Movimiento estudiantil 1971

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Análisis del Movimiento Estudiantil de 1971 y la vigencia actual de sus principales tesis1
Carlos Julio Giraldo Medellín2
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Presentación
El movimiento estudiantil presenta, para el análisis sociológico, cuatro elementos de trascendental importancia: el reconocimiento de la emergencia de
un nuevo sujeto, la juventud, como lo señaló la Conferencia Episcopal en su
momento: La iglesia se retiró de los consejos superiores universitarios de las
universidades estatales y en su declaración la Conferencia Episcopal registra las
características de la situación al señalar: “...la juventud se manifiesta con una
gran fuerza nueva de presión que la lleva a ser factor decisivo en el actual proceso de cambio social y no sólo, como siempre se ha dicho, imagen o esperanza de
la patria del mañana” y agregó “...los jóvenes, quienes constituyen el grupo más
numeroso de la población antes se encontraban dispersos en las diversas instituciones dirigidas por los adultos pero hoy se están convirtiendo en un nuevo
cuerpo social portador de sus propias ideas y valores y de su propio dinamismo
interno”3. Esta emergencia de la juventud como sujeto de análisis, expresó, en
el ámbito social, lo que ya venía presentándose en otras esferas, como la literatura con la producción de Andrés Caicedo, pero que además, posteriormente,
posibilita que esta juventud irrumpa, como fuerza organizada en casi todas las
esferas de la sociedad colombiana.
El segundo elemento de análisis es la propuesta del Programa Mínimo que comenzó a perfilarse a partir del II Encuentro Nacional Universitario, realizado en
Bogotá entre marzo 13 y 14, dado a conocer el 25 del mismo mes y ratificado
en el III Encuentro Nacional Universitario, que sesionó en Palmira el 14 el abril.
Este documento constituyó la base para la reestructuración de la universidad.
Era la síntesis de las aspiraciones políticas y educativas de los estudiantes. El
programa Mínimo constaba de seis puntos4:
1-Abolición de los Consejos Superiores Universitarios, en los cuales tenían representación los gremios y el clero, y sustitución por un organismo conformado
por tres estudiantes, tres profesores, el rector (sin voto) y un representante del
Ministerio de Educación.
1
2
3
4
Ponencia presentada al X Congreso Colombiano de Sociología. Cali, Noviembre 2, 3 y 4 de 2011. Mesa de Trabajo:
Estudiante de II Semestre de Sociología de la Universidad del Atlántico.
“La Iglesia anuncia retiro de los Consejos Universitarios.” El Espectador, Bogotá, julio 24 de 1971.
Crisis universitaria colombiana 1971. Itinerario y documento. Medellín, Ediciones El Tigre de Papel, 1971, pp. 85-88.
El Programa Mínimo se constituye, sin lugar a dudas en una propuesta de
gobierno universitario que permitió, no sólo unificar el Movimiento, sino que
además sintetiza una verdadera propuesta de reforma universitaria, que más
adelante impactará en el Movimiento Pedagógico de los años ochenta y estará
presente en varios de los aspectos avanzados de la 115 de 1994 o Ley General
de Educación.
Pero, su mayor importancia es la vigencia actual de dichas tesis. Hoy, 40
años después, en el marco de las reformas de corte neoliberal que se iniciaron
en la década de los noventa y ante la crisis generalizada de las universidades
públicas colombianas, cuyo déficit asciende al billón de pesos, los principales
puntos reivindicativos del Programa Mínimo, que bien podrían ser estudiados
por las actuales organizaciones estudiantiles, caracterizadas por la ausencia de
una verdadera reflexión en torno a la Universidad y carentes de un norte, de una
propuesta que aglutine y unifique y así convertirse en un verdadero movimiento
y trascender el simple activismo y el anacronismo en los métodos de expresión.
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Conformación de una comisión (tres estudiantes, tres profesores y un representante del Ministerio de Educación) para estudiar un proyecto de Ley Orgánica
de las Universidades.
Establecimiento de un sistema democrático para la elección de autoridades
universitarias en los establecimientos públicos y privados.
2-Cumplimiento de la asignación del 15 por ciento como mínimo del presupuesto total de educación para la Universidad Nacional. Además control oficial
para las universidades privadas, congelación de matrículas y suspensión de las
cláusulas lesivas a la nación colombiana contenidas en los contratos de las universidades con agencias internacionales.
3-Conformación inmediata de una comisión (tres estudiantes, tres maestros y
un representante del Ministerio de Educación) que debía estudiar el carácter rector de la Universidad Nacional en la educación superior, liquidación del Instituto
Colombiano de Fomento a la Educación Superior (ICFES), financiación estatal y
adecuada de la educación superior, investigación científica financiada exclusivamente por la nación y planificada por investigadores nacionales, revisión de
todos los contratos celebrados con entidades extranjeras. El informe debería
ser aprobado previamente por un Encuentro Nacional Universitario y puesto en
marcha por el gobierno.
4-Retiro definitivo de la Universidad del Valle y ruptura con la Fundación para
la Educación Superior (FES).
5-Legalización del derecho a crear organizaciones gremiales en cualquier tipo
de establecimiento educativo.
6-Reapertura de la Facultad de Sociología de la Universidad Javeriana.
Del Programa Mínimo se deriva una tercera característica, de tipo teórico. Se
trata del planteamiento de si es posible luchar por transformaciones sustanciales
en la universidad y en su gobierno, antes de la revolución política y económica.
Puesta en el terreno sociológico: la discusión en si la estructura determina de
tal modo que es imposible cualquier modificación en algún aspecto de la misma
o si por el contrario, como lo señala Bourdieu, cuestionando dicho fatalismo, al
indicar que tanto el cambio social como la reproducción están inscritos como
potencialidades en el mundo social, contenidos de manera virtual en la relación
entre estructuras y prácticas y son consecuencia de luchas históricas, es decir,
que el cambio se puede pensar como una fuerza que actúa al interior del sistema
y no como algo que viene desde el exterior.
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Este debate, de hondo contenido dialéctico y por supuesto marxista, expresaba la reflexión sobre aspectos generales de la ciencia y la cultura llevó al análisis
sobre la relación entre la base material y la superestructura, expresada en el
poder político, la ideología, la educación y la cultura.
Tales reflexiones permiten que se expresen dos grandes posiciones teóricas
y políticas al interior del movimiento estudiantil. Una, sujeta al determinismo
estructuralista y siguiendo las tesis de Althusser, partía del presupuesto que
la universidad es un aparato ideológico del Estado, por lo “...que es imposible
modificar su naturaleza de clase... una revolución en Colombia tiene que plantearse en su estrategia su inevitable destrucción en el mismo sentido en que
es válido para todo el aparato del Estado”5. Para quienes defendían dicha tesis,
el cogobierno constituía una consigna reformista que implicaba “...fortalecer y
perfeccionar la universidad burguesa...” y además calificaba la autonomía como
“un mito liberal”.
Una segunda posición caracterizó como “...criterio mecanicista (aquello) de
que mientras no cambiara el régimen social no cambiaría la educación”6 y acudió
a “...la tesis marxista-leninista consistente en que a toda gran revolución social
la antecede una profunda revolución en la cultura. De manera que sí eran posibles las transformaciones revolucionarias en la educación y la cultura antes de
culminada la revolución”7. En consecuencia, era posible que la institución educativa en su conjunto se insubordinara contra el establecimiento y, al acompañarse
de un movimiento de masas de las dimensiones del que se vivía, asumiera la
dirección de las universidades.
5
“Reforma Universitaria y Revolución Socialista” Ponencia ante el VI Encuentro Nacional Universitario, junio de 1971. Publicada en
Crisis Universitaria Colombiana. Op. Cit.
6 Reportaje con Marcelo Torres B. “El Movimiento Estudiantil de 1971”. Revista Teorema, Bogotá, octubre de 1981.
7 Ibíd.
Quienes defendían la segunda tesis, partían de reconocer que las transformaciones en el terreno de la estructura son antecedidas por cambios en una o varias esferas de la superestructura, es decir, que a la revolución social la antecede
una profunda revolución en el terreno de la cultura. Esta tesis explica que las
revoluciones democrático-burguesas de fines del siglo XVIII y la primera mitad
del siglo XIX, fueron antecedidas por un siglo de revolución en el terreno de las
ideas, la Ilustración.
Este análisis rompe con la forma mecánica en que se lamentablemente se
leyó y se enseñó el marxismo, principalmente desde Althusser y que en el caso
colombiano llegó al extremo de señalar a los profesores como simples reproductores de la ideología de las clases dominantes.
El cogobierno obtenido en las dos principales universidades colombianas tuvo
una corta duración. Instalado, el primero, el 26 de noviembre de 1971 y, el segundo, en enero de 1972, fueron declarados ilegales y disueltos a fines de mayo
1972, mediante los decretos 856 y 886. Con ellos se restauró la vigencia del decreto 1259, que restituyó a los rectores autocráticos, suspendió la participación
de estudiantes y profesores en los consejos superiores y restableció la asistencia
del Ministro de Educación.
La poca duración de esta experiencia se explica, principalmente, por la división dentro del movimiento, dado que quienes estaban en contra del Cogobierno y de cualquier transformación en la Universidad antes de la revolución,
impidiéndose de esta manera contar con la solidez y la unidad suficientes para
impedir que el gobierno nacional, una vez suspendidas las movilizaciones callejeras, lograse retomar el control de los centros universitarios, lo cual indica,
como lección histórica, que no basta la obtención de una reivindicación, si esta
no es acompañada de una sólida organización que la defienda y garantice su
existencia.
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El cuarto el elemento, derivado de los dos anteriores, es el Cogobierno, la más
audaz de las experiencias, que movimiento alguno haya conocido, pues indicó,
sin lugar a dudas, primero que el movimiento materializó una conquista, es decir,
se propuso algo concreto y lo consiguió, trascendiendo de esta forma el simple
activismo. Es así coma través de la expedición del decreto oficial 2070 del 23 de
octubre se constituyó el nuevo gobierno universitario en la Universidad Nacional
en Bogotá y a fin del año en la Universidad de Antioquia, denominado Consejo
Provisional Universitario, conformado por el ministro de educación o el rector,
cuatro decanos, dos estudiantes, dos profesores y un ex alumno, suprimiéndose
la participación de todos los sectores extrauniversitarios de la dirección de estas
instituciones.
Pero a pesar de su corta duración, para el caso de la Universidad Nacional,
el cogobierno tomó trascendentales medidas: elaboró un presupuesto de 630
millones; suspendió el pago de la deuda y los contratos con el BID y demás organismos internacionales; detuvo la aplicación del Plan Atcon y exigió la participación democrática en la elaboración de la reforma universitaria; reintegró los
estudiantes y profesores detenidos y se pronunció contra la ocupación; y amplió
la cobertura estudiantil y aumentó el presupuesto para bienestar.
La vigencia del 71
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Las lecciones del Movimiento Estudiantil de 1971, lejos del apasionamiento
militante, es que permitió un rico análisis teórico y experiencia táctica de un
proceso que logró materializar una reivindicación, el Cogobierno, a pesar de su
corta existencia, la cual debe ser tenida en cuenta sobre todo en el momento
actual donde estamos discutiendo la propuesta de reforma universitaria planteada por el gobierno nacional y, donde hoy más que nunca, se requiere contar
con una poderosa herramienta organizativa acompañada de un referente teórico
y propositivo que permita unificar y unificar la diversidad de intereses que hoy
acompañan al estudiantado colombiano.
En el campo teórico, el 71 nos legó una tesis de capital importancia: la universidad es la institución social que, en razón a que su actividad es el conocimiento,
la cultura y la ciencia, es la menos controlable por el poder político dominante y
por lo tanto puede ser subvertida.
Este planteamiento fue más tarde desarrollado ampliamente en el Movimiento Pedagógico de los años ochentas, liderado por el magisterio colombiano, en
donde se reivindica el papel activo del maestro como trabajador de la cultura y
la visión de que a través de su papel como sujeto activo, junto con los demás
estamentos que constituyen la comunidad educativa, se puede adelanta una
transformación de la institución escolar, como se puede observar en los Fundamentos y Propósitos del Movimiento Pedagógico publicados en el primer número
de la Revista Educación y Cultura en 1984: “En este campo de fuerzas culturales,
los educadores...podemos llegar a constituir una de las pocas fuerzas culturales
relativamente independientes frente al poder del capital y del estado...es mucho
lo que podemos y lo que debemos hacer en el campo de la cultura”8.
La segunda, lección que se desprende de la experiencia es que sin una sólida
organización, ningún movimiento puede preservar las conquistas obtenidas y en
esto, la experiencia de Fecode es valiosísima, pues gracias a su solidez organiza8
Tamayo V., Alfonso (2006) “El Movimiento Pedagógico en Colombia (un encuentro de los maestros con la Pedagogía)” en Revista
HISTEDBR On-line, Campinas, N.24, p. 102 –113. 2006 - ISSN: 1676-2584. Disponible en: http://virtual.uptc.edu.co/drupal/files/168_
movimiento_pedagogico_colombia.pdf
tiva ha logrado, con todas las dificultades que puedan tener o las críticas que se
le puedan hacer, defender una posición en defensa del derecho a una educación
pública, de la más alta calidad, incluyente y democrática. Pero al mismo tiempo,
también es ejemplo de cómo se puede diluir una conquista: los aspectos más
revolucionarios de la Ley General de Educación, a saber: la autonomía, la democracia y la libertad de cátedra, así como los fines y objetivos de la educación,
poderosas herramientas para llevar a cabo, al interior de la institución escolar
y en el propio salón de clases, una verdadera subversión del status quo y herencias del 71 y del Movimiento Pedagógico, han quedado como simples instrumentos formales pero sin ningún trascendencia, es decir, no basta con obtener
una conquista si no somos capaces de utilizarla como instrumento para llegar a
posiciones más avanzadas.
Hoy, cuando nos encontramos frente a la propuesta de reforma a la Ley 30 de
1992, hay un amplio consenso en el sentido de que se debe operar una profunda
reforma de la educación superior que conlleve a la construcción de un verdadero
sistema, que rompa las asimetrías que éste tiene, que lo permita articular con la
básica y media y con el sector productivo, además de hacer que los procesos de
docencia, investigación y extensión sean más pertinentes, innovadores y competitivos.
Es por ello que el más importante aporte del 71 es que se pensó la universidad, planteándose problemas concretos como el de garantizar un presupuesto
estatal y adecuado para las universidades públicas; lo mismo que el de la democracia y la transformación de los contenidos de la enseñanza, es decir, elevar
su nivel científico que permita sacar la academia de nuestras universidades de
la condición de un país subdesarrollado, que es la reivindicación más importante
de la universidad de nuestros países, la de lograr que el nivel científico de lo que
aquí se enseña sea por lo menos igual a las de las naciones más desarrolladas
del planeta.
Este es legado más importante del Movimiento Estudiantil de 1971, el de trascender el carácter contestatario y pasar a construir una propuesta de reforma,
producto de un profundo análisis de la teoría social y de las condiciones históricas del momento que se vive, planteándose un norte que aglutine no sólo al
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Pero una reforma de esta naturaleza, no puede reducirse a la simple consigna de la defensa del carácter público de la universidad, o la extraterritorialidad
de la misma o peor aún, a reducirla a ser simplemente “conciencia crítica de
la nación”, frases que no aportan sino que más bien limitan la participación del
estamento estudiantil como simples instrumentos, como masa que se moviliza
pero sin consistencia y sin un norte definido, siendo utilizadas, como siempre,
como cantera de nuevos cuadros políticos para las organizaciones tradicionales.
estamento, sino a la población en general, como actualmente nos lo enseñan los
estudiantes chilenos.
Para la sociología colombiana y en especial para los estudiosos de los movimientos sociales, el 71 se constituye en un rico laboratorio que bien vale la pena
de ser estudiado, puesto que su legado sigue vivo, a pesar de los intentos, tanto
de los círculos académicos oficiales como alternativos por ocultarlo, negando su
existencia.
Bibliografía
Crisis Universitaria Colombiana 1971. Itinerario y documento. Medellín, Ediciones El Tigre de Papel, 1971.
14 Uriel Ramírez y otros. Declaración de los Representantes del Estudiantado
de la Universidad Nacional. Bogotá, Ciudad Universitaria, noviembre 19 de
1971. Reproducido por la revista Deslinde, Bogotá, No 1, junio de 1974.
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15 Consejo Superior Estudiantil de la Universidad de Antioquia. Duro golpe de
las fuerzas democráticas de la U. de Antioquia. Sin fecha. Reproducido por
la revista Deslinde, Op. Cit.
16 Juan Arango y otros. “¿Qué intereses deciden la política educativa oficial en
Colombia?”. Bogotá, octubre de 1972. En Ibíd.
17 “Reforma Universitaria y Revolución Socialista” Ponencia ante el VI Encuentro
Nacional Universitario, junio de 1971. Publicada en Crisis Universitaria Colombiana. Op. Cit. 18 Ibíd.
19 Reportaje con Marcelo Torres B. “El Movimiento Estudiantil de 1971”. Revista
Teorema, Bogotá, octubre de 1981.
20 Ibíd.
21 “El Presidente (de la República) Misael Pastrana Borrero anuncia oficialmente la Reforma Universitaria.” En Crisis universitaria... Op. Cit. Fuentes más
recientes señalan que para 1970 la matrícula total era de 85.560 estudiantes, de los cuales 46.618 correspondían al sector público y 39.942 al
privado. Cifras tomadas del Centro de Estudios Sociales, SUE y citadas por
Lucio, Ricardo en “Algunos elementos históricos para reflexionar sobre la
propuesta􀂴, Bogotá, U. Nacional de Colombia, 1989, p. 11.
22 “60 mil estudiantes fuera de las aulas”. El Espectador, Bogotá, 25 de abril de
1971.
23 “Manifiesto socialista a los estudiantes colombianos” en Crisis Universitaria.
Op. Cit., pp. 191-205.
24 Informe del Comité de Huelga de la Universidad del Valle sobre el V Encuentro Nacional Estudiantil en FEUV. Desarrollo político...Op. Cit., pp.173-177.
25 Miguel Ángel Pardo. Entrevista a Juan Arango y a Uriel Ramírez. Bogotá, 4 de
mayo de 1991.
26 “Declaración revolucionaria del V Encuentro Nacional Universitario. Bogotá 18
a 25 de mayo de 1971” en Deslinde. Op. Cit.
27 “VI Encuentro Nacional Universitario. Plataforma de Reforma Universitaria.
Documento aprobado. Medellín, junio 3 de 1971.” Reproducido por la revista Deslinde, Op. Cit.
28 Comité Ejecutivo de la Federación de Estudiantes Universidad del Valle
(F.E.U.V.) “Dos contrastes. Publicado en Desarrollo político Op. Cit.
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