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EN PORTADA
1812
Bicentenario de la Pepa
[ Por GONZALO SAN SEGUNDO ]
Hace 200 años, las Cortes de Cádiz dieron las primeras pinceladas de la
moderna organización sanitaria española. Al tiempo, un grupo de médicos
robustecía la profesión, y su quehacer (a veces también sus personas)
traspasaba las fronteras. Entonces, la Medicina era, sobre todo, cirugía militar
hospitalaria, y los pacientes, heridos de guerra y afectados por la peste.
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CORTES DE CÁDIZ
l próximo 19 de marzo, día de san José, se conmemora el bicentenario de la primera Constitución liberal
que tuvo España, conocida popularmente como “La
Pepa”. Las Cortes de Cádiz, constituidas en septiembre de 1810, dieron a luz, 16 meses más tarde y bajo la
amenaza de la invasión francesa, a un texto que, entre
otros asuntos, trazaba las primeras pinceladas de la
moderna organización sanitaria de este país.
La Constitución de Cádiz estuvo vigente poco más
de dos años, pues en mayo de 1814 Fernando VII la
suspendió, implantando el absolutismo. Pero la revolución de 1820 restableció las Cortes constitucionales y
la vigencia de La Pepa, que fue derogada tres años más
tarde, poniendo fin al llamado Trienio Liberal. Aunque
aún sobrevivió un par de meses más en 1836.
Durante todo ese tiempo, un grupo de médicos
desarrolló y robusteció la profesión, y su quehacer (a
veces también sus personas) traspasó las frontera, al
calor de un texto y su desarrollo legislativo que, du-
Vicisitudes de los
padres de la patria
El régimen parlamentario constitucional de las Cortes
de Cádiz, con La Pepa bajo el brazo, pasó por una
serie de vicisitudes que duraron más de dos décadas.
■■22-5-1809. La Junta Central Suprema ordena
la celebración de Cortes extraordinarias y
Constituyentes.
■■24-9-1810. Se constituyen en el teatro de la Isla
del León (San Fernando) y comienzan a redactar la
primera Constitución española, de corte liberal.
■■20-2-1811. Se trasladan al Oratorio de San
Felipe Neri, en la ciudad de Cádiz, ante la falta de
seguridad para sus miembros por la aproximación
del ejército francés.
■■19-3-1812. Aprueban y juran la Constitución los
184 diputados presentes de los 204 que integraban
la Cámara.
■■14-9-1813. Regreso a San Fernando por los efectos
de la fiebre amarilla, que afectó a 60 diputados.
■■29-11-1813. Traslado a Madrid.
■■14-5-1814. Fernando VII suspende la Constitución,
disuelve las Cortes de Cádiz, declara nulas todas
sus decisiones e impone el absolutismo.
■■Junio 1820. Las Cortes constitucionales se
restablecen en Madrid y declaran vigente la
Constitución de 1812.
■■16-6-1823. Vuelta al gaditano Oratorio de San
Felipe Neri, tras pasar por Sevilla y declarar
demente a Fernando VII.
■■Septiembre 1823. Los afrancesados españoles,
con la ayuda de las armas francesas (los Mil Hijos
de San Luis) ponen fin al régimen parlamentario
español.
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rante media docena de años, repartidos en dos etapas,
rigió la vida española y, cómo no, la sanidad y la práctica médica.
Las Cortes de Cádiz, por medio de La Pepa, dieron
al Gobierno de la nación la competencia centralizada
de la sanidad pública, otorgaron responsabilidades de
salubridad a los ayuntamientos y, en el ámbito asistencial, establecieron que la beneficencia municipal fuera
obligatoria. Así, el artículo 131 de la Constitución de
1812 establecía, dentro del apartado dedicado a las facultades de las Cortes, “aprobar los reglamentos generales para la policía y sanidad del reino”. Y el artículo
321 especificaba que estará a cargo de los ayuntamientos “la policía de salubridad y comodidad” y “cuidar de
los hospitales, hospicios, casas de expósitos y demás
establecimientos de beneficencia”.
La tarea para generar una organización sanitaria
resultó complicada. Por un lado, los legisladores constituyentes (celebraron su primera reunión en mayo
de 1809) tuvieron que luchar contra la epidemia de
fiebre amarilla y, por otro, defenderse de los invasores
franceses. Varios proyectos ambiciosos, como el Código Sanitario (ver recuadro) fracasaron. Y por otro,
las Cortes constitucionales del Trienio Liberal (18201823) dispusieron de poco tiempo para desarrollar con
leyes concretas lo legislado en materia sanitaria por las
Cortes de Cádiz.
LA FORMACIÓN COMO BASE
Mientras tanto, cobraban auge los reales colegios de
Cirugía, modelo que desembarcó en Iberoamérica. El
primero que se fundó fue el de Cádiz, en 1748, en dependencias del Hospital Real, como centro para la formación anatómica de los cirujanos castrenses. Su artífice fue Pedro Virgili i Bellver (1699-1776), cirujano de
la Armada formado en Francia, autor de Memoria sobre
broncotomía y renovador de la cirugía del siglo XVIII.
Los estudios teórico-prácticos se realizaban en seis
años de carrera internos en el colegio-hospital, más dos
años prácticos embarcados. Se instauraron asignaturas
nuevas en España, como Física Experimental, Química y Enfermedades Profesionales (castrenses y de los
navegantes), entre otras. Y los alumnos, a los que se
les pagaba, estaban sometidos a una severa disciplina.
Por ejemplo, suspender por segunda vez una asignatura
significaba la expulsión del colegio.
En 1764 se inauguró el Real Colegio de Cirugía de
Barcelona, gracias, también, a la iniciativa de Virgili, y
con idéntico objetivo. Y en 1780, Antonio Gimbernat
y Mariano Ribas, discípulos de Virgili en Cádiz, fundaron el de San Carlos de Madrid, donde también se
formaban cirujanos civiles.
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Los colegios de Cirugía, que en 1843 se convirtieron
en facultades de Ciencias Médicas, fueron los promotores del desarrollo científico, pues ni las universidades ni
las cátedras de Cirugía estaban preparadas para dar respuesta a la formación y calidad en el ejercicio profesional que se requería. En esa época, los cirujanos estaban
peor considerados que los médicos. De hecho, Cirugía y
Medicina tenían formación reglada diferente.
Muchos de los alumnos y profesores de los reales
colegios de Cirugía sirvieron de cirujanos en la Armada o en el Ejército, y eran destinados a las colonias de
ultramar. Así sucedió con José María López, que llegó
a ser vicerrector del Colegio de Cádiz y catedrático de
la Universidad de Madrid; en 1844 ya tenía el grado de
doctor en Medicina y Cirugía Médica y dos años más
tarde consiguió la distinción de director
del Cuerpo de Profesores de la Armada
Naval.
ORGANIZACIÓN SANITARIA
La enseñanza médica estaba encarrilada,
pero la organización sanitaria era una asignatura pendiente. José Javier Viñes,
exsenador y especialista en Medicina
Preventiva y Salud Pública, sostiene en La Sanidad española del siglo XIX que en ese siglo la sanidad no era “una
organización técnica o administrativa, sino una actividad
gubernativa correspondiente al ámbito de la policía de
salubridad confiada a jefes políticos y alcaldes, que toman medidas según el estado de necesidad de protección
de un bien de propiedad individual
como es la salud”. No obstante, los
diferentes gobiernos se ocuparon
y preocuparon de la salud pública
( Junta Suprema de Sanidad) y de los
asuntos médicos (Protomedicato).
La Junta Suprema de Sanidad (órgano de la Administración del Estado) y sus juntas provinciales se encargaban de las materias referentes a la
salubridad y las epidemias, es decir,
la sanidad marítima y la terrestre.
Fueron suprimidas a mediados
de siglo. La regulación de las
profesiones sanitarias era
competencia del Protomedicato (ver recuadro en
página siguiente).
Médicos diputados
La Constitución promulgada por la Cortes de Cádiz estuvo oficialmente vigente durante tres periodos: del 19 de marzo de 1812
hasta el mismo día de 1814; en el Trienio Liberal: 1820 a 1823; y
durante un breve periodo en 1836-1837, bajo el gobierno progresista
que preparaba la Constitución de 1837, concretamente desde el
17 de marzo al 23 de mayo de 1836. Pero las Cortes Generales
y Extraordinarias de Cádiz, las que se encargaron de redactar
la Constitución de La Pepa, habían iniciado su andadura el 24
de septiembre de 1810 en San Fernando (Cádiz).
EI numero teórico de diputados de las Cortes de Cádiz debía
de haber sido en torno a 240. Firmaron la Constitución 185 y
asistieron 223 a la sesión de clausura, el 14 de septiembre de
1813. Entre todos ellos, solo hubo un español, el abulense Manuel Martín López, y dos iberoamericanos: el ecuatoriano José
Mejía Lequerica y el mexicanoValentín Gómez Farías.Todos los
demás pertenecen al periodo del Trienio Liberal (1820-1823).
He aquí, por orden alfabético, los profesionales médicos que
resultaron elegidos diputados en todos los periodos mencionados.
GARCÍA Y GARCÍA, Antonio (?-1844). Médico titular de Osuna
(Sevilla), catedrático de Filosofía y luego de Medicina, fue diputado
por Sevilla en elTrienio Liberal, en la legislatura de 1820-1821, en la
que participó activamente en los debates sobre salud pública. Autor
de Memoria sobre el modo de perfeccionar el estudio de la Medicina.
GÓMEZ FARÍAS, José María Valentín (1781-1858). Natural de
Guadalajara (México), en cuya universidad se graduó en Medicina
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en 1807 e impartió clases. Hijo de español, ejerció de médico
en Aguascalientes, y en 1812 fue electo diputado por su país.
Ejerció de presidente de México en varios periodos breves y
presidió la Cámara de diputados. Fundó la Escuela de Ciencias
Médicas, que se convertiría en la Facultad de Medicina de la
Universidad Nacional Autónoma de México.
JANER i BERTRÁN, Félix (1781-1865). Diputado en el Trienio
Liberal por el Principado de Cataluña y catedrático de Medicina de la Universidad de Cervera, escribió varias obras
relacionadas con la Medicina, entre ellas Instrucción clara
y sencilla para todas las clases del pueblo sobre los medios
más convenientes y seguros de preservarse del cólera-morbo
asiático, y curarse de sus primeros ataques. Fue consejero de
Instrucción Pública.
LAGASCA SEGURA, Mariano (1776-1839). En diciembre de 1821
fue elegido diputado a Cortes por Aragón, y el 30 de abril de
1822 firmaba, junto con otros diputados, el frustrado Código
Sanitario para la Monarquía Española. Nacido en Zaragoza,
fue nombrado profesor de Botánica Médica en 1807 en Madrid.
Al año siguiente huyó a Salamanca, se alistó en el ejército
que combatía a los franceses y lo nombraron Médico de los
Ejércitos Nacionales, cargo que ejerció en distintos hospitales.
LÓPEZ DEL BAÑO, Agustín. Médico de sanidad militar, de
Lucena, y diputado por Córdoba en la Legislatura 1822-23 del
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Además de estos dos pilares: el gubernativo y el
profesional, la organización de la Sanidad española
precisaba de un andamiaje que la sostuviera. Pero los
diversos intentos que para ello se abordaron desde
principios de siglo fracasaron en su esencia. Habrá que
esperar hasta mediados de la centuria para ver cuajar
los primeros pasos del desarrollo organizativo de la
sanidad, que culminarán en 1904 con la Instrucción
General de Sanidad (ver recuadro “Intentos organizativos...”). Mateo Seoane y Sobral, médico y diputado
en el trienio liberal, fue el impulsor de la organización
sanitaria en el siglo XIX.
La Guerra de la Independencia (1808-1814) y las
sucesivas alternancias de regímenes impidieron el desarrollo de la Medicina, tanto en su vertiente investigadora como en el avance de las técnicas médicas. Asi-
Una de las múltiples placas conmemorativas que se
pueden encontrar en Cádiz.
mismo, diezmaron la presencia en España de buenos
profesionales, condenados al exilio por afrancesados,
desafectos o liberales. Otras veces se quedaban aquí,
despojados de sus cargos y enseñanza.
Pero en uno y otro caso, muchos
de los exiliados completaron su
formación junto a prestigiosos médicos europeos, tanto en París como
en Londres; y, de regreso a España
(los que lo hicieron), trajeron el
Las Cortes de Cádiz dieron
al Gobierno de la nación
la competencia centralizada
de la sanidad pública
Trienio Liberal. En junio de 1834 resultó elegido procurador
por Sevilla.
MARTÍN LÓPEZ, Manuel (1737-1827). Natural de Ávila, desa-
rrolló su vida profesional en el Hospital San Antonio Abad
de León, que dependía del cabildo catedralicio. Su carrera
política comenzó en vísperas de las elecciones a las Cortes
de Cádiz de 1812, primero como alcalde segundo de León, elegido en septiembre de 1812, y, desde octubre de ese año, como
diputado por León. Se presentó a diputado con el objetivo de
crear en la capital leonesa una cátedra Médico-Quirúrgica y
de Farmacopea. Fue el único médico español que tuvieron las
Cortes constituyentes de Cádiz.
MEJÍA LEQUERICA, José (1775-1813). Nombrado diputado
suplente el 22-9-1810, nació en Quito y representó a Ecuador
en las Cortes extraordinarias de Cádiz. Doctor en Medicina y
profesor de Retórica y Poética y de Filosofía, formó parte de las
comisiones Colegio de Cirugía Médica y Sanidad, entre otras.
Excelente orador, uno de los mejores que tuvieron las Cortes
de Cádiz, dirigió el periódico La Abeja. Murió en Cádiz víctima
de la fiebre amarilla.
MONTESINO Y CÁCERES, Pablo (1781-1849). Natural de Za-
mora, estudió en la Facultad de Artes de Salamanca y luego
se licenció en Medicina. Diputado por Extremadura en la
Legislatura 1822-23 del Trienio Liberal. Se dedicó especialmente a los temas de instrucción pública. Se exilió a Londres,
regresando en 1834.
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PALAREA Y BLANES, Juan (1780-1842). General murciano de
ascendencia napolitana, estudió Teología y luego Medicina en
Valencia y ejerció de médico en Villaluenga (Toledo). Militar y
guerrillero, alcanzó considerable notoriedad en la Guerra de
la Independencia. Diputado por Murcia en la legislatura 18201821, en el Trienio Liberal, fue jefe político de Madrid. Exiliado
en Francia, pasó a Inglaterra y luego a Argel.
PEDRÁLVEZ VENDRELL, José Francisco (1776-1850). Diputado
por el Reino de Galicia en la Legislatura 1822-23 del Trienio Liberal. Nacido en Barcelona, ejerció la Medicina, especialmente
en Santiago de Compostela.
SEOANE Y SOBRAL, Mateo (1791-1870). Inició su carrera política
en 1821 como diputado en Cortes porValladolid, durante elTrienio
Liberal. Natural de Valladolid, se licenció en Medicina en 1812 y
obtuvo el doctorado en 1813 en Salamanca. De ideas liberales y
adscripción masónica, destacó como activista político contra
el absolutismo de Fernando VII, por lo que en 1814 fue juzgado
como reo de Estado.
TRUJILLO, Ramón (?-1836). Natural de Calzada de Calatrava,
fue diputado por La Mancha en la Legislatura 1822-23 delTrienio
Liberal, miembro de la Junta de Beneficencia de Madrid en 1822,
médico de los hospitales General y de la Pasión de Madrid y
catedrático de número del Colegio de San Carlos, nombrado en
1818. Explicaba Fisiología. Socio de número de la Real Academia
Médico-Quirúrgica, en 1833 fue nombrado bibliotecario del mismo
colegio y director tres años más tarde.
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conocimiento adquirido, enriqueciendo de esta forma
el saber médico y científico imperantes.
Ejemplos de afrancesados exiliados en París fueron,
por ejemplo: Tomás García Suelto, famoso médico de
moda en la Corte, divulgó las obras de Xavier Bichat y
Antoine Portal; Tomás Villanova, catedrático de Anatomía de la Universidad de Valencia; o Manuel Hurtado de Mendoza, discípulo de Francisco Broussais, “de
cuyo sistema médico se convirtió en infatigable difusor”, señala José María López Piñero en Las ciencias
médicas en la España del siglo XIX.
Los médicos con mentalidad liberal eran más numerosos que los afrancesados, “hasta el punto de que su
Intentos organizativos
de la sanidad española
1804. Benito Puente, ministro del Consejo de Carlos IV,
presenta la Ordenanza de sanidad marítima y terrestre. Los
acontecimientos de Aranjuez de 1808 dieron al traste con el plan.
1814. Con la vuelta de Fernando VII al trono, se aborda un
Reglamento General de Sanidad, que, junto a la Ordenanza
de 1804, Ignacio Jáuregui, médico de Familia y primer médico
de cámara, lo transforma al año siguiente en Reglamento de
Sanidad Marítima y Terrestre.
1820. Una real orden encarga a una comisión que redacte un
Proyecto de Ley Sanitaria, teniendo en cuenta los documentos
anteriores, intento que quedó en dique seco.
1821. Una nueva comisión redacta el Proyecto de Ley Orgánica
de Sanidad Pública de la Monarquía española. Al año siguiente,
las Cortes lo transforman en Proyecto de Reglamento de Ley
General de Sanidad, con 469 artículos, que fue rechazado por el
pleno.
1822. La Comisión de Salud Pública de las Cortes redacta un
nuevo texto: Proyecto de Código Sanitario para la Monarquía
española, intento que fracasó.
1823. La Junta Suprema prepara un Proyecto de Ordenanza
General de Sanidad, con 325 artículos, y el Consejo Real lo echó
para atrás. Una Ley Municipal crea los médicos municipales y la
obligación de los ayuntamientos de contratarlos.
1839. La Junta Suprema redacta un nuevo Proyecto de Ley
Orgánica de Sanidad, pero la renuncia y exilio de la reina María
Cristina lo condenan al olvido.
1847. El Real Decreto Orgánico de Sanidad estructura la
sanidad española en tres niveles: estatal, provincial y municipal.
1855. Se promulga la Ley de Servicio General de Sanidad, cuya
principal finalidad era la protección de la salud pública.
1904. La Instrucción General de Sanidad es “el colofón
sanitario de las voluntades y conocimientos del siglo XIX”, en
palabras de José Javier Viñes.
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persecución y exilio condujo a un grave déficit de médicos que los gobiernos absolutistas intentaron paliar con
la concesión de atribuciones facultativas a titulados de
segundo rango”, según López Piñero.
Entre los exiliados liberales hay que citar al diputado
Mateo Seoane quien, tras ser condenado a muerte, huyó
a Tánger y finalmente a Londres, donde consiguió ser
un brillante intelectual y científico. Regresó en 1834,
habiendo publicado numerosos trabajos. También se
exilió en Londres, donde falleció en 1830, Juan Manuel
de Aréjula, que fue presidente del Tribunal Superior de
Salud Pública y gran figura de la química y los estudios
epidemiológicos. Y Mariano Batllés llegó a la capital del
Támesis tras
cruzar a pie
toda Francia
y doctorarse
en Edimburgo.
Volvió en 1833.
No regresó de
Francia Benigno Risueño de
Amador, profesor
de la facultad
de Medicina de
Montpellier, que
destacó por su
actividad científica
en la Academia de
Medicina de París.
Además de los
exiliados, la represión
absolutista separó de sus cátedras a nueve médicos liberales del Colegio de Cirugía de Madrid y cuatro del de
Barcelona, entre los que se encontraban Ramón Capdevila, Juan Bautista Foix, Bonifacio Gutiérrez, Antonio
Hernández Morejón, Juan Ribes Mayor, Juan Ribot y
Antonio de San Germán. Y en la Facultad de Medicina
de Valencia fueron destituidos todos sus catedráticos
excepto uno, incluido Félix Miquel, introductor de la
enseñanza clínica en España, que en 1814 fue denunciado por afrancesado.
Pero a pesar del diezmado saber y quehacer médico,
la actividad médico-científica no quedó anulada, aunque
la empobreció y retardó la asimilación de los nuevos
planteamientos de la escuela anatomoclínica de París,
que comenzaron a llegar a España en la década previa a
la Guerra de la Independencia. Sus principales difusores
fueron Francisco Salvá Campillo, José Severo López y
el citado Miquel, responsables, respectivamente, de la
enseñanza clínica en Barcelona, Madrid y Valencia. La
perspectiva anatomoclínica convivió con la mentalidad
antisistemática, inspirada principalmente en las ideas de
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Como consecuencia de todo
ello, el hacinamiento, contagio
y elevadas tasas de mortalidad
configuraron los tres problemas más graves de los hospitales, frente a la práctica de la
enseñanza y la investigación, la
cara más positiva. Tanto en los
hospitales militares (Marina y
Ejército) como en los de carácter religioso o civiles.
Entre los que estaban bajo
control militar, el más importante fue el Hospital Real, de
la Armada hasta 1823, donde
se ubicó el Real Colegio de
Cirugía, que a partir de 1791
aunó, por primera vez en
Europa, las enseñanzas de la
Medicina y la Cirugía, carrera
con seis años de estudios y
Juramento de las Cortes de Cádiz en la Iglesia Mayor Parroquial de San Fernando el
dos
de prácticas en régimen de
24 de septiembre de 1810.
internado. Hoy, su entrada es el
la escuela de Viena, basada en la observación clínica y en rectorado de la Universidad de Cádiz.
Otro hospital castrense de relevancia fue el de la Mael interés por las necropsias.
rina de San Carlos, fundado en 1809 en San Fernando,
La Cirugía, que había conseguido una gran altura
en plena Guerra de la Independencia, y ubicado en el
durante la Ilustración, también sufrió los avatares políconvento de San Francisco. Atendió a pacientes civiles y
ticos y bélicos del primer tercio del siglo XIX. Los catemilitares de Cádiz y a numerosos prisioneros franceses.
dráticos San Germán y Rives Mayor, de los colegios de
Fue derribado en 1981. Su primer director fue Antonio
Barcelona y Madrid, respectivamente, fueron los principales (casi únicos) impulsares de la escuela y tradición de Alfaro (1770-1811), perteneciente al Cuerpo de Profesores Médicos Cirujanos de la Real Armada.
Gimbernat, incorporando la anatomía patológica en los
ambientes quirúrgicos.
Mas, el saber anatómico había descendido tanto, que
tomó forma anoréxica. Lo mismo cabría decir de la fisiología, alimentada, como la anatomía, por traducciones
y compendios rancios. Se salvan como cosecha propia,
Tratado elemental, de Hurtado de Mendoza, en el saber
Las disputas de los legisladores acerca de la
anatómico, y la labor de Juan Mosácula en el panorama
exactitud científica de los medios técnicos
de actuación sanitaria frustraron, en 1822, la
fisiológico.
El fallido Proyecto
de Código Sanitario
HOSPITALES EN EL SIGLO XIX
Mientras tanto, ¿qué se hacía en los hospitales? ¿Cómo
era la calidad asistencial en el primer tercio de la España
del siglo XIX? La desamortización que emprendieron
los gobiernos de Carlos IV en 1798 y 1808 dejaron en
situación crítica a los centros hospitalarios y de beneficencia o asistencia domiciliaria. La coyuntura se agravó
con la invasión napoleónica, los vaivenes políticos y legales y las epidemias de 1800, 1810 y 1819, que se convirtieron en verdadera prueba de fuego para los hospitales
gaditanos.
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aprobación del Proyecto de Código Sanitario, que
pretendía recopilar todas las técnicas sanitarias
existentes en aquella época. Asimismo, reconocía
la existencia del contagio en las enfermedades
y creaba una Dirección General de Sanidad,
integrada, esencialmente, por sanitarios y no por
políticos. Fue un antecedente fallido de la vigente,
desde abril de 1986, Ley General de Sanidad. La
comisión que elaboró el proyecto estaba presidida
por el médico y diputado por Valladolid Mateo
Seoane Sobral, y formaban parte de ella Mariano
Lagasca, Agustín López del Baño, Pablo Montesino,
José Francisco Pedrálvez, José Pumarejo, Ramón
Salvato, Nicasio Tomás y Ramón Trujillo.
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Insignes
galenos de la España de 1812
No fueron diputados en las Cortes de Cádiz ni durante la
vigencia oficial de la Constitución de 1812, pero la vivieron y
dejaron huella en la Medicina y Sanidad de la época.
AMELLER Y GONZÁLEZ, Rafael Luis. Primer catedrático por
oposición del Colegio de Cirugía de Cádiz, fundador en 1815 de
la Sociedad de Medicina de dicha ciudad y médico de cámara.
AMELLER i CLOT, Carlos Francisco (1753-1835). Barcelonés,
catedrático, cirujano mayor de la Armada y director del Colegio
de Cirugía de Cádiz entre 1805 y 1813, fue vicepresidente del
Protomedicato establecido en Cádiz y médico de cámara.
ARÉJULA Y PRUCET, Juan Manuel Guillermo de (1755-1830).
Cirujano militar nacido en Lucena y médico de cámara de Carlos
IV. En 1791 se le nombró ayudante de Cirujano Mayor, asignándole
la cátedra de Química del Colegio de Cirugía de Cádiz, del que
fue director sin ejercicio en 1809. Durante el periodo absolutista
desarrolló una gran actividad política de oposición al régimen.
BENJUMEDA Y GENS, José (1787-1870). Ingresó de colegial interno
en el Real Colegio de Cirugía de Cádiz a los 17 años de edad.
En 1811 se le nombró disector anatómico del Real Colegio de
Medicina y Cirugía de Cádiz y, en 1824, catedrático de Anatomía
teórica y práctica y maestro consultor de la Armada Nacional.
Fue uno de los fundadores de la Sociedad Médico-Quirúrgica
de Cádiz. En 1847 fue nombrado primer decano de la Facultad
de Medicina de la Universidad de Sevilla en Cádiz.
BLÁZQUEZ, José (?-1838). Catedrático de número por oposición
de los hospitales General y de la Pasión de Madrid, médico militar y cirujano de familia y de cámara.Tuvo el honor de explicar
a Fernando VII la estructura interior del cuerpo humano. Se le
concedió por tres veces el Premio de Anatomía.
CASTELLÓ GINESTÁ, Pedro (1770-1850). Primer médico de cámara
sanitaria de José Bonaparte. Dirigió dos hospitales militares y
residió en París hasta su muerte.
GIMBERNAT Y ARBÓS, Antonio de (1734-1816). Médico afrance-
sado, fue el cirujano español más importante de la Ilustración,
con gran prestigio científico en Europa. Catedrático de Anatomía
en Barcelona y cirujano mayor de su hospital, fundador y director
del Colegio de Cirugía de San Carlos, de Madrid, y cirujano de
Cámara de Carlos IV y Fernando VII, presidió el Consejo Superior de Sanidad Pública durante la ocupación napoleónica.
GUTIÉRREZ, Bonifacio (1771-1854). Natural de Madrid, fue médico
titular de ColmenarViejo, cirujano supernumerario y catedrático
de Clínica del Colegio de Cirugía y Medicina de San Carlos, del
que fue director. Médico de Familia del Marqués de Villafranca
y cirujano de cámara.
HERNÁNDEZ MOREJÓN, Antonio (1773-1836).Vallisoletano, fue
catedrático de Clínica en el Colegio de San Carlos, en Madrid,
y médico de cámara. Nombrado protomédico del ejército de
Aragón en 1815, resultó acusado de desafecto en 1823 y apartado
de la cátedra, que recuperó cuatro años más tarde. Su obra más
importante es Historia bibliográfica de la Medicina española.
MIQUEL MICO, Félix (1754-1824). Introductor de la enseñanza
clínica en España, catedrático de Clínica en la Universidad de
Valencia y honorario de la de Salamanca. Médico de cámara.
ORFILA I ROTGER, Mateu Josep Bonaventura (1787-1853). Más
conocido por Mateo Orfila, fue un científico menorquín, llamado
el padre de la toxicología. Fue decano de la Facultad de Medicina
de París, miembro del Consejo Real de Instrucción Pública y
de numerosas academias científicas francesas y extranjeras.
PÉREZ LASO DE LA VEGA, Francisco Javier (1785-1836). Natu-
del rey FernandoVII. Estudió Filosofía en Cervera y cirugía médica
en Barcelona. Sus ideas liberales le condujeron a la cárcel en
1824. En enero de 1825 FernandoVII sufrió un ataque de gota y no
tuvo más remedio que sacar a Castelló de la prisión, le pidió que
se quedase en palacio y volviese a ejercer de médico de cámara.
ral de Cartagena, en 1806 se licenció en Cirugía Médica, y en
1811 tomó el grado de Bachiller en Medicina. Catedrático de
Patología Médica el Real Colegio de Cádiz, fundó la Sociedad
Médico-Quirúrgica de esta ciudad.Vinculado a varias academias
médicas, se le consideró el introductor del método anatomoclínico en España.
CASTELLÓ Y ROCA, Juan (1797-1842). Hijo del anterior. Cirujano
PONCE DE LEÓN Y MOLINA, José (1753-1819). Catedrático
de cámara, catedrático del Colegio de Medicina y Cirugía de
San Carlos y presidente de la Junta Superior Gubernativa de
Medicina y Cirugía.
FABRA SOLDEVILLA, Francisco (1778-1839). Destacó por su labor
de divulgación médica, por sus trabajos sobre la medicina de
guerra y por haber participado en las primeras leyes de salud
pública elaboradas en España. Coordinó el proyecto de la primera
Ley de Salud Pública de 1822.
GALLI CAMPS, Leonardo (1751-1830). Nació en Tarragona y fue
cirujano militar durante la Guerra de la Independencia, llegando
a ser cirujano de cámara. Con especial orientación hacia la
traumatología, en 1795 publicó Nuevas indagaciones sobre las
fracturas de la rótula y de las enfermedades que con ella tienen
relación, especialmente la transversal.
GARCÍA SUELTO, Tomás (1778-1816). Madrileño y convencido
afrancesado, en 1807 fue nombrado médico del ejército napoleónico, y entre 1810-1812 ocupó altos cargos en la administración
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granadino, en 1812 publicó Idea general de las calenturas y en
particular de la peste y fiebre amarilla y el vómito negro, entre
otros libros. Además de médico, era filósofo, teólogo, matemático, botánico, físico y químico. De una erudición asombrosa,
hablaba diversos idiomas. Fue miembro de la Junta Provincial
de Sanidad de Granada.
RANCÉ i DURÁN, Antonio (1760-1831). Hijo de Juan Rancé,
destacado cirujano del Real Colegio de Cádiz, es autor de El
instruidor anatómico, primer tratado de disección publicado en
España (Cádiz 1812). Se formó en el Real Colegio de Cirugía de
Cádiz y en las universidades de París y Londres. En 1815 estaba
considerado como el mejor oculista de la capital gaditana.
VILLANOVA ENTRAIGÜES, Tomás (1769-1837). Nombrado cate-
drático de Anatomía de la Universidad de Valencia, su ciudad
natal, durante la ocupación por las tropas del mariscal Suchet,
fue destituido en cuanto se fueron los franceses y exiliado en
Francia. Regresó en 1818, impartiendo clases hasta su muerte
en el Real Gabinete de Historia Natural de Madrid.
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CORTES DE CÁDIZ
Respecto a la atención sanitaria de los pacientes, he aquí
un testimonio de la época referido al Hospital Militar de
San Carlos. El 20 de abril de 1811, el doctor Juan Antonio
Villariño –un médico del Ejército formado en el Colegio
de Cirugía de San Carlos de Madrid–, denunció en el
periódico El Conciso las condiciones miserables en que se
hallaban los enfermos y heridos de la Batalla de Chiclana
y cómo muchos
morían por desfallecimiento, “pues hace
tres días que carecen
de carne, pan, vino
generoso, vinagre
para sinapismos, leña
para la cocina, luz; y
ni aún toman medi-
adscripción religiosa, data de 1768. Constaba de 80 camas
de hombres y 24 de mujeres, además de un servicio de urgencia en el pórtico. Fue utilizado desde sus comienzos para
la asistencia de tropas de la Marina y del Ejército, contando
con la colaboración de médicos y cirujanos del Real Colegio
de Cirugía de Cádiz. Entre ellos, importantes figuras como
José Selvaresa, Bernardo Beau y Francisco José Martínez, recuerda Benicia Vidal
Garache en su tesis
doctoral El Hospital
de San José de San
Fernando en los
siglos XVIII y XIX
y sus relaciones con
el Real Colegio de
Cirugía de Cádiz.
HACINAMIENTO, CONtAGIO
Y ELEVADAS TASAS
DE MORTALIDAD ERAN LOS
TRES PROBLEMAS MÁS GRAVES
DE LOS HOSPITALES
Vista desde el mar de Cádiz, que este año acogerá numerosos actos conmemorativos del bicentenario de La Pepa.
camentos recetados porque no hay vasijas en que dárselos”.
La publicación del artículo motivó una resolución de
las Cortes en la que se ordenó una inspección facultativa
y administrativa del hospital. Por su parte, los historiadores militares Moya Jiménez y Rey Joly relataron cómo
los diputados Joaquín Lorenzo Villanueva y Esteban de
Palacios denunciaron que los heridos y demás enfermos
perecían por falta de asistencia.
Un tercer hospital militar fue el del Arsenal de La Carraca, proyectado en 1755 y que en septiembre de 1810 se
convirtió en “hospital de sangre”.
De los hospitales civiles o pertenecientes a órdenes religiosas, el de más renombre y actividad fue el de San José
de la Isla de León (hoy San Fernando). Este hospital, de
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Durante la epidemia de fiebre amarilla de 1800, el
citado hospital dejó de ser una institución privada para
convertirse en municipal. Así, el 3 de octubre de 1804, el
médico de la Real Armada Manuel Rivero y el facultativo
isleño Juan Garavito informaron de la existencia de enfermos en el hospital con síntomas de la epidemia. Se trataba
de soldados. En agosto de 1808 acogió a prisioneros franceses. En 1821 recibió a los presos de la circunscripción. Y
en 1836 acogió el trasiego de los enfermos militares transeúntes afectados de venéreo. Este hospital fue clausurado
el 6 de febrero de 1984.
Similar camino, pero con menos protagonismo, siguió
el Hospital de Mujeres Nuestra Señora del Carmen, construido en 1749, también de fundación religiosa. Dicen los
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CORTES DE CÁDIZ
El Protomedicato
El Real Tribunal del Protomedicato, creado en el siglo XV,
fue un cuerpo técnico encargado de vigilar el ejercicio de
las profesiones sanitarias, así como de ejercer una función
docente y atender a la formación de los profesionales. Se
extinguió en 1799 y sus competencias las asumió la Facultad
Reunida de Medicina y Cirugía. Se restableció en 1811 como
Tribunal Superior de Salud Pública mediante un decreto
de las Cortes de Cádiz, suprimiéndose las reales juntas
superiores de Medicina, Cirugía y Farmacia. Lo componían
dos profesores de Medicina, dos de Cirugía, dos de
Farmacia y uno de Química.
Fueron estos: Manuel de Aréjula, director sin ejercicio
del Real Colegio de Medicina y Cirugía de Cádiz, como
presidente; Carlos Francisco Ameller, director del mismo
colegio y médico honorario de cámara; Antonio Franseri,
médico de cámara; Rafael Costa, catedrático de Medicina
del Real Colegio de San Carlos de Madrid; Higinio Antonio
Lorente, catedrático de Química del Real Estudio de
Medicina Clínica de Madrid: y los profesores de la rama de
Farmacia Francisco Javier de la Peña, boticario de la Real
Cámara, y Juan Benito Ros, primer profesor médico cirujano
de la Armada, como secretario.
En 1814, Fernando VII, “siguiendo su política de abolir
todo cuanto hicieron las Cortes de Cádiz”, en expresión de
Soledad Campos Díez, lo volvió a suprimir, restableciendo
en su lugar las reales juntas citadas. La Junta Superior de
Medicina estuvo integrada por Ignacio de Jáuregui, primer
médico de cámara; Vicente Martínez, segundo médico de
cámara, y los médicos de la familia real Félix González,
Bartolomé Piñera, Máximo Manuel Lorente y Manuel
Damián Pérez como secretario. En 1819, Vicente Martínez
e Hilario Torres sustituyeron al primero y segundo de los
mencionados, respectivamente. Y los componentes de la de
Cirugía fueron Francisco Vulliez y Agustín Ginesta, primero
y segundo cirujanos de cámara; Francisco Xavier Balmis,
Salvio Illa, cirujano mayor del Ejército, y Miguel Gutiérrez
de Caviedes como secretario. En 1816 Agustín de Frutos
sustituyó a Vulliez, y Francisco Codinach y José María
Turlán, a Ginesta y Caviedes.
En el Trienio Liberal se recuperó el Protomedicato,
hasta su extinción en 1822. Los títulos académicos fueron
regulados por los colegios o por las facultades, y los
conflictos del ejercicio profesional pasaron a la justicia
ordinaria.
Fachada exterior del Oratorio de San Felipe Neri, en la ciudad de Cádiz,
testigo del nacimiento de La Pepa.
cronistas de la época que a finales del siglo XVIII superaba a los demás hospitales gaditanos en asistencia y aseo.
Pero con la Guerra de la Independencia entró en declive.
Hoy es la sede del Obispado de Cádiz.
Otro centro, el Hospital de la Segunda Aguada, era un
almacén y la Armada se lo alquiló a su propietario. Creado
en 1793 y hoy desaparecido, ahí llegaban la mayor parte
de los heridos durante la guerra de la Independencia, especialmente durante el asedio gaditano, y víctimas de las
enfermedades infecciosas. Se encontraba extramuros de la
ciudad. Tenía 300 camas, aunque llegó a albergar a 1.200
personas. Según los historiadores, tuvo un papel relevante
en las epidemias de fiebre amarilla de 1800 y 1804, y en
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1805, tras la batalla de Trafalgar, así como en el Guerra de
la Independencia, acogiendo a heridos españoles y franceses. Luego, en las epidemias de 1810, 1814 y 1819. Después
se utilizó como lazareto. La mejora en la sanidad española,
el relajamiento en la actividad belicista y la desamortización
de edificios de la Iglesia propiciaron el desuso del hospital
de Segunda Aguada. Su último servicio fue a mediados del
siglo XIX, durante la epidemia de cólera morbo.
Durante la epidemia de fiebre amarilla de 1819, el Real
Colegio de Cirugía de Cádiz destinó a la ciudad al profesor
Rafael Luís Ameller y al médico primero José María Sierra,
a los que se sumó Miguel Cabanellas, médico cirujano de
cámara del Rey e inspector nacional de epidemias, quien
inspeccionó el Hospital de San Carlos, donde habían ingresado los pacientes, lo mismo que en el de San José.
José Benjumeda, colegial del Real Colegio de Cirugía
de Cádiz y primer catedrático de Anatomía y decano de su
Facultad de Ciencias Médicas (1844), asistió en San Carlos
a los enfermos. Se crearon dos hospitales provisionales de
convalecientes, a fin de atajar el “mal venéreo” que asolaba
a las tropas francesas y españolas y saturaba los hospitales.
La ciudad de Cádiz, desde el punto de vista sanitario, fue
dividida en cuatro cuarteles y extramuros, disponiéndose la
asistencia por médicos militares españoles y galos.
Son dos ejemplos que ilustran la actividad y estado de
los centros hospitalarios gaditanos como consecuencia de
los episodios bélicos y epidémicos durante la vigencia de las
Cortes de Cádiz. Y cómo la Medicina y práctica médica de
la época evolucionó a partir de la labor que realizaban los
cirujanos.
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