FRANCISCO SANTANA OhaíkuióJlatóMe Ediciones Librería Bello FRANCISCO M Ä R I S A N T A NA Ä LÄTO AUGUSTO BELLO editor N O RKE Catedral 1293 SANTIAGO-CHILE LA "Oculté INFANCIA en ese tiempo mi vocación por la literatura". Al consultar las fuentes de información biográfica, llama la atención que se den diferentes años de nacimiento a los escritores. En el caso de Mariano Latorre encontramos cuatro fechas: 1885, 1386, 1887 y 1896. Ultimamente se h a afirmado que nació el 4 de enero de 1886, en Cobquecura, región, bañada por el río Maule. Su padre fue don Mariano de la Torre Sandelis, español, .vasco de Plencia, y su madre, doña Fernandina Court Biezac, de ascendencia- francesa. Pasa los primeros años en su pueblo natal y en Constitución, donde estudia las primeras letras. Durante esta época hay en la escuela un grupo de niños que tiene por costumbre irse, la mayoría de las tardes, de excusión por los alrededores del pueblo. El pequeño Mariano acompaña a sus amigos, y muchas veces se interna campo adentro. Le agradan la soledad y el silencio después de los bulliciosos recreos del colegio. Lejos, en libertad, la alegría de los juegos en plena naturaleza lo hace sentirse en regocijada aventura. Pero el nif:o, aunque tímido y distraído, se aparta del grupo, y busca el camino que lo lleva hasta la playa. Es el mar, o la lucha entre el río y el mar, lo que le "atrae. Esta inclinación se debe, quizás, a la influen- / 6 / cia de su abuelo, de origen francés, que es constructor de embarcaciones. Está familiarizado con el astillero. Su espíritu es el de u n pequeño marino. Su formación se debe tanto al ambiente hogareño de su abuelo como al medio portuario de Constitución. Es por esto que pasa horas en la playa, y goza al descubrir a lo lejos la proa de las embarcaciones, y se deleita en acompañar con la vista a las lanchas y barcos que se alejan con su velamen desplegado hasta perderse en el horizonte. Observa el vuelo de las gaviotas, las olas que azotan constantemente la costa desolada, o la blanca y burbujeante espuma que se deshace en amplios abanicos. Tiene diez años de edad cuando corta estas contemplaciones de su terruño que no olvidará. En 1896, su padre, por asuntos de negocio, se traslada con su familia a Valparaíso. Aquí continúa sus Preparatorias, pero más que eso lo que le interesa es el nuevo ambiente, que es u n a especie de prolongación de su querida tierra y playa de Constitución. El deseo dé conocer el puerto lo convierte en u n pequeño explorador de los cerros y malecones. Desde la roca o tendido en la playa, divisa sobre las olas el balanceo de los buques, o detiene su mirada en los barcos •• rrados a sus boyas. El mar con su vaivén sonoro y su inquieto oleaje estampa su belleza en el alma del niño. En u n a u otra excursión recoge sensaciones que no ha de olvidar. Desgraciadamente sólo reside algunos meses en el puerto. Pues en 1897, su padre, nuevamente por asuntos comerciales, deja Valparaíso. .Se traslada ahora a Santiago. Continúa sus estudios de Preparatorias / 7 / en el Instituto Nacional. El ambiente de la capital no le ofrece la atracción de Valparaíso. Desde luego, la casa donde vive, calle San Pablo frente al Mercado Central, no es como la del puerto, que era u n mirador de horizontes lejanos. La vida santiaguina con su ajetreo de capital no le satisface. Vive con u n 'tío que forma parte de una pequeña colonia vasca. Escucha las conversaciones donde recuerdan las pintorescas correrías antes de llegar al país. Esto lo entretiene. A pesar de todo, el hecho de vivir en el interior de una agencia de empeño no le complace mucho. Un día recibe la noticia de que viajará a Parral. Se llena de alegría. Su padre va a hacerse cargo de un puesto público. Es distinto este pueblo provinciano a Constitución con su amplia y solitaria playa, y a Valparaíso con su renovada actividad portuaria y sus casas colgantes desde los cerros, y a Santiago, desde luego, cuán diferente por su movimiento comercial, carros y vehículos, hormigueo de gente y bullicio callejero. Parral, poblacho apacible, le presenta un panorama diverso. El paisaje de la zona es nuevo para él. El invierno, nuboso, de lluvias insistentes, días grises, caminos enlodados, sordidez de pueblo en abandono. Pero llega el verano, y una nueva vida se descubre ante los ojos del niño de trece años. Ahora ya es un estudiante de Humanidades del Liceo de la ciudad. Comienza a leer libros sin mayores consejos que el de su propia voluntad: folletines, narraciones de aventuras, gruesos novelones. Pero lo que le deja un imborrable recuerdo son los días tranquiles pasados en el campo, sus vagabundeos / 8 / por la montaña y sus descansos a la orilla del río. Esto lo impregna de salud y alegría. Con curiosidad asiste a las trillas y a las fiestas populares: carreras de caballos a la chilena, topeaduras, y a los bailes en las enramadas de Fiestas Patrias. Todo esto le llama la atención por primera vez. Es ésta la época en que traba amistad con Fernando Santiván. Juntos pasan las temporadas veraniegas. Recorren los caminos que conducen hasta las montañas vecinas. Ellos y sus hermanos forman un grupo de exploradores. Descubren un estero donde hay u n remanso que sombrean unos verdes y amplios sauces. Son estas tardes las más hermosas de la niñez de estos amigos que jamás llegarán e interrumpir la cor* dialidad de camaradas. Santiván sigue los estudios en Santiago, y Latorre continúa las Humanidades en el Liceo de Talca. En cada vacación se reúnen los amigos. Y entre las conversaciones se habla de libros. Tanto se entusiasman que en colaboración publican una reVista, "El/Ruiseñor", a base de un procedimiento casero de impresión. Latorre, entre el asombro de su madre y camaradas, entrega las primeras páginas de una novela, "La Hija del Mar", que no pasó de ser uií ambicioso ensayo de estudiante de Humanidades. Es, pues, al terminar sus estudios secundarios en el Liceo de Talca cuando se despiertan la vocación literaria y su anhelo de ser escritor. En 1901 lo encontramos intentando, por primera vez, publicar sus producciones. L*a revista "Luz y Sombra" acusa recibo de los originales / 9 / cuando el joven escritor cuenta sólo quince años. El redactor, después de hacerle algunos, reparos, ls dice lo siguiente al inexperto colaborador: "Intente Ud. copiar la naturaleza, agradezca el consejo y si tiene talento ya verá Ud. qué cambio". Con razón puede pensarse que el joven Latorre no olvidará nunca las palabras del redactor anónimo, pues en su larga trayectoria de narrador de cuentos y novelas es visible su rigurosidad descriptiva, tanto al presentar los escenarios campesinos y urbanos como al fijar la psicología de sus personajes. En vez de desanimarse, recibe el consejo como un estímulo. El año 1902, como compensación, tal vez, de su fracasado intento literario, gana u n a beca de pupilo interno en ei Liceo de Talca. Se vuelve un poco más retraído durante el tiempo en que cursa los últimos años de Humanidades. Insiste en la lectura de obras más seleccioñadas, y escribe sin participar a nadie de sus nuevos trabajos literarios. Y como era opinión general, entonces, que el escritor era un loco o un bohemio desequilibrado y que dedicarse a la literatura no era sino justificar inhabilidad y pereza, y teniendo su padre este mismo concepto, el muchacho no tuvo más que ocultar, en estos años, sus propósitos literarios. LA VOCACION "Me matriculé por mi cuenta, en el Instituto Pedagógico". En 1905 el joven liceano se recibe de Bachiller. Por indicación de su padre estudia Derecho, pero sin interés, hasta el tercer año. Mientras tanto se había matriculado, por su propia cuenta, en el Instituto Pedagógico. Asiste con cierta frecuencia a las clases de latín, lingüística y literatura española. Desde su llegada a Santiago, tanto el estudiante de leyes como el de pedagogía, no deja de ser u n lector empedernido. Los libros se suceden unos tras otros; sin embargo, la curiosidad y el interés por conocer otros autores se mantienen siempre. Algunos novelistas le son familiares, especialmente Zola, Daudet, Dostoiewski, Gorki, Dickens, Maupassant, y un buen número de prosistas españoles, Pereda sobre todo. Mantiene amistad con algunos escritores chilenos: F . Santiván, Samuel y Baldomero Lillo, € . Mondaca, R. Maluenda, M. L. Rocuant, J . Lagos Lisboa y A. Thomson. A raíz de la muerte de su padre, 1906, ingresa al Instituto Nacional como inspector, pues debe obtener los medios por su propio esfuerzo par a seguir estudiando. Recuerda las palabras de su amigo Erasmo Escala, alumno de Leyes, que en una ocasión, Viendo su desagrado por los estudios de Derecho, le insinúa lo siguiente: "—Estudie Pedagogía. /II / Está de acuerdo con su temperamento. Tengo la seguridad de que hará de Ud.. un excelente prof«sor de literatura". Siguiendo su vocación y estimulado por a* amigo, asiste regularmente al Instituto Pedagógico. Comienza en esta época a desarrollarse con mayor intensidad su inclinación literaria. Escribe cuentos y numerosos poemas en prosa, donde describe, con marcado lirismo, la naturaleza de algunos lugares -de nuestra tierra. Pero los guarda por estar insatisfecho. Mas, en 1907, aparece su primera colaboración, "Paisaje Chileno", en "Sig-Sag" del mes de septiembre, y otra titulada "Al Comenzar el Otoño", en diciembre. Puede decirse entonces que es éste el año en que se inicia Mariano Latorre como escritor. En 1908 se le nombra profesor de Castellano en el Liceo Santiago. La docencia, sin embargo, no obstaculiza su labor literaria. "Zig-Zag" le publica, en el mes de abril, "Ojos Azules", y en junio, "Alma de Mujer". Se encuentran además algunas ds sus producciones en otra revista, ya olvidada, "Pro Cultura", donde están su cuento "El Pequeño Cráneo" y el poema en prosa "La Maravilla". De esta manera la labor del profesor y la del escritor comienzan a marchar paralelamente. Tomando en cuenta estas püblicaciones, deducimos que participa de la vida literaria desde muy joven. Sus esbozos de cuentos y sus apuntes o poemas impresionistas en que describe el paisaje chi leño indican la tónica y trayectoria del futuro cuentista y novelista. Satisfecho con el éxito de sus colaboraciones, / 12 / sigue publicando en "Zig-Zag" de 1909, "Las Gaviotas", "Rosa de Otoño", "La Ultima Broma", y en la revista "Andina" su cuento "El Remedio". Llevado por el entusiasmo, se dedica a la docencia, continúa escribiendo para las revistas, y ecn devoción Comienza a trabajar en varios cuentos basados en la vida familiar y lugareña de la región bañada por el río Maule, su tierra natal. EL TERRUÑO "Con las observaciones que fermentaban en mi memoria, un cuento o una novela "podrían cobrar vida en cualquier instante". Durante su permanencia en Santiago, el joven profesor y estudiante añora permanentemente el terruño. Cada vez que vuelve a su hogar de Constitución revive con mayor fuerza su amor por el paisaje de su infancia y adolescencia. En las vacaciones anuales recorre los mismos sitios, se compenetra de la simplicidad de los campesinos, contemplá como cuando era niño la eterna lucha entre el mar y el río Maule, y el esfuerzo de los guanayes en su Vida de lancheros ribereños. Observa con mayor penetración el desenvolvimiento de la vida familiar y del pueblo de Constitución. Para M. Latorre Court, que es como firma sus primeras producciones, la región ma xilina no tiene secretos. Le es tan conocida como la palma de sus manos. Con voluptuosidad recorre caminos y vegas, cerros y valles; conversa a la sombra de los ranchos con campesinos, y junto a los guanayes navega en las pesadas lanchas llenas de sacos de trigo o de madera, y atraviesa u n a y otra vez el río. En cada excursión se agranda su amor por el terruño. El deseo de narrar estas experiencia? lo lleva a bosquejar y pulir una colección de cuentos que reflejan el espíritu- de su pueblo y la belleza de su amada región maulina. En 1912 forma parte de la redacción de la r e / 14 / vista "Musa Joven". Publica en ella el cuento "La Mancha Roja". Este año, el Consejo Superior de Bellas Artes, Letras y Música abre un concurso literario al que concurren numerosos escritores. Latorre presenta una colección de narraciones titulada "Cuentos del Maule". Con gran sorpresa de los concursantes, y aun para el mismo autor, "Cuentos del Maule" obtiene el Primer Premio. Llevado por el entusiasmo, comienza a publicarlos como folletín en la revista "Pluma y Lápiz" (1912), que dirige Fernando Santiván, el amigo de la infancia. A fines de año sale a luz el libro con el subtítulo "Tipos y Paisajes Chilenos" . Domingo Melfi, desde las columnas de "Las Ultimas Noticias", saluda al novel escritor: "...ha acertado en este arte regional, este arte limitado en las líneas, pero vasto en las concepciones. Leídos los 'Cuentos del Maule', queda en nosotros la sensación fresca y pura de las cosas vividas." Hernán Díaz Arrieta en el diario "La Unión", comentando el libro, encuentra que: "el fondo es sencillamente magnífico", y que "el estilo es recargado y disparejo. Las palabras incorrectamente usadas. Las frases demasiado largas o corlas." Omer Emeth, en "El Mercurio", le dedica un largo estudio: "Mariano Latorre no es adorador de /Ii / sí mismo, sino de su puerto, de tu río, de sus barcos, de sus guanayes". "El Maule es el principal personaje de todos sus cuentos". Otros críticos y comentaristas enjuician el libro. Recibe censuras y elogios. Puede decirse, sin embargo, que este primer libro, a pesar de sus imperfecciones, señala a u n escritor dotado de espíritu observador y que al describir la naturaleza y algunos personajas, logra^páginas de primér orden. Al fin de cuentas, la publicación de "Cuentes del Maule" es un éxito, ya que la edición se agota rápidamente. En este año, Mariano Latorre es nombrado Oficial de Número de la Sección Informaciones y Conferencias de la Biblioteca Nacional. Aquí encuentra un ambiente propicio para sus inclinaciones literarias. Selecciona las lecturas. Su espíritu se desenvuelve en un horizonte intelectual más amplio. Colabora en varias revistas: "Zig-Zag", "Pacífico Magazine", "Selecta", "Musa Joven", etc., y en algunos diarias, pero renuncia pronto al periodismo. Daniel de la Vega, en diciembre de 1912, publica una entrevista en "Zig-Zag", donde hay declaraciones interesantes: "Comencé, dice, por ser un lírico sentimental, enamorado más de los matices que de las cosas mismas". En efecto, más que un aarrador de argumentos, es un poeta frente se cierto» motivos que despiertan su sensibilidad de Urico. Bs un pan- / IS / teísta. Las páginas como "Paisaje Chileno", "Las Gaviotas", "La Maravilla" y numerosos bosquejos descriptivos de "Cuentos del Maule" son realmente poemas en prosa, poesía sin versificación o, como él mismo los llama, "Prosas Líricas", títulp de un libro que nunca da a la publicidad. En 1913 "El Diario Ilustrado" mantiene, durante varias semanas, una "Encuesta Literaria", donde los escritores de la época dan su opinión respecto a dös puntos; el primero, que es el que nos interesa, es el siguiente: "¿Debe nuestra literatura perseguir u n fin de chilenidad?". He aquí un párrafo de la respuesta de Latorre: "Creo firmemente que la chilenidad en un escritor nacional es claro indicio de vigor mental. En verdad, es una fuerza intelectual muy grande conservar el alma sana y clara, las pupilas ante el •paisaje criollo". Esta posición está de acuerdo con el consejo que recibiera a los quince años del redactor de "Luz y Sombra", palabras que siempre llevará consigo: "Intente Ud. copiar la naturaleza, agradezca el consejo y si tiene talento ya verá Ud. qué cambio". Latorre continúa publicando cuentos, como "¡Esta Maldita Primavera!", en "El Diario Ilustrado (mayo de 1913), el cual había sido leído primero por su amigo Domingo Melfi en u n a de las sesiones del Ateneo, obteniendo repetido^ aplausos durante la lectura. A fines de 1914 la revist a chillaneja "Primerose" le publica el cuento "Una Ruptura", y "Zig-Zag", nuevas prosas poe- / 17 / máticas: "La Muerte de la Mariposa" y "La Ara-1 ñ a " . También la revista "Corre-Vuela" da al público sus dos cuentos "Carta de Mujer" y "El Retrato". Colabora en 1915 con cuentos y prosas líricas en varias revistas, y se presenta al Certamen Swinglehurts, auspiciado por "El Mercurio" de Valparaíso. Obtiene el Primer Premio con el cuento "Risquera Vana", que, se publica en el diario citado y en "Pacífico Magazine". La revista humorística "Monos y Mónadas" aprovecha esta ocasión para1 dedicarle u n Epitafio, dond« el versificador da a entender, con sorna y causticidad humorística, el contenido de "Cuentos del Maule": "Fue un escritor de los valientes, sobresaliente jen su rol; y el que un día sacó al sol las cosas de sus parientes". Mariano Latorre, íejos de molestarse, se siente estimulado tanto por el Epitafio como por el éxito obtenido en el Certamen <Je "El Mercurio". El joven cuentista, se dedica con mayor tenacidad al cultivo de la literatura, y con fe comienza a preparar un nuevo libro. EL POETA "Era preciso acostumbrarse al lomo del caballo de cordillera, cuyo secreto está en el vigor de sus cascos, más que en la suavidad de su espinazo". Una vez terminadas las tarea3 docentes y administrativas, Latorre todos los años deja la capital y se va de viaje a uno u otro lugar del país. En los años 1915 a 1917 es la cordillera lo que le atrae. Con obstáculos y sacrificios realiza numerosas excursiones con el fin de interiorizarse en el secreto de la vida cordillerana. Desde luego para sentir el silencio que reconcentra en sí mismo y tranquiliza el espíritu; respirar el aire de las cumbres y recoger la sensación inquietante de la soledad; ver los dramáticos rodados o sentir la bravia violencia del viento cordillerano. Las x-epetidas temporadas, en distintas épocas del año, le dan ocasión para conocer los diferentes matices. del panorama que ofrecen los picachos inaccesibles, o las quebradas donde rumorea el agua invisiblemente. De esta manera descubre la poesía del paisaje de las cumbres y la hostilidad para con el que quiera penetrar en su cósmico escenario. Alternando con arrieros y puesteros, impregnándose de leyendas y conociendo algunos hechos de cierta intensidad dramática, desarrolla estas experiencias en un manojo de cuentos cordilleranos que titula "Cuna de Cóndores". Julián Sorel, seudónimo de su amigo Domingo Melfi, comenta la aparición del libro (1918) / 19 / con alegría, al ver que es uno de los pocos escritores que con realismo ahonda en la vida de nuestra tierra: "Asombra la magnificencia, de su estilo. Hay algo más todavía. Su paisaje es un paisaje cordial, vibrante.Es la tierra chilena vista y sentida a través de un espíritu sin ensueños enervantes, sin ese enfermizo subjetivismo que transforma el paisaje en una oleografía acaramelada". Eiiodoro Astorquiza, crítico parco y reacio a las obras de fondo criollista, en vez de censurar al autor, le consagra elogios en tal forma que llama la atención: "He aquí una obra, honrada y seria, en que el talento corre parejas con lo concienzudo del trabajo. Este libro es de tal modo superior, sale a tal extremo de lo corriente en nuestro país y en América, que la crítica, al encontrarse con él de buenas a primeras, no puede mencs de quedarse perpleja... Lalorre no es un cuentista que tiene algo de poeta; es^un poeta que tiene algo de cuentista". Otro de los enjuiciadores, Omer Emeth, fundador de la crítica literaria en Chile, según se ha dicho, acoge este libro sin reparos: "Mariano Latorre ha escogido, para szi nueva colección de cuentos, el escenario de la cordillera chilena, y en aquel escenario maravilloso ha descrito con maestría hasta hoy no igualada, lo que padecer y gozan los naturales actores cordillerano-:". EL PINTOR "Era necesario ser paisajista, pues el gran personaje es aquí la naturaleza, y me lites paisajista". Al recordar las primeras colaboraciones de Latorre en las revistas, vemos su gran inclinación por interpretar la naturaleza: poemas en prosa y cuentos breves narrados con insinuante lirismo. Desde entonces es su preocupación de llevar el paisaje a la narración cuentística y novelesca. Considera, pues, desde u n principio que eis tan importante el hombre como el escenario, si el escritor desea ser fiel a su tierra. Un árbol, un niño, una campesina, u n arriero, u n pájaro nativo con su canto y color son personajes de la vida nacional, y como tales, tienen el mismo valor para el arte basado en la realidad. Latorre ve que el paisaje literario es considerado como una simple decoración para fijar el ambiente. De ahí que, para ser fiel intérprete, él recorre los lugares que h a n de servir de escenario a sus personajes. Tienen, pues, sus descripciones el valor de ser veraces. No son meros decorados ficticios ni có modo realismo disfrazado. Mientras tanto, tenemos la sorpresa de ver a Latorre en 1920 estrenando una comedia, '"La Sombra del Caserón", en la que hace contrastar dos sistemas educativos que corresponden a dos épocas de la historia de la enseñanza chilena. El pedagogo y el novelista se hacen presente. La comedia pene bien en claro la importancia de los / 21 / métodos modernos que inducen a participar en todas las actividades que se relacionan con la vida social, económica y política. El público recibe con agrado esta comedia. Los aplausos que le tributan ie dan ánimo y confianza en su labor teatral. En este año la Editorial de La Novela Semanal entrega al público su novela corta "El Romance de u n Reloj de Cucú", que había publicado el año anterior en la revista "Pacífico Magazine" con el título de "La Muerte del Cuclillo". Esta breve novela está basada en hechos reales, con cierto fondo satírico. Le cuesta la salida de la Escuela Militar, donde hace clases de castellarno. La Dirección encontró que ridiculizaba a u n oficial del ejército. Este hecho no decepciona al escritor; por el Contrario, le infunde mayor brío y fe en su labor literaria. Tanto es así que en esta fecha, 1920, en que estrena "La Sombra del Caserón", lanza su primera novela, "Zurzulita", la cual es señalada como u n a de las mejores escritas por los prosistas de su generación. "Zurzulita" presenta las observaciones recogidas en los viajes veraniegos por la costa del Maule: la variada y compleja psicología de sus habitantes, las costumbres, esfuerzos y defectos, las luchas cotidianas que los hacen ser rudos y cautelosos, astutos o ladrones, con u n primitivismo enclaustrado entre el mar y la montaña andina. Esta novela es minuciosa en la presentación del panorama de los cerros costinos. Los personajes se desenvuelven dentro de u n realismo sólido. El argumento está elaborado con maestría. Sin embargo, los críticos se dividen: unos censuran / 22 / y otros aplauden: "El campo es. monótono: él es monótono; el campo es simple y pesado: él es pesado y simple; los campesinos hablan y piensan tonterías bajas, vulgares, pequeñas; él se encierra en un círculo asfixiante de estupideces capaces de matar a cualquiera". Hernán Díaz Arrieta. "Cuanto pueda decirse del estilo de Latorre no basta para explicar que un escritor de tan brillantes cualidades y de tan alta conciencia literaria pueda haber hecho una novela tan plena y uniformemente fastidiosa". Éliodoro Astorquiza. "No sólo al novelista se admira en 'Zurzulita'; no sólo sugestiona en esta novela la belleza del estiló fuerte, sobrio, preciso, sino esa ruda visión de la vida campesina, el amor con que el novelista estudia los tipos y las costumbres, penetrando en la médula de la raza". Julián Sorel (Domingo Melfi) "Latorre en cada página de 'Zurzulita' ha hecho un milagro de interpretaciones: Ese amor rápido y sin ternura de Milla; esa desconfianza burlesca de Quicho...; ese encono amargo del ciego de Millarovo; la timidez hipócrita y la ausencia de reconocimiento de ese On Varo, tan maravillosamente delineado; esa interpretación de la debilidad de Elordvy / 23 / presentida por On Carmen; esa alegría cruel en las burlas de Sdmuelón, Id maldad sistemática y callada de On Rulo, son exponentes notables de agudeza psicológica". Lord J i m (B. Subercaseaux.) "Zurzulita" ha sido reeditada siete veces, lo que indica su mérito incuestionable. Latorre continúa en s u trabajo. Escribe varios cuentos. En "Chile Magazine", 1921, aparece "Vuelve por u n Queso", que intitulará después "Una Astucia de Juan Sapo". En la revista citada se publican algunos poemas en prosa, y por primera vez descubrimos u n seudónimo de Latorre, Alcader, con que subscribe en 1921 y 1922 varias colaboraciones: "Residencias Santiaguinns", "La Muerte de Alsino", "La Sierra", etc. NACIONALISMO, CRIOLLISMO "O se ahonda cada vez más en los problemas de la tierra o se abandond para crear tipos ficticios". Durante las vacaciones acostumbradas a fines de año, Latorre visita varias veces el Sur de Chile. Se detiene especialmente en Valdivia y Osorno, donde le llama la atención el esfuerzo de los colonos alemanes por industrializar la zona y explotar la tierra y la montaña. Observa el contraste entre los colonizadores, que t a n pronto se enriquecen, y el criollo» que continúa pobre, sucio y ladinamente mentiroso. Urde un idilio ent r e una joven alemana criolla, ingenua y bella, y un artista que va de paso por la región. Le interesa al novelista presentar, además de la trama psicológica, esa belleza natural de los parajes puertomonttinos, especialmente los alrededores del lago Llanquihue. Es u n deleité para Latorre interpretar el paisaje. Ya en "Cuna de Cóndores" y sobre todo en "Zurzulíta" hay numerosas páginas que revelan al verdadero poeta. El estilo del narrador logra exquisiteces verbales de gran sentido artístico. Al escribir esta novela sureña se detiene, pero sin morosidad, ante el pai*saje agreste y salvaje de la zona. Desarrolla, dentro de esta naturaleza bravia, el contraste entre la raza chilena y la alemana. Una vez terminada la envía al Concurso Literario que abre "El Mercurio" en 1922. Entre los numerosos postulantes obtiene el Primer Pre- / 25 / mió con su novela "Ully", que luego se publica como folletín en el citado diario, a contar del 1? de Enero de 1923. Este año la Editorial Nascimento la publica, agregándole cinco cuentos. Latorre obtiene también con "Ully" el Premio Marcial Martínez. Este éxito le significa llegar a numerosos lectores que comienzan a leer sus obras anteriores. Juicios sobre "Ully y otras novelas del Sur": El autor muestra "incapacidad para tejer intrigas, combinar situaciones y hacer drama". Sin embargo "es alguien y alguien muy interesante". Alone. "Serán leídos todos con interés, pues ninguno de ellos es cuento adocenado. Se luce en. cada uno el acostumbrado vigor pictórico de Mariano Latorre. No hay en ellos ningún tipo abstracto: todo es concreto, vivo, vigoroso. El color chileno lo ilumina todo". Omer Emeth. "Abundan en él las desciipciones: la trama, empero, es sencilla y sin gran revuelo; agrada intensamente en medio de su liviandad y escasez de trascendentalismo". Ricardo A. Lätchman. La revista "Lectura", N«? 5, de 1922, da la noticia de que se publica en Buenos Aires la novela breve e inédita de Latorre "La Tragicomedia del Maule"..Desgraciadamente no h a llegado a nuestras manos. Solicitado por la reVista "Zig-Zag", se hace cargo, desde 1924 a 1928, de la sección Los Li- / 26./ bros, donde semana a semana informa imparcialmente de las obras recién aparecidas. Entre los libros comentados indicamos: "Veinte Poemas de Amor y una Canción Desesperada", por P. Neruda; "Amaneció Nevando", por C. Préndez S.; "El Poema de las Tierras Pobres", por Jorge González Bastías; "Un Juez Rural", por P . Prado; "Crónicas", por J . Edwards B . ; "Vida, Pasión y Muerte del Cura Deusto", por A. d'Halmar, etc. Mientras tanto el éxito obtenido con "Ully y otras novelas del Sur" despierta el interés por conocer otras obras del autor. Para satisfacer en parte esta curiosidad del publico la Ed. Nascimento lanza "Sus Mejores Cuentos" en 1925. Durante el año 1925 aparece "El Ultimo Pirata", por Salvador Reyes, cuentos que traen consigo una especie de polémica velada entre los escritores que gustan de la narración costumbrista o criollista y los escritores que juzgan de mayor importancia la literatura imaginativa, pues consideran que sólo entonces el escritor realiza propiamente obra de creación. D'Halmar, puede decirse —y la influencia de otros narradores extranjeros que explotan la aventura y el exotismo—, forma una especie de escuela o tendencia literaria en el ambiente iriteléctual santiaguino. La;';orre, a quien se le considera como'el principal criollista,. en la sección Los Libros de "Zig-Zag", escribe un artículo, "Apostilla Sobre el Nacionalismo", en el cual pone de ejemplo la labor realizada por D'Halmar, y cuyo prestigio se basa en «us narraciones de viajes, de sueños impalpables, ds extranjerismo exótico. Dice Latorre: / 27 / "En Chile, se le estima y se le aplaude, porque no es chileno, porque en su literatura no figuran paüajes chilenos ni personajes nativos". Las observaciones continúan, y como caso opuesto coloca a G. Mistral y a P. Prado, poseedores de obras con carácter universal. El mérito substancial de Gabriela, en su concepto, "está en su mentalidad puramente chilena: aspereza, falta de elegancia, irreflexivos arranques de misticismo, pero todo animado por una inagotable sensibilidad humana, arraigada en la vida"; y en Prado, su originalidad reside "en ese sabor chileno que, como un perfume penetrante impregn a toda su prosa". Estas reflexiones ío convencen aún más de su posición defensiva del nacionalismo literario. He aquí su confesión estética: "Todo lo refejo, el guiso hecho a base de otros libros sobre todo en la literatura novelesca no tiene interés de ninguna especie para los chilenos y menos para los extranjeros que, más evolucionados, encontrarán infantiles, esas vagas formas de sus propias literaturas. Juzgar los libros chilenos, poniéndose unos anteojos de refinamiento galaico, es una mentecatez". Desentendiéndose de los ataques, Latorre, con mayores bríos, se consagra a la labor literaria. Además de tener a su cargo la crítica de "Zigzag", comienza en 1926 a ejercer, también, el comentario de libros, hasta 1929, en la revista "La Información". Es éste un período de fecundidad. / 28 / Escribe varios cuentos. Publica dos novelas cortas: "La Confesión de Tognina", 1926, y "Collares", 1927. Ambas incursionan en la psicología de algunos personajes y aspectos de la vida ciudadana de la capital. En la ciudad de Talca se abre un Concurso Literario, con motivo de los Juegos Florales de 1926, al que concurren numerosos escritores del país. Latorre obtiene el Primer Premio con la novela corta "Cárcamo", y que más tarde conservará el nombre de "El Piloto Oyarzo", considerada como una de las producciones más logradas. Este triunfo es una contestación categórica a los que arbitrariamente t r a t a n de restar mérito a la obra del más auténtico autor nacionalista. CATEDRATICO DEL PEDAGOGICO "Marineros del mar chilQno, duros como los cerros y ágiles como las olas, vuestra es el ala del viento y vuestra el alma del mar". Una vez terminadas las labores del año, llegan los días de vacaciones. Como en temperadas anteriores, revive durante ésta el viajero infatigable que hay en Mariano Latorre . Vuelve a los lugares que le son predileptos, o explora nuevos rincones de nuestro territorio. En los últimos años navega repetidas veces por la costa sur, ¿ menudo en vapores modestos, caleteros o goletas y buques a vela: Valdivia, Puerto Montt, Chiloé. Latorre siempre manifiesta predilección por el m a r . La influencia ejercida por el ambiente de Constitución y Valparaíso durante la niñez es honda; las impresiones recogidas junto a los guanayes de su río Maule, las horas de contemplación frente al oleaje, la inmensidad oceánica vist a tantas veces desde el muelle de Valparaíso, reviven nuevamente en los viajes renovados de los últimos años por las extensas y desoladas costas del Sur. Junto a los pescadores o compartiendo horas de conversación con los capitanes y pilotos, Latorre aprisiona u n horizonte marino de amplios contornos: hombres bravios, héroes anónimos, proezas que parecen leyendas a medida que transcurre el tiempo. Estas experiencias maduran al fin. Las observaciones y amor por el mar lo llevan a escribir con alegría y voluptuosidad varios euentos, que se publican en 1929 con el título de "Chilenos del Mar". Tanto los tipós / 30 / como el escenario marino están captados con profundidad y fuerza estilística. Hay una especie de inspiración deleitosa en el autor. "Chilenos del Mar" es saludado, en esta ocasión, sin reservas. J u n t o con aparecer artículos críticos sobre "Chilenos del Mar", los diarios dan la noticia del nombramiento de Latorre para ejercer la Cátedra de Literatura Chilena y Americana en el Instituto Pedagógico. Puede decirse que es esta designación ú n tácito reconocimiento a su obra literaria de fuerte y profunda raíz nacionalista. Al designarle este puesto docente, no cabe duda que la, Universidad de Chile ve en él al maestro y profesor del Liceo Valentín Letelier, y también ve al escritor como u n elemento valioso para su establecimiento donde, se forman los futuros pedagogos. Esta designación da lugar a sus amigos intelectuales y profesores para rendirle una manifestación. Domingo Melfi, al hacer uso de ia palabra en esta oportunidad, expone los méritos sobresalientes de la obra narrativa de Latorre y señala la importancia que tendrá su labor pedagógica en un establecimiento donde se forman vocaciones y gustos literarios. CRIOLLISTAS E IMAGINISTAS "¡Realidad! ¡Imaginación! ¿Quién puede separarlas verdaderamente? A mediados de 1928 aparece el volumen de cuentos "La Niña de la Prisión", por Luis Enrique Délano. El prologuista, Salvador Reyes, vierte algunas opiniones sobre la novela. Según él, debe primar la fantasía sobre la realidad. Acción y aventura es lo primordial. Dentro de un excentricismo imaginativo, gusta del "artista dispuesto a jugar con lo maravilloso". Desdeña, desde luego, a los autores apegados a la realidad sean realistas, costumbristas o criollistas. Esta actitud es aplaudida por el crítico Alone, del diario "La Nación" > Elogia la revista "Letras", que es el órgano del grupo que trae consigo una nueva tendencia literaria al ambiente chileno, y que se denomina "imaginista". Respecto a Reyes, lo califica como u n escritor de "fantasía rápida, estilo vibrante". De paso se refiere a los criollistas, que considera tediosos y aburridos ("La Nación", 13-V-1928). M(anuel) V(ega) publica en "El Diario Ilustrado" (22-VII) el artículo "Don Emilio Vaisse y la Literatura Nacional", donde reconoce la labor estimulante y orientadora del crítico para con nuestros escritores que llevan a sus obras las costumbres y los personajes chilenos. En u n a parte dice que Alone "representa la crítica impresionista". Esta opinión desagrada al aludido, quien indirectamente contesta al comentar la / 32 / novela "El Calvario Ruso": "El que está en peligro de no ser sino u n simple escribidor es el que no se deja llevar" por la sensibilidad (29-VII). Vega recoge estas palabras en la siguiente réplica, titulada "El Impresionismo en la Crítica Literaria" (1?-VIII). Entre otras cosas, dice de Alone que es un crítico impresionista, agradable, caprichoso, que se deja llevar por las simples reacciones de la sensibilidad y hasta de la simpatía personal, que "no h a comprendido jamás el valor del paisaje en las obras costumbristas, que reflejan las clases sociales más modestas de u n •país o de una región". Deja constancia también del desprecio con que trata la literatura nacional, y que en cuanto a Mariano Latorre, no deja de censurarlo y aludirlo desdeñosamente. Alone intercala en su crónica dominical u n parrafito, "Provocar Polémica" (5-VIII), donde contesta despectivamente a su adversario, llamándolo "escritor opaco y de poca importancia". Más tarde, al comentar "La Niña de la Prisión", de Luis Enrique Délano (30-IX), declara sin rodeos su simpatía por los escritores imaginistas y su desdén por los criollistas: "Le llamarán poco nacionalista, porque no trata bastante la cordillera y el mar, porque n o habla de los huasos y esas cosas tan interesantes para los extranjeros". Hablando de los cuentos, dice que "cada uno tiene algo adentro". Sin embargo, Vega al criticar "La Niña de la Prisión" (1 9 -X), declara que no está de acuerdo con los cuentos puramente imaginativos, y añade: "a pesar de su agrado y livianura, no soy partidario de esta clase de literatura que otros / 33 / admiran con enfermizo entusiasmo". Esto va dirigido a Alone, que se adhiere y elogia con entusiasmo a los imaginistas. Vega considera que loa escritores criollistas "Vigorizan la visión de la realidad con el encanto y 1a, si1 gestión de la fantasía". Por otro lado, ve a Dé'iano como a un autor de "literatura pasajera, fugitiva, condenada de antemano al olvido". Salvador Reyes, prologuista de Délano, contesta a Vega desde las columnas de "La Nación" (7-X), con el artículo "Valores Humanos en la Novela". Comienza por considerarse él mismo como "un simple narrador de ¡historias más o menos inverosímiles"; más su propósito evidente es defender a Délano de la injusta crítica con que h a sido tratado. Además sostiene que tanto en los cuentos de Délano como en los pertenecientes a la tendencia novelesca llamada imaginista, llevan los personajes rasgos psicológicos de contenido humano: "Siendo la fantasía algo privativo del hombre, no veo cómo ella y lo que emana de ella, pueda carecer de calidad humana". Manuel Vega al escribir sobre "Los Amigos de Gómez Barbadillo", por J u a n Luis Espejo (8-X), no deja de referirse a Alone, continuando de esta manera la polémica: "Un crítico desdeñoso, desarraigado por su falta de generosidad, Hernán Díaz Arrieta, repite de tiempo en tiempo que la literatura de costumbres se ha cultivado en exceso entre nosbtros". "Y semana a semana, ditige veladas saetas contra el representante más genuino de aquella escuela, Mariano Latorre". / 34 / De esta manera defiende la labor realizada por este autor criollista a quien considera como el m á s prestigioso descriptor del paisaje y el que ha ahondado más profundamente la psicología de nuestro pueblo. Joaquín Edwards Bello, al observar el desarrollo de esta polémica, demuestra su interés por el problema, publicando u n artículo, "¿Hay Novela Chilena?" ("La Nación", l l - X ) . Su tono no es el del defensor ni el del censurador. Trata de comprender a los polemizadores y al mismo tiempo aconseja: "Huyamos del prurito de imitar. Escuchémonos: sepamos miramos y sentirnos en toda forma". Refiriéndose a los jóvenes escritores imaginativos, les dice: "Yo desearía que ensayaran la gran novela a lo Dickens, a lo Balzac, a lo Blasco Ibáñez". Alone saluda el 14 de octubre a un nuevo número de "Letras". Le concede tanta importancia que no deja de estimular a sus componentes: "Si "Letras" toma una causa y dura, pasará a la Historia Literaria como encarnación de un movimiento". Vega Tuelve con otro artículo a enfrentarse con Alone: "Paréntesis sobre la Generosidad Literaria" (15-X). Analiza las dos tendencias, y se detiene en Alone, que deliberadamente se pone de parte de los imaginistas y ataca displicente a los criollistas: "En este momento, las letras nacionales aparecen divididas en dos grandes grupos o escuelas: los imaginistas puros, que descienden de D'Halmar sin tener su poderoso colorido, y los rriollistas o realistas, que reconocen como jefe a Mariano L a t o r r e . . . " . Refiriéndose a la crónica / 35 / de Alone sobre "La Niña de la Prisión", puntualiza lo siguiente: "Mientras aplaude a Luis Enrique Délano en tres apretadas columnas, censura a Mariano Latorre en una alusión final". Salvador Reyes insiste desde "La Nación" (15-X), con im segundo artículo, "Imaginación y Realismo", en que destaca la importancia de le® elementos —imaginativos y reales— de que se compone la novela. En cuanto al escritor que hace uso de ellos es otra cosa: "El novelista que no se levanta sobre las minucias de la realidad, que es incapaz de inventar, que no hace sino fotografiar, que desenvuelve tediosamente un relato pobre de acción, con personajes pobres, me parece que está en un plano de manifiesta inferioridad". "A la novela chilena le falta juventud, emoción, dinamismo". Alone está de acuerdo con Salvador Reyes, tal es así que en su crónica "Acerca de la Imaginación" (28-X) ataca a Vega y a los criollistas. como puede verse por el párrafo siguiente: "Esto es lo que falta en toda la literatura chilena: un par de alas para remontarse, para abandonar las minucias personales, las envidias diminutas y las malevolencias sectarias, los amores y los odios íntimos, el nacionalismo estrecho". Julián Sorel, seudónimo de Domingo Melfi, que tiene a su cargo la crítica literaria de la revista "Letras" (X-1928), juzga la polémica relacionándola con el arte de escribir un cuento o / 33 / u n a novela. Sin dogmatismo analiza la posición de Reyes, y en forma ecléctica llega a la conclusión siguiente: "Tanto el que juega con lo maravilloso como el que interpreta la realidad y la ennoblece o la enfoca en su dimensión más áspera, están cumpliendo con un rito creador. Elegir uno u otro camino, es cuestión de temperamento". "Un núcleo de escritores quiere escapar del ambiente. Otro núcleo trabaja sobre la realidad". "Sólo que no es posible desconocer . lá médula, de humanidad que es necesario encerrar, tanto en el barco que boga por las regiones de la inventiva, como en el paquebot que hiende el agua espesa y sorda de lá vida real". Las reflexiones de Melfi son agudas, ateniéndose a que todos los caminos son dignos para realizar una obra de arte, sólo que para lograrla se necesita la madurez de un auténtico narrador. Considera, por otra parte, que las polémicas sólo conducen a la dispersión de los escritores y al desdén entre unos y otros. Por su parte, Latorre expresa varios meses después, en una entrevista publicada en "Letras" (IX-1929), estas certeras palabras a propósito de la polémica: "¡Realidad! ¡Imaginación! ¿Quién puede separarlas verdaderamente?" Y sin darles importancia desmedida a estos debates, continúa su trabajo de escritor. Entrega / 37 / su bello cuento "La Desconocida" a Luis Enrique Délano, que lo antologa en su colección "Catorce Cuentos Chilenos" (1932). Aparece en "Atenea" (XI-1933) otro cuento, "Tinajón Añejo", de carácter folklórico, y bajo el sello de la Editorial "Zig-Zag" circula entre los lectores su narración "Hombres en la Selva" (1938), que había ya aparecido en "Atenea" (XII-1931) con el título "Y un Filón de Rojo Raulí", donde describe las sensaciones recogidas a su paso por las regiones del S u r . La magnificencia de la naturaleza tiene en Latorre un sincero intérprete. La lucha del hombre con la selva virgen es descrita con vigor, colorido y sugerencia. Los "Anales de la Universidad de Chile" (tercer trimestre-1933) da a conocer su ensayo "Ercilla, Aventurero de la Conquista", y la revista "Atenea" (VIII-1933) le publica otro ensayo, "El Pueblo Chileno en las Novelas de Blest Gana". De esta manera demuestra Latorre su actividad literaria. Dos Premios: MUNICIPAL y ATENEA "Y asistí a trillas y mingacos de cava o de viña, fui amigo de subdelegados y campesinos". La vicia del escritor en Santiago es de gran actividad. A pesar de sus numerosas clases en el Pedagógico y dé patrocinar memorias de estudiantes, a pesar de colaborar en revistas y dar conferencias, no deja de recordar la región maulina de su infancia y juventud. Dúrante algunos años, aprovechando el período de vacaciones, satisface repetidas veces el afán de volver a su tierra natal. Oye nuevamente el martilleo de los astilleros, atraviesa el río en compañía de campesinos, conversa con los lancheros, se interna por los cerros, curiosea en los ranchos campesinos. Se solaza ante "las vegas verdeantes, y los esteros, donde se zambullen los coipos y canta el pidén su tonada, teñida de arrebol". Y así, sin ánimo preconcebido de ir en busca de temas, más bien por solaz de veraneante y satisfacción íntima, recorre a caballo los valles fértiles, las quebradas boscosas, la planicie estéril y las aldeas, t a n pobres y deshechas como los pobres cerros despoblados. Renace su amor por esos "paisajes montañeses, balar de cabros bravios, huaquear de zorros hambreados, hombres que viven como animales en Viejos ranchos, casi confundidos con la tierra y con la selva". Una vez que revive y se compenetra del ambiente panorámico y humano, Latorre, en la plenitud de su poder creador, redacta dos libros: "On Fanta", que sale a luz en 1935, y "Hombres y Zorros", en 1937. / 39 / Son éstos dos colecciones de cuentos, donde el prosista demuestra la destreza y profundidad de su madurez intelectual. Los críticos de entonces elogian estos cuentos, que consideran como los mejores salidos de la pluma del narrador costumbrista y descriptor del paisaje chileno. El reconocimiento de la superación del escritor puede decirse que es unánime, y se demuestra por el hecho de que el jurado discernidor del Premio Municipal selecciona a "On Panta" para concederle este galardón. Igualmente ocurre con "Hombres y Zorros", que obtiene el Premio Atenea, otorgado por la Universidad de Concepción. Estos éxitos no son otra cosa que la coronación a la plenitud del escritor consagrado a exal tar la belleza de nuestra tierra y el alma de nuestro pueblo. El prestigio de Mariano I-atorre no empaña ríi dificulta, sin embargo, al catedrático del Instituto Pedagógico. Profesores y alumnos reconocen su dedicación a la noble tarea de la enseñanza. A su sombra se forman poetas y prosistas. Sabe estimular a los que se inician, a los que considera realmente con vocación para el cultivo de la literatura. En 1938 aparece su "Antología de Cuentistas Chilenos", perteneciente a la colección Biblioteca de Escritores de Chile. La selección está precedida de u n estudio sobre las tendencias y evolución de este género literario en nuestro país. Los autores están presentados cronológicamente y llevan notas biográficas y apreciaciones críticas . En junio de 1938 la revista "Atenea" publica / 40 / dos discursos que fueron pronunciados en el banquete ofrecido por los escritores y amigos de Latorre. El motivo de esta manifestación son los premios conquistados por sus libros "On Panta" y "Hombres y Zorros", y por el hecho de cumplir el autor 25 años de labor literaria. Domingo Melfi, amigo que acompaña a Latorre desde sus comienzos literarios, dedica en su discurso un comprensivo análisis tanto de la formación y tenacidad de Latorre como de la importancia de su obra en las letras nacionales. Las palabras de agradecimiento del festejado son una bella confesión autobiográfica. En este año, 1938, va a Colombia, como invitado a la celebración del cuarto centenario de su capital. En las Universidades de Bogotá y Medellín da algunas conferencias sobre tópicos literarios de Chile. Dos años más tarde realiza nuevamente otro viaje. Va ahora a la capital argentina. Es invitado especialmente por el Instituto de Cultura Latinoamericano de la Universidad de Buenos Aires. Da varias conferencias que llaman la atención tanto por la amenidad como por la corrección y profundidad con que trata los temas. Hombre de sensibilidad y disciplina, sabe exponer la evolución de los diferentes géneros literarios que se han desarrollado en nuestro país. Tanto interesan estas conferencias en la capital argentina, que el propio Instituto de Cultura publica algunas en un volumen con el título de "Literatura de Chile" (1941). Vuelto al país, a fines de este año estrena una comedia, "Huinca", que tiene como base la expío- / 41 / tación y engaño de nuestros aborígenes. Esta obra teatral, en que A. Acevedo Hernández estuvo ä cargo de la escenografía, es una defensa de la raza araucana que vive oprimida en sus reducciones, y cuyos restos en la provincia de Cautín va degenerando tanto por la pobreza como por el alcoholismo. PREMIO NACIONAL DE LITERATURA "Y era preciso... recorrer el país para fijar el color de sus paisajes y sus características". Hemos señalado anteriormente que cada libro <Ie Latorre presenta un escenario distintó, con personajes extraídos de esa realidad. Las repetidas visitas a los funcfbs y reducciones indígenas de Temuco dan ocasión el novelista para estudiar el panorama virgen de su naturaleza y la psicología especial de los habitantes. Esta región, conocida con el nombre de Frontera, da origen a varios de sus relatos. Uno de ellos, "Marimán, el Cazador de Hombres", aparecido en "Atenea" (X-1Ö30), se reproduce en "La Nación" de Buenos Aires (,lí>-I-1940), con el título "Tierra de Conquista". Otro cuento, "El Yerno de Marinao" ("Zig-Zag", 11-1927), es el mismo que lleva el titulo "Juan Rubilar" ("Revista Chilena", 1929). Hay otro cuento que también cambia de título, "La Selva, Enemiga de los Caminos" ("Zig-Zag", XI-1928), que pasa a ser "Puelchada", en "El Mercurio" (XII-1940). Estos cambios de título, y de redacción en algunos, no indican otra cosa que la búsqueda de la expresión estilística y el afán de estúdiar n á s a fondo los personajes y la configuración del ambiente. Habiendo reunido varios cuentos que interpret a n la peculiaridad geográfica y la tipología nacida del cruce de razas —¡mestizos e indios—, los imprime en 1942 bajo el título de "Mapu". / 43 / Los relatos como los cuentos y las interpretaciones poemáticas del paisaje están escritos con esa pasión del estilista y consumado exaltador de la naturaleza. Una atmósfera nueva, pues, se aprecia en este libro: paisaje y personajes. Latorre, gracias a su perseverancia envidiable, llega a la perfección en algunos relatos y descripciones de la zona araucana: "Marrmán, e). Cazador de Hombres", "Y u n Filón de Rojo Raulí", "Lo$ Moscardones", "El Secreto", "Fuelchada", "El Chucaó", etc. Junto con aparecer "Mapu", la Editorial Crua del Sur edita "La Epopeya de Mofii", en que seleccionan dos cuentos: el primero, que sirve de título al libro, pertenece a "Cuna de Cóndores", y el segundo, "Sandías Ribereñas", a "Cuentos del Maule", pero modificado en su redacción. Nuevamente es invitado a dar conferencias fuera de Chile. Va en 1943 a Bolivia. Diserta sobre literatura chilena, que es su especialidad, en La Paz, Potosí y Sucre. Una vez terminada su jira, continúa las clases en el Instituto Pedagógico. A fines de año recorre nue/os lugares provincianos. Recoge directamente motivos humanos que h a n de servirle para sus narraciones. Ordena y redacta las experiencias que se relacionan con la¡ vida de ciertos pueblos cordilleranos. Mientras tanto, en 1944, el jurado que del» otorgar el Premio Nacional de Literatura acuerda concederlo a Mariano Latorre. Los diarios y revistas encuentran acertada esta determinación, considerando tanto los méritos como la fecundé- t u / dad del chilenísimo narrador de la vida campesina. Latorre trabaja con entusiasmo. Siempre su posición es la de profundizar en el alma del campesino sin fantasear el ambiente. Y es así como advertimos, a través de sus numerosas obras, que. el interés del autor es la de fijar en sus creaciones los rasgos característicos tanto del paisaje como de los habitantes. Es, pues, el campesino el que actúa con sus costumbres, sentimientos y vocabulario. Á propósito del uso del lenguaje popular en la obra literaria, opina de la siguiente manera: "No podernos suplantar los vocablos ; sería domo colocar un casco de acero en la cabeza de un indio o un trarilonco en la frente de un conquistador". Es po¿ tal motivo que el autor recoge las frases y modismos populares. En cuanto al escenario, el autor le concede gran importancia al desarrollar la trama novelesca. Es la razón por la cual repite las excursiones para revivir y aprisionar con mayor realismo el panorama donde se desenvuelven los personajes. Una vez satisfecho su propósito, reúne las últimas producciones que se relacionan con el ambiente cordillerano. Titula esta colección de cuentos "Viento de Mallines", que aparece en 1944, o sea u n a vez que obtiene el Premio Nacional de Literatura, que es el galardón más preciado que se otorga en Chile. ETICA "Creo que el escritor, y también el profesor, debe afrontar la vida con una máxima simplicidad, sin ambición de gloria ni de poder". Se consideró muy acertada la elección de Mariano Latorre para ejercer la Cátedra de Literat u r a Chilena e Hispanoamericana en 1929. En efecto, su labor docente es llevada con acierto. Conoce a fondo los géneros y tendencias literarios, y sobre todo sabe exponerla en forma amena, novedosa, con sentido crítico y comparativo. Despierta vocaciones por las bellas letras entre los alumnos y sabe estimularlos. Mantiene esta posición durante varios años. Así como obtiene el Premio Nacional de Literatura, en 1945 como reconocimiento al maestro y catedrático, se lé nombra Director del Instituto Pedagógico. Renuncia a su cargo de profesor del Liceo Valentín Letelier, con el fin de dedicar más horas al cargo de Director, y al mismo tiempo a su creación literaria. Al año siguiente, 1946, Latorre entrega al público una nueva obra, "El Choroy de Oro", que pertenece a una colección de libros para niños. Esta novela, llena de ternura y poesía, está barsada en una hermosa y sugerente leyenda sureñ a . La objetividad y armonía de sus descripciones son un acierto de estilo y composición. El tema escogido está tratado con delicadeza. De esta manera vemos que van paralelamente el novelista y el profesor. Triunfa en ambas cosas sin proponérselo. La doble vocación de La- / 46 / torre se desenvuelve con naturalidad. El escritor y el maestro siempre están frente a la vida cumpliendo en la mejor forma posible, satisfaciendo sus inclinaciones con la misma simplicidad: sin aspavientos de literato desconcertante o excéntrico, y sin aquella doblez y ambición de los que van tras las recompensas oficiales. ASI ES CHILE "Pluralidad de rincones y pluralidad de almas en cada rincón. La multiplicidad es el carácter del paisaje chileno". Al mismo tiempo que se reedita en Santiago "Viento de Maullines" (1947), en Argentina la Editorial Rosario lanza u n a edición de "Zurzulita", y Espasa-Calpe, "Chile, País de Rincones",. Los repetidos viajes de Latorre a traVés de nuestro territorio le dan ocasión para caracterizar nuestra "angosta f a j a " como u n "país de rincones". Y más aún, por sus observaciones llega a la conclusión de que Chile está formado por siete paisajes que estructuran siete almas: la pampa salitrera, el norte chico, las selvas del Sur, la cordillera de los Andes, la de la Costa, Chiloé y sus islas, y por último Magallanes y sus estepas. Las peculiaridades de cada paisaje como la psicología diferenciada de sus pobladores son las razones por las cuales no h a surgido-de nuestro ambiente la novela que represente . el alma de Chile, como sucede en otros países americanos. Su explicación es acertada. El problema de representar en un solo personaje las diferentes psicologías que surgen de cada paisaje es difícil solucionarlo. Es aquí donde tropiezan nuestros escritores para poder plasmar en una novela la pluralidad psicológica y geográfica de nuestro país. Y es la razón por la cual Latorre estima que la "síntesis de la Vida chilena en mía novela es imposible y menos en un personaje". / 48 / Vemos, pues, que cada rincón posee una fisonomía determinada y que a lo largo de nuestro territorio surgen los habitantes con típicas costumbres. Esta observación sirve para descubrir y compenetrarse de los cuentos reunidos por el propio autor en su libro "Chile, País de Rincones", y poder, de esta manera, apreciar también la evolución del descriptor y psicólogo, pues todos estos cuentos fueron desglosados de algunas de sus obras aparecidas desde 1918 a 1944. Por otra parte, correspondiendo a distintas etapas, nos Informan también de su inalterable afán por extraer y presentar con realismo el paisaje de cada escenario, las diferentes costumbres y psicologías del pueblo chileno que Vive en las distintas zonas de nuestro país. Al leer "Chile, País de Rincones", que es en buenas cuentas una antología de sus mejores cuentos, vemos cómo el viajero infatigable y artista se convierte en el descubridor del ruralismo chileno. Y lo consideramos así por las acertadas interpretaciones de la huraña y misteriosa poesía de la cordillera, de la reciedumbre de los chilenos del mar en una atmósfera salobre, o de la aridez nortina, o bien de la exuberante selva del Sur y del extenso y frío Magallanes. Latorre en 1948 recibe la noticia de que su novela corta "La Vieja del Peralillo", del libro "Hombres y Zorros", h a sido traducida por Harriet de Onis para incluirla en la antología "The Golden Land", publicada en Nueva York. Consideramos que es un honor para el escritor y u n éxito para¡ las letras nacionales el que se haya se- / 49 / leccionado dicho cuento para la rigurosa antología norteamericana. En esta misma fecha, la revista "Atenea" publica un cuidadoso e informativo estudio de Latorre: "Apuntes del Teatro Chileno Contemporáneo". Es un ensayo de gran importancia, ateniéndose, a la investigación y profundidad con que bosqueja este género literario, y más todavía considerando lo poco o nada que se h a escrito sobre la materia. EL MAESTRO "Si hay un mensaje que expresar, por mínimo que sea, es preciso realizarlo lo mejor posible". Cuando aparecen la tercera edición de "Chilenos del Mar" y la cuarta de "Cuna de Cóndores" (1849), la editorial madrileña Aguilar lanza con prólogo de Ricardo A. Latcham la novela "Zurzulita", por lo cual su nombre pasa a formar parte de la nómina de los escritores de mayor prestigio de la lengua castellana. Mientras tanto, Latorra publica en "la revista "Atenea" dos ensayos: "El Teatro Chileno en la Colonia" y "Anotaciones Sobre el Teatro Chileno en el Siglo XIX". Estos dos estudios son el resultado de insistentes lecturas durante varios años de consulta e investigación. Tanto por la información de los autores como por el análisis de las comedias y dramas, recibe comentarios elogiosos. Los dos panoramas mencionados, como el publicado en 1948 sobre "El Teatro Chileño Contemporáneo", son estudios de primera mano, y su importancia radica en los conceptos personales de amplia independencia para enjuiciar a los autores y sus obras. En este año, 1949, se acoge a jubilación, después de permanecer por más de cuarenta años al servicio de la docencia. El cuentista y el novelista de reconocida y vasta obra literaria, y a la vez el prestigioso catedrático, guiador de seminarios y tesis universitarias, no jubila para descansar, sino para continuar su obra de creador de personajes y exaltacor de paisajes chilenos. / si / El mensaje del profesor y maestro ha sido realizado con brillo durante su larga carrera docente y administrativa. Supo despertar en sus alumnos el cariño por la profesión, y supo imprimir fe en su misión de elevar el nivel cultural y social del país. En muchos alumnos su mensaje fue despertar, a través d^ sus clases, vocaciones literarias. Un buen número de sus alumnos son hoy escritores. De esta manera, Mariano Latorre supo cumplir con su noble mensaje de verdadero maestro de generaciones. Retirado, pues, de la enseñanza, se dedica a sus estudios de literatura chilena, a nuevas lecturas y a la redacción de otros cuentos que han sido elaborados mentalmente después de repetidas observaciones en los viajes realizados por el centro y sur del país. Mientras tanto se le ofrece realizar una película basada en su libro "Cuentos del Maule", especialmente en el titulado "Sandías Ribereña 5". Y es así como en 1950 los teatros de Santiago estrenan "Río Abajo", película que el público aplaude y que a Latorre sirve de propaganda de sus obras". En este año el Gobierno lo nombra Adicto Cultural en España. Por causas que ignoramos, nuestro escritor no se hace cargo del nombramiento.- Habría sido un magnífico representante de nuestra cultura en el Viejo Muñdo, tanto por sus creaciones como por el conocimiento de la propia literatura española que difundió como catedrático de la Universidad de Chile. AUTOBIOGRAFIA "Mi afán era volver d mi tierra. Ver una vez más el Maule, oír el martilleo de los astilleros y atravesar el río .." A pesar de haber vuelto en repetidas ocasiones, siempre Latorre está deseoso de ver una ves más su querido terruño natal. La región maulina donde vivió su niñez y juventud lo atrae fuertemente y sus recuerdos lo llevan a hacer un paréntesis en su vida. A los 66 años se dispone a escribir una especie de memorias con el título "Anécdotas y Recuerdos de Medio Siglo", que aparece en la revista "Atenea" (1952). Trae a su memoria los años pasados en las escuelas y liceos, esboza las figuras de algunos profesores y compañeros, los juegos y escenas ocurridas en los estabiecimientos. En eSte mismo año la revista "Occidente" le publica "Anécdotas y Recuerdos de 50 años", donde deja constancia de los años en que llega a Santiago y de los primeros contactos con los escritores. Describe el medio literario de 1900 con esa gracia y agilidad del que sabe y demina con ingenio a un grupo de amigos alrededor de una mesa. No hay afán de lucimiento literario. Bien podría decirse que son apuntes de ciertas anécdotas en que le cupo' actuar durante diferentes períodos de su vida. A este ¡mismo carácter de añoranza pertenece un bello relato, "La Madre" ("El Mercurio", 3-11-1952), que es una bellísima evocación de la figura de su madre. La pluma de Latorre deja en estas páginas su hondo homenaje de ternura. / 53 / La Editorial Cruz del Sur lo publica, en corto t i raje, con el tituló de "El Caracol". Se hacen presente en este relato autobiográfico la observación sutil y la galanura de u n prosista con alma de poeta. Alrededor de un caracol teje las emociones guardadas durante largos años; est® caracol que trae el recuerdo de su madre es como un símbolo imperecedero del hogar. Tal vez sean estas páginas evocadoras las más llenas dé sentimiento y delicadeza que hayan salido de su fecunda pluma. Cuando menos lo esperaba, nuestro escritor recibe u n nuevo galardón honorífico en 1953. Se le nombra miembro académico de la Facultad de Filosofía y Educación. Su discurso de incorporación, a pesar de carecer de cronología, es u n a pieza autobiográfica de sobresaliente mérito. La consideramos valiosa por su forma estilística,, nada académica; por el contrario, es desenfadada, irónica y humorística, y además por contener est e discurso informaciones de su carrera docente y literaria. Ricardo, A. Latcham recibe al nuevo académico. En forma admirativa interpreta al pedagogo que por más de cuarenta años estuvo al servicio de lá enseñanza. Veamos lo que dice: "Latorre difundió sus enseñanzas por encima de los programas al uso y de las rigurosas normas de preceptiva o cánones desmonetizados por el trajín rutinaño. Inyectó a sus lecciones una savia desconocida antes y logró animar el panorama intelectual de Chile e Hispanoamérica con sus intuiciones de sagaz vidente y atisbos de crítico moderno e / 54 / informado a cabalidad de Ias literarias de nuestra época". corrientes Latcham analiza también, con agudeza y espíritu crítico, la carrera del creador literario, del plasmador de tipos chilenos como On Panta, Domingo Persona, Moñi, Samuelón, Milla, Ully, el Finado Valdés,, el Piloto Oyarzo, Marimán, etc., y esboza el perfil del fervoroso y apasionado descriptor del mar, de la cordillera, de la selva, del campo chileno. Estas son algunas de sus palabras: "Ha vencido con su perseverante ejemplo y laboriosidad sin par, y son muchos los que se consideran sus discípulos dentro de la compacta legión dé los cultivadores contemporáneos del cuento y de la novela... Ha desempeñado, entre todos los chilenos, la más alta función del escritor: descubrir, exaltar y reproducir el alma de su tierra y de su pueblo". AUTOCRITICA "No soy yo quien ha de hablar de mis libros, de mis criaturas, sino ellos los que hablarán de mí " Hasta cierto puntb, Mariano Latorre continúa en 1954 mirando hacia el pasado. Así lo vemos, primero con sus "Anécdotas y Recuerdos de 50 Años" y "Anécdotas y Recuerdos de Medio Siglo", y luego en "El Caracol", donde revive la figura de su madre compartiendo los lejanos días de la infancia y adolescencia. Ahora está entre sus libros, interrogándose ante su labor creadora, recordando las regiones e individuos que hoy son meros protagonistas de sus cuentos y novelas, seres que vinieron las afanes y aventuras que le deparó la vida, y que ahora son acción y espíritu a través de la trama novelesca. El autor ve estas proyecciones como una supervivencia material tanto del drama humano como dél paisaje elaborado con dignidad estética. Sin embargo, el propio escritor piensa que no es él quien h a de hablar de sus libros y criaturas, "sino ellos los que hablarán de mí, poniendo en tela de juicio a su creador". Esta situación la plantea en su ensayo "Lo que mis Libros me Contaron", publicado en la revista "Atenea" (1954). Es de sumo interés percatarse de los obstáculos que tuvo que salvar para tomar conocimiento de la naturaleza y ahondar así en el espíritu de los que viven en las páginas de sus libros. Al escribir "Cuentos del Maule", ya vivía en Santiago. Debió recorrer nuevamente los mismos / 56 / lugares para captar el colorido y las escenas que se habían grabado en su espíritu de niño: "Germinaban —dice— mis sensaciones, echaban hojas mis recuerdos, florecían y fructificaban. No había sino cosecharlos. Así nació, imperfecto, pero sincero, mi primer libro". "El río (Maule) era mi obsesión y yo lo sentía mi amigo. Me complacía esa lucha entre el agua de cordillera y el agua salada en el hervor inacabable de Id barra". Así añora el escritor a los sesenta y siete años «1 lugar donde vivieron los personajes de su prim e r libro, "imperfecto pero sincero", según sus propias palabras. Ahora, veamos lo que manifiesta frente a su segundo libro, "Cuna .de Cóndores", del cual se h a n hecho cuatro ediciones: "Mi comprensión de la cordillera 'no no se efectuó sin grandes obstáculos y sacrificios. Desde luego, era preciso acostumbrarse al lomo del caballo de cordillera, cuyo secreto está en el vigor de sus cascos, más que en la suavidad de su espinazo... Cada resbalada de los cascos en las veredas pedregosas y cada valle descubierto al dominar la altura, eran secretos de su corazón de piedra y agua, conquistada de su cósmica intimidad..." Latorre explica cómo llegó hasta el mar, y los elementos que constituyen la emoción de "Chilenos del Mar" y de otros cuentos con temática marítima: / 57 / "Navegué, durante dños, por la costa de Chile. Casi siempre en vapores modestos de carga, caleteros o en goletas y buques de vela. Y de esta experiencia nacieron "Puerto Mayor" y "Chilenos del Mar". Nunca escribí con mayor amor por el tema". Asimismo nos habla del porqué de su pasión por el mar, y se atiene al hecho de que su, abuelo era un marino vasco que navegó por todos los mares de la tierra, antes de recalar en Constitución, Curanipe o Matanzas. Ahora, por el lado de su madre, el abuelo fue un ingeniero naval, asimilado a la marina francesa y contratado por el Gobierno chileno. Esto indudablemente influye en el espíritu del escritor: tradición y sangre de antepasados y por otra parte el ambiente marino de Constitución, donde pasó los primeros años de su niñez. En el ensayo "Lo que mis Libros me Contaron" rememora otros ambientes al repasar sus obras, y también bosqueja algunos personajes que viven en su memoria y que no alcanzaron a ocupar un sitio en sus cuentos o novelas. LA QUERELLA DEL CRIOLLISMO "Escritores criollistas son los intérpretes objetivos o psicológicos de la vida chilena en los campos o en las ciudades. Es curioso que en este mismo año, 1954, en que Mariano Latorre se reconcentra en sí mismo para eñtregar sus evocaciones, se lleva a efecto en el Salón de Honor de la Universidad, de Chile un debate acerca del "criollismo", escuela literaria que periódicamente despierta polémicas entre los escritores chilenos. El nombre de Latorre siempre se hace presente, aunque él no lo quiera. Sin embargo, y a pesar suyo, los que integran el grupo criollista ó los polemistas mismos lo consideran como el jefe de esta tendencia. Hemos dicho, al principio, que es curioso, porque al tomar parte en esta "querella del criollismo", debe volver también al pasado para reflexionar sobre los motivos que lo impulsaron hacia los temas de raíz nacional, y que con el tiempo se h a dado en llamar criollismo. En los actos que se efectúan, a mediados de año, en la Universidad de Chile, participan además Ricardo A. Latcham, Manuel Vega, Ernesto Montenegro y Benjamín Subereaseaux. Las conferencias se llevan, a cabo en cinco reuniones. Un público numeroso asiste a los debates para escuchar a cada uno de los conferenciantes, que tratan el tema desde su punto de vista personal. Interesa saber cómo Latorre enjuicia esta escuela de la cual niega ser su encauzador, y desde luego no acepta que haya pretendido siquiera / 59 / ser su jefe. La conferencia de Latorre se publica en los "Anales dé la Universidad de Chile", 1955, con el título "Algunas preguntas que no me h a n hecho sobre el criollismo". En primer lugar se extraña de que ciertos críticos profesionales, que orientan a los lectores, no hayan profundizado el contenido que encierra la escuela criollista. Aún más, caen dentro de lo impreciso para mayor comodidad, y desde luego, sus opiniones al respecto son desdeñosas y arbitrarias. Latorre dice: "El crítico sabe que al calificar a un autor de criollista, le resta calidad, le confina al rincón, a la -primitividad del costumbrismo". Esta posición de algunos críticos trae consig* la desorientación del público que lee. El hecho de que una novela o u n conjunto de cuentos se base en lo típico de nuestro país, ya sean escenarios o personajes nacionales, es suficiente para descalificar estas producciones como obras da relieve o de algún mérito. Este desdén es visible, y se limitan a esta frase: Son aburridoras, no despiertan el interés, no entretienen. Si tal cosa sucediera, los escritores criollistas no tendrían lectores, y sucede que se venden, se agotan y se reeditan. Y los nuevos títulos de estos autores se venden, se agotan y se reeditan. A pesar de los comentarios negativos en que rechazan con humor e ironía las obras de personajes y ambientes chilenos, el público sigue adquiriéndolas, porque, seguramente, gustan de ellas. / 60 / La posición de Latorre y de otros escritores es la de "ahondar cada vez más en los problemas de la tierra". "Llámese criollismo, regionalismo, nativismo, o vernaculismo, los artistas verdaderos harán siempre, con sus experiencias personales, obra de creación". En este sentido defiende el criollismo, y por oposición rechaza lo ficticio, todo aquello que sea falso y decorativamente postizo con el fin de satisfacer a los que van tras los hechos que caracterizan lo heroico en los personajes. Está de acuerdo con describir la realidad Dero siempre que las interpretaciones logren el sentido artístico, y que los diálogos, con sus giros populares, sean expuestos con su innata gracia y expresividad, que las costumbres sean desarrolladas con elevación estilística para no caer en lo trivial y chabacano. Respecto a.' exceso descriptivo, todo' depende del autor, reside en la capacidad de dar o no dar calidad estética al paisaje. Pero, ante todo, es necesario estar de acuerdo con la realidad, única manera de poder diferenciar los panaromas, rincones y lugares donde el hombre vive como expresión del medio. En cuanto al lenguaje campesino o de la ciudad, piensa "como Somerset Maugham, cuando dice que los personajes creados por el novelista deben hablar el lenguaje que ellos usan habiiualmente". Muchos son los tópicos que analiza en esta con- / 61 / ferenda a propósito de la "querella del criollismo". Al terminar sus consideraciones sobre la mar teria, se pregunta: "¿Soy criollista? ¿Tenía la intención de crear una escuela de este tipo?" Y su contestación es la siguiente: "Nunca se me ocurrió und cosa semejante. No he pintado jamás huasos, en el sentido estricto de la palabra. Ni me atrajo el cuadro de costumbres...En una palabra, estuve siempre lejos del pintoresquismo rural. Si hay en algunas de mis novelas o cuentos escenas de costumbres, es porque el asunto y el medio así lo exigían". Refiriéndose a sus personajes, he aquí una confesión de sobresaliente importancia: "Un profundo amor por esos desheredados me hizo escribir con sincera emoción, y si algo he hecho que valga la pena, se .lo debo a ellos y a su heroísmo sin recompensa". Estas palabras nos abren las puertas de la comprensión. Y terminamos por admirar al escritor que con tal elevado espíritu recorre el país para descubrir las características de los numerosos paisajes de nuestra tierra, y lo admiramos al conocer su tenacidad por extraer con exactitud l a Idiosincrasia de nuestro pueblo, con el fin de darnos en sus creaciones la veracidad psicológica, y las costumbres y la vida en sus diferentes manifestaciones. ULTIMO VIAJE "Las voces se van álejando hacia el campo. Poco a poco Después, la Troche. Grillos, estrellas, leve murmurar de aguas lejanas". El interés de Mariano Latorre por ser objetivamente veraz lo lleva nuevamente fuera de Santiago. Recorre una vez más Llanquihue, Chiloé y sus islas. Alterna con los habitantes, observa sus modales y costumbres, se solaza ante los panoramas selváticos y marinos de las islas chilotas, se impregna de leyendas. Vive de esta manera las reacciones humanas y la emoción mitológica que se respira en la zona de los canale3 australes. En el último viaje recoge la atmósfera y espíritu de este rincón chileno t a n diferenciado de los conocidos y descritos en sus obras anteriores. Los cuentos basados en esta región los publica a fines de 1955 con el título "La Isla de los Pájaros". Son cuatro cuentos o relatos. Se observa en ellos el dominio descriptivo del narrador, la capacidad estilística del que posee recursos idiomáticos y al mismo tiempo, agudeza psicológica para captar el espíritu isleño. Latorre al enfocar los elementos folklóricos escoge una versión del misterioso barco fantasma, "El Caleuche", donde el protagonista es un niño. Bella leyenda que denomina "Miñimiñi llegó al Caleuche". Las otras narraciones traen elementos y matices propios del archipiélago. "La Isla de los Pájaros" es la interpretación de otro escenario chileno, con personajes y ambiente tan distintos a los presentados en sus libros anteriores, como / 63 / "Viento de Mallines", "On Panta", "Cuna de Cóndores", "Mapu", "Zurzulita", "Ully" y tanto» otros. Los amigos de Latorre comentan entusiastar mente "La Isla de los Pájaros", que recién circula entre los lectores. El autor está contento, pues agrega un cuadro más a su pintura literaria de Chile. Se conversa, también, en los corrillos literario» sobre la tercera edición, recientemente llegada, de la rigurosa "Antología de Cuentos de la Literatura Universal", por Ramón Menéndez Pidal, publicada por la Editorial Labor. El ser antologado en ella tiene la importancia de una consagración. Entre los pocos escritores latinoamericanos aparece Latorre con su cuento "La Desconocida". Es una agradable sorpresa para los chilenos, y desde luego para el autor. Con la tenacidad de siempre, bordeando los setenta años, Latorre continúa leyendo incansablemente, escribiendo y proyectando novelas y cuentos como en su juventud. Esto es comentado entre los amigos, que admiran, cada vez más, stf ejemplar apasionamiento literario. Inesperadamente, el 11 de noviembre de 1955, los diarios de Santiago dan la noticia del deceso de Mariano Latorre, con los siguientes titulares: "Desaparece la primera figura del criollismo literario: el notable escritor Mariano Latorre". 'Las Ultimas Noticias'. "Mariano Latorre, novelista del campo chileno, falleció ayer!'. "La Nación" "Mariano Latorre, novelista de Chile", porM{anuel) V(ega)."El Diario Ilustrado". HOMENAJES POSTUMOS "El amó las tierras y las aguas de Chile, las conquistó con paciencia, con sabiduría y con amor, las selló con sus palabras y sus ojos azules". Pablo Neruda La prensa santiaguina y provinciana rinden homenaje postumo al escritor que con tan amorosa dedicación recorrió los rincones de nuestro territorio para admirar y recoger en sus creaciones la raíz y la flor de nuestra tierra, y el espíritu secreto del hombre de nuestro pueblo. Las ediciones dominicales le consagran estudios y semblanzas, señalando los atributos del escritor que t a n dignamente manifestó su profunda y fervorosa chilenidad. Las resistas, como "La Gaceta Literaria", "Ercilla", "Aurora", "Occidente", "Estudios", se hacen presente, dedicándole páginas en su honor. La Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile efectúa un acto de homenaje, el 29 de mayo de 1956, donde participan los intelectuales a nombre de la Sociedad de Escritores de Chile, el Sindicato de Escritores y el Pen Club de Chile. Por último, la revista "Atenea", de la Universidad de Concepción, dedica el número 370 a la memoria de Mariano Latorre. Los estudios corresponden a diecisiete autores. Unos analizan la estética del escritor, otros las relaciones de amistad personal y literaria del más emocionado y tenaz descriptor del alma nacional. BIBLIOGRAFIA Y REFERENCIAS CRITICAS CUENTOS DEL MAULE. TIPOS Y PAISAJES CHILENOS. Imp. Zig-Zag, 1912. REFERENCIAS: Hernán Díaz Arrieta, LA UNION, 23-XII-1912. Omer Emeth, EL MERCURIO, 23-XII-1912. Domingo Melfi D., LAS ULTIMAS NOTICIAS, 16-VIII-1912. E. Montenegro. EL DARIO ILUSTRADO, 14-1-1913. Carlos Vicuña, LAS ULTIMAS NOTICIAS, 17-1-1913. CUNA DE CONDORES. Pról. de Emilio Vai'sse. Imp. Universitaria, 1918. edic. Prólogo de Emilio Va'isse y Estudio de Eliodoro Astorquiza. Edit. Nascimento, 1949. REFERENCIAS: Acevedo Hernández, EL MERCURIO, 27-X-1918. Omer Emeth, EL MERCURIO, 7-X-1918. M. L. Rocuant, REVISTA DE ARTES Y LETRAS, "VIII-39IS. Raúl Silva Castro, LA S E GUNDA D E LAS ULTIMAS NOTICIAS, 9-VII-1942. Julián Sorel, EL MERCURIO, 17-XI-1918. ZURZULITA (Sencillo relato de los cerros). 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