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La narrativa desde los años 70 a nuestros días
1. Introducción
En la década de los 70 se produce la llamada transición a la democracia a partir de la
muerte de Franco (1975). Las consecuencias de los acontecimientos políticos de la democracia en la
vida literaria española son evidentes: desaparición de la censura, recuperación de los autores
exiliados, apertura hacia la literatura extranjera -europea y americana, fundamentalmente-. Además,
influirá mucho también en este período el apoyo político a la creación literaria tanto en castellano
como en las otras lenguas españolas, por medio de una generosa política de subvenciones oficiales a
autores y de la multiplicación de premios, certámenes literarios y ferias del libro, etc.
2. Situación de la narrativa en los años setenta.
A comienzos de los años setenta prosigue la novela experimental con obras de una nueva
promoción de novelistas que optan abiertamente por el experimentalismo que se inició en los años
sesenta. Este grupo de escritores está formado, entre otros, por José María Guelbenzu, Germán
Sánchez Espeso, Raúl Guerra Garrido, etc.
Estos escritores toman como modelos a los autores de la década anterior y sufren además la
influencia de la nueva novela hispanoamericana (Vargas Llosa, G. García Márquez, Juan Rulfo,
etc.) y de los grandes autores europeos y americanos de la primera mitad del siglo XX (Proust,
Joyce, Kafka, Faulkner, etc.).
Cultivan una novela minoritaria y culturalista, hermética y experimental, cuya mayor
preocupación es el lenguaje, la forma de la narración. Hacen un uso intensivo de todo tipo de
técnicas narrativas como la alteración del orden cronológico del relato, el juego con la voz
narrativa, combinando la 1ª y la 3ª persona, el perspectivismo, el monólogo interior, etc. Además,
frecuentemente, los personajes carecen de atributos definidores o diferenciadores.
Pero en torno a 1975 se produce una reacción contra la novela experimental, reacción que
puede ejemplificarse en La verdad sobre el caso Savolta, novela de Eduardo Mendoza, publicada
con gran éxito ese año. Muchos autores reaccionan contra la complejidad narrativa de la novela
experimental y reivindican el placer de narrar al modo tradicional. Para ellos, lo fundamental del
relato es nuevamente el argumento. No desaparecen en este tipo de novelas las técnicas narrativas
de la novela experimental (monólogo interior, saltos cronológicos, juegos con el narrador, etc.),
pero se usan de manera más moderada y siempre atendiendo a las necesidades de la historia. La
mayor parte de las novelas de las últimas décadas siguen esta tendencia de vuelta a la narración
tradicional, que se va a caracterizar sobre todo por su gran variedad temática.
3. Tendencias de la novela de las últimas décadas.
a) La novela de intriga y policíaca: En la década de los 70 se produce una invasión de traducciones
de novela negra europea y norteamericana. Algunos autores españoles seguirán fielmente estos
modelos y otros los usarán para otros fines (por ejemplo, la serie del inspector Carvalho de Manuel
Vázquez Montalbán, que es una crónica socio-política de la transición democrática). Por ejemplo,
El invierno en Lisboa, de A. Muñoz Molina, La verdad sobre el caso Savolta, de E. Mendoza, etc.
b) La novela de la memoria: Con un fuerte componente de subjetividad y autobiografía, intenta una
evocación del pasado inmediato. Escriben novelas de este tipo , por ejemplo, C. Martín Gaite (El
cuarto de atrás), Josefina Aldecoa (Mujeres de negro), Javier Marías (Corazón tan blanco),
Francisco Umbral (La noche que llegué al café Gijón). Esta corriente que se inicia en los 70 trata
del franquismo, de la lucha contra la dictadura o del desengaño por la transición a la democracia.
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c) La novela erótica: La desaparición de la censura franquista en los años 70 favorece bastante el
desarrollo de este tipo de novela (en 1977 se crea un premio y una colección de libros eróticos: La
sonrisa vertical). Pertenecen a esta tendencia por ejemplo Octubre, octubre (1981) de José Luis
Sampedro; Con la miel en los labios (1997) de Esther Tusquets.
d) La metanovela: Es una corriente que alcanza su madurez en los ochenta. El narrador reflexiona
sobre los aspectos teóricos de la novela que suele trasladar a la ficción por medio de un personaje
escritor o profesor de Literatura o perteneciente al mundo editorial que indaga y dialoga sobre
temas literarios y sobre cómo se debe escribir una novela. Por ejemplo, Juegos de la edad tardía de
Luis Landero o Papel mojado, de Juan José Millás.
e) La novela histórica: La novela histórica se ve impulsada a partir de los años 80 por el éxito
editorial de obras como El nombre de la rosa de Umberto Eco y la reedición de éxitos de décadas
anteriores como los de Robert Graves (Yo, Claudio) o Marguerite Yourcenar (Memorias de
Adriano). Se trata de un tipo de novela, por lo general, de gran precisión histórica, que trata de
hechos que pueden ser alejados o próximos en el tiempo. Dentro de esta tendencia, podemos citar
El capitán Alatriste, de Arturo Pérez Reverte (ambientado en el siglo XVII), Los girasoles ciegos de
Alberto Méndez (sobre el final de la guerra), o Anatomía de un instante de Javier Cercas (sobre el
golpe de estado del 23 de febrero de 1981).
f) Novela de la generación X: Este tipo de narrativa triunfó en los años noventa. Presenta la
conducta de los entonces jóvenes adolescentes de las grandes ciudades: sus salidas nocturnas, el uso
y abuso de drogas, del sexo, del alcohol y de la música rock. Son obras representativas de esta
tendencia: Historias del Kronen (1994), de José Ángel Mañas, que inauguró esta tendencia, Ray
Loriga con Héroes o Lucía Etxebarría.
4. Tres autores destacados
Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943)
Se inició con La verdad sobre el caso Savolta (1975), novela de intriga policíaca ambientada en el
panorama de las luchas sindicales de principios del siglo XX en Barcelona. En obras posteriores,
Mendoza ha mostrado su excepcional capacidad para la parodia. Por ejemplo, parodia la novela
policíaca en El laberinto de las aceitunas y la novela de ciencia ficción en El misterio de la cripta
embrujada.
Javier Marías (Madrid, 1951)
Las novelas y cuentos de este autor se distinguen por la presencia de una serie de temas obsesivos,
como el misterio de la identidad personal y la reflexión sobre el tiempo. Su estilo, muy elaborado, e
difumina y transforma la realidad. Entre sus obras destacan Todas las almas, sobre la vida de un
profesor español en Oxford; Corazón tan blanco, novela en la que el narrador indaga sobre el
pasado oscuro de su padre, y Mañana en la batalla piensa en mí, novela de suspense.
Antonio Muñoz Molina (Úbeda, 1956)
Su narrativa se caracteriza por el rigor en la construcción del relato y la calidad de la prosa, intensa,
que se desarrolla en períodos amplios, de ritmo muy cuidado. Entre sus obras podemos destacar, por
ejemplo, El invierno en Lisboa, una magnífica novela de intriga; El jinete polaco, evocación de
recuerdos propios y ajenos; y Plenilunio, de género policíaco.
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