Entrevista a Paloma Pedrero a

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Anagnórisis. Revista de investigación teatral, nº. 8, diciembre de 20123
Págs. 198-208, ISSN: 2013-6986
www.anagnorisis.es
Entrevista a Paloma Pedrero
a
Sonia Sánchez Martínez
Universidad Camilo José Cela
[email protected]
Han pasado casi treinta años desde que Paloma Pedrero estrenó
su primera obra, La llamada de Lauren. Pedrero nos regala hoy
Magia Café, una obra que habla de la pureza y de la corrupción,
una obra que es el trasunto de la realidad que viven los
integrantes del la ONG Caídos del cielo.
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En 1999 Virtudes Serrano recopiló en un volumen Nueve obras en un
acto que se publicó en Cátedra y, hace escasos meses, en mayo, ha
seleccionado seis de tus piezas dramáticas en otro libro titulado Pájaros
en la cabeza publicado también por la misma editorial ¿Qué suponen
para ti estas publicaciones?
Tener las obras a buen recaudo y saber que tengo quince obras en
una colección importante que cuida sus libros, que los respeta, que los
promociona y que los reedita a lo largo del tiempo. Significa, también, que
pueden llegar a ellas las personas que quieran leerlas, significa que me estoy
comunicando con los demás. Es muy importante la comunicación con el
resto del mundo, porque si tienes obras interesantes se ha de tener acceso a
ellas, y esto, en el teatro, es difícil.
El teatro no se lee, casi nadie lee teatro…
En los últimos años se lee muy poco, antes sí se leía teatro, incluso
en los quioscos de prensa estaba la colección Escélicer. La gente iba al
quiosco, compraba su periódico y compraba su librito y leía teatro. Yo creo
que es una forma de leer especialmente creativa, porque tienes que poner
mucha imaginación, tienes que figurarte el espacio, que soñar los
personajes… es una lectura inteligente. Yo la disfruto mucho, desde antes
de dedicarme al teatro la he disfrutado, y a mi hija, desde muy pequeña, lo
que más le gusta es leer teatro, leerlo en alto, representar. Le divierte. Se
debería leer más en las escuelas para que fueran futuros lectores de teatro,
cultivar más esa parte creativa y lúdica. Con el teatro se trabajan otros
planos del ser, no solo la cabeza o el corazón, también tu parte artística.
No vamos a hacer un repaso a tus más de treinta obras dramáticas,
quiero que nos centremos en Caídos del cielo y en los ensayos de Magia
Café. ¿Cuándo, cómo y por qué surge la idea de la fundación de la ONG
Caídos del cielo?
La idea de la fundación surge después de estrenar Caídos del cielo,
la obra. Yo, hasta ese momento, trabajaba con la ONG Rais, que nos hacía
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la labor asistencial. Pero la parte teatral adquirió unas dimensiones muy
grandes y a la fundación le desbordó, no podían sostener esto y nos
quedamos sin nadie que nos hiciera esa labor. Entonces decidimos que
teníamos que fundar una ONG, un espacio en el que pudiéramos trabajar
con el teatro como herramienta fundamental, no de inclusión social, pues
hay gente que se quiere incluir y gente que no se que quiere incluir. A estos
que no quieren entrar en el sistema, si ellos lo desean, les ayudamos igual.
Incluirse socialmente es una opción. Nosotros lo que pretendemos es echar
una mano al que quiere salir del pozo, al que quiere volver a reír, al que
quiere encontrar un lugar donde ser persona, donde se le mira, donde se le
abraza, donde se ríe, donde se trabaja duramente y donde se les exige y se
les saca todas sus capacidades a flote. Creo que la única manera de que las
personas podamos vivir bien es sacando nuestra parte creativa. En Caídos
del Cielo nos esforzamos por transformar el dolor en belleza, las penas en
arte. No se permite el lamento. Pero tampoco nos empeñamos en incluir,
que se incluya el que quiera. De hecho, hay personas que trabajaron en
Caídos del cielo y así lo han hecho. Y ahora están trabajando en sus
antiguas profesiones, de dependientes, de fontaneros, de electricistas o de lo
que han encontrado. Otros no.
El teatro les ha dado esa posibilidad…
Sí, les ha dado la posibilidad de recobrarse. El teatro cura, el teatro te
puede ayudar a recuperar la autoestima. Como toda labor creadora, lo que
hace es que sientas que puedes, que tienes cosas que dar, y ese es nuestro
lema. Cuando la gente llega a Caídos, le decimos: «Pues nada, aquí estamos
para dar», porque todos tenemos algo que dar por muy mal que estemos. De
hecho, ayudar es recibir. Ese es el juego de Caídos del cielo. Nada más.
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¿En qué espacio?
De momento somos una ONG sin techo. Somos una ONG pobre,
absolutamente heroica, y llevamos sobreviviendo así años. No tenemos un
espacio físico donde podamos estar. Y es fundamental tener un espacio,
porque para poder hacer hogar tienes que tener techo, porque hacer hogar en
la calle es muy complicado. De momento nadie nos ha cedido un local,
nadie nos ha dejado unas llaves. Vamos de un centro cultural a otro, de aquí
para allá. Ahora estamos ensayando Magia Café dos días en un sitio, dos en
otro y uno en otro. Vamos como gitanos con las telas, los bártulos… y nos
lo llevamos de un sitio para otro. No hemos conseguido un lugar físico,
quizá no hemos sabido buscarlo o quizá no haya interés de que exista un
lugar donde, a través del teatro, se eche una mano a las personas que están
en riesgo grave. En los centros culturales, que son públicos, tienen sus
horarios, sus programaciones, sus rutinas funcionariales, y tú estás de
prestado. Pero todo se andará.
¿Cómo llegan a ti estas personas?
Ahora tenemos que buscarlas. Es decir, este tercer grupo de personas
que pasa por Caídos ha sido a costa de ofrecernos en Cruz Roja, en el
Ayuntamiento de Madrid, en los albergues... No siempre esta labor se nos
facilita. Hay instituciones que consideran no adecuada la actividad teatral
para estas personas. Es curioso. Este año teníamos un chico estupendo
rumano, que tenía un arte tremendo y cuando consiguió una cama, una
habitación para dormir, le prohibieron venir al teatro. A veces las propias
ONG e instituciones sociales tienen sus criterios y consideran que un sitio
en el que se va a hacer teatro puede ser un sitio peligroso para un exadicto,
por ejemplo. Todavía pervive en el inconsciente colectivo la idea de que el
teatro y sus gentes pueden ser peligrosos. De hecho, las instituciones que se
dedican a ayudarles siguen teniendo talleres de empleo, talleres de jardinería
o fontanería, talleres de terapia… pero el teatro les suena a anarquía. «Este
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no necesita farándula, este lo que necesita es disciplina…» como si la
farándula no tuviera disciplina. Lo que no saben esas personas es lo que
trabajan los miembros de Caídos. En los talleres hay aprendizaje y método.
Y cuando empezamos a montar una obra hay una disciplina todavía mayor.
Mucho trabajo, sacrificio, esfuerzo… Y eso es lo que le exigimos a ellos.
¿Cómo es un taller con miembros de Caídos?
Este año hemos tenido talleres con profesores voluntarios: de voz
con Concha Doñaque, talleres de circo con Iván Prado, talleres de expresión
corporal con Miluka Suriñach y Pilar Rodríguez, talleres de coreografía con
Sonia Dorado y de música con Raúl Barrio. Yo me centro más en la
interpretación, y a veces, trabajamos la escritura. Hay gente que empezó
hace tres o cuatro años con nosotros y está escribiendo o teatro o un blog.
Algunos muy bien.
¿Todos ellos son sin techo?
En la primera etapa de Caídos la mayoría eran personas sin techo.
Esto ha ido evolucionando y se ha ampliado a personas sin hogar, que son
dos conceptos muy diferentes. Una persona puede tener techo y no tener
hogar. El hogar es algo más importante para un ser humano; tiene que ver
con el amor. Pero, como ya hemos dicho antes, si no tienes techo no puedes
tener hogar. Han ido llegando personas desestructuradas, personas sin
familia, personas con malos tratos. Tenemos chicos de veintitantos años con
algún tipo de autismo, TDH… Tenemos personas que tienen techo pero que
están con depresiones profundas. El perfil de las personas ha ido cambiando
según han ido cambiando los tiempos. Fíjate lo que nos ha traído esta crisis
ya añosa. Hay algo paradójico en esto, las personas que han estado
excluidas socialmente se manejan mejor que las personas que la crisis ha
excluido, que se han quedado de pronto sin trabajo, sin casa, que se han
tenido que ir a vivir a casa de sus padres o de los abuelos, o que llevan un
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montón de tiempo en paro. Los que llevan media vida dando tumbos
manejan mejor los recursos que existen.
¿Cómo son los ensayos de los miembros de Caídos con actores
profesionales?
Ahora tenemos actores. Otros son actores en riesgo de exclusión
social, son profesionales que están en situaciones difíciles porque no hay
trabajo… así que hemos llegado a la conclusión de que no vamos a
diferenciar quiénes son los profesionales y quiénes son los otros. Ahora
mismo no se podría hacer una distinción clara. A veces llegan actores que
han trabajado mucho antaño, pero que desde hace tiempo no trabajan por
unos motivos u otros, y hay personas en Caídos que llevan con nosotros
años de formación, ¿es menos actor que el otro? Es preferible no hacer
diferencias. Caídos del Cielo es un proyecto pionero. No se ha hecho nunca,
así que vamos aprendiendo con cada experiencia.
¿Es una profesión remunerada, cobran los actores, el equipo artístico y
técnico?
Esta vez la puesta en escena de Magia Café la estamos haciendo
prácticamente sin un duro, esta vez estamos trabajando todos como
voluntarios. Desde la dirección hasta el técnico que venga a poner luces lo
va a hacer de forma voluntaria. Hay que tener en cuenta, además, que una
ONG es un sitio donde se trabaja para los demás. Hemos aprendido que
cuando uno quiere hacer un trabajo social es porque quiere hacer
voluntariado. No puedes ir a Caídos a buscarte las judías, si vas a Caídos
vas a ayudar a los otros. El concepto lo hemos ido entendiendo con el
tiempo. Si las funciones se cobran y con ello conseguimos tener un local o
un remanente económico, podremos continuar, seguir haciendo talleres y
actividades. Los propios Caídos dejarán su tributo a nuevos Caídos del
cielo. En un momento dado habrá que plantearse que todos comemos, pero
estamos todavía en el proceso de conocer cómo funcionamos, a dónde
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podríamos llegar –o no llegar-. En este momento, y con la crisis brutal en la
que estamos, hemos decidido trabajar de forma voluntaria en Magia Café.
Es un tema complejo y nos vamos adaptando a la situación, también
intentamos aprender de los errores que cometemos.
…pero ¿cuánto tiempo te lleva a ti?
¿De mi día? Todo. En estos momentos todo. Estamos a menos de un
mes para el estreno Esto, evidentemente, me lo tengo que replantear porque
acaba conmigo. O tengo los recursos suficientes para no estar al borde del
abismo o no voy a poder seguir realizando esta tarea. Esta Fundación
necesita una estructura, se necesitan una serie de recursos económicos que
no tenemos. Si esto sale, si Magia Café, en estas circunstancias, sale, habrá
que llamar a Roma y que santifiquen a unos cuantos (risas). Porque será un
milagro. Las condiciones de trabajo son de locura.
¿Fueron así también en los ensayos de Caídos del cielo?
No. Para Caídos del cielo tuvimos un patrocinio. Nos ayudó la
Fundación Coca Cola, que siempre está apoyado al teatro. Esta vez también
nos han echado una manita pero muy pequeña, y agradecidos que estamos.
Todo lo que venga, bienvenido sea. Vamos a hacer un espectáculo sin nada,
vamos a demostrar que Magia Café trata de personas que no tienen nada
material pero sí un gran bagaje artístico y espiritual, vamos a ser coherentes
con la situación. El montaje de la obra Caídos del cielo tenía a la Fundación
Coca Cola detrás con su presidente, Marcos de Quinto, que es un amante del
teatro. Él leyó la obra y nos dijo que quería estar ahí y ayudar en todo lo
posible y nos financió la producción. Fue una producción muy importante.
Ahora estamos trabajando en la desnudez, y de hecho, seguramente, habrá
desnudez en alma y cuerpo. La obra también habla de eso, de la pureza y la
corrupción en un sentido poético. Eso es una parte importante en Magia
Café.
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¿Cómo han vivido los miembros del taller el éxito de Caídos del cielo?
Fue un éxito muy importante. No se esperaba nada de nosotros y
fuimos la única compañía, que yo sepa, contratada para el Festival de Otoño
de Madrid que no cobró las funciones. Podríamos no decirlo y ser
políticamente correctos, pero esa es la realidad. A nuestra compañía no se le
pagó. Seguramente a Peter Brook y a otras Compañías extranjeras se les
pagó lo que valían. Sin embrago, Caídos fue uno de los éxitos del festival,
algo que los organizadores no se esperaban, hasta el punto de que nos
programaron en el Teatro Fernán Gómez para hacer temporada. Si esto
hubiera ocurrido en cualquier otro país habrían corrido ríos de tinta. Caídos
vivió el éxito con mucha alegría. Estas personas, que han estado rechazadas
y han sido invisibles para el mundo, se hicieron visibles y tuvieron el
reconocimiento de los demás.
¿Y el Premio Dionisos de la UNESCO?
Todo lo bueno hay que celebrarlo, y todo lo que llega es una alegría.
El jurado del premio Dionisos es gente de teatro con mucho criterio.
Valoraron que hay una labor artística y social importante, y esto consuela.
Uno está tan solo intentando convencer… Yo hablo con políticos e intento
explicarles lo que es el proyecto, y lo que he sentido muchas veces es que
nos quieren quitar de en medio. Me han ofrecido espacios, pero no en
Madrid. «No puede ser aquí ¿por qué no os vais fuera?». Esto lo he
escuchado más de una vez. Y eso ocurre también en Magia Café, que
quieren echarles del centro, de un lugar bonito. Les quieren echar al margen.
A mí me dijo alguien (no voy a decir quién), una alta personalidad pública,
cuando le pedí un espacio, y mira que hay espacios vacíos, me dijo que nos
podía dejar un local, pero en un pueblo. Me lo decía desde un despacho en
el centro de Madrid, un ático de un antiguo edificio muy conocido. La lucha
es por todos los lados. Cuando yo estoy con Caídos estoy en el cielo, porque
ellos sí son buenos; pero lo que nos rodea es muy duro.
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¿Disfrutas mucho con ellos?
Yo sí, mucho. Porque he entendido que lo único que merece la pena
en la vida son dos cosas: aprender a amar bien y darlo. Dar ese amor, ayudar
a los otros. Lo demás, para qué. Lo resume todo esa frase que no sé de quién
es, pero que no es mía: «Todo lo que retuve lo perdí, solo me queda lo que
di». Para mí la clave es vivir dando, y eso es lo que a mí me da felicidad. A
veces me quedo exhausta, desfallezco porque ya no tengo energía física para
convencer, para continuar. Pero después tomo aliento y tiro para adelante.
Cuando yo digo «aquí venimos a dar», un Caído me entiende
perfectamente, pero un político, un poderoso, no. Yo creo que piensan que
estoy loca. Si no me llamara Paloma Pedrero, y no tuviera un currículum
detrás, pensarían que soy una demente que se acaba de escapar de un
manicomio.
En 2002 escribiste Magia Café e hiciste una lectura dramatizada en el
2007 ¿Es este texto el que vamos a ver representado o lo has
modificado?
El texto va a quedar prácticamente intacto, pero tengo más claro lo
que quería decir en Magia Café ahora que cuando la escribí. Como si el
tiempo me hubiera dado la posibilidad de verla desde fuera. Ahora sé dónde
poner el acento, sé lo que estamos contando. Es una obra que habla de la
pureza y de la corrupción, de la posibilidad de transformación del ser
humano, de cómo hay que pasar por el infierno para ser capaz de crear, para
ser capaz de transformarte a ti mismo y de ayudar a transformar el mundo.
Habla de la posibilidad de la recuperación. Recobrar la pureza por medio de
la creación. Y no solo de la creación artística, sino con la maternidad, que es
otro tipo de creación, la de la vida. Las tres mujeres de Magia Café, que son
mujeres porque no puede ser de otra manera, están haciendo una labor de
creación humana, de dar vida, de cuidar a los otros, que es lo que hace una
madre. Son las que siembran y recogen. Ellas están en el plano de la
creación artística y en el plano de la maternidad. Al final todo esto se funde
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y genera esperanza. Creo, que en este momento, el cambio está en manos de
las mujeres.
¿Cuántas personas hay en tu equipo ahora mismo?
Hay dieciséis actores y muchos colaboradores artísticos y de lo
social. Es un proyecto muy grande, hecho de personas y no de cosas. La
grandeza está en la verdad que desprende, en la bondad y el talento de la
gente.
Lo que aparece en la página web (www.caidosdelcielo.org) es lo bonito,
pero tiene que haber algo más…
Sí, hay momentos que lo pasamos mal, claro. Algunos de los Caídos
no tienen la capacidad de fijar textos o movimientos de las escenas en los
ensayos… A veces, después de montar una escena que sale maravillosa,
pasa el fin de semana y puede ocurrir que el lunes no se acuerden y haya
que volver a empezar. Es un trabajo continuo, de paciencia, aunque siempre
queda algo… Pilar Rodríguez, que es mi santa colaboradora, se pone con
ellos a repetir y a repetir. También tenemos bajas, gente que desaparece. Eso
no se ve en el documental de Caídos del cielo, por ejemplo. Hay que
imaginárselo, no todo es vida y dulzura, hay que pelear mucho. Hay
abandonos, que es lo que a mí me rompe el corazón. Vivimos niveles de
locura muy poderosos. Hay que enseñarles a conseguir resultados, porque
estas personas no tienen resultados en sus vidas, se meten en cosas que
nunca acaban. Hay que explicarles que esto sí se acaba, pero con mucho
esfuerzo y sacrificio de todos. Se lo transmitimos, continuamente, sin hacer
daño y sin ofender. Yo he aprendido a pedirles perdón y ellos a mí, hay
momentos en que los mataría, les pido perdón y los quiero. Esta es la parte
del trabajo que me gusta, que quiero hacer. No quiero a los que están fuera
excluyéndolos y excluyéndonos, llevándonos al margen, sin darnos
confianza, a los que les ningunean. Nosotros hacemos teatro de verdad,
teatro puro y duro, el teatro del compromiso, y eso da miedo… Pero el dolor
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solo lo siento por los Caídos cuando se van o cuando sufren. Por la clase
política y otros poderosos desatentos solo siento desprecio.
Háblame del estreno de Magia Café.
Empecé con Magia Café en abril de 2013 y voy a terminarla, como
pronto, en abril del año que viene. Un año de mi vida al cien por cien con un
montaje. Lo que se podría montar en dos meses, aquí necesita un proceso de
casi un año. Estrenamos en Madrid el 17 de marzo en la Cuarta Pared. Antes
haremos bolos por Centros Culturales. El 15 de noviembre en Activa
Madrid en el Centro Cultural de La Elipa. Se están buscando funciones en
enero y febrero para que podamos mantener la función viva.
¿De dónde sale toda la fuerza, toda tu fuerza para hacer todo esto?
Pues eso no lo sé. Sé que vengo de una familia desestructurada, que
he vivido en mi infancia muchas cosas y comprendo muy bien a estas
personas, conozco su parte oscura. No sé si es que estoy redimiendo algo
(risas). Hay algo dentro de mí que no sé de dónde viene, pero que me lo
pide. El alma me pide estar, poder hacer lo único que sé hacer, que es teatro,
con esas personas rotas, me da mucha alegría. Y la alegría saca la fuerza.
Para mí esto da sentido a la vida. Seguramente, dejar el propio lamento de
lado, dejar la víctima y mirar a hacia fuera y decir «aquí estoy yo», me da
fuerza. Es la salida del ensimismamiento, dar y comunicar y decirle a la
gente que se puede. Porque se puede. Porque el pesimismo es la antítesis de
Caídos del cielo. Caídos es un lugar donde se sueña y donde se cree que el
mundo puede cambiar. Y lo hacemos desde el teatro.
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