XVII domingo del Tiempo Ordinario•AÑO/C• Lc 11, 1-13

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XVII domingo del Tiempo Ordinario• AÑO / C • Lc 11, 1-13
● Primera lectura ● Gn 18, 20-32 ● “No se enfade mi ● Segunda lectura ● Col 2, 12-14 ● “Os dio vida en Cristo,
Señor, si sigo habando”.
perdonándoos todos los pecados”.
● Salmo ● Sal 137 ● “Cuando te invoqué, Señor, me ● Evangelio ● Lc 11, 1-13 ● “Pedid y se os dará”.
escuchaste”.
Lc 11, 1-13
1
Jesús estaba orando en cierto lugar. Cuando acabó,
uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a
orar, como Juan enseñó a sus discípulos».
2
Él les dijo: «Cuando oréis decid: Padre, santificado
sea tu nombre; venga tu reino; 3 danos cada día nuestro pan cotidiano; 4 perdónanos nuestros pecados,
porque también nosotros perdonamos a todo el que
nos debe, y no nos dejes caer en la tentación».
5
Y les dijo: «Suponed que uno de vosotros tiene un
amigo que acude a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, 6 pues un amigo mío ha venido de viaje a mi casa y no tengo qué darle; 7 y que
él le responde desde dentro: No me molestes; la puerta está cerrada, y yo y mis hijos
acostados; no puedo levantarme a dártelos. 8 Yo os aseguro que si no se levanta a dárselos
por ser su amigo, al menos para que deje de molestarle se levantará y le dará todo lo que
necesite.
9
Pues bien, yo os digo: Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá. 10
Porque el que pide recibe; el que busca encuentra, y al que llama se le abre. 11 ¿Qué padre
de entre vosotros, si su hijo le pide un pan, le dará una piedra? ¿Y si le pide un pez, le dará en lugar de un pez una serpiente? 12 O si le pide un huevo, ¿le dará un escorpión? 13
Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto más el
Padre del cielo dará el Espíritu Santo a quienes se lo piden?».
“¿Para qué orar? En el fondo también para mi la ● Nos puede servir el texto de hoy para profundioración de Jesús es el argumento decisivo; debemos zar en la relación que tenemos con Dios.:
unirnos a su oración; si él oró, quiere que oremos  ¿Es una relación de hijo con el padre?
con él y, por tanto, que vivamos nuestra experiencia de oración, que se justifica por sí so ¿Soy consciente que mi relación con Dios está
la….” (Carlo Maria Martín)
desarrollando mi vivencia comunitaria, el noso● Pongámonos en presencia de Dios y pidámosle
tros?
que nos acompañe en este tiempo de oración.
● Contemplo a Jesús orando: vaciándose en presencia del Padre, escuchándole, pidiéndole por
unos y por otros, ofreciéndose a realizar su volun- ● Miro mi vida a la luz de la Palabra de Dios de
hoy para ver si se dan las características de la oratad: ¿cómo era su oración?
ción que me ofrece el texto.
● Para empezar podemos identificarnos con la ● Llamadas para mejorar mi oración.
pregunta que le hacen a Jesús y formulársela nosotros: Señor enséñanos a orar.
● Oro.
Notas para fijarnos en el Evangelio
● El tema central del relato de este
Evangelio es la oración.
● Jesús está orando, como lo solía
hacer no sólo en el templo o en la
sinagoga sino en cualquier sitio.
Orar era para Jesús algo connatural.
● La oración en sí misma expresa
la actitud ante Dios, por ello importa mucho la idea que tengamos
de Dios. Según que experiencia
tengamos de Dios así será nuestra
oración.
● Para empezar hay que señalar
que Jesús no sólo es un maestro
de la oración, no sólo enseña a
orar sino que ora, la oración está
presente en toda su vida.
● La oración de Jesús es provocativa porque su manera de rezar no
era como la que acostumbraban a
hacer las personas de su tiempo.
Por ello le piden que les enseñe a
orar, ellos ya sabían orar como les
habían enseñado en el templo o en
la sinagoga, ahora quieren rezar a
la manera de Jesús.
● Como siempre, primero es el
ejemplo y en segundo lugar las
enseñanzas.
● Con gran naturalidad Lucas señala una actitud de Jesús: oraba.
● Es ahí donde se desarrolla la relación del hijo con el Padre. No importa el lugar lo que importa es la
actitud. Orar quiere decir ponerse
delante de Dios con aquella naturalidad del campesino de Ars que
dijo de la oración: “Yo le miro y el
me mira y los dos somos felices”.
● Jesús les enseña a los Apóstoles
la oración del “Padre nuestro”.
● Jesús, para empezar su oración,
se dirige a Dios a quien llama y
tiene como Padre, Abba.
● Como vemos en la manera de
rezar que Jesús nos enseña tiene
mucho peso el contenido porque
ello nos muestra una forma concreta de entender la vida.
● Jesús como contenido de su
oración va a lo fundamental de la
vida, no se queda en banalidades,
sino que su oración es para invocar a Dios, para pedirle que su
Reino, su proyecto se realice en
este mundo, para que nos dé el
alimento de cada día, para que
nos perdone; el Dios de Jesús es
un Dios de perdón, para que nos
libre del mal que ante todo es el
pecado, lo que nos aparta de Dios
y nos deshumaniza.
● Además del Padre nuestro Jesús
aporta otras enseñanzas sobre la
oración por medio de la parábola
del amigo impertinente en la que
nos muestra cómo ha de ser
nuestra oración de petición; esto
es insistente que es una muestra
de la confianza que tenemos con
Dios Padre. Y con unas máximas
sobre la eficacia de la oración,
que traslucen la actitud de nuestra oración: la perseverancia.
Señor,
enséñanos a orar
Yo, Señor Jesús,
como aquel seguidor tuyo del Evangelio
me postro hoy a tus pies humildemente
para hacerte la misma súplica:
Señor, enséñame a orar,
enséñame a orar a tu manera,
como Tú lo hacías.
Tu seguidor del Evangelio quedó
impresionado por tu manera de orar
y eso le movió a pedirte que le enseñes
a orar como Tú lo hacías.
Primero el ejemplo y a partir de ahí
la enseñanza.
Señor Jesús, yo y todos, necesitamos
que nos enseñes a rezar a tu manera.
Cada uno debemos inventar
nuestro estilo de oración.
Haz que encontremos
nuestra manera de orar
y que siempre seas en ello
nuestro punto de referencia.
De todas formas Tú, Señor Jesús,
ya nos has mostrado
una forma concreta de orar
contenida en la oración
del Padre nuestro,
que no es una fórmula,
sino un estilo de orar,
una manera de situarnos ante Dios,
ante el mundo,
ante nosotros mismos.
En los primeros relatos que describen
en pocos rasgos a las primeras
comunidades cristianas
uno de los trazos bien definidos
que se daban en sus vidas
era que oraban.
La Iglesia ora, las comunidades oran,
hay religiosas y religiosas
que entregan toda su vida a la oración.
En el mundo son muchos miles
de personas
que hacen de sus vidas una oración.
Por lo que veo en los Evangelios:
Tu oración, Señor Jesús, era constante,
de todos los días. Tu oración era
de acción de gracias.
Tu oración era escucha a Dios Padre
Todos ellos y ellas oran
para conocer y hacer su voluntad.
por
la humanidad entera.
Tu oración era partiendo de los textos
de la Palabra de Dios.
Gracias sean dadas a Dios Padre
Tu oración nacía de la vida,
por tantas personas que rezan
de lo que contemplabas y acontecía
por todos nosotros
Tu oración era litúrgica.
y por todas las necesidades del mundo.
Tu oración era confiada.
Tu oración era de súplica por Ti,
Bendíceles Señor Jesús.
pero sobre todo por los que te rodeaban
y por nosotros.
Tu oración era asunto prioritario
en tu vida.
Tu oración no miraba el reloj, duraba.
Tu oración era para pedir al Padre
por las necesidades más urgentes
del momento
como la paz, la unión, el perdón…
Tu oración era espontánea
Tu oración era confiada y perseverante.
Tu oración era de hijo a Padre.
Ayúdame, Señor Jesús,
a orar a tu manera.
Ayúdame también a animar a la gente
a que ore,
a que no escatime su tiempo para rezar,
a que sea generosa, al fin y al cabo
es para su bien.
Ver ● Juzgar ● Actuar
VER
uando hemos querido solicitar algo, a una
C
persona o administración, y tenemos dudas
acerca de si nos lo concederán y no nos decidimos a realizar la petición, a menudo personas
de nuestro entorno nos han dicho: “Tú pídelo:
el «no» siempre lo tienes”. Con esto nos están
queriendo decir que no nos demos por vencidos
antes de tiempo, que con realizar la petición no
perdemos nada, porque si no se nos concede
estaremos igual que ahora, pero que si lo pedimos, aunque haya dudas, es posible que sí se
nos conceda. Y lo que es seguro es que, si no
hacemos la petición nunca conseguiremos lo
que solicitamos.
enemos”
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o
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iem
“El ‘sí’ s
Desde estas características el Señor nos invita a
orar: Pedid… buscad… llamad, porque quien pide
recibe, quien busca halla, y al que llama se le
abre. Pero como de nuevo inevitablemente alegamos tener la experiencia de pedir y no haber
recibido, de buscar y no haber hallado… el Señor
nos vuelve a recordar lo primero que nos ha dicho: Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis
dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más
vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a
los que se lo piden? Aunque hayamos tenido esa
experiencia de “pedir y no recibir”, no debemos
olvidar que a quien dirigimos nuestra petición, es
a nuestro Padre, y por eso el “sí” siempre lo tenemos, porque Él nos va a dar el Espíritu Santo,
que será quien nos hará descubrir la respuesta
que Dios, nuestro Padre, da a nuestra oración;
una respuesta que, aunque no sea la que esperamos o queremos, siempre será lo mejor para
nosotros.
JUZGAR
oy la Palabra de Dios nos invita a presenH
tarle nuestras peticiones. Muchas veces pe- ACTUAR
dimos, pero no lo hacemos bien, y nos desanimamos cuando no lo recibimos, pero aun así, Él
agamos una revisión de nuestra oración:
nos invita a seguir haciéndolo. Pero no pensan- H ¿Qué características tiene? ¿Es insistente, o
do que no vamos a perder nada con hacerlo ya sólo cuando necesito algo? ¿Es humilde, audaz,
que “el «no» siempre lo tenemos”, sino todo lo
contrario: porque por parte de Dios, el «sí»
siempre lo tenemos, aunque lo dudemos.
Lo que necesitamos es aprender a realizar
nuestras peticiones, y lo primero es que nuestras peticiones han de hacerse siempre desde la
oración, no como si nos dirigiéramos a una administración pública o, menos aún, como una
exigencia. Por eso hacemos nuestras las palabras de los discípulos: Señor, enséñanos a orar.
Y Jesús nos dice que, lo primero, es recordar
que Dios es Padre: no es un Ser indeterminado,
tampoco es un alto funcionario al que dirigimos
una instancia…sino que es nuestro Padre.
Y en esa oración, si nos fijamos, de todas las
peticiones sólo una se refiere a algo material
(danos cada día nuestro pan del mañana), el
resto se refieren a la relación con Dios
(santificado sea tu nombre, venga tu reino, no
nos dejes caer en la tentación) y a los demás
(también nosotros perdonamos a todo el que
nos debe algo). ¿Qué lugar ocupa lo material en
mi oración, respecto a la relación con Dios y los
demás?
También nos enseña a no darnos por vencidos
en la oración, por nosotros o por los demás,
como Abrahán en la 1ª lectura, con humildad
pero con audacia: Me he atrevido a hablar a mi
Señor, ¿y si…? ¿Pido con humildad? ¿Soy audaz
en la oración, “me atrevo a pedir”? ¿Intercedo
por los demás?
Y además, orar con confianza, como el amigo
de la parábola del Evangelio, que acude a pedir
durante la media noche, insistiendo aun a sabiendas de que está siendo importuno, pero
confía en que el otro le dará cuanto necesite.
¿Oro con confianza o en el fondo desconfío de
alcanzar lo solicitado?
confiada…? ¿Está centrada en aspectos materiales? ¿Es una oración abierta, intercesora, por las
necesidades de los demás? ¿Me “conformo” con
el Espíritu Santo, o me quedo decepcionado si no
recibo lo que he pedido y como lo he pedido?
Por parte de Dios, el “sí” siempre lo tenemos. Y
ese “sí” es su Espíritu Santo. En la oración sobre
las ofrendas pediremos que estos santos misterios, donde tu Espíritu actúa eficazmente,
santifiquen los días de nuestra vida. Necesitamos participar en la Eucaristía y demás Sacramentos porque así el Espíritu actúa en nosotros
para que nuestra oración tenga las características adecuadas y podamos pedir, buscar y llamar
con la confianza de que el “sí”, por parte de
Dios, siempre lo tenemos.
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