, Manuel Vélez, Nepomuceno y Bartolomé Jaramillo, 122 Genaro Ruiz y Rafael Duque. A Don José María Villa se le puede considerar el mayor propietario de terrenos en este sitio. En el censo de 1797, aparece como uno de los pocos blancos que habitaban la región de Petacas, fue en varias ocasiones alcalde del partido de Petacas (Ver cargos públicos y administración) y al parecer de una condición económica respetable, por sus propiedades en bienes raíces y por algunos artículos suntuosos que se encontraban en su avalúo de bienes de 1823. Propiedades de Don José María Villa en La Salazar: - Un derecho de tierra en la Quebrada de la Salazar con linderos del Peñol al llano al de Matasano y por ambas partes a tiro de escopeta a la tierra divisa de Río Grande. - Un derecho en la montañita que llaman las corrientes del río, este abajo hasta un amagamiento que llaman de los Dolores y por este otro derecho mirando a la sierra ( Cordillera La Salazar) - La casa donde vive con tres cocinas, un pedazo de mina en la Salazar. 1¼ de acción de derecho en la mina del río. Bienes inmuebles de Don José Maria Villa: 2 barras, 2 recatones, 1 almocafre, 3 hachas, 2 azuelas, 2 escoplos, 1 compás, 2 azadones, 1 talla de hierro, 1 gatillo de sacar muelas, 1 candado grande, 1 cerrojo, 1 pero sevillano, un marco de metal, 1 almirez, 3 sillas de montar con 2 estriberas, 2 frenos, 1 sillón viejo, 1 escritorio de madera, 1 papelera de cuero, 1 carga de baúles, 1 carga de petacas, un baulito mediano, 2 cuchillos, 1 machito, otro chico, 1 tijera grande, 1 fragua, 1 paraguas, 2 pares de botas, 1 látigo, 1 espuela de plata, 1 hierro de herrar, 4 leznas, otro escoplo con alma y cuartillo de madera, 1 aparador de madera, 2 puertas, 1 silla de sentar, 2 taburetes, 2 pailas de metal, 1 olleta, 1 candelero de metal y otro de lata, 1 jarra y 2 jarros de loza verde, el altar y un cuadro grande de Nuestra señora del Carmen y otras imágenes, 1 cartilla y 1 doctrina, 1 farol de madera, 1 pellón viejo, 1 par de zuecos, 1 libra y 2/4 de plata, 15 reses chicas y grandes, 3 caballos, 3 yeguas, 1 potro, 2 mulas, 1 marrana de cría, 1 gato, 1 perro, 3 almudes de rosas, Pío, Manuela y Juliana esclavos y 3 reses, 1 123 gargantilla de perlas, 1 sortija de Esmeraldas.68 Los Villas son unos de los pocos blancos que decidieron establecerse en Belmira. Cerca de los terrenos de Don José María Villa se encontraba la mina de la Salazar que fue de Don Joaquín Londoño y Puerta, quien fuera alcalde del Partido de Petacas y que se vio involucrado en demandas por tierras que había vendido en San Jacinto, sin mostrar claramente su propiedad. La mina de la Salazar llega a ser de su propiedad por una donación que le hace Don Manuel Londoño: “El señor Alcalde ordinario encargado del gobernador de esta provincia don Joaquín Londoño y Puerta vecino de la Villa de Medellín, y actual alcalde del partido de Petacas digo: que en el año de cincuenta de este siglo (XVIII) le vendió don Jerónimo de Guzmán al Dr. Don Carlos de Molina Cataño la mina nombrada la Salazar de oro corrido que entonces tenía en labor, y ahora el Dr. Don Manuel Londoño heredero del referido Dr. Molina me ha hecho gracia y donación de ella entregándome el testimonio de la escritura de venta que tenía en su poder; pero como no se encuentra por traspapelado el título.. lo de sus predecesores de quienes por vía de cambio pasó a poder del dicho Don Jerónimo de Guzmán, tengo por conveniente, y más acertado hacer como hago registro de la nominada Quebrada de la Salazar. 21 de octubre de 1794”69 En la otra margen del río se encuentran más propiedades dispersas, en lo que corresponde al resto del Paraje de la Salazar. El siguiente documento expone los bienes de tres propietarios Isidro Vélez, Manuel Vélez, y Bernardo Villa, al parecer es un contrato en el cual los propietarios demuestran sus posesiones, dan cuenta del precio de sus tierras y que pueden ser prenda de garantía en cualquier negocio que lleven a cabo. Estos terrenos están ubicados en el paraje la Salazar y comprenden casi toda su jurisdicción del costado izquierdo del río: “Salvador Villa Juez segundo de Belmira puesto por la autoridad de la república de la Nueva Granada. Certifico en pública forma [...] las alhajas que se van a exponer son 68 Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del Circuito 1. Caja General 13. Años. 1823-1826. Cuadernillo suelto con 10 folios. 69 AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo. 366. Doc. 6825. fol. 309r. Año 1794. 124 propias del señor Alcalde Isidro Vélez. Como son un pedazo de montaña en esta misma Jurisdicción [...] que por menor valdrá 60 pesos fuertes con cuatro reses hembras de cría que por menor valdrán 64 pesos y dos yeguas que valdrán una casa. También certificó ser propias las alhajas que se van a exponer del señor Manuel Vélez la montaña de la quebrada de Santa Rita para abajo en esta jurisdicción con bastante abertura, que en la dicha montaña tiene una habitación, que esto por lo menos valdrá 200 pesos fuertes y ocho reses de cría siete hembras y un padrón que valdrán por lo menos ocho onzas y una casa en la plaza. Igualmente certificó que las alhajas que se van a exponer son propias del señor Bernardo Villa como es un terreno en el paraje nombrado la Salazar de esta misma jurisdicción que tiene bastante abertura que valdrá por lo menos 150 pesos fuertes con ocho reses hembras de cría que valdrán ocho onzas [...] Se anota que la casa pajiza del señor Manuel Vélez valdrá por lo menos 50 pesos.”70 En las proximidades del Partido de la Salazar y de San Jacinto existían dos parajes ubicados también en ambos costados del río Chico, ellos son el de Matasano (costado derecho) y el Rosario (costado izquierdo). Los dos siguientes documentos nos ilustran los límites que tenían estos dos Parajes con el de la Salazar: “En la villa de Santa Rosa [...] Parecieron presentes los señores Nepomuceno y Bartolomé Jaramillo y Genaro Ruiz, El primero vecino de Belmira, los otros dos de Entrerríos. Nepomuceno Jaramillo 2 y ¾ de real por el derecho de registro de una escritura de venta de terreno, que Bartolomé Jaramillo y Genaro Ruiz van a otorgar a favor de los señores José María Posada y Facundo Pérez por la suma de 130 pesos [...] Un terreno en la parroquia de Belmira con los siguientes linderos: De la angostura llamada San Francisco esta arriba hasta sus nacimientos, de estos al camino real que gira para Sopetrán, por todo el camino hasta el alto que llaman revienta Arritranco (Limite con El Rosario) y de este por un filo entero a dar a la angostura primer lindero [...]”71 Paraje Matasano. El paraje de Matasano debe su nombre al de una quebrada y el posterior asentamiento de una mina que se llevó el mismo nombre. Este paraje limita con los terrenos del Partido de San Jacinto y en el sur con el anterior paraje de la Salazar, en la quebrada de Chiquinquirá: Lado de Chiquinquirá, limite de la Salazar y Matasano: 70 71 Archivo Notarial de Santa Rosa de Osos. Folio 339. Diciembre 10 de 1838. Archivo Notarial de Santa Rosa de Osos. Folio 319. Diciembre 4 de 1843. 125 “10 de Junio de 1861. Petrona Londoño, vende a Andrés Villa, Norberto y Avelino González una cuarta parte de terreno en acción y derecho al lado de Chiquinquirá a frente de Matasano de la jurisdicción de Belmira que hubo la vendedora por herencia de su finada madre Pastora Londoño y de su finado hermano Leocadio Londoño porque este último falleció sin dejar más herederos que los 4 hermanos de donde se deduce esta cuarta parte, siendo los linderos: por la parte de abajo un mojón de piedra que está clavado hacia la orilla del río Chico de éste línea recta a la cordillera que vierte para el río a linde con el señor Rafael Duque cordillera arriba [...] la derecera del peñón de Matasano a linde con terreno de uno de los compradores, el Sr. Andrés Villa, hasta la orilla del río Chico, éste abajo a dar al mojón de piedra primer lindero. Esto es lo que encierra la cuarta parte del terreno. Venta en 24 pesos.”72 Según las fuentes consultadas, al parecer, el primer amparo de mina que se tiene con el nombre de Matasano es el de: “Gómez, Felipe. Vecino de la ciudad de Antioquia amparado en las labores del amagamiento de Matasano en el sitio de Petacas con todas sus labores. Antioquia 6 de septiembre de 1777.”73 La extensión y explotación de esta mina enmarcan casi completamente el paraje. Es difícil establecer plenamente los límites de este lugar, pues en él existían propiedades cuyos dueños eran los mismos que los del paraje la Salazar y por tanto se confunden fácilmente las extensiones de sus propiedades. En un negocio de venta de terreno y casa que el señor Juan Nepomuceno Jaramillo hace al Señor Vicente Gaviria, es posible apreciar más o menos la extensión del paraje y sus respectivos limites: “[...] Juan Nepomuceno Jaramillo vende y da en vente real y público y enajenación perpetua a el señor Vicente Gaviria del mismo vecindario un pedazo de terreno con una casa y cocina de bareque y paja, cito en este distrito y bajo los linderos siguientes: Del punto donde esta un mojón en el paraje denominado el Charcón lindero de Matasano por el río para arriba hasta la boca de la quebrada San Francisco ésta arriba hasta el volcán de la puerta tomando de éste por un filón para arriba hasta el alto del Rosario, buscando de éste el filón que divide a Matasano y por este abajo hasta dar al primer lindero del Charcón. Cuya venta la ha hecho en precio y cantidad de 100 pesos los cuales tiene recibidos [...].”74 La tierra en este paraje tuvo varios dueños (algunos de la Salazar). Como lo referencia el 72 Archivo Notarial Sopetrán. Notaría Única. Cuadernillo suelto con 5 folios. Año 1861. AHA. Fondo Colección general de minas. Tomo. I. Fol. 58r y v. Año 1777. 74 Archivo Notarial de Sopetrán. Notaria Única. 4 de Julio de 1859. 73 126 siguiente documento: “Digo yo Lucas Villa de la parroquia de Belmira de la comprensión de esta villa de Santa Rosa de Osos que he dado en venta pública y real [...] a los señores Genaro Ruiz, José María Villa, Juan Nepomuceno Jaramillo y Bartolomé Jaramillo...a saber un terreno de montaña cito en el paraje Matasanos de la jurisdicción de Belmira cuyos linderos son los siguientes: De la quebrada de San Francisco por la parte de arriba, quebrada abajo al Río Chico, este abajo hasta lindar con terreno de José Ignacio y Celestino Villa por un filo que da por la parte de arriba del amagamiento del Rosario, por dicho filo arriba a topar con el lindero del terreno de los compradores. Todo lo que les tengo vendido por ser mío propio libre de todo empeño y gravamen en precio y cantidad de 80 pesos fuertes.”75 Según los documentos, el mayor propietario del paraje en el siglo XIX fue el señor Rafael Duque, propietario, al parecer, de gran parte de la mina de Matasano, quién negoció además de la mina, tierras y otras propiedades: “En el distrito Parroquial de Belmira a 7 de Enero de 1846, ante mí [...]El señor Rafael Duque del mismo vecindario a quien doy fe conozco y dijo que vende y da en venta real y por enajenación perpetua, a los señores Manuel María Villa, Fulgencio Zapata, Román María Hoyos, Alberto y Vicente Gaviria los primeros vecinos del cantón de Antioquia y los últimos de esta misma parroquia, las 6/8 partes de la mina de Matasano, cito en este distrito bajo los linderos siguientes: del punto donde desemboca la quebrada de San Francisco al río, éste abajo a encontrar el lindero de las tierras de Celestino Villa que es el filo del amagamiento el Rosario, éste arriba por todas las vertientes del río con sus labores altas y bajas a dar a la quebrada de San Francisco, quebrada abajo a salir al primer lindero. Se vende también a los mismos señores 2/4 partes de la playa contigua del mineral expresado bajo los mismos linderos y con la parte proporcional de los derechos de agua que expresa la escritura privada de 14 de Mayo de 1841 y medio derecho a labores altas y bajas de la San Francisco a la montañita, en el río que también le corresponde. Cuya venta la hecho en precio y cantidad de 375 pesos [...]”76 El señor Rafael Duque hizo negocios por sumas considerables, lo que nos hace pensar que la extensión de sus propiedades en la mina de Matasano son muy grandes, además como se podrá ver en otros documentos, la garantía que sobre la explotación de la mina hizo su dueño supone una alta rentabilidad ya que fácilmente puede poner toda su producción al pago de prestamos e 75 76 Archivo Notarial de Santa Rosa de Osos. Folio 39r. Mayo 5 de 1834. Archivo Notarial de Sopetrán. Notaria Única. Año 1846. 127 hipotecas. El señor Duque conjuntamente a su empresa minera realizó compras de tierras y casa en el respectivo paraje: “En la parroquia de Belmira a 2 de Noviembre de 1847 ante mí [...]pareció presente el señor Estanislao Jaramillo del vecindario de Entrerríos y dijo que vende y da en venta real y por enajenación perpetua al señor Rafael Duque vecino de esta parroquia un terreno, una casa y cocina de bareque y pajas en el paraje Matasano que esta en este distrito bajo los linderos siguientes: Del alto del Rosario filo abajo a dar a un mojón que hay cerca al río inmediato al Charcón, de éste abajo al filo más inmediato al amagamiento el Rosario en donde se encuentra otro mojón, éste mirando derecho a la boca del canalón de Revienta Arritranco, aunque el terreno no sube hasta allí, pues termina en la derecera del alto del Rosario primer lindero. Cuya venta la he hecho en precio y cantidad de 150 pesos los cuales tiene recibidos en moneda corriente y a toda su satisfacción.”77 La información que tenemos del señor Rafael Duque es casi nula, pero los negocios en que aparece ya sea como comprador, vendedor o en prestamos son múltiples, no sólo en Matasano, sino en el Rosario y en cercanías al Páramo. Con sus propiedades respaldaba ampliamente las deudas, como lo puede verse en la siguiente cita: “Rafael Duque vecino de Belmira a quien doy fe y conozco presentó boleta […] por hipoteca de un terreno situado en la jurisdicción de Belmira en que Rafael Duque va a asegurar la suma de 223 pesos 2 ½ reales a favor de Joaquín Gonzáles...Una montaña que ha comprado en la jurisdicción de Belmira y que antes perteneció al finado José Escolástico Londoño con la obligación de pagar esta suma en dos contados por plazo de 2 años. La montaña consta de los linderos siguientes: Por un costado linda con terrenos de Seferino Londoño, por el otro con terrenos de Pastora Londoño, por el frente con el Río Chico y por arriba con el filo de la cordillera la Salazar [...] Noviembre 20 de 1850.”78 Hipoteca sobre la producción de la mina de Matasano: “Rafael Duque vecino de la parroquia de Belmira declaro que debo a los señores Fulgencio Zapata y Alberto Gaviria (Ambos propietarios también de la mina) vecino el primero de la ciudad de Antioquia y el segundo de mi misma vecindad, la suma de 519 pesos...por tanto me constituyo en su deudor inquilino...y que quedo obligado a cambiarles a los señores Gaviria y Zapata el producto integro que produzca en oro las 77 Archivo Notarial de Sopetrán. Notaria Única. Año 1847. Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No.1. Caja General No. 22. Años 1848-1851. Cuadernillo suelto con 3 folios. 78 128 tres acciones que reconozco en la mina de Matasano, hasta completar la suma de 519 pesos”79 El paraje de Matasano al igual que el del Rosario, parecen haber sido los territorios de disputas de tierras y minas de propietarios de San Jacinto y de Petacas, especialmente entre los Londoño y Villa, habitantes de dichos parajes, ya por compraventas, ya por pleitos de tierras. Se puede observar que ambos partidos (Petacas y San Jacinto) buscaban su extensión en diversas direcciones y llegado el momento se encontraron ocasionando diversos choques entre los dueños: “Vicencio Jaramillo vecino de esta Parroquia [de Belmira] expongo que teniendo que valerme del testimonio de algunos individuos para que expongan sobre las preguntas siguientes: 1-Sobre conocimiento generales de la ley. 2- Si saben y les consta que ha muchos años yo e estado de estaca con mi familia en la mina de Severo García en el Paraje denominado la Quebrada de Salazar. 3- Que digan si saben y les costa que actualmente estoy trabajando la dicha mina, puesta por el propietario Severo García como dueño de aquella Mina y terreno, y si es verdad que siempre sin falta una semana se ha continuado en laborar dicha mina sin interrupción. Por tales fundamentos, y como encargado de aquella propiedad a V. suplico se suspenda el amparo en que colindan los señores Concepción Martínez, José María, Rafael y Gabriel Londoño, como consta de edicto que Usted tiene fijado en la puerta del despacho. Justicia que imploro [...] Edicto: El Gobernador de la Provincia El Sr. Alcalde del Distrito de Belmira hace saber que en este despacho se ha presentado el señor Concepción Martínez por sí y socios, José María, Rafael y Gabriel Londoño, denunciando una mina [...] de oro corrido en el Paraje denominado La Quebrada de Salazar, jurisdicción de Belmira, y cuyos linderos son; por una parte con el mineral del Señor Tiburcio Zapata, y por la otra con el amagamiento titulado el Primer Salto con todas sus vertientes; pidiendo en consecuencia se les libre el título correspondiente. En esta virtud se libra el presente despacho pero que se sirva citar los dueños de sus derechos colindantes; á fin de que aleguen sus derechos si los tuvieren, fijando este cartel por tres semanas; concluidas las cuales pregonó el denuncio, en tres domingos consecutivos, y en caso de que no haya contradicción, notificaré al denunciante practique la diligencia prevenida en el Art. 13 ley 10 part. 4º... Dado en Antioquia, á 10 de Agosto de 1852”80 79 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No.1. Caja General No. 22. Años 1848-1851. Cuadernillo suelto con 3 folios. 80 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No.1. Agosto 20 de 1852. Cuadernillo suelto con 12 hojas. 129 Paraje El Rosario El paraje del Rosario estaba ubicado muy cerca de Matasano, al cuál perteneció hasta mediados del siglo XIX. De este paraje no fue posible encontrar documentación sobre el periodo colonial. El nombre de El Rosario se debe a un amagamiento que tenía el mismo nombre. “Septiembre 26 de 1855. Seferino Londoño Vecino de Belmira vende a Salvador Londoño vecino de Belmira un pedazo de terreno en el amagamiento del Rosario de la jurisdicción de Belmira cuyos linderos son: por la parte de abajo de un mojón que está hacia la orilla del río a línea recta a dar a un mojón que esta en la parte[...] del filo y de este a dar a otro mojón que esta en la cañada junto al amagamiento del Rosario de este por toda la media falda mirando derecho a dar al lindero de Rafael Duque, río abajo al mojón primer lindero. Venta en 22 pesos de a 8 décimos.”81 Dos años antes de esta compra el mismo terreno fue motivo de una disputa con un individuo llamado Gabriel Londoño, el señor Seferino Londoño instauró una demanda contra éste por invadir sus tierras y hacerlo sin un titulo que lo autorizará como legitimo dueño, ya que el terreno había sido heredado por su esposa tras la muerte de su padre Celestino Villa.82 El nombre del amagamiento el Rosario probablemente cambio al de San José tomando como base el mapa hidrográfico del municipio de Belmira de 1964. Pues en él se observa la quebrada San José ubicada en los espacios que anteriormente hemos mencionado circunvecinos a la quebrada de El Rosario. El documento de venta del 21 de febrero de 1859 hace mención de la quebrada de San José, pero sus limites no son tan claros como para asegurar que ambos amagamientos son el mismos: “Quebrada San José (Rosario) En el distrito de Belmira a 21 de Febrero de 1859 ante mí el infrascrito secretario de la corporación municipal en ejercicio de las funciones de notario público y de los testigos que en el lugar se expresan parecieron presentes los señores José Ignacio Uribe y Raimundo Aguirre vecino el primero de Liborina y el segundo de Belmira a los cuales 81 82 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No. 1. Fol. 348r-v. Año 1855. Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Septiembre 12 de 1853. Cuadernillo suelto con 3 folios. 130 conozco y dijo el primero que le da en venta real y enajenación perpetua al señor Raimundo Aguirre dos acciones y derecho de tierras, las cuales pertenecieron a las ya finadas Francisca y Benedicta García la primera legitima esposa del vendedor y la segunda como tutor de ella hizo la precitada venta la cual fue desde el año de 1834 y como no le ha otorgado el correspondiente instrumento de venta lo otorga bajo los linderos siguientes: De un mojón de piedra que esta al lado de arriba del desemboque de la quebrada San José en el río Chico y de este a línea recta a dar a otro mojón que esta en la cuchilla, éste arriba todo lo que vierte a la quebrada de San José hasta sus cumbres volviendo por todo el vertiente a las cabeceras de la quebrada, ésta abajo a dar al mojón primer lindero[...]cuya venta la ha hecho en precio y cantidad de 24 pesos que tiene recibidos[...]”83 La primera alusión a esta quebrada se registra en un documento de 1752, cuando es amparado Gregorio Javier Mejía en un amagamiento llamado San José que desagua a río Chico. 84 Entre los propietarios de minas en esta quebrada están: Juan José Jaramillo vendió en 1797 a Miguel de Restrepo y Puerta una mina en la Quebrada San José, mina que fue de su padre Manuel Jaramillo por compra que había hecho a José Mesa. Parte de la mina la había vendido Manuel Jaramillo a José Luna. La venta total a fue por un valor de $ 3.400. “Incluyendo en esta venta 2 casas, que sobre las labores de dicha mina edificó dicho Luna y un pedazo de tierras con los linderos siguientes, desde el alto de San José cortando por una cuchilla que cae al salto del primer lindero, con advertencia que de esta venta se excluye la citada casa que el Luna excluyó de los avalúos, está en las cercanías de este sitio, con el correspondiente terreno, que se señala desde el palo de la Mata cogiendo por delante de la casa así al camino Real a dar al mampuesto de este por la acequia por debajo a dar a dar a dicho palo de la Mata”85 En 1853 Manuel Aguirre vendió a Raimundo Aguirre, vecino de San Jacinto, dos acciones y derechos de terreno en la quebrada San José, una de las acciones pertenecía a su esposa María Rodríguez y otra a Joaquina Rodríguez.86 83 Archivo Notarial de Sopetrán. Notaria Única. Año de 1859. AHA. Fondo Colección General de Minas. Tomo I. Fol. 14v. Año. 1752. Amparado en Antioquia el 2 de septiembre de 1752. 85 AHA. Fondo Colección General de Minas. Tomo I. Año 1797. 86 Archivo Notarial de Sopetrán. Notaría Única, 1853. 84 131 Paraje de Santa Rita. El paraje de Santa Rita es resultado de la extensión de la mina del Rosario hacia el occidente y el norte de la misma. Estaba ubicado dicho paraje en las inmediaciones de la parroquia de Córdoba (Antiguo sitio que dio origen al actual municipio de Sopetrán donde existía el resguardo de indios del pueblo de Sopetrán). Y el antiguo asentamiento del sitio de las Petacas, El nombre del paraje también lo es de una quebrada que se toma como centro del lugar, su nombre le fue dado, al parecer en 1792 por el señor José Miguel Duque vecino del Valle de los Osos; quien dice: “[...]Que se remontó personalmente de la mina de su hijo Isidoro nombrada La Concepción con los esclavos y peones libres, descubrió una quebrada que le puso por nombre Santa Rita, desde el salto que la divide del río donde esta su hijo hasta sus cabeceras.”87 El paraje se extiende en dirección sur hasta la quebrada del Pantano, en dirección norte hasta la quebrada de Sorbetanal (limite con el paraje de Santa Bárbara), hacia el occidente la cordillera que da para tierra caliente (Córdoba) y al oriente con el río Chico. Los límites de Santa Rita con la parroquia de Córdoba no estaban claramente establecidos, muchos de los propietarios de tierras en este lugar extendían sus propiedades abarcando zonas de clima caliente, probablemente por la diversificación de os productos agrícolas. Los propietarios que encontramos en Santa Rita no son muchos, entre los más sobresalientes se encuentra el señor José Antonio Tirado, mulato vecino de la parroquia de Belmira, casado con la señora Ana María Villa y el único hijo del cual se tiene registro. Los bienes de José Tirado son abundantes, entre ellos se encontraban esclavos que en algún momento colocó como prenda de garantía en sus negocios. Es uno de los pocos comerciantes del lugar de 87 AHA. Fondo Colección General de Minas. Tomo I. Fol. 78r. Amparado en Antioquia en Mayo 28 de 1782. 132 Petacas, pues sus negocios de ropas y víveres, como el cacao, nos hace pensar que tenía una especie de tienda, además los bienes que presenta en el avalúo de su mortuoria, hecho en 1835, muestran utensilios propios de una tienda. En la mortuoria de José Antonio Tirado se puede percibir esta situación, al encontrar: 4 y ½ libras de plata en pasta, 60 pesos en un terreno situado en la parroquia de Belmira que se avaluó en 160 pesos, quedando los 100 ha favor del señor Nolverto Ruiz. (La venta de este terreno se podrá ver más adelante), cuatro taburetes y cuatro sillas de sentarse, un tinajero, un escaparate pequeño, una mesa normal y otra china, 10 cenefas, Tarima, cajón con cerradura, dos frenos, dos ventanas y una puerta de tienda sin cerradura, un señor José de retablo, mesa con dos cajones sin cerradura, silla de montar, 21 vitelas de papel, una imagen de la virgen de Chiquinquirá, un San Antonio en retablo, una carga de ropa, 5 bancas, una imagen de la Pastora, 2 Palanganas (Cubetas, recipientes) Timanaes, 3 palanganas de plástico y 4 de loza, 31 platos de loza, 2 tazas, 1 jarra y una olleta de cobre. De los bienes raíces que tenía el señor José Tirado encontramos: Un terreno llamado el Chorrillo en la parroquia de Córdoba, sus linderos por el lado de Monte Grande, la quebrada llamada el Chorrillo y por el de la Santa Rita la Quebrada de Miranda ambas hasta sus cumbres. $300. Una estancia en la parroquia de Córdoba, con su trapiche, casa de trapiche, cocina con horno, casa de vivienda, cuatro árboles de cacao, un pedazo de caña dulce, unas matas de plátano y otras de ciraco. Una caza pajiza con su cocina y solar surcado de tapia en el pueblo de Sopetrán. Estos bienes sin contar los de la población de Córdoba y Sopetrán, sumaron 1154 pesos con 2 reales.88 Además de los negocios que José tirado hizo con otras personas, algunas de sus propiedades fueron negociadas entre sus familiares. Algunos meses antes de aparecer la mortuoria de José Tirado, que fue dada a su esposa como pago de su haber dotal, se hizo el negocio de uno de sus terrenos entre miembros de la familia: 88 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No. 1. Caja general No. 17. Años 1835-1837. Cuadernillo suelto con 14 folios. Junio 25 de 1835. 133 “Yo la ciudadana Ana María de Villa vecina de Belmira de la comprensión de esta villa de Santa Rosa. Que he dado en venta pública [...] al señor Joaquín Tirado mi legitimo hijo [...] a saber un derecho de terreno en Belmira cito en el paraje San Antonio pro indiviso con el derecho de terreno que tiene mi hijo político Nolverto Ruiz de 100 pesos y el vendido a este comprador es en 60 pesos fuertes que era el sobrante pues todo el terreno fue avaluado en 160 pesos fuertes.”89 Entre otros propietarios de tierras del paraje de Santa Rita encontramos apellidos como los Villa y los Zapata. Entre el 21 de Abril de 1845 y el 4 de Septiembre de 1859, se registraron en las notarias de Sopetrán y Santa Rosa 5 ventas de terrenos y casas en el Paraje Santa Rita, donde los vendedores son gentes con estos apellidos. Los negocios fueron hechos entre ellos y sólo aparecen como personas distintas el señor Vicente Gaviria, quien posee muchas propiedades en Petacas (Sobre todo en la parte urbana) y quien realizó compras de tierras y casa en dos ocasiones en dicho paraje: Alto del Perro (Santa Rita), Junio 18 de 1855. “Vicente Villa vecino de Belmira, vende a Vicente Gaviria vecino de Belmira, un pedazo de terreno y una casa pajiza y cocina situada en Belmira bajo los linderos: por la parte de arriba de la orilla del río lindando con solar de Pío Mesa, de este tomando filo arriba a dar al frente del corte actual, de este a lindar con terreno de los Zapatas siguiendo por estos por el alto nombrado del Perro a dar a Río Chico, este arriba a dar al primer lindero excluyendo a la demarcación de estos linderos los solares de Josefa[...]y Anacleto Londoño que esta de la chamba para abajo en los labrados del río. Cuya venta la ha hecho en 96 pesos de a 8 décimos”90 Cuatro años después, en 1859 el señor Gaviria compra a María Antonia Zapata 1/5 parte de otro terreno en el Alto del Perro, al parecer colindante al anterior, la suma de las compras de ambos terrenos fue de 126 pesos. Los linderos de la propiedad eran: “Del salto de la Quebrada denominada Santa Rita al lado izquierdo de dicha quebrada, del desemboque de dicha quebrada al río Chico, éste arriba hasta en derecera del alto llamado del Perro, de éste a línea recta a dar a la cordillera del vertiente a tierra caliente, por toda la cordillera de los nacimientos de la quebrada Santa Rita, hasta abajo a dar al primer lindero y sigue hasta el desemboque de la citada quebrada en el Río Chico deduciendo en esta venta el pedazo de terreno alinderado del señor Eusebio Zapata [...] cuya venta la ha hecho en precio y cantidad de 30 pesos que confiesa a 89 90 Archivo Notarial de Santa Rosa de Osos. Folio 31. Marzo 13 de 1835. Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No. 1. Fol. 345r-v. Año de 1855. 134 recibido[...]”91 El terreno correspondiente al señor Eusebio Zapata, el cual no entró en la negociación anterior, fue adquirido por compra hecha al señor José Manuel Villa en el año de 1845. El terreno fue avaluado en 60 pesos, que fue lo que el señor Zapata pagó por él; con los linderos siguientes: “Del desemboque de Santa Rita en el río Chico este arriba hasta el frente del alto nombrado el Perro mirando derecho al filo que vierte a Santa Rita con lo de sus vertientes a Santa Rita[...]”92 El presbítero Vicente Ceballos, es la otra persona que realizó compras en Santa Rita en un sitio denominado asientos de Rosa García (distrito de Belmira). El 12 de marzo de 1859 efectuó la negociación de dos terrenos colindantes, por los cuales pagó a Juan Nepomuceno Villa, Pablo Duque y Mariana Villa la suma de 137 pesos con 40 centavos. Los siguientes fueron sus linderos: “[...] Por la parte de arriba desde la cordillera denominada las Sabanas por derecera al amagamiento llamado de Rosa García, éste abajo hasta donde desemboca en el río Chico a donde esta un mojón, río abajo hasta en derecera del camino de los antioqueños en la salida al río Chico por la quebrada de Santa Rita éste a línea recta hasta volver a la cordillera denominada Sabanas por esta a volver al primer lindero[...]cuya venta la han hecho en precio y cantidad de 50 pesos que confiesan haber recibido[...]”93 Muchas de las compras realizadas en Belmira, indican el deseo de sus propietarios de aumentar, tanto sus propiedades como la extensión de las tierras. El siguiente terreno en el sitio llamado Barro Blanco en el río Chico, adquirido por el Pbro. Ceballos, a Santiago Zapata, el 12 de marzo de 1859, da cuenta de lo anterior si tenemos en cuenta que se ubicaba al linde de la propiedad de uno de los vendedores anteriores, el señor Juan Nepomuceno Villa, en el sitio que llamaban como el camino de los antioqueños (Camino que se dirigía desde Sopetrán hacia Santa Rosa de Osos) en el desemboque de la quebrada Santa Rita en el río Chico.94 91 Archivo Notarial de Sopetrán. Notaria Única. Año de 1859. Archivo Notarial de Sopetrán. Notaria Única. Año de 1845. Cuadernillo Suelto con dos folios. 93 Archivo Notarial de Sopetrán. Notaria Única. Año. 1859. 94 Archivo Notarial de Sopetrán. Notaria Única. Año. 1859. 92 135 Otra de las transacciones que se hicieron en este paraje, el 9 de abril de 1859, es la que efectuaron los señores Marcelino Zapata y Ana María Zapata en el Alto del Perro, en Santa Rita. El terreno es una herencia que el primero recibió de parte materna, la herencia total estaba repartida en 7 partes y una de ellas correspondió al señor Marcelino Zapata con otros dos hermanos suyos llamados Reyes y José León, esa tercera parte es la que vendió a la señora Ana María Zapata. La venta se hizo en el precio de 11 pesos con 40 centavos.95 Otro dueño de tierras en Santa Rita fue el señor Bernardo Mazo96, cuyos padres fueron los señores José Mazo y Micaela García. José Mazo era un moreno libre, tenía 5 hijos hombres y una mujer. En 1779 aparece como dueño de unos reales de mina, un caballo y una silla de montar.97 Poseía Bernardo Mazo tierras y minas en los sitios del Pantano y de San Antonio dentro de la jurisdicción de Santa Rita, entre las minas que registra en su testamento tenía reales de minas en San Antonio, un derecho de mina en río Chico y en Santa Rita, un derecho de mina de oro corrido en la piedra Mulata.”98Además de las minas mencionadas poseía dos pedazos de terreno, los cuales declaró así: “Declaro un terreno en disputa con mi hermano José Antonio hijos de mi hermano Eusebio quedando libres de disputa 4 derechos en el sitio el Pantano. Advirtiendo que es obligado el señor Marcelo García a poner en pacifica posesión de los derechos a mis herederos como vendedor [...] Declaro por bienes míos un derecho de terreno de pan y caballería en el sitio llamado el Banqueado por donación que me hizo de él, el señor Juan Francisco Zapata.”99 En documento fechado el 20 de Julio de 1861, el paraje de Santa Rita aparece perteneciente también a la Parroquia de Córdoba. Se puede apreciar que en este paraje se sembraron cultivos propios de tierra caliente como el plátano, lo que nos muestra que la extensión del paraje abarcaba un extenso espacio tanto en Córdoba como en Belmira y con esto se puede explicar 95 Archivo Notarial de Sopetrán. Notaria Única. Abril 9 de 1859. Casado con la señora Tomasa García, de cuyo matrimonio nacieron los siguientes hijos: Isidoro, José, Toribio, Hermógenes, varones de los cuales se hallaban en el año de 1835, 3 en el celibato y mujeres Celedonia, Concepción, Gregoria y Eleuteria, la primera falleció casada, la segunda casada y las otras 2 célibes. 97 AHA. Fondo Censos. Tomo 3361. Fol. 1v, 4r. Doc. 6453. Año 1779. 98 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No. 1. Caja general No. 17. Años 1835-1837. Cuadernillo suelto con 12 folios. 99 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No. 1. Caja general No. 17. Años 1835-1837. Cuadernillo suelto con 12 folios. 96 136 la cercanía administrativa, social y económica que tuvo Petacas con Sopetrán. Por ejemplo negocios que se realizaron entre vecinos de la localidad de Córdoba, se protocolizaron en Belmira.100 Paraje Santa Bárbara. El paraje Santa Bárbara se ubica en la parte más noroccidental de lo que hemos asumido como el territorio del Partido de Petacas. Ubicado muy cerca de las demarcaciones de Sacaojal que comprendía lo que es hoy en día el municipio de Olaya, con una fundación muy temprana. Los territorios de Sacaojal fueron dados como merced de tierras a varios encomenderos de la ciudad de Antioquia, entre ellos el Capitán Bartolomé Sánchez Torreblanca. Debido a su cercanía con el sitio de las Petacas, parece ser que las mercedes proveídas a los antiguos conquistadores del territorio de Sacaojal comprendieron parte de éste sitio, en lo que se llamó tierras en Chorquina, pero debido a lo ambiguo de los limites y al deterioro del documento101 no es posible verificar la ubicación de estas tierras en el antiguo territorio de Petacas. En una venta los esposos Lucas y Damacia Villa realizada en 1837, es posible apreciar la cercanía que tenían los territorios antes mencionados. Incluimos aquí parte del protocolo del documento que ilustra, además de límites, la forma en que la mujer (Así fuese propietaria) debía pedir la autorización de su esposo para poder negociar sus bienes: “Decimos nosotros Lucas y Damacia Villa vecinos de la parroquia de Belmira de la comprensión de esta Villa de Santa Rosa , marido y mujer con licencia y expreso consentimiento que primero ante todas cosas pido y demando yo la nominada al referido mi marido para otorgar esta escritura de venta, jurar y renunciar las leyes de mi favor, dijo el dicho que se lo concedo en bastante forma prometiendo no revocarla en contradecirla bajo la expresa obligación de mis bienes y rentas habidas y por haber, dijo la dicha que lo asiento, y de ella usando ambos juntos de mancomún y cada uno de nosotros en solidum, renunciando las leyes de la mancomunidad, división excursión y expensas como en ellas se contiene y declara otorgamos que tenemos vendido y vendemos en venta pública por juro de heredad, enajenación perpetua y para siempre jamás al señor Salvador Vélez [...] es a saber un derecho de tierras que hube yo la segunda por herencia paterna ubicado en la misma parroquia de Belmira y sitio de Don 100 101 Archivo Notarial de Sopetrán . Notaria Única. Año de 1861. AHA. Fondo tierras. Tomo 187. Doc. 4697. Febrero 4 de 1576. 137 Diego cuyos linderos son: Por la parte de arriba el alto del señor Telesforo Uribe, y por el otro costado hasta los visos de Juan García y Sacaojal, todo lo cual y que se incluye bajo de estos linderos se lo tenemos vendido por libre de censo, empeño y gravamen y recluyéndose en esta venta unos releses de mina que se hallan en los terrenos que posee el señor Telesforo Uribe en la misma parroquia de Belmira, cuyos releses se hallan en los linderos siguientes: de la boca de la quebrada la montañita de lado y lado de Río Chico a dar a la vega de la quebrada del Sorbetanal en la angostura del río indicado, todo lo que le tenemos vendido en la cantidad de 100 pesos fuertes, lo mismo que nos tiene dado y entregado de su mano a las nuestras.”102 El eje del Paraje de Santa Bárbara, es como en los anteriores un amagamiento, en este caso es la quebrada de Sorbetanal, que en algunos casos se encuentra como “Sorbetal” o “Solvetanal.” Las referencias encontradas acerca del paraje no son muchas, el más recurrente es una denuncia de una mina por el señor Andrés Londoño (que parece tener como oficio el de minero), quien a nombre de sus socios y el suyo hizo el denuncio de una mina de veta, que por lo demás son muy escasas en toda la región de Petacas, siendo la más común como ya se ha visto la de aluvión, claro esta que cuando el molino de pisones entro en funcionamiento fueron denunciadas minas de veta en Antioquia durante el inicio del siglo XIX. La mina que se denunció ya había sido laborada y se encontraba abandonada, pero se encontraron con la oposición de sus antiguos poseedores: “Andrés Londoño por sí y a nombre de los señores Emiliano y Etelvira Restrepo, ante mí presento que en el paraje Santa Bárbara parroquia de Belmira, del cantón de Santa Rosa, se ha descubierto por mí y mis compañeros, una mina de veta de oro de antiguo descubrimiento y que ha sido abandonada, deseando laborarla la denuncio ante usted presentándole muestras del mineral anunciado. El lugar donde esta dicha mina es el de Santa Bárbara puntos notables son el alto de Sorbetanal que vierte a la quebrada de Santa Bárbara por el oriente y a San [...] por el occidente […]”103 7 de Septiembre de 1852. Los dueños de la mina argumentaron su legítima posesión con la ayuda de testigos colindantes y pidieron la no adjudicación de la mina a Andrés Londoño, de todos modos la mina le fue amparada por encontrarse abandonada, esto sucedía en muchas ocasiones, ya que aunque tuviese dueños y amparo legal, por no estar en funcionamiento por algunos años se le adjudicaba nuevamente a quien lo solicitase: 102 103 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Folio 11v ss. Enero 12 de 1837. Archivo Judicial Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No. 1. Año 1852. Cuadernillo Suelto con 12 hojas. 138 “El señor Andrés Londoño y socios han descubierto una mina de veta de oro en el Paraje de Santa Bárbara de la Parroquia de Belmira en el Cantón de Santa Rosa. Pide sean amparados”. Pablo Gaviria del vecindario de Santa Rosa hace oposición de dicha posesión “porque la mina indicada pertenece a mí y a mis socios por compra que hicimos unos a los primeros denunciantes, y otros por haber sido por sí acreedores.” Narciso Martínez vecino de la Parroquia de Liborina como colindante de la mina de veta denunciada en el Paraje de Santa Bárbara. “expongo que la veta denunciada por el Sr. Andrés Londoño y socios se encuentra en el centro del mineral de oro corrido de Santa Bárbara el cual es de mi pertenencia […] pido que al dar posesión de dicha veta se tendrá presente que el agua y las tongas corresponden a antigua propiedad al mineral de oro corrido y al que actualmente tengo. El señor Andrés Londoño es amparado por haber encontrado la mina abandonada y desierta”.104 La conformación de Belmira se dio en parte, gracias a la composición de diversos parajes en su territorio, debido, principalmente a la explotación del oro. Los linderos de estas propiedades nos dan un indicio para entender, que permite entender un poco mejor, el porque en la actualidad, la documentación de la Belmira colonial se encuentra dispersa en diferentes poblados. Seguramente, la cercanía a las principales localidades de la época, incidía, en la decisión de las personas de desplazarse a registrar las propiedades. De igual manera, la conformación territorial de estos parajes demuestra lo extenso de una población que gestó su conformación gracias a la explotación del oro. Y comprender que en la actualidad puedan encontrarse belmireños y belmireñas registrando sus negocios y propiedades en Sopetrán, Santa Rosa de Osos y San Pedro. Belmira parte urbana. La parte que hoy conocemos como la cabecera del municipio de Belmira, estuvo inicialmente ubicada en la antigua posesión de la mina del Rosario, de la cual ya hemos hablado. La iglesia inicial del sitio de Petacas era la capilla donde se daba doctrina a los esclavos que trabajaban 104 Archivo Judicial Santa Rosa de Osos. Año 1852. Cuadernillo Suelto con 12 hojas. 139 en las diferentes minas cercanas a la del Rosario y donde concurría el resto de pobladores a participar de las ceremonias religiosas cada fin de semana. La primera capilla de Belmira o templo, como se le llamaba en la época colonial, fue llamada la Pastora, la cual estaba construida de palos y techo de paja. Mas tarde, en 1807 la Capilla fue trasladada al punto donde está actualmente y toma el nombre de Parroquia Nuestra Señora del Rosario, no es difícil suponer que el nombre que asumió se debió al que tenía la antigua mina que fue explotada en sus cercanías: “Modesto de Villa pide se le de licencia para construir de nuevo la expresada capilla (la Pastora) en otro lugar distante del que está como una cuadra poco más o menos en el que será ya permanente tanto por la solidez del terreno como porque se va a reedificar de tapias, y a techar de teja, pues la que tenemos a más de ser de paredes débiles por ser de palos, y cubierta de paja se halla en un estado que amenaza su pronta ruina.”105 Es difícil establecer los primeros pobladores de la zona urbana de Belmira, y el momento preciso en el cual se estableció el caserío que dio origen a la parroquia de Belmira. Muchos de los anteriores propietarios de minas y terrenos en los partidos que comprendían Belmira tenían casa con su respectivo solar en la plaza o en la parroquia como se decía, a excepción de los habitantes de San Jacinto que ubicaron sus casas en la parroquia de San Pedro. Sin embargo, es sólo hasta principios de 1800 y más exactamente en 1850 cuando se encontraron documentos que hablan de negocios de compra y venta de terrenos, casas y solares en la parroquia de Belmira. Algunos de los dueños con propiedad en Belmira fueron José María Villa, Bernardo Mazo (tenía 3 casas con solar cada una en la parroquia de Belmira), José Antonio Tirado, Vicente Gaviria que es quizá el más grande propietario de casas en la plaza de Belmira con su hermano Alberto, quienes además poseían una tienda en la plaza del lugar. En la parte de Belmira existieron dos capillas o templos, la segunda de ellas la empezó el 105 AHA. Fondo Erección de curatos. Tomo 435. Doc. 8315. Fol. 113 r. Mayo 11 de 1807. Solicitud de Modesto de Villa Molina al vicario Superintendente Dr Don Juan Salvador de Villa. El Vicepatronato Real le concede el 140 párroco interino Vicente Ceballos y fue concluida por el cura Luciano Gutiérrez.106 La conformación del poblado de Belmira, al parecer, pudo haber sido muy sencilla. La iglesia de Nuestra señora del Rosario era el centro, a su alrededor se encontraba la plaza principal, con una calle de entrada la cual llamaban la calle Real o Principal donde se ubicaba el cabildo y la gran mayoría de las casas, existía un callejón al extremo derecho de la iglesia que se dirigía al río Chico sobre el cual se construyó un puente que determinaba el camino para Santa Rosa. La descripción más aproximada que tenemos sobre el poblado es el siguiente documento en el que Andrés Villa vende el 19 de octubre de 1859 una casa y solar en el corregimiento de Belmira: “El señor Tomás María Zapata dijo que da en venta real y en enajenación perpetua al señor Andrés Villa mayor de 21 años y vecino del corregimiento de Belmira, una casa de tapias y tejas situada en el poblado de dicho corregimiento con su correspondiente solar en propiedad, cercos y demás mejoras como cocina pajiza y otras. Quedando todo comprendido bajo los linderos siguientes: Por el frente con la calle principal que es la entrada y salida de la plaza de dicho poblado, por un costado con la plaza referida, por otra con la calle que se nombra de “Timoteo” y por el otro con casa de Alberto y Vicente Gaviria y con solar de Ana María Zapata [...] y que las vende con todas sus anexidades en la cantidad de 200 pesos [...]”107 permiso que se pide. 106 Luis Alfonso Arias Restrepo. Boceto Monográfico de Belmira. 175 años de vida Municipal. 1814-1989. Editorial Piloto Ltda. Medellín, 1989, p. 33. 107 Archivo Notarial de Sopetrán. Notaria Única. Año. 1859. 141 142 Con relación a la conformación de las casas que se construían en el poblado, hemos encontrado un contrato entre el señor Alberto Gaviria y Estanislao Jaramillo maestro de obra, y pone como hipoteca una casa y un terreno, con lo que garantiza la inversión que hizo el señor Gaviria para la construcción de una casa en la plaza de Belmira. Las descripciones de la casa en el contrato son muy precisas y se pudo con base en ellas intentar reconstruir un bosquejo de lo que fueron probablemente las edificaciones en Belmira: “En la Villa de Santa Rosa a 14 de Septiembre de 1848 ante mí el escribano José López de Mesa[...]parecieron presentes los señores Alberto Gaviria y Estanislao Jaramillo vecinos de Belmira y José Ignacio Jaramillo vecino de Entrerríos[...] Pago José López de Mesa 8 reales de anotación de hipoteca de un terreno y una casa situada en Entrerríos en que Estanislao Jaramillo va a asegurar la suma de 495 pesos a favor de Alberto Gaviria [...]El señor Estanislao Jaramillo es obligado a construir una casa a Alberto Gaviria en la parroquia de Belmira en el centro del lugar en los términos siguientes: Llevará 19 varas de frente a la calle real, fuera de gruesos dividida, en una pieza de 5 varas y 6 de ancho que es el que lleva la casa, divídase con una tapia quedando con puerta a la sala y una ventana a la calle y un umbral cerrado: enseguida una pieza de 5 y ¾ y el ancho de 6 con una ventana a la calle y puerta al corredor a continuación después de la correspondiente cruzada de tapias un zaguán de 2 y 1/4 de vara de ancho en claro umbrales a la calle y al corredor al terminar las 19 varas quedara una pieza de 6 varas cuadradas, añadiéndole 3 varas al ancho y resultara de 9 varas de largo 2 puertas esquineras a las dos calles, una ventana a una calle y una puerta al corredor sigue una pieza de 4 varas de largo y 6 de ancho[...] la cocina llevara corredor[...]y su correspondiente chimenea[...]obligado Gaviria a darle a Jaramillo la piedra que necesite para la obra, bestias para arrastrar la madera necesaria, la teja necesaria para entejar, 495 pesos (los que ya tiene recibidos Jaramillo, en caso de que Jaramillo no entregue la teja a tiempo, que Jaramillo Vaya a entejar, serán de su cargo los daños que sufra el edificio por consecuencia de la falta de la teja. Jaramillo trabajara constantemente en la obra con los peones [...] y la entregara concluida el postrero de Marzo de 1849 a la entera satisfacción de Gaviria.”108 108 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Folio 142. Año 1848. 143 Elaborado a partir de: Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Folio 142. Año 1848 144 En la imagen puede apreciarse la arquitectura de las casas y calles de un poblado del siglo XIX, que pueden representar la localidad de Belmira en 1850. (Elaborado a partir de: A. de Neuville, Estudios Sociales No. 7. Adaptación de Juan Fernando Sepúlveda, Medellín, 2003) 145 Como se puede observar, el siguiente cuadro sobre propietarios de minas y tierras en Petacas, entre 1651 y 1861, de un total de 39 registros 15 fueron de minas y 24 propietarios de tierras y casas. Llama la atención como hasta 1823 priman las transacciones y herencias de minas y luego de tierras. Además de los 39 registros, 31 obtuvieron la propiedad por compra, 4 por herencia, 3 por amparo de minas y uno por denuncio. Es de notar que los precios de las minas es superior al de las tierras, claro que es preciso tener en cuenta las condiciones de producción de las minas y la extensión de las tierras y su ubicación. CUADRO No. 10 PROPIETARIOS DE MINAS Y TIERRAS EN EL PARTIDO DE PETACAS. 1651-1861 Año Propietario 1651 Herrera, Felipe 1672 1676 1688 1725 1766 1787 1790- Medio de obtención Amparo Propiedad Valor Mina de Nuestra Señora del Rosario Piedrahita, Isabel Viuda, herencia Mina de matrimonial Nuestra Señora del Rosario Pino, Antonio Compra Mina de Nuestra Señora del Rosario Buesso de Amparo Mina Valdés, Julio Villa Castañeda, Herencia Mina de Francisco. Nuestra (Presbítero) Señora del Rosario Rodríguez Lujan, Compra Tierra Joseph. Villa Castañeda, Herencia Mina de Juan Salvador. Nuestra (presbítero) Señora del Rosario Luna, José Compra Mina el Roble $ 3000 Dueño antiguo Lugar Sitio de Petacas Montoya, Fernando Sitio de Petacas Sitio de Petacas Sitio de Petacas Francisco de Sitio de Villa Petacas Hidalgo. (padre) Sitio de Petacas Francisco de Sitio de Villa Petacas Hidalgo. (padre) José de Paraje el 146 1791 1794 Londoño, Joaquín y tierras. Donación hecha Manuel Londoño. Mina por Salazar la 1798 Restrepo y Compra Puerta, Miguel Mina Roble. 1800 Urrego, Compra Domingo 1808 Ossa, Juan Compra Antonio y Ossa, Toribio Mina de $ 30 Portachuelo Tierras $ 35 1810 Echavarría, Pedro 1811 Villa, Pablo Mina de $ 30 Portachuelo Mina de los $ 80 dos Brazos. Compra Compra 1823 Villa, José María Amparo el $ 3.400 Minas y tierra. Mena, luego Manuel y Francisco José Jaramillo En 1750, Jerónimo de Guzmán vende a Carlos Molina Cataño y este deja como heredero a Manuel Londoño. José Luna. Rosario, Quebrada San José Paraje de la Salazar. Paraje el Rosario, Quebrada San José Sitio de Petacas. Don Joaquín Sitio de Londoño Petacas vende al padre de Eusebio Zapata unas tierras sin ser suyas, legítimos dueños los Ossa. Urrego, Sitio de Domingo Petacas Villa Sitio de Castañeda, Petacas Francisco. (Presbítero) Paraje de la Salazar. 147 1834 Villa, José Compra María, Jaramillo, Juan Nepomuceno, Jaramillo, Bartolomé, Ruiz, Genaro 1835 Tirado, Joaquín Compra Terreno montaña. Terreno $ 60 1837 Vélez, Salvador Compra Tierras $ 100 1838 Vélez, Isidro Compra de $ 60 1838 Vélez, Manuel Compra Pedazo montaña. Pedazo terreno. 1838 Villa, Bernardo Compra Pedazo terreno. de $ 150 1842 Restrepo, Félix Compra Terreno mina y $ 176 1843 Posada, José Compra María y Pérez, Facundo 1845 Zapata, Eusebio Compra Terreno $ 130 Mina $ 60 1846 Villa, Manuel Compra María, Zapata, Fulgencio, Alberto y Vicente Gaviria, Hoyos, Román María 1847 Duque, Rafael Compra 6/8 partes de $ 375 una mina Terreno y casa $ 150 con cocina de bareque y paja. Un pedazo de $ 100 terreno y casa 1849 Gaviria, Vicente Compra de $ 80 de $ 200 Villa, Lucas Paraje Matasano Villa, María Ana Paraje de la Salazar. Lucas y Paraje de Damacia Santa villa Bárbara Sitio de petacas Paraje Santa Rita Paraje de la Salazar. Vélez, Salvador Sitio de Petacas Jaramillo, Bartolomé y Ruiz, Genaro Villa, José María Duque, Rafael Paraje Santa Rita Paraje Santa Rita Paraje Matasano Jaramillo, Estanislao Paraje Matasano Jaramillo, Juan Paraje Santa 148 1850 Duque, Rafael Compra 1852 Escudero, José Compra 1856 Villa, Bautista Herencia 1858 Villa, Ignacio José Compra 1858 Zapata, María Compra 1858 Villa, José María Compra y Villa, Mauricio con cocina de bareque y paja. Un terreno de $ 223 y Montaña. 2 y 1/2 reales Un terreno de $ 100 Montaña Un terreno de $ 80 montaña, casa de bareque y paja y solar Una acción de $ 24 derecho de tierra Nepomuceno Rita Londoño, José Escolástico Arenas, Andrés Villa, Nepomuceno y Tirado, María Antonia Un cuarto de $ 18 Zapata, derecho de Marcelino y tierra. Uribe, Segundo Tierras $ 38 y Villa, 40 Silvestre centavos Pedazo de $ 48 Berrío, terreno Víctor 1858 Gaviria, Vicente Compra 1859 Gaviria, Vicente Compra Una quinta $ 30 parte de un pedazo de terreno 1859 Aguirre, Raimundo Compra Dos acciones $ 24 de derecho de tierra. Paraje de la Salazar. Paraje Santa Rita. La manga del guayabo, loma de Córdoba. Paraje Santa Bárbara. Paraje San Antonio Paraje Santa Rita Paraje Santa Rita Paraje Santa Rita Paraje Santa Rita Zapata, María Antonia, herencia de su padre Mateo Zapata García, Paraje el Francisca y Rosario su hermana Bernarda 149 1859 Vicente, Ceballos Compra 1859 Zapata, María Ana Compra 1861 Aguirre, Ignacio Londoño, Patricio José Compra y Derecho tierra de $ 87 con 40 centavos Una tercera $ 80 con parte de 40 derecho de centavos tierra. Cuarta parte $ 48 de derecho de terreno de tierra, con casa y cocina. Zapata, Santiago Zapata, Marcelino Paraje Santa Rita Paraje Santa Rita Villa Paraje El Jaramillo, Rosario Juan Nepomuceno Elaborado a partir de: AHA. Fondos:.Colección General de minas. Años 1752,1777, 1782, 1790, 1797. / Minas. Años. 1676, 1686, 1707, 1725, 1737, 1738,1811/Amparo de Minas Años. 1688,1692,1787,.1794./ Censos. Año 1779./Erección de Curatos. Año 1807. Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Años. 1834,1835,1837,1838, 1843, 1848, 1859. Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del Circuito No. 1. Años , 1819-1822, 1823, 18351837,1848,1851,1852,1853,1855. Archivo Notarial de Sopetrán. Notaría Única. Años. 1845.1846,1847,1853,1859,1861. Arias Restrepo, Luis Alfonso. Boceto Monográfico de Belmira. P.33 150 2.3.2 Partido de San Jacinto San Jacinto fue en el periodo colonial y de acuerdo a las fuentes estudiadas el lugar de mayor riqueza aurífera de Belmira como lo registra a finales del siglo XIX Manuel Uribe Ángel: “El punto minero de más importancia fue establecido en el paraje denominado San Jacinto, en donde aún quedan algunos negros de las antiguas cuadrillas de esclavos que beneficiaron las minas. La remoción del suelo a lo largo del río y en las faldas de las colinas ha dejado en muchos puntos montículos formados por la acumulación de pedernales, cascajo y tierra. Sobre esos depósitos crece alguna grama, que unida a la de los lugares no tocados por el minero forma praderas en que los vecinos cuidan sus ganados con prolija atención. La cordillera más prolija de Belmira es Santa Inés, y la corriente de agua del Río Chico”109 El sitio de San Jacinto fue uno de los primeros lugares en donde se ubicaron las cuadrillas de negros para la explotación de las minas en el territorio de Belmira. De acuerdo a la información encontrada, la mina San Jacinto empezó a explotarse desde el siglo XVII, el registro más antiguo que se encontró sobre esta mina data de 1715, que es la mortuoria del capitán Joaquín Zapata y Múnera, en la que declaró que parte de la mina era de su propiedad.110 Para la fecha indicada existía en el lugar un Real de Minas, compuesto de capilla, ranchería y ranchos para la cuadrilla de esclavos. El Dr. Francisco Javier González, decía en 1753: “Que en río que llaman río Chico, lindero de mi curato, se está fundando una nueva población de rancherías de negros esclavos de Don Sancho Londoño en el sitio que llaman de San Jacinto”111 Sancho Londoño donó parte de sus propiedades en San Jacinto al convento de las Carmelitas. 109 Manuel Uribe Ángel. Compendio de Geografía del departamento de Antioquia. Medellín. Imprenta Republicana. 1887.p. 128-129 110 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 318. Do 6115. Año 1715 111 Javier Piedrahíta, Historia Eclesiástica de Antioquia, colonia e Independencia. 1545-- 1828. Documentos y Estudios. Medellín. Editorial Gran América. 1973 p. 267. 151 En 1755 en la visita realizada a San Pedro se informaba de la existencia de la Viceparroquia de San Jacinto. “La Viceparroquia de los minerales del Dr. Don Sancho José Londoño en San Jacinto cuya merced hecha al corregidor Don Sancho Londoño su padre por el Ilmo Sr. Dr. Don Francisco José de Figueredo en 21 de marzo del año de 1752 dista de la parroquia como dos leguas y media”112 El partido de San Jacinto de acuerdo a las fuentes consultadas estaba conformado por los parajes de San Jacinto, La Perico, La Miel , El Zancudo, Las Playas, La Tolda, La Amoladora. El Llano, El Cenizo y la Zafra, entre otros. Veamos en algunos de estos parajes como estaba distribuida las propiedades mineras y territoriales y en manos de quienes estaban las mismas en el siglo XVIII. Paraje San Jacinto. Sobre la mina San Jacinto113, como dijimos anteriormente, encontramos que en 1715 en la mortuoria del capitán Joaquín Zapata y Múnera, hijo del alguacil mayor Don Juan Zapata y Múnera y de Doña María de la Serna Palacio, se decía que unos de sus bienes era la parte de la mina de San Jacinto, y parte de la mina del Espinal.114 Un año después, en 1716, el hijo de Pedro de la Serna Palacio, Francisco José de la Serna Palacio, cura de Santo Domingo de Petacas, declaraba entre los bienes de su padre, una parte de la mina de oro corrido llamada San Jacinto, en ella tenía una ranchería y una iglesia cubierta de paja y las alhajas en ella existentes. Declaraba también una mina en río Chico en el paraje la Miel del mismo partido, tierras de pan y caballería en el partido de Río Chico, 46 112 Las Parroquias de Medellín Documento publicado en la Revista de la Universidad Pontificia Bolivariana. Vol. XXIV. p. 423- 424 En 1755 San Pedro fue visitada por la autoridad eclesiástica por medio del Dr. Villa visitador encargado del Dr. Obregón. 113 Sobre el Paraje San Jacinto encontramos en las fuentes que se pudieron encontrar la siguiente información en lo relacionado con las propiedades. Es importante aclarar que es difícil determinar en algunos casos si la información hace alusión al paraje o al partido como tal. 114 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 318. Doc. 6115. Año 1715 152 esclavos, y herramientas. Francisco José como cura, administró y se desempañó como patrono y capellán de las capellanías que habían fundado y de la cual le había entregado 1000 pesos de oro de 20 quilates, y 500 pesos de oro de la capellanía que había fundado el alguacil Don Juan Zapata Gómez de Múnera.115 En 1752 en la Mortuoria de don Francisco Javier Zapata, vecino de la ciudad de Antioquia, hijo de Juan Zapata y Múnera y de Doña María de la Serna Palacio, declaró entre sus bienes una mina en Petacas y una parte de la mina de San Jacinto la que hubo por herencia de don Juan Zapata su padre.116 Finalizando el siglo XVIII, en 1796 encontramos que José María Uribe, vecino de San Pedro compró una mina en el paraje San Jacinto al albacea testamentario de José Antonio Martínez y este del Dr. Sancho Londoño. La mina la compró en 50 castellanos de oro en polvo y estaba ubicada en los siguientes linderos: “La boca de la angostura, donde desemboca el amagamiento nombrado el Zancudo, hasta su cumbre, y de dicha angostura para abajo a dar a un revertideros; y por la otra banda del Río el amagamiento, que está en frente del citado amagamiento del Zancudo y de la parte abajo a dar al amagamiento que llaman de la difunta Rogelia.”117 En 1801 Policarpo Londoño compró en compañía de su madre Atanasia, vecina de San Jacinto, un pedazo de tierra en el paraje San Jacinto por 10 castellanos a Joaquín Londoño118. Joaquín Londoño era vecino de Medellín y en 1802 vendió a Ignacio liberto del Dr. Ignacio Gutiérrez un pedazo de tierras en el sitio San Jacinto jurisdicción de San Pedro en 50 castellanos.119 De donde se deduce que para comienzos del siglo XIX la tierra se estaba convirtiendo en un negocio rentable, en un año esta tierra generó para su dueño una utilidad de 40 castellanos. 115 AHA. Fondo Notarial No 2. Fol. 51r. Año 1716. AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 317. Doc.6113. Año 1752 117 AHA. Fondo Colección General de minas. Tomo I. Año 1796 118 AHA. Fondo Notarial No 37. Año 1801. 119 AHA. Fondo Notarial No 38. Año 1802. 116 153 Leandro Londoño compró en 1801 a don Juan Prudencio de Marulanda, vecino de la ciudad e Arma de Rionegro, parte de una mina en San Jacinto en 90 pesos. En 1805 adquirió el resto de la mina en 60 pesos. De ella pidió el amparo para que se la acreditaran como suya.120 En 1806 Leandro pidió al vendedor de la mina le hiciera el saneamiento de la venta ya que algunos señores querían adueñarse de ella, entre ellos el Dr. Ignacio Gutiérrez, Don Antonio Builes y don José María Uribe. Leandro solicitó escritura de los aventaderos que ocupaban los Builes, sin embargo, Don Antonio Builes planteó que era dueño de la propiedad desde hacía más de 15 años por compra que había hecho a su hermano Narciso, que igualmente dichas tierras fueron de su padre por “donación remuneratoria con que le gratificó el difunto Dr. Don Sancho Londoño. Prudencio de Marulanda entregó escritura de la parte que, según él, le había vendido a Leandro correspondiente a la parte baja de la mina que le había vendido en 60 pesos. Bajo linderos que describió así: “Por la parte de arriba lindando con Don Antonio Gutiérrez, inclusa en la venta la Quebrada llamada Zafra, desde los encuentros, hasta sus nacimientos, con todas sus vertientes.”121Dijo que el resto de la mina se la vendió al mismo Leandro en los siguientes linderos. “por la parte de abajo, lindando con el Dr. Don José Ignacio Gutiérrez; y por la de arriba con José María Uribe; Cuyo derecho hube de Don Sancho Londoño su suegro”122. En el siguiente mapa podemos observar la división de esta mina en labores bajas y labores altas y las partes que correspondían a sus respectivos propietarios. 120 AHA. Fondo Minas. Tomo 364. Doc. 6784.Guarne junio 9 de 1781. AHA. Fondo Minas. Tomo 364. Doc. 6784. Fol. 120r. Año 1806 122 AHA. Fondo Minas. Tomo 364. Doc. 6784. Fol. 118r-121r. Año 1806 Véase También: AHA. Fondo Minas. Tomo 348. Doc. 6588. Año 1807 121 154 Mapa del pleito entre los señores Londoño, Uribe y Gutiérrez (Fuente: AHA. Fondo Minas, Tomo 348, Doc. 6588, Año 1807) 155 Paraje el Zancudo. El Zancudo se conoce hoy como ramal de la cordillera central, entre los municipios de Belmira al este y Entrerríos al oeste. Tiene una altura aproximada de 2500 metros sobre el nivel del mar.123 En este paraje las dueñas de tierras fue la comunidad religiosa de las Carmelitas por donación que les hizo el Dr. Don Sancho Londoño. Es este paraje y los de Playas, Tolda y Amoladora en donde se instalaron algunas de las primeras cuadrillas que entraron a la localidad de Belmira. El apellido Londoño es el que más sobresale en dicha zona, fue el apellido que se le adjudicó a los esclavos de Don Sancho, esclavos que trabajaron en el Real de Minas de San Jacinto y que fueron luego de propiedad de la comunidad religiosa de las Carmelitas, quienes luego de comprar o adquirir su libertad se quedaron en las zona, adquirieron tierras por medio de la compra directa, a las mismas Carmelitas, otras a particulares y curas. Ellas solicitaron amparo de minas y años más tarde ejercieron Cargos Públicos como fue el caso de José Gregorio Londoño quien se desempeñó como regidor y el de Mónico Londoño que fue Alcalde de Belmira124. Algunos de los registros encontrados sobre esta zona datan del periodo comprendido entre los años 1795 y 1850 veamos: Joaquín Yepes, vecino de Medellín decía en 1795 que había descubierto una mina en la quebrada el Zancudo, la cual fue amparada,125 18 años después vendió a Benito Amaya un pedazo de tierra aledaña a la mina, bajo los linderos siguientes: “primer lindero de la boca de una chamba, cascajero arriba a dar a la quebrada, quebrada arriba hasta el segundo amagamiento. De este mirando a la sierra, sierra abajo a dar al primer lindero.” La venta fue hecha en 100 castellanos de oro en polvo, 50 a censo redimible y el resto, cuando cómodamente pudiera el comprador.126 El 18 de abril de 1814 María Orrego, vecina de Sopetrán, vendió a Juan Ramírez un derecho de tierra en el paraje el Zancudo que había adquirido por herencia paterna del difunto Javier 123 Agustín Codazzi. Diccionario Geográfico de Colombia. Bogotá, Banco de la Republica, 1971. Véase en esta misma Monografía el capítulo “ Cargos públicos, y administración de Belmira.” 125 AHA. Fondo Minas. Tomo 366. Doc. 6825. Año 1795. Fue amparado en Antioquia el 28 de enero de 1795. 126 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Abril 10 de 1813. 124 156 Orrego. La venta la hizo en 20 castellanos de oro en polvo127.el mismo año María compró a su hermana Gertrudis el derecho que le había dejado su padre lo compró en 40 castellanos.128 Sin Embargo anterior a 1814 es propietario de minas el capitan José Antonio Londoño, hijo de don Melchor Londoño quien en 1810, fue amparado en los releses de mina que había comprado su padre a Bernardino Álvarez, síndico del convento de las Carmelitas cuyos linderos fueron ubicados en el amagamiento el Zancudo. Sobre esta mina se presentó un pleito porque Don Ignacio Londoño decía tener derecho sobre ella ya, y que estaba ubicada en sus terrenos, a lo que argumentó José Antonio que: “Después de realizada la acequia y canalón Ignacio Londoño de aquel sitio sin necesidad y con fines particulares se propuso impedirnos el trabajo, alegando mejor derecho a la compra de la mina. Sin necesidad dije, porque tiene en la Candelaria una mina... a la cual aún sus nietos no le darán fin y aún en los mismos releses donde mi padre compró tiene igualmente otro pedazo que aún no trabaja y allí contiguo puede comprar más sin prejuicio de la de mi padre que se halla distante. Funda su mejor derecho en ser dueño de tierras; y que perjuicio recibirá en unos cafetales, que ni él ni otro alguno podrá cultivar. Y como podría aún cuando el terreno fuera útil cultivarlo, quien tiene dos minas de inmensidad, y sólo dos hijos, y un yerno. No hay razón por esta parte para que se nos despoje, mucho menos refundiéndose el perjuicio en la Real Hacienda, pues mi padre y sus 6 hijos grandes deben pagar los derechos de Mazamorras y estos no ingresaran en Cajas Reales si se les despoja de la mina.”129 Para el año de 1821 el capitán José Antonio Londoño manifestó en su testamento, que tenía por hijos a Manuel María, Antonio María, José Gregorio Londoño, Salvador, Julián, María, María Rosa. Declaró entre sus bienes algunas reses y caballos que se los dejó a sus hijos. Declaró igualmente que tenía casa, tierras, mina y herramientas en San Jacinto. Además estipuló que, “del quinto de mis bienes mando que saque un pedazo de tierra cogiendo la quebrada de la Cayetana quebrada arriba hasta la montaña cogiendo el amagamiento a lindar con don Juan Nepomuceno Gutiérrez que saque este para mis tres hijos Julián, Salvador y 127 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Abril 18 de 1814. Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Junio 7 de 1814. 129 AHA. Fondo Minas. Tomo 350. Doc. 6608. Año 1810. 128 157 Rosa en recompensa de lo que me han acompañado y asistido”130 Nombró como albaceas al señor Juan Nepomuceno Gutiérrez y a sus hijos Salvador y Julián.131 Don José Antonio Falleció el 9 de abril de 1825. El y su familia eran esclavos de la cuadrilla de las Madres Monjas del Carmen en el Real de Minas de San Jacinto. El síndico de este monasterio fue para este tiempo Bernardino Álvarez, con quien trató don José Antonio la libertad de sus hijos. Al respecto dice su hijo José Gregorio: “de donde resulto que todos entramos trabajando haciéndose los abonos, a beneficio de la deuda, como todo consta de recibos. Pero como el señor sindico expuso por principal condición que no daba cartas de manumisión Inter. tanto no se cancelara la deuda con el pago en lo general de su importe. En esta virtud es corriente que todos los bienes muebles y raíces que dejó mi padre por su óbito, están sujetos a la integra satisfacción no solo al débito del monasterio que como dueño es privilegiado, sino también a las demás acreencias, entre ellas las mías, que es pírrima, ... pues por disgusto que hube con mi padre no abona nada con mi trabajo a mi libertad y por tal hube de formar contrato con el señor sindico obligándome a 120 castellanos, de que aun debo no poca cantidad”132 Las disputas entre padre e hijo, José Antonio y Gregorio fueron resueltos Así: “dice José Antonio que en razón de los intereses disputados nos hemos convenido en que mi hijo Gregorio Londoño quede en posesión y propiedad del pedazo de mina que ha poseído por más de 6 años; y yo Gregorio digo que renuncio como se ha tratado a favor de mis hermanos toda la herencia paternal que podía tocarme por muerte del señor mi padre. Que en razón de tierras del lindero de Medina para arriba son mías propias mina y tierras de mi Antonio Londoño, y de Medina para abajo es el pedazo de mina de Gregorio, y no las tierras donde no tiene derecho ni él ni sus herederos. En cuanto a las aguas declaro que medio amagamiento del nombrado que cae a la quebrada de Cayetanito, la mitad es de Gregorio y la otra mitad mía y los otros dos que están más abajo son propios de Gregorio”133 130 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No. 1 Caja General No. 12. Años 1819-1822. Cuadernillo suelto con 4 folios. 131 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No. 1 Caja General No. 12. Años 1819-1822. Cuadernillo suelto con 4 folios. 132 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No. 1 Caja General No. 15. Años 1826-1828. Cuadernillo suelto con 31 folios. 133 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No. 1 Caja General No. 15. Años 1826-1828. Cuadernillo suelto con 31 folios. 158 En 1825 Manuel María Londoño, hijo de Don José Antonio Londoño, tenía mina de aluvión en el amagamiento el Zancudo en compañía de Manuel Puerta y Ricardo Sierra, en sus terrenos encontraron un hilo de veta del cual pidieron amparo. Los linderos de sus tierras eran: “tomando desde la que cubren la mina de oro corrido que poseo a dar a la Quebrada de Zafra, hasta su desemboque a Río Chico y de la otra banda de este arriba a dar a la Quebrada nombrada la Amoladora hasta su cumbre, tomando desde allí la derecha al primer lindero.”134 Lindando con esta propiedad denunció Juan Nepomuceno Gutiérrez y Tomás Londoño, en el año de 1825 una mina de oro corrido en el amagamiento el Zancudo. Estos dos señores fueron los mayores propietarios del paraje la Perico. La mina que denunciaron estaba bajo los linderos siguientes: “...a la derecha, lindando con el registro que hizo Manuel María Londoño, de este a la cañada de arriba, hasta su cumbre, y por esta hasta la Quebrada de la Salazar este abajo hasta su desemboque en Río Chico, de este por derecera así el lado de la Izquierda a la otra cordillera del lado de Sopetrán, cordillera abajo, hasta los nacimientos de la Quebrada nombrada la Amoladora, y de esta abajo mirando por derecha a dar al primer lindero cuyo mineral en el día se halla valdío (sic) y no es labrado por persona alguna.135 En 1837 se dio un pleito sobre los terrenos de la difunta136, terrenos comprendidos entre la quebrada la Zafra que sigue abajo la corriente del río Chico y la de arriba llamada quebrada el Zancudo, pleito que se dio entre los señores José, Manuel María Londoño, Juan Bautista Uribe todos vecinos de la aldea de San Jacinto, y Evaristo Zea con los señores Sierra.137 En 1847 Domingo Arboleda vecino de Belmira vende bajo escritura pública un pedazo de mina a Pablo y José Pablo Jaramillo, en 800 reales, más una séptima parte en la mina llamada San Andrés bajo los linderos y extensión: 134 AHA. Fondo Colección General de minas. Tomo II. Año 1825. AHA. Fondo Colección General de minas. Tomo III. Año 1825. 136 El documento no hace claridad sobre quien es la difunta. Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Folio 283. Diciembre 28 de 1837. 137 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 283. Diciembre 28 de 1837. 135 159 “de la angostura llamada Zancudo ó colgadero en que están ahora los Jaramillo, río arriba por uno y otro lado hasta dar a la otra angostura denominada el Páramo. Por el primer lindero se toca con los límites de la mina de unos señores Areizas y por el segundo con los de la mina del señor Antonio Correa. La extensión de la mina de angostura a angostura será como de 60 cuadras de a 100 varas y el ancho como de 5 ó 6 cuadras de a 100 varas a cada lado del río.”138 Mina que años antes había comprado Domingo Arboleda en compañía de sus hijos al señor Juan José Chavarría. La venta total que Arboleda hizo a los Jaramillo fue de 100 pesos139 En 1848 José María Escudero y socios vendieron al Pbro. José María Velilla un terreno situado en San Jacinto de la jurisdicción de Belmira. Estos terrenos incluían tres derechos de tierras situados en el paraje San Jacinto que obtuvieron de la mortuoria del finado Juan Nepomuceno Gutiérrez, los tres derechos estaban ubicados uno en el paraje Perico, otro en la Miel, y el otro, en el paraje el Zancudo, este último estaba, “en el lado del Zancudo o Toruro, del desemboque de la quebrada de Zarza en Río Chico, esta arriba hasta la cordillera, esta arriba hasta la cabecera del amagamiento llamado Medina alinde con las tierras del difunto José Zavala, amagamiento abajo hasta el desemboque de la quebrada de la Zarza primer lindero y alinde con las tierras de Ignacio Timoteo Londoño.”140 En el año de 1858, el Juez del circuito de Santa Rosa envió un despacho al Juez del circuito de Sopetrán pidiéndole que dispusiera que el Corregidor de Belmira le tomara declaración a Cansino Londoño de acuerdo a las preguntas que se le formulaban como prueba en el juicio que se llevaba a cabo entre José María Sierra y Rosalía Tamayo sobre deslinde de terreno en el Zancudo. El registro de las tierras data de 1810, época para la cual Juan Ramírez poseía unas tierras en el Zancudo, cuyos linderos eran: “Del paso antiguo de los Antioqueños en la quebrada del Zancudo antes de reunirse esta quebrada con la de la Tolda o Pontezuela, siguiendo el camino antiguo de los Antioqueños 138 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No 1. Caja General No 17. Años 1835-1837. cuadernillo suelto con 7 hojas. 139 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No 1 Caja General No 17. Años 1835-1837. cuadernillo suelto con 7 hojas. 140 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 118r. Año 1848. 160 hasta el alto de la cordillera del Zancudo, por esta cordillera a coger el filo que cae a los nacimientos de la quebrada del Zancudo, por esta quebrada bajando a el paso antiguo primer lindero.”141 En dichas tierras tenía casa, cultivos y mangas en las que tenía animales. Las tierras fueron vendidas más tarde al señor Roque Restrepo, quien las trabajó por un tiempo, al igual que otro terreno más que había comprado. De ellas pasaron unas a remate y otras se las vendió a José María Sierra, este se las vendió a Eugenio Sierra. Las preguntas planteadas son bien interesantes en cuanto a que explican un poco sobre las quebradas del paraje, la quebrada del Zancudo y la Tolda o Pontezuela. Igualmente hace claridad este documento sobre el camino llamado el “camino de los antioqueños”, camino que comunicaba la región Norte, con la región del Occidente, veamos: “Digan todos si es cierto que de la cordillera del Zancudo en la parte por donde pasa el camino Real que conduce de Santa Rosa a Sopetrán y a Antioquia a más de otras pequeñas aguas o amagamientos nacen dos quebradas de consideración o algo grandes, la una llamada quebrada del Zancudo y la otra llamada por unos la Tolda y por otros Pontezuela. Digan todos si de estas dos quebradas la más grande es la conocida con el nombre de quebrada del Zancudo, y llamada siempre con este nombre. Digan todos si es cierto que estas dos quebradas, la del Zancudo y la de la Tolda ó Pontezuela se juntan o reúnen en una sola un poquito más arriba del punto o paraje donde las pasa o atraviesa hoy ya reunidas el camino real llamado de los antioqueños, que parte de Santa Rosa para Sopetrán y Antioquia pasando por Entrerríos. Digan todos si es cierto que el camino real de los Antioqueños del que se ha hablado no pasa al presente en el paraje del Zancudo por donde mismo pasaba ahora tiempos. Digan todos si es cierto que ahora tiempos ese camino un poco antes de llegar a la quebrada del Zancudo, se dirigía directamente y esta, la cruzaba o pasaba más arriba del paraje donde se junta dicha quebrada con la de la Tolda o Pontezuela; luego atravesaba ese camino el terreno que queda entre las quebradas del Zancudo y de la Tolda o Pontezuela y caía después a esta última; la cruzaba o pasaba y seguía para el alto de la cordillera del Zancudo. Digan todos si es verdad que ese camino se cambió hace algunos años en el paraje del Zancudo, pues al presente antes de caer a la quebrada del Zancudo cambia la dirección antigua que tenía y viene , a para parar ya reunidas o juntas las dos quebradas del Zancudo y de la Tolda o Pontezuela, un poco más abajo de donde se juntan, y sigue directamente para el Alto del Zancudo. 141 Archivo Judicial Santa Rosa de Osos. Juzgado del circuito No 1. Año 1858.Cuadernillo Suelto con 5 folios 161 Digan todos si es cierto que lo que siempre se ha llamado y se llama paso antiguo de la quebrada del Zancudo, en el camino real de los Antioqueños. (Y del cual paso se habla en la pregunta) es el que existía o había existido y hay en dicha quebrada del Zancudo, en el punto donde sola y antes de juntarse con la de la Tolda o Pontezuela, la cruzaba el camino antiguo de los Antioqueños y del cual paso se habló en la pregunta siete. Digan si es cierto que andando o yendo del Peñón o Peñol para el Zancudo por la cordillera que separa los vertientes de rió Chico de las de río Grande, por el camino antiguo de los antioqueños, la primera quebrada que se encuentra al llegar al Paraje del Zancudo es la quebrada llamada del Zancudo y después y más allá se encuentra otra quebrada más chica llamada la Tolda o Pontezuela.”142 Paraje La Perico. Con el nombre de la Perico también se conoce actualmente la quebrada afluente del río Chico ubicada, al sureste de la cabecera municipal de Belmira.143 En este Paraje tenían propiedades mineras y territoriales funcionarios públicos de la ciudad de Antioquia y de San Pedro, comerciantes, sacerdotes. Propiedades que más tarde pasaron a manos de sus descendientes y luego a pobladores que se establecieron allí como los esclavos que al adquirir su libertad compraron su pedazo de tierra para construir casa , cultivar y mazamorrear. Cabe destacar que la parroquia de San Pedro también tenía allí propiedades que fueron donadas por algunos propietarios. Sobre este paraje encontramos registros de minas, compraventa y pleitos de tierras que van desde 1755 a 1849. Veamos: En 1757 el comerciante Sargento Mayor Don Manuel García de la Fuente tenía una mina de oro corrido en la quebrada la Perico, avaluada en 400 pesos de oro, la que trabajó con parte de sus 42 esclavos. En 1763 se decía que la mina era de muy baja rentabilidad al punto que nadie la quería comprar.144 142 Archivo Judicial Santa Rosa de Osos. Juzgado del circuito No 1. Año 1858.Cuadernillo Suelto con 5 folios. Agustín Codazzi. Diccionario Geográfico de Colombia. Bogotá, Banco de la Republica. 1971. 144 Beatriz Patiño Millán. Riqueza, pobreza y diferenciación social en la Antioquia del siglo XVIII. Medellín, Universidad de Antioquia, 1985. 2 Vols., p. 343. 143 162 Juan Nepomuceno Gutiérrez,145 vecino de San Pedro, se desempeñó como administrador particular de correos. Basándonos en las fuentes consultadas, este señor se puede considerar entre los mayores propietarios de tierras que halla tenido este paraje, el paraje tomo el nombre de la mina llamada la Perico en tierras de Don Juan Nepomuceno. En 1833 declaró José Tomás Londoño en su testamento que la mina la Perico era de su propiedad, la cual había comprado al señor Juan Nepomuceno Gutiérrez. Que de ella vendió un derecho a Juan Bautista Uribe en 110 pesos, y dio otro en donación graciosa a Francisco Zapata de San Juan. Igualmente, declaró dos casas pajizas con cocina en terrenos de Juan Nepomuceno Gutiérrez.146 Dos años después la esposa de don José Tomás, María de la Luz Londoño entregó escritura de un Derecho de la misma mina a su cuñado Manuel Silvestre Londoño quien le había comprado a José Tomás Londoño su hermano en 50 pesos fuertes.147 Para este mismo año de 1833 don Juan Nepomuceno Gutiérrez había dado, en aseguro de su cargo como administrador de correos, un pedazo de sus terrenos de la Perico avaluado en 250 pesos, de acuerdo a un requisito de Ley que decía sí: “conforme a lo dispuesto en el artículo 203 del plan orgánico de Hacienda y posteriores resoluciones del Supremo Gobierno cuyo aseguro debe ser hasta en la cantidad de 100 pesos en finca que se halle libre de censo, empeño, o gravamen.”148 145 En el Repertorio Eclesiástico de Medellín encontramos el informe de la visita eclesiástica realizada en 1874 a San Pedro por el Sr. Obispo Dr. José Joaquín Isaza. en ella haciendo referencia a Juan Nepomuceno Gutiérrez dicía: “Es imposible entrar al templo de San Pedro sin recordar a cada paso el nombre del finado Juan Nepomuceno Gutiérrez, el más insigne bienhechor de aquella iglesia; pues muchos de los objetos preciosos que ella contiene se deben a su piadosa generosidad; quien ya, con sus donaciones, ya con su influjo, proporcionó a la iglesia todo cuanto podía necesitar para el cultivo divino. Los restos de este distinguido sujeto reposan en un pequeño monumento de mármol, que está colocado en un jardín que tiene la iglesia al lado izquierdo, honor bien merecido”. Repertorio Eclesiástico de Medellín. p. 547. 146 Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del Circuito No 1. Caja General No 17. junio 30 de 1835 147 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 107. Año 1836. 148 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 182. Agosto 19 de 1833. 163 Los primeros propietarios que tuvo la mina la Perico parece fue el señor Gutiérrez y el Pbro. Dr. Francisco Antonio Saldarriaga de este último la heredó María Antonia Saldarriaga, su hermana. Esta señora la vende a Don José Tomás Londoño y a su esposa María de la Luz Londoño vecinos de Belmira. El 14 de febrero de 1837 la mina vuelve a manos de Gutiérrez pues le compra a doña María de la Luz Londoño quien había quedado como albacea de su difunto marido, la mitad de la mina, el lado de occidente, casa y cocina de paja en 130 pesos y 5 reales. La otra mitad, el lado oriente, le seguía perteneciendo a doña María de la Luz, y a otros, que habían comprado a su esposo, menos “un pedacito de esta” que ya le habían vendido a Joaquín Gutiérrez.149 En 1838 Doña María de la Luz Londoño en su función de albacea entrega escritura de un derecho de mina que don José Tomás había vendido a los señores Reyes, Juan Bautista, Alejandro, y José Leandro Uribe sin haberles entregado la escritura correspondiente: “el derecho de mina está ubicado en San Jacinto en el paraje nombrado Perico, y linda con mina de Seferino Londoño perteneciéndole a dicho Seferino las labores bajas hasta las Mulatas, que están en la boca del amagamiento de este nombre y de este lindero para arriba le pertenece a la señora Gregoria Londoño de lado y lado el amagamiento le corresponde a los Uribe lindando con mina de doña Gregoria Londoño todo lo que le fue vendido por la cantidad de 110 pesos.”150 En 1838 María de la luz vende a Gregorio Londoño un derecho de la misma mina la Perico en 20 pesos, seguramente de la parte que decía anteriormente del lado oriente.151 Del terreno perteneciente a Juan Nepomuceno Gutiérrez en la Perico encontramos los siguientes asuntos: En 1835 el señor Mónico Londoño vecino de San Pedro entabló demanda contra José María Escudero mayordomo de Juan Nepomuceno Gutiérrez, quien le administraba los ganados y tierras en la Perico. La demanda la entabló Londoño por perjuicio en su propiedad: 149 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 107. Año 1837. Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 241r-242v. Año 1838. 151 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 247r-248v. octubre 10 de 1838. 150 164 “ Me está perjudicando en mis propiedades de terreno pues los linderos que me da la escritura de ellos donde deslinda con los del expresado señor Gutiérrez son por toda la línea, o curso que tenía la quebrada llamada la Zarza, en el año de 1826 que fue que hice la compra y se me otorgó la escritura y dicho señor José María Escudero me ha perjudicado en mis linderos cortando la quebrada dicha en donde me quita un trecho de terreno pues es visto que mi lindero es por donde corría la quebrada expresada y a más me ha puesto en ella un puente de a pie con perjuicio de una cerca de vallas que tengo en mis terrenos y por donde no ha sido camino conocido común ni por antigüedad, ni costumbre. También dicho señor Escudero me ha puesto una puerta que entra en mis terrenos por donde se me arruga un grande perjuicio con los animales de que aquel esta hecho cargo y demás que por ella pueda entrar( sin que se entienda hacer la más pequeña mezquinación al señor Gutiérrez por sólo me dirijo a patentizar los perjuicios que me ha puesto y causa el señor Escudero que se halla en calidad de sirviente o doméstico) más diré que dicho Escudero me ha perjudicado con hacer una cerca en desambres y desmontes que yo he hecho con licencia del mismo señor Gutiérrez quitándome Escudero los rastrojos que por mis desmontes tenía.”152 En 1843 se formalizó en Santa Rosa la escritura sobre 3 terrenos que Diego Velásquez entregó en venta a los señores José María Escudero, Antonio y Antonio María Marín por valor de 1000 pesos. Terrenos ubicados uno en el Zancudo, y los otros dos en el paraje de la Perico correspondientes a la testamentaria de Juan Nepomuceno Gutiérrez. Los terrenos de la Perico los había comprado Juan Nepomuceno Gutiérrez uno a Joaquín Londoño y el otro, al finado Presbítero José Ignacio Cardona, del cual se dice en la escritura que estaba pendiente un reclamo por Gregorio Londoño a un pedazo del terreno vendido.153 En el mismo año 1843, José María Escudero, mayordomo de Juan Nepomuceno Gutiérrez solicitó se le reconociera la suma de 950 pesos en terrenos de la Perico que dijo don Juan Nepomuceno se destinaran a la iglesia de San Pedro, el terreno había sido avaluado en cerca de 1500 pesos. Los 950 estaban distribuidos así: “250 pesos a favor del culto de la imagen del señor de los milagros. 150 a favor del culto de nuestro altísimo. 100 pesos a favor del señor San José. 100 pesos del de nuestra señora de los Dolores, y además 350 pesos que ha recibido del encargado de las rentas del señor de los milagros pertenecientes a ellas mismas”154 152 Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del Circuito No 1. Caja General No 17. Años 1835-1836. con7 folios Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 286. Octubre 30 de 1843. 154 Archivo Notarial Santa Rosa. Folio 337. Noviembre 5 de 1843. 153 165 En 1840 los señores Reyes y Ramón Uribe pusieron el terreno, que le habían comprado a José Tomas Londoño en 110 pesos, en aseguro de hipoteca por un préstamo. Lo dieron en hipoteca a favor de Juan Gómez asegurándolo en 160 pesos. Los linderos de dicho terreno eran: “Del desemboque del amagamiento que llaman de Don Antonio al Río Chico, este arriba hasta su nacimiento y de agua a dar a la cordillera llamada el Zancudo esta abajo hasta a dar a el primer filo, esta abajo hasta donde esta una chamba de tierra y por esta abajo hasta dar a un mojón de este atravesando un amagamiento a dar a un morrito plancho que esta encima de la casa de Félix Rivera y de este por derecera al Río Chico, este arriba hasta donde desemboca el dicho amagamiento primer lindero...”155 En diciembre de 1843 José María Escudero dio escritura de aseguro de hipoteca a favor de Ricardo Sierra y Diego Velásquez por 950 pesos. Este terreno era el mismo que le había comprado a Diego Velásquez cuyos linderos eran: “Del desemboque de la quebrada la Zarza en el Río Chico por ella arriba hasta su cabecera, buscando las cabeceras del amagamiento nombrado Medina por él abajo hasta su desemboque al Río Chico, este arriba lindando con Gregorio Londoño hasta el primer filo que se haya antes de la quebrada de la Miel por dicho filo entero encerrando todos los amagamientos de la quebrada Perico hasta el frente o derecera del Charcón, Río arriba hasta el desemboque del amagamiento Medina primer lindero.”156 En 1847 es registrada una venta de terreno y mejoras, que José María Escudero vende a los presbíteros José María Velilla y Pío Restrepo, tres derechos de terrenos en 1055 pesos. Estos terrenos parece ser los de don Juan Nepomuceno Gutiérrez en el que deja 950 pesos para la iglesia de San Pedro. Los linderos de los derechos de tierra decía el vendedor eran: “El primero, del desemboque de la quebrada de la Zarza en río Chico, esta arriba hasta la cordillera, esta arriba hasta la cabecera del amagamiento llamado Medina a lindar con las tierras del difunto José Zavala, amagamiento abajo hasta el desemboque en el río Chico este abajo a el desemboque de la quebrada de la Zarza primer lindero. Otro a linde con las tierras de Ignacio Timoteo Londoño. Otro derecho de tierra en el paraje nombrado la Perico. Desde el punto o frente del Charcón en río Chico mirando por derecera a un morrito en donde están dos mojones de allí al filo de sesgo a dar a un boleon, de este derecho al filo, este arriba al primer morro, de este derecho al segundo morro, de este a la cumbre vertiente a la cabecera de la quebrada llamada Perico. Este 155 156 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 161. Junio 2 de 1840. Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 335. Diciembre 22 de 1843. 166 abajo hasta el desemboque en río Chico, este abajo hasta el frente del charcón primer lindero. Y el otro desde el pie del primer filo que se haya al lado de debajo de la quebrada de la Miel que desemboca en río Chico, siguiendo el filo hasta la cordillera a buscar las cabeceras de la quebrada de la Perico, esta abajo hasta su desemboque en el río Chico este arriba hasta el pie del filo primer lindero.” 157 Un Año más tarde el Pbro. José María Velilla, cura propio de San Pedro y Francisco Velásquez Vélez, vecino de Copacabana, venden dos terrenos en 1350 pesos a Bernabé Arroyave y a Fulgencio Aguduelo. Sus linderos: “El primero comienza desde el punto o frente del charcón en río Chico, mirando por derecera a un morrito en donde están 2 mojones y de allí al filo de sesgo a dar a un volcán, de este derecho al segundo morro, de este a la cumbre vertiente a la cabecera de la quebrada La Perico este abajo hasta el desemboque en río Chico este abajo hasta el frente del charcón primer lindero. El otro empieza desde el pie del primer filo que se halla al lado de abajo de la quebrada de la Miel que desagua en río Chico siguiendo al filo hasta la cordillera a buscar la cabecera de la quebrada Perico este abajo hasta un desemboque en río Chico, este arriba hasta el pie del filo primer lindero.”158 En 1849 los presbíteros José María Velilla y Francisco Velásquez entablan demanda contra José María Escudero y socios por la venta de las tierras en la Perico en el año de 1847.159 Paraje La Miel. En este Paraje estaba la Viceparroquia La Miel perteneciente a los curas de la compañía de Jesús, y por dicho paraje pasaba la quebrada la Miel, y estaba la mina del mismo nombre; nombre que al parecer fue tomado de una de sus pobladoras la señora doña Donata Mieles. Los primeros propietarios de minas, tierras y esclavos de este lugar eran personas que tenían grandes caudales en la Provincia de Antioquia tales como Ana María de Toro Zapata, quien en 1650 había heredado la fortuna de su padre, el Capitán Fernando de Toro Zapata, gran propietario de tierras y minas que logró obtener a través de los cargos ejercidos como 157 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 217. Diciembre 14 de 1847. Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 148r. Septiembre 30 de 1848. 159 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 45. Enero 20 de 1849. 158 167 contador de la Caja Real de Antioquia, alguacil Mayor de Antioquia. Este señor tenía entre sus bienes una estancia en Itagüí, estancia en Sopetrán, tierras de Isimas, minas y cuadrilla de esclavos en la región de los Osos y en Guarne.160 Otro de los propietarios fue El Presbítero Sancho Londoño, vecino de Medellín, uno de los grandes mineros de Antioquia y fue dueño de una cuadrilla de esclavos a finales del siglo XVIII de más de 250 esclavos161. Entre los propietarios del paraje de la Miel se encuentran, entre otros, los siguientes: Uno de los primeros registros que se encontraron fue el de Don Juan Salvador de Castañeda litigó una mina en la Miel con el Dr. Maestro José de la Serna Palacio en el año de 1740, del que resultó favorecido el señor Castañeda. Parte de esta mina fue de propiedad de Doña Ana María de Toro Zapata, y la vendió a Francisco José de la Serna.162 Otra parte de esta mina, había sido donada al Maestro de la Serna por su hermano, Pedro de la Serna Palacio, como consta en la declaratoria que hacía en el año de 1716, Francisco José de la Serna, cura entonces de Santo Domingo de Petacas, sobre los bienes de su padre don Pedro de la Serna Palacio. “Declaro la labor de mina del río Chico desde más corrientes que están abajo de la quebrada de Perico hasta donde dentra a la de la Miel, según consta de instrumentos y de cartas que tengo en mi poder del señor Maestro Don Francisco José de la Serna mi tío en que se la donó dicho mi padre”163 45 años después, en 1785, sobre esta mina existía un contrato que habían establecido, los sacerdotes Cipriano Gutiérrez, y el Dr. Don Sancho Londoño, ya difunto, para cambio de derecho de mina y para trabajar canalón separado, con derecho a medio camino en río Chico cada uno. Y las minas se trabajaran en compañía, desplazando sus cuadrillas para ello. El Pbro. Gutiérrez decía: “... he de traer mi cuadrilla, y en ella he de trabajar por canelón(sic) separado; por lo que adquiero derecho con el cambio que hacemos, de que la mina que tengo en este mismo sitio abajo desde el paso Real, que va para los Osos en las Pontezuelas para 160 Víctor Álvarez Morales .La Sociedad Colonial. 1580- 1720. p. 58—59. 1988 Beatriz Patiño Millán La Provincia en El siglo XVIII. p.85. 1988. 162 AHA. Fondo Minas. Tomo 350. Doc. 6605. Año 1740. 163 AHA. Fondo Notarial. No 2. Fol. 31r. Año 1716 161 168 arriba hasta el salto, en que tengo yo el expresado Gutiérrez derecho en el un lado, y el otro lado de los Osos pertenece al Dr. Don Carlos de Molina Cataño, y esta mi pertenencia o parte es la que dentra en el cambio dándola yo al prenotado Dr. Londoño la mitad del derecho que tengo, y en esta conformidad lo hemos de laborear cuando nos convenga con la condición, de que así en la una como en la otra mina hemos de concurrir con nuestras cuadrillas a los reparos necesarios para excusar averías, remediar lo que hubiere, arreglar y subir las tongas de ellas y colgadero de la de abajo.”164 La señora Donata Mieles decía en 1794, que hacía muchos años tenía por suya una quebrada llamada Mieles, que en el momento se encontraba desierta y que por tanto procedió a hacer su reconocimiento, encontrando la mina de oro, y pidió se le diera el amparo 165.En este mismo año pidió también amparo sobre esta mina Don Pedro Arroyo y Campero, para trabajarla con cuadrilla o peones166 Igualmente en 1794 don Miguel Ángel del Prado, Síndico de las religiosas Carmelitas solicitó copia de los títulos de propiedad y sentencia del expediente que había promovido Juan de Marulanda contra la testamentaria del Dr. don Sancho Londoño, sobre la mina de la Miel, que fue propiedad de los Jesuitas.167 En 1797 Josefa Luján decía que su esposo Nicolás Muñoz, vecino de Antioquia había muerto en su Real de Minas, y que entre sus bienes había dejado un reles de mina en la Miel, y allí una casa de vivienda, con algunos ranchos para abrigo de la cuadrilla, que se componía de cerca de 27 esclavos. Que de dicho reles de mina se habían lavado 250 pesos168 Como veíamos en el paraje de La Perico, en 1847 se registró una venta de tres derechos de terreno y mejoras, que José María Escudero vende a los presbíteros José María Velilla y Pío Restrepo en la cantidad de 1.055 pesos. Uno de esos derechos estaba ubicado en la quebrada la Miel: 164 AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo 366. Doc. 6826. Fol. 446r-447r. Abril 8de 1785. AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo 366. Doc. 6825. Fol. 333r. Octubre 13 de 1794. 166 AHA. Fondo Minas. Tomo 366. Doc. 6825. Año 1794. Fue amparado en Antioquia el 13 de septiembre de 1794 167 AHA. Fondo Minas. Tomo 361. Doc. 6755. Año 1794. 168 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 322. Doc. 6159. Año 1797. 165 169 “desde el pie del primer filo que se haya al lado de debajo de la quebrada de la Miel que desemboca en Río Chico, siguiendo el filo hasta la cordillera a buscar las cabeceras de la quebrada de la Perico, esta abajo hasta su desemboque en el Río Chico este arriba hasta el pie del filo primer lindero.”169 En 1848 los sacerdotes venden este derecho a Bernabé Arroyave y a Fulgencio Aguduelo.170 Paraje La Tolda. Ignacio Timoteo Londoño, vecino de San Pedro se destaca como el mayor propietario de tierra de esta zona durante el siglo XIX. En 1839, declaraba en su testamento como bienes suyos, las tierras que había capitulado en compañía del difunto don Joaquín Londoño, que según decía estaban ubicadas, “donde desemboca el amagamiento del Zancudo al río mirando al alto Pelón cordillera entera hasta la quebrada de la Zarza, quebrada abajo hasta el río, río abajo hasta dar a su primer lindero”. Lindaban estas con las tierras de don Juan Nepomuceno Gutiérrez y las de Mónico Londoño. Igualmente eran suyas unas tierras que había entregado al Presbítero Francisco Balbín para “las benditas animas”, tierras que fueron avaluadas en 80 pesos, lindaba por la parte de abajo con tierras suyas, y por arriba con las de Don Juan Nepomuceno Gutiérrez y Manuel José Londoño. De la misma manera expuso con escritura una mina en San Jacinto, que había comprado al convento de las Carmelitas de Medellín, los linderos: “del amagamiento nombrado de Don Antonio Londoño para abajo a dar a la cañada nombrada de mi difunto el Doctor Don Sancho Londoño labores altas y bajas”. Manifestó que en la quebrada la Perico, poseía la mitad de una mina, y que la otra mitad, era de su yerno Joaquín Londoño, que habían comprado también al convento de las Carmelitas.171 169 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. . Folio 217. Diciembre 14 de 1847. Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. . Fol. 148r.Septiembre 30 de 1848. 171 Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del Circuito No. 1 Caja General No. 17. Años 1837-1839. Cuadernillo suelto con 16 folios. Testamento de Don Ignacio Timoteo Londoño. Firmado el 30 de Noviembre de 1839. Nombró como sus albaceas a sus dos yernos Joaquín Londoño y Félix Rivera. 170 170 A Ramón Uribe le fueron rematadas en 1849 unas tierras en la Tolda, para esa fecha se encontraba preso. Declaró no tener con que responder a la deuda de 106 pesos, 4 reales y un tercio por lo que le fueron rematadas sus tierras. Fueron avaluadas en 400 pesos, y nombrado como depositario el señor Ezequiel Londoño. La esposa de Ramón Uribe declaró que las tierras no eran de él, sino suyas, por compra que había hecho en compañía de su cuñado Reyes Uribe y que igualmente estaban en disputas por dichos terrenos con Félix Rivera. Por su parte, Félix Rivera, vecino de San Jacinto argumentó que Ramón Uribe no tenía ninguna propiedad allí que las tierras pertenecían en dominio y propiedad a la testamentaria de Ignacio Timoteo Londoño.172 Pues decía, hacía más de 50 años que Joaquín Londoño le entregó dichas tierras a Ignacio Timoteo Londoño en la casa de Atanasia Londoño173 Paraje La Amoladora En el año de 1784 decía Doña María Goez, vecina de Antioquia y residente en Sopetrán, que su esposo, difunto Don Manuel Bermúdez dejó entre sus bienes un derecho de mina en la quebrada Amoladora, quien la compró en 150 castellanos y de él había vendido un amagamiento en 10 castellanos174 Manuel Salvador Bermúdez pidió en 1793 que se obligara a Don Marcos Miranda le cumpliera el contrato que habían hecho de trabajar en compañía una mina en el Valle de los Osos, en la mina llamada la Amoladora. Esta mina había sido vendida por Jerónimo de la Calle en San Jacinto, estaba ubicada en la Quebrada la Amoladora que derrama en río Chico175 172 Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del Circuito No. 1 Caja General No. 22. Años 1848-1851. Cuadernillo suelto con 10 folios. 173 Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del Circuito No. 1 Caja General No. 22. Años 1848-1851. Cuadernillo suelto con 1 folio 174 AHA. Fondo Mortuorio. Tomo 200 Doc. 4906. Fol. 4v. Año de 1784 175 AHA. Fondo Minas. Tomo 355 Doc.6682. Año 1793. 171 En 1814 Leandro Londoño quien como veíamos antes tenía mina en San Jacinto solicitó amparo de una mina el la quebrada la Amoladora, al respecto decía: “Digo que siendo mi profesión, o ejercicio el de minero y no teniendo labores de existencia en la que está el rematarse para ocuparme con 9 hijos que ya me ayudan como peones en la explotación de ella. Tuve noticias de que en la inmediación de Río Chico podía encontrar oro corrido en unas labores bajas y aventadero y en efecto habiendo pasado a un reconocimiento he encontrado oro de seguir. Dichas labores se hallan sin dueño, por tanto yo mediante la liberalidad de nuestro sabio gobierno estimula al vecino con la supresión de derechos antiguos para que descubran nuevas venas de un metal tan precioso que es la base del comercio, y la piedra angular del Estado. Suplico rendidamente a vuestra merced se sirva ampararme en dichas labores de la angostura [...] De la Quebrada la Amoladora para arriba hasta su cabecera con todas sus vertientes, aventaderos, sabanas y sobre sabanas, rebozos, pantanos, abrevaderos y sus aguas, que estoy pronto a cumplir con las ordenanzas y disposiciones del supremo gobierno... ofrezco contribuir con el papel correspondiente para el amparo que solicito.”176 En 1838 se presentó un juicio de conciliación, por demanda verbal, que sobre una mina habían puesto Manuel María Londoño e Indalecio Acevedo contra Joaquín e Ignacio Timoteo Londoño. Fue resuelto que Ignacio Timoteo Londoño diera 20 pesos fuertes a Manuel María Londoño por el agua que debía de sacar de la quebrada la Amoladora para trabajar sus minas.177 En el año de 1853 José María Londoño vecino de San Jacinto, vendió a Antonio Marín vecino de San Pedro, un terreno en la Aldea de San Jacinto, paraje la Amoladora, en 175 pesos, bajo los linderos: De la tapia donde está un mojón en una chamba, esta arriba tras el primer morrito hasta el vertiente de la cordillera grande a la quebrada de Amoladora por la cordillera a rematar en la angostura de dicha quebrada cerca al desemboque de río Chico, Buscando las barrancas por abajo”178 176 AHA. Fondo Minas. Tomo 365. Doc .6795.Año 1814. Fue amparado Leandro Londoño en Antioquia el 28 de junio de 1814 177 Archivo Judicial Santa Rosa e Osos. Juzgado del Circuito N0 1. Caja General No 18. Años 1838-1839, cuadernillo suelto con 2 folios.. 178 Archivo Notarial de Santa Rosa de Osos, Cuadernillo suelto con 2 fol. Abril 18 de 1853. 172 Paraje Playas Con respecto a este paraje de Playas se encontró como propietrios para los años 1848 y 1849 los siguientes: Joaquín Álvarez en el año de 1848 compro a Manuel María y José Londoño unos terrenos situado en el paraje Playas de San Jacinto, en cantidad de 25 pesos, sus linderos fueron establecidos así: “alinde por el amagamiento del Zancudo que linda con el Dr. Don Ignacio Gutiérrez a dar a la cañada que está arriba, esta arriba hasta sus nacimiento, de aquí a línea recta a dar al amagamiento primer lindero; es decir que lo que vende es la mitad del terreno que sus descendientes hubieron de don Joaquín Londoño en el año de 1801 y que están poseyendo y habitando desde entonces.”179 El mismo año compró también este señor la mitad de una mina de María Luisa Gutiérrez, viuda de Manuel José Londoño, en 25 pesos en dicho paraje y sus linderos fueron demarcados así: “del amagamiento de Atanasia a dar al amagamiento de Don Antonio con la agua o aguas que tiene puestas y sus labores altas y bajas.”180 Manuel María Londoño en el año de 1849 vende un terreno en el paraje playas a Pablo Aguirre en 80 pesos comprendido en “el desemboque del amagamiento llamado la Zarza, este arriba a sus nacimientos a linde por de abajo con el finado Rafael Gaviria, por la parte del río, río arriba hasta la tapia a donde están dos mojones por una chamba arriba hasta el monte, de este monte a la cordillera, todo el vertiente a dicho amagamiento primer lindero”181 Paraje Zafra En 1849 Joaquín Melchor y José María Londoño vecinos de la Aldea de San Jacinto vendieron a Rumualdo Londoño, un terreno en el paraje la Zafra en San Jacinto en 150 pesos de oro 179 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 222r. Año 1848. Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 203. Octubre 28 de 1848. 181 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 98r. Mayo 30 de 1849. 180 173 “proindiviso el derecho en toda la montaña que compraron el vendedor y sus hermanos a los señores Alejandro y Evaristo Zea en 800 pesos, tocándole a José María Londoño 200 pesos, y se comprende el todo de la montaña bajo los linderos: desde la boca de la quebrada que desagua en el río Chico llamada Zafra esta arriba por derecera del filo... siguiendo este filo hasta la cordillera que esta arriba hasta buscar la derecera del amagamiento llamado el Zancudo, este abajo hasta su desemboque a río Chico, y por este abajo hasta la boca de la quebrada Zafra”182 Gregoria Londoño vendió en el año de 1849 a José María Sierra Arango acción y derecho en un terreno en San Jacinto montañas de Zafra en 150 pesos, con los siguientes linderos: “desde la boca de la quebrada Zafra esta arriba por derecera del filo Buenos Aires siguiendo este filo hasta la cordillera por esta arriba hasta el amagamiento llamado el Zancudo este arriba hasta el desemboque a río Chico y por este abajo a la boca de quebrada Zafra primer lindero”.183 En 1861 Basilio Londoño y Eulogia Uribe, vecinos de Belmira vendieron a Antonio y Baltasar Uribe Londoño, una acción y derecho de terreno en el paraje de Zafra bajo los linderos: “del descenso que de la quebrada Zafra en el río Chico en dirección al Alto de Buenos Aires este arriba a la cordillera, cordillera arriba en dirección a los nacimientos del amagamiento de la Tolda este abajo a dar al río Chico. Terreno que fue de su finado padre Juan Bautista Uribe”.184 En 1861 Toribia Ortiz vecina de Belmira vendió a Fabián y Antonio Uribe vecinos también de Belmira, media acción y derecho de terreno en el paraje Zafra que había adquirido de su difunto esposo José Londoño, alias “Benao”, como reemplazo de la dote que entró al matrimonio cuando se casó. La venta la hizo en 24 pesos.185 182 Archivo Notarial de Sopetrán. Notaría Única. Fol. 5r. Septiembre 10 de 1849. Archivo Notarial de Sopetrán. Notaría Única. julio 8 de 1849. 184 Archivo Notarial Sopetrán. Notaría única. legajo suelto. Año 1861 185 Archivo Notarial Sopetrán. Notaría única. Cuadernillo suelto con 6 folios. Julio 29 de 1861. 183 174 Paraje el Cenizo Manuel Uribe, vecino San Jacinto, vendió en el año de 1850 a los señores Raimundo Aguirre, Juana de Tamayo y Joaquín Álvarez un derecho de agua en 10 pesos situado en el amagamiento del Medio de la aldea de San Jacinto, en el paraje el Cenizo. Al respecto decía el vendedor: “Estas aguas las he vendido para que los compradores puedan en ella trabajar su mina, es condición de este contrato... que si yo con algún tiempo derribo el monte en que se hallan estas aguas no sea obligado a limpiar la acequia, y solo procuraré que lo derribado del monte haga el menor daño posible.”186 Par el mismo año de 1850 fue hipotecado un terreno de José Gregorio Londoño, a favor de Rafael Sánchez, en 363 pesos y 2 reales. El terreno comprendía los linderos siguientes: “Del desemboque del amagamiento de Medina en el Río Chico amagamiento arriba con todas sus vertientes hasta la cordillera, cordillera entera hasta en derecera del cuchillo que da a la angostura del cenizo en el Río Chico, este abajo hasta el amagamiento de Medina primer lindero.”187 El cuadro siguiente muestra que San Jacinto era el Partido con el mayor número de parajes. El número de propietarios encontrados entre 1715 y 1853 fue de 42. 28 de ellos con propiedades de minas, obtenidas 5 de ellas con amparo una por donación y el resto en compra. 14 como propietarios de tierras, de las cuales una fue obtenida por capitulación. A comienzos del siglo XIX, se da en este partido la mayor compraventa de terrenos, que para la época, sus precios se equiparaban al de las minas. Entre los propietarios mas destacadas encontramos a Serna Palacio, Los Zapata Toro, Juan Nepomuceno Gutierrez, El Pbro. José María Velilla y los negros libertos José Antonio e Ignacio Timoteo Londoño, quienes adquirieron las propiedades que el Dr. Sancho Londoño había donado al convento de las Carmelitas. 186 Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del Circuito No. 1 Caja General No. 22. Años 1848-1851. Cuadernillo suelto con 3 folios. 187 Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del Circuito No. 1 Caja General No. 22. Años 1848-1851. Cuadernillo suelto con 3 folios. 175 CUADRO No. 11 PROPIETARIOS Y PROPIEDADES EN SAN JACINTO. 1715- 1853 Año Propietario 1715 Capitán Zapata y Múnera, Joaquín 1716 Serna Medio obtención Palacio, Pedro Propiedad Valor - Parte mina San Jacinto -parte mina del Espinal -Parte mina San Jacinto - Ranchería -Iglesia - Mina en el paraje la Miel -tierras de pan y caballería en Río Chico -46 esclavos Mina 1740 Castañeda, Juan Litigio Salvador.Don 1740 Serna, Francisco Compra José Parte de Mina 1752 Zapata, Francisco Herencia Javier don (Vecino de Antioquia) García de la Fuente, Manuel. Sargento Mayor, comerciante -Parte mina San JacintoMina en Petacas Mina $400 Bermúdez, Manuel (vecino de Antioquia) Londoño, Timoteo en compañía Joaquín Londoño Bermúdez, Manuel Salvador Mieles, Donata Derecho Mina 1757 1784 1792 1793 1794 Compra de 150 Castellanos Capitulación Tierras Compra Amparo Mina la Amoladora Quebrada Mina la Miel Dueño antiguo Lugar San Jacinto -San Jacinto - Páramo -Río Chico Maestro José de la Serna Palacio. Ana María de Toro Zapata Su padre Juan Zapata y Múnera Paraje La Miel Paraje la Miel -San Jacinto -Petacas Quebrada La Perico (San Jacinto) Quebrada Amoladora Paraje la Tolda Jerónimo de Quebrada la Calle Amoladora Paraje la Miel 176 1795 Yepes, Joaquín 1796 Uribe, José María Compra (vecino de San Pedro) Pedazo Mina 1797 Muños, Nicolás, (vecino de Antioquia) 1801 Londoño, Compra Policarpo y su madre Atanasia, (vecina de San Jacinto Ignacio liberto del Compra Dr. Ignacio Gutiérrez -Reles de mina el mina la Miel -Ranchos- de vivienda -27 esclavos Pedazo de 10 tierra Castellanos 1802 1805 Londoño, Amparo Compra Leandro 1810 Capitán José Amparo Antonio Londoño, 1813 Amaya, Benito Compra 1814 Londoño, Amparo Mina Pedazo Tierra de 50 castellanos Antonio Martínez Celis, Albacea de Sancho Londoño Paraje la Miel Joaquín Londoño de 50 Castellanos Ramírez ,Juan Compra San Jacinto Joaquín Londoño(ve cino de Medellín) Mina $150 Don Juan Prudencio de Marulanda Releses de Melchor mina Londoño- su padre los había comprado a Bernardino Álvarez del Pino un pedazo de 100 Joaquín tierra castellanos, Yepes, 50 a censo vecino de redimible y Medellín el resto cuando pudiera Mina San Jacinto Quebrada Amoladora la un derecho de 20 tierras castellanos paraje Zancudo el Leandro 1814 Quebrada el Zancudo. ( San Jacinto) Paraje Playas María Orrego, San Jacinto Amagamiento el Zancudo Paraje el Zancudo 177 1814 Orrego, María 1821 Capitán Londoño Compra José Antonio 1825 1825 1833 Londoño Manuel María Hijo de Don José Antonio (en compañía) Gutiérrez Juan Amparo Nepomuceno y Tomás Londoño Londoño José Compra Tomás. 1833 Uribe Bautista 1833 Zapata, Francisco Donación (de San Juan) Graciosa 1835 Londoño María de la Luz (esposa de don José Tomás, María de la Luz 1837 Londoño José, Pleitos Manuel María, Juan Bautista Uribe todos vecinos de la aldea de San Jacinto, y Evaristo Zea Gutiérrez, Juan Compra Nepomuceno 1837 Juan Compra Derecho tierra de 40 castellanos casa, tierras, mina y herramientas -Mina de Aluvión -Mina de Veta Mina (vecina de Sopetrán Por herencia de su padre Javier Orrego su hermana Paraje Gertrudis Zancudo Orrego, herencia San Jacinto el Amagamiento el Zancudo Amagamiento el Zancudo Mina la Perico 2 casas pajizas Un derecho $110 de mina la Perico Un derecho de mina la Perico Un derecho $50 de la mina la perico Juan Paraje la Perico Nepomucen o Gutiérrez Terrenos Con los Entre el señores Zancudo y la Sierra. Zafra Mitad de la $130 Mina la reales Perico Casa y cocina Londoño Paraje la Perico José Tomás. Londoño Paraje la Perico José Tomás. Manuel Paraje la Perico Silvestre Londoño(cu ñado) 5 María de la Paraje la Perico Luz Londoño 178 1838 Londoño Compra Gregorio de paja Derecho mina $20 la Perico 1839 Londoño, Ignacio Compra Timoteo Mina 1839 Londoño, Ignacio Compra Timoteo y su yerno Joaquín Londoño Mina 1839 Pbro. Francisco Donación Balbín (Benditas Ánimas) Escudero José Compra María ,Antonio y Antonio María Marín Tierras 1847 Jaramillo, Pablo Compra y José Pablo -Pedazo de $100 mina séptima parte en la mina San Andrés 1848 Velilla, María (cura de Pedro) 3 derechos de terreno 1843 1848 José Compra Convento de las Carmelitas( Medellín Amagamiento Antonio Londoño a la Cañada Sancho Londoño(Paraje la Tolda Convento de Paraje la Tolda las Carmelitas( Medellín $80 3 terrenos( y $1000 en el Zancudo, dos en la Perico) San Álvarez Joaquín Compra un terreno María de la Paraje la Perico Luz Londoño $25 Londoño, Timoteo Paraje la Tolda Velásquez Diego( de la testamentari a de Juan Nepomucen o Gutiérrez quien compró a Joaquín Londoño y al Pbro. José Ignacio Cardona Arboleda Domingo (vecino de Belmira) la Había comprado a Juan José Chavarría. José María Escudero y Socios, de la mortuoria de Juan Nepomucen o Gutiérrez Manuel Paraje la Perico Paraje el Zancudo -San Andrés (páramo) Zancudo Perico Miel Paraje Playas 179 1848 Álvarez, Joaquín Compra Media mina $25 1849 Arroyave, Bernabé y Fulgencio Agudelo. Compra dos terrenos $1350 a 1849 Aguirre, Pablo Compra Terreno $28 1853 Marín Antonio Compra (vecino de San Pedro) Terreno $175 María y José Londoño vecinos de la aldea de San Jacinto María Luisa Gutiérrez(vi uda de Manuel José Londoño Pbro. José María Velilla y Francisco Velásquez Vélez Manuel María Londoño (vecino de San Jacinto) Londoño, José María (vecino de San Jacinto Paraje Playas Paraje la Perico Paraje Playas Paraje Amoladora Elaborado a partir de: AHA. Fondos: Notarial No 1y Año 1716, 1801,1802 /Mortuorias. Años 1752,1784,1797./.Colección General de minas. Años 1766,1796, 1825 / Minas 1781, 1793,1794, 1795,1806, 1810 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Años 1813. , 1814, 1837,1838, 1847, 1848, 1849, 1853 Archivo Judicial de Santa Rosa. Años 1819-1822, 1826-1828, 1837,1838, 1938,1840, 1848, 1851, 1852, 1858. Archivo Notarial de Sopetrán. Notaría Única. Años. 1848, 1861. la 180 En la imagen se observa lo agreste de la vegetación del Páramo Santa Inés (3.550 msnm) en Belmira, su conformación rocosa, acompañada de algunas plantas florecidas nos dan una agradable visión del paisaje. (Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ingeniería Ambiental, Medellín, s.f.) 181 La laguna del Páramo de Belmira, muestra la majestuosidad de la naturaleza de la región. Su altura por encima de los tres mil metros puede darnos indicio de ello. (Universidad Nacional de Colombia, facultad de Ingeniería Ambiental, Medellín, s.f.) 182 2.3.3 Partido el Páramo Este partido tomó su nombre de los Paramos existentes en este territorio, denominados páramo de Santa Inés, páramo de Petacas y páramo de San Andrés. Las minas más importantes en este partido fueron Páramo, Santa Inés, La Concha, El Carmen, entre otras. Este partido contaba con las quebradas de Nuestra Señora del Carmen, la Candelaria, La San Pedro, La San José, La Trinidad y La Santa Inés. Los parajes del partido y de los cuales se encontraron registros, compraventas y herencia de minas y tierras fueron el Páramo, Santa Inés, Quebrada Abajo, La Candelaria y Quebraditas. En este partido, las propiedades estaban en manos de gobernadores, capitanes, y vecinos de otras localidades como la ciudad de Antioquia, Rionegro, Sopetrán. Y de algunas personas vecinas y residentes en el Páramo y en Belmira. Entre estos propietarios se encuentran los señores Osa, grandes acaudalados de la provincia de Antioquia. Veamos algunos registros encontrados en las fuentes consultadas en cuanto a las propiedades y sus propietarios en los distintos parajes de El Páramo, Santa Inés, La Candelaria y río San Andrés. Paraje del Páramo Entre los primeros registros sobre propietarios en este paraje, se tiene para el año de 1698 a doña Laura Vásquez de Espinosa, viuda del capitán Agustín Pimienta Valeros, vecinos de la ciudad de Antioquia, declaraba entre sus bienes el derecho y acción a las minas del páramo y la mina de San Antonio en Petacas188 Don Agustín de Osa Zapata, Sargento Mayor de la ciudad de Antioquia, fue de los grandes propietarios de la provincia de Antioquia del siglo XVII, hijo legítimo de don Francisco de Osa y de doña Ana María Zapata vecinos de Medellín. Estaba casado con Lucía Francisca 188 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 312. Doc. 6070. Fol. 35r Año 1698. Sobre la mina de San Antonio en Petaca, Véase en este mismo capítulo Partido de Petacas. 183 Pimienta, la que había aportado como dote 1200 pesos de oro de 20 quilates. Fueron sus hijos, los capitanes Agustín de Osa Pimienta, Agustín Nicolás de Osa Pimienta, y Doña Laura María de Osa. Osa Zapata declaraba, en su testamento de 1732, entre sus propiedades las tierras de pan y caballería ubicadas en el sitio de Julio García que incluían, las quebradas, Julio García y Juana Barriga; la mina del Páramo, la ranchería, 18 esclavos y una capilla nueva. Los linderos de las tierras fueron fijados así: “[... desde la boca de la quebrada de Juan García, ella arriba hasta el desemboque de una quebrada llamada Julio Barriga (o Juan Barriga) y esta arriba hasta sus cumbres y por el otro lado al sitio del Algarrobo cortando derecho por una parte alta al río de Cauca y Cauca arriba hasta la dicha quebrada de Julio García y del dicho sitio del Algarrobo, por el otro lado, cortando derecho hasta el alto del volador y de ahí mirando para el alto hasta lo alto de la cumbre”189 De estas propiedades, había dado parte a su hijo Agustín de Osa Pimienta como herencia paterna y materna, un amagamiento en el Páramo que fue avaluado en 300 pesos de oro 20 quilates. Para el año de 1733 declaraban en la mortuoria que sobre estas tierras del Páramo tenía 500 pesos de oro a censo redimible190 a favor del Dr. don Agustín Gómez de Salazar por una capellanía que había impuesto el Gobernador Julio Gómez de Salazar. Tierras que según el avalúo equivalían a 300 pesos de oro, y la casa, la ranchería y la capilla fueron avaluadas en 240 pesos de oro191 189 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 266. Doc. 5629.Fol. 18r. Año 1733. El censo irremedible o perpetuo, era una imposición hecha sobre bienes raíces, en la cual quedaba el comprador obligado a pagar al vendedor cierta cantidad cada año. El comprador obligado en virtud de la cual queda obligado el comprador a pagar al vendedor cierta pensión cada año, contrayendo también la obligación de no poder enajenar la casa o heredad que con ésta carga ha comprado, sin dar cuenta primero al señor del censo, para que use de una de dos acciones que le competen, que son: o tomarla por el tanto que otro diere, o percibir la veintena parte de todo el precio en que se ajustase; pero aunque no pague algunos años la pensión o venda sin licencia, no cae en comiso, a menos que se pacte expresamente.*(Diccionario de la lengua española. Vigésima primera edición. Madrid. 1992) 191 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 266. Doc. 5629.Fols. 1v a 25 v. Año 1733. 190 184 En 1743 Agustín de Osa Pimienta, contaba entre sus bienes las herramientas de mina y agricultura, dos quebradas y un amagamiento de oro corrido en el Páramo192, muy seguramente fue la mina que le dejó su padre. Agustín de Osa Zapata se había casado con Doña María Manuela Zapata hija de Don Cristóbal Zapata y doña Inés del Pino. Sus hijos eran Francisco José, Lorenzo, María Manuela e Inés de Osa Zapata.193 En1780 decía don Juan Bautista Rodríguez que el amagamiento de la mina del Páramo era suya por donación que le hizo Lorenzo de Osa, hijo de don Agustín de Osa Pimienta: “Juan Bautista Rodríguez, vecino de la Parroquia de Sacaojal digo que el difunto Don Lorenzo de Osa me hizo gracia y donación hace más de 20 años de un Amagamiento en su mina que tenía en el Páramo, porque jamás lo apeteció. Me puse a trabajarlo hasta ahora poco tiempo que lo deje a causa de mis enfermedades, pero hallándome mejor y con hijos grandes que me ayudan, hablé con Don Antonio José de la Fuente albacea de la causa; expresándole dicha donación”194 En el Fondo Amparo de Minas del Archivo Histórico de Antioquia encontramos, 35 años después, en 1815 don Juan Bautista aparece acreditando la propiedad de dicho amagamiento195 En la mortuoria de 1784 de Don José Ignacio Montoya, vecino de Antioquia, registraba entre sus bienes dos pedazos de mina en el Páramo con casa de vivienda y ranchería, en la que tenía herramientas, imágenes religiosas y otros utensilios, 12 reses de ganado mayor, 3 marranos, 7 cabras, 4 mulas, un potro196. Otra mina en San Andrés todo ello avaluado en 497 pesos y 6 tomines197 192 Beatriz Patiño Pobreza, riqueza y diferenciación Social p. 339-340. según la información que obtuvimos en AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 266. Doc 5629.Folios 1v a 25 v. Año 1733. como veíamos don Agustín de Osa Pimienta era hijo de don Agustín de Osa Zapata. sin embargo la autora citada dice que don Agustín de Osa Pimienta era hijo de don Agustín de Osa Valeros. 193 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 265. Doc. 5627. Fol. 2r. Año 1743 194 AHA. Fondo Minas. Tomo 353. Doc. 6641.Fol. 289r. Año 1780 195 AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo 367. Doc. 6839. Fol. 343r Año 1815 196 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 258. Doc. 5571. Fol. 32r. ss. Año 1784 197 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 258. Doc. 5571. Fol. 72r. Año 1784. 185 En el año de 1808 decía don Eusebio Zapata, vecino de Petacas, que Joaquín Londoño, Alcalde pedáneo de Petacas, le vendió a su padre, difunto, un pedazo de tierra en el Páramo por 35 castellanos, de los cuales le quedó debiendo 11 pesos y 2 tomines, se las vendió ilegalmente, pues sobre dichas tierras, tenían títulos legales los señores don Juan Antonio y Don Toribio Osa, por lo tanto instaura demanda en su contra por efectuar una mala venta.198 Veamos al respecto el testimonio encontrado en el Fondo Tierras del Archivo Histórico De Antioquia en 1808: “Eusebio Zapata vecino del Partido de Petacas digo: que aquel pedáneo me estrecha injustamente al pago de 11 castellanos 6 tomines, y seis gramos que me demanda Antonio Correa. Así es señor injustamente voy a demostrarlo. Don Joaquín Londoño le vendió a mi padre difunto, un pedazo de tierra por 35 castellanos. Creyó mi padre que este caballero era dueño, y por esa creencia exhibió (sic) veintitrés castellanos un tomín seis gramos hasta haber quedado restando aquellos once pesos y seis tomines; pero habiendo resultado la novedad de que con justo título pidieron en este gobierno las mismas tierras Don Juan Antonio y Don José Toribio de Osa, habiéndose decretado la posesión de estos, debió mi parte sin incurrir en la nota de mal pagador retener el resto, y podemos sus herederos traerlo lo (ilegible) demandando no solo la cantidad exhibida, sino también todas las mejoras, y perjuicios a que es obligado quien se atreve a una venta ilegitima. Tan legales excusas (sic) han hecho fuerza en los pasados tres alcaldes antecesores del actual; pero desestimándose ahora, quiere apremiarme, mejorando la condición de un vendedor que mas aun cuando no haya obrado de mala fe tiene obligación de darme posesión pacífica .Esta es la que solicito, y verificada estoy pronto a satisfacer el resto en manos del Antonio Correa quien por un vergonzoso resentimiento y por venganza ha conseguido se lo ceda don Joaquín. En esta ciudad (de Antioquia) como en Petacas es notorio el reclamo de los caballeros Osa, y efectivada la posesión prevenida, había de despojárseme con mi pobre madre, y tiernos hermanos....”199 198 199 AHA. Fondo Tierras. Tomo. 158. Doc. No. 4192. Fol. 395-400v. Año 1808. AHA. Fondo Tierras . Tomo 158. Doc. No. 4192. Fol. 395r. ss. Año. 1808. 186 José Mazo del vecindario de Petacas finalizando el año 1795 compra un pedazo de mina en el Páramo en la quebrada San Pedro, a Dr. Pedro Pablo Giraldo quien tenía el poder del dueño de la mina, Don Francisco Duque.200 En 1798 Don Francisco Londoño hizo registro de una mina en el páramo la cual había sido traspasada por los herederos de Segundo Durango a Joaquín Cossio, su suegro, para saldarle una deuda. La mina se hallaba abandonada por lo tanto Francisco Londoño decía: “He resuelto registrarla para ponerla en labor agregándole, por ser corto lo que hay sano, o sin labrar algunos cascajeros de lado abajo, trabajados con uno y otro reales bueno, y lo mismo los amagamientos que vierten a estos. Los linderos de uno y otro se entienden desde el paraje inclusive en que esta trabajando Feliciano Taborda hasta el amagamiento que llaman los Duendes con sus vertientes en inteligencia, que aunque pudieran incluir parte más útil, no lo hago por perjudicar a varios indios y libres de Sabanalarga, que van allí en los veranos y por temporadas a sacar sus tomines”201 La mina la Concha en el Páramo, que había sido trabajada por Pablo Jiménez se encontraba desierta para el año de 1800. Rafael Correa quien pidió el amparo decía que hacía más de 20 años que la mina estaba abandonada que por tanto, “construí allí una casa, me dedique a limpiar y componer la caja de la acequia antigua haciendo correr el agua por ella, y en últimas entablé el laboreo en parte de aquellos releses [...] Hago registro de un pedazo de él, lindando con Don José María Villa, y José Mazo, desde el desemboque del amagamiento nombrado San Antonio a Río Chico para arriba hasta la cabecera de aquel.”202 200 AHA. Fondo Colección General de minas. Tomo I. Año 1795. AHA. Fondo Amparo de Minas Tomo 366. Doc 6825. .Fol. 291r. Marzo 21 de 1798. 202 AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo 367. Doc. 6845. Fol. 473r Año 1800. 201 187 Paraje Santa Inés En 1773 Juan Andrés Durango y Manuel Cipriano Volador, este último indio de Sabana Larga, son amparados en la mina de la quebrada Santa Inés que desagua en el río de San Andrés, abajo del salto grande.203 A principios del año 1800 Don Domingo Orrego compró a Don Antonio Cañola unos releses de mina en el cerro llamado Portachuelo del paraje Santa Inés en 30 castellanos, cuyos linderos describía así: “desde la vuelta de la toma de la acequia cañada abajo lindando con el mineral de Don José Miguel Sevillano; de allí abajo hasta el rebaso; orillas abajo a salir a la boca del amagamiento que se nombra de Vargas con todos sus amagamientos sabanas, sobre sabanas [....”204 Esta mina Portachuelo había sido vendida sin la aprobación de todos los herederos, por ello Don Juan Salvador Cañola, vecino de Santa Rosa, y demás socios herederos solicitaron en 1801, la nulidad de la venta contra sus compradores Don Domingo y Don Ramón Orrego205. Ese mismo año de 1810, don Pedro Echavarría residente en los minerales del Páramo de Santa Inés denunció una mina de oro corrido en el cerro Portachuelo en el Páramo de Santa Inés, en la cual fue amparado.206 José Miguel Sevillano vecino de Antioquia y a nombre de su padre Baltasar Sevillano natural de España, dice en 1811 que éste es dueño desde hace años de una mina en los minerales del Páramo, la cual compró a Juan Antonio de Osa, y cuyos linderos eran: “De una puerta que está al pie de la subida del atajo que llaman Justamente uno, y otro amagamiento que le sale a un lado y otro de que tiene propiedad con todos sus tributaderos y hasta topar con los deslumbramientos de los citados Páramos, teniendo por adecuación el Portachuelo lo que sitúa la dicha compra, a la que se agrega tener igual oro contiguo, y en un mismo cuerpo de un pedazo de amagamiento que desemboca a la Trinidad con sus releses igual de que tiene propiedad, y de que sacó 203 AHA. Colección General de Minas, Tomo I. Fol. 44v. Es amparado en Antioquia el 5 de julio de 1773. AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo 367. Doc. 6845. Fol. 436r. Año 1800 205 AHA. Fondo Minas. Tomo 355. Doc.6687. Año. 1801. 206 AHA. Fondo Colección General de minas. Tomo II. 1810 204 188 registro; y ambos oros reunidos se hallan bajo los señalamientos que se expresan: lindando por la una pie con Esteban Aguirre y también cortando derecho por el roblar a el pantano que linda con Cristóbal(sic) Céspedes, partiendo por la mitad de este a la boca de montañuelita del camino de venias y de allí para arriba a buscar a los Morenos cogiendo por un filo a la boca del amagamiento citado con todo lo que este encierra de un lado y otro.”207 En 1809 José Molina vecino de Petacas en compañía de sus 5 hijos, descubrió una mina en la quebrada Santa Inés, y en 1810 pide el amparo de la mina, la cual tenía los siguientes linderos: “Por la parte de arriba con mina de Bonifacio Cossio y por la de abajo con mina de Ignacio Castañeda su propio lindero para con este el de un amagamiento de agua clara, que en mi favor se comprende con todas las cumbres, vertientes, aventaderos, sabanas y sobre sabanas, montes y chaparrales que tributan con oro a la mencionada Quebrada de Santa Inés.”208 Otro de los propietarios de minas de dicho paraje era Rafael de Guzmán, quien para 1810 tenía pleitos por la mina la Santa Inés con José Molina.209 Santos Villa, vecino de Medellín y residente en los minerales de Santa Inés declaraba en 1811 una mina en dichos minerales de Santa Inés bajo los linderos: “por arriba con mina de don Ramón Orrego, por abajo con Antonio Lopera, y por los lados lo que encierra la Quebrada Santa Inés.”210 En 1816, el capitán Jorge Martínez a nombre de Rafael Pajón, declaró desierta la mina llamada Santa Inés, “desde la mina de Francisco Londoño hasta la de Matilde Martínez”211 José Lince y sus socios Antonio y José María Uribe, Eugenio Gaviria, José Santamaría, Juan Antonio y Cristóbal Santamaría e Isidoro Villa declaraban en 1825 , que en el alto del Páramo de Santa Inés había una mina de veta sin dueño alguno lo que les permitía declararla como 207 AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo 367. Doc. 6837.Fol. 477r Año 1811. AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo.367. Doc. 6837. Fol. 232r Año 1810.Y Fondo Colección General de minas. Tomo II. Año 1810. 209 AHA. Fondo Minas. Tomo 348. Doc. 6588.Año 1810. 210 AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo 367. Doc. 6837.Año 1811. 211 AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo 367. Doc. 6840.Fol. 394r. Año 1816. 208 189 baldía .Esta mina la había descubierto Don Domingo Orrego, cuyos linderos comprendían, “desde el Río San Andrés por el otro lado desde su nacimiento hasta Petacas”212 Paraje La Candelaria En 1759 fue amparado don Francisco José de Osa Zapata, alcalde Ordinario de Antioquia, en la quebrada Nuestra Señora del Carmen en el Páramo, incluía el amparo las labores altas y bajas, amagamientos, aventaderos, sabanas y sobre sabanas213 En 1770 Don Pablo Jiménez Fajardo vendió a Nicolás Zapata un derecho de mina en la quebrada la Candelaria, sin embargo, en 1776 el comprador instauró demanda contra Gregorio de Villa que la reclamaba como suya, ganando el pleito este último. En 1791 Antonio Londoño, Vecino de Medellín, pide título de una mina que encontró en la quebrada San José que nace de las cordilleras de Petacas y pasa por tierra de Don Joaquín y Don Miguel Pérez desembocando a río Grande. Mina que encontró por información que le había dado Pedro José Vergara, quien conocía los minerales de la Candelaria vertiente a río Grande. Londoño expresa que “hallándome con cuadrilla suficiente y falto de tal mina” pide se le ampare214 En 1794 Don José Ignacio Pérez, vecino de Medellín fue amparado en la quebrada la Candelaria que desemboca en río Grande, “esto es hasta un salto que tiene antes de dicho desagüe”215 212 AHA. Fondo Colección General de minas. Tomo III. 1825 AHA. Fondo Colección General de minas. Tomo I. Fol. 19v. Año 1759 214 AHA. Fondo Colección General de minas. Tomo I. 1791. 215 AHA. Colección General de Minas. Tomo I. Fol. 54 v, legajo 2 Amparado en Antioquia el 10 de septiembre de 1794. 213 190 En 1798, Domingo Lopera, vecino de los Osos, pidió el amparo de una mina de oro corrido en la quebrada de Monte Frío a la que le puso el nombre de Santa Elena216 Por los años de 1850 fue descubierta por Joaquín Pérez Palacio y socios la mina llamaron que del Carmen, situada en la cabecera de la quebrada del mismo nombre en la jurisdicción de Belmira. La mina comprendía una extensión, “diez a doce cuadras medidas sobre una línea recta tirada de la cabecera de la quebrada del Carmen a la cabecera de la quebrada de la Candelaria, empezando las medidas una cuadra más abajo de la cabecera del Carmen y concediéndonos una latitud de diez cuadras a uno y dicho lado de la línea recta mencionada”217 Sobre esta mina, se presentó un pleito en el que Vicente Gaviria atestiguaba que en su extensión, dichas tierras abarcaban dos minas que le pertenecían a su familia.218 En 1874 bajo la escritura número 32 se formaliza la venta de tres derechos de décima parte de mina y finca situada en el paraje Candelaria en la jurisdicción de Entrerríos y Belmira. Los vendedores son los señores Onofre y Pablo Correa Rodríguez vecinos de Entrerríos, el comprador Urbano Arango de la misma localidad. La venta incluye sólo la parte, según consta en la escritura del 2 de diciembre de 1862, que le cedió el señor Francisco Calle a los Correas. El valor fue de 240 pesos. Los linderos fijados fueron: “ Del alto donde nace el Amagamiento de “ Monte Frío”; Amagamiento abajo hasta el desemboque á la Quebrada denominada “Candelaria”; de aquí a un mojón que está cerca de la casa donde vive Santiago Herrera; de dicho mojón por la cuchilla arriba hasta la cuchilla que divide las aguas de San José y la Candelaria; de aquí cuchilla abajo hasta llegar al Alto que queda derecho al nacimiento del Amagamiento Monte Frío; de aquí derecho al nacimiento del Amagamiento Monte Frío primer lindero”219 216 AHA. Colección General de Minas. Tomo I. Fol. 138r-v. Año 1798. Fue amparado en Antioquia el 13 de mayo de 1789. 217 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos Juzgado del circuito. No 1. Año 1856. Cuadernillo suelto con 12 hojas. 218 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos Juzgado del circuito. No 1. Año 1856. Cuadernillo suelto con 12 hojas. 219 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Año 1874. Escritura 32. 191 Paraje Quebrada Abajo En 1801 Anselmo Zapata, vecino de San Pedro tenía una mina de oro corrido en la cabecera del río Chico en el paraje Oro Mira, en el que se descubrió un aventadero en la quebrada que llamaban San Juan.220 Faustino Martínez hijo de Don Juan Esteban Martínez, vecinos de Medellín, decía en 1811 que en las montañas del Páramo de Santa Inés en el paraje Quebrada Abajo, había algunos releses de terreno mineral, y que su disposición y aventaderos permitían entablar una mina. Para su mejor conocimiento de los terrenos minerales contrató a “sujetos prácticos y experimentados en este ejercicio”, igualmente hizo examinar terrenos sobrantes de la mina aledaña que trabajaba su padre en compañía de don Francisco Londoño, Dr Don José Antonio Gómez, Don Pedro Echavarría, Los Arango Don Nicolás Zapata, José María y José Antonio Moreno. Faustino Martínez hizo registro de todos estos terrenos: “...hago formal registro de los terrenos excedentes de dicha mina y todo aquello que se encierre entre los linderos de dos quebradas la una grande con el nombre de San Antonio y otra pequeña con el de Dolores tomando la primera abajo de la Mina Vieja del Carmen desde un salto hasta encontrar con otro y desde el desemboque de la Dolores en la [roto hasta sus cumbres con todas sus vertientes.”221 Marcelo García, vecino de Belmira, vendía en el año de 1834 un pedazo de mina al señor Faustino Jaramillo y su esposa María Ignacia Guzmán, en 60 pesos “fuertes” dicha mina estaba situada en quebrada Abajo, comprendía los linderos: “de 10 varas de apartada del de la casa de José Antonio Mazo, por línea recta al pañadero de agua de justo Chavarría cortando derecho a la cordillera, cordillera entera por el filo hasta llegar a la cañada que sale abajo de la huerta de Catalina de Villa y por dicha cañada a la quebrada, agua abajo a buscar el mismo lindero.”222 220 AHA. Amparo de Minas. Tomo 3671. Doc. 6845. Fol. 10r-v. Año 1801. AHA. Fondo Amparo de Minas. Tomo 367. Doc. 6837.Fol. 65r-v Año 1811. Y Fondo Colección General de minas. Tomo II. Año 1811. 222 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 10 Año 1834 221 192 En 1840, Juan Bautista Correa, vecino de Belmira, había comprado a José Vásquez una mina situada en Quebrada Abajo, que comprendía, “de la boca de Quebraditas a la Quebradona abajo a la Chorquinita, con labores altas y bajas de lado y lado con las aguas de un lado y otro.”223 En 1846 Antonio Arango Mazo hizo registro de abolición de una hipoteca a favor de Joaquín Posada por 282 pesos, para su respaldo fincó la mitad de su mina que tenía en compañía del mismo Posada en el paraje Quebraditas bajo los linderos que describió así: “del desemboque de Aranzazu en dicha Quebraditas hasta las juntas del Quebradona, labores y sobresabanas, subiendo dicha Quebradona arriba hasta el Salto Grande, mirando derecho a Morrón cogiendo la Chorquina con sus criaderos labores y sobresabanas lo que encierra el agua del Salto para abajo hasta las juntas de Quebraditas y Quebradona subiendo quebraditas arriba labores y sobresabanas hasta el primer lindero.”224 Para el año de 1849 Domingo Londoño dio poder al señor Juan José Gutiérrez de San Pedro para que lo representara en los reclamos de una mina que compró en compañía de José Londoño y Francisco Velásquez, en Quebradona, a Hermenegildo Mejía en 400 pesos, el vendedor había gastado 103 pesos en una acequia para ponerle agua a dicha mina, sobre la cual tenía casa y derecho en ella como comprador.225 A mediados de 1850 José María y Pablo Jaramillo, vecinos de Santa Rosa vendieron a José Ignacio Arboleda, vecino de Belmira la mitad de un terreno en 300 pesos, situado a orillas del río San Andrés en la jurisdicción de Belmira, cogiendo de la angostura que forma. Llamada puente larga, río arriba con sus vertientes a dar a otra angostura llamada del Páramo226 Las cercanías del río San Andrés eran consideradas como otro de los parajes del partido del Páramo. 223 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos Juzgado del circuito. No.1. Año 1840. Cuadernillo suelto con 8 hojas. Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 304.Agosto 21 de 1846. 225 Archivo Notarial de Sopetrán. Notaría única. Cuadernillo suelto con 2 folios. Año. 1849. 226 Archivo Judicial Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No. 1.Julio 8 de 1850. Cuadernillo suelto con 3 folios. 224 193 En el cuadro siguiente se establecen algunos de los propietarios de dicho Partido, comprendidos entre los años de 1698 a 1874. De los 33 propietarios 30 poseían mina. 15 la obtuvieron por amparo, 2 por herencia, 10 por compra. Los precios de las minas oscilaban entre los 240 y 400 pesos, precios relativamente altos comparados con el de las propiedades de tierras en otros sitios. Los propietarios de este Partido eran en su gran mayoría vecinos de lugares diferentes a Belmira. Se destacan entre ellos los de Antioquia, Medellín, Santa Rosa de Osos y Sacaojal. CUADRO No. 12 PROPIETARIOS Y PROPIEDADES EN EL PARTIDO PÁRAMO DE PETACAS. 1698 - 1798 Año Quien la Adquiere Medio de Propiedad obtención 1698 Vásquez de Derecho y -Mina Espinosa, Laura Acción (viuda), Vecina de Antioquia -Tierras de Pan y Caballería -Dos quebradas - Ranchería -Capilla -18 esclavos 1743 Osa Pimienta Herencia -Amagamiento Agustín (Capitán, Paterna y -dos de Antioquia) Materna quebradas -Herramientas Precio 1732 Osa Zapata, Agustín (Sargento Mayor, de Antioquia) 1759 Osa Francisco Zapata, Amparo José Antiguo propietario. Agustín Pimienta Valeros (Capitán),de Antioquia Lugar Páramo Páramo del Agustín de Osa Páramo Zapata, (Sargento Mayor) –su padre Páramo -Amagamiento Agustín de Osa Páramo -Mina $300 oro de 20 quilate Carmen (Alcalde ordinario) 1760 Osa Pimienta Herencia 194 Lorenzo Paterna y de oro Materna 1770 Zapata, Nicolás Compra 1773 Durango, Juan Amparo Andrés y Manuel Cipriano Volador (Indio) 1780 Rodríguez, Juan Donación Bautista (de Sacaojal) 1784 Montoya, José Ignacio Don 1791 Londoño, Don Antonio Amparo (vecino Derecho Mina Zapata, (Sargento Mayor) –su padre Jiménez Quebrada la Fajardo, Pablo Candelaria don Quebrada Santa Inés (Páramo) de Mina -Amagamiento de oro - 2 Minas - 4 Mulas - Muebles -Mina Lorenzo de Osa Páramo Pimienta $497 en oro, 6 tomines Páramo y San Andrés Quebrada de San José Medellín) 1794 Pérez, José Ignacio Amparo -Mina Quebrada Candelaria 1795 Mazo, José (de Petacas) 1798 Lopera, Compra Domingo Amparo (Vecino de los Osos Pedazo Mina -Mina Elena 1798 Londoño Francisco Amparo Don Mina 1800 Correa, Rafael Pedazo mina Concha -Releses mina 1800 Orrego, Don Amparo Domingo Compra de Santa Francisco Duque Páramo (Quebrada San Pedro) Quebrada Monte Frío Donada por los herederos de Segundo Durango a Joaquín Cossio - su suegro de Había sido Páramo La trabajada por Pablo Jiménez de 30 Antonio Cañola Cerro castella Don Portachuelonos Paraje Santa Inés 195 1801 Zapata, Anselmo Amparo 1808 Zapata, Eusebio. Compra 1810 Echavarría, Pedro Amparo don (Residente en los minerales del Páramo de Santa Inés) 1810 Molina, José Amparo (Vecino de Petacas) 1810 Guzmán, Rafael 1811 Sevillano, José Compra Miguel (Vecino de Antioquia) a nombre de su padre Baltasar Sevillano (de España) 1811 Martínez, Faustino Amparo (vecinos de Medellín). 1811 Villa, Santos Amparo (Vecino de Medellín y residente en los minerales de Santa Inés) 1816 Pajón, Rafael y a su Amparo Nombre Jorge Martínez 1825 Lince, José y Socios Amparo -Mina -Aventadero - Pedazo de 35 Joaquín tierra castella Londoño. El nos título de la propiedad era de Toribio y Juan Antonio Osa - Mina Mina Mina - Mina -Amagamiento -Releses mina -Terrenos Sobrantes mina de de -Mina Mina Inés Cerro Portachuelo (Santa Inés) Quebrada Santa Inés Páramo Santa Inés Juan Antonio Cerro de Osa Portachuelo Santa Inés Terrenos Quebrada Sobrantes de Abajo(Páram mina de su o Santa Inés) padre, Don Francisco Londoño, y socios Quebrada Santa Inés Santa Mina de veta (Páramo) Quebrada San Juan Páramo Páramo Santa Inés La había Páramo descubierto Santa Inés 196 Don Domingo Orrego 1834 Jaramillo Faustino y Compra su esposa María Pedazo de $60 mina García Marcelo Quebrada (vecino de Ignacia Guzmán Abajo Belmira) Juan Compra 1840 Correa, Bautista (vecino de Belmira) -Mina 1846 Arango Mitad de mina $282 Mazo, Hipoteca José ,Vásquez Quebrada Abajo Antonio A favor de Quebraditas Joaquín Posada (Paraje Páramo) 1849 Londoño Domingo, Compra Mina $400 y Socios Hermenegildo Quebradona Mejía 1850 Arboleda, José Compra Ignacio Mitad de $300 terreno Jaramillo, José Río María San y Andrés Pablo(vecinos orillas A del de Santa Rosa) Páramo 1850 Pérez Palacio, Amparo Joaquín y Socios 1874 Arango Urbano -Mina el Páramo Carmen Compra 3 derechos $240 Correa, Onofre Quebrada La 1/10 -parte de y Pablo, se las Candelaria mina había cedido Francisco Calle Elaborado a partir de: AHA. Fondos: Notarial No 1y Año 1716, 1801,1802 /Mortuorias. Años 1698, 1733,1743,1784./.Colección General de Minas. Años 1759,1773, 1791, 1794 1795,1798, 1810, 1825 / Minas. Años.1780,1801,1810/.Tierras. Año.1808/.Amparo de Minas Años.1798, 1800,1801,1810,1811,1815,1816. Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Años 1834, 1846, 1874. Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del Circuito No. 1. Años ,1840, 1850, 1856. Archivo Notarial de Sopetrán. Notaría Única. Años. 1843. 197 En la imagen puede apreciarse el valle donde estuvo ubicado el Partido de Río Chico en la época colonial, que comprendía los actuales municipios de Belmira, Entrerríos, San Pedro de los Milagros. (Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ingeniería Ambiental.) 198 2.3.4 Partido de Río Chico El partido de Río Chico se encontraba ubicado en la parte sur del actual municipio de Belmira. El río Chico ha sido considerado como columna vertebral de toda la región, Sus límites y su ubicación es difícil establecer, porque no se especifica cuando se hace referencia al río, al partido o al sitio. El limite desde donde se empezaba a nombrar como Partido de Río Chico era la quebrada de Zafra (actual limite entre Belmira y San Pedro), y su extensión era mas hacia el oriente, hacia Entrerríos, donde convergen los ríos Chico y Grande. Existen documentos donde las inmediaciones del partido se determinan incluso, dentro de los terrenos del Partido de San Jacinto, es el caso de Leandro Londoño, quien al amparar su mina exponía: “[…] Tuve noticias de que en la inmediación de Río Chico podía encontrar oro corrido en unas labores bajas y aventaderos […] Se sirva ampararme en dichas labores de la angostura de la Quebrada la Amoladora para arriba hasta su cabecera con todas sus vertientes, aventaderos, sabanas y sobre sabanas, rebozos, pantanos, abrevaderos y sus aguas […] Antioquia a 28 de Junio de 1814.”227 La quebrada La Amoladora quedaba dentro del territorio que comprendía el Partido de San Jacinto, en la margen izquierda del río Chico. En la otra margen, se hallaba la quebrada del Zancudo o la Tolda y allí se efectuó la venta de un pedazo de mina que estaba en las inmediaciones también del Partido de Río Chico: “José María Uribe vecino de San Pedro presentó documento en que consta que el Dr. Don Ignacio de Uribe vecino de Medellín, como albacea testamentario del Dr. Don José Antonio Martínez y Selis, y éste del Dr. Don Sancho Londoño, le vendió un pedazo de mina en la playa de río Chico, y mineral de San Jacinto en cantidad de 50 castellanos de oro en polvo. Linderos: La boca de la angostura, donde desemboca el amagamiento nombrado el Zancudo, hasta su cumbre, y de dicha angostura para abajo a dar a un rebenidero; y por la otra banda del río, el amagamiento que está en frente del citado amagamiento del Zancudo (La Amoladora) y de la parte abajo a dar al amagamiento que llaman de la difunta Rogelia, cuyo instrumento de venta se halla 227 AHA. Fondo Minas Tomo 365. Doc. 6795. Año 1814. La quebrada la Amoladora quedaba dentro del territorio que comprendía el Partido de San Jacinto. 199 autorizado.” 228 Lo anterior muestra, lo impreciso que era el deslinde entre San Jacinto y Río Chico. La ambigüedad surgía tanto de lo vago de los limites en el documento como del nombre general de río Chico dado indistintamente a sitios y al propio río. Quizá el documento que más puede ilustrar sobre los límites de la zona del antiguo Belmira con el Partido de Río Chico es el que se refiere a una compra de tierras hecha por el señor Canuto Sierra, por intermedio de José María Isaza, vecino de Copacabana, quien actuaba como albacea de José Miguel Gutiérrez. La propiedad que se vendió estaba comprendida desde el actual límite de Belmira con San Pedro (Quebrada de Zafra) hacía los lados de la cordillera del Zancudo buscando el desemboque del río Chico: “[...] A saber una posesión de casa y tierras de pan y caballería esta ubicada en el paraje nombrado Río Chico Jurisdicción de la parroquia de San Pedro que sus linderos son los siguientes: Desde la boca de la quebrada Zafra hasta sus cumbres, cordillera abajo a dar a un salto de río Chico que esta poco más arriba del camino que va para los Osos, Río Chico arriba hasta la boca de la dicha quebrada de Zafra, todo lo que le he vendido en precio y cantidad de 2700 pesos pagaderos en estos términos: 1700 pesos pagaderos a favor de las rentas del amo colocado en la parroquia de San Pedro, 100 pesos que los tenga en reserva en su poder para reconocerlos a censo para uno o dos de los herederos que les corresponde y mil pesos que van a decir al completo de los 2700 me los tiene dados y entregados a toda mi satisfacción en moneda usual y corriente.”229 Este pedazo de tierra comprendía prácticamente todo el Partido de Río Chico. 228 229 AHA. Fondo Colección General de Minas. Tomo I. Febrero 20 de 1796. Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol 55. Febrero 20 de 1837. 200 CUADRO No. 13 MAZAMORREROS DEL PARTIDO DE RÍO CHICO. 1779 Nombre Acevedo, Antonio Arroyave, Felipe Muñetones, Miguel Monsalve, Vicente Madrigal, Jacinto Galeano, Eusebio Galeano, Basilio Gómez, Miguel Casado con Soltero Ríos, Juana De la Rua, Alejandra Josefa, Cañas Cañas, María Ignacia (mulata) Muñetones, Magdalena Gómez, Rosalía Galeano, María Isabel Galeano, Agustina Bienes Una mina Una mina y casa Una mina y casa Condicion Mulato Mulato Mulato Año 1793 1779 1779 Una mina y casa Casa Mulato Mestizo 1179 1779 Tierra y casa. Mulato 1779 Mulato Mulato 1779 1779 Mulato 1779 Mulato 1779 Mulato Mestizo 1779 1779 Mestizo Mulato 1779 1779 Mulato 1779 Mulata 1779 Mestizo 1779 Tierra y casa Un pedacillo de tierra y casa Cañas, Silvestre Tierras, mina, 25 reses, 2 caballos y casa Betancur, Venancio Soltero Mina, tierras, 10 reses, 1 caballo y casa Cañas, Isidro Araque, Ignacia Una mina y casa Alzate, Cristóbal Cañas, Melchora Una mina, tierra y (mulata) casa. Madrigal, Andrés Soltero Una mina y casa Martínez, Juan Gómez, Narcisa Una mina, tierra, 1 Francisco vaca y casa Gómez, José Pío Lazara Una mina, tierra y casa Gutiérrez, Luisa Viuda Tierras, 5 reses, mina y casa Patiño, Juan Ignacio Piedrahita, Clara Un pedacillo de tierras, una casa, 2 esclavos, 20 reses, 2 bestias y alhajas Chaverra, José Escobar, Juana Dote recibida en 4000 Antonio pesos, tierra, casa, 12 reses de ganado vacuno, 3 yeguas y 15 marranos cría. Elaborado a partir de: AHA. Censos. Tomo Nro. 342. Doc. Nro. 6528 Archivo Judicial Santa Rosa de Osos. Año de 1825 1825 201 A mediados del siglo XIX, Belmira aun contaba entre sus partidos, con el Partido de Río Chico. El 20 de diciembre de 1813, el subdelegado de Visitas en Santa Rosa y otros partidos de la región Norte, don Pedro Rodríguez de Zea, presentaba el siguiente informe en el que hablaba de la necesidad de dividir y establecer límites entre Río Chico y San Andrés del Espinal debido a su grande extensión y planteaba el nombramiento de alcalde para dichos partidos: “Expresando la dilatada extensión del partido de Río Chico, ó San Andrés; que por lo mismo le era imposible al juez pedáneo la atención oportuna de ambos pueblos y la conveniencia que resultaría de dividirse, y elegirse en cada uno de ellos un alcalde territorial... podría tener por linderos la quebrada de las ánimas hasta su desemboque en el mismo Río Chico. ... nombra para alcalde pedáneo del partido de Río Chico creación nueva a Don Juan Ignacio Correal. En el sitio de San Pedro Jurisdicción de la provincia de Antioquia en 29 de enero de 1875. Límites señalados: vecinos comprendidos de la quebrada de las animas desde sus nacimientos hasta el desemboque de la quebrada en Río Chico, este arriba hasta el desemboque de la quebrada de Don Diego vertiente a dicha quebrada hasta el viso del Espinal.”230 Los asentamientos y primeras incursiones en este sitio se hicieron con base en la explotación de minas de aluvión en las cercanías del río Chico como se hizo en los otros Partidos. Desde el tercer cuarto del siglo XVIII algunos mulatos, negros libres y mestizos dedicados al mazamorreo se instalaron en estos sitios con su habitación y sus propiedades sobre todo en minas. (Ver cuadro No. 13, Mazamorreros del Partido de Río Chico. 1779.) Río Chico ocupó en su momento tierras que hoy pertenecen a San Pedro. Para el año de 1791, se formalizó la venta de dos terrenos de propiedad de los hermanos Bartolomé Tobón y Juan Tobón como albacea éste ultimo, del difunto Ignacio Tobón (su hermano), e hijos todos del Señor Juan Tobón, con el señor Cristóbal Pérez. La venta que realizaron los dos hermanos de los dos derechos de tierra que heredaron de su padre, ya había sido negociada con anterioridad, con los señores José Ignacio Pérez y Félix Echeverri, con el señor Juan Tobón ya fallecido, en cantidad de 150 pesos, pero como no habían delimitado correctamente los 230 AHA. Fondo Límites. Tomo 375. Doc. 7013. Fol 146r. Año 1814. 202 terrenos entre los hermanos, la venta no se legalizó y se realizó una nueva venta en la cantidad de 350 pesos.231 Los terrenos a que hace alusión la anterior venta son actualmente las tierras próximas entre Belmira y San Pedro, donde aún perduran personas con los dos apellidos Tobón y Pérez. Gran parte de los documentos encontrados que hacen referencia a negocios en el Partido de Río Chico están relacionados con capellanías, o sea, tierras u otros bienes que se colocaban como prenda o beneficio para el sostenimiento de un religioso o de toda una congregación. Algunas peticiones de amparo de tierras se hicieron sobre propiedades que estaban sometidas a censo (Prenda de garantía) de una capellanía, es el caso del amparo pedido por el señor Pedro Londoño en cercanías a las Juntas del río Chico y río Grande donde él poseía una mina hacía varios años, la cual estaba explotando “desde el salto de San Ignacio, por todo el lado de San Pedro, hasta el salto de Patiño en Río Grande. Amparado en Medellín. Noviembre 24 de 1813.”232 Por tener esta mina en producción y en cercanías de las tierras de capellanías, el señor Londoño hizo la siguiente petición: “Francisco Ospina apoderado de Pedro Londoño del vecindario de Medellín, digo que en el territorio de la Parroquia de San Pedro se halla un derecho de tierra a la derecha del río Chico desde el camino que sigue de esta villa a la misma parroquia al del Espinal que se dice pertenece a un gajo de capellanía que reconocía don Jacobo Faciolince vecino que fue de Medellín el cual se halla en el día sin capellán propietario y el terreno como baldío porque no está poseído en propiedad por persona alguna, a tiempo con que mi poderdante mantiene a la inmediación a un mineral de oro que necesita de cultivarlo por no tener que ocurrir a largas distancias y a socorrerse de víveres para sus cuadrillas en esta virtud y en la de estas circunstancias debe aplicarse al colegio de Medellín el gajo de capellanía mientras resulta el capellán propietario que en los términos en que se halla el terreno actualmente nada produce en favor del individuo a quien pueda pertenecer la cantidad con que esta denotado. Lo denuncio formalmente a nombre de mi parte manifestando estar denominado con el nombre de culebrera. 25 de Octubre de 1825.”233 Al parecer la petición hecha por el apoderado del señor Pedro Londoño fue denegada en un 231 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Año de 1791. AHA. Colección General de minas. Tomo. II. Fol. 33v. Legajo 2. Año 1813 233 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Año de 1825. 232 203 principio. Al año siguiente, el 11 de Julio de 1826, el mismo señor Londoño hizo petición para sí, el remate de las tierras de la capellanía de Don Jacobo Faciolince otorgando la cantidad de 500 pesos como censo y aseguro a las rentas del colegio de Medellín, y determina los linderos del respectivo pedazo de tierra: “Digo yo Pedro Londoño vecino de la villa de Medellín y residente en la comprensión de ésta, que por cuanto en el partido de Río Chico se hallaban unas tierras vacantes por ahora, cuyos linderos son en forma siguiente de donde desemboca el amagamiento al paso de la peña al río, río Arriba hasta dar en un amagamiento que sale abajo del puente y por este arriba a dar en el filo y por este a salir al camino real viejo, camino abajo a buscar el desemboque del amagamiento y paso de la peña primer lindero. Dichas tierras son las mismas en que reconocía un gajo de capellanía a censo el difunto Don Jacobo Lince. En su viviente y como hace ya que falleció con el transcurso del tiempo se que darán como crianzas sin resultar hasta ahora apoderado, patrono o capellán sin que de ellas produjese algún lucro a quien lo corresponda y por ello las denuncie ante la justicia municipal de esta cabecera oponiéndome al aseguro y poniendo deben corresponder sus réditos (mientras resulta propietario) a las rentas del colegio de Medellín y habiendo sido aceptado y practicado las diligencias judiciales que correspondían hasta su remate, que se hizo en mí en la cantidad de 500 pesos (en la fecha 28 de Enero de 1826) con calidad de asegurarlos a censo y al mismo tiempo presentar la boleta de consentimiento del señor rector del colegio de dicho Medellín. Fiadores Manuel y Nicolás hijos de Pedro Londoño.234 Pero no fue el señor Pedro Londoño la única persona que negoció con tierras que estaban aseguradas bajo una capellanía, el 23 de Octubre de 1798 Don Francisco Leonín de Estrada,235 vecino fundador de San Luis de Góngora, obtuvo una capellanía en el Partido de Río Chico y posteriormente la vendió. Esta era otra modalidad de las capellanías donde de modo particular el individuo a quien fuera asignada podía disponer de ella abiertamente, en cualquier condición y sin el consentimiento de su dador o de la congregación a la que pertenecía. La venta del terreno es la siguiente: “Don Francisco Leonin de Estrada vecino poblador del sitio de San Luis de Góngora Jurisdicción del Valle de los Osos que ha vendido al señor Maestro Don José Ignacio Pérez, un pedazo de tierra y caballería en las vertientes de Río Chico. Todo lo que le 234 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Folio 152r. Año 1826. Llamado Francisco José Hermenegildo Estrada Guerra, hijo de Pedro Leonín de Estrada, Español y su tercera esposa María Vicencia Javiera Guerra Peláez, de Medellín. Nació en Medellín, el 14 de Abril de 1738. Fue ordenado en Popayán el 1 de Julio de 1771. Citado por Piedrahita E, Javier. Historia Eclesiástica de Antioquia. p. 327. 235 204 tengo vendido en precio y cantidad de 500 pesos de oro de a veinte quilates, capellanía fundada por el regidor Alonso López de Restrepo y su esposa y por cuanto yo cargaba sobre mis bienes y la dicha finca.”236 En Río Chico quizá ocurrió lo mismo que en San Jacinto, donde minas, esclavos y tierras del Doctor Don Sancho Londoño, fueron donadas al convento de las Carmelitas. En este Partido hubo propiedades que fueron otorgadas a censo o aseguro de instituciones religiosas, como el colegio de Medellín, en el caso de las tierras pedidas por Pedro Londoño o las de el Presbítero José Ignacio Pérez Restrepo237. Las tierras de una capellanía que había comprado Francisco de Restrepo a Miguel Vélez, pasaron a ser aseguradas a favor de las monjas del Carmen de Santa Fe, por un dinero que el señor Francisco de Restrepo debía al Presbítero José Ignacio Pérez: “[...] Digo yo Don Francisco de Restrepo vecino de este sitio de Santa Rosa de Osos, que por cuanto soy deudor al presbítero Don José Ignacio Pérez de la cantidad de cuatrocientos cuarenta y dos castellanos procedidos los 400 de una posesión que le compre en el paraje denominado Río Chico a Don Miguel Vélez, cuya cantidad reconocía dicho Don Miguel a censo y a favor de las monjas del Carmen de Santa Fe, y los 42 castellanos me entregaron a toda mi satisfacción la mitad en ganado vacuno y la otra mitad en ganando de cerdo hasta el cumplimiento de los 442 castellanos. Se asegura esta deuda con el mismo derecho de tierra en Río Chico cuyos limites son: del paso real de río Chico por filo entero, lindando con los Lopera a dar al alto de la sepultura y por derecera a dar a Santa Bárbara hasta arriba a dar al palo de los letreros y de este por derecera al filo lindando con el dicho presbítero Pérez y de este en derecera al amagamiento de la resaca abajo hasta Río Chico, Río Chico abajo hasta el primer lindero. 10 de agosto de 1806.”238 Existía una tierra colindante con la cordillera del Zancudo, San Jacinto y Río Chico. Estas tierras lindaban también con otra capellanía en Río Chico que reconocía Félix Echeverri. La propiedad fue vendida y los dineros que se obtuvieron en la venta fueron destinados en parte para unas capellanías. Es muy considerable la extensión de tierra que se negocia en este documento, y pudo haber abarcado gran parte de lo que constituía el antiguo Partido de Río Chico, veamos: 236 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Años 1797-1800. José Ignacio Pérez Restrepo, Bachiller, maestro. Hijo de Miguel Pérez de Rivero e Hipólita Nicolasa Restrepo. Nació en Medellín, el 30 de Septiembre de 1746, murió en San Pedro, el 14 de Abril de 1808. Citado por Piedrahita E, Javier. Historia Eclesiástica de Antioquia. P. 349. 238 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Fol. 30r. Años 1805-1811 237 205 “Yo Don Andrés Pérez de Restrepo vecino de Medellín que he vendido a Joaquín Pérez de Restrepo una posesión de tierras de pan y caballería, una casa de tapias cubierta de teja situada en el paraje de Río Chico. Las tierras se comprenden bajo los linderos siguientes: de la boca de un amagamiento que desagua en río Chico mirando derecho al filo del peñol, lindando con tierras de una capellanía que reconocía el ciudadano Félix Echeverri, filo arriba hasta la cordillera que deslindan las aguas de río Chico y Río Grande cordillera arriba a salir al camino real de los antioqueños. Éste abajo al paso antiguo de la quebrada que llaman del Zancudo éste arriba a buscar la derecera de un filo que baja de la cordillera, éste arriba a coger la cordillera, ésta abajo a coger otro filo que deslindan las aguas del Zancudo y el Salado éste abajo al amagamiento de Yerbabuena, éste abajo a la Pontezuela abajo dicho río abajo al primer lindero y por precio y cantidad de 2650 castellanos de oro en polvo con la condición de que me ha de sacar de dos gajos de capellanía que sobre dichas tierras reconocía. Uno de 250 castellanos a favor de mi hijo Pedro Pérez y el otro de 263 a favor de Don Mateo Zapata, y el resto de 2037 pesos que me ha satisfecho de contado[...] 21 de Abril de 1815.239 El anterior comprador ya había negociado tierras con el presbítero José Ignacio Pérez, además contaba con minas que amparó en su nombre por medio de su hijo. El amparo de la mina fue hecho dentro de las tierras que compró al señor Andrés Pérez Restrepo: “Señor gobernador y comandante general Don Ignacio Echeverri vecino de esta villa a nombre de Don Félix Echeverri mi legitimo padre, digo que por el pasado gobierno fue amparado mi parte en una mina de oro corrido está en la quebrada de Pontezuela en el paraje de Río Chico se ampara a esta parte en la mina que expresa. Amparado en Medellín Julio 23 de 1816.” 240 Entre las minas que se dieron en amparo se encuentra además la otorgada al señor Francisco Vásquez, vecino de San Pedro, la mina quedaba en inmediaciones de este lugar en un sitio que llamaban la Pretel en Río Chico, el amparo fue realizado en Antioquia el 9 de Septiembre de 1809: “Vásquez, Francisco, vecino de San Pedro, dice que ha descubierto una mina en el paraje de la Pretel, partido de Río Chico y sus linderos son: Del alto nombrado el contado, bajado el camino real que cae a la Pretel y siguiendo ésta quebrada arriba. Pide se ampare en esta mina atendiendo a que su ejercicio no es sólo de agricultor sino también de minero descubridor.”241 239 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Año 1815. AHA. Minas. Tomo. 365. Doc. 6799. Fol 8r-v. Año 1816. 241 AHA. Amparo de minas. Tomo.367. Doc. 6837 Fol.351v. Año 1809. 240 206 Como se ha mencionado los mulatos, negros libres y mestizos accedieron a la tierra en Río Chico por medio del mazamorreo independiente, pero a la par de estos pobladores estaban los grandes propietarios con sus cuadrillas de esclavos, que al morir decidieron donar sus tierras a éstos y por este medio pudieron ellos acceder a la propiedad que les era negada. Al menos un caso en este partido nos ilustra esta figura, que como se puede observar no perduró mucho tiempo en sus manos, por la venta temprana que hicieron de ella. De todos modos el caso muestra una modalidad poco generalizada en la región de Belmira: “Decimos nos Cándido y Catalina Pérez libertos vecinos de estos valles de Osos, marido y mujer, con licencia y expreso consentimiento que yo la dicha Catalina ante todas cosas pido y demando al expresado mi marido. Otorgamos que tenemos vendido al señor Joaquín Pérez de Restrepo, así mismo vecino un pedazo de tierra de pan y caballería en le paraje de Río Chico[...] Todo lo que le tenemos vendido por nuestro propio, como dona que nos hizo el difunto nuestro amo Don Lorenzo Pérez, vendimos en 40 castellanos de oro en polvo. 20 de Mayo de 1822.242 El terreno vendido constaba de los linderos siguientes: “Del mojón que clavamos en la puerta que ha acostumbrado en la playa el señor comprador a dar a su cerca, cerca arriba hasta ponerse enfrente de un volcán, del volcán a un mojón que está encima de un morrito, de este mojón a otro que pusimos comprador y vendedor en un llanito, y de éste mirando en derecera al amagamiento que baja del Salado, éste abajo al desemboque al río, río arriba hasta dar al primer lindero.”243 Se nota además en los limites que lo que el comprador pretende es acceder a un terreno que esta próximo a su propiedad con el fin de extenderla. Otra propiedad del Partido de Río Chico eran las tierras comprendidas en le sitio que se llamó Juntas, convergencia de los ríos Grande y Chico, lugar que determinaba el limite y la terminación del Partido, en territorio contiguo a Entrerríos, Santa Rosa y el actual corregimiento de Río Chico de San Pedro. Allí fue vendido un terreno que estaba constituido por medio de tres lotes individuales, venta hecha en la cantidad de 90 castellanos de oro en polvo, una de las propiedades incluía casa y huerta. Todo el terreno estaba próximo a las propiedades del señor Pedro Londoño, de quien habíamos hablado anteriormente: 242 243 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Año.1822. Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Año.1822. 207 “Decimos nos Gregorio Lopera y Luis Vásquez, vecinos de este sitio[...]que yo el primero le tengo vendido a Juan José Rojo dos derechos de tierra en el paraje de Río Chico, y yo el segundo en persona de mi señora madre María Peña y representando su misma persona derechos y acciones que del mismo modo le tenemos vendido yo y mi citada madre otro derecho de tierra al mismo Juan José Rojo unido a los derechos que le tiene vendido el dicho Lopera y ambos vendedores y cada uno en la parte que le toca otorgamos que le vendemos dichos derechos de tierra al citado Rojo, cuyos linderos unidos los tres derechos en uno son los siguientes: De un amagamiento que desemboca en Río Grande debajo de la quebrada llamada Santa Bárbara y de aquí tomando una abertura o brecha llamada canelón Hondo, y de éste mirando por derecera al filo principal, y por la mitad de éste, él arriba a encontrar un mojón de piedra que se halla en el remate, y de éste por derecera a buscar los nacimientos de un amagamiento que baja por el lindero de Don Pedro Londoño a desembocar en el río Chico, y éste abajo a sus juntas con Río Grande. Advirtiendo que en este encierro hay un cuarto derecho ajeno por una cortada que se hizo en río Chico y quedo en el lado de la partición. Y de aquí Río Grande arriba al desemboque del amagamiento y canalón Hondo primer lindero. Cuyos dos derechos que yo Gregorio Lopera le he vendido ha sido en precio y cantidad de 50 castellanos de oro en polvo y el otro derecho que yo Luis Vásquez y mi anciana madre la hemos vendido a sido en precio y cantidad de 40 castellanos de oro en polvo inclusive una casita y una huertecita todo en la dicha cantidad [...] 13 de septiembre de 1813.244 En la época de la colonia El partido de Río Chico ocupaba parte de las tierras que comprenden hoy los municipios de Belmira, San Pedro y Entrerríos. Dicho lugar fue uno de los últimos sitios en donde se asentaron y se dieron explotaciones mineras de todo el territorio que comprendía el río del mismo nombre, buscando siempre las juntas con el río Grande. El llano que era el partido en la época colonial es hoy en día el lugar donde esta ubicado el embalse de río Chico y río Grande. En el siguiente cuadro se registran 15 propietarios del partido de Río Chico, entre los años de 1758 y 1837, de los cuales, tres poseían minas, dos obtenidas por amparo y una por compra. Los demás eran dueños de tierras que habían adquirido en su mayoría por compra, el precio de las tierras oscilaban entre 40 y 2.700 pesos. 244 Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Año.1813. 208 CUADRO No. 14 PROPIETARIOS DE MINAS Y TIERRAS EN EL PARTIDO DE RÍO CHICO 1758-1837 Año 1758 1758 1758 Propietario Modo de obtención Propiedad Valor Castrillón, Fermín Tobón, Feliciano Tobón, Francisco Javier Avendaño, maría Compra Terrenos Terrenos Terrenos Tierras Minas 1798 Pérez, Cristóbal Compra Uribe, José María, Compra Solano, Francisco y Londoño, Juan Pablo Pérez, José Ignacio Compra 1806 Restrepo, Francisco Compra Pedazo de tierra 1813 Juan José Rojo Compra Tres pedazos de $ 90 tierra. 1815 Pérez de Restrepo, Compra Joaquín 1816 1822 Echeverri, Ignacio Amparo Pérez de Restrepo, Compra Joaquín 1825 1825 Londoño, Pedro Londoño, Pedro Amparo Pública subasta 1837 Sierra, Canuto Compra 1785 1791 1796 Dueño antiguo Lugar Río Chico Río Chico Río Chico Tierras $ 350 $ 50 Tierras de pan y $ 500 caballería $ 442 Posesión de $ 2650 tierras de pan y caballería, una casa de tapias cubierta de teja Minas Pedazo de tierra $ 40 de pan y caballería Minas Pedazo de tierra $ 500 Casa con terrenos $ 2.700 de pan y caballería Gutiérrez, Río Chico Gregorio Tobón, Juan Río Chico Dr. Dn. Río Chico Sancho Londoño Estrada, Francisco Leónin. Vélez, Miguel Lopera, Gregorio y Vásquez, Luis Pérez de Restrepo, Andrés Pérez, Lorenzo Faciolince, Jacobo Gutiérrez, José Miguel Elaborado a partir de: AHA. Fondos: Colección General de Minas. Años 1796,1813 / Minas. Años.1817, 1816./.Amparo de Minas Años.1809. / Limites. Año. 1814./ Archivo Notarial Santa Rosa de Osos. Años 1791, 1797-1800, 1805-1811, 1813, 1815, 1822, 1825, 1826, 1837. Río Chico Río Chico Río Chico Río Chico Río Chico Río Chico Río Chico Río Chico Río Chico Escenas de la vida de los esclavos. (Elaborado a partir de: V. Álvarez, “La Sociedad Colonial 1580-1720” La Historia de Antioquia, No. 4. Medellín, El Colombiano, p.29.) 210 CAPITULO 3 ESCLAVOS Y NEGROS LIBRES: Los primeros habitantes de la Belmira colonial. La introducción de esclavos al territorio de la Nueva Granada se dio casi a la par de la llegada de los primeros conquistadores. Para los primeros años de la conquista ya se han dado autorizaciones con el ánimo de hacer llegar a la América negros esclavos. Muestra de ello son las capitulaciones firmadas por la Corona a Pedro Fernández de Lugo: “[...] otro si: Que le daremos autorización como por la presente le damos, para que de nuestros reinos y del reino de Portugal e Islas de Cabo Verde, él o quien su poder tuviere pueda pasar y pase a dichas provincias de Santa Marta asiento de esclavos negros."1 Son muy diversas las razones y motivaciones que llevaron a esta nueva etapa de esclavitud con individuos Africanos en América: Los Españoles disponían ahora de un vasto mundo allende el Atlántico, en el cual hallaron ricos yacimientos de minerales y una población indígena disponible como fuerza de trabajo, pero que rápidamente fue diezmada y estigmatizada como holgazana.2 Robert West afirma sobre esta temprana práctica esclavista que: “Los primeros colonizadores de la Nueva Granada introdujeron pequeñas cantidades de esclavos negros [...] En la mayoría de las entradas los españoles usaron negros como sirvientes personales u hogareños, pues tal tipo de servidumbre se había desde hacía mucho en la península [...]”3 Pero la causa fundamental de la importación de esclavos, es sin duda, la optimización de la producción y de la economía en general, con la utilización de la mano de obra de negros esclavos. Funcionarios, mineros, agricultores, comerciantes, misioneros, clérigos, conventos y cabildos, solicitaron desde muy pronto esclavos negros, basados en el supuesto generalizado 1 Jaime Jaramillo Uribe. Esclavos y señores en la Sociedad Colombiana. En: Travesías por la Historia. Antología. Bogotá, Imprenta Nacional de Colombia. 1997, p.41. 2 Jorge Preciado Palacios. La esclavitud y la sociedad esclavista. En: Nueva Historia de Colombia. Vol. 1. Bogotá, Planeta 1989, p.155. 3 Robert C. West. La minería de aluvión en Colombia durante el período colonial. Traducción: Jorge Orlando Melo. Bogotá, Imprenta Nacional. 1972, p. 80-81. 211 “De que el trabajo de un negro producía lo que tres indios juntos.”4 Dicha premisa se convirtió en el principio económico que prometía ser la panacea para la producción. Con estas justificaciones se hizo más intenso el tráfico esclavista hacía La Nueva Granada y no se hicieron esperar las regulaciones por parte de la corona para controlar el mercado de negros esclavos. La expedición de licencias de importación, el control fiscal, y las medidas para evitar el contrabando fueron las más inmediatas, Además de aquellas que procuraban regular la nueva población. La corona española fue muy cuidadosa con el aprovisionamiento de esclavos, pues se trataba de un nuevo grupo social que entraría a formar parte del entramado donde convergerían tres distintas colectividades y las medidas de manejo se debían reforzar.5 Durante el siglo XVI se exigió a los importadores la debida licencia y el pago de impuestos, para finales de mismo, se instituyó “El sistema de Asiento” que posibilitaba a un individuo o a una compañía comprar el derecho de importación a la corona con un número determinado de esclavos con precios estipulados con anterioridad durante un período fijado en el contrato. 4 Preciado Palacios. La esclavitud y la sociedad esclavista, p. 154. Silvestre Proponía: “[...] Han pensado algunos que convendría la introducción de negros esclavos, y que esta se hiciese por cuenta del Rey, que podría darlos más baratos. No sería mal fundada, si se les repartiesen a doscientos cincuenta patacones a los mineros, cuando más caros, con la calidad que entre tanto que pagaban el capital, pagasen un rédito de un cinco por ciento; pero encuentro mil inconvenientes en la ejecución de este pensamiento sin riego conocido de la Real Hacienda; y más considerando el estado actual de la de este Reino, que no alcanza a lo preciso por aumentadas las cargas, aunque aquella la haya sido también muy considerablemente. No obstante del pensamiento anterior propuesto sobre la introducción de los dos mil negros para fomento, y aumento de labor de minas, y que, siguiéndose , podía considerarse favorable el introducir mucho mayor número, debe tenerse presente, que convendría no hacerlo excesivo, para contrapesar el poder de las otras clases, y castas de gentes, que en número pueblan la provincia, y que deben servir a mantenerlos en sujeción; por que, siendo excesiva en negros, corría riesgo su seguridad; mayormente, atendido el número de esclavos actual, y que ya han pensado en levantarse por su libertad. La actual población de la provincia consta de 48.500 almas, más o menos, y en el día se cuentan entre ellas cerca de 10.000 esclavos de todas edades y sexo, que viene a componer una quinta parte de la población e introducidos los 2000, aunque nunca podría ser en un año, ni en dos, vendría a tener siempre una igual correspondencia, y mantener las otras cuatro partes sujetas a esta, como que el aumento de la generación, y población sería progresivo en el orden natural y regular” Francisco Silvestre. Relación de la Provincia de Antioquia. Traducción, introducción y notas David J. Robinsón. Medellín Secretaria de Educación y Cultura de Antioquia, 1988, p. 156157. 5 212 Para reglamentar el comportamiento de esa nueva población se argumentaban diferentes maneras del trato y su relación con las otras clases, ejemplo de ello, son las disposiciones de Anuncibay quien toma como referencia textos como el de Tomas Moro: “Los negros deben introducirse de Guinea, cristianizarse y agruparse en colonias de no mas de trescientos, sin comunicación entre sí... porque de la comunicación hay peligro y confusión de los casamientos, y será mejor que se casen cada cuadrilla entre sí [...] se regularan las penas que Irán desde azotes a desorejada y pena de muerte, caso este ultimo en el que el dueño será indemnizado con 200 pesos. Se les dará alguaciles de ellos mismos, podrán ser libres si son liberados por sus propios amos, pero no podrán abandonar las minas y emigrar a otras partes, y en cuanto a relaciones con los indios se les prohibirá [...] todo comercio, ni compadrazgo, ni borrachera, ni confraternidad Juntos."6 Durante el siglo XVI se dio una considerable inserción de esclavos en la Nueva Granada. Pero el grueso de la población era aun indígena, mestizos y blancos. Fue solo hasta el XVII que las importaciones de esclavos negros se hicieron más numerosas y su presencia en nuestras provincias se hizo más notoria. Distintas circunstancias provocaron ese aumento, entre otras, la disminución constante de la población indígena7, además se incrementó la demanda de mano de obra esclava para laborar en los nuevos yacimientos de oro descubiertos sobre todo en las regiones de Antioquia y Chocó. Si bien la minería fue la ocupación más notoria de los esclavos también fueron empleados en otras actividades de producción económica como la agricultura, la ganadería, y diversas actividades artesanales y domesticas, lo que igualmente incentivo la importación de esclavos hacía nuestro territorio. Otros factores que hicieron aumentar el número de esclavos negros fueron la adjudicación de asientos a extranjeros, cuya exclusividad era solo nacional. Entraron en dicho comercio ingleses, holandeses, portugueses y franceses,8 y el contrabando se hizo una con lo que evadieron muchos impuestos. Con todo esto la presencia del elemento negro tuvo un papel muy representativo en la vida colonial nuestra. Y en algunas provincias los negros tuvieron un desempeño protagónico en actividades económicas y como grupo socialmente establecido. 6 Jaramillo Uribe. Esclavos y señores en la Sociedad Colombiana, p. 44-45. West. La minería de aluvión en Colombia durante el período colonial, pp. 80-81. 8 West. La minería de aluvión en Colombia durante el período colonial, pp.82-83 7 213 3.1 Esclavos en la Provincia de Antioquia. Por la presencia tanto de aborígenes como de negros en la economía colonial, los estudiosos identifican dos sociedades para dicho período, aunque no excluyentes la una de otra y especialmente diferentes: “La de corte señorial que se construyó en el oriente, centro y sur del país con base en el dominio sobre los indios y la recaudación del tributo, y la sociedad esclavista que se formó en regiones como Cartagena, Popayán, Mompox, Anserma, Cartago y Antioquia.”9 Para el caso de Antioquia desde el momento mismo de su conquista se da cuenta de la presencia de esclavos. Jaime Jaramillo Uribe citando a Juan de Castellanos dice: “ Pedro de Heredía llevaba negros a la expedición del zenú y que Vadillo y sus compañeros en la conquista de Antioquia -1537- ‘ Valioles mucha gente Guinea que para los trabajos eran buenos, pues en rigores tan intolerables eran ellos los infatigables’.”10 La economía del territorio antioqueño en la colonia se fundamento en la explotación minera. Con ello se estableció muy rápidamente un binomio minería-esclavitud pues “El escaso desarrollo tecnológico condujo a que, a pesar de los elevados costos de la fuerza de trabajo esclava y de las dificultades periódicas para su adquisición, los propietarios se vieran forzados a invertir en ella la mayor parte de su capital.”11 De esta manera el negro esclavo fue tomando un lugar preponderante en el contexto de la provincia, primero como motor económico, pues a mayor cantidad de mano de obra en las minas mayor sería la productividad, y por ende, al verse incrementado su número, su importancia en los procesos sociales será más notoria. 9 Jorge Preciado Palacios, La esclavitud Negra en América Colombia. En: Boletín de Historia y Antigüedades. Vol. 88. Bogotá, Octubre-Diciembre de 2001. No. 815, p.800. 10 Jaime Jaramillo Uribe. Ensayos sobre historia social Colombiana. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1968, p. 6. 11 Ivonne Suárez. Oro y sociedad colonial en Antioquia. 1575-1700. Medellìn, Monografía de pregrado, Departamento de Historia,Universidad de Antioquia,1983, P. 108. 214 Para 1583 existían ya muchas cuadrillas establecidas en minas de Antioquia. Convirtiéndose las cuadrillas -como el principal instrumento productivo en la explotación de la minería. El siguiente cuadro nos ilustra sobre el número de esclavos que ingresó a la provincia de Antioquia en un tiempo aproximado de 50 años. CUADRO No. 15 NUMERO DE ESCLAVOS, 1590-1640 LUGAR NUMERO DE ESCLAVOS AÑO Anserma 1000 1590 Buritica 300 1583 Buritica 600 1590 Cáceres 150 1583 Remedios 2000 1600 Santa Rosa 294 1640 Zaragoza 2000 1595 Zaragoza 3000-4000 Aprox. 1600 Fuente: Jorge preciado Palacios, La esclavitud y la sociedad esclavista. En: Nueva Historia de Colombia. Vol. I. Bogotá, Planeta Editorial S.A., 1989. Durante el siglo XVII, tres zonas surgen en el ámbito regional antioqueño como fuentes de explotación aurífera: Las zonas de los Valles de: Aburrá, Oriente y Norte. Del valle de Aburrá hubo un desplazamiento hacia el Oriente: Guarne y la Mosca (1644), Rionegro (1650), Santuario (1661). La zona de la región Norte inicia su poblamiento en zonas como Ovejas, San Pedro y Santa Rosa entre los años de 1640 y 164412. La zona de Petacas es quizá el primer territorio en ser incursionado para la explotación minera en el norte, con propietarios de la Ciudad de Antioquia. 12 Lucelly Villegas Villegas. Minería y trabajo independiente en Antioquia Colonial. Los Mazamorreros.: 17701820 Medellín, Monografía de Pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 1984, P. 50-51 215 El aumento de la población negra en la Provincia de Antioquia será progresivo durante el siglo XVIII. Para mediados del mismo, Francisco Silvestre en la Relación de la Provincia de Antioquia, es partidario de que a la provincia lleguen nuevos esclavos, tomando como base la gran cantidad de minerales que no han sido explotados debidamente. Sin embargo, pone en evidencia el peligro que acarreará traer más población esclava para los otros grupos sociales y la latente amenaza de los levantamientos por parte de estos en busca de su libertad. (Ver cuadro No. 4 de cuadrillas de esclavos en Petacas 1669-1737, en el capitulo 1. Minería: Actividad básica en la vida colonial de Belmira). 3.2 Cuadrillas de esclavos en Petacas. Los esclavos son parte trascendental en la dinámica de la economía colonial. Al ingresar a los distintos campos productivos (agricultura, ganadería y minería básicamente), no lo hicieron como individuos aislados, lo que si fue posible en otras actividades como las domésticas y las artesanales. Ellos conformaron una estructura denominada cuadrilla, que es considerada como tal, por algunos autores cuando el número de individuos que la conforman sobrepasaba de cinco integrantes. En las actividades económicas de la colonia la cuadrilla ocupó un papel primordial, especialmente para el caso de la minería que era el eje económico principal de la región antioqueña. Como se ha visto en el capítulo correspondiente a la minería, “la cuadrilla de esclavos minera”, tuvo una organización interna laboralmente hablando, y una división del trabajo también especifica. Sin mencionar los grandes beneficios económicos que proporcionó a sus dueños y la movilidad comercial que motivo en la región. Pero a pesar de todos estos dividendos económicos, el carácter social y el aporte que la cuadrilla de esclavos tuvo en los distintos poblados de la región antioqueña a quedado relegado a un segundo lugar. La estructura económica minera, que fundamentó su producción en la cuadrilla de esclavos, ha significado para el poblamiento de la actual localidad Belmira su eje principal de 216 conformación social. Robert West afirma: “Las viejas regiones mineras coloniales donde predominó la mano de obra negra son hoy las regiones con mayor población negra o mulata [...] incluso en el alto y frío batolito antioqueño existen comunidades negras, descendientes de las poblaciones esclavas que alguna vez trabajaron los placeres del río Chico y el Río Grande cerca a Santa Rosa.”13 La región de Petacas - hoy Belmira- debe su poblamiento a esas primeras cuadrillas que fueron llevadas allí por los señores blancos dueños de minas, procedentes de Antioquia y posteriormente del Valle de Aburra. Es posible observar en la gráfica siguiente que en el poblado de Petacas, hubo hombres esclavos traídos directamente del continente africano, incluimos en ella a los negros bozales, que se les llamaba así por su procedencia africana, pero no se les especificaba su lugar de origen o grupo étnico en este continente. Grafica 1. ESCLAVOS DE ORIGEN AFRICANO EN PETACAS 6 5 7 3 6 6 4 2 1 MINA CARABALI BOSAL BIOJO 1 ARARA 0 NUMERO DE ESCLAVOS 2 1 CONGO 4 ANGOLA Nro. DE ESCLAVOS 7 ORIGEN AFRICANO Elaborado a partir de: AHA. Fondo Mortuorias: Tomo 310. Doc. 6058, 1674. Tomo 258. Doc. 5569, 1669. Tomo. 273. Doc. 5659, 1685. Tomo. 252. Doc. 5507, 1687. Tomo. 318. Doc. 6119, 1697. Tomo 302. Doc. 5976, 1697. Tomo. 312. Doc. 6070, 1698. Tomo 273. Doc. 5692, 1698. Tomo. 234. Doc. 5325, 1704. Tomo. 234. Doc. 5321, 1720. Tomo. 277. Doc. 5720, 1716. Tomo. 275. Doc. 5714, 1729. Tomo 278. Doc. 5724, 1736. Tomo 276. Doc. 5719, 1737. Tomo. 322. Doc. 6159, 1797. Fondo Notarial No. 2, 1716. 13 West. La minería de aluvión en Colombia durante el período colonial. P. 84 217 Desde el año de 1636 las cuadrillas de esclavos comenzaron labores en el Valle de los Osos, después de ser descubiertas las riquezas de oro en los causes de los ríos Chico y Grande y en las quebradas tributarias de los mismos, por el Alcalde Ordinario de la Ciudad de Antioquia Don Antonio Serrano y Espejo14. Ya para el año de 1651: “ El capitán Felipe de Herrera, vecino de la Ciudad de Antioquia, después de descubrir oro de seguir en el río Chiquito, abrió camino e hizo rancherías con asistencia de diez indios pagados que llevó del poblado de Nuestra Señora de Sopetrán, además de diez esclavos para labrar el río.”15 Es posible que estos diez negros sean los primeros en establecerse en el territorio de Petacas. Sin embargo en la mortuoria de Don Fernando Montoya, del año de 1668 se encuentran en sus bienes un número considerable de esclavos de origen africano; aunque no existen datos precisos de la adquisición de éstos, es posible concluir con base en la edad de algunos de ellos, que fueron integrados al trabajo de las minas en el año de 1640 aproximadamente. Las edades de éstos oscilaban entre los 45 y 55 años en el momento del inventario de la mortuoria y aun laboraban la mina del señor Montoya, si se tiene en cuenta que un negro era traído a la Nueva Granada entre las edades de 15 y 20 años16, es posible pensar que dichos negros fueron llevados a las 14 Alba Shirley Tamayo Arango. Camino a la región de los Osos. Exploración y Colonización de l a Meseta Norte de Antioquia. Bogotá , Ministerio de Cultura, 2002, P. 18 15 Tamayo Arango. Camino a la región de los Osos. Exploración y Colonización de l a Meseta Norte de Antioquia, P.21 16 Entre 1518 y 1873, fechas límites sugeridas por Moreno Fraginals, se importan al continente Americano y sus islas nueve y medio millones de seres en estado de esclavitud, que debían cumplir los siguientes condicionamientos fundamentales: 1. Como regla general, que su edad oscilase entre los 15 y los 20 años, lo que es significante de un factor productivo, que aseguraba una larga vida de trabajo. 2.El parámetro de la edad también garantizaba el que llegaran a América, aquellos individuos que tenían menor tradición cultural y menos aportes que trasmitir, es decir, menos sabiduría y tradiciones arraigadas, lo que permitía una mayor aceleración en el proceso de culturización del Africano. 3. Una nacionalización de la trata inicial, determinó el que se importase un mayor número de mujeres, con el objeto único de reproducir la población esclava, explicando ello las distorsiones acerca de la vida sexual del negro en América. 4. La intensiva explotación de esta mano de obra, condujo a que la fatiga cotidiana tuviese como aditamento una fatiga residual, acumulable en el tiempo, la cual conllevo a una rápida reducción en su capacidad laboral y al envejecimiento prematuro del esclavo. 5. Se instaura un proceso consciente, tendiente a desarraigar la cultura negra, y así utilizar más sistemáticamente su fuerza de trabajo. Es el proceso conocido como de “De culturización” mediante el cual se entorpecía el contacto de hombres provenientes de una misma nación o región, que tuviesen una misma lengua o costumbres similares. 6. Se entrabo toda relación de tipo familiar, y por supuesto social entre estos hombres, ya que la actividad del esclavo estaba en función única de la productividad. Su trabajo de más de 16 horas solo le permitía un corto lapso para sus necesidades más particulares. De ahí la inestabilidad y fugacidad en las uniones maritales, lo que contribuyó a la persistencia a través del tiempo de este tipo de relaciones en territorio de predominio negro. Ver Fraginals, Moreno. África en América Latina. Aportes culturales y deculturación. México. Siglo XXI Editores, 1977. P. 15 218 minas de río Chico en las primeras décadas del siglo XVII. Casos específicos de negros esclavos de origen africano trabajando en minas de Petacas son el de la negra Francisca de edad de más de 50 años, de origen Conga, o el de la negra Cattarina de 50 años y origen Arara, la negra María de origen Angola de 46 años. (Ver cuadro No. 4 de cuadrillas de esclavos en Petacas 1669-1737, en el capitulo 1. Minería: Actividad básica en la vida colonial de Belmira). El largo período transcurrido desde que se da el descubrimiento de las minas y el respectivo avalúo de los esclavos en las mortuorias de sus dueños, donde se especifica por parte de quien hace el inventario, que los esclavos laboraban en las minas desde el descubrimiento de las mismas, evidencia un interés de los dueños por establecer permanentemente sus cuadrillas en la zona donde se ubicaban sus explotaciones auríferas, y al máximo mantenerla unida. Este hecho hizo que fuera posible un asentamiento poblacional en la zona de Petacas y con marcadas raíces en población negra esclava, pues los dueños blancos no tenían el propósito de establecerse en la zona, él y los suyos continuaron viviendo en la ciudad de Antioquia y en el Valle de Aburrá. Al parecer era más su interés por establecer una empresa familiar minera y que heredara quién más motivado se mostrara en el negocio de la minería. En Petacas la herencia de las minas explotadas inicialmente recayó incluso en los hijos sacerdotes, casos particulares son los de Felipe de Herrera, Fernando Montoya y posteriormente el capitán Francisco de Villa Hidalgo, también ocurría que dejaran encargados de sus posesiones a sus yernos: “Declaro que en el sitio que llaman de las Petacas, he tenido en compañía del capitán Felipe de Herrera la mina del Río Chico por colgar y hallándome imposibilitada para ello [...] por lo dificultoso del colgadero como por la poca gente que tenía para ello le dije a mi yerno Laureano de Piedrahita que si quería entrar a colgar en mi compañía que le daría la mitad de la parte que tengo en dicha mina [...]”17 17 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 273. Doc. 5695. Año 1685 219 Este tipo de transferencia se vio igualmente en la explotación minera del Chocó18, donde los asentamientos y la conformación inicial de las cuadrillas perduraron en un lugar determinado y no se tenía el interés de moverla a otros sitios o desintegrarla, el objetivo era prolongar la empresa familiar minera. Lo anterior es posible identificarlo en Petacas por ejemplo, con los negros esclavos que trabajaban en la mina denominada San Joseph propiedad de Don Fernando Montoya 19, o los esclavos de Don Felipe de Herrera que en el año de 1704 aún habitaban las Minas de Nuestra Señora del Rosario en el río Chico, mina que era trabajada en compañía una parte, y la otra explotada por sus directos herederos, la cual llamaban de las Petacas ubicada hacia el lado que da a Sopetrán.20 Estos esclavos sin duda ya habían establecido una sociedad particular en la zona, luego con el paso de la mina del Rosario a manos de Francisco de Villa Hidalgo y posteriormente a sus hijos sacerdotes Francisco y Salvador de Villa y Castañeda, los negros esclavos adoptaron sus apellidos y se les verá en el transcurso del siglo XVIII y principios del XIX, realizando todo tipo de actividades sociales y accediendo a minas y tierras. Lo mismo ocurrió con las cuadrillas de esclavos de los Zapata, los Pino y los Mazo en la zona de Petacas; en la zona donde funcionaba la mina de San Jacinto, es también posible ver como los negros esclavos del Dr. Dn. Sancho Londoño, al obtener su libertad obtuvieron su apellido y la posibilidad de acceder a las distintas propiedades, fortaleciendo así el poblamiento completo de la zona. Con base en las distintas mortuorias de herederos de los primeros dueños de minas en Petacas y San Jacinto, fue posible la confirmación de que los esclavos no se movilizaban mucho, esclavos que pertenecieron a los primeros hombres que ampararon minas en Petacas continuaron trabajando minas en dicho lugar, con edades muy avanzadas; salvo escasas ocasiones eran llevados a otros lugares, sobre todo en los procesos de compra-venta en donde eran dirigidos a otras minas, pero en la mayoría de los casos no salían de la región de los 18 Zamira Díaz López. Oro, Sociedad y Economía. El sistema colonial en la gobernación de Popayán: 15331733. Editado por: Banco de la República. Bogotá. 1994, P. 278. 19 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 258. Doc. 5569. Año 1668. 20 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 234. Doc. 5325. Año 1704. 220 Osos, incluso de la misma zona de Petacas y de San Jacinto. (Ver cuadro No. 4 de cuadrillas de esclavos en Petacas 1669-1737, en el capitulo 1.Minería: Actividad básica en la vida colonial de Belmira). El motor de la economía minera de Petacas durante todo el siglo XVII y parte del XVIII fueron las cuadrillas de esclavos. Sin embargo, motivos de rentabilidad, agradecimientos o casos de mestizaje dio la posibilidad de la manumisión a un sinnúmero de negros esclavos, originando un nuevo grupo social de criollos y mulatos libres que entraron a participar en las actividades económicas y sociales de Petacas, afianzando así el desenvolvimiento de una estructura social negra en su mayoría y de una variada mezcla de grupos sociales. Cuando trascurría el último cuarto del siglo XVIII, se realizó un empadronamiento del Partido de Santo Domingo de Petacas, es posible apreciar en él, el peso que tenía la población negra, tanto esclava como libre. Los negros esclavos empadronados estaban constituidos en cuadrillas y ocupaban en cantidad el primer lugar de la población existente, seguidos de los negros libres. En las graficas siguientes es posible observar los cuatro grupos sociales que conformaban la sociedad de Petacas, además el porcentaje que cada uno de los grupos ocupaba con respecto a toda la población empadronada. 221 GRAFICA No.2. POBLACION DEL PARTIDO DE SANTO DOMINGO DE PETACAS AÑO DE 1779 223 NUMERO DE INDIVIDUOS 250 200 150 114 100 32 19 50 0 BLANCOS MESTIZOS MORENOS LIBRES ESCLAVOS POBLACION GRAFICA No. 3. POBLACION DEL PARTIDO DE SANTO DOMINGO DE PETACAS AÑO 1779 EN PORCENTAJES. 8% Blancos 5% Mestizos 58% Esclavos 29% Negros libres Elaborado a partir de: AHA. Fondo Mortuorias: Tomo 310. Doc. 6058, 1674. Tomo 258. Doc. 5569, 1669. Tomo. 273. Doc. 5659, 1685. Tomo. 252. Doc. 5507, 1687. Tomo. 318. Doc. 6119, 1697. Tomo 302. Doc. 5976, 1697. Tomo. 312. Doc. 6070, 1698. Tomo 273. Doc. 5692, 1698. Tomo. 234. Doc. 5325, 1704. Tomo. 234. Doc. 5321, 1720. Tomo. 277. Doc. 5720, 1716. Tomo. 275. Doc. 5714, 1729. Tomo 278. Doc. 5724, 1736. Tomo 276. Doc. 5719, 1737. Tomo. 322. Doc. 6159, 1797. Fondo Notarial No. 2, 1716. 222 Para 1779 se encontró que la cuadrilla más numerosa, era la del Presbítero Doctor Don Sancho Londoño, cuadrilla que contaba con alrededor de 172 esclavos, de diferentes sexos y edades. Esta cuadrilla de esclavos tuvo gran importancia en el poblamiento de Belmira, es con ella que se conformó la Aldea de San jacinto. Aldea que tuvo muchas particularidades en la zona y ocupo un vasto territorio rico en oro y un poblado de negros libres que obtuvieron tierras y se posesionaron del lugar definitivamente. (Ver capitulo 6. Aldea de San Jacinto, tierra de negros, oro y disputas). Muchas otras cuadrillas de menor número se registraron en este padrón. 3.3 Algunos aspectos de la vida social de los esclavos en la época colonial de Petacas. Sobre los diferentes tópicos de la vida social de los esclavos en general se ha dicho muy poco. Máxime si se tiene en cuenta que las diversas fuentes primarias hablan del elemento esclavo como una cifra que contribuyó a engrosar el capital de un determinado propietario, como mercancía con el suficiente valor para poder ser canjeada o como garantía en una transacción cualquiera, en el mejor de los casos, el negro esclavo aparece como un disociador , casi culpable de los múltiples concubinatos prohibidos para la época y en muy contadas veces en juicios judiciales, donde se trata de demostrar la culpabilidad de sus amos en los atropellos que cometieron con ellos. Si bien hemos mostrado que el poblamiento del territorio de Belmira se fundamentó en los esclavos, la información concerniente al desenvolvimiento social de ellos es escasa. Aspectos relacionados con las formas como y dónde vivían, sus vestidos, juegos, enfermedades, relaciones con sus amos, sólo pueden ser rastreados con mucha dificultad y no con mucha precisión. Se tratará de esbozar un tipo de vida de los esclavos de Petacas, en muchos casos, entre sacando testimonio que las fuentes tangencialmente tocan y tratando de hacer una aproximación a su vida cotidiana. 223 3.3.1 Las rancherías y su influencia en la vida cotidiana de los esclavos mineros. Las rancherías y ranchos fueron campamentos, especialmente al lado minas de aluvión, construidas en las riberas de los ríos, generalmente para albergar a mineros, esclavos y para guardar las herramientas. Estos sitios que podemos asemejar a un campamento fueron el lugar de vivienda de las cuadrillas de esclavos, un espacio destinado a recuperar fuerzas y quizá de esparcimiento de los negros, en donde compartían los pocos ratos de descanso que les permitía el capitán de cuadrilla luego del trabajo en el agua. Las rancherías eran construidas luego que el cateo daba buenos resultados y era necesario la permanencia en el lugar, a la par que fueron descubiertos aluviones, se pasó de los ranchos temporales a rancherías permanentes, “Fue así como los espacios de vida de los mineros aparecieron en la vegetación agreste de los montes, a medida que eran exploradas las riquezas.”21 La ranchería consistía pues en un conjunto de ranchos y casa, la casa para el minero y el dueño de la mina, y los ranchos para las cuadrillas de esclavos. “En las tierras de los Osos las rancherías estaban compuestas de ranchos de bahareque. En la construcción de estas viviendas se utilizaba elementos disponibles en los montes: los parales principales eran de tallos de helechos arborescentes-(conocidos en la región con el nombre común de sarros); la madera entrelazada en forma horizontal era de niguito o espadero; los amarres se hacían con bejuco,,y el embarrado o relleno de la estructura, con barro amarillo; para el empañetado se usaba una mezcla de tierra y estiercol de caballo. Las vigas para el techo eran de madera de roble, y como paja se usaba una planta denominada sorbetana”22 Generalmente el campamento estaba localizado junto a una corriente de agua o sobre cascajos auríferos. En la región de los Osos y en la localidad de Belmira la llegada de población en busca de oro dio paso a la construcción de rancherías en las riberas de los ríos Chico y Grande.23 Veamos algunos ejemplos en Belmira. El Capitán Felipe de Herrera quien había descubierto 21 Tamayo Arango. Camino a la Región de los Osos, p. 33. Tamayo Arango. Camino a la Región de los Osos pp. 50-51. (Apartes de las entrevistas que esta autora hizo a Alfredo, Amparo y Rogelio Tamayo en Santa Rosa. En el año de1997). 23 West. La Minería de Aluvión en Colombia durante el período Colonial. p. 92. 22 224 minas de oro y cateado labores de minas en tierras de los Osos en 1651 dice: “había descubierto en el Río que llaman Chiquito oro de seguir. Colgando y edificando uno o dos altos que tenía fuera de los amagamientos que le entraban, [...] Había hecho muchos costos en abrir caminos y hacer Rancherías así para el lado del Gobernador Juan Gómez de Salazar, para quien había descubierto en el mismo Río Chiquito otro salto que estaba por más abajo del suyo”24 En 1698 el Contador Laureano de Piedrahita declaró entre sus bienes “la parte de la mina Nuestra Señora del Rosario en Río Chico, la mitad de una casa cubierta de embarrado, con corredor nuevo y puerta de cedro, una mesa, una silla, dos ranchos en que viven los negros, y parte de la capilla.”25 Pedro Martín de Mora tenía en 1761 ranchería en la mina que descubrió a la que le puso por nombre Nuestra Señora de Guadalupe, ubicada en la quebrada Santa Gertrudis en Belmira: “Francisco de Montoya y Salazar se encontraba en el sitio que llaman de las Petacas labrando una mina al tiempo y cuando el dicho Capitán Pedro Martín de Mora pasó en prosecución de su comisión y hizo noche en su Ranchería llevando 12 indios cargados de harina y carne y en su campamento un minero a quien llaman Pablos de Salazar y descubrió las minas que hoy está labrando.”26 En 1797 Nicolás Muñoz declaró en sus labores de Río Chico casa de vivienda en la mina, con algunos ranchos para abrigo de la cuadrilla.27 Las rancherías por ser alejadas de los centros locales eran espacios en cierta forma autónomos en la administración. El visitador Mon y Velarde informaba a finales del siglo XVIII, que, “En el sitio de San Pedro ... apenas hay tres casas inmediatas a la iglesia, todos están dispersos en sus rancherías ... A este curato corresponde el real de minas nombrado Petacas, donde se trabajan varias minas, aunque no se extraen las riquezas que en otro tiempo, se saca algún oro, hay bastante gente y otro alcalde partidario como en San Pedro.”28 El alejamiento y las distancias de las Rancherías de los centros de poder, facilitó a los funcionarios y dueños de minas actuar muy independientes de la administración colonial, y 24 AHA. Fondo Minas. Tomo 357, Doc. 66700. Año 1676. AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 273. Doc. 5692. Año 1698. 26 AHA. Fondo Minas. Tomo 356. Doc 6692. Año 1671. 27 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 322. Doc 6159. Año 1797. 28 Emilio Robledo. Bosquejo Biográfico del señor Oidor Juan Antonio Mon y Velarde Visitador de Antioquia, 25 225 por tanto establecer leyes que podían ser arbitrarias para sus trabajadores: esclavos y libres, además de evadir “impuestos” y acomodar los libros y registro de cuentas de la producción minera, siempre a su favor. Cuando el gobernador Francisco Silvestre ordenó en 1783 revisar estos sitios y sus cuentas, se encontró con que los mineros no recordaban cuándo se habían revisado sus cuentas la última vez. Cuatro años después, Mon y Velarde intentó de nuevo una revisión parecida, la que tuvo como resultado que pocos registros se encontraban actualizados teniéndose que conformar, con las informaciones de los mineros acerca de la producción.29 La vida de una ranchería tuvo influencias de las diferentes culturas de los grupos de negros, blancos y mestizos que las habitaban. La fusión de valores, conocimientos y esperanzas podían compartirse en las horas de descanso y en el deseo por tener una vida mejor, que les permitiera mejorar e incluso, para los esclavos, conseguir su libertad. Las dimensiones y la precariedad de estos ranchos hacen pensar que los esclavos estaban sometidos a un hacinamiento y a unas condiciones que no permitían ningún tipo de intimidad y de conformación familiar. Además debe tenerse en cuenta que en dichos ranchos con los esclavos estaban conjuntamente las herramientas, todos sus enseres y los animales de abastecimiento de la cuadrilla. Por esta razón, muchos autores hacen mención de la casi inexistente unidad familiar de los esclavos y de una promiscuidad generalizada. Para el caso de la cuadrilla de esclavos de la Belmira colonial, esta situación no fue muy diferente, pero algunos casos, nos muestran que hubo interés de unirlos en matrimonio desde muy temprano, ya para la segunda mitad del XVIII, las cuadrillas estaba conformadas en su mayoría en familias legalmente constituidas, como se podrá ver en el capitulo correspondiente a Gente, familia y control social. 1785- 1788. Bogotá. Publicaciones Banco de la República, 1954, 2vols. Tomo 2, p. 304. 29 Tamayo Arango. Camino a la región de los Osos, p. 105. 226 Las rancherías fueron básicas en la vida de la población minera. Esta imagen puede indicarnos algunos de los aspectos físicos de dichos sitios: ranchos, corrales y personas. (Elaborado a partir de: A. de Neuville. Estudios Sociales No. 7. Adaptación Juan Fernando Sepúlveda, Medellín, 2003) 227 3.3.2 Precio de los esclavos Los esclavos eran vendidos en el interior de las Provincias por mercaderes que los ingresaban por el río Magdalena o el Cauca junto con diversas mercancías.30 El precio de cada “pieza de esclavo” dependía inicialmente de la demanda de los mismos, pero en su cotización se tenían en cuenta otras consideraciones como: “[...] la casta, el sexo, la edad, la forma de pago y el estado físico de las armazones, también incidían las enfermedades, las llamadas tachas [vicios y defectos de los esclavos].”31 Para el caso de Petacas no se tienen registros de negros esclavos comprados directamente a los comerciantes, con lo cual es imposible determinar el precio al cual eran adquiridos. Sin embargo, con base en las mortuorias se puede tener una idea de los precios de las piezas de esclavos con respecto a su edad: GRAFICA No. 4. PRECIO PROMEDIO DE LOS ESCLAVOS CON RESPECTO A SU EDAD 213 240,83 240,83 242,64 200 150 PRECIO PROMEDIO 0 1 a 10 25 37,14 50 110 100 74 PRECIO EN PESOS ORO 250 11 a 21 21 a 30 31 a 40 41 a 50 51 a 60 61 a 70 71 a 80 EDADES EN AÑOS Elaborado a partir de: AHA. Fondo Mortuorias: Tomo 310. Doc. 6058, 1674. Tomo 258. Doc. 5569, 1669. Tomo. 273. Doc. 5659, 1685. Tomo. 252. Doc. 5507, 1687. Tomo. 318. Doc. 6119, 1697. Tomo 302. Doc. 5976, 1697. Tomo. 312. Doc. 6070, 1698. Tomo 273. Doc. 5692, 1698. Tomo. 234. Doc. 5325, 1704. Tomo. 234. Doc. 5321, 1720. Tomo. 277. Doc. 5720, 1716. Tomo. 275. Doc. 5714, 1729. Tomo 278. Doc. 5724, 1736. Tomo 276. Doc. 5719, 1737. Tomo. 322. Doc. 6159, 1797. Fondo Notarial No. 2, 1716. 30 31 West. La minería de aluvión, P. 83. Preciado Palacios. La esclavitud y la sociedad esclavista, P. 159. 228 La gráfica nos muestra como entre las edades comprendidas entre los 11 y los 20 años un esclavo es considerado de mayor valor, conservando un precio más o menos igual hasta que llega a una edad aproximada de 40 años, donde su precio empieza descender debido a la poca productividad laboral, esta variable va en constante descenso hasta llegar a precios muy ínfimos con relación al de un esclavo joven. Pero es necesario tener otros tipos de variables con relación al precio de los esclavos de la región de Petacas: En la cuadrilla de Don Fernando de Montoya, que presenta una diversidad de esclavos de diferentes orígenes, edades, sexos y problemas físicos de los mismos, se encuentra por ejemplo: Un negro congo llamado Andrés de edad de 40 años avaluado en 250 pesos, la negra Marcela criolla de 40 años en el mismo precio, lo que quiere decir que el origen y el sexo, en momentos donde las piezas se encuentran en más o menos condiciones similares no son en todos los casos elementos que influyan directamente en el precio. Lo que no ocurre con el negro de origen Biojo de 38 años avaluado en 180 pesos debido a que se encuentra consumido del cuerpo, es decir, inútil; o el otro factor tan relevante como la edad siendo el caso la negra Francisca de 20 años y avaluada en 350 pesos32. Se debe esta apreciación de un precio tan alto en la esclava, a su juventud que la coloca en óptimas condiciones para el trabajo y para la reproducción de nuevas piezas de esclavos. Además de la edad o la inutilidad de un esclavo sus conocimientos o el papel que juega en la cuadrilla, es considerado en su avalúo. El negro Blas Antonio Capitán de cuadrilla de Doña Isabel de Piedrahita de 30 años tiene un precio de 300 pesos.33 El negro esclavo Nicolás con 40 años de edad perteneciente a la cuadrilla de Don Miguel Martínez de Vivanco es Herrero y fue avaluado con su fragua en un precio de 350 pesos.34 Pese a ser capitán el negro esclavo Francisco Viera de la misma cuadrilla anterior, es avaluado en 250 pesos por estar lleno de carate.35 Para finales del siglo XVIII, aunque todavía existe una considerable población esclava, el número de libres se ha incrementado, negros libres que con su trabajo independiente pudieron 32 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 258. Doc. 5569. Año 1668. AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 273. Doc. 5695. Año 1685. 34 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 252. Doc. 5507. Año 1687. 35 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 252. Doc. 5507. Año 1687. 33 229 acceder a propiedades, como vivienda, minas, tierras y en algunos casos esclavos que obtenían a precios, muy por debajo de los que tenían dichas piezas en el apogeo de esta institución. La disminución en el número de esclavos se empieza a notar durante las primeras décadas del siglo XIX, momento en el cual se evidencia una explotación en manos de trabajadores independientes y algunos que trabajan con unos pocos esclavos o con su grupo familiar. Para ilustrar esta baja en los precios de los esclavos se puede ver el caso de Rudesindo Ramírez vecino del sitio de San Luis de Gongora, que a nombre de Manuel Metaute su suegro residente en los minerales de Petacas, realiza la venta de una esclava llamada María Ignacia a Don José Antonio Posada vecino de Medellín por el precio de 70 pesos de oro en polvo y con plazo de 8 meses,36esclava que se encuentra sin tachas según lo expresan comprador y vendedor. También José Antonio Tirado, quién aparece como de calidad mulato en el censo de 1797 en Petacas, para el año de 1819, se encuentra firmando un pagaré a favor del señor José Antonio Sanpedro, por la suma de 70 castellanos de oro, por la compra de tres piezas de esclavos nombradas María Jesús, Ramón y Gregoria sus hijos que le han sido vendidos en la cantidad de 130 castellanos de los cuales a pagado 60.37 Lo anterior permite ver que el precio de los esclavos disminuyó bastante, ya que se adquirieron tres esclavos con una cantidad que, a mediados del siglo XVIII hubiese comprado uno, además en ese momento se iniciaba el proceso de libertad de vientres, lo que contribuyó de igual modo al descenso de los precios. La otra variable que involucra el precio de los esclavos, fue en los procesos económicos donde son considerados prendas de garantía en las deudas y demás transacciones: El mismo José Antonio Tirado en el año de 1822, debe a Don José Mariano Pontón vecino de Medellín, la suma de 600 castellanos por diferentes conceptos, para el aseguro de esa deuda José Tirado 36 Archivo Notarial de Santa Rosa de Osos. Fol. 16v. Mayo 18 de 1790. Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del Circuito No. 1 Caja General No. 12. Años 1819-1822. Cuadernillo suelto con 3 folios. 37 230 pone a su satisfacción como hipotecas lo siguiente: Terrenos de tierras, casa con cocina, 30 reses, 50 ovejas, una esclava nombrada Vicencia de edad de 22 años con su hija llamada Matea de edad de 2 años.38 Cabe anotar que en la región de Petacas el esclavo fue la herramienta más valiosa y la maquina propulsora de la empresa minera que se desarrolló allí. Por este motivo su comercialización fue notoria, incluso muy entrado el siglo XIX, cuando en el resto de regiones de la provincia se adelantaban procesos de manumisión de la esclavitud. La práctica esclavista será un legado que los mismos libertos seguirán repitiendo por un corto período en la región. 3.3.3 Enfermedades de los esclavos. Desde su travesía del continente Africano al nuestro los esclavos sufrieron diversas enfermedades causadas por el hacinamiento, las pocas o nulas condiciones de aseo y la mala alimentación que recibían. Al llegar a las minas su condición no fue diferente, por el contrario, con lo arduo de su trabajo y lo riesgoso del mismo y los climas adversos a los cuales no estaban adaptados (como las zonas de clima frío) las afecciones se vieron incrementadas en los esclavos. Entre las enfermedades más frecuentes de los esclavos se encuentran: Viruela, sarampión, llagas, bubas (tumores), sífilis, lepra y enfermedades pulmonares como catarro y tuberculosis.39 Además de todas las anteriores dolencias que sufrían, en el trabajo los esclavos estaban expuestos a las malformaciones óseas, las hernias discales, la perdida de extremidades y las enfermedades de la piel. Estos eran los casos que sobrellevaban los negros en las minas de Belmira en los tiempos de la explotación minera. Hemos podido ver como las enfermedades o defectos influían en la valoración de los negros esclavos, como el caso del negro Francisco de origen Biojo que se encontraba inútil a una edad relativamente temprana o el capitán de 38 Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del Circuito No. 1 Caja General No. 12. Años 1819-1822 Cuadernillo suelto con 24 folios. 39 West. La minería de aluvión, P. 86. 231 cuadrilla Francisco Viera que sufría carate que consiste en una decoloración progresiva de la piel. Pero podemos ver a través de la información obtenida que los accidentes y enfermedades de los cautivos trabajadores de las minas eran muy frecuentes y de diverso origen: Juan Ramón, esclavo de la señora Isabel de Piedrahita, (26 años) padecía de continuo un achaque que al parecer era gota coral.40 En la misma cuadrilla la negra Bárbara (28 años) se mantenía constantemente enferma, según parece “[...] por haberla cogido un árbol en la mina y dejarla lisiada de las caderas y con un dedo menos de la mano.”41 En el año de 1687 en la mortuoria de Don Miguel Martínez de Vivanco, la joven esclava Igenia de solo 30 años, ya era considerada como de segunda mano, según sus dueños y quienes la avaluaron la encontraron muy avejentada y maltrecha debido a los múltiples partos que había tenido, lo que demuestra el interés desmedido de sus propietarios por sacar toda la utilidad posible de las piezas de esclavos tanto en el trabajo como en su reproducción, que en últimas, se traducía en más fuerza laboral y mayores ganancias para sus arcas. “Quebraduras” o fracturas era una lesión frecuente en los hombres y mujeres que trabajaban las minas y en otras labores. eran las. Veamos algunos ejemplos. La negra Josefa, propiedad de Don Antonio Zamarra, con 27 años se encuentra quebrada,42 Juan José de 40 años, perteneciente a la cuadrilla de Don Hilarión Tamayo, se encontraba quebrado por una ingle.43 Matías de tan sólo 5 años, presentaba una cortada hasta el hueso de la muñeca de su mano derecha.44 Estas fracturas al no ser debidamente tratadas, ocasionaban deformidades permanentes en los esclavos como el caso de José Barón de 27 años manco del brazo izquierdo Jacinta de 15 años coja de una pierna.46 40 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 273. Doc. 5695. Año 1685. AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 273. Doc. 5695. Año 1685. 42 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 318. Doc. 6119. Año 1697. 43 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 302. Doc. 5976. Año 1697. 44 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo No. 312. Doc. No. 6070. Año 1698. 45 AHA. Fondo Mortuorias. Tomo 273. Doc. 5692. Año.1698. 46 AHA. Fondo Notarial No. 2 Año 1716. 41 45 y la negra 232 Las enfermedades de los esclavos eran tratadas por sus amos, (aunque no de la mejor manera) de acuerdo a los avances médicos del momento. Robert West ilustra como y con que eran atendidos, en la mayoría de los casos los negros de las cuadrillas: “Los señores de algunos campamentos parecen haber gastado bastante en alimentos especiales y medicinas, para combatir las enfermedades de sus esclavos. Del valle de Aburra se importaban pollos...principalmente para darle caldo y huevos a los mineros debilitados […] carnes frescas o saladas para los convalecientes y para las mujeres que guardaban la dieta después del parto. Varios remedios como el jarabe, y otros purgantes, ungüentos y aceites de varias clases, hierbas, cardenillo, miel y azúcar refinada, vino conformaban el botiquín usual.”47 Es necesario tener en cuenta que el abastecimiento de alimentos para las cuadrillas de esclavos, era dificultoso, y lo era mucho más el tratamiento de los trastornos físicos que éstos sufrían. Sin embargo, teniendo en cuenta que las piezas de esclavos trabajadores de minas tenían un valor económico muy significativo para los señores dueños de minas, estos se vieran en la necesidad de atenderlos lo mejor posible incluso procurándoles los médicos de la época, - barberos y cirujanos ambulantes - especialistas en sangrados y extraer muelas. 3.3.4 Interacción de los esclavos con sus dueños Muchos aspectos se han estudiado sobre la interacción que hubo entre los señores dueños de cuadrillas y sus subyugados. Unas veces por relaciones afectivas y otras veces por los malos tratos. Sin embargo, las diferentes actividades económicas a que fueron dedicados los esclavos en las diferentes zonas presentaron unas particularidades distintas en cuanto a la interacción social de amos y cautivos. Para el caso de Belmira se presentó un ausentismo muy marcado por parte del propietario de mina y cuadrilla, y las relaciones que tuvieron con sus negros cautivos fueron por medio del capitán de cuadrilla o en el mejor de los casos en los cortos períodos cuando éste hacía una supervisión pasajera de su propiedad. Las relaciones que pueden existir entre amo y esclavo fueron muy limitadas. 47 West. La minería de aluvión, P. 86. 233 La expresión “Mi amo” utilizada por los esclavos y que seguirá siendo usada incluso por los negros libertos, tiene una significación más amplia que la estrictamente mención a su dueño inmediato. Con dicho enunciado se hacia alusión a todos los dueños de esclavos de la época. Lo que hace pensar que los esclavos no tenían una relación exclusivamente vertical con su propietario, (máxime si se tiene en cuenta que muchas minas fueron explotadas en compañía por varios dueños y también por varias cuadrillas) sino que existió una verticalidad en cuya parte más alta se encontraba un grupo específico, el de los amos. La denominación “mi amo” en algunos casos tiende a confundirse incluso con la del propio padre, específicamente cuando los esclavos eran fruto de relaciones ilícitas, y se utilizó después de muerto el amo cambiando “mi difunto” o “el difunto mi amo”. Cuando se dio el caso de que un liberto pudiera tener un esclavo, éste tomó el calificativo de amo sin importar para nada la condición social. Los reiterativos comentarios de maltrato de los amos con sus negros esclavos son la primera relación directa que en los textos se hace de la vivencia mutua de amos y cautivos, y aunque es una de las generalidades que funciona en toda sociedad esclavista, se puede decir, que no es una constante y que en la mayoría de los casos son esporádicas controversias y disputas que surgen como obvias en una relación de mando tan directa como la esclavitud. La premisa de que los negros esclavos son “Un ganado valioso y una inversión económica considerable” supone que ningún dueño se arriesgue a perder con continuos maltratos lo que le ha valido tanto y de igual modo le representa en ganancias. Para el caso de Belmira las referencias en fuentes primarias (Fondo esclavos, criminal y judicial) sobre maltrato son más bien escasas, es posible que el ausentismo de los dueños de cuadrillas, sumado a la valoración de ellos sobre su más valiosa herramienta productiva, conllevara a una reducción de estos casos de maltrato. Se puede decir que el maltrato entre dueños y esclavos en la época colonial de Belmira tuvo ciertas particularidades, que incluso llevó a que fuese mutuo. Pues a la par que se tiene noticia de un esclavo muerto por maltratos de un amo, igual esta el caso de un negro que asesina a su dueño. El 21 de Julio de 1744 aparece como último auto la solicitud de Don Francisco Miguel Villa y 234 Castañeda, capitán de la infantería Española de la Villa de Medellín y considerado por algunos como de los fundadores de Belmira, para que se le indemnice de la calumnia de que un esclavo murió por el castigo que le dió. “El mulato Ignacio había muerto del riguroso castigo que uno de los herederos del Sargento Mayor Don Francisco Villa le había dado. El mulato Ignacio pertenecía a Doña Inés del Pino y la orden de castigarlo, había salido supuestamente de Francisco Miguel Villa y Castañeda”.48 El otro episodio es todo lo contrario: “[…] En los minerales del Río Grande del otro lado del río Chico, jurisdicción que pertenece al Alcalde y Juez pedáneo del Partido de los Osos […] en la ranchería y mina de Joseph Granda sucedió la fatal desgracia de que un negro su esclavo llamado Francisco (Carta Bosal), a su juicio con tacto le quito la vida con el instrumento cruel de un hacha, con la que le dió tres rigurosos hachazos […] Dio tres golpes de hacha uno en la cabeza, otro en el brazo y otro en la espalda”.49 Según testigos el negro Francisco había trabajado con su amo Joseph Granda en otro sitio llamado Sará y allí tuvieron roces, el defensor del esclavo argumentaba en su defensa lo siguiente: “Porque este miserable reo busco en varias ocasiones el refugio de ser amparado, saliendo del poder del referido su amo por la mucha opresión en que se hallaba y nunca fue oído […] esta necesidad y aprieto sería motivo de tan lamentable suceso, mayormente con que dicho negro sea bozal y que esos naturalmente los debemos considerar brutos irracionales […].”50 Los dos casos muestran un extremo de castigo que lleva hasta la muerte misma de los involucrados, con la diferencia que en el primer caso la causa termina haciendo una exigencia de que se les de mejor trato a los negros en cuanto a su abastecimiento y se les cambie el encargado que los manejaba y en el segundo con la muerte en la horca del negro esclavo Francisco. Se tienen registros de otros casos de maltrato por parte de los dueños a sus subyugados, y 48 AHA. Fondo Esclavos. Tomo 29. Doc. 930. Con 11 Folios. AHA. Fondo Criminal. Caja B-50. Legajo 1760-1780. Doc. 12. 50 AHA. Fondo Criminal. Caja B-50. Legajo 1760-1780. Doc. 12. 49 235 aunque no llegan al caso extremo de muerte muestran agresiones con armas y duros azotes. En el año de 1788 transcurriendo el mes de agosto Don José Bernardo Campillo pide se le obligue a Don José Pichardo lo saque como fiador en la deuda que este tiene con Don José Pablo Tabares. La deuda a la que se aduce fue contraída por José Pichardo natural de los Reinos de España y vecino de los Minerales de Petacas por la compra de tres esclavos nombrados Enrique, Rita y un hijo de pechos nombrados Patricio en un precio de 340 pesos. El motivo que tuvo Don José Bernardo Campillo para solicitar se le quite la fianza fue la queja de los esclavos por malos tratos que el nuevo amo les daba, pidiendo a Campillo los compre y sea su dueño, aseguran los esclavos que: “[…] Pichardo intenta llevarse a el esclavo Enrique a su casa y como se había resentido quiere darle novenario y azotes y ponerle un grillete, según le ha comunicado María Rita su mujer quien le ha mandado decir que busque nuevo amo que los compre. A esto se agrega que sin motivo ni causa castigó el mencionado Pichardo a este mulato, con mucho rigor, y luego hizo lo mismo con la mulata, de modo que mientras se estaba celebrando el sacrificio de la misa en la Iglesia de las Petacas la encerró y amenazándola con un cuchillo, la ató y amarro con un lazo y la puso en barra y luego la castigo cruelmente y no contento con esto intento darle un novenario de azotes y don Gregorio de Villa le sirvió de padrino para que no se lo diese”.51 Por tal motivo el 25 de Octubre de 1788 se le releva a Don José Bernardo del Campillo de la fianza que tiene y se le otorga la compra de los esclavos en el mismo precio estipulado inicialmente. El 6 de octubre de 1806 se envía una carta del Procurador General Francisco de Ayala para que se investigue sobre las acusaciones que hace María Rita Londoño, quien asegura que: “[…] Estando trabajando la que declara en su minita vió a su hijo Leceto que iba detrás de Graceliano de Lorza su amo y que habiendo salido un hermano de Leceto al llegar donde este estaba pensando el Lorza que lo iba a libertar de las prisiones con que lo llevaba pico furioso al caballo y medio arrastrando seguía con él y la que declara llevada del amor materno se abalanzó ha abrazar a su hijo diciéndole hijo de mis entrañas y luego al Lorza. Yo no le quito que lo lleve pero no de esta forma, a lo que él respondió diciéndole vieja de los diablos quite de aquí o se la lleva el diablo y tirándole al mismo tiempo dos golpes de sable que con el primero habiendo metido el 51 AHA. Fondo Esclavos. Tomo. 32. Doc. 1036. Con 27 Folios. 236 brazo para la defensa la hirió la muñeca y con el segundo la hirió en la cara dejándola medio aturdida.” 52 El referido Graceliano Lorza es un mestizo, quien aparece en el padrón de 1779 viviendo en la residencia de una hermana, para el censo de 1797, es un propietario de 4 esclavos y es de estado civil soltero además posee propiedades de minas en la región de Petacas, su esclavo Leceto compareció en el juzgado de Santa Rosa donde interpuso una denuncia por los continuos maltratos que recibía de su amo. Fue enviado luego con un oficio para el alcalde de Petacas donde se citaba a Graceliano Lorza y después de entregado el oficio fue capturado por su amo y sucedió lo que narra su madre. Aunque es evidente los actos de maltrato y castigo en la población esclava de Petacas, se puede decir tomando como base la información obtenida que no era una práctica común, pues los casos encontrados son pocos, para una sociedad esclavista que se inicia desde la primera mitad del siglo XVII y perdura con notoria importancia hasta los inicios del siglo XIX. 3.3.5 Mezcla de blancos y negros: afecto o interés? Sin duda, el acontecimiento más relevante en la interacción de los dueños de esclavos y sus cautivos fueron las relaciones de afecto. Pero lo que es difícil de esclarecer son las motivaciones que tuvieron los unos y los otros para relacionarse entre sí. Desde muy temprano existían prohibiciones y exceso de recomendaciones para evitar las relaciones entre los diferentes grupos sociales, pero a pesar de las reglamentaciones aparecen muchos mulatos que evidencian que las prácticas sexuales fueron comunes y con el pasar del tiempo se convirtieron en una experiencia significativa en el campo social. En las poblaciones mineras los señores dueños de cuadrilla y de mina se encontraban lejos de su núcleo familiar, por lo que fue muy común que en las rancherías las negras esclavas tuvieran relaciones afectivas y sexuales con sus amos. Orian Jiménez afirma al respecto: 52 AHA. Fondo Criminal. Caja B-101. Legajo 1800-1810. Doc. 14. 237 “Desde los inicios de la trata, la mujer negra, mulata, la parda, y la cuarterona se involucraron en relaciones amorosas con los blancos. Ellas los asistían en oficios domésticos de los reales de minas y, ante la ausencia de sus mujeres, la escasez de indias y las promesas de libertad de los amos, pasaron a ser sus amantes.”53 No se puede asegurar que las relaciones entre amos y esclavas principalmente fueran motivadas exclusivamente por atracción y necesidad física. Son más relevantes las necesidades de unos y otros en suplir exigencias que el momento imponía. De un lado se presenta el caso, donde el amo busca el remplazo de su mujer en las negras, por el otro, las esclavas se encuentran en un estado de sometimiento que les obliga a cumplir con las exigencias hechas y además buscar por este medio privilegios que les ayude a hacer más llevadera su vida, incluso lograr con dichas relaciones su propia libertad o la de los suyos, como naturalmente se dio. El amancebamiento y la mezcla de los grupos sociales en la Belmira colonial fue una práctica frecuente. En la primera mitad del siglo XVII aparece un número aproximado de 35 mulatos entre hombres y mujeres, según datos de las mortuorias y contando solo los casos donde el avalúo de bienes hace la respectiva especificación a los esclavos, lo que muestra que el número pudo haber sido mayor. Contrario a lo sucedido con los registros de castigos y malos tratos para con los esclavos, los casos de uniones ilegales son más numerosos. Es posible mirar en ellos diferentes tratamientos como la aceptación voluntaria de los dueños, los juicios con testigos y los sobornos y falsas promesas por parte de los dueños con tintes incestuosos. En la región encontramos cartas donde se acepta legalmente las ilícitas uniones entre dueños y esclavos, fruto de éstas, son los hijos que son declarados como libres. Veamos: “[…] Digo yo Domingo Lopera de este vecindario (Petacas) que por cuanto con María mi esclava, libre de toda enajenación y gravamen, tuve acceso carnal bajo la promesa de concederle libertad a ella y a la prole que resultase, por tanto en los mejores modos y vía y forma que por derecho haya lugar, confiero y declaro por mi hijo natural a 53 Orian Jiménez Meneses. Los amos y los esclavos en el Medellín del siglo XVIII. En: Revista Historia y sociedad. Medellín. Diciembre 1 de 1998. No.5, p. 119-137 238 Miguel hijo de la nominada María y en consecuencia cumpliendo como que soy obligado otorgo y le concedo a ambos la libertad.19 de agosto de 1809.” 54 Otro caso similar, ocurrido en el Partido de Río Chico, es el siguiente: “[…] Digo yo Marcelo Salazar Vecino de este sitio de Santa Rosa que por cuanto he mantenido ilícita amistad con María Antonia mi esclava de que ha resultado prole de dos muchachas por tanto en los mejores modos vía y forma que por derecho haya lugar infiero y declaro por mis hijas naturales ha Mariana y María Ignacia hijas de la referida María Antonia y en su consecuencia cumpliendo con la sentencia y con parecer de letrado a dado el Señor Doctor Don Silvestre Vélez […] otorgo y le concedo a ésta y a sus dos hijas la libertad […] 2 de febrero de 1810.”55 Otro particular suceso ocurrido en Petacas es el ocurrido en el año de 1729, cuando se le levanta causa criminal contra un mulato llamado Lorenzo Lezcano por: “[…] haber desflorado su virginidad a Doña Isabel de Piedrahita, pretendiendo casarse con ella , y contra Alejo y Miguel de Lezcano sus hermanos por cómplices en haberla sacado de la casa de sus padres[…] Sentenciado y condenado el dicho Lorenzo Lezcano en 225 pesos de oro por dote de la expresada Doña Isabel y un año de destierro.”56 Con relación a la mezcla de Blancos y negros es posible apreciar en el capitulo Gente, familia y control social un aparte sobre las relaciones ilícitas. Baste decir que como hecho singular de la zona de Petacas, es que las interrelaciones sociales entre amos y esclavos operaron en la escala social en ambas direcciones. Como se vio en el caso de los castigos y de las relaciones de ilícita amistad, no siempre fue el amo el provocador y el esclavo la víctima. Los archivos criminales y referentes a esclavos no dan muchas luces para observar con más detalle las relaciones de dueños y esclavos. Este tema se podría enriquecer con la información de los archivos Judiciales no solo para la zona de Belmira, sino para toda la región antioqueña en general. 54 Archivo Notarial de Santa Rosa de Osos. Folio 33 Años 1805-1811. 55 Archivo Notarial de Santa Rosa de Osos. Folio 1. Años 1805-1811. 56 AHA. Fondo Criminal. Caja B-91. Legajo 1700- 1740. Doc. 11. 239 3.4 Población negra libre dedicada al trabajo minero en Antioquia y Belmira “Las almas de los negros son capaces de poseer las virtudes y los vicios en grado superior como los blancos, por más que la codicia y el capricho del europeo los juzgue semibrutos” J. Joaquín Fernandez de Lizardi* La población negra libre en la Nueva Granada y en Antioquia específicamente, tuvo su origen o fue el resultado del desarrollo de importantes actividades llevadas a cabo por los negros esclavos desde el siglo XVI, como fueron, las distintas formas de resistencia a la esclavitud y las rebeliones, que dieron pie al cimarronismo y al surgimiento de palenques; también a partir de la primera mitad del siglo XVII, la aparición de libertos o manumisos y el mestizaje (mulatos, zambos y cuarterones) a través del cual pervive la africanidad, a través de los. 57 A finales del siglo XVI los esclavos se rebelaban y huían del duro trabajo en las minas y haciendas, y del maltrato al que eran sometidos por parte de sus dueños. Negros de las regiones mineras de Antioquia huían a diferentes partes como el Chocó y las selvas del los río Cauca y Nechí. “pequeños grupos de esclavos se escaparon de las minas de las tierras bajas antioqueñas y se establecieron en lugares fortificados (palenques) en las selvas cenagosas entre los ríos Cauca y Nechí. Desde sus palenques los negros huídos * Escritor y periodista mexicano del siglo XIX. Entre sus obras se destacan el Periquillo Sarniento(1816), Noches tristes y día alegre (1818) y La Quijotica y su prima (1818-1819). El Periquillo Sarniento es considerada cronológicamente la primera novela que se publica en la América Hispana y cuya temática básica fue la denuncia del régimen Colonial: la explotación de los indios, la desenfrenada y voraz burocracia, los abusos, corrupción e hipocresía del clero, los defectos de su sistema educativo tanto público como privado. En general esta obra es todo un señalamiento a las taras de la sociedad colonial. Su cuarto volumen fue prohibido a causa de la defensa de los negros y el ataque a la esclavitud que contenía. Al respecto Veáse José Luis Martínez. Fernández de Lizardi y los orígenes de la novela en México,1955. 57 Víctor Álvarez Morales. La Presencia negra en el mundo colonial de la región antioqueña. Revista Gallinazos. Revista Cultural de Itagüí, Año II,No 3, 1982, p. 17. 240 (cimarrones) atacaban los campamentos mineros vecinos y las embarcaciones que navegaban en el Cauca y el Nechí”58 La crisis minera presentada en Antioquia en la primera mitad del siglo XVII no repercutió en la sociedad en general. Muchos de los propietarios mermaron los efectos de la crisis diversificando sus inversiones, controlando el comercio y llevando a cabo el proceso de manumisión de los esclavos, como lo dice la historiadora Ivonne Suarez en su monografía de grado: “La crisis afectó la vida social en cuanto introdujo modificaciones en los patrones de inversión, fortaleció los lazos entre las familias poderosas y precipitó la formación de pobladores negros libres pero, todo ello en el contexto de una fuerte cohesión de la clase dominante y de su creciente poder económico y social”59 La denominación de minero independiente aparece desde mediados del siglo XVII, cuando la minería aluvial pasó a ocupar un papel predominante en la Provincia de Antioquia y generó una reorganización de la actividad minera. “... desde la segunda mitad del siglo diez y siete comienza a presentarse en Antioquia el fenómeno del pequeño minero, del barequero, del mazamorrero, del zambullidor,del guaquero. Van formándose poco a poco núcleos de gente nómade, buscadores de oro autónomos y aventureros, cuyas actividades sustituyen gradualmente el trabajo de las primeras grandes minas, ...”60 La población negra libre aumento a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, para dicha época la categoría negro libre, era reconocido como un grupo social, figuraba en los documentos oficiales y en los censos de población. En cuanto al número el gobernador Francisco Silvestre, decía en 1789 que en la provincia de Antioquia existía un total de 28.406 libres, de los cuales los mulatos representaban la cuarta 58 West. La Minería de Aluvión en Colomcia durante el período colonial, Bogotá Imprenta Nacional, 1972, p. 8788. Citando a Restrepo Tirado, Archivo de Indias AHA, XVIII(1930, 361) y al AGN, Negros y Esclavos de Bolivar v, exp. 10 F 619R(1620). 59 Suárez. Oro y Sociedad Colonial en Antioquia 1571-1700. Vol. I, p.191. 60 Álvaro López Toro. Migración y cambio social en Antioquia durante el siglo XIX. Medellín, Ediciones Hombre Nuevo, 1979, p. 30. 241 parte.61 Según Parsons, hacia 1797 la población de la jurisdicción de la ciudad de Antioquia contenía solamente 6% de blancos y 65% de “gentes libres de color”, incluyendo a la vez mulatos y mestizos.62 En la región de los Osos, y específicamente en la localidad de Belmira a fines del siglo XVIII, los mineros y jornaleros libres estaban reemplazando considerablemente la mano de obra esclava, debido a los cambios en las condiciones del trabajo y al proceso de mestizaje. Sin embargo, la empresa minera esclavista en esta localidad continuó existiendo hasta bien entrado el siglo XIX. En 1778, en el partido de Río Chico se registró una población de 126 blancos, 16 mestizos, 303 mulatos y negros libres, y 133 esclavos.”63 En el padrón general de los vecinos del partido de Osos, Páramo, Petacas y San Jacinto de 1779, la población estaba compuesta aproximadamente de 36 blancos, 21 mestizo, 114 morenos libres y 294 esclavos.64 Para el mismo año en el partido de la Pontezuela había un total de 604 personas, entre ellas 265 mestizos y mulatos.65 En 1795, la jurisdicción de Río Chico tenía una población de 339 personas, entre ellas 36 esclavos, 77 mestizos, 191 mulatos y 35 blancos.66 Y dos años después el censo de1797 registraba en la población de Petacas (Belmira) 27 blancos, 10 mestizos, 75 mulatos, 263 esclavos y 332 morenos libres67. El surgimiento del negro libre y de la manumisión es el resultado de la propia lucha del negro por alcanzar su libertad,68ello implicó mayor esfuerzo en su trabajo, no sólo con sus amos 61 Francisco Silvestre. Descripción del Reino de Santafe de Bogotá. Bogotá, Biblioteca Popular de Cultura colombiana, Prensa del Ministerio de Educación Nacional, 1950, p.57. 62 James Parsons. La Colonización Antioqueña en el Occidente de Colombia. Bogotá, Carlos Valencia Editores, 1979, p. 73 63 AHA. Fondo Estadísticas y Censos. Tomo 342, Doc. 6528. Fol 27-29. Año 1778. 64 AHA. Fondo Estadísticas y Censos. Tomo 336. Doc. 6453. Fols. 142r- 147v. Año 1779. 65 AHA. Fondo Estadísticas y Censos.Tomo 337. Doc.6491. Fol. 154- 165. Año 1779. 66 AHA. Fondo Estadísticas y Censos. Tomo 342. Doc 6528. Fol. 42-47. Año 1795. 67 AHA. Fondo Estadísticas y Censos. Tomo 346. Doc. 6555. Fols. 215r- 218v. Año 1797. 68 Libertad relativa pues la esclavitud, como lo afirma el ensayista cubano Salvador Bueno,”fue sustituida por ciertas regulaciones que no eran otra cosa que la subsistencia más o menos disimulada de aquel sistema legalmente derogado”, al respecto véase Su obra el Negro en la Novela Hispanoamericana. 242 sino en los días domingos y festivos69, e ingeniarse formas de ocultamiento y apropiación de pequeñas cantidades de oro. “[…] los esclavos en sus dos días no dejaban de sacar sus cuatro, o seis tomines, o acaso más de lo que ha correspondido en la semana para su amo”70 La aparición del negro libre también se debió a las políticas económicas, sociales y afectivosexuales que sus amos instauraron buscando debilitar las rebeliones y haciendo más productivo el trabajo de los esclavos en miras a conservar sus intereses. Sin embargo, pese a su libertad, la situación del negro en poco o nada cambió, pues los medios de producción, en la mayoría de los casos seguían en manos de los grandes propietarios mineros, terratenientes y comerciantes y por ende el negro seguía siendo sometido y explotado bajo las categorías de mazamorrero, agregado, aparcero y concertaje,71 lo que poco ayudó a mejorar su condición social y económica. Desde mediados del siglo XVIII, se presentó en la región de Petacas un número cada vez mayor de negros libres. Fueron muy diversas las formas como se fue estructurando este grupo: “El elemento libre estaba compuesto principalmente por negros que habían podido comprar su libertad, los que habían huido (Cimarronismo) los mulatos y los escasos individuos que habían sido liberados por amos compasivos.”72 Los negros pudieron ascender en el escalafón social con la denominación de libertos o libres. Pudieron tener propiedades, negociar con los otros grupos como iguales ante la ley y conformar sus estructuras familiares y sociales. Para lograr la libertad o llegar a ser manumitidos73 los negros recurrieron a muchos medios, entre los cuales destacamos los 69 Los domingo y festivos eran días que los amos daban a los esclavos para que trabajaran por su cuenta , con ello muchos lograron ahorrar algunos pesos de oro y pagar su libertad y la de su familia, igualmente con lo conseguido en estos días los esclavos podían proveerse de alimentos que sus amos no les daba como eran el cacao, carne , entre otros. 70 Silvestre. Relación de la Provincia de Antioquia, p.158 71 Álvarez Morales, La Presencia negra en el mundo colonial de la región antioqueña, P. 19 72 West. La minería de aluvión en Colombia durante el período colonial. P. 88. 73 La manumisión es un acto jurídico en el cual los amos dan libertad a sus esclavos. Estas manumisiones se daban por tres vías principales: los esclavos compran su libertad o la de sus parientes, la que se le daba a los esclavos por sus servicios, las manumisiones por motivos afectivos. Ver: Víctor Álvarez Morales. La presencia negra en el mundo colonial de la región antioqueña. Ponencia presentada para el II congreso de Historia. Cali, 1979. 243 siguientes: El cimarronismo. El cimarrón era aquel esclavo que huía de su amo para ocultarse en lugares inhóspitos y vivir por fuera de la esclavitud a que estaba sometido. Esta práctica dio origen a la formación de Palenques, que eran grupos de negros esclavos cimarrones que se establecían en un lugar determinado y vivían de un modo autónomo tratando de recuperar su antigua y perdida cultura africana. Existieron dos formas de cimarronismo, el individual y el colectivo. En Belmira la práctica de huir tanto individual como colectivamente fue escasa y son pocos los casos que aparecen en los documentos. En la segunda mitad del siglo XVII, en la mortuoria del señor Miguel Martínez de Vivanco se registró un esclavo llamado Francisco de 25 años cimarrón, y es el único caso que da directamente este calificativo a un esclavo, los otros, son casos en que el esclavo huye en busca de las autoridades para poner en conocimiento de éstas algún atropello por parte de su amo y durante este proceso el amo lo declara cimarrón, un caso de estos es el del negro Leceto74 que su amo lo declaró huido de su propiedad e incluso amotinado con sus hermanos y con negros libertos de Don Sancho Londoño. También es el único caso de supuesto cimarronismo colectivo en Belmira. Lo que si se presentó en Belmira, específicamente en San Jacinto fue un intento de rebelión, en 1781, el mismo año del movimiento comunero. En varios lugares de la provincia, se dio anuncio por parte de dueños de esclavos de la zona que sus negros conspiraban en su contra con el fin de pedir su libertad: “El 9 de diciembre de del citado año (1781), el presbítero Sancho Londoño dio cuenta al gobernador Buelta Lorenzana que los esclavos de unos señores Laras andaban excitando a sus colegas para que pidieran la libertad hasta alcanzarla por bien o por mal. Un mulato capitán de Don José Ignacio Montoya y un negro arriero de Don Pablo de Sarrazola, habían impuesto al sacerdote lo que pasaba.”75 74 75 AHA. Fondo Criminal. Caja B-101. Legajo 1800-1810. Doc. 14. Tomás Cadavid Restrepo. Antioquia por Colombia, Imprenta Oficial, Medellín. 1925, P.25 244 Para la revuelta anunciada para el 1 de enero de 1782 estaban convocados todos los esclavos de San Jerónimo, Minerales de San Jacinto, Medellín, Petacas, Ríonegro, Guarne, Marinilla, los del Páramo y los del valle de San Andrés. Estaban dispuestos a tomarse la ciudad de Antioquia con todo tipo de armas y pedir la carta donde se anunciaba su libertad. La inconformidad de los negros esclavos de San Jacinto, no acabo con la extinción del intento de revuelta anterior, después de la muerte del Dr. Don Sancho Londoño uno de sus albaceas, el presbítero Don José Antonio Martínez de Zelis, colocaba denuncia a las autoridades de lo poco sumisos que eran los esclavos de dicha testamentaria y que no había como manejarlos y que se estaban sublevando.76 Debido a estas situaciones quizá se dio la particularidad de la Aldea de San Jacinto. El autor Hernando Zabala, hace referencia muy literariamente de la situación de los negros de San Jacinto y de sus condiciones de vida que los llevaba a desear ser libres bajo cualquier circunstancia: “Pronto encontró a la negra Lucia quien como Facundo superaba la barrera de la media centena de años, y entre gritos y jadeos le habló de los negros de Don Sancho, de la mina de San Jacinto, de las cadenas al cuello, del frió interminable, de lo oscuro de la mina.”77 Cartas de libertad. Las cartas de libertad fueron documentos donde los dueños de esclavos por múltiples razones otorgaron la libertad a sus esclavos. Dos ejemplos se pudieron observar anteriormente cuando Domingo Lopera y Marcelo Salazar tuvieron acceso carnal con sus esclavas María y María Antonia respectivamente, bajo la promesa de concederles la libertad tanto a ellas como a los hijos que nacieren de dichos actos.78 En el Partido de Río Chico el señor Lorenzo Vélez expide una carta de libertad en el año de 76 AHA. Fondo esclavos. Tomo 31. Doc. 1023. Con dos folios. Hernando Zabala Salazar. Rebeldes y cimarrones: Un estudio sobre la rebeldía del esclavo negro en la provincia de Antioquia. Medellín, Monografía de pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 1984. p.76. 78 Archivo Notarial de Santa Rosa de Osos. Fols. 1 y 33. Años 1805-1811. 77 245 1789 bajo los siguientes términos: “Lorenzo Vélez [...] vecino del Valle de los Osos ha criado con todo amor y cariño a Paula y Narciso su marido con sus hijos Melchora, Ramona y Valenciano y así mismo a Bonicato y María Niceta su mujer con sus hijos nombrados María, José, Liberato, Josefa, Antonia, Domingo, Juana, Jerónimo y Encarnación y del mismo modo Eusebia mujer de José Avendaño y sus hijos nombrados Hermenegildo, Irene, Petrona, María, Rosalía, Casimira, Juan de Dios y José y Martina y sus dos hijos nombrados Rafael y Marcos, a Cattarina Mujer de Cándido con sus hijas nombradas Incolaza, Salvadora, Dominga y Eugenia, a José hermano de benito y Cristóbal hijo de Mateo, y Miguel los que me han servido y están sirviendo con todo amor y fidelidad y en remuneración de sus buenos servicios y el amor con que me cuidan y atendían tanto en salud como en mis enfermedades con desvelos y fatigas es mi voluntad darles libertad, por tanto por la presente otorgo que les concedo libertad a todos los arriba referidos para que la gocen de el día de mi fallecimiento en adelante se saque ninguna persona tenga que intervenir con ellos, ni obligarles al más mínimo acto de servidumbre, con declaración de que si Martina tuviese algún hijo o hija durante mi vida han de ser esclavos y si Paula tuviera algún hijo varón durante mi vida ha de ser esclavo y si es mujer ha de ser libre. Los hijos que tuvieren Benito y Eusebia han de ser libres, Ofrece sus bienes para que su libertad les salga cierta.”79 Las cartas de libertad otorgadas de forma dadivosa para con sus esclavos en ocasiones escondían muchos caprichos80 por parte del amo que colocaba condiciones hasta llegado el día de su muerte. Las cartas de libertad se expedían de igual modo para aquellos esclavos que accedían a su libertad por medio de la compra de la misma, el dueño estaba en la obligación de expedir dicha carta pues se constituía en el documento de salvaguarda de los libertos. En Belmira fue por medio de la compra que muchos esclavos llegaron a obtener su libertad, algunos esclavos podían trabajar el día domingo y los festivos para ellos mismos y por este medio lograron comprar su libertad y la de sus hijos: “El sistema de días de trabajo libre permitía teóricamente a todo esclavo acumular suficiente dinero para comprar su libertad. Este privilegio, sin embargo, era utilizado principalmente por el capitán de la cuadrilla, pues como recibía la mayor participación en el producto, estaba en mejor condición para ahorrar la suma necesaria para obtener 79 Archivo Notarial de Santa Rosa de Osos. Fol. 3. Años 1783-1790. Enero 3 de 1789. Al respecto mirar el trabajo de grado de la historiadora Amelia Sánchez Durango. Las Mujeres: Una historia de las mentalidades. El Occidente antioqueño1717-1820. Medellín, Monografía de pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 2000. 80 246 la libertad [...].”81 Un caso particular fue el del convento de las Monjas del Carmen, quienes manumitieron muchos esclavos por este medio, convirtiéndose los síndicos del convento en los encargados de recaudar los dineros de los libertos.82 En Belmira el grupo de negros libre llegó a convertirse en el más numeroso, en aquel momento cuando la esclavitud entró completamente en crisis y dejó de ser la fuerza laboral de las minas para dar paso a los trabajadores independientes mazamorreros. Con la conformación de este nuevo grupo social operaron cambios sustanciales en la vida de Belmira originando nuevos propietarios y nuevas formas de explotación económica y de relaciones de trabajo, la agricultura y ganadería llegaron para combinarse con las explotaciones del oro. Paralelo a estas nuevas categorías de relación de trabajo se implantaron formas de control sobre la mano de obra, y se buscó solución política al asunto de la esclavitud, inconveniente para llevar a feliz término la constitución legal de la República. En el siglo XIX después de la manumisión de los esclavos, en las primeras décadas del siglo XIX, se ponen en vigencia leyes sobre el concertaje y leyes sobre la vagancia83, es decir, se estableció un control social sobre la mano de obra independiente que limita e imposibilita su libre movilidad y además se ejercía un control sobre su producción y sus consumos.84 81 West. La minería de aluvión en Colombia durante el período colonial, pp.87-88. Ver capitulo de la “Aldea de San Jacinto Tierra de oro y disputas”. en esta monografía. 83 “Las leyes de vagancia, partían del presupuesto que vago, era todo aquel que no teniendo rentas para sostenerse no desarrollaba ninguna actividad productiva, e incluso esta leyes iban más allá, podía ser considerado vago todo aquel que no teniendo propiedad( tierras , minas, esclavos, o negocio ) no podía justificar su adscripción a un patrón. Así el minero independiente, que lavaba oro en las orillas de los ríos, migrante por la naturaleza de su trabajo, podía ser declarado reo de vagancia; o el trabajador independiente ocasional, que trabajaba por períodos cortos en diferentes haciendas y no tenía un patrón fijo, también podía ser considerado vago; o el colono en su peregrinación hacia el sur del Estado en búsqueda de tierras para asentarse; o el hijo de familia menor de edad que no trabajaba con su padre o en forma permanente con una hacienda o mina; o la mujer que trabajaba por fuera del control de su padre o esposo.” Véase: Constitucional de Antioquia No. 145 y 155 y María Teresa Uribe, Jesús María Álvarez. Poderes y regiones: en la constitución de la nación colombiana 1810- 1850. Medellín, Universidad de Antioquia, Departamento de Publicaciones, 1987, p.226-287. 84 Uribe, y Álvarez, Poderes y Regiones: problemas en la constitución de la nación colombiana 1810- 1850, p. 226. 82 247 En cuanto a la movilidad de las personas, en cada población empezó a ejercerse control sobre los migrantes y personas libres. En el Valle de los Osos, el visitador Pedro Rodríguez de Zea en 1784 mandó para los partidos de San Pedro Río Chico, Río Grande, Las Claras y Santa Rosa: “... que ninguna persona libre se introduzca entre los negros, y cuadrillas, ni entren en sus casas con ningún motivo ni pretexto pena de diez pesos de oro..., y por cuanto algunas personas libres para mejor introducirse y sonsacar las cuadrillas suelen fabricar sus casas donde estas están pobladas, mando que si el terreno fuere del dueño de la mina, o realengo, prontamente se desarraiguen, y pasen a fabricar sus casas distantes de dichas cuadrillas. En atención a que en dicho valle se introducen varias gentes perniciosas, y no conocidas, en que se sigue notable perjuicio al vecindario o bien por los robos, y trampas, o bien por los vicios, que introducen; para evitar los males, que de ellos resultan mando, que toda persona que entre a estos valles, sea de la calidad, o condición, que fuere, luego que llegue, y antes de ir a la posada se presente a la justicia mayor, y por su defecto a los jueces partidarios a dar razón de sus personas y fin con que se introducen pena de tres pesos de oro.”85 Con la creación de nuevas relaciones laborales se percibe como el mulato, el mestizo y el blanco reemplazan el trabajo minero de los esclavos86 y a su vez, surge un gran número de población dedicada a las labores mineras bajo la denominación de minero independiente. “Las dos clases principales de minero independiente eran el mazamorrero y el minero asalariado. El primero era un personaje seminómada, a menudo negro o mulato y acostumbrado al clima de los valles calientes. Trabajaba independientemente extrayendo el oro con una batea en los ríos del Norte y del Oriente durante la estación seca, cuando podía llegar hasta los depósitos auríferos en las arenas de los ríos. A veces el mazamorrero combinaba la minería con labores agrícola o, si había tenido suerte, pasaba el período de las lluvias haciendo nada, bebiendo y jugando. El minero asalariado vivía en forma muy semejante, porque aunque trabajaba para las compañías de minas de veta o en las grandes minas de aluvión, tendía a hacerlo estacionalmente [...] a menudo él o su familia tenían un pedazo de tierra en las montañas a donde regresaba con el dinero que no se había gastado en los campamentos, en algunas épocas del año relacionaba con las siembras. Otras veces, si quería, lavaba oro como mazamorrero.”87 85 AHA. Fondo Visitas. Tomo 76. Doc. 2104 Fol. 89r. Año 1784. Gabriel Poveda Ramos. Breve Historia de la Minería. En: Historia de Antioquia. Bogotá Suramericana de Seguros,1988, p. 211. 87 Roger Brew. El Desarrollo económico de Antioquia desde la Independencia hasta 1920, Bogotá, Banco de la República, 1977, p. 50. 86 248 Los mazamorreros como grupo pueden clasificarse en dos niveles, en el primer nivel se ubica al mazamorrero carente de recursos, que sólo cuenta con su actividad de mazamorreo para satisfacer sus necesidades básicas de subsistencia, al respecto Ann Twinam afirma: “...La producción de cada mazamorrero era a nivel de subsistencia, la producción combinada de este grupo con acceso al oro en polvo, creó una demanda de servicios provinciales y mercancías importadas...por lo menos una primera transacción del oro en polvo servía para llenar las necesidades de los mazamorreros”88 De la misma manera Álvaro López Toro ubica a los mazamorreros como trabajadores desprovistos de capital: “Una clase social que a pesar de carecer de recursos de capital y tierras, encontró y aprovechó oportunidades de subsistencia económica en actividades independientes relacionadas con la búsqueda del oro”89 José María Ots Capdequi también comparte la misma idea sobre los mazamorreros: “Los mazamorreros por lo común ni tienen cuadrillas, ni minas, con formalidad, pues con su familia o algún esclavo trabajan en las quebradas de corto raudal”90 Un segundo nivel de clasificación de los mazamorreros, es aquel en el que el mazamorreros aparece con buena solvencia económica, dueño de esclavos, tierras y hasta con elevada posición social. La historiadora Lucelly Villegas al respecto dice: “... es importante destacar, que el nivel económico de los mazamorreros- en su mayoría- es de cierta solvencia económica, si se compara con otros grupos de la población, que se dedicaron exclusivamente a labores como la agricultura y los oficios manuales.”91 Con base en la clasificación anterior, es posible considerar que en Belmira el grueso de la población negra y gran parte de los mazamorreros, se pueden ubicar en el primer nivel de 88 Ann Twinam, Miners, Merchants and farmers: The Roots of Entrepreneurship in Antioquia. Tesis de Grado, Universidad de Yale, 1917,p. 88-165. Citado por Lucelly Villegas. Minería y Trabajo Independiente En Antioquia ,p.53. 89 Álvaro López Toro. Migración y cambio Social en Antioquia durante el siglo XIX, Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico, Bogotá, Universidad de los Andes, CEDE, 1970, p. 23. 90 José María Ots Capdequi. Nuevos Aspectos del siglo XVIII Español en América. Bogotá, Ed. Centro Ins. Graf Ltda. 1946, p. 125. 91 Lucelly Villegas Villegas, Minería y trabajo independiente en Antioquia Colonial. Los Mazamorreros 17701820, p. 54. 249 clasificación, es decir, fue una población que se caracterizó por su bajo nivel económico, y carentes de medios de producción. La gran mayoría sólo disponía de su fuerza de trabajo y la de su familia para subsistir. Sin desconocer lógicamente que existieron mazamorreros con muy buena situación económica en la localidad. Los mineros se desempeñaban también en actividades agrícolas y otros oficios, según Villegas de una población aproximada de 890 mazamorreros en Antioquia a finales del siglo XVIII, el 2,5% se ocupaba en la doble actividad minería- agricultura, y combinaba también con otros oficios tales como sastrería, herrería, platería, cargos públicos, jornalero, entre otros.92 Los mazamorreros eran registrados en una matrícula o listado que dirigían los alcaldes pedáneos, es decir, se hacía un control sobre las personas que extraían el oro de los ríos y quebradas, con el objeto de grabarlos con el impuesto de “derecho de mazamorrero”. Las matriculas de los mazamorreros habían sido creadas en el año de 1780. Con las reformas impuestas por el regente visitador Francisco Gutiérrez de Piñeres a la Nueva Granada: “Mando Don Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres, del concejo de su majestad, intendente del ejército, regente de la Audiencia General del Nuevo Reino de Granada, que los mazamorreros deben contribuir con el tributo de dos castellanos de a nueve tomines anualmente.”93 Los mazamorreros pagaban dos pesos, uno por navidad y otro por San Juan.94 Con el movimiento comunero en Guarne de 1781, y la revuelta de los pobladores de Guarne, “los mazamorreros tuvieron un breve período en el que no se les obligaba a pagar el derecho de mazamorras. Pero luego de pasado ese tiempo hacia 1783 aproximadamente, se inicia otra vez la campaña para que se matriculen.”95 92 Lucelly Villegas Villegas, Minería y trabajo independiente en Antioquia Colonial. Los Mazamorreros 17701820, p. 60. 93 AHA. Colección General de Minas. Tomo 3. fol 35r. Citado por Lucelly Villegas, Minería y Trabajo Independiente ,p.26. 94 José María Ots Capdequi. Nuevos Aspectos del siglo XVIII Español en América, p. 125. 95 Lucelly Villegas Villegas. Minería y Trabajo Independiente en Antioquia, p. 176-177. 250 El control continuó sobre los lavadores de oro a través de las matrículas y los amparos de minas, de ahí que el título sobre la mina era entregado bajo el juramento de matricularse y pagar el derecho de mazamorra. En la visita realizada a la región de los Osos en 1784 por Pedro Rodríguez de Zea decía, en cuanto a los mineros y mazamorreros que: “ En las cinco pedanías San Pedro, Río Chico, Río Grande, las Claras y Santa Rosa de Osos de estos valles no hay padrón de mineros, ni matricula de mazamorreros, y me parecía conveniente se formasen dos libros, en que contase el número de los unos, y de los otros asentando los primeros la razón de la mina, que laboreaban, y con cuantas piezas de esclavos, y los otros dando razón de sus personas ...”96 Aunque tuviesen la matrícula de los mazamorreros de varios lugares, el cobro del impuesto era dificultoso e imposible muchas veces para los funcionarios debido, a que los mazamorreros se encontraban matriculados en otros lugares y se negaban a pagarlo en donde se les cobraba, también las distancias extensas entre las minas y los poblados era un obstáculo para dicho cobro .97 La evasión del derecho de mazamorra fue constante en la región de los Osos así lo muestran los siguientes testimonios. En 1784 Don Pedro Rodríguez de Zea, en su visita a la región de los Osos decía “ en Río Chico se hallan debiendo el derecho de mazamorras siendo de un castellano, derecho que tienen que dar cada seis meses”98. El alcalde juez pedáneo de Petacas afirmaba en 1796 que “los lavadores de oro... se niegan al pago del real derecho de mazamorra, unos por decir tienen 60 años y otros por decir estar trabajando con quien tiene libro de saca no obstante de que cada uno tira su rata....”99 96 AHA. Fondo Visitas. Tomo 76. Doc. 2104 Fol. 107v. Año 1784. Lucelly Villegas Villegas. Minería y Trabajo independiente. p. 180- 182. 98 AHA. Fondo Visitas. Tomo 76. Doc. 2104. Fol. 21v. Año 1784. 99 AHA. Fondo Libros. Tomo 515. Doc.528. Fol. 3r. Año 1796. 97 251 El alcalde de Santa Rosa planteaba en 1797 que era difícil la recolección del derecho de mazamorra, en la región de los Osos, por lo extensivo de la zona y las distancias de los partidos: “En cuanto a lo discorde del pago del mismo derecho y de que pagan uno dos tres o cuatro pesos algunos sujetos. También sucede en esto, que varios por la misma distancia se ausenta uno y dos años, y cuando se consiguen se les cobra el entero de ambos años. Otros son dueños de mina y conservan libro de sacas, o minero, y para trabajar las dichas minas lo hacen con esclavos, o alquilan peones y por los dichos deben pagar y paga el dueño de la mina, haciendo el entero por sí solo, pero siempre satisface por sí y por el peón o esclavo, no apuntándose a estos por no abultar, los cuadernos, pero si fuese necesario se apuntará con toda distinción.”100 Del total del impuesto que se cobraba a los mazamorreros, los alcaldes dejaban para ellos el 6%, en pago de su salario por la labor de recolectar el impuesto: “De las matrículas que se conservan las más completas son las elaboradas en 1792 y 1819 en la jurisdicción del valle de los Osos, en las cuales aparecen anotados 552 mazamorreros. Los registros de la Real Hacienda nos muestra que en esta región se percibía más por lo recaudado a los mazamorreros que por concepto de los quintos pagados por los mineros, Así, en el año de 1793 en la caja de Santa Rosa se obtuvieron 282 pesos de oro por Quintos y 565 pesos por derecho de mazamorreros. Los datos de las matrículas de mazamorreros muestran que un gran porcentaje de ellos eran mulatos y negros libres.”101 El siguiente cuadro muestra la lista de algunos mazamorreros en Petacas, Río Chico y San Jacinto entre 1793 y 1810. 100 AHA. Fondo Libros. Tomo 517. Doc. 564. Fol 83r. Año 1797. Beatriz Patiño Millán.“La provincia de Antioquia durante el siglo XVIII” En Historia de Antioquia. Suramericana de Seguros, Bogotá, 1988, pp. 69-90, p. 71. 101 252 CUADRO No. 16 LISTA DE MAZAMORREROS DE PETACAS, RÍO CHICO Y SAN JACINTO, 1793 – 1810 MAZAMORREROS Año 1779 1779 1779 1779 1779 1779 1779 1779 1779 1779 1779 1779 1779 Petacas Zapata, Miguel 1779 1779 1779 1779 1779 1779 1779 1779 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 Londoño, José Antonio Mejía, Mateo Rodríguez, Agustín Rodríguez, Joaquín Tirado Zabala, José Villa, Javier Villa, Miguel Zapata, José Río Chico San Jacinto Arroyave, Felipe Cañas, Isidro Cañas, Silvestre Chaverra, Nicolás Espinosa, Anselmo Galeano, Eusebio Gómez, Pío Gutiérrez,Luisa Jaramillo, Antonio Madrigal Andrés Madrigal, Jacinto Monsalve, Vicente Muñetones, Anselmo Patiño, Juan Ignacio Ramírez, Félix Ruda, José Ignacio Vásquez, Javier Vásquez, José Ignacio Rúa, Hilario Vásquez, Juan José Vásquez, Pedro Acevedo, Antonio Londoño, Domingo Acevedo, Juan Salvador Álvarez, Antonio Álvarez Quejada Antonio Arias, Francisco Londoño, Isidoro Londoño, Leandro Londoño, Florencio Londoño, Policarpio Castrillón, Juan José Londoño, Solano Echeverri, Felix D. Londoño, José Antonio Gutiérrez, Alberto Londoño, Juan Pablo 253 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 1793 María Zapata, Juan Bautista García, Venancio García, Felix García, Isidoro Arenas, Pablo Cortés, Venancio Cortés, Maximiliano Aguirre, Esteban Aguirre, Juan Manuel Aguirre, Juan Esteban Zapata, José Ignacio Zapata, Fernando Zapata, José María Arenas, Lucas García, José María García, Salvador Mazo, José Mazo, Pedro Mazo, Juan Bernardo Lescano, Juan Esteban Villa, Miguel Villa, Santos Zapata, Juan Bautista Berrío, Renovado García, Pedro García, Juan Francisco Colmenero, Nicolás Rodríguez, Agustín Gutierrez, Marta Londoño, Manuel José Hernández, Felipe Mejía, Rosa D Meneses, Ramón Ortiz, Juan Ignacio Peláez, Marcos Pineda, Francisco Muñoz, José Antonio Aguirre, Bonifacio Builes, Juan Antonio Pineda, Salvador Sánchez, Pablo Suárez, Miguel Tejada, José Ignacio Vásquez, Francisco D Vásquez, Miguel Antonio Velásquez, Esteban 254 1793 1793 1796 1796 1796 1796 1796 1796 1796 1796 1796 1796 1796 1796 1796 1796 1796 1779-1793 1779-1793 1779-1796 1793-1796 1793-1796 1793-1796 1793-1796 1793-1796 1793-1796 1793-1796 1793-1796 1793-1796 1793-1796 Acevedo, Santiago Mejía, Mateo Barrios, Javier Barrios, Ramón Céspedes, Cristóbal García, Marcelo Jiménez, Miguel Londoño, Joaquín Londoño, Juan Pablo Londoño, Julián Londoño, Salvador Mazo, José Ignacio Mazo, Juan Mirando, Pedro Rodríguez, Martín Serna, José Pablo Sevillano, Miguel Martínez, Juan Francisco Vásquez, Liberato Betancur, Venancio Aguirre, Bonifacio Aguirre, Juan Esteban Barrios Renovado Mazo, José Del Mazo, Juan Bernardo Del Arena, Lucas De García, Félix García, Isidoro García, José María García, Pedro Hernández, Ignacio Cortés, Benancio Muñetones, José Muñetones, Ramón Rúa, Juan de la Rosa Zapata, Benito Acevedo, José Cortés, Maximiliano Escudero, Antonio García, Juan Francisco Galeano, Enrique Gutiérrez, Manuel D. 255 1793-1796 1793-1796 1793-1796 1793-1796 1793-1796 1793-1796 1793-1796 1793-1796 1793-1796 1793-1797 1793-1801 1794-1798 1794-1800 1796-1810 1796-1810 1808-1810 TOTAL García, Salvador Leiva, Mateo Lezcano, Juan Esteban Londoño, Florencio Londoño, Isidro Londoño, Juan Gabriel Londoño, Leandro Londoño, Manuel José Londoño, Solano Aguirre, Esteban Londoño, Policarpo Londoño, Francisco Orrego, Domingo Mazo, José María Molina, José Londoño, Melchor 83 52 15 Elaborado a partir de: AHA. Fondo Minas, Tomo 354, Doc. 6.649, 1793, Lista de Mazamorreros de los Partidos de San Jacinto y Petacas. / Lucelly Villegas Villegas. “Mineria y Trabajo Independiente en Antioquia Colonial. Los Mazamorreros 1780-1820.” Monografía de pregrado Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, Medellín, 1984, p.194 - 234 Como se observa en el cuadro anterior se pudo registrar para el período 1793-1810, 150 mazamorreros de los partidos de Petacas, Río Chico y San Jacinto. Destacándose el primero por un mayor número de mazamorreros 83 en total, le sigue Río Chico con 52 y San Jacinto con 15. Los mazamorreros de buena condición económica empleaban cuadrillas de esclavos, en Petacas (Belmira) para el año de 1798, algunos de los mazamorreros contaban con cuadrillas de más de cinco esclavos, explicable esto, ya que para dicha época estaban siendo 256 desplazadas a la zona del Norte cuadrillas que operaban en otras regiones. Por ejemplo, don Francisco Londoño tenía en Petacas en el año de 1798 una cuadrilla compuesta de 27 esclavos, entre ellos 10 eran menores de edad; para el mismo año el mazamorrero José María Hoyos tenia en esta misma localidad 8 esclavos, 5 hombres y 3 mujeres, ellos eran Juan José, Blas, Cruz, Raimundo, Enrique, Damasca, Rafaela y Damacia.102 También se encontraron mazamorreros con uno o dos esclavos fue el caso de Antonio Jaramillo que en 1779 tenía en Río Chico un esclavo, y Juan Ignacio Patiño en el mismo Río Chico tenía 2 esclavos. Los mazamorreros en su gran mayoría empleaban en la labor minera mano de obra familiar. Cristóbal Céspedes mazamorrero de Petacas trabajaba con Vicenta Moreno, su mujer y sus hijos Ildefonso, Santos, José María, Paulina, María Salomé y Escolástica.103 José Molina trabaja con 5 hijos en mina de aluvión en la quebrada Santa Rita de Petacas, pide sea amparado en dicho descubrimiento, del cual no ha dejado de pagar el derecho de mazamorra.104 Leandro Londoño en 1814 solicitaba amparo de una mina en Río Chico para trabajarla con sus hijos: “Digo que siendo mi profesión, o ejercicio el de minero y no teniéndo labores de existencia en la que está el rematarse para ocuparme con 9 hijos que ya me ayudan como peones en la explotación de ella. Tuve noticias de que en la inmediación de Río Chico podía encontrar oro corrido en unas labores bajas y aventadero y en efecto habiendo pasado a un reconocimiento he encontrado oro de seguir.”105 Con las familias de los mazamorreros solían vivir agregados, personas que puede ser o no parientes de la familia, y que entraban a hacer parte como mano de obra familiar en la labor minera. Es el caso de Gregoria Londoño quien tenía en 1851 como agregados a Teresa Londoño soltera de 24 años, Marcelina Londoño soltera de 18 años, Sinforino Londoño de 12 102 AHA. Fondo Censos. Tomo 335. Doc. 6448. Año 1798. AHA. Fondo Censos. Tomo 335. Doc. 6448. Año 1798. 104 AHA. Fonfo Amparo de Minas. Tomo 365. Doc. 6837. Fol. 37r-v. Año 1810. 105 AHA. Fondo Minas. Tomo 365. Doc. 6795. Año 1814. 103 257 años, Chiquinquirá Londoño de 9 años y Regina Ruiz de 7 años, todo trabajaban en la labor minera.106 Los mazamorreros contrataban también para la saca de oro a peones libres, su gran mayoría fueron mulatos.107 CUADRO No. 17 MATRICULA DE MAZAMORREROS, BELMIRA 1818 NOMBRE Acevedo, Agustín Acevedo, Juan Acevedo,Prudente Aguirre, Juan Esteban Aguirre, Manuel Aguirre, Vitorino Arenas, Pablo Berrio, Sirilo Berrio, Victor Celis, Manuel Colmenero, Duardo Cortes, Huterio Cortes, José Antonio Cortes, José María García Castrillon, Vicente García, Juan Francisco García, Mateo Garcia, Miguel García, Pedro García, Santiago García, Vicente Holguín, Miguel Londoño, Antonio María Londoño, Blas Londoño, Braulio Londoño, Casiano Londoño, Dolores Londoño, Eugenio Londoño, Felipe Londoño, Francisco 106 107 Londoño, Manuel Salvador Londoño, Salvador Londoño, Tadeo Londoño, Timoteo Londoño, Timoteo Mazo, José María Mazo, Juan Bernardo Molina, Bacilio Montoya, Rey Muñoz, José María Pimienta, Pascual Pino, Calixto Rodriguez, Agustin Rodriguez, Joaquin Rodriguez, José María Rodríguez, Timoteo Ruiz, Loberto Tirado, José Uribe, Joaquín Uribe, Juan Bautista Uribe, Manuel Villa, Anastacio Villa, Felipe Villa, Fernando Villa, Gregorio Villa, José Ignacio Villa, José María Villa, Lorenzo Villa, Lucas Villa, Pablo AHA. Censos y Estadísticas. Tomo 2699. Doc. 7. Año 1851. Los mulatos era el grupo conformado por pardos, zambos y negros libres. 258 Londoño, Gregorio Londoño, Ignacio Londoño, Joaquin Londoño, Joaquín Londoño, José Antonio Londoño, José María Londoño, José Tomas Londoño, Macabeo Londoño, Manuel Londoño, Manuel José Londoño, Manuel María TOTAL Villa, Salvador Villa, Tiburcio Zapata, Eliseo Zapata, Fernando Zapata, José María Zapata, Juan José Zapata, Juan Pablo Zapata, Mateo Zapata, Miguel Zapata, Salvador 81 Elaborado a partir de: Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del circuito # 1. Año 1818. Matricula de los vecinos del vecindario de Petacas año 1818, por orden del visitador Juan Antonio Mon Velarde 1788. Folio 27 Cuadernillo suelto. Caja general # 11 CUADRO No. 18 MAZAMORREROS QUE NO PAGARON EL IMPUESTO Y LAS RAZONES QUE EXPONÍAN, BELMIRA, 1818 RAZONES DE NO PAGO Londoño, Solano Por decrepito sin juicio Londoño, Melchor Tiene 80 años pasados Berrio, Javier Pobrísimo En expedición siguiendo el Vanegas, Alonso soberano Cortes, Vicente Murió Acevedo, Juan José Ausente Villa, Francisco Ausente Londoño, Leandro Ausente Londoño, Martín Ausente Londoño, Pablo Con una pierna quebrada Londoño, Estefa Viuda pobrísima Londoño, María Ignacia Viuda pobrísima Londoño, Policarpio Ausente Santa Ana, Pedro José TOTAL 14 MAZAMORRERO Elaborado a partir de: Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del circuito # 1. Año 1818. Matricula de los vecinos del vecindario de Petacas año 1818, por orden del visitador Juan Antonio Mon Velarde 1788. Folio 27 Cuadernillo suelto. Caja general # 11 259 Como se observa en los cuadros 17 y 18, para 1818 se matricularon en Belmira 95 mazamorreros de los cuales, 14 no pagaban el impuesto, exponiendo para ello las razones del no pago (ver cuadro No. 18). La explotación minera con fines comerciales basada sólo en la mano de obra esclava y generalmente con propietarios ausentistas, generó un uso extractivo del suelo y de los recursos de la región, pero fue gracias a la mano de obra libre de Belmira que se logró cierto desarrollo económico y social, ya que las personas ante la necesidad de ubicarse en un sitio debieron diversificar la producción y adaptarse a nuevos procesos económicos que permitieron el desarrollo de la localidad. La siguiente cita puede darnos indicio de esta situación: “Cuando la explotación se lleva a cabo por medio de cuadrillas de esclavos, se crea apenas el mercado de alimentos y vestidos que consumen éstos, sus amos y capataces, mercado insuficiente para promover una producción agrícola importante, sobre todo cuando se abastece en regiones más o menos distantes, como es el caso más frecuente de Antioquia. Es además un mercado que puede desaparecer repentinamente con el agotamiento de las minas y con el que nadie puede contar como una base definitiva para su estabilidad económica. Todo progreso realizado sobre esa base es eminentemente precario, como muestra la experiencia tantas veces repetida del colapso económico general de una región que debe su crecimiento demográfico y depende en su producción de una explotación minera. La situación desde el punto de vista que nos ocupa- es prácticamente la misma cuando en lugar de esclavos se emplea mano de obra asalariada, si bien en este caso existe mayor circulación monetaria. La capacidad de desarrollo autogenerado - o en otros términos la inversión- consiste en la ampliación de la mano de obra utilizada o en el mejoramiento de los sistemas, pero ninguna de las dos cosas implica la creación de un desarrollo económico que pueda sobrevivir al cierre de la extracción. Es cierto que los capitales acumulados pueden a la larga dirigirse al comercio y eventualmente a la manufactura, y que en este sentido la actividad minera es importante, pero esto no tiene que ver nada con la región en que se ubica.”108 La mano de obra libre fue de suma importancia para lograr el desarrollo económico y social de Belmira, gracias al trabajo de hombres y mujeres libres de la esclavitud, se generó el comienzo de una población, que años más tarde, se dedicaría a la explotación pecuaria con fines lecheros y a la agricultura. 108 Estanislao Zuleta. Conferencia de economía latinoamericana. Medellín, Centro de Investigaciones Económicas, 1969, p. 67. Esta escena puede reflejar, parte de la vida familiar de los habitantes de Belmira a principios del siglo XIX, además de la construcción de las casas (ranchos), y animales que hacían parte del entorno. (Elaborado a partir de: Poderes y regiones en la constitución de la nación colombiana 1810- 1850. Portada) 261 CAPÍTULO 4 Gente, familia y control social en Belmira, 1650 – 1850 Con el siguiente capítulo se quiere mostrar tres aspectos básicos: Primero como y con quienes se dio el poblamiento originalmente en Belmira, y como fue desarrollándose éste a través del tiempo e intentamos resaltar algunos aspectos de la conformación familia con base en lista de cuadrillas, padrones y censos desde 1669 hasta 1851. En una segunda parte quisimos mirar como la iglesia con sus disposiciones influyó directamente en la estructura familiar de los Belmireños. Como por medio de los sacramentos y otras actividades religiosas que requerían registro como las defunciones, la iglesia legalizó y cristianizó a las personas llevándolas a conformar hogares bajo sus criterios. Por último, presentamos como se ejercía un control social en una sociedad fundamentalmente de pobladores esclavos y de negros libres. La alta preocupación y el interés tan profundo que tuvieron las autoridades para tratar las zonas mineras y los poblados de negros. 4.1 Población y aspectos de la conformación familiar de Belmira en el período colonial “[...] Los censos constituyen la vanguardia de un universo que da cuenta de los prejuicios o de los cambios de las mentalidades en ésta o en aquella época” Hermes Tovar Pinzón. Para estudiar la población de Belmira contamos, entre otras, con las siguientes fuentes: mortuorias, censos y libros parroquiales. En las Mortuorias se rastreó información de algunos vecinos de Antioquia y la Villa de Medellín, dueños de cuadrillas en Petacas 1669-1737. En cuanto a los censos se revisaron el Padrón General de los partidos de Osos, Páramo, Petacas y San Jacinto de 1779 y los censos de Petacas de 1797, de Belmira de los años 1843 y 1851. Para la primera mitad del siglo XIX se tiene además información parroquial sobre bautizos, confirmaciones, matrimonios y defunciones. 262 El grupo poblacional más importante de Petacas, hoy Belmira, durante la colonia, en los aspectos demográficos, económicos y sociales fueron los negros esclavos, quienes después de la segunda mitad del siglo XVIII pasaron a convertirse en negros libres. Entre los años de 1669 y 1737, existieron en Belmira 254 esclavos, distribuidos en 123 mujeres y 131 hombres, información que se obtuvo por medio de un listado de las diferentes cuadrillas que iban ingresando a la zona para explotar las minas. De la totalidad de éstos esclavos 26 eran niños y 22 niñas.1 El 52.4% del total de esta población esclava eran hombres y mujeres jóvenes, que estaban en plena edad productiva tanto para el trabajo como para la reproducción, edades comprendidas entre los 18 y 37 años aproximadamente. El cuadro No. 19 nos muestra algunos dueños de cuadrillas y el número de esclavos que conformaban cada una de ellas, como se pudo ver en el capítulo sobre esclavos, estas cuadrillas fueron la base del poblamiento y la posterior conformación de la localidad de Belmira. Entre los años 1669-1737 se registró un total de 16 propietarios, los cuales tenían 254 esclavos en sus cuadrillas, las cuales oscilaban entre 47 y 5 esclavos. 1 Los niños y niñas están comprendidos entre las edades de 0 a 13 años. 263 CUADRO No. 19 PROPIETARIOS DE CUADRILLAS DE ESCLAVOS EN PETACAS, 1669-1737 Propietario Pedro de la Serna Nicolás Muñoz Miguel Martínez de Vivanco Fernando de Montoya Felipe de Herrera Nicolás Antonio Pino Francisco Vásquez Guadramiro Laura Vásquez Laureano de Piedrahita Isabel de Piedrahita Antonio Zamarra María Ignacia Herrera Hilarión Tamayo y Tovar Inés Pino Jaramillo Francisco de Pino y Guzmán José Pablo Pino TOTAL ESCLAVOS No. De esclavos por cuadrilla 47 28 23 21 19 16 14 1716 n.a. 1687 1669 1704 1716 1674 13 12 11 11 10 10 9 5 5 1698 1698 1685 1697 1720 1697 1737 1729 1736 Año 254 Elaborado a partir de: AHA. Fondo Mortuorias: Tomo 310. Doc. 6058, 1674. Tomo 258. Doc. 5569, 1669. Tomo. 273. Doc. 5659, 1685. Tomo. 252. Doc. 5507, 1687. Tomo. 318. Doc. 6119, 1697. Tomo 302. Doc. 5976, 1697. Tomo. 312. Doc. 6070, 1698. Tomo 273. Doc. 5692, 1698. Tomo. 234. Doc. 5325, 1704. Tomo. 234. Doc. 5321, 1720. Tomo. 277. Doc. 5720, 1716. Tomo. 275. Doc. 5714, 1729. Tomo 278. Doc. 5724, 1736. Tomo 276. Doc. 5719, 1737. Tomo. 322. Doc. 6159, 1797. Fondo Notarial No. 2, 1716. n.a. no aparece El Padrón General de 1779, de los vecinos del partido de Osos, Páramo, Petacas y San Jacinto fue realizado por las autoridades, respondiendo a las disposiciones de la Real Orden del 10 de noviembre de 1776 de levantar un censo general de todas las provincias de la Nueva Granada. Le correspondió al Virrey Flores llevarlo a cabo. Los padrones fueron recogidos por las autoridades civiles con ayuda de las autoridades eclesiásticas en los años de 1777 y 1779, conocido como el censo de 1778 y es considerado como el primer censo general de la Nueva Granada, aunque en 1770 Antonio Moreno y Escandón había levantado un mapa sobre 264 algunos datos del Reino.2 Al censo de 1778 se le resalta una característica básica, como es la de distribuir la población en clases. Que no es otra cosa que una clasificación de la condición socio-económica de la población, y cuya clasificación respondía a los intereses de la Corona, de establecer los tributos e impuestos respectivos. En la jurisdicción de Antioquia este censo arrojó los siguientes resultados: CUADRO No. 20 POBLACIÓN DE LA JURISDICCIÓN DE ANTIOQUIA EN 1777 DISTRIBUIDA POR CLASES. Clases Total Blancos Indios Libres Esclavos Total 1210 n.a. 6360 8121 15.691 Fuente: Virginia Gutiérrez de Pineda. Roberto Pineda Giraldo. Miscegenación y cultura en la Colombia colonial.17501810. Uniandes-Colciencias .Santa fe de Bogotá. 1999. p 47. El padrón de 1779 de los cuatro partidos Osos, Páramo, Petacas y San Jacinto registra la siguiente información: Primero el nombre del alcalde, que para dicha localidad era Nicolás Muñoz. Le sigue en su orden la lista de blancos que se denominaban como de primera clase compuesta de 32 personas, entre ellas 22 hombres y 10 mujeres. La segunda clase, era la de los mestizos, que sumaban 21 en total, entre ellos 15 mujeres y 6 hombres. La tercera clase estaba compuesta por los morenos libres, 56 hombres y 58 mujeres para un total de 114. Concluye este padrón con la clase de negros esclavos. Aquí es posible observar que existían 5 propietarios de cuadrilla para igual número de cuadrillas; de ellas sobresale la cuadrilla de Sancho Londoño, compuesta por 175 esclavos, agrupados en 35 familias. De estos esclavos 69 aparecen con su nombre. 2 Hermes Tovar Pinzón, Camilo Tovar y otros. Convocatoria al poder del número. Censos y Estadísticas de la nueva Granada. 1750-1830. Bogotá, Archivo General de la República de Colombia, 1994, p 57. 265 CUADRO No. 21 CONDICIÓN Y ESTADO CIVIL DE LA POBLACIÓN DEL CURATO SANTO DOMINGO DE LOS OSOS, 1779 Estado civil Condición social Casada Casado Soltera Soltero Total Blanco 3 52 3 18 76 3 53 3 18 77 7 25 7 12 51 20 39 33 169 13 53 268 Esclavo Mestizo Morenos Libres Total general 5 64 Elaborado a partir de: AHA. Fondo Estadísticas y censos. Padrón de los habitantes del partido de Osos, Páramo, Petacas y San Jacinto. Tomo No. 336. Doc. No. 6453. Año de 1779. El total de la población del padrón de 1779 para el curato de Santo Domingo era de 423 habitantes (en el cuadro No. 21 no se registran los niños). Este padrón muestra un total de 57 familias con hijos, cerca de 39 de estas familias eran de esclavos, y 35 de ellas pertenecían a una sola cuadrilla. Esto muestra un claro interés de los amos por que se conformaran legalmente familias de esclavos en Petacas ya que esta práctica representó para ellos, una reproducción constante de esclavos y una mano de obra renovada. Además registró el padrón un total de 38 cabezas de familias distribuidas así: 17 de morenos libres, 12 de esclavos, 7 de blancos y 2 de mestizos. El total de los hijos que se contabilizaron en este censo fue de 155, de los cuales 84 eran hijos de esclavos y 36 eran hijos de 13 madres solteras. El promedio de hijos por familia fue de 3 aproximadamente. 266 CUADRO No. 22 CURATO SANTO DOMINGO DE LOS OSOS. POBLACIÓN 1779 Grupo poblacional Total Esclavos 253 Morenos libres 114 Blancos 35 Mestizos 21 Total población 423 Elaborado a partir de: AHA. Fondo Estadísticas y censos. Padrón de los habitantes del partido de Osos, Páramo, Petacas y San Jacinto. Tomo No. 336. Doc. No. 6453. Año de 1779. En el anterior padrón del curato de Santo Domingo de los Oso de 1779 el grupo poblacional más numeroso es el de esclavos, quienes representaban el 60% de la población total. A partir de 1787, los censos empezaron a ser más detallados y la información socioeconómica adquirió suma importancia, en ellos se aclara la diferenciación de clases, la estructura familiar, la densidad demográfica y las condiciones económicas de los pobladores. Los censos pasaron a ser métodos de control estadístico para obtener información sobre las condiciones generales de los habitantes, y dio pautas a las autoridades para establecer el régimen de impuestos y las políticas de la Corona. En otras palabras, las nuevas formas y clasificación de los datos censales sirvieron y respondieron a los intereses de las autoridades.3 En Antioquia el censo de 1788 fue llevado a cabo bajo la administración del Oidor y Visitador Juan Antonio Mon y Velarde. En él la información económica fue de gran importancia para la administración, pues se pretendía recoger una amplia información sobre aspectos como propiedad de la tierra, dimensiones de la misma, uso, cultivos y cantidad de 267 ganado; además especificaba si la casa era hacienda, y si estaba localizada en el campo o la ciudad, si el dueño era cabeza de familia casado o viudo, si eran primeras o segundas nupcias, el número de habitantes por vivienda, el número y nombre de los hijos, esclavos o agregados en caso de tenerlos y la especificación de su condición económica, esto último permitió un conocimiento de la condición económica y de la estructura familiar de la provincia de Antioquia de ese entonces.4 La diferenciación por clases hecha en este censo arrojó para la jurisdicción de Antioquia 5 los siguientes resultados: CUADRO No. 23 CENSO 1788, JURISDICCIÓN DE ANTIOQUIA. Clase Total Blancos Indios Libres Esclavos Total 1994 1595 12542 3164 19297 Fuente: Virginia Gutiérrez de Pineda. Roberto Pineda Giraldo. Miscegenación y cultura en la Colombia colonial.1750-1810. Uniandes-Colciencias, Santa fe de Bogotá, 1999, p.47 En un período de 11 años comprendido entre los censos de 1777 y 1788 se dio un aumento poblacional en la jurisdicción de Antioquia aproximadamente del 19%, siendo los libres el grupo de mayor aumento, de 3.360 pasaron a 12.542 habitantes, como consecuencia de este aumento de libres el número de esclavos disminuyó; en el censo de 1777 los esclavos sumaban 8.121 y para el de 1788 bajó a 3.164 esclavos. Esto se explica en parte, por las crisis mineras y por las dificultades para abastecer las cuadrillas, lo que llevó a que en algunos casos se 3 Luis Vidales. Historia de la estadística en Colombia. Bogotá, Banco de la República, 1973. Guarín Ocampo, Gloria María. Tenencia de la tierra en el Valle de Aburrá. 1800. 1850. Medellín, Monografía de pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 1988.pp.10-11. 5 A finales del siglo XVIII, Antioquia era la ciudad que tenía más sitios bajo su gobierno, entre los cuales se contaban: Obregón, Anzá, Titiribíes, Valle de Urrao, Sacaojal, Valle de San Andrés del Cauca, San Jerónimo, Sopetrán, Sabana Larga, Buriticá, Santa Rosa, San Pedro, Hojas Anchas, Río Chico, Río Grande y Petacas. 4 268 vendiera, y en otros se otorgara la libertad a los esclavos. Por las razones anteriores se ve como el grupo poblacional denominado “libres de todo color” aumentó considerablemente desde 1780, pasando a ser el grupo más relevante en toda la provincia de Antioquia. En la jurisdicción de Antioquia por ejemplo representaba el 62% de la población, relegando al grupo de blancos y de esclavos al 15.3% y 14.6% respectivamente.6 Diez años después, en 1790, la ciudad de Antioquia contaba con 18.162 habitantes, y se hizo una nueva diferenciación entre los grupos sociales denominándolos como castas. Además surgieron nuevas categorías como la de los esclavos de varios colores y la Casta de Eclesiástico. La población fue clasificada de la siguiente manera: Cuadro No. 24 CASTAS EN LA JURISDICCIÓN DE ANTIOQUIA, 1790 Casta Blancos Libres de varios colores Indios Esclavos de varios colores Eclesiásticos Personas % 1534 12057 677 2871 23 8.5 66.5 9.2 15.8 0.12 Fuente: Virginia Gutiérrez de Pineda. Roberto Pineda Giraldo. Miscegenación y cultura en la Colombia colonial.1750-1810. Uniandes-Colciencias, Santa fe de Bogotá, 1999, p 52. Antioquia fue la Provincia de la Nueva Granada que más creció a finales del siglo XVIII, de una población de 52.826 en 1780, pasó a 106.730 habitantes en 1808. Los 2.871 esclavos que había en la Jurisdicción, estaban ubicados en Antioquia, Petacas, Santa Rosa, Sopetrán, Hojas Anchas y Anzá.7 6 Víctor Álvarez Morales. “Poblamiento y Población en el Valle de Aburrá y Medellín. 1541-1951”. Historia de Medellín. Director Jorge Orlando Melo. Medellín, Suramericana de Seguros. 1996, p. 61. 7 Virginia Gutiérrez de Pineda, Roberto Pineda Giraldo. Miscegenación y cultura en la Colombia colonial. 1750-1810. Uniandes-Colciencias, Bogotá. 1999, p 52. 269 El censo de 1797 registra para Petacas una población total de 708 habitantes, distribuidos así: Cuadro No. 25 POBLACIÓN DE PETACAS, 1797 Grupo poblacional Esclavos Libres de todo color Negros libres Mulatos Blanco Mestizos Total Total 269 170 157 76 26 10 708 Elaborado a partir de: AHA. Censos y Estadísticas. Tomo. 346. Doc. 6555. año 1797. Es de resaltar que dicho censo muestra un considerable aumento de la población libre de todo color para esta localidad, es válido resaltar que la principal característica de los habitantes del lugar era la de ser negra esclava. “[…] el aumento de la población de libres de todo color contribuyó a su vez a mantener la esclavitud, es decir que la población negra no sólo se produjo por crecimiento natural, sino que en ello incidió la importación de algunas nuevas piezas y la incorporación de libres a la formación de familias mixtas: libres casados con esclavos. Como la ley establecía que hijos de esclavas debían ser esclavos, las uniones de libres con mujeres de color contribuyó a fortalecer la esclavitud, y con ello a suplir la fuerza de trabajo a los señores de minas y haciendas. Pero contradictoriamente, este hecho también favoreció la disolución de la esclavitud, pues los padres trabajaron para liberar a sus esposas e hijos.”8 Como dijimos anteriormente, los esclavos fueron el grupo poblacional más importante de Belmira en la colonia, y durante el siglo XIX pasaron a ser el grueso de la población en su condición de negros libres. El cuadro siguiente nos ilustra al respecto, mostrando este grupo poblacional en su estructura familiar, aclarando el estado civil en cada una de las cuadrillas a la que pertenecían, y el número de matrimonios en cada una de éstas. Se observa en él como de 269 esclavos, 12 de los que se tiene registro son casados con libre. 8 Tovar Pinzón, Convocatoria al poder del número, p.31. 270 6 1 1 1 1 1 1 1 2 1 78 6 7 1 2 1 1 22 5 1 1 2 1 2 2 1 21 TOTAL TOTAL ESCLAVOS Niñas 6 3 4 2 Niños 2 2 Adultas Solteras 2 2 Adultos Solteros 17 12 1 2 1 1 2 Viudas Gutiérrez, Ignacio Monjas del Carmen Zapata, Nicolás Tirado, Nicolás Tirado, Joaquín Villa, Casimiro Villa, Modesto Santa María, Manuel Bermúdez, Domingo Villa, Matías Villa, José María Puerta, Micaela Lorza, Graceliano Viudos Propietario Matrimonios Cuadro No. 26 CUADRILLAS DE ESCLAVOS EN PETACAS. AÑO 1797 14 10 1 14 6 1 13 9 1 2 2 13 6 2 1 2 2 1 2 1 3 2 2 2 4 1 35 3 28 1 2 1 1 33 Casados con esclavos ajenos o libres 1 con esclavo 3 con libres 1 con libre 2 con libres 2 con esclavos 1 con esclavo 29 6 con libres, 4 con esclavos 269 Elaborado a partir de: AHA. Censos y Estadísticas. Tomo. 346. Doc. 6555. año 1797. En el siglo XIX, los censos se realizaron con más frecuencia. Para el caso que nos convoca tenemos que, el censo de 1828 de la provincia de Antioquia registró una población total para el cantón de Santa Rosa de 17.151 habitantes, de los cuales 769 eran habitantes de Belmira, veamos: 271 Cuadro No. 27 POBLACIÓN DEL CANTÓN DE SANTA ROSA, 1828 Lugar No. Habitantes Santa Rosa 5.448 San Antonio del Infante Carolina Angostura 1.272 2.768 1.560 San Luis de Góngora 3.113 San Pedro 2.221 Belmira 769 Cáceres Sin información TOTAL 17.151 Fuente: Hermes Tovar Pinzón. Convocatoria al poder del Número. p. 28 En el censo de 1843, al menos para Belmira, se empezó a recoger información relacionada con la profesión, oficio u ocupación de los habitantes. Es posible pensar que las autoridades encargadas de recoger la información de los padrones y censos en cada una de las localidades, lo hicieran de maneras distintas, por tal motivo no existe una unificación total en éstos. El total de la población que arrojó el censo de 1843 para la localidad de Belmira sumó un total de 1.360 personas, 663 mujeres y 697 hombres, población muy equiparable en relación con el sexo de sus pobladores. En el censo se encontraron 44 cabezas de familia, y un total de 236 familias, de las cuales 12 no tenían hijos, bien porque eran parejas muy jóvenes y aun no los habían tenido ó muy adultas y sus hijos no vivían con ellos. Se destaca en este censo que el número de población infantil era muy considerable con respecto al total de la población. El siguiente cuadro ilustra las edades de niñas y niños, se tomó un rango de edades entre 1 y 10 años. 272 Cuadro No. 28 EDADES MÁS COMUNES DE NIÑAS Y NIÑOS, BELMIRA, 1843 Edad años Niñas Niños Total 1 2 3 5 10 44 28 28 43 29 87 57 28 36 29 36 29 Elaborado a partir de: AHA. Censos. Vol. No, 2691. Doc. No, 16. Año 1843 Los datos muestran que en 1843, existía en Belmira un elevado grupo de casados y casadas, lo que indica la importancia que cobraba para entonces el matrimonio católico y la conformación de familias legales como lo muestra el siguiente cuadro: Cuadro No. 29 ESTADO CIVIL DE LA POBLACIÓN DE BELMIRA, 1843 Estado Civil Total Casadas Casados Solteras Solteros Niñas Niños Viudos Viudas Clérigo 199 197 145 143 275 343 13 44 1 Elaborado a partir de: AHA. Censos. Vol. No, 2691. Doc. No, 16. Año 1843 Se espera que el número de hombres casados sea igual al número de mujeres casadas, pero existe la posibilidad de la ausencia de uno de los dos en el momento del censo, o que se separaron y cuando son censados aparecen como casados. 273 Para 1843, la condición de los habitantes de Belmira era la de libres y libertos, muchos de los antiguos esclavos pasaron a ocupar el oficio de sirvientes en las casas de sus amos, cumpliendo quizá las mismas tareas que cuando eran cautivos. Algunas de las familias con más sirvientes fueron los Villa, los Mazo y los Gaviria. Según el aparte correspondiente a “Zona Urbana de Belmira” en el capítulo No. 2 Tierras y configuración de Belmira de esta monografía, estas familias estaban ubicadas en lo que sería el pueblo, lo que indica que esos sirvientes estaban en su mayoría residenciados allí. El siguiente cuadro nos referencia 34 personas, con su respectiva diferenciación de sexo y edad, que se desempeñaban en el oficio de sirvientes o que el censo les dio esta clasificación, como es el caso de los niños, de muy poca edad y no podían estar sirviendo a nadie. Lo otro es que esos niños fueran hijos de sirvientes y les correspondía dicha tipificación por esta razón. Cuadro No. 30 SIRVIENTES Y SIRVIENTAS, BELMIRA, 1843 Sirvienta Villa, Damiana Villa, Vicenta Villa, Raimunda Villa, Leonarda Taparena, Zoila Echeverri, María Gutiérrez, Merdalcira Rivera, Felisa Mazo, Nicolasa Mazo, María Mazo, María Gil Correa, Pascuala Londoño, Marcelina Londoño, Teresa Castañeda, Cecilia Londoño, Lucia Asebio, Leonor Carvajal, María Ignacia Edad 2 4 4 8 10 10 12 12 12 14 17 18 19 21 30 39 56 60 Elaborado a partir de: AHA. Censos. Vol. No, 2691. Doc. No, 16. Año 1843. Sirviente Villa, Evaristo Ríos, Mario Arboleda, Cruz Mazo, Domingo Villa, Pioquinto Londoño, Antonio Ferrero, Valerio Avendaño, Isidro Zapata, Manuel Villa, Hermógenes Gutiérrez, Silverio Londoño, Juan Antonio Londoño Londoño, Pablo Mazo, Felipe Londoño, Camilo Rojas, Marcelino Edad 2 5 7 9 10 10 10 11 12 12 13 14 16 17 18 38 274 Terminada la primera mitad del siglo XIX, se realizó en Colombia el censo de 1851, al igual que el censo de 1843 recoge los datos de una manera más clara, y permiten esclarecer el número de personas que integraban una misma “familia o habitación.” Con este censo empieza ha verse una población más consolidada en Belmira, las divisiones anteriores por partidos ya no se presentan en este censo y la estructura familiar empieza a mostrarse en él mas unificada. El censo de 1851 abarcó las 32 provincias del país, provincias que a su vez, comprendían 130 cantones, divididos bien fuera en distritos parroquiales, aldeas, partidos, fracciones o secciones. Los distritos parroquiales que comprendía la provincia de Antioquia, que es el caso que nos compete eran: Angostura, Belmira, Cáceres, campamento, Carolina, Don Matías, San Pedro, Santa Rosa, Entrerríos, Yarumal y Zea. Para Antioquia la información del censo fue recogida en los tres primeros meses de 1851. Tuvo en cuenta las siguientes variables: identificación del cantón, luego el distrito parroquial, aldea, fracción o sección de residencia de cada habitante.9 Las columnas aparecen encabezadas así: “1. “Nombre y apellido”: Es válido aclarar que algunos esclavos les falta el apellido. 2. “Edad” 3. “Categoría”: En esta se tuvo en cuenta las variables de: padre de familia, madre de familia, hijo, hija, cabeza de familia, dependiente, independiente, nieto, huérfano, agregado, entenado, divorciado, cura párroco. 4. “Profesión, oficio u ocupación”: los datos no corresponden a categorías previamente establecidas y unificadas para todo el censo, pues cada censador usó el vocablo que consideró pertinente o que le respondió el censado. En este aparecen las enfermedades de algunas personas. 5. “Estado”: Esta columna tuvo en cuenta el estado civil de las personas en las categorías de soltero(a), casado(a), viudo(a) o clérigo. Vale la pena anotar que la categoría “unión libre” fue omitida. Al parecer, estos últimos casos fueron contabilizados entre los casados. 6. “Condición”: Aquí fue tenida en cuenta la condición de las personas, es decir si era libre, liberto(a) o esclavo(a)”.10 El censo de 1851 registró para Belmira una población total de 1.439 habitantes, divididos en 9 María Isabel Piedrahita Londoño. Composición de los Hogares Antioqueños según censo Nacional de 1851. Medellín, Monografía de pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 2003, p 4-5 10 Piedrahita Londoño .Composición de los Hogares Antioqueños según censo Nacional de 1851, p 5-6. 275 683 hombres y 756 mujeres. El 55% de la población se desempeñaba en el oficio de minero, lo que muestra que la actividad minera para mediados del siglo XIX, aun continuaba siendo la base de la economía y el sustento de la gran mayoría de las familias belmireñas. Era un oficio que ejercían tanto hombres como mujeres. En la información que recoge el censo se destaca que la población trabajaba desde muy temprana edad hasta edades muy avanzadas, por ejemplo, es común encontrar niños desde los 5 años registrados como mineros y ancianos hasta de 90 años, todavía en las labores mineras o agrícolas. La mujer en Belmira fue una fuerza laboral de gran importancia. En este censo encontramos que 551 mujeres se desempeñaron en distintos oficios, como mineras se registraron 380, costureras 117, 12 labradoras y 2 leñadoras. Para la localidad bajo estudio es escaso encontrar personas dedicadas al oficio de comerciantes, este censo sólo registró un solo comerciante, lo que no indica que no haya habido actividad comercial, sino que era ejercida por personas que no vivían en la zona o que llegaban por temporadas, o lo ejercían personas como los señores Gaviria, José Antonio Tirado y Juan Bernardo Villa, pero no como su única actividad económica, también se les encuentra desempeñándose como mineros, agricultores y en compraventa de propiedades. El comerciante que registra el censo es el señor Alberto Gaviria, viudo de 31 años de edad, y quien tenía tienda en la calle principal de Belmira, miembro de una de las familias que vivía en la parte urbana de la localidad, dueña de tierras y considerada como una de las familias “prestantes” de la zona. Una práctica común durante la colonia era que algunos hombres que enviudaban se dedicaban a los oficios religiosos, llegando a ocupar cargos en el sacerdocio. Ejemplo de ello, es el señor Vicente Ceballos, sacerdote de Belmira en 1851 y quien además de sacerdote figura en el censo como viudo, de 46 años de edad. En cuanto al estado civil de los pobladores de Belmira a mediados del XIX, el censo de 1851 muestra que el 25.36% eran personas casadas, el hombre más joven casado tenía 19 años, 276 mientras el más viejo tenía 98 que era Joaquín Londoño. La mujer más joven casada apenas contaba con 15 años y la de edad más avanzada 72 años. La población soltera adulta estaba distribuida en 163 hombres y 203 mujeres, lo que representaba un 25.4% del total de la población, esto muestra que era equiparable el número total de solteros con el total de casados. Los viudos hombres sumaban 23, de los cuales 17 ejercían el oficio de mineros, las mujeres eran 46, de ellas 38 se dedicaban a la minería y 4 eran costureras. El viudo más joven era Alberto Gaviria con 31 años y la viuda más joven tenía 24 años. Estos viudos representaban el 4.8% de la población total. La población infantil de Belmira, comprendida entre 1 y 13 años ocupaba el 44.4%, como se dijo anteriormente, muchos de éstos niños figuraban como trabajadores y sólo uno como estudiante, lo cual presupone dos alternativas: primero que el censo no registró población estudiantil y sí los oficios, y segundo, que no existían estudiantes o eran casi nulos y no revestía mayor importancia su conteo. El promedio de hijos por familia igual que los censos coloniales, específicamente el de 1779 seguía siendo de tres. El total de familias registradas en el censo del año 1851 era de 258, entre ellas 80 están consideradas como cabeza de familia, es decir, que como jefe de hogar se consideraba uno sólo, la madre o el padre. Los apellidos más comunes y que con mayor frecuencia se repiten en el censo es el de las familias Londoño, Villa y Zapata respectivamente, lo que demuestra que las cuadrillas que inicialmente poblaron la zona y que tomaron el apellido de sus amos se quedaron y se establecieron a través de los años. El cuadro siguiente corrobora lo que hemos planteado en cuanto a la principal actividad económica de la localidad, las condiciones civiles de los pobladores y sus respectivos oficios: 277 Cuadro No. 31 ESTADO CIVIL Y OFICIOS DE LOS HABITANTES, BELMIRA 1851 Oficio Casada Agricultor Agricultora Carpintero Comerciante Costurera Estudiante Hacendado Herrero Labrador Leñatera Minera Minero Párroco Sastre (vacías) Total general Casado 20 4 Soltera Estado civil Soltero Viuda Viudo 35 2 8 1 1 54 1 59 4 1 2 1 2 155 234 1 1 184 231 529 205 476 119 4 181 1 2 223 6 38 17 1 4 46 2 23 Total general 57 12 1 2 117 1 2 1 3 2 380 412 1 1 446 1439 Elaborado a partir de: AHA. Censo y Estadística Vol. 2699, Doc. 7 Año 1851. El siguiente cuadro registra el aumento o disminución de la población de Belmira desde 1669 hasta 1851, en él se puede observar que para 1843 la población esclava desaparece, o no es registrada en los censos. Además, se observa un aumento de la población hasta 1827 y luego una disminución hasta 1830. En el año comprendido entre 1827 y 1828 la población se redujo en 361 personas, luego en 1843 inicia un aumento. 278 Cuadro No. 32 POBLACIÓN DE BELMIRA. 1669-1851 Año 1669-1737 1779 1797 1826 1827 1828 1830 1843 1851 Hombres Mujeres Esclavos* Total 86 220 290 400 350 190 697 683 84 219 346 525 408 211 663 756 226 253 269 25 11 11 7 0 0 226 423 708 661 936 769 408 1360 1439 Elaborado a partir de: AHA. Fondo Estadísticas y Censos. Tomo 336. Doc. 6453 Año 1779, Doc. 6454 Año 1827, Doc. 6457 Año 1828. Tomo 346. Doc. 6555 año 1797. Censos. Vol. 2691. Doc. 16 año 1843. Censo y Estadística Vol. 2699, Doc 7 Año 1851. Y Hermes Tovar Pinzón, Convocatoria al poder del Número. P. *La casilla correspondiente a esclavos muestra el total poblacional sin diferenciar sexos. 4. 2 La familia en Belmira: influencia de la iglesia en su conformación La iglesia en su tarea de adoctrinar a la población utilizó como uno de los medios para ejercer control, las visitas eclesiásticas. En ellas establecía, algunas normas relacionadas con el comportamiento que las personas debían asumir al entrar a las iglesias, la rutina diaria para llevar a cabo los ritos religiosos, revisaban las tareas ejercidas por el sacerdote de la parroquia visitada, el cual recibía algunas indicaciones para llevar cabo su tarea de adoctrinamiento. En Belmira, por ejemplo, en la visita pastoral que se llevó a cabo en 1784, luego de hacerle un examen de sus labores desempeñadas le fueron impuestas algunas tareas como: “[...] que endose constancia la doctrina cristiana a sus feligreses y predique el santo evangelio con la presencia posible, por lo menos en los domingos y días festivos que todos los días al toque de oraciones rece el rosario de la virgen santísima con las personas que quieran concurrir sin que lo desanime nunca el corto número de los que concurran a él.”11 11 Archivo Arquidiócesis de Medellín. Serie Autos de Visitas Pastorales. Sección Despacho del Obispo. 1870- 279 Estas indicaciones apuntaban también a lograr mejores frutos en la recolección de los impuestos. La renta de los diezmos para la iglesia fue de suma importancia y uno de los medios directos de acumular riqueza. Los diezmos fueron una imposición tributaria a los habitantes y quien no aceptara le traía como consecuencia el no suministro de los sacramentos religiosos que solicitara como, el bautizo de sus hijos, la confirmación, en otros: “[¨...] siendo la renta de diezmos la única con que la iglesia cuenta hoy en esta diócesis para el sostenimiento del obispo del gobierno eclesiástico de la catedral y del seminario conciliar, el señor cura involucrar a sus feligreses el deber que tienen de contribuir con los diezmos para los objetos expresados y tendrá muy presente lo que dispone el santo concilio de juntas en la sesión 25, capítulo 12 de reformas y les negará los sacramentos a los que fueren rebeldes a su cumplimiento”12 Los sacramentos religiosos no se administraban de manera gratuita, los matrimonios, bautizos, confirmaciones defunciones eran cobrados a los feligreses: Veamos un ejemplo que se dio en la Aldea San Jacinto, al señor regidor de dicha Aldea, Mónico Londoño le fue impuesta una acusación por Vicente Gaviria, mayordomo de Fábrica de las Rentas de la Iglesia Parroquial de Belmira porque vecinos de San Jacinto adeudaban algunos sacramentos: “[...]doy todo mi poder legalmente al señor Félix Rojas vecino de esta villa, principalmente para todos los puntos tanto civiles como criminales, así eclesiásticos como seculares movidos y que le movieran a dicha fábrica demandando y defendiendo contra cualquier comunidad y persona [...] en especial para que conforme una acusación que he entablado como tal mayordomo contra el regidor de la Aldea de San Jacinto Señor Mónico Londoño motivadas de unas demandas que puso el párroco contra algunos individuos que adeudan a la fábrica de su carga algunos derechos de matrimonio y roturas de sepulturas, pues para todas ellas necesidades y dependencias es necesario le confiere el siguiente poder tan cumplido y lleno.”13 Los distintos sacramentos que estableció la iglesia católica en la Nueva Granada desde comienzos de la época colonial fueron entre otros el matrimonio, los bautizos, las confirmaciones, encaminados a establecer y conservar las costumbres morales, controlar el comportamiento de la población y establecer un control general. Partiendo de la idea de¨que la 1872.Visita Pastoral a la parroquia de Belmira por el obispo José Joaquín Isaza. 12 Archivo Arquidiócesis de Medellín. Serie Autos de Visitas Pastorales. Sección Despacho del Obispo. 18701872. 13 Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del Circuito No. 1 Caja general No. 22. Años 1848-1851. Cuadernillo 280 familia ayudaría a la conservación de la moral. El matrimonio católico fue pues el conductor fundamental para la difusión en el Nuevo Continente de las nociones morales y culturales de occidente. Como institución, en la época colonial, la familia estuvo sujeta a las disposiciones tanto de la corona, como de la iglesia. Las reglamentaciones de ambas autoridades se daban en el aspecto étnico racial, buscaban organizar a los grupos sociales en núcleos por estatus social. Esto con el fin de evitar las mezclas entre los diferentes grupos sociales.14 La iglesia en su idea de conservar la moral, prohibió las uniones libres, la poligamia. Lo que propició a la conformación de núcleos generalmente monogámicos. En cuanto a los esclavos, los negros introducidos durante la colonia a la Nueva Granada fueron individuos desintegrados de sus culturas, pertenecientes a varias comunidades del occidente de África, “eslabones rotos de sus valores, concepciones y metas, sin unidad cultural alguna.”15 Los amos eran los encargados de darle cónyuge, se buscaba también con ello limitar el matrimonio entre grupos de esclavos: “El esclavo configuraba la unión que le permitía su amo en forma legal o establecía relaciones clandestinas esporádicas, cuando la oportunidad le era propicia. Por la primera forma las partidas se habían ocupado de su satisfacción biológica asegurando que se debían casar entre sí […] pero esta misma ley obligaba al respecto por parte del amo, del domicilio conyugal, de manera que no se le permitía y antes bien le sancionaban, si apartaba la pareja y su descendencia.”16 Aunque se ha dicho que los esclavos en un principio, no tenían una estructura familiar fundamentada en el matrimonio católico, en parte, por el poco interés de sus amos en que se unieran legalmente, ya que pensaban que entre mayor fuera el grado de promiscuidad más suelto con 3 folios. Junio 10 de 1850. 14 Ivonne Suárez. Oro y sociedad colonial en Antioquia 1575-1700. Medellín, Monografía de pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia, 1983, p.144-145. 15 Gutiérrez de Pineda y Roberto Pineda Giraldo. Miscegenación y cultura en la Colombia colonial.1750-1810, p. 158. 16 Gutiérrez de Pineda y Roberto Pineda Giraldo. Miscegenación y cultura en la Colombia colonial. 1750-1810, p. 274. 281 reproducción obtendrían, y por otro lado, se ha tenido la idea que la movilidad de las cuadrillas evitaba cualquier lazo firme de convivencia familiar. Sin embargo, en las zonas mineras y fundamentalmente en Belmira, se puede observar que desde muy temprano existieron matrimonios entre esclavos. En las mortuorias encontramos cerca de 13 matrimonios, algunos de ellos con hijos. Para 1674 por ejemplo en la cuadrilla de Francisco Vásquez Guadramiro, había 2 matrimonios: el uno de Luis de 50 años y María de 40 años, el otro de Lorenzo y Magdalena, de 56 y 40 años respectivamente. 17 Las edades de estos matrimonios permiten determinar que eran uniones que se dieron desde años atrás, pues en los tiempos de la colonia se contraía matrimonio a muy temprana edad. Otro ejemplo que nos ilustra esta apreciación son los esclavos Diego y Lucía con edades de 80 y 90 años en 1697, estaban casados y pertenecían a la cuadrilla de Hilarión Tamayo. Las familias en Belmira durante el período colonial pasaron de ser mixtas o extensas hasta transformarse en nucleares, es decir, compuesta por madre, padre e hijos. Ésta es una característica que se dio a finales del siglo XVIII en la zona de Petacas, en las cuadrillas de esclavos se dio organización familiar de padre, madre e hijos, la cual propiamente no se puede llamar nuclear por las condiciones de vivienda donde vivían varios esclavos en un mismo rancho. Dos casos de familias de esclavos con hijos se pueden observar en las primeras cuadrillas que poblaron la zona: en 1698 la cuadrilla perteneciente a Laura Vásquez, que heredó de su padre Francisco Vásquez Guadramiro, contaba con el matrimonio de los esclavos Lorenzo y Agustina de 20 y 21 años respectivamente, éstos tenían una hija llamada Mariana, además, el matrimonio entre los esclavos Juan de 30 años y María de 26 años, quienes tenían una hija llamada Juana de la Cruz.18 Si bien en Petacas se presentaron uniones matrimoniales que legalizaban los nacimientos y la procreación de esclavos, fue también notoria la llegada de criollos y mulatos que establecían 17 AHA. Mortuorias. Tomo 310. Doc. 6058. Año 1674. Mortuorias. Tomo 312. Doc. 6070. Año 1698. 18 AHA. 282 uniones afectivas fuera del vínculo del matrimonio, sin importar la mezcla que se presentó entre los grupos sociales. “[…] La corona española nunca vio con buenos ojos la mezcla de blanco y negro como tampoco la del negro tonel aborigen. La metrópoli llegó, si se quiere, a estimular los matrimonios entre los mismos negros esclavos o libres, pero considero que no podía propiciar el cruce ‘entre grupos tan desiguales’ de ahí que el mulataje y sus matices fuera fruto de relaciones ilícitas.”19 En Petacas existió para fines del siglo XVII, 31 mulatos aproximadamente, además de 63 criollos y 29 esclavos de origen africano. Durante todo el siglo XVIII, la población mulata fue aumentando, lo que muestra que las relaciones de blancos y negros no se limitaban únicamente a lo estrictamente económico, obviando todas las disposiciones civiles y las regulaciones morales de los religiosos, que se empeñaban en crear temor y evitar las uniones afectivas supuestamente “ilegales”. Los distintos sectores de la población siguieron ejerciendo las prácticas “ilegales” en sus uniones, lo que desencadenó una situación no controlable por las autoridades.20 Para el siglo XIX, los documentos encontrados en la Curia de Santa Rosa, relacionados con los matrimonios efectuados en Belmira para el período 1824-1849 se pudo concluir que en la localidad habían cerca de 127 matrimonios o nuevas familias constituidas. Para contraer matrimonio era necesario tener testigos o padrinos, éstos eran de suma importancia tanto para este sacramento como para el bautismo y la confirmación, por lo regular los padrinos eran parientes de uno de los cónyuges o de ambos. Los testigos eran escogidos por la cercanía a la familia, o por vecindad espacial. El cuadro siguiente nos muestra algunos de los padrinos y madrinas más solicitados en Belmira por las parejas contrayentes, en el lapso de 25 años (1824-1849) de los que se encontró registro. 19 Gutiérrez de Pineda y Roberto Pineda Giraldo. Miscegenación y cultura en la Colombia colonial.1750-1810, p. 185. 20 Al respecto ver Relaciones Ilícitas en este mismo capítulo. 283 Cuadro No. 33. PADRINOS Y MADRINAS DE LOS MATRIMONIOS, BELMIRA, 1824-1849 Padrino Gregorio Villa José Vásquez José Correa Alberto Gaviria No veces 7 4 4 3 Madrina Manuela Aguirre Isabel Zapata Rafaela Villa Gregoria Londoño No veces 23 6 5 3 Elaborado a partir de: Archivo Curia Diócesis de Santa Rosa de Osos. Libro de Matrimonios. Belmira 1824-1849 En el período colonial no era tan indispensable que los testigos de matrimonios fueran ambos sexos, para el caso particular de Belmira se ve con más regularidad la pareja hombre-mujer y hombre- hombre. A través de la información sobre matrimonios vemos que en la primera década del siglo XIX, la movilidad de los habitantes de Belmira era muy poca. Escasos hombres de localidades vecinas llegaban a esta zona a contraer matrimonio con belmireñas como no lo muestra el siguiente cuadro: 284 Cuadro No. 34 VECINDAD DE LOS CONTRAYENTES, BELMIRA 1824-1849 Localidad Belmira San Pedro Quebrada Abajo Santa Inés Santa Rosa Sopetrán Cuerquia Entrerríos Liborina Marinilla San Andrés(Bajo Cauca) TOTAL Origen contrayente hombre 110 4 3 Origen contrayente mujer 122 1 3 1 2 2 1 1 1 1 1 127 127 Elaborado a partir de: Archivo Curia Diócesis de Santa Rosa de Osos. Libro de Matrimonios. Belmira 1824-1849 Al parecer, cuando los contrayentes no eran vecinos de la misma localidad el costo del sacramento se repartía entre las dos parroquias o vecindades. Es de destacar que en Belmira la endogamia se dio en una etapa tardía de su historia colonial. La endogamia es entendida como el matrimonio dentro de un grupo específico, que permitía conservar la pureza de sangre, concebida como la unión entre personas de la misma familia. Un ejemplo de esta situación puede apreciarse en las familias Villa, en Petacas, y Londoño, en San Jacinto que iniciaron un proceso endogámico, que persiste en la actualidad. Sin embargo, esta endogamia empieza a operar cuando los esclavos y negros libres se cierran como grupo social aparte, y cuando las uniones entre personas de la misma vecindad y con lazos de consanguinidad se relacionan sexual y afectivamente. Es posible pensar que en las cuadrillas no se dio endogamia, pues lo que más caracteriza este proceso es la repetición de un apellido en determinado lugar o grupo social, lo que 285 efectivamente se presenta en las cuadrillas, pero ellos adquirían éste por su amo y no necesariamente tenían lazos de consanguinidad. Una de las prohibiciones para contraer matrimonio tanto canónico como civil fue la del incesto. Desde tiempo atrás la iglesia había prohibido el matrimonio entre familiares en distintos grados de consanguinidad, como también el parentesco espiritual, tal es el caso del compadrazgo. La iglesia en los siglos X y XII prohibía los matrimonios hasta el séptimo grado de consaguinidad. En 1215 el Concilio de Letrán limitó los impedimentos de consanguinidad y afinidad legítima al cuarto grado. Más tarde el Concilio de Trento confirmó esta regulación que se conservó hasta la publicación del nuevo Código de Derecho Canónico en 1917.21 En Hispanoamérica en los siglos XVII y XVII los obispos tenían licencias “decenales” para conceder dispensas matrimoniales por consanguinidad y afinidad. En 1745 los Vicarios Superintendentes recibieron el privilegio de dispensar los matrimonios de esclavos e indígenas.22 En Belmira dado lo ya expuesto sobre el proceso endogámico de por lo menos dos zonas, fue necesario dispensar a muchos contrayentes. Lamentablemente no fue posible consultar adecuadamente el archivo de la Curia de Santa Rosa23 para estudiar los expedientes de solicitud de dispensas que contienen una fuente valiosísima de información demográfica, social y genealógica, lo que nos hubiese dado nuevas luces para entender la familia esclava y libre negra de Belmira. Ya que como lo dice Pablo Rodríguez en su investigación sobre la familia en Medellín. “En dichos expedientes el solicitante debía adjuntar un pequeño árbol 21 Pablo Rodríguez. Sentimientos y vida familiar en el Nuevo Reino de Granada. Santa Fe de Bogotá, Ariel Historia.1997,p. 205-209. 22 Pablo Rodríguez. Sentimientos y vida familiar en el Nuevo Reino de Granada. Santa Fe de Bogotá, Ariel Historia, 1997.p. 209. 23 El director del Archivo de la curia de Santa Rosa “Padre Emiro Jaramillo”. Se negó a permitirnos la consulta del archivo en forma detallada, no sólo en el fondo matrimonios si no en toda la búsqueda, además nos exigió el pago del consumo de luz para utilizar el microfilmador en cuyo formato se encontraba la gran mayoría de información y sólo fue posible verla muy rapidamente, debido a las afugias económicas. 286 genealógico en donde debía especificar su parentesco con la prometida y viceversa.”24 Las dispensas para matrimonios de esclavos involucraban la moralidad y la disposición de sus amos. Los amos aunque afirmaban no tener información, ni memoria genealógica de sus cuadrillas, usaron las dispensas eclesiásticas como medio para controlar la unión matrimonial de sus esclavos y asegurar de paso los hijos de estas parejas, negándose reiteradamente a uniones que implicaran un peligro para su propiedad. Los amos fueron exentos del pago de los trámites por dispensas de sus esclavos.25 El cuadro siguiente muestra el número de dispensas que encontramos registradas en el período 1825-1848 en la localidad de Belmira, con los respectivos nombres de los dispensados y el grado en que lo fueron: 24 Rodríguez. 25 Rodríguez. Sentimientos y vida familiar en el Nuevo Reino de Granada, p. 205-209. Sentimientos y vida familiar en el Nuevo Reino de Granada, p. 216. 287 Cuadro No. 35 DISPENSAS, BELMIRA 1825 – 1848 ESPOSO ESPOSA García, Pedro Juan Acevedo Londoño, Saturnino Montoya, Hilario Londoño Aguirre, Basilio Londoño Londoño, José Antonio Villa, José Bernardo Londoño García, Prudencio Londoño, Anselmo Zapata Zapata, Santiago Correa, José González, José Manuel Londoño Londoño, Ángel María Cortés, Fercia Bustamante Londoño, Débora GRADO CONSANGUINIDAD DISPENSADO 2º 2º Zapata, Clara Uribe Londoño, María Eulogia Londoño Pino, María 2º 2º 2º 1846 1847 1825 Villa, Rafaela Londoño Gutiérrez, María Juana Uribe Londoño, Julia Londoño Berrios, Marcelina Orrego, María de los Dolores Uribe, María Ignacia Londoño Londoño, María Inocencia 2º 2º 1827 1844 2º con 3º 2º con 3º y 3º con 4º 2º y 3º 2º y 3º con 4º 2º y 3º con 4º 1848 1845 1833 1825 1828 Betancur Echeverri, Juan Villa, Juan Nepomuceno Villa, Pedro Pablo Betancur Chaverra, José Manuel Uribe Gallón, Pío Arango Mazo, José María Jaramillo, Juan Nepomuceno Londoño Londoño, José Londoño Londoño, León Céspedes Correa, Fabián Zapata, José Saturnino Lopera Lopera, Celedonio Zapata Correa, Manuel Muñetón Betancur, Patricia Jurado, María Antonia Villa, María Luisa Chaverra, María Matías 2º y 4º 3º 3º 3º 1843 1833 1848 1848 3º con 4º y 3º con 3º 3º con 4º y 3º con 3º 3º y 4º 1847 1848 1828 3º y 4º 4º 4º Dispensados Dispensados Dispensados 1845 1825 1845 1827 1833 1845 Gaviria Gallón, Dolores Mazo Montoya, Teresa Matías Villa, María Uribe Londoño, Gilberta Uribe Londoño, Dionisia García Correa, Rufina Zapata, Gabriel Arboleda Ramírez, Anasaria Mazo Zapata, Bonifacia FECHA 1825 1835 Elaborado a partir de: Archivo Curia Diócesis de Santa Rosa de Osos. Libro de Matrimonios. Belmira 1824-1849 El mayor número de dispensados en Belmira lo fue en el segundo grado de consanguinidad, es decir, cuando eran primos hermanos: uno de los lugares en donde más dispensas dieron, probablemente fue en la aldea de San Jacinto por razones ya expuestas en el capítulo de esta monografía, máxime cuando fue una aldea en cierta medida aislada y con poca población que llegaba de otras zonas, actualmente es frecuente ver el matrimonio de primos hermanos. 288 Un aspecto que es importante en la historia colonial de Belmira son las relaciones ilícitas, relaciones demasiado comunes en una región minera y con la dispersión de los grupos sociales deambulando en busca de “riqueza y aventura”. Por esto hemos querido trabajar algunos aspectos de estas relaciones en Belmira. 4.3 Relaciones ilícitas Pese a todas las disposiciones, normas y castigos de las autoridades civiles y eclesiásticas en contra de las uniones “ilícitas”, es decir por fuera del matrimonio católico, estas se daban con regularidad. Los actos castigados como crímenes contra la familia en los siglos XVIII y XIX fueron el adulterio, el amancebamiento, el concubinato y el estupro. El adulterio era y es entendido como la relación carnal de hombre con mujer casada o viceversa o siendo ambos casados. El concubinato como la relación de hombre con la mujer que vive con él como si fuera su esposa, estando uno de los dos comprometido con el matrimonio. El amancebamiento es considerado como tal cuando un hombre y mujer tienen trato ilícito por mucho tiempo sin legalizar su unión. El estupro era el concubinato y ayuntamiento ilícito y forzado con una mujer virgen.26 Las autoridades intervenían directamente en los asuntos y demandas por concubinato y amancebamiento “Su intervención busca remediar la situación y dar una sanción legal, tal como lo requiere la sociedad al reencarnarse en el alcalde o el gobernador a la hora de entablar la denuncia. Esto se ve evidenciado cuando en las declaraciones iniciales el juez de la causa, se habla de “´muchas personas me han dicho, ` ´por haber oído, ` o ´por haber visto`.”27 El concubinato significó, una forma de crear 26 Tatiana familia. Pese a la censura y al afán de las González Lopera. La familia en la Provincia de Antioquia 1650-1700. Medellín, Monografía de pregrado, Departamento de Antropología, Universidad de Antioquia, 1995.p 104. Estas definiciones las retoma la autora del Diccionario de la Lengua Castellana, editado por la Real Academia Española en 1791, en Madrid. 289 autoridades por conservar “el bien común” muchos eligieron esta forma de establecer relaciones afectivas, especialmente los mulatos. En Belmira esta práctica fue común, como lo fue también las distintas demandas y castigos que sobre el particular se imponían, por ejemplo, en la Aldea de San Jacinto se dieron algunos pleitos sobre concubinato como los que a continuación reseñamos. Antonio Londoño alcalde y Juez Pedáneo28 de los minerales de San Jacinto decía en juicio contra Lorenzo Mariaca29 en 1787, que: “Por cuanto haber sido notificado que Don Lorenzo Mariaca anda mal entretenido en cosas del servicio de Dios con una mujer casada y para precaver al dicho Mariaca llamo los testigos: Isidoro Londoño y Domingo Londoño, vecinos ambos de San Pedro dice el último que habiendo mandado a su hijo a la casa de la mujer encontró a Lorenzo Mariaca echado en la cama con esa mujer y que cada vez que el marido de ésta no estaba el duerme en esa casa.”30 Un año después, en 1788, el alcalde y juez Pedáneo de Petacas José María Villa decía que el testigo, Felipe Villa de 28 años, cuñado de Lorenzo Marica31 le había dicho que: “Con el motivo de haberse regresado a San Jacinto en el mes de julio pasado a vivir allí, lo convino dicho Mariaca una tarde para que fuese de paseo a la tal casa, luego de que llegaron a ella le vio hacer varias señas maliciosas con las manos y que después que se fueron a su casa donde vivían juntos ella le mando de cenar con su mismo marido. […] que una noche hizo quedar al marido de ésta a dormir en la casa del que declara y el Mariaca fingió irse a dormir a casa del señor Don Gutiérrez y que después le aseguraron en la ranchería que había dormido en casa de la tal. Don Gutiérrez es tío de Lorenzo Mariaca, quien se lamenta de que todo lo que gana su sobrino es para la familia de la mujer que frecuenta, lo ha persuadido a que vaya al pueblo de Sopetrán para que evite verla tanto. Además la mujer del que declara asegura que les da ropa y 27 González Lopera. La familia en la Provincia de Antioquia 1650-1700, 1995, p 105. Uno de lo esclavos de Antonio Londoño, Pedro José esclavo de la testamentaria del Doctor Sancho Londoño y Capitán de cuadrilla y ranchería testimonió también sobre este asunto, ante el Juzgado de Petacas el 16 de mayo de 1788. 29 Lorenzo Mariaca, soltero, oficio mercader, vecino del sitio de San Pedro y de calidad blanco, 28 años de edad, en ilícita amistad con Gregoria García. AHA. Fondo esclavos. Tomo 29. Doc. 923. Julio-Agosto de 1794 y Septiembre de 1795. 30 AHA. Fondo esclavos. Tomo 29. Doc. 923. Julio-Agosto de 1794 y Septiembre de 1795. 31 Felipe de Villa estaba casado con Rosario Mariaca, hermana de Lorenzo Mariaca, el acusado. AHA. Fondo esclavos. Tomo 29. Doc. 923. Julio-Agosto de 1794 y Septiembre de 1795. 28 290 hasta una alhaja de oro. Dice que Lorenzo y la mujer son compadres.”32 En el partido de Río Chico se presenta un caso que muestra una de las practicas más frecuentes en la provincia de Antioquia durante la colonia, el amo o sus hijos, ya sean hombre o mujer, teniendo relaciones sexuales y afectivas con sus esclavos Pedro Pablo esclavo mulato perteneciente a María de Rojo vecina de Río Chico es amparado por el alcalde de dicho partido por queja que presentó el esclavo ante el concubinato que su esposa, también esclava tenía con el hijo de su ama Nicolás de Piedrahita Rojo. En el mineral de Río Chico y ante el maltrato al que él era sometido. “Aseveró Pedro Pablo haberles encontrado hasta en acto carnal. Con testigo otro esclavo llamado Jorge.”33 Otro testigo fue el minero Manuel José Jaramillo de Río Grande quien testificó que “a su encargo estaba la mulata Juana mujer de Pedro Pablo. Observó que Don Nicolás de Piedrahita iba a la orilla del trabajo le hacía señas a ésta quien le salía al instante y se entraba por allá como dos horas o tres y también era ella quien lo peinaba.”34 Este minero puso al descubierto otras relaciones de Nicolás de Piedrahíta pues decía que “don Nicolás ha estado en concubinato con la mulata Bárbara de Don Pedro Lujan.”35 Algunos esclavos, especialmente aquellos que trabajaron como Capitanes de Cuadrilla o como mineros pasaron, al conseguir su libertad y obtener unas buenas condiciones económicas, a esclavizar a sus propios compañeros y familiares, mediante la compra de la libertad de éstos para su propio beneficio, y así como los amos blancos, éstos nuevos amos fueron también dueños del cuerpo de sus esclavos para satisfacer sus deseos carnales. Es el caso que sufrió, en Petacas en el año de 1797 la esclava Juana al ser comprada por su tío, y seguramente muchas otras esclavas vivieron situaciones parecidas. Por otra parte, esta práctica propició aún más, varios de los hechos considerados como “crimen a la familia” como incesto, el amancebamiento y el concubinato, la esclava Juana los vivió. 32 AHA. Fondo esclavos. Tomo 29 Doc. 923. Julio-Agosto de 1794 y Septiembre de 1795. Fondo esclavos. Tomo 29. Doc. 923. Julio-Agosto de 1794 y Septiembre de 1795. 34 AHA. Fondo esclavos. Tomo 29. Doc. 923. Julio-Agosto de 1794 y Septiembre de 1795. 35 AHA. Fondo esclavos. Tomo 29. Doc. 923. Julio-Agosto de 1794 y Septiembre de 1795. 33 AHA. el 291 Juana fue esclava de Bernarda Piedrahíta hasta el año de 1794, fecha en que fue comprada por su tío José Molina, vecino del curato de San Pedro y residente en Petacas, el contrato de compraventa que se llevó a cabo el 29 de Julio de 1794, dice así: “Digo yo Joseph Molina, [...] que por este me obligo a satisfacer a Bernarda Piedrahita o ha quien esta me mostraré, con poder o sin él. La cantidad de 222 castellanos 7 tomines y ½ provenidos los 180 del valor de la mulata Juana Londoño, con el fin de darle la libertad, respecto de ser mi sobrina, y los 42 castellanos 7 y ½ tomines de alcance que le resultó a dicha Juana en algunas ventas que le confiaron sus señoras. Esta satisfacción deberé hacerla dentro de 6 meses contados desde esta fecha sin más demora y para su seguro doy como mi fiador a mi amo el señor alcalde ordinario Don Juan Pablo Pérez de Rubla.”36 En el año de 1795 se presentó una demanda de Luis Escobar contra el tío de la esclava Juana, por un ataque de celos por parte de José Molina.37 El Juez Pedáneo manifiesta que: “Hice comparecer a Molina, este trajo la mulata, yo en vista de uno y otro pase a indagar el motivo que había para esta discordia y solo he venido a sacar que son celos que ha tenido de Escobar con Juana el dicho Molina. Esta mulata viendo lo mucho que su tío le criminaba con el Escobar me llamo a parte y me dijo que el motivo que tenía su tío para tanto celo era el que con ella se hallaba en mal estado y que hacía hace dos años. Interrogada que si para decir esto la lleva alguna pasión o por levantarle testimonio. Y dice que no la lleva más fin que el de ver por su alma.”38 Juana dice que su tío compró su libertad porque se hallaba en ilícita amistad con él, pero que luego de haberse confesado como cristiana no lo volvería a hacer y que desde entonces: “Se halla pasando mala vida con él y la castigó en el monte colgándola y dándole azote con la saya quitada hasta que llegó Esteban de Aguirre y se la quito y que esto fue solo porque la vio hablando con Luis de Escobar. Con quien jamás a tenido que verse carnalmente y que así se lo declaró al alcalde partidario del sitio de Petacas […] no ha 36 AHA. Fondo esclavos. Tomo 29. Doc. 923. Julio-Agosto de 1794 y Septiembre de 1795. “Preguntado: De que se mantiene el declarante y si tiene bien raíces o muebles dijo que el ejercicio con que se mantiene el declarante es de minero pues tiene una buena mina en el sitio de Petacas, su casa de vivienda y algún otro bien mueble y de su servicio.” 38 AHA. Fondo esclavos. Tomo 29. Doc. 923. Julio-Agosto de 1794 y Septiembre de 1795. Petacas Julio 13 de 1795. 37 292 tenido hijos con Molina y es casada pero su esposo no va donde ella por la mala cara que le hace Molina.”39 Este caso fue resuelto dándole la libertad a Juana, prohibiéndole vivir con su tío José Molina. Juana y su esposo fueron desterrados a trabajar a San Andrés del Cauca, el esposo pidió se le diera el destierro a Rionegro en donde estaban sus padres y donde podría trabajar, petición que le fue aceptada.40 En 1787 fue denunciado en la Aldea de San Jacinto ante el alcalde y Juez Pedáneo Antonio Londoño, un caso que involucra los delitos de robo y amancebamiento. Se decía que Justo Londoño “Anda mal entretenido.” En este caso fue testigo Narciso Rubén Builes , de 22 años, el cual decía que: “Sabe que Justo Londoño no lleva una vida matrimonial normal y que ha oído que tiene mañas de robo y amancebamiento. Que en días pasados se había robado un caballo rucio perteneciente a una negra llamada del Tururo.”41 Joseph Tirado otro de los testigos decía que: “Ha oído decir que Justo Londoño tiene ilícita amistad con una negra casada, esclava del señor Don Ignacio Gutiérrez. Dice que sabe que éste le robo a Pablo Jaramillo tres juegos de botones de oro y que sabe que una ruana la vendió a dos sujetos al mismo tiempo y que vive vagabundo y sin oficio.”42 Ante estas acusaciones Justo Londoño fue apresado y el Juez Pedáneo decía al respecto de este caso lo siguiente: “Anoche entre las 9 y las 10 estando ya acostado se apareció un esclavo del señor Don Ignacio Gutiérrez llamado Juan Antonio, el traía una ruana vieja de perga rasgada, un sombrero de paja con toguilla y un garrote, poniéndome querella contra Justo Londoño diciendo que se le había querido entrar a la casa de su amo y que dentro de las manos se le había escapado dejando en poder del dicho Juan Antonio la dicha ruana, sombrero y garrote […] en cuya virtud a aquella misma hora pase a rondar al dicho Justo asociado de Don Lorenzo Mariaca, Don Narciso Builes y un esclavo de esta cuadrilla 39 AHA. Fondo esclavos. Tomo 29. Doc. 923. Julio-Agosto de 1794 y Septiembre de 1795. Marido de Juana Londoño Joseph Antonio Puerta. 40 AHA. Fondo criminal. Caja B-51. Doc.10. Legajo 1790-1800. 41 AHA. Fondo criminal. Caja B-52. Doc. 14. Legajo 1780-1790. 42 AHA. Fondo criminal. Caja B-52. Doc. 14. Legajo 1780-1790. 293 llamando Pedro José […] Habiendo encontrado al dicho Justo lo conduje a esta mi casa y puse preso en un par de herraduras.”43 Justo Londoño tenía “ilícita amistad” con la esclava Toribia de Don Ignacio Gutiérrez. Debido a esto quería comprar su libertad. El testigo Justo García decía: “Que vino en consorcio del dicho Justo por haberle prometido tres tomines de oro en pago porque le llevara un recado a la mulata Toribia y una bolsita con oro. Y preguntado que era o que le mandaba decir y dice que el recado que le mandaba a la dicha Toribia era que a la noche lo esperara en su cuarto por señas de aquel papel y mandado que enseñara el papel lo puso a presente y salió ser un papel de comparendo […] y preguntado que respondió la dicha Toribia dice que dijo que le dijera que ahí iba el oro que lo redoblara para que le pagara al amo el doctor Gutiérrez.”44 Uno de los testigos esclavos, decía que: “desde vida de su amo Doctor Don Sancho Londoño ha sido el dicho Justo, bellaco en todos los asuntos. Ladrón, enamorado y mal entretenido.”45 Una de las consecuencias que tuvieron las relaciones ilícitas fue la aparición de un número considerable de hijos “naturales.” Esto conllevó a que esos hijos nacidos en su mayoría de mujeres negras y hombres blancos (amos) sufrieran las consecuencias de discriminación social y la separación de sus madres e incluso el destierro. Algunas esclavas se vieron en la necesidad de abandonar a sus hijos mulatos o fueron separados de ellos, preocupadas quizá de lo que les esperaba con sus amos; además el prejuicio social pesaba demasiado para los blancos que buscaban por todos los medios evitar que se reconocieran sus hijos naturales o producto de mezclas raciales. Y también las madres guardaban la esperanza de que pasaran a ser libres sus hijos al no tener dueño conocido. Uno de estos casos fue el de la mulata Lorenza, que Don José Ignacio Montoya pretendía esclavizar por considerar que fue concebida cuando su madre Mónica era esclava de su padre, y por consiguiente, le pertenecía. Del texto se puede deducir que José Ignacio Montoya y la mulata eran hermanos medios: 43 AHA. Fondo criminal. Caja B-52. Doc. 14. Legajo 1780-1790. San Jacinto Febrero 22 de 1787. Fondo criminal. Caja B-52. Doc. 14. Legajo 1780-1790. 45 AHA. Fondo criminal. Caja B-52. Doc. 14. Legajo 1780-1790. 44 AHA. 294 “Causa seguida por Don Francisco Javier Ruiz de Alarcón, como apoderado general del señor Don Joseph Ignacio Montoya, Juez pedáneo del partido de Petacas. Matheo Lobato declaró: “Que sabe de cierto que la mulatica nombrada Lorenza es hija de la mulata Mónica, esclava que fue del excelentísimo Don José Miguel de Montoya, y que le consta haberla llevado a botar junto a la casa de Don Marcos y Ana Ruiz en Tonusco Arriba, donde la puso, conforme la orden que le dio el que se la entregó, que decía ser su padre el cual era persona privada y ya es difunto, y allí se ha mantenido en crianza hasta lo presente y que mediante esta verdad llegó a descansar este fraude y por descargar su conciencia comunico la materia con Don Juan Antonio de Toro Castaño quien le dijo lo participase al señor Don José Ignacio Montoya, como así lo ejecutó yendo personalmente a su mina de Petacas. Se declara libre de cautiverio a María Lorenza mulata botada por no encontrar suficiente evidencia de que era hija de la esclava Mónica y si fue concebida cuando ésta era esclava.”46 Parecía que la culpa de todas esas relaciones fuera motivada solamente por los esclavos o negros libres, pues era sólo en ellos en quien las autoridades descargaban todos los castigos de orden moral y civil. Siguiendo con las disposiciones que la iglesia imponia a sus felgrese encontramos el bautizo que se les aplicaba a los infantes a muy temprana edad.. Con él la iglesia tenía un registro temprano de los nuevos habitantes y futuros contribuyentes, se mandaba que se hiciera rápidamente debido a las complicaciones que los infantes sufrían en la época: “Recomendaba a los padres apresurarse a bautizar al recién nacido, hecho que ocurría en los dos o tres primeros días del nacimiento, en la pila que para ello poseía cada parroquia. La ceremonia se componía de la ablución con agua bendita, la recitación de la fórmula “yo te bautizo en el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo amén [...]”47 El bautizo fue establecido oficialmente por el concilio de Trento, se requería en él de la asistencia de los padres y dos testigos o padrinos, quienes adquirían parentesco espiritual con el niño o la niña, se le imponía un nombre. En el siglo XVII y XVIII se hicieron costumbre los nombres de santos.48 46 AHA. Fondo esclavos. Tomo 30. Doc. 967. Fechado su último auto Julio 24 de 1766. Sentimientos y vida familiar en el nuevo reino de granada, p. 98- 99 47 Rodríguez. 295 En visita pastoral del obispo José Joaquín Isaza a Belmira decía que no se le impongan en el bautismo nombres que no sean de su santa canonización, que el cura no admitirá como padrinos de bautismo a ningún individuo que este cargado de licor y que debía estar en completo uso de la razón. Tampoco admitirá como padrinos a ningún individuo que no profese la religión católica, apostólica y romana.49 Los padrinos en los bautizos de Belmira solían ser aquellos que sobresalían por su condición y económica y social, también quienes ocupaban cargos públicos o eran sacerdotes, otros quizá con menos reconocimiento económico y social recurrían a sus familiares y de su propia vecindad. A continuación se puede observar un cuadro que muestra los padrinos más requeridos para los bautizos: 48 Rodríguez. Sentimientos y vida familiar en el nuevo reino de granada, p. 98- 99. Arquidiócesis de Medellín. Serie Autos de Visitas Pastorales. Sección Despacho del Obispo. 18701872.Visita Pastoral a la parroquia de Belmira por el obispo José Joaquín Isaza. 49 Archivo 296 Cuadro No. 36 PADRINOS Y MADRINAS DE BAUTIZOS, BELMIRA, 1824-1843 Padrino Víctor Berrío Gregorio Villa José Mª Londoño José Mª Arango Vicente García Antonio Correa Cruz Villa Hilario Montoya Fructuoso García Francisco Zapata Raimundo Aguirre Agapito Zapata Eusebio Correa Juan Bautista Builes Quiterio Cortés FulgencioGarcía No. Ahijados 8 8 8 7 7 7 6 6 6 5 5 5 4 3 3 2 Madrina Rafaela Villa Isabel Zapata Josefa García María A. Montoya María de la Cruz Zavala Concepción Builes María Londoño Rosalía Avendaño Juana Acevedo María Josefa Londoño María de la Cruz Mazo Polonia Villa Isabel Londoño Francisca Leiva Manuela Correa Manuela Zapata No. Ahijados 15 14 12 10 10 7 7 6 6 6 5 5 5 4 4 4 Elaborado a partir de: Archivo de la curia de Santa Rosa de Osos. Libro Bautizos. 1823-1843 El siguiente cuadro muestra que en 20 años se realizaron 495 bautizos, llevados a cabo en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario de Belmira, Capilla la Candelaria en Quebrada Abajo Paraje de Belmira, en la capilla de San Inés y en la de San Jacinto. 297 Cuadro No. 37 NACIMIENTOS, BELMIRA, 1823-1843. AÑO 1823 1824 1825 1826 1827 1828 1829 1830 1831 1832 1833 1834 1835 1836 1837 1838 1842 1843 TOTAL No. DE NACIMIENTOS 1 16 25 36 25 34 57 30 26 29 22 26 23 48 28 4 16 49 495 Elaborado a partir de: Archivo de la curia de Santa Rosa de Osos. Libro Bautizos. 1823-1843 Los apellidos más frecuentes que tenían los recién nacidos eran los Londoño con 109, los Villa con 75 y los Zapata con 32. En el registro de bautizos de 1824 a 1843 aparecen 58 madres solteras con igual número de hijos naturales, entre éstas aparecen dos mujeres: Juana Londoño y Petrona Villa, cuyos hijos son considerados legales, lo que nos hace suponer que eran viudas y por la fuente es imposible determinar quienes eran sus padres. El total de hijos legales era de 436, uno aparece sin especificación. Nos referiremos ahora en el orden de los sacramentos a la confirmación. Que tiene como fin reafirmar a los creyentes en su fe católica. Este sacramento se aplicaba por lo general en la 298 adolescencia y era administrado por un obispo. Al igual que el bautismo y el matrimonio con el registro de las confirmaciones es posible identificar algunos de los aspectos de la vida familiar de los Belmireños. En un periodo de 10 años (1837-1847), se registraron en Belmira un total de 391 confirmaciones entre las cuales había 211 hombres y 180 mujeres. Las familias que más confirmaron fueron los Villa con 84 hijos, los Londoño con 63 y los Zapata con 27. Como en los sacramentos de matrimonio y bautismo se requería de un testigo o padrino y operaban los mismos criterios que ya hemos mencionado en su elección. El sexo determinaba el padrino, es decir, un hombre para los varones y una mujer para las damas. El padrino y la madrina más solicitados fueron Bernardo Villa y Rafaela Villa quienes eran esposos, contrajeron matrimonio en el año de 1835. Otros padrinos se pueden observar en el siguiente cuadro: Cuadro No. 38 PADRINOS Y MADRINAS MÁS SOLICITADOS EN CONFIRMACIONES, BELMIRA, 1837 – 1847. Padrino No. de ahijados Bernardo Villa José Antonio Villa Gregorio Villa José Nicolás Rojas Tiburcio Zapata Nepomuceno González Cruz Villa Eusebio Villa Quiterio Cortés Vicente Gaviria 20 19 12 11 8 7 4 4 4 4 Madrina Rafaela Villa Manuela Rojas Concepción Builes María Alejandra Rojas Rosalía Londoño María García Rosalía Gonzáles María Pérez Remigia Villa Mariana Rojas No. De ahijadas 33 18 16 8 7 6 5 4 4 4 Elaborado a partir de: Archivo de la curia de Santa Rosa de Osos. Libro Confirmaciones. Belmira 1837-1847. En este registro de confirmaciones aparece un total de 31 madres cabeza de familia o sin esposo especifico, número de confirmados posiblemente por las madres solteras y/o las viudas, la información que logramos encontrar no nos permite un análisis más precisos. Con respecto 299 a los padrinos del matrimonio, bautizos y confirmaciones es de destacar, algunos que tuvieron mayor número de ahijados, tal es el caso de Rafaela Villa con 53 (5 de matrimonios, 15 de bautismo y 33 de confirmaciones); Isabel Zapata con 20 (6 de matrimonio, 14 de bautismo); Gregorio Villa con 27 (7 de matrimonio, 8 de bautismo, 12 de confirmaciones); y con 10 Cruz Villa (6 de bautismo, 4 de confirmación). Finalmente, encontramos las defunciones, como último de los requerimientos de la iglesia para con sus feligreses. En la época colonial de Antioquia la muerte de infantes fue uno de los hechos que con más frecuencia se presentaba en las familias. En parte, por los pocos conocimientos médicos con los que se contaban, y por otro lado, las pocas condiciones de sanidad en los partos. Los cuales eran atendidos en la misma casa con la ayuda de una partera o de los familiares. Algunas de las recomendaciones que las matronas y personas mayores daban a las mujeres embarazadas eran: “[...] tener prudencia en los movimientos, evitar las corrientes de aire frías y negarse a toda relación sexual con su marido. De otro lado un consejo obligado, aun para las esclavas, era enriquecer su dieta en los tres últimos meses.”50 Para el período 1824 - 1837 se registraron en Belmira 95 muertes, de las cuales y de acuerdo a la información sólo se especifica la edad de 30 de los fallecidos51, se cuentan 26 muertes de infantes entre ellas, 5 recién nacidos, 9 niñas y 16 niños. 50 Rodríguez, Sentimientos y vida familiar en el Nuevo Reino de Granada. Santa Fe de Bogotá.Ariel Historia.1997.p. 97-98. 51 Véase: Archivo Curia de la diócesis de Santa Rosa de Osos. Libro Defunciones Belmira. Fol. 2r al 31r. Años 1824-1837. 300 Cuadro No. 39 MUERTOS Y SUS EDADES. BELMIRA, 1824-1837 Edad De pocos meses Párvulas Párvulos 18-20 años 21-30 31-40 Mayores de 41 años Sin especificar edad Total Total 5 9 16 2 3 2 7 51 95 Elaborado a partir de: Archivo de la curia de Santa Rosa de Osos. Libro Defunciones. Belmira 1824 - 1837. En la descripción de las defunciones aparece el estado civil de algunos fallecidos. Con base en la fuente consultada fue posible establecer 95 casos, de los cuales 58 no tiene especificado su estado civil. El siguiente cuadro nos ilustra al respecto: Cuadro No. 40 ESTADO CIVIL DE LOS MUERTOS EN BELMIRA, 1824- 1837 Estado Civil Casadas Casados Solteras Solteros Viudas Sin Especificación TOTAL Total 13 17 1 3 3 58 95 Elaborado a partir de: Archivo de la curia de Santa Rosa de Osos. Libro Defunciones. Belmira 1824 - 1837. 301 Las familias que sufrieron la pérdida de uno o varios parientes de primer grado de consaguinidad sumaron 41, destacándose entre ella las conformadas por los apellidos Villa con 16, Zapata con 13, Londoño con 9 y García con 6. Desde el período colonial la iglesia ha encontrado un medio de ingreso económico a través de los distintos sacramentos y servicios religiosos que presta, entre ellos está el del entierro de sus feligreses, que de acuerdo a las condiciones económicas del difunto o las de su familia son enterrados bajo ciertas consideraciones y ceremonias. Por ejemplo, el que tenía alguna solvencia económica declaraba en su testamento que dejaba una partida de sus bienes para costear su entierro y el número de misas que le serían cantadas. Dejaba también una buena parte de sus bienes a la iglesia o a una comunidad religiosa con la esperanza de asegurar su entrada al “reino de los cielos”. Los entierros de acuerdo a las posibilidades económicas para costearlos eran, clasificados en entierro mayor, menor y de limosna. Esta clasificación permite apreciar que, aunque la institución de la iglesia, representada por los curas y las comunidades religiosas, pregonó y les inculcó a sus feligreses el que fueran almas bondadosas y desprendidas de sus bienes materiales, ella no estaba dispuesta a tanta bondad. Por eso, las familias pobres debían pedir la ayuda de sus vecinos y parientes para pagar el entierro de los suyos. En Belmira de las 95 defunciones registradas entre 1824 y 1837, los entierros fueron así: 85 por entierro menor, 9 de limosna y el del señor Pablo Villa por entierro mayor.52 4. 4 Control social en la vida cotidiana de Belmira Al ser la conformación social de Belmira un régimen esclavista, se dieron disposiciones que estaban orientadas a reprimir al máximo cada una de las acciones de estos cautivos. La vida 52 Archivo 1837. Curia de la diócesis de Santa Rosa de Osos . Libro Defunciones Belmira. Fol. 2r al 31r. Años 1824- 302 social de aquellos individuos estaba supeditada al trato desigual que los hombres blancos les imponían a través de sus autoridades. El esclavo representaba para su dueño una inversión que el debía recuperar y con un margen de ganancia que le favoreciera, por tal motivo, todas las regulaciones de la vida del esclavo pretendían que entre menos vida social tuviese y más trabajara sería mejor. Se formó con esto una cultura de la negación, los amos manejaban todo en sus esclavos, al respecto Virginia Gutiérrez de Pineda afirma: “El esclavo negro estaba sometido a su amo, quien debía controlar su conducta social, religiosa y económica. No podía transitar sin cédula de su dueño, mayordomo, caporal, etc. En la cual se fijaba el objetivo, el tiempo, y la ruta que seguía el negro; de lo contrario la autoridad debía prenderlo y castigarlo como prófugo. Todo esclavo fuera de control de su amo era un criminal y debía ser reducido de nuevo a esclavitud. No podía portar armas, ni montar a caballo, salvo las excepciones de su trabajo.”53 En la visita realizada a la región de los Osos, Pedro Rodríguez de Zea en 1784 tomó algunas medidas en cuanto a la administración de Justicia, orientadas especialmente a los esclavos, pobres, huérfanos y viudas. En cuanto a los esclavos mandaba: “Mando que ninguna persona les venda a los esclavos lo más mínimo, ni compren sin que lleven boleta de sus amos, en que conste todo lo que ejecutarán cada uno en la parte que le toca, pena de 5 pesos. Así mismo mando que ninguna persona se introduzca entre los negros, y cuadrillas, ni entren en sus casas con ningún motivo ni pretexto pena de diez pesos de oro.”54 Con relación al comportamiento de los vecinos pide se diga: “Si hay algunos pecados, o escándalos que remediar. Si en el partido se ocultan alguno o algunos desertores, negros prófugos de sus amos con amparo de alguno o algunos. Si existe algún poderoso que oprima a los pobres o entorpezca las providencias de jurisdicciones. Cual es la fuerza de trabajo en las minas, si esclavos o libres. Si los mineros están empadronados y si tienen registros de sus minas.”55 53 Gutiérrez de Pineda y Roberto Pineda Giraldo. Miscegenación y cultura en la Colombia colonial.1750-1810, p. 202. 54 AHA. Fondo Visitas. Tomo 76. Doc. 2104. Año 1784.Visita a la región de los Osos por Pedro Rodríguez de Zea. 55 AHA. Fondo Visitas. Tomo 76. Doc. 2104. Año 1784. 303 4.4.1 Escándalos y forasteros intrusos en Petacas y San Jacinto. En las medidas dadas por Rodríguez de Zea, estaban contempladas las que limitaban el ingreso de personas foráneas a los centros mineros. Si hay algún extranjero que sea sospechoso, y no avecindado, si tenía o no oficio y con que intenciones visitaba determinado lugar. “[…] y por cuanto algunas personas libres para mejor introducirse y sonsacar las cuadrillas suelen fabricar sus casas donde están pobladas, mando que si el terreno fuere del dueño de la mina, o realengo, prontamente se desarraiguen y pasen a fabricar sus casas distantes de dichas cuadrillas, en atención que en dichos valles se introducen varias gentes perniciosas, y no conocidos, en que se sigue notable perjuicio al vecindario o bien por los robos, y trampas, o bien por los vicios, que introducen; para evitar los males que de ellos resultan mando, que toda persona que entre a estos valles, sea de la calidad, o condición que fuere, luego que llegue, y antes de ir a la posada se presente a la justicia mayor, y por su defecto a los jueces partidarios y dar razón de su persona y fin con que se introducen penas de 3 pesos de oro”56 Los poblados de los Partidos que comprendían Belmira en la época colonial, por ser zonas primordialmente mineras y por estar en un auge económico, fueron demasiado llamativos para los que querían obtener algún tipo de riqueza sin importar el medio. Por lo tanto no estuvieron exentos de los escándalos, especialmente de aquellos considerados intrusos que llegaban allí con diferentes motivos, y los que se aventuraban incluso a robar comida. En 1784 en el Partido de Río Chico fueron expulsados dos hermanos, debido a que ya no eran soportados por los demás vecinos, debido a su vida demasiado díscola: “En el partido de Rió Chico jurisdicción de la ciudad de Antioquia en 21 de diciembre de 1784 años: habiendo visto este sumario, y que de él consta el desarreglado y escandaloso modo de vida de Francisco y José Ignacio Vásquez, y que las amonestaciones de los jueces no ha sido bastantes a contenerlos, y evitar las ofensas de Dios Nuestro Señor, se les hará saber que dentro de tres días salgan desterrados por dos años de la jurisdicción de los partidos de Río Chico, Don Diego y San Pedro sin volver a dichas jurisdicciones en pies suyos o ajenos pena de 25 pesos de oro y 3 meses de cárcel”57 56 AHA. 57 Fondo Visitas. Tomo 76. Doc. 2104. Año 1784. Visita de Rodríguez de Zea Fol. 194r. Año 1784. 304 También fueron comunes las distintas querellas entre las autoridades y los diferentes habitantes de Belmira. La imposición de las medidas de orden social hacían que los directamente afectados se levantarán contra las autoridades, es muy común ver en la región minera de Petacas y San Jacinto, individuos atacados y retenidos por jueces y alcaldes, la medida que ellos tomaban para defenderse de lo que consideraban era un atropello fue levantar una denuncia donde acusaban y pedían explicación al funcionario de su procedimiento ante una instancia superior. Pero en algunas ocasiones agredían verbal o físicamente a dicho funcionario, provocando con esto su detención y el consiguiente proceso, que consistía en que debían pagar fianzas que se diligenciaban por medio de una escritura donde se especificaba un fiador que haría las veces de carcelero de la persona implicada y sobre éste recaía toda responsabilidad de los actos sucesivos del reo implicado y si volvía a reincidir en el acto por el cual fue enjuiciado debía reconocer igualmente su culpabilidad: “En la Villa de Santa Rosa a 1 de mayo de 1846 pareció presente el señor Joaquín Posada vecino de esta Villa. satisfizo cuatro reales por el derecho de registro de una escritura de fianza carcelera que va a otorgar a favor de Bernardino Villa: dijo que por cuanto a Bernardino Villa, se le está siguiendo causa criminal, por delito de irrespetos al juez parroquial de Belmira, y para que consiga su libertad de la prisión en que se haya, el otorgante accedió en fiarlo; otorga que se constituye carcelero […] del dicho Bernardino Villa, del cual se da por entregado a su voluntad por renunciación de las leyes de la entrega, y en su consecuencia se obliga a volverlo a la prisión cada y cuando el señor juez y otro competente se lo mande, y no cumpliendo quedará incurro en las penas que como tal carcelero se le imponga.”58 Se tiene noticia de dos casos de personas que llegaron a Petacas y San Jacinto con propósitos diferentes a los establecidos por las normas. Aunque se tomaron estrictas medidas de control sobre la movilidad de los esclavos, sólo era posible detenerlos cuando sobre ellos existía o pesaba una especie de orden de captura o denuncia, bien por huir de sus dueños o por cometer un delito, existían casos de maltrato donde el esclavo se veía en la necesidad de trasladarse al centro administrativo correspondiente a colocar la debida denuncia y buscar un defensor de menores que tomara la defensa de sus causa, aun bajo estas circunstancias eran considerados prófugos. Sin embargo, algunos esclavos lograron evadir estas disposiciones y deambulaban 58 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Escritura Fianza Carcelera, mayo 12 de 1846. 305 por diferentes lugares y buscaban su sustento como más podían, uno de estos casos es el de Juan, un esclavo de Barbosa que llegó a Petacas y robo alimento a uno de los habitantes del pueblo. “En el sito de las Petacas Jurisdicción de Antioquia yo Don Felipe de Villa alcalde partidario de dicho sitio por el rey nuestro señor [...] que por cuanto en virtud de mi empleo se me ha informado [...] que Joseph Urrego que así dijo llamarse tiene el defecto de latrocinio y para precaver este daño siguiéndose notables perjuicios a los dueños, mando se proceda al arresto de la persona referida. Testigos: Miguel del Mazo. Dice que conoce a Joseph Urrego que sabe que fue preso por robo a Mateo de Pino. Testigo: Mateo de Pino. Conoce a Joseph Urrego de vista pero no de trato, que fue el que le robo los trastes de la casa. Testigo: Don José María Villa. Que no conoce ni ha visto jamás a Joseph Urrego. Que sabe que lo colocaron preso por ladrón. Junio 5 de 1790. Juan esclavo de Don Javier Vahos, vecino de Barbosa, esta casado con esclava del mismo dueño, edad 35 años, su calidad negro. Oficio en la hacienda de su amo, dijo que le mintió al juez de Petacas para que lo dejara pasar diciéndole que se llamaba Joseph Urrego y que era libre. Dijo que lo apresaron en Petacas por haberle robado a Mateo de Pino lo siguiente: Un tomin de huevo, una libra de dulce, dos tablas de chocolate, y media libra en grano y un cuartillo de maíz pilado y medio cuartillo de frijoles.”59 En el año de 1850, momento en que se debatía la continuidad o no de la Aldea de San Jacinto, se presentó un incidente con un hombre forastero que llegó a dicha aldea con la intención de trabajar en las minas, pero para hacerlo agredió a los dueños de algunas de estas explotaciones. Como en la aldea no existía una autoridad legalmente establecida, pues el cargo de Regidor que existía estaba en entre dicho, el que se consideraba como tal envió una carta al Juez letrado de Santa Rosa para que se ocupara del caso, y éste a su vez, la envió a Medellín donde el gobernador provincial que fue quien en última instancia trató el tema del intruso. La carta decía lo siguiente: “República de la Nueva Granada. Señor Gobernador de la Provincia. El regidor de la aldea de San Jacinto. Noviembre 25 de 1850. Se ha introducido en esta Jurisdicción un hombre desconocido, es un señor Joaquín 59 AHA. Fondo criminal. Caja B-83. Legajo 1780-1820. Doc.23. 306 Piedrahita de la Jurisdicción de Sonsón, su destino perseguir vetas, pero ha entrado sin respeto de Dios ni de las leyes, esta encontrado con otros tres vecinos, los que se hallan convalecientes por unas heridas que les hicieron otros individuos y ahora dicho señor se ha encontrado con ellos como dueños que son del mineral en donde dice ha registrado una veta ocupando sus aguas y entables que actual laboran, pues cuando halla de ser corresponde a los respectivos dueños y no de este señor pues es un despojo violento el que no puede suceder. Lo que pongo en su conocimiento para sostener las violencias y atentatorios que pueden ocurrirse, lo que se me hace preciso poner en sus manos propias, porque sean respetadas las propiedades de los granadinos la que me tendrá presente en todo lo que informo. Regidor José Gregorio Londoño”.60 4.4.2 Coerción en las diversiones y juegos de azar. Además de las ya mencionadas medidas de control sobre la población, expuestas al principio de este aparte, también se crearon otras concernientes a tratar quienes, cómo, cuándo y dónde debían las gentes divertirse y jugar. El visitador Rodríguez de Zea y el gobernador Silvestre coincidían en que las medidas al respecto serían severas ya que lo que se ponía en riesgo además de corromper la moral eran las finanzas que se verían diezmadas al dedicarse los esclavos y libres a tan denigrantes actividades dejando de lado sus labores y por eso mandaban que: “[...] mando que ninguna persona juegue a los naipes, boliches [pirinola o balero], ni otro algún juego, rifa, ni otra cosa pena de seis pesos de oro. Que ninguna persona permitirá en su casa juego, pena de 25 $ de oro. Y si se van a esconder al campo a jugar se les duplique la pena, y sean desterrados como polillas de los lugares. Teniéndose experiencia ser una de las cosas que más pervierten las cuadrillas, o hijos de familia después del juego el trato y contrato, siendo este uno de los medios de que se vale la gente ociosa, y vagabundos para pervertirlos, y estando pervertidos por leyes, y estatutos, se practica lo contrario en su contravención y perjuicios de los amos, padres de familia […]”61 En 1785 se presentó en la región minera de los Osos un español pobre llamado Joseph Pichardo, quien atraído por la riqueza que podía encontrar en la zona se aventuró con la ayuda 60 Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del circuito No. 1. Caja General No 27. Año de 1850. Cuadernillo suelto con 4 hojas. 61 Visita de Rodríguez de Zea. Año 1784. 307 de algunos paisanos, en especial la del señor corregidor Don Juan Pablo Rublas de la Ciudad de Antioquia, por medio de él logró conseguir lo que Joseph Píchardo llamó algunos efectos, es decir, ropas y herramientas que le permitieran llevar a cabo sus correrías a pie debido a su pobreza en busca del preciado oro, con el cual lograría sostenerse y pagar las deudas que recién había contraído. Con la llegada de este individuo se puso en evidencia lo que el visitador y el gobernador tanto evitaban en las zonas minera, las diversiones y las apuestas a través del juego de los naipes. En su viaje Pichardo se radicó un tiempo en Petacas y allí se encontró con los Villa y por razones que no se especifican claramente en los documentos, tuvo con ellos graves altercados que el mismo narra así: “[…] Hasta que en el mes de junio próximo pasado fui inquietado por Don Matías de Villa, Don Juan Bernardo de Villa y Don Felipe de Villa con varios vituperios de palabras en deshonor mío […] Les hice cara con un sable corto de mi uso […] hasta que nos separaron Don Antonio Londoño, Don Blas de Builes e Ignacio Mazo, intentando todavía cargarme los negros […] Don Juan Bernardo de Villa me ofreció darme 200 azotes, al tiempo que salía de misa de la capilla de Petacas. 28 de febrero de 1785.”62 Pero además de esta denuncia el español aprovechó la denuncia para decir que los Villa llevaban a cabo juegos ilegales, incluso con gente negra esclavos y libres lo que despertó el interés de las autoridades de toda Provincia: “[…] Así mismo tengo entendido que los mencionados Villa, especialmente el Juan Bernardo con el pretexto de rescatante se entretienen en promover juegos, divirtiendo algunos libres y negros de cuadrilla de sus labranzas y minas viciándose y viviendo con libertinaje y dando a otros mal ejemplo […].”63 Por esta demanda se llevó a cabo un juicio criminal contra los hermanos Villa, donde se interrogaron varios testigos que habían jugado en la casa de los Villa y consideraban que el juego era totalmente inocente, apreciación que no compartieron las autoridades y provocó un pronunciamiento del mismo gobernador: “[…] incontinente yo dicho Juez José Antonio López de la Sierra y alcalde Pedáneo del partido de San pedro le recibí juramento a Ignacio Urrego quien lo hizo conforme a 62 AHA. 63 AHA. Fondo Criminal. Caja B-94. Legajo 1780-1790. Doc. 5. Fondo Criminal. Caja B-94. Legajo 1780-1790. Doc. 5. 308 derecho […] dijo que lo que sabe es que los mozos Villa suelen jugar algunos días de fiesta a los naipes un corto interés, entre los mismos y que uno u otro libre que suele jugar, no ha sido porque ellos los inquietan sino por divertirse jugando libras de cacao o alguna otra rifa, como le ha sucedido al declarante que ha jugado a los naipes con los dichos como ha referido, sin que por esto se hayan perjudicado las labranzas ni labores de minas y que por lo que respecta a esclavos no ha visto que juegue otro más que uno llamado Javier Villa que es de la misma casa. Dijo ser de edad de más o menos 57 años. Anselmo Zapata liberto de Don Nicolás Zapata: Declaró lo mismo que el anterior.”64 Sobre el particular Francisco Silvestre se pronunció así: “Por mi auto de 28 de febrero último y como incidencia de la queja criminal dada por Don Joseph Pichardo que Don Juan Bernardo, Don Felipe y don Matías Villa se entretienen en jugar a los naipes en los minerales de Petacas a juegos prohibidos y a titulo de rifas, no sólo entre sí y sus iguales, porque siendo una moderada y licita diversión sería tolerable entre gentes decentes y que tienen que jugar, sino lo que desdice de su calidad y de una buena crianza con gente de color, con libertinos y aun con esclavos, aunque los sean suyos o de su familia. Que sin embargo aunque digan algunos de los testigos, que esto lo hacen en días de fiesta, no falta quien diga lo contrario y siendo en los minerales, en cualquiera día son deben ser los juegos prohibidos ya sean promovidos por rescates o ya por otras personas, pues por este motivo se vician los mazamorreros, labradores y esclavos, se distraen de sus trabajos de día, si la noche antes la han pasado jugando y lo que es peor todavía se acostumbran al aguardiente que de ordinario acompaña al juego y vigilia con que se entregan y corrompen en perjuicio de la labor de minas y del arreglo y tranquilidad de los vecinos de aquellos partidos y de las cuadrillas de aquellas minas […] y que concurren las gentes a misa tanto en las Petacas, como en San Jacinto, San Pedro o demás reales de minas los días de fiesta. Francisco Silvestre Sr. Gobernador 12 de Abril de 1785.”65 Dos encuentros más se presentaron entre el español pobre Joseph Pichardo y los “caballeros y mozos” Villa. Uno se presentó en el camino para Sopetrán en la convergencia de la quebrada Santa Rita con el río Chico en un puente allí ubicado y la otra fue, como ya lo habían tenido, en la salida de misa de la capilla de Petacas en plena plaza ocasionando escándalo público que fue algo que indignó al gobernador Francisco Silvestre por tratarse de gentes blancas y cuyo proceder sólo era posible verlo en los “perdularios negros.” Estas riñas además de los insultos se presentaron siempre con chafarotes, es decir, con armas blancas algo también muy mal 64 AHA. 65 AHA. Fondo Criminal. Caja B-94. Legajo 1780-1790. Doc. 5. Fondo Criminal. Caja B-94. Legajo 1780-1790. Doc. 5. 309 visto en las “gentes de bien.” La mención al aguardiente que hace el gobernador en la zona es cierta, aunque se había regulado desde 1700 por medio del Estanco de Aguardiente, durante algunos períodos se daba libre comercio al licor y al tabaco. Antes de la visita de Rodriguez de Zea se había vuelto a regular su fiscalización y distribución: “En la segunda mitad del siglo XVIII, el estanco pasó ha ser administrado por el estado, esfuerzo que culminó hacía 1780 con las reformas fiscales de Gutiérrez de Piñeres, quien creo un sistema general de administración de todas las rentas estancadas compuestas por el tabaco, los naipes, la sal y el aguardiente. Este último producto no sólo tuvo una administración central sino que unió, a las administraciones principales de la provincia, un sistema de fabrica, completandose el control de la producción y la distribución del producto.”66 Pese a estas medidas, algunos para hacer llegar el licor a las zonas mineras recurrían al contrabando. Dos hombres entre ellos un esclavo, vecinos de Sopetrán fueron capturados por este motivo en Petacas. Para el 2 de marzo de 1772 se manda al señor López de la Peña para que aprese a los dos individuos anteriores, bajo el cargo de contrabando de aguardiente y estar huyendo, al saber su paradero se ordena su aprehensión, lo que es llevado a cabo por Gregorio Villa, quien fue el que reconoció el contrabando. Los dos reos se fugaron posteriormente. “Juan Joseph de la Higuera que vive en las Mirandas vecino a Sopetrán y un esclavo de Rafael Muriel llamado Bonifacio vecino de Antioquia a quienes les cogimos con aguardiente clandestino como su Ex. verá. 27 de febrero de 1772, Petacas.”67 Hacía el año de 1813, después de innumerables quejas de que en muchos lugares de la provincia, el alcohol había viciado y degenerado a los pobladores por el libre comercio de éste, se expide una providencia por parte del “presidente dictador” Juan del Corral, para que se vuelva a regular el comercio y se grave con impuesto por medio del estanco el aguardiente de 66 Gilma Lucia Mora de Tovar. Aguardiente y conflictos sociales en la Nueva Granada durante el siglo XVII. Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1988, p. 181. 67 AHA. Fondo Criminal. Caja B-93. Legajo 1770-1790. Doc. 3 310 caña y anís en toda la provincia.68 Las distintas medidas en algunos casos fueron arbitrarias y se concentraban en individuos que tenían algún contratiempo con la autoridad del momento como se vio anteriormente. En el paraje de Zafra de la aldea de San Jacinto se realizó un baile en el cual fue preso Juan Esteban Gutiérrez sin una causa específica. Estando el lugar más cercano a San Pedro a cuya jurisdicción estaba adscrita la autoridad de San Jacinto la detención se llevó a cabo por el juez de Belmira. Para defensa del preso, su padre pidió al juez de San Pedro diligenciar un petitorio con testigos para esclarecer las razones y el procedimiento del Juez de Belmira con las preguntas siguientes: “Juan José Gutiérrez, vecino de la parroquia de San Pedro, en 10 de Agosto 1844, 10 de la mañana, […] según derecho digo que para efectos que me convienen, se ha de servir la justificación de usted recibir información a los testigos que por mí le fueren presentados y que estos bajo la sagrada religión del juramento resuelvan las preguntas siguientes: 1. Si me conocen de vista trato y comunicación y lo mismo que con mi hijo Juan Esteban Gutiérrez. 2. Digan como es cierto que el 29 de Julio, el señor Juez Parroquial de Belmira, Luis Vélez, ha puesto preso a Juan Esteban Gutiérrez mi legítimo hijo, el cual se hallaba en un baile en el paraje de Zafra. 3. Digan si saben y les consta que para llevar a cabo la aprensión de mi citado hijo dio orden expresa para que lo amarraran en una talanquera. 4. Digan si es cierto que dada la orden de amarrarlo, sólo no se verificó por haberlo fiado para responder con su persona en Belmira, al siguiente día los señores José Londoño y Raimundo Aguirre, quienes cumplieron con este deber puntualmente como se les ordenó por aquel señor Juez, presentándole por la mañana del indicado día según se comprometieron. 5. Digan como es cierto que en el momento en que fue presentado mi dicho hijo Juan Esteban, lo puso el señor juez en prisión, asegurándolo en un cepo con cuerpo de guardia. 6. Digan si saben que si cierto que habiendo yo pasado personalmente donde dicho señor juez a suplicarle se sirviese expresarme el delito que mi citado hijo había cometido para tal aparato, y pedirle por consiguiente la boleta de prisión, me contesto que el delito era haberle faltado, y que no se le daba boleta a un criminal.”69 68 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Providencia del Gobernador. Cuadernillo suelto con 2 hojas. Año 1813. 69 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Cuadernillo suelto con 6 hojas. Año de 1844. 311 No se especifica en este juicio y posterior demanda que el padre del preso coloca contra el juez de Belmira, cual fue la razón por la cual se puso preso Juan Esteban. De todas maneras, la demanda no se concluyó ni llegó a feliz término por no tener suficientes pruebas y poner en duda los testimonios de los testigos, aunque todos fueron verificados a favor del padre de Juan Esteban. Todos los incidentes anteriores eran atribuidos a la falta de una cárcel, lo que hacía que las penas a que se sometían los retenidos fueran en su mayoría saldadas con dinero y las aprehensiones se limitaron a algunos días, que por lo general los pasaban en la casa del funcionario que diligenciaba el arresto. Al respecto el visitador Rodríguez de Zea decía: “[…] que la mayor parte de los desordenes, que se experimentan en estas cinco pedanías proviene de la falta de cárcel en que poderse asegurar los reos, y por cuyo defecto se ven los jueces precisados a aprehenderlos en sus casas o cocinas, resultando de aquí graves perjuicios al público, al juez y al reo […] me parece deberían darse las más exactas y eficaces providencias, a fin de que en cada una de las pedanías dichas se construya una cárcel paramentada.”70 A pesar de estos incidentes la vida en Petacas trascurrió sin muchos escándolos, bien porque se estableció una disciplina muy estricta con los esclavos y habitantes hasta el punto de someterlos e infringirles demasiado temor para que no denunciaran los atropellos, o porque hubo un buen proceder de los amos, que les permitió a los esclavos y posteriormente a los libres vivir en una relativa armonía, que los hizo establecerse definitivamente en lo que hoy es Belmira. 70 Visita de Rodríguez de Zea. Fol. 105r-v. Año 1784. CAPITULO 5 ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA Y ECLESIÁSTICA DE BELMIRA. Para que todo proceso administrativo resulte y sea efectivo es necesario implementar un sistema claro y preciso que permita realizar un manejo adecuado de las diversas situaciones que se presentan. La Corona Española, intentó controlar, mediante funcionarios, los diversos aspectos sociales, económicos y religiosos por los que debían atravesar sus colonias en América. De ahí que fue indispensable contar con personas encargadas de cada ramo, que les permitiera, a sí fuera solo bajo la palabra, lograr una magnífica administración. La administración en la época de las colonias americanas pasó por lo menos por tres procesos distintos, que claramente se pueden describir así: “[...] El primero que coincide con el proceso de descubrimiento y conquista, es un período de experimentación y tanteos, representado por las capitulaciones entre la corona y los primeros conquistadores que con el titulo de adelantados impusieron su voluntad personal en un proceso de explotación y rapiña que poco tenía que ver con una organización institucional. El segundo se inicia con la fundación de las primeras audiencias y la promulgación de las primeras leyes de indias, particularmente con las de 1542, expedidas por Vuestra Merced, en la ciudad de Burgos. En este momento es la monarquía, el estado Español, el que asume el control y ejercita sus plenos derechos soberanos sobre los nuevos territorios. Los siglos subsiguientes XVII Y XVIII, verán surgir la imponente y compleja organización burocrática, jurídica, social y política del estado Español de las indias, tal como se configuró durante el reinado de los Austrias. Las reformas introducidas por los Reyes Borbones , a partir de Felipe V, en los comienzos del siglo XVIII, constituyen la tercera etapa que se prolonga hasta la emancipación de los territorios Americanos.”1 En los comienzos del proceso de descubrimiento, además de las medidas organizativas que establecieron los “adelantados” en sus posesiones, es preciso también destacar la labor del clero, orientada a establecer la evangelización de los nativos que poblaban el territorio descubierto. Estas acciones de conversión llevaban implícitas, el poder de Dios sobre todo lo terreno, asimismo el poder del monarca como su máximo representante en la tierra y los Jaime Jaramillo Uribe. “La administración colonial.” En: La Nueva historia de Colombia. Vol. I. Dir. Álvaro Tirado. Bogotá, pp. 175. 1 312 blancos españoles en América, enviados aquí con toda la potestad de la jerarquía monárquica y eclesiástica para gobernar lo humana y materialmente existente. Procuraban estas autoridades cumplir las siguientes funciones: “Vivir en quietud, cuidar el aumento y la conservación, hacer justicia protegiendo viudas, huérfanos y pobres, procurar el bien común, controlar los avillanados, exterminar la polilla de las repúblicas, buscar el ornato y hacer cumplir las leyes para darle felicidad a los pueblos [...] Estas expresiones no podían dejar de ser contradictorias pues provenían de Austrias y Borbones, dos dinastías con propósitos políticos diferentes.”2 El establecimiento de las minas fue paralelo a la organización administrativa de ciudades y villas. En ella operaban unas particularidades internas de poder, que representaban el comportamiento administrativo y de autoridad en la sociedad colonial Antioqueña y para ello el Amparo de Minas fue fundamental, si se quería disponer de cierta legalidad en el trabajo minero. Al ampararse una mina, el primer procedimiento para ponerla en funcionamiento era el establecimiento de la cuadrilla de esclavos, seres humanos que fueron considerados la herramienta primordial del trabajo minero durante la colonia, posteriormente la fabricación de ranchos, la casa del propietario y la capilla para el adoctrinamiento de las “piezas de esclavos.” Al establecerse la ranchería completamente, empieza a operar toda una empresa con una organización vertical de funciones: “Así, durante los siglos XVI y XVII, se acostumbró diferenciar al administrador de las minas, del propietario de esclavos. Denominando al primero ‘minero’ y al segundo ‘señor de cuadrilla’, de esta forma, el hecho de poseer cuadrilla de esclavos [...] indicaba cual era el factor que nucleaba todas las actividades.”3 Se puede hablar de una pirámide de relaciones jerárquicas en la minería colonial,4 2 Luis Miguel Córdoba Ochoa. De la quietud a la felicidad: La villa de Medellín y los procuradores del cabildo entre 1675-1785. 1ª ed. Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, 1998, p. 17. 3 Ivonne Suárez. Oro y sociedad colonial en Antioquia.1575-1700. Monografía de pregrado, Departamento de Historia, Universidad de Antioquia 1983, p. 129. 4 Suárez, Oro y sociedad colonial en Antioquia. 1575-1700, pp. 309. 313 1. Señor de cuadrilla (dueño de mina). 2. Cura doctrinero. 3. Administrador. 4. Minero. 5. Ayudante de minero 6. Capitán de cuadrilla. 7. Cuadrilla de esclavos. La ocupación y poblamiento del territorio de Belmira, fue motivado por su riqueza minera, de ahí que su sistema de producción exigiera la organización de la sociedad y el funcionamiento de empresas o compañías mineras. De acuerdo a esta situación es posible apreciar esta estructura inicial de la sociedad, ejemplo de ello, son las rancherías y minas de propietarios como Felipe de Herrera, Fernando Montoya, Laureano de Piedrahita, Hilarión Tamayo, o el caso de la mina de La Miel de los Jesuitas que operaba como toda una empresa completamente constituida: “Un capítulo especial de la minería Antioqueña a mediados del siglo XVIII lo constituyeron las empresas mineras de los Jesuitas que estaban compuestas por una mina de aluvión llamada La Miel localizada en el Río de las Petacas en el valle de los Osos y otra de veta en el cerro de Buriticá. En este primer lugar construyeron un real de minas que contaba con una capilla dedicada a San Ignacio, casa de vivienda de embarrado cubierta de paja, una casa de despensa, y 14 ranchos de paja para los negros esclavos [...] En este yacimiento había 48 esclavos, de los cuales 20 eran menores y uno muy viejo, lo que rebajaba a casi la mitad el número de esclavos útiles [...] Al contrario de lo que ocurría con otras cuadrillas en está cada esclavo útil contaba con sus herramientas de trabajo [...] Según cuenta de productos y gastos presentada por el minero Juan de Dios Montes a las temporalidades en 9 meses transcurridos entre 1767 y 1768 en 3 sacas la mina produjo 209 pesos 6 tomines de oro [...] [Existía rubro para el pago de] el estipendio del cura, los viajes para llevar el maíz a la mina, lo gastado en curación de los esclavos enfermos y los salarios y manutención del minero. En total el gasto de la mina era 497 pesos 3 granos, buena parte del cual fue suplido con productos de la Hacienda de Abejuco.”5 5 Beatriz Patiño Millán. Riqueza, pobreza y diferenciación social en La Provincia de Antioquia en el Siglo XVIII. pp. 345-346. Estos datos fueron sacados del Archivo General de la Nación. AGN., Negros y esclavos de .Antioquia. Tomo 7. Folios 964r, 994v, 995r, 1002r, 1003v y 1025v, 1033v. 314 Con el establecimiento de varias minas se dio origen a los Reales de Minas, entre ellos el Real de Minas de San Jacinto, el de Petacas y el de Río Chico, que eran vigilados con más rigurosidad por las autoridades españolas con el fin de colectar debidamente el quinto real, además de tener un control sobre la población esclava. Asimismo, surgió la formación de curatos, para el caso de Belmira se dio la formación del curato de Santo Domingo en el año de 1659, cuando apenas se estaba empezando a consolidar la explotación aurífera en la zona. Comprendía este curato los lugares de Belmira, San Pedro y Entrerríos. La erección de éstos al igual que el establecimiento de los reales de minas se corresponden con un incremento demográfico en los lugares, origina unas preocupaciones de organización y recaudación fiscal (diezmos e impuestos), y por consiguiente, el nombramiento de funcionarios que se ocuparan de dichas tareas. Antioquia en la colonia estaba dividida administrativamente por las jurisdicciones de: Medellín, la de Antioquia, la de Rionegro, la de Marinilla, la de Remedios la de Zaragoza y la de Cáceres.6 El 31 de agosto de 1821, la constitución estableció la centralización administrativa y política, al mismo tiempo configuró jurisdicciones territoriales más pequeñas, estableció niveles jerarquizados entre el poder central y los poderes locales: Departamentos, Provincias, Cantones y Parroquias. La provincia de Antioquia que pertenecía al Departamento de Cundinamarca, fue formada por los Cantones de Antioquia, Marinilla, Medellín, Santa Rosa y Nordeste. El Cantón de Santa Rosa fue organizado como territorio desagregado de la antigua jurisdicción de la ciudad de Antioquia. Este Cantón bajo el Decreto Ejecutivo del 5 de Febrero de 1827 fue conformado por las Parroquias de: Angostura, Anorí, Belmira, Campamento, Carolina, Don Matías, Entrerrios, San Pedro, y Yarumal. Según “La Ley Nacional del 15 de Mayo de 1851 el cantón de Santa Rosa estaba conformado por: Angostura, Anorí, Belmira, Cáceres, 6 Luz Eugenia Pimienta Restrepo. Mestizaje y Sociedad en Antioquia. 1777-1810. Medellín, Ateneo, 1985, p. 17, 98. 315 Campamento, Carolina, Cruces, Don Matías, Entrerrios, San Pedro, Yarumal, Zea, San Jacinto.”7 En 1845 Santa Rosa estaba dividida políticamente en 7 cantones con 60 distritos. Belmira que pertenecía al Departamento de Sopetrán pasó a ser parte del Cantón8 de Santa Rosa. Diez y siete años después, en 1862, por decreto de Tomás Cipriano de Mosquera del 8 de Noviembre de ese año, fue suprimido el departamento de Sopetrán, Belmira pasa a ser parte de Occidente.9 En estas ciudades, villas y viceparroquias es posible identificar el engranaje burocrático inicial establecido por los Españoles. Es en estos lugares donde se da un predominio claro de la población blanca en los estamentos políticos, sociales y económicos. Las personas denominadas de segunda y tercera clase por su origen, es decir mestizos y mulatos, contadas algunas excepciones pudieron acceder a cargos públicos, esta situación quedó evidenciada en algunos de los censos de la época. La organización de las ciudades operaba del modo siguiente: “En las ciudades y villas de las colonias [...] el cabildo fue la instancia facultada para nombrar las autoridades encargadas de la administración de justicia local. El cabildo o ayuntamiento era el congreso o junta de personas destinadas para el gobierno político de los pueblos. Estaba compuesto de la justicia [jueces], los alcaldes ordinarios elegidos anualmente y los regidores miembros propietarios quienes compraban sus cargos a la corona.” 10 7 Gloria Margarita Rendón Cuartas, División territorial Administrativa para Antioquia Durante el siglo XIX. Medellín. AHA. Dirección de Cultura. Secretaría de Educación y Cultura de Antioquia. 1997, p. 10-39. 8 “Con el inicio de la República, entre 1821 y 1851, surge la denominación de Cantón. La capacidad de sostener un cabildo o, lo que es lo mismo una administración municipal era lo que permitía que el territorio de un grupo de parroquias, fuera erigido en Cantón. El cabildo con sede en la capital cantonal, tenía jurisdicción sobre las parroquias que lo componían, cuyos intereses, rentas y gastos administraba como órgano del poder municipal” Rendón Cuartas. División territorial Administrativa para Antioquia Durante el siglo XIX, p. 4. 9 Luis Alfonso Arias Restrepo, Belmira Municipio con Identidad, Emporio Ecológico. Medellín, Matices Producciones Ltda, 1999, p. 41. 10 Beatriz Patiño Millán, Criminalidad, ley penal y estructura social en la Provincia de Antioquia. 1750-1820. Medellín, IDEA, 1994, p. 148. 316 La jurisdicción del juez, es decir, el lugar que abarcaba para ejercer su mandato y los límites de sus funciones, dimanaba del Rey, sin que pudiera tener origen en los particulares. La justicia se dividía en ordinaria y delegada. Los jueces ordinarios sólo podían ser nombrados por el Rey, o aquellas instancias a las que éste hubiera concedido el privilegio de hacerlo, los delegados, en cambio podían ser designados por cualquier juez ordinario.11 Aún en el siglo XVIII la mayor parte de la población Antioqueña tenía su vivienda, trabajo y tierra ubicados en las zonas rurales, la administración de estos Sitios o Partidos dependía directamente de las ciudades y de su jurisdicción, el sitio de Petacas perteneció a la Ciudad de Antioquia. Los procesos legales como protocolos, pleitos de tierra, denuncios y problemas legales, se desarrollaban bajo dicha jurisdicción. Posteriormente, después de establecida la Villa de Santa Rosa, dichos procesos fueron registrados allí, sin embargo, pertenecían a la jurisdicción de la Ciudad de Antioquia. Los cargos destinados para la zona rural, por lo general muy apartados de las ciudades fueron: “En el nivel más bajo de la administración de justicia actuaban los alcaldes Pedáneos, que eran los jueces o alcaldes de un lugar o sitio pequeño sujeto a la jurisdicción de la villa o ciudad en cuyo distrito estaba ubicado. Se los denominaba Pedáneos por parecerse a los jueces Pedáneos de los Romanos, que recibían esta denominación del hecho de que para las causas de poco interés, cuyo despacho les estaba encargado, no necesitaban sentarse al dar audiencia. La jurisdicción de estos alcaldes será limitada, pues sólo podían castigar con prisión de tres o menos días a los que faltaban al respeto a las autoridades, escandalizaban con obscenidades, causaban pendencias, proferían injurias, violaban propiedades ajenas. Siempre que no se tratara de hechos graves. En las causas graves debían recibir las declaraciones de testigos, prender o asegurar a los sindicados, embargar sus bienes y remitir los reos junto con los autos al alcalde ordinario.”12 11 En general juez ordinario era el que juzgaba en su nombre por derecho propio de su oficio. En sentido estricto, la justicia ordinaria residía en los jueces de primera instancia que eran los alcaldes ordinarios, el juez delegado era el que tenía poder para juzgar, ya fuera por mandato del Rey o de los jueces ordinarios. Patiño Millán. Criminalidad, ley penal y estructura social en la Provincia de Antioquia. 1750-1820, p. 148. 12 Patiño Millán. Criminalidad, ley penal y estructura social en la Provincia de Antioquia. 1750-1820, p. 149. 317 El real de minas de Petacas ubicado en la jurisdicción de San Pedro, tenía Alcalde Partidario. En 1777 había tres pedanías en el valle de los Osos: la de Santa Rosa, la de San Pedro y la de Pontezuela.13 En las colonias americanas los alcaldes de la Santa Hermandad representaron la jurisdicción de la ciudad en el campo. Durante los siglos XVI y XVII, a medida que la población mestiza y mulata libre aumentaba y se ubicaba en los lugares cada vez más alejados del núcleo urbano, su actividad se restringió.14 Debido a lo distante de los lugares donde ejercían su autoridad los alcaldes pedáneos, los abusos, atropellos y continuos robos (tanto al fisco, como a los particulares) perpetuados por éstos, las autoridades coloniales siempre vieron con malos ojos el nombramiento de dichos cargos y hacían continuas recomendaciones para que se remediara al menos en parte el poder desmedido que aquellas personas ejecutaban. Por ejemplo, la denuncia hecha por el gobernador Francisco Silvestre en la que nombra a Petacas como uno de los lugares de mayores abusos por parte de estos funcionarios, “[...] Hechar mano para las alcaldías pedáneas, de gentes rudas, o de personas que no tienen otros haberes que su personal trabajo. De aquí, el que quieren comer del oficio, de esto, el que llevan costas que no se causan, e imponen multas antojadizas, que igualmente se comen, y de que los infelices no pueden, o no se atreven a quejar por la distancia de los sitios, y su miseria: y si lo hacen en la residencia, ya han muerto los jueces y los testigos, el mal queda hecho, y las injusticias siguen por falta de escarmiento. Algunos de estos males reparé cuando llegaron a mí las quejas, y también por mi auto de visita prohibiendo así mismo (porque también sucede esto y otras cosas más) que el juez no pueda cobrar del demandado nada que le deba, mientras no haya satisfecho al demandante, ni tampoco pagarle en efecto de su tienda, porque suelen antes haber cogido el oro, y usar de esta trampa algunos. Como esto sucede más en los partidos o sitios distantes de los partidos cabeceras como: Petacas, San Pedro, Santa Rosa de los Osos, Las Claras, etc. Propuse al excelentísimo Señor Virrey, convendría crear un teniente de gobernador , justicia mayor y administrador de Real Audiencia para que ejerciendo la jurisdicción ordinaria, puedan cortarse en la principal parte estos inconvenientes, habiendo quien allí comenzase y 13 AHA. Fondo Estadísticas y Censo. Serie padrón General de la Pontezuela. Tomo 337. Doc. 6491. Fols. 139153. Año 1777. 14 Patiño Millán. Criminalidad, ley penal y estructura social en la Provincia de Antioquia. 1750-1820, p. 154. 318 concluyese las causas, podría crearse un oficio de escribano, otorgarse escrituras de venta y poderes que ahora se otorgan sin hacer protocolo ni archivo, y con nulidades, origen de pleitos y de gravámenes de conciencia por no administrarse la justicia como corresponde.”15 Al aumentar la población en la Provincia, el gobernador no alcanzaba a ejercer autoridad en todos los sitios, por tal motivo, se creó el cargo de Teniente de Gobernador Asesor, para que lo ayudara en su labor de control y autoridad en los sitios alejados. Para mejorar el servicio de recolección de impuestos, en la región de los Osos fue creado el cargo de Capitán a Guerra, Justicia Mayor y Administrador, “[...] el tabaco, el aguardiente y la Real Hacienda, fueron una trilogía apoyada por la creación del Capitán a Guerra, Justicia Mayor y Administrador de Real Hacienda, cargo inaugurado en enero de 1787 por Pedro Rodríguez de Zea.”16 Estos funcionarios tenían otras funciones como “el estudio de las causas seguidas en los juzgados ordinarios y de gobernación.”17 En cuanto a la propuesta de crear el cargo de Teniente de Gobernador, Silvestre argumentaba que: “[...] Y que se nombrase un teniente de gobernador, que había propuesto para el sitio de Santa Rosa, y sus partidos inmediatos a quien debía nombrar subdelegado por estar comprendida en aquel distrito la principal y mayor parte de las minas, que se trabajan en la jurisdicción de esta ciudad de Antioquia, al cual, aunque esta aprobado y nombrado, no se le ha expedido todavía el titulo, aunque ha ocurrido por él, sin duda por la ocurrencia del superior gobierno, recién publicada, comenzó a producir su efecto, y por de contado a cobrarse algunos derechos de quinto atrasados, e irse arreglando la matricula de mazamorreros.”18 15 Silvestre, Francisco. Relación de la Provincia de Antioquia. Traducción, Introducción y notas David J. Robinsón. Medellín Secretaria de Educación y Cultura de Antioquia, 1988, pp. 198-199. Años 1786-1788. 16 Rodrigo Campuzano Cuartas. Gobierno, Real Hacienda y reformismo borbónico, Antioquia en la segunda mitad del siglo XVIII. Medellín, Universidad Nacional de Colombia. Tomo II, 1993, p. 276. Citado por Alba Shirley Tamayo, Camino a la Región de los Osos La exploración y colonización de la meseta norte de Antioquia. Bogotá. Ministerio de Cultura. 2002, p. 124. 17 Patiño Millán. Criminalidad, ley penal y estructura social en la provincia de Antioquia. 1750- 1820, p. 123. 18 Patiño Millán. Criminalidad, ley penal y estructura social en la provincia de Antioquia. pp. 149-150. 319 Por las mismas razones de distancia, bajo nivel cultural y usufructo, los alcaldes Pedáneos se hacían asesorar por tinterillos o personas mal intencionadas que también buscaban algo de lucro en el desempeño de estas funciones. En la Aldea de San Jacinto, el regidor Gregorio Londoño estuvo en dicho cargo durante 18 años, su escribano y ayudante fue el señor José María Ramírez, quien le entabló una demanda al regidor por deudas que este había contraído con él, entre otras, el cobro de los honorarios por ayudarle durante todos esos años, a lo cual argumentaba el regidor Londoño que los dos habían gozado de las prebendas que el cargo les había proporcionado, incluso suplir sus necesidades y vivir bajo sus expensas por mucho tiempo.19 El gobernador Silvestre, proponía además que los vecinos de “comodidad y experiencia” que residían la mayor parte del año en sus minas o labranzas, deberían ocupar este empleo, pero se quejaba que ellos lo considerarán de poco honor y como una carga. Proponía que se les obligara a prestar este servicio. En 1820 se presentaron en la Villa de Santa Rosa votaciones para elegir alcaldes pedáneos en algunos lugares de su jurisdicción. Las elecciones anuales, realizadas en el mes de enero, votaban los regidores (Alférez Real, Alguacil Mayor), Alcalde Mayor Provincial, Fiel Ejecutor, Regidor, Decano, Regidor Sencillo y los alcaldes Ordinarios del año precedente.20 Los alcaldes Pedáneos elegidos en 1820 fueron: 19 Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del Circuito No. 1 Caja General No. 22. Años 1848-1851. Cuadernillo suelto con 18 folios. 20 Patiño Millán. Criminalidad, ley penal y estructura social en la Provincia de Antioquia. 1750-1820, p. 148. 320 CUADRO No. 41 ALCALDES PEDÁNEOS DEL NORTE DE ANTIOQUIA, 1820 Partido Anorí Claras La Trinidad Mata Blanca Petacas Río Chico San Antonio del Infante San Luis de Góngora San Pedro Santa Rosa Tierra Adentro Alcalde Pedáneo Benito Uribe Antonio Palacios Alberto Arango Pablo Carrasquilla. Pablo Villa. Francisco Ángel Piedrahita Vicente Jaramillo Miguel Fernández Félix Chaverra José Miguel Botero Bautista Correa Elaborado a partir de: Archivo Judicial Santa Rosa de Osos, Juzgado del circuito No. 2. Caja General No. 6, Cuadernillo Suelto con tres folios, enero 11 de 1820. El otro cargo que operaba en estos sitios era el de Regidor, cuyo cargo también podía ser comprado a la Corona por quien pudiera y tuviera propiedades con que respaldar el cargo. Para ejercer algún cargo público era necesario tener propiedades que respaldaran el cargo al cual se quería acceder, además del dinero suficiente para poder comprarlo. En Belmira operó más esta consigna que la condición racial, pues es posible observar que individuos como José Antonio, Gregorio y Mónico Londoño, eran descendientes de negros libertos del partido de San Jacinto y además mazamorreros, al igual que Martín Rodríguez, y es probable que algunos de los Alcaldes de Petacas fueran descendientes también de los negros esclavos de la zona, entre ellos los esclavos de los señores Villa. Otro tipo de cargos eran comprados en la época. Un ejemplo de ello puede apreciarse en el señor Juan Nepomuceno Gutiérrez, de San Pedro, el cual para obtener el cargo de Administrador Particular de Correos, dijo: “[...] que estando prevenido que por tener dicho empleo asegure las responsabilidades a que se haya constituido como tal administrador de correos, en finca especial a más de los fiadores de costumbre conforme a lo dispuesto en el artículo 203 del Plan Orgánico 321 de Hacienda y posteriores resoluciones del supremo gobierno cuyo aseguro debe ser hasta en la cantidad de 100 pesos en finca que se halle libre de censo, empeño, ni gravamen [...] un terreno en San Jacinto en que pone este aseguro el cual valuaron cortésmente en la cantidad de 250 pesos [...] cuyos deberes asegura con el derecho de tierra ubicado en San Jacinto en la Jurisdicción de Belmira (San Pedro) [...]”21 Otro ejemplo se percibe en el señor José Manuel Villa en 1833, quien para hacerse cargo del Estanco de Tabaco de Belmira, respaldó este cargo con “bienes habidos y por haber” y contó con Nepomuceno Villa de Belmira, como fiador.22 Al igual que los dos cargos anteriores, el de Administrador de Correos y el de Estanco de Tabaco, en Petacas fueron ejercidos otros como el de Administrador de la Real Renta de Aguardiente. Éste fue desempeñado en 1772, por Manuel López de la Peña en los altos de los Osos, Petacas y demás anexos.23 El Colector de Hacienda, a quien se le adjudicaba unos sitios previamente censados por las parroquias, debía poner como fianza lo aproximado de la recaudación, este fue otro cargo que podía comprarse, “21 de Julio de 1849 ante mí escribano público del número y testigos [...] pareció personalmente el señor José Manuel Sierra vecino de Santa Rosa [...] 24 reales 25 céntimos de registro de deudo de pesos 1205 ¼ de real en que se remataron a José Manuel de Sierra las veredas y casa censadas de Belmira, Entrerríos y la vereda nominada Caruquía y de que va a otorgar a favor del tesoro Nacional [...] Dijo que por cuanto a él se le remataron en pública subasta y ante los señores jefes políticos y colector de hacienda de este cantón las veredas y casas censadas de las parroquias de Belmira, Entrerríos y la vereda nominada Caruquía, en cantidad de pesos 1205 y un cuarto de real.”24 Su correspondiente en la iglesia era el Mayordomo de Fábrica, además de recolector de las rentas de la iglesia, fue encargado de defender los diezmos y otros asuntos económicos de la parroquia por omisiones de los feligreses: “Vicente Gaviria vecino de Belmira [...] como mayordomo de fábrica que actualmente es de las rentas de la Santa Iglesia Parroquia de Belmira, da todo su poder legalmente 21 Archivo Notarial de Santa Rosa de Osos. Folio 182. Agosto 19 de 1833. Archivo Notarial de Santa Rosa de Osos. Octubre 19 de 1833. 23 AHA. Fondo Criminal. Caja B-93. Doc. 3. Legajo 1770-1790. 24 Archivo Notarial de Santa Rosa de Osos. Fol. 129. Junio 21 de 1849. 22 322 [...] al señor Félix Rojas vecino de esta villa, principalmente para todos los puntos tanto civiles como criminales, así eclesiásticos como seculares movidos y que le movieran a dicha fabrica demandando y defendiendo contra cualquier comunidad y persona [...] en especial para que conforme una acusación que ha entablado como tal mayordomo contra el regidor de la Aldea de San Jacinto Señor Mónico Londoño motivadas de unas demandas que puso el párroco contra algunos individuos que adeudan a la fabrica de su carga algunos derechos de matrimonio y roturas de sepulturas, pues para todas ellas necesidades y dependencias es necesario le confiere el siguiente poder tan cumplido y lleno.”25 Por último, se encuentra un cargo que se ocupaba de las demandas hechas por los esclavos, algunas de ellas fueron pedir cambio de amo por atropellos o por no darle el día de descanso, acusaciones de robos, homicidios, amancebamientos e incumplimientos al adoctrinamiento. “Las causas de los esclavos fueron orientadas por otra institución que surgió en el marco de la vida colonial del siglo XVIII: El protector de menores. Cargo que generalmente era ejercido por eclesiásticos, y que tenía por objeto la defensa del esclavo en casos de maltrato e injusticia. A partir del año de 1750, son muchísimos los casos en que el protector de menores era el vocero de los esclavos que denunciaban la crueldad de sus amos o buscaban alguna posibilidad para el logro de la libertad.”26 Los cargos públicos fueron el reflejo de una vida llena de prebendas, deseo de lucro económico y en la mayoría de ellos de prestigio. La Corona española ante la necesidad de dinero, debió recurrir a la venta de estos puestos y tratar, aunque fuera en el papel, de establecer ciertas normas que rigieran cada uno de ellos, sin embargo, la distancia entre continentes e incluso entre poblados y lugares permitía cierta tranquilidad a cada uno de los funcionarios para ejercer su puesto de la manera que más les conviniera. En el siguiente cuadro puede apreciarse los distintos cargos ejercidos en Petacas entre 1773 y 1861 por diversos funcionarios, incluso la manera como varios cargos fueron asumidos por una misma persona, al parecer es el caso de Gregorio Londoño que entre 1832 y 1861 ocupó 25 Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del Circuito No.1 Caja General No. 22. Años 1848-1851. Cuadernillo suelto con 3 folios. junio 10 de 1850. 26 Hernando E, Zabala Salazar. Rebeldes y cimarrones: Un estudio sobre la rebeldía del esclavo negro en la Provincia de Antioquia. Medellín, Monografía de pregrado, Departamento de Historia Universidad de Antioquia, 1984. pp. 75. 323 tres cargos diferentes: Regidor, Mayordomo y Secretario. Por su parte personas como Gregorio Villa ejercieron en varias oportunidades el cargo, en este caso Alcalde Pedáneo. CUADRO No. 42. ALCALDES PEDÁNEOS, JUECES, SECRETARIOS, REGIDORES Y MAYORDOMOS Belmira, 1773-1861 Nombre Cargo Año Gregorio de Villa José Antonio Londoño José María Villa Félix Builes Joaquín Londoño Martín Rodríguez Francisco Esteban de Villa Felipe Villa Domingo Bermúdez Gregorio Villa Pablo Villa Gregorio Londoño Gregorio Londoño Alcalde Pedáneo de Petacas Alcalde Pedáneo de San Jacinto Alcalde Pedáneo de San Jacinto y Petacas Juez Pedáneo del Partido de San Jacinto y Petacas Alcalde Pedáneo Partido de Petacas Alcalde Pedáneo Petacas Alcalde Pedáneo de Petacas 1773 1787 1788 y 1795 1790 1794 1796 1797 1799 y 1818 1799 1806 1820 1832 a 1850 1842 Fulgencio García Vicente Gaviria Manuel Vélez Rafael Duque Mónico Londoño Vicente Gaviria Alcalde Pedáneo de Petacas Juez de Petacas Alcalde Pedáneo Petacas Alcalde Pedáneo Petacas Regidor de San Jacinto Mayordomo de Rentas, de la Capilla de San Jacinto Alcalde de Petacas Alcalde de Belmira Alcalde de Belmira Alcalde de Belmira Regidor de San Jacinto Mayordomo de fábrica de la iglesia de Belmira Eusebio Barrientos Sebastián García Eusebio Barrientos Gregorio Villa Lorenzo Uribe Gregorio Londoño Regidor de San Jacinto Juez Parroquial de Belmira Regidor de San Jacinto Secretario del Cabildo de Belmira Secretario del Cabildo de Belmira Secretario de la Corporación Municipal 1851 1851 1851 1855 1855 1861 1845 1847 1848 1849 1850 1850 Elaborado a partir de: AHA, Fondo Criminal, Fondo Esclavos, Fondo Tierras, Fondo Libros, Fondo Censos y Estadísticas. Archivo Notarial y Judicial de Santa Rosa / Archivo Curia de Santa Rosa de Osos. 324 La administración eclesiástica en la localidad la ejercía la parroquia y la viceparroquia. La Parroquia hacía referencia en el período colonial a dos jurisdicciones territoriales, una era la política que administraba un alcalde, la otra era la espiritual administrada por un cura párroco. Las dos jurisdicciones buscaban que los límites de ambas fueran iguales. 27 En cuanto a lo eclesiástico, todo parece indicar que Belmira contaba con muchas Viceparroquias, lo cual era para la época otro modo de administrar la sociedad. Vale la pena resaltar la visita realizada por la autoridad eclesiástica Dr. Villa visitador encargado del Dr. Obregón, en 1755, a la población de San Pedro. En dicha visita hallo allí las siguientes Viceparroquias: - La de Ovejas, del doctor don Juan José de Restrepo. - La Viceparroquia de Río Chico, del Dr. don José Luis de Rojo. “En el mineral de Río Chico que estaba a cuidado de Dn. José Luis de Rojo, y está hoy del padre Dn. Pedro de Rojo la que concedió el Ilmo. Sr. Dr. Dn. Jerónimo Antonio de Obregón y Mena en 5 de abril de 1766, la que dista de la parroquial de San Pedro algo más de cuatro leguas.”28 - La de San Juan, del capitán don José García. “del mineral de San Juan que a pedimento del Dr. Dn. Ignacio Gutiérrez concedió el Ilmo. Sr. Dr. Dn. Jerónimo Antonio de Obregón y Mena en 23 de diciembre de 1765 esta dista de la parroquia de San Pedro poco más o menos de una legua.”29 - La de la Miel perteneciente a los Padres de la compañía de Jesús. - La Viceparroquia de San Jacinto “de los minerales del Dr. Dn. Sancho José Londoño en San Jacinto cuya merced hecha al corregidor Dn. Sancho Londoño su padre por el Ilmo. Sr. “La denominación de Distrito Parroquial aparece en 1832. Hasta 1844 se uso indistintamente el término Parroquia o Distrito a las jurisdicciones civiles, clasificadas para su administración y según su población, entre ellas: Parroquias: aquellas cuya población supere los 1500 habitantes” En: Rendón Cuartas. División territorial Administrativa para Antioquia Durante el siglo XIX, p. 8. 28 Las Parroquias de Medellín.” En: Revista de la Universidad Pontificia Bolivariana. Vol. XXIV, p. 423- 424. y Repertorio Eclesiástico. pp. 545-546. 29 Las Parroquias de Medellín. En: Revista de la Universidad Pontificia Bolivariana. vol. XXIV, p. 423- 424. y Repertorio Eclesiástico. pp. 545-546. 27 325 Dr. Dn. Francisco José de Figueredo en 21 de Marzo del año de 1752 esta dista de la parroquia como dos leguas y media.”30 - La Viceparroquia de Nuestra Señora del Rosario en el sitio de Petacas “cuya merced por haberse perdido el título la refrendo siendo visitador general de esta provincia el Dr. Dn. Esteban Antonio de Posada en 19 de Noviembre de 1755. Dista esta Viceparroquia de su parroquial de San Pedro algo más de 5 leguas y del camino. Para el año de 1757; fecha que es colocada como la fundación de Belmira, San Pedro y San Jacinto aparecían anexos a la parroquia de Copacabana.”31 En 1759 el cura de los minerales de Petacas era el Pbro. Juan José de Talavera, quien había permutado su oficio por capellanías con el Pbro. Lorenzo Velásquez García, primer párroco de Petacas, San Jacinto y San Pedro. El mismo Velásquez había sido párroco de San Pedro y San Jacinto, en 1758. Cuatro años después, hizo misión allí Fray José Antonio Montaño.32 La iglesia de San Pedro fue visitada en febrero de 1792 por Don Ángel Velarde y Bustamante, Obispo de Popayán. En esta visita fueron registradas las siguientes capillas, que tenían el título de viceparroquias: - La de San Juan Nepomuceno del Real de minas de Ovejas, perteneciente al presbítero don Félix Zapata. - La de Nuestra Señora de los Dolores de San Jacinto, que pertenecía al Doctor Don José Ignacio Gutiérrez. - 30 La de Nuestra Señora del Rosario de Petacas (hoy Belmira). Las Parroquias de Medellín. En: Revista de la Universidad Pontificia Bolivariana. vol. XXIV, p. 423- 424. y Repertorio Eclesiástico. p. 545-546. 31 Las Parroquias de Medellín. En: Revista de la Universidad Pontificia Bolivariana. vol. XXIV, p. 423- 424. y Repertorio Eclesiástico. p. 545-546. 32 Luis Alfonso Arias Restrepo. Belmira Municipio con Identidad,p. 16. 326 De estas viceparroquias, las dos primeras fueron demolidas más tarde, y la de Nuestra Señora del Rosario es hoy la Iglesia Parroquial de Belmira. Fue erigida parroquia en el año de 1824. Actualmente pertenece a la Diócesis de Santa Rosa de Osos.33 La vida eclesial estuvo fuertemente ligada a la administración colonial, no en vano el Rey era elegido directamente por Dios en la tierra. Al igual que los cargos públicos los eclesiales también podían dar prestigio, dinero, prebendas, además de ayudar a mantener la población controlada de acuerdo a ciertos parámetros establecidos en la época colonial. Sin embargo, no hay que olvidar que también en éstas se presentaron conflictos internos por su posesión debido al deseo de lucro y mayores posibilidades de explotación minera que podían haber en ellas, por lo tanto el diezmo, los ajuares y ornamentos religiosos podían ser mayores y no debía permitirse ningún tipo de separación civil o eclesial, que evitara acrecentar las ganancias, auspiciado por la creciente necesidad de impartir la doctrina a los fieles. 33 Repertorio Eclesiástico, pp. 545-546. CAPITULO 6 Aldea San Jacinto tierra de negros, oro y disputas. El nombre de San Jacinto fue de amplio uso y reconocimiento en toda la región minera de los Osos: en Santa Rosa, Entrerríos y especialmente en Belmira donde funcionaba la mina de San Jacinto. Con el nombre de San Jacinto se denominó también al curato de los Osos, erigido en Parroquia por el obispo de Popayán señor Vasco Jacinto de Contreras y Valverde, por decreto expedido en Antioquia el 17 de noviembre de 1659.1 La Aldea de San Jacinto perteneciente a Belmira fue objeto de diferentes disputas entre los estamentos civiles, eclesiásticos, y personas particulares durante la colonia hasta los años sesenta del siglo XIX, ya que algunos deseaban que se conservara la viceparroquia y otros, que fuera un territorio dependiente de Belmira, de Entrerríos o de San Pedro e incluso, algunos llegaron a plantear que este territorio se adhiriera a Don Matías. En el capítulo Tenencia de la tierra y configuración territorial de Belmira de ésta Monografía mostramos como estaba constituida la propiedad minera y territorial de la Aldea de San Jacinto, que fue una zona bastante codiciada gracias a su riqueza aurífera lo que generó, un sin número de disputas. Nos referimos también, al interés tan particular que la iglesia mostró por este lugar, su afán por la demolición de la capilla y la eliminación de la viceparroquia y su gran preocupación ante la resistencia de los negros libertos y en si de toda la población Sanjacintana a ser adoctrinada, población en su mayoría negra que defendió hasta donde le fue posible su “independencia”, costumbres, ritos, creencias y todos aquellos bienes materiales que lograron conseguir con el esfuerzo de su trabajo. La Aldea San Jacinto fue conformada a partir de su riqueza aurífera. Inicialmente fue Real de Minas, que denominaron Real de Minas de San Jacinto y sus primeros pobladores fueron las cuadrillas de esclavos que llevaron algunos propietarios de la Provincia de Antioquia entre 1 Revista Renovación No. 96, p. 6 Santa Rosa de Osos. 328 ellos: los Serna Palacio, Zapata Toro y Londoño. Por ejemplo, el presbítero Sancho Londoño Piedrahita2 tenía allí buena parte de sus propiedades entre ellas, una cuadrilla de esclavos compuesta por cerca de 150 negros, y bienes que donó al Convento de las Carmelitas de Medellin.3 Los verdaderos pobladores de la zona de San Jacinto fueron los negros esclavos, los cuales fijaron su vivienda, se apegaron al territorio y se incrustaron en el andamiaje económico, político y social que se vivía en la Provincia de Antioquia; e interactuaron con su propia cultura, la de los indígenas, la de los españoles y la de los criollos. La Aldea de San Jacinto, quizá, operó como un Palenque, aunque no del modo como la literatura ha definido los Palenques. Las características de conformación de la Aldea de San Jacinto y su posterior desarrollo muestran un conglomerado de negros esclavos y libres con la 2 El Pbro. Sancho José Londoño Piedrahita era hijo de Sancho Londoño Zapata y María Piedrahita Arango. sus abuelos paterno Juan Londoño y Trasmiera y Bárbara Gertrudis Zapata, sus tíos Juan Londoño Zapata y doña Javiera Londoño Zapata. Nació en Rionegro el 16 de agosto de 1740. Estudió en San Bartolomé. Fue ordenado en Popayán, por Obregón y Mena, el 29 de septiembre de 1776. Murió en Medellín, el 18 de enero de 1785. Véase: Javier Piedrahita. Historia Eclesiástica de Antioquia, Colonia e Independencia 1545-1828. Medellín, Editorial Gran América, 1973. 3 El Convento de las Carmelitas Descalzas de Medellín fue la primera comunidad religiosa femenina que se estableció en Antioquia. Dos etapas se pueden considerar en la fundación: la primera cuando surgió la idea y se tramitó sin lograr éxito. La segunda, cuando en realidad se hizo la fundación. Desde 1719 se empezaron a dar donaciones para la creación del convento. Para ello, fue nombrado como colector el alcalde Manuel de Toro Zapata. Una de las primeras donaciones fue por parte de los fundadores de la iglesia de la Vera Cruz, por ejemplo don José Blanco donó 20.000 patacones con la sugerencia al Cabildo que su voluntad era que donde estuvieran los jesuitas, estuvieran las Carmelitas, para que las sirvieran en lo espiritual. Sin embargo, la fundación no se hizo efectiva, bajo los argumentos de carecer de una unidad locativa. “En 1782, 60 años después de la primera tramitación, volvió a tratarse el asunto. En carta del 27 de noviembre de 1782, el Provisor de Santa fe, José Carrión, se opuso a la fundación alegando que la Real Cédula de 1723, ya carecía de valor por haber transcurrido 60 años, y que no era suficiente el dinero y los motivos primeros de la fundación, ya no eran válidos, por otro lado, que no existía en Medellín, edificio para convento y las monjas no podrían venir a construirlo. Se dieron 3 donaciones: La de Doña María Álvarez, de 200 castellanos de oro, la de Doña Gertrudis Gaviria de Mazo, de 60 castellanos y lo prometido por el Pbro. Dr. Don Sancho Londoño Piedrahita. Las monjas consultaron al Rey y este les otorgó una nueva cédula fechada el 9 de octubre 1789, declarando la validez de la de 1723. Las Monjas establecieron también correspondencia con el señor obispo Velarde y Bustamante, quien comisionó al Vicario Superintendente Juan Salvador de Villa, para que examinara el asunto e informara. El provisor dio entonces el permiso el 18 de Mayo de 1790. La casa de Doña María Álvarez del Pino en una de las esquinas del parque de Berrío (donde funcionó el edificio Coltabaco) se adaptó para vivienda de las religiosas. Pero para hacer el edificio se hizo un cambio entre Doña María y el Pbro. José Antonio Posada. El obispo anuló ese cambio. La casa del padre Posada, fue donde estuvo el convento por muchos años en la Plazuela de San Roque, (hoy Uribe Uribe) hasta que fue trasladado al barrio La Mansión. 329 idea de establecerse en un territorio ya determinado y con autonomía propia, es decir, estas personas deseaban que en su territorio estuvieran las instituciones legítimamente establecidas y desde allí, ejercieran los gobernantes, tanto en lo civil como en lo eclesial, manteniendo sus particularidades, como por ejemplo la elección de un negro como alcalde pedáneo o de un sacerdote. Tras la muerte de Sancho Londoño, y luego de la adjudicación de sus bienes para la conformación del convento de las Carmelitas Descalzas de Medellín, es probable que los negros vieran esta situación como una oportunidad para lograr su libertad, ya que estaban prácticamente solos y era el negro José Antonio Londoño, quien tenía a su cargo el cuidado de toda la cuadrilla. Es probable también que las peticiones de los síndicos del convento a las autoridades para controlar los intentos de fugas y revueltas en San Jacinto produjera beneficios, como la compra de su libertad y la de su familia. Es así como entregó carta al esclavo José Antonio Londoño capitán de la cuadrilla perteneciente a la testamentaria de Don Sancho, y otros muchos de los cautivos que laboraban en esta mina lograron varios beneficios: Primero que las religiosas encontrarán en el capitán un aliado que les ayudaría con el manejo de la mina y el orden de los esclavos. Segundo, se logró establecer un precedente en cuanto a que era muy difícil que un negro liberto lograra llegar a ocupar cargos públicos, sin tener la capacidad económica para ello. Esta fue una estrategia de los religiosos (síndico y hermanas) para controlar la población negra, nombrando un negro en el cargo de Alcalde Pedáneo de San Jacinto, sin importar que estuviera endeudado por el pago de cartas de libertad, como fue el caso de José Antonio Londoño. Lo que se observa después de la muerte de Don Sancho Londoño es la manumisión de esclavos y venta de otros, que ya con el apellido Londoño pasaron a ser propiedad de otros dueños. Al parecer, en San Jacinto, venderles la libertad a los negros esclavos fue una política más rentable para el convento, porque con ello se evitaban las confrontaciones y los intentos de rebeliones, al mismo tiempo recuperaban un dinero por el pago de las cartas de libertad. Esto fue también la posibilidad para que los negros libertos accedieran a la posesión de minas Véase: Piedrahita, Historia Eclesiástica de Antioquia, Colonia e Independencia 1545-1828, p. 22. 330 y tierras. Con su trabajo independiente ya no sólo podían pagar su libertad y la de los suyos, sino que obtuvieron un excedente que les permitió un mejoramiento económico y social, que si bien no los igualaba a los “amos”, al menos podían negociar tierras y bienes directamente sin necesidad de intermediarios. Entre los negros libertos que tuvieron una condición económica privilegiada se encuentran José Antonio Londoño e Ignacio Timoteo Londoño, este último, de gran “aprecio” para los Síndicos del Convento de las Carmelitas, pues sus bienes eran considerables 4 y su edad avanzada. No es un secreto que la iglesia con las “donaciones” hechas en los testamentos, los pago de entierros, misas y entrega de objetos propios de los templos, obtuvieron posesiones que elevaron su poder no sólo espiritual, sino también su poder de control social y económico. Joaquín Londoño yerno de Ignacio Timoteo y Manuel María Londoño fueron otros ejemplos de libertos que accedieron a tierras y minas. En la primera centuria del siglo XIX, las diferencias entre los habitantes de San Jacinto y Petacas se hicieron más notorias. Existía un interés de los Síndicos del Convento en mantener la Aldea completamente independiente de Belmira, la vecindad que promovían entre los negros libertos era la de San Pedro, a ello se suma cierta autonomía pues tenían regidores propios y capilla independiente. Con la creación de la parroquia de Belmira en 1824, se agudizaron los conflictos, pues Belmira pretendía a toda costa dejar bajo su jurisdicción a la Aldea de San Jacinto. 6.1 Capilla y Viceparroquia en el Mineral de San Jacinto Las capillas creadas en las zonas mineras de la provincia de Antioquia durante el período colonial tenían como objetivo básico el adoctrinar a los negros esclavos que laboraban en las minas. En las Ordenanzas de Minas de las de Gaspar de Rodas se decretó que los dueños de minas debían construir capillas en sus minerales “para que los esclavos se junten de noche a En el capítulo 1 “Tierra y configuración de Belmira” se encuentran los testamentos de José Antonio Londoño e Ignacio Timoteo Londoño en ellos se aprecia los distintos bienes de su propiedad. 4 331 rezar el rosario y la doctrina, o cuando los propios curas pasan a ellos a hacerla para el cumplimiento de iglesia y en cada año pues estas deben siempre mantenerse para los fines insinuados, mayormente cuando la cuadrilla es grande”5 La capilla en el período colonial era un templo pequeño con altar dedicado a un santo o misterio de Cristo o de las advocaciones de la virgen María. 6 Algunas de las capillas pasaron a ser más tarde viceparroquias. Fue el caso de la capilla en la Aldea San Jacinto de Belmira, denominada la Viceparroquia de San Jacinto en el año de 1752, la cual perteneció inicialmente a don José Ignacio Gutiérrez y luego pasó a manos de don Sancho Londoño. Por lo general las viceparroquias eran capillas rurales, que servían de apoyo a las parroquias, en ellas se ejercía algunos oficios y se administraban los sacramentos. Las capillas eran designadas por el obispo mediante decreto para que fueran atendidas como centros de culto para ayudar al párroco, para administrar a los feligreses que vivían lejos del templo parroquial a donde el párroco difícilmente podía trasladarse por la distancia o por lo peligroso de los caminos y pasos de ríos y quebradas.7 En 1766 existían en Antioquia 17 parroquias y 64 viceparroquias. De las parroquias catorce dependían de Popayán y las conformaban 34.120 habitantes. La más numerosa fue la de Antioquia con 10.000 habitantes. Las parroquias existentes eran Antioquia, Medellín, Copacabana, Rionegro, Marinilla, San Pedro, el Valle de los Osos, Sopetrán, Arma, la Estrella, Buriticá, Sabanalarga, San Jerónimo y San Andrés. El obispo de Popayán, Obregón y Mena ordenó en 1770, al Vicario Superintendente de Medellín Juan Salvador de Villa y Castañeda hacer el censo de las parroquias y viceparroquias, con su ubicación, nombre del poseedor o peticionario, los nombres de los que 5 Francisco Silvestre, Relación de la Provincia de Antioquia. Traducción, introducción y notas David J. Robinson. Medellín. Secretaria de Educación y Cultura de Antioquia, 1988, p. 216 6 Javier Piedrahita. Pbro. Bodas de Oro. Templo Parroquial Nuestra Señora del Rosario Municipio de Bello, Medellín, 1998, p. 10. 7 Piedrahita. Bodas de Oro. Templo Parroquial Nuestra Señora del Rosario Municipio de Bello, p. 10. 332 concedieron las mercedes eclesiásticas. En el cuadro siguiente puede apreciarse los resultados que arrojó dicho censo. CUADRO No. 43 VICEPARROQUIAS DE LA PROVINCIA DE ANTIOQUIA, 1770 LUGAR VICEPARROQUIA Antioquia 5 Medellín 14 Copacabana 10 Rionegro 15 San Pedro y Petacas 6 Valle de los Osos 4 Sopetrán 2 Fuente: Pbro. Javier Piedrahíta. Bodas de Oro. Templo Parroquial Nuestra Señora del Rosario Municipio de Bello. 1997. p. 15 La Viceparroquia de San Jacinto perteneció al Dr. Don Sancho José Londoño, por merced que el señor don Francisco José de Figueredo había hecho a su padre el corregido don Sancho Londoño, el día 21 de marzo de 1752. Esta viceparroquia estaba ubicada a dos leguas y media de distancia de la parroquia de Belmira.8 Las viceparroquias trajeron algunos problemas debido a que fueron más numerosas que las parroquias, cada parroquia tenía varias viceparroquias lo que originó algunos problemas para la administración pastoral y sobre todo para las rentas de los párrocos, pues las viceparroquias eran el soporte económico para la construcción de las mismas parroquias. Las viceparroquias fueron miradas por las autoridades civiles como un problema para tener un control y adoctrinamiento de la población tanto desde el punto de vista civil como desde lo espiritual, al igual que para la recolección de impuestos y tributos. Al respecto el gobernador Francisco Silvestre decía, en su Relación de la Provincia de Antioquia en 1788 que: “Las Parroquias de Medellín.” Revista de la Universidad Pontificia Bolivariana.Vol. XXIV, Medellín, pp.423424. Y Repertorio Eclesiástico. pp. 545-546. 8 333 “De la abundancia de... capillas, o viceparroquias nacen varios males en lo espiritual, o civil: en lo espiritual, que a título de que tienen la misa cerca, no acuden a la parroquial los vecinos; aunque está mandado por el señor obispo que se les explique la Doctrina, por los capellanes, no lo hacen, o no se sabe como lo hacen. En lo civil es que teniendo misa en el campo los vecinos, no concurren a la ciudad o villa, no le toman apego a ella, ni tratan sin prejuicio de sus labranzas de fabricar casas en aumento de la población, con cuya frecuencia, se irían civilizando; sus hijos instruyéndose en la Doctrina cristiana, y política los jueces conociéndolos, y averiguar si trabajan, o no, y de qué se mantenían; y estos, y los párrocos administrándoles en lo temporal y espiritual.”9 Para dar solución al problema que se decía generaban las viceparroquias, Francisco Silvestre escribió al obispo de Popayán Obregón y Mena, solicitando que no concediese más licencias para viceparroquias, ya que él como gobernador nunca consentiría en ellas. Propuso como remedio el censo de las capillas y el examen de títulos y licencias, pidió que se dejaran solamente las indispensables, las que se justificaran por la distancia, por lo bien fabricadas, por el número de vecinos y las que mostraran que más adelante se convertirían en parroquias o poblaciones posibles de administrar civil y eclesiásticamente: “Sería muy oportuno que mandase el vicepatronato Real, que todos los que tuviesen capillas las presentasen dentro de un cierto término; que examinase las licencias, y que la que no tuviese [el permiso] conforme a las reglas del Real Patronato, se mandase desde luego profanar y demoler, para que con este ejemplo se mantuviere indemne el uso de sus regalías, y sirviese al ejemplo presente y futuro. Que aquellas otras capillas que aunque tengan las licencias en debida forma por haberse conseguido cuando todavía no había erigidas nuevas parroquias, no fuesen de fábrica decente, y adornadas con el aseo y gravedad que exige nuestra sagrada religión o que distasen menos de dos o tres leguas de la parroquial ( reconociéndolo por sí, siendo posible, y sin fiarse de informaciones) que de acuerdo con el eclesiástico, se profanen y demuelan, quedando a arbitrio de los dueños, el hacer o adornar con los muebles sus altares en la parroquia donde son feligreses: y que solo se permitan aquellas capillas con título de viceparroquias, que por más antiguas, por más distantes de la parroquial, por menos fabricadas, y decentemente adornadas, y por mayor número de vecinos inmediatos ofrezcan (con otras circunstancias) la segura esperanza de que con el tiempo pueda hacerse una nueva población, y parroquia, en que espiritual y civilmente puedan ser administrados (aclara el gobernador que estas disposiciones no cobijan a las capillas de los minerales, de las que hablan las Ordenanzas de Minas)”10 9 Silvestre. Relación de la Provincia de Antioquia, pp.211-214. Silvestre. Relación de la provincia de Antioquia, pp. 214-215. 10 334 Consideramos que de acuerdo a los expuesto hasta el momento y basandonos en las fuentes consultadas que las disposiciones de Silvestre fueron aplicadas arbitrariamente en la Aldea de San Jacinto cincuenta años después, cuando en la visita eclesiástica11 realizada a Belmira en el año de 1837 por el Sr. Dr. Juan de la Cruz Gómez Plata Obispo de Antioquia, determinó que se eliminara la capilla de los minerales de San Jacinto: “En las capillas que antes se denominaban San Jacinto […], no se podrá en adelante celebrar la misa ni ejercer ningún otro oficio público religioso, y el cura queda autorizado para recoger todas las alhajas, imágenes y muebles de ellas, siempre que no se le acredite que son de propiedad particular y aplicarlas a esta iglesia. También podrá demoler los edificios, si acaso no se le prueban que pertenecen a alguno, y en su lugar se colocará una cruz. En la iglesia se colocará un altar correspondiente a la imagen que en ella se veneraba.”12 Decimos arbitrariamente por que la capilla primero, estaba exenta de esta disposición por las Ordenanzas de minas, en las que como veíamos anteriormente, determinaron que se construyera capilla en los minerales y máxime cuando la cantidad de cuadrillas y número de esclavos así lo ameritaban, como era el caso. De la Aldea de San Jacinto. Segundo porque dicha capilla que paso a ser viceparroquia cumplía con la mayoría de los requisitos para su funcionamiento tales como tener licencia expedida por el obispo, pues según el censo de 1770 ordenado por el Obispo de Popayán la Viceparroquia de San Jacinto, tenía licencia y perteneció al corregidor Sancho Londoño por merced dada por el señor Dr. Don Francisco José de Figueredo en el año de 1752.13 Tercero La construcción estaba en buenas condiciones y dispuesta de imágenes y ornamentos, por último el número de habitantes era considerable, pues había cerca de 100 familias. La inconformidad por parte de la población desde que se conoció tal disposición fue El objetivo de la visitas eclesiásticas era cuidar y proponer “... la mejora de las costumbres el arreglo y decoro del culto, la comunión de los vivos, la más exacta observancia de la disciplina eclesiástica y la conservación santa y pura de los dogmas revelados por Jesucristo y enseñados por la iglesia. Véase: Archivo Curia Arquidiócesis Santa Rosa de Osos. Libro de Autos Pastorales- Vicaría Foránea. Providencias- Comunicaciones. 1837- 1963. Belmira. septiembre 21 de 1837. Visita Eclesiástica. 12 Archivo Curia Arquidiócesis Santa Rosa de Osos. Libro de Autos Pastorales - Vicaría Foránea. ProvidenciasComunicaciones. 1837- 1963. Belmira. 21 de septiembre de 1837. Visita Eclesiástica. Numeral 8. 13 “Las Parroquias de Medellín.”Revista de la Universidad Pontificia Bolivariana.Vol. XXIV,Medellín. p. 423424. y en Repertorio Eclesiástico. pp. 545-546. 11 335 inmediata, los conflictos y las reiteradas quejas de que la población de San Jacinto presentaba una oposición a recibir debidamente los mandatos religiosos, por parte de los curas de Belmira, ya eran abiertamente conocidas. En el año de 1836 José Gregorio Londoño fue apresado por el Juez y el Cura de Belmira, lo que indica (según documentos de petición de aclaración de procedimiento hecho por el mismo José Gregorio) que existía una intriga entre los pobladores de la Aldea y los dirigentes religiosos de ambos lugares (San Jacinto y Belmira respectivamente.) El documento de petición de aclaración dice así: “José Gregorio Londoño, vecino de la parroquia de San Pedro, cantón de Santa Rosa, ante usted como más halla lugar en derecho y con mi acostumbrado respeto digo: Que al mío y para efectos que me convienen la justificación de Ud. Se ha de servir admitir y recibirme esta información de modo hecho, de los testigos que los son los señores: Bartolomé Jaramillo, Rafael Duque, José Manuel Villa, Francisco Calle, José María Londoño y Gregorio García. Declaren de los siguientes interrogantes: 1. Declaren sobre el conocimiento de mi persona y si conmigo les toca las generales de la ley. 2. Digan los dos primeros Jaramillo y Duque, si el día 6 de Noviembre último cuando pasaba a la ciudad de Antioquia en frente de la Viceparroquia de San Jacinto, me encontré con el Juez Primero Parroquial Pablo Villa y el señor cura Párroco Juan María Rojas. 3. Si luego que me encontraron les previno el dicho Juez, diciéndoles a los que declaran que me cogieran, y si a la sazón me persiguieron acompañados del Juez, atacándome hasta el estado de tener que tirarme por un barranco a las corrientes del río Chico, y si allí se me ahogó el calzón y sombrero y si igualmente se tiraron a las aguas los que declaran con el dicho Juez y así me siguieron hasta encerrarme en una barranca, en donde me aprendieron y si allí le antepuse al juez, el habérseme también ahogado 6 pesos que envueltos llevaba en el bolsillo de mi calzón. 4. Si allí me atrincaron y amarraron con una cuerda y así me redujeron como a un loco a distancia se siete leguas hasta ponerme en la cárcel de la Parroquia de Belmira de ambos. Pues en un cepo y si allí permanecí hasta los nueve días en que se puso en libertad. 5. Declaren los cuatro testigos restantes, si en los nueve días de prisión que sufrí, hicieron de cuerpos de guardia los que declaran: cuatro en el día y 6 en la noche, puestos por el referido Juez Parroquial. Y si estaban armados. 6. Si les consta que hasta los tres días por la noche no se pasó la boleta de prisión y hecho que sea, pido se me devuelva para los fines indicados por ser de derecho y justicia justo lo necesario. 336 Otro si digo que declaren los testigos Jaramillo y Duque si luego que me alcanzaron me mando el Juez a nombre del estado presentase un cuchillo que llevaba al cinto y un palo, con que bordoneaba el camino y si lo verifique luego que fui requerido.”14 La orden de eliminar la capilla de San Jacinto había sido dada desde años antes a esta visita, pues en ella las autoridades eclesiásticas ya manifestaban su preocupación y tomaron algunas mediadas al respecto: “Hemos extrañado y oído con dolor de nuestro corazón que los feligreses habitantes en el sitio de San Jacinto, se manifiestan remitentes y resisten el reconocer al cura de esta parroquia por su pastor y el director de sus almas hallándose comprendidas dentro del recinto del territorio que se asignó a este distrito y no pudiendo mirar con indiferencia u abuso semejante, mandamos al cura les amoneste bajo precepto de obediencia, y les conmina con las penas eclesiásticas, si acaso continúan en su resistencia, el que ocurran a esta iglesia por todos los auxilios espirituales y le reconozcan por párroco contribuyéndole con las avenciones establecidas por el arancel; pero con preferencia usará las medidas suaves que estén a su alcance, para lograr que esta parte de su iglesia no permanezca descarriada y separada del redil donde debe encontrar todos los auxilios y bienes que brinda la iglesia.”15 Después de esta visita las alhajas de la capilla de San Jacinto fueron conducidas a la parroquia de Belmira. El decomiso de las alhajas genero a partir de 1838 un sin número de pleitos e intereses. Los síndicos del Convento de las Carmelitas buscaron recuperar lo que por derecho, según ellos, les pertenecía por donación que les hizo el Pbro. Dr. Don. Sancho Londoño de la capilla y las alhajas en ella existente. Esta institución buscó de inmediato la recuperación de los objetos de la capilla para lo cual eligieron como vocero a José Gregorio Londoño, regidor de la Aldea y además la persona más próxima a los síndicos, como lo muestran las cartas que le dirigía el Pbro. Salustiano Upegui16 en donde se demuestra que existía cierta familiaridad 14 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No. 1. Caja general No. 17. Cuadernillo suelto con 7 hojas. Años 1835-1837. José Gregorio Londoño. Diciembre 9 de 1836. 15 Archivo Curia Arquidiócesis Santa Rosa de Osos. Libro de Autos Pastorales - Vicaría Foránea. ProvidenciasComunicaciones. 1837- 1963. Belmira 21 de septiembre de 1837. Visita Eclesiástica. Numeral. 12. 16 El Pbro. Salustiano Upegui figura como síndico del Convento de las Carmelitas en el año de 1838. Al respecto Véase Archivo Judicial de Santa Rosa. Juzgado del Circuito No. 1. Cuadernillo suelto con 14 folios. Años 1838-1842. 337 entre éste último y toda la familia de Gregorio,17 los saludos y las peticiones de larga vida hacían ver una proximidad entre ambos. La siguiente carta da testimonio de ello, en ésta podemos ver que entre los propietarios de minas se dieron disputas por derechos de agua y linderos de los terrenos18, igualmente, se observa el poder y voz que en ese entonces tenían los curas de San Pedro para manejar todo tipo de asuntos en esta Aldea. “Gregorio: Tomo la pluma con el objeto de decirte que el viernes de la semana anterior se verificó la contestación de la demanda con el Presbítero Rojas. De ella resultó que el señor vicario lo obligó a que entregase las alhajas pertenecientes a la capilla de San Jacinto, con obligación de hacerlas conducir de Belmira hasta dicha capilla, por esto pues te faculto en la más bastante forma para que las recibas, dando a mi nombre el recibo correspondiente de ellas. Yo creo conveniente con algunos compañeros tuyos te presentes en Belmira para que vean los Petaqueros que no se quedo sin efecto el viaje que hicimos allí. No permitas que las alhajas quede algunas de ellas en esa iglesia, pues hasta lo más mínimo debe venir de allí. Dicho presbítero Rojas va ha hacer la entrega cuidando de que el mismo valla donde Escudero para que entregue las que están en su poder haciéndolas conducir a tu capilla. Al viejito Ignacio Ignacio Timoteo Londoño le dirás que bien puede echar el agua de la mina que si el Negro Manuel Maria Londoño lo demanda en Belmira que le niegue la Jurisdicción a los jueces de allí, ofreciendo contestar la demanda que le ponga ante los parroquiales de San Pedro a cuyas autoridades están aun sujetos; que yo estoy pronto a defenderle la cuestión, pues es una injusticia lo que ese mulato pretende, como que al fin verá un triste desengaño. Salúdame a tu esposa y tus muchachos y a Taita Ignacio Timoteo y en el entre tanto pido a Dios te guarde muchos años. Síndico del Convento del Carmen. Salustiano Upegui.”19 En la siguiente carta del Pbro. Salustiano le reitera nuevamente a José Gregorio que él arreglará el asunto del agua de la mina de Ignacio Timoteo Londoño y muestra como las instituciones religiosas adquirieron poder económico mediante el crédito. En este caso muchos de los esclavos de San Jacinto adquirieron su libertad pagándola por cuotas al igual que sus 17 Gregorio y su familia eran negros libertos que pertenecieron a la cuadrilla que Sancho Londoño donó al convento de las Carmelitas. 18 Véase: capítulo 1. “Tierra y configuración de Belmira” de esta monografía. 19 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del Circuito No. 1. Cuadernillo suelto con 14 folios. Años 1838-1842. Carta dirigida al Señor José Gregorio Londoño por el síndico del Convento de las Carmelitas. Medellín, noviembre 26 de 1838. 338 propiedades, se aprecia también los medios de que se valían los curas para presionar el pago de las cuotas: “... Se te cumplió el primer plazo de la deudas de las monjas el treinta del mes pasado, más me apuran que yo te prevengo que el martes de la entrante semana a más tardar vengas con el primer contado en buen hora. Apúrame a Manuel María Solano para que no me haga falta en este mes y a todos los demás que no se dejen coger de la noche porque los espanta el brujo y le resulta mal de gota coral; interesante mucho en protegerme el viejito Ignacio ayúdale a defenderse de ese tunante de Manuel María Londoño hace un lugarcito y fomenta un convite para que le echen el agua a la mina del viejito Ignacio que no importa que ese juez animal de Petacas haya dicho que suspendan eso, nada importa, pongan la agua que yo lo mando, y si acaso hubiese algún resultado se me dará aviso inmediatamente pues estoy resuelto a hacerle morder el polvo a ese negro insolente. Salúdame a María, las muchachas y demás de tu casa y dios te guarde muchos años.”20 Gregorio Londoño en petición al Juez de Belmira decía en 1842 que las alhajas de la capilla que de San Jacinto se habían llevado para Belmira debían ser devueltas ya que pertenecían a las madres monjas del Carmen, y que además dicha viceparroquia de San Jacinto pertenecía a la parroquia de San Pedro, por lo tanto las alhajas no eran de propiedad de la parroquia de Belmira.21 Las autoridades eclesiásticas siempre vieron con malos ojos la irreverencia y la resistencia de los negros de San Jacinto a ser adoctrinados. Por ello, siempre pidieron a la autoridad civil su apoyo, para que fueran arrestados ante las revueltas que hacían en protesta no solo del adoctrinamiento, sino del mal trato al que eran sometidos. El albacea de la testamentaria de Sancho Londoño, José Antonio Martínez de Celis pedía en el año de 1786, un comisionado para que se castiguen los esclavos: “...con el debido respeto digo que entre los bienes propios que fincaron por el fallecimiento del expresado de mí parte se apreció y se inventario la mina de San Jacinto con la cuadrilla de esclavos que sujetaba, y como entre estos se ha 20 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos. Juzgado del circuito No. 1. Cuadernillo suelto con 14 folios. Año de 1838-1842. carta dirigida al Señor José Gregorio Londoño. por el síndico del Convento de las Carmelitas. Medellín, Diciembre 6 de 1838. 21 Archivo Judicial de Santa Rosa de Osos Juzgado del circuito No.1. Cuadernillo suelto con 14 folios. Años 1838-1842. 339 experimentado que intenten sacudir el yugo de la servidumbre negando a la sujeción de esfera, queriendo aclamarse libres sin documento correspondiente que puedan apoyar su intento, resultando un general desorden de este cuerpo, como asimismo el mal ejemplar que fuesen a las demás cuadrillas que comprenden los minerales de esta provincia […] Pido que les den los aditamentos necesarios al Don Antonio Londoño, minero de esta cuadrilla, u a cualquier otro, a cuyo cuidado se tenga por conveniente para que pueda prender y arrestar a cualquier esclavo[…]”22 La solidaridad entre los esclavos para librarse de los malos tratos y del duro trabajo fue frecuente, veamos un caso en el que los negros de San Jacinto apoyaron la huida de unos esclavos de San Pedro. “Como resultado de la fuga de unos esclavos, a quienes seguí y habiéndolos encontrado en las montañas de Río Grande, al regresarme con ellos, me asaltaron sus hermanos y en pos otros libertos del difunto Doctor Don Sancho Londoño, en los cascajeros de San Jacinto.”23 La lucha de José Gregorio Londoño fue ardua y persistente, en los años de 1851 y 1852 trató de evitar que se eliminara la capilla de San Jacinto y buscó los medios para que fuera declarada curato o se adjuntara a otra parroquia como la de Entrerríos o la de San Pedro. La persistencia de la iglesia, especialmente de los Franciscanos, para eliminar la capilla San Jacinto fue llevada hasta las máximas instancias, pues llevaron la petición a las autoridades civiles quienes argumentaron que al eliminar la capilla se eliminaba automáticamente la Aldea, lo que les era perjudicial ya que la Aldea representaba impuestos y no era despreciable la población que allí existía, aproximadamente 100 familias conformaban el poblado. Los argumentos de la iglesia seguían siendo cada día más insistentes y se proponían no dar tregua a los habitantes de San Jacinto. En 1843 se realizó una nueva visita eclesiástica a Belmira por el mismo Juan de la Cruz Gómez Plata, en ella se cercioró que su orden de 1837 de abolir la capilla de San Jacinto no había sido cumplida, para lo que expidió unas disposiciones más contundentes: 22 AHA. Fondo Esclavos. Tomo 31. Doc. 1023. Con 2 folios. Año 1786. AHA. Fondo Criminal. Doc. 14. Caja B-101. Legajo 1800-1810. comunicado de petición dirigido por Don Graceliano de Lorza, dueño de mina y cuadrilla en la jurisdicción Medellín y vecino del sitio de San Pedro, al 23 340 “Ordenamos y mandamos, que se demuela la capilla de San Jacinto y en su lugar se ponga una cruz; pero si los dueños de ella quisieren destinarla a otros objetos profanos, el cura previamente la profanará rajándole las paredes y el pavimento; más sino la destina a estos no permitirá el cura la existencia de ella, ni que allí se de culto público a ninguna imagen, prohibiendo el modelar campanas o instrumentos para convocar a los a los fieles a reunirse en ella. Si a pesar de esta prohibición aún se notan abusos, el cura se valdrá de la autoridad política para extirparlos. También prohibirá el cura se recaude ninguna limosna para esta capilla, y no dará noticia de lo que haya colectado para exigir la responsabilidad de quien la haya pedido.”24 Sobre las alhajas que habían sido llevadas nuevamente a San Jacinto se decía en el artículo 8 de la visita de 1843, que fueran trasladadas a la iglesia de Belmira: “Se harán traer nuevamente a esta iglesia las alhajas y ornamentos de la capilla de San Jacinto, a excepción del altar, una campana de cobre, y las imágenes de Nuestra Señora de los Dolores, San Luis de Gonzaga, San Estanislao y San Ignacio como que son de propiedad particular. Si alguno quisiera reclamar con este carácter otros de los bienes de dicha capilla esta reclamación se hará ante nosotros para resolverlo convenientemente. El cura amonestará constantemente a los fieles que residen en el distrito de dicha capilla a efecto de que le reconozcan por su legítimo párroco.”25 El 2 de octubre de 1847 se realizó otra visita eclesiástica a Belmira. Según la observación que hicieron estas autoridades, la capilla de San Jacinto estaba sin demoler y no le había resultado dueño particular, por lo tanto dispusieron que: “[…] no pueden practicar en esta ningún acto religioso en todo caso de que ella quede profanada y si creen tener derecho en ello lo comprueben con documento auténtico, a lo más tarde dentro de un mes, pasado el cual precederá a la destrucción del edificio, vendiendo las tejas y todos los materiales con las solemnidades legales, y a favor de la iglesia parroquial y los ornamentos, alhajas y muebles que resulte de propiedad particular se entregarán a su dueño.”26 alcalde pedáneo de Petacas Gregorio de Villa. 24 Archivo Curia Arquidiócesis Santa Rosa de Osos. Libro de autos pastorales. Vicaria Foránea. Providencias. Comunicaciones. Año 1837 a 1963. El Dr. Juan de la Cruz Gómez Plata. Visita eclesiástica a Belmira 1843. Fol. 7r Art.7. 25 Archivo Curia Arquidiócesis Santa Rosa de Osos. Libro de autos pastorales. Vicaria Foránea. Providencias. Comunicaciones. Año 1837- 1963. El Dr. Juan de la Cruz Gómez Plata. Visita eclesiástica Belmira, 1843.Fol. 7r Art. 8 26 Archivo Curia Arquidiócesis Santa Rosa de Osos. Libro de autos pastorales. Vicaría Foránea. Providencias. Comunicaciones Visita Eclesiástica a Belmira. Octubre 2 de1847. Art. 14 341 En San Jacinto como lo muestra la información, había conformada una viceparroquia, así la iglesia y las autoridades civiles se empeñaran en desestimarla, negarla o desaparecerla, ya que: “[…] el artículo 20 del auto de visita expedido por el ilustrísimo señor Dr. Don Ángel Valverde en San Pedro a 8 de febrero de 1792, que ella era tenida como viceparroquia desde entonces, y por consiguiente que no ha podido ser enajenada por ningún particular y que su calidad de tal pertenecen a la iglesia parroquial de donde depende; y estando por otra parte aprobado por el supremo gobierno nuestro auto de visita de 1843 en el cual se previno en el artículo 7º se demoliera esta capilla”27 La iglesia tomó nuevas medidas en 1847 ante la negativa de la población a que el cura de Belmira les impusiera el sacramento que establece la religión católica: “El cura obligue a los feligreses, y si fuere necesario hasta gobernación para que obligue a los habitantes de la fracción de San Jacinto a cumplir con los deberes que tienen como feligreses de esta parroquia, pues es bien extraño que ni el bautismo hayan querido que reciban sus hijos de la mano de su párroco, ni de nadie otra sino de una persona lega e ignorante, que acaso no sabe las formas con que deba administrarse y además, no reciban ellos de su cura ningún otro sacramento, ni sepultar los cadáveres en el cementerio de su parroquia, ni en ello practiquen ningún deber religioso, todo lo cual es absolutamente contrario a las leyes eclesiásticas y civiles.”28 Los bienes de la iglesia y las alhajas de la viceparroquia de la que venimos haciendo referencia, estaban allí desde 1764 los cuales fueron inventariados y avaluados en el año de 1851, por orden de su regidor Eusebio Barrientos, dicho avalúo arrojó la siguiente información: 27 Archivo Curia Arquidiócesis Santa Rosa de Osos. Libro Comunicaciones Visita Eclesiástica a Belmira. Octubre 2 de 28 Archivo Curia Arquidiócesis Santa Rosa de Osos. Libro Comunicaciones Visita Eclesiástica a Belmira. Octubre 2 de de autos pastorales. Vicaria Foránea. Providencias. 1847. Art. 14. de autos pastorales. Vicaria Foránea. Providencias. 1847. Art. 15. 342 CUADRO No. 44 AVALÚO IGLESIA SAN JACINTO, 1851 OBJETO La iglesia de tapias, techo de teja, sus frentes de adobe acalados y lo mismo por otras Campana El patrón titular por San Jacinto y dos velas que lo cubren Imagen Nuestra señora de Chiquinquirá del Rosario y 2 velas Nuestra señora de los Dolores esmaltada y dos velas San Luis Gonzaga San Estanislao Nuestra Señora de Santa Bárbara Nuestra Señora de Santa Bárbara(la cabeza) Nuestra Señora de la Candelaria de Bulto San Miguel de retablo 3 imágenes del santo Cristo 29 alcayatas de hierro de peso 6 candeleros de metal 6 candeleros de madera dos andas La mesa mayor de altar La tarima del orador 12 flores de adorno 64 candeleros de barro 3 mesas 3 atriles El niño Jesús 2 estaños Un tabernáculo de madera dorado Púlpito de madera Dos pilas El coro de tablaza Dos arañas Dos rejas de ventanas La puerta de sacristía La Puerta mayor de la iglesia y su cerradura en un onza 15[ilegible] del vía crucis 4 esterillas de chingal Una alfombra y una esterilla Una cruz de palo dorado Valor en $ 2000 20 40 50 120 8 8 20 1 20 1$, 4 reales 10 29 7 8 9 16 2 3 2 9 3 8 10 210 18 4 16 2 16 8 16 7$, 3 tomines 5 6 reales 1 343 OBJETO Estandarte La cruz alta en impreso 2 seriales Una reja de confesionario El cáliz dorado y ornatos La patena Dorada 2 tinajeras con su platillo La campanilla de altar Un misal Dos palios labrados 4 manteles Una casulla blanca Una casulla colorada Una capa de coro 6 frontales Un jarro de bautizar El alba y un [ilegible] Un bonete Loza para dar comunión El cajón de ornamentos TOTAL Valor en $ 3 11 1$ 1 real 1 62 10 1 1 24 8 7 18 19 80 12 2.5 22 1$, 4 reales 1 9 3000$,11reales,3tomines Elaborado a partir de: AHA. Fundaciones. Tomo 44. Doc. 1388. Año 1851. Año económico de 1º de septiembre de 1851 a 31 de agosto de 1851 Fol. 77r-78v Este avalúo hizo parte de los argumentos de los habitantes de San Jacinto para demostrar que tenían con que crear allí un curato y fundar una población. Para 1851 contaban con cárcel, medios para subsistir, fondos para costear las labores del cura entre otras ventajas, veamos: “El regidor de San Jacinto y vecinos ante usted decimos que poniendo en sus manos el censo de minas de la parroquia pues tenemos los principios más necesarios de fundación como son las siguientes: la iglesia paramentada como consta, casa de cárcel y pieza para despachar... Se solicita el nombramiento de cura para la Aldea de San Jacinto, el cura que pedimos es el señor presbítero Tomás María Elara el que está presente a servir y nosotros a sostenerlo con lo necesario. Pues queda distante de Belmira y además, el censo muestra más de 100 familias los cuales carecen de atención 344 espiritual, y deben ir a Belmira para bautizos y llevar los cadáveres al cementerio de Belmira.”29 Sin embargo, pese a todas estas argumentaciones y facilidades que tenía la Aldea para ser parroquia el gobernador se negó rotundamente a darle dicho título, en parte avalado por la iglesia que como vemos, no apoyó estas solicitudes. Este fue el precio que tuvo que pagar, no sin luchar, la población sanjacintana por ser negra y querer defender, en parte, su identidad, ritos y costumbres, las cuales aún querían conservar de sus ancestros africanos, pero el “blanco” y la institución de la iglesia olvidaron que eran de otra cultura y tras su poder les impusieron la suya. La justificación del gobernador para no decretar la fundación de la parroquia era “la pobreza de los habitantes de San Jacinto, quienes no podrían pagar al cura”30 es decir, que cualquier argumento de la población por válido que halla sido no fue tenido en cuenta, porque los que ostentaban el poder no permitieron que esta población lograra autonomía en su administración. José Gregorio Londoño, uno de los habitantes que, en su función de regidor de la Aldea insistió y luchó porque en San Jacinto se creara un curato, manifestó en carta dirigida al gobernador en 1851 su inconformidad al saber la noticia que éste no se crearía, y que en esta decisión influyeron los curas de Don Matías, San Pedro y Belmira , los señores Mariano Antonio Sánchez, José María Velilla y Vicente Ceballos respectivamente, quienes argumentaron que la población de la Aldea se negaba a recibir los sacramentos religiosos, además del desorden que originaban sus habitantes con sus prácticas religiosas en el culto, otra de las razones, era que ya ellos tenían orden del obispo desde las visitas eclesiásticas para eliminar la capillas si las alhajas pertenecían a la parroquia de Belmira, o profanarla y excomulgar a los pobladores de San Jacinto si las joyas pertenecían a algunos pobladores. 31 29 AHA. Fondo Fundaciones. Tomo 44. Doc. 1389. Fol. 83r- 87-r. Año 1851. Censo de la población de la aldea de San Jacinto. Fechado su último auto marzo 9 de 1851. Regidor: Eusebio Barrientos. José Gregorio Londoño. José Domingo Londoño. Juan Nepomuceno Cortinez, vecinos de la Aldea. Fol. 83r. 30 Véase AHA. Fondo Fundaciones. Tomo 44. Doc. 1389. Fol. 87r. Año 1851. 31 AHA. Fondo Fundaciones. Tomo 44. Doc. 1390. Fol. 109r- 109v. Año 1852. Expediente y documentos levantados sobre la eliminación de la capilla de San Jacinto. Fechado su último auto agosto 11 de 1851. 345 La carta que José Gregorio dirigió al gobernador dice así: “... haciendo uso del derecho de petición que me concede la constitución respectivamente os represento: que si de una manera positiva que por los tres curas de San Pedro, Don Matías y Belmira se ha solicitado la profanación y demolición de la capilla de la citada Aldea de San Jacinto; capilla que a piedad y liberalidad de uno de nuestros antepasados(Dr. Sancho Londoño) levantó a su costa y que a sido sostenida por el solícito cuidado y constancia de todos los vecinos de aquel lugar a pesar de todos los medios y maquinaciones de que habían salido algunos individuos enemigos del progreso de la Aldea llevados únicamente de pasiones mezquinas y de intereses personales, tratando así de persuadir la inconveniencia y los males que resultan de la existencia de la mencionada capilla. Y parece increíble ser que se haya tomado tanto interés por hombres que se dicen cristianos en que se eche por tierra, sacar del señor, un lugar de oración y que está destinado por tributarle el culto que le es debido y para[...] en todos los países del mundo; pero más increíble estudian que esto se intenta ahora por los ministros de su misma religión toda de parcialidad a quienes les confió la urgente misión de enseñar la doctrina santa por el divino maestro, faltando así a sus más sagrados deberes tratando de que se destruya un edificio que sirve para la reunión de los fieles y que la iglesia tanto empeño ha tomado siempre en que construya por convenir tanto a los progresos de la fe católica y de la santa doctrina de su Excelencia. Yo no vi cuales ser los males que resulta de la extinción de la capilla en San Jacinto y mucho menos ahora que ya no es una cosa particular por la sesión que hicimos todos los donatarios de Don Sancho Londoño; su fundador.”32 Es indiscutible que la lucha que durante mucho tiempo se libró en la Aldea de San Jacinto fue el interés económico que tanto las autoridades eclesiásticas y civiles tuvieron en el poblado, también es preciso decir que las consideraciones de tipo racial pesaron demasiado en el afán de abolir la aldea. Es casi un acontecimiento sui generis, que muestra la manera como un conglomerado de negros libres logró establecerse independientemente, con sus regidores propios y los sacerdotes que ellos mismos nombraban, para cumplir su sincretismo religioso de un modo más libre. La oposición presentada por la iglesia, vista desde la documentación, aparece siempre parcializada, sin argumentos contundentes y sólo apelando a su poder hegemónico. Hasta el último momento de la disputa, los clérigos estuvieron totalmente de acuerdo con la eliminación de la capilla, y por consiguiente de la aldea como entidad civil y autónoma, las cartas dirigidas al gobernador aclamaban su inmediata desaparición: 32 AHA. Fondo Fundaciones. Tomo 44. Doc. 1390. Fol. 99r-99v. Expediente y documentos levantados sobre la eliminación de la capilla de San Jacinto. Fechado su último auto agosto 11 de 1851. 346 Vicaría Cantón de Santa Rosa. Julio 20 de 1852. Señor Gobernador de esta Provincia. Par cumplir con la orden de usted fechada 6 del presente mes oficie a los señores presbíteros Mariano A Sánchez y José María Velilla cuyas contestaciones remito a usted […] También remito al señor Gobernador, los documentos que he encontrado en el Archivo de esta Vicaría, los cuales pueden establecer la cuestión acerca de la capilla de San Jacinto. Atendidas las razones en que se fundó el ilustrísimo señor Obispo Don Juan de la Cruz Gómez Plata para hacer demoler o profanar la capilla de que se trata. Compáralo al perecer de los curas franciscanos que en esto han intervenido y oída la voz pública sobre la conducta que se observa en aquella capilla por los vecinos de San Jacinto, debo decir francamente, señor gobernador, y es este mi concepto; que atendiendo a la majestad, la derecho público, es conveniente o diré mejor necesario hacer desaparecer este motivo de escándalo. Para conocer las conveniencias de esta resolución, será preciso señor gobernador presenciar los desordenes que el público lamenta y que son cometidos precisamente por la permanencia de la mencionada capilla, finalmente, por la utilidad de la iglesia y de los vecinos de San Jacinto. Creo muy justo este procedimiento. Queda así contestado el oficio de usted y del que hice mención al principio. De usted atento servidor Joaquín González. .33 Este episodio de la historia de Belmira a repercutido en el tiempo, de tal modo que en la actualidad los habitantes del antiguo poblado de San Jacinto aun con marcados rasgos de población negra y en su mayoría Londoños, no se involucran directamente en la vida social, política y económica de la cabecera municipal de Belmira, también son tratados por algunos belmireños como “negros playeros pendencieros”, y hoy por hoy, sus actividades están más directamente relacionadas con la población de San Pedro. 33 AHA. Fondo Fundaciones Tomo 44. Doc. 1390. Fol. 105r- 106rv. Año 1852. Expediente y documentos levantados sobre la eliminación de la capilla de San Jacinto. Comentarios finales La explotación aurífera fue el eje fundamental de asentamiento y población de Belmira desde la época colonial, asentamiento que se inició bien temprano, desde 1630 ya se estaban dando los primero cateos de minas de aluvión. Se localizan en el nacimiento del río Chico siguiendo su cuenca y aprovechando todas las quebradas tributarias para la búsqueda del oro. Fue también con la minería que se inició el proceso de apropiación de la tierra en los diferentes lugares de la antigua Belmira iniciándose con ello la conformación de partidos, parajes y sitios que dieron origen a la división político-administrativa del municipio que aún hoy se conserva. La fuerza de trabajo utilizada para la explotación de las minas fue primordialmente la mano de obra esclava, organizada en cuadrillas, las cuales funcionaban con una estructura jerárquica interna que facilitaba su manejo, optimizaba la producción de la mina y los resultados para el dueño de la cuadrilla. Para el caso de Belmira se utilizaron esclavos que llegaron directamente del continente africano para trabajar en las minas y reproducirse, proporcionando más fuerza laboral para los amos. Los antiguos dueños de cuadrillas y minas en la zona, tenían como política no mover o trasladar sus cuadrillas a lugares distantes de Belmira (Salvo las excepciones cuando vendían algún esclavo y lo llevaban a otros centros mineros), con ellos buscaban que sus propiedades como las empresas mineras se perpetuaran y fueran dirigidas por sus hijos o allegados. Las herencias en minas y en esclavos favoreció entonces que se consolidara el asentamiento poblacional en Belmira, lo que posibilitó la formación de la parroquia y posteriormente la erección del municipio. En este proceso hubo una transición del régimen esclavista a una sociedad de negros y mulatos libres, que con su trabajo independiente pudieron acceder a las propiedades y formar una sociedad con sus particularidades en aspectos como el económico, político, religioso y social. 348 Con la progresiva manumisión de los esclavos y el consecuente aumento de población negra libre, se dio una ocupación más amplia de la tierra, con el propósito de seguir explotando las minas de aluvión que se iban descubriendo en las quebradas tributarias del río Chico, y posteriormente, se asentaron en esos territorios levantando sus casas y diversificando las actividades económicas como la minería, la agricultura y la ganadería. La propiedad sobre la tierra se dio, generalmente, mediante la compra, la herencia, las capellanías (muy comunes en el Partido de Río Chico), y en contados casos, por medio de mercedes otorgadas a negros libertos. El grupo poblacional y la conformación familiar de Belmira durante la colonia y parte del siglo XIX fue fundamentalmente de gente negra. Africanos, negros criollos y mulatos formaron los núcleos familiares de muy diversas maneras. Los amos blancos al estar ausentes totalmente o por temporadas de la región, disminuyeron su presencia como grupo social en la zona. La población mestiza aunque estuvo presente sólo fue en un porcentaje mínimo y el grueso de la población siempre fueron negros y mulatos producto, estos últimos, de las relaciones ilícitas de los blancos con los esclavos y negros libres. El promedio de hijos de las familias belmireñas era aproximadamente de tres. La zona se caracterizó por las relaciones ilícitas, los hijos naturales y por tanto el madresolterismo. Es de destacar que Belmira, al igual que otras localidades, formadas u originadas a partir de su riqueza minera, la población esclava negra estuvo sujeta a ciertas normas muy particulares que regulaba con severidad todo el comportamiento. Una de ellas era que les era prohibido movilizarse sin autorización de los amos, relacionarse con ellos en juegos o fiestas, poseer propiedades u objetos suntuosos como alhajas, entre otros. Por este motivo quizá se dio en la región un poblado de negros esclavos y libres llamado la aldea de San Jacinto. La Aldea de San Jacinto fue una zona rica en oro y disputada por las autoridades tanto eclesiásticas como civiles. Esta aldea tuvo la particularidad de ser gobernada por los mismos negros libertos, quienes desempeñaron cargos tales como el de alcalde Pedáneo y regidores, cargos a los cuales era difícil que accediera un negro, específicamente por dos razones fundamentales: una por su condición social de esclavo, y otra por estar excluidos debido a su 349 carencia de recursos y pobreza, fruto de la explotación del amo que le impedía tener algún bien. Los pobladores de la aldea lucharon contra los mandos religiosos para que se les permitieran desarrollar plenamente su vida civil y religiosa a su manera, con autonomía en la elección de sus mismos sacerdotes y mandatarios civiles, ya que tenían capacidad suficiente para contribuir al fisco y responder con los diezmos exigidos. Además, el número de pobladores era considerable cerca de cien familias conformaban la aldea. Sin embargo, a pesar de todas las luchas que libraron los habitantes de San Jacinto, la aldea fue eliminada y adicionada a la parroquia de Belmira, antigua Petacas. En este ejercicio investigativo quedan muchos aspectos de la historia colonial de Belmira, que lamentablemente, debido a lo dispersas que se encuentran las fuentes documentales y a los requerimientos económicos que exige una investigación de esta índole, no fue posible desarrollar. Algunas de las temáticas que quedan abiertas para futuras investigaciones, entre otras muchas, son: Al revisar las fuentes sobre Belmira se encontró que algunos negros libertos pudieron acceder a las minas, a las tierras, ganados y viviendas, pero al momento de morir, muy rápidamente eso bienes quedaron en manos de algunos albaceas, de la iglesia y una pequeña porción de ellos en los descendientes o herederos, este es un tema que bien se puede ampliar en una futura investigación, utilizando para ello los testamentos; documentos que aportan mucha información y en muy variados temas. Otro tema pendiente es el de cómo esos mismos negros libertos siguieron fortaleciendo, al menos por un tiempo, el sistema esclavista al cual estaban sometidos antes de adquirir su libertad. El partido de Río Chico que es quizá la última etapa de explotación minera en Belmira, se esbozó de un modo general en este trabajo. A Entrerríos y San Pedro pasaron a pertenecer parte del territorio que ocupó el antiguo partido, alejándolo completamente de Belmira. En un trabajo 350 posterior sería conveniente saber que pasó con este territorio y cómo se articuló a los otros municipios, convirtiéndose en un pequeño corregimiento de San Pedro. Un trabajo bien interesante y bellísimos sería lograr establecer y percibir las transformaciones del paisaje originadas por las actividades mineras, agrícolas, y ganaderas especialmente. En cuanto al comercio sería de gran utilidad un trabajo sobre el camino denominado “El camino de los Antioqueños”, que comunicaba la región norte de Antioquia con la región del occidente antioqueño. Un trabajo de esta índole daría luces sobre la comercialización de los productos generados en Belmira y los productos que llegaban a la localidad, e igualmente la relaciones de ésta con las localidades vecinas y con la capital. Por último, los aspectos relacionados con la cultura y las expresiones artísticas y mágico religiosas de los habitantes de Belmira . Si bien se evidenció una división territorial durante la colonia, las gentes de estos lugares debieron desarrollar formas de expresión cultural de un modo muy autóctono esto para que la división fuera más allá de lo estrictamente civil, eclesiástico o racial. Bibliografía 1. Fuentes primarias 1.1 Archivos: Archivo Histórico de Antioquia Fondos: Aguardiente. 1705-- 1850 Amparo de Minas: 1680- 1825 Minas.1632-1857 Minas de Antioquia. 1739-1850 Minas Litigios.. 1796--1819 Baldíos. 1847. Caminos. 1720- 1874. Capitulares de Antioquia.. 1641-1825. Censos. 1773-1779. Estadísticas y Censos. 1640-1860 Esclavos: 1636- 1825 Esclavos y Manumisión.. 1850-1852. Fundaciones: 1779- 1852 Mortuorias. 1668- 1850 Tierras: 1568- 1850 Límites. Años1814, 1845 Colección General de minas. 1791 Escribanos de Antioquia Año 1715. 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Santa Rosa de Osos. 1.3 Publicaciones oficiales Botero Guerra, Camilo. Anuario Estadístico del Departamento de Antioquia. Medellín, s.e. 1888. Gobernación de Antioquia. Región Norte. Reconocimiento de su situación actual y programas previstos en algunas de sus necesidades. Departamento Administrativo de Planeación. Dirección de Desarrollo Medellín. Antioquia. 1978. 1.4 Relatos de Viajes y memorias Brisson, Jorge. Viaje por Colombia en los años de 1891- 97. Bogotá, s,e., 1899. Camacho Roldan, Salvador. Memorias. Medellín, Editorial Bedout, 1923. _______________ Notas de viaje. Bogotá, se., 1897. Cieza de León, Pedro. La Crónica del Perú. España, Espasa Calpe, 1932. Gómez Barrientos Estanislao. Veinticinco años a través del Estado de Antioquia, 2 Vols. Medellín, 1918- 27. Gosselman, Carl August. Viaje por Colombia (1825-1826). Bogotá, Editorial Banco de la República – Archivo de Economía Nacional, 1981. Sardela, Juan Bautista. 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