orquesta nacional de bélgica

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AUDITORIO
PALACIO DE CONGRESOS ZARAGOZA
X I V T E M P O R A D A DE
GRANDESCONCIERTOSDE
SALA MOZART
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FEBRERO/MAYO 2008
lunes 28 de abril • 20,15 horas
ORQUESTA NACIONAL DE BÉLGICA
WALTER WELLER DIRECTOR
ANATOL UGORSKI PIANO
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© Frank Hölhler
ORQUESTA NACIONAL DE BÉLGICA
Desde su nacimiento en 1936, la Orquesta Nacional de Bélgica puede
enorgullecerse de estar en posesión de un vasto recorrido artístico, jalonado de encuentros con los directores más reputados y los solistas de
mayor prestigio internacional. A lo largo de setenta años se ha consolidado al poseer un amplio repertorio de obras instrumentales con la
constante preocupación de ampliarlo.
La reputación adquirida a lo largo de estos años y el preciado apoyo del
público la alienta a perseguir sus objetivos acometiendo, cada año, nuevos desafíos. La ONB es hoy un pilar fundamental en la vida musical
belga. Huésped privilegiado del Palacio de las Bellas Artes de Bruselas,
donde presenta ciclos de diversos conciertos en colaboración con Bozar
Music, se desplaza constantemente a las cuatro esquinas de Bélgica.
Poseedor de brillantes y novedosas ideas, el joven director finlandés
Mikko Franck es el reflejo de una política artística basada en la frescura
y juventud, como de ello también son testimonio los numerosos jóvenes
que cuentan entre sus filas y la elección de los solistas invitados.
En septiembre de 2007, Mikko Franck cedió su batuta al director de
Orquesta austríaco Walter Weller, con el que la orquesta tiene el placer
de contar en repetidas ocasiones en la presente temporada. Asimismo,
posee un amplio repertorio sin cerrarse a un estilo, una época o un país
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determinado. Obras clásicas y románticas se mezclan en su programación con numerosas páginas del siglo XX.
El espíritu emprendedor de la ONB se expresa también a través de
diversos proyectos innovadores, como el acompañamiento de películas,
la participación en el Festival Internacional de Cine de Flandes, la colaboración en el proyecto Tactus para compositores de música contemporánea y un amplio abanico de proyectos para jóvenes, así como la
estrecha colaboración con el Concurso Musical Internacional Reina Elisabeth.
Tras numerosas giras por Japón, Suiza y Alemania, la ONB mantiene una
intensa colaboración con la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo y la
Orquesta Nacional de Lille. Los principales conciertos de la temporada
2006/2007 fueron, entre otros, los ofrecidos por el 70º aniversario de la
ONB, el concierto de gala de la Fundación Musical Reina Elisabeth y la
producción de «Turangalila» de Messiaen, sin olvidar el Concurso Reina
Elisabeth y el acompañamiento a las dos grandes estrellas Rolando Villazón y Anna Netrebko en el Teatro de los Campos Elíseos de París.
La más reciente producción discográfica de la ONB, el estreno mundial
«The Book of Visiones» del compositor finlandés Einojuhani Rautavaara,
ha sido editada en diciembre de 2005 por el sello discográfico Ondina.
A lo largo del año 2006, la primera edición discográfica de una larga
serie fue dedicada al compositor ruso Alexandre Glazounov y fue editada por el sello Fuga Libera.
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© SNS Group
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WALTER WELLER DIRECTOR
Nació en Viena en 1939. Empezó a tomar clases de Violín a los 6 años
y estudió con los profesores Ernst Morawec y Franz Samohyl en la Viena Academy of Music.
Con tan solo 22 años, Walter Weller llegó a ser primer concertino de la
Filarmónica de Viena, donde permaneció durante once años. Al mismo
tiempo formó parte del Weller Quartet como primer violín, formación
que logró numerosos éxitos en sus giras y participaciones en festivales
por Europa, Asia y Norteamérica. Las grabaciones del Weller Quartet han
sido objeto de numerosos premios, como el Mozart Interpretationspreis,
un Grammy o el Grand Prix du Disque.
En 1966, tras finalizar sus estudios con Joseph Krips, debutó como director. Tres años más tarde firmó un contrato con la Ópera de Viena que
le permitió desarrollar un amplio repertorio operístico.
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Walter Weller ha sido Director Artístico en Duisberg, Director Principal
de la Lower Austria’s «Tonkünstler» Orchestra de 1975 a 1978, Director
Titular de la Royal Liverpool Philharmonic Orchestra de 1977 a 1980 y,
a partir de entonces, Director Invitado de Honor de la Orquesta.
De 1980 a 1986, Weller asumió el liderazgo de la London’s Royal Philharmonic Orchestra, tras lo cual se convirtió en Principal Director Invitado de la Orquesta Nacional de España hasta 1991. De 1991 a 1996 fue
Director Titular de la Royal Scottish National Orchestra y hoy día es
Director Emérito de esta Orquesta. Al mismo tiempo, fue nombrado
Director General de la «Allgemeine Musikgesellschaft» de Basilea y Director Artístico de la Orquesta hasta 1997.
Como director operístico ha trabajado en los más prestigiosos escenarios
europeos, incluyendo la Vienna State Opera, la Ópera de Berlín «Unter
der Linden», Ópera del Rhin, English National Opera, La Scala de Milán,
Escocia, Bolonia y muchas otras.
En Norteamérica, Walter Weller ha colaborado con la Filarmónica de
Nueva York, con las Orquestas Sinfónicas de Minnesota y San Francisco,
Houston, Pittsburgh, Detroit y Cincinatti, así como con la Orquesta Sinfónica de Toronto.
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ANATOL UGORSKI PIANO
Anatol Ugorski nació en Siberia en 1942. Recibió su educación musical
en el Conservatorio de Leningrado, dedicándose principalmente al piano, que estudió con la profesora Golubowskaja. A los 15 años ya dominaba toda la literatura para piano y fue un gran defensor de la música
occidental y especialmente de la contemporánea.
En marzo de 1992, Ugorski realizó su debut italiano en el Conservatorio
de Milán, en donde se agotaron las localidades. Dos mil quinientos entusiasmados oyentes, entre ellos el Ministro de Educación y Artes, alabaron al «genio Ugorski» («Il Giorno») y los críticos le incluyeron entre los
grandes maestros al piano. Siguieron otros debuts –tan sensacionales
como el primero– en la Munich Philharmonic Hall, Schubertiade Hohenems y en el Festival de Piano «La Roque d’Anthéron» en París (interpretando todas las sonatas de Scriabin).
Anatol Ugorski ofrece habitualmente conciertos en las más importantes
ciudades musicales del mundo como Berlín, Fráncfort, Hamburgo,
Múnich, Leipzig, Zúrich, París, Milán, Madrid, Bruselas, Copenhague,
Viena, Ámsterdam y Atenas, además de EE. UU., Australia, Japón y el
lejano Oriente, junto a orquestas tan destacadas como la de la Ópera de
Berlín, Filarmónica Checa, Concertgebouw (con Ingo Metzmacher),
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Orquesta de París (Pierre Boulez), Orquesta Filarmónica de Radio Francia, Orquesta Nacional de Lyón (Günter Herbig), Teatro Real de la
Moneda de Bruselas (Libor Pesek), Orquesta Sinfónica de la Radio de
Dinamarca, Sinfónica de Chicago (Pierre Boulez), Sinfónica de Montreal
(Charles Dutoit) o Filarmónica de Tokio (Gerard Schwarz), entre otras.
Asimismo, ha aparecido en numerosos festivales, entre los que se cuentan el Berliner Festspiele, Klavierfestival Ruhr, Rheingau Musikfestival,
Kissinger Sommer y Festival de Lucerna.
Además de sus actividades como intérprete, es profesor en la Academia
de Música de Detmold. En febrero de 2000 fue nominado para los
Grammy por su grabación del «Concierto para piano en Fa sostenido
menor» y «Prometheus» de Scriabin, junto a la Orquesta Sinfónica de Chicago y Pierre Boulez.
«...probablemente el pianista más misterioso y sorprendente de
nuestros días, poseedor de una técnica y musicalidad aparentemente inagotables, que inevitablemente le encantarán en tal
manera que quedará cautivado para siempre».
(Salzburger Nachrichten, 1994)
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COMENTARIOS AL PROGRAMA
^
DVORÁK
Nacido en 1841, un año después que Tchaikovski, Antonín
^
Dvorák comparte con sus contemporáneos las dos corrientes
esenciales de su época: el romanticismo y el nacionalismo. La
primera procede de la influencia que va de Liszt a Brahms; la
segunda es parte de una exigencia de traspasar las propias
fronteras formales utilizando temas y melodías que proceden
de la música popular. Combinadas ambas posibilidades con el
talento de un gran músico, los resultados son casi siempre un
éxito.
La forma obertura no fue obligatoriamente, a partir de Beethoven, la puerta de entrada a una obra escénica, pero muestra su identificación con lo literario o lo dramático al anticiparse al poema sinfónico. Ésta es la base formal de la obertura
Carnaval, Op. 92, título central de una trilogía que comienza
con En la naturaleza, Op. 91, y termina con Otelo, Op. 93. Son
tres argumentos diferentes unidos por otros tantos conceptos
próximos, los de la naturaleza, la vida y el amor. Las tres obras
fueron compuestas entre 1891 y 1892 y estrenadas por el compositor en Praga el 28 de abril de 1892, hace hoy exactamen^
te 106 años. El título inicial que dio Dvorák a su obra fue el de
Carnaval de Bohemia, aunque posteriormente eliminó la localización geográfica por considerar que se refería de una manera amplia a la vida. Por un lado se observan los brillantes torbellinos que identifican la fiesta, y por otro es fácil detectar
aspectos de la vida diaria en sus elementos líricos, meditativos
y ocasionalmente pesimistas. La exposición de estos sentimientos va formando un tejido contrastado a lo largo de la
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obertura, en la que predomina el allegro brillante que abre y
cierra el espíritu del carnaval.
TCHAIKOVSKI
Tchaikovski podría ser catalogado como excéntrico porque no
encaja en ninguno de los grupos de su época y tiene personalidad suficiente como para ocupar un lugar aparte en la historia de la música rusa. Aunque sus primeros años fueron bastante rutinarios, el resto de su vida tuvo un carácter peculiar.
Nació en 1840 en una familia de clase media y vida convencional. La separación forzosa de su madre a los 8 años, para
ingresar en un internado, complicó mucho su emocionalidad.
Estudió Derecho y lo ejerció sin gran convencimiento. Su consuelo fue la música. Tras las clases de piano recibidas durante
su infancia, ingresó en el Conservatorio de San Petersburgo,
donde estudió hasta los 22 años. Abandonó la jurisprudencia
para dedicarse de lleno a la música y dio su primer concierto
con obras propias tres años después. Mantuvo contactos con
músicos contemporáneos como Borodin, Moussorgski y Rimski-Korsakov, pero no se identificó con ellos. Viajó por Europa,
regresando siempre a la patria lleno de nostalgia. Mantuvo
relaciones difíciles con las mujeres y es conocida la vinculación
con Nadiezhda von Meck, una viuda rica que se convirtió en
su mecenas. Mantuvieron un intenso contacto epistolar (más
de mil cartas en trece años) pero acordaron no tener encuentros personales. En 1877, contando el compositor 37 años,
recibió una misiva apasionada de una estudiante de 26, Antonina Miliukova, que se había enamorado de su música y le
obligó a casarse con ella bajo amenaza de suicidio. Fue un fracaso estrepitoso que acabó en divorcio 4 años después.
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Tchaikovski sufrió una gran depresión y Antonina llevó una
vida erótica aventurera hasta acabar en el manicomio. Nuestro
músico falleció en 1893, a los 53 años. Sus emociones reprimidas las liberó en la música, de forma que ha sido siempre
muy valorado por la calidad de sus melodías y la rotundidad
de su orquestación.
Comenzó a trabajar en su primer Concierto para piano a finales de 1874. Inicialmente dudó de su capacidad para desarrollar aquel nuevo género, de manera que al terminar la obra la
presentó al pianista Anton Rubinstein para que la valorara. Su
opinión fue negativa, pero Tchaikovski decidió no cambiar ni
una sola nota. El estreno fue dirigido por Hans von Bülow en
Boston, el 25 de octubre de 1825, durante una gira por los
Estados Unidos. No tuvo buena crítica, como tampoco su reestreno en Moscú a finales de ese mismo año. Tres después, el
propio Rubinstein reconoció su error e interpretó la obra, lo
cual significó socialmente la aprobación definitiva de la misma.
Algunos expertos la consideran como la cima del concierto
romántico. Su desarrollo fluctúa entre una vitalidad explosiva
y una calma sorprendente. La vigorosa melodía inicial es
acompañada por los acordes del piano que van ganando dramatismo y fuerza, hasta dar paso al tema principal del primer
movimiento. Orquesta y solista se entregan a un diálogo vigoroso que antecede al segundo tema introducido por las maderas y los metales de forma muy expresiva. El segundo movimiento procede de una canción francesa que canta la flauta
sobre un fondo de cuerdas punteadas. El piano recoge la
melodía dialogando con los violoncellos, acelerándose luego
el tempo hasta recuperar el clima inicial. El último movimiento es un rondó introducido por el solista que no tarda en dia-
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logar vigorosamente con la orquesta. La melodía secundaria
tiene belleza y lirismo, pero el tema introductorio recupera su
protagonismo acelerando el tempo hasta alcanzar un final apoteósico.
BRAHMS
Cuando Brahms interpretó sus primeras obras ante Robert
Schumann, éste intentó describir lo que oía diciendo que su
joven amigo transformaba el piano en un conjunto de voces,
unas veces tristes y otras alegres. Era la revelación del carácter
sinfónico de la obra del compositor que desbordaba el elemento puramente pianístico. De un modo casi profético, continuó diciendo Schumann que cuando Brahms tocara con su
varita mágica el lugar oportuno para movilizar el corazón de la
gente, conseguiría efectos deslumbrantes en el mundo de los
espíritus. Respondiendo a la percepción expresada, buena parte de la obra del genio de Hamburgo tiene naturaleza sinfónica, aunque no revista esa forma precisa. Tardó cierto tiempo
en dominar los recursos formales necesarios para desarrollar
su estructura siguiendo los pasos de Beethoven. Aunque había
conseguido dominar el lenguaje de la sonata a partir de las
obras homónimas de su antecesor, se tropezó con algunos problemas en cuanto a la instrumentación y a la forma cíclica que
comporta toda sinfonía. Su meticulosa autocrítica le hizo
demorar largo tiempo la composición de ese monumental corpus de cuatro obras, que ha quedado firmemente establecido
como uno de los hitos del género.
La Cuarta Sinfonía, que hoy escuchamos, fue compuesta
durante los veranos de 1884 y 1885. Como anteriormente había
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hecho, estableció un paralelo entre el agreste paisaje que le
rodeaba y la concepción de su obra: «En general, los fragmentos que compongo son más agradables de lo que yo mismo
soy, y así tengo menos que corregir; en este país, las cerezas
son ácidas y no resultan comestibles». Cuando de regreso en
Viena interpretó estos fragmentos veraniegos ante sus amigos
íntimos, halló un ambiente lleno de perplejidad. Algunos le
pidieron que no interpretara aquella música tal como estaba
para no arruinar su reputación artística. A pesar de ello,
Brahms mantuvo las líneas maestras de su obra. Con el apoyo
de Hans von Bülow (lo mismo que ocurrió con el concierto de
Tchaikovski) programó su estreno por la orquesta de Meiningen, que fue favorablemente acogido por el público. No ocurrió lo mismo con su reestreno en Viena, donde recibió una
crítica bastante negativa. Llegó a comentarse su falta de imaginación en el diseño del tema principal del primer movimiento.
Por el contrario, el desarrollo y sobre todo el final, basado
posiblemente en una pasacaglia de Bach, recibieron la aprobación general. Nietzsche llegó a decir que la melancolía de la
impotencia determinaba el carácter de la obra en su conjunto,
expresando de este modo la novedad que suponía el enfoque
temático y estilístico de la última sinfonía brahmsiana. Puede
considerarse que la obra lleva hasta su extremo la tradición
clásico-romántica, por lo cual solo pudo ser plenamente comprendida por la generación siguiente. Los recelos del propio
compositor se tradujeron en su reticencia a publicar la partitura; dejó las instrucciones oportunas para que se imprimiera si
él moría, pero fue retrasando la decisión mientras vivió. Su
postura demuestra claramente la seguridad en la validez de su
trabajo y su respeto a la mentalidad continuista de sus contemporáneos, fenómeno habitual en la música de todos los
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tiempos: los innovadores solo reciben el aplauso pasados años
o decenios tras la presentación de sus obras. No fue necesario,
en su caso, esperar demasiado porque la programación de la
obra en los conciertos filarmónicos de 1897, bajo la dirección
de Hans Richter, supuso un éxito extraordinario con ovaciones
que interrumpieron la interpretación en varios momentos,
incluso tras el controvertido tema inicial. El músico, oculto en
un rincón, llegó a sorprenderse tanto que, paradójicamente, el
éxito aceleró la enfermedad que le aquejaba y de la que falleció tres semanas después.
Francisco Javier Aguirre
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PROGRAMA
PRIMERA PARTE
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A. DVORÁK
Obertura Carnaval, Op. 92
P. I. TCHAIKOVSKI
Concierto para piano n.º 1 en Si bemol m, Op. 23
Allegro non troppo - Allegro con spirito
Andante semplice - Prestissimo - Tempo I
Allegro con fuoco
ANATOL UGORSKI
PIANO
SEGUNDA PARTE
J. BRAHMS
Sinfonía n.º 4 en Mi m, Op. 98
Allegro non troppo
Andante moderato
Allegro giocoso
Allegro energico e passionato
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WALTER WELLER DIRECTOR
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Imprime: Navarro & Navarro Impresores • D. L. Z-4.356/2007 • La organización se reserva el derecho de variaciones de días y sustituciones de orquestas, solistas y programas por causas obligadas de fuerza mayor. http://www.auditoriozaragoza.com
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