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LOGOTERAPIA HOY
Revista Peruana de Logoterapia Clínica y enfoques afines
Año I. Número 001. Octubre 2012
ARTÍCULO # 02. EL BIENESTER SUBJETIVO:
ENFOQUE COGNITIVO-AFECTIVO
Por: CELEDONIO CASTANEDO SECADAS (España)1
“La mayoría de la gente es tan feliz como su mente se lo permite.”
Abraham Lincoln
El bienestar subjetivo (BS) se relaciona con la evaluación cognitiva-afectiva que la
persona hace de su vida. Desde tiempos remotos los filósofos ya se planteaban esta
pregunta: ¿Qué es una buena vida? Las características de calidad de vida se atribuían
a amar a los otros, el placer, la auto-conciencia (awareness), etc. Aristóteles señalaba
que aunque las personas valoran muchas cosas, como la salud, la fama, y las
posesiones, dado que pensamos que estas nos pueden hacer felices, la felicidad la
valoramos por si misma. En consecuencia, la felicidad es una meta intrínseca que la
gente busca por su propio bienestar, es la línea base de todo deseo. La evidencia
cotidiana sugiere que una de las dimensiones más significativas de la experiencia
humana y la vida emocional es la felicidad. De la felicidad cualquiera conoce el
significado y, sin embargo, nadie puede definirla, aunque se sabe que incluye la
experiencia de la alegría, el sentirse bien, combinado todo ello con una sensación de
que la propia vida vale la pena vivirla.
1
Psicólogo Clínico con Maestría en Psicología Clínica (Universidad de Montreal. Canadá). Doctor en
Psicología Clínica (Universidad de Laval. Quebec, Canadá). Doctorado en Psicología Educativa y
Evolutiva (Universidad Complutense de Madrid, España). Es uno de los más importantes y reconocidos
Terapeutas Gestalt a nivel mundial, formado en el Institute Gestalt of Cleveland (GIC) con Laura Perls
(Esposa de Fritz Perls y co-fundadora de la Terapia Gestalt), Isadore From, Joseph Zinker, Isabel
Fredericson, Sonia Nevis, Rainnette Fantz, Elaine Kepner, entre otros terapeutas gestálticos de la primera
generación. Docente Universitario Universidad Complutense de Madrid e invitado en Costa Rica y
México. Director de la Maestría y Doctorado en Psicoterapia Humanista y Maestría y Doctorado en
Educación Humanista, del Instituto Humanista de Sinaloa (IHS). Director-Fundador del Instituto
Gestáltico Contácto con Empatía. Autor de varios libros, entre ellos: "Deficiencia Mental: Aspectos
teóricos y Tratamientos" (1982); "Terapia Gestalt. Enfoque Centrado en el Aquí y Ahora" (1983);
"Grupos de Encuentro en Terapia Gestalt. De la silla vacía al círculo gestáltico" (1990); "Valores
educativos de los profesores" (1992); "Laura Perls. Viviendo en los límites" (2002); "Bases
psicopedagógicas de la educación especial" (2000); "Psicología Humanística Norteamericana" (2005);
"Sueños en Terapia Gestalt" (2008); "Seis Enfoques psicoterapéuticos" (2008); "Diagnóstico,
Intervención e investigación en psicología humanística" (en prensa), entre otros.
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Otra forma de percibir que constituye una buena vida es tan simple como que la
persona piense que tiene una buena vida. Esta definición subjetiva de calidad es
democrática en el sentido de que permite que cada persona tenga el derecho a decidir
si su vida vale la pena. Este enfoque para definir la buena vida se ha acordado en
llamar “bienestar subjetivo” y se conoce en términos coloquiales como “felicidad”. La
gente experimenta BS cuando siente más placeres y menos tristezas y cuando están
satisfechas con sus vidas.
En los inicios de la investigación sobre el BS los investigadores estudiaban la felicidad
tomando el auto-informe global que daba la persona a una sola pregunta, por ejemplo:
¿En su totalidad cómo siente que es su vida? Y la respuesta oscilaba de 1 (magnifica)
a 7 (horrible). Esta evaluación refleja una amplia categoría global de bienestar. Sin
embargo, un juicio de hasta donde una persona es feliz (o no lo es) no equivale a una
suma de niveles recientes de afecto que se adjudica a sí misma la persona y la propia
satisfacción que se tiene de la vida. Las recientes escalas que evalúan el BS
contienen múltiples ítems, por ejemplo la Escala PANAS (“Positive and Negative Affect
Scale”, de Watson, Clark, y Tellegen, 1988) mide tanto los afectos negativos como los
positivos, cada afecto contiene 10 ítems y la escala de Satisfacción con la Vida
(“Satisfaction With Life Scale”) con ítems como: “He conseguido de la vida las cosas
importantes que necesitaba”.
Una escala que evalúa la felicidad es la Escala Subjetiva de la Felicidad (“Subjective
Happiness Scale-SHS-, de Lyubomirsky & Lepper, 1999). Contiene cuatro ítems con
breves descripciones de personas felices y no felices y pregunta al evaluado cuál de
las descripciones le describe mejor. De las respuestas a los cuatro ítems se obtiene un
valor de 1 a 7. Los que obtienen puntuaciones por encima de la media se clasifican
como “felices” y aquellos que obtienen puntajes más bajos de la media se clasifican
como “no felices”. Las personas crónicamente felices, se diferencian de las personas
crónicamente no felices en la forma en que responden a los acontecimientos de la vida
y situaciones cotidianas: a las personas felices les agradan las personas que se
encuentran y las recuerdan en términos favorables, más que lo hacen las personas no
felices. Así mismo, las personas felices están mejor equipadas para hacer frente al
estrés y a los cambios inesperados. Se ha investigado con el fin de determinar si
estas diferencias dependen de la felicidad crónica o de dos diferencias individuales
asociadas con la felicidad, como son el optimismo y la auto-estima, y se ha encontrado
que las diferencias entre las personas felices y no felices son independientes del
optimismo y de la auto-estima
Otro método de evaluación del BS es la memoria, con esta técnica se pide a la
persona que genere, durante un corto espacio de tiempo, tantos acontecimientos
positivos y negativos de su vida como recuerde.
Además de utilizar diversos métodos de evaluación se necesita medir los afectos
placer-desplacer, ambos son componentes principales del BS. Estos dos tipos de
emociones, que se creía eran opuestos, forman dos factores separados, que a
menudo correlacionan con diferentes variables lo que proporciona un impulso al
estudio de bien-estar positivo, en lugar de asumir que se trata únicamente de la
ausencia de mal-estar. Acontecimientos agradables y la extraversión tienden a
correlacionar con las emociones de placer, cuando el neuroticismo y los
acontecimientos negativos de la vida correlacionan con emociones negativas.
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En cuanto a la correlación salud mental-BS, Moum (1996) encuentra que la baja
satisfacción en la vida predice el suicidio en los 5 años siguientes. ¿Cómo se explica
que el suicidio y la soledad sean dos de los grandes problemas que tiene que
enfrentar Suecia, nación que ha aplicado lo mejor de los principios socialistas para
proporcionar seguridad material a sus habitantes? La evidencia indirecta de que no
somos más felices que nuestros antepasados proviene de estadísticas nacionales de
la patología social, las cuales demuestran que en el mundo se han doblado e incluso
triplicado los crímenes violentos, las familias rotas y los trastornos psicosomáticos,
especialmente desde mediados del siglo pasado. Si el bienestar material conduce a la
felicidad, cómo se explica que ni el capitalismo ni el socialismo hayan sido una
solución ¿Cómo se explica la influencia de adición a las drogas para dormirse, para
despertarse, para estar delgado, para escapar del aburrimiento o la depresión? Los
habitantes de Alemania y Japón, naciones que tienen más del doble del producto
nacional bruto que Irlanda tienen niveles mucho más bajos de felicidad.
En una investigación se hizo un seguimiento a ganadores de premios de la lotería y se
concluyó que a pesar de su rápido incremento en riqueza, su felicidad no era diferente
a la de aquellas personas aquejadas por graves discapacidades como la ceguera o la
paraplejia. Que el tener más dinero para gastar no necesariamente aumenta el BS
está apoyado por una investigación a escala nacional realizada en los EE UU por
Myers (1992), que concluye que aunque los ingresos de los norteamericanos se han
incrementado más del doble entre 1960 y 1990, el porcentaje de personas que se
describen ellas mismas como “muy felices” se ha mantenido estable en un 30%. Las
ventajas materiales no necesariamente se traducen en beneficios sociales y
emocionales, si la energía psíquica se canaliza en metas materiales es posible que la
sensibilidad hacia otros intereses -la amistad, el arte, la literatura, la belleza natural, la
religión, la filosofía- se atrofien y se hagan cada vez menos interesantes. Una persona
que únicamente responde a exigencias materiales está ciega hacia otras cosas y
pierde habilidad para encontrar la felicidad en otras fuentes. Un cierto bienestar
material enriquece la calidad de vida, aunque esto no quiere decir que cuanto más
mejor, la vida pocas veces es linear, lo que es bueno en pequeñas dosis puede ser
dañino en grandes dosis, como el medicamento.
Recapitulando, existen diferentes razones por las que se carece de una relación
directa entre el bienestar material y la felicidad, dos de ellas son psicológicas:
a) Cuando evaluamos el éxito nuestras mentes utilizan una estrategia de escalar
expectativas, por lo tanto pocas personas llegan a estar totalmente satisfechas
con lo que poseen o lo que tienen;
b) A medida que se invierte más energía psíquica en metas materiales, menos
queda para dedicar a otras metas que son también necesarias en la vida del
que aspira a la felicidad.
Nada de todo lo anterior intenta sugerir que los incentivos materiales, la salud, el
confort, y la fama restan mérito a la felicidad. Más bien que todo ello después de
alcanzar un cierto umbral aparenta ser irrelevante. Sin embargo, mucha gente vivirá
desde la cuna a la tumba creyendo que si hubieran tenido más dinero, o hubieran sido
mejor parecidos, o si hubiesen tenido más suerte, hubieran sido más felices.
La alternativa al enfoque materialista es la posición espiritual o la solución psicológica:
si la felicidad es un estado mental la gente puede alcanzarlo con medios cognitivos.
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Naturalmente que también se puede controlar la mente con fármacos, cada cultura ha
desarrollado drogas que van desde el peyote a la heroína o el alcohol. Sin embargo,
los productos químicos carecen de un ingrediente vital de la felicidad: el conocimiento
de que uno mismo no es responsable de haber alcanzado esa felicidad. La felicidad no
es algo que ocurre a la gente sino que es algo que la gente hace que ocurra. En
algunas culturas, la droga ingerida en un contexto de ritual o ceremonia da la
impresión de que tiene efectos de felicidad, sin embargo, en esos casos los beneficios
se derivan principalmente de la ejecución del ritual y no del producto ingerido per se.
Obsérvese un ritual de indígenas anahuas en San Cristóbal de las Casas, no es el
mexcalli el que produce el bienestar, es la ceremonia indígena.
Existen muchas formas de programar la mente para que incremente la felicidad o por
lo menos para evitar la infelicidad. Algunas religiones lo hacen prometiendo una vida
eterna de felicidad, después del fin de nuestra existencia en la tierra. Otras,
considerando que la infelicidad es el resultado de metas y deseos frustrados, enseñan
a la gente a abandonar los deseos y de esta forma evitar las decepciones. Otras,
como el Yoga y el Zen, han desarrollado técnicas complejas para controlar el chorro
de pensamientos y emociones, proporcionando de ese modo los medios para silenciar
los contenidos negativos de la conciencia. Algunas de estas sofisticadas disciplinas de
auto-control de la mente nacieron en la India, culminando en las enseñanzas budistas
hace más de 2,500 años. Independientemente de su verdadero contenido la fe en algo
sobrenatural aumenta el bienestar subjetivo: las encuestas indican una correlación
consistente, aunque baja, entre la religión y la felicidad.
La psicología moderna ha desarrollado medios que comparten algunas de las
premisas de las tradiciones ancianas, aunque difieren drásticamente en el contenido.
Lo que tienen en común es la asunción de que las técnicas cognitivas, las
atribuciones, las actitudes, y los estilos perceptuales pueden modificar los efectos de
las condiciones materiales sobre la conciencia, ayudando a reestructurar las metas de
las personas, y en consecuencia mejorar la calidad de la experiencia. La
autorrealización de Maslow (1968, 1971) y el optimismo aprendido de Seligman (1991)
son dos ejemplos de los conceptos desarrollados recientemente, teniendo cada uno de
ellos implicaciones preventivas y terapéuticas. Otro ejemplo es la experiencia de flujo
que tienen las personas con personalidad autotelica. Este último concepto, acuñado
por Csikszentmihalyi (1997), describe una experiencia placentera que vale la pena por
sí misma, aunque no tenga consecuencias externas: las actividades creativas, la
música, los deportes, los juegos, y los rituales religiosos. Las personas autotelicas son
aquellas que tienen a menudo este tipo de experiencias, independientemente de lo
que estén haciendo. Una cierta similitud con las experiencias cumbres descritas por
Maslow. Aunque nunca hacemos las cosas por si mismas, las motivaciones son
siempre una mezcla de necesidades intrínsecas y extrínsecas, por ejemplo, un
cantautor compone una canción para comer y pagar el alquiler de la vivienda, para
llegar a ser famoso, porque su auto-imagen depende de lo que compone (motivación
extrínseca). Sin embargo, si el compositor está motivado únicamente por estos
reforzadores extrínsecos pierde el ingrediente esencial de disfrutar al escribir música
por sí misma, esta es la parte autotelica. Las investigaciones de Csikszentmihalyi
(1997) sugieren que la felicidad depende de cómo una persona es capaz de conseguir
flujo con lo que esté haciendo.
Una condición para que la experiencia fluya es que la persona sienta que sus
destrezas emparejan las oportunidades para la acción. Si el desafío es muy grande
para las habilidades de que dispone la persona se producirá ansiedad, y si las
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capacidades son más grandes que el reto se producirá aburrimiento. Cuando los retos
están equilibrados con las destrezas la persona se pierde en lo que está haciendo y
fluye. Este flujo no tiene nada que ver con el concepto gestáltico de “dejar que fluya”.
Dejarse ir con la corriente significa abandonarse espontáneamente y de forma natural
a una situación placentera. La experiencia de flujo requiere destrezas, concentración y
perseverancia. Una de las paradojas del flujo es que la persona tiene que tener
conciencia de la actividad para sentirla y por otra parte no debe controlar
conscientemente lo que está haciendo. Es esta forma de flujo la que conduce al BS.
El fenómeno de flujo ayuda a explicar el estado contradictorio y confuso de lo que
llamamos felicidad. Es posible lograr estados de bienestar subjetivo por diferentes
caminos: o bien acumulando riqueza y poder o abandonando las dos; buscando
soledad o relaciones cercanas; buscando soporte científico o prácticas religiosas. La
gente no es feliz por lo que hace, sino por el cómo lo hace. Si una persona no fluye al
dormir en un Hotel de cinco estrellas no será feliz. Y si una persona experimenta el
fluir mientras se come una torta ahogada en las calles de Guadalajara, tiene
posibilidad de ser feliz. Lo mismo se aplica a las diferentes técnicas psicológicas que
se aplican para tener una buena salud mental: si el proceso de llegar a ser auto-eficaz
se siente aburrido o como una imposición externa, la técnica no conducirá a la
felicidad, incluso si la técnica se maneja a la perfección. La salud mental hay que
disfrutarla para beneficiarse de ella.
El pre-requisito a la felicidad es la habilidad a sentirse involucrado en la vida. Si las
condiciones materiales abundan, más que mejor, pero la carencia de riqueza no evita
el flujo. Los estudios sugieren que los niños de las familias más adineradas tienen
dificultad para fluir, comparados con los niños de familias menos adineradas. Los
primeros tienden a ser más aburridos, menos implicados, menos entusiastas, y menos
excitados.
Aunque el flujo por si solo no garantiza una vida feliz, también se necesita fluir en
actividades que proporcionen potencial para crecer en todo el ciclo vital, y estimular el
desarrollo de nuevas destrezas. Una persona que no aprende a disfrutar de la
compañía de los otros y que encuentra pocas oportunidades para interactuar en un
contexto social tendrá dificultades para encontrar armonía interna, si el flujo proviene
de actividades físicas o mentales, implicaciones emocionales –trabajo, deportes,
aficiones o pasatiempos, relaciones interpersonales- las posibilidades para tener una
vida feliz serán mayores.
Una limitación del flujo como un camino a la felicidad es que la persona puede
aprender a disfrutar tanto una actividad que cualquier otra cosa palidece en
comparación, haciéndose dependiente en un reducido campo de oportunidades para
la acción, mientras rechaza desarrollar nuevas destrezas, esto le ocurre a un experto
maestro de ajedrez que disfruta únicamente el juego y un adicto al trabajo (“burnout”)
que se siente únicamente bien cuando trabaja, ambos están en peligro de frenar su
desarrollo global como personas y, en consecuencia, pueden perder oportunidades
futuras de felicidad.
Por otra parte, el impacto negativo sobre el contexto social a la adición a fluir es
mucho menos dañino que la adición a las recompensas materiales: Ser rico significa
que otros serán pobres; ser famoso significa que otros vivirán en el anonimato; ser
poderoso significa que otros no lo serán. En contraste las recompensas del flujo no
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quitan felicidad a nadie, por ejemplo, disfrutar cocinando una tortilla española o viendo
jugar un partido al Real Madrid, no hace mal a nadie.
Cuando se define la felicidad es de sentido común combinar la frecuencia y la
intensidad de las emociones placenteras. Quiere decirse, la gente que se considera
feliz son aquellas personas que están intensamente felices la mayoría del tiempo
(intensidad). Sin embargo, La investigaciones de Diener y colaboradores (Diener,
2000) contradice esta creencia popular. La frecuencia con que una persona
experimenta emociones placenteras es un mejor predictor que la intensidad de las
emociones positivas. La intensidad emocional contiene un factor que es independiente
del BS. Por lo tanto, sentir emociones de placer la mayoría de las veces y no
frecuentemente experimentar emociones de desplacer, incluso si las emociones de
placer son únicamente moderadas, es suficiente para sentir felicidad.
Aunque mucha gente considera que se encuentra por encima del umbral de humor
neutral la mayoría de las veces, los momentos positivos intensos son poco comunes
incluso entre las personas felices. En su lugar, la gente feliz informa de emociones
placenteras ligeras a moderadas la mayoría del tiempo cuando se encuentran solas o
con otros y cuando trabajan o tienen tiempo libre. Una lección de estos hallazgos es
que si la gente busca éxtasis la mayoría del tiempo (inflación-decepción emocional),
sea en una carrera universitaria o en una relación amorosa, es muy probable que sea
frustrada. Incluso aún peor, pueden ir a la próxima relación o trabajo buscando niveles
intensos de felicidad, que de hecho perduran poco tiempo y no son necesarios para
alcanzarla. La gente necesita comprender que las experiencias intensas no son la
fórmula mágica para una vida feliz. Más aún, las altas experiencias de placer tienen la
desventaja de ser un punto de contraste con el que comparar otras experiencias
positivas, convirtiendo los acontecimientos moderados en momentos menos
placenteros.
La postura hedonista considera que a medida que se incrementan los logros y las
posesiones las expectativas también crecen. La persona se habitúa pronto a su nuevo
nivel y este no le hace ya más feliz. La personalidad aparece como uno de los factores
principales que a la larga influyen en los niveles del BS. Como escribió La
Rochefoucauld (1940): “felicidad y miseria dependen tanto del temperamento como de
la fortuna”. La herencia parcial de la felicidad se sostiene por la investigación centrada
en el temperamento temprano, que sugiere que la reactividad emocional emerge
pronto en la vida y se mantiene moderadamente estable con el tiempo.
Las investigaciones han acumulado evidencia que muchas circunstancias de la vida
correlacionan con el BS únicamente a niveles moderados, dando soporte a la idea de
adaptación. Por ejemplo, Campbell, Converse, y Rodgers (1976) atribuyen únicamente
un 15% de felicidad a 10 recursos que incluye ingresos, número de amigos, creencia
religiosa, inteligencia, y educación. Otros investigadores han encontrado una
correlación positiva baja entre países comparando sus ingresos y su BS. La gente
reacciona fuertemente a los buenos y malos acontecimientos, aunque con el tiempo se
adaptan y regresan a su nivel original de felicidad. Myers (2000) analiza la adaptación
de la sociedad a los ingresos y el BS. En las últimas cinco décadas los ingresos han
crecido en muchas naciones después de la IIª Guerra Mundial, sin embargo, el BS ha
permanecido virtualmente idéntico en los EE UU y otros países desarrollados. La gran
auto-confianza de las naciones tecnologizadas se debía en parte a la creencia de que
el materialismo –la prolongación de una vida sana, la adquisición de riqueza, la
propiedad de artículos de consumo- sería el camino que conduciría a la vida feliz.
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Ahora, a comienzos del tercer milenio, queda claro que la solución no era tan simple.
Los habitantes de los poderosas naciones industrializadas viven una riqueza sin
precedentes, en condiciones que las generaciones anteriores considerarían de lujo, en
relativa paz y seguridad, viviendo (en promedio) casi el doble que sus abuelos. Sin
embargo, todos estas ventajas, en las condiciones materiales, no parece que hagan
que la gente esté más satisfecha con su vida que lo eran antes. Aparentemente, los
deseos de la gente incrementan a medida que los ingresos crecen. En consecuencia,
se adaptan a niveles más altos de ingresos, sin incrementos netos en el BS. Esta
interpretación recibe apoyo de una investigación de Clark (1998): los cambios
recientes en el salario predicen la satisfacción laboral, cuando los niveles medios no lo
predicen.
El modelo de equilibrio dinámico combina la adaptación con la personalidad. Este
modelo propone que la gente mantiene niveles de afecto de placer y afecto de
displacer que es determinado por su personalidad. Acontecimientos ventajosos y
desventajosos mueven a la gente temporalmente de su línea de base personal,
aunque con el tiempo regresan. Por ejemplo, el matrimonio reciente afecta el afecto
positivo (y no el afecto negativo) y el enviudar reciente afecta el afecto negativo (y no
el afecto positivo). Sin embargo, la adaptación hace que a la larga el matrimonio y la
viudez no influyan en los niveles de afecto positivo y negativo.
La teoría de la adaptación basada en el hecho de que la satisfacción de la gente, con
los acontecimientos, depende de lo que han experimentado en el pasado con esos
mismos acontecimientos, explica como la gente se adapta a los cambios. La gente
reacciona favorablemente a los acontecimientos que son más altos, que el punto de
comparación proporcionado por el contexto de sus resultados anteriores en ese
campo, y reaccionan negativamente a los acontecimientos que son más bajos que su
punto de comparación. Otra interpretación argumenta que la gente en buenas
circunstancias puede ser objetivamente más feliz que la gente en malas
circunstancias, aunque requieren grandes niveles de placer para declararse ellos
mismos felices.
Tener recursos (dinero, atractivo físico, destrezas sociales, etc.) en campos
relacionados con las metas propias es un predictor de felicidad más eficaz que tener
recursos que estén menos relacionados con las metas propias. La gente se siente
mejor los días que realizan avances hacia los fines que valoran muy alto que los días
que consiguen metas en fines que valoran menos.
Aunque, la gente no se habitúa completamente del todo a todas las condiciones: la
gente se adapta rápidamente a algunas circunstancias (ejemplo, la cárcel), lentamente
a otras (ejemplo, la muerte de un ser querido) y no se adapta a otras (ejemplos, el
ruido, el sexo). Las personas que nacen con discapacidades físicas tienen niveles más
bajos de BS que las personas sin discapacidades físicas y esta diferencia es
elevadísima en las personas con múltiples discapacidades. Esto indica que las
personas no se adaptan necesariamente a todas las circunstancias incluso después
de muchos años. Aunque, a largo plazo la personalidad contribuye sin duda a niveles
de bienestar, es una exageración concluir que las circunstancias no tienen ninguna
influencia (Ortega y Gasset: el hombre y sus circunstancias). El que la gente se mueva
hacia arriba o hacia abajo depende de lo favorables o desfavorables que hayan sido
las circunstancias en su vida.
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Resumiendo, antes la investigación sobre el bienestar enfocaba sobre quien era feliz,
perteneciera o no a un grupo de personas casadas, poderosas, espirituales, etc. La
investigación moderna enfoca en cuando y por qué la gente es feliz y cuáles son los
procesos que influyen en el BS. La personalidad aparece como un poderoso factor que
influye en el BS de la gente, en parte porque la gente se adapta, en alguna medida, a
las buenas como a las malas condiciones. Aunque, la gente no parece que se adapte
completamente a todas las condiciones. Los valores y las metas de la gente parecen
estar atados a los acontecimientos que son percibidos como buenos y malos. En
consecuencia, una hipótesis posible es que los cambios en las metas es un
componente inherente a la adaptación.
Una pregunta fundamental relacionada con monitorear el BS es si es deseado o no
incrementar el BS. Algunos autores argumentan que mucha satisfacción deja a la
gente desmotivada o que las emociones de placer originan una forma de hedonismo.
Aunque, a la fecha la evidencia señala que esto es infundado: la gente con alto BS
tiene, en promedio, un gran número de cualidades deseadas. Por otra parte, existe
alguna evidencia de que la gente feliz participa más en organizaciones de la
comunidad, es más querida por los otros, tiende a vivir más años, da más rendimiento
en el trabajo, y obtienen mejores salarios. Estos hallazgos provienen de correlaciones
y no se sabe cómo es que la gente feliz, en promedio, tiene conductas más deseadas.
Sin embargo, la gente feliz, en promedio, es más productiva y social. En
consecuencia, los altos grados de BS benefician a la sociedad y no existe ninguna
evidencia de que sea dañino.
Aunque casi todas las personas desean ser felices no todas las personas persiguen
esas metas y tienen las motivaciones compatibles con la felicidad. Algunas personas
perciben el mundo de forma positiva -se aprecian ellas mismas, aprecian a los otros,
valoran el mundo en su totalidad, y están satisfechas con lo que tienen, en lugar de
perseguir lo que no tienen. En el lado opuesto, la motivación primaria de otras
personas es percibirse ellas mismas, los otros, y el mundo que les rodea de una forma
realista (ven las cosas como son), buscan comprenderse ellos mismos y su universo y
mantener una auto-imagen consistente. La persona crónicamente no feliz puede no
desear hacer re-encuadres positivos y optimistas de los acontecimientos de la vida
negativos y no evita compararse con amigos o colegas (envidia, competencia tóxica) o
no confronta acontecimientos traumáticos a través del perdón y la confianza, guarda el
resentimiento. Esas personas pueden mantenerse siempre felices con el fin de estar
en lo correcto.
Para terminar te sugiero la siguiente experiencia: “Cierra los ojos y evoca libremente
todos los pensamientos y emociones en torno a un tema que te preocupa en este
momento... permite que fluyan los recuerdos y los sentimientos... Analiza el significado
del malestar que sientes... Intensifica los pensamientos y emociones negativos, recoge
todas las ideas, imágenes, y emociones negativas que quieres modificar e inspira aire
profundamente. Aprieta fuertemente los puños y los dientes, cierra con fuerza el
entrecejo y asciende visualmente a lo alto de una elevada montaña. Mientras expulsas
el aire, sueltas la tensión de los puños y de los dientes, relajas el entrecejo y visualizas
que vas descendiendo suavemente la montaña hasta llegar a la orilla de una playa,
donde ves las olas y la arena, el sol acaricia tu cuerpo, miras el azul del cielo, y todo tu
cuerpo se funde con la naturaleza.... Ahora visualiza una luz potente, una cascada
luminosa que recorre tu cuerpo, irradiando luz a todos los órganos y células de tu
cuerpo, te infundes a ti mismo un pensamiento de paz, de alegría, de fuerza, de
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poder... Finalmente, trata de sentir tu propio cuerpo, tu propia respiración, la sensación
de bienestar que en este momento vives”.
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