La experiencia como acto simbólico desde la subjetividad e interactividad construcciones del habitar. Luciano Matias Castillo Poveda1 Coordinador área de Deportes Jornada Complementaria Tenjo Resumen La intencionalidad de este texto buscar hacer aperturas a otras formas de pensar, interpretar y concebir el acto de la experiencia, como escenario de participación, re significación. Todo esto a través del abordaje de las interpretaciones del cuerpo que vive la experiencia como escenario para situar la subjetividad y la interactividad bajo la mirada en clave pedagógica de la formación ciudadana. Engranaje orientado por el espectro de la bioética, biopoder y biopolítica entendidas como formas de interpretación del habitar, de la responsabilidad y relaciones de poder emergentes al contacto del individuo con su entorno. Así, la incidencia de este texto queda susceptible a la mirada del lector al interrogarse sobre el acto de la experiencia al ser un acto simbólico de singularidad, re significación, empoderamiento y vínculo directo de construcción interactiva, al igual de apertura a la responsabilidad social sobre el habitad que el cuerpo ocupa desde unos tiempos y espacios. Palabras claves: experiencia, acto educativo, subjetividad, interactividad, bioética, formación ciudadana Abstract The intention of this text to make openings to find other ways of thinking, interpret and act of conceiving experience as participation scenario, re significance. All this by addressing interpretations of body experience living as a stage to locate subjectivity and interactivity under the gaze in teaching key civic education. Gear driven spectrum of bioethics, biopower and biopolitics understood as forms of interpretation of dwelling, responsibility and relationships emerging power of the individual to contact with their environment. Thus, the incidence of this text is subject to the gaze of the reader to question the act of experience to be a symbolic act of singularity, re significance, empowerment and building interactive direct link, just opening to social responsibility the habitat that the body takes from a few times and spaces. Keywords: experience, education act, subjectivity, interactivity, bioethics, civic education 1 Licenciado en Educación Física, Recreación y Deportes, Universidad Libre Colombia. Estudiante Auxiliar de Investigación grupo: Con-ciencia, Bioética, Impolítica y Ecología Humana, adscrita a la facultad de Ciencias de la Educación Universidad Libre. Coordinador del área de Deportes de la Jornada Complementaria del Municipio de Tenjo [email protected] |Apertura Se cifra en el acto de la experiencia la comprensión identitaria del sujeto que vive la experiencia a través del cuerpo que sufre la experiencia. Reconocer el cuerpo que se habita como vinculo de intersección entre la representación metafórica del existir y la fenomenología del vivir, no enmarca segregaciones dualistas, al contrario, asume la postura de comprender el estado del Ser desde la interpretación y de la vivencia. Así de este modo se expresa que la experiencia se vuelve un acontecimiento susceptible a múltiples interpretaciones, pero es desde la subjetividad del propio cuerpo donde cobra significados a través de los cuales se pueden en rutar posibilidades de construcción colectiva. Preguntarnos cómo hacer significativa la vivencia implica, reconocer al propio acto como el momento de construcción, aprendizaje, re construcción, transformación y creación. Allí yace implícita, la respuesta desde la (in)trospección, (in)terpretación, la (in)teracción como suceso del acto participativo colectivo, donde el sujeto se enmarca en un tiempo y espacio en su espacio vital. A través de este escrito se intenta situar distintas dimensiones del acto de la experiencia considerando lo pedagógico, a través de la mirada de la educación, en lugares distintos a los dominantes. En lugares muy cercanos al cuerpo – entendido como lugar de la experiencia –, como escenario de contingencia, vivencia y aprendizaje, de alteridad, como origen y casualidad, como muerte, como instinto y pasión, como representación y expresión, de singularidad y como espacio para pensar la otredad. A su vez, se enmarca desde el acto educativo el sentido de la ciudadanía, la convivencia con la relación desde el habitar. Todo ello como manifiesto de las relaciones y tensiones entre la experiencia, el cuerpo, el acto educativo aislándose del pensamiento de la sociedad tecno científica, permitiendo aperturas que emergen como puentes en rutados hacia la construcción de ciudadanía. El cuerpo que habita epicentro de experiencias Iniciando el abordaje de la experiencia bajo la perspectiva del cuerpo, se debe reconocer el Cuerpo como símbolo de representación del ser humano, y como este ha sido susceptible de múltiples hermenéuticas, las cuales han girado en torno a aspectos sociológicos, políticos, educativos, filosóficos, técnicos y científicos; por considerar algunas perspectivas de estudio congruentes con las intenciones de este escrito. Bajo la mirada de la interpretación de la cultura, el concepto y significado de cuerpo ha girado en torno a diversos aspectos: entre ellos el religioso; tal es el caso que, en la antigüedad en Grecia principalmente, se consideraba que el cuerpo estaba segregado en dos sustancias el cuerpo y el espíritu, evidentemente esto significa una secesión, desde donde surge la dualidad corpórea. Por su parte, hermenéuticas filosóficas han dado aperturas a interpretaciones del cuerpo tal es el caso de Platón el cual, para él, representa un simbolismo, siendo éste la cárcel del alma, de aquí proviene el pensamiento occidental considerando así, la génesis de una antropología dualista. Bajo esta misma premisa, para Aristóteles las comprensiones de cuerpo tenían algunas características dualistas Platónicas, pero se diferencia de ésta en la concepción de cuerpo y alma, al concebir estos como dos modos de ser y de existir; sin embargo para él, la dualidad se transforma en un accidente, ya que el alma se une por accidente al cuerpo y de ahí parte la interpretación de esta ideología al considerar al cuerpo como un instrumento del alma. Así mismo, algo semejante ocurre desde los fundamentos de los epicúreos, de manera muy parecida bajo el pensamiento aristotélico, se concibe una jerarquización para lo corporal y el alma, adquiriendo el imaginario que el cuerpo es un instrumento para las sensaciones del alma. Dando así, que los placeres no deben darse como producto del materialismo; sino al contrario, los placeres de la mente son superiores a los placeres del cuerpo. En este sentido dualista, surgen las premisas de Descartes; así lo plasma Rubio (2010:17) agudizando en dos entidades totalmente separadas. La res cogitans (mente) y la res extensa (cuerpo), el cuerpo como mero instrumento de la mente/espíritu… desarrollándose la idea “tengo cuerpo”, como si éste fuera separado del sujeto o correspondería a una realidad distinta del ser humano. Al generar una dualidad corpórea la experiencia seria encasillada en alguna de las dos partes, sin embargo la naturaleza misma de la experiencia permite al cuerpo etéreo superar la segregación de sustancia y espíritu, siendo un vínculo entre el acto de vivenciar y la percepción de lo sensible, así la experiencia representa un acto reconocimiento corporal cuyo significado parte de la singularidad del sujeto. El lugar del hombre en el mundo es el de la responsabilidad, lo cual significa problematizar el mundo en términos de elaborar, proponer una actitud propia y tomar posición. En la responsabilidad individual está implicado el destino del todo. “Aceptar y aprobar un hecho individual significa aprobar el todo, la totalidad del pasado y del presente. La relación es con la totalidad del devenir y del ser” (Vattimo, 2002, p. 77). Por otro lado, contrastando lo anterior, desde la interpretación de un paradigma científico, de connotaciones positivistas o biologisistas; se concibe al cuerpo como instrumento medible, verificable, con tendencias a experimentaciones de laboratorio sobre éste o incluso con éste; por consiguiente la cuantificación del cuerpo asume variables medibles y comprobables, como respuesta a las exigencias sociales de cuantificación del individuo. De alguna manera, esta interpretación del cuerpo ratifica las bases de una sociedad cerrada2, 2Se ha analizado en este libro algunas tendencias del capitalismo americano que conducen a una sociedad cerrada. Dos resultados se pueden identificar: el primero correspondiente al poder coaccionarío de la economía, entendida como la asimilación de las fuerzas y de los intereses de oposición en un sistema, al que se oponían en las etapas anteriores del tecno científica y unidimensional3 (Marcuse, 1985). Por lo cual, Marcuse afirma que la teoría crítica se encuentra sin los elementos racionales para trascender esta sociedad. La definición e interpretaciones de cuerpo enunciadas contradicen la generación de un concepción centrada en el ser corporal como posibilidad de expresión, sentimiento e interactividad; lo cual significa unívocamente una aversión de contingencia y trascendencia como posibilidad del ser corpóreo al contacto con el mundo, al mismo tiempo que niega la plasticidad misma de la unidad psicosomática. En este sentido, corrientes emergentes, discursos contemporáneos, paradigmas alternativos han estado aportando otras hermenéuticas a la (re)significación, (re)construcción desde las cuales se ha considerado al cuerpo como una unidad integral, constituida como un engrama holístico, donde intervienen aspectos cognitivos, afectivos, sociales, motrices, psicomotrices, políticos, artísticos, estéticos, sexuales, de expresión, de alteridad, de contingencia o de conciencia; albergando en la psiquis: lo real, lo simbólico y lo imaginario. Lo cual hace que se reconozca como unidad psicosomática el ser cuerpo, a la persona que lo habita. La experiencia como relación subjetiva para el habitar En esta medida, es a través del reconocimiento -imagen corporal-, dominio de su cuerpo consciencia corporal- que el ser puede transgredir su entorno fenomenológico al interpretar los fenómenos sociales como parte de su quehacer -trascendencia-. Asumiendo así, una responsabilidad al darse cuenta que sus acciones motrices son un medio de comunicación con su entorno, este sería el punto de partida para el Pensamiento Consciente4. Según lo anterior, entre la categoría cuerpo, partiendo de la dimensión corporal, se considera la corporeidad y la corporalidad como dos atributos propios de la condición capitalismo, la administración y la movilización metódica de los instintos humanos, lo que los hace así, socialmente manejables; el segundo resultado manifiesta a los sistemas políticos como fuerzas sociales subversivas, cuya acción es hacer utilizables los elementos explosivos y «antisociales» del inconsciente, concibiendo así, aun ser unidimensional automatizado, el cual funciona como instrumento que puede ser aislado de sus efectos sociales y políticos. (Marcuse, 1985). 3A partir de la sociedad cerrada industrializada, la identidad de hombre cómo singularidad y totalidad se transforma en ambigüedad, todo ello se debe al carácter ideológico de las tendencia productivas de la sociedad negativas como destructivas. Debido a este efecto “el hombre Unidimensional oscilará continuamente entre dos hipótesis contradictorias: 1) que la sociedad industrial avanzada es capaz de contener la posibilidad de un cambio cualitativo para el futuro previsible; 2) que existen fuerzas y tendencias que pueden romper esta contención y hacer estallar la sociedad”. (Marcuse, 1985). 4 Tema abordado en Actas del I Encuentro Latinoamericano de Investigadores sobre Cuerpos y Corporalidades en las Culturas. CASTILLO, Luciano M. Acercamiento de la educación física a favor del pensamiento consciente desde el método psicocinético: Una experiencia en la práctica pedagógica investigativa en pregrado. Editorial: Investigaciones en Artes Escénicas y Performáticas. 1a Ed. ISBN-13: 978-987-27772-2-5 corporal. La corporeidad es la conciencia de ser cuerpo. La corporalidad es la conciencia de tener cuerpo. A partir de esto se conforma la realidad humana, junto a los elementos vitales del ser humano: el cuerpo (corporeidad -corporalidad), y el movimiento humano (motricidad). La corporeidad, entonces, forma parte de la identidad personal y social de cada ser (Galvis, et al, 2008:49-51). Partiendo de la anterior premisa, se puede interpretar la corporeidad y la corporalidad como el estado de consciencia corporal que tiene el ser del cuerpo que habita. Es el cuerpo vivo, que experimenta; cuerpo ético, que obra; el cuerpo motriz, que realiza; el cuerpo expresivo, que se comunica; el cuerpo afectivo, que siente; el cuerpo que convive, que es vulnerable; el cuerpo consciente, el cuerpo que reflexiona; el cuerpo emancipado, que trasciende. Es por esto el cuerpo el que constituye la realidad del ser. Exigiendo la corporeidad del mismo cuerpo un estado de acción consciente intencionada y no contrariamente impulsiva, primitiva. Surge entonces relaciones, conflictos y ajustes de la educación dominante con nuevas posturas. Es por esto, que se plantea proponer situaciones educativas, las cuales tienen valor de una tarea concreta o utilitaria irradiadas por la acción motriz intencionada al resolver situaciones problémicas; además de ofrecer ejercicios basados sobre principios de modelos análogos, donde se acude a la acción simbólica haciendo aproximaciones psicomotrices en las relaciones meta-cognitivas; plantear situaciones de juego libre, espacios para favorecer los principios de autonomía y responsabilidad asumiendo situaciones de libre expresión, orientadas a desenvolver al ser para la trascendencia. De esta manera las relaciones motrices, conciben situaciones de maduración motoraperceptual con miras a la toma de consciencia corporal. Por esto, la estructuración del esquema corporal involucra los canales de percepción de la persona, desde su entorno, su ser y la interacción en las construcciones sociales. Otro criterio esencial a considerar es la interactividad, ya que, la génesis del discurso parte de las construcciones de la realidad de los estudiantes, siendo ellos los agentes interventores en su propio proceso, por lo cual su rol de agentes activos los potencializa en seres activamente conscientes. Por tanto, se resalta la importancia de saber qué piensan, saben, comprenden, sienten, recuerdan, proponen, expresan y representan a partir las interpretaciones suscitadas desde la experiencia. En síntesis, la interactividad potencializa el acto educativo desde la subjetividad a la construcción del conocimiento intersubjetivo, manifestaciones de un pensamiento consciente. Ciudadanía y convivencia en clave pedagógica mirada desde la bioética Este apartado busca entre los senderos de la palabra, dar indicios para acercarse a una comprensión sobre acto pedagógico orientado a la ciudadanía y convivencia. Oscila entre pensamientos propios y aportes de reflexiones hechas por otros, conjugando así, conexiones entre algunos elementos de la bioética, como aproximaciones para la comprensión sobre el habitar y la experiencia. La relación social del hombre (interactividad) con el entorno, la naturaleza y el otro generan el interrogarse sobre la naturaleza propia del ser, como de su función de agente social; dando por consiguiente, connotaciones políticas y ciudadanas con apropiaciones éticasmorales constructoras de justicia. Bajo esta premisa la experiencia en clave pedagógica es orientada a la vivencia, experimentación, interpretación, resignación y recreación desde el acto de educabilidad en el desarrollo del ser humano como un suceso de aprendizaje orientado a la formación. Siguiendo lo planteado por Díaz (2008: 65) al comprender el fenómeno lúdico en clave pedagógica desde el término educabilidad, se entiende el concepto como la posibilidad de cualificar las condiciones intelectuales y emocionales del ser humano con el fin de asegurar un desarrollo y capacitarlo para vivir en las condiciones de actualidad en una sociedad históricamente determinada. Además, la experiencia como acto significante permite que la persona reflexione desde su pensar, pasando por su actuar y evalué sus acciones, todo ello para hacer una apropiación desde su singularidad, dicho acto se debe orientar desde el fundamento epistémico de toma de consciencia sobre el papel que desempeña en un mundo en constante transformación. En esta medida la relación entre el acto educativo y la experiencia significativa hace la apertura a pensar sobre las fuerzas de adoctrinamiento y alienación generadas por el biopoder en la esfera de la sociedad. Esto emerge como respuesta a la necesidad de las sociedades tecno científicas, las cuales han sido producto de la fusión entre la revolución científica y la industrial. De esta necesidad se destaca el surgimiento de la Bioética como plantea Quintanas (2008:2) al entender que, la humanidad necesita urgentemente una nueva sabiduría que le proporcione el conocimiento, de cómo usar el conocimiento para la supervivencia del hombre y la mejora de la calidad de la vida. Por consiguiente tiene como meta la construcción de una sociedad más digna, justa, habitable, respetuosa del medio ambiente, de su comunidad. Bajo esta directriz la concepción de hombre, toma un sentido de ser hombre de Estado político, del Estado como promotor de políticas públicas que afectan el destino de la humanidad, de su hábitat, y a la sociedad con el compromiso éticopolítico de preservación; todo esto orientado por la esfera global de manejo del conocimiento, del biopoder en la sociedad tecno científica (Quintanas; 2008:10). De tal manera se encamina el acto de la experiencia simbólica bajo un objeto de estudio de Bien Social, ya que una estructura inconsciente, tanto de sí mismo, como del rol de agente sociocultural, debilitan la formación ciudadana, por consiguiente la integración social. Una primera circunstancia sobre el carácter bioético se relacionada con el discurso entorno a la experiencia y su enfoque hacia la formación ciudadana, así la pregunta orientadora será ¿Cómo la educación contribuye a una acorde y pertinente concepción de ser humano, aportado al fortalecimiento de la toma responsable de sus decisiones para las relaciones humanas como con su hábitat? De esta manera la invitación es a la reflexión docente para la transformación y preservación del sentido humano. Bajo este ideal, Potter propone a la bioética como la brújula para el “bien social”5, y a su vez, la concibe como una forma de generar un hombre de “Estado Nuevo” 6. Además de estos supuestos, se refiere a la “crisis de hoy”, como un tema de gran trascendencia, del cual destaca (Quintanas, 2008:3) la finalidad principal de la educación, es la comprensión de la naturaleza humana en su conjunto, y sus relaciones con el mundo circundante. Con lo cual se permite erigir los pilares para crear un “puente hacia el futuro”, al integrar todos los conocimientos adquiridos para la construcción de éste; donde como epicentro debe cobrar el sentido intersubjetivo de construcción colectiva, considerando las singularidades propias de las subjetividad pero integrando la pluralidad de las experiencias significativas del, desde, entre y con el otro. A su vez, la bioética como asume Quintanas, proporciona pautas generales que indican cómo hacer un uso racional de la gran cantidad de conocimiento acumulado por las diversas especialidades del saber. Dando así, a esta disciplina, un carácter transdisciplinar. Esa relación de poder del hombre frente al manejo del conocimiento, muestra el estado divergente del mismo; esto se debe a la capacidad del hombre de transgredir, modificar o manipular su entorno, la pregunta entonces es ¿Cuál es la incidencia de la experiencia dentro del acto educativo de formación de hombre (ciudadano)? Pregunta que no busca desorientar la idea central del texto, al contrario permitir reflexionar sobre las posibles conexiones del conocimiento, la educación, el ciudadano, el habitar el mundo mundo a partir del acto de la experiencia. Un discurso de la experiencia en educación es hoy, sin embargo, empresa difícil. La práctica de la educación, tal y como es pensada por algunos de sus defensores en Teoría de la Educación, sirve para reforzar una mentalidad clasificatoria: La práctica típicamente moderna, la sustancia de la política moderna, del intelecto moderno, de la vida moderna, es el esfuerzo por exterminar la ambivalencia: un esfuerzo por definir precisamente (Bauman, 2005, 27). 5Es así que Potter, describió la bioética como punto de partida que se erigiera en la “crisis de hoy”, “de carácter global, que afecta tanto al individuo como a la sociedad y el medio ambiente”. Dicho pensamiento se refleja en la tesis que maneja en el primer capítulo de su Bioética que llamada Bioética Puente una Mirada al Futuro, “la humanidad necesita urgentemente una nueva sabiduría que le proporcione el conocimiento de cómo usar el conocimiento para la supervivencia del hombre y la mejora de la calidad de la vida. Citado por (QUINTANAS, 2008:2). 6De esta forma, asume que: “el puente hacia el futuro” solo se podía construir partiendo del mundo de la educación y la cultura, pero en conjunto con el ámbito de la política, puesto que es en el terreno público donde se toman las grandes decisiones que afectan el destino de la humanidad y su hábitat. (Quintanas, 2008:4). | Final Partiendo de la fenomenología del cuerpo a través de los procesos de interactividad, se hizo posible una lectura crítica del cuerpo, de la corporalidad y la experiencia como acto simbólico relacionado con el habitar y sus relaciones interactivas participativas concebidas como construcciones colectivas. Desde allí se dimensiona cuáles son las experiencias que él ser tienen de su cuerpo; manifestaciones expresadas por medio de la acción motriz donde, encarnación del cuerpo y subjetividad se asumen como iguales; el movimiento intencionado y las construcciones deliberativas de los procesos de interactividad han permitido ir llegando a la trascendencia del ser consciente como sujeto ciudadano. Entonces el valor superior del cuerpo en clave pedagógica dirá que él es más “superficie de inscripción de los acontecimientos” (Foucault, 1992, p. 32) y menos el medio de expresión del alma; sobre él se articula una historia, pasado y deseo; es el lugar del conflicto, el resultado de un juego de fuerzas que lo constituyen y le dan sentido, de acuerdo con las fuerzas que se apoderan de él; el cuerpo es un fenómeno sujeto a una pluralidad de sentidos. La búsqueda del sentido plural y singular es la preocupación de la Educación Corporal. El hombre está en tránsito hacia una forma de humanización superior: el superhombre (Botero, 1995). El superhombre es el segundo grado de humanización, el hombre es el primero. El paso del hombre al superhombre supone superar la escisión cuerpo-alma; desechar la felicidad y la compasión como falsos ideales; recrear la razón, la virtud, la justicia, la vida: hacer que sirvan los intereses de un proceso nuevo y superior de humanización (Botero, 1995, p. 78). Por consiguiente, la situación del cuerpo como espacio para el habitar desde la experiencia, involucra una concepción de ser humano trascendente; esto es, la interacción de la corporalidad y la corporeidad, junto con la interactividad (relación sujeto- objeto y dialogo de saberes) y la intersubjetividad (interacción con otros sujetos con los que se vive en comunidad) (Aliciardi, 2009:8-27). Surge de esta manera una primera idea, para comprender el asunto de este discurso: la interactividad y la intersubjetividad es, desde donde emerge el carácter constructivo del conocimiento bioético, y para el presente caso la relación de la experiencia en torno al conflicto de lo social y lo colectivo. Por consiguiente, no representa el cuerpo y la experiencia una dualidad epistémica, sino una ontología de Ser humano que tiene como potencia pensar de manera consciente, incluso alberga trazos de una concepción amplia gnoseológica7. 7En estas líneas se considera que la gnoseología es la categoría que articula el momento epistemológico y ontológico, en otras palabras, la gnoseología fusiona el conocimiento con la facultad de conocer, lo cual significa que el conocimiento no sólo se da por el uso de la razón, sino por la capacidad de conocer que tiene todo ser humano, todo cuerpo; todo pensamiento producto de la experiencia. Se debe entender el nuevo orden mundial como un paradigma a transgredir, el cual con sus particularidades tecno científicas, de consumo y de libre pensamiento adopta un estado metafísico en el inconsciente colectivo, por consiguiente plantea estereotipos, los cuales repercuten en nuestros comportamientos. Reconocer este contexto permite entender mejor la necesidad de un cambio de paradigma hacia la preservación, aportando bases para la sostenibilidad y evidenciando al pensamiento consciente como necesidad para lograrlo. De aquí surge ¿Qué pertinencia tienen nuestras acciones en las formas de pensar con relación a nuestro hábitat?, ¿Qué rol desempeña el docente en ésta sociedad?, o ¿Qué postura asume en la formación de sus estudiantes?, ¿Cuál es la finalidad de la educación en una sociedad tecno científica? Preguntas claves e indispensables que todo docente o mejor que todo ser humano se debe hacerse; formuladas para la comprensión de su quehacer, de su hacer, de su vivir y de su convivir. Para finalizar este discurso, una vez planteadas las principales tesis de esta categoría de análisis. Se puede concluir que, la bioética como paradigma transdisciplinar, brinda un nuevo enfoque para repensar sobre el uso de los recursos tanto naturales como económicos, las relaciones del ser humano de su hábitat, de especial énfasis: el uso y producción de nuevo conocimiento. Por consiguiente, desde el pensamiento de (Aliciardi, 2009:11) es el ser humano el único que puede pensar el futuro asumiendo responsablemente decisiones que lo aseguren en términos ecológicos. Esta responsabilidad es, ante todo, una responsabilidad bio-ética. Tanto el individuo como la colectividad pueden, o mejor deben asumir un estado de consciencia sobre sus relaciones con el ambiente natural. Así la experiencia como acontecimiento pedagógico representa una (re)significación simbólica del propio acto de habitar un espacio y vivenciar en un tiempo determinado; y es desde aquí donde la formación ciudadana debe buscar su punto de anclaje para la construcción social recociendo la singularidad de cada experiencia como acto subjetivo. Así mismo, un discurso de la experiencia en educación es hoy, sin embargo, una apertura por consolidar a otras formas de pensarse, relacionarse, por tanto, la práctica de la educación, tal y como es pensada por algunos de sus defensores en Teoría de la Educación, sirve para reforzar una mentalidad clasificatoria: La práctica típicamente moderna, la sustancia de la política moderna, del intelecto moderno, de la vida moderna, es el esfuerzo por exterminar la ambivalencia: un esfuerzo por definir precisamente (Bauman, 2005, 27). Queda entonces interpretar la afirmación de Foucault (2000) sobre el pensamiento del comienzo el cual busca otra cosa: “Localizar la singularidad de los acontecimientos, fuera de toda finalidad monótona” esto sustenta la experiencia como punto de apertura siendo un acto simbólico y representativo; a su vez, sustenta Orbe, Larrosa & Mèlich (2006) al respeto de la experiencia el incremento en la competencia disminuye la sensibilidad hacia la experiencia. Donde hay experimentum, no hay experiencia, donde hay regularidades no existen singularidades. Concluyentemente la regulación, el dogma, la estandarización, producción masiva, se convierten desde el acto educativo como formas de eliminar la singularidad la propia interpretación y significado de la experiencia concebido subjetiva o interactivamente. BIBLIOGRAFÍA Bauman, Z. y Tester, K. (2002). La ambivalencia de la modernidad y otras conversaciones. Barcelona: Paidós. BELÉN, Aliciardi M. ¿Existe una eco-bioética o bioética ambiental? 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