Del 8 al 21 de mayo de 2014 Diagonal 24 SABERES ALBA/Tamiment Library/Robert F. Wagner Labor Archives BRIGADA ABRAHAM LINCOLN. Los brigadistas norteamericanos Saul Wellman, Robert Thomson y David Doran, en el frente de Aragón, en Fuentes de Ebro. ESTADOS UNIDOS INTERNACIONALISMO Homenaje a la memoria de la Brigada Lincoln Una organización mantiene la memoria de la brigada Abraham Lincoln, que participó en la Guerra Civil española. Igor Moreno Nueva York Una mañana de noviembre, en una diminuta oficina de Manhattan, tres hombres con acento de Europa del Este se reúnen para leer un comunicado secreto llegado desde Moscú. Corre el año 1936, y el mensaje revela un fundamental cambio de rumbo en la política comunista con respecto a la guerra civil que en ese momento arrasa España. Esta escena, descrita por Peter N. Carroll en su libro La Odisea de la Brigada Abraham Lincoln, marca el inicio de la historia de los más de 2.800 voluntarios que entre 1936 y 1938 atravesaron el océano Atlántico para luchar junto al bando republicano en la Guerra Civil Española. “La historia de esta Brigada hay que situarla en el contexto de los años 30”, dice Marina Garde, directora de la organización Abraham Lincoln Brigade Archives (ALBA). “En esos años existe en Estados Unidos un fermento cultural en el que arte, solidaridad internacional, movimientos sindicales y políticas radicales están muy unidos. A esto se une que en esa época se da toda una revolución en los medios, el cine y la fotografía. La Guerra Civil es la primera que se puede filmar desde el frente, y esto posibilita que una persona en Estados Unidos pueda abrir un periódico y ver fotos impactantes de población civil bombardeada”. Esto crea una gran conciencia a favor de la causa republicana entre la población estadounidense. Pero todo cambia tras la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría. “Desde finales de la década de 1940 cambia totalmente la narrativa. Estados Unidos se encuentra en una situación en la que no sabe cómo encajar todo esto de la Guerra Civil Española, y digamos que se borra. Pero no sólo la historia de los brigadistas, sino también la de la gente que se quedó y que apoyó a la causa republicana organizando eventos para recaudar dinero para mandar a España”, señala Garde. Tradiciones que no se enseñan en la escuela ALBA es el nombre de la colección más extensa de documentos y objetos relacionados con la Brigada Abraham Lincoln, y también es el nombre de la organización que se encarga de difundir y preservar el legado de los brigadistas. “Nuestra labor tiene que ver con cómo encaja EE UU que, en un momento dado, comunismo y democracia fueran juntos. No lo pueden encajar en su narrativa, y es ahí donde entran los institutos de educación que tenemos, que tratan de dar a conocer esa tradición progresista que existe en este país”, dice Marina Garde. Pero, ¿quiénes eran esos voluntarios? La directora de ALBA destaca la diversidad existente entre ellos. “Las brigadas las organiza el Comintern, la Internacional Comunista, pero no todos los que fueron a España eran comunistas. En primer lugar hay una mayoría de judíos que observan al fascismo avanzar por Europa y ven en España la oportunidad de frenar esa expansión. Muchos de ellos son hijos de emigrantes de primera generación de Europa del Este, con unos lazos de unión muy fuertes con Europa”, describe Garde, “pero también hay muchos negros que, tras la invasión de Mussolini Entre 1936 y 1938 2.800 voluntarios atravesaron el océano para luchar junto al bando republicano en Etiopía en 1935, se dan cuenta de las ambiciones fascistas, y ven en España la oportunidad de luchar que no han tenido en Etiopía. Además, en los años 30 en EE UU había un racismo terrible, y el Partido Comunista era uno de los pocos sitios en los que existía una gran tolerancia hacia los negros. Cuando escuchas los testimonios de los que fueron a España, destacan que fue la primera vez que se sintieron tratados como personas. La Brigada Lincoln fue el primer contingente militar de la historia de Estados Unidos en el que negros y blancos lucharon juntos, bajo el mismo mando, e incluso con comandantes negros”. Sin embargo, “a su vuelta los brigadistas encuentran una total falta de aceptación, y con las políticas radicales anticomunistas de los años 50, muchos deciden que tienen que seguir viviendo, se cambian de nombre y renuncian a su pasado. Los que siguen activos sufren una tremenda persecución por parte de FBI”, relata Garde, “pero esa persecución crea también una especie de orgullo por parte de las familias”. Es ahí donde entra el trabajo de la organización que ella dirige. Explicar el pasado Esa unión del pasado con el presente es visible también en el festival de cine documental sobre derechos humanos que ALBA organiza desde 2011, así como en el premio ALBA/Puffin al Activismo por los Derechos Humanos. En esta edición, la cuarta, celebrada el 27 de abril, el galardonado fue Bryan Stevenson, fundador de la organización Equal Justice Initiative, y defensor de larga trayectoria de los derechos de los afroestadounideses y de las comunidades con pocos recursos de EE UU. La entrega del premio coincide con el evento anual que desde hace 78 años se celebra para honrar la memoria de los brigadistas. Una celebración en la que han participado figuras del progresismo estadounidense como Pete Seeger –fallecido este enero–, donde suenan canciones republicanas de la guerra civil, y que termina con el público en pie cantando La Internacional. “La Brigada Lincoln es el máximo exponente del progresismo estadounidense. Son personas que, al volver de la guerra, siguen involucradas en otras luchas, en los movimientos de derechos civiles de los 60, en contra de las guerras en Centroamérica en los 80..., siempre como parte del movimiento antibélico, hasta la invasión de Iraq. Son un motor de progresismo, y ésa es la idea del premio de derechos humanos”. A día de hoy, tras la muerte, el pasado 27 de marzo, de John Hovan a los 97 años, sólo queda un brigadista vivo: Delmer Berg, de 98 años. “El mensaje de ALBA es: conoce tu historia y aprende de los ejemplos anteriores. Cuestiona la narrativa que existe. Por eso, lo más importante es el contacto con los jóvenes, para que conozcan esta historia y aprendan la importancia que tiene el activismo individual a la hora cambiar situaciones, que quien se mantiene en silencio es tan culpable como el verdugo”, dice Garde. “La de los brigadistas es una generación de derrota. Pierden la guerra, hay un exilio brutal, 40 años de dictadura, pero, a pesar de todo, su historia es como poesía; la máxima expresión de libertad y responsabilidad”.