La Guerra Europea del 9 de agosto de 1914, nº 1

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-^sorEfM A D R ;;,
LA GUERRA EUROPEA
L o s prelim inares a e la Guerra
El Tzar y Mr. Poincaré visitando las fuerzas que rindieron honores al desembarcar en Rusia el Presidente de la
República francesa
Ayuntamiento de Madrid
A D V ER TEN C IA DE LOS EDITORES
e n tre R ijs ia y Jap ón , e m p r e n d im o s U
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p u b lic a c ió n d e una R e v is ta ,
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t os e y im d o m as y m e jo re s e le m e n to s d e in fo rm a c ió n , c o n ta n d o c on m ás corresn o n sa les n rin cio a lT n p n te en
« p r r p í , 5 T i i e í s r ¿ . “ £ r , '% ? / '™ “ " * " ’ ^
“ as entre las noteZiL^e^^^^^
sea cual fu ere esta verdad, s ó b re lo s acontecim ientos d é la s gue-
sos. D e l ^ I t o d e estos p r o p ó s ito s r e s p o n d e n L a g u e r r a r u s o - ja p o a e s a v L a g u e w a d e O r ie n t e
d é lo s D L t e 8 ¡ f l c i f l e l v S X s / n n n m ÍT
Q u e n u e ^ a n c o n tS rs ^ Ir p l * M
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in te rn a c io n a l, la tra n s c rip c ió n
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° q u e acon tece, y res ú m e n e s p e r ió d ic o s p a ra p o d e r s e g u ir i m k í o I^^hacom p a ñ a d o p o r n u m e r o s o s y exa c to s m ap as d e ¡o s d ife r e n te s te a tr o s d e
¿ e g e n e ra le s , s o b era n os y
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seguram ente a nuestros lectores, sobre las histo-
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CRÓNICA IN TER N A C IO N AL
M o t iv o s d e l a g u 6 r r a . - P r e l i m í n a r . - r T u e r r a d e n a c i o n a l i d a d e 8 . - G u e r r a d e in te re s e s e c o n ó m ic o s . - E l e r r o r d e
em an ia. _ R u s ia . L a G ra n B re ta ñ a .— I t a lia .— L a s n a cio n e s n eu trales.— A m é r ic a y A s ia .— L o s h o r r o r e s d e la
g u e rr a .— F in a l a p o c a líp tic o .
P r e lim in a r
rotun dam ente q u e, esta vez, el mal era irrem ed iable.
E llo debióse al poco interés que concedem os a la po­
D esde que ei m undo existe, jam ás ha tenido lu ­
lítica in tern acio n al, y a reflejar nuestra prensa los
gar u na hecatom be com o la que en estos m om entos
puntos de vista de la prensa francesa, p arcial y e g o isestá con m ovien do a toda E u ro p a. No sólo la in m en ­
la com o n in gu n a otra.
sa m u ch ed u m b re de los ejércitos— diez m illo n es de
E l 14 de a b ril de 19 13 , en la revista « L a G u erm
hom bres— que van a destrozarse m utuam ente, sino
de O riente», afirm am os nosotros que la gu erra era
la paralización casi com pleta de la a g ricu ltu ra , dei
in evitab le; y ai despedirnos, el 17 de m ayo, de los
com ercio, de la in d u stria y dei tráfico en todos los
lectores de aq u ella publicación , insistim os de nuevo.
países alcanzados por la con flagración, dan a esta
E stam os, pues, autorizados para creer que los m oti­
gu erra u n os caracteres desconocidos hasta el presen­
vo s del con flicto son los que estuvim os señalando
te. E s la m uerte tem poral de los pueblos, la crisis , desde octubre d e 19 12 a m ayo de 19 13 ; tan claros y
que va a su sp en der por m ás o m enos tiem po su exis­
evidentes son , que bastará los resum am os para llevar
ten cia. y la h oguera de la que van a resu rg ir m ás po­
el con ven cim ien to al án im o de nuestros lectores.
derosos los favorecidos por la fortun a, pero en la que
L a s causas de la gu erra son de dos órdenes; el de
se con su m irán los aplastados por la derrota
las nacionalidades y el de los intereses económ icos.
¿C u áles han sido las causas, los m otivos verd ad e­
ros de la guerra?
G u e r r a d e n a c io n a lid a d e s
N i los odios o rivalidades seculares, n i la am bi­
ción de unos o de otros, n i la torpeza o el afán de
A rran ca de la llam ad a «cuestión de O riente», pro­
engrandecim iento de algu n os, se cuentan para nada.
blem a que está sin resolver hace cuatro siglos.
A h o ra , a p o sterio ri, cuando los hechos se im po­
L a irru p ció n de los turcos en E u ro p a, su avance
nen con su realidad brutal, su rgen por todas partes
hasta H u n gría, sojuzgan do y dom in an d o los pueblos
los falsos profetas, que asegu ran habían vaticinado
q u e se oponían a su paso; la concentración o defin i­
la gu erra; pero es lo cierto q ue m u y pocos fueron los
tivo deslinde de la raza eslava en los confines de R u ­
que la vieron llegar, y m enos a u n los q u e afirm aron
sia E u ro p ea; y , fin alm en te, las guerras de reco n q u is­
Ayuntamiento de Madrid
ta e ind epend en cia, reacción europea contra T u r ­
q u ía, dieron por resultado; la m ezcla de germ anos,
tcheques, h ún garos, eslavos, israelitas y m u su lm a­
nes en el área donde se d etu vieron las arm as turcas;
m ás lard e, al alzarse los oprim idos contra el invasor
y derrotarle, después de sangrientas y em peñadas lu ­
chas, se form aron pequeños núcleos de pueblos cris­
tianos q u e, contentándose al p rin cip io con u n a ru ­
d im en taria autonom ía, acabaron por v e r reconocida
su ind epend en cia; in tervin ien d o casi sim u ltán eam en ­
te en estos conflictos, R u sia , por un lado, y A lem a­
n ia (léase ,\u stria ', por otro, se llegó al cabo a la for­
m ación de S erb ia , M ontenegro, R u m a n ia y B u lg a ­
ria; a la co nsolidación de G re cia ; a la desaparición
de P o lo n ia; a la form ación de A lem an ia, prim ero bajo
la h egem onía austríaca, y luego bajo la de P ru sia;
m ientras H u n gría, q u e tan brillan te y p rin cip al pa­
pel desem peñara durante tres siglos, descendía a o cu ­
par un puesto secund ario con respecto a su confede­
rada, A u stria.
E n tanto no se trató m ás q u e de sacu d ir el yugo
m u su lm án , el sen tim iento cristiano se antepuso a
todos los dem ás en los pueblos que gu erreab an con­
tra los tu rcos; m as com o en ellos estaban revueltas y
con fu ndid as las nacionalidades y las razas, apenas
consiguieron constituirse políticam ente se in ició en
su seno la lu ch a por el predom inio de una de ellas.
E sa m ism a m escolanza, que fué la causa de que
no se em peñara u na gu erra general contra los turcos
— al revés de lo que aconteció en E sp añ a con tra los
árabes— , ha dado origen posteriorm ente a q u e, si­
guiendo la le y tan h um ana com o h istórica, tiendan
a con stitu irse las gran des nacionalidades, que son
tres; germ anos, eslavos y húngaros, con los pequeños
núcleos griego y rum ano, de ascendencia latina.
E l im p erio austro-h ú n garo, conglom erado artifi­
cioso de latin os— en las fronteras italian as—g erm a­
nos, en el norte y centro; hún garos, en el orien te, y
eslavos— su b d ivid id os en m u ltitu d de ram as— en el
S . E ., se en cu en tra hace m u ch os años en u n a situa­
ción inestable, por el deseo que tiene cada un o de
los tres pueblos de alcanzar o la su prem acía o el go­
biern o propio. E l poderío de A le m a n ia ha robu ste­
cido a los austriacos propiam ente dich os, germ anos;
los h ún garos, siem pre celosos de su independencia,
aun no han h allad o, después de tantos alzam ientos,
u n a posición cóm oda; estrech;;dos entre los germ a­
nos y los eslavos, han tenido que aplazar la realiza­
ción de sus m ás íntim os deseos, y prefieren caer del
lado de .Austria antes que del de su enem igo secular,
R u sia ; pero los eslavos, tan abundantes en la C ro a­
cia, D alm acia, B osn ia y H erzegovina, ansian rom per
las cadenas que los m antienen sujetos al im p erio y
con stitu ir o en trar a fo rm ar parte de u n a n u eva y
grande nación eslava.
C ada éxito, cada triu n fo , de B u lg a ria , S e rb ia o
R u m a n ia es un in centivo a los deseos de los eslavos
de A u stria-H u n g ría , y , po r con siguien te, un peligro
de q u e se deshaga y qu ieb re en m il pedazos aquel
vasto im p erio.
T ra tó A u stria de anticiparse a estas even tu alid a­
des an exion án d ose las p rovincias tu rcas de B o sn ia y
H erzegovina antes de que cayeran en la esfera de
atracción de S erb ia , pero los resultados^de la guerra
de O riente han m alogrado sus planes.
E vid e n tes eran los peligros que el ch o q u e entre
lo s aliados y T u rq u ía , en 19 12 , en gen d raría para la
paz de E u ro p a. E l triu n fo de T u r q u ía haría in terve­
n ir a R u sia , que no podría con sen tir fueran am ena­
zadas nuevam ente sus fronteras y destruidos sus her­
m anos de religió n y de raza; acaso la m ism a A ustria
tam poco tolerara la vecindad peligrosa de los enva­
necidos m usulm an es; y n i Italia, n i In glaterra vieran
im p asib les cóm o, con la derrota de G re cia , cayera
en m anos de los turcos todo el M editerráneo orien­
tal. E n cam b io , el triu n fo de los aliad os a expensas
de T u r q u ía , tendría com o consecuencia inm ediata
el fortalecim ien to y en gran d ecim ien to de los peque­
ños reinos eslavos, que si apoyado con entusiasm o
por R u sia , se trad u ciría para A u stria en el germ en
del alzam iento de sus p rovin cias eslavas. Y por eso
n o se necesitaba poseer el don de la profecía, para
v a ticin a r que la gu erra de O riente ten d ría com o hi­
ju ela o b ligad a la conflagración europea. P o rq u e A le ­
m an ia no m iraría im pasible la desm em bración de su
aliad a A u stria y el aum en to de poderío, directo o in ­
d irecto, de R u sia ; y al d esen vain arelacero A lem an ia,
n i F ra n c ia , ni In glaterra, n i Italia, seguirán con el
a rm a al brazo.
D errotada T u rq u ía , el choque entre ios aliados
todavía dió a lg u n a esperanza a A u stria de que se con­
ju ra ran , o aplazaran cuando m enos, sus tem ores,
toda vez que si B u lgaria resultaba triu n fan te, la de­
rrota de S erb ia se tradu ciría en el aq uietam ien to de
las p ro vin cias eslavas de aquel Im perio. N o se turbó,
pues, po r el m om ento, la paz europea, y las can ci­
llerías agu ard aro n el térm in o de aq u ella segunda
g u e rra. H u m illad a B u lg a ria , A u stria, harta ya d e esperar, se dispuso a in terven ir por su cuenta y tom ar
m edidas que asegurasen la tran q u ilid ad in terio r;
pero, a instancias de la d ip lo m acia britán ica, se in ­
tentó un ú ltim o esfuerzo; se con stitu iría al S . de Ser­
bia, un nu evo reino. A lb a n ia, cu yo cetro em puñ aría
un p rín cip e alem án , para acallar los recelos austria­
cos. rein o que serv iría de contrapeso al en gran d eci­
m iento de S erb ia y q u e, prácticam ente, estaría bajo
la tutela austro-italiana. C o n ocido y reciente es el
aborto de esos planes, elaborados en las can cillerías
sin tener en cuenta la realidad de las cosas, n i los in ­
tereses d e los pueblos: apenas desem barcado el p rín ­
cipe de W ie d , A lb an ia, instigada por los serbios, se
alzó en arm as, y la a n arq u ía cu n d ió en todo el país.
A l m ism o tiem po, a los esfuerzos que hacía A ustria
para m antener y con servar las p rerrogativas de orden
religioso que ven ia d isfru tan do en ¡os territorios an e­
xionados por S erb ia , respondió ésta fom entando el
espíritu de in dependen cia de los eslavos som etidos a
A u stria, y en cam in ó sus m aqu in acion es a irse p re p a ra n d o p o rla H erzegovina y B osn ia, la salid a al m ar
que se le h abía negado por A lb an ia
T ra n scu rrid o el in v ie rn o de 19 13 -14 , época im ­
propia para com enzar una gu erra en el cen tro de E u ­
ropa, la gu erra vin o en vu elta con las prim eras brisas
cálidas de m ayo; sólo era m enester u n hecho cu al­
q u iera q u e con m oviera a la o p in ió n p ú b lica de A u s­
tria o S e rb ia , para q u e se p ro d u jera la chispa: los
asesinatos de S ara y ev o encendieron la m echa, y el
b arril de m aterias in flam ables, acu m u lad as por E u ­
ropa d u ran te cuaren ta añ os, acaba de estallar.
T a l es. y no otro, el origen in m ed iato de la g u e­
rra, cu ya cau sa se resum e en las siguien tes palabras;
germ an os con tra eslavos.
Ayuntamiento de Madrid
T ie n e razón A u stria para ob rar com o ]o ha he­
ch o, toda vez que está en el in e lu d ib le y sagrado de­
ber de con servar a cu a lq u ier precio la integridad de
su territorio; la separación de las p ro vin cias eslavas
llevaría con sigo la de H u n g ría, acom etida al punto
por R u sia , y la del V én eto ; más o m enos pronto,
A ustria, propiam ente d ich a, no sería m ás que un nue­
vo Estado de la C on fed eración o Im p erio alem án,
Y tiene razón S erb ia en procurar la reconstitu­
ción de la nacionalidad eslava q u e durante cuatro si­
glos ha lu ch ad o contra opresores m usulm an es y
cristianos, turcos y h ún garos, germ an os y latinos.
No está, por con siguien te, reservado a los h um a­
nos el fallar sobre la ju sticia con que han procedido
unos y otros, ni a trib u ir la razón a unjban d o deter­
m inado. U nicam en te D ios puede apreciar tan gra­
ves cuestiones.
n er de gran des recursos, cada d ía m ayores, y estos
recursos sigu en obstin adam en te en poder de F ra n ­
cia, q u e es el cajero de E u ro p a. Ha bastado, por lo
tanto, que F ran c ia se prepare de un m odo resuelto
para la gu erra, para q u e se cern iera sobre A lem an ia
el espectro espantable del fin irrem ediable de su po­
derío com ercial.
O se resign a A lem an ia a v o lv er a la posición se­
cu n d aria de hace cin cu en ta años, o afirm a defin iti­
vam en te la que ahora ocupa, m ediante u n a guerra
victoriosa con tra F ran cia . E s el caso, m odificado por
los adelantos de los tiem pos, de aquellas gu erras en
q u e se ib a en busca del botín, y en las qué los pueblos
ricos eran víctim as de los pueblos pobres y gu erreros.
L o su bid a al poder de M r. P oin caré señala el tér­
m in o de aq u ella larga serie de vacilacion es y m iedos
q ue hacían tem b lar y retroceder a la R e p ú b lic a fran-
E 1 Danubio, la ciudadela de Belgrado en el primer término y al fondo la población austríaca de Semlin
G u e r r a d e in t e r e s e s e c o n ó m ic o s
L a in d u stria y el com ercio alem an es han alcan ­
zado en los ú ltim o s treinta años un desarrollo pro­
digioso. M erced al espíritu de asociación , a una or­
ganización ejem p lar, y al sentim iento de d isciplin a,
que im p era en todas las clases sociales, la in d u stria
alem ana ha derrotado a la in glesa y a la francesa, y
su com ercio m arch a a pasos agigantados a la con­
quista del p rim er lu gar.
P ero ese progreso, el herm oso edificio alzado por
el trabajo y la u n ió n de un gran pueblo, carece de
base sólida; el país no es rico, y económ icam ente de­
pende de los dem ás; su banca está al arb itrio de los
franceses, y el d ía que éstos quieran se vend rá abajo
el aparente poderío econ óm ico de los alem anes. Por
tem or a u na gu e rra, bajo la am enaza de los fo rm i­
dables ejércitos y escuadras del K a iser. F ran c ia se ha
abstenido hasta ah o ra de m over los resortes econó­
m icos que podían a rru in a r a su rival; y si ésta ha
ido sosteniendo y m ejoran d o trabajosam ente su si­
tu ación . com o para ello le ha sido m enester au m en ­
tar prodigiosam ente su s gastos m ilitares, ha acabado
por encontrarse en u n callejón sin salid a; su situa­
ción en el m u ndo de ios negocios le obliga a d isp o -
cesa ante u n gesto airado del K aiser. S e acabaron las
h u m illacio n es de T á n g e r y A ga d ir, la aquiescen cia
a los m enores deseos de A lem an ia. .Así com o ésta
necesita d in ero para sostener a su com ercio, in d us­
tria y ejército, F ra n c ia h a acabado por com pren d er,
que necesita un buen ejército para conservar su ri­
queza. E sa ha sido la prim era y ú n ica preocupación
de P o in caré, h om bre de E stad o de positivos m éri­
tos. L a reorgan ización y el aum en to del ejército
fran cés estarán term inados el año p ró xim o , de suer­
te que cada m es q u e transcurre es m ás fuerte, m ili­
tarm ente, F ra n c ia y m enos probable la victo ria de
los alem an es; para au m en tar los factores de éxito, se­
ría necesario que A lem an ia hiciese un nu evo sacri­
ficio y robusteciera aun m ás sus elem entos m arcia­
les, pero com o los recursos económ icos del Im perio
tocan a su fin , es natural que antes de agotarlos y
perecer m iserablem ente, se arriesgu e a los azares de
la gu erra.
¿Q uién tien e razón, F ra n c ia o A lem an ia? A m ­
bas la poseen en igu al grado, porqu e las dos velan
po r el m an ten im ien to de su situación in tern acion al,
pero h ay que reconocer que, en el fond o, el K aiser
h a sido m ás*pacifista que los políticos franceses, por­
que podía h ab er aprovechado varias ocasiones para
Ayuntamiento de Madrid
bierno de B e rlin . H ay que reconocer q u e ese estado
de hostilidad .apenas existía antes de ii^oq, y que
desde esa fecha n in gu n a de las dos can cillerías se ha
preocupado seriam en te de ponerle térm in o . E xiste,
pues, u n a rivalid ad m arcada entre A le m a n ia y R u ­
sia, despreciativa por parte de aq u e lla , de despecho
y celos del lado de la segunda. E sa riva lid a d , que
con u n poco de em peño de ios go b iern o s, o no se
h ab ría suscitado o se borrara fácilm en te, caso de ha­
ber n acid o, es in com parab lem en te m enos seria que
la existente en tre A le m a n ia y F ra n c ia y entre R u sia
y A u stiia ; se la podría d efin ir en pocas palabras, di­
ciendo q u e se fun dam en ta en un m otivo de am or
propio, m ás que en el an tagon ism o de intereses.
L a G ran B retañ a
El general Jo ffre, ¡efe dei Estado Mayor General del
Ejército francés
derrotar casi seguram ente a F ra n c ia , y las dejó pasar
contentándose con ventajas de m ás relu m b ró n que
valo r práctico.
E l e r r o r d e A le m a n ia
E l gran erro r de A le m a n ia fué la con ducta que
sigu ió con R u sia cuando la gu erra de M an ch u ria. En
aq u ella ocasión, los enem igos m ás encarnizados de
los ru sos, los verdaderos causantes de la v icto ria del
Ja p ó n , fueron los ingleses. L a m ism a F ran c ia cesó
de prestar su apoyo a ios rusos, negándoles a u x ilio s
q u e la G ra n B retañ a derram aba pródigam ente sobre
el Ja p ó n . S i entonces A le m a n ia se h u b iera puesto
resueltam ente al lado de R u sia , acaso se debilitara
o destru yera la alianza— a la sazón no bien estable­
cid a— fran co -ru sa, se im p osib ilitara la in ve ro sim il
in teligen cia an glo-ru sa, y , sobre todo y au n q u e no se
lograran esos o b jetivo s, se h ub iese afirm ad o la ex­
pansión rusa sobre A sia y el extrem o O riente; y San
P eiersb u rgo, ab an donando sus sueños am biciosos en
E u ro p a, sería ahora u n a potencia em inentem ente
a siátic a.q u e es lo q u eim p o n e la lógica y co n vien e a la
civilización del m u n do. No tendría ahora R u sia con­
centrado casi todo su ejército en E u ro p a , y , con tan ­
do con su am istad , podría A le m a n ia ve n cer m ás fá­
cilm en te a F ra n c ia , lo cu al qu iere d ecir que no ha­
b ría estallado la presente gu e rra, porqu e n i A le m a ­
n ia tu viera necesidad de efectuar tantos preparativos
m ilitares, n i F ra n c ia pu diera contrarrestar por si
sola el em pu je de los ejércitos alem anes.
En vez de observar esa conducta, toda la prensa
a le m a n a, sin excepción , m ostró su hostilidad a R u ­
sia, celebró com o triu n fos propios los de ios japone­
ses, y no perdonó palabra, pretexto y ocasión, para
zah erir y h u m illa r a sus vecinos. E ste agravio , infe­
rid o de pu eblo a pueblo, no pudo ser neutralizado
por la actitu d correcta, m ás q u e am istosa, del go­
E n la gu erra que com ien za, es la nación que tie­
ne m ás despejado el horizonte. N ecesitando, tanto
com o .Alem ania o acaso m ás au n , el apoyo financie­
ro de F ran cia , tu vo la h ab ilidad de atraerse a esta
P oten cia para co ad yu var a la ru in a com ercial de
A lem an ia; y poniéndose ai lado de R u sia , ha aviva­
do en S a n P etersbu rgo los apetitos europeos, disua­
dien do a los rusos de sus m iras sobre .\ s ia , con lo
cu al qu ed a a los ingleses am p lio y despejado su por­
ven ir asiático.
S u acción en la gu erra, m ás aparente q u e efectiva,
será sin em bargo de gran d ísim a u tilidad para los
franceses, q u e no h ubiesen podido aven turarse a lu ­
ch ar con tra .Alem ania de no tener aseguradas las cos­
tas y las posesiones que tiene en A frica , A m érica y
A sia, po r las flotas británicas; algo parecido aconte­
cerá con respecto a R u sia , de m odo que Inglaterra en
esta ocasión com o en todas, arriesgan d o lo m enos,
podrá con seguir lo m ás, pues no cabe duda que se
h ará pagar a buen precio sus servicios. E l peligro
m ás grave que corre está en el M editerráneo, cuyo
eq u ilib rio podría q u ed ar roto en favor de la triple
alianza si ésta o btuviese la victoria.
R u s ia
R u sia , que tanta paciencia h ab ía dem ostrado
hasta aq u í y q u e se había h u m illa d o repetid am en -
Lord Roberts, generalísimo del ejército británico
Ayuntamiento de Madrid
te, ha sido ah o ra la cau sa directa— puesto q u e la
m ediata y lejan a ya la hem os ex p u esto —de que es­
tallase la gu erra. D ifícil es a d ivin a r si la visita de
P o in caré al T z a r ha m otivado o no este cam bio de
actitu d. L o q u e sí cabe afirm ar es que igu ales pre­
textos tu vo R u sia para sostener a S e rb ia después de
la prim era y aun de la segunda g u e rra balkánicas
que en esta ocasión. A nuestro ju ic io , R u sia ha sido
em pujada por su s aliadas y espera verse secundada,
no sabem os si con fu n d am en to, por los Estad os B al­
kánicos, O tras ocasiones se le han presentado
m ás favorables q u e la presente y las ha dejado pasar.
E x c lu id a Italia, R u sia ha sido en la gestación del
presente conflicto la que ha observado u n a conducta
más d ifícil de e x p lic a r. D espués de los m il in cid e n ­
tes de las gu erras de O riente, en los que tanta m an­
sedum bre dem ostró S a n P etersbu rgo, no está ju s títícado que sea ah o ra el T z a r quien desencadene la
g u e rra E u ro p ea . ¡M isterio s que tal vez no llegu en
jam ás a desentrañarse!
P o rtu gal no puede pensar en aven tu ras; y en cuan­
to a nosotros, la prudencia nos veda señ alar las sal­
picaduras sangrientas que la contienda europea nos
puede arrojar.
A m é r ic a y A s ia
O cupadas las flotas europeas en destrozarse, pro­
bable es q u e el co n flicto repercuta en otros con tin en ­
tes. L ib re y desem barazada qu ed a la acción d é lo s
Estad os U nidos sobre M éjico , y acaso sobre otros m i­
nú scu los Estados. E l Ja p ó n no presenciará im p asibJe el reparto de despojos; a u n q u e solo sea para aca­
lla r el descontento p u b lico , se lan zaría, esta vez sobre
seguro, con tra las m ú ltiples y fáciles presas que tiene
casi al alcan ce de Ja m ano. S i tal hace, si tropieza o
no con N orte A m érica, se creará en aquellos mares
un nu evo sem illero de conflictos q u e h abra de re­
so lver la gen eración siguiente.
L o s h o r r o r e s d e la g u e r r a
It a lia
A u n q u e no en situación tan p riv ile gia d a com o In­
glaterra. no d eja por eso de ser envidiab le la de Ita­
lia. M ientras no desaparezca la flota alem an a, nada
ha de tem er por sus costas n i posesiones m editerrá­
neas. T a m p o c o ha de preocuparse gran cosa, desde
el punto de vista territo rial, del triu n fo de los fran ­
ceses, y en cam bio puede asentar sólidam ente su
planta en A lb a n ia, tener en s.us m anos el M editerrá­
neo orien tal, recobrar el V éneto y au m en tar sus po­
sesiones del Norte de A frica , si la son ríe ei éxito. No
será su apoyo de gran valor in trín seco, pero si in te­
resantísim o p ara A lem an ia; y es de presum ir que si
lo otorga, com o parece prob ab le, hara lo m ism o que
Inglaterra; expon er poco y cob rar m ucho.
S u interés, le in clin a del lado de la triple alianza;
aliándose con F ra n c ia , no podría asp irar m ás que a re­
cu perar la p ro vin cia italian a som eiiüa a A u stria, pero
su preponderancia m arítim a en el M editerráneo dis­
m in u iría en lu gar de robustecerse, en caso de vencer
los Iranceses; m ientras q u e el triu n fo austro -alem án
tendría para ella, probablem ente, la m ism a ventaja
de extenderse hasta T rie ste , y adem ás g an aría la he­
gem onía en el M editerráneo central y oriental. L o
m ism o que In glaterra, no se apresu rara a in terven ir.
L a s n a c io n e s n e u t ra le s
L o s dem ás naciones se aprestan a m antener su
neutralidad y conservar su in d epend en cia, excepto
las de la pen ín su la B alk án ica, sobre la que se han
desalado otra vez lo s vientos de tem pestad.
D ifícil es que B élgica y H olanda, en p articu lar la
prim era, logren ver respetado su territorio. S i com o
consecuencia de la g u e rra se rom piera brutalm ente
el eq u ilib rio territorial, es d ifíc il que am bos Estados
se salvaran del n au fragio . U n a suerte igu al am enaza
a D in am arca. M ás segura es la situ ació n de S u ecia,
Noruega y Su iza.
B u lgaria, R u m a n ia y G recia, y la m ism a T u rq u ía ,
procurarán, a no d u d arlo , sacar el m ejor partido de
las disputas entre los grandes, sin perju icio de que
éstos hagan lu ego u n a n u eva distribución del m apa
político de los Balkanes.
A cu alq u ier lado que se v u elva la vista, se descu­
bre, pues, el m ism o cu ad ro espantable; la barbarie
h u m an a, que es la peor de las barbaries, disp on ién ­
dose a desatar todos los horrores de la m uerte, el in ­
cen dio, el saqu eo, sobre pueblos en ios que ayer
rein ab a la tran q u ilid ad bajo la bienhechora som bra
del trabajo. S i la civilizació n h a h um anizado las g u e­
rras, en lo que atañe a la conducta in d iv id u a l y co­
lectiva del com batiente, en com pensación los estu­
pendos progresos de las cien cias y de Ja in d u stria han
dotado a los ejércitos de los m as retinados y espan­
tosos m edios de destrucción. N o se saquea y a u n do­
m icilio privad o, pero se arru in a y sum e en la m ise­
ria a u n a p ro vin cia o a u n a n ación ; no se m altrata a
u n prision ero, pero los prisioneros, a m illares, que­
dan som etidos a un régim en ae estrechez in com pati­
ble con la dign idad h um an a; se respeta al herido y
se pro cu ra q u e los m edios de asistencia llegu en a la
m ism a lín ea de fuego, pero, a la vez, se in ven tan m a­
q u in as q u e m u ltip liq u en sin lím ite el n u m ero de
m uertos; el venced or, al en trar en un pueblo en em i­
go, no lleva sus m anos, por ham briento que se h alle,
al pan dorado q u e se ostenta en el aparador, pero
se suspende el trabajo en Jas fábricas, en los talleres,
en el cam po , y m asas in n u m erab les qu ed an conde­
nadas a la pobreza y eJ h am b re; cesan las com un ica­
ciones; se ocu lta y h u y e el d in ero , el m as cobarde y
ei causante de estas desdichas; laltan las subsisten­
c ia s ;... todo se pone al servicio de la m uerte.
E l progreso de la h um an idad lo ha engrandecido
todo; por eso ahora las grandes gu erras son azotes
generales que alcanzan a todos y que h ieren con su
cru el latigazo lo m ism o a los pacíficos que a los tur­
bulentos, a lo s ricos que a los pobres, a los fuertes
q u e a los débiles, al robusto varón que a la in d efen ­
sa m u je r o al tierno niño.
F in a l a p o c a líp tic o
.Mas com o si el h o rro r de la gu erra fuera poco,
las consecuencias que acaireará aún son peores. ¡D es­
graciada la nación vencidal E l increm ento que han
tom ado las ideas disolventes, la d ebilitación de Jos
sen tim ien tos religiosos y el desigual reparto, cada día
Ayuntamiento de Madrid
más acentuado, del din ero, darán in evitab lem en te un
triste resultado en los pueblos derrotados; la revo lu ­
ción in terio r. E l descontento y la soberbia in d ivid u al
se oponen a reconocer que en esas conflagraciones
todos tenem os u n a parte de cu lp a y que todos som os
responsables. E s m ás cóm odo y h um an o atrib u ir á
los dem ás, unos pocos, generalm ente ios m ejores, las
cu lp as de la colectivid ad ; y cuando el desastre h aya
roto los vín cu lo s de la d iscip lin a social, estallará in ­
defectiblem ente la revuelta y la a n arq u ía in terio r,
m il veces peor q u e la m ism a gu erra. ¿C u áles serán
las consecuencias de todo ello? A su sta sólo el tratar
de im agin arlo . ¡No nos preocupem os de lo que ve n ­
drá después, porqu e la m editación de lo q u e v a a
ocu rrir en los cam pos de batalla quebranta el án im o
m ás esforzado y apenas le deja lu gar para su m irse en
m ás hondas reflexiones.
A n otem os ú nicam ente la even tu alid ad , por no
llam arla certeza, de la revolu ción in te rio r y con­
fiem os en que D ios tendrá los pueblos de su m ano,
para que se restableza la paz antes de q u e la victoria
de los u n o s y el ven cim ien to de los otros sean d efin i­
tivos.
A batan su soberbia los q u e com ien cen a verse
m alparados y tengan caridad sus adversarios, para
que no se consum a la ru in a de E u ro p a, y pueda aju s­
tarse la paz lo antes posible, sin d ar tiem po a que so­
brevengan m ás funestos cataclism os.
F . L a r in .
CRÓNICA M ILITAR
I El secreto militar v la verdad.—11. Movilización y concentración de los ejércitos y flotas beligerantes —III Primeros
objetivos probables de los beligerantes en los teatros terrestres.— 1 .“ Fronterafrancesa.—2. Frontera raso-alemana.
3 .“ Frontera austro-rasa. - 4 .° Frontera austro-serbla-montenegrlna.—5 .° ttontera franco-italiana.— 6-“ Resum en.IV. Primeras operaciones probables en el mar.—V . El valor de los ejércitos beligerantes.
I.— El s e c r e t o m ilit a r y la v e r d a d
C u an d o la gu erra de 1904-05 y contrastando con
la buena fe e im p revisión de R u sia , el Ja p ó n puso en
práctica con in u sitad o rigor el secreto de los prepa­
rativos y operaciones m ilitares, d ivu lg an d o y propa­
gando por lodos los m edios, al m ism o tiem po, cu an ­
tas noticias, verdaderas o falsas, pu dieran ‘redun dar
en ventaja para su n ación. E sta conducta, que dejó
m u y atrás a la seguida por los alem anes en 1870-71,
fue im itad a y perfeccionada por los Estados aliados,
en su g u e rra contra T u r q u ía ( 19 12 -13 ) . B u lgaria, en
particu lar, sobre ocultar los m ovim ien tos de su s tro­
pas y el desarrollo de las operaciones, cuidó de tener
alejados de la lín ea de batalla los agregados m ilitares
extran jero s y los corresponsales de la prensa, a los
que facilitab a, en com pen sación, datos, partes y no-^
ticias siem pre exagerados y a m enudo falsos. L o poco
q u e se supo de aq u ella cam paña, m ientras se reñ ía,
se debió a la observación y despachos tran sm itid os
desde el cam p o tu rco, desorganizado en ésto, com o
en todo.
No tardaron los dem ás aliados en co m pren d er las
ventajas que a los búlgaros h abían deparado esas me­
didas previsoras, que fueron proh ijadas por ellos, de
suerte, q u e durante la gu erra de G re cia , M on ten e­
gro , S e rb ia y R u m a n ia contra B u lg a ria , apenas se
supo nada en el resto de E u ro p a de lo q u e acontecía
en lo s B alkan es.
Po díase, por consiguiente, co leg ir que u n secre­
to, todavía m ás riguroso sería guardado por las n acio­
nes interesadas si se desencadenaba u n con flicto, ya
previsto, en tre las grandes P otencias; y an ticipán do­
se a las dem ás, la prensa inglesa tom ó la in iciativa,
apu ntad a y a e n ig o b , para reglam entar la conducta
a observar cu an do se ventilaran por las arm as los in ­
tereses nacionales.
H abía, no obstante, m uchas personas q u e, fu n ­
dándose en la facilidad y abu ndancia de co m u n ica­
ciones. en los poderosos elem entos in fo rm ativo s de
la prensa, y en las relaciones com erciales de unos
países con otros, creían y aseguraban que seria im ­
posible m antener reservadas las noticias m ilitares si
la gu erra se encen día en el centro de E u ro p a.
L o s hechos han venido a dem ostrar, a u n antes de
la d eclaración de gu e rra, lo eq u ivocad o de esa creen­
cia. D ecretada o en vísperas de decretarse la m o vili­
zación, cada Estado no es m ás que un in m en so ejér­
cito, y todos los órdenes de la actividad caen b ajo la
ju risd icció n m arcial; no h ay m ás que com batientes y
a u xiliares directos o indirectos, de los com batientes.
L a agricu ltu ra, la in d u stria, el com ercio, los ferro­
carriles y com unicaciones de todas clases, la prensa;
en u n a palabra, cuanto in tegra la activid ad del país
entero, queda adscrito a las necesidades, dei ejército
y se paralizan el trabajo y la v id a del país en todo lo
que pu ed e m enoscabar la acción de las arm as.
A sí se ha visto cóm o ha dejado, súbitam en te, de
circu lar el oro, q u e ha id o a au m en tar las reservas
de la H acienda; cóm o se han in terru m p id o las con­
trataciones bursátiles; com o los trenes, activando su
m ovim ien to, poco m enos q u e se cerraban ai elem en­
to c iv il; cóm o se pro h ib ía la exportación de m anu­
facturas y productos agrícolas y m in erales, en la que
se fun d am en ta la riqueza de un pueblo; y cóm o y
con q u é severidad se im p ed ía la circu lació n de noti­
cias relativas al conflicto, por in sign ifican tes é in o­
centes q u e fueran.
No h ay q u e contar, pues, con inform acion es pro­
cedentes de los teatros de la gu e rra; n i lo s m ism os
agregados m ilitares sabrán lo que o cu rre. íu era de
lo que se desarrolle a su vista, n i podrán transm i­
tir fuera su s im presion es y observaciones. Lfn icam en ie se harán públicos los partes oficiales, y aun
éstos con tantas restricciones y vaguedades que no
darán idea exacta de los hechos a las personas versa­
das en asuntos m ilitares.
A l lado de esta reserva, y paralelam ente a ella,
cada Poten cia, sobre todo F ran cia , Italia y la G ran
B retañ a, propalará noticias q u e, ya por e.xageradas,
ya por deficientes, ya por falsas, despistarán a la o pi­
nión y la llevarán a form ar u n ju icio torcido de los
Ayuntamiento de Madrid
S . M. I. y R, Guillermo II, Emperador de Alemania
y Rey de Prusia
S . M , I» y R- Victoria Augusta, Emperatriz de Alema­
nia y Reina de Prusia
l.
S . M. I. y R. Francisco Jo sé , Emperador
de Austria y R ey de Hungría
S . M. el Rey Pedro I de Serbia
Ayuntamiento de Madrid
r
i ' J y ■ '■■'‘A j
>-
f-
i
S M. I. Jo rg e V, Rey del Reino Unido de la Gran
Bretaña e Irlanda y Emperador de la India
El Presidente de la República francesa,
S . E . Mr. Raimundo Poincaré
3 M. 1. y R. Victoria María, Reina del Reino Unido
de la Gran Bretaña e Irlanda y Emperatriz de la India
S. M. el Rey Alberto de Bélgica
Ayuntamiento de Madrid
10
hechos. N o h ay q u e cen surar este m odo de proceder,
porqu e todo lo que pueda red u n d ar en beneficio
m ediato o inm ediato del crédito, del buen espíritu y
del entusiasm o de la patria, es dign o de loa. S i un
ejército derrotado se conven ce, por la prensa y por
la atm ósfera q u e a su alrededor se form e, de qu»-se
ha d ivu lgad o su derrota, estará a dos pasos de perder
su m oral y confesarse a sí m ism o vencid o, y enton­
ces su pérdida ten drá lu g a r fatalm ente; m ientras que
si a ese m ism o ejército se le hace creer q u e su desca­
lab ro form aba parte de u n plan previsto, que sus
cam aradas de otras region es han alcanzado la victo­
ria y que es segura la derrota del adversario, reac­
cion ará y seguirá lu ch an d o con firm eza; porqu e la
esperanza es lo ú ltim o q u e pierde el hom bre y a ella
se aferra, in clu so con desesperación, por disparata­
dos, in verosím iles y fugaces que sean ios argum entos
que se le proporcionen.
N o qu iere decir, sin em bargo, lo que antecede,
que vayam os a estar privados de todo conocim iento
del teatro de la gu erra. A u n q u e alterados y desfigu­
rados, los grandes hechos se sabrán poco después de
acaecidos, pero para discern ir su alcance y trascen­
dencia será m enester hallarse en posesión p revia de
datos y antecedentes q u e requieren estudios espe­
ciales. E n este concepto entien do q u e estas crónicas
pueden ser ú tiles a m u ch os lectores, porqu e se Jes
ad vertirá en ellas la sign ificación e im p o rtan cia del
hecho que se com ente, su in flu en cia probable en el
desarrollo de las operaciones futu ras y la m archa
general de las diferentes cam pañas; en cuanto posea
datos suficientes, iré describiendo Jos com bates, cuya
relación m etódica y ordenada aparecerá en estas co­
lu m n as, así lo espero, m u ch o antes q u e en las del
resto de la prensa.
Desde luego m e an im a un absoluto propósito de
im p arcialid ad y rectitud. He de recordar a este res­
pecto, q u e en 1904-05 fu i el ú n ico que t n L a gu erra
ruso-japonesa red u jo a su s verdaderas causas las vic­
torias japonesas, que la prensa de todo el m undo
calificaba in variablem en te de aplastantes y decisivas,
y señalé las m odestas proporciones de los «desastres»
ru sos. T ra n scu rrie ro n seis años antes de que la
prensa m ilitar alem an a com partiera m i pun to de
vista, que hoy es e! aceptado po r los m ism os japone­
ses, au n q u e todavía no se ha abierto lib re paso en
E sp añ a y F ran cia . R ecien tem en te, en 19 12 - 13 , reba­
jé sin vacilar, contrastando con las in form acion es de
la prensa m u n d ial, el b rillo de las llam adas estupen­
das victorias búlgaras, y antes de los seis meses los
hechos m e dieron la razón. Estos antecedentes me
an im an a em pren der u na labor d ifícil y árd u a sobre
toda pon deración . In cu rriré, de seguro, en errores,
pero serán in vo lu n tario s e h ijo s de la falta de datos;
n u n ca debidos a p reju icios n i a u n a irreflexiva apre­
ciación de los hechos. Y a m edida que la verdad
pueda ser entrevista — porqu e tran scu rrirán años
antes de que se sepa por entero — la conocerán ín ­
tegra m is lectores.
U n consejo h e de d irig irle s: las noticias llegan
siem pre a E sp añ a desde F ra n c ia o pasando por
F ra n c ia , lo que es causa de q u e m uchos d e nuestros
co m p atrio u s com partan inconscientem en te, en cues­
tiones internacionales, el pu nto de vista francés.
R ecord arem os a este propósito, entre otros casos, lo
que nos refería la prensa francesa a raíz del incidente
de H u ll y luego cuando los disturbios que tu viero n
lu gar en R u sia en 1905; pues bien , a pesar de que
a q u e lla prensa decía que tom aba las inform acion es
de la in glesa y de la rusa, según los casos, de las que
parecía co p iar extensos párrafos, era m u y otro el
contenido de los periódicos ingleses y rusos, q u e yo
recib ía directam ente. ¡C alcú lese io q u e sucederá
ah o ra en que todas las grandes Poten cias están in te­
resadas en el co n flicto l R u e g o , pues, a m is lectores,
desconfíen de las noticias que se recib an del extran­
je ro , sin gu larm en te de F ran cia , y tengan en cuenta
que a m enudo tarda en saberse la verdad; d é lo con ­
trario , padecerán u n a gran desorientación y les será
im p osib le darse clara cuenta de la m arch a de los
acontecim ientos.
II. — M o v iliz a c ió n y c o n c e n t r a c ió n d e lo s
e jé r c it o s y flo t a s b e lig e r a n t e s
L o s efectivos que en tiem po de paz cuentan los
ejércitos, son reforzados, m ediante la llam ad a de ios
ú ltim o s contingentes licen ciados o reservistas más
m odernos, com o vu lgarm en te se les den o m in a, al
en trar en cam pañ a; adem ás, se constituyen los cuer­
pos de segun d a y tercera lin ea (reserva y ejército te­
rrito rial, en F ra n c ia , y landw ehr y landsíurm , en
A le m a n ia y A u stria), destinados los de segunda a
fo rm ar parte del ejército de operaciones, y lo s de
tercera a gu arn ecer las plazas fuertes y defender el
in terio r del país, au n q u e tam bién pueden ser llam a­
dos a operaciones activas. L o s actos que lle va apare­
jados esa llam ada de reservistas, hasta su in corpora­
ción y en cu ad ram ien to en los cuerpos, se llam an
m ovilización; teniendo por objeto la concentración el
agru pam ien to de las diferentes unidades en d ivisio ­
n es, cuerpos de ejército y ejércitos en los puntos más
adecuados para em pren d er la cam pañ a. N ecesitán­
dose las vías férreas y ord in arias, lo m ism o para la
m ovilización q u e para la concentración, es un prin­
cipio un iversalm en te adm itido q u e no co m ié n c e la
segunda hasta haberse term in ado la prim era. De lo
con trario , su rgirían confusiones, cruces de convoyes
y se en cen d ería el desorden, perdiéndose el tiem po
en lu g a r de gan arlo . E s la aplicación m ilitar de aquel
proverbio q u e d ic e : « V ís te te despacio si qu ieres ir
d e p risa .>
E n los dos últim os años, A lem an ia ha abreviado
de u n m odo considerable el período necesario para
la m o vilización , reforzando los efectivos de los cuer­
pos situados ju n to a las fronteras francesa y rusa,
hasta elevarlos a u n a cifra m u y a p ro xim ad a a la del
pie de gu e rra; ios cuerpos apostados inm ediatam ente
detrás de los prim ero s, recibieron u n efectivo refor­
zado, y só lo sigu ieron con los efectivos débiles de
paz las unidades de alg u n o s distritos del in te rio r y las
de la fron tera austríaca. De m anera que Ja m o viliza­
ción alem an a, que hace vein te años exigía doce días,
se ha id o haciendo m ás sen cilla y rápida, si bien se
ignora— por h aberse m antenido secreto— el tiem po
q ue ah o ra se in vertirá en ella; pero será, de seguro,
extrem adam ente corto, y puede afirm arse que hoy,
3 de agosto, ha com enzado la concentración.
L o dich o de A lem an ia ha de repetirse con respec­
to a F ran cia . L o s cuerpos de la frontera del E . están
en todo m om ento, desde el año pasado, casi en pie
de gu e rra, ten ien do la R e p ú b lica apostados en aquel
Ayuntamiento de Madrid
(
11
í
sector 240.000 hom bres, o sea bastante m ás de la ter­
cera parte de todo el efectivo del tiem po de paz.
A u stria y R u sia tam bién contaban con unida­
des reforzadas, en ia zona fronteriza co m ú n , pero no
en las m ism as proporciones que A le m a n ia y F ran cia .
Italia, gu ardada por la barrera de los A lpes, no ha­
bía tom ado n in g u n a precaución especial, au n q u e la
m asa p rin cip al de su ejército se en cu en tra al .N., en
el Piam on te y la L o m b a rd ía. E i ejército in glés no
puede parangonarse con n in gu n o de los anteriores,
y por el m om ento sólo es capaz de desem peñar un
papel secu n d ario; antes que la G ra n Bretaña acabe
la m ovilización de su ejército y pueda poner algo en
orden su in cipien te ejército territorial, h abrán ten i­
do lu gar por lo m enos los prim eros com bates.
E n com pensación, las flotas británicas del M edi­
terráneo, del A tlán tico y del Im p erio (H om e fleet o
flota de casa) h an sido m ovilizadas instantáneam ente
y ocu pan , desde antes de la declaración de gu erra,
los lugares previstos de antem ano. T o d a la flota ale­
m ana está tam bién m ovilizad a y agru p ad a; algo m ás
atrasadas están esas operaciones en F ra n c ia e Italia,
bastante descuidadas en R u sia , y lisias para en trar en
fuego las unidades de com bate de A ustria.
l U . —P r i m e r o s o b je t iv o s p r o b a b le s d e lo s
b e lig e r a n t e s en lo s t e a t r o s t e r r e s t r e s
1." F ro n tera J'ra n c esa .— L a s redes de ferrocarri­
les y carreteras de F ran c ia y A le m a n ia son m u y com ­
pletas y obedecen a fines estratégicos antes q u e a los
com erciales. L a s adm in istraciones m ilitares respecti­
vas han hecho u n m inu cioso estudio de ellas y , con
ocasión de las grandes m aniobras an u ales, las han
som etido varias veces a duras pruebas, con resultado
satisfactorio. E l régim en m ilitar a que se h allan su­
jetas y el copioso m aterial de tracción y transporte
con que cu en tan , com pletan ¡as lácilid ad es para la
m ovilización y concentración, de m odo que po r esta
parte no son de tem er en torpecim ien tos, n i pérdidas
de tiem po; lodo se d esarrollara, horas m as, horas
m enos, con form e se tenia previsto.
P ero una ventaja de vein ticu atro , de doce h oras,
en el com ienzo de las operaciones, puede resultar
casi d ecisiva, porque el ejército q u e prim ero avance
con su s fuerzas reunid as, caerá sobre el otro, o sobre
sus cuerpos avanzados, en el m om ento m ás critico
para éste; aquel en que los regim ien tos se h allan en
m archa para con stituir divisiones y cu e rp o s de ejérci­
to y sin que posean la hom ogeneidad del co n ju n to
ni puedan m an iob rar bajo el im p u lso de u n a sola
voluntad.
S egu ram en te, tanto A le m a n ia com o F ra n c ia sa­
ben cuál de las dos es la q u e estará antes en disposi­
ción de a b rir la cam páña, por lo que es de esperar
que ia niás d iligen te se concentre cerca de la fron te­
ra , y la otra fije m ás atrás los puntos de reu n ió n . L o s
in d icios son de que A le m a n ia será la in vasora en es­
tos p rim ero s m om entos, pero tam b ién podría acon ­
tecer que a lg u n a gru esa masa francesa irru m p iera
hacia el R h in , para p ertu rbar el avance alem án.
A raíz del acuerdo fran co -in g lés, In glaterra se
com prom etió a desem barcar en B élg ica 100.000 h om ­
bres, para c u b rir la frontera de aquel pequeñ o reino;
lodo el ejercito francés, concentrado en la corta fron­
tera con A lem an ia, in va d iría este país antes de que
pudiesen llegar al R h in los co n ligen tes de P ru sia,
H esse, S ilesia , etc. C om o con secu en cia de aquel
acuerdo, F ran c ia deb ilitó los contigentes q u e obser­
vaban a B élgica, y reforzó los dei E ste. Posteriorm en­
te, acaso en virtu d de la ap ro xim ació n germ ano-ho­
landesa, ha vuelto F ran cia a robustecer su lin ea del
.Norte, au n q u e sin detrim ento de la del Este, lo cual
in d u ce a creer q u e, o no cuenta tanto con el socorro
de In glaterra o tem e verse repelida po r B élgica, que
está resuelta a m antener su in tegridad.
N o h ay otro objetivo en u n a g u e rra de esta natu­
raleza que la destrucción del ejército en em igo; pero
si cabe au n arlo con a lg ú n otro liii político, claro es
que ha de procurarse alcan zarlo asi m ism o. Para
F ran cia , el ob jetivo es puram ente m ilitar, porqu e ya
no h ay nadie que abrigu e la creen cia de que una
acción con tra B aviera co n d u jera a apartar a ésta del
resto de A lem an ia. .Metz y las plazas de los Vosgos
son buenos puntos de apoyo para los alem anes; éstos
han dejado de con tar con el R h in , tan seguros se
creen de no tener que repasarlo, porqu e hace m u y
pocos meses fu ero n desm anteladas alg u n as plazas de
su s orillas. C o n vien e a d vertir que los alem anes no
fían en la resistencia de xMeu, plaza que tiene ante
lo d o , para ellos, la sign ifican ción de un excelente
pun to de concentración ju n to a la frontera. H a de
ser, por lo lo tanto, fácil a los tranceses tropezar con
el gru eso de su adversario y re ñ ir la fase decisiva de
la gu erra entre la frontera y el cu rso m edio del R h in .
L a in vasió n sería sim ultán ea, desde B e lfo n a B élgi­
ca, con vergien do los ejércitos hacia el p rin cip al ene­
m igo. Esto si los franceses pueden tom ar la in i­
ciativa.
S i son los alem anes q u ien es in vaden , h an de bus­
car la resolución en u n a batalla en la región del N.,
que Íes abra ei cam in o de P arís. No" creo que frac­
cion en sus tropas, en vian d o u n a porción de ellas a
los A lp es, p o iq u e les basta con que los italianos ten­
gan in m o vilizado s y en actitud especiante a ciento o
ciento cin cu en ta m il franceses. U n a victoria alem ana
y la m archa sobre P arís, p rod ucirían tal conm oción
en la R ep ú b lica, que qu ed aría echada la suerte de la
gu erra. T ie n e n los franceses en la frontera alem ana
una m u ltitu d de plazas fuertes; pero son tantas y tan
débiles m uchas d e ellas, que no parece h ayan de en ­
torpecer seriam ente el avance alem án ; los franceses,
a su vez, las dejarán entregadas a sus propias tuerzas,
y encom endarán la acción decisiva al ejército de ope­
raciones.
E n resum en, es de su p o n er q u e los dos beligeran­
tes m arch arán directam ente al en cu en tro el un o del
otro. Y esto, b ajo todos los aspectos que se m ire, es
lo que conviene a .Alem ania, que no ha de darse tan­
ta p risa para entendérselas con R u sia . E n cam b io , a
F ra n c ia le resu ltaría lo m ás ventajoso aplazar o de­
m orar la acción decisiva, p ara d ar tiem po a que en­
traran en lín ea R u sia y tal vez In glaterra. O bligados
entonces los alem anes a hacer trente a dos adversa­
rios igualm en te fuertes, m u ch as probabilidades de
éxito se in clin arían del lado de F ra n c ia . P ero esta
prudente y salvadora con ducta llevaría con sigo una
defensiva tem poral y u n a retirada m om entánea, que
atentarían a la m oral del soldado francés y pudieran
encender disturbios interiores. P o r eso es lo m ás pro­
bable que am bos ejércitos avancen al encuentro el
un o del o tro; ú nicam ente si F ra n c ia es la prim era en
Ayuntamiento de Madrid
12
hallarse lista, cabe ei ataque sobre la m asa alem ana
m ás avanzada, seguido de m aniobras de espera.
L a neu tralidad de B élgica corre peligro. S i los
alem anes tom an la delantera, será de tem er el paso
de un ejército por la región de! S E .
General von Hoetzendorf, Je fe del Estado Mayor
General del ejército austro-húngaro
2 .“ F ro n tera ruso-alem ana. — E] ejército ruso es,
por su n úm ero, incon trastable; m as su potencia, con
ser gran dísim a, tiene m ás de aparente que de real.
D isem inado en un vastísim o territo rio, con pocos y
m edianos cam inos de h ierro y o rd in ario s, los trans­
portes de tropas serán lentos y , aun realizada la con ­
centración, el avance estratégico tropezará con enor­
mes dificultades. Hace dos años, llevaban los alem a­
nes u na ven taja de siete días con respecto a los
rusos en la concentración; esta ven taja, pese a las
precauciones que desde entonces acá ha tom ado R u ­
sia, más bien ha aum entado que d ism in u id o . E n
lineas generales, cuentan los alem anes con veinte
días de tiem po para batir a los franceses antes de ha­
llarse en frente del gru eso ruso. E se plazo puede ser
m ayor todavía si aquellos obtienen u n p rim er éxito
— por otra parte, sin alcan ce sobre el resultado de la
General Krobatin, ministro de la Guerra de
Austria-Hungría
cam paña— con tra los contingentes rusos de frontera
(couperture) o de cortin a, ob ligan d o a los m oscovitas
a lle va r más al in te rio r su s zonas de concentración.
De aquí q u e a los alem anes interese to m ar la
o fen siva sin pérdid a de tiem po, ocupar la P olon ia
rusa y am enazar la región del litoral, apoyándose al
N orte en su escuadra; dándose m ás tarde la m ano
p or el S . con los austríacos. C on segu id o este resul­
tado, a nada co n d u cirla co n tin u ar la in vasión , por­
q u e si F ra n c ia era derrotada, R u sia acabaría por ce­
d er, sin arriesg ar n in gú n golpe d ecisivo. C aso de
v o lv er la fortun a la espalda a los alem an es, la irru p ­
ción de los rusos y su m archa sobre B erlín precipita­
ría la paz; pero esta m aniobra req u iere, casi obliga­
dam en te, la victo ria previa de los franceses en ei
teatro occidental.
D e esta suerte, las prim eras operaciones m ilitares
en esta frontera sólo tendrán el carácter de alejar de
ella a las masas rusas, por parte de los alem anes, y
m antenerse a la expectativa y presentar la suficiente
resistencia del lado de los ru sos, para que tenga é.xito la acción con tra A ustria. L o s alem anes buscarán
el ch oque decisivo si sus adversarios com eten la tor­
peza de opon erles en los prim eros días fuerzas insu­
ficientes, pero lo probable es que ni unos ni otros se
em peñen en u n a lu ch a a fondo. P ara los alem anes,
la gu erra ha de resolverse en F ran cia , y para los
rusos en la fron tera con el im p erio austro-húngaro.
3 .° F r o n te ra au stro -ru sa.— E s la m ás in teresan ­
te para R u sia , porqu e en ella puede concertarse su
acción con la de los serbios y p resen társela in terven ­
ción de los ru m an os. Im porta a R u sia to m ar la ofen­
siva para o b lig ar a sus adversarios a d iv id ir Jas fuerzas
y lle v a r el entusiasm o a los eslavos del D an u b io ,
creando u n a n u eva y no despreciable com plicación a
A u stria. P o r el m ism o m otivo, y teniendo en cuenta
q u e la victo ria es el vín c u lo m ás fuerte que an ud a a
Jos pueblos gobernados por un m ism o cetro, le con­
v en d ría a A u stria an ticiparse a su riv a l y lle v a r la gue­
rra a R u sia . E l tem or a alzam ientos populares, lo
m ontañoso d e gran parte de la región , la escasez de
buenas co m u n icacio n es en am bos países y lo alejada
q ue se en cu en tra esta frontera de los gran des centros
m ilitares, son otros tantos m otivos que hacen presu­
m ir q u e las operaciones im portantes en este sector
están a u n algo lejan as, y que R u sia no las em pren­
d erá en gran de escala hasta que h aya puesto a su
lado a los pequeños reinos de los B alk an es. V ero sí­
m ilm e n te, el triu n fo rápido o la pron ta derrota de
PTancia, destruyen do a las masas alem an as o deján­
dolas en libertad de o brar, resolverían la gu erra en
este teatro. D e prolongarse la g u e rra franco-alem a­
na, la austro-rusa será de larga d u ració n , a menos
de alzarse las p ro vin cias orientales y del S . E . de la
m o n arq u ía.
4 ." F r o n te ra au stro -serbio -m o n len eg rin a . P re ­
valiéndose del adelanto de sus preparativos con res­
pecto a los de R u sia , debe A u stria aplastar a todo
tran ce a S e rb ia y M on ten egro, antes q u e lo s ejérci­
tos ru sos se presenten en la fron tera. P ero este plan
es de d ifíc il realización, porque el ejército serbio
está in flam ado aun por el estusiasm o de sus recien­
tes victo rias, y , a u n q u e m ás débil n u m éricam en te, es
m ás agu errid o y m aniobrero q u e el austriaco; la topo­
g ra fía del pais, con su s n udos m ontañosos y abu n ­
dantes rio s, es favorable a la defensiva, de suerte
que los austríacos han de tropezar con serios obstá­
cu los antes de red u cir a los serbios y m ontenegrinos.
R u m a n ia , com o siem pre que se trata de u n a gu erra
Ayuntamiento de Madrid
13
en la región del D anu bio in ferio r, desem peñará un
papel d ecisivo en esta cam p añ a secun d aria, toda
vez que su actitud depende de que B u lg a ria se arroje
o no con tra S e rb ia y decida la suerte de la gu erra.
Bien es verdad que tam poco es despreciable el factor
p o r otra parte, para realizar el paso de los A lp es y el
descenso al llan o, habría de re u n ir F ra n c ia 200.000
hom bres por lo m enos, que le pueden ser más útiles
opuestos a los alem anes. F ra n c ia , apoyándose en los
A lpes y utilizando su s excelentes cuerpos de m onta­
ña, tratará de entretener a los italian o s en tanto se
resu elve la gu erra en el teatro p rin cip al, convencida
de que la derrota de A le m a n ia sería la derrota de
Italia.
E sta, posiblem ente, se lim itará a am agar u n a in ­
vasión, sin ejecu tarla a fond o; pero si los italianos
creen q u e la victo ria h a de ser de sus aliados, no v a ­
cilarán en em peñar las fuerzas suficientes para poder
recabar, el d ía del reparto del botín, la m áxim a re­
com pensa a su lealtad. P o r ahora es aven tu rad o pre­
d ecir lo q u e acontecerá en esta fron tera; cuando co­
nozcam os las prim eras m edidas m ilitares que adopte
Italia, tendrem os m u ch o cam in o adelantado para
presum ir el giro q u e tom arán las diferentes cam pa­
ñas. porque los estad isu s italian os se d istin gu en por
la clarivid en cia de sus ju icio s y por lo exactam ente
que m iden el pro y ei con tra de sus alian zas e in ter­
General Putnik, Je fe de Estado Mayor General
dei Ejército serbio
p
griego, au n q u e lo creo m ás atento al m ar q u e a lo
que se d esen vu elva al .N, de los B alkan es.
L a s m ayores probabilidades de éxito de la resis­
tencia serb ia se han de buscar, no en su ejército, sino
en los sen tim ientos, francam ente hostiles a sus dom i­
nadores, de los eslavos de C roacia, B osn ia, etc. L o s
austriacos han de dejar un fuerte ejército de ocupa­
ción en esas p rovin cias, y aun asi nada ten d ría de ex­
traño q u e los m anejos y las instigacion es serbias en­
cendieran la revolu ción , que acarrearía los más
am argos fru tos al ejército austríaco em peñado contra
vención .
6.” Resum en. — Y.n los teatros terrestres, la clave
está en el choque fran co -alem án . L a im p ortan cia de
los dem ás es secundaria; la acció n rusa no será efi­
caz, sin o a con dición de que la g u e rra entre Fran cia
y A le m a n ia languidezca y se pro lo n gu e sin resulta­
dos decisivos.
IV . - L a s p r im e r a s o p e r a c io n e s p r o b a b le s
e a el m a r.
L a flota in glesa ha de tom ar com o p rim er o b jeti­
vo el cerrar a Ja escuadra alem an a el paso al m ar del
Norte. S i lo consigue, la seguridad de Inglaterra será
absoluta, y esta nación podrá tran q u ilam en te llevar
la gu erra a las co lo n ias, con poco peligro y óptim os
los serbios.
frutos. S ó lo en caso extrem o, sin em bargo, y lla­
No es, por con siguien te, m u y despejada la situa­
m ando antes en su ayu d a a la flota francesa, se
ción m ilitar de A u stria, pese a su poderío m ilitar
arriesgará In glaterra a exp o n er su escuadra en una
com parado con el de M ontenegro y S erb ia .
batalla n aval. U n acorazado in glés a pique supone
para la G ra n B retaña u n qu eb ran to más serio que
para A lem an ia la pérdida de diez de sus unidades,
puesto que el poderío britán ico se' fun da exclu siva­
m ente en la flota, e In glaterra sin escuadra q u ed aría
a m erced de cu alq u iera otra P o ten cia. E s de creer,
según ésto, q u e In glaterra no ab an don ará su costum ­
bre de am enazar, sin com prom eterse, e in tim id ar sin
apenas disp arar u n cañonazo. E n esta ocasión, hay
que reconocerlo, si A lem an ia q u iere llegar al m ar
dei N orte, h ab rá sonado para la G ra n B retaña la hora
critica y ten d rá que ech ar en la balanza el peso de
todos sus barcos, suceda lo q u e suceda; no pasará de
ah í, n i se acercará a las costas alem an as si antes no
ha quedado el m ar desem barazado de enem igos.
C on segu id o este prim ero y capital o b jetivo , Inglate­
rra se preocupará de reafirm ar su su prem acía en el
M editerráneo.
Im p ru d en cia y tem eridad notoria sería la acción
de
la
escuadra alem an a con tra la in glesa. M ás cu en ­
General Stefanovitch, ministro de la Guerra
ta le ten drá atacar a la rusa y d e stru ir sus bases na­
de Serbia
vales del B áltico. A u n a o fen siva aven tu rad a habría
de preceder la derrota de F ra n c ia , en tierra po r A le ­
5 .’ F ro n te ra fr a n c o -ita lia n a .— \ } tí sim ple cuer­
m an ia y en el m ar por Italia.
po francés q u e pisara las llan u ras del P ó , alzaría
L a escuadra fran cesa g irará dentro de la órbita
com o u n solo hom bre a toda Italia co n tra el invasor;
Ayuntamiento de Madrid
14
que le trace In glaterra, m ostrando su activid ad en el
m ar del Norte y m anteniéndose a la espectativa en
el .Mediterráneo. L o m ism o h arán Italia y A ustria,
sin perju icio de aprovech ar cu a lq u ier ocasión propi­
cia, reservando su s barcos para arran car el m ayor
fru to posible de la victo ria o a m in o ra r los efectos del
ven cim ien to. Y en cu anto a la rusa, bastante tendrá
que hacer con m antener libre la navegación a lo lar­
go de las costas de su im perio.
En resum en, su pon ien d o que A lem an ia conserve
la serenidad, la gu erra m arítim a no revestirá los ca­
racteres em peñados d é la terrestre. T o d as las Poten­
cias tienen m ucho q u e perder allen d e los m ares, para
que abandonen sus posesiones— q u e a ello eq u ival­
d ría la pérdida de las escuadras— a otros pueblos de
■Asia y A m érica.
L o s prim eros choques im p ortantes tendrán lu gar
en el B áltico, entre las escuadras alem an a y rusa.
V . — E l v a lo r d e tos e jé r c it o s b e lig e r a n t e s
E n esa im presión gen eral del com ienzo de la
gu erra no tiene cab ida propia y adecuada la en u m e­
ración de los elem entos de com bate con que cuentan
lo s beligerantes. E l cu ad ro d el n ú m ero de batallones,
baterías, regim ientos de cab allería, aeroplanos, d iri­
gib les, am etralladoras, etc., no da idea de la reali­
dad, ni sobre él puede fun darse nin gú n vaticin io
aproxim ad o.
E n el valo r de un ejército in flu y e n m ach o s facto­
res, m orales y m ateriales, y el nú m ero sólo in ter­
viene de un modo decisivo cu an do están ap ro xim a­
dam ente igualados los dem ás elem entos. E l alto
m ando y el soldado tienen m ás im p ortan cia que el
n úm ero, y aun que la calidad de las arm as.
E l alto m ando, generalato alem án , goza fam a de
ser el prim ero del m u ndo; sólo se llega a él. po r pun­
to gen eral, después de m éritos m u y probados, y se le
somete a duras y frecuentes pruebas; posee la in a­
preciable ventaja de estar en todo tiem po consagrado
al m ando, a las fun cion es directivas, al m anejo de
tropas, y practica sus fun cion es en grande escala; su ­
jeto a inspecciones rigorosas, se separa del servicio
activo, sin contem placiones, al general que en m a­
niobras o en cu alq u iera otro acto del servicio no se
m uestre a la altu ra de su m isión.
E l generalato francés, au n q u e no tan escogido, es
tam bién m u y com petente, y cu en ta en su seno con
m ilitares que pueden rivalizar, y acaso superan a los
m ejores de .Alem ania E s verdad que sus funciones
no gozan de la am p lia libertad c o n q u e las ejercen
su s rivales, pero, con todo, los generales franceses,
en conju nto, no pueden clasificarse en un plano in ­
ferior al de los alem anes.
E l generalato ruso d eja bastante q u e desear, por­
que en g ra n parte se llega a él por los cam inos de la
in flu en cia, del favor y del n acim iento, carece del
hábito de rápida resolución y de la costum bre de
arrostrar responsabilidades, por lo q u e no deben es­
perarse de él grandes in iciativas, n i decisiones radi­
cales q u e cam bien en pocas horas la faz de los su­
cesos.
M u y com petente tam bién es el generalato italiano,
pero no llega al alem án , ni al francés; el austriaco
tiene algún parecido con el ruso, porqu e si bien es
m ás resuelto, en com pensación no tiene tanta cos­
tu m b re -de m an ejar fuerzas; el británico cuenta con
algun os generales m u y distin guidos, pero en co n ju n ­
to es in ferio r al de las dem ás potencias.
E l soldado francés, cuando está bien m andado y
le sonríe la victo ria, es tan apto para la ofen siva co­
m o para la defensiva, sobrio, resistente, tenaz, bravo;
pero se desm oraliza fácilm ente y pasa sin transición
del entusiasm o al desaliento. E n tre todos los de E u ­
ropa es el que d a m ejores y m ás abundantes señales
de in iciativa y del que se puede sacar m ejo r partido
en el com bate in d ivid u al.
S e distingue el soldado alem án por su resistencia
física, .su sólida d isciplin a, su profu n da in stru cción
y la cohesión que im p rim e a los cuerpos arm ados.
In d ivid u alm en te le su pera el soldado francés, más
in teligen te y despierto; pero encu ad rad o en un regi­
m iento, el alem án no cede a nadie en b rav u ra y en
perseverancia.
A u n q u e no en tan alto grado, el soldado italian o
está adornado de las m ism as cualidades que el fran­
cés; el austriaco es in ferio r, bastante in ferio r al ale­
m án. y m u y poco m ejo r que el ru so ; éste no tiene
condiciones para el com bate en orden disperso, por­
que es pasivo, carece de in iciativa, es tardo en pensar
y ejecutar; en cam bio, en la defensa de posiciones y
en los m ovim ien tos en masa o en orden cerrado, se
dejará m atar antes que ceder si así se le ordena. El
soldado in glés, m ercenario, no puede com pararse
con sus cam aradas del continente.
C o m o un ejército no es una m áq u in a, n i un cu er­
po m ejo r o peor organizado, sin o que lo que le im ­
prim e carácter es su esp íritu , su a lm a, ha de agre­
garse que el ejército alem án es el q u e posee el alm a
m ás robusta. E l respeto al o ficial, la su bord in ación ,
la o bedien cia n atural, no forzosa, al su p erio r, reinan
en A lem an ia com o en n in g u n a parte; el m ilitar goza
a llí de u n a con sideración extrao rd in aria y ocupa una
situ ación p riv ilegiad a en la sociedad, de suerte que
el o ficial posee una fuerza m oral de que apenas se
tiene idea fuera de aq u el Im p erio . E sto da al ejército
una fuerza y u n a cohesión extrao rd in aria, porque
com o va adem ás atom pañado por la p ericia y el sa­
b er, el soldado tien e ciega confianza en el o ficial, lo
m ism o que éste la tien e en el general.
E n este concepto de la cohesión, sigu e al ejército
alem án el ru so , vin ien d o en segundo térm in o los
restantes, y en ú ltim o lu g a r el austriaco.
E n reso lu ció n , los dos ejércitos m ás adiestrados,
m ejo r in stru idos, m ás capaces, son el alem án y ei
francés; pero asi com o éste puede deshacerse y des­
alen tarse si su fre u n par de derrotas, el ruso su frirá
im p ávid o , sin con m overse, los m ás graves contra­
tiem pos. L o s reveses llevarán el desconcierto, no al
soldado, sin o al general, al m ando, en el ejército
austriaco, y serán soportados con relativa resigna­
ción en el italian o y en el in glés. P o r consiguiente,
la g u e rra más tenaz, m ás d u ra , m ás larga, si no in­
tervien en , que sí in terven d rán , otros factores, será la
q ue se d esarrolle contra R u sia , m ientras que en la de
F ran c ia e In glaterra con tra A lem an ia e Italia, la de­
cisión será m ás rápida.
V I . — P r i m e r a s o p e ra c io n e s m ilit a r e s .
A n tes de la d eclaración de gu e rra, el gobierno
fran cés dispuso que sus destacam entos de la frontera
Ayuntamiento de Madrid
15
retrocedieran a ocho kilóm etros de ésta, para evitar
todo inciden te que p u d iera precipitar los aconteci­
m ientos. S in d u d a para obtener el m ayo r provecho
de los tratados intern acion ales, deseaba F ra n c ia apa­
recer com o agredid a en vez de agresora. Sea en la
m ism a frontera, sea a algu n a distancia de ella, cada
uno de los beligerantes tiene u na especie de cordón
de tropas, form ado por pequeños destacam entos que
se m antienen en con tin u a m o vilid ad , dedicados al
doble ob jeto de observar los m ovim ientos del ene­
m igo y o cu ltar los propios. E s claro que estos desta­
cam entos. al practicar sus recon ocim ien tos, han de
ponerse en contacto y lib ra r pequeñas escaram uzas,
que ni tendrán im p ortan cia ni ejercerán la m enor
in flu en cia en el d esenvolvim iento u lterio r de la gue­
rra. A lg o m ás atrás, num erosos cuerpos de cab alle­
ría, estacionados hace tiem po en puntos co n ven ien ­
tes. despachan a su vez patrullas m ontadas, cuyo
efectivo puede llegar a varios escuadrones, las cuales
se in tern arán sin vacilar en el territorio enem igo
para recoger datos m ás seguros. T o d o s esos recono­
cim ientos nada tienen q u e ver con los q u e la m ism a
cab allería, a u x ilia d a por aeroplanos y d irigib les, em ­
prenderá cu an do, term inada la concen tración , se in i­
cie ei avance estratégico.
D e con siguien te, los relatos que en los prim eros
días aparecerán en los periódicos sobre choques y
com bates, a los que se llegará a calificar de batallas,
no serán m ás que sim ples encuen tros entre las tro­
pas de cortina, y no m erecen ser tenidos en cuenta,
n i siq u iera reseñados, toda vez que cuando em pie­
cen las grandes operaciones, no tran scu rrirá d ía sin
que se repitan esas acciones, que nadie cu id ará de
describ ir, p o rq u e realm ente no lo m erecen.
E n p articu lar h ay que desconfiar de las noticias
que refieran grandes com bates en la fron tera rusa.
C la ro es q u e la o pinión pú b lica francesa se an im ará
y confortará si se le hace creer que sus aliados han
entrado ya en lín ea y llevan el espanto al territorio
alem án : pero es absolutam ente im p osib le que tales
h ech os sean ciertos n i que se realicen antes de a lg u ­
nas sem anas; lo ú n ico que cabe, en ésta com o en las
dem ás fronteras, es la in cu rsió n de pequeños desta­
cam entos que se en vian para tratar de levan tar la
co rtin a q u e oculta los preparativos del enem igo.
C o n v in ien d o a los alem anes p recip itar la guerra
en el Oeste, para resolverla antes de que R u sia esté
com pletam en te apercibida, claro es q u e el interés de
los franceses estriba en todo lo con trario , esto es, en
aplazar las grandes batallas hasta q u e en el otro tea­
tro de la g u e rra se deje sentir la acción de los rusos.
Pero com o no cabe retroceder in d efin idam en te, por­
que P arís q u ed aría al descubierto, se im p on e un
ch oque form al entre franceses y alem an es entre el lo
y el 15 de agosto, seguido de otros todavía m ás im ­
portantes. N in gú n en cu en tro de interés tendrá lu gar,
en tre tan to, entre rusos y alem an es; ese plazo es de
su p o n er que lo aproveche A u stria para a ctivar sus
operaciones con tra S erb ia ; a u n q u e las tropas de ésta
se retiren m ás al in terio r, y am enacen los ru sos, los
austríacos obrarían torpem ente aplazando la ofensiva
al S . del D an ubio, toda vez q u e, com o ya se ha
dich o en otro epígrafe, las p ro vin cias eslavas se alza­
rían m ás o m enos parcialm ente.
P o r ahora no hay que esperar sucesos de trascen­
den cia. E n la próxim a sem ana estará term in ado o a
pu n to de term in ar el despliegue estratégico, y enton­
ces com enzarán las grandes operaciones fran co -ale­
m anas; para la m ism a época se reñ irán los prim eros
en cuen tros serios en tre austríacos y serbios.
Ju an
A
v il e s
,
T e n ie n te C o ro n e l d e In gen ieros.
4 de agosto de ¡9 1 4 .
E L CONFLICTO AUSTRO-SERBIO
E fe c tiv o s m ilit a r e s d e A u s t r i a -H u n g r í a
y S e r b ia .— O fe n s iv a a u s t r ia c a
V a n tran scu rrid os ya m uchos años q u e la m on ar­
q u ía del D an u b io azul se desangra por tres heridas:
S o lferin o , K oeniggraetz y M e y e rlin g ; desde el 28 de
ju n io u n a n u eva ha ven id o a aum entarse a las ante­
riores- S ara y ev o . A u n no ha encontrado el ciru jan o
q u e las cauterice; y lo m aravilloso es que po r más
que se desangre y la fiebre la sacu da, no tó ca la s
puertas de la tu m b a y la vetusta casa de H absburgo
con tin u ará, q u ien sabe hasta cuando, siendo in cu b a­
dora de prin cipes y m ajestades.
E l .A rchiduque heredero ha caído asesinado por
uno de lo s súbditos de P ed ro K arageorgew itz, y la
doble m o n arq u ía, al fin cansada de to lerar los atre­
vim ientos de la S e rb ia b árb ara, ha desen vain ad o la
espada y , con ella en la m ano, exige satisfacción
am p lia M u v duros son los térm inos de la nota aus­
tríaca al go b iern o serbio, pero no podía ser de otra
m anera. A u stria está am parad a por la b lan ca diosa
de la ju sticia y el dios del derecho.
¿A ceptará S e rb ia las exigen cias austríacas o las
desechará de plano? Esto es lo q u e h o y se pregunta
todo el m u n do. E l horizonte europeo está g ris, todo
huele a pólvora, y hasta este m om ento no se puede
pregu n tar si tendrem os la «paz o la gu erra».
V eam o s ahora ¡a situ ación m ilita r d e am bos ad­
versarios.
Potencia m ilita r de A u stria -H u n g ría .— E l efecti­
vo del ejército austro-h ú n garo, según la n u eva orga­
nización, m onta a 414.000 = 08 de la población
(380.000 tropa y 34.000 oficialesl, repartido en 16
cuerpos de ejército con 49 division es de in fan tería y
10 de cab allería. E n total Ja fuerza de com bate sum a
683 batallones de in fan tería y cazadores, 358 escua­
drones, 3 16 baterías de cam pañ a, 24 a caballo, 26
baterías de m o n tañ a,28 de obuses pesados, 92 com pa­
ñías de a rtille ría de fortaleza, 32 com pañ ías de in ­
gen ieros, 43 de zapadores, 1 1 5 escuadrones de tren,
adem ás tropas d e san idad, etc. C ad a cuerpo de ejér­
cito consta de 5 o.000 hom bres y 20.000 cab allos. E l
cu erp o de ejército se com pon e de 2 a 3 d ivision es;
de las 3 division es de cada cu erp o de ejército 2 son
de lín ea y u n a de lan d w e h r; entendiéndose que los
lan d w e h r austríacos y h on ved h ú n garo s so n u n id a -
Ayuntamiento de Madrid
IR
des constituidas con sus reem plazos correspondien­
tes. L a d ivisión de infa*ntería consta de dos brigadas
cada u n a con 12 a i6 batallones, 2 a 3 escuad ron es,d e
la artillería de d ivisió n , 8 a 10 secciones de am etralla­
doras y las colu m n as de com bate correspondientes;
en total 15.000 hom bres, 450 caballos y 42 cañones.
L a división de artille ría com pren d e 5 baterías de ca­
ñones a 6 piezas cada u na, 2 baterías de obuses 112
obuses). L a artillería es buena. L o s cañones de cam ­
paña sistem a austriacos m od. 5 tierjen el tu bo de
bronce com prim id o, un calib re de 7,65 m m . y el re­
troceso sobre la cu reñ a; los obuses de cam paña m o­
delo 99 de 10 ,4 cm . A dem ás existen dos baterías de
obuses pesados de 15 cm . cada uno a 4 piezas.
A u stria -H u n g ría tiene su especialidad en las tro­
pas de m ontaña que com pon en 14 brigadas com ­
puestas cada una de 3 a 5 batallones, con 6 a 10 am e­
tralladoras, u na batería de m ontaña (cañones de 7,25
cm . descom ponibles en 4 cargas), u n escuadrón de
m ontaña y u na sección de telegrafistas de m ontaña.
L a s tropas de infan tería están dotadas del excelente
fusil de repetición M an n lich e r m od. 5 de 7, 8in m .; las
am etralladoras son sistem a Sch w arzlosse. E n caso de
m ovilización 3 3 4 cu erpos de ejército y 1 a 2 d ivisio ­
nes de cab allería form arán cada ejército. E n la fron­
tera serbia, en tiem po de paz, se en cu en tran el X II
C u erp o de ejército en Ilerm an statd , el V II en T e m esvar, el X V en S ara y evo . D etrás en segun d a linea
el V i en K asch au , el I V en B u d a P est, el V IH en
A gram y el X V I en R a g u sa. E l total de com batientes
que puede poner A u stria-H u n g ría es más o m enos
dos m illon es de hom bres.
P oten cia m ilita r de S e rb ia ; E l ejército serb io , des­
pués de la ú ltim a reorgan ización , consta en pie de
paz de 80.000 hom bres. E l ejército de cam pañ a pue­
de llegar a 300.000 y con tropas de nuevas form a­
ciones elevarse a 500.000 hom bres. C om pren de 10 d i­
visiones activas, a las que se agregarán 5 de la se­
gu n d a lin ea en caso de m ovilización . L a s divisiones
no form aran cuerpos de ejército sino ejércitos, lo
que constituye para el ejército serbio u n a especial
organización. C ada d ivisión com prende 4 re g im ie n ­
tos de infan tería de 3 batallones, urr regim ien to de
c a b alleríaa 4 escuadrones, un regim iento de artillería
a 9 baterías, servicio s técnicos, tren, etc. L a s d iv is io ­
nes de segun d a lin ea tienen idéntica form ación. A de­
más h ay q u e agregar u n a d ivisió n de cab allería, dos
baterías m ontadas, artille ría pesada y de m ontaña.
L id iv is ió n cuenta con 17.000 fusiles, 36 cañones, 16
am etrallad oras. E i ejército en cam pañ a presenta una
fuerza de com bate de 230.000 fusiles. 624 cañones.
236 am etralladoras. E l arm am en to es bueno y m o­
dern o, los fu siles sistem a M au ser m od. 99 de y m m .,
la a rtille ría de cam pañ a y m ontaña 7 , 5 cm . de tiro
ráp id o y retroceso sobre la cu reñ a, los obuses de t2,
cm ., toda la artillería es sistem a S ch n eid er-C re u so t.
C u an to al m aterial h om bre, pruebas de su capacidad
ha dem ostrado en la ú ltim a gu erra. E n caso de m o­
vilizació n la única dificultad q u e encontrarán será
en la req u isició n de caballos, que son m u y escasos.
De no aceptar S erb ia la nota de A u stria la gu erra
será inevitable.
A u stria to m ará la ofensiva in vadien do el territo rio
serbio por dos costados; po r el norte sobre el D an u ­
bio y por el oeste por B osn ia. S e rb ia se en cu en tra en
una situ ació n estratégica m u y d esfavorable y en el
peligro de ser en vuelta, desde el p rin cip io de la ofen­
siva austríaca.
C iertam en te que la fron tera norte del D an ubio,
con su an ch u ra de m á s e m e n o s 1.000 m etros y su
profu n did ad de 7 a 10 m etros, ofrecerá a la invasión
un notable obstáculo, pero su extenso curso de más
de 250 k m ., no podrá ser fuertem ente defendido n i
contrarrestar u n a ofen siva vigorosa. L a s fortalezas ser­
bias; B elgrado, S em e n d ria y K lo d o va , que podrían
ofrecer puntos de resisten cia, son m u y antiguas
y carecen de valo r m ilitar. A sí, pues, se puede dar
por descontado el paso del D an u b io por los aus­
triacos, y para en el caso de que los serbios volaran
el puente q u e u n e S e m lin con B elgrado, el ejército
austríaco podrá im p ro visar puentes de circu n stan ­
cias, para lo cual el gru p o de in vasión norte llevará
con sigo bastante m aterial de puente y tropas d e pon­
toneros. P o r B o sn ia in vad irán los austriacos con tro­
pas de m ontaña.
M u y probable es que los serbios abandonen B el­
grad o y se retiren hacia el sur, para, desde ah i, tom ar
la ofen siva, lo que seria una aven tu ra si no se hallan
bastante fuertes para habérselas con los austriacos in ­
vasores. Pueden tam bién d esarrollar u n a defensiva
en el su r haciendo la gu erra de m ontaña y entonces se
en con trarían frente a u n adversario que tiene fam a
de ducho en esta clase de guerras.
J. C .
G
uerrero
.
B e r lín , 2 4 de ju lio 19 14 .
N o ta d e la R e d a cc ió n . — L o s h ech os han dem ostrad o plenam ente
y en tod a s sus p a rtes la s a certad as p re d iccion es d e n u estro com pe­
te n te correspon sa l en B e r K n .
Tom a de Líeja por los alemanes
A caba de recibirse la n oticia o ficial'd e la tom a de
L ie ja por los alem an es. E n el nú m ero p róxim o daré
interesantes detalles sobre las fuerzas belgas que la
defendían y las del cu erpo in vasor, y pondré de re­
lieve la sign ificación de aq u el hecho; baste decir que
lo s belgas confiaban en que el cam po atrincherado
resistiría tres meses, po r lo m enos, y les han bastado
tres días a los alem an es para co n qu istarla.
T a m b ién m e ocu paré en la llam ada batalla de
.\a n cy .
8 agosto 1914 .
Ju an
A
v il e s
T en ien te C o ro n e l de In g en ie ros
Jm p. C a s t illo . — A r ib a u , t i l ,
D ere ch o s re se rv a d o s
Ayuntamiento de Madrid
t
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