Charlie, Charlie, ¡PeIigro! - Instituto Canadiense Clarac

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Desde la fe 03
No. 954 del 7 al 13 de junio de 2015
Charlie, Charlie, ¡PeIigro!
P. Sergio G. Román
Se ha vuelto viral
Internet está creando un nuevo lenguaje y le está dando otros
sentidos a nuestras viejas palabras; un ejemplo es el término
"viral", que se refiere a una idea que se difunde ampliamente en
los medios de comunicación, principalmente en las redes. Algo
así como un virus que se propaga en una epidemia incontrolable.
Uno de los fenómenos virales de este momento es un juego
escolar llamado "Charlie, Charlie". Se juega principalmente en los
recreos, cuando los niños se reúnen a descansar y a reponer sus
fuerzas.
Sobre una hoja en blanco dividida en cuatro, escriben en cada
esquina, alternando, las palabras sí" y "no", y luego ponen sobre
ella dos lápices en forma de cruz. El lápiz colocado encima queda
en equilibrio sin que ninguno de sus extremos toque la hoja. En
seguida, los participantes "invocan la presencia de Charlie", supuestamente un niño muerto trágicamente, al que preguntan:
"Charlie, Charlie, ¿estás aquí?". Entonces, según los niños, el
lápiz superior se mueve sin que nadie lo toque, y señala el si o el
no. Si señaló el sí, se abre la puerta a una serie de preguntas que
los niños esperan que conteste con un si o un no indicados por el
movimiento del lápiz. Al terminar el juego deberán despedirse
de Charlie y agradecerle su participación, porque si no Io hacen,
“el fantasma de Charlie no los dejará en paz”.
Nada nuevo bajo el sol
Estos niños, quizá sin saberlo, no hacen más que repetir un
juego muy viejo que ya jugaban sus papás
en la escuela, sólo que entonces se invocaba a una niña
llamada Cleo, y se usaban una tijeras y un listón. Sus abuelos
jugaban con una medalla colgando de un hilo o de una cadenita
a la que hacían oscilar sobre las dos contestaciones clásicas y,
desde el siglo XIX en que se puso de moda el espiritismo, se usa
ese "juguete" llamado ouija que hoy se compra en cualquier
supermercado.
Todos estos juegos son solamente la misma manifestación del
hombre hambriento por conocer su futuro y por conocer los secretos de esta vida y de la otra.
¿Funciona el juego?
iNo! Los supuestos movimientos provocados por los espíritus son
ocasionados por la ley de la gravedad o por algo que se llama
efecto ideomotor; es decir, que la persona que maneja el artefacto, consciente o inconscientemente, provoca físicamente el movimiento atribuido a los espíritus.
Pero el problema no es si el método empleado para invocar al
más allá es efectivo o no; el problema es que lo invoquemos. Invo-
car a los muertos se llama nigromancia, e invocar al demonio es
satanismo. El primer mandamiento nos prohíbe esa invocación.
Permitir o educar
Hay papás que están ausentes de la vida de sus hijos y no se preocupan por lo que hacen, no por falta de amor, sino porque no se
dan tiempo para platicar con ellos. Pero hay papás que conocen
muy bien a sus hijos y hasta les adivinan el pensamiento porque
conviven permanentemente con ellos.
¿Qué deben hacer si se dan cuenta de que sus hijos juegan a
Charlie, Charlie? Una actitud negativa seria el no hacer caso a la
situación y verla como un juego sin importancia. Sin una orientación oportuna se les están abriendo las puertas a la superstición tan común en nuestra cultura: esos niños serán víctimas
de charlatanes que les leerán la mano, las cartas, las pirámides,
les harán trabajos de hechicería, de sanación, limpias, y todas
esas prácticas supersticiosas que nos dañan.
No hacer caso a estos juegos es, también, abrir la puerta a enfermedades de la mente y, lo más grave de todo, a la intervención del demonio en la propia vida.
Aprovechar la oportunidad
Sin exageraciones y sin perder de vista que para los niños no
es más que un juego, es la oportunidad para explicarles, por
una parte, que esas cosas son supercherías, que tienen una
explicación científica y lógica, y que no se deben dejar
engañar, y por otra, hablarles de que Dios, dueño del pasado, del presente y del futuro,
es un Padre lleno de amor que tiene para nosotros el mejor de
los futuros si sabemos actuar de acuerdo con su amor, y que
querer invocar a los espíritus o saber el futuro es algo contrario a la voluntad de Dios. Hacerles ver que nosotros, con la
ayuda de Dios, somos los arquitectos de nuestro destino y que
no necesitamos saber qué es lo que nos espera.
Doctrina de la Iglesia
El Catecismo de la Iglesia Católica (2116) nos dice: Todas las
formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satán o a
los demonios, la evocación de los muertos, y otras prácticas que
equivocadamente se supone "desvelan" el porvenir (Cf. Dt 18,
10; Jr 29, 8). La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a "médiums" encierran una voluntad de
poder sobre el tiempo. la historia y, finalmente, los hombres, a la
vez que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos.
Están en contradicción con el honor y el respeto. mezclados de
temor amoroso, que debemos solamente a Dios.
Articulo Publicado en Periódico de formación e información católica “DESDE LA FE”, No. 954 del 7 al 13 de junio de 2015.
Con la autorización explicita del Sr. Eduardo Ramírez Hernández, Secretario del Director de Comunicación.
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